Los primeros Paleoamericanos en llegar
a las
sierras alvaradenses y de su litoral marítimo.
Por Mariano
Magnussen. Laboratorio Paleontológico. Museo de
Ciencias Naturales de Miramar. Fundación Azara. Laboratorio
de Anatomía Comparada y Evolución de los Vertebrados.
marianomagnussen@yahoo.com.ar .
Aun no se conoce con exactitud de
la llegada de los primeros humanos a nuestro continente, pero
sabemos que varios grupos humanos habitaban el territorio
argentino hace más de 14 mil años atrás, cuando el mar bajo
abruptamente y había mejor conexión con otros continentes, sobre
todo con Asia. Estos primeros grupos humanos llamados
paleoindios o paleoamericanos, fueron desplazados y reemplazados
posteriormente por nuevos grupos humanos, culturalmente más
cercanos a los que reconocemos como culturas originarias.
A principios del Holoceno, ya había comenzado el
poblamiento de la región pampeana. Los primeros habitantes,
corresponden a un refugio rocoso dentro del Partido de General
Alvarado, denominado Cueva Tixi, ocupada en varias ocasiones,
desde unos 12 mil años atrás, hasta por lo menos, 700 años antes
del presente, y estudiado excautivamente por el Laboratorio de
Arqueología Regional Bonaerense de la Universidad Nacional de
Mar del Plata.
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La
excelente conservación de restos óseos de animales
vivientes y extintos, como los huesos de animales
cazados, faenados, procesados y calcinados, permitió
reconstruir la base alimenticia de las personas que
usaron este reparo rocoso en el sistema serrano de
Tandilla. |
La excavación sistemática permitió
conocer distintos momentos de ocupación, con materiales
culturales, es decir, se recuperaron distintos artefactos en
piedra, restos faunísticos cazados y consumidos, como guanacos,
venados, ñandú y un armadillo gigante extinto, llamado
Eutatus seguini, del cual, hemos comentado su existencia
desde principios del Pleistoceno, hasta esta fecha aproximada.
También, se recuperaron restos del zorro extinto
Dusicyon
avus, el cual, no tiene evidencia de haber sido consumido,
pero si ocupaba un rol importante
en el mundo mitológico de los antiguos cazadores-recolectores,
ya que sus dientes, formaron collares en cuerpos humanos
sepultados en otros sitios.
También se recuperaron restos de cerámicas de tiempos más
recientes, con pigmentación roja.
En distintos refugios rocosos,
dejaron en sus techos y paredes, algunas manifestaciones
artísticas, utilizando para ello, pigmentos de color rojo, y en
pocos casos amarillos, cuyos diseños geométricos, motivos
antropomorfos (con formas humanas, caras, cuerpos) y zoomorfos
(reproducciones de animales y huellas de guanaco y ñandues),
siendo uno de los pocos sitios de arte rupestre en la región
pampeana. Con estos pigmentos, también daban color a los cueros,
y a su propia piel para rituales o adorno corporal.
|
Con la misma antigüedad prácticamente,
tenemos muy cerca de allí, el sitio Alero Molina I, un
pequeño reparo ubicado en un extremo serrano en el
Partido de General Alvarado, desde el cual se domina una
amplísima visión del área de sierras orientales y la
franja de llanura que conduce al litoral atlántico,
utilizada principalmente para el avistamiento y taller
de talla, además, se recuperaron restos de muchísimos
otros animales, que ingresaron y murieron en este
refugio rocoso, que fue ocupado brevemente hace unos 10
mil años atrás. |
Las poblaciones indígenas que
ocuparon este sector de las sierras, se desplazaban al litoral
marítimo bonaerense, siendo Miramar y General Alvarado uno de
los sitios más observados por los investigadores, lo que ha
provocado una serie de publicaciones y artículos científicos que
nos permiten tener mejor conocimiento sobre las sociedades
indígenas de nuestra región.
Más tarde, entre los 7000 y 300 años antes del
presente, fue la etapa de mayor ocupación y tránsito de grupos
nómades en zonas cercanas al litoral marítimo, caracterizada por
una mayor proporción de instrumentos líticos confeccionados
sobre láminas, probablemente como una muestra de la
especialización en la caza del guanaco, el mamífero continental
de mayor tamaño para entonces, lo cual también está presente en
los desarrollos culturales posteriores.
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Otro hallazgo considerado como “maravilla
arqueológica bonaerense” es el túmulo de Malacara, en el
límite de los Partidos de General Alvarado y Lobería,
donde se encontraron más de trece cuerpos junto a su
ajuar funerario, constituido por valvas y boleadoras,
cuya antigüedad es de 2700 años atrás. La ausencia
general de cementerios, se debe, a la forma constante de
desplazarse, por lo cual, en algunos casos, la muerte
los sorprendía en trayectos intermedios.
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Pareciera, que el sector más próximo a la playa,
debió tener mucha simbología, puesto que en esta área del
Partido de General Alvarado, reúne la mayor concentración de
entierros desde los últimos 8000 años.
Al tratarse de grupos locales nómades, cazadores
– recolectores, no se han encontrado poblaciones,
construcciones, ni desarrollo cultural, como la cerámica, entre
otros, ya que estos grupos humanos seguramente se refugiaban en
las cuevas serranas del Partido de General Alvarado, Lobería,
Balcarce, Tandil o Mar del Plata, y se trasladaban, siguiendo
los arroyos como si fuesen rutas hacia la costa marítima, para
luego volver de la misma manera. En nuestra zona se han hallado
miles de instrumentales líticos o de piedra, de los antiguos
talleres de talla, como así también, lugares de campamento,
donde dejaron los restos de animales que se habían consumido a
lo largo de esta ruta utilizada en primavera y verano, cazando a
su paso guanacos, ciervos, armadillos, ñandúes, lobos marinos,
pingüinos y pescando en el mar.
En los márgenes del arroyo Nutria Mansa, próximo
a la localidad de Centinela del Mar, se halló un sitio
arqueológico, denominado Nutria Mansa 1, en donde se recuperó
pigmentos minerales para ser utilizados para adornar la piel o
los cueros, una gran cantidad de restos óseos de Guanacos,
Ciervos, Lobo de Crin, Yaguareté, Tiburón Blanco, entre otros.
Este registro faunístico, colectados y/o consumidos por humanos,
demuestra que el cual territorio bonaerense, tenía un clima más
cálido que el actual, hace unos 3 mil años.
Bibliografía sugerida
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Buenos Aires.
La presencia humana en la Región Pampeana desde
el Pleistoceno superior hasta el siglo XVI.
Mariano
Magnussen Saffer,
Presidente de la Asociación de Amigos del Museo
Municipal. Año 2009. e- mail:
marianomagnussen@yahoo.com.ar
La presencia del hombre en
el continente americano, y sobre todo en Argentina, merece un
largo y extenso desarrollo para comprender los distintos
momentos y sucesos durante milenios.
Uno de
lkos primeros grandes observadores, fue Florentino Ameghino se
basó en los hallazgos realizados en las costas de la provincia
de Buenos Aires para desarrollar una teoría. En esta afirmaba la
coexistencia entre seres humanos y la megafauna extinta en la
zona pampeana. Incluyendo un posible origen del ser humano y
posterior evolución en América.
Por lo tanto, según Ameghino, América fue foco de
otro proceso de evolución. En su obra “Antigüedad del Hombre en
el Plata”, se refiere a restos óseos a los que supuso gran
antigüedad y consideró antecesores del hombre. En 1890 lanzó la
teoría de que tales restos pertenecían nada menos a la época
Terciaria y 14 años más tarde elaboró su cuadro Filogénico de la
Humanidad que la inicia con una especie de mono muy antiguo que
llamó Prosimio Primitiva. Por evolución, esta especie dio origen
a otra denominada Simioidea Primitiva, aún cuando siguieron
existiendo simultáneamente seres de la especie original.
En la
actualidad,
conocimiento de los primitivos habitantes humanos de la región
pampeana, esta constituido principalmente a partir de las
excavaciones realizadas especialmente por los arqueólogos y
estudiantes de universidades, museos e instituciones dedicadas a
resolver como vivían nuestros antepasados. Igualmente pasa con
la paleontología, que estudia el pasado animal.
Para conocer
de que se alimentaban los paleoindios pampeanos y patagónicos,
la arqueología debe trabajar asociada a otras ciencias
auxiliares, como la paleontología, geología, biología molecular,
química entre otras.
Así mismo,
el registro Paleontológico de la región pampeana del actual
territorio Argentino, es uno de los más significativos para el
estudio y documentación de especies vivientes y extintas de los
últimos diez mil años que proviene principalmente de sitios
arqueológicos de lugares abiertos y libres.
La
temprana colonización humana de América, se produjo durante el
último período glaciar, se calcula que fue entre los 25.000 y
20.000 años atrás del presente.
|
En esa
época el clima era muy frío y grandes masas de hielo cubrían
amplísimos territorios de América del Norte y sectores
montañosos de los Andes. Cuando este fenómeno alcanzó su máxima
intensidad, descendió en nivel de los océanos. Esto provocó que
el Estrecho de Bering (hoy sumergido bajo el mar), quedando
libre de agua y se formo una unión intercontinental de unos
2.000 kilómetros de ancho (Beringia) entre Siberia y Alaska. |
Esta fue
la vía terrestre por donde muchas especies de animales y plantas
migraron hacia ambos continentes. A su vez, los antiguos
cazadores siberianos iniciaron la última gran expansión
territorial de la humanidad al ingresar y poblar un nuevo
continente. Muchas de estas pruebas están basadas por el
testimonio arqueológico y paleontológico, y recientemente con
nuestras de ADN molecular.
Estos
primeros grupos humanos prehistóricos se fueron expandiendo
desde el norte por toda Sudamérica, arribando a la región
pampeana, hace aproximadamente 11.000 ó 10.000 años atrás. Las
particularidades del paisaje y la riqueza natural de esta
región favorecieron la ocupación humana durante esos milenios.
El nuevo escenario que encontraron estaba constituido por
abrigos rocosos, agua, materia prima, caza, pesca y recolección.
El modo
de vida característico hacia entonces, estuvo basado
principalmente en la caza de animales como ciervos, guanacos,
armadillos, caballos primitivos, lobos marinos y ñandúes, y en
la explotación de otros recursos complementarios de su dieta,
como fue la recolección de vegetales y productos marinos, que
obtenían durante los desplazamientos estaciónales hacia las
zonas adyacentes a las sierras, llanuras abiertas y litoral
atlántico.
Esta
forma de asociación socioeconómica, llamada cazador-recolector,
estuvo presente durante la mayor parte de la historia
prehispánica regional, sólo transformada profundamente por las
nuevas condiciones históricas desencadenadas a partir de la
conquista europea.
Las pruebas
de esto se hallan en varios yacimientos arqueológicos pampeanos,
como el Arroyo Seco, Estancia La Moderna, Cerro La
China, Cueva Los Antiguos, Cerro El Sombrero, Cueva Burucuyá,
Abrigo Los Pinos entre otros.
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Numerosos
instrumentos de piedra y fragmentos de roca talladas, permiten
hoy reconstruir los procesos de producción de herramientas y sus
usos. En tanto los fogones y huesos de animales indican la
fecha, el clima y fauna de la época.
Uno de los
primeros sitios arqueológicos más antiguos descubiertos en la
región, se llama “Estancia La Moderna” y fue estudiado por el
arqueólogo Floreal Palanca, quien halló restos de gliptodonte
junto a artefactos de piedra y los interpretó como evidencias
claras de la presencia humana en épocas en que aún vivían estos
animales. De este modo, Palanca propuso la antigüedad del
poblamiento pampeano en coexistencia con animales hoy totalmente
extinguidos. |
El paraje
llamado “Cerro La China”, comprende varios refugios rocosos que
brindaron abrigo a sus antiguos ocupantes, como también la
materia prima para producir ciertas herramientas de piedra. En
estos sitios arqueológicos se hallaron instrumentos
especializados para la caza, que se denominan puntas de
proyectil del tipo "cola de pescado", llamadas así por su
semejanza en el formato. Estos descubrimientos son indicativos
del grado de tecnología de la talla en piedra alcanzado hacia
entonces, como también de la especialización en la caza, que
exigió la fabricación de instrumentos de mucha precisión y
eficiencia. Este asentamiento es relevante, por ubicarse
temporalmente hacia los 10.750 años antes del presente.
Las
investigaciones posteriores del arqueólogo Gustavo Politis y su
equipo, son importantes en la reconstrucción del poblamiento de
la región. Ellos encontraron en el sitio “Arroyo Seco”, entre
numerosos restos óseos de diversos animales, los de un caballo
americano, animal que se extinguiría poco tiempo después. En el
mismo sitio hallaron enterrados una gran cantidad de esqueletos
humanos, junto a evidencias del ritual de la muerte (collares,
adornos y pigmentos minerales). Estas manifestaciones fueron
una parte importante de las expresiones sociales y simbólicas de
los cazadores-recolectores de hace casi 10.000 años.
A pesar
que hace miles de años atrás el clima era más frío y árido y la
posición de la costa, estaba muchos kilómetros más hacia el
Este, la región siempre se caracterizó por articular el paisaje
serrano y el ambiente costero.
Durante
miles de años se encontraron organizados en pequeñas unidades
domésticas emparentados. A esta forma de organización humana se
las llamó y aún perdura la denominación de bandas. Fueron
núcleos muy móviles, estimándose en un número de entre 30 ó 40
personas.
Estas
tuvieron un patrón de vida donde la movilidad fue una estrategia
fundamental para no sobreexplotar la naturaleza. Se trasladaban
de un lugar a otro. Lamentablemente, existen pocas pruebas
arqueológicas sobre como vivieron en las costas en la época del
poblamiento temprano, debido a que estos antiguos sitios, se
hallan hoy cubiertos por el mar.
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Quedan
pruebas indirectas de sus excursiones por el litoral, como la
presencia de rocas (rodados marinos) y caracoles, recolectados
en las playas y hallados en sitios de las sierras. Sobre las
barrancas y cercano a los arroyos de Chapadmalal, se encontraron
diez sitios arqueológicos, indicativo del interés indígena por
la costa (pesca, recolección de moluscos y caza de lobos
marinos). Seleccionaron conchillas para adornos y rocas de buena
calidad, para la talla de instrumentos. |
Las cuevas y
cavernas funcionaron como lugares fijos de permanencia
temporaria. Los de mejor ubicación fueron utilizados como
campamentos de unidad doméstica (familiares) y en otros refugios
ocasionales manufacturaban la piedra y desmembraban sus presas
(guanacos o ciervos) y obtener médula ósea, productos que luego
transportaban al campamento familiar.
En otros
sitios de las sierras de Lobería, en el cerro “La China” y cerro
“El Sombrero”, se obtuvieron fechados por carbono 14, cuyos
resultados llevan la frontera del poblamiento inicial de la
región pampeana a los 11.000 y 10.700 años, antes del presente.
Los
arqueólogos denominan Paleoindios a estas primeras sociedades,
para indicar que fueron los colonizadores más antiguos de la
pampa. Estos grupos tallaron unas puntas de lanza, llamadas
puntas “cola de pescado”, por la forma de la base que se inserta
en el astil. Estos instrumentos se hallaron en varios
yacimientos sudamericanos y en las pampas orientales argentinas
y solo se elaboraron dentro de un rango temporal entre los
11.000 y 9.000 años, antes del presente.
Las
sociedades indígenas pampeanas que vivieron durante el período,
que los geólogos llaman Holoceno Medio (entre 7.000 y 3.000 años
aproximadamente), se vieron favorecidas por mejoras climáticas,
pues el período glacial había terminado. Así, vieron ampliada la
oferta de recursos para la subsistencia. Los abundantes
guanacos y venados, fueron los principales animales cazados para
consumo y manufactura del cuero e instrumentos de hueso. Algunos
arqueólogos, en otras regiones del país, llaman Arcaico a este
período.
Los
habitantes de esta región posteriores a los "paleoindios",
introdujeron algunas transformaciones importantes en la
producción tecnológica, es decir en la fabricación de artefactos
de piedra, hueso y posiblemente de madera. Esto se debió a
partir de nuevas necesidades sociales y otras como las
alimenticias. Las boleadoras y las puntas de proyectil
continuaron siendo elaboradas durante milenios, porque eran
instrumentos eficientes para cazar animales. Las innovaciones
tecnológicas que se produjeron fueron para mejorar las técnicas
de pulido o talla de la piedra y lograr así formas y dimensiones
variadas en los instrumentos (puntas, raspadores, cuchillos,
etc.). Estos cambios se detectan en varios sitios de la pampa,
donde los cazadores-recolectores mas recientes, elaboraron
puntas de proyectil de menor tamaño y nuevas formas:
triangulares y sin pedúnculo.
|
Durante los
últimos 2.000 años, se produjeron otros cambios
socio-económicos. Los sitios arqueológicos correspondientes a
este período, son más numerosos y la alfarería y el arte
rupestre presentan diferenciaciones estilísticas. Éstas hablan
de distinciones entre una región y otra y tal vez, estuvieron
ligadas a formas de identificaciones étnicas. |
Se cuenta
con información que permite caracterizar a las civilizaciones
que vivieron en la región en tiempos cercanos al siglo XVI.
En el
sitio "Lobería I" encontraron los primeros indicios vinculados
con la ideología de los pueblos cazadores-recolectores. Estos
son, manifestaciones simbólicas como las pinturas rupestres y
otras evidencias relacionadas muy probablemente, con el ritual.
Esas evidencias surgen a partir del descubrimiento de pinturas
en una de las cuevas, probablemente también conectadas a 88
pequeñas puntas de proyectil, descubiertas en un sector muy
reducido del abrigo.
Este
fenómeno se da en el mismo momento en que los nuevos ajustes
tecnológicos ligados a la producción de puntas de proyectil (que
reducirán, aún más, su tamaño) y a un mayor uso de instrumentos
elaborados con huesos de animales. En este sentido sobresale la
manufactura de punzones, puntas y finas agujas óseas muy pulidas
que pudieron ser instrumentos destinados mayoritariamente al
trabajo con cueros. El uso de vasijas de cerámica permitió
ampliar la posibilidad de almacenar alimentos, así como también
ampliar las maneras de preparación y cocción de los mismos.
Los
indígenas decoraban estas piezas de uso doméstico. En la pampa
los diseños fueron geométricos y se hacían mediante incisiones
sobre la pasta fresca. Después, cuando la vasija estaba seca,
pintaban sus caras internas y externas con pintura roja. La
decoración de la alfarería y el arte rupestres (pintura sobre
rocas), tienen una relación muy fuerte con el mundo de las ideas
y de la comunicación simbólico-social de los grupos indígenas.
Tal vez estos dibujos indicaban pasos, ojos de agua o lugares de
reunión de varias "bandas".
|
A partir del
siglo XVI, estas sociedades se enfrentaron de manera compulsiva
a vivir de otra manera, generándose un nuevo proceso histórico:
había comenzado la conquista española, del continente
sudamericano. Con la introducción de caballos, vacuno y otros
productos europeos, se iniciaron profundas transformaciones en
la economía y organización social cazadora-recolectora. |
Las llanuras
pampeanas y, se constituyeron durante unos siglos en un
importante centro de abastecimiento y engorde de ganado
caballar.
Se
constituyó durante el período colonial un vértice del circuito
mercantil, donde la obtención de ganado fue la base de la nueva
estructura indígena, pues la información paleontológica
recogida, ya indicó la ausencia de ciervos y guanacos para
épocas cercanas a la expansión europea. Se puede pensar en
fenómenos de retracción y/o extinción de estas especies, que
fueron hasta entonces la base de la alimentación de los grupos
indígenas. El descubrimiento de construcciones de piedra,
llamadas por los lugareños "corrales de indios", en las
serranías locales y en los alrededores de Tandil, pone en
evidencia un nuevo panorama y la conformación de un complejo
social, que resultará típico en la etapa colonial
Nuestros
pampas serranos, tuvieron también apoyo e influencia de algunas
costumbres de los indígenas que fueron los Mapuches o
Araucanos. La palabra Mapuche significa "Gente de la Tierra" y
es el nombre con que se identifica a los pueblos indígenas del
centro-sur de Chile y de la cordillera neuquina de Argentina.
Los conquistadores y aún la Nación Argentina, los llamó
Araucanos.
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