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El género
Homo desde sus origenes.
Magnussen Saffer,
Mariano (2013).
El
genero Homo desde sus orígenes.
Paleo, Revista Argentina de Paleontología. Boletín
Paleontológico. Año 11. 93: 23-25.
El ser humano pertenece al género Homo,
género que comenzó a evolucionar como mínimo hace unos 2,3 a 2,5
millones de años. Los primeros miembros de este género diferían
de los australopitecinos en al menos un aspecto importante:
tenían un cerebro más grande que sus predecesores.
La evolución del género humano moderno puede dividirse a grandes
rasgos en tres periodos: Homo antiguo, Homo medio
y
Homo moderno. Las especies del Homo
antiguo se parecían en muchos aspectos a los australopitecinos
gráciles. Algunas vivieron hasta hace aproximadamente 1,6
millones de años. El periodo del Homo medio comenzó hace entre
unos 2 y 1,8 millones de años, solapándose en parte con el final
de la era del Homo antiguo. Las especies del
Homo medio desarrollaron una anatomía mucho más parecida
a la del hombre moderno aunque con cerebros comparativamente más
pequeños. La transición del Homo medio al
Homo moderno se produjo en algún momento hace unos
200.000 años. Las especies del Homo moderno
desarrollaron cerebros grandes y complejos y eventualmente el
lenguaje. La cultura también se convirtió en una parte cada vez
más importante de la vida humana durante los periodos más
recientes de su evolución.
El origen del género Homo ha intrigado durante
mucho tiempo a los paleoantropólogos y ha suscitado gran número
de debates. Alguna de las diferentes especies de
australopitecinos conocidas, o incluso alguna no descubierta
todavía, pudo haber dado lugar a la primera especie de
Homo.
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Los
científicos tampoco saben con exactitud qué factores
favorecieron la evolución hacia un cerebro más grande y
más complejo —el rasgo físico definidor del hombre
moderno. Louis Leakey argumentó en un principio que el
origen del Homo
estaba directamente relacionado con el avance en la
fabricación de utensilios —y en especial, de utensilios
de piedra, ya que la fabricación de herramientas
requiere ciertas habilidades mentales y una manipulación
manual precisa que sólo puede existir en miembros de
nuestro propio género. En realidad, el nombre Homo
habilis se refiere directamente a la habilidad para
fabricar y utilizar utensilios. Sin embargo, al mismo
tiempo que el Homo antiguo vivieron varias
especies de australopitecinos, lo que deja poco claro
qué especie fabricó los primeros utensilios de piedra.
Recientes estudios de huesos de manos de
australopitecinos sugieren que al menos una de las
especies robustas, el Australopithecus robustus,
pudo haberlos realizado. |
Además, en las décadas de 1960 y 1970 los
investigadores observaron por primera vez que algunos primates
no humanos, tales como los chimpancés, fabrican y utilizan
herramientas, lo que sugiere que los australopitecinos y los
simios que les precedieron probablemente también pudieron
fabricar algún tipo de utensilio.
Sin embargo, según algunos científicos probablemente fue el
Homo antiguo el que fabricó los primeros utensilios
de piedra, ya que a estos homínidos de dientes más pequeños la
habilidad para cortar y triturar alimentos les habría sido de la
máxima utilidad, mientras que los australopitecinos robustos
podían masticar incluso alimentos muy duros. Además, durante un
largo periodo de tiempo, los humanos primitivos siguieron
fabricando utensilios de piedra similares a los tipos más
antiguos conocidos, incluso mucho después de la extinción de los
australopitecinos gráciles.
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Algunos
científicos piensan que fue un periodo de enfriamiento
climático y de sequía en África el que estableció el
escenario para la evolución del Homo.
Según esta hipótesis, hace entre unos 2,8 y 2,4 millones
de años aparecieron muchos tipos de animales adaptados a
los retos de un entorno más seco, incluidas las primeras
especies de Homo.
Un homínido
capaz de fabricar utensilios tendría ventajas al poder
obtener alimentos alternativos a medida que la
vegetación se iba haciendo más escasa en entornos cada
vez más áridos. Entre los nuevos alimentos podrían
incluirse raíces y tubérculos, así como carne obtenida
de animales muertos o cazados. Sin embargo, algunos
científicos no están de acuerdo con esta hipótesis y
argumentan que durante el periodo de evolución del
Homo el clima fluctuó entre periodos más
secos y periodos más húmedos. |
En este caso, la fabricación y el uso de
utensilios de piedra y la ampliación de la dieta en el
Homo antiguo —así como el aumento del tamaño de su
cerebro— pudieron haber sido adaptaciones a entornos
imprevisibles y fluctuantes. En cualquier caso, se requeriría
una documentación científica más amplia para apoyar o rechazar
decididamente la hipótesis de que el Homo antiguo surgió como
parte de una amplia tendencia de extinción de unas especies y
evolución de otras durante un periodo de cambio ambiental.
África
como comienzo de la migración humana.
El ser humano evolucionó en África y vivió allí únicamente
durante unos 3 millones de años, por lo que los científicos se
preguntan qué fue lo que impulsó a aquellos hombres a emigrar de
África (movimiento que coincidió con la dispersión de las
primeras poblaciones humanas por el continente africano). La
respuesta a esta cuestión depende, en parte, de la determinación
exacta en el tiempo de esta primera migración. Según algunos
estudios, los yacimientos en Asia y Europa contienen utensilios
de piedra tosca y fragmentos fosilizados de dientes similares a
los humanos datados en más de 1,8 millones de años de
antigüedad. Aunque estas tesis permanecen sin confirmar, parece
que hace más de 1,6 millones de años pudieran haber entrado en
Asia pequeñas poblaciones, seguidas de una dispersión más
importante hace entre unos 1,6 y 1 millones de años. Por otro
lado, la primera presencia humana importante en el centro y el
oeste de Europa no parece haber tenido lugar hasta hace un 1
millón ó 500.000 años.
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Los
científicos pensaban antes que los avances en la
fabricación de utensilios de piedra podían haber
permitido a hombres primitivos tales como el Homo
erectus desplazarse a Asia y Europa, tal vez
ayudándoles a buscar nuevos tipos de alimentos como la
carne de mamíferos grandes. Si las poblaciones humanas
africanas hubieran desarrollado utensilios que les
hubieran permitido capturar de forma eficaz caza mayor,
hubieran tenido una fuente segura de alimentación en
cualquier lugar. Según esta hipótesis, el hombre primero
emigró a Eurasia gracias a una adaptación cultural
única. Hace unos 1,6 millones de años, los homínidos
habían comenzado a fabricar nuevos tipos de utensilios
del tipo que los científicos denominan achelense. Entre
los utensilios achelenses comunes se encuentran grandes
hachas de mano y hendedores. |
Aunque estas nuevas
herramientas pudieron haber ayudado en la caza, los primeros
utensilios achelenses conocidos en África son posteriores a la
primera presencia humana conocida en Asia. Asimismo, la mayoría
de los yacimientos del este de Asia de más de 200.000 años de
antigüedad sólo contienen guijarros y lascas de factura
sencilla. Por el contrario, los utensilios achelenses eran de
factura más elaborada, de mayor tamaño y más simétricos. Por
tanto, los primeros colonos de Eurasia no tenían una tecnología
verdaderamente achelense y únicamente el avance en la
fabricación de utensilios no puede explicar la dispersión fuera
de África.
Otra posibilidad es que la primera dispersión de hombres hacia
Eurasia no fue la única, sino que más bien formó parte de una
migración más amplia de animales carnívoros, tales como leones y
hienas.
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La
migración humana fuera de África tuvo lugar durante la
primera parte del pleistoceno, aproximadamente hace
entre 1,6 millones y 780.000 años. Muchos carnívoros
africanos emigraron a Eurasia durante el comienzo del
pleistoceno y puede que el hombre también emigrara con
ellos. Según esta hipótesis, el
Homo erectus fue una de las muchas especies
de carnívoros que se dispersaron por Eurasia procedentes
de África, y no una especie adaptada de forma singular.
El hecho de depender de la carne como fuente de
alimentación fundamental puede haber permitido a muchas
especies carnívoras, incluido el hombre, desplazarse a
través de entornos diferentes sin necesidad de tener que
aprender rápidamente a distinguir entre plantas
desconocidas las posiblemente venenosas. |
Sin embargo, la migración
humana hacia el este de Asia pudo haber tenido lugar de forma
gradual y a través de latitudes inferiores y entornos similares
a los de África. Suponiendo que las poblaciones del este
africano de Homo erectus se desplazasen a una
velocidad de sólo 1,6 km cada 20 años, podían haber alcanzado el
Sureste asiático en 150.000 años. A lo largo de todo este tiempo
el hombre pudo haber aprendido a reconocer las plantas
comestibles. Así, el hecho de comer carne puede no haber
desempeñado un papel crucial en las primeras migraciones humanas
hacia nuevos continentes. La comparación entre fósiles de
animales, utensilios de piedra y primeros fósiles humanos
procedentes de África, Asia y Europa ayudará a los científicos a
establecer con mayor exactitud los factores que impulsaron y
permitieron al ser humano aventurarse fuera de África por
primera vez.
Homo antiguo.
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homo antiguo
homo antiguo homo antig |
homo antiguo
homo antiguo homo antiguo ho |
homo antiguo
homo antiguo
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Por lo general, los
paleoantropólogos reconocen dos especies de Homo antiguo: el
Homo habilis y el
Homo rudolfensis (aunque también pudieron haber
existido otras). El registro es confuso porque la mayoría de los
fósiles más antiguos identificados por los científicos como
especies de Homo —en lugar de australopitecinos robustos que
vivieron en la misma época—aparecen como fragmentos aislados. En
muchos lugares, únicamente la evidencia de dientes, mandíbulas y
piezas de cráneo —sin ningún otro resto de esqueleto— indica que
hace ya 2,5 millones de años habían evolucionado nuevas especies
de homínidos con dientes más pequeños. Los científicos no
siempre pueden decidir si estos fósiles pertenecen a
australopitecinos gráciles que sobrevivieron por más tiempo o a
los primeros representantes del Homo. Los dos grupos son
parecidos entre sí porque es probable que el Homo descienda
directamente de una especie de australopitecino grácil.
Homo habilis.
| homo
habilis homo habilis habilis |
homo
habilis homo habilis habilis |
homo habilis
homo habilis habilishomo habilis homo |
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A principios de la década de
1960, en la garganta de Olduvai (Tanzania), Louis Leakey, el
primatólogo británico John Napier y el paleoantropólogo
surafricano Philip Tobias descubrieron un grupo de fósiles de
homínido con una capacidad craneana de entre 590 y 690 cm3.
Basándose en este tamaño de cerebro, claramente superior al de
los australopitecinos, los científicos propusieron establecer un
nuevo género, Homo, y una nueva especie, Homo habilis. Otros
científicos se cuestionaron si este aumento de la capacidad
craneana era suficiente como para definir un nuevo género, e
incluso si el H. habilis era diferente del
Australopithecus africanus, ya que los dientes de las
dos especies son similares. Sin embargo, actualmente entre los
científicos están ampliamente aceptados los nombres de género y
de especie propuestos por el equipo de Olduvai. El H.
habilis vivió en el este y posiblemente en el sur de
África hace entre unos 2 y 1,5 millones de años e incluso tal
vez hace ya 2,4 millones de años. Aunque los fósiles de esta
especie se parecen bastante a los de los australopitecinos, el
H. habilis tenía molares, premolares y mandíbulas
más pequeñas y estrechas que sus predecesores y que los
australopitecinos robustos contemporáneos. En un esqueleto
femenino de Olduvai se observa que su altura era solamente de 1
m y que la relación entre la longitud de sus miembros superiores
e inferiores era superior a la de la australopitecina Lucy. Por
lo tanto, al menos en el caso de este individuo, el H. habilis
presentaba unas proporciones corporales muy parecidas a las de
los simios. Sin embargo, tenía unos pies y unas manos de aspecto
más moderno capaces de fabricar utensilios. Junto con fósiles de
H. habilis se han encontrado algunos de los primeros utensilios
de piedra de Olduvai, lo que sugiere que esta especie fabricaba
y utilizaba las herramientas en este lugar. Los científicos
comenzaron a observar un alto grado de variabilidad en el tamaño
corporal según fueron descubriendo más fósiles de Homo
antiguo. Esto podría indicar que el H. habilis
presentaba un alto grado de dimorfismo sexual. Así, por ejemplo,
el esqueleto femenino de Olduvai era pequeño en comparación con
otros fósiles encontrados como, por ejemplo, un cráneo bastante
grande de Homo antiguo procedente del lago Turkana en el norte
de Kenia. Sin embargo, las diferencias de tamaño realmente
excedían las esperadas entre sexos de una misma especie. Este
descubrimiento ayudó más tarde a convencer a los científicos de
que en África oriental había vivido también otra especie de
Homo antiguo.
Homo rudolfensis.
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Homo
rudolfensis Homo rudolfensis |
Homo
rudolfensis Homo rudolfensis |
Homo
rudolfensis Homo rudolfensis |
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Esta segunda especie de
Homo antiguo recibió el nombre de Homo
rudolfensis, en honor al lago Rudolf (actualmente lago
Turkana). Los fósiles más conocidos de H. rudolfensis
proceden de la zona que rodea a este lago y datan de hace
unos 1,9 millones de años. Los paleoantropólogos no han
determinado aún el espacio total de tiempo en el que pudo haber
existido. Esta especie tenía el rostro y el cuerpo mayores que
el H. habilis. La capacidad craneana media del
H. rudolfensis era de aproximadamente 750 cm3. Los
científicos necesitan mayores evidencias para establecer si el
cerebro del H. rudolfensis en relación con su
tamaño corporal era mayor que en el caso del H. habilis.
Una relación cerebro-tamaño corporal mayor puede indicar mayor
capacidad mental. El H. rudolfensis también tenía
unos dientes bastante grandes, de tamaño parecido al de los
australopitecinos robustos. El descubrimiento de incluso parte
de un esqueleto fósil revelaría si esta forma más grande del
Homo antiguo tenía proporciones corporales parecidas
a las de los simios o más modernas. Los científicos han
encontrado varios huesos de fémur de aspecto moderno datados en
hace unos 2 o 1,8 millones de años que pueden proceder del
H. rudolfensis. Estos huesos sugieren un tamaño
corporal y un peso de 1,5 m y 52 kg, respectivamente.
Homo medio.
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homo medio
homo medio homo medio |
homo medio
homo medio |
homo medio
homo medio homo medio |
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El periodo del Homo medio
comenzó en África hace unos 1,9 millones de años. Hasta hace
poco, los paleoantropólogos reconocían sólo una especie en este
periodo, el Homo erectus. Actualmente se reconocen
tres especies de Homo medio: Homo ergaster,
Homo erectus y Homo heidelbergensis. Sin
embargo, algunos todavía piensan que el H. ergaster
es una forma primitiva africana del H. erectus, o que el
H. heidelbergensis es una forma tardía del H.
erectus. Los cráneos y dientes de las poblaciones
africanas primitivas de Homo medio diferían ligeramente de los
de las poblaciones posteriores de H. erectus de
China y la isla de Java en Indonesia. El H. ergaster
es un candidato más adecuado como antepasado de la línea
humana moderna porque el H. erectus asiático
presenta ciertas características que no se observan en algunos
homínidos posteriores, incluida nuestra propia especie. El
H. heidelbergensis presenta similitudes tanto con el
H. erectus como con la especie posterior H.
neanderthalensis, aunque puede haber sido una especie de
tránsito entre el Homo medio y la línea a la que pertenece el
hombre moderno.
Homo ergaster.
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Homo
ergaster Homo ergaster ergaster |
Homo
ergaster Homo ergaster ergaster |
Homo
ergaster Homo ergaster ergaster |
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Probablemente el Homo
ergaster comenzó a evolucionar en África hace unos 2
millones de años. Esta especie tenía el cráneo redondeado, el
volumen del cerebro entre 800 y 850 cm3, frente prominente,
dientes pequeños y muchas otras características que compartía
con el posterior H. erectus.
Muchos paleoantropólogos consideran al H. ergaster
un candidato adecuado para antepasado del hombre moderno al
tener varias características craneales modernas como, por
ejemplo, unos huesos relativamente finos. La mayoría de los
fósiles de H. ergaster proceden de una época
comprendida entre hace 1,8 y 1,6 millones de años. El fósil más
importante de esta especie encontrado hasta el momento es un
esqueleto casi completo de un joven de Turkana, Kenia, datado en
hace unos 1,55 millones de años. Los científicos determinaron el
sexo del esqueleto en base a la forma de su pelvis. A partir de
patrones de crecimiento de los dientes y de los huesos
establecieron que el joven había muerto cuanto tenía una edad
comprendida entre 9 y 12 años.
El chico de Turkana, como se conoce a este esqueleto, presentaba
en los miembros inferiores huesos alargados así como
proporciones de brazos, piernas y tronco que coinciden
básicamente con las del hombre moderno, en fuerte contraste con
las proporciones simiescas del H. habilis y del
Australopithecus afarensis. El chico de Turkana
parece que era bastante alto y esbelto. Los científicos estiman
que, si hubiera llegado a adulto, habría alcanzado una altura de
1,8 m y un peso de 68 kg. Su anatomía indica que el H.
ergaster estaba especialmente bien adaptado a andar y
tal vez a correr largas distancias en un entorno cálido (un
cuerpo alto y esbelto disipa bien el calor) pero no así a trepar
a los árboles. El Homo ergaster, el Homo
rudolfensis y el Homo habilis, además de
posiblemente dos australopitecinos robustos, parece que pudieron
haber coexistido en África hace unos 1,9 millones de años. Este
descubrimiento contradice la hipótesis paleoantropológica
tradicional que afirma que la evolución humana era una sola
línea que había ido evolucionando progresivamente a lo largo del
tiempo: una especie de australopitecino seguida de un Homo
antiguo, a continuación el Homo medio y finalmente el Homo
sapiens. Parece que durante la evolución humana fueron
habituales periodos de diversidad y extinción de especies y que
el H. sapiens moderno disfruta de la rara
distinción de ser la única especie humana viva en la actualidad.
Aunque el Homo ergaster parece haber coexistido
con otras especies de homínidos, sin embargo probablemente éstas
no llegaron a cruzarse entre sí. El apareamiento rara vez tiene
éxito entre dos especies con diferencias esqueléticas
importantes, como sucedía con el H. ergaster y el
H. habilis. Muchos paleoantropólogos piensan actualmente que el
H. ergaster descendía de una población anterior de
Homo —tal vez una de las dos especies conocidas de Homo
antiguo— y que la línea humana moderna desciende del
H. ergaster.
Homo erectus.
Actualmente los
paleoantropólogos saben que el hombre evolucionó primero en
África y que sólo vivió en este continente durante un par de
millones de años. La primera especie humana que se sabe se
dispersó en gran número fuera del continente africano fue
descubierta por primera vez en el Sureste asiático. En 1891 el
médico holandés Eugène Dubois encontró el cráneo de un homínido
en la isla indonesa de Java, al que llamó Pithecantropus
erectus u ‘hombre mono erguido’. Actualmente los
paleoantropólogos se refieren a esta especie como Homo
erectus. El H. erectus
parece haber evolucionado en África a partir de poblaciones
anteriores de H. ergaster, para a continuación dispersarse por
Asia hace unos 1,8 millones de años. Los últimos fósiles
conocidos de esta especie, procedentes del río Solo en Java,
están datados en hace unos 130.000 años (datación que puede ser
discutible). De esta forma el H. erectus fue una
especie de gran éxito: se dispersó ampliamente (vivió en África
y en gran parte de Asia) y gozó de larga vida (posiblemente
sobrevivió durante más de 1,5 millones de años). El H.
erectus tenía un cráneo bajo y redondeado, frente
prominente y una capacidad craneana adulta de entre 800 y 1.250
cm3, una media dos veces superior a la de los australopitecinos.
Sus huesos, incluido el cráneo, eran más gruesos que los de las
especies anteriores. Unas prominentes marcas musculares y
gruesas áreas reforzadas en los huesos indican que el cuerpo del
H. erectus podía soportar fuertes movimientos y
tensiones. Aunque tenía unos dientes mucho más pequeños que los
australopitecinos, su mandíbula era grande y fuerte. En las
décadas de 1920 y 1930, el anatomista y antropólogo físico
alemán Franz Weidenreich descubrió las colecciones más famosas
de fósiles de H. erectus en el yacimiento de
Zhoukoudian, China, cerca de Pekín. Estos fósiles humanos
recibieron el nombre de Sinanthropus pekinensis u
Hombre de Pekín, aunque más tarde fue clasificado como H.
erectus. En la cueva de Zhoukoudian se encontraron
restos de más de 30 individuos que habían vivido entre hace
500.000 y 250.000 años. Estos fósiles se perdieron al comienzo
de la II Guerra Mundial, pero Weidenreich había hecho unas
réplicas excelentes de sus descubrimientos. En excavaciones
posteriores en este yacimiento se encontraron más restos de
H. erectus. En China se encuentran otros yacimientos
importantes de fósiles de esta especie como, por ejemplo,
Lantian, Yuanmou, Yunxian y Hexian. Los investigadores también
han encontrado gran número de utensilios fabricados por el
H. erectus en yacimientos como Nihewan y Bose, en
China, y en otros lugares de antigüedad similar (al menos entre
1 millón y 250.000 años de antigüedad). Desde el descubrimiento
del H. erectus, los científicos se preguntan si
esta especie era un antepasado directo del hombre moderno,
incluido el H. sapiens. Las últimas poblaciones de
H. erectus —tales como las del río Solo en Java—
pueden haber vivido hace solamente 50.000 años, simultáneamente
con poblaciones de H. sapiens. El hombre moderno
puede no haber evolucionado a partir de estas últimas
poblaciones de H. erectus, un tipo de homínido
mucho más primitivo. Sin embargo, poblaciones anteriores de
asiáticos orientales pueden haber dado lugar al H. sapiens.
Homo heidelbergensis.
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Homo
heidelbergensis heidelbergensis
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Homo
heidelbergensis heidelbergensis
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Homo
heidelbergensis heidelbergensis
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Muchos paleoantropólogos
creen que los homínidos emigraron a Europa hace unos 800.000
años y que estas poblaciones no eran de Homo erectus.
Cada vez un número mayor de científicos se refieren a estos
primeros inmigrantes que llegaron a Europa —que precedieron al
hombre de Neandertal y al Homo sapiens en la
región— como
Homo heidelbergensis. El nombre de la especie procede
de una mandíbula de 500.000 años de antigüedad encontrada cerca
de Heidelberg, Alemania. Los científicos han encontrado en
África pocos fósiles humanos pertenecientes al periodo
comprendido entre hace 1,2 millones y 600.000 años, durante el
cual el H. heidelbergensis o sus antepasados
emigraron por primera vez a Europa. Las poblaciones de H.
ergaster (o posiblemente de H. erectus)
parecen haber vivido en África hasta hace al menos unos 800.000
años y posiblemente en el norte de África hasta hace unos
500.000 años. Cuando estas poblaciones desaparecieron, parece
que otros homínidos de constitución ósea más fuerte y cerebros
más grandes —posiblemente el H. heidelbergensis—
las sustituyeron. Los científicos han encontrado fósiles de
estos hombres más bajos en los yacimientos de Bodo en Etiopía,
Saldanha en Suráfrica, Ndutu en Tanzania y Kabwe en Zambia. Los
científicos han propuesto al menos tres interpretaciones
diferentes para estos fósiles africanos. Algunos los sitúan en
la especie H. heidelbergensis y piensan que esta
especie dio lugar tanto al hombre de Neandertal (en Europa) como
al H. sapiens (en África). Otros piensan que los
fósiles europeos y africanos pertenecen a dos especies
diferentes y que las poblaciones africanas —que, según esta
hipótesis, no eran de H. heidelbergensis sino de
una especie diferente— dieron lugar al H. sapiens.
Sin embargo, otros científicos defienden la antigua hipótesis de
que el H. erectus y el H. sapiens
pertenecen a un único linaje evolutivo y que los fósiles
africanos pertenecen a la categoría del H. sapiens
arcaico (‘arcaico’ hace referencia a que su anatomía no era
totalmente moderna). La evidencia de los fósiles no favorece
claramente a ninguna de estas hipótesis sobre las demás. Cada
vez un número mayor de fósiles procedentes de Asia, África y
Europa presentan características intermedias entre el primer
Homo ergaster y el Homo sapiens, lo que
dificulta la identificación de las diferentes especies y la
determinación de qué grupo de fósiles representa el antepasado
más probable de los hombres posteriores.
Homo antecessor.
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homo
antesessor homo antesessor |
antesessor
homo antesessor homo antesessor |
homo
antesessor antesessor |
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Eudald
Carbonell, especialista en Geología del cuaternario, dio a
conocer algunos de los descubrimientos arrojados a lo largo de
30 años de investigación en la Sierra de Atapuerca, España,
donde halló evidencias de evolución humana de más de un millón
de años. Carbonell encontró los restos del primer europeo que
llegó hace cerca de un millón de años, el denominado Homo
antecessor, una especie humana anterior a la del
Homo Sapiens y el Hombre de Neanderthal. En la charla Un
Millón de Años de Evolución Humana en Europa, en el Museo
Nacional de Antropología, el investigador precisó que los
estudios en Atapuerca, provincia de Burgos, arrojaron evidencia
claras de la evolución biológica, técnica y modos de
subsistencia de los seres humanos más remota que se tiene a la
fecha. Este homínido era originario de África pero emigro a
zonas europeas y zonas de Asia. El Homo antecessor
de Europa evolucionaría más tarde al homo Neandertal y el
Homo antecessor que se quedó en África evolucionaría al
Homo Sapiens. Según Carbonell, el Homo
antecessor era alto, fuerte y de cerebro pequeño, pero
con una cara muy similar a la del humano actual, es decir, con
un aspecto más “moderno” que otros grupos humanos más recientes
o próximos en el tiempo. El Homo antecessor es una
especie que por el momento sólo se ha encontrado en el
yacimiento de Gran Dolina de Atapuerca, y los análisis de estos
fósiles han evidenciado la práctica del canibalismo hace unos
800 mil años. Otro de los descubrimientos ha sido el de restos
de oído medio, junto con una estructura compuesta por
frecuencias de audición parecidas a las nuestras, “lo cual
quiere decir que podía comunicarse al igual que nosotros”,
abundó. El arqueólogo español agregó que en Cueva del Elefante
se encontraron huesos fracturados con marcas de corte lo cual
demuestra que los utilizaban como herramienta para curtir
pieles. “Al analizar los fragmentos craneales y postcraneales,
el equipo de investigación encontró en el 60 por ciento de los
cráneos fracturas hechas con piedra, acciones que para ellos
significan eran actos de carnicería o de canibalismo”, señaló.
Según sus deducciones, indicó que “no se trata de un canibalismo
alimenticio sino de canibalismo de competencia, es decir sólo se
comían a las crías, para evitar controlar a los grupos y evitar
la competencia, lo que no se sabe es quién se comió al
Homo antecessor”. Durante el hallazgo fueron
descubiertos los restos de individuos que tenían entre tres y 20
años de edad e indicó que aún no se han encontrado neonatos.
Tras su visita a México, Carbonell viajará a otros países como
Cuba, Chile y Guatemala, y se espera que en los primeros meses
de 2007 visite Colombia, Argentina y Perú, en busca de fomentar
la Red Científica Hispanoamericana, con objetivos similares a la
que ya existe en Asia. Su esperanza de vida no superaba los 40
años, vivían en grupos de 8 a 12 especimenes. Era menos
inteligente, pues poseía una capacidad craneal de mil cm3, menor
a la del humano actual (1400). El equipo de trabajo del español
presume que la tasa de mortalidad era mayor en el número de
mujeres de entre 15 y 17 años de edad, esto debido a “la crisis
por la que pasaban las mujeres en su primer parto y dejaban a
las crías en manos de sus otros parientes”. Eudald Carbonell
nació en Ribes de Freser (Barcelona) en 1953. Cursó estudios
superiores en Girona, Barcelona y París. Es doctor en Geología
del Cuaternario y en Historia. En 1997 le fue concedido el
Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y
Técnica por el proyecto de Atapuerca, que codirige. Es
catedrático de Prehistoria de la Universidad Rovira i Virgili de
Tarragona e investigador principal del Grupo de Autoecología
Humana del Cuaternario. Es coautor de Atapuerca: un millón de
años de historia y de Aún no somos humanos, entre otros libros.
Hace poco mas de un millón de años, distintos lugares del sur de
Europa, comienzan a proporcionar claras evidencias que un ser,
se pasea por ríos y cuevas. Era el primer poblador de ese
continente, el Homo antecessor. Apareció en la
Sierra de Atapuerca, un lugar de praderas abiertas y bosques
mediterráneos. Vivió en el pleistoceno inferior hace 780 mil
años, tenía una mandíbula poco especializada, un aparato dental
muy primitivo y una complexión grácil, medía entre 1.70 y 1.80.
Era robusto, musculoso y corpulento, tenía la frente echada
hacia atrás, sus cejas eran anchas y las aberturas nasales
amplias, no tenían barbilla. Se dedicaban a la recolección de
vegetales y a la caza menor. Para trabajar usaban lanzas
sencillas y piedras cortantes. Este homínido aun no conocía el
fuego por lo que comían la carne cruda. No vivían en cuevas pero
las utilizaban para estar guarecidos y para fabricar sus
utensilios.
Homo sapiens sapiens.
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homo sapiens
homo sapiens sapiens |
homo sapiens
homo sapiens |
homo sapiens
homo sapiens homo sapiens sapiens |
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Hace unos 35.000 años apareció el hombre moderno, cuyo primer
representante se lo conoce como el hombre de Cro-Magnon. Estos
humanos convivieron durante unos 7.000 años con el hombre de
Neandertal. El primer hallazgo de un hombre de Cro-Magnon se
realizó en Gales del Sur en 1823. Sin embargo, el nombre común
de este Homo sapiens se debe al descubrimiento en
1868 de cinco esqueletos completos en el pequeño refugio rocoso
de Cro-Magnon, en la villa de Les Eyzies, Francia. Los
artefactos y las pinturas rupestres hallados en la región
central de Francia, que datan de unos 30 mil años atrás, dan fe
de la complejidad de su cultura. Estas evidencias indican que el
hombre de Cro-Magnon tenía un sistema tribal poderoso, que
fabricaba utensilios, reunía material vegetal, cazaba, pescaba y
es posible que incluso reuniera el ganado en rebaños,
construyera refugios y manufacturara vestimentas que le
permitieron sobrevivir durante la última glaciación, que alcanzó
su máxima intensidad hace 18.000 años. Ciertos autores
consideran que los hombres de Neandertal y de Cro-Magnon son
subespecies del Homo sapiens. De acuerdo con estos
investigadores, los nombres científicos de estos seres son
Homo sapiens neanderthalensis y Homo sapiens
sapiens. Este último nombre también corresponde al
hombre actual. Sin embargo, en marzo del 2000, un grupo de
investigadores de Escocia, Rusia, Suecia y los Estados Unidos
publicó en la revista científica inglesa Nature los análisis
realizados en muestras de ADN extraídas de huesos de
neandertales. Los restos, datados en 29.000 años, provenían de
una cueva del norte del Cáucaso y correspondían a uno de los
últimos hombres de Neandertal. Las diferencias halladas entre
este ADN y el del hombre moderno sugieren que ambas formas
humanas evolucionaron de manera independiente a partir de un
ancestro común, posiblemente el Homo heidelbergensis
o el Homo antecessor. Estos resultados
apoyarían la postura de considerar al hombre de Neandertal y al
hombre moderno, incluido el de Cro-Magnon, como especies
distintas. Los fósiles más antiguos encontrados con
características esqueléticas típicas del hombre moderno datan de
hace unos 130.000 a 90.000 años. Varias características clave
diferencian los cráneos del hombre moderno de los de las
especies primitivas: arcos superciliares poco marcados, cráneo
redondo y rostro aplanado o sólo ligeramente prominente de
tamaño reducido situado bajo la parte frontal del cráneo. De
todos los mamíferos, sólo el hombre tiene la cara posicionada
directamente bajo el lóbulo frontal (el área más adelantada del
cráneo). Como resultado, el hombre moderno tiende a tener una
frente más alta que la que tenían el Neandertal y otros
homínidos primitivos. La capacidad craneana del hombre moderno
oscila entre aproximadamente 1.000 y 2.000 cm3, siendo la media
de aproximadamente 1.350 cm3. En los yacimientos de Singha en
Sudán, Omo en Etiopía, Klasies River Mouth en Suráfrica y Skhûl
en Israel los científicos han encontrado restos de cráneos de
los primeros Homo sapiens sapiens. Basándose en estos fósiles,
muchos científicos concluyen que el hombre moderno ya había
evolucionado en África hace unos 130.000 años y que en algún
momento hace 90.000 años comenzó a dispersarse hacia diferentes
partes del mundo por una ruta a través del Oriente Próximo.
Homo floresiensis.
Un grupo de
científicos australianos ha descubierto en una isla indonesia
restos de un miembro hasta ahora desconocido de la raza humana,
una especie de «hobbit» de menos de un metro de altura que
habría vivido en la Tierra hace 18.000 años. Este sorprendente
descubrimiento, divulgado en la revista científica británica
Nature, plantea la posibilidad de que el ser humano no esté sólo
en el planeta, ya que los descendientes de este ejemplar podrían
seguir vivos en esas islas remotas. El grupo de investigadores
de la Universidad de Nueva Inglaterra encontraron los restos en
la isla indonesia de Flores, situada entre las de Timor y
Sumbawa, donde existen desde hace muchos años leyendas sobre la
existencia de pequeños seres. En este caso, el ejemplar de
Homo floresiensis hallado es una hembra, que se suma
a otros ejemplares descubiertos antes en esa misma zona. El
director de la revista Nature, Henry Gee, destacó la importancia
del descubrimiento. Hasta que encontraron estos restos -dijo-los
expertos habrían rechazado las historias que se cuentan como
patrañas de «hobbits» y otras criaturas fantásticas, «pero ya
no».El nuevo ser humano les obliga a reconsiderar esas leyendas,
que hace un siglo ya escucharon los exploradores holandeses que
llegaron a Flores. Entonces, los nativos hablaban del «ebu gogo»,
una extraña criatura con forma humana que, como el homínido
hallado, medía menos de un metro. La leyenda dice que estos
seres hablaban en susurros y repetían las palabras del
interlocutor como loros. Según los expertos, el ejemplar
desenterrado de la cueva Liang Bua es el descendiente «enano» de
otra especie primitiva que dejó África hace dos millones de
años. Los restos consisten en un cráneo del tamaño de un pomelo
y parte de su esqueleto. Junto a los huesos, se descubrieron
herramientas de piedra. La criatura habría vivido al mismo
tiempo que el Homo sapiens, antepasado de los
humanos. Hasta ahora se sabía que los humanos modernos habían
coexistido con los neandertales, en Europa, hace 30.000 años. El
Homo floresiensis sería, pues, la segunda especie
humana que se conoce que habría vivido junto a nuestros
antepasados, pero más recientemente, hace unos 18.000 años. El
descubrimiento de los científicos australianos, liderados por
Peter Brown, se considera de los más importantes sobre el origen
de la especie en los últimos cien años. El hallazgo plantea
muchas preguntas. Se cree que el homínido podría ser un
descendiente del Homo erectus, que ya conocía el
fuego y utilizaba herramientas, y que habría tenido que cruzar
el mar para llegar a la isla. El problema es que no hay
constancia de que supiera construir embarcaciones. Otra
incógnita es el tamaño del cerebro del Homo floresiensis,
que, con 380 milímetros, es más pequeño que el de un chimpancé.
Los expertos pensaban que el cerebro humano debía tener un
tamaño mínimo, pero la criatura hallada, pese a tener ese
cerebro encogido, parece haber sido un ser inteligente. Los
científicos intentarán ahora extraer muestras de ADN para
averiguar más detalles sobre esos habitantes de Flores, una isla
donde también se han encontrado restos de animales prehistóricos
únicos.
Sin embargo, Meike Köhler y Salvador Moyà, del Institut Català
de Paleontologia, afirman que las particularidades del esqueleto
aparecido en Indonesia (Homo floresiensis) no son
fruto de adaptaciones a la insularidad. Los restos del polémico
'Hombre de Flores' (Homo floresiensis) aparecidos
en la isla de Flores, en Indonesia, el año 2004, pertenecen a un
individuo con malformaciones, y en ningún caso son de un
individuo enano de una nueva especie como se ha venido
afirmando. Los investigadores del Instituto Catalan de
Paleontología (ICP), Meike Köhler y Salvador Moyà, afirman en un
artículo aparecido en la revista científica Trends in Ecology
and Evolution, que las características del esqueleto aparecido
en Flores no siguen el patrón propio de las especies de
mamíferos adaptadas a vivir en islas. Homo floresiensis
es el nombre que reciben los restos fósiles de un grupo
de individuos aparecidos en la isla de Flores con un cuerpo y un
cráneo extraordinariamente diminutos (un metro de alto y 25
quilos de peso en los adultos) que habría sido contemporáneo de
los humanos modernos (Homo sapiens) hace 18.000
años. Según sus descubridores, sus dimensiones reducidas se
explicarían como una adaptación a la vida insular. Köhler y Moyà
niegan ésta posibilidad y argumentan que entre las adaptaciones
que presentan los mamíferos a la vida insular y a su escasez de
recursos, se observan tres características básicas: Una
reducción de los órganos sensoriales y motores y de sus áreas
relacionadas. Por ejemplo, los ojos y órbitas son más pequeños
de lo que correspondería a un animal de dimensiones normales.
Éste no es el caso del hombre de Flores, que mantiene el rango
de dimensiones propio de Homo sapiens. Es decir,
tiene los ojos pequeños de acuerdo con sus dimensiones
reducidas. Los huesos del hombre de Flores muestran
características que dificultaban su movilidad, como por ejemplo
poco desarrollo muscular, un húmero y una tibia con
malformaciones, y asimetrías entre las partes izquierda y
derecha del cráneo, entre otras. Éstas características no son
adaptaciones a la vida insular, sino malformaciones que, además,
no le permitían ser un buen cazador - recolector, como sugerían
sus descubridores basándose en los restos arqueológicos hallados
en el yacimiento. Para asegurar que el hombre de Flores es un
enano, se ha utilizado el argumento que un elefante enano del
género Stegodon apareció también en ésta isla de
Indonesia, pero según Köhler, Stegodon se conoce
de yacimientos más antiguos y se extinguió hace 800.000 años.
Hasta ahora no se ha publicado ninguna prueba que demuestre que
existía un Stegodon enano hace 18.000 años. Por
otro lado, hace 18.000 años tuvo lugar la última gran glaciación
que ocasionó una disminución del nivel de los océanos y por
tanto, el hombre de Flores con casi total seguridad no estaba
completamente aislado. Así, el argumento que su extraña
morfología sea fruto de una adaptación a la vida insular no
tiene fundamento.
Homo moderno.
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El origen de nuestra propia
especie, el Homo sapiens, es uno de los temas más
debatidos de la paleoantropología. Este debate se centra en si
el hombre está directamente relacionado con el Homo
erectus o con el de Neandertal, grupo más
moderno y conocido de homínidos que evolucionaron en los últimos
250.000 años. Los paleoantropólogos utilizan por lo general el
término de Homo sapiens sapiens para distinguir
entre el hombre actual y estos antepasados similares.
Tradicionalmente los paleoantropólogos clasificaban como
Homo sapiens cualquier fósil humano de menos de 500.000
años que tuviese un cráneo mayor que el del Homo erectus.
Así, muchos científicos que piensan que el hombre moderno
desciende de una única línea que se retrotrae al H.
erectus utilizan el nombre de Homo sapiens
para referirse a una amplia gama de fósiles más antiguos que los
del Homo sapiens sapiens. El término primitivo
indica un conjunto de características físicas típicas del hombre
de Neandertal y de otras especies de Homo moderno anteriores al
Homo sapiens. Entre estas características se
encuentran la combinación de un esqueleto robusto, un cráneo
grande pero achatado y una mandíbula inferior sin mentón
prominente. En este sentido, el Neandertal es clasificado a
veces como subespecie del H. sapiens primitivo —Homo
sapiens neanderthalensis. Otros científicos opinan que
los diferentes fósiles primitivos se agrupan realmente por
conjuntos claramente identificables de características y que
cualquier tipo de fósil que presente un conjunto único de rasgos
debería recibir un nuevo nombre de especie. Según esta
hipótesis, el hombre de Neandertal forma su propia
especie, Homo neanderthalensis.
Bibliografía Sugerida:
Barnett, S. A. y otros. Un siglo después de
Darwin. 2 vols. Madrid: Alianza Editorial, 1985. Obra
divulgativa sobre la evolución y el origen del hombre.
Benton, Michael J. Paleontología y evolución. Lleida: Editorial
Perfils, 1995. Obra divulgativa sobre la evolución de los
vertebrados.
Bernal, J. D. El origen de la vida. Barcelona: Ediciones
Destino, 1977. Obra divulgativa; incluye bibliografía y
glosario.
Darwin, Charles. Origen de las especies. Madrid: Ediciones Akal,
2ª ed., 1994. Libro donde el autor fundamenta su teoría de la
evolución.
Dobzhansky, Theodosius. Evolución. Barcelona: Ediciones Omega,
1988. Revisión de la teoría de la evolución.
Ghiselin, Michael T. El triunfo de Darwin. Madrid: Ediciones
Cátedra, 1983. Obra divulgativa sobre la teoría evolutiva de
Darwin.
Gould, Stephen Jay. El pulgar del panda. Barcelona: Ediciones
Omega, 1976. Obra divulgativa sobre diferentes aspectos de la
evolución.
Gould, Stephen Jay. Dientes de gallina y dedos de caballo.
Barcelona: Editorial Crítica, 1995. Obra divulgativa de
paleontología y evolución.
Gould, Stephen Jay. La sonrisa del flamenco. Barcelona:
Editorial Crítica, 1987. Obra divulgativa sobre diferentes
aspectos de la evolución.
Museo de Ciencias Naturales. Historia de la vida. Madrid: CSIC,
1991. Obra sobre la evolución de los organismos, muy bien
ilustrado.
Oparin, A. I. Origen de la vida sobre la Tierra. Madrid:
Editorial Tecnos, 1979. Obra divulgativa clásica sobre los
orígenes de la vida.
Reichholf, Josef H. La aparición del hombre. Barcelona:
Editorial Crítica, 1994. Origen y evolución del hombre desde las
últimas investigaciones en genética.
Ridley, Mark. La evolución y sus problemas. Madrid: Ediciones
Pirámide, 1987. Obra sobre las controversias originadas por la
teoría evolutiva.
Ruse, Michael. La revolución darwinista. Madrid: Alianza
Editorial, 1983. Obra divulgativa sobre la teoría de la
evolución de Darwin.
Weiner, J. S. El hombre: orígenes y evolución. Barcelona:
Ediciones Destino, 1980. Obra divulgativa; incluye glosario y
bibliografía. |