MegaFauna Web.
 
   

Aqui encontraras informacion paleontologica de las principales criaturas prehistoricas de todos los continentes.

 

*** Paleontología Internacional ***

 Pagina Principal I Presentación I Agregar en Mis Favoritos I Imprimir  I Copyright  I Correo I Colabore I Gmail I Grupo Paleo

 

 

IMPORTANTE: Algunas de las imágenes que acompañan a las presentes noticias son ilustrativas. Las imágenes originales se encuentran publicadas en Paleo, Revista Argentina de Paleontología. Boletín Paleontológico del Grupo Paleo Contenidos ©. Aviso Legal sobre el origen de imágenes. 

 

Hallan en el Paraguay un yacaré prehistórico desconocido.

Publicado en Paleo. Año XII. Numero 108. Julio de 2014.

El investigador Sergio Ríos Díaz, de la Secretaría de Cultura, junto a otros colegas extranjeros, acaba de descubrir una nueva especie de caimán extinto en la zona de Puerto Pinasco, Presidente Hayes. Se trata de un animal prehistórico del Cuaternario del que no se sabía nada en la literatura científica. Ríos clama por una especialización en paleontología en nuestro país, ya que, según manifestó, todavía hay mucho por descubrir.

Sergio Ríos Díaz está a punto de finalizar la carrera de biología en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (Facen-UNA) y se desempeña como funcionario técnico del Dpto. de Arqueología y Paleontología, Dirección General de Bienes y Servicios Culturales, de la Secretaría Nacional de Cultura, desde el año pasado. Cuenta con 12 artículos en revistas científicas y 3 capítulos de libros.

Presentó el descubrimiento del yacaré recientemente en las XXVIII Jornadas Argentinas de Paleontología de Vertebrados, realizadas en la ciudad de Zapala, Neuquén.

–¿Cuál es el estado actual de la paleontología en Paraguay?

–Estamos todavía gateando en el Paraguay. En los últimos años se dio la coincidencia de que algunos jóvenes (estudiantes de geología y biología) empezamos a retomar, de a poco, estudios sobre restos paleontológicos del Paraguay. Durante los últimos dos siglos surgieron numerosas e importantes contribuciones sobre fósiles del país, pero la gran mayoría de ellos fueron realizados por científicos provenientes del extranjero, que estuvieron de paso por nuestro país.

–¿Tienen problemas?

–Sí, empezando por el hecho de que aún no contamos con museos que posean las condiciones de albergar y exhibir una colección grande de fósiles y realmente todavía no poseemos los recursos para garantizar que los yacimientos paleontológicos puedan ser protegidos en su totalidad.

–¿Recién en los últimos años el Estado y la universidad se preocupan del tema?

–Es innegable que recién en estos últimos años existe una preocupación por parte del Estado en temas tanto paleontológicos como arqueológicos. A mi parecer, el hecho de que hayan existido varios casos muy difundidos mediáticamente y con muchos comentarios de la ciudadanía aportó en forma positiva a que el Estado empiece a invertir en paleontología.

En los últimos 5 años ocurrió el importantísimo hecho de que, por primera vez, se contrató a gente para trabajar en temas paleontológicos en la FACEN y, más recientemente, en la Secretaría Nacional de Cultura.

–¿Qué pasó con las canteras de Itauguá que tienen recursos paleontológicos?

–Estamos trabajando en un plan de preservación que involucre a los dueños de las canteras y a la comunidad. La experiencia de otros países ya nos ha demostrado que una postura institucional unilateral no es la solución para una problemática de este tipo.

Hay que destacar, además, que las canteras de Itauguá muestran uno de los mayores tesoros paleontológicos que posee nuestro país, la gran biodiversidad del silúrico inferior (400 millones de años antes). Sin embargo, ha sido estudiada, como otros restos fósiles, más que nada por científicos del extranjero. Por eso considero que la Facen debe de cumplir un rol vital respecto a acrecentar los datos científicos que tenemos sobre el sitio.

–¿Cuál fue la investigación que realizaste?

–La investigación que presenté consistió en la descripción preliminar de una nueva especie de caimán o yacaré extinto, proveniente del Chaco paraguayo y que vivió a fines del Cuaternario (entre unos 100.000 y 10.000 años atrás). El trabajo fue realizado en conjunto con el Dr. Daniel Fortier, de la Universidad de Piauí, Brasil, quien es experto en caimanes y cocodrilos fósiles. Es el primer fósil de vertebrado del Paraguay que resulta ser una nueva especie para la ciencia.

–¿Qué hallaron?

–Los restos del caimán consisten en una porción de la parte posterior del cráneo del animal y algunas placas óseas, que descubrimos junto a fósiles de numerosas especies en Puerto Pinasco, Pdte. Hayes, en un trabajo de verificación y rescate por parte de la Secretaría Nacional de Cultura, luego de que la propia comunidad (a través de la Intendencia) se comunicara con la SNC cuando, durante una bajante, aparecieron algunos huesos de gran tamaño.

–¿No había un solo registro científico de ese animal extinto?

–No, es una nueva especie para la ciencia.

Las proporciones de los huesos preservados son muy distintas a las presentes en todos los caimanes vivientes y en los fósiles que preservan dicha región. Se caracteriza principalmente por tener las aberturas supratemporales (unos orificios redondeados en la parte superior del cráneo) mucho más grandes que otras especies.

A través de estimaciones, también podemos decir que era un caimán muy grande, mayor a las especies que hoy día viven en el Paraguay.

Para llegar a esa conclusión, comparamos nuestro material con el de las demás especies de caimanes y otros Crocodylia (el grupo de los caimanes y cocodrilos) y revisamos las publicaciones existentes sobre el tema.

El registro fósil de caimanes durante el cuaternario sudamericano es muy reducido, por lo que el descubrimiento del Paraguay es importante a nivel regional.

–¿Cuánto tiempo te tomó realizar el trabajo?

–Estamos trabajando con el material desde hace más de un año. El trabajo aún no está finalizado, ya que todavía falta que se publique oficialmente en una revista científica. Recién a partir de ese momento la especie tendrá un nombre propio y será válida.

–¿Cuesta hacer paleontología en nuestro país?

–Cuesta, definitivamente, al igual que cualquier otra disciplina de ciencias naturales en nuestro país, ya que aún no contamos con una estructura (recursos humanos, bibliografía, colecciones de referencia, etc.), que pueda darnos una autonomía en cuanto a estudios científicos. A esto hay que sumarle el hecho de que por ahora somos pocos los que trabajamos el tema en el Paraguay, y todos nos encontramos cursando o finalizando nuestras carreras de grado.

–¿Debe existir la carrera de Paleontología o alguna especialización para los interesados?

–En estos momentos, iniciar de cero una carrera de grado de Paleontología en nuestro país no sería práctico. Sin embargo, considero necesario que carreras como biología o geología posean una orientación opcional (en los últimos semestres o años) hacia la paleontología, como ocurre en países vecinos y con larga tradición en estudios paleontológicos, así como también creo importante la creación de un posgrado en la materia.

La generación de una masa crítica de futuros profesionales con una formación volcada a la paleontología sin dudas posibilitará que el estudio de nuestros restos fósiles se incremente constante y progresivamente y no sea solo una cuestión temporal o mediática.

–¿Qué opinás con respecto a la postura de que no hay que invertir en estudiar animales prehistóricos, sino los actuales?

–Estoy totalmente en desacuerdo con esa idea. El argumento es parecido al que se esgrimió en algún momento en países con mayor tradición científica en relación a la inversión para estudios astronómicos o del fondo marino.

Es muy importante estudiar los seres vivos actuales, pero sin la evidencia que nos aportan los fósiles sería mucho más difícil conocer su historia evolutiva.

Todo tipo de investigación científica es importante, y más una investigación paleontológica, considerando lo poco que conocemos de nuestros fósiles. Aparte de su valor científico, los fósiles en nuestro país tienen el agregado importante de ser considerados patrimonio cultural, por lo que creo que todo tipo de inversión en el área está más que justificada.

–¿Hay mucho por descubrir en el Paraguay en relación a la prehistoria?

–Definitivamente, sí. Literalmente, apenas estamos empezando a hurgar la superficie de nuestro país.
Muchos de los hallazgos en el Paraguay han sido producto de la casualidad, por lo que solo nos queda imaginar los millares de restos fósiles y nuevas especies que podríamos descubrir si existiera la cantidad de gente necesaria para desarrollar una mayor cantidad de investigaciones en paleontología.


Encuentran restos fósiles de Pelagornis sandersi, una gran ave.

Publicado en Paleo. Año XII. Numero 108. Julio de 2014.

Vivió hace entre 28 y 24 millones de años, esto es, después de la extinción de los dinosaurios y antes de que los primeros seres humanos poblaran la región

Los científicos han identificado los restos fósiles de un ave que, con una extensión de más de siete metros de punta a punta de sus alas, puede haber sido el pájaro más grande que haya existido en la Tierra, informó hoy la revista "Proceedings of the National Academy of Sciences".

Los restos fueron encontrados en 1983 en Carolina del Sur (EU) por el voluntario James Malcom, del Museo de Charleston, durante las excavaciones dirigidas por Albert Sanders para una nueva terminal del Aeropuerto Internacional de esa ciudad.

La criatura, bautizada por los científicos como Pelagornis sandersi, debe haber sido un planeador extremadamente eficiente con alas largas y esbeltas que le ayudaban a mantenerse en el aire a pesar de su tamaño, según los investigadores.

El espécimen era tan grande -dos veces más grande que el albatros real, el ave actual de mayor tamaño- que los investigadores tuvieron que sacar los restos con una pala mecánica.

"Tan solo el hueso superior del ala era más largo que mi brazo", comentó Dan Ksepka, del Centro Nacional de Síntesis Evolucionaria en Durham, Carolina del Norte.

"El Pelagornis sandersi puede haber viajado distancias enormes cuando cruzaba las aguas oceánicas en búsqueda de sus presas", añadió.

El artículo señaló que los científicos han calculado que el ave vivió hace entre 28 y 24 millones de años, esto es, después de la extinción de los dinosaurios y antes de que los primeros seres humanos poblaran la región.

Esas aves existieron en todas partes de la Tierra durante decenas de millones de años, pero desaparecieron hace unos tres millones de años durante el período plioceno. Los paleontólogos no han determinado la causa de su extinción.  Los restos del Pelagornis sandersi incluyen huesos huecos y finos, patas cortas y alas enormes, por lo cual puede deducirse que el ave no era muy elegante en tierra pero debe haberlo sido en el aire.

La cuestión que encararon los científicos era determinar cómo podía levantar el vuelo y mantenerse en el aire un animal cuyas dimensiones y peso excedían los máximos que se consideran posibles para las aves voladoras.  Mediante modelos realizados por computadora, los científicos concluyeron que el Pelagornis sandersi probablemente despegaba corriendo colina abajo de cara al viento o aprovechando las corrientes de aire para izarse como lo hacen los planeadores conocidos como "ala delta".

La presencia de púas óseas similares a dientes en la mandíbula del fósil permitió a Ksepka identificar los restos como pertenecientes a una especie, antes desconocida, de Pelagornithidae, un grupo extinto de aves marinas gigantescas.

"Los pelagornítidos eran criaturas como salidas de una novela fantástica" , apuntó Ksepka, quien añadió que "no hay nada parecido a ellos actualmente".


Descubierto en Chile uno de los mayores cementerios de ictiosaurios.

Publicado en Paleo. Año XII. Numero 107. Julio de 2014.

Científicos chilenos han descubierto en Torres del Paine un cementerio con al menos 46 ejemplares enteros de ictiosaurios, uno de los grandes reptiles marinos de la época de los dinosaurios que desapareció hace 99 millones de años.

En solo tres campañas de exploración los investigadores han hallado 46 ejemplares, entre ellos uno con dos embriones de quince centímetros y con restos estomacales que “lo colocan en una categoría de conservación privilegiada y casi única”, recalcó Salazar.

Todo comenzó con una joven estudiante de pregrado, Judith Pardo, que fue invitada por unos glaciólogos a investigar la zona del Parque Nacional Torres del Paine y descubrió los restos.

“En un congreso posterior en la Universidad de Concepción, ella expuso sus primeros datos ante el profesor y doctor Wolfgang Stinnesbeck, quien la invitó a hacer su doctorado en Alemania”, recordó el paleontólogo quien se unió al proyecto mientras estaba haciendo su doctorado en la Universidad de Heidelberg (Alemania

Según Salazar, que organizó la primera campaña para evaluar el potencial de esta investigación, “estos organismos tienen la cabeza quebrada y se encuentran completamente articulados, o sea que cuando fueron transportados sus carnes contenían sus huesos unidos, si hubieran muerto mas arriba habríamos encontrado su cuerpos dispersados”.

Los ictiosaurios medían cinco metros de largo y vivieron entre el periodo Triásico y el Cretácico y al menos 46 de ellos quedaron sepultados por las rocas del glaciar Tyndall, de acuerdo con los resultados de los tres investigadores que fueron en la primera campaña.

 “Las rocas en las que están contenidos los ictiosaurios son series turbiditicas, depósitos de verdaderos aluviones o derrumbes submarinos que ocurren esporádicamente producto de la inestabilidad de la topografía”, explicó el investigador.

Esas rocas tenían información de “ocho grandes eventos o derrumbes” en los que, además de los ictiosaurios, quedaron contenidas aletas y otras partes del cuerpo, que llevan a los investigadores a preguntarse cuáles eran los depredadores de esta especie prehistórica.

“Clásicamente están asociados con los plesiosaurios, pero no encontramos evidencia de ellos en esta área, aunque estamos seguros de que con más campañas de exploración encontraremos restos”, dijo Salazar.

Aunque parece que los ictiosaurios se extinguieron a consecuencia de un calentamiento global, aún se desconoce la causa definitiva, pero este cementerio promete arrojar luz sobre las preguntas que la paleontología aún no puede responder. EFEfuturo Fuente; apl/pm/acm


Antepasados de avestruz y ñandú sí podían volar.

Publicado en Paleo. Año XII. Numero 107. Julio de 2014.

La gran cantidad de especies de corredoras que vemos hoy no partió de un ancestro no volador común, sino a partir de una diversificación de varios ancestros capaces de volar largas distancias y que luego perdieron esta capacidad y, además, aumentaron de tamaño

Hasta ahora, la teoría vigente decía que estas aves no voladoras habían surgido de un tronco común y luego se habían diseminado por el mundo hace al menos 120 millones de años, cuando las grandes masas de tierra que daban forma al supercontinente de Gondwana se separaron.

Pero los análisis genéticos de los parentescos entre aves corredoras modernas revelan una historia completamente distinta. Kieren J. Mitchell, de la Universidad de Adelaida en Australia, y sus colegas secuenciaron y analizaron el ADN del ave elefante, una especie de más de 3 metros que vivió en Madagascar y que se extinguió en el siglo XVII.

Descubrieron que su pariente vivo más cercano es el kiwi, una pequeña ave que vive en Nueva Zelandia. En cambio, el que se creía su ancestro común, el avestruz, estaba mucho más alejado genéticamente.

Esto se explicaría porque el ancestro común del kiwi y el ave elefante pudo volar grandes distancias, alcanzando Madagascar y Nueva Zelandia. Solo estando allí perdió la habilidad de volar.

Según los investigadores, la gran cantidad de especies de corredoras que vemos hoy no partió de un ancestro no volador común, sino a partir de una diversificación de varios ancestros capaces de volar largas distancias y que luego perdieron esta capacidad y, además, aumentaron de tamaño.

Este gigantismo es una característica que se repite en otras corredoras modernas, como el avestruz, el ñandú o el emú. Esto ocurrió, según los autores, probablemente por el vacío ecológico que quedó después de la extinción de los dinosaurios y que dejó a estas aves prácticamente libres de depredadores. Pero hubo dos excepciones: el kiwi y el tinamú o perdiz chilena.

En ambos casos encontraron que, cuando llegaron a su destino (Nueva Zelandia y Sudamérica, respectivamente), ya había otra ave corredora de gran tamaño que había hecho el viaje antes y se había consolidado como la especie dominante: el moa, en el caso del kiwi; y el ñandú, en el de la perdiz chilena. Mientras el ñandú todavía existe, el moa, que alcanzaba los 3 metros de altura y un peso de 250 kilos, se extinguió hace unos 500 años, probablemente por acción del ser humano.

"Hace 80 millones de años, cuando comenzó esta gran migración, los continentes ya estaban bastante separados, así es que tiene bastante sentido que los ancestros de las aves corredoras actuales pudieran volar. Si hubieran sido ya terrestres cuando los continentes se separaron, eso exige un origen más antiguo de todas ellas y eso no está en la evidencia del ADN", explica Alexander Vargas, investigador del laboratorio de paleobiología de la Facultad de Ciencias de la U. de Chile.

Vargas destaca que, tanto el kiwi como la perdiz chilena, son los últimos ejemplos de cómo habrían sido las especies ancestrales que llegaron a colonizar. De hecho, la perdiz todavía mantiene una relativa capacidad de vuelo que perdieron todos sus parientes.

"Si uno quisiera imaginarse cómo eran esas aves voladoras que se agrandaron y dieron origen a todas las distintas formas de corredoras que ahora hay, basta con mirar al tinamú, que es lo más parecido a lo que había seguramente entonces", dice.

Estas aves corredoras también se conocen como paleognatas porque su paladar todavía es como el de un dinosaurio, explica Vargas.

Las aves corredoras se distribuyen por distintas regiones del mundo. Destacan las avestruces en África, los ñandúes en América del Sur y los casuarios y emúes en Nueva Guinea y Australia.


Vahiny depereti. Nuevo dinosaurio de Madagascar.

Publicado en Paleo. Año XII. Numero 106. Julio de 2014.

Los dinosaurios son geniales, nos intrigan y despiertan a "pisotones" nuestra imaginación. La noticia del descubrimiento de una nueva especie que engrosa las filas de los 'lagartos terribles' es siempre bien recibida en este espacio, motivo por el cual les traigo a un nuevo cuello largo de Madagascar. Esta isla cuenta con un repertorio muy restringido de dinosaurios, que incluyen cuatro terópodos y sólo un saurópodo. 

El nuevo dinosaurio de Madagascar es interesante porque es el segundo saurópodo conocido de la isla y por conocido me refiero a que no es fragmentario hasta el punto de no poder ser reconocido.

Sus papás científicos (descriptores) lo han llamado Vahiny depereti. Se encontró en la formación Maevarano que data del Cretácico tardío (específicamente de entre 70 y 65.8 Ma) y se encuentra en la parte noroeste de la isla.

El hallazgo de Vahiny (no se burlen de su nombre) concuerda con la hipótesis de que en realidad existían dos saurópodos en la formación Maevarano. Rapetosaurus se conoce por cientos de huesos, pero el incógnito "Taxón B de Malgasy" sólo se conoce de unos cuantos, que los investigadores sugieren podrían ser de Vahiny. Tal es el caso que su holotipo se tomó de una caja cerebral de aquellos restos.

Su análisis (y el de otros restos) permitió saber que curiosamente no es primo cercano de su paisano el Rapeto, sino del hindú Jainosaurus y de los sudamericanos Muyelensaurus y Pitekunsaurus.


Los mastodontes americanos fueron cazados hace 14000 años.

Publicado en Paleo. Año XII. Numero 105. Julio de 2014.

Científicos daneses y estadounidenses han llevado a cabo un nuevo análisis de huesos de mastodonte que fueron descubiertos en la década de los setenta en los Estados Unidos. Los resultados derivados de los mismos socavan la teoría de la Blitzkrieg que sostiene que los grandes herbívoros se extinguieron abruptamente durante el Pleistoceno, hace unos 12.000 años, a causa de una caza masiva llevada a cabo por los primeros seres humanos que se asentaron en America del Norte, la cultura Clovis.

Entre 1977 y 1979, los científicos descubrieron los huesos de un esqueleto de mastodonte (Mammut americanum), incluyendo huesos de las costillas en las cuales se había insertado una pieza de corte del hueso, que demuestra que el mastodonte fue cazado por los humanos.

Los huesos permanecen en Manis (Washington Estados Unidos), fechados en 14.000 años de antigüedad. Pero este resultado no coincide con ninguna teoría, ya que en ese momento, ningún ser humano se supone que había colonizado América del Norte. De hecho, los primeros vestigios de actividad humana en el Nuevo Mundo cuentan con 13.000 años de antigüedad, con la cultura Clovis (nombre de un pueblo en Nuevo México).

Estos huesos estaban entonces en el centro del debate entre los paleontólogos. Sin embargo, recientemente, las muestras fueron analizadas con técnicas modernas.

Gracias a la datación por radiocarbono y a los análisis de ADN realizados en los huesos a nivel molecular del mastodonte y de la pieza insertada, los científicos fueron capaces de especificar la fecha de la caza: hace alrededor de 13.800 años, más o menos lo que se dijo después. Los resultados se presentan en la revista Science.

En ese momento, por lo tanto, los seres humanos cazaban usando herramientas hechas de huesos de animales que habían matado antes.

Mientras tanto, otros estudios parecen indicar la existencia de seres humanos que habían habitado esta zona durante una etapa pre-Clovis, y la reciente datación de los huesos de mastodonte, finalmente se confirma en estos estudios. Los científicos habían encontrado artefactos de piedra junto con los huesos de mamut (Mammuthus primigenius) que tienen una antigüedad de 14.800 años y 14.200 en otros sitios de EE.UU. en Wisconsin (Schaefer y Hebior), mientras que otros han encontrado evidencias de la caza en Ayer Pond, con una antigüedad de 13.800 años.

Además, un nuevo análisis, realizado en 2009 sobre los hongos del género Sporormiella, habitante común en el estiércol de los grandes herbívoros, mostró que la megafauna de la época se había extinguido poco a poco entre 14.800 y 13.700 años atrás .

Todos estos resultados indican que el inicio de la caza de grandes herbívoros por los seres humanos comenzó antes de lo que se pensaba, lo que socava la teoría de la Blitzkrieg (y también la tesis del asteroide) según la cual, los grandes herbívoros se extinguieron rápidamente hace 12.000 años.

Sin embargo, el autor del estudio no afirma que la caza sea la única responsable de la extinción de los grandes mamíferos. Dijo que otros factores como el cambio climático y el agotamiento de los recursos, pudieron haber contribuido al debilitamiento de estas poblaciones. La cacería habría sido el golpe final a la existencia de estos grandes herbívoros


Australornis lovei, un ave marina más antigua del Cenozoico.

  Publicado en Paleo. Año XII. Numero 105. Julio de 2014.

Las aves son un grupo rico y diverso pero como casi todo, en el pasado tuvieron una diversidad mayor. Estos dinosaurios no siempre fueron volantes, ya en el Cretácico podemos encontrar ejemplos de una rápida adaptación aviar a la vida marina.

La cosa es que dichas aves no pertenecen a ningún grupo moderno de aves y están entre los avechuchos primitivos que no dieron origen a las aves modernas (además, ¡tenían dientes!).

Para entender esto, necesitamos mirar un árbol filogenético, un cladograma. Lo pondré debajo de esas líneas. Ahora bien. Si prestamos atención las aves son el grupo denominado Avialae, del cual se excluyen sus primos cercanos los "raptores". Aves hay muchas, pero el grupo de aves que sobrevivió para diversificarse en las más de 9,000 especies modernas es el denominado Neornithes, que está representado al extremo final derecho del cladograma, bajo la clave B).

Cladograma representativo de los grupos de aves extintas y modernas, así como de sus primos, los raptores. Topología del árbol tomada de Godrfroit et al. (2013) "A Jurassic avialan dinosaur from China resolves the early phylogenetic history of birds".

Velociraptor y Sinornis por Franz Josef Anton, Jeholornis por Scott Hartman, Changchengornis y Corvus por Martín Chávez, Hesperornis modificado de Carroll, Ichthyornis de artista desconocido. Composición propia.

Para no hacer el cuento más largo, la nueva ave se descubrió en Nueva Zelanda y fue publicada en la revista de la Real Sociedad de Nueva Zelanda bajo el nombre Australornis lovei, que significa "ave del sur de Love" (Love es un apellido, el de su descubridor, Leigh Love).

Se excavó de sedimentos del Paleoceno (de entre 60.5 y 61.6 millones de años), específicamente de la arenisca de Waipara, al norte de Canterbury, en la Isla Sur de aquel país.

Su importancia radica en que es la primer ave neornita del registro fósil del Cenozoico con adaptaciones para la vida marina, representa a la primer ave no esfeniciforme (pingüinos) del Paleoceno de Nueva Zelanda y finalmente, se trata de una de las neornitas más viejas luego de la extinción de los dinosaurios no avianos.


Sparassodonte, un depredador que vivió hace 13 millones de años en Bolivia.

 Publicado en Paleo. Año XII. Numero 105. Julio de 2014.

El especimen fue encontrado en una zona montañosa conocida como Quebrada Honda, en Bolivia, en 1978, entre unas capas de roca datadas entre 12 millones y 13 millones de años

Parecido a este especimen de Esparasodontos es el depredador que vivió hace millones de años en Bolivia. Un estudiante de la Universidad Case Western Reserve University (Ohio, EE.UU.) y su mentor descubrieron un depredador del tamaño de un gato que vivió en Bolivia hace unos 13 millones de años, informó hoy la institución.

Se trata de uno de los ejemplares más pequeños encontrados del orden de los Esparasodontos ("Sparassodonta"), un grupo de mamíferos carnívoros extinguido que fue uno de los principales depredadores en América del Sur durante el Cenozoico.

El estudiante Russell Engelman y el profesor de anatomía Darin Croft hicieron el descubrimiento analizando una pieza de cráneo que permaneció durante más de tres décadas en una colección de la Universidad de Florida.

El especimen fue encontrado en una zona montañosa conocida como Quebrada Honda, en Bolivia, en 1978, entre unas capas de roca datadas entre 12 millones y 13 millones de años, pero no había sido estudiado en detalle hasta ahora.

La pieza fue identificada entonces provisionalmente como perteneciente a un grupo de comadreja extinguida carnívora, en parte por su tamaño, pero Croft quiso estudiarla porque la edad que le habían asignado era casi el doble de la última especie de comadreja carnívora conocida.

Según los investigadores, el especimen "claramente no corresponde a ningún grupo principal de esparasodonto" y tiene un morfotipo desconocido hasta ahora entre los animales de este grupo, aunque de momento no le han dado un nombre.

El cráneo, que completo hubiera tenido unos siete centímetros de longitud, muestra que el animal tuvo un hocico muy pequeño.

Además, una cavidad en el maxilar superior muestra que tenía grandes caninos, que estaban alrededor de una sección transversal muy parecida a las de un marsupial carnívoro, conocido como quol de cola moteada o gato tigre, que vive en Australia en la actualidad.

Los esparadosontos son más cercanos a las comadrejas actuales que a los gatos y los perros, pero el grupo incluye algunas especias con dientes de sable que les servían para alimentarse de presas más grandes.

"La mayoría de los depredadores no persiguen animales de su mismo tamaño, pero estas características indican que este pequeño depredador era un gran cazador", apuntó Croft en un comunicado.

Los investigadores consideran que esa pequeña especie de Bolivia probablemente se alimentaba de los antiguos parientes de los conejillos de indias actuales, según los investigadores.


El hallazgo uruguayo que desafía a la prehistoria y el origen del hombre americano.

Publicado en Paleo. Año XII. Numero 104. Mayo de 2014.

El hombre llegó a América 15.000 años antes de lo pensado, sugiere una investigación realizada por paleontólogos de Facultad de Ciencias, a partir de fósiles hallados en Sauce

Una gruesa pelvis de gliptodonte llamó su atención. Entre el centenar de fósiles que asomaban de la tierra, el fémur de un perezoso lestodon que en vida pesaría unas cinco toneladas también despertó el interés del aficionado Reinaldo Castilla, uno de los primeros en ver las entrañas del yacimiento del Arroyo del Vizcaíno, en la localidad del Sauce.

Era 1997 y en ese entonces no imaginaba el significado de esos fósiles: la evidencia de vida humana más antigua de América. Y no solo eso. Los fósiles muestran que el hombre vivió en el continente hace al menos 30.000 años, mientras el paradigma actual acepta que los primeros pobladores llegaron a Norteamérica hace unos 15.000 años.

Junto con una profesora y algunos amigos “con los que jugaba al fútbol”, Castilla llegó al campo de la familia Valetto para comenzar a desenterrar lo que hoy conforma una colección de más de mil piezas de fósiles de la megafauna.

El yacimiento abrió las compuertas al pasado cuando los descubridores tenían 15 años. En ese entonces, los Valetto, dueños de una parte de la estancia que alguna vez perteneció a la familia Artigas, habían bombeado el agua del arroyo para regar durante una gran sequía. Ahí los fósiles se dejaron ver.

Los entonces liceales dedicaron todo ese verano a extraer las piezas “con todo el cuidado metodológico” que les fue posible, contó Castilla. Limpiaron los fósiles con cepillos de diente y unieron las piezas con cola vinílica. El hallazgo fue el boom del verano en la cándida Sauce. Muchos de los fósiles se llevaron a una exposición permanente en el liceo de la ciudad y nació el sueño de un museo propio.

Cuando el doctor en paleontología Richard Fariña llegó al yacimiento para estudiar las muestras, Vizcaíno ya era uno de los yacimientos fosilíferos más grandes del país. No obstante, el ojo experto de Fariña y otros paleontólogos vio de otra manera el montón de fémures, pelvis, garras y clavículas.

Luego de 16 años de estudio metódico, de excavar cada vez que el nivel del agua lo permitía y desafiar la resistencia de parte de la comunidad científica, el yacimiento del Vizcaíno abrazó todo su significado.

“La prehistoria comenzó el doble de tiempo más temprano de lo que se cree”, resumió Fariña, docente de la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República (Udelar). Tan osada afirmación tardó años en ser oída y aunque los paleontólogos uruguayos cuentan con la evidencia desde hace tiempo, recién hoy la teoría pasó a ser válida para la ciencia.

Luego de ser rechazado por la revista Nature, el estudio fue aceptado y publicado por otra revista británica de prestigio, la Proceedings of the Royal Society. El equipo es cien por ciento uruguayo, con seis paleontólogos, dos arqueólogos y un geólogo, todos de Ciencias.

Según Fariña, quien lideró el estudio, la publicación en sí no hace que el hallazgo sea verdadero, sino válido. Es decir, que “es aceptado por la comunidad científica hasta que alguien demuestre lo contrario”, dijo.

En 2011, cuando Fariña y su equipo dieron a conocer su hipótesis, colegas uruguayos se mostraron cautelosos respecto al hallazgo, sobre todo porque no tenían acceso a la evidencia en la que se basaba el equipo de Fariña. Ahora, los colegas compatriotas y de todo el mundo podrán mirar a Sauce con las pruebas en mano y juzgar esta nueva teoría, que llegó para sacudir la tierra de los viejos conceptos.

Por sí mismos, los fósiles no son disruptivos. Es la combinación de varios ingredientes la que hace de este “el descubrimiento de la vida” de Fariña y el motor de un nuevo museo en Sauce, que cuenta con el apoyo del municipio y la intendencia canaria.

En sí, los científicos concluyeron que el hombre pudo haber llegado a América 15.000 años antes de lo que se cree porque algunos de esos fósiles de mamíferos tienen marcas hechas por humanos al cazarlos y comerlos.

Y como las pruebas de carbono 14 arrojaron que esos huesos tienen 30.000 años, se entiende que el ser humano coexistió con la megafauna.

La tecnología también hizo su parte. Un software que permite hacer modelos 3D de la muestra bajo un estereomicroscopio ayudó a los paleontólogos a identificar esas marcas como producto de la acción humana y a descartar las que fueron hechas por carnívoros, raíces y “pisoteo”.

Según explicó Luciano Varela, que junto a Sebastián Tambusso midió y analizó las reconstrucciones 3D, las marcas realizadas por la actividad humana se identifican por “la forma recta, la profundidad del corte, las pendientes agudas de sus lados, una sección en forma de ‘V’ y un levantamiento del borde del corte conocido como hombro”.

“De todas formas, la gran variación en las marcas y en sus posibles orígenes hace difícil su reconocimiento”, aclaró Varela, que analizó un total de 15 marcas en 10 fósiles.

Los expertos también pueden definir si una piedra era utilizada como herramienta. Hasta ahora, el equipo solo ha encontrado un “raspador” en el yacimiento, que alimenta la teoría de los científicos.

Pero existen otras razones que apoyan la idea de que el yacimiento era la cocina de los primeros pobladores de América.

De hecho, antes de pasar al laboratorio los paleontólogos interpretaron varias señales. Por ejemplo, la gran cantidad y diversidad de fósiles en el predio, incluso de animales que por su tamaño no podrían haber sido arrastrados por el agua, indican que alguien los acumuló adrede en ese lugar. También la posición de los huesos tiene esa lectura.

Las primeras impresiones de Castilla, con solo 15 años, fue la misma. Recordó los restos de un gliptodonte (algo así como una mulita gigante) dispuestos patas para arriba, “para que lo descarnen”. A su vez, la mayoría de los fósiles pertenecen a ejemplares “en la flor de la edad”, es decir, ni viejos ni juveniles. “Eso es típico de la depredación humana, porque no cazamos al más débil, sino al más rico”, explicó Fariña. Además, los cortes se ven en las inserciones musculares y hay más miembros anteriores que posteriores, más señales de que el hombre estuvo allí.

Sin embargo, Fariña descarta encontrar restos humanos en ese yacimiento, porque “uno no entierra a sus muertos en el supermercado”. Aun así, se permite el “sueño loco” de encontrar un diente o una falange humana perdida por el acto de caza, que respalde su teoría.

“Si bien han habido otros estudios de esta naturaleza, pensamos que el nuestro es particularmente digno de atención debido a la estrecha asociación entre la evidencia de la edad y la evidencia de presencia humana”, sostuvo el paleontólogo.

El estudio uruguayo tiene todo para ser revolucionario. No solo porque obliga a replantearse la antigüedad de la vida humana en América, sino también a repensar las teorías de cómo se fue poblando el continente. Hasta ahora, que el hombre cruzó por el estrecho de Bering desde Europa y se desplazó por el continente desde el norte hacia el sur es la teoría establecida. El hallazgo de los paleontólogos orientales dice que, además de haber llegado milenos antes, pueden haberlo hecho desde otro lado.

Asimismo, quizá los arqueólogos podrían replantearse quiénes fueron los seres humanos que llegaron al continente. Según Fariña, solo cuando su “imaginación vuela” puede llegar a creer que, tal vez, los neandertales podrían haber llegado a América alguna vez, porque sí existe evidencia de que existieron en Europa. Sin embargo, admite que la probabilidad mayor es que, a pesar de la distancia en el tiempo, quienes llegaron “fuéramos nosotros”, el homo sapiens.

Si bien han habido otros estudios de esta naturaleza, pensamos que el nuestro es particularmente digno de atención debido a la estrecha asociación entre la evidencia de la edad y la evidencia de presencia humana”, sostuvo el paleontólogo

El hallazgo también implicaría que el hombre coexistió con las bestias de la megafauna durante varios miles de años más de lo que se pensaba. Según el estudio, los humanos convivieron al menos con gliptodontes, perezosos lestodon, toxodontes, mastodontes, tigres dientes de sable y ciervos 15.000 años más de lo pensado.

Según el paleontólogo, esto aportaría al estudio de cómo impactó la acción humana en estos animales y por qué se extinguieron. Esto también ayudaría a entender las claves para la conservación de los animales que todavía no son historia. “La instalación de un museo paleontológico es el final de un camino y el comienzo de uno mucho más largo”, dijo Rubens Ottonello, alcalde de Suace. El museo ya tiene lugar para nacer –un galpón de AFE– y fecha tentativa para el año que viene. En 2014 se cumplen además 250 años del nacimiento de Artigas, un legado histórico que, junto con la actividad vitícola y el museo harán de la localidad canaria el combo ideal de cultura e historia para atraer a turistas de todo el mundo, agregó.

Además, el museo saldará la “cuenta pendiente” que tienen los sauseños con aquellos liceales que desenterraron los fósiles primero y a quienes deben respuestas, sostuvo Ottonello.

En tanto, los paleontólogos seguirán excavando cada vez que el Vizcaíno se los permita. Esperan que, con suerte, en enero puedan acampar a la orilla y sacar más “tesoros de la naturaleza”, al decir de Fariña.

Y, quién sabe, tal vez los fósiles que aún quedan por rescatar tengan más respuestas, que desafíen incluso a las que Fariña y sus colegas han intentado dar. Después de todo, “en la ciencia las certezas son siempre provisorias”, opinó el paleontólogo, consciente de que la investigación también deberá pasar por el ojo crítico de los escépticos.

“El escepticismo es la actitud correcta de la ciencia, pero no puede ser hueco de contenido: tiene que basarse en el análisis de la evidencia”, aclaró Fariña. Solo así funciona el andamiaje de la ciencia, que es “una creación colectiva de inspiración individual”, agregó.

Por eso, no será de extrañar que pronto alguien encuentre, tal vez por casualidad, más pruebas provisorias que hagan andar a la ciencia. 


Nimbacinus dicksoni era capaz de cazar presas más grandes.

Publicado en Paleo. Año XII. Numero 104. Mayo de 2014.

La reconstrucción de un cráneo de marsupial carnívoro extinto, de la especie Nimbacinus dicksoni, sugiere que pudo tener la habilidad de cazar presas identificadas como vertebrados y de mayor peso corporal que él.

La especie Nimbacinus dicksoni forma parte de una familia extinta de carnívoros marsupiales australianos y de Nueva Guinea, la Thylacinidae. Si exceptuamos a una especie extinguida en tiempos modernos, la mayor parte de la información conocida sobre las especies de esta familia procede de fragmentos de cráneos recuperados, lo que limita el análisis de su diversidad y su ecología.

Gracias al hallazgo de un cráneo conservado de N. dicksoni de aproximadamente 16 a 11,6 millones de años de antigüedad, procedente del yacimiento paleontológico de Riversleigh, declarado Patrimonio de la Humanidad, y ubicado en el noroeste de Queensland, en Australia, unos especialistas de la Universidad de Nueva Inglaterra y la Universidad de Nueva Gales del Sur, ambas en Australia, han resuelto finalmente el enigma de si el N. dicksoni era capaz de cazar presas grandes o solo pequeñas.

El equipo de Marie Attard, de la Universidad de Nueva Inglaterra, utilizó técnicas de reconstrucción virtual en 3D y modelado por ordenador para reconstruir el cráneo del Nimbacinus, someterlo digitalmente a pruebas de resistencia estructural, y compararlo con modelos de grandes marsupiales carnívoros vivos (Demonio de Tasmania, Dasyurus maculatus y Dasyurus hallucatus), y con el marsupial conocido popularmente como tigre de Tasmania, que se extinguió en 1936, y que es el pariente evolutivo más próximo de N. dicksoni.

Los autores del estudio han constatado que las similitudes en cuanto a rendimiento mecánico del cráneo entre el N. dicksoni y el Dasyurus maculatus (quol de cola moteada o gato tigre) son mayores que con respecto al tigre de Tasmania. Attard y sus colaboradores sugieren que el N. dicksoni, un marsupial de tamaño medio y un peso de unos 5 kilogramos, poseía una fuerza de mordedura superior para el tamaño que tenía, era sobre todo carnívoro, y probablemente era capaz de cazar vertebrados que excedían su propia masa corporal.

El hallazgo sugiere que el Nimbacinus dicksoni era un cazador oportunista, cuyas presas potenciales incluían a pájaros, ranas, lagartos y serpientes, así como un amplio surtido de marsupiales.

En la investigación también han trabajado William C. H. Parr, Laura A. B. Wilson, Michael Archer, Suzanne J. Hand, Tracey L. Rogers y Stephen Wroe.

Longicresta hongshanornis, revela nuevas pistas sobre el vuelo de las aves.

Publicado en Paleo. Año XII. Numero 103. Mayo de 2014.

Tras estudiar un fósil encontrado en el noreste de China que data del periodo Cretácico temprano (hace aproximadamente 125 millones de años), un equipo internacional de paleontólogos argumenta que las aves desarrollaron patrones modernos de vuelo mucho antes de lo que hasta ahora se ha supuesto.

El espécimen, denominado Longicresta hongshanornis, conserva cerca del 90% de su esqueleto y gran cantidad de detalles en alas y cola, lo que ha permitido a los investigadores realizar un análisis aerodinámico y deducir de qué forma probablemente voló.

De acuerdo con el estudio, publicado en la revista de acceso abierto PeerJ, el estilo de vuelo de L.Hongshanornis es más parecido al de las aves modernas que al modo como hasta ahora se piensa que volaban los primeros vertebrados —deslizándose a través del aire y evitando el aleteo rápido y continuo de las alas, a falta de masa muscular suficiente—.

También el tamaño y la forma en general del espécimen hallado son comparables a los de las aves modernas. “Era prácticamente un estornino, con una cola más grande, como la de un ruiseñor”, señala una nota de prensa de la Universidad del Sur de California (EEUU). “Un observador casual no vería nada especial en este pájaro, a menos de que detallase en las garras al final de las alas y en los pequeños dientes en el pico”.

El alto grado de preservación de L. Hongshanornis también permitió a los investigadores extraer importante información etológica sobre las aves tempranas. "Además de preservar el esqueleto y el plumaje prácticamente completos, el ejemplar presenta más de 10 gastrolitos en su estómago, piedras de pequeño tamaño cuya función principal es facilitar la trituración del alimento en las vías digestivas, lo cual aporta nueva información sobre las preferencias tróficas y el comportamiento de estas aves", declara Jesús Marugán, investigador de la Unidad de Paleontología de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) y firmante del trabajo.

En la investigación, además de la Universidad del Sur de California y la UAM, participaron el Museo de Historia Natura de Dalian (China), el Instituto de Paleontología de Vertebrados y Paleoantropología (China), la Academia China de Ciencias Geológicas y el Museo de Historia Natural de Beijing. (Fuente: Universidad Autónoma de Barcelona)


Los humanos provocaron la extinción de las moas.

Publicado en Paleo. Año XII. Numero 103. Mayo de 2014.

Doscientos años después de que los primeros maoríes se asentaran en Nueva Zelanda en el siglo XIII, se esfumaron de las islas nueve especies de moas.

Ahora, un equipo de biólogos, arqueólogos y expertos en genética plantea en la revista Proceeedings of the National Academy of Sciences que la desaparición de estas grandes aves no voladoras no fue en absoluto casual.

En su estudio, los investigadores destacan que tras analizar los restos de 281 individuos pertenecientes a distintas especies averiguaron que antes de la colonización polinesia, las poblaciones de moas presentaban una amplia variedad genética, un indicio de que, al menos durante los últimos 4.000 años, habían prosperado y mantenían un elevado número de especímenes.

Por ejemplo, los autores del ensayo estiman que en ese tiempo habitarían Nueva Zelanda al menos 9.200 moas gigantes de la isla sur (Dinornis robustus), un animal que podía superar los 3,5 metros de altura. No obstante, descubrieron que la calidad del ADN se empobrecía notablemente tras la llegada de los humanos, lo que, según los científicos, revela que su número descendió de forma drástica.

Aunque miles de años antes de que se establecieran los maoríes algunas moas, como Euryapteryx crassus, que rondaba los 180 cm de alto, ya habían estado al borde de la extinción, la especie se había recuperado y se desarrollaba satisfactoriamente en las regiones boscosas orientales.

“Nuestros hallazgos apuntan que la intervención humana fue determinante en la desaparición de estas aves”, indica Mike Bunce, de la Universidad Curtin, en Australia, que ha coordinado el estudio.

“Quizá la situación habría sido más compleja en otro lugar, pero en el caso de Nueva Zelanda, el ADN antiguo aporta claras evidencias. La aniquilación de la megafauna fue el resultado de la acción humana. Necesitamos ser más conscientes del impacto que hemos tenido y tenemos el entorno”.


Cotylocara macei, un nuevo fósil de ballena y la evolución de la ecolocación.

   Publicado en Paleo. Año XII. Numero 102. Mayo de 2014.

Un fósil de ballena de 28 millones de años de antigüedad descubierto en Estados Unidos demuestra que la ecolocación o capacidad de orientarse por sonidos surgió pronto entre los cetáceos, informa la revista “Nature”.

Imagen del cráneo del fósil de ballena Cotylocara macei de hace 28 millones de años. James Carew and Mitchell Colgan/Nature

Un equipo del Instituto de Tecnología y Colegio de Medicina Osteopática de Nueva York, dirigido por Jonathan Geisler, examinó las características del fósil del oligoceno hallado en Carolina del Sur, que corresponde a un género hasta ahora desconocido de ballena dentada, las que actualmente tienen la capacidad de ecolocación.

El descubrimiento de este fósil “indica que la ecolocación se desarrolló muy tempranamente cuando se produjo la divergencia entre las ballenas dentadas (que incluyen las orcas, delfines, marsopas y cachalotes) y las barbadas de su antecesor común”, se apunta en la revista.

La adquisición de la capacidad de ecolocación permitió adaptarse a su entorno a aquellos cetáceos -los dentados- que vivían en aguas oscuras o turbias, donde era más difícil navegar y cazar, apuntan los investigadores.

La ecolocación es una característica de las ballenas dentadas (odontocetos, con dientes), pero en general se sabe poco de cómo este complejo comportamiento y su anatomía asociada surgieron y evolucionaron.

Geisler y su equipo explican que el cráneo del fósil descubierto presenta rasgos anatómicos que indicarían una forma temprana de ecolocación, entre ellos una asimetría craneal y una mandíbula superior más ancha.

Un estudio filogenético (relativo a las relaciones evolutivas de grupos de organismos) realizado confirma que la ecolocación surgió muy pronto en la historia de los odontocetos, justo después de su separación del antepasado común con las ballenas barbadas.Los científicos apuntan que la aparición evolutiva de esa capacidad de orientación por sonidos fue acompañada de cambios anatómicos, como el tamaño del cuerpo y el cerebro, y de patrones de alimentación.

Las ballenas dentadas, que son las que tienen la habilidad de la ecolocación, suelen tener entre 1 y 260 dientes, que utilizan para retener el alimento, y solo tienen un orificio para respirar. Las ballenas con barbas (misticetos), que suelen ser más grandes y nadan más lentamente, tienen un sistema de filtrado localizado en la mandíbula inferior que les permite tragar alimentos, además de tener dos orificios de respiración.

La capacidad de ecolocación, que poseen también animales como los murciélagos, permite la orientación a través del eco: el animal emite un sonido que rebota al encontrar un obstáculo y después analiza el eco recibido. De este modo, el animal logra saber la distancia que existe hasta el objeto que le interesa, midiendo el tiempo de retardo entre la señal que ha emitido y la que ha recibido. EFEFuturo.


Descubren pingüino que habitó Chile hace tres millones de años.

  Publicado en Paleo. Año XII. Numero 102. Mayo de 2014.

Hace tres millones de años, la costa de la zona central de Chile era entre dos y cuatro grados más cálida que hoy. El paisaje no era muy distinto al actual. Cormoranes y preteles volaban sobre las rocas, donde descansaban leones marinos.

Había delfines, ballenas y tiburones. Sin embargo, investigadores de la U. Austral (Uach) descubrieron que en la zona también habitó una especie de pingüino crestado (con plumas amarillas sobre los ojos), hoy el género de pingüinos más abundante en el planeta. El equipo encontró los fósiles del ejemplar del género Eudyptes (pingüinos crestados) más antiguo del mundo y el único hallado en la zona central, especie que desapareció del lugar y cuyos parientes cercanos se radicaron en el extremo sur.

El ave, que medía unos 70 cm, fue bautizada Eudyptes calauina (basado en el nombre que los yaganes de Tierra del Fuego usaban para el pingüino de penacho amarillo) y vivió en lo que hoy es la costa de Horcón, Región de Valparaíso.

La especie fue hallada entre 2010 y 2011 por Jorge Carillo -otro de los investigadores-, en el marco de su tesis de magíster. El descubrimiento incluyó además, el primer registro de la época del Plioceno de la pardela sombría (Puffinus griseus), ave que actualmente se reproduce en la Región de Magallanes, y un pequeño cormorán. “Al estudiar los fósiles de Horcón descubrimos que el ave más abundante era un pingüino mediano perteneciente al grupo de los pingüinos crestados, pero que se distingue por ser más grande que las especies actuales y por una serie de características más sutiles presentes en los huesos del pie y aletas”, explica Martín Chávez, estudiante de doctorado en la U. de Bristol (Reino Unido) e investigador principal del estudio, publicado en la revista Plos One.

Sus actuales parientes habitan principalmente en zonas con aguas frías, como la Patagonia Austral, Nueva Zelandia y pequeñas islas subantárticas. “En Chile tenemos dos especies viviendo en Aysén y Magallanes: el pingüino de penacho amarillo y el pingüino macaroni”, indica Chávez.

El paleontólogo Sven Nielsen, académico de la Uach, señala que desde el descubrimiento de los fósiles, se inició el proceso de comparación de los huesos con los de especies actuales de pingüinos y con fósiles encontrados alrededor del mundo.

“Es la primera especie descubierta en Chile central. Hasta ahora todos los pingüinos de antigüedad similar se habían descubierto en el norte y en su mayoría están más relacionados con el actual pingüino de Humboldt, que es común en el norte y centro de Chile. Esta es la primera vez que hallamos este tipo de pingüinos en el registro fósil del país”, dice Chávez.

El experto agrega que el hallazgo es un caso interesante para estudiar cómo la fauna marina puede reaccionar ante el cambio climático, ya que el E. calauina no logró adaptarse a la baja en la temperatura de la zona y se extinguió.

Los fósiles de pingüinos modernos previamente encontrados en el país tienen una data de hasta ocho millones años, pero se han hallado fósiles de especies más primitivas de más de 35 millones de años en Magallanes. El pingüino más antiguo conocido hasta hoy vivió hace 60 millones de años y fue hallado en Nueva Zelandia. 

Según Nielsen, la zona donde fueron encontrados los fósiles, en los acantilados de la bahía de Horcón, aún conserva material fosilífero que permitirá seguir estudiando vertebrados marinos.

A partir del segundo semestre de este año, la Universidad Austral se transformará en la primera institución nacional en dictar un magíster en paleontología, el estudio del pasado de la vida en el planeta.

Tras dos años de trabajo, el proyecto fue aprobado por el Consejo Académico. Se trata de una especialización de dos años, que tendrá una línea profesional e investigativa, por lo que pueden postular a ella profesionales ligados a la biología, geología, arqueología, derecho y veterinaria, entre otras.

“El ingreso de Chile a la Ocde exige cumplir ciertos requisitos, entre esos, conocer y proteger los fósiles, como una de las riquezas del país, sobre todo para Chile donde los fósiles son propiedad del Estado”, dice Karen Moreno, directora del programa. La paleontóloga sostiene que hay un vacío importante en el tema, pues en proyectos de construcción, por ejemplo, la línea de base es realizada por arqueólogos, “que difícilmente conocen los fósiles de hasta cuatro mil millones de años”.


Animales marinos del Cámbrico se alimentaban como las ballenas modernas.

 Publicado en Paleo. Año XII. Numero 102. Mayo de 2014.

Grandes animales marinos que vivieron hace más de 500 millones de años estaban dotados de apéndices bucales para filtrar alimentos de forma similar a las ballenas modernas, según publica la revista “Nature”. 

Un equipo liderado por Jakob Vinther, de la Universidad británica de Bristol, descubrió en 2009 en Groenlandia unos fósiles de la especie Tamisiocaris, perteneciente a la familia de anomalocarídidos y que vivió en el Cámbrico, el primero de los seis periodos de la Era Paleozoica.

 Tras el análisis de esos restos, los expertos han concluido que esas extrañas especies marinas tenían grandes apéndices ubicados en la zona bucal para filtrar el plancton que capturaban de las aguas oceánicas.

Consideran que su forma de alimentación era similar a la de las ballenas actuales, que cuentan en sus mandíbulas con un sistema de filtrado que les permite atrapar gran cantidad de plancton entre las toneladas de agua que ingieren. Los Tamisiocaris, que vivieron hace entre 480 y 520 millones de años, nadaban gracias a unas aletas a ambos lados del cuerpo que también les ayudaban a capturar largas presas, como las trilobitas, una clase de artrópodos extintos.

“Estos artrópodos primitivos eran los tiburones y las ballenas de la era Cámbrica”, destacó a Efe Vinther, de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad de Bristol.

Vinther dijo que los fósiles permitieron descifrar cómo algunas de esas criaturas “se convirtieron en vertebrados suspensívoros”, animales de movimientos lentos que se alimentaban de especies marinas más pequeñas, como crustáceos y organismos minúsculos de menos de medio milímetro.

Los investigadores crearon una aplicación tridimensional por ordenador para lograr más información sobre los apéndices bucales y la forma en que se alimentaban esas especies, así como los movimientos que el animal realizaba al ingerir el plancton. “Es un caso raro cuando se puede decir algo concreto acerca de la ecología alimenticia de estos tipos de criaturas antiguas”, señaló Martin Stein, profesor de la Universidad de Copenhague y creador de la aplicación en 3D.

El descubrimiento de estos fósiles se llevó a cabo durante unas exploraciones en 2009 en la zona de Sirius Passet, en Groenlandia, encabezadas por el profesor David Harper, de la Universidad de Durham (noreste de Inglaterra).

Esas expediciones “desenterraron un tesoro real de nuevos fósiles en una de las partes más remotas del planeta”, según Harper, para quien el descubrimiento de este animal “añade otras piezas a este fantástico rompecabezas”. EFEfuturo


Practicaron la autopsia a un bisonte de 9.000 años.

Publicado en Paleo. Año XII. Numero 101. Mayo de 2014.

La Academia de Ciencias de Yakutia llevará a cabo la primera autopsia de un bisonte de 9.000 años de edad que, tras permanecer durante siglos conservado en el hielo siberiano y que, según los expertos, está tan bien conservado como si hubiera muerto "hace unos días". El objetivo de este estudio es buscar información sobre los parásitos que podrían haber llevado a la extinción de esta especie.

El animal fue descubierto en julio de 2011 en una zona remota de Siberia después de que parte de la orilla de un lago helado --en donde ya se habían hallado anteriormente restos de mamut lanudo-- se fundió. "

El descubrimiento tiene un enorme valor para los científicos, ya que es el bisonte mejor conservado que se ha encontrado hasta ahora", ha explicado el responsable de este trabajo, Albert Protopopov, al diario 'The Siberian Times'.

El experto ha confirmado la edad del animal, que coincide con el inicio de la época del Holoceno y ha explicado que murió aproximadamente con cuatro años de edad. "Fue una época en la que muchos mamuts murieron en la zona, pero los bisontes aún permanecían", ha aclarado. El porqué de esta situación es lo que buscan en el análisis del bisonte. 

La autopsia, en la que también participan centros de investigación de Rusia y Estados Unidos, consiste en extraer y describir todos los órganos, así como la realización de pruebas microbiológicas y genéticas para buscar parásitos en su organismo. También se pretendde analizar los restos de alimentos que se puedan rescatar de los órganos digestivos del bisonte. Los expertos aseguran que los resultados estarán listos para el próximo año.


Nanuqsaurus hoglundi, una nueva especie de tiranosaurio en Alaska.

    Publicado en Paleo. Año XII. Numero 101. Mayo de 2014.

Según los análisis, los huesos del cráneo revelan que pertenecen a un individuo de una nueva especie, a la que se le ha dado el nombre de Nanuqsaurus hoglundi.

Unos restos fósiles de 70 millones de años de antigüedad encontrados en sedimentos del periodo Cretáceo Tardío de Alaska han sido identificados como pertenecientes a una especie de tiranosaurio hasta ahora desconocida.

Los tiranosaurios, de entre los cuales el más famoso es el Tiranosaurio rex, han sido muy estudiados por la paleontología. Sin embargo, gran parte de lo que se sabe de ellos procede de los fósiles de latitudes bajas y medias de Norteamérica y Asia.

El equipo de Anthony Fiorillo y Ronald S. Tykoski, ambos del Museo Perot de Naturaleza y Ciencia, en Texas, analizó los restos de cráneo y mandíbula descubiertos en una formación geológica situada en el norte de Alaska, determinando que pertenecieron a un nuevo y pequeño tiranosaurio.

Según los resultados de los análisis, los huesos del cráneo revelan que pertenecieron a un individuo de una nueva especie, a la que se le ha dado el nombre de Nanuqsaurus hoglundi. Esta bestia presenta un estrecho parentesco evolutivo no sólo con los tiranosaurios sino también con los tarbosaurios.

Se estima que el nuevo dinosaurio era relativamente pequeño, teniendo un cráneo adulto una longitud estimada de aproximadamente 63 centímetros (25 pulgadas), bastante inferior a la de unos 152 centímetros (60 pulgadas) del T. rex. La nueva especie vivió probablemente en un entorno continental de latitud alta, con estaciones extremas, en el borde más norteño de la Norteamérica del Cretácico.

Los autores del estudio sugieren que el hecho de que el N. hoglundi tuviera un menor tamaño corporal que los de la mayoría de los tiranosáuridos de las latitudes más bajas puede reflejar una adaptación a la variabilidad en los recursos a través de las estaciones árticas. La diversificación pudo incrementarse a consecuencia del aislamiento parcial de los dinosaurios en el norte debido a barreras terrestres, como por ejemplo una cordillera.


Paleopatología en la pata delantera de un Machairodus aphanistus en Teruel.

   Publicado en Paleo. Año XII. Numero 101. Mayo de 2014.

Un equipo de paleontólogos de la Fundación Dinópolis y el Museo Nacional de Ciencias Naturales-CSIC ha descubierto en el yacimiento mioceno de La Roma 2, en el término municipal de Alfambra (Teruel), la primera evidencia de una patología en la pata delantera de un félido 'dientes de sable'. El yacimiento tiene una antigüedad de nueve millones de años.

Ha publicado este trabajo la revista The Anatomical Record. La patología se ha identificado en un radio derecho --hueso del antebrazo-- que constituye el único fósil de este animal encontrado hasta ahora no sólo en el yacimiento, sino en toda la Cuenca de Teruel, lo que añade excepcionalidad al hallazgo.

El radio estudiado muestra un grueso recrecimiento óseo (exostosis) en su cara anterior, causado por la lesión y posterior osificación del tendón del músculo abductor pollicis longus, uno de los principales extensores y abductores del dedo pulgar. No está claro qué pudo provocar la lesión de este músculo pero los paleontólogos detallan en este trabajo que esta patología afectó notablemente a las condiciones de vida del individuo, ya que disminuyó su capacidad para agarrar o arañar con la mano derecha, una acción necesaria tanto para cazar como para trepar a los árboles.

De esta forma, el animal no sólo vio mermadas sus capacidades para atrapar presas de las que alimentarse, también fue incapaz de trepar a los árboles para, por ejemplo, escapar del ataque de otros depredadores de mayor talla que poblaban la zona, como el gran félido 'dientes de sable' Machairodus aphanistus, del tamaño de un tigre.

No se ha podido establecer todavía si este individuo de Promegantereon ogygia consiguió recuperarse de su patología o si, por el contrario, fue la causa de su muerte pero se espera que futuras excavaciones en el yacimiento de La Roma 2 proporcionen más fósiles que puedan aclarar este enigma.


Hylaeochelys kappa, una tortuga única en el Jurásico de Portugal.

   Publicado en Paleo. Año XII. Numero 100. Marzo de 2014.

Investigadores de la Universidad Nacional de Educación a Distancia han identificado el fósil de una nueva especie de tortuga descubierta en una playa de Portugal. El ejemplar, bautizado como Hylaeochelys kappa, es el único de su género que se remonta al Jurásico, y acaba de ser presentado en rueda de prensa en la localidad portuguesa de Torres Vedras.

Un caparazón localizado hace un par de años en la playa portuguesa de Porto do Barril de Mafra pertenece a una nueva especie de tortuga del Jurásico en Portugal. Bautizada como Hylaeochelys kappa, el ejemplar vivió hace algo más de 145 millones años y constituye la representación más antigua de su género y la única conocida por el momento en el Jurásico europeo.

“Se trata de una tortuga de agua dulce, perteneciente a un género hasta ahora exclusivamente conocido en Gran Bretaña a partir de fósiles que datan del Cretácico Inferior, hace unos 140 millones de años”, explica Francisco Ortega, investigador del grupo de Biología Evolutiva de la UNED y uno de los autores de su identificación, que se publica en la revista Comptes Rendus Palevol, de la Academia de Ciencias de Francia.

Los científicos acaban de presentar el hallazgo en el Museo de Torres Vedras, en Portugal, puesto que el fósil forma parte de la colección de la Sociedad de Historia Natural de la localidad y fue encontrado por un colaborador habitual de la institución, José Joaquim dos Santos.

A partir del caparazón, los investigadores han averiguado que el ejemplar, hallado en plena Cuenca Lusitánica, medía cerca de medio metro de largo y se caracterizaba por tener un caparazón redondeado y muy bajo, lo que permite identificarlo como un animal con costumbres nadadoras.

Su nombre resulta peculiar puesto que, aunque la primera palabra pertenece al nombre del género –Hylaeochelys–, la palabra kappa se refiere a una figura mitológica japonesa con aspecto de tortuga, cuyo origen proviene de las capas que los monjes portugueses llevaban en Japón en el siglo XVI. Además, esta figura mitológica, como los monjes, tiene en la cabeza una especie de tonsura –un plato que simula la cabeza rapada en forma de aureola–.

 “Hylaeochelys kappa es una forma primitiva del grupo al que pertenecen la mayor parte de las tortugas actuales, es decir, las criptodiras”, indica Adán Pérez-García, investigador del mismo grupo de la UNED y autor principal del estudio. Este grupo engloba a los galápagos, las tortugas de caparazón blando, las terrestres y las marinas.

A pesar de ser menos populares, las tortugas son un miembro habitual en los yacimientos con fósiles de dinosaurios y, en muchas ocasiones, resultan tan útiles como éstos para comprender cómo fueron los ecosistemas de hace millones de años.

Durante el Jurásico Superior –hace entre aproximadamente 165 y 145 millones de años–, fueron abundantes los representantes de algunos grupos de tortugas exclusivamente europeas, como los plesioquélidos, que desaparecieron al final de este período.

Posteriormente, las tortugas cretácicas europeas no presentaban parientes directos en el Jurásico y, por lo tanto, no se conocía ningún género de ellas que atravesase esa frontera temporal.

Hylaeochelys kappa es una forma primitiva del grupo al que pertenecen la mayor parte de las tortugas actuales"Sin embargo, a la luz de este último hallazgo, “sabemos que Hylaeochelys ya existía en el Jurásico”, asegura Pérez-García. En su opinión, algunos géneros de reptiles de agua dulce europeos como Hylaeochelys y ciertos cocodrilos habrían sobrevivido del Jurásico al Cretácico, llegando a esa época con menos dificultad que sus parientes marinos, como los desaparecidos plesioquélidos

La investigación se enmarca en un proyecto en el que participan investigadores del grupo de Biología Evolutiva de la UNED, del departamento de Paleontología de la Universidad Complutense de Madrid y del Laboratorio de Paleontología de la Sociedad de Historia Natural de Torres Vedras.


Dimetrodon, el precursor de los mamíferos desgarraba grandes presas.

  Publicado en Paleo. Año XII. Numero 100. Marzo de 2014.

Los primeros depredadores superiores que fueron capaces de moverse en tierra firme no tenían miedo de morder más de lo que sus mandíbulas les permitían, tal y como ha demostrado un estudio de  la Universidad de Toronto Mississauga.

El estudiante de posgrado y el autor principal Kirstin Brink sugiere que el dimetrodon, un carnívoro considerado precursor de los mamíferos que caminaba sobre la tierra hace entre 298 millones y 272 millones de años, fue el primer vertebrado terrestre en desarrollar dientes serrados en forma de cuchillo.

De acuerdo con el estudio publicado en Nature Communications, los dientes zifodonte, con sus bordes dentados, producían una mordedura más eficiente y habrían permitido al dimetrodon comer presas mucho más grandes que él mismo.

Aunque la mayoría de los dinosaurios carnívoros poseían dientes zifodonte, la evidencia fósil sugiere que los dientes serrados primero evolucionaron en el dimetrodon, unos 40 millones de años antes que en los dinosaurios terópodos "Las tecnologías como el microscopio electrónico de barrido (SEM) y la histología nos permitieron examinar estos dientes en detalle para revelar patrones previamente desconocidos en la historia evolutiva del Dimetrodon", dijo Brink.

El dimetrodon, con sus cuatro metros de largo, representaba la parte superior de la cadena alimentaria terrestre en el período Pérmico temprano y es considerado como el precursor de los mamíferos.

Según esta investigación, tenía una diversidad de estructuras dentales antes desconocidas y fue también el primer vertebrado terrestre en desarrollar un diseño dental que ha terminado por ser dominante en los mamíferos.

El estudio también sugiere que los dientes zifodonte se limitaron a las especies posteriores de dimetrodon, lo que indica un cambio gradual en los hábitos de alimentación.

La configuración a modo de cuchillo de carne de estos dientes y la arquitectura del cráneo sugieren que el dimetrodon era capaz de agarrar y rasgar y desmembrar grandes presas, según el investigador.


Nuevos restos de dinosaurio estegosaurios en el Jurásico Superior de Valencia.

  Publicado en Paleo. Año XII. Numero 99. Marzo de 2014.

A final del año pasado excavamos los restos de un estegosáurido en la Comarca de los Serranos en Valencia. En la fotografía se pueden ver algunos de los restos que recuperamos. El ejemplar se encuentra semiarticulado y tuvimos la suerte de encontrar vértebras y costillas casi articulados. Los fósiles son de un color negro que destacan con la arenisca que forma el yacimiento. El mal tiempo del invierno nos ha impedido excavarlo por completo, pero seguiremos durante la primavera.

Los estegosáuridos son dinosaurios herbívoros cuadrúpedos que se caracterizan por tener grandes placas dérmicas y pinchos. El más famoso de este grupo es Stegosaurus que se encontró en el siglo XIX en Estados Unidos de América. En la comarca de los Serranos varios colegas colegas del ICP, la Universidad de Bilbao y del MUJA han encontrado y estudiado restos de estegosáuridos.

Los han relacionado con Dacentrurus del Jurásico Superior de Inglaterra. Hasta ahora el material recuperado es fragmentario, por lo que  el estegosáurido de los Serranos podría ser diferente de Dacentrurus. Quizás el nuevo ejemplar de la fotografía pueda ser la clave para dar solución a este enigma. Ya os iremos contando. La excavación y el estudio de este nuevo dinosaurio forma parte de un proyecto de investigación que llevamos desarrollando desde hace dos años en colaboración con el Museo de Alpuente para reconstruir la paleobiodiversidad de los vertebrados del final del Jurásico en la Formación Villar del Arzobispo.

El proyecto está liderado por el aragosaurero José Ignacio Canudo de la Universidad de Zaragoza y Carlos Martínez, director del Museo y actualmente en la Universidad de Bristol (Reino Unido).

Recientemente la Dirección General de Patrimonio Cultural de la Generalitat de Valencia ha concedido un permiso para hacer una revisión de los yacimientos de dinosaurios conocidos, así como desarrollar una actuación de prospección en la Comarca de los Serranos. Os iremos contando como se desarrollan las novedades, que seguro van a ver.


Descubren un nuevo dinosaurio raptor con plumas.

 Publicado en Paleo. Año XII. Numero 99. Marzo de 2014.

Paleontólogos canadienses han descubierto un nuevo tipo de dinosaurio raptor que vivió al mismo tiempo que el Tyrannosaurus rex, el depredador por excelencia, y el herbívoro Triceratops, hace unos 67 millones de años. La especie, bautizada como Acheroraptor temertyorum, era un carnívoro bípedo, primo cercano del Velociraptor, de un tamaño considerable y seguramente, emplumado.

«En el último siglo hemos tenido muy pocas pruebas de que los raptor vivieran con el T. rex hasta el final del Cretácico», dice Phil Currie, investigador de la Universidad de Alberta, uno de los mayores «cazadores» de dinosaurios del momento y que ha colaborado en la investigación. La situación cambió cuando David Evans, curador de paleontología de vertebrados en el Museo Real de Ontario, encontró huesos de una mandíbula en la formación Hell Creek, en Montana. Y resultó que encajaban perfectamente con los dientes estriados que se conservaban en Alberta.

El Acheroraptor vivió hace unos 67 o 66 millones de años, en el oeste de América del Norte, por lo que es el miembro más joven de la familia raptor, conocida como dromeosáuridos. Tenía cerca de tres metros de largo, pesaba unos 40 kilogramos -relativamente grande para un raptor-, y probablemente estaba cubierto de plumas.

«El Acheroraptor nos da una imagen más completa del ecosistema que existía en América del Norte antes de la gran extinción que marcó el final de la Era de los Dinosaurios», dice Evans. «La estrecha relación evolutiva del Acheroraptor con un pequeño grupo de especies asiáticas que incluye al Velociraptor sugiere que se produjo una migración desde Asia para dar forma a las comunidades de dinosaurios de América del Norte hasta el mismo final del período Cretácico».

El descubrimiento ha sido publicado en la revista Naturwissenschaften.


Machaeroprosopus lottorum. Descubren el cráneo de un monstruo del pantano Triasico.

Publicado en Paleo. Año XII. Numero 99. Marzo de 2014.

Los biólogos tienen cierta tendencia a ponerle motes llamativos a las especies que descubren. Especialmente cuando se trata de fósiles antiguos, por ejemplo dinosaurios. Claro, que es mucho más fácil referirse a un “monstruo del pantano” y que la gente se haga una imagen de animal, que utilizar el término técnico, fitosaurio.

Hace unas semanas se ha publicado un artículo en el que se describe un cráneo de este tipo de animales. Se trata de una nueva especie, Machaeroprosopus lottorum, desconocida hasta ahora. Y la verdad es que el mote de monstruo le sienta bien: se trata de un animal de cerca de cinco metros de longitud con una mandíbula muy poderosa, un poderoso depredador del Triásico.

Para explicarlo de manera sencilla, se podría decir que es un cocodrilo de este periodo. En realidad se comportaba de la misma manera. Vivía en zonas encharcadas tipo pantanos, en lagunas someras y en zonas bajas y tranquilas de ríos. Su dieta principal eran peces, pero también comían cualquier otro animal que se acercase a las aguas donde habitaban.

Y la forma de caza también era igual a la de los cocodrilos. Se mantenían escondidos, pasando desapercibidos hasta que detectaban una presa. En ese momento atacan con toda su potencia, utilizando sus fuertes mandíbulas para atrapar a la presa. En el caso de los peces, los descuartizaban y tragaban. Y si el animal era terrestre, lo hundían hasta que se ahogase y entonces lo comían.

Durante mucho tiempo se ha considerado a los fitosaurios como los precursores de los cocodrilos. Parecía lógico, ya que guardan muchas semejanzas físicas y el comportamiento era esencialmente el mismo.

Sin embargo, los últimos estudios hacen pensar que se separaron antes. Se trataría de un grupo hermano al de los arcosaurios, el grupo que incluye tanto a cocodrilos como a dinosaurios y sus descendientes las aves.

Esta nueva especie fue encontrada en el sur de Estados Unidos, en concreto en el estado de Tejas. No deja de resultar curioso que un fósil que puede dar tanta información sobre la evolución de este tipo de animales, no muy conocidos, se haya encontrado en la zona de Estados Unidos donde más se apoyan las ideas contrarias a la evolución, sobre todo el creacionismo.

Durante el Triásico esta región de Norteamérica estaba cubierta de pantanos y zonas inundables, rodeadas de bosques de coníferas. Es decir, nada parecido a lo que se puede encontrar hoy día, con un clima semi-desértico, con una vegetación formada por arbustos.

De momento, los investigadores han encontrado dos esqueletos incompletos. Por las estructuras del cráneo han podido saber que se trata de un macho y una hembra de la misma especie. A modo de curiosidad o anécdota, el nombre científico – el epíteto específico, la parte de lottorum del nombre – se lo pusieron en honor al matrimonio Lott, dueños de la finca donde fueron encontrados.


Un fósil de Bélgica arroja luz sobre uno de los primeros carnívoros.

   Publicado en Paleo. Año XII. Numero 98. Marzo de 2014.

Un nuevo fósil descubierto en Bélgica ha arrojado luz sobre el origen de algunos de los mamíferos modernos más conocidos. Los perros y los gatos, así como los osos, las focas y las comadrejas, todos carnívoros, cuyos primitivos ancestros datan de hace 55 millones de años (el comienzo del período de tiempo llamado el Eoceno). Un nuevo estudio, publicado en la revista Journal of Vertebrate Paleontology, describe a uno de esos primeros antepasados.

La especie, bautizada como Dormaalocyon latouri, había sido encontrada previamente en la localidad belga de Dormaal. Nuevos ejemplares descubiertos por Floréal Solé, autor principal de la investigación, y sus colegas del Real Instituto Belga de Ciencias Naturales, han permitido caracterizar mejor al animal. «Su descripción permite una mejor comprensión del origen, la variabilidad y la ecología de los primeros carnívoros, dice Solé .

Los nuevos ejemplares incluyen más de 250 dientes y huesos del tobillo. La aparición de tantos dientes, incluso algunos de leche, es toda una suerte, ya que de esta forma puede describirse la fila entera de la dentadura del animal. El hecho de que tengan un aspecto tan primitivo y su época tan temprana implican que el Dormaalocyon está cerca del origen de los carnívoros, y que este origen pudo haber sido Europa. Los huesos de los tobillos, por su parte, sugieren que esta especie era arbórea, que vivía y se movía de árbol en árbol.

Posiblemente habitaba una zona cálida, húmeda y boscosa, poco después de un evento llamado el Máximo Térmico del Paleoceno-Eoceno, un período extremadamente cálido que afectó a la evolución de muchos grupos de mamíferos, incluyendo estos antiguos carnívoros. Solé cree que el hecho de que el Dormaalocyon fuera arbóreo y que los carnívoros se dirigieran a América del Norte en torno a este momento, sugiere la existencia de un cinturón de bosques de hoja perenne continuo en altas latitudes durante esa época.

Aunque cerca del origen de los carnívoros, los fósiles sugieren que incluso hubo especies más primitivas en el grupo en un período de tiempo anterior, el Paleoceno. Según Solé, más fósiles deben ser encontrados para responder a la pregunta sobre el origen de estos animales.


Identifican la zarpa de un Therizinosaurus en Siria.

  Publicado en Paleo. Año XII. Numero 98. Marzo de 2014.

Paleontólogos identificaron la garra de un dinosaurio encontrada en 2010 en un cementerio único de dinosaurios en Siberia. Pertenece a una especie de saurios con las garras gigantescas.

Según paleontólogos rusos, el fragmento de la garra hallada en el año 2010 pertenece a uno de los dinosaurios más particulares, el Therizinosaurus (o reptil guadañana). Contaba con los 'garfios' más largos entre sus congéneres, algo que lo hace tan único. Los propios Therizinosaurus alcanzaban los 9 metros de longitud, pero sus miembros superiores contaban con garras de hasta 30 centímetros de longitud, mientras las de sus miembros inferiores llegaban a ser de 12 centímetros. El Therizinosaurus era herbívoro y necesitaba sus garras para la autodefensa.

Esta especie poco frecuente de dinosaurios habitaba el territorio de la región de Kuzbass hace unos 125 millones de años, época que corresponde al periodo Cretácico. Los escasos restos de esta especie han sido descubiertos en el sureste de Mongolia, el norte de China y en Siberia.


Sahitysuchus fluminensis, nueva especie de sebecosuqio encontrado en Brasil.

   Publicado en Paleo. Año XII. Numero 97. Marzo de 2014.

Se publicó en la revista PLoS ONE la descripción de una nueva especie de crocodilomorfo del grupo sebecosuquia. Fue nombrada Sahitysuchus fluminensis que significa "Cocodrilo enojado de Río de Janeiro".

Su importancia radica en que es uno de los pocos sebecosuqios con cráneos completos conocidos y representa uno de sólo dos linajes de crocodiliformes sobrevivientes a la catástrofe que eliminó a los dinosaurios.

Se describe un nuevo crocodiliforme, Sahitisuchus fluminensis basado en un cráneo completo, mandíbula inferior y vértebras anteriores cervicales, colectadas en la cuenca São José de Itaboraí de Rio de Janeiro, Brasil.

El espécimen es uno de los crocodilifomes mejor conservados de depósitos del paleoceno y representa un sebecosuquio, uno de los pocos clados que sobrevivieron la crisis biótica del Cretácico-Paleógeno (sic).

 Este nuevo taxón se encuentra en los mismos depósitos que un aligatórido, un grupo que experimentó gran diversificación durante el Paleógeno.

El registro de sebecosuquios sugiere que luego de la crisis biótica del Cretácico-Paleógeno, los miembros menos especializados de este clado, caracterizados por un alto número de dientes comparados con los de los sebecosuquios baurusúquidos sobrevivieron, algunos tenían hábitos terrestres mientras que otros desarrollaron un estilo de vida semiacuático (e. g. Lorosuchus).

Empezando el Eoceno, los sebecosuquios sebécidos se especializaron, con una mayor oreinirostria (acortamiento del rostro) como se observa en Sebecus y Langstonia, pero no mostraban la típica reducción dental desarrollada por los sebecosuquios baurusúquidos del Cretácico. La posición basal de Barinasuchus arveloi, un sebécido de hocico largo del Mioceno, indica la ocurrencia de algún linaje independiente algún tiempo después de la crisis biótica del Cretácico-Paleógeno que desarrolló una oreinirostria acentuada, sugiriendo una historia más compleja para la radiación de los crocodiliformes post Cretácico-Paleógeno.


Eleutherornis cotei, un  ave del terror en Europa.

  Publicado en Paleo. Año XII. Numero 97. Marzo de 2014. 

Las aves del terror pertenecen a la familia Phorusrhacidae. Estas aves eran principalmente carnívoras y casi todas vivieron en Sudamérica, con la excepción conocida de Titanis que cruzó hacia Norteamérica.

 Ahora se descubrieron especímenes de estas aves de hace unos 42 millones de años en Europa, este descubrimiento es una verdadera sorpresa, pues revive a las aves del terror del viejo mundo (África y Europa) y postula una dispersión casi impensable para estas aves terrestres. La abanderada del descubrimiento fue Eleutherornis cotei y el descubrimiento fue publicado en la revista PLoS ONE.

La familia Phorusrhacidae fue un clado que incluía aves carnívoras terrestres de talla media a gigante, conocidas principalmente del Cenozoico de Sudamérica, pero con presencia también en el Plio-Pleistoceno de Norteamérica y el Eoceno de África.

Reportes previos de pequeños forusrácidos en el Paleógeno de Europa fueron descartados como materiales de aves no forusrácidas.

Se re-examinaron especímenes de grandes aves terrestres del Eoceno (Lutetiano tardío) de Francia y Suiza, previamente referidos a gastornítidos y ratitas, identificándolos como pertenecientes a un forusrácido para el cual se debe usar el nombre Eleutherornis cotei.

La aparición de un forusrácido en el Lutetiano tardío de Europa indica que estas aves no voladoras tenían una distribución geográfica más amplia de lo que se reconocía previamente.

La interpretación más probable es que se hayan dispersado por África, donde el grupo es conocido del Eoceno, lo que implica cruzar el mar de Tetis. La distribución de los forusrácidos del Terciario tardío puede ser explicada de forma mejor por una dispersión transoceánica, a lo largo tanto del Atlántico sur, como del Tetis.


 

 

Que información deseas encontrar en Grupo Paleo?

Nuestro sitio Web posee una amplia y completa información sobre geología, paleontología, biología y ciencias afines. Antes de realizar una consulta por e-mail sobre algunos de estos temas, utilice nuestro buscador interno. Para ello utilice palabras "claves", y se desplegara una lista de "coincidencias". En caso de no llegar a satisfacer sus inquietudes, comuníquese a grupopaleo@gmail.com

Loading

Volver a la Pagina Inicial del Grupo Paleo. Ver otros sitios  donde citan a "MegaFauna Web".
 

Usted es el visitante numero que consulta esta sección.


En tu hogar

Formato PDF

Archivo

Tu Homepage

En tu mail

En tu PDA
Bajar Zip   Imprimir
RSS

Volver a la Pagina Anterior 

^ Arriba

Pagina Principal del Grupo Paleo

Principal MegaFauna Web Agregar en Mis Favoritos Contáctese a MegaFauna Web

Copyright  ©  2006-2015. MegaFauna Web. Todos los derechos reservados. Sitio de Divulgación Científica del Grupo Paleo.  www.grupopaleo.com.ar/paleoargentina/megafauna/

 

Política de privacidad   Objetivos   Declaración de responsabilidad   Aviso Legal   Colaboraciones   Contactos   Salir

 

En tu Facebook

se el primero de tus amigos

 
 

It selects Language

 

+  idiomas / + Language

 
 

Desea informar un error o aportar información al sitio web: grupopaleo@gmail.com

Aviso Legal 

 
 
 

 

 
Grupo Paleo
PaleoArgentina
Agregar a Mis Favoritos 
Presentación
Objetivos
Colaboraciones
Copyright 
Política de privacidad 
Declaración de responsabilidad 
Aviso Legal
 

Buscanos en

como

 
Introducción
PaleoGuia
Precámbrico
Paleozoico
Triasico 
Jurasico
Cretácico
Paleoceno
Eoceno
Oligoceno
Mioceno
Plioceno
Pleistoceno
Holoceno
 
 
Pioneros en el Mundo
Videos Paleontológicos
Paleopalinología
Animatronica
Wallpaper
Evolución
Paleontólogos Kids
Museos del Mundo
Paleo Divulgación
Noticias del mundo
Paleo Hemeroteca
Paleo Glosario
 

 

 

 

 

 
 
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 

 
Grupo Paleo
PaleoArgentina
Agregar a Mis Favoritos 
Presentación
Objetivos
Colaboraciones
Copyright 
Política de privacidad 
Declaración de responsabilidad 
Aviso Legal
 

Buscanos en

como

 
Introducción
PaleoGuia
Precámbrico
Paleozoico
Triasico 
Jurasico
Cretácico
Paleoceno
Eoceno
Oligoceno
Mioceno
Plioceno
Pleistoceno
Holoceno
 
 
Pioneros en el Mundo
Videos Paleontológicos
Paleopalinología
Animatronica
Wallpaper
Evolución
Paleontólogos Kids
Museos del Mundo
Paleo Divulgación
Noticias del mundo
Paleo Hemeroteca
Paleo Glosario