Las referencias al hallazgo de
fósiles se remontan a la Grecia Clásica. Jenófanes, en el
siglo VI a. C., refiere la presencia de conchas de moluscos
en Malta y Siracusa y fósiles vegetales en Paros. En aquella
época existían dos tendencias a la hora de interpretar los
fósiles. Una representada por la Escuela Pitagórica que
expresa con claridad la verdadera naturaleza biológica de
algunos fósiles marinos y la otra seguida por la Escuela
Platónica y algunos discípulos de Aristóteles, que los
consideraba como "juegos de la naturaleza" o "intentos de la
misma de imitar a los organismos.
Las
observaciones de fósiles se han documentado desde la
Antigüedad Clásica, siendo dos pensadores griegos del siglo
VI AC, Anaximandro
y Jenófanes, los
primeros en tratar estas cuestiones de manera explícita.
Mientras que Anaximandro teorizó que todos los seres vivos
proceden de seres distintos que al principio vivían en el
barro, Jenófanes trató de contar la historia de la Tierra
basándose en la existencia tierra adentro de impresiones de
peces fósiles y restos de conchas y organismos marinos. No
obstante, gran parte de la relación entre el mundo clásico y
los fósiles se realizó a la luz de las leyendas sobre
tiempos anteriores a la era de sus contemporáneos (héroes
gigantes, cíclopes, grifos, dragones, etc…). En cualquier
caso, los griegos que tenían contacto con evidencias fósiles
ya eran conscientes de su antigüedad y de que pertenecían a
seres extintos, admitiendo que no formaban parte de la
naturaleza que les rodeaba.
Durante la
Edad Media Avicena
(980-1037) también discutió el origen de los fósiles,
proponiendo una teoría de fluidos petrificantes en su obra
El Libro de la
Curación. Por otro lado, el naturalista chino
Shen Kuo
(1031-1095) usó fósiles marinos encontrados en montañas para
inferir la existencia del proceso de regresión marina.
Asimismo propuso una teoría de cambios climáticos graduales
basada en la existencia de fósiles de bambú petrificado en
una zona cuyo clima contemporáneo no podría sustentar a este
tipo de plantas.
Al inicio
del Renacimiento,
Leonardo da Vinci (1452-1519) concibe los procesos de
sedimentación y fosilización que fueron expandidos por
Niels Stensen
(1638-1686) y Gottfried
Leibniz (1646-1716), los cuales sentaron las bases de
la Estratigrafía y la Paleontología al establecer que los
fósiles son restos de seres vivos, que vivieron donde ahora
se encuentran, antes de formarse la roca que los contiene
(Meléndez, 1998). No obstante, la discusión acerca del
origen de los fósiles continuó durante todo el siglo XVII.
Uno de los principales defensores del origen orgánico de los
fósiles fue Robert Hooke
(1635-1703) que propuso la existencia de filtraciones de
agua para explicar la petrificación de los restos orgánicos
originales (Thackray, 1990). Con el avance del siglo XVIII
se aceptó la propuesta del origen biótico de los fósiles y
para cuando Linneo
(1707-1778) publicó su
Systema Naturae
los fósiles fueron tratados y nombrados como el resto de
seres vivos.
Pero no fue
hasta finales del siglo XVIII que se pudo establecer la
Paleontología como ciencia independiente, a partir del
desarrollo de los trabajos de
Georges Cuvier
(1769-1832) en anatomía comparada de vertebrados, que le
llevaron a establecer su ley de la correlación orgánica
según la cual podía servirse de restos fragmentarios para
poder identificar una especie extinta. También estableció la
existencia de cataclismos geológicos que explicarían las
“revoluciones” faunísticas que había observado en los
sedimentos de Montmartre.
El número
de especialistas en diferentes grupos sistematicos fue
aumentando de manera continua, con lo que el desarrollo de
la disciplina se aceleró a lo largo del siglo XIX. Dos
geólogos ingleses tuvieron especial importancia en la
primera mitad del siglo.
William Smith (1769-1839) descubrió que los estratos
del Lías del Sur de Inglaterra podían diferenciarse en
función de su contenido fosilífero, sentando las bases de la
Paleontología estratigráfica.
Charles Lyell
(1797-1875) propugnó que no se podía atisbar ningún signo de
progresión en el registro fósil; que no había argumentos
para afirmar que las formas fósiles fuesen “inferiores” a
las actuales. No había evidencia de que los tipos de seres
vivos, las condiciones ambientales o los procesos geológicos
hubiesen sido nunca diferentes de lo que se encuentra en la
actualidad. Con ello estableció el principio del
uniformitarismo, que ha regido los estudios geológicos desde
entonces. La influencia de estos dos investigadores tuvo
como resultado que la Paleontología se convirtiese en una
herramienta auxiliar de la Geología. Su objetivo principal
era establecer un catálogo de fósiles lo más completo
posible, que fuese útil para poder determinar la edad de los
estratos que los contuviesen (Meléndez, 1998). Esta
mentalidad tuvo como resultado la aparición de la obra
enciclopédica del paleontólogo alemán
Karl A. Von Zittel
(1839-1904) Handbuch der Palaeontologie. |