Día Internacional del Fósil
Algunas joyitas paleontológicas en el
Museo de Ciencias Naturales de Miramar.
Por
Mariano Magnussen. Laboratorio Paleontológico del Museo
de Ciencias Naturales de Miramar y Fundación Azara.
marianomagnussen@yahoo.com.ar
. Ilustraciones Daniel Boh y Marcos
Cenizo.
Para conmemorar el Día Internacional del
Fósil, les mostramos algunas “joyitas” paleontológicas
conservadas en las colecciones científicas del Museo de
Ciencias Naturales de Miramar.
Inaugurado en 2019 por un convenio entre
la Municipalidad de General Alvarado y la Fundación
Azara, se viene trabajando en las últimas tres décadas
en nuestro patrimonio local, con algunas piezas, únicas
en el mundo, que vale la pena conocer y resaltar.
Seleccionar algunos de nuestros fósiles
para citarlos ha sido difícil, si bien algunas de ellos,
han sido mediáticos en los medios de comunicación,
también hay otros, de relevancia científica. Todos
merecen ser nombrados y mostrados, por la curiosidad
misma de su origen o preservación. Un sinfín de
centenares de especímenes de otros tiempos que se
preservan en nuestras colecciones, están a disposición
de los investigadores que deseen estudiarlos.
En 2017, la Asociación Paleontológica
Internacional (IPA) estableció el Día Internacional del
Fósil, que se conmemora cada 16 de octubre. Mientras
tanto, la Asociación Paleontológica Argentina (APA) en
conjunto con otras asociaciones latinoamericanas de
paleontología, decidió que el 30 de octubre se difunda
este tipo de actividad. La finalidad que se persigue es
crear conciencia sobre el valor testimonial de los
restos y huellas del pasado de la vida en la Tierra, que
denominamos fósiles. En esta fecha, se proponen e
incentivan actividades a escala mundial con la
participación de museos, asociaciones paleontológicas,
universidades y otros actores relacionados con el tema.
La paleontología brinda herramientas para
entender la evolución de los seres vivos, ya que podemos
encontrar en el registro fósil, evidencias de las
modificaciones anatómicas, climáticas y ambientales.
Cualquier evidencia de vida del pasado, con más de 5 mil
años de antigüedad, es considera un fósil. Esto
significa que no solamente los esqueletos de los
animales vertebrados como peces, anfibios, reptiles,
aves y mamíferos son fósiles, sino además otras partes
de estos, como dientes, cuernos, garras, conchillas,
excrementos o regurgitaciones. También las plantas
logran fosilizarse, es así que llegan a nuestros días,
restos de piñas, troncos, ramas, frutos secos, granos de
polen, semillas entre otros. No olvidemos de las huellas
o icnitas de actividad biológica, estructuras fosoriales,
impresiones, como marcas de las hojas y flores en la
tierra, inclusiones de seres vivos en ámbar o moldes de
sus cuerpos, que también forman parte del registro
fósil.
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Una parte del edificio del Museo de
Ciencias Naturales de Miramar, está destinado a las
salas de exhibición, mientras que otra parte está
destinado al Departamento Científico. Más allá de todos
los materiales y objetos que se encuentra en exhibición,
el Museo, cuenta con depósitos o repositorios para las
colecciones científicas locales de paleontología, que se
suman permanentemente a la institución, y que son
resguardadas para futuras muestras, pero principalmente
para estudio o investigaciones académicas, tanto
paracientíficos nacionales e internacionales. |
El Departamento Científico comprende
gabinetes y laboratorios donde trabajan científicos y
técnicos de nuestro Museo, de la Fundación Azara, de la
Universidad Maimónides y del Consejo Nacional de
Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), entre
otros.
Las colecciones se encuentran
constituidas principalmente por restos de grandes
mamíferos, aves, reptiles entre otros, que vivieron en
el Partido de General Alvarado en los últimos 4 millones
de años, que proceden de los afloramientos geológicos
marítimos de la zona. También se encuentran en las
colecciones materiales procedentes de distintas
provincias del país pertenecientes a otros tiempos
geológicos, y en menor medida, se conservan muestras
colectadas en otros países de Latinoamérica,
Norteamérica, Europa y del sector Antártico.
Bueno, pasamos a nombrar algunas de esas
“joyitas” que merecen ser conocidas de nuestro registro
fósil local, recuperadas por el personal de este museo,
como así también, por investigadores y técnicos que
trabajan asociados a esta prestigiosa institución.
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Sin dudas, las piezas de mayor
importancia, las conforman las únicas huellas fósiles
halladas en el mundo, pertenecientes a un tigre dientes
de sable, el cual, junto a investigadores del Museo
Argentino de Ciencias Naturales de Buenos Aires,
Fundación Azara y Conicet, bautizamos a la nueva
icnoespecie como Felipeda miramarensis, en honor
a nuestra ciudad, que proporciono mucha evidencia a la
paleontología de Argentina desde fines del siglo XIX.
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Estos rastros, fueron recuperados en sedimentos del
Pleistoceno, de unos 100 mil años, junto a las huellas
de otros animales como, los extintos ungulados
sudamericanos (Eumacrauchenichnus
patachonicus), roedores (Porcellusignum
conculcator), y aves (Aramayoichnus
rheae) de gran tamaño, que caminaron en una
antigua laguna que ya no existe, a metros del muelle de
pescadores en nuestra ciudad y en plena zona turística.
De este lugar, hemos recuperado además decenas de
fósiles de megafauna, animales extintos de más de una
tonelada de peso. Este hallazgo tan particular, fue el
que permitió la gestión para la creación del nuevo Museo
de Ciencias Naturales de Miramar a partir de las
colecciones reunidas hasta entonces en el ex Museo
Municipal.
Entre los grandes y curiosas formas de la
fauna originada en Sudamérica, recuperamos enormes
caparazones del genero Glyptodon, en 1993 y en
2005. Estos enormes armadillos sin bandas móviles,
totalmente acorazados, incluyendo cola y cráneo,
corresponden a enormes herbívoros que transitaban la
región. Ambos especímenes muy completos proceden de
sedimentos del Pleistoceno del Bosque del Vivero
Dunicola Florentino Ameghino, próximos a nuestro museo.
Estos animales de unos 3,5 metros de largo y más de una
tonelada de peso, son frecuentes, de cuya familia
tenemos numerosas muestras adicionales de distintas
partes del esqueleto.
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Otro representante de la megafauna
autóctona fue rescatado durante el mes de enero de 2004.
En una excavación en la que se extrajeron los restos
fósiles de un extinto perezoso gigante, cuya antigüedad
en estos terrenos se presume en unos 100 mil años. Las
tareas para recuperar los restos demandaron unas dos
semanas de arduo trabajo, en las que se lograron exhumar
los restos fósiles de dos esqueletos de Scelidotherium
leptocephalum, un gran mamífero de tres metros de
largo y una tonelada de peso. Este animal
realizaba enormes cuevas que utilizaba para
refugiarse. El mismo
fue encontrado asociado a su cría que tiene
aproximadamente 1, 3 metros de largo y se la encontró
debajo de la cabeza y la mano de que presumimos que era
su madre, algo totalmente inédito. La preservación fue
tan buena, que se pudieron recuperar los
huesos hioides, estructura base de la lengua. Además, cerca de la zona del campo de golf local,
encontramos una enorme paleocueva o madriguera
atribuible a estos animales. |
Esta cueva, tenía una
conexión tapada con la superficie, con una larga galería
de unos 20 metros y dos cámaras donde en paredes y
techos estaban marcadas las garras llamadas icnitas, las
cuales fueron recuperadas con moldes en cemento
instantáneo. Tuvimos el placer de caminar en una de
estas cámaras subterráneas, cuyo diámetro máximo era de
1,9 metros, y con una antigüedad de unos 20 mil años
antes del presente.
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Otra de nuestras joyitas, lo conforma un
cráneo y mandíbula de un ejemplar de caballo americano
extinto hallado a fines del verano de 2003, cuya
antigüedad se estima en unos 60.000 años. Hasta ese
momento, se lo habia clasificado por los especialistas
como Onohippidium, contemporáneo del Hippidion, otro
caballo fósil más conocido. Científicos españoles y
argentinos, determinaron, luego de revisar diversos
cráneos en todo el continente, y este en particular,
llegando a la conclusión en el año 2005. |
Se
trataría de un dimorfismo sexual (diferencias de formas
entre macho y hembra) de una misma especie, el Hippidion,
poseyendo el macho unas fosas frente a sus ojos que
probablemente alojaban una glándula que podría ser usada
para marcar su territorio, tal cual lo hacen los ciervos
y otros animales actuales, adaptados a suelos y climas
más duros que hoy en día. Se extinguieron hace unos 8000
años y se ha demostrado que los primeros seres humanos
que llegaron a la región bonaerense se alimentarán de
ellos. El cráneo en nuestra institución es uno de los
pocos que se conoce con estos caracteres.
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No todos los fósiles son de tamaño
grande, también hay otros muy curiosos, e incluso
totalmente escasos, como el extraño fósil atribuido a un
escarabajo que vivió en la región hace unos 10 mil años
antes del presente. Fue recuperado asociado al cráneo de
un perezoso gigante. En esa oportunidad, un trozo del
sedimento que era separado junto a los restos óseos del
megamamífero, se rompió en dos fragmentos, y en ambas
partes se divisaron las improntas con detalles
muy íntimos de la morfología del escarabajo.
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Solo se
preservó un molde de la estructura original, ya que los
sedimentos portadores de fósiles de la región pampeana
no conservan los restos blandos. El material estudiado
fue identificado como perteneciente a la familia de
escarabajos Tenebrionidae, del genero Scotobius s.p.
Son básicamente detritívoros, es decir, generalmente se
alimentan de sólidos permanentes, que provienen de la
descomposición de fuentes orgánicas (vegetales y
animales), lo cual indicaría la presencia del escarabajo
fósil en ese lugar. También hemos recuperado nidos de
escarabajos peloteros del Plioceno, con una antigüedad
de 3 millones de años atribuidos al icnogenero
Coprinisphaera, cuya estructura estaría hecha
originalmente de bosta de grandes herbívoros, hoy
desaparecidos.
Otra pieza de interés la conforma el
cráneo de una nueva especie de gliptodonte, un armadillo
extinto, presentado en 2014, el cual bautizamos junto a
investigadores del Conicet, UNMdP Y Museo de La Plata,
como Neosclerocalyptus castellanosi, en honor al
paleontólogo Alfredo Castellano, que exploro
notablemente toda la región. Este gliptodonte de unos 2
millones de años era herbívoro y peso unos 250
kilogramos, siendo este, uno de los más pequeños del
grupo para el Cuaternario sudamericano. La
particularidad de estos animales eran sus huesos
nasales, los cuales le daban un aspecto inflado a su
rostro y cuya función tendría que ver con algún tipo de
"acondicionamiento" del aire o posiblemente un adorno
atractivo para sus congéneres.
|
Posteriormente, otro el peculiar hallazgo
de restos parciales del esqueleto de un carnívoro prociónido que
vivió en la región pampeana bonaerense hace unos 3
millones de años, fueron recuperados y dados a conocer
en 2016. Encontrados en sedimentos pertenecientes al
interior de una crotovina (o madriguera prehistórica).
Los huesos fósiles entremezclados, y que pertenecieron a
un Cyonasua lutaria, estaba emparentado con los
coatíes y los mapaches actuales, pero de tamaño mayor y
extinto, se parecía a un canido de cola mucho más
larga. |
Cyonasua, guarda importancia en los
estudios paleogeograficos, ya que pertenece a la fauna
invasora, cuya estirpe evoluciono en Sudamérica desde el
Mioceno, es decir, hace 10 millones de años, siendo unos
de los primeros carnívoros placentarios que invadieron
el continente isla de Sudamérica, luego de un largo
proceso de aislamiento geográfico por más de 35 millones
de años. Además de este esqueleto, se recuperaron varios
coprolitos, es decir, fecas o excrementos fosilizados,
fácil de reconocer por su alto contenido de calcio,
huesos triturados en su interior y con una matriz
fosfática.
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Otra de las figuritas difíciles en el
registro paleontológico sudamericano, son los
marsupiales dientes de sable (sin ninguna relación con
Smilodon). El género Thylacosmilus típico
del Plioceno, se lo conoce principalmente por
restos aislados de cráneos, mandíbulas y piezas
dentarias. |
Hace
poco tiempo, se recuperaron restos fósiles del esqueleto
de lo que consideramos un
Thylacosmilidae
que se encuentra en estudio, y podría estar relacionado
a Thylacosmilus atrox. Fue encontrado en
sedimentos de 2,5 millones de años, cerca del campo de
golf de Miramar, lo que nos permitirá conocer mejor su
biología. Thylacosmilus llevaba unos largos y
afilados colmillos proyectados hacia abajo y adentro de
unos 15 centímetros, y su tamaño corporal era menor al
de un puma viviente.
Entre los raros gigantes, presentamos un
estudio que fue publicado en la revista especializada Neues
Jahrbuch für Geologie und Paläontologie - Abhandlungen de
Alemania, en donde investigadores de este museo, junto a
cientificos de la Fundación Azara, la Universidad
Maimónides, el Museo Argentino de Ciencias Naturales
Bernardino Rivadavia, el Centro de Investigaciones
Científicas y Transferencia de Tecnología a la
Producción de Entre Ríos, confirmaron la existencia de
una especie “enana” de Megaterio, llamada Megatherium
filholi. Esta especie fue descubierta por primera
vez por el Perito Francisco P. Moreno en el año 1888, y
desde entonces quedó olvidada por la mayoría de los
investigadores. Los ejemplares resguardados en nuestro
museo, confirma y revalida su existencia, la cual fue
dudosa desde entonces.
|
También hemos recuperado decenas de
muestras de roedores fósiles. Pero investigadores del
Museo de La Plata (MLP), Conicet y Fundación Azara,
dieron a conocer en 2019, el cráneo de una nueva especie
de rata espinosa extinta, la cual llamaron
Proclyodontomys dondasi. El descubrimiento se
produjo en los acantilados de la costa
atlántica, unos 30 kilómetros al sur de la
ciudad de Miramar. |
Se estima
que la nueva especie medía unos 20 centímetros y,
posiblemente, habría usado sus espinas para defenderse
de los depredadores. Se extinguió entre unos 500 y 400
mil años atrás. Este estudio permitió, además,
establecer que otra especie emparentada, Proclinodontomys
mordax, sobrevivió hasta al menos unos 10 mil años
atrás en el sur de Brasil.
No todos los restos que resguardamos son
de organismos continentales. En 2020, identificamos
junto a investigadores de la Fundación Azara, los
primeros restos fósiles bonaerenses de un Carcharodon
carcharias, es decir, un Tiburón blanco prehistórico
de unos 10 mil años antes del presente. Fueron hallados
casualmente por dos vecinos de la ciudad balnearia. El
tiburón blanco es la especie de pez más afamada por ser
uno de los depredadores marinos con una contextura
imponente y contar con un prontuario extenso de ataques
a seres humanos. Sin dudas es una de las especies más
grandes de tiburones, alcanzando los 6 metros de
longitud.
|
A su vez, un equipo interdisciplinario
que incluye investigadores del LACEV DEL Museo Argentino
de Ciencias Naturales, Fundación Azara, Museo de
Ciencias Naturales de Miramar, Centro de Geología de
Costas y Cuaternario de la UNMDP y el Laboratorio de
Paleontología de Vertebrados (CICYTTP) dieron a conocer
el hallazgo de un cráneo de megaterio juvenil de una
antigüedad que supera los tres millones y medio de años,
y seria junto a otros restos de Bolivia, los fósiles más
antiguos del genero Megatherium en el mundo.
|
El
megaterio, más bien conocido en sedimentos del
Pleistoceno, fue un enorme perezoso terrestre que
alcanzó los 5 metros de longitud y las 6 toneladas de
peso (comparable a los más grandes elefantes). Su hocico
era estrecho y tendría una larga lengua con la que
arrancaría las ramas vegetales que constituían su
alimento. De esta última versión, también conservamos
restos varios del esqueleto, incluyendo un gran cráneo.
Su extraña anatomía, grandes garras y tamaño descomunal
hacen del megaterio un animal misterioso, y como tal, ha
despertado curiosidad entre los investigadores.
|
Un grupo que rara vez se conserva en
estado fósil, lo conformas las aves, de las cuales
tenemos restos de diferentes especies, como aves de
terror, inambúes, ñandúes entre otras con representantes
vivientes y extintas. Entre los fosiles, aparte de
restos oseos, también conservamos cascaras de huevo y
regurgitaciones. |
En 2021, un equipo de investigadores
argentinos comunicó en la revista Journal of Vertebrate
Paleontology el hallazgo de nuevos teratornos en las
provincias argentinas de Buenos Aires y Santa Fe,
revelando detalles acerca de la evolución tardía de
estas aves en América del Sur. Se cree que los
teratornítidos se originaron en América del Sur ya que
sus restos más antiguos fueron hallados en yacimientos
con edades de entre 25 y 5 millones de años ubicados en
Brasil y Argentina. Luego de este periodo de tiempo los
teratornos desaparecen del registro fósil sudamericano,
pero se vuelven notablemente abundantes y diversos en
América del Norte hasta su extinción al final del
Pleistoceno, unos 12 mil años atrás. El equipo halló
nuevos restos, uno dentro de la proyectada Reserva
Natural Centinela del Mar, próxima a Mar del Sud y
Miramar. El estudio comparativo de los restos sugiere
que podría tratarse de una nueva especie afín al
norteamericano Teratornis merriami, sin embargo,
su confirmación requiere de restos más completos.Teratornis tenía
una envergadura alar de 4 metros, una altura de 80
centímetros y unos 15 kilogramos de peso.
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Por último, citamos el interesante resto
fósil que fue presentado en la revista Ameghiniana a la
comunidad científica internacional, y fue atribuido a un
vampiro extinto del Pleistoceno, de tamaño mayor a los
conocidos hasta el presente, en las inmediaciones del
arroyo La Ballenera, a unos 10 kilómetros de Miramar,
por parte de investigadores de la UNMDP, Conicet y Museo
de Ciencias Naturales Pachamama.
|
Los vampiros en la
actualidad, son mamíferos que solo viven solo en
América, perteneciente a la familia de los desmodóntidos,
conocidos por alimentarse de sangre de animales, o sea,
son hematófagos. Son la única familia de murciélagos en
el mundo, que despierta curiosidad a partir de las
leyendas de las Transailvania y su espeluznante conde
Drácula. La rama mandibular del vampiro fue identificada
como Desmodus draculae, especie encontrada por
primera vez en Venezuela en 1988, la cual, alude al
fantasmal personaje de ficción. Vivió en el Cuaternario
de América, y tuvo un tamaño 30 % mayor que el actual
vampiro común (Desmodus rotundus). Lo que indica
este nuevo resto fósil, y otros materiales en varios
puntos de Sudamérica, es que Desmodus draculae,
fue el último de los grandes mamíferos voladores, y se
extinguió durante la época colonial, en 1820
aproximadamente.
Terminamos este recorrido para conmemorar
el Día del Fósil, con nuestras joyitas paleontológicas,
dejando afuera varios centenares de especímenes que
merecían seguramente ser mostrados o nombrados, y que
conforman nuestro patrimonio paleontológico y cultural.
Tarea difícil el de seleccionar, pues, hay gustos para
todos. Pero este es el resultado del compromiso del
personal de nuestro museo, de las instituciones e
investigadores que confían en nuestra tarea y conforman
equipos de exploración y estudio en conjunto.
Recordamos que todos los fósiles y
yacimientos están protegidos por la ley 25.743/03 y por
la ordenanza municipal 248/88 donde el estado provincial
(a través del Centro de Registro del Patrimonio
Arqueológico y Paleontológico) tiene jurisdicción ante
estos temas de recuperación de fósiles. Los fósiles son
patrimonio de todos, y resultan materia de fascinación
para los visitantes de los Museos y una fuente de
constante de información para conocer el pasado de
nuestra región. Es sumamente importante preservarlos
entre todos.
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Santiago Brizuela and Daniel A. Tassara "New
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from the Late Pleistocene of Argentina," Ameghiniana
58(2), 169-176, (30 April 2021).
El Tiburón de Miramar.
El único ataque registrado en Argentina. Según la prensa de la
época.
Por
Mariano Magnussen Saffer. Boletín del Museo Municipal Punta Hermengo.
Diciembre de 2006.
marianomagnussen@yahoo.com.ar
El litoral marítimo bonaerense, en la actualidad viven unas treinta
especies de tiburones, pero tal vez, una de ellas despierta la
curiosidad y la alarmante fantasía sobre su presencia. El tiburón
Blanco (Carcharodon carcharias) una especie de pez
cartilaginoso de la familia Lamnidae, que se encuentra en las aguas
cálidas y templadas de casi todos los océanos, aunque su presencia
en las costas de Argentina, ha tenido largos debates. Pero
popularmente, no podemos dejar de asociarlo con la famosa película
“Tiburon” de 1975. La película está basada en la novela
homónima (1974) del escritor estadounidense Peter Benchley, que se
inspira vagamente en un suceso histórico, como fue la muerte de
cuatro personas y la mutilación de otra, causadas durante la ola de
ataques de un tiburón de Nueva Jersey de 1916.
El Tiburón Blanco durante su ataque, abre sus
mandibular a tal punto que la forma de la cabeza se deforma, pues
la mandíbula se proyecta, y se cierran luego con una fuerza 300
veces superior a la de una mandíbula humana. La longitud más
frecuente entre los tiburones blancos adultos es de 4 a 5,5 metros
(siendo los machos menores que las hembras), aunque se han citado
casos de individuos excepcionales que superaban ampliamente esas
medidas.
La mañana del 22 de Enero
de 1954 se
presentaba clara, con un cielo limpio y un sol que calentaba la
arena desde las primeras horas. La playa se fue poblando poco a
poco, los niños corrían por la orilla de la playa. Todo indicaba que
seria un día normal.
Ángel Fulco, el bañista del
Balneario Gallina, había llegado temprano. Al medio día el calor era
insoportable. El viento había calmado y el mar parecía un lago de
aguas quietas y azules.
|
A la una de la tarde, Fulco bajo
la bandera celeste y izo la roja. La prohibición de entrar al agua
seguiría hasta que los turistas volvieran del almuerzo. Instantes después el joven
Alfredo Aubone pasó por su lado y le comento a Fulco: “Don Ángel voy
a nadar un rato” Fulco se quedo tranquilo. Sabia que Alfredo era un
gran nadador y lo conocía desde hacia muchos años. |
Alfredo no iba solo, Guillermo y
José Maria, sus dos amigos, iban a nadar con el. Fulco observo a los
jóvenes metiéndose al agua. Realizo una observación general y se
concentro en su almuerzo. Los jóvenes comenzaron a nadar, se
sumergían y movían la arena del fondo, jugaban entre si y se
divertían.
Pronto llegaron a unos 70 metros
de la orilla y no había más de dos metros de profundidad. Alfredo,
que era el mejor nadador de los tres, se relajo y comenzó a hacer la
plancha, mientras que Guillermo y José Maria seguían nadando a su
alrededor y manteniendo el flote.
Minutos después, Guillermo
estaba frente a Alfredo. José Maria, algo fatigado decidió volver a
la orilla. Guillermo lo vio primero. Señalo que era una sombra gris
que avanzaba a gran velocidad casi sobre la superficie del agua, y
de pronto su amigo Alfredo en menos de un segundo se sumergió
abruptamente. El pánico fue tremendo. Guillermo conmocionado no
podía mover las piernas, a duras penas comenzó a nadar hacia la
costa.
Alfredo sintió el primer tirón
en el hombro derecho, algo lo sumergió y lo llevaba hacia el fondo y
lo golpeaba fuertemente sobre el piso de arena. Sintió una gran
puntada y trago agua. No tenía aire y se ahogaba. De pronto la
presión aflojo y pudo llegar a la superficie. Sus pulmones se
llenaron de oxigeno e intento mover sus brazos para nadar y no pudo,
estaban totalmente desgarrados, le faltaban grandes partes de carne
y su sangre se ponía negra al mezclarse con el agua.
Ángel Fulco y Alfredo
Aubone, años después del ataque. Nótese las importantes
cicatrices en las piernas del joven. (Archivo de la Revista
Gente y MPH). |
Braceo con su brazo izquierdo hacia la
orilla y pocos segundos después, la misma punta y la gran
fuerza lo sumergí nuevamente de sus piernas. Sintió como los
filosos dientes desgarraban su pierna izquierda, poco a
poco. No vio, ni tampoco imagina que criatura estaba
destrozando su cuerpo. Golpeo dos o tres veces mas sobre el
fondo arenoso, y la criatura se adueño de su pierna.
Alfredo logra llegar otra vez a la
superficie, rodeado de una gran mancha de sangre, y comienza
a gritar “Socorro….por favor….Socorro”. Fulco escucho,
corrió hacia la orilla y Guillermo gritaba “ Es un tiburón
….. se lo esta comiendo un tiburón”.
Fulco nada rápidamente hacia el joven,
levanta la cabeza y observa a Alfredo sobre una gran mancha
negra. Pensó que eran algas y que estaba enredado. Y de
repente, otra vez un ataque, pero en la pierna derecha.
Ahora Fulco claramente pudo ver que pasaba. Se dio cuenta
que era un gran tiburón. Y otra vez, Alfredo se hunde
rápidamente pero no golpea con el fondo. Instintivamente
Alfredo quiso desprender su pierna de los dientes del
tiburón, estaba desgarrada desde la rodilla hasta el talón,
no soporto la presión del dolor y pego un gran grito que se
escucho claramente desde la orilla. |
Cuando Fulco logro llegar hasta
a Alfredo, pensó que todo estaba perdido. Es un tiburón, grito Fulco.
El tiburón paso nuevamente por al lado de las dos personas, pero no
ataco. Paso dejando una estela en el agua hasta que desapareció.
Fulco temía una envestida del animal desde abajo, dentro de su
desesperación, tomo al joven Alfredo de su cintura, le coloco el
salvavidas y de apoco ganaron la orilla.
Alguien había colocado una lona
sobre la arena. Allí reposo Alfredo mientras sangraba gravemente. Su
brazo literalmente colgaba de su cuerpo, y se podía observar los
huesos de su pierna, prácticamente no tenia músculos.
|
Alguien había colocado una lona
sobre la arena. Allí reposo Alfredo mientras sangraba gravemente. Su
brazo literalmente colgaba de su cuerpo, y se podía observar los
huesos de su pierna, prácticamente no tenia músculos. Lo trasladaron al hospital de
Miramar, y el joven Alfredo Aubone de 18 años luchaba por su vida en
el quirófano, las operaciones duraron muchas horas. Todos opinaban
del ataque del tiburón, nunca había pasado en Argentina algo así. |
La noticia apareció rápidamente
en todos los medios de comunicación. Fue la primera plana de
“Critica”, quien titulo “ EN BRAVA LUCHA CON UN TIBURON, UN JOVEN
BAÑISTA ENFRENTO LA MUERTE”, y el diario “La Razón” hizo eco de la
noticia y publico al día siguiente” IMPRESIONANTE EPISODIO EN
MIRAMAR: UN BAÑISTA FUE ACOMETIDO POR UN TIBURON”, y siguió en todos
los medios de la época durante todo un mes, era la primera vez que
sucedía un hecho de estas características.
|
Fulco declaro a los medios de la
época que en el momento del ataque pudo ver claramente que era un
tiburón, ya que se hallaba a solo un metro de el, calculo luego que
pesaría mas de 150 kilos, y agrego, “al otro día lo pudimos ver en
la misma zona, fuimos muchos los testigos en ese momento”, Algunos
especialistas piensan que el tiburón blanco, llego persiguiendo
algún barco pesquero (comportamiento normal del animal)
alimentándose de los desechos, se perdió y se desoriento”. Durante
os siguientes días nadie ingreso al mar, no siquiera en las ciudades
vecinas.
|
Algún tiempo después, cuando
Alfredo Aubone llego al hospital de Stanford, en Los Ángeles, para
terminar sus largas curaciones, llevo un diente que había sido
retirado de su pierna, fue entregado a Walter Follet, director de la
Academia de Ciencias del Estado de California, lo examino y dio su
veredicto.
La noticia del tiburón miramarense apareció rápidamente en todos los
medios de comunicación. Como toda gran historia, había algo de
exageración, mitos y realidad. Los años se encargaron de modificar
las cosas. Muchos tenían dudas de que se tratara de un tiburón, e
incluso de un animal, y se tejieron varias hipótesis. Pero cuando se
supo la verdad mucho tiempo después, ya no era noticia en los
medios.
La conclusión fue
que se trataba del comúnmente llamado “Tiburón Blanco”. Si
bien solo hay unos pocos registros de esta especie en las costas de
Argentina, se supo que una semana antes del ataque, un barco
portaaviones norteamericano arribo al puerto de Mar del Plata y
posiblemente el tiburón siguió la estela de agua calida que deja el
buque, y además se aseguraba su alimento del desperdicio del barco,
aunque esta teoría es bastante descabellada.
|
El escualo que atacó a Aubone en Miramar, fue un gran tiburón blanco
de unos cinco metros. Se determinó con precisión porque científicos
norteamericanos estudiaron un enorme diente que los cirujanos
recuperaron de las profundas heridas que suturaron, como así lo
demuestran los documentos a los que tuvimos acceso de la Marina
Argentina, del
Museum of Natural History United States-National Museum Smithosonian
Institution Washington.y
certificación medica archivada, que indican además que Aubone
recibió 250 puntos de sutura.
<<<Descargar
gratis:
El tiburón Blanco en Miramar. Registros paleontológicos,
arqueológicos e históricos. Aquí encontraras todos los datos
históricos sobre este tiburón en la costa de Miramar. |
El joven atacado por el Tiburón Blanco se recuperó, regreso
sorpresivamente a Miramar en varias oportunidades, y volvió a nadar,
convirtiéndose en una leyenda viviente. Alfredo Aubone, años más
tarde, por razones personales dejó la Argentina. Se estableció en
Bolivia hasta su muerte, al parecer, a principios de los noventa.
Bibliografía consultada:
Magnussen Saffer, Mariano. (2006). El Tiburón de
Miramar. El único ataque registrado en Argentina. Según la prensa de
la época. Boletín de divulgación del Museo Municipal Punta Hermengo
de Miramar. (Sec. His) Publicación 13.
Magnussen Saffer, Mariano y Boh, Daniel.
(2005). Rarezas Marinas en las Costas Miramarenses.
Museo Municipal de Ciencias Naturales Punta Hermengo de Miramar,
Prov. Buenos Aires, Argentina. Publicación 18.
Revista Gente “¿Se
acuerda del tiburón que apareció en Miramar”. 11 de diciembre de
1975
Registro de ataque de tiburón blanco en Argentina del
Museum of Natural History United States-National Museum Smithosonian
Institution Washington.
Los carpinchos ya estaban
presentes en el Plioceno de Miramar.
Por
Mariano Magnussen. Laboratorio Paleontológico del Museo
de Ciencias Naturales de Miramar y Fundación Azara.
marianomagnussen@yahoo.com.ar
. Ilustraciones Daniel Boh. Tomado de;
Mariano Magnussen Saffer, 2022. Los
carpinchos ya estaban presentes en el Plioceno de Miramar. Paleo, Revista Argentina de
Divulgación Paleontológica. Año XV. Número 151. 38-42.
La “carpinchomania” generada
en 2021, debido a los reclamos por la “invasión” en la
zona de nordelta de este simpático roedor, aprovechamos
para contarles que, en la localidad bonaerense de
Miramar, se han recuperado en varias oportunidades,
restos fósiles de estos animales, que atestiguan su
remoto reinado.
En la actualidad, el
carpincho de la especie Hydrochoerus hydrochaeris,
es el roedor más grande del mundo, y pertenece, a la
subfamilia Hydrochoeridae, según recientes estudios
genéticos. En otros tiempos geológicos estuvo
representado por verdaderos gigantes, hasta llegar a la
versión que conocemos, y que tanta polémica
protagonizaron en los medios de comunicación y redes
sociales en los últimos días.
|
En el Museo de
Ciencias Naturales de Miramar, se exhiben y
resguardan en las colecciones científicas,
varias piezas de los últimos 3,5 millones de
años antes del presente.
Se trata de
Phugatherium novum, una versión
primitiva de los actuales carpinchos o
capibaras, pero de tamaño mayor, con una talla
comparable a la de un tapir asiático. |
Sus primeros restos
corresponden al Mioceno, hace 9 millones de años, hasta
el Plioceno, hace 3 millones de años, momento en que se
extinguió. Para entonces, Sudamérica se unía a
Norteamérica, provocando el intercambio faunistico entre
ambos hemisferios, sumado al cambio de las corrientes
marinas y el enfriamiento continental a nivel global.
Además, la caída de un asteroide en la zona próxima a
Chapadmalal, provoco una lluvia de sedimento fundido en
toda la región y grandes incendios, y la explosión de
una supernova, habrían influenciado dramáticamente sobre
muchos grupos faunísticos autóctonos o primitivos
invasores.
El cráneo de
Phugatherium refleja un rostro alargado y
estrecho. La longitud del cráneo es la doble a la
atribuida al carpincho actual, superando fácilmente los
50 centímetros.
|
Su
fémur y humero, guardan la misma relación en su
longitud con el género actual, pero el ulna o
cubito, radio, tibia, peroné y demás huesos de
las patas, son mucho más desarrollados y largos
que sus representantes actuales, por lo cual Phugatherium,
parecía un carpincho de patas largas, lo que
morfológicamente concuerda con mamíferos
corredores, y con un peso superior a los 200
kilos, mientras que el carpincho actual, llega a
los 65 kilogramos. |
Su dentición está conformada
por incisivos desarrollados y largos, y una serie
molariforme laminada, demostrando gran diferencia entre
ejemplares adultos y juveniles, lo que llego a confundir
durante décadas a los científicos, conformando, géneros
y especies nuevas que terminaron siendo la misma. Su
alimentación estaría basada principalmente de vegetales
que crecían en las inmediaciones de zonas pantanosas.
No sabemos muy bien cuando
apareció el género y especie viviente, pero fue
inmediatamente luego de la desaparición del Phugatherium,
seguramente en el Pleistoceno temprano, hace unos dos
millones de años.
|
Además de encontrar restos óseos de la versión
más primitiva del Plioceno, hemos recuperado en
Miramar, huellas fósiles de un carpincho de 100
mil años antes del presente, llamado
Porcellusignum conculcator, en
sedimentos próximos al muelle de pescadores de
esta localidad balnearia, asociados al
Felipeda miramarensis, un diente de
sable que también dejo sus rastros en una laguna
que hoy en día ya no existe
<<<Huellas fósiles de carpinchos del Pleistoceno
junto a ñandues. |
Si bien, estos animales no
tienen la talla de sus antepasados prehistóricos
encontrados en varias regiones de Argentina y América,
no deja de ser un animal fascinante que invitamos a
descubrir y entender. La destrucción de su ambiente
natural en los humedales, con el fin de generar zonas de
pastoreo para bovinos, el relleno y ocupación para el
negocio inmobiliario, provoca el desplazamiento de
grandes poblaciones que no pueden encontrar alimento en
su propia naturaleza, invadiendo centros urbanos en
busca de cualquier planta, las cuales, muchas de ellas
no están en su dieta natural provocándoles distintas
patologías.
Estas poblaciones de
carpinchos han perdido por la destrucción de su hábitat,
a sus depredadores naturales, como zorros, pumas,
yaguaretés entre otros, un claro ejemplo del delicado
equilibrio ecológico que debemos respetar.
Bibliografía Sugerida:
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1981, Monografía Naturae, Nº
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Reig,
O.A. Nuevos datos descriptivos sobre Chapalmatherium novum
Amegh. Revista del Museo Municipal de Ciencias Naturales y
Tradicional de Mar del Plata, 1:105-117.
Reptiles y anfibios
fósiles encontrados en General Alvarado.
Por
Mariano Magnussen. Laboratorio Paleontológico del Museo
de Ciencias Naturales de Miramar . Fundación Azara. Laboratorio de
Anatomía Comparada y Evolución de los Vertebrados (Macn-Conicet)
marianomagnussen@yahoo.com.ar
.
Otros
animales pocos frecuentes en el registro fósil del
Plioceno y Pleistoceno, son los reptiles y anfibios.
Los Reptiles son animales vertebrados que se
caracterizan por su especial manera de andar, ya que se
desplazan arrastrando el vientre por el suelo. Su piel
está recubierta de escamas, o tienen caparazón, en el
caso de las tortugas.
Los reptiles se originaron a
partir de reptiliomorfos, un grupo de tetrápodos que
poseía características tanto de anfibio como de reptil,
durante el periodo Carbonífero, hace 290 millones de
años, diversificándose durante el Mesozoico.
|
Tienen circulación doble e incompleta por no
haber separación total entre la sangre arterial
y la venosa. Tienen dientes que cortan, pero no
mastican y en algunos casos son venenosos.
La temperatura del cuerpo es muy variable. Son
ovíparos. Todos tienen cuatro patas excepto las
serpientes. Su respiración es pulmonar. La
capacidad para controlar su temperatura
corporal, es una enorme ventaja para los
animales activos, por lo cual, son ectotérmicos,
y utilizan esta conducta para controlar la
temperatura del cuerpo. Para calentarse, se
tienden bajo el sol todo el día. |
Como ya se mencionó, el
registro de reptiles fósiles en la región pampeana es
escaso, a comparación de aves y mamíferos que suelen ser
más frecuentes. Igualmente, los reptiles mostraron una
interesante diversificación en los últimos 4 millones de
años antes del presente.
El género Salvator (=Tupinambis),
era el representante fósil del actual lagarto overo. Se
caracteriza por la diferenciación de sus dientes. Éstos
se especializan en incisivos, dientes con forma de
canino y otros aplanados semejantes a molares. Su
alimentación consistía en la caza de anfibios, gusanos y
otros reptiles, como así también, mamíferos de tamaño
reducido, como los cricetidos y algunos marsupiales. Sus
restos ocasionalmente aparecen articulados dentro de
antiguas paleocuevas realizadas por Salvator
o bien, excavadas por otros vertebrados y luego
invadidos por este último.
Los reptiles escamosos,
llamados Squamata, son el segundo grupo más numeroso de
vertebrados terrestres, con más de 8200 especies,
superados únicamente por las aves. En Miramar, se han
encontrado en varias oportunidades restos de
Tupinambis, conformado por cráneos, mandíbulas,
vértebras, falanges entre otros, atribuidos al Plioceno
local.
|
Pero aun, no
hemos encontrado restos del género durante el
Pleistoceno y Holoceno, aunque seguramente los
habrá. Hoy la distribución regional del lagarto
overo, se suscribe al sector más serrano, aunque
tenemos reportes aislados sobre la costa
atlántica. También se han encontrado restos de
otros pequeños lagartos en la localidad de
Centinela del Mar. |
Durante el Plioceno, se ha
registrado en nuestra zona, la culebra de dos cabezas, o
lagartija gusano. Por convergencia evolutiva,
superficialmente, parecidas a lombrices de tierra,
presentan claras adaptaciones al medio subterráneo, como
la capacidad de excavar y deslizarse plegando su piel
como un acordeón. Su cabeza maciza, de ojos atrofiados,
no se distingue del extremo opuesto del cuerpo, es por
ello, que algunos las conocen como viboritas ciegas. Son
capaces de desplazarse tanto en dirección de la cola
como de la cabeza.
Las especies de Amphisbaena viven
la mayor parte de su vida enterradas, excavando túneles
con el propósito de conseguir su alimento. Restos
fósiles de Amphisbaena sp. fueron
identificados en sedimentos del Plioceno temprano -
medio, cerca de la ciudad de Miramar, representando
hasta el momento, el más antiguo registro del grupo en
América del Sur para un Amphisbaenia.
También había serpientes,
como Lystrophis (=Xenodon), un género de
la familia Dipsadidae. Incluye doce especies que se
distribuyen por el sur de América del Norte, América
Central, y Sudamérica. Seguramente, al igual que sus
representantes actuales, era diurna, de hábitos
terrestres, que se alimentaba de escuercitos, sapos y
renacuajos, principalmente de los géneros
Odontophrynus, Rhinella y Leptodactylus,
que también aparecen en el registro fósil regional.
|
En la
actualidad, las especies del género Lystrophis
(=Xenodon), se alimentan de sapos, cuyo
mecanismo de defensa, es inflar sus pulmones
para evitar ser capturados. Sin embargo, este
género de serpientes se ha especializado para
atraparlos con éxito, ya que, la serpiente
desplaza al sapo con sus dientes anteriores,
permitiendo que los incisivos penetren en el
sapo, desinflando sus pulmones para poder
engullirlo. |
Seguramente, este tipo de
estrategia alimentaría llevo un largo proceso evolutivo
y adaptativo. De esta última, se han encontrado restos
en la zona, atribuibles al Plioceno superior, unos 2,5
millones de años, y también en refugios rocosos
utilizados por humanos, como en la Cueva Tixi, con una
antigüedad no superior a los 11 mil años antes del
presente.
En cambio, la fauna de
anfibios de América del Sur está dominada por los
anuros. Estos Anfibios, son animales vertebrados que se
caracterizan por tener su piel desnuda, sin escamas y
tienen metamorfosis, es decir, cuando nacen viven en el
agua, respiran por branquias y no tienen patas, sólo una
larga cola que les sirve para nadar. Cuando son adultos
respiran por pulmones y tienen cuatro patas con membrana
interdigital y algunos tienen colas. Los anfibios
adultos viven en el agua y en la tierra.
Los datos paleontológicos
indican que al menos en el Jurásico Temprano los linajes
representados por anuros, salamandras y cecilias estaban
diferenciados. Los arqueobatracios, incluye la casi
totalidad de las especies vivientes, los neobatracios.
Entre los primeros, se registran en el Jurásico Superior
son los pipoideos y los discoglosoideos. En el Cretácico
Superior, hace 70 millones de años se encuentran los
pelobátidos.
|
A nivel local,
tenemos registrado fósiles del escuerzo extinto
Ceratophrys ameghinorum, que tenía
una cabeza ancha e hidrodinámica como la de un
animal nadador y cubierta por ásperas molduras
óseas. Sus mandíbulas eran anchas y semi-circular
provistas de una hilera de pequeños dientecillos
aserrados, portando 48 dientes maxilares,
mientras que la mandíbula inferior carecía de
estos, pero poseía un borde muy afilado en forma
de pico. |
Excavaban cuevas en el suelo
utilizando unos tubérculos córneos de bordes afilados
que poseen en las patas posteriores. Es probable que
este raro animal se moviera torpemente en tierra firme,
pero en el agua se movía rápidamente y con astucia para
capturar pequeñas aves, mamíferos, insectos, peces e
incluso miembros juveniles de su misma especie.
Durante el Pleistoceno, se
han recuperado restos que corresponden a las llamadas
“Ranas de Uñas” una familia (Pipidae) de anuros
totalmente acuáticos y muy primitivos, cuyos
representantes actuales viven en las zonas tropicales de
América del Sur y África, por ello se los considera como
indicadores paleoambientales y paleoclimaticos durante
el Pleistoceno de la región pampeana. Seguramente
compartieron los cuerpos de agua con enormes mamíferos
ya extintos, en el área del hallazgo, en la localidad de
Centinela del Mar.
Bibliografía sugerida
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