Mastodontes, los elefantes extintos de
América del Sur.
Por Mariano
Magnussen Saffer, Integrante del Museo Municipal
Punta Hermengo de Miramar, Provincia de Buenos
Aires, Republica Argentina. Publicado en Paleo -
Revista Argentina de Paleontología. Ilustraciones de Daniel
Boh.
marianomagnussen@yahoo.com.ar
Entre los extraordinarios animales que
emigraron a nuestro continente proveniente del norte, hace
unos 2,5 millones de años, el Mastodonte fue seguramente uno
de los más impresionantes. Con solo pensar que grandes
manadas de elefantes deambulaban por nuestras tierras hasta
hace unos milenos atrás es fascinante.
Los primeros hallazgos de estos animales en
nuestro país datan del siglo XVIII y se llegó a creer que
algunos podrían ser de personas gigantes que desaparecieron
antes del “Diluvio Universal”. La particularidad de los
huesos de los elefantes es que si se arman de cierta manera,
se parecen a los de seres humanos, pero de gran tamaño.
El Mastodonte pampeano (Notiomastodon) pertenece
a la familia Gomphotheriidae, un grupo de animales
relacionados de forma distante con los mamut y elefantes
modernos. Notiomastodon parece haber tenido
un linaje de 4 millones de años ,divergiendo del clado que
contiene a Rhynchotherium y Cuvieronius alrededor
del Mioceno tardío. Esto implicaría que Notiomastodon había
evolucionado en el sur de América Central, pero esto genera
aun numerosos debates
|
También genera discusión entre los
especialistas la denominación Notiomastodon o Stegomastodon ya
que, independientemente del género, la mayoría de
los autores considera que la especie es sinónimo de Haplomastodon.
Pero la ausencia de buenos restos fósiles en América
del Norte, plantean algunas dudas.
<<<
Aspecto de Notiomastodon (Stegomastodon)
platensis. Por Daniel Boh |
Llegó a Sudamérica durante el Gran
Intercambio Biótico Americano. Esta migración hacia el sur
la hizo a través de la ruta oriental y por las áreas
costeras del mar Caribe. Ya en Sudamérica se dispersó por
altitudes más bajas, y se adaptó mejor a las condiciones
climáticas cálidas o templado-cálidas. Inicialmente
herbívoro mixto, evolucionó hacia una dieta basada
principalmente en hojas.
Los proboscidianos en América del Sur fueron
descritos por primera vez por Georges Cuvier en 1806, pero
no pudo darles nombres específicos más allá de "Mastodonte"
que significa “dientes con forma de mama”.
Notiomastodon, que significa “mastodonte del sur"
fue nombrado por Cabrera (1929).
La especie fue descrita originalmente
por Florentino Ameghino en el año 1888. El holotipo fue
depositado en el Museo de La Plata. Se trata de una defensa
de un ejemplar adulto, proveniente de las barrancas de San
Nicolás de los Arroyos, en las costas del río Paraná, en el
nordeste de la provincia de Buenos Aires
Gran parte de Argentina se encuentran los
fósiles tribuidos a Notiomastodon platensis.
Su distribución más austral para los elefantes sudamericanos
parece no ir más abajo del área de Bahía Blanca, lo que
indicaría que el frío no era del gusto de estos animales,
dato que nos podría indicar que no tendría tanto pelo como
el mamut.
|
La altura de Notiomastodon
platensis llegaba a los 4 metros, y su peso
a los 7500 kilogramos, estimado aparir de fosiles
extremdamente bien preservados en Colombia.
Su cráneo es alto y corto de forma elefantoidea,
poco deprimido. Sus defensas son largas,
relativamente finas, ligeramente espiraladas en los
machos y rectilíneas en las hembras, sin bandas de
esmalte.
<<<Mandibula inferior de
Notiomastodon. |
También existió otro género de Mastodonte que
llegó a Sudamérica, el Cuvieronius (Cuvieronius hyodon).
Era de menor tamaño y siguió la ruta de la Cordillera de los
Andes, por lo que solamente sus restos se encuentran en
países como Bolivia, Chile y parte norte – cuyo de
Argentina. Los colmillos eran particulares ya que estaban
ligeramente torcidos en forma helicoidal (como un tornillo).
La región pampeana es una de las más ricas en
mamíferos extinguidos y sigue aportando especímenes para que
puedan ser estudiados y admirados. Justamente, en la
localidad de Pehuén Có existe un sitio con huellas de
diversos animales extinguidos, entre ellas las de
Notiomastodon.
En nuestra región se han hallado varios
restos de Mastodonte, en su mayoría al sur de la localidad
de Mar del Sud. En el Museo de Ciencias Naturales de nuestra
localidad hay restos de colmillos, miembros y partes del
cráneo. También un molar fue hallado en la zona ubicada
entre el muelle y el vivero. Por otra parte se nos ha
referido que, en los años 60 se habían hallado colmillos en
el mismo lugar, los cuales lamentablemente se han perdido.
También hay otros registros históricos que
señalan el hallazgo de restos fósiles de Mastodontes en
Miramar.
Se han protagonizado descubrimientos muy
notables, como los realizados por Carlos Ameghino en 1913 y
luego Kraglievich en 1928.
Al igual que otros mamíferos aloctonos y
autóctonos, los elefantes sudamericanos o notiomastodontes
se extinguieron a finales del Pleistoceno. Los fósiles más
recientes y datados con carbono 14, dieron un resultado de
15 mil años de antigüedad.
Bibliografía sugerida;
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79-108.
Un escarabajo
sobreviviendo entre gigantes prehistóricos.
Por Mariano
Magnussen. Integrante de Grupo Paleo, Museo de Ciencias
Naturales de Miramar.
Fundacion Azara.
Paleo, Revista Argentina de Paleontología. Boletín
Paleontológico.
marianomagnussen@yahoo.com.ar Ilustración del
Paleoartista Daniel Boh.
La región
pampeana argentina, es ampliamente conocida en forma mundial
por la diversidad en restos fósiles de vertebrados de fines
del Plioceno y Pleistoceno, desde grandes criaturas, y otros
tan minúsculos como los de un pequeño roedor.
Si bien gran
parte de la región pampeana los restos fósiles de grandes
bestias
como el Megatherium (de 4,4 metros de altura y
el peso superior de un elefante moderno) y pequeños
vertebrados como Calomys (una
pequeña laucha) abundan a lo largo de los sedimentos del litoral marítimo
(mamíferos, aves, reptiles, anfibios, peces y otros). Esto
se debe a que característicamente los vertebrados están
constituidos por un esqueleto óseo interno más resistente al
tiempo y a otros agentes, compuesto por minerales,
principalmente fosfato cálcico, lo cual favorece
la preservación de sus vestigios en el registro fósil. Otros
son tan infrecuentes como los insectos y los vegetales, al
menos, en nuestra región.
Durante las III
Jornadas Regionales del Centro en la ciudad de Olavarría se
presentó un interesante trabajo titulado “Primer registro de
un Tenebrionidae (Arthropoda, Coleoptera) asociado a restos
del cráneo de un Mylodontidae (Mammalia, Xenarthra), en el
Pleistoceno Superior de Punta Hermengo, Miramar, Provincia
de Buenos Aires, República Argentina”, donde se da a conocer
el icnofosil de un escarabajo que vivió hace miles de años.
|
En
algunos casos excepcionales, se logra identificar
moldes de algunas partes de un organismo
invertebrado. Los moldes se forman tiempo después
del que el organismo se incorpore en el sedimento,
perdiendo todo contacto con el exterior, cuando las
bacterias y otros organismos del suelo acumulan
minerales. Al desintegrarse las partes orgánicas, y
estas paredes revestidas de minerales se rellenan de
sedimento o solamente quedan totalmente huecas,
preservando la forma original, e incluso, detalles
muy íntimos de la estructura. |
Durante el
Cenozoico, el número de géneros de escarabajos con
representantes actuales fue aumentando paulatinamente. Así,
en el ámbar báltico del Eoceno, más de la mitad de los
géneros registrados han sobrevivido hasta la actualidad, y en
el Mioceno la mayoría de los géneros aun tienen
representantes vivientes. Los fósiles del Cuaternario
son en su mayoría perfectamente adjudicables a especies
actuales y prácticamente no se conocen extinciones o
especiaciones durante este período, pero sí grandes cambios
en la distribución geográfica de muchas especies en
consonancia con los cambios climáticos.
En diciembre de
2002, se recuperó la mandíbula y parte del cráneo de un Scelidotherium
leptocephalum, un perezoso gigante extinto de unos
3,5 metros de largo y de una tonelada de peso, por debajo de
sedimentos lacustres de la localidad fosilífera de Punta
Hermengo, sobre la zona sur de la ciudad de Miramar,
históricamente conocida por el aporte de material
paleontológico de vertebrados del Pleistoceno
medio-superior.
Cuando el
personal del Museo Municipal de Miramar se encontraba en las
tareas de limpieza del cráneo, se retiró un fragmento de
sedimento, que al quebrarse expuso dos moldes negativos de
un individuo coleóptero.
|
La presencia de Scelidotherium
leptocephalum es un buen referente estratigráfico y
cronológico, por lo cual, lo consideramos como un espécimen
fundamental para conocer la antigüedad de los terrenos donde
se recuperó el escarabajo. Se pudo reconocer en dos
fragmentos de sedimentos que se unían a la perfección, los
moldes de los elitros por un lado, y los ventritos por otro,
de este curioso escarabajo. El molde natural del animal seguramente se
formó poco tiempo después de la muerte del coleóptero. |
Debido a la
ausencia de la cabeza y patas del mismo y de las condiciones
tafonomicas observadas, en el molde solo se conservaron los
restos que fueron sepultados. La exposición del cráneo del
perezoso gigante a la intemperie durante un buen
tiempo, podría ser un indicador de que ambos organismos
estuvieron a la intemperie antes de ser cubiertos por
sedimentos.
Luego de varias
comparaciones y consultas bibliografías, se determinó que el
coleóptero pertenece a la Familia: Tenebrionidae (Latreille,
1802). Luego en el laboratorio se pudo comprobar que se
trataba de un ejemplar de un escarabajo del género Scotobius,
los cuales existen actualmente y se los llama comúnmente
“viejitas”, siendo posible hallarlos en primavera – verano
en esta zona.
Los
Tenebrionidae, en la actualidad, es una gran familia de
coleópteros, conocida por unas veinte mil especies
descritas. Su tamaño oscila entre 1 y 80 mm; son
predominantemente de coloraciones oscuras, de donde deriva
su nombre. Son básicamente detritívoros, ósea, se alimentan
de los desechos tardíos en descomposición de un cadáver,
como cuero pegado en los huesos, tendones etc, y
especialmente diversos en ambientes esteparios y desérticos.
Los detritívoros constituyen una parte importante de los
ecosistemas porque contribuyen a la descomposición y al
reciclado de los nutrientes
|
Tenebrionidae es
una familia con gran diversificación cuyos miembros podrían
ser mal identificados dentro de otros grupos de Coleoptera,
incluyendo familias tan distantemente relacionadas como
Carabidae y Curculionidae. Como son definidos hoy en día,
los Tenebrionidae incluyen a los antes Alleculidae,
Lagriidae y Nilionidae. Según los datos obtenidos en
estudios comparativos, se determina que el molde
recuperado junto a los restos del cráneo y mandíbula
de un Mylodontidae corresponde a un escarabajo coleóptero de
la familia Tenebrionidae cuya presencia en la región es
conocida en la actualidad. |
Por ahora, no se
ha identificado correctamente la especie del mismo,
cuyos estudios y observaciones se harán en un futuro
próximo, debido a la pobreza del registro fósil en la región
pampeana argentina sobre la presencia de vestigios fósiles
al respecto, y cuyo organismo es un indicador importante en
aspectos paleobiologicos y paleoclimaticos.
Lo que se puede
especular sobre estos dos organismos, es que el escarabajo Tenebrionidae podría
haberse alimentado de los restos de materia orgánica
del perezoso gigante, siendo los datos aquí reunidos,
congruentes con los antecedentes disponibles sobre esta
familia de coleópteros y el primer registro en su tipo sobre
la asociación faunistica durante el Pleistoceno.
No siempre es
posible que se conserven los moldes de los insectos, ya que
en sí, es un hecho bastante raro. Es más común observar la
actividad de ellos como en el caso de las hormigas, las
cuales provocan grandes cambios en el terreno en donde
nidifican y en varios sitios de nuestro distrito se los
puede ver si se tiene la paciencia necesaria, y se sabe
reconocer el aspecto de las galerías. Se han hecho estudios
sobre los mismos llegando a determinar la especie a la que
perteneció, siendo por ejemplo un importante dato a tener en
cuenta para descubrir de manera aproximada el tipo de clima
de ese momento.
|
Los mismos
fueron realizados por el técnico José Laza del Museo
Argentino de Ciencias Naturales, quien desarrolló los
métodos para identificar los antiguos nidos. De esta manera
se ha podido comprobar, al combinarlos con otros indicadores
ya estudiados, la variación climática durante millones de
año. Gracias a este trabajo es posible reconocer, que
hormigas de las zonas más cálidas se habrían desarrollado en
nuestra región, además de la presencia de termitas y sus
nidos. En cambio durante los períodos más fríos, tanto la
fauna de mamíferos e insectos eran de origen patagónico, lo
que nos indica una gran variación en las condiciones
climáticas. |
Por otra parte,
a principios del siglo XX, los hermanos Carlos y Florentino
Ameghino, habían hallado restos de animales fósiles, los
cuales mostraban indicios de haber sido tapados muy
rápidamente. Esto se comprobó debido a que pudieron
reconocer los moldes dejados por las larvas de las moscas
que aprovecharon el cadáver en descomposición. Este notable
hallazgo pudo probar que en ciertos momentos el clima era
muy seco y ventoso, el cual tapaba en poco tiempo los restos
de flora y fauna. Por otra parte también se han encontrado
marcas sobre los huesos que indican la actividad de varias
especies de insectos que actuaban sobre los mismos.
Recientemente se
ha hallado evidencia de actividad de antiguos escarabajos
peloteros del icnogenero Coprinisphaera que
actualmente viven en el norte de nuestro país. Los mismos
forman pequeñas esferas usando el estiércol de los
mamíferos. En este caso, este nido de escarabajo corresponde
al Plioceno, hace unos 3 millones de años y recuperados por
el autor del texto en la zona conocida como “Náutico de
Miramar”
De esta manera
la Paleontología usa varios métodos para estudiar las
antiguas condiciones climáticas que afectaban a nuestra
región y hasta podría anticipar los cambios que se pueden
suceder en los tiempos que vendrán.
Bibliografía
sugerida.
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|
Los
marsupiales fósiles de Sudamérica y su registro regional.
Por Mariano
Magnussen. Fundación Azará. Museo de Ciencias
Naturales de Miramar. Laboratorio de Anatomía Comparada y
Evolución de los Vertebrados.
Paleo, Revista Argentina de Paleontología. Boletín
Paleontológico.
marianomagnussen@yahoo.com.ar Ilustración del
Paleoartista Daniel Boh.
Entre la fauna
de mamíferos que evoluciono aislada del mundo, en lo que hoy
conocemos como Sudamérica, se encuentran los mamíferos
marsupiales, los cuales, son aquellos cuyas hembras, dan a luz a
pequeños embriones no desarrollados, que terminan su gestación
en una bolsa externa con mamas, llamada marsupio, como los
canguros y koalas de Oceanía, o las actuales zarigüeyas o falsas
comadrejas Sudamericanas.
Poco después de
la extinción que termino con el reinado y supremacía de los
grandes dinosaurios, los mamíferos marsupiales pasaron de
América del Norte a Sudamérica a través de una cadena
transitoria de islas en el Caribe a fines del Cretácico.
Posteriormente de su colonización y biodiversidad, por medio de
la Antártida, los marsupiales habrían llegado a Oceanía donde
adquirieron una extraordinaria diversidad.
|
Los ancestros de los
marsupiales, parte de un grupo mayor llamado Metatheria,
probablemente divergieron de los mamíferos placentarios
(euterios) a mediados del período Jurásico, aunque no
hay evidencia fósil en sí de metaterios de esa época.
Pero durante la Era Terciaria, hubo una extraordinaria
presencia de mamíferos marsupiales, pero localmente,
recién tenemos registros durante el Plioceno, hace unos
4 millones de años. |
Una de las
formas más llamativas de este grupo de mamíferos primitivos
registrado localmente, la conforma Thylacosmilus atrox
o “marsupial dientes de sable”, que, en realidad, no tiene
ningún parentesco con el verdadero tigre dientes de sable que
todos conocemos, ya que vivieron en tiempos geológicos
distintos, como así también, sus orígenes corresponden a
distintos continentes.
El
Thylacosmilus, es otro ejemplo de evolución paralela o
convergencia adaptativa, es decir, dos especies totalmente
distintas morfológicamente, y que nunca habitaron juntas el
mismo continente, se parecen, ya que ambas cumplían el mismo rol
en el ecosistema. Thylacosmilus llevaba unos
largos y afilados colmillos proyectados hacia abajo y adentro,
de unos 15 centímetros de largo, protegidos por una especie de
vaina ósea en la mandíbula inferior.
Thylacosmilus, por lo general, es conocido en su
mayoría, por restos de cráneo y mandíbulas. Recientemente,
personal del Museo de Ciencias Naturales de Miramar, Fundación
Azara y del Laboratorio de Anatomía comparada y Evolución de los
Vertebrados (Macn- Conicet), encontraron parte de un esqueleto
de un marsupial dientes de sable, que se encuentra en estudio,
tratándose de una nueva especie. Este animal podía llegar a
pesar unos 100 kilos.
|
Durante
el Plioceno sudamericano, pareciera que
Thylacosmilus junto a las aves del terror,
fueron los mayores depredadores. Este mamífero
seguramente cazaba a sus víctimas con breves carreras y
golpes, con su macizo cráneo, para desestabilizar a la
presa y poder apuñalarla con sus largos colmillos
filosos. E |
s muy posible
que sus víctimas fueran los grandes mamíferos notoungulados como
Trigodon y Toxodon, o perezosos de gran
tamaño, como Proscelidodon Glossotheridium y
Scelodotheridium, a los cuales mataban con un simple
mordisco en el cuello, interrumpiendo el flujo sanguíneo al
cerebro.
Estudios
recientes en el cráneo de Thylacosmilus, señala
que, a nivel evolutivo, tuvo que la orientación de las órbitas
oculares, ya que sus largos dientes, los cuales crecían
permanentemente durante toda su vida, mientras las raíces de los
colmillos se adentraban cada vez más en el cráneo, generando un
desplazamiento en las órbitas le permitió al animal expandir su
habilidad visual en 3D, debido a que los enormes caninos
invadían la parte frontal de su cráneo.
Otros
marsupiales extraños, lo conforman los Argyrolagus,
de aproximadamente 40 centímetros de largo y con aspecto de
ratón canguro. Tenía largas patas traseras y brazos cortos. Sus
mandíbulas eran con apariencia roedoriforme. Tal vez, tuvo
orejas largas, pero estas no se han preservado como fósiles. Se
alimentaba de vegetales e insectos y probablemente tuvo hábitos
crepusculares o nocturnos. Argyrolagus, había
colonizado nichos ecológicos que en otras partes del mundo
estaban ocupados por mamíferos placentarios, como roedores
bípedos y los pequeños macropodidos. Luego de su extinción,
pareciera que su nicho ecológico no fuera ocupado por ninguna
otra especie.
|
Entre
los mamíferos marsupiales, también están los didelfidos,
que, actualmente están representados en nuestra zona por
la Zarigüeya Overa y la Zarigüeya Colorada, pero estos
marsupiales, son los sobrevivientes de una gran
diversidad que tuvo lugar en toda Sudamérica, y en
especial en nuestra región. Su éxito dependió de tener
una dieta amplia y omnívoro a diferencia de todas las
extintas durante el Plioceno, que eran hipercarnivoras.
En tiempos difíciles, tener una dieta variada, les fue
de una gran ventaja para sobrevivir hasta nuestros días.
|
Algunos de
estas zarigüeyas extintas grandes, como Thylophorops
y Hyperdidelphys, que desarrollaron una gran
actividad depredadora, con fuertes y marcados hábitos
carniceros. Hay evidencia apropiaban de las madrigueras de otros
mamíferos excavadores, además de construir directamente sus
propios refugios, como lo demuestra un hallazgo paleontológico
realizado en las inmediaciones del arroyo Las Brusquitas, en
Miramar, donde se recuperaron restos fósiles de este marsupial
dentro de una crotovina (madriguera fósil), asociados a
coprolitos o heces fósiles
En cambio,
otros didelphidos como Thylatheridium, estaban
entre las especies de mamíferos más pequeña de la región
pampeana, compitiendo tal vez con el género Lestodelphys
del Pleistoceno. Su tamaño, como el de un ratón, sería fácil en
confundirlo si lo pudiéramos ver con vida, Probablemente Thylatheridium era
hábitos sumamente solitarios, o por lo menos el registro
fosilífero parecería reflejar esta conducta. Era omnívoro y
tenía una dieta variadísima. Esta peculiaridad de ser un
depredador no especializado le permite adaptarse casi a
cualquier tipo de hábitat. Cuando se trata de vegetales, buscaba
especialmente los frutos maduros, brotes y los tallos tiernos.
Consumía invertebrados, como insectos y lombrices, y muy a
menudo, aves pequeñas, que, sobre todo en apoca de cría,
seguramente fue un componente principal de su alimentación.
Al inicio del
Pleistoceno, hace unos 2,5 millones de años, desaparecieron del
registro todos los didélfidos estrictamente carnívoros, quedando
solo las representantes actuales, como Didelphis,
Lutreolina, y los pequeños e interesantes
Monodelphys, Thylamys y Lestodelphys. Esta
última, es muy interesante en la región pampeana, ya que su
presencia es un indicador paleoambiental y paleoclimatico.
|
Lestodelphys, era muy
pequeño, superando los 20 centímetros longitud
(incluyendo su larga cola). Su dieta era omnívora, es
decir, comían de todo, desde huevos, insectos hasta
pequeños roedores de la época los cuales tenían su
tamaño. Lestodelphys, es bien conocido
debido a que fue depredado por aves rapaces durante el
Pleistoceno, ya que aparece en el interior de las
regurgitaciones o bolos alimenticios junto a otros
vertebrados contemporáneos. |
Los cambios
ambientales, climáticos y el ingreso de nuevos mamíferos
competidores, sobre todo placentarios, pudieron haber provocado
una grave baja en la diversidad de los marsupiales
sudamericanos, quedando muy pocas formas vivientes, mientras que
en la Antártida se extinguieron completamente. Sólo las
zarigüeyas o falsas comadrejas, son las sobrevivientes de una
época Sudamericana con predominio marsupial, aunque, hoy en día,
todavía en Sudamérica proliferan unas 65 especies, entre ellas,
la nuestra zarigüeya overa (Didelphis albiventris).
Bibliografía
sugerida
Alberdi, G.
Leone y E.P. Tonni (eds)- Evolución biológica y climática de la
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