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Algunas
Características
de la Evolución Humana.
Magnussen Saffer,
Mariano (2012).
Algunas características de la Evolución Humana. Paleo, Revista
Argentina de Paleontología. Boletín Paleontológico. Año 10.
80: 07-09.
Existen diferentes hipótesis sobre el por qué los
australopitecinos se separaron de los simios iniciando así el
curso de la evolución humana. Prácticamente todas las hipótesis
sugieren que el cambio medioambiental fue un factor importante,
especialmente al favorecer la evolución de la bipedación. Entre
las hipótesis más coherentes se encuentran (1) la de las
sabanas, (2) la del mosaico de bosques y (3) la de la
variabilidad.
Cerca del final del Mioceno, hace entre 8 y 5 millones de años,
el clima de la Tierra sufrió un intenso enfriamiento y se hizo
más seco. Según la hipótesis de las sabanas, al comenzar este
cambio climático se fueron reduciendo las áreas de bosques
africanos y a medida que los bosques fueron disminuyendo, una
población de simios de África oriental se fue quedando aislada
de las demás poblaciones de simios que vivían en las áreas de
mayor densidad de bosques del oeste de África. La población de
África oriental tuvo que adaptarse a un entorno más seco, con
mayores áreas de sabanas.
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El aumento de los terrenos secos favoreció la evolución de la
vida sobre el suelo e hizo que cada vez fuera más difícil
sobrevivir en los árboles. Los simios terrestres pudieron haber
formado grandes grupos sociales para favorecer su capacidad de
encontrar y recolectar alimentos y defenderse de los predadores
—actividades que también pueden haber requerido el desarrollo de
una buena comunicación. Las dificultades de la vida en la sabana
pudieron asimismo haber fomentado el inicio del uso de
utensilios para fines tales como la extracción de carne de las
presas. |
Estos importantes cambios evolutivos tuvieron que depender de un
aumento de la capacidad mental y, por lo tanto, pueden haber
estado relacionados con el desarrollo de un cerebro más grande.
Las críticas a la hipótesis de las sabanas son variadas pero se
basan principalmente en dos razones: primero, el descubrimiento
en 1994 de fósiles de australopitecinos en Chad, África central,
por un equipo científico sugiere que los entornos de África
oriental tal vez no estuvieran totalmente aislados de los que se
encontraban más al oeste; segundo, investigaciones recientes
sugieren que las sabanas abiertas no aparecieron de forma
significativa en África hasta casi 2 millones de años después.
Las críticas a la teoría de las sabanas han hecho surgir un gran
número de hipótesis alternativas sobre los orígenes de la
evolución humana.
La hipótesis del mosaico de bosques sostiene que los primeros
australopitecinos evolucionaron en áreas boscosas que formaban
parte de un mosaico de bosques y sabanas que les permitían
alimentarse tanto en el suelo como en los árboles, y que la
alimentación en el suelo favoreció la bipedación.
La hipótesis de la variabilidad sugiere que, debido a los
numerosos cambios en su entorno, los primeros australopitecinos
acabaron por vivir en diferentes hábitats, incluidos selvas,
bosques abiertos y sabanas. Como consecuencia, sus poblaciones
tuvieron que adaptarse a entornos diferentes. Los científicos
han demostrado que esta serie de hábitats existían en el momento
en que comenzó la evolución de los primeros australopitecinos.
De esta forma, el desarrollo de nuevas características
anatómicas —en particular la bipedación— combinadas con la
capacidad de trepar a los árboles pueden haber conferido a los
homínidos la versatilidad necesaria para vivir en hábitats
diferentes.
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Los científicos sostienen
asimismo diferentes hipótesis sobre cómo la bipedación
puede haber influido en la evolución del ser humano. La
bipedación habitual permitía tener libres las manos, lo
que facilitaba el transporte de alimentos y utensilios;
mirar por encima de los arbustos para controlar a los
predadores; reducir la exposición del cuerpo al calor
del sol y aumentar su exposición a los vientos
refrescantes; mejorar la habilidad para cazar o utilizar
armas, más fácil con una postura erguida; y facilitar
una dieta alimenticia basada en matorrales y ramas
bajas. Los científicos no apoyan de forma unánime
ninguna de estas hipótesis. Sin embargo, estudios
recientes en chimpancés sugieren que el poder
alimentarse más fácilmente puede revestir especial
importancia. |
Los chimpancés se desplazan erguidos sobre
los miembros inferiores casi siempre que se alimentan de hojas y
frutos de arbustos y ramas bajas, aunque no pueden caminar de
esta forma largas distancias.
La bipedación habría permitido a los homínidos recorrer con
facilidad largas distancias, proporcionándoles una gran ventaja
sobre los simios cuadrúpedos durante sus desplazamientos a
través de los terrenos abiertos yermos situados entre arboledas.
Además, seguían teniendo la ventaja de sus antepasados simios de
poder trepar a los árboles para huir de los predadores. Las
ventajas de la bipedación y de la capacidad de saltar a los
árboles pueden explicar la especial anatomía de los
australopitecinos. Los brazos largos y fuertes y los dedos
curvados probablemente les permitieron trepar con facilidad,
mientras que la pelvis y la estructura de la parte inferior del
tronco sufrió transformaciones para poder caminar erguidos.
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La evolución del
lenguaje. |
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|
Por Ignacio Martínez
Mendizábal. Boletín Informativo 323. Fundación Juan
March. |
El lenguaje es, ante todo, una función del
cerebro, una propiedad de la mente. En el siglo XX se tuvo la
impresión de que el lenguaje habitaba –si se me permite la
expresión– en dos regiones básicamente del cerebro humano: el
área de Broca y el área de Wernicke. Ésta última es la encargada
de convertir las ideas en palabras y se comunica con el área de
Broca, que planifica toda la secuencia de movimientos de los
músculos que hay que generar para decir algo tan sencillo como
«árbol». Las dos áreas producen abultamientos en la topografía,
en la superficie de la corteza cerebral; y esto es una
característica casi exclusiva de los humanos. Dada esta
peculiaridad topográfica, bastaba con estudiar los moldes
endocraneales de los especímenes fósiles. Cuando los homínidos
mueren sus cerebros, por supuesto, se descomponen, pero la
morfología de su corteza, de su superficie externa, está impresa
en las paredes internas del cerebro, y como los cerebros muchas
veces se conservan es posible obtener un molde de la superficie
cerebral de los homínidos del pasado. Así pudieron estudiarse
ambas áreas, sobre todo la de Broca, que es la que más huellas
ha dejado. Se vio así que restos con casi dos millones de
antigüedad ya tenían un área de Broca incipientemente
desarrollada, y era mucho más notable este desarrollo en humanos
de cerca de 1.800.000 años: su área de Broca era como la
nuestra. Pero la neurobiología ha descubierto que el área de
Broca no está comprometida exclusivamente con la función del
lenguaje: hay otras zonas de la corteza cerebral que están
implicadas cuando hablamos o escribimos.
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Pero lo terrible para
los paleontólogos fue cuando se descubrió que el área de Broca
participa también de otras funciones: de los movimientos de
precisión de la mano derecha. Así que en el caso de aquellos
fósiles ya no sabemos si hablaban o más bien utilizaban con gran
destreza las manos. Si no podemos acceder al lenguaje de manera
directa, estudiando la superficie cerebral, ¿qué otra vía de
acceso han encontrado los paleontólogos para acceder a este
problema? Pues la otra vía de acceso es estudiar el órgano a
través del cual el cerebro se manifiesta, y este órgano,
conocido como aparato fonador o vías aéreas superiores, consta
básicamente de las cuerdas vocales que están en la laringe, que
es una fuente de emisión sonora. Estas vías aéreas en nuestra
especie no están sólo comprometidas en la emisión de sonidos,
sino que tienen que desempeñar otras funciones que son capitales
para la supervivencia: el alimento y la bebida pasa por estas
vías aéreas y también el aire camino de los pulmones. En su
anatomía las vías aéreas de un humano adulto son muy diferentes
en un par de cuestiones capitales de las de un chimpancé, y la
morfología de éste es la anatomía básica de un mamífero: los
«raros», pues, somos los humanos adultos, y lo somos porque la
cara es muy corta, está por debajo del cráneo, y nuestra laringe
está situada muy abajo en el cuello respecto de la posición de
un chimpancé. Y el hecho de que la laringe sea muy baja
determina que la faringe sea muy larga y, por tanto, la
probabilidad de que el alimento, en vez de bajar al esófago, «se
equivoque» e ingrese en la tráquea es mucho mayor, y se produzca
el «atragantamiento», que en los humanos es un problema grave.
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Podemos preguntarnos, pues, cómo
es posible que la selección natural nos haya hecho esta faena.
Darwin ya se ocupó de este enigma y encontró una respuesta: hay
órganos que han perdido eficacia en el desempeño de una función
pero han adquirido una función nueva que es más importante para
la supervivencia del individuo. ¿Y qué función es la que
desempeñan las vías aéreas de un humano que no pueda hacer un
chimpancé y qué ha podido primar en términos de selección
natural para cumplir sus otras funciones?
Podemos observar los movimientos de la lengua cuando producimos
tres vocales: la «i», la «a» y la «u». Si comparamos el aparato
fonador de un chimpancé con el de un humano nos encontramos con
el segmento horizontal acortado y el vertical alargado y ambos
son de la misma longitud. El triángulo vocálico es crucial para
entender nuestra comunicación. Cuando hablamos y producimos las
vocales que son la base del lenguaje, lo que es importante para
comunicarnos es que los sonidos vocálicos sean claramente
distinguibles y los tres sonidos que mejor se distinguen porque
sus propiedades acústicas son las más diferentes son estas tres
vocales. Estos tres sonidos no los puede emitir un chimpancé.
Para conseguir esto se ha modificado nuestro aparato fonador.
Como este instrumento tan especial que tenemos se puede
argumentar que ha sido tallado por la selección natural, por su
uso del lenguaje, hay que admitir –si esto es cierto– que
pilotando ese proceso estaban las facultades mentales. Tuvo que
haber una mente con capacidades lingüísticas que era la que dio
rentabilidad a las variaciones anatómicas que permitían usar
esta capacidad. Y todo esto, desde esta perspectiva, es lo que
nos permite rastrear en la anatomía de los fósiles aquellos
indicadores que nos permitan saber si la laringe estaba alta o
baja y, por tanto, si hablaban o no; no si fueron los primeros,
pero sí, al menos, que esos fósiles hablaban.
Fuente: Boletín Informativo 323. Fundación Juan
March. El profesor titular del departamento de Geología de la
Universidad de Alcalá de Henares, Ignacio Martínez Mendizábal
forma parte del equipo de investigación multidisciplinar de las
excavaciones y estudio de los Yacimientos Pleistocenos de
Atapuerca (Burgos), que obtuvo el premio Príncipe de Asturias de
Investigación Científica y Técnica en 1997. En el artículo que
reproducimos a continuación, publicado por la Fundación Juan
March, analiza la evolución de lenguaje partiendo de la base de
la residencia del mismo en dos áreas del cerebro.
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Marcha bípeda,
el parto y la evolución del cerebro. |
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Por Juan Luis Arsuaga.
Boletín Informativo nº 322. Fundación Juan March. |
Confieso que hice mi tesis doctoral sobre la
pelvis en la evolución humana, especialmente en relación con la
locomoción y con el parto, porque se trata de una cuestión
apasionante, puesto que de todas nuestras características como
especie nuestro tipo de parto es uno de los más originales o
distintivos. Tenemos un tipo de parto muy extraño y complejo,
con una dinámica muy rara: porque parimos con dolor, como dice
la Biblia. Una explicación es que se trate de una condena
divina, pero los científicos buscamos otras explicaciones y
éstas están en nuestra historia evolutiva. Buscamos una razón en
los antecedentes fósiles de nuestra especie. Y cuando se analiza
con esta perspectiva histórica los cambios que han tenido lugar
en nuestra anatomía y que han producido este parto tan
complicado, y tan apasionante por otro lado en su estudio, pues
realmente se disfruta mucho.
La
razón de que el parto sea doloroso es, por supuesto, la
evolución y la postura bípeda: ésta es la responsable de que el
parto sea tan complejo. En la evolución del parto hay dos
etapas: uno que tiene que ver con la adquisición de la postura
bípeda y otro que es mucho más reciente y que tiene que ver con
el grado de dificultad del parto, el que el parto sea tan
ajustado.
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Realmente podemos
establecer tres etapas en la evolución del parto: una
primera de parto muy fácil, a comienzo de la evolución
de los homínidos; una segunda etapa de parto
biomecánicamente complejo pero no particularmente
difícil, no muy ajustado; y una tercera etapa que es la
nuestra de parto laborioso, con una dinámica compleja y
al mismo tiempo un parto estrecho, difícil, en el que
los diámetros del feto a término están muy cercanos a
los diámetros del canal del parto. |
Los austrolopitecus son nuestros antepasados bípedos. Su
aspecto, más allá de la postura bípeda, es el de un primate, no
muy diferente de un chimpancé (de hecho se les ha calificado con
frecuencia de forma impropia pero muy gráfica como «chimpancés
bípedos», porque se parecen mucho, en estatura incluso, a lo que
sería un chimpancé puesto de pie, aunque obviamente no eran
chimpancés ni el hombre desciende del chimpancé: es una manera
de expresar lo que hemos sido desde el punto de vista
ecológico). Estos homínidos bípedos tienen más de tres millones
de años (entre tres y cuatro). Hay postura bípeda con seguridad
hace algo más de cuatro millones de años y podemos ver que su
aspecto (sobre todo en la estructura de su cráneo, en el
desarrollo de su cerebro, etc.) no es muy diferente de los
chimpancés vivientes. Los chimpancés actuales los podemos
considerar como unos equivalentes ecológicos de los primeros
homínidos, que eran forestales. Ha cambiado muchísimo nuestra
visión del hábitat de los Astrolopitecus.
Tradicionalmente se les representaba en ambientes más abiertos,
en las sabanas o praderas. Ahora nos los imaginamos como unos
vegetarianos que vivían en un medio forestal, en una selva
húmeda. En esa época los homínidos conservaban la capacidad de
subirse a los árboles -ahí estaba la mayor parte de su alimento:
los frutos-, cosa que, por cierto, el hombre no ha perdido:
seguimos teniendo de cintura para arriba la estructura de un
arborícola. Aquellos homínidos adoptaron como solución para
desplazarse de unos frutales a otros la postura bípeda, pero la
mayor parte del tiempo lo pasaban en las copas de los árboles.
¿Cómo afecta eso al parto? Podemos comparar en diferentes
especies de primates los diámetros del canal del parto –es un
conducto de paredes óseas que tiene que atravesar el feto a
término para nacer–. Se observa que el parto es muy ajustado en
contra de lo que se suele pensar en la mayor parte de los
primates: en un papión, en un macaco, por citar unos ejemplos,
el parto es difícil, en el sentido de que los diámetros de la
cabeza del feto a término y los diámetros del canal del parto
son siempre bastante parecidos. Los macacos tienen serias
dificultades y unos porcentajes de mortalidad muy elevados en el
momento del parto. Son casos de partos traumáticos que, como se
ve, no es una especialidad humana. Curiosamente, en los primates
que están más cercanos a nosotros, como son el «orangután
pongo», el «chimpancé pan» y el «gorila» el parto es sumamente
sencillo y, sin duda, se daba también en nuestros antepasados
todavía no bípedos. Nosotros en esto nos parecemos al macaco y a
otros primates que están muy alejados del hombre y, sin embargo,
los parientes más cercanos y los primeros homínidos tienen un
parto muy holgado. En el parto en una hembra chimpancé y en una
mujer las diferencias fundamentales se refieren a varios
aspectos. En los chimpancés la trayectoria durante el parto es
lineal, el feto a término describe en su «viaje» una trayectoria
absolutamente recta y el parto es dorsal. En los humanos, el
parto es ventral, eso quiere decir que se forma un ángulo recto
entre la cavidad abdominal y la vagina y, por lo tanto, la
trayectoria en el parto y el canal del parto está acodada, como
resultado de la postura bípeda. Al ser bípedos los homínidos
modificaron la orientación de la vagina y su abertura pasó de
ser dorsal –como en el resto de los mamíferos– a hacerse
ventral. Esto supone una primera dificultad inicial, que tiene
que ver con la forma acodada de nuestro canal del parto; otra
dificultad tiene que ver con la propia longitud del canal del
parto, que es muy corto en los cuadrúpedos y es muy largo en
nuestra especie. Podemos examinar, por otro lado, la forma de
las paredes que es, por decirlo así, un tubo largo retorcido, y
a eso se tiene que enfrentar el feto a término en el «viaje».
Todos los obstáculos que tiene que sortear la cabeza del feto a
término tienen que sortearlos después los hombros, que están
situados en ángulo recto, con lo cual se tiene que rotar noventa
grados el cuerpo para que por donde ha pasado la cabeza pasen
luego los hombros.
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La postura bípeda se alcanza hace algo más de cuatro millones de
años en la evolución humana, pero tenemos muchos datos acerca de
cómo es la pelvis hace algo más de tres millones de años, de
forma que podemos enfrentarnos a la historia del parto en la
evolución humana, a partir de un esqueleto muy famoso de un
austrolopitecus femenino, que tiene un mote, Lucy, y con el que
se ha estado trabajando durante muchos años para entender esta
problemática obstétrica en la evolución humana en los primeros
homínidos. |
En relación con la postura bípeda se produce un
cambio importante en la morfología de la pelvis, y esto se ve
comparando la pelvis de un chimpancé –una pelvis muy grande– con
la de Lucy –una pelvis bastante más pequeña–. La postura bípeda
ha traído, pues, una serie de consecuencias que se van a
reflejar en el canal del parto. Podemos suponer que el feto a
término de un austrolopitecus era en todos los aspectos
relevantes de la morfología como el de un chimpancé, pues
todavía no se ha producido la expansión del cerebro: Lucy no
tenía un cerebro más grande que el de un chimpancé hembra
adulto. Esto nos permite simular un parto con la pelvis de Lucy
utilizando un feto a término de chimpancé; tenemos, pues, la
oportunidad de suponer cómo era un parto de un homínido de hace
tres millones de años. En mi opinión, no obstante, en los
primeros homínidos nos encontramos ante un parto de
características modernas, porque se puede determinar si el parto
es dorsal o es ventral. ¿Cómo? Pues estableciendo la posición de
la vulva, dónde está la salida de la vagina. ¿Cómo se puede
saber esto? Pues estudiando la forma del hueso púbico. Si existe
un triángulo subpúbico en una especie fósil –los chimpancés no
lo tienen– eso quiere decir, en mi opinión, que la vagina se
abre ventralmente, que por lo tanto el parto es ventral, de
características modernas, en cuanto a su dinámica. Con una
salvedad, y para eso me iré a Atapuerca. En un yacimiento de
Atapuerca, que se conoce como la Sima de los Huesos, hemos
encontrado pelvis masculinas y femeninas. Tenemos una pelvis
masculina, que está más completa y que se ha hecho famosa, y a
la que le llamamos Elvis y que es de hecho la pelvis más
completa del registro fósil de la evolución humana. Existen tres
pelvis en el registro: una la de Lucy, que es media pelvis y
está deformada; otra es la pelvis de un yacimiento israelí, que
tiene 60.000 años y que estudiamos en relación con Elvis, y la
tercera pelvis y la más completa de todas es ésta de Elvis. Mi
sueño es encontrar una pelvis femenina en Atapuerca, para la que
ya tenemos un nombre, más castizo: Lola. Hemos encontrado muchos
fragmentos de Lola, pero no una pelvis completa, pues es un
hueso muy frágil. Pero tenemos suficiente material como para
reconstruir una pelvis femenina.
¿Qué nos dice Elvis? Sabemos muchas cosas, tiene unos
350.000-400.000 años según las últimas dataciones de estos
fósiles de la Sima de los Huesos. Elvis mide entre 1,75 y 1,80
de altura, lo que le hace ser un individuo normal. El cilindro
corporal de esos homínidos de hace 400.000 años de Atapuerca era
mucho más ancho que el nuestro, de morfología moderna pero mucho
más ancho. Con esas medidas hemos podido simular
informáticamente un parto en la hipotética pelvis de Lola.
Nosotros imaginamos el parto en la Sima de los Huesos con
características modernas. El feto a término va a nacer por
debajo del pubis y tiene la orientación que le corresponde a un
feto a término moderno. Por eso pensamos que los partos en estas
poblaciones de hace 400.000 años era de características modernas
en cuanto a rotación y a trayectoria. ¿En qué es, pues,
distinto? Sólo en una cosa: es distinto en cuanto a su
dificultad. Con la aparición de nuestra especie, el homo sapiens,
se ha producido el último de los cambios importantes de la
cadera, que es el estrechamiento del cilindro corporal, que hace
que sea un parto muy ajustado. De tal modo, que cuando aparece
la especie de homo sapiens, hace entre cien y doscientos mil
años, se produce una dificultad añadida al parto, que es el
grado de ajuste entre los diámetros pélvicos y los diámetros
cefálicos del feto a término, y eso es lo que da lugar a esa
maldición bíblica de que el parto sea tan doloroso.
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El origen de la mente humana, de la mente consciente y racional,
constituye un problema para el que seguimos sin tener una
explicación definitiva y consensuada. La cuestión de cuándo
apareció nuestra mente es casi la última que nos queda por
resolver. El origen del debate en torno a ella se remonta al
libro fundacional de la biología moderna que es El origen de las
especies (1859) de Darwin. En él Darwin no planteó tema del
origen del hombre, aunque ya hablaba de la existencia de pasos
graduales en el desarrollo evolutivo humano.
La teoría de la selección natural como mecanismo que ha
producido nuestras características como hombres, que constituye
la gran aportación de Darwin, también fue suscrita por Russell
Wallace. Pero éste rechazó que la selección natural hubiese
intervenido en la producción de la mente humana.
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A partir de
entonces siguió el debate dentro del campo del evolucionismo y
se siguen manteniendo ambas posturas, la darwiniana y la
wallaciana. Dejando al margen cualquier intento de explicación
sobrenatural para explicar el origen de la mente humana, que
sería impensable en el terreno de la ciencia, y digamos que
dentro del evolucionismo nadie discute que las capacidades
cognitivas y racionales del hombre tienen un origen natural y
evolutivo.
Hay científicos que consideran que la aparición de la mente
humana tiene un origen natural pero diferente del resto de
características que sí se deben a la selección natural. La
teoría wallaciana defiende que nuestra mente no ha aparecido en
la evolución de una forma gradual, sino de manera súbita e
imprevista en cierto modo. Este mecanismo, que sólo se ha
producido en nuestra especie, es precisamente lo que nos
singulariza. La escuela darwinista, en cambio, sostiene que la
mente humana es un escalón más en la evolución. Ello permite
dividir a los homínidos en dos categorías: los homínidos
racionales o conscientes, los humanos, y los homínidos que no
son humanos, que no tienen vivencias conscientes, los animales
de nuestro grupo, una especie de superchimpancés.
Yo me sitúo en el lado de Darwin y sostengo que nuestras
facultades mentales se han desarrollado a través de diversas
especies. No somos la única especia humana que ha habido.
Estudiar las especies fósiles es el único método que tenemos
para ver si han tenido una mente consciente o no. Un factor a
tener en cuenta es, por ejemplo, el tamaño del cerebro. A mayor
tamaño, mayor complejidad mental. Se han encontrado en Francia
unos frisos de leones dibujados de hace 35.000 años, que
constituyen una explosión de creatividad. Las características
morfológicas de la especie humana moderna existen desde hace
100.000 años; sin embargo, esa explosión de creatividad se dio
hace 35.000. Algunos autores piensan que se ha producido algo
como una nueva mutación neuronal que afectó a los tejidos
blandos del cerebro.
Nos encontramos también con que hace 35.000 años aparecen por
primera vez objetos de carácter utilitario, herramientas, que
además son portadoras de mensajes, de signos y símbolos que
pertenecen a un grupo. Los primeros objetos simbólicos creados
por una mente humana se sitúan, pues, en torno a hace 35.000
años. Y aparecen de forma explosiva, pues antes no hay nada
semejante. Esto avalaría la teoría wallaciana de que algo
extraordinario ocurrió en el desarrollo de las especies. Sin
embargo, el resto de las variables dan razón a Darwin, en cuanto
a un desarrollo gradual.
Tenemos el caso de Lucy, un homínido muy parecido a un chimpancé
bípedo. Se conservan moldes craneales que reflejan la forma del
encéfalo y vemos que no son distintos a los de los chimpancés
vivientes. En cuanto a su grado de encefalización, esos
antepasados nuestros, pues, están en ese grado evolutivo de los
chimpancés vivientes. En algunas cuevas del sur de África se
encontraron restos de homínidos asociados a herbívoros
(gacelas), y se dedujo que los homínidos habían sido los que
habían llevado allí a los herbívoros, con lo que eran capaces de
organizarse, abatir presas, transportarlas y compartir el
alimento. Y también se han encontrado restos de homínidos
acumulados, quizá llevados allí por depredadores, leopardos y
otras especies.
Vemos también la utilización de instrumentos de piedra con que
se ayudaban para reducir el filo de un objeto. Con ello esos
homínidos pudieron acceder a nuevos tipos de alimento, algo
imprescindible para la expansión del cerebro. Es la primera vez
que aparece la tecnología en la historia humana y a partir de
ahí tenemos un desarrollo tecnológico que es propiamente
gradual. Así que mientras que en el terreno de los símbolos,
asistimos a una explosión, el desarrollo tecnológico se va
perfeccionando gradualmente. Aquí podríamos decir que Darwin
gana y Wallace pierde.
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Esos homínidos eran capaces de fabricar instrumentos de piedra
muy perfectos. En el sentido morfológico sí asistimos, pues, a
un proceso gradual. Desde el punto de vista de la apariencia
física, tenemos otro argumento a favor de Darwin.
Y ahora damos un gran salto evolutivo y nos situamos en
Atapuerca. Los homínidos encontrados aquí muestran que eran
capaces de entender el funcionamiento de los ecosistemas
europeos y sus ciclos estacionales, de sobrevivir en lugares en
los que ningún otro primate ha podido hacerlo. Existe una
complejidad mental que les permite entender cómo funcionan esos
ciclos naturales y de ahí pudieron sobrevivir en el continente
europeo. El mero hecho de haber podido escapar de África muestra
que tenían una mayor capacidad para comprender los fenómenos
naturales que los chimpancés, que no han salido de su ambiente
tropical. Esto también aboga a favor de Darwin. |
También en Atapuerca hemos encontrado al grupo humano, un
comportamiento social de tipo moderno. Hay argumentos sólidos a
favor de que la biología social de esta especie es una biología
social humana. En el resto de especies cercanas a las nuestras
no hay grupos sociales como los nuestros, como los gibones,
orangutanes, gorilas, por ejemplo. Podemos, pues, constatar la
existencia de una biología social hace 400.000 años.
Resumiendo: hemos visto las dos líneas evolutivas en que se
produce el aumento del encéfalo. Una de ellas es la de los
neanderthales, que desarrollan un gran cerebro, y la otra línea
es la nuestra. Los neanderthales que vivieron en nuestro
territorio hasta no hace mucho, pueden ser considerados como una
especie moderna. Hace menos de 30.000 años los neanderthales
tenían una mente instintiva, animal. Hacían fuego, enterraban a
sus muertos. Sería la culminación de hasta donde pueden llegar
los genes. Sus acciones serían automáticas (también nosotros
tenemos automatismos, como conducir, respirar, etc.). Pero cabe
preguntarse: los neandertales ¿eran no humanos o humanos
distintos? Fuente: Boletín Informativo nº 322.
Fundación Juan March. Juan Luis Arsuaga es codirector del equipo
de investigación multidisciplinar de las excavaciones y estudio
de los yacimientos pleistocenos de Atapuerca (Burgos), premio
Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica 1997.
Es, además, catedrático de Paleontología de la Facultad de
Ciencias Biológicas de la Universidad Complutense de Madrid. En
el artículo que sigue analiza la importancia del parto en la
especie humana, y la marcha bípeda a lo largo de la historia
evolutiva del ser humano.
Bibliografía
Sugerida.
Barnett, S. A. y otros. Un siglo
después de Darwin. 2 vols. Madrid: Alianza Editorial, 1985. Obra
divulgativa sobre la evolución y el origen del hombre.
Benton, Michael J. Paleontología y evolución. Lleida: Editorial
Perfils, 1995. Obra divulgativa sobre la evolución de los
vertebrados.
Bernal, J. D. El origen de la vida. Barcelona: Ediciones
Destino, 1977. Obra divulgativa; incluye bibliografía y
glosario.
Darwin, Charles. Origen de las especies. Madrid: Ediciones Akal,
2ª ed., 1994. Libro donde el autor fundamenta su teoría de la
evolución.
Dobzhansky, Theodosius. Evolución. Barcelona: Ediciones Omega,
1988. Revisión de la teoría de la evolución.
Ghiselin, Michael T. El triunfo de Darwin. Madrid: Ediciones
Cátedra, 1983. Obra divulgativa sobre la teoría evolutiva de
Darwin.
Gould, Stephen Jay. El pulgar del panda. Barcelona: Ediciones
Omega, 1976. Obra divulgativa sobre diferentes aspectos de la
evolución.
Gould, Stephen Jay. Dientes de gallina y dedos de caballo.
Barcelona: Editorial Crítica, 1995. Obra divulgativa de
paleontología y evolución.
Gould, Stephen Jay. La sonrisa del flamenco. Barcelona:
Editorial Crítica, 1987. Obra divulgativa sobre diferentes
aspectos de la evolución.
Museo de Ciencias Naturales. Historia de la vida. Madrid: CSIC,
1991. Obra sobre la evolución de los organismos, muy bien
ilustrado.
Oparin, A. I. Origen de la vida sobre la Tierra. Madrid:
Editorial Tecnos, 1979. Obra divulgativa clásica sobre los
orígenes de la vida.
Reichholf, Josef H. La aparición del hombre. Barcelona:
Editorial Crítica, 1994. Origen y evolución del hombre desde las
últimas investigaciones en genética.
Ridley, Mark. La evolución y sus problemas. Madrid: Ediciones
Pirámide, 1987. Obra sobre las controversias originadas por la
teoría evolutiva.
Ruse, Michael. La revolución darwinista. Madrid: Alianza
Editorial, 1983. Obra divulgativa sobre la teoría de la
evolución de Darwin.
Weiner, J. S. El hombre: orígenes y evolución. Barcelona:
Ediciones Destino, 1980. Obra divulgativa; incluye glosario y
bibliografía.
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¿Que sabes sobre
los australopitecos? |
| |
|
Por: Ferney Yesyd Rodríguez.
Fragmento del articulo publicado en
Ciencias de los orígenes
|
Es imposible
hablar de la evolución humana sin mencionar a los
australopitecos. Estos simios de hace cuatro millones de años
caminaron erguidos como nosotros pero mantenían un cerebro de
tamaño similar al de los chimpancés. Sin embargo, su postura
bípeda fue la chispa que impulsó una serie de cambios evolutivos
que sin proponérselo desembocaría en nosotros. Si bien hoy se
considera que la marcha en dos pies apareció antes que los
australopitecos, quizás hace 7 millones de años con el
Sahelantrhopus.
El siguiente
taller se propone que los lectores puedan conocer más de cerca a
los australopitecos, o para utilizar la imprecisa expresión
popular, a "los eslabones perdidos", que ya no están perdidos
pues se han encontrado varios de ellos en aras de comprender
nuestros orígenes.
Lee con atención el siguiente texto:
Solo hasta
1925 se descubrió el primer fósil de un australopiteco. Este
primer fósil consistía en el cráneo de un infante que mostraba
un rostro y dentadura simiesca, pero el molde del cerebro le
mostró a Raymond Dart, su descubridor que no era un simple
simio, y que su encéfalo tenía rasgos anatómicos más cercanos a
los nuestros que a los de un simio. Dart decidió bautizar esta
nueva especie como Australopithecus africanus
(El término australopitheco proviene de los términos griegos
Austral = Del sur y Pithecus = simio) El fósil descrito por Dart
se conoce como el Niño de Taung, nombre de la región minera
sudafricana de la que le llevaron el fósil. Sin embargo, el
descubrimiento de Dart no fue acogido por la comunidad
científica de su época ya que esta consideraba que la evolución
de un cerebro grande fue la característica que propulsó la
evolución del hombre. Los colegas de Dart daban más importancia
a fósiles más recientes y de gran cerebro como el Homo
erectus de Asia. Nuevos descubrimientos en África
probarían que la postura bípeda precedió a la evolución de un
cerebro grande y que estos "chimpancés de andar humano" tenían
un lugar en nuestro árbol genealógico.
Australopithecus
quiere decir:

Fósil de
mono.
Mono del
Sur.
Simio
australiano.
Eslabón
perdido.
El término
"fósil" hace referencia exactamente a:
Cualquier
roca prehistórica.
Los restos
de animales prehistóricos.
Restos
preservados de un organismo, o huellas de su actividad,
provenientes de miles a millones de años.
Un ser vivo
primitivo.
El mérito de
Raymond Dart, descubridor de "el niño de Taung", fue
Ser el
primero en afirmar que venimos del mono.
Reconocer el
fósil de Taung como un primate más próximo a los humanos que a
los monos antropomorfos (chimpancés, gorilas y orangutanes)
Descubrir un
cerebro humano en un cráneo de chimpancé.
Afirmar que
los australopitecos tenían cerebros de tamaño similar a los de
los humanos.
El
descubrimiento de los australopitecos supuso una "revolución
científica" porque:
No se
esperaba encontrar fósiles de homínidos tan antiguos
Un aumento
en el tamaño del cerebro dejaba de ser " lo que nos hizo
humanos"
El eslabón
perdido era bípedo y no inteligente
La cuna de
la humanidad estaba en África y no en Asia
Son
correctas: A. 1 y 2 son correctas. B. 2 y 4 son correctas. C. 3
y 4 son correctas. D. Todas son correctas.
Los A.
africanus habitaron principalmente el sur de África.
La especie
A. bahrelgahzali fue hallado al oriente de África.
Los
australopitecos habitaron el continente africano.
Los restos
fósiles de los parántropos han sido hallados en África.
Los partes
de un australopiteco (al igual que para todos los vertebrados)
que mejor fosilizan son sus partes óseas y sus dientes. Aparte
de estos se han hallado pisadas fósiles y el molde del cerebro
formado dentro de un cráneo, en el caso del niño de Taung. Dado
que los paleontólogos tienen que vérselas principalmente con
huesos y dientes es importante que recordemos un poco de la
anatomía ósea del cráneo. En la próxima ilustración verás el
cráneo de un Australopithecus afarensis y el de un
humano moderno, consulta los nombres de las estructuras
señaladas mientras respondes las siguientes preguntas
Los dientes
incisivos, caninos, premolares y molares están señalados
respectivamente con los números:
Los restos
óseos de los fósiles le permiten al paleontólogo saber que tipo
de vida llevaba el animal en vida, su tipo de alimentación y
forma de desplazamiento. Para esto último hay pistas en la
anatomía del animal, no solo en sus piernas, sino también en su
cadera, columna vertebral y en su cráneo. Observa y analiza con
atención la siguiente imagen y responde la siguiente pregunta.
¿Qué
característica craneal nos indica la postura en la que camina un
simio?
La posición
del foramen mágnum, el agujero por el cual sale la médula
espinal, pues la orientación hacía atrás del foramen mágnum de
los chimpancés indica que estos son cuadrúpedos y la orientación
hacía abajo del foramen mágnum de los australopitecinos indica
que estos simios eran bípedos.
Ninguna. Ya
que esto solo se puede analizar conociendo el esqueleto de la
extremidad inferior.
Ninguna. Ya
que la postura de un vertebrado extinto solo se puede saber
teniendo el esqueleto completo.
El tamaño
del canino. Ya que los primates bípedos tienen caninos pequeños,
y los primates cuadrúpedos tienen caninos grandes.
Un cambio
significativo en la evolución humana fue la disposición de los
dientes en la mandíbula. Observa con atención la siguiente
imagen.
Ahora lee
con atención las siguientes conclusiones:
En los
grandes simios, como el chimpancé y el gorila, la serie de
dientes premolares y molares del maxilar superior son paralelos,
En los
humanos la serie de dientes premolares y molares del maxilar
superior es parabólica.
En los
australopitecos la serie de dientes premolares y molares del
maxilar superior es intermedia entre la del chimpancé y el
humano moderno.
Todas son
verdaderas
Al observar
la gráfica también se hace evidente que:
El tamaño
del canino es mayor en el humano moderno que en el Pan
troglodytes (Chimpancé)
En los
australopitecos el tamaño del canino se había reducido.
El canino de
los australopitecos tenía forma cónica como en los chimpancés.
El canino de
los chimpancés es de forma espatulaza (similar a una espátula)
al igual que el de los australopitecos.
Cuando
nuestros antepasados pasaron de caminar en cuatro a patas a solo
dos se dieron cambios en la forma de sus caderas. Así pues
podemos ver en la actualidad que cuando el hombre camina
transmite el peso del cuerpo por la columna vertebral al sacro y
de allí a los coxales hasta las cabezas de los dos fémures
(Ubique los huesos en la gráfica inmediatamente en seguida) Para
disminuir la tensión producida en la barra ósea que va desde la
articulación sacroilíaca a la coxofemoral el proceso evolutivo
ha acercado las dos articulaciones. Observa y analiza la
siguiente gráfica que muestra las caderas de
Australopithecus africanus, Australopithecus
afarensis, del chimpancé y de los humanos actuales.

Según esta
información se puede decir correctamente que
La cadera de
los australopitecinos es más parecida a la de los humanos, que a
la de los chimpancés.
El
acercamiento de la articulación sacroilíaca y coxofemoral en los
australopitecos indican que ellos eran bípedos.
Los
australopitecos eran tan solo chimpancés.
El
desplazamiento de los australopitecos era similar al de los
chimpancés.
Son
correctas: A. 1 & 2. B. 2 & 3. C. 1 & 4. D. 2 & 4.
El esqueleto
postcraneal de los australopitecos nos ayuda a entender como se
desplazaban estos primates. Observa con atención la siguiente
imagen y responde
Teniendo en
cuenta la imagen se puede concluir correctamente todo excepto
que:
En los
primates cuadrúpedos como los chimpancés el fémur forma un
ángulo de 90º con la superficie articular de la tibia.
Los
australopitecos tienen el ángulo formado por el fémur con la
superficie articular de la tibia más cerrado. Similar a
nosotros.
En los
primates bípedos el ángulo formado por el fémur con la
superficie articular de la tibia es inferior a 90º.
La forma de
la cadera del chimpancé es similar a la del humano.
Los
creacionistas afirman que los australopitecos son tan solo
simios, no muy diferentes a los chimpancés de hoy. Según las
cuatro gráficas anteriores se les puede responder a los
creacionistas que:
Si bien los
australopitecos y chimpancés tienen un tamaño de cerebro similar
varían considerablemente en varios aspectos de la morfología del
cráneo.
La postura
en la que caminaban los australopitecos es con toda probabilidad
bípeda, lo cual los acerca más a nosotros.
La forma de
los caninos de los australopitecos era más similar a la nuestra
que a la de los chimpancés.
Todas las
anteriores.
Según el
gráfico es correcto afirmar que
El
Australopithecus ramidus es la especie más reciente de
su género.
Más de una
especie de homínidos fueron contemporáneas hace 1.8 millones de
años.
El
Australopithecus africanus es más antiguo que el
Australopithecus afarensis
El
Australopithecus garhi es la especie que abarca un mayor
lapso de tiempo en el registro fósil.
Según la
gráfica se puede decir que los australopitecos
Se
extinguieron sin dejar descendientes.
Dieron
origen a dos linajes: el de humanos y el de los parántropos.
Perduraron
hasta el Pleistoceno.
Se
extinguieron iniciando el Plioceno.
Si pudieras
viajar en una maquina del tiempo al África de hace 2'800.000
años probablemente podrías encontrar
Solo
especies de parántropos.
La primera
especie del género humano, los últimos australopitecos y las
primeras especies de parántropos.
La especie
humana moderna.
Al
Australopithecus anamensis
Lee con
atención el siguiente texto:
Hace cerca
de 2,8 millones de años, el planeta Tierra contaba con un único
casquete polar, el antártico. Pero a partir de ese momento, se
produjo un incremento de la inestabilidad climática que
determinó un enfriamiento paulatino en el hemisferio norte. Hace
alrededor de los 2,4 millones de años hubo una crisis climática
global asociada a la aparición de un segundo casquete polar, el
ártico.
Este cambio
climático produjo un gradual enfriamiento y aridificación de los
ecosistemas africanos y pudo ser el responsable de la
desaparición de Australopithecus africanus, a la
vez que propició la selección de nuevas formas de homínido.
Situaciones similares, cambios ambientales que eliminan a unas
especies pero favorecen la aparición de otras nuevas, salpican
la historia de la vida en nuestro planeta, y es cuestión de azar
el encontrarse entre los beneficiarios o entre los damnificados
de tales acontecimientos.
Los dos
nuevos tipos de homínidos que surgieron de la crisis de finales
del Plioceno, convivieron durante más de un millón y medio de
años a lo largo del este de África. Hoy día sus fósiles se
encuentran diseminados en una vasta región que se extiende desde
Etiopía hasta Sudáfrica. Pero ni su modo de vida, ni sus
adaptaciones, ni su destino fueron los mismos. Una de estas
formas fue la representada por los parántropos y la otra fue la
de los humanos.
Los
parántropos fueron un tipo de homínido especializado en el
consumo de productos vegetales coriáceos, propios de los medios
abiertos y secos. Como consecuencia de esta adaptación
alimentaria, sus aparatos masticadores se vieron modificados
para realizar intensos esfuerzos masticatorios. Entre estas
modificaciones destacan el aumento de tamaño de la superficie
masticatoria de los molares y premolares, en relación a su peso
corporal (técnicamente, megadoncia) Además, sus molares
presentaban una gruesa capa de esmalte, sus mandíbulas eran
espesas, muy anchas y altas, y sus caras anchas, largas y
planas. Aparte de esta marcada especialización en el aparato
masticador, los parántropos no mostraban diferencias
significativas con los australopitecos, más antiguos y
primitivos, ni en el tamaño del cuerpo ni, posiblemente, en el
tamaño del cerebro.

Este tipo de
homínido tuvo un relativo éxito adaptativo y a partir de la
especie primigenia (Paranthropus aethiopicus )
aparecieron dos nuevas especies: Paranthropus robustus
y Paranthropus boisei, el más especializado de los
parátropos. Como consecuencia de su éxito adaptativo, los
parátropos fueron capaces de desbordar su región de origen (el
este de África) y se extendieron hasta el sur del continente.
(Fragmento de "Claves de la evolución humana" de Juan Luis
Arsuaga)
La gráfica
que expone de forma correcta la aparición de los parántropos y
humanos es
Hace
2.500.000 había sobre la Tierra:
Parántropos
y humanos.
Solo el
ártico como casquete polar.
Solo el
antártico como casquete polar.
Dos
casquetes polares.
Según la
descripción que el texto hace de los parántropos el cráneo que
corresponde a uno de estos es:
Según la
lectura se puede inferir que:
La evolución
humana fue un proceso dirigido que tenía con fin último
desembocar en la aparición del hombre moderno.
Las crisis
climáticas han "jalonado" la historia evolutiva de los homínidos.
El cambio
climático que tuvo lugar entre hace 2,8 y 2,4 millones de años
no alteró el curso evolutivo de los homínidos.
Los
parántropos se adaptaron a los ambientes residuales de bosques
húmedos con abundantes frutas.
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