En nuestra ciudad un tema que preocupa a nuestros turistas y
residentes todos los años, es la eventual aparición de la fauna Ofidica que se
halla presente en nuestra región, que por lo general, son visibles en su ciclo
mas activo que ocurre entre el mes de noviembre hasta mediados de abril, y que
por falta de información se atenta contra las mismas, cuando en realidad son
controladoras de plagas de roedores, transmisores de enfermedades muy comunes
como el mal de los rastrojos, fiebre hemorrágica, hantavirus entre otras, que
producen un porcentaje elevado de victimas a comparación de las mordeduras
provocadas por serpientes.
En el Partido de General Alvarado podemos considerar a tres
especies de ofideos en categoría de “Peligrosas”, ellas son Yarará Ñata (Bothrops
ammodytoides), la Yarará Chica (Bothrops newiedii) y la Yarará o
víbora de la cruz (Bothrops alternatus). Esta ultima especie corresponde
a la fotografía adjunta al articulo, tomada en las inmediaciones de la
desembocadura del arroyo La Ballenera. Dentro de las admirables adaptaciones que
poseen estos vertebrados, alcanza su máxima expresión en el desarrollo
mandibular, en las que un par de dientes anteriores tubulares, se vinculan con
glándulas salivales modificadas productoras de veneno. Si de peligrosidad
hablamos, las yararaes se llevan los laureles: son las únicas responsables de
las entre seis y diez picaduras de serpientes que ocurren en nuestra Provincia
todos los años, de acuerdo a datos de Epidemiología Provincial.
Según la especie involucrada los casos presentan características y
pronósticos diferentes. La víbora de la cruz (foto) por ejemplo, con un
tamaño que puede alcanzar los 1,70 metros es la que suele provocar los
cuadros más complicados por la importante cantidad de veneno inoculado
con la mordedura. Sin embargo esta yarará, que se distribuye
principalmente por el centro y nordeste de la provincia, es poco común,
por lo que los envenenamientos atribuibles a ella son escasos. El grueso
de los accidentes ofídicos es producto de las dos especies restantes, la
yarará chica y la ñata, aunque es difícil establecer en qué grado
contribuye cada una al número para nada despreciable de afectados en el
territorio bonaerense.
Ambas tienen una amplia distribución en la provincia, faltando
solo talvez en el extremo nordeste, pero la yarará ñata es mucho más abundante
que su congénere chica.
No obstante, esta situación se ve compensada por el hecho de que
la yarará chica es de hábitos expuestos y de temperamento agresivo, mientras que
la ñata es relativamente mansa y menos propensa al ataque. De esta forma son
capaces de inocular dosis fatales de ponzoña en sus víctimas a la manera de una
artera inyección hipodérmica. En las llamadas culebras, estos dientes no
existen, o bien se implantan en la parte posterior de la boca, siendo la
picadura inerme en la gran mayoría de los casos puesto que no alcanzan a
inyectar el veneno con el primer mordisco.
Diferencias entre especies venenosas y no venenosas.
Las culebras inofensivas, habitantes muy comunes en nuestra
localidad, pueden diferenciarse de las serpientes venenosas por varios rasgos
más o menos fáciles de reconocer. Las yararaes presentan sobre la cabeza
pequeñas escamas similares a las del resto del cuerpo, mientras que las culebras
tienen en ese lugar grandes placas. A cada lado del hocico las víboras tienen
dos orificios, el nasal y el correspondiente a la foseta loreal, entretanto que
las culebras carecen de este último.
Además la cola de las yararaes es más corta. La característica
principal es reconocer el tipo de cabeza, en las venenosas, su cabeza es chata y
en forma triangular con un cuello bien definido, mientras que las especies
inofensivas poseen una cabeza redondeada, siguiendo la morfología de su cuerpo
sin definición clara del cuello. En la ilustración comparativa adjunta, se
observa a la Culebra (Izq) y a la serpiente venenosa (Der).
La mordida de especies venenosas y su tratamiento.
El veneno de las yararaes no está compuesto por un solo principio
activo sino por un verdadero cóctel de sustancias que actúan
secuencialmente. Su acción es local, afectando la sangre y
destruyendo los tejidos en las cercanías de la mordedura. El dolor es
intenso, y si el accidente ha ocurrido en los miembros inferiores (el
lugar más común), se hace imposible caminar después de unos minutos. La
zona afectada se vuelve entre negra y púrpura, y este color cianótico
avanza conforme pasa el tiempo. Luego de unas horas se forman inmensas
ampollas llenas de un líquido sanguinolento.
Habitualmente a esta altura se ha administrado el suero que
neutraliza las moléculas del veneno permitiendo la recuperación casi siempre
total del paciente, aunque por lo general el miembro quedará permanentemente
debilitado y magullado. Si no se aplica el antiveneno oportunamente casi siempre
sobreviene la muerte entre uno y doce días después, normalmente por fallo renal.
El suero antiofidico es el único tratamiento contra la mordedura.
El cual se presenta dos características. 1 - Polivalente: Se utiliza
cuando se desconoce la especie que provocó el accidente. 2- Específicos:
Son exclusivamente para la mordedura de un solo tipo de serpientes, siendo estos
los mas efectivos y pueden ser: Antibothopico, Anticrotalico, Antilachesico y
Antimicrurico (Anti-Black Widow, Bothrops Bivalent y Tropical Polivalent)
preparados por el Instituto Nacional de Microbiología de Argentina.
Cabe
mencionar que en la Provincia no ha habido decesos, a los menos
registrados, provocados por yararaes en los últimos quince años. Se
dispone de suero en los centros sanitarios de casi todas las localidades
de la provincia (incluyendo Miramar), por lo que lo más recomendable en
caso de un accidente ofídico será acudir a uno de estos centros
asistenciales, desaconsejándose totalmente la aplicación de torniquetes,
quemar la zona afectada o tratar de succionar el veneno, o cualquier
medicina improvisada o casera.
Si la mordedura ocurrió en una zona aislada o fuera del casco
urbano, es aconsejable pedir ayuda, evitando movilizarse uno mismo en bicicleta,
caminando o corriendo, ya que al agitarse, moviliza rápidamente la sangre
infectada de veneno hacia el corazón. Así mismo, en lo posible, es importante
capturar a la serpiente luego del ataque, ya que los sueros antiofidicos son
preparados químicamente según la especie, y así tener una rápida recuperación
luego de su identificación sistemática. La captura, en un caso urgente como
este, por lo general termina con la muerte del animal, pero es necesario que su
cráneo este entero y sin daño para poder determinar el género, y saber
fehacientemente si es venenosa, o si es una serpiente falsa (como la falsa
Yarara).
Prevención en zonas urbanas y rurales.
Las culebras y serpientes, como todo animal salvaje, intenta
evitar el enfrentamiento inútil contra otro ser vivo de mayor tamaño, que por lo
general al encontrarse enfrente de un niño, perro o gato, busca rápidamente un
refugio, e intenta morder únicamente si es atacada como ultima alternativa.
En el caso de las serpientes venenosas, son más cuidadosas, ya
que su veneno tarda varios días para reponerse por su bajo metabolismo
al igual que en otros reptiles. Muchas personas cometen la terrible
equivocación de matarlas, cuando estas en realidad ayudan a la controlar
la población de roedores transmisores de enfermedades mortales ya
descriptas. Lo que se debe hacer con mucho cuidado y sobre todo no pasar
un mal momento, es acorralar a la serpiente e introducirla dentro de una
caja o balde de plástico y liberarla en zonas abiertas y seguras tanto
para ellas como para las personas.
Así mismo en nuestra ciudad, son frecuentes los terrenos con
pastizales altos, los cuales son proclives en tener pequeñas comunidades de
serpientes, teniendo en cuanta que una hembra puede tener de 2 a 25 crías.
Algunas personas creen que, cortando o quemando estos pastizales, se soluciona
el problema.
En realidad pasa todo lo contrario, porque cuando es
destruido un microambiente como un pastizal urbano con posibles ofidios
en su interior, estos emigran a terrenos y casas vecinas, escondiéndose
en caños abandonados, baldosas, troncos y juguetes de niños, en donde se
producen los encuentros con los seres humanos.
Es posible verlas por la mañana en zonas abiertas, calles
o como por ejemplo, en la ruta a Mar del Sud, donde se acercan a
solearse para controlar su metabolismo, y son arrolladas por distintos
vehículos, logrando la muerte de varias centenares por temporada.
Esperamos
haber demostrado, que las yararaes son animales fascinantes y admirables,
que deben interactuar con el bienestar del ser humano. Por supuesto, las
víctimas de sus mordeduras pueden no compartir nuestra apreciación. Pero lo
cierto es que gran parte de los accidentes se deben a la arrogancia de las
personas que ante su encuentro, no las dejan escapar o fastidiar. La mejor
manera de evitar ser picados es, simplemente, hacer como los araucanos: dejarlas
en paz, seguir nuestro camino y permitir hacer lo propio a las serpientes. Y en
caso de cualquier accidente acudir a cualquier centro sanitario.
Bibliografía Sugerida.
Arnold, E. y
otros. Guía de campo de los reptiles y anfibios de España y Europa. Barcelona:
Ediciones Omega, 2ª ed., 1982. Guía clásica para identificar anfibios y
reptiles; incluye dibujos y mapas.
Barbadillo,
Luis Javier. La guía de Incafo de los anfibios y reptiles de la península
Ibérica, islas Baleares y Canarias. Madrid: Editorial Incafo, 1987. Guía
fotográfica; incluye claves, mapas y glosario.
Bellairs, A y
otros. Los reptiles. Madrid: Ediciones Hermann Blume, 1978. Obra de introducción
al mundo de los reptiles; ilustrado con dibujos en blanco y negro.
Bruno, Silvio
y otros. Guía de las serpientes de Europa. Barcelona: Ediciones Omega, 1992.
Guía de identificación; incluye bibliografía.
Ferri,
Vincenzo. El libro de las serpientes de todo el mundo. Barcelona: Ediciones De
Vecchi, 1992. Guía de identificación; con ilustraciones en color.
Ferri,
Vincenzo. Las serpientes de España y Europa. Barcelona: Ediciones De Vecchi,
1994. Guía de identificación; incluye ilustraciones en color y bibliografía.
Horton,
Michael. Guía completa de las serpientes. Barcelona: Editorial Hispano Europea,
1994. Guía sobre el cuidado de las serpientes; con ilustraciones en color.
Oberon, Jake.
Conoce y cuida tu serpiente: evolución, clasificación, anatomía y biología.
Barcelona: Editorial Hispano Europea, 1994. Breve obra divulgativa; con
ilustraciones en color.
Magnussen Saffer, M. 2005. Notas para la actualización,
reconocimiento, sistemática y ecología de los mamíferos adaptados al bosque
artificial del Vivero Dunicola Florentino Ameghino de Miramar, Provincia Buenos
Aires, Republica Argentina. Boletín de divulgación Científico Técnico del Museo
Municipal de Ciencias Naturales Punta Hermengo de Miramar. (Sec. Mazt)
publicación 4: pp 03 - 17.
Magnussen Saffer, Mariano y Boh, Daniel. 2005. El Bosque del
Vivero Dunicola Florentino Ameghino de Miramar. Aspectos Históricos y
Biológicos. Boletín de divulgación Científico Técnico del Museo Municipal de
Ciencias Naturales Punta Hermengo de Miramar. (Sec. Div) publicación 7: pp 03 –
13.
Magnussen Saffer, M. Notas para la actualización, reconocimiento
y sistemática de reptiles y anfibios adaptados al bosque artificial de Vivero
Dunicola Florentino Ameghino de Miramar, Buenos Aires, Republica Argentina.
Boletín de divulgación Científico Técnico del Museo Municipal de Ciencias
Naturales Punta Hermengo de Miramar. (En Prensa).
Magnussen Saffer, M. Variación estacional de la dieta de Tyto
alba (Aves: Tytonidae) en el bosque artificial del Vivero
Dunicola Florentino Ameghino de Miramar, Buenos Aires, Republica Argentina.
Boletín de divulgación Científico Técnico del Museo Municipal de Ciencias
Naturales Punta Hermengo de Miramar. (En Prensa).
Fragmento del articulo
publicado originalmente por Marcelo Canevari. Sección Herpetología
del Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia de
Buenos Aires.
Revista de Divulgación Científica y Tecnológica de la Asociación
Ciencia Hoy
.
Volumen 1 - Nº 1 -
Diciembre/ Enero 1989. Imágenes del archivo de NATUar.
El noreste de Buenos
Aires, en las cercanías de la Capital Federal, recibe
permanentemente aportes genéticos de las regiones subtropicales del
país, debido a la acción de los ríos Paraná y Uruguay, que
constituyen importantes vías de penetración para la fauna y la
flora.
Una densa franja de
vegetación selvática se desarrolla a lo largo de estos cursos de
agua en islas y riberas, donde los sedimentos acarreados por los
ríos forman un lomo conocido como albardón. Paralelos al río, se
encuentran los madrejones, nombre que reciben los cauces
abandonados, en general cubiertos por un denso tapiz flotante; hacia
el interior aparecen bañados, pajonales y lagunas. Aunque
empobreciéndose paulatinamente hacia el sur, esta vegetación alcanza
las riberas del Río de la Plata y su extremo austral se encuentra en
Punta Lara, en las cercanías de la ciudad de La Plata.
Durante las grandes
crecientes, las aguas penetran en el interior de las islas inundando
madrejones y lagunas, y arrastrando con potencia arrolladora
troncos, camalotales y otras masas de vegetación flotante, que son
llevados hacia el sur, a menudo hasta las costas del Río de la
Plata. Una multitud de habitantes que vive en los sitios inundados,
y que se refugia en las islas flotantes, es transportada con ellas.
Actualmente se trata de fauna menor, pero en el pasado llegaban
hasta el delta del Paraná embalsados que transportaban yaguaretés y
otros grandes mamíferos.
Luego de las grandes
crecientes de 1977 y 1983, a lo largo de las costas del Río de la Plata
hemos encontrado en sitios tales como la Ciudad Universitaria, Costanera
Norte o Punta Lara, once especies de ofidios, quince de anfibios y gran
diversidad de vida animal. Muchas de las especies transportadas
encuentran en la nueva región condiciones propicias para su desarrollo y
reproducción, y colonizan el área; otras no prosperan y van
desapareciendo paulatinamente. Un ejemplo de colonización es el área de
relleno donde actualmente existe la reserva de la Costanera Sur, sobre
la costa del Río de la Plata, en Capital Federal, que comenzó a
rellenarse en el año 1977. Actualmente se han citado para la reserva
nueve especies de anfibios y ocho de ofidios; así es altamente probable
que nuevas especies aparezcan en el futuro.
Los requerimientos de
los anfibios están relacionados con la humedad y temperatura, pero
también, y muy especialmente, con el régimen de precipitaciones y
los diversos tipos de cuerpos de agua necesarios para la
reproducción.
La cercanía del Río de
la Plata, verde y húmeda gran parte del año, les ofrece una variada
disponibilidad de ambientes: lagunas permanentes, con el espejo de
agua limpio o cubierto por vegetación flotante, charcos temporarios
de poca profundidad, pequeños arroyos de aguas lentas, etc. Hay,
además, múltiples lugares que sirven de refugio en épocas adversas,
y diversas posibilidades alimenticias. Alrededor de 22 especies de
anfibios viven en esta zona aprovechando las posibilidades de
refugio, alimentación y sitios reproductivos que ofrece el área.
Hacia el Oeste y
el sur de la provincia de Buenos Aires disminuye la variedad
de ambientes, las posibilidades alimenticias, los índices
pluviométricos y las temperaturas; en consecuencia también
disminuye la diversidad de especies. Todos los anfibios que
viven en los alrededores de la Capital Federal hibernan
durante los meses fríos; los sitios que utilizan para
ocultarse durante este período son muy variados. Las ranas
trepadoras de la familia Hylidae, por ejemplo, utilizan con
frecuencia escondrijos entre la vegetación acuática
arraigada que rodea los cuerpos de agua donde se reproducen.
Todas ellas pertenecen a
especies de tamaño mediano o pequeño, por lo tanto con mayores
riesgos de deshidratación que otros grupos, lo que les impide
alejarse de los sitios de cría. Un refugio frecuentemente utilizado
por todas las especies de esta familia que viven en Buenos Aires son
las serruchetas (Eryngium spp.), plantas de la familia Umbeliferae,
cuyas hojas alargadas y dispuestas en roseta están defendidas por
una hilera de espinas en cada borde. Las axilas de las mismas
constituyen, por lo tanto, no sólo un sitio húmedo, gracias al agua
acumulada por la lluvia o rocío, sino también una excelente defensa
contra predadores. Los troncos caídos o la corteza de los árboles
también sirven de escondrijo a este grupo de ranas trepadoras.
Los sapos tienen piel mucho
más resistente a la desecación qué la de otros anfibios y por lo tanto
pueden independizarse del agua en mayor medida, alejándose a veces, a
grandes distancias de los sitios de cría.
Existen dos tipos en
el área. El mayor, Bufo arenarum, es muy conocido, ya que se
acerca a las casas en busca de insectos atraídos por la luz.
Durante el invierno se oculta bajo troncos o piedras, en
resquebrajaduras y en cuevas. La otra especie, Bufo granulosus,
es cavadora y construye pequeñas cuevas en el suelo ablandado
por la lluvia; vive allí la mayor parte del año, capturando
insectos que se acercan a su guarida. Al ser agredido, infla su
cuerpo y cierra los ojos, obstruyendo totalmente la entrada de
la cueva, de donde es casi imposible retirarlo.
También los escuerzos (Ceratophrys
ornata) cavan cuevas en el barro utilizando un tubérculo córneo
de borde afilado que poseen en las patas posteriores. En épocas
secas, las viejas mudas de piel forman una capa protectora contra la
deshidratación. Pero con las lluvias, semienterrado en el barro,
acecha a la espera de sapos, roedores y hasta pequeñas aves. También
el escuercito (Odontophrynus americanus) cava con sus
miembros posteriores, permaneciendo oculto la mayor parte del año.
Estas dos últimas especies salen de sus refugios únicamente después
de grandes lluvias, para buscar más activamente el alimento y
reproducirse. Los Pseudidae, que son los únicos anfibios de la zona
con membranas interdigitales, no se alejan nunca del agua y se
refugian entre las plantas acuáticas durante los meses fríos.
La mayoría de las
especies de la región comienza la reproducción a fines del invierno
o comienzos de la primavera, con la llegada de las grandes lluvias.
Pero como las condiciones ambientales varian mucho de un año a otro,
varía, también, el éxito reproductivo. Algunas especies son más
exigentes que otras en cuanto a requerimientos ambientales y
aparecen solamente con temperaturas elevadas, luego de lluvias
torrenciales; en tales circunstancias se produce una verdadera
invasión de estos anfibios en la región.
Hay otras
especies (como Hyla pulchela, Bufo arenarum,
Leptodactylus ocellatus) con menores requerimientos de
humedad, temperatura y sitios reproductivos, capaces de
reproducirse a lo largo de toda la época estival. Son, en
general, las especies más abundantes en el área y,
aparentemente, las mejor adaptadas al clima y geografía de
la zona. Hay alguna (Physalaemus barbouri) que puede
comenzar su período reproductivo en pleno invierno o
prolongarlo hasta muy entrado el otoño.
Para evitar competencia, las
diferentes especies del área aprovechan los distintos y abundantes
cuerpos de agua existentes. Algunas (Bufo granulosus, Hyla nana,
Ceratophrys ornata, entre otros) utilizan principalmente los cuerpos
de agua temporarios que se forman con las lluvias estivales. Una de las
ventajas de estos ambientes es la menor proporción de predadores (peces,
belostómidos y otros insectos acuáticos); una segunda circunstancia
favorable está dada por la menor competencia con otros anfibios. Los
renacuajos de estas especies son poco nadadores (renacuajos de fondo) y
tienen una velocidad de desarrollo de uno a dos meses. En años lluviosos
tienen buen éxito reproductivo y sus poblaciones se incrementan, pero en
años secos muchos charcos desaparecen y con ellos muchas puestas que no
llegan a término. En estos períodos se encuentran los restos secos de
individuos que no recibieron las lluvias esperadas antes de completar la
metamorfosis, o los renacuajos de varias especies concentrados en los
pequeños restos de agua, a veces sirviendo de alimento a garzas,
cigüeñas y otras aves. En ocasiones los renacuajos pueden sobrevivir
hasta la llegada de nuevas lluvias, gracias a la humedad que queda
debajo de los restos de algas o plantas flotantes.
Las especies cavícolas
de la familia Leptodactylidae (L.mistacinus, gracilis, latinasus)
presentan una particular adaptación para la reproducción en charcos
temporaríos. Se reproducen dentro de cuevas que el macho cava en el
barro, con la llegada de las primeras lluvias estivales, en el borde
de charcos y lagunas, y a menudo en el lecho seco de estos
ambientes.
Durante el amplexo, que
ocurre dentro de la cueva, la hembra deposita, junto con los huevos,
una sustancia albuminosa que la pareja bate con las patas
posteriores, formando un nido de espuma. Los huevos quedan inmersos
en esta espuma, que servirá de alimento a los renacuajos en los
primeros estadíos.
El éxito reproductivo de
estas ranas depende de lluvias escalonadas. Con las nuevas lluvias
la cueva se inunda y la espuma con los renacuajos o los huevos es
arrastrada al exterior por el agua. Dado que estas lagunas pueden
desaparecer rápidamente, la metamorfosis de los renacuajos de este
grupo dura aproximadamente 15 ó 20 días. Posiblemente la
concentración de individuos o el aumento de la temperatura del agua
incida en la velocidad del proceso metamórfico, ya que en cautiverio
se han obtenido metamorfosis más lentas.
Hay especies (Hyla
pulcheIIa, Lysapsus mantidactylus, Odontophrynus americanus, Bufo
arenarum) que prefieren lagunas permanentes de aguas más profundas
para la reproducción, y muchas veces con el espejo de agua cubierto por
una densa capa de vegetación flotante. En muchos casos poseen renacuajos
nadadores, que pueden pasar como larvas el período invernal, completando
el desarrollo con la llegada de la primavera. La especie mejor adaptada
a los cuerpos de agua permanente es Lysapsus mantidactylus; la larva de
este anfibio tiene el cuerpo aplanado) lateralmente y posee un gran
desarrollo de la aleta caudal, siendo un excelente nadador.
Hyla pulcheIIa
es uno de los anfibios más adaptables de la región. Aprovecha
cuerpos de agua muy diversos, canta, se aparea aun con bajas
temperaturas y las larvas pueden variar la velocidad de metamorfosis
según la época. En semicautiverio hemos criado individuos que
completaron la metamorfosis en primavera, alcanzaron el tamaño
adulto y comenzaron a cantar a mediados de enero; a comienzos de
marzo el canto más intenso indicaba el comienzo de la reproducción y
a fines del mismo mes ya había posturas.
Aunque existen
gritos de amenaza, como los que puede emitir el escuerzo, o
sonidos de "angustia", que emiten algunas especies al ser
capturadas por un predador, la principal función de la
vocalización en los anfibios es permitir el canto que emiten los
machos, dilatando el saco vocal que actúa como caja de
resonancia, para llamar a las hembras e iniciar el proceso de
reproducción. En algunos casos el canto también atrae a los
machos de las mismas especies; de esta manera se concentran en
los sitios de reproducción formando coros.
El canto de un individuo
puede estimular al resto y es posible motivar al conjunto con una
grabación o incluso imitando artificialmente el sonido. Cada especie
tiene sitios particulares para emitir el canto, por lo que aun cuando
coincidan los cuerpos de agua en que se reproducen varias de ellas,
generalmente no coinciden los lugares de canto. Por lo tanto, tampoco
coinciden los sitios de encuentros entre ambos sexos ni los de la puesta
de los huevos.
Es así que las ranas
trepadoras (Hylidae) cantan sobre las plantas acuáticas
arraigadas. Hyla pulchella
tiende a hacerlo a escasa altura del agua. Otras, como Hyla nana
e Hyla Squalirostris, lo hacen en la vegetación arraigada más
densa (totorales, espadañales, cortaderales). Lysapsus
mantidactylus canta flotando en el centro de las lagunas, a
veces semiescondida entre la vegetación. Como una adaptación para
cantar flotando, esta especie posee un par de sacos vocales que se
dilatan a ambos lados de la boca. Physalaemus barbouri emite
su llamado escondido en la base de los tallos de las plantas. Otras
especies (Bufo arenarum, Leptodactylus ocellatus) cantan en
lugares muy expuestos, en las orillas de vegetación baja.
Pseudopaludicola falcipes
lo hace en campos inundados, incluso en pequeños huelIones. Las
especies cavicolas, por su parte, cantan en cuevas construidas en el
barro, a orillas de charcos y lagunas.
LECTURAS SUGERIDAS
AMBROSINI, S. Etología de anfibios de
ambienles temporarios del N.E. de lo provincia de Buenos Aires.
Seminario de Licenciatura, C.A.E.S.E., 1985.
CEI, I.M. Amphibians of Argentina,
Monitore Zoológico italiano, Florencia, 1980
GALLARDO. J.M. Anfibios de los
alrededores de Buenos Aires, Buenos Aires, Eudeba, 1974.
GALLARDO, J.M. Anfibios y reptiles
del partido de Magdalena (Provincia de Buenos Aires), Buenos Aires,
Artes Gráficas Rioplatenses, 1987.