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Mastodontes, los elefantes extintos de América del Sur.

Por Mariano Magnussen Saffer, Integrante del Museo Municipal Punta Hermengo de Miramar, Provincia de Buenos Aires, Republica Argentina. Publicado en Paleo - Revista Argentina de Paleontología. Ilustraciones de Daniel Boh. marianomagnussen@yahoo.com.ar

Entre los extraordinarios animales que emigraron a nuestro continente proveniente del norte, hace unos 2,5 millones de años, el Mastodonte fue seguramente uno de los más impresionantes. Con solo pensar que grandes manadas de elefantes deambulaban por nuestras tierras hasta hace unos milenos atrás es fascinante.

Los primeros hallazgos de estos animales en nuestro país datan del siglo XVIII y se llegó a creer que algunos podrían ser de personas gigantes que desaparecieron antes del “Diluvio Universal”. La particularidad de los huesos de los elefantes es que si se arman de cierta manera, se parecen a los de seres humanos, pero de gran tamaño.

El Mastodonte pampeano (Notiomastodon) pertenece a la familia Gomphotheriidae, un grupo de animales relacionados de forma distante con los mamut y elefantes modernos. Notiomastodon parece haber tenido un linaje de 4 millones de años ,divergiendo del clado que contiene a Rhynchotherium y Cuvieronius alrededor del Mioceno tardío. Esto implicaría que Notiomastodon había evolucionado en el sur de América Central, pero esto genera aun numerosos debates

También genera discusión entre los especialistas la denominación Notiomastodon o Stegomastodon ya que, independientemente del género, la mayoría de los autores considera que la especie es sinónimo de Haplomastodon. Pero la ausencia de buenos restos fósiles en América del Norte, plantean algunas dudas.

<<< Aspecto de Notiomastodon (Stegomastodon) platensis. Por Daniel Boh

Llegó a Sudamérica durante el Gran Intercambio Biótico Americano. Esta migración hacia el sur la hizo a través de la ruta oriental y por las áreas costeras del mar Caribe. Ya en Sudamérica se dispersó por altitudes más bajas, y se adaptó mejor a las condiciones climáticas cálidas o templado-cálidas. Inicialmente herbívoro mixto, evolucionó hacia una dieta basada principalmente en hojas.

Los proboscidianos en América del Sur fueron descritos por primera vez por Georges Cuvier en 1806,  pero no pudo darles nombres específicos más allá de "Mastodonte" que significa “dientes con forma de mama”. Notiomastodon, que significa “mastodonte del sur" fue nombrado por Cabrera (1929). 

La especie fue descrita originalmente por Florentino Ameghino en el año 1888. El holotipo fue depositado en el Museo de La Plata. Se trata de una defensa de un ejemplar adulto, proveniente de las barrancas de San Nicolás de los Arroyos, en las costas del río Paraná, en el nordeste de la provincia de Buenos Aires

Gran parte de Argentina se encuentran los fósiles tribuidos a Notiomastodon platensis. Su distribución más austral para los elefantes sudamericanos parece no ir más abajo del área de Bahía Blanca, lo que indicaría que el frío no era del gusto de estos animales, dato que nos podría indicar que no tendría tanto pelo como el mamut.

La altura de Notiomastodon platensis llegaba a los 4 metros, y su peso a los 7500 kilogramos, estimado aparir de fosiles extremdamente bien preservados en Colombia. Su cráneo es alto y corto de forma elefantoidea, poco deprimido. Sus defensas son largas, relativamente finas, ligeramente espiraladas en los machos y rectilíneas en las hembras, sin bandas de esmalte.

<<<Mandibula inferior de Notiomastodon.

También existió otro género de Mastodonte que llegó a Sudamérica, el Cuvieronius (Cuvieronius hyodon). Era de menor tamaño y siguió la ruta de la Cordillera de los Andes, por lo que solamente sus restos se encuentran en países como Bolivia, Chile y parte norte – cuyo de Argentina. Los colmillos eran particulares ya que estaban ligeramente torcidos en forma helicoidal (como un tornillo).

La región pampeana es una de las más ricas en mamíferos extinguidos y sigue aportando especímenes para que puedan ser estudiados y admirados. Justamente, en la localidad de Pehuén Có existe un sitio con huellas de diversos animales extinguidos, entre ellas las de Notiomastodon.

En nuestra región se han hallado varios restos de Mastodonte, en su mayoría al sur de la localidad de Mar del Sud. En el Museo de Ciencias Naturales de nuestra localidad hay restos de colmillos, miembros y partes del cráneo. También un molar fue hallado en la zona ubicada entre el muelle y el vivero. Por otra parte se nos ha referido que, en los años 60 se habían hallado colmillos en el mismo lugar, los cuales lamentablemente se han perdido.

También hay otros registros históricos que señalan el hallazgo de restos fósiles de Mastodontes en Miramar. Se han protagonizado descubrimientos muy notables, como los realizados por Carlos Ameghino en 1913 y luego Kraglievich en 1928.

Al igual que otros mamíferos aloctonos y autóctonos, los elefantes sudamericanos o notiomastodontes se extinguieron a finales del Pleistoceno. Los fósiles más recientes y datados con carbono 14, dieron un resultado de 15 mil años de antigüedad.

Bibliografía sugerida;

ALBERDI, M.T.; CERDEÑO, E. & PRADO, J.L. 2008. Stegomastodon platensis (Proboscidea, Gomphotheriidae) en el Pleistoceno de Santiago del Estero, Argentina. Ameghiniana, 45(2):257-271.

AMEGHINO, F. 1888. Rápidas diagnosis de mamíferos fósiles nuevos de la República Argentina. Buenos Aires, Obras Completas, 5:471-480.

AMEGHINO, F. 1889. Contribución al conocimiento de los mamíferos fósiles de la República Argentina. Actas de la Academia Nacional de Ciencias de Córdoba, 6:1-1027.

BERTON, Michael. (1992). Dinosaurios y otros animales prehistóricos. Ediciones Lrousse Argentina S.AI.C.

CIONE, A.L. & TONNI, E.P. 1995a. Bioestratigrafía y cronología del Cenozoico superior de la región pampeana. In: Alberdi, M.T.; Leone, G. & Tonni, E.P. (Eds.), Evolución climática y biológica de la región Pampeana durante los últimos cinco millones de años. Un ensayo de correlación con el Mediterráneo occidental. Museo Nacional de Ciencias Naturales, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Monografías, 12:47-74.

GRAMAJO, A.J. 1992. La fauna del Cuaternario y sus yacimientos en la Llanura Santiagueña. Museo de Ciencias Antropológicas y Naturales "Emilio y Duncan Wagner", Serie Estudio, 4:75-93.

MAGNUSSEN SAFFER, M.  BOH, D Y ESTARLI, C. 2015. Observaciones paleopatologicas y cambios morfológicos de carácter funcional en una tibia de Stegomastodon (Mammalia, Gomphotheriidae) en el Pleistoceno tardío del Partido de General Alvarado, Provincia de Buenos Aires, Argentina. XXIX Jornadas Argentinas de Paleontología de Vertebrados. Diamante, Entre Ríos. Mayo de 2015. Libro de Resúmenes.

TONNI, E.P. & FIDALGO, F. 1978. Consideraciones sobre los cambios climáticos durante el Pleistoceno tardío-Reciente en la provincia de Buenos Aires. Aspectos ecológicos y zoogeográficos relacionados. Ameghiniana, 15(1-2):235-253

TONNI, E. P. Y FIDALGO, F. 1982. Geología y Paleontología de los sedimentos del Pleistoceno en el área de Punta Hermengo (Miramar, prov. Bs. As, Repub. Argentina); Aspectos paleoclimaticos. Ameghiniana 19 (1-2): 79-108.


Un escarabajo sobreviviendo entre gigantes prehistóricos.

Por Mariano Magnussen. Integrante de Grupo Paleo, Museo de Ciencias Naturales de Miramar. Fundacion Azara. Paleo, Revista Argentina de Paleontología. Boletín Paleontológico.  marianomagnussen@yahoo.com.ar  Ilustración del Paleoartista Daniel Boh.

La región pampeana argentina, es ampliamente conocida en forma mundial por la diversidad en restos fósiles de vertebrados de fines del Plioceno y Pleistoceno, desde grandes criaturas, y otros tan minúsculos como los de un pequeño roedor.

Si bien gran parte de la región pampeana los restos fósiles de grandes bestias como el Megatherium (de 4,4 metros de altura y el peso superior de un elefante moderno) y pequeños vertebrados como Calomys (una pequeña laucha) abundan a lo largo de los sedimentos del litoral marítimo (mamíferos, aves, reptiles, anfibios, peces y otros). Esto se debe a que característicamente los vertebrados están constituidos por un esqueleto óseo interno más resistente al tiempo y a otros agentes, compuesto por minerales, principalmente fosfato cálcico, lo cual favorece la preservación de sus vestigios en el registro fósil. Otros son tan infrecuentes como los insectos y los vegetales, al menos, en nuestra región.

Durante las III Jornadas Regionales del Centro en la ciudad de Olavarría se presentó un interesante trabajo titulado “Primer registro de un Tenebrionidae (Arthropoda, Coleoptera) asociado a restos del cráneo de un Mylodontidae (Mammalia, Xenarthra), en el Pleistoceno Superior de Punta Hermengo, Miramar, Provincia de Buenos Aires, República Argentina”, donde se da a conocer el icnofosil de un escarabajo que vivió hace miles de años.

En algunos casos excepcionales, se logra identificar moldes de algunas partes de un organismo invertebrado. Los moldes se forman tiempo después del que el organismo se incorpore en el sedimento, perdiendo todo contacto con el exterior, cuando las bacterias y otros organismos del suelo acumulan minerales. Al desintegrarse las partes orgánicas, y estas paredes revestidas de minerales se rellenan de sedimento o solamente quedan totalmente huecas, preservando la forma original, e incluso, detalles muy íntimos de la estructura.

Durante el Cenozoico, el número de géneros de escarabajos con representantes actuales fue aumentando paulatinamente. Así, en el ámbar báltico del Eoceno, más de la mitad de los géneros registrados han sobrevivido hasta la actualidad, y en el Mioceno la mayoría de los géneros aun tienen representantes vivientes. Los fósiles del Cuaternario son en su mayoría perfectamente adjudicables a especies actuales y prácticamente no se conocen extinciones o especiaciones durante este período, pero sí grandes cambios en la distribución geográfica de muchas especies en consonancia con los cambios climáticos.

En diciembre de 2002, se recuperó la mandíbula y parte del cráneo de un Scelidotherium leptocephalum, un perezoso gigante extinto de unos 3,5 metros de largo y de una tonelada de peso, por debajo de sedimentos lacustres de la localidad fosilífera de Punta Hermengo, sobre la zona sur de la ciudad de Miramar, históricamente conocida por el aporte de material paleontológico de vertebrados del Pleistoceno medio-superior.

Cuando el personal del Museo Municipal de Miramar se encontraba en las tareas de limpieza del cráneo, se retiró un fragmento de sedimento, que al quebrarse expuso dos moldes negativos de un individuo coleóptero.

La presencia de Scelidotherium leptocephalum es un buen referente estratigráfico y cronológico, por lo cual, lo consideramos como un espécimen fundamental para conocer la antigüedad de los terrenos donde se recuperó el escarabajo. Se pudo reconocer en dos fragmentos de sedimentos que se unían a la perfección, los moldes de los elitros por un lado, y los ventritos por otro, de este curioso  escarabajo. El molde natural del animal seguramente se formó poco tiempo después de la muerte del coleóptero.

Debido a la ausencia de la cabeza y patas del mismo y de las condiciones tafonomicas observadas, en el molde solo se conservaron los restos que fueron sepultados. La exposición del cráneo del perezoso gigante a la intemperie durante un buen tiempo, podría ser un indicador de que ambos organismos estuvieron a la intemperie antes de ser cubiertos por sedimentos.

Luego de varias comparaciones y consultas bibliografías, se determinó que el coleóptero pertenece a la Familia: Tenebrionidae (Latreille, 1802). Luego en el laboratorio se pudo comprobar que se trataba de un ejemplar de un escarabajo del género Scotobius, los cuales existen actualmente y se los llama comúnmente “viejitas”, siendo posible hallarlos en primavera – verano en esta zona.

Los Tenebrionidae, en la actualidad, es una gran familia de coleópteros, conocida por unas veinte mil especies descritas. Su tamaño oscila entre 1 y 80 mm; son predominantemente de coloraciones oscuras, de donde deriva su nombre. Son básicamente detritívoros, ósea, se alimentan de los desechos tardíos en descomposición de un cadáver, como cuero pegado en los huesos, tendones etc, y especialmente diversos en ambientes esteparios y desérticos. Los detritívoros constituyen una parte importante de los ecosistemas porque contribuyen a la descomposición y al reciclado de los nutrientes

Tenebrionidae es una familia con gran diversificación cuyos miembros podrían ser mal identificados dentro de otros grupos de Coleoptera, incluyendo familias tan distantemente relacionadas como Carabidae y Curculionidae. Como son definidos hoy en día, los Tenebrionidae incluyen a los antes Alleculidae, Lagriidae y Nilionidae. Según los datos obtenidos en estudios comparativos, se determina que el molde recuperado junto a los restos del cráneo y mandíbula de un Mylodontidae corresponde a un escarabajo coleóptero de la familia Tenebrionidae cuya presencia en la región es conocida en la actualidad.

Por ahora, no se ha identificado correctamente la especie del mismo, cuyos estudios y observaciones se harán en un futuro próximo, debido a la pobreza del registro fósil en la región pampeana argentina sobre la presencia de vestigios fósiles al respecto, y cuyo organismo es un indicador importante en aspectos paleobiologicos y paleoclimaticos.

Lo que se puede especular sobre estos dos organismos, es que el escarabajo Tenebrionidae podría haberse alimentado de los restos de materia orgánica del perezoso gigante, siendo los datos aquí reunidos, congruentes con los antecedentes disponibles sobre esta familia de coleópteros y el primer registro en su tipo sobre la asociación faunistica durante el Pleistoceno.

No siempre es posible que se conserven los moldes de los insectos, ya que en sí, es un hecho bastante raro. Es más común observar la actividad de ellos como en el caso de las hormigas, las cuales provocan grandes cambios en el terreno en donde nidifican y en varios sitios de nuestro distrito se los puede ver si se tiene la paciencia necesaria, y se sabe reconocer el aspecto de las galerías. Se han hecho estudios sobre los mismos llegando a determinar la especie a la que perteneció, siendo por ejemplo un importante dato a tener en cuenta para descubrir de manera aproximada el tipo de clima de ese momento.

Los mismos fueron realizados por el técnico José Laza del Museo Argentino de Ciencias Naturales, quien desarrolló los métodos para identificar los antiguos nidos.  De esta manera se ha podido comprobar, al combinarlos con otros indicadores ya estudiados, la variación climática durante millones de año. Gracias a este trabajo es posible reconocer, que hormigas de las zonas más cálidas se habrían desarrollado en nuestra región, además de la presencia de termitas y sus nidos. En cambio durante los períodos más fríos, tanto la fauna de mamíferos e insectos eran de origen patagónico, lo que nos indica una gran variación en las condiciones climáticas.

Por otra parte, a principios del siglo XX, los hermanos Carlos y Florentino Ameghino, habían hallado restos de animales fósiles, los cuales mostraban indicios de haber sido tapados muy rápidamente. Esto se comprobó debido a que pudieron reconocer los moldes dejados por las larvas de las moscas que aprovecharon el cadáver en descomposición. Este notable hallazgo pudo probar que en ciertos momentos el clima era muy seco y ventoso, el cual tapaba en poco tiempo los restos de flora y fauna. Por otra parte también se han encontrado marcas sobre los huesos que indican la actividad de varias especies de insectos que actuaban sobre los mismos.

Recientemente se ha hallado evidencia de actividad de antiguos escarabajos peloteros del icnogenero Coprinisphaera que actualmente viven en el norte de nuestro país. Los mismos forman pequeñas esferas usando el estiércol de los mamíferos. En este caso, este nido de escarabajo corresponde al Plioceno, hace unos 3 millones de años y recuperados por el autor del texto en la zona conocida como “Náutico de Miramar”

De esta manera la Paleontología usa varios métodos para estudiar las antiguas condiciones climáticas que afectaban a nuestra región y hasta podría anticipar los cambios que se pueden suceder en los tiempos que vendrán.

Bibliografía sugerida.

Allsopp, P.G. 1980. The biology of false wireworms and their adults (soil-inhabiting Tenebrionidae) (Coleoptera): a review.Bulletin of Entomological Research, 70:343-379.

AMEGHINO, F. 1888. Rápidas diagnosis de mamíferos fósiles nuevos de la República Argentina. Buenos Aires, Obras Completas, 5:471-480.

AMEGHINO, F. 1889. Contribución al conocimiento de los mamíferos fósiles de la República Argentina. Actas de la Academia Nacional de Ciencias de Córdoba, 6:1-1027.

BERTON, Michael. (1992). Dinosaurios y otros animales prehistóricos. Ediciones Lrousse Argentina S.AI.C.

Boh, Daniel. Algunos registros paleontológicos de actividad de insectos.. Revista Espigon.

Cione, A. & Tonni, E. 2005. Bioestratigrafía basada en mamíferos del Cenozoico superior de la provincia de Buenos Aires, Argentina. In: R.E. de Barrio; R.O. Etcheverry; M.F. Caballé & E. Llambías (eds.) Geología y Recursos Minerales de la Provincia de Buenos Aires. 16° Congreso Geológico

Lawrence, J. F. & Newton, A. F., Jr. 1995. Families and subfamilies of Coleoptera (with selectes genera, notes, references and data on family-group names). In: Pakaluk y Slipinski (Eds.). Biology, phylogeny and classification of Coleoptera: Papers celebrating the 80th birthday of Roy A. Crowson. Muzeum i Instytut Zoologii PAN, Warszawa. Pp. 779-1006

Laza, Jose H. 1995. Signos de actividad de insectos. In: Alberdi, M.T.; Leone, G. & Tonni, E.P. (eds.) Evolución biológica y climática de la región pampeana durante los últimos cinco millones de años, Un ensayo de correlación con el Mediterráneo occidental. Museo Nacional de Ciencias Naturales, Madrid, Monografías, 16:341–361.

Magnussen Saffer, Mariano (2012). Hallan e identifican un milenario escarabajo prehistórico en Miramar.  Paleo, Revista Argentina de Paleontología. Boletín Paleontológico. Año 10. 78: 09-11.   

M. Magnussen Saffer, D. Boh y C. Estarli. (2014). Primer registro de un Tenebrionidae (Arthropoda, Coleoptera) asociado a restos del cráneo de un Mylodontidae (Mammalia, Xenarthra), en el Pleistoceno Superior de Punta Hermengo, Miramar, Provincia de Buenos Aires, Republica Argentina. III Jornadas Paleontológicas del Centro. Septiembre de 2014. Libro de Resúmenes.

NOVAS, F. 2006. Buenos Aires hace un millón de años. Editorial Siglo XXI, Ciencia que Ladra. Serie Mayor.

Pomi, L. H. y Tonni, E P. 2010. Marcas de insectos sobre huesos del Pleistoceno tardío de la Argentina. X Congreso Argentino de Paleontología y Bioestratigrafía-VII Congreso Latinoamericano de Paleontología

TONNI, E.P. & FIDALGO, F. 1978. Consideraciones sobre los cambios climáticos durante el Pleistoceno tardío-Reciente en la provincia de Buenos Aires. Aspectos ecológicos y zoogeográficos relacionados. Ameghiniana, 15(1-2):235-253

Tonni, E. P. Y Fidalgo, F. 1982. Geología y Paleontología de los sedimentos del Pleistoceno en el área de Punta Hermengo (Miramar, prov. Bs. As, Repub. Argentina); Aspectos paleoclimaticos. Ameghiniana 19 (1-2): 79-108.

Tschinkel, W. R. 1981. Larval dispersal and cannibalism in a natural population of Zophobas atratus (Coleoptera:


Los marsupiales fósiles de Sudamérica y su registro regional.

Por Mariano Magnussen. Fundación Azará. Museo de Ciencias Naturales de Miramar. Laboratorio de Anatomía Comparada y Evolución de los Vertebrados. Paleo, Revista Argentina de Paleontología. Boletín Paleontológico.  marianomagnussen@yahoo.com.ar  Ilustración del Paleoartista Daniel Boh.

Entre la fauna de mamíferos que evoluciono aislada del mundo, en lo que hoy conocemos como Sudamérica, se encuentran los mamíferos marsupiales, los cuales, son aquellos cuyas hembras, dan a luz a pequeños embriones no desarrollados, que terminan su gestación en una bolsa externa con mamas, llamada marsupio, como los canguros y koalas de Oceanía, o las actuales zarigüeyas o falsas comadrejas Sudamericanas.

Poco después de la extinción que termino con el reinado y supremacía de los grandes dinosaurios, los mamíferos marsupiales pasaron de América del Norte a Sudamérica a través de una cadena transitoria de islas en el Caribe a fines del Cretácico. Posteriormente de su colonización y biodiversidad, por medio de la Antártida, los marsupiales habrían llegado a Oceanía donde adquirieron una extraordinaria diversidad.

Los ancestros de los marsupiales, parte de un grupo mayor llamado Metatheria, probablemente divergieron de los mamíferos placentarios (euterios) a mediados del período Jurásico, aunque no hay evidencia fósil en sí de metaterios de esa época. Pero durante la Era Terciaria, hubo una extraordinaria presencia de mamíferos marsupiales, pero localmente, recién tenemos registros durante el Plioceno, hace unos 4 millones de años.

Una de las formas más llamativas de este grupo de mamíferos primitivos registrado localmente, la conforma Thylacosmilus atrox o “marsupial dientes de sable”, que, en realidad, no tiene ningún parentesco con el verdadero tigre dientes de sable que todos conocemos, ya que vivieron en tiempos geológicos distintos, como así también, sus orígenes corresponden a distintos continentes.

El Thylacosmilus, es otro ejemplo de evolución paralela o convergencia adaptativa, es decir, dos especies totalmente distintas morfológicamente, y que nunca habitaron juntas el mismo continente, se parecen, ya que ambas cumplían el mismo rol en el ecosistema. Thylacosmilus llevaba unos largos y afilados colmillos proyectados hacia abajo y adentro, de unos 15 centímetros de largo, protegidos por una especie de vaina ósea en la mandíbula inferior.

Thylacosmilus, por lo general, es conocido en su mayoría, por restos de cráneo y mandíbulas. Recientemente, personal del Museo de Ciencias Naturales de Miramar, Fundación Azara y del Laboratorio de Anatomía comparada y Evolución de los Vertebrados (Macn- Conicet), encontraron parte de un esqueleto de un marsupial dientes de sable, que se encuentra en estudio, tratándose de una nueva especie. Este animal podía llegar a pesar unos 100 kilos.

Durante el Plioceno sudamericano, pareciera que Thylacosmilus junto a las aves del terror, fueron los mayores depredadores. Este mamífero seguramente cazaba a sus víctimas con breves carreras y golpes, con su macizo cráneo, para desestabilizar a la presa y poder apuñalarla con sus largos colmillos filosos. E

s muy posible que sus víctimas fueran los grandes mamíferos notoungulados como Trigodon y Toxodon, o perezosos de gran tamaño, como Proscelidodon Glossotheridium y Scelodotheridium, a los cuales mataban con un simple mordisco en el cuello, interrumpiendo el flujo sanguíneo al cerebro.

Estudios recientes en el cráneo de Thylacosmilus, señala que, a nivel evolutivo, tuvo que la orientación de las órbitas oculares, ya que sus largos dientes, los cuales crecían permanentemente durante toda su vida, mientras las raíces de los colmillos se adentraban cada vez más en el cráneo, generando un desplazamiento en las órbitas le permitió al animal expandir su habilidad visual en 3D, debido a que los enormes caninos invadían la parte frontal de su cráneo.

Otros marsupiales extraños, lo conforman los Argyrolagus, de aproximadamente 40 centímetros de largo y con aspecto de ratón canguro. Tenía largas patas traseras y brazos cortos. Sus mandíbulas eran con apariencia roedoriforme. Tal vez, tuvo orejas largas, pero estas no se han preservado como fósiles. Se alimentaba de vegetales e insectos y probablemente tuvo hábitos crepusculares o nocturnos. Argyrolagus, había colonizado nichos ecológicos que en otras partes del mundo estaban ocupados por mamíferos placentarios, como roedores bípedos y los pequeños macropodidos. Luego de su extinción, pareciera que su nicho ecológico no fuera ocupado por ninguna otra especie.

Entre los mamíferos marsupiales, también están los didelfidos, que, actualmente están representados en nuestra zona por la Zarigüeya Overa y la Zarigüeya Colorada, pero estos marsupiales, son los sobrevivientes de una gran diversidad que tuvo lugar en toda Sudamérica, y en especial en nuestra región. Su éxito dependió de tener una dieta amplia y omnívoro a diferencia de todas las extintas durante el Plioceno, que eran hipercarnivoras. En tiempos difíciles, tener una dieta variada, les fue de una gran ventaja para sobrevivir hasta nuestros días.

Algunos de estas zarigüeyas extintas grandes, como Thylophorops y Hyperdidelphys, que desarrollaron una gran actividad depredadora, con fuertes y marcados hábitos carniceros. Hay evidencia apropiaban de las madrigueras de otros mamíferos excavadores, además de construir directamente sus propios refugios, como lo demuestra un hallazgo paleontológico realizado en las inmediaciones del arroyo Las Brusquitas, en Miramar, donde se recuperaron restos fósiles de este marsupial dentro de una crotovina (madriguera fósil), asociados a coprolitos o heces fósiles

En cambio, otros didelphidos como Thylatheridium, estaban entre las especies de mamíferos más pequeña de la región pampeana, compitiendo tal vez con el género Lestodelphys del Pleistoceno.  Su tamaño, como el de un ratón, sería fácil en confundirlo si lo pudiéramos ver con vida, Probablemente Thylatheridium era hábitos sumamente solitarios, o por lo menos el registro fosilífero parecería reflejar esta conducta. Era omnívoro y tenía una dieta variadísima. Esta peculiaridad de ser un depredador no especializado le permite adaptarse casi a cualquier tipo de hábitat. Cuando se trata de vegetales, buscaba especialmente los frutos maduros, brotes y los tallos tiernos. Consumía invertebrados, como insectos y lombrices, y muy a menudo, aves pequeñas, que, sobre todo en apoca de cría, seguramente fue un componente principal de su alimentación.

Al inicio del Pleistoceno, hace unos 2,5 millones de años, desaparecieron del registro todos los didélfidos estrictamente carnívoros, quedando solo las representantes actuales, como Didelphis, Lutreolina, y los pequeños e interesantes Monodelphys, Thylamys y Lestodelphys. Esta última, es muy interesante en la región pampeana, ya que su presencia es un indicador paleoambiental y paleoclimatico.

Lestodelphys, era muy pequeño, superando los 20 centímetros longitud (incluyendo su larga cola).  Su dieta era omnívora, es decir, comían de todo, desde huevos, insectos hasta pequeños roedores de la época los cuales tenían su tamaño. Lestodelphys, es bien conocido debido a que fue depredado por aves rapaces durante el Pleistoceno, ya que aparece en el interior de las regurgitaciones o bolos alimenticios junto a otros vertebrados contemporáneos.

Los cambios ambientales, climáticos y el ingreso de nuevos mamíferos competidores, sobre todo placentarios, pudieron haber provocado una grave baja en la diversidad de los marsupiales sudamericanos, quedando muy pocas formas vivientes, mientras que en la Antártida se extinguieron completamente. Sólo las zarigüeyas o falsas comadrejas, son las sobrevivientes de una época Sudamericana con predominio marsupial, aunque, hoy en día, todavía en Sudamérica proliferan unas 65 especies, entre ellas, la nuestra zarigüeya overa (Didelphis albiventris).

Bibliografía sugerida

Alberdi, G. Leone y E.P. Tonni (eds)- Evolución biológica y climática de la región pampeana durante los últimos cinco millones de años. Un ensayo de correlación con el mediterráneo occidental. Monografía del Museo Nac. Cs. Nat. Consejo superior de investigaciones científicas. Madrid. pp. 77-104.

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Cione, A.L. & Tonni, E.P. 2005. Bioestratigrafía basada en mamíferos del Cenozoico superior de la región pampeana. In: Geología y Recursos Minerales de la Provincia de Buenos Aires (de Barrio, R.; Etcheverry, R.O.; Caballé, M.F. & Llambías, E., eds.). XVI Congreso Geológico Argentino, La Plata, Relatorio 11, 183-200.

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