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Rastros humanos en un yacimiento valenciano de 1,5 millones de años.

 Publicado en Paleo. Año 11. Numero 96. Diciembre de 2013. 

Los especialistas que trabajan en el yacimiento arqueológico de Las Picarazas --que se encuentra entre los términos municipales valencianos de Chelva y Andilla y es uno de los de mayor antigüedad de Europa--, han hallado evidencias de presencia humana.

La consellera de Educación, Cultura y Deporte, María José Català, ha visitado este lunes la excavación, con restos datados de 1,5 millones de años de antigüedad, del Pleistoceno Inferior. CulturArts Generalitat, a través del Ivacor, está llevando adelante una campaña de excavaciones arqueológicas dentro del 'Proyecto Prometeo' sobre Poblamiento Paleolítico de la Comunitat y ha descubierto que en este emplazamiento "existen evidencias de presencia humana", destaca la Conselleria de Cultura.

En este sentido, el arqueólogo responsable del proyecto, Rafa Martínez, ha subrayado que una de las razones de "la excepcional importancia del yacimiento" es "la conservación de los materiales y un conjunto de fauna riquísimo en especies, en el que, además, son patentes las marcas y señales de actividad humana, como descarnados o percusiones para extraer la médula", ha puesto como ejemplo.

El especialista ha recalcado que estas señales conforman "una serie de evidencias que indican que los homínidos frecuentaron este lugar en fechas tan antiguas". Y ha agregado: "De momento tenemos la huella de su presencia, pero no es descabellado pensar que pudieran aparecer restos humanos".

Por su parte, Carmen Pérez, del Ivacor, ha querido destacar que el Alto de las Picarazas "conserva los primeros testimonios de presencia humana de la Comunitat y que es uno de los yacimientos con presencia humana más antiguos de la Península Ibérica".

El yacimiento se localiza entre los términos municipales de Andilla y Chelva, en la comarca de Los Serranos, provincia de Valencia y su cronología está en torno a 1,3 y 1,5 millones de años, en el Pleistoceno Inferior.

Se trata de un conjunto de cavidades de origen cárstico que contienen rellenos detríticos con abundantes restos óseos de cronología Pleistocena, que fueron descubiertas como consecuencia de los trabajos de construcción del Parque Eólico Peñas de Dios II.

En este sentido se han encontrado herramientas realizadas en sílex y cuarcita, abundantes huesos de animales con marcas de carnicería y huesos quemados. Estas evidencias indican la presencia de homínidos en nuestras tierras en fechas tan tempranas, detalla la Generalitat en un comunicado.

El Àrea d'Arqueologia i Paleóntologia de CulturArts Ivacor se ha ocupado de la restauración de los materiales arqueológicos y del estudio paleontológico. Estos estudios, junto a los elaborados por un equipo en el que se integran arqueólogos o geomorfólogos, permitieron demostrar la presencia humana en unas fechas de entre 1,3 y 1,5 millones de años.

Una de las evidencias de presencia humana en el yacimiento es el hallazgo de industria lítica: herramientas y restos de talla en sílex y cuarcitas.

Se trata de utensilios del denominado Modo 1º "industrias olduvayenses", de pequeño tamaño utilizados para cortar carne, (Marcas de carnicería).

La existencia de huesos animales (caballos y bisontes primitivos) con marcas realizadas con un útil lítico y de huesos de conejo con marcas de carnicería y de dentición humana, indican que Homo sp frecuentó el yacimiento en los momentos más antiguos de la secuencia (nivel IV). También se observa la presencia de huesos quemados: astillas y fragmentos óseos con marcas de combustión.

La cronología del nivel IV (1,3 y 1,5 Ma) hace del Alto de las Picarazas uno de los yacimientos con presencia humana más antiguos de Europa junto a Pirro Nord, en Italia (1,3-1,5 Ma.). De cronología similar serían los yacimientos de la Península Ibérica de Fuente Nueva-3 y Barranco León-5 con 1.3 Ma., y la Sima del Elefante de Atapuerca de 1,4-0,78 Ma.

 


Hallados nuevos restos de neandertal en la Cova Negra de Xàtiva.

Publicado en Paleo. Año 11. Numero 96. Diciembre de 2013. 

Un equipo de arqueólogos -dirigido por el catedrático de Prehistoria de la Universitat de València (UV) Valentín Villaverde- ha hallado tres nuevos restos fósiles de neandertales en el yacimiento del Paleolítico medio de la Cova Negra de Xàtiva (Valencia) durante la campaña de excavaciones arqueológicas que se ha desarrollado durante este mes. En concreto, los trabajos han permitido el descubrimiento de un fragmento de parietal de un individuo adulto, un fragmento craneal infantil y un premolar infantil.

Los resultados de la reciente campaña han sido presentados este martes en la Universitat por el vicerrector de Investigación y Política Científica, Pedro Carrasco; el profesor Valentín Villaverde; y el arqueólogo municipal de Xàtiva, Ángel Velasco. También ha asistido el alcalde de la capital de la Costera y presidente de la Diputación de Valencia, Alfonso Rus.

Carrasco ha destacado la labor investigadora de Villaverde como un "referente" de la Universitat de València por su solidez, su liderazgo para conseguir fondos de investigación y por la relevancia de sus resultados. "El proyecto Prometeo que hoy presentamos también es uno de los más importantes y especialmente remarcable porque proviene del ámbito de las humanidades", ha recalcado el vicerrector.

Los tres nuevos fósiles de neandertal se han encontrado "en el paquete superior del relleno sedimentario, que engloba niveles que corresponden a la parte superior de la secuencia documentada en el yacimiento", explica el investigador. En consecuencia, "su cronología no es precisa, sin embargo, sí que es posible correlacionarlos con otros restos encontrados en las excavaciones de los años cincuenta del pasado siglo y con alguno de los restos descubiertos en las campañas de los años ochenta". "Su morfología es inequívoca y remite con claridad a las poblaciones neandertales del Pleistoceno superior", puntualiza.

Para Villaverde es importante señalar que los dos restos craneales hallados presentan marcas en su cara externa. "En un caso parecen producidas por el mordisqueo de un animal y en el otro, probablemente, fueron realizadas con algún útil cortante, lo que podría estar en relación con la manipulación del cráneo, ya sea por canibalismo o con fines rituales", argumenta.

Valentín Villaverde asegura que el material fósil de la Cova Negra "configura una de la colecciones más ricas de restos humanos neandertales de la península ibérica, con 25 piezas, y que presenta como peculiaridad el elevado número de restos infantiles documentados".

Hasta el momento, el conjunto está formado por un número mínimo de siete individuos, de los que dos corresponden a adultos, uno a un adolescente y cuatro son infantiles. De hecho, este yacimiento es el tercero en la península ibérica con un mayor número de individuos identificados después de la cueva del Sidrón de Asturias y uno de los más destacados de Europa y Oriente Próximo.

 


Estrategias cinegéticas en el Pleistoceno.

 Publicado en Paleo. Año 11. Numero 95. Diciembre de 2013. 

El registro arqueológico del Pleistoceno está constituido únicamente por aquellos elementos que pueden conservarse en los yacimientos a través del tiempo. Además de los instrumentos de piedra, los restos óseos de los animales cazados por nuestros ancestros conservan las evidencias de los procesos de carnicería.

Los golpes o las marcas de descarnado son una prueba muy clara de que aquellos humanos despiezaron, cortaron tendones, separaron la carne del hueso, o fracturaron las diáfisis de los huesos largos para conseguir la médula. A falta de otras evidencias, podemos creer en la falsa idea de que la dieta de nuestros antepasados europeos estaba formada exclusivamente de los productos derivados de la caza.

Es muy posible que está apreciación sea correcta durante el invierno, la estación del año en la que no se podían recolectar frutos y otros alimentos de naturaleza vegetal. Hace unos 600.000 años, Europa fue colonizada por grupos humanos con una tecnología muy avanzada.  No solo controlaban el fuego, sino que eran capaces de curtir la piel o de realizar instrumentos de piedra con una técnica ideada en África un millón de años antes (Achelense), pero totalmente desconocida en Europa hasta entonces.

Estos grupos humanos, que la mayoría de especialistas incluyen en la especie Homo heidelbergensis, fueron capaces de alcanzar latitudes elevadas, donde el clima no era tan benigno como en las regiones mediterráneas. Los nuevos pobladores de Europa pudieron vivir en épocas interglaciares (no en épocas glaciares) en los territorios que hoy en día ocupan países como Alemania, Polonia o las regiones más meridionales del Reino Unido. Aunque las estaciones más cálidas del año proporcionasen alimentos de naturaleza vegetal a los grupos de Homo heidelbergensis, es evidente que la caza fue primordial en su subsistencia.

El yacimiento de Shöningen, en Alemania, está situado a una latitud de 52 grados norte. Su antigüedad se ha estimado en unos 400.000 años. Aunque la altitud de este yacimiento es tan solo de poco más de 100 metros sobre el nivel del mar, no cabe duda de que los inviernos fueron muy duros en aquella época. Este yacimiento se formó mediante el depósito de sedimentos, que llegaron a formar una mina de lignitos. Gracias a ello, el yacimiento de Shöningen no solo ha conservado las herramientas de piedra o los miles de restos óseos de caballos, ciervos o bisontes cazados por nuestros ancestros, sino que también ha preservado lanzas de madera fabricadas por grupos de Homo heidelbergensis.

La conservación de la madera es un hecho excepcional en los yacimientos arqueológicos, que nos habla de los conocimientos del medio y de las capacidades técnicas de los homininos. Estas lanzas son un claro testimonio de la caza a cierta distancia. Las lanzas están fabricadas con los troncos de ejemplares jóvenes de abetos y pinos (abundantes en climas del norte de Europa).

Su longitud media es de dos metros y su fabricación denota conocimientos técnicos muy sofisticados.

Por ejemplo, el centro de gravedad se sitúa en el tercio anterior de las lanzas, a una distancia de la punta similar a la de las jabalinas actuales. Las réplicas de las lanzas de Schöningen pueden ser lanzadas por atletas hasta una longitud de 70 metros, a unos treinta metros del record del mundo en lanzamiento de jabalina.

La gran complexión de los individuos de Homo heidelbergensis, que llegaron a medir 180 centímetros y alcanzar un peso de 100 kilogramos, permitiría lanzar sus jabalinas con la fuerza suficiente como para atravesar la piel y alcanzar los órganos vitales de caballos o ciervos sin acercarse a sus presas. Y todo ello sin olvidar su notable organización social, que facilitaría las estrategias cinegéticas, perfectamente planificadas. La visión de las habilidades cognitivas de nuestros antepasados mejora cada vez que se encuentra un nuevo yacimiento. Shöningen es un magnífico ejemplo de que estos y otros humanos, de especies distintas a la nuestra, están muy cerca de nosotros en su inteligencia y su capacidad para la innovación.

 


Nuevos restos de Lufengpithecus en el sudeste asiático.

 Publicado en Paleo. Año 11. Numero 95. Diciembre de 2013. 

Lufengpithecus es un género de grandes simios que vivieron durante el Mioceno tardío, hace unos 8 millones de años en lo que hoy es el sudeste asiático. Tradicionalmente, estos simios son clasificados en la subfamilia Ponginae, que incluye a los actuales orangutanes Pongo pygmaeus, el orangután de Borneo y Pongo abelii, el orangután de Sumatra.

Este mes se publicó en el Boletín Chino de Ciencias el hallazgo, descubrimiento y descripción del cráneo de un juvenil de la especie Lufengpithecus lufengensis. Este hallazgo tuvo lugar en la provincia de Yunnan, específicamente en la localidad de Shuitangba. El cráneo representa el segundo cráneo de primate del Mioceno Eurasiático conocido y se compone de la parte frontal (rostro) del animal.

El estudio de este y otros elementos de Lufengpithecus han contribuido a descartar la idea que estos primates son una especie de orangután antiguo y en su lugar se consolida la noción de que, en realidad representan una radiación adaptativa de grandes simios no emparentados cercanamente a ningún linaje de simios actual.

Esta nueva hipótesis concuerda con los cambios geológicos y bióticos que ocurrieron en el sudeste asiático durante el Mioceno medio y tardío, lo que supone que Asia fue en su momento centro de origen de algunos grupos de simios.

 


El primer éxodo humano.

  Publicado en Paleo. Año 11. Numero 93. Agosto de 2013.  

Desde hace unos dos millones y medio de años las poblaciones del género Homo se movieron a través de todo el gran Valle del Rift.

Esta gran fractura de la corteza continental africana comienza cerca de la costa situada frente a Madagascar, continúa por el mar Rojo desde regiones del cuerno de África y termina en el valle del Jordán, ya en el Corredor Levantino.

El Valle del Rift está jalonado por los grandes lagos de África y muchos de sus amplios territorios se sitúan bajo el nivel del océano Pacífico. Dentro de algunos millones de años, un buen pedazo de África se habrá separado del continente. Pero esta es una larga historia, que merece ser contada en otra ocasión.

El Valle del Rift gozaba entonces de un clima muy aceptable y de abundantes cursos fluviales, muchos de los cuales desembocaban en los enormes lagos del este de África.

Su vegetación de sabanas y bosques de galería asociados a las riberas de los ríos facilitaron la vida de nuestros antepasados. En aquella época, el desierto del Sáhara aún no llegaba hasta la regiones ocupadas en la actualidad por Egipto, por lo que el paso desde el África hacia Eurasia era muy factible.

Mientras no se demuestre lo contrario, la primera migración de las poblaciones del género Homo ocurrió hace unos dos millones de años. Las evidencias arqueológicas y paleontológicas de esa migración se localizan en varios yacimientos de la actual República de Georgia.

Pronto tendré ocasión de escribir sobre el yacimiento de Dmanisi, donde se han localizado los restos de los homininos más antiguos de Eurasia. Se ha escrito mucho sobre esta primera migración ¿Qué razones impulsaron a nuestros antepasados a peregrinar hasta latitudes tan elevadas?, ¿fueron siguiendo a sus presas?, ¿huían quizá de sus predadores, de enfermedades propias de África o tal vez de la presión de otras poblaciones de homininos?


Quizá nunca conozcamos la respuesta, pero lo cierto es que esta migración no supuso ningún trauma, puesto que el clima de las regiones más meridionales del hemisferio norte tenían entonces un clima muy benigno.

Por supuesto, nadie tuvo que pasar ninguna frontera política y nadie supo que había salido de las tierras que hoy en día reconocemos como pertenecientes al continente africano. Los homininos siguieron su instinto y tal vez alguna necesidad para lograr una gran expansión demográfica, a la postre muy importante para el devenir del linaje humano.

La dieta de estos humanos viajeros seguramente no tuvo que ser alterada de manera significativa, puesto que lugares como la actual República de Georgia gozaban de un clima tropical, como antiguos reductos del clima del Mioceno, la época geológica que comprende entre hace entre 23 y algo más de cinco millones de años.

Sin embargo, el clima se estaba enfriando y todas las regiones del hemisferio norte, incluidas las situadas más al sur, comenzaron a notar con intensidad creciente los efectos de las glaciaciones. La llamada “transición del Pleistoceno Inferior al Pleistoceno Medio”, un período que comprende entre hace 1,2 millones de años y 800.000 años, supuso el cambio de las glaciaciones de una periodicidad de 41.000 años a las intensas glaciaciones que todos conocemos por el cine y por otros medios de comunicación.

Los últimos e intensos períodos glaciares fueron causados por múltiples factores, todavía no bien comprendidos por los expertos, pero sus efectos fueron devastadores para la flora y la fauna del hemisferio norte ¿Cómo influyeron en nuestra evolución?

Contestar a esa pregunta en toda su extensión excede con generosidad los límites de un post. Es por ello que de momento me voy a detener en el tema de la dieta.

Si en regiones de climas tropicales la comida está asegurada todo el año, en regiones con estacionalidad y diferencias importantes en la cantidad de luz solar según la época del año no sucede los mismo.

Esta afirmación vale tanto para el Pleistoceno como para épocas recientes en las que hemos desarrollado la agricultura. Si nos fijamos en los productos vegetales, la primavera es época de brotes tiernos, el verano y los comienzos del otoño es época de buenos frutos, mientras que el invierno carece de estos alimentos.

Durante el crudo invierno los homininos tuvieron que recurrir al único alimento disponible: la carne y la grasa de los animales.

Si los primeros representantes del género Homo fueron carroñeros (como expliqué en un post anterior), los humanos que habitaron el hemisferio norte aumentaron su talla y su peso de manera significativa, llegando a convertirse en formidables cazadores.

La selección natural realizó su papel y los humanos se adaptaron para sobrevivir en condiciones muy complejas. Una vez más, la dieta jugó un papel primordial en la evolución de la humanidad.

Fuente; reflexiones-de-un-primate.blogs.quo.es

 

 


Parántropos y el cambió el escenario evolutivo de la genealogía humana.

 Publicado en Paleo. Año 11. Numero 93. Agosto de 2013.  

Hace entre tres y dos millones de años, la progresiva retirada de los bosques cerrados en el este de África y la aparición de enormes extensiones dominadas por la vegetación propia de las sabanas cambió el escenario evolutivo de la genealogía humana.

El linaje de la especie Australopithecus afarensis persistió en las nuevas condiciones mediante profundas transformaciones evolutivas. Todos recordamos a “Lucy”, la pequeña hembra de Australopithecus afarensis, que durante un tiempo tuvo el honor de ser considerada como la madre de la humanidad.

Todo parece indicar que no fue así, sino que la evolución de Australopithecus afarensis dio lugar hace unos 2,5 millones de años a la especie Paranthropus aethiopicus.

Los parántropos formaron una rama lateral, desgajada de tronco que condujo a los homininos hasta el presente. Sin embargo, los parántropos fueron un linaje longevo, que logró sobrevivir hasta hace un millón de años. Los expertos proponen que Paranthropus aethiopicus dio lugar a dos especies: Paranthropus robustus, en el sur de África, y Paranthropus boisei, en el este del continente africano.

Los parántropos alcanzaron una estatura de hasta 150 centímetros y un cerebro de 550 centímetros cúbicos. El incremento del tamaño del cerebro de los parántropos con respecto al de sus antepasados (350-400 centímetros cúbicos) fue llamativa. Sin embargo, este aumento se produjo de manera proporcional al incremento de su masa corporal.

El índice de encefalización de los parántropos (tamaño corporal/tamaño cerebral) fue prácticamente idéntico al de los australopitecos. Podemos asumir, por tanto, que sus capacidades cognitivas también fueron similares. Por ejemplo, por el momento no ha podido demostrarse que unos y otros fueran capaces de alterar la forma de las rocas para producir utensilios de piedra.

Las especies Parathropus robustus y Paranthropus boisei tenían mandíbulas grandes y robustas, una cara muy plana sin prominencia nasal y dientes anteriores (incisivos y caninos) sorprendentemente pequeños. Los premolares y molares, sin embargo, tenían una superficie de masticación de gran complejidad topográfica, que duplicaba generosamente la extensión de nuestros dientes posteriores.

En consonancia con su enorme mandíbula y  sus grandes premolares y molares, los músculos de la masticación alcanzaron un gran desarrollo. Los arcos cigomáticos tuvieron que crecer y arquearse para dejar paso a las masas musculares que movían las mandíbulas. Los músculos temporales necesitaron un complemento óseo en el cráneo para anclarse con firmeza y cumplir su función.

Ese complemento se manifiesta en una cresta de hueso situada en lo alto del cráneo, siguiendo la línea sagital. Se trata de la misma solución anatómica adoptada por los gorilas, herbívoros por excelencia. No cabe duda de que los parántropos se adaptaron a una dieta de productos vegetales de consistencia muy dura. La sabana ofrecía varias posibilidades de subsistencia y los parántropos optaron por una de ellas.

Los expertos han averiguado que los parántropos del este de África tuvieron que consumir plantas crecidas en ambiente semiáridos, con poco valor nutritivo.

Si bien siempre se consideró que los parántropos necesitaron su poderoso aparato masticador para triturar frutos secos y semillas de consistencia dura, ahora se nos presentan como los “parientes pobres”, condenados a pasar el día triturando gramíneas y otras plantas propias de las sabanas y de regiones escasas en vegetación.

Hace menos décadas los expertos averiguaron que el desarrollo de los parántropos era más rápido que el de sus ancestros, por lo que cabe suponer que su longevidad decreció de manera significativa.

Entre otras razones, la necesidad de permanecer triturando hierbas o raíces durante horas les expuso al peligro de los depredadores de la sabanas. Aún así, y como decía al principio, los parántropos sobrevivieron durante un millón y medio de años. Quizá la progresiva desertización de África terminó por acabar con su despensa y ya no tuvieron capacidad para adaptarse a zonas prácticamente inhabitables para cualquier primate.

 


El papel de la carne en la transformación del homínido en hombre.

   Publicado en Paleo. Año 11. Numero 92. Agosto de 2013.  

Uno de los elementos fundamentales en llegar a ser lo que somos, es el tener, en términos relativos a nuestro tamaño corporal, un cerebro grande y equipado con un número considerable de neuronas: 86 mil millones, según cálculos recientes, contra los 28 mil millones de nuestros parientes más próximos, los chimpancés.

Un cerebro que les permitió a nuestros ancestros desarrollar todas las capacidades que en el curso de millones de años los han convertido en los humanos que piensan, se relacionan, compiten, componen sinfonías, curan enfermedades y, que inventan tantas cosas que no alcanzaría el tiempo para nombrarlas.

El cómo se llegó a disponer de esa pequeña masa gelatinosa con casi 1400 centímetros cúbicos y que cabría en una mano, es algo que no deja de sorprender. El cerebro humano no es el más grande en el reino animal pero sí el que empaqueta con mayor eficiencia los diferentes tipos de neuronas y el que establece las redes más complejas entre ellas.

Para nosotros es un hecho natural hacer uso de nuestro órgano más preciado, el segundo según lo considera con su buen humor Woody Allen, sin detenernos a pensar que no siempre fue así.

Hace 4.4 millones de años existió en el África un homínido que caminando erguido tenía un cerebro similar a un chimpancé, Ardiphitecus ramidus, Ardie. El caminar erguido redujo su cavidad torácica y con ella su aparato digestivo. El alimento con hierbas y ocasionales insectos que aportaban proteína no fue suficiente y acabó llevándolo a la extinción, como a tantos otros que le sucedieron en el experimento.

Habrían de pasar unos millones de años más hasta que apareciera Homo erectus, y él sí haría la gran revolución, incorporar la carne a su dieta. Su cerebro llegó a tener 1000 centímetros cúbicos y la mandíbula y los dientes de un tamaño menor. Antes se habían hecho otros intentos por mejorar la dieta, extrayendo médula ósea de huesos de animales o peleando con las hienas los restos dejados por los grandes cazadores felinos.

“Comer carne siempre ha sido considerada una de las cosas que nos han hecho humanos, con la proteína contribuyendo al crecimiento de nuestros cerebros”, dice Charles Musiba, profesor asociado de antropología en la Universidad de Colorado y uno de los autores de un artículo aparecido en la revista PLOS ONE donde se informa que el consumo de carne se inició hace 1.5 millones de años.

Un fragmento de hueso, de unos 6 centímetros de largo fue encontrado en La Garganta de Olduvai, en Tanzania, el sitio que se puede considerar “la cuna de la humanidad”.

El hueso pertenece a un infante de 2 años y muestra signos de osteoporosis simétrica, una alteración ósea asociada con anemia, debida, según el estudio, a la falta de carne en la dieta. “La presencia de osteoporosis asociada con anemia indica indirectamente que al menos en el Pleistoceno temprano la carne se había vuelto tan esencial para el funcionamiento adecuado en los homínidos, que su pérdida llevó a una condición patológica deletérea” señala el estudio.

Pero el consumo de carne no es por sí mismo una condición única para lograr el crecimiento cerebral. Algunos simios comen esporádicamente carne y siguen anclados en su estado.

Es el procesamiento de la carne lo que al final importa. Richard Wrangham, primatólogo de la Universidad de Harvard viene defendiendo desde hace años la hipótesis de que nuestros ancestros, después de procesar la carne reblandeciéndola a palos, pasaron a cocinarla con el fuego que habían domesticado.

Su idea se basa en que una carne cocida necesita una inversión menor de energía para extraer las calorías que hicieron posible ese crecimiento notable del cerebro.

Para comprobar sus ideas, Wrangham se fue al laboratorio pero no encontró casi nada que le ayudara a entender el impacto nutricional de cocinar. Inició una colaboración con el fisiólogo Stephen Secor de la Universidad de Alabama quien estudia la fisiología y el metabolismo de anfibios y reptiles.

El equipo de Secor alimentó serpientes pitón con las siguientes dietas: carne molida cocida, carne entera cocida, carne molida cruda o carne entera cruda. Las pitones alimentadas con carne cocida gastaron 12.7% menos energía digiriéndola y 23.4% si estaba molida y cocida.

El calor del cocimiento gelatiniza la matriz de colágeno en la carne animal y abre las moléculas de carbohidratos que están muy empaquetadas en los vegetales, haciendo la absorción mucho más fácil. Nuestros ancestros debieron aprender a aderezar sus comidas con vegetales asados multiplicando así sus fuentes nutritivas.

Pasaron a necesitar menos tiempo masticando (los chimpancés necesitan 5 horas), tiempo que pudieron dedicar a otras cosas, a alejarse mucho más de la vida salvaje, organizando y planificando sus tareas futuras.

La carne desempeñó un papel esencial en el desarrollo cerebral. Lo hizo hace millones de años y lo sigue haciendo pues el cerebro es un órgano voraz en energía.

Consume el 20% de la totalidad de la de un cuerpo en reposo y necesita reposición continua para seguir funcionando. Hay quienes dicen que la carne ya no es necesaria y que se puede prescindir de ella; sin embargo, es un hecho que sigue siendo esencial, sobre todo para los infantes.

Cada vez que pensamos en el beneficio que nos trajo al habernos liberado de andar a cuatro patas buscando comida entre la hierba y estancados como nuestros primos los chimpancés, le hacemos unas buenas reverencias a la estufa en la cocina.

 


Nuevas dataciones de Ksar Akil cuestionan la procedencia de los europeos modernos.

  Publicado en Paleo. Año 11. Numero 91. Agosto de 2013.  

Katerina Douka, Christopher A. Bergman, Robert E. M. Hedges, Frank P. Wesselingh, y Thomas F. G. Higham han datado por radiocarbono los contextos donde fueron hallados dos fósiles de HAM en Ksar Akil (Líbano) y los niveles superior e inferior:

Junto con unos diez dientes de los niveles IUP y Ahmariense Temprano de Üçağızlı Cave en el sur de Turquía, Egbert y Ethelruda son los únicos fósiles del sur de Asia Occidental relacionados con conjuntos del Paleolítico Superior Temprano (EUP) y Paleolítico Superior Inicial (IUP) respectivamente.

Para la datación, los autores utilizaron principalmente cuentas de concha marina, consideradas como un indicio del comportamiento moderno.

El modelo estimó unas dataciones entre 40,8–39,2 ka para el lugar donde fue hallado Egbert y 42,4–41,7 ka para el de Ethelruda. Por consiguiente, Egbert tiene una antigüedad comparable a la de los restos de HAM de Peştera cu Oase y Ethelruda a la de los dientes de HAM de Cavallo.

La datación de las capas del Paleolítico Superior Temprano indican que el paso desde el Paleolítico Medio al Superior en Ksar Akil, y posiblemente en toda el área geográfica sucedió más tarde de lo que se pensaba, lo que arroja algunas dudas sobre el papel de la región como un locus para la dispersión humana a Europa.

La datación e interpretación de los fósiles del contexto de Ethelruda son un indicio de que las industrias transicionales o del Paleolítico Superior Inicial (IUP) en Europa y el sur de Asia Occidental, o al menos algunas de ellas, son resultado de migraciones tempranas del HAM.

 


El Enigma del Neandertal podría llegar a su fin.

 Publicado en Paleo. Año 11. Numero 90. Agosto de 2013.  

Muchos científicos se rehusaban a aceptar que el Neandertal fuera nuestro ancestro. Una de las razones por la cual muchos descartaban esta teoría es porque, al parecer, habían descubierto un posible candidato como nuestro antecesor.

En 1912 se anunció el descubrimiento del hombre de Piltdown. Un cazador de fósiles amateur, Charles Dawson, desenterró los huesos del hombre de Piltdown en Sussex, Inglaterra.

Esto causó gran revuelo en los círculos científicos. A diferencia del cráneo del Neandertal, el de Piltdown se parecía en muchos aspectos a uno moderno. Solo la quijada parecía primitiva, como la de un chimpancé, pero tenía dientes muy parecidos a los nuestros. Este era el antecesor que Boule había esperado, y felizmente podía decir que era nuestro legítimo antecesor.

El problema con el hombre de Piltdown es que era… ¡un fraude! Alguien, lo más probable es que fuera Dawson, había tomado partes de un esqueleto humano moderno y la quijada de un orangután, los lijó y ensució para que parecieran restos antiguos.

A los dientes se les había hecho unos surcos para despistar a los investigadores. No fue sino hasta 1953 que los científicos los observaron bajo el microscopio y las marcas fueron descubiertas.

En este punto, la comunidad científica parecía haber cambiado de opinión con respecto al Neandertal como nuestro ancestro humano. En lugar de enfatizar las diferencias que había entre ellos y nosotros, los investigadores se enfocaron en las similitudes.

En 1957 dos anatomistas americanos, William Strauss y A. J. E. Cave, examinaron los mismos restos con los cuales Boule había descrito a los Neandertales como primitivos e inhumanos. Estos eran los fósiles encontrados en una cueva en La Chapelle-Aux-Saints, Francia en 1908.

Lo primero que estos anatomistas notaron es que al parecer, la persona en vida había sufrido de artritis. Boule también lo había notado pero ignoró las implicaciones. Para Strauss y Cave, la artritis explicaba la postura erguida, y de pronto los Neandertales súbitamente no parecían tan diferentes de nosotros.

Los dos anatomistas concluyeron que si un hombre Neandertal “pudiera ser reencarnado y colocado en un tren subterráneo en Nueva York, y si le fuera provisto un baño, fuera rasurado y vestido con prendas modernas -sería difícil que atrajera más atención que cualquier ciudadano normal.”

Por un lado, el periodo siguiente al hombre de Piltdown vio una reevaluación del papel que el hombre de Neandertal pudiera tener en nuestra historia humana. En la década de 1960, el antropólogo americano, C. Loring Brace, protagonizó los nuevos estudios sobre las herramientas fabricadas por los Neandertales, su tecnología y su modo de vida.

Con los patrones que había en las cenizas que ellos dejaron, por ejemplo, Brace dedujo que ellos cocinaban en hoyos con poca profundidad, a manera de horno primitivo, no tan diferente como lo hacen algunos humanos modernos.

Otros investigadores notaron que algunos restos de Neandertales parecían haber sido enterrados a propósito -una práctica innegablemente humana.

Estos ritos, aunque macabros, son definitivamente humanos.

La colocación cuidadosa de huesos de animales en varios sitios funerarios de los Neandertales parecen indicar también algún tipo de rito funerario; algunos huesos de Neandertales encontrados en Yugoslavia, en el sitio de Krapina, fueron rotos de modo que sugiere una conducta de canibalismo.

La glorificación de los Neandertales alcanzó su punto más alto en 1971, con la publicación de Ralph Solecki sobre su trabajo en una cueva iraquí conocida como Shanidar. En unas muestras de suelo, tomadas de un entierro Neandertal, se encontró una extraordinaria concentración de polen silvestre, mucho más alto que los que pudiera haber acarreado el viento o las patas de los animales.

Solecki infirió que los Neandertales de Shanidar hacían ofrendas florales en sus sitios funerarios, y tituló su libro como “The first Flower People.” Como una prueba adicional a su humanidad, Solecki recalcó que uno de los restos descubiertos en el lugar pertenecían a una persona mayor, los restos indican que era una persona ciega y su brazo derecho inutilizado. Estas condiciones habrían llevado a la muerte a una edad más temprana a menos que su familia o su tribu cuidará de él.

 


Migración del Homo sapiens fuera de África hace 130 mil años.

 Publicado en Paleo. Año 11. Numero 89. Agosto de 2013.  

La expansión del Homo sapiens por el mundo es un debate en continuo movimiento. Nuestra especie evolucionó en África hace unos 200 mil años, y se creía que recién hace unos 60 mil años salieron de ese continente a poblar Asia, Europa, Oceanía y América. Pero cada vez se descubren más evidencias de que no fue una única salida pobladora, sino que el flujo poblacional empezó mucho antes, y no se detuvo. Evidencia de ello es un nuevo descubrimiento de 130 mil años en el noreste de la India.

La hipótesis más aceptada por los paleoantropólogos era que nuestra especie se expandió de África hacia el resto de los continentes hace unos 60 mil años porque en esos tiempos ocurrió una revolución tecnológica y fue cuando adquirimos el comportamiento moderno que nos caracteriza. Esto sería durante el paleolítico superior, dejando fuera a los neandertales y otras especies humanas de la época.

Pero las evidencias le juegan cada vez más en contra a esta hipótesis de Fuera de África, basada en estudios genéticos que ya no son tan fiables. No sólo se ha encontrado tecnología superior y comportamiento en neandertales, sino que se han descubierto restos de Homo sapiens y de sus tecnologías en tiempos anteriores a esa salida de África.

Ya desde hace al menos 100 mil años, Medio Oriente estaba poblado tanto por Homo sapiens como por Neandertales.

Antes se suponía que ambos se habían extinguido en esa región, pero ahora se sabe que hubo continuidad. Nuevas evidencias provenientes del desierto de Thar, India, abogarían por completo por flujo continuo de movimiento de poblaciones de Homo sapiens.

El desierto de Thar marca la transición desde el desierto Sahara-Arábigo hacia la biogreografía oriental, y por ende es una región importante para comprender la ocupación homínida y la dispersión durante el período que va desde hace unos 95 mil a unos 40 mil años. Pero durante ese período, no era un desierto como ahora, sino que era una región más húmeda y verde.

En el nuevo estudio, publicado por James Blinkhorn y colegas en Quaternary Science Reviews, reportan el descubrimiento de restos de herramientas líticas del Paleolítico Medio en Katoati, noreste del desierto Thar. Estos restos datan de un período comprendido entre 95 mil y 40 mil años atrás. El yacimiento habría sido utilizado como lugar de fabricación de herramientas durante períodos climáticos húmedos.

Los estratos más antiguos, del período climático conocido como MIS 5, de hace unos 95 mil años, sería la datación segura más antigua del sur de Asia.

Los restos del yacimiento son similares a los descubiertos en Arabia y en yacimientos del África, en el Sahara.

Aunque no se tienen restos fósiles para asegurar que eran Homo sapiens los que estaban allí, es lo más probable. Todo esto aboga a favor de la dispersión temprana y constante del Homo sapiens desde África hacia el sur de Asia, en este caso, utilizando tecnologías del paleolítico medio, es decir, anteriores a la llamada revolución moderna, que ya se sabe que ni fue una revolución, ni fue algo localizado y que se expandió.

En diversas regiones se fue avanzando en el diseño de las herramientas de piedra, incluso los neandertales lo hicieron.

“La presencia de tecnologías del paleolítico medio en el desierto de Thar hace unos 60 mil años, claramente es algo que ocurrió dentro de la franja de tiempo que ha sido sugerida por los estudios genéticos como la llegada de los Homo sapiens al sur de Asia”, dicen Blinkhorn y colegas.

“Esto contradice la hipótesis de que los humanos modernos llegaron al sur de Asia utilizando una tecnología similar a la descrita de los yacimientos africanos Howiesons Poort. Tecnologías comparables, no han sido observadas en el sur de Hacia antes de 40-30 mil años. En cambio, la evidencia de Katoati es consistente con los argumentos para la dispersión de Homo sapiens utilizando tecnologías del paleolítico medio”

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Identificado el resto de Homo sapiens más antiguo de Catalunya.

 Publicado en Paleo. Año 11. Numero 88. Agosto de 2013.  

Investigadores de la UdG han confirmado que el fósil humano hallado en 1972 en les Coves de Serinyà por parte de Josep Corominas tienen una antigüedad de 22.330 años

Investigadores de la Universitat de Girona (UdG) han confirmado que el fósil humano hallado en 1972 en les Coves de Serinyà por parte de Josep Corominas constituyen los restos humanos modernos -homo sapiens- más antiguos de Catalunya, con una antigüedad de 22.330 años, y entre los tres más antiguos de la Península Ibérica -junto a otros hallados en Portugal y Valencia-.

En rueda de prensa, el arqueólogo Joaquim Soler ha explicado que esta constatación, que ha sido posible gracias a la datación por radiocarbono en el laboratorio de Gröningen (Holanda), y ha asegurado que el hallazgo ha animado a los investigadores a seguir sus excavaciones en la zona porque ésta podría albergar también el entierro más antiguo, a juzgar por otras piezas materiales halladas en la zona.

Los restos encontrados consisten en una bóveda craneal, sin la parte frontal ni la mandíbula, pertenecientes a un individuo de edad adulta, de unos 40 años de edad, y que con mucha probabilidad fue una mujer.

Según ha remarcado la arqueóloga Bibiana Agustí, pese a una capacidad craneal mediana -que permitiría atribuir la pieza a cualquiera de los dos géneros-, la pieza presenta un grueso parietal que "pesa a favor de la feminidad", así como también refuerzan esta hipótesis las inserciones craneales.

Como curiosidad, esta persona no presentó ninguna patología especial, aunque sufrió una pequeña contusión en el parietal izquierdo que no le causó ninguna lesión profunda, así como unas pequeñas marcas de dientes, realizadas por algún carnívoro después de su muerte, ha concretado.

Como cuadro de época, esta mujer vivió en el Gravetiense -en el Paleolítico superior-, una época glacial, muy fría y con paisajes muy "esteparios" de gramíneas con sociedades de cazadores-recolectores, cuando otros humanos contemporáneos pintaban pingüinos en cuevas de Marsella, ha ejemplificado.

Los resultados de esta investigación, además de haberse constatado científicamente, acaban de ser publicados en la revista 'Journal of Human Evolution', por lo que han entrado a formar parte formalmente del corpus científico, de ahí su importancia, ha subrayado Soler.

Este cráneo fue concretamente hallado por Corominas en la cova Mollet III -acompañado de otras piezas- a quien le pareció que podía ser un 'homo sapiens' del paleolítico, pero al no encontrar indicios de cerámica lo anotó y prosiguió sus investigaciones.

Posteriormente, el fósil terminó conservado en el almacén del Museu Arqueològic de Banyoles hasta que, hace 11 años, investigadores de la UdG emprendieron un proyecto de reestudio de los materiales de excavaciones antiguas, al pensar que era "increíble" que no fuera del paleolítico superior a juzgar por las herramientas de las que iba acompañado.

Después de este periplo, y tras 38 años en los archivos del museo, se "contempla" que este fósil sea expuesto en la sala de paleolítico.

El conseller de Cultura de la Generalitat, Ferran Mascarell, ha anunciado para este año el mantenimiento de los presupuestos en el ámbito de la investigación, y ha concretado que las excavaciones arqueológicas cuentan este año con 3 millones de euros repartidos entre las 49 excavaciones preventivas y las 16 de investigación que se están desarrollando en Catalunya.

 


El por qué sólo hay una especie humana.

 Publicado en Paleo. Año 11. Numero 87. Mayo de 2013.  

No hace mucho tiempo, compartíamos este planeta con muchas especies de humanos. Todas ellas eran astutas, ingeniosas y excelentes cazadoras. Pero ¿qué les pasó? ¿Por qué el Homo sapiens fue el único que sobrevivió?

Pese a que el origen de los humanos ha desatado debates apasionados a lo largo de la historia, existe un consenso entre los científicos: las diferentes especies de humanos que han existido descendieron de criaturas que se parecían a los simios y que caminaron erguidas en África, hace más de 6 millones de años. Esas criaturas tuvieron muchos descendientes, la mayoría de los cuales se extinguieron.

La primera criatura que la ciencia identifica como humana vivió en África hace dos millones de años. El Homo ergaster confeccionó herramientas y se destacó en la caza. El estudio de sus huesos indica que fue un poderoso corredor, capaz de desafiar a cualquier velocista olímpico.

Se cree que el Homo ergaster enfrentó épocas de extensas y terribles sequías que afectaron los bosques tropicales y que permitieron el surgimiento de vastas áreas desérticas.

Los miembros de esas especies humanas estaban preparados para enfrentar el calor. Su piel era lisa y, en gran medida, carente de pelos. Eso les permitía sudar más "eficientemente".

El Homo ergaster, un devorador de carne, también podía desplazarse y cazar al mediodía, cuando la mayoría de los animales descansaban.

Rumbo a Asia

Viajó grandes distancias. De hecho fue el primer humano que abandonó África y colonizó Asia.

En su nuevo y exuberante ambiente, evolucionó y dejó de ser un Homo ergaster para transformarse en el Homo erectus.

Información arqueológica señala que, aunque su población pudo no haber sido muy numerosa, se dispersó en un área que se extiende desde Turquía hasta China. "Eran pequeños grupos de cazadores y recolectores", explicó el profesor Chris Stringer, un antrópologo del Museo de Historia Natural de Londres.

"Eran nómadas que se movilizaban por amplias zonas para conseguir sus alimentos en un ambiente muy competitivo. En lo que respecta a sus cuerpos -su forma y su constitución física- se parecían mucho a nosotros", indicó el experto.

Super volcán.

Estudios recientes demuestran que el Homo sapiens también abandonó África, hace aproximadamente 120.000 años. Viajamos en pequeños grupos, posiblemente no más de 100 personas en la primera ola migratoria.

Después nos esparcimos. Algunos llegaron a Europa, que ya estaba ocupada por el Neandertal, mientras que otros se desplazaron hacia el este hasta llegar a India. Hay evidencia arqueológica de que arribaron a tiempo para un verdadero cataclismo. Hace 74.000 años, el monte Toba, un volcán en el sureste asiático, tuvo una actividad sin parangón. Se trató de la mayor erupción de los últimos dos millones de años, calificada como una erupción supervolcánica.

El volcán lanzó tanto azufre a la atmosfera que provocó una caída, de varios grados, de las temperaturas en todo el planeta. Las rocas fundidas que emanó cubrieron un área del tamaño del Reino Unido y se estima que llegó a una profundidad de 10 metros.

Produjo una gran cantidad de cenizas que, arrastradas por los vientos, cubrieron extensas área de Asia, incluyendo el subcontinente indio. De hecho, dicen expertos, todavía hoy se encuentran sus vestigios.

Ya sea por los efectos de la actividad del monte Toba o por la llegada de los humanos modernos, la erupción volcánica marcó el punto más alto de la ocupación del Homo erectus en Asia. En los siguientes 40.000 años, fueron sacados lentamente, probablemente por una combinación de factores como el cambio climático y la férrea competencia por conseguir alimentos, que escaseaban, especialmente tras la expansión de los humanos modernos.

Competencia

El Homo erectus era ligeramente más grande y más fuerte que el Homo sapiens. Entonces ¿por qué sobrevivimos y ellos no?

La respuesta más obvia es que teníamos cerebros más grandes.  Pero eso no es lo más determinante, aseguran los científicos. Lo que realmente importa no es el tamaño del cerebro sino cuán grandes son ciertas áreas del cerebro.

"Las partes del cerebro del Homo erectus dedicadas a controlar el lenguaje y el habla no ocupaban un gran espacio", señaló John Shea, profesor de paleontropología de la Universidad Stony Brook en Nueva York.

"Uno de los elementos cruciales de las adaptaciones que hizo el Homo sapiens es que combinó la compleja habilidad de planificar, desarrollada en la sección frontal del cerebro, con el lenguaje y la destreza de transmitir ideas entre ellos", dijo el experto.

La planificación, la comunicación e incluso el comercio están entre los aspectos que permitieron el desarrollo de nuevas herramientas y armas que se difundieron rápidamente entre la población. Registros de fósiles indican que el Homo erectus elaboró la misma hacha elemental por más de un millón de años.

Nuestros ancestros, en cambio, crearon armas más pequeñas y sofisticadas como la lanza, la cual trajo ventajas evidentes a la hora de cazar y pelear.

Abismo evolutivo

De esa forma, el Homo sapiens superó a sus otros rivales humanos, los Neandertales, quienes murieron 30.000 años, atrás cuando la era del hielo limitó los suministros alimenticios.  "Incluso hace 100.000 años, había varias especies humanas en la Tierra y eso es algo que, en la actualidad, nos puede parecer raro. Nosotros somos los únicos sobrevivientes de todos esos grandes experimentos evolutivos de cómo ser humanos", aseveró Stringer 

El Homo erectus estuvo en Asia hasta hace 30.000 años. Pese a que se extinguieron, dejaron descendientes en la isla de las Flores en Indonesia. Esos humanos, los Homo floresiensis, también conocidos como "Hobbits", sobrevivieron hasta hace unos 12.000 años atrás.

Con su partida nos quedamos solos, como la última especie humana en el planeta.

"Existe un gran abismo entre nosotros y nuestros más cercanos parientes primates: gorilas, chimpancés y bonobos, señaló el doctor Shea. "Si ese abismo hubiese sido llenado por otros homínidos, el vacío no sería tan amplio y la cadena evolutiva sería más gradual. Nosotros nos consideramos especiales, pero quizás no lo somos tanto. Un poco de humildad no le caería mal a nadie".

 


Tras la pista de los primeros pobladores del continente americano.

Publicado en Paleo. Año 11. Numero 86. Mayo de 2013.  

La hipótesis tradicional más aceptada apunta a que los primeros pobladores de América fueron los clovis, un pueblo de cazadores que debió de llegar al continente hace aproximadamente 13.000 años desde el nordeste de Asia, a través del estrecho de Bering, y que se expandió por todo el territorio americano.

Un nuevo estudio sobre genética de poblaciones nativas del continente americano aporta evidencias científicas para reformular el modelo tradicional y definir escenarios alternativos para el poblamiento de América.

 El catedrático Daniel Turbón, del Departamento de Biología Animal de la Universidad de Barcelona, es uno de los autores de una investigación internacional, liderada por Lutz Roewer, de La Charité - Universitätsmedizin de Berlín, y que también firman Eduardo Arroyo Pardo y Ana María López Parra, de la Universidad Complutense de Madrid sobre las poblaciones nativas del continente americano.

El trabajo se basa en el estudio de marcadores genéticos del cromosoma Y masculino en casi un millar de individuos de cincuenta tribus nativas de Sudamérica. Según los autores, hay un desacoplamiento entre genética, lenguaje y geografía en las comunidades nativas del sur del continente americano. Todo apunta a que, en el primer poblamiento de América, no hubo una sola migración —independientemente de que fuera o no por el estrecho de Bering—, sino entradas rápidas y largos períodos de aislamiento.

"América es, probablemente, uno de los ejemplos más recientes de poblamiento de un gran continente por la especie humana"

Tal como explica Daniel Turbón, especialista en antropología molecular y forense y en origen y evolución de los homínidos, "América es, probablemente, uno de los ejemplos más recientes de poblamiento de un gran continente por la especie humana.

Para los científicos, es un laboratorio excelente para contrastar herramientas metodológicas de estudios genéticos y poblacionales. Aunque la hipótesis de la migración única como explicación del origen de los pobladores de América está bastante arraigada, es una visión reduccionista cada vez más cuestionada científicamente".

Estudiando marcadores genéticos del cromosoma Y

Los autores analizan la variabilidad genética de cada individuo mediante una serie de marcadores genéticos del cromosoma Y masculino: en concreto, en 919 individuos (91 %) de la muestra, se han estudiado los dieciséis polimorfismos de nucleótidos simples (SNP) más frecuentes en Sudamérica, y las diecisiete secuencias cortas y repetidas en tándem (STR) más empleadas en todo el mundo en antropología forense. El análisis de los polimorfismos genéticos ha permitido determinar el origen geográfico de cada individuo y, además, comparar los datos con otras poblaciones del centro y el norte del continente americano.

El trabajo, como primicia científica, presenta una potente base de datos internacional sobre genética forense basada en estudios colectivos de primer rango (con población pequeña y atomizada de origen nativo) de los coautores internacionales. En relación con la parte correspondiente a la UB, también han colaborado los expertos Francesc Bert y Alfons Corella, autores de tesis doctorales leídas en la Universidad bajo la dirección del catedrático Daniel Turbón.

"Hoy en día, la ciencia está fuertemente atomizada", explica Turbón. "Se publican muchos estudios basados en muestras poblacionales reducidas y con pocos marcadores genéticos. Y esto no nos permite ver el bosque, es decir, el escenario global. En el otro extremo, hay macroestudios genéticos que perfilan un escenario más amplio, pero difícil de contrastar por dificultades metodológicas. También se hacen trabajos con muestras biológicas procedentes de hospitales de grandes núcleos de población donde hay un alto nivel de hibridación. Las comunidades nativas, que suelen vivir de manera más aislada, son cada vez más escasas".

 


Nuevo estudio genético refuta la correlación lingüística en Sudamérica y la migración única.

Publicado en Paleo. Año 11. Numero 86. Mayo de 2013.  

Lutz Roewer, Michael Nothnagel, Leonor Gusmão, Veronica Gomes, Miguel González, Daniel Corach, Andrea Sala, Evguenia Alechine, Teresinha Palha, Ney Santos, Andrea Ribeiro-dos-Santos, Maria Geppert, Sascha Willuweit, Marion Nagy, Sarah Zweynert, Miriam Baeta, Carolina Núñez, Begoña Martínez-Jarreta, Fabricio González-Andrade, Elizeu Fagundes de Carvalho, Dayse Aparecida da Silva, Juan José Builes, Daniel Turbón, Ana Maria Lopez Parra, Eduardo Arroyo-Pardo, Ulises Toscanini, Lisbeth Borjas, Claudia Barletta, Elizabeth Ewart, Sidney Santos y Michael Krawczak han efectuado el mayor estudio hasta la fecha (50 poblaciones tribales en 81 asentamientos) sobre la correlación entre el genotipo del cromosoma Y y la distribución geográfica y lingüística.

Según sus hallazgos, al contrario de lo que sucede en Europa y Asia, la variación genética del cromosoma Y está disociada de la distribución geográfica y lingüística de las poblaciones.

Esta disociación es consistente con un rápido poblamiento del continente, seguido de largos períodos de aislamiento en pequeños grupos.

Además, por primera vez se han identificado en un área restringida de Ecuador (Kichwa y Waorani, culturalmente muy diferenciados, conocidos los últimos por su extrema ferocidad con los extraños, genéticamente aislados entre ellos) un haplotipo (C-M217, C3*) prácticamente ausente en América del Norte y Central, pero que se encuentra en el centro, este y noreste de Asia con una frecuencia elevada. Esto sugiere una introducción tardía (más de 6 ka) a través de rutas costeras o cruzando el Pacífico y que las poblaciones que migraron fueron muy reducidas. Dada la similitud de los artefactos de cerámica encontrados en ambas regiones, se ha especulado con una conexión a través del Pacífico entre la cultura Jomon medio de Kyushu (Japón) y la cultura Valdivia de Ecuador en 4400-3300 aC.

El haplogrupo Q1a3a apareció en el 92% de la muestra. Este haplogrupo también se localiza en Siberia, probablemente debido a un flujo genético desde Alaska a Asia.

 


Describen nuevos fósiles de huesos del pie de Homo antecesor hallados en Atapuerca.

Publicado en Paleo. Año 11. Numero 84. Marzo de 2013.  

El investigador Adrián de Pablos, del Centro Mixto UCM-ISCIII de Investigación sobre Evolución y Comportamiento Humanos (España), ha publicado recientemente en la revista científica internacional Journal of Human Evolution un artículo en el que presenta y describe nuevos fósiles de huesos del pie de la especie Homo antecessor hallados en el nivel TD6 del yacimiento de la Gran Dolina, en la Sierra de Atapuerca: un astrágalo (un hueso corto parte del tarso), un fragmento de calcáneo (hueso del talón) y un cuarto metatarso derecho. El estudio de estos fósiles completa la información sobre los encontrados en la década de los 90 en este yacimiento, con los que se determinó que no existían grandes diferencias entre los metatarsos de un Homo antecessor y los de neandertales y Homo sapiens.

Como ha explicado a DiCYT el investigador, el trabajo publicado en Journal of Human Evolution el pasado mes de octubre forma parte de su tesis doctoral, en la que está investigando diferentes fósiles de pie de la Sierra de Atapuerca, tanto los hallados en la Gran Dolina como los de la Sima de los Huesos. En cuanto a los nuevos restos localizados en la Gran Dolina, que centran el estudio publicado, el objetivo principal es “darlos a conocer a la comunidad científica y compararlos con los que ya se conocían para ver si se puede contrastar o refutar la hipótesis del Homo antecessor como antepasado común de neandertales y Homo sapiens”.

En cuanto al metatarso, el estudio concluye que es muy similar a los de neandertales y Homo sapiens; mientras que el astrágalo presenta diferencias con los fósiles conocidos de otras especies. “El astrágalo es más largo y alto de lo normal”, señala el investigador, quien señala que estas diferencias y características comunes “no contradicen la hipótesis del Homo antecessor como antepasado común de neandertales y Homo sapiens”. Por otro lado, detalla Adrián de Pablos, el estudio también incluye un nuevo análisis de un metatarso ya conocido de Homo antecessor y realiza un estudio comparativo con todos los fósiles del genero Homo que se conocen.

Otro de los objetivos de la investigación fue estimar la estatura de estos homínidos. A través del estudio del astrágalo, se ha estimado una estatura mínima de 1’73 metros, un poco superior a la media de los especímenes masculinos de la Sima de los Huesos y compatible con la estatura calculada con el segundo metatarso y otros elementos esqueléticos de Homo antecessor. Según explica el investigador, “ya había cálculos de la estatura a través de otros huesos, y con este hemos estimado una altura de1’73 metros, aproximadamente, compatible con la de 1’72 que se había estimado con otros huesos”.

Del mismo modo, a través de la estatura y de otros huesos se ha conseguido asociar otros fósiles hallados a un mismo individuo, el denominado homínido 10.

Tras el estudio de los fósiles de huesos del pie encontrados en la Gran Dolina, los investigadores trabajarán con los hallados en la Sima de los Huesos, “un material más reciente que el de la Gran Dolina y de una especie diferente”, para finalmente compararlos “con los de Homo antecessor y los de neandertales”, avanza Adrián de Pablos. (Fuente: Cristina G. Pedraz/DICYT)

 


Rápidos cambios ambientales pueden haber impulsado la evolución humana hace dos millones de años.

   Publicado en Paleo. Año 11. Numero 84. Marzo de 2013.  

Rápidos cambios ambientales en el este de África hace unos dos millones de años pudieron ser los responsables de impulsar la evolución humana, según una investigación de científicos de la Universidad Penn State y la de Rutgers, ambas en Estados Unidos, cuyas conclusiones publica 'Porceedings of the National Academy of Sciences (PNAS)'.

"El panorama de los primeros seres humanos es que habitaron con rápidos cambios hacia atrás y hacia adelante entre un cerrado bosque y un prado abierto unas cinco o seis veces durante un período de 200.000 años", dijo Clayton Magill, estudiante graduado en ciencias de la tierra en la Penn State. A su juicio, estos cambios sucedieron muy abruptamente, cada paso sucedía entre cientos a unos pocos miles de años.

Según Katherine Freeman, profesora de Ciencias de la Tierra en Penn State, la hipótesis principal actual sugiere que los cambios evolutivos entre los seres humanos durante el periodo que el equipo investigó estaban relacionados con un cambio largo y constante del medio ambiente o incluso un gran cambio en el clima.

"Existe la opinión de que este tiempo en África fue el de secado óptimo, cuando el entorno lentamente se fue secando durante tres millones de años. Sin embargo, nuestros datos muestran que no fue un gran avance hacia la sequía, sino que el ambiente era muy variable", ha explicado la experta. Según Magill, muchos antropólogos creen que la variabilidad de la experiencia puede desencadenar el desarrollo cognitivo. "Los primeros humanos pasaron de tener árboles disponibles a tener sólo pastos disponibles en tan sólo entre diez a cien generaciones y su dieta ha tenido que cambiar en respuesta a estos cambios", explica esta experta.

Así, señala que los cambios en la disponibilidad de alimentos, el tipo de comida, o la manera de conseguirla pueden desencadenar los mecanismos evolutivos para hacer frente a esos cambios.

"El resultado puede ser un aumento del tamaño del cerebro y la cognición, los cambios en la locomoción e incluso cambios sociales, como la forma de interactuar con otros en un grupo. Nuestros datos son consistentes con esta hipótesis. Se demuestra que el entorno ha cambiado drásticamente en un corto período de tiempo y esta variabilidad coincide con un período importante en nuestra evolución humana cuando el género Homo fue establecido primero y cuando no había evidencia del uso de la primera herramienta", resumen los investigadores.

RECONSTRUCCIÓN DE LA VEGETACIÓN

Los investigadores examinaron los sedimentos del lago desde la Garganta de Olduvai en el norte de Tanzania, de los que estudiaron materia orgánica que se había lavado bien o que llegó de la vegetación circundante, los microbios y otros organismos de hace dos millones de años y, en particular, se miraron biomarcadores, es decir, moléculas fósiles de organismos antiguos de la capa cerosa de las hojas de las plantas.

El equipo utilizó gases de Cromatografía y Espectrometría de masas para determinar la abundancia relativa de diferentes ceras en las hojas y la abundancia de isótopos de carbono para las ceras de hojas diferentes. Los datos les permitieron reconstruir los tipos de vegetación presente en el área de la garganta de Olduvai en intervalos de tiempo muy específicos y mostraron la rápida transición hacia atrás y hacia adelante entre un cerrado bosque y un prado abierto.

Para averiguar qué causó esta rápida transición, los científicos utilizaron modelos estadísticos y matemáticos para correlacionar los cambios que veían en el medio ambiente con otras cosas que pudieron haber estado ocurriendo en ese momento, incluidos los cambios en el movimiento de la Tierra y en las temperaturas superficiales del mar.

"La órbita de la Tierra alrededor del Sol cambia lentamente con el tiempo", explica Freeman, quien añade que estos cambios estaban ligados al clima local en la garganta de Olduvai por modificaciones en el sistema del monzón en África. "Ligeros cambios en la cantidad de luz solar cambia la intensidad de la circulación atmosférica y el abastecimiento de agua. Los patrones de lluvia que impulsan los patrones de las plantas siguen esta circulación del monzón. Encontramos una correlación entre los cambios en el medio ambiente y el movimiento planetario", sentencia.

El equipo también encontró una correlación entre los cambios en el medio ambiente y la temperatura superficial del mar en los trópicos. "Encontramos mecanismos complementarios: uno es el camino de las órbitas de la Tierra y otro, la variación de la temperatura de los océanos que rodean África", concretó Freeman.

Los investigadores publicaron también en 'PNAS' un segundo trabajo que muestra que la precipitación fue mayor cuando había árboles alrededor y menos cuando había un prado. "La investigación apunta a la importancia del agua en un paisaje árido como África. Las plantas están tan íntimamente ligadas al agua que si tiene escasez de agua, por lo general conducen a la inseguridad alimentaria", dijo Magill.

 

 


Descubren una especie de homínido desconocido en Sudáfrica.

  Publicado en Paleo. Año 11. Numero 84. Marzo de 2013.  

El espectacular hallazgo de fósiles de un niño y una mujer de unos dos millones de años de antigüedad, podrían ser el eslabón con el hombre primitivo..Un espectacular hallazgo de fósiles en Sudáfrica de una especie de homínido hasta ahora desconocida arroja una nueva luz sobre el árbol evolutivo del hombre.

Los fósiles de un niño y una mujer, de unos dos millones de años de antigüedad, podrían ser un eslabón entre los homínidos de aspecto simiesco y el hombre primitivo, informó hoy la Universidad Witwatersrand en Johannesburgo. Dos equipos de investigación encabezados por Lee Berger de la Universidad de Witwatersrand y Paul Dirks de la Universidad James Cook, de Australia, informaron sobre el descubrimiento y el análisis de los fósiles en la revista estadounidense Science.

Los científicos hallaron las partes de los esqueletos en una cueva de la región de Sterkfontein, denominada "cuna de la humanidad" por la gran cantidad de descubrimientos espectaculares que se hicieron allí.

El primer hallazgo, una clavícula de forma humana, fue realizado el 15 de agosto de 2008 por Matthew Berger, el hijo pequeño del paleoantropólogo. Los fósiles se encontraban en medio de los restos de tigres dientes de sable, antílopes, ratones y ratas en una charca subterránea disecada.

El homínido niño tenía unos diez años y la mujer tenía al menos 30. Es posible que hayan caído por descuido en la charca subterránea, indicaron los especialistas. No hay indicios de un ataque de un predador o de animales carroñeros. No se determinó aún si el niño y la mujer eran familiares, pero se sospecha que es muy posible que al menos hayan sido conocidos.

Nombre bautismal. La especie hasta ahora desconocida fue bautizada con el nombre científico Australopithecus sediba. Sediba es el término para "fuente natural" en la lengua sudafricana sesotho. Tanto el niño como la mujer tenían una altura de unos 1,27 metros al momento de su muerte, hace entre 1,95 y 1,78 millones de años, por lo que los científicos estiman que el infante hubiese sido más alto en la edad adulta. Con respecto al peso, la mujer pesaba unos 33 kilogramos y el niño unos 27.

El cerebro del niño, de quien quedó preservado el cráneo, tenía una tamaño de entre 420 y 450 centímetros cúbicos y por lo tanto era más pequeño que el del hombre moderno (entre 1.200 y 1.600 centímetros cúbicos), pero claramente más desarrollado que el cerebro del Australopithecus afarensis, una especie más antigua. El hallazgo podría "revolucionar nuestra comprensión de la evolución humana", indicaron los expertos. Los fósiles tienen características que recuerdan tanto al Homo habilis como al Australopithecus, género más simiesco.

Gracias a que el esqueleto del niño está bastante completo, los científicos tendrían ahora la posibilidad de describir con mayor precisión que hasta ahora la apariencia de los antepasados del hombre.

"Creo que este es un buen candidato para la especie de transición entre el homínido africano Australopithecus africanus y el Homo habilis, o hasta podría ser un antepasado directo del Homo erectus", explicó Berger.

La especie tenía brazos largos, como un mono, pero manos cortas y fuertes, una pelvis muy desarrollada y piernas largas, dice el comunicado de la universidad. Un equipo de expertos del Instituto Antropológico de la Universidad de Zúrich bajo la dirección de Peter Schmid tiene entretanto más de 180 fragmentos de al menos cuatro individuos del antepasado del hombre que hasta ahora era desconocido.

Los fósiles descriptos en "Science" comprenden un fragmento de cráneo, un fragmento de mandíbula y parte del resto del cuerpo. En cambio de la mujer sólo se preservaron algunos dientes individuales y fragmentos de la mandíbula, además de parte del resto del cuerpo. "Estos esqueletos están mejor preservados y completos que los de Lucy", afirmó Schmid.

 


Cómo nos hicimos mamíferos. El Cerebro.

 Publicado en Paleo. Año 11. Numero 83. Marzo de 2013.  

El cerebro de los mamíferos es el más grande (con respecto al tamaño del cuerpo) de todos los vertebrados, en los Primates es aún más grande y el nuestro,  podría decirse que es gigante. El tamaño del cerebro es el carácter que distingue, en la actualidad, a los mamíferos del resto de los seres vivos de nuestro planeta Tierra. Pero ¿cómo y cuándo aparecen las primeras evidencias fósiles del aumento del cerebro de los mamíferos y de otros importantes cambios en nuestra cabeza? Esta es la primera de una serie de reflexiones paleontológicas sobre la evolución de los mamíferos y del Orden de los Primates en el que nos incluimos los humanos.

Hace 250 millones de años comienza el Triásico con todas las tierras emergidas unidas en el supercontinente Pangea. La fracturación de Pangea a lo largo del Triásico formó nuevos continentes, separados y nuevos ecosistemas. El clima era de gran aridez en la mayoría de la Tierra. En estas condiciones se produjo una explosión de la diversidad de vida terrestre con la aparición de nuevos vertebrados como fueron los primeros cocodrilos, dinosaurios, reptiles voladores, mamíferos y multitud de otros reptiles que solo vivieron en el Triásico. La base de la alimentación de estos animales eran las coníferas y los insectos que ya se habían diversificado con anterioridad.

Los primeros mamíferos eran tan pequeños que pasarían desapercibidos entre el resto de vertebrados continentales, entre los que destacaban los dinosaurios. Pero esto no es demasiado importante, ya que los pequeños animales suelen ser los que mejor capacidad de adaptación tienen a los cambios. De hecho los mamíferos tenían un cerebro grande, una buena capacidad para oír, para oler y para protegerse del frío o calor extremos gracias al pelo que cubriría su piel y a su capacidad de mantener el calor corporal independientemente de la temperatura que haya en el medio ambiente (endotermia).

Además desarrollaron un eficaz sistema de masticar la comida, aprovechando así los alimentos al máximo.Un reciente estudio realizado en el cráneo de mamíferos actuales y fósiles de diferentes yacimientos de China ha permitido profundizar sobre los primeros pasos en la evolución del cerebro de los mamíferos. En su hipótesis de partida, los investigadores se plantearon descifrar la secuencia de cambios evolutivos que permitieron la evolución del cerebro de los mamíferos, y cómo se diferenció el cerebro del mamífero ancestral del de sus parientes reptilianos más cercanos.

Los cráneos estudiados en la investigación son los de 27 mamíferos modernos, siete de mamíferos primitivos y los de Morganucodon y Hadrocodium, dos animales cercanos a los verdaderos mamíferos, por eso se les llama mammaliamorfos. La investigación se realizó con la técnica de tomografía computerizada de rayos X de alta resolución que les permitió obtener imágenes del interior de los diminutos cráneos de los animales estudiados.

De esta manera obtuvieron imágenes tridimensionales de alta resolución, en las que se pudieron estudiar las cavidades y tejidos internos a los que sería imposible acceder sin destruir el fósil. Y como estos fósiles son únicos y valiosísimos, hasta ahora no se había estudiado su estructura interna. En definitiva han conseguido reconstruir el interior de la cavidad craneal, algo impensable hace pocos años.

El análisis de las imágenes de escáner ha permitido diferenciar los principales hitos en el origen y primeros pasos en la evolución del cerebro de los mamíferos: Primero se produjo el cierre de la cavidad endocraneal, es decir el estuche óseo protector de nuestro cerebro. Esta estructura se había formado en los reptiles mamiferoides, grupo ancestral que incluye a los mamíferos y a sus parientes reptilianos más cercanos que vivieron en el Triásico. A la vez o posteriormente evolucionó la piel con pelos. Esta novedad permitió a los mamíferos protegerse, aislarse térmicamente del medio ambiente e incrementar la sensibilidad táctil.

Esta capacidad de aislamiento del pelo fue aprovechada por Castorocauda,  uno de los primeros mamíferos nadadores que se conocen. Vivió en l Jurásico de China y tendría un cierto parecido a los actuales castores.

El tercer hito en la evolución es el cambio de alguno de los huesos posteriores de la mandíbula de los reptiles mamiferoides hasta formar los huesecillos del oído. Se trata de una gran ventaja evolutiva que permitió a los primeros mamíferos oír en frecuencias más altas que el resto de vertebrados terrestres. Esto les dio la ventaja de localizar el origen del sonido con mayor certeza. La distancia (y por tanto el trayecto a la posible comida o al posible cazador) se mide con el tiempo de diferencia de llegada del sonido a cada oído. Al ser las ondas cortas, el tiempo de medir dicha diferencia se reduce.

 


Estudio al pie del homínido Australopithecus afarensis.

 Publicado en Paleo. Año 11. Numero 82. Marzo de 2013.  

Los restos fosilizados de un pie de hace 3,4 millones de años han revelado que la famosa 'Australopithecus afarensis', bautizada como 'Lucy', tenía parientes muy cercanos con los que compartió tiempo y espacio, en el Pleistoceno en Etiopía.

Un equipo de investigadores, liderados por Yohannes Haile-Selassie, del Museo de Historia Natural de Cleveland (EEUU), ha encontrado en la región de Woranso-Mille, al norte del país del Cuerno de África, varias falanges y metatarsos de un primate que quizás andaba sobre dos pies, como 'Lucy', pero de una forma diferente, lo que, según sus descubridores, revela la gran diversidad de especies que hubo en el origen de la humanidad.

El hallazgo, publicado en la revista 'Nature', y encontrado en febrero de 2009 en un yacimiento conocido como Burtele, es el primero de un pie que se encuentra en ancestros humanos tan primitivos. Ni siquiera 'Lucy', de la que se tiene un esqueleto bastante completo, se halló con esta parte de su cuerpo, por lo que la forma de locomoción de aquellas especies se difiere de otros huesos y de las huellas que dejaron, como las de Laetoli (en Tanzania). Paisaje actual en Woranso-Mille, que hace 3,4 millones de años era el delta de un rio. |Nature

De momento, la nueva especie no ha sido bautizada ni asignada a otros restos, puesto que no se han encontrado ni el cráneo ni dientes. No obstante, para Haile-Selassie "este pie demuestra claramente que la de 'Lucy', que fue bípeda, no era la única especie en esta región. "Su especie coexistió con unos primos cercanos que eran más hábiles para subir a los árboles, como la especie 'Ardipithecus ramidus' que vivió un millón de años antes", explica en una nota de prensa de su Universidad.

La diferencia más llamativa es que mientras que el dedo gordo del pie en 'Lucy' está alineado con los otros cuatro dedos, lo que le permite andar sobre dos pies, como los humanos, en el de Burtele el dedo gordo es oponible, como en el 'Ardi'.

El arqueólogo español Manuel Domínguez-Rodrigo, que codirige un proyecto científico en la Garganta de Olduvai (Tanzania), "es un hallazgo muy interesante". "Es un pie que se parece más al de un gorila que al de un ser humano.

El primer metatarso del dedo gordo es corto y el segundo metatarso curvo, lo que sugiere que tenía ese ángulo oblicuo al de los otros dedos". En su opinión, el artículo no demuestra que la especie a la que perteneció fuera bípeda, pero "si lo hubiera sido, el pie se desplazaba apoyando primero en el talón y despegando sobre los cuatro dedos externos, no sobre el dedo gordo, como hacemos nosotros". "Todo indica", continúa Domínguez-Rodrigo, "que es un pie adaptado a algún bipedismo de corta duración, lo que indica que fue más arborícola que terrestre o que, si fue más terrestre de lo que parece, lo combinó con otra forma de locomoción".

Así lo cree también Bruce Latimer, de la Universidad de Cleveland, para quien se trata de un "descubrimiento impactante", aunque "fuera torpe para caminar sobre la tierra.

Los fósiles se encontraron bajo una capta de piedra arenisca y fueron datados por la técnica del argón, que fijó su edad en 3,46 millones de años. "Estaban cerca de restos de peces, cocodrilos, tortugas... En definitiva, sedimentos que demuestran que era un entorno fluvial, un delta con canales en el que había arbolado abierto y arbustos", afirma Beverly Z. Saylor, coautora del trabajo. "Son pistas que nos dicen que era un homínido adaptado a vivir en las ramas, mientras 'Lucy' lo hacía en el suelo", concluye.

 


 

 

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