PaleoArgentina. Marsupiales y Monotremas. Indohyus raoellidae, el antecesor terrestre de los cetáceos. Estudian en Francia una Araña preservada en Ámbar. Josephoartigasia monesi, un roedor gigante presentado en Uruguay. Un nuevo y pequeño reptil volador del jurasico chino. Presentan restos de Desmostylus hesperus. Hallan un cráneo de Chrysocyon brachyurus. Rana diablo Beelzebufo ampinga. Encuentran un grupo de Dinosaurios Pigmeos que evolucionaron aislados. Sanajeh indicus, una serpiente que comía huevos de Dinosaurios en la India.Recuperan ADN en cáscaras huevo de un Genyornis, del Pleistoceno de Madagascar. Hadrocodium, un primitivo y pequeño mamífero del Jurasico de China. Encuentran un grupo de Dinosaurios Pigmeos que evolucionaron aislados.
 
   

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Sanajeh indicus, una serpiente que comía huevos de Dinosaurios en la India.

 Publicado en Paleo. Año 8. Numero 44. Marzo de 2010.

Una serpiente de 3,5 metros de largo hallada en la India se especializaba en atacar a las crías recién nacidas de los dinosaurios, según publica en la revista especializada online "PLoS Biology". A 67 millones de años de uno de sus ataques, los investigadores reconstruyeron su acción. "Creemos que una cría justo había salido del huevo y sus movimientos atrajeron a la serpiente", dijo Dhananjay Mohabey al Servicio Geológico en India.

La serpiente con el nombre Sanajeh indicus se abalanzó sobre la nidada de un titanosaurio y poco después, una tormenta sepultó todo. Esos saurios eran herbívoros, tenían cuatro gruesas patas y podían pesar hasta 100 toneladas. La serpiente no había desarrollado aún una mandíbula con las capacidades que tienen hoy día las serpientes pitón o las boas, indicaron los investigadores del grupo de Jason Head, de la Universidad de Toronto. La serpiente con el nombre Sanajeh indicus se abalanzó sobre la nidada de un titanosaurio y poco después, una tormenta sepultó todo.

Esos saurios eran herbívoros, tenían cuatro gruesas patas y podían pesar hasta 100 toneladas. La serpiente no había desarrollado aún una mandíbula con las capacidades que tienen hoy día las serpientes pitón o las boas, indicaron los investigadores del grupo de Jason Head, de la Universidad de Toronto.

Por eso no pudo partir los duros huevos del saurio, pero evidentemente las crías de medio metro de largo tenían el tamaño adecuado para esta gran serpiente, señaló Head y agregó que tanto el predador como la presa quedaron rápidamente sepultados. Probablemente los animales quedaron súbitamente sepultados por una tormenta bajo arena y barro. "El hallazgo es la primera prueba directa del comportamiento de ingesta de una serpiente primitiva fósil".

 


Encuentran un grupo de Dinosaurios Pigmeos que evolucionaron aislados.

  Publicado en Paleo. Año 8. Numero 44. Marzo de 2010.

Hace cien años, un cazador de fósiles conocido como el barón Franz Nopcsa encontró en la zona de Hateg, en el centro de Rumanía, unos pequeños huesos de dinosaurio. El aristócrata sugirió que los fósiles, inusualmente diminutos, pertenecían a «versiones pigmeas» de las bestias que habían reinado en el continente 65 millones de años atrás. Su hipótesis abrió un encedido debate, ya que otros expertos se negaron a aceptar semejante idea y creían que se trataba de los restos de jóvenes animales o de otras especies distintas. Un nuevo estudio realizado por investigadores europeos cree haber encontrado la solución al enigma... y le da la razón al barón. Habían encontrado un «mundo perdido» de monstruos enanos.

Los paleontólogos recuerdan que al final del período Cretácico Hateg formaba una isla de 30.000 kilómetros cuadrados, casi la mitad del tamaño de la moderna Gran Bretaña, mientras la mayor parte de Europa se encontraba bajo el agua. Según explican, los animales tuvieron que adaptarse a las peculiares condiciones de vivir en una isla, donde la comida y el espacio son limitados, por lo que evolucionaron hacia un tamaño más pequeño, que gasta menos energía y requiere menos consumo. Igual que un coche. De esta forma, algunos dinosaurios eran hasta ocho veces más pequeños que sus primos continentales.

Una fórmula para sobrevivir. El equipo de investigadores, dirigido por el profesor Michael Benton, de la Universidad de Bristol, analizó los fósiles y no encontró evidencias de los largos huesos que podrían esperarse en los dinosaurios de tamaño normal. También descartaron que pertenecieran a individuos jóvenes que aún debían crecer. Todos habían alcanzado la edad adulta.

 Por todo ello, creen que estos dinosaurios evolucionaron hacia cuerpos más pequeños después de llegar a la isla como una fórmula para sobrevivir en un hábitat reducido, desconectados del resto del mundo. Aunque la isla era un «paraíso», con clima tropical, mucha vegetación e insectos, la presión evolutiva sólo ofrecía una disyuntiva: disminuir o desaparecer.

Las diferencias entre los ejemplares isleños y los del continente eran considerables. Por ejemplo, uno de ellos, denominado Magyarosaurus, un saurópodo vegetariano poco más grande que un caballo, estaba relacionado con una de las criaturas más gigantescas que jamás pisaron la Tierra, el colosal titanosaurio Argentinosaurus, que medía más de 30 metros y pesaba 80 toneladas. Otras criaturas «pigmeas» eran los ornitópodos también herbívoros Telmatosaurus y Zalmoxes, cuyo tamaño era la mitad del de sus familiares más cercanos fuera de la isla.

Según Benton, la idea del «enanismo isleño» está bien reconocida en casos más recientes, como los elefantes enanos que vivieron hace decenas de miles de años en muchas islas del Mediterráneo, y también se especula, aunque este punto no está confirmado, que puede ser el caso del pequeño Hombre de Flores.

 


Hadrocodium, un primitivo y pequeño mamífero del Jurasico de China.

   Publicado en Paleo. Año 8. Numero 44. Marzo de 2010.

Hace 195 millones de años, un diminuto animal peludo que medía no mucho más que un broche de papel se deslizaba bajo la sombra de los dinosaurios. Un pormenorizado examen de un resto fósil de su cráneo, de apenas 12 milímetros de largo, sugirió a los científicos que se trataba de un mamífero temprano y que podría tratarse del más cercano antecedente conocido de los mamíferos actuales. El diminuto animal poseía características distintivas de esta especie (los huesos de su oído medio estaban separados de su mandíbula inferior) 40 millones de años antes de lo que se creía hasta ahora.

El análisis del Hadrocodium wui, como lo bautizó un equipo de investigadores norteamericanos y chinos conducido por Zhe-Xi Luo, del Museo de Historia Natural Carnegie Mellon, se publica hoy en la revista Science. "Fue descubierto en la provincia de Yunnan, en China, por el doctor Xia-Chun Wu, en 1985 -dijo a La Nación Zhe-Xi Luo, por medio de una comunicación electrónica-. Primero, dado que era tan diminuto, se pensó que era sólo un fragmento. Luego, en 1992, el doctor Wu se lo ofreció a nuestro equipo para que lo estudiara. Sólo después de ocho años nos dimos cuento de que era un hallazgo tan significativo."

El cráneo bien preservado del Hadrocodium permite ver que las características esqueléticas propias de los mamíferos probablemente evolucionaron paso a paso, y que estaban allí mucho antes de la aparición de los mamíferos actuales, dicen Luo y sus colegas.  La transición de reptiles mamiferoides a mamíferos propiamente dichos incluye cambios en la mandíbula, dientes, estructuras auditivas y tamaño cerebral. En los reptiles, por ejemplo, la mandíbula inferior consiste de varios huesos, y los tres huesos análogos al oído medio de los mamíferos están adheridos a la mandíbula y el cráneo. En los mamíferos, la mandíbula inferior es un solo hueso, y tres de los elementos que aparecen en la mandíbula de los reptiles pierden su conexión con la mandíbula para transformarse en los huesos del oído medio. Algunos de los contemporáneos del Hadrocodium, especies similares a los mamíferos tempranos, tales como el Sinoconodon y el Morganucodon, poseen una mandíbula similar a la de los mamíferos.

Pero a diferencia del Hadrocodium, estas especies no muestran una separación completa de los huesos del oído medio con respecto a la mandíbula. Hadrocodium tiene una cavidad cerebral grande. Dado que los huesos del oído medio dejan de crecer antes que el cerebro, los autores de este trabajo sugieren que el tamaño del cerebro expandido puede haber empujado los huesos lejos de la mandíbula, contribuyendo a su separación."Parece que algunos de los cambios en la mandíbula y el oído de los mamíferos se completaron antes de la aparición del Hadrocodium, y que éste representa el paso final en la separación entre el oído medio y la mandíbula," dijo Luo.

Una tomografía computada muestra que el cerebro de gran tamaño relativo del Hadrocodium exhibe un agrandamiento en áreas del cerebro específicas, tales como los lóbulos olfatorios, como los mamíferos actuales.  Los investigadores de Science también compararon 90 características del Hadrocodium con otros fósiles de mamíferos tempranos y actuales, y su análisis sugiere que la nueva especie es el pariente más cercano conocido a los mamíferos vivientes.

"Hadrocodium podría ser un primo distante, pero en una línea que murió sin descendientes. Podría ser un tátara-tátara tío abuelo, íntimamente emparentado, como un hermano de animales cuyos descendientes más tarde se convirtieron en los mamíferos modernos, o podría ser el ancestro directo de los mamíferos modernos. Pero científicamente no tendría sentido tratar de distinguir entre estas posibilidades. Yo estoy satisfecho de llamarlo nuestro pariente más cercano del jurásico temprano", afirmó Luo.

Los investigadores estimaron que el Hadrocodium se ubica entre los ejemplares más pequeños descubiertos en las épocas tempranas de los mamíferos. Su diminuto tamaño y sus dientes distintivos sugieren que era un insectívoro.  Dadas las grandes diferencias de tamaño que existen entre los mamiferoides insectívoros del jurásico temprano, todo hace suponer que los primeros mamíferos conocidos ocupaban un amplio rango de nichos ecológicos. "Los descubrimientos recientes realizados en todo el mundo sugieren que hay más diversidad entre los mamíferos recientes de lo que pensábamos", destaca el coautor del trabajo, Alfred W. Crompton, of Harvard University. Aunque el fósil fue descubierto hace unos años, fue necesaria una meticulosa preparación para remover los sedimentos y darse cuenta de que la anatomía del Hadrocodium era completamente diferente de la de cualquier otro mamífero de ese período.  

"El hallazgo resulta relevante por varios motivos. En primer lugar, la gran antigüedad del fósil en cuestión (195 millones de años). El jurásico inferior constituye un período inmediatamente posterior al del origen mismo de los mamíferos, de aproximadamente unos 210 millones de años", comentó Francisco Goin, del Departamento de Paleontología de Vertebrados del Museo de Ciencias Naturales de La Plata. Según el paleontólogo, "si bien se conocen otros restos de mamíferos procedentes del jurásico temprano, éstos se limitan mayormente a piezas dentarias aisladas o fragmentos mandibulares con unos pocos dientes. El descubrimiento de un resto fósil tan completo como el que presentan los autores permitirá ampliar considerablemente nuestros conocimientos". Su colega, la licenciada Analía Forasiepi, agregó: "Otro dato importante es que se trata de uno de los mamíferos más pequeños conocidos hasta ahora. Si bien es cierto que la mayoría de los mamíferos mesozoicos fueron de pequeño tamaño, en el caso del Hadrocodium estamos en presencia de un animal verdaderamente minúsculo".

Ambos investigadores coincidieron en que "resulta interesante la procedencia geográfica de este fósil (Yunnan, China). En losúltimos años, los hallazgos de vertebrados (fundamentalmente dinosaurios y aves) en niveles mesozoicos de ese país constituyen verdaderos desafíos a los esquemas evolutivos previamente establecidos. Hasta la década del 70, la mayor parte de los hallazgos de mamíferos mesozoicos se realizaba en países occidentales del hemisferio norte. Fue precisamente sobre esa base empírica que se elaboraron las hipótesis tradicionales sobre el origen y evolución de los más primitivos mamíferos. Sin embargo, en años más recientes, una creciente serie de hallazgos en otros continentes y países (Mongolia, China, Australia, Madagascar, India, Argentina) ha comenzado a cuestionar este esquema".

 


Recuperan ADN en cáscaras huevo de un Genyornis, del Pleistoceno de Madagascar.

 Publicado en Paleo. Año 8. Numero 44. Marzo de 2010.

Lós fósiles tienen 19.000 años y sin embargo, los investigadores han logrado extraer muestras de ADN. Se trata de cáscaras de huevo de moas y de aves elefantes, dos especies gigantes ya extintas. Posiblemente, son los pájaros más grandes que se conocen. Podían alcanzar los tres metros de altura, pesaban hasta media tonelada y sus huevos eran proporcionales a su tamaño: algunos medían más de medio metro.

Los fósiles de estas criaturas son abundantes y han sido hallados en distintos yacimientos aunque ahora se ha logrado algo excepcional: aislar restos de ADN. "Se trata de la primera vez que se logra extraer ADN de huevos de ave tan antiguos", explica Charlotte Oskam, principal autora del estudio, que hoy recoge 'Proceedings of the Royal Society B: Biological Sciences'. La investigadora ya había intentado anteriormente, sin éxito, obtener ADN de huevos de una especie de ave ya extinta conocida como 'Genyornis' y que databan de hace 50.000 años. 

Para llevar a cabo el estudio, los investigadores obtuvieron muestras en Nueva Zelanda, Australia y Madagascar. Los fósiles de cáscaras de huevo se usan para datar yacimientos y analizar los ecosistemas del pasado a través de distintas técnicas, por lo que los perfiles de ADN ayudarán a los paleontólogos y a los arqueólogos a entender cómo estas aves interactuaban con su entorno y su proceso evolutivo. Las nuevas técnicas para analizar el ADN están permitiendo a los investigadores obtener valiosa información sobre especies extintas, algo impensable hace unos años.

Así, a finales de 2008 se secuenció por primera vez el genoma de un animal desaparecido, el mamut, gracias al hallazgo de un espectacular ejemplar que quedó atrapado en el hielo durante 20.000 años y que incluso conservaba restos de pelo. Respecto a los dinosaurios -desaparecieron hace unos 65 millones de años- Oskam se muestra convencida de que no es posible aislar ADN de fósiles completamente mineralizados aunque admite que "sería muy emocionante".

 


Indohyus raoellidae, el antecesor terrestre de los cetáceos.

Publicado en Paleo. Año 5. Numero 29. Marzo de 2008.

Se sabía que provenían del medio terrestre y que habían huido de los depredadores hacia el mar, pero lo que hasta ahora se desconocía era qué pariente de las ballenas fue el último que vivió en la superficie antes de sumergirse al agua para no volver nunca más: El "Indohyus".

Este animal, el último en la línea evolutiva de los parientes terrestres de los cetáceos y que data de hace unos 48 millones de años, presenta ciertas similitudes con las ballenas en su cráneo y orejas, aunque no así en sus extremidades, ya que tiene pezuñas, según una investigación de científicos de EEUU y La India.

"El Indohyus era más parecido al actual ciervo-ratón hiemosco, también llamado chevrotain", asegura el profesor Hans Thewissen, del Colegio de Medicina y Farmacia de las universidades del noreste de Ohio (EEUU), quien ha liderado un estudio del que informa en su último número la revista británica "Nature".

En un artículo de la publicación británica, los científicos explican que hasta ahora se sabía que los artiodáctilos, mamíferos ungulados cuyas extremidades terminan en un número par de dedos, tenían algún tipo de parentesco con las ballenas, pero no se había hallado ejemplar alguno morfológicamente parecido a los cetáceos.

"A diferencia de los otros artiodáctilos, el Indohyus raoellidae (nombre completo) es similar a las ballenas en las estructura de sus orejas y premolares, en la densidad de los huesos de sus miembros y en la composición de sus dientes", explican los investigadores en la revista.

Y es que el pasado de estos animales amenazados, y de los mamíferos acuáticos en general, ha sido una incógnita que siempre ha interesado despejar a la comunidad científica, toda vez que se llegó a apuntar, incluso, que los hipopótamos eran parientes cercanos de los cetáceos (ballenas, delfines y marsopas).

"Creemos que los Indohyus y sus antepasados se escondían de los depredadores en el agua -como hace ahora el hiemosco-, pero no hemos encontrado unos lazos genealógicos cercanos entre el Indohyus y el hipopótamo", incide Thewissen.

"Sin embargo, el vínculo entre ballenas e hipopótamos es muy fuerte", añade el científico, quien, en la revista, niega la posibilidad de que éstos últimos, con 15 millones de años de antigüedad, sean antepasados de aquéllas, con unos 50 millones de años a sus espaldas.

Desde la época del biólogo británico Charles Darwin (1809-1882), quien sentó las bases de la Teoría de la Evolución, los científicos han sabido del pasado terrestre de las ballenas, pero en los últimos quince años, gracias al hallazgo de restos fósiles, se han producido grandes avances para determinar ese paso de la tierra al agua.

Precisamente una serie de fósiles de Indohyus hallados al norte de La India y Pakistán, mucho más gruesos que los de otros mamíferos del mismo tamaño, como son los mapaches, son los que han posibilitado que los expertos dedujeran que estos animales herbívoros pasaban mucho tiempo en el agua.

"Indohyus era un comedor de plantas y ya era acuático. Aparentemente el cambio en la dieta que les hizo convertirse en cazadores de animales (como hacen actualmente las ballenas) llegó después de la adaptación al agua", comenta Thewissen.

Este científico, de larga trayectoria investigadora en el universo de los cetáceos, ya consiguió en 2001 descubrir el primer esqueleto de "Pakicetus attocki", la especie de ballena más antigua de la que se tienen datos y que da muestras, junto a la "Ambulocetus", de las primeras vivencias de esta familia de animales en el agua.

Fuente: Revista Nature, EFE y Grupo Paleo.

 

 

Estudian en Francia una Araña preservada en Ámbar.

Publicado en Paleo. Año 5. Numero 29. Marzo de 2008.

El investigador David Penney, de la Universidad de Manchester ha reconstruido gracias a la tecnología una araña fosilizada que vivió  entre hace 50 y 53 millones de años en el periodo Eoceno.

Penney, junto a sus colegas de la Universidad de Ghent, en Bélgica, publicaron en la revista especializada Zootaxa los resultados de aplicar la técnica de tomografía computarizada en rayos X de muy alta resolución a una pequeña araña conservada en ámbar.

El arácnido, de unos 53 millones de años de edad, es una nueva especie encontrada en un área francesa cercana a París y bautizada como Cenotextricella simoni.

Es la primera vez que se usa esta técnica para disectar digitalmente un fósil conservado en ámbar, y según Penney "esta técnica genera reconstrucciones tridimensionales completas de fósiles diminutos, y permite la disección digital del espécimen para revelar la conservación de órganos internos", dijo.

Penney, que está de misión en África estudiando arañas, dice que el ámbar ofrece "una ventana única hacia ecosistemas forestales del pasado. Conserva una cantidad increíble de información, no sólo sobre la arañas mismas sino también sobre el ambiente en que vivieron".

 


Josephoartigasia monesi, un roedor gigante presentado en Uruguay.

Publicado en Paleo. Año 5. Numero 29. Marzo de 2008.

¿Se imaginan un roedor de una tonelada de peso? Aunque se extinguió hace entre dos y cuatro millones de años, ha dejado sus restos fósiles en el actual continente Suramericano.

El hallazgo de un cráneo excepcionalmente bien conservado ha permitido a los paleontólogos y físicos uruguayos describir como era este gigante roedor del Plioceno-Pleistoceno que llegaba a pesar unos 1.000 kilos.

El roedor ha recibido el nombre de 'Josephoartigasia monesi' y pertenece a la familia de 'Dinomydae', del grupo de los roedores gigantes extintos, de los que no quedan más que dos especies mucho más pequeñas: la capibara, presente en casi todo el continente, de aproximadamente 60 kilogramos y la pacarana, con un máximo de 15 kilogramos. La investigación se publico en 'Proceedings of the Royal Society'.

El orden de los roedores es el grupo más abundante de los mamíferos vivos con casi el 40% de las especies conocidas. Sin embargo, a excepción de los dos mencionados, su peso no suele superar el kilogramo y su tamaño se mide en centímetros.

Por tanto, la comparación ha dejado sorprendidos a los científicos, que hasta ahora tenían constancia de otro roedor gigante, el 'Phoberomys', pero que no superaba los 200 kilogramos de peso.

El hallazgo de los restos fósiles del cráneo, de más de medio metro de longitud, ha tenido lugar en San José, Uruguay, en lo que fue un ecosistema de estuario y delta con comunidades boscosas.
Hasta el momento, las descripciones de los grandes roedores suramericanos era muy compleja puesto que los materiales fósiles estaban muy deteriorados y dispersos. Normalmente se hallaban dientes sueltos y fracciones de las mandíbulas.

Pero en el caso del 'Josephoartigasia monesi', se han encontrado prácticamente casi intactas ambas mandíbulas y todas las cavidades craneales, a partir de las cuales se ha podido determinar el tamaño y el peso del roedor.

Al igual que en todos los casos de roedores gigantes, todos los dientes que muelen son relativamente pequeños en comparación con el cráneo.

Algo parecido pasa con los agujeros de las cavidades ópticas, que son extremadamente reducidos para el tamaño del cráneo. También ocurre algo similar con los orificios auditivos que son más pequeños de lo que se pensaba para las gigantescas dimensiones de este roedor.

Los autores de la investigación, Andrés Rinderknecht, de la Facultad de Ingeniería de Montevideo y Ernesto Blanco, del Museo Nacional de Historia Natural y Antropología de Uruguay, consideran que los pequeños dientes molares del roedor gigante no indican que fuera un gran masticador, y que probablemente tuviera una dieta diferente a la de otros roedores que incluyera más alimentos vegetales.

El estudio se decanta por una dieta compuesta básicamente de plantas acuáticas, ya que el hábitat que ocupaban estos roedores gigantes eran los estuarios y los deltas, cubiertos de bosques en sus orillas. La fauna asociada al 'Josephoartigasia monesi', incluye otros roedores, grandes felinos, aves carnívoras gigantes y grandes ungulados.

Entre las conclusiones de la investigación se señala que el roedor gigante se puede considerar en la segunda gama de tamaño de los grandes mamíferos del Plioceno-Pleistoceno, justo detrás de los grandes marsupiales. Los restos tendían una antigüedad de 2,5 millones de años.

Fuentes: EFE y Grupo Paleo.

 

 

Un nuevo y pequeño reptil volador del jurasico chino.

Publicado en Paleo. Año 5. Numero 29. Marzo de 2008.

Vivió hace 120 millones de años y presenta características anatómicas únicas, como garras curvas.

Los restos fósiles de un diminuto reptil volador prehistórico que vivió hace aproximadamente 120 millones de años fueron encontrados en el noreste de China, publicó la revista especializada Proceedings of the National Academy of Sciences.

Se trata de una especie completamente nueva del tamaño de un gorrión y con una envergadura de menos de 30 centímetros, sin dientes y con características anatómicas únicas, con garras curvas que parecían diseñadas para aferrarse a las ramas de los árboles. De acuerdo con la publicación se cree que este diminuto reptil vivió en los antiguos bosques chinos y que se alimentaba de insectos, resultando sorprendente el hallazgo por referirse a fósiles de pterosauros.

Esto ayuda a comprender la evolución del citado grupo de reptiles que evolucionó su capacidad de vuelo y que cruzaba los cielos desde hace unos 230 millones de años.

Se extinguieron hace 65 millones de años, se afirma en la publicación, misma que agrega que esta nueva especie conocida pertenece a una rama de la familia de los reptiles que se caracterizaban por tener pterosauros más grandes que se alimentaban de pescado.

Fuentes: Revista Proceedings of the National Academy of Sciences, El Universal y Grupo Paleo.

 

 

Hallan un cráneo de Chrysocyon brachyurus,

un canido del Pleistoceno de Salto, Uruguay.

 Publicado en Paleo. Año 5. Numero 29. Marzo de 2008.

El Museo de Salto dio a conocer el hallazgo de un fósil de cánido de 10.000 años de antigüedad. El hecho de trascendencia histórica y científica se llevó a cabo en la localidad de Sopas, al este del departamento, hace un año y medio, y actualmente se continúa con el proceso de investigación para determinar con la mayor exactitud posible la antigüedad de los restos del animal hallado. Con este propósito llegarán en breve a Salto técnicos de Argentina y Europa.

El director del Museo del Hombre y la Tecnología de Salto, Mario Trindade, confirmó  que el hallazgo se produjo a orillas del arroyo Sopas: “Allí aparecieron algunos fósiles donde se destacó en principio lo que era un cráneo y se traslada al museo en forma de bloque por la muy mala conservación que tenía y el riesgo de destrucción. Se pudo rescatar la totalidad de los huesos... Más del 90% de los huesos comprenden el cráneo, la mandíbula y el maxilar completo con su dentadura”, afirmó Trindade.

De acuerdo a las investigaciones realizadas dicho cánido tendría una antigüedad de aproximadamente 10.000 años. Se trata de una especie nueva, todas las características apuntan a que fuera un antecedente fósil de Chrysocyon brachyurus (Aguará Guazú, Zorro de Grin o Zorro Colorado). Su morfología está relacionada con el zorro de monte.

Trindade aseguró que de confirmarse que se trata de un zorro colorado, el hallazgo tendría una importancia mayor.

“De confirmarse que se tratara de un Aguará Guazú sería el primer resto fósil del pleistoceno conocido para Uruguay y uno de los más completos en Sudamérica, ya que tiene la dentadura completa y gran parte del cráneo completo. En general es muy poco frecuente en el registro y hay una importancia un poco de esto”, culminó Trindade.

Fuente: Grupo Paleo.

 

 

Hallan en Madagascar una rana gigante del cretácico,

el Beelzebufo ampinga.

 Publicado en Paleo. Año 5. Numero 29. Marzo de 2008.

Poseía una boca muy ancha y fuertes mandíbulas, explican especialistas estadunidenses autores del hallazgo. Era tan grande y horrible que podría haber comido dinosaurios recién nacidos, señalan. Los expertos la relacionan con un grupo de esos animales en Sudamérica. Era la más grande, la más malvada, la más mezquina rana que alguna vez haya brincado en la Tierra.

Científicos anunciaron el descubrimiento, en el noroeste de Madagascar, de un voluminoso anfibio, apodado la rana diablo, que vivió hace 65 millones o 70 millones de años, y era tan grande y horrible que podría haberse comido dinosaurios recién nacidos. El animal era más grande que cualquier rana que viva hoy día, de acuerdo con lo dicho por el paleontólogo David Krause, de la Universidad Stony Brook, en Nueva York, uno de los científicos que realizaron el hallazgo.

Su nombre Beelzebufo ampinga proviene de Beelze, que significa diablo en griego, y Bufo, el latín de sapo. Ampinga significa escudo y tiene que ver con una parte de su anatomía que semeja tal arma. El Beelzebufo medía 41 centímetros de largo y pesaba alrededor de 4.5 kilogramos. Estaba poderosamente armada y poseía una boca muy ancha y fuertes mandíbulas. Es probable que no comiera con modales delicados.

Posible descendiente de reptiles o mamíferos

“No es imposible pensar que el Beelzebufo podría descender de reptiles, mamíferos o ranas más pequeñas, e inclusive –si se considera su tamaño– podría provenir de los dinosaurios”, dijo Krause durante una entrevista telefónica.

La paleontóloga Susan Evans, del University College London, otra de las descubridoras, señaló que “debe haber sido bastante mala”. Sus descubrimientos fueron publicados en la revista Proceedings, de la Academia Nacional de Ciencias.

Aunque vivió muy lejos, el Beelzebufo parece estar relacionado con un grupo de ranas que vive actualmente en Sudamérica, según explicaron los científicos. Son apodadas ranas Pac-Man, debido a su enorme boca. Algunas tienen pequeños cuernos, al igual que podría haber tenido el Beelzebufo, por lo que se ganó el sobrenombre de rana diablo.

El Beelzebufo era mucho más grande que cualquiera de sus parientes sudamericanos u otras familias de ranas, “como si hubiese usado esteroides”, dijo Krause. La rana más grande conocida hasta ahora era la goliat del oeste de África, que alcanza hasta 32 centímetros de longitud y 3.3 kilogramos de peso.

La presencia de Beelzebufo en Madagascar y de sus parientes modernos en Sudamérica es la última señal de existencia de una enorme tierra perdida –mucho más templada– que alguna vez podría haber funcionado como puente entre la isla africana, la Antártida y América del Sur, dijeron los científicos. Eso habría permitido a los animales moverse entre los actuales continentes. Fósiles de otros animales de la misma época de la rana diablo han sido encontrados en ambos lugares.

Mantiene características físicas

Las primeras ranas aparecieron hace alrededor de 180 millones de años, y su cuerpo básico se mantuvo casi intacto desde entonces. Beelzebufo vivió durante el periodo de los cretáceos, al final de la era de los dinosaurios, que se extinguieron junto a otros animales hace unos 65 millones de años, cuando un enorme meteorito cayó en la Tierra.

El Beelzebufo no vivió como animal acuático, sino que saltaba sobre las hojas de nenúfar, según los científicos. En cambio, vivió en un ambiente semiárido y quizá cazaba como sus parientes actuales, que se camuflan y sorprenden a sus presas.

Sus primeros fósiles fragmentarios fueron encontrados en 1993, y los científicos han ensamblado hasta ahora los fragmentos suficientes para armarla como a un rompecabezas, explicó Krause. Aunque fue la reina de las ranas, el Beelzebufo no es el anfibio más grande de la historia.

Algunas habrían adquirido dimensiones extraordinariamente grandes, como el Prionosuchus, animal similar al cocodrilo, que creció aproximadamente hasta los 9 metros durante el periodo pérmico, que finalizó hace alrededor de 250 millones de años.

Fuente: Reuters y Grupo Paleo.

 

 

El hallazgo de un hueso diminuto refuta la teoría del parentesco

entre marsupiales y monotremas.

El fósil, de unos 12 milímetros de tamaño, formaba parte de la mandíbula de un Teinolophos trusleri, una criatura cercana al ornitorrinco (el platypus, que tiene un pico como un pato y una cola como un castor) que pobló la Tierra hace más de 115 millones de años y fue descubierto en el estado australiano de Victoria.

El científico Tom Rich, quien dirigió al grupo de expertos de la Universidad de Monash, en Melbourne, que hizo el hallazgo, declaró que "el hueso es la parte inferior de la mandíbula del monotrema más antiguo del mundo".

Rich dijo que su existencia prueba que los monotremas, que ponen huevos, se encuentran en una rama diferente a la de los mamíferos marsupiales (cuyas crías completan su desarrollo fuera del útero, en una bolsa abdominal de la madre), como el koala, el wallaby, o el canguro, y de otros animales placentarios que nacen todavía con placenta después de haber terminado su desarrollo en el útero, "como nosotros".

El experto recordó que antes del descubrimiento se pensaba "que los monotremas, los marsupiales y los placentarios procedían de un mismo antepasado, el cual había desarrollado una condición avanzada en la estructura de su oído, que estaba formada por tres huesos, y no un único hueso".

El fósil de 12 milímetros indica que la evolución del sistema auditivo de los monotremas, del hueso único a los tres, se produjo en fecha posterior a los marsupiales y placentarios. 

Rich opinó que es esta distinción la que deshace la teoría de la misma línea evolutiva entre monotremas, marsupiales y placentarios.

"Los monotremas se dividieron de los otros mamíferos mucho antes de lo que pensábamos", precisó el científico australiano, es decir hace más de 114 millones de años.

El "teinolophos trusleri", un animal ovíparo, con dientes y orejas, se parece mucho al resto de mamíferos, similitud que hizo pensar hasta la fecha que descendía de un mismo antepasado.

Rich manifestó que estas equivocaciones ocurren a menudo y puso como ejemplo el parecido entre los lobos comunes y lobos de tasmania que hizo pensar en un principio en una familiaridad que no existe.

El primer es un placentario y el segundo un marsupial, pero las circunstancias pusieron a ambos animales antes necesidades similares y la adaptación o evolución creó el parecido.

Eso es lo que los científicos llaman 'evolución por conversión', una transformación que es independiente de un mismo sistema y que está relacionada intrínsecamente con la adaptación al medio, pero que no tiene que ver con la ascendencia.

El "Teinolophos trusleri" habría vivido en tierras australianas cuando Australia estaba pegada a la Antártida y por lo tanto en climas helados.

"Es difícil imaginar este ser tan minúsculo, de igual cincuenta milímetros, viviendo en aquella época, pero los resultados de nuestra investigación así lo indican", añadió Rich, quien se mostró sorprendido de que el descubrimiento no haya generado controversia aún.

Los resultados de la investigación del equipo de Melbourne, en la que también han participado científicos internacionales, "tendrán consecuencias porque cambia teorías básicas de la evolución de los mamíferos, un punto de vista que antes tomábamos como referencia para cualquier investigación y que ahora deberemos volver a definirlo una vez más", terminó Rich.

Fuente: Paleontología Hispana.

 

 

Presentan restos de Desmostylus hesperus

recuperados en Costa Rica.

Publicado en Paleo. Año 4. Numero 21. Septiembre de 2006.

Un pequeño diente, de poco menos de dos centímetros de ancho, ha revelado que, durante el período Mioceno, en el Pacífico sur de Costa Rica habitó un Desmostylus hesperus, mamífero lacustre que estuvo emparentado con los manatíes y los elefantes de hoy.

Aunque el período del Mioceno se extiende desde hace 23 millones de años hasta hace 5 millones de años, el ejemplar al que perteneció el diente probablemente vivió entre 7 millones y 5 millones de años atrás, según revela la posición en los sedimentos estratificados en los que la geóloga Ana Lucía Valerio y el paleontólogo y geólogo César Laurito, que hallaron el fósil.

"Es el vertebrado terrestre más antiguo que se ha descrito en el territorio costarricense", manifestó Laurito . Antes de este hallazgo, un Rhyncotherium blicki, un mastodonte apodado Sinfo, ostentaba el título de ser el vertebrado más antiguo encontrado: vivió entre 4 millones y 5 millones de años atrás.

Además de sorprender por su antigüedad, el hallazgo del fósil del Desmostylus hesperus ubica por primera vez en la región tropical a este curioso animal.

Hasta ahora, los pocos fósiles de este mamífero habían sido hallados en Japón, en Siberia (Rusia), en Oregon y California (Estados Unidos), y en el estado de Baja California (México).

Sin embargo, la peculiar estructura del diente del animal, conformado por varias columnas que se unen como un racimo, señala que el fósil perteneció a uno de ellos.

Dos autoridades mundiales en la especie, los estadounidenses Daryl Domning, del Museo de Historia Natural del Instituto Smithsonian, y Brian Beatty, de la Universidad de Chicago, han confirmado el hallazgo, explicaron Laurito y Valerio.

¿Qué hacía una especie que vivía en aguas y tierras frías en suelo costarricense? Según Laurito, podría ser que durante el Mioceno haya existido una corriente de agua fría que llegaba hasta el trópico.

El Desmostylus hesperus pertenece a un orden extinto de mamíferos marinos, los Desmostylia. Estos fueron descritos por primera vez, en 1888, por el estadounidense Othniel Charles Marsh. Eran animales robustos, parecidos a un oso polar, explicó Laurito.

Su masivo cuerpo (de unos 1,8 metros de largo por 1,5 metros de alto) debía ser soportado por sus cortas extremidades. Por ello se cree que este mamífero pasaba gran parte de su tiempo en el agua.

"No podrían desplazarse mucho en tierra", explicó el paleontólogo. En el agua, sus dedos, unidos por membranas, ayudaban al animal a desplazarse. Capaces de vivir tanto en agua salada como dulce, esos mamíferos se movían en las zonas cercanas al litoral y privilegiaban los estuarios, donde ríos y mar se juntan. Eran animales herbívoros, y se sospecha que permanecían en manadas, sobre todo con el fin de proteger a las crías.

Laurito y Valerio sospechan que el Desmostylus hesperus vivía en un pantano costero. "Era un ambiente similar al de Sierpe o la laguna de Corcovado", dijo Valerio. A la orilla del pantano, el ambiente era el de una sabana boscosa, señalaron los científicos.

Era una época cuando el istmo centroamericano aún no se había cerrado. Lo que se observaban eran masas de tierra, como islas, y canales que unían un océano con el otro. En el Pacífico sur, la actual Osa era una isla. Entre esa isla y la Fila Costeña, lo que había eran pantanos, explicó Laurito. En esos pantanos, probablemente habitó la familia del Desmostylus hesperus hallado. El fósil se descubrió en una excavación realizada en enero de este año en el marco de una investigación de ambos científicos adscrita al Museo Nacional.

Empero, solo ahora se lo ha identificado como perteneciente a un Desmostylus hesperus. En el mismo sitio de excavación, los dos investigadores han hallado fósiles de lo que parecen ser tortugas, armadillos gigantes, cocodrilos, peces y demás criaturas prehistóricas. Laurito y Valerio trabajan en la clasificación de estos fósiles.

También elaboran el informe científico del hallazgo del fósil del Desmostylus hesperus, que será sometido a publicación en la Revista Geológica de América Central. Esa es una publicación de la Universidad de Costa Rica.

Fuentes: GRUPO NACIÓN GN y Grupo Paleo.

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