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Fósiles del Eoceno de Argentina:

Este Periodo/Epoca abarca desde los 56 a 34 millones de años atrás. Se encuentra representado por tres edades las cuales pasaremos a desarrollar a continuación.

 

La primera edad que reconocen los Geólogos y los Paleontólogos para este periodo, es la edad "Casamayorense", cuyos sedimentos se depositaron entre 54 y 51 millones de años antes del presente, y afloran principalmente en el Golfo de San Jorge, Provincia de Chubut, Republica Argentina. La edad "Mustersense" , pertenece a capas que se depositaron entre 48 a 45 millones de años aproximadamente. Si bien esta edad se encuentra muy bien representada en toda la Provincia de Chubut, sus principales afloramientos corresponden a las barrancas del Lago Muster y a los sedimentos que se encuentran en el interior de la localidad de Antofagasta de la Sierra, Provincia de Catamarca, republica Argentina. La edad "Divisadense", tiene una edad tentativa de 42 a 40 millones de años atrás y corresponden al Cerro Devisadero Largo, Provincia de Mendoza. La ultima edad reconocida, es la edad "Tinguiririquense", la cual será descripta mas adelante, debido a que se encuentra representada al final del Eoceno y parte del Oligoceno. Durante este periodo se produjeron fluctuaciones en la temperatura, pero el clima no dejo de ser cálido subtropical, con abundantes precipitaciones. La vegetación se vuelve más arbustiva, sin embargo las coníferas y angiospermas dicotiledóneas eran abundantes. El territorio constituía una extensa llanura donde se desarrollaban cuerpos lacustres de aguas someras y profundas. A mediados del Eoceno se produjo un cambio un cambio climático sustancial, el clima se volvió más templado.

El terreno se elevó y se vio afectado por la erosión, con lo que el paisaje se volvió algo quebrado. A fines del periodo se produjo una brusca caída de las temperaturas de las aguas del mar epicontinental, relacionado con la primera etapa de congelamiento del mar antártico,  aunque la calota de hielo aún no se desarrollaba. Se provocó un ligero descenso de la temperatura en el continente, que se registra en la vegetación de la época que estaba constituida tanto por elementos subtropicales y templado frió. El aislamiento de Sudamérica se rompió temporariamente a fines del Eoceno con un ingreso de roedores caviomorfos, cuando Sudamérica se desplaza hacia el norte y al chocar contra Norteamérica origina un arco de islas volcánicas en la zona del norte.<<< Principales sitios fosilíferos de Argentina.


Pelagornithidae. Fürbringer, 1888.

Húmero de este ejemplar de dimensiones extraordinarias. Prensa. Esqueleto de un pelagornítido, en el Museo Argentino de Ciencias Naturales de Buenos Aires. Aspecto del pelicano gigante de la antártica. Prensa.

Ave. Familia extinta de grandes aves marinas. Sus restos fósiles se han hallado en muchas partes del mundo en rocas que datan de finales del Paleoceno hasta el límite entre el Plioceno y el Pleistoceno. Superaba cómodamente los seis metros de extensión con sus alas abiertas. Era un ave extremadamente ligera para su tamaño, casi como una pluma, que solo pesaba unos 30 o 35 kilos. Podía recorrer grandes distancias sobre los mares y cazaba peces durante vuelos rasantes. Sus restos fueron encontrados por paleontólogos argentinos cerca de la base Marambio. En la Antártida existieron dos grupos de pelagornítidos: uno de ellos estaba compuesto por aves que no superaban los 5 metros de envergadura alar, mientras el otro tenía representantes gigantes que podían alcanzar entre seis y siete metros. Hay evidencias de que, hace 50 millones de años, se inició un período de calentamiento de la temperatura de los océanos, el cual provocó seguramente una gran productividad biológica de los mares antárticos y permitió que los pelagornítidos y los pingüinos tuvieran alimento suficiente para poder desarrollar tamaños tan gigantescos. Para sujetar su alimento, los pelagornítidos tenían unos pseudodientes. Se trataba de unas expansiones óseas en sus picos, pero no tenían la capacidad de mordida de aquellos pingüinos gigantes con los que convivieron, ya sus huesos del rostro no estaban preparados para tener mucha resistencia; posiblemente, tenían una alimentación parecida a la de un pelícano actual, que se abastece de animales blandos, como calamares o peces. Había allí un ambiente costero, poblado de muchas especies de pingüinos y gaviotas, y muy próxima a esa costa había un ambiente boscoso habitado por comadrejitas, marsupiales del tamaño de un ratón, ungulados ya extintos del tamaño de una oveja y allí también encontramos hace poco al falcónido más antiguo del mundo. Los doctores Marcos Cenizo, Carolina Acosta Hospitaleche y Marcelo Reguero son los autores del estudio.


Paraptenodytes antarcticus. Moreno et al, 1891.

 
Paraptenodytes Paraptenodytes Paraptenodytes Paraptenodytes Paraptenodytes Paraptenodytes Paraptenodytes

Fragmento craneal de Paraptenodytes antarticus. (*)

Fósiles de Paraptenodytes antarticus, en el Geoparque Bryn Gwyn de Gaiman, Chubut.

Aspecto del pingüino fósil Paraptenodytes. (*)

Ave. El género Paraptenodytes fue acuñado por Florentino Ameghino en 1891 para designar a los especímenes fósiles originalmente descritos por François Moreno y Alcide Mercerat como Palaeospheniscus antarcticus. La especie tipo del género corresponde a Paraptenodytes antarcticus, cuyo holotipo se encuentra depositado en el Museo de La Plata, proceden de la Formación Monte León. En 1946, George Gaylord Simpson describió un nuevo espécimen de la especie tipo, el cual incluía parte del cráneo y postcráneo asociados. Este hallazgo fue durante años el esqueleto de pingüino fósil más completo conocido y en el único con cráneo asociado hasta la descripción de Marplesiornis en 1960.  Paraptenodytes era un verdadero genero de pingüino prehistórico de hábitos acuáticos como los actuales, pero algunas de sus especies tenían un gran tamaño, ya que oscilaban desde 0,20 a 1,90 metros de alto. Durante este mismo Periodo, vivió en la Patagonia otro genero de pingüino también desaparecido, cuyo tamaño era similar a sus parientes actuales, llamado Apterodytes, caracterizándose por tener unas alas ridículamente pequeñas. Su comportamiento no era muy distinto a sus descendientes, ya que anidaban en las costas marinas, donde cavaban su propio nido o aprovechaban aquellos abandonados por otros animales, como marsupiales y reptiles. Su alimentación estaba constituida principalmente de peces de tamaño variante y de numerosos invertebrados, los cuales se hallan normalmente asociados a estos vertebrados emplumados. El enigma de estas aves desaparecidas es si para este periodo habían desarrollada la glándula uropigia, la cual se encargaría de distribuir aceite natural por su cuerpo, permitiendo la impermeabilización de las plumas y evitando de que estas presenten hipotermia en aguas frías. Recordemos que en este Periodo Patagonia era una selva Sub-tropical con temperaturas constantes de unos 20° centígrados durante gran parte del año. Los principales restos de Paraptenodytes proceden de la Formación Sarmiento y Gaiman. En diferentes niveles del Eoceno de la Formación Submeseta en Marambio/Isla Seymour (Cuenca James Ross, Península Antártica), se encontraron huellas de diferentes icnoespecies de pinguinos, como a Machichnus bohemicus, Machichnus indeterminadoNihilichnus nihilicus y Centrichnidae indeterminado.


Aprosdokitos mikrotero. Hospitaleche, Reguero y Santillana, 2017.

 

Humero del pequeño pingüino Aprosdokitos mikrotero. Prensa.

  Posible aspecto de Aprosdokitos mikrotero (*).

Ave. Investigadores del Museo de La Plata y del Instituto Antártico Argentino descubrieron fósiles de un pingüino enano de menos de 35 centímetros de estatura al oeste de la Península Antártica. Esta nueva especie de pingüino enano fue bautizada como Aprosdokitos mikrotero (inesperado minúsculo). No solo es sorprendente haber encontrado un espécimen tan pequeño, sino saber que convivió con pingüinos gigantes que lo quintuplicaban en estatura. Hace 34 millones de años, los pingüinos reinaban en la Isla Marambio, con ejemplares diminutos, más pequeños que el pingüinito azul que existe actualmente en Nueva Zelanda, que ronda los 40 centímetros de altura, hasta ejemplares descomunales de la especie Palaeeudyptes klekowskii que podían alcanzar los 2,20 metros, mucho más que los 1,20 metros que puede medir el pingüino emperador que hoy habita en algunas regiones de la Antártida. Durante el Eoceno, en la Antártida, había tanta diversidad de pingüinos en formas y tamaños porque había muchos recursos disponibles y el clima era templado frío, con temperaturas más altas que en la actualidad, por lo que contaban con un mayor espacio descubierto de hielo y una disponibilidad de alimentos mucho más grande. El rescate de los fósiles del Aprosdokitos mikrotero se produjo en el año 2012 en los niveles conocidos como Submeseta III de la Isla Marambio. Desde ese momento, se inició el estudio hasta la reciente presentación de esta nueva especie.


Sphenisciforme indet.

Fósil de Sphenisciforme en estudio. Imagen prensa. Fósil de Sphenisciforme en estudio. Imagen prensa. Aspecto de Sphenisciforme en estudio. Imagen prensa.

Ave. Es el más alto y corpulento que han encontrado hasta ahora. Paleontólogos argentinos descubrieron en la Antártida restos fósiles de un ejemplar de dos metros de altura, el más grande del que se tiene noticias. La paleontóloga Carolina Acosta, investigadora del Museo de La Plata, explicó que "los cálculos realizados indican que se trata del pingüino más grande que se conoce hasta el momento, en cuanto a altura y masa corporal". Hasta ahora, la especie de mayor tamaño que se conocía era la del pingüino Emperador que alcanza los 1,20 metros y unos 38 kilos. Todos los Pinguinos se encuentran dentro del Orden Sphenisciformes, caracterizados por ser aves marinas no voladoras. El descubrimiento fue realizado por Marcelo Reguero, director de la campaña paleontológica del Instituto Antártico argentino. Y fue posible debido al hallazgo, por primera vez en la Antártida, de un esqueleto articulado del animal, lo que permitió obtener mayor información sobre su anatomía y sobre cómo se desplazaba. La reconstrucción no proporcionó elementos para definir a qué género perteneció el pingüino gigante, aunque la especialista adelantó que el objetivo de la campaña antártica del próximo verano será “buscar nuevos esqueletos para continuar con la investigación”. Hallazgos anteriores, en tanto, mostraron que estos ejemplares que vivieron hace millones de años tenían plumas de un color marrón rojizo y gris, diferentes del plumaje blanco y negro de los pingüinos actuales. Al igual que los pingüinos actuales, y a diferencia de las demás aves, las plumas de las alas de la especie Inkayacu paracasensis -a la que podría pertenecer el ejemplar hallado en la Antártida- tenían una forma radicalmente modificada, muy ajustadas y acumuladas unas sobre otras, formando aletas rígidas y estrechas. Sus plumas corporales tenían los cañones anchos, un rasgo que a los pingüinos actuales les permite estilizar el cuerpo.


Antarctoboenus carlinii.  Cenizo, Noriega y Reguero, 2016.

Resto fosil antartico de Antarctoboenus carlinii. Imagen Fundacion Azara, prensa.

Posible aspecto del primitivo Halcón del Eoceno del sector antártico Argentino.(*)

Ave. Los investigadores Marcos Cenizo (Museo de Historia Natural de La Pampa - Fundación Azara), Jorge Noriega (CICYTTP - CONICET - UADER) y Marcelo Reguero (Instituto Antártico Argentino) dieron a conocer un falcónido ancestral que vivió hace 50 millones de años atrás en lo que hoy es la isla Marambio, en el sector antártico argentino. El nuevo “protofalcónido” -al que los autores denominaron, Antarctoboenus carlinii- representa el miembro más antiguo de este linaje de rapaces, duplicando en edad a los restos de mayor antigüedad que se conocían hasta el momento. Este descubrimiento confirma que los falcónidos se originaron en algún lugar del hemisferio sur entre América del Sur y la Península Antártica, algo que ya anticipaban los estudios evolutivos basados en datos genéticos obtenidos de las especies vivientes. La edad del Antarctoboenus carlinii ofrece un nuevo punto de calibración a los relojes moleculares que permiten inferir los momentos del tiempo geológico en que los principales linajes de aves divergieron unos de otros. El nombre genérico del nuevo espécimen significa “caminante antártico” y fue nominando en honor al querido y siempre recordado Dr. Alejandro Carlini, líder por casi 25 años del Programa de Mamíferos Marinos del Instituto Antártico Argentino y uno de los investigadores argentinos más destacados en el conocimiento de los ecosistemas antárticos.


Psilopterinae.  Dolgopol de Saez, 1927.

 

 Tibiotarso depositado en el Museo de La Plata, perteneciente a un ave del terror del Eoceno de Chubut.

 

Reconstrucción en vivo.  (*)

Ave. Durante mucho tiempo, los animales de dieta carnívora más exitosos en América del sur fueron aves gigantescas, como los Phorusrhacos. Es un género de gigantescas aves corredoras, no voladoras que habitaron la Patagonia. Fueron los depredadores dominantes en América del Sur durante el Cenozoico.  Sus parientes más cercanos en la actualidad son los de la familia Cariamidae, llamados también Seriemas o Chuñas, pero su tamaño era mucho mayor que el de éstos; siendo su aspecto más parecido al de un avestruz. Estas aves habitaron en selvas, bosques y pastizales, un paisaje totalmente diferente del actual centro sur de Argentina. Algunas de ellas, como Kelenken del Mioceno, llegaron a los 3 metros de altura.  Recientemente, se publicó el resultado de un estudio del registro más antiguo está representado por un extremo distal aislado de tibiotarso que se encontraba en las colecciones científicas de paleontología del Museo de La Plata, descubierto en sedimentos del Eoceno medio de la Formación Sarmiento expuesto en la localidad de Cañadón Vaca, Provincia de Chubut, Argentina. El tibiotarso depositado, con los de otras especies, asignándolo a una especie indeterminada de Psilopterinae con una masa corporal estimada de aproximadamente 5 kilos.  Además, tras la identificación de numerosas marcas de dientes en la superficie distal, planteamos la hipótesis de que este pequeño forusrácido pudo haber sido sometido a un ataque o actividad carroñera por parte de un depredador de tamaño pequeño a mediano, como Nemolestes spalacotherinus, un marsupial hipercarnívoro previamente registrado en el conjunto Cañadón Vaca. Comparado con otros fororrácidos, los miembros de este género eran relativamente gráciles y pequeños, e incluyen las menores especies de aves del terror.


Niolamia argentina.   Ameghino, 1899.

Cráneo de Niolamia de unos 30 cm de ancho, con grandes cuernos laterales, en el Museo de La Plata. Placas tentativamente atribuidas a Niolamia (tortuga gigante de tierra). Reconstrucción del aspecto de Niolamia argentina (*).

Reptil. Es una de las tantas especies que sobrevivieron al cataclismo que extinguió a los dinosaurios. Fue una tortuga terrestre de tamaño colosal y comparable a los grandes gliptodontes del Pleistoceno. Su cabeza estaba armada por grandes protuberancias, dos de las cuales se prolongan de manera extraordinaria, semejantes a los cuernos de un buey. La cola no pasaba de percibida, ya que se encontraba protegida por un estuche óseo compuestos por varios anillos imbricados y con protuberancias cónicas. Los primeros restos de esta tortuga fueron hallados en la Provincia de Neuquén en el Cretácico superior. Florentino Ameghino lo dio a conocer en 1899 y lo bautizo con el nombre de Niolamia, para diferenciarla de la gran tortuga australiana del Pleistoceno conocida como Meiolania, con la cual Ameghino creía ligeramente relacionada. Llegaron a medir hasta 2,5 metros de largo. En América del Sur esta especie se prolongo hasta el Eoceno.


Hydromedusa s.p.  Wagler, 1830.

 
Hydromedusa Hydromedusa Hydromedusa Hydromedusa Hydromedusa Hydromedusa Hydromedusa

Placas del caparazón y aspecto de la tortuga del Eoceno.(*)

 

Reptil. El hallazgo de restos fósiles pertenecientes a distintos vertebrados parece ser cada día mas frecuente en el sur Argentino. Otro género de tortuga de cuello largo como las que en la actualidad podemos observar en los ríos Misioneros y Amazónicos, se dio a conocer hace poco tiempo por un grupo de paleontólogos. Se trata de Hydromedusa wagler, conocido a partir de fragmentos aislados de caparazón procedentes de un nivel estratigráfico de la Formación Cañadón Hondo (Eoceno inferior), aflorantes en Patagonia centro-oriental. El holotipo consiste en una placa nucal con un escudo cervical (extravertebral) situado por detrás del primer par de escudos marginales, condición autapomórfica presente en las especies vivientes de Hydromedusa. Varios caracteres presentes en esta especie extinguida (como el primer escudo vertebral ancho extendido sobre los extremos póstero-lateral de la primer placa periférica, la posición y proporción del duodécimo par de escudos marginales, el radio de escudos femoral/anal sugieren una diferenciación específica de las especies vivientes. La asignación al genero Hydromedusa de restos fragmentarios aislados de placas periféricas provenientes de la Formación Salamanca (Paleoceno inferior) cuya antigüedad seria de 60 millones de años el registro de este género en América del Sur.


Podocnemis s.p. Wagler, 1830.

 

Reptil. Es un género de tortugas acuáticas que habitan en los ríos de Sudamérica. Consiste actualmente en seis especies que habitan al norte del subcontinente, aunque se conocen otras especies ya extintas. El grupo que en la actualidad conocemos como tortugas o quelonios, esos reptiles acorazados descienden, como muchos otros reptiles de los Cotilosaurios, unos reptiles primitivos que vivieron a mediados del periodo Pérmico, hace 250 millones de años y que en algunos casos llegaron a medir 4 metros de largo. Los primeros Testudinata, de los que proceden las tortugas actuales, aparecieron en el Triásico superior, hace unos 200 millones de años. Estos animales poseían dientes en sus mandíbulas que luego evolucionaron hacia un pico córneo, la ranfoteca. Entonces todas las especies eran terrestres o, como mucho, anfibias. Pronto, las tortugas se dividieron en dos superfamilias que han sobrevivido hasta hoy; los Criptódiros (De cuello oculto) que replegaban el cuello formando una “S” y los Pleuródiros (Cuello ladeado) que tan solo podían esconder la cabeza torciendo el cuello bajo el borde del espaldar de su caparazón. Además de esta divergencia, ambas superfamilias poseen otras distinciones, esqueléticas y anatómicas. Podocnemis tenia el caparazón es mucho más ancho por delante que por detrás. Presentaban dimorfismo sexual, ya que las hembras alcanzan un tamaño superior y tienen la cola más corta y estrecha. Esta especie puedo llegar a medir entre 35 y 68 cm. Habitaba esta especie básicamente en los ríos y sus cuencas. Era una especie omnívora. Los juveniles se alimentaban alimentos de origen animal y los adultos preferían vegetales. Durante el Paleoceno - Eoceno de Patagonia y Noroeste argentino se han recuperado interesantes restos fósiles. Podocnemis, guarda estrecha relación con el genero viviente.


Sebecus icaeorhinus. Simpson 1937.

Dos placas dérmicas del gigantesco cocodrilo marino Sebecus (*)

Cráneo y mandíbula de Sebecus icaeorhinus. (*)

Reconstrucción en vivo de Sebecus icaeorhinus.(*)

Reptil Marino.  De Sebecus se preservan distintos restos del mismo individuo, entre los que se incluyen algunos restos de las extremidades, placas óseas y un enorme cráneo. Si bien no podemos tener las dimensiones exactas por la ausencia de algunos restos, su tamaño esta calculado entre 6 y 8 metros de longitud. Fue un buen nadador, puesto que tenia una cola muy larga y aplanada, adaptada para impulsar a este enorme animal por debajo del agua al moverla de un lado a otro. En su alimentación incluía peces, algunos mamíferos marinos de tamaño medio, y probable que atacaría a algunos animales en las orillas marítimas. Por supuesto, no desaprovecharía la presencia de algún animal muerto. Sus restos proceden de la formación sedimentaria de Casamayor, Departamento de Escalante en Cañadon Hondo, Provincia de Chubut, Argentina. También se reconoce a Sebecus huilensis.


Ayllusuchus fernandezi. Gasparini, 1984.

 

Cráneo parcialmente completo de Ayllusuchus del Eoceno temprano del NOA Argentino. Museo de La Plata.

 

Posible aspecto de Ayllusuchus. (*).

Reptil. Es un género extinto de mesoeucrocodilio perteneciente a la familia de los sebécidos. Sus fósiles se han hallado en estratos de Argentina que datan de principios del Eoceno. Estos notosuquios que vivieron desde inicios del Paleoceno hasta mediados del Mioceno, si bien se ha sugerido que al menos algún tipo pudo haber sobrevivido hasta la época del límite Mioceno-Plioceno en Brasil. Sus restos se han encontrado en Sudamérica. Eran predadores terrestres activos con rostros altos y estrechos con cuatro dientes en premaxilar y 10-11 dientes en el maxilar. Incluye todos los notosuquios más cercanos a Sebecus que a Baurusuchus o Notosuchus. Eran carnívoros depredadores.


Madtsoia bai. Simpson, 1933

 

 

Restos fósiles  constituido por una gran cantidad de vértebras y costillas articuladas. Cráneo muy completo, encontrados en la Patagonia Argentina. "American Museum of Natural History" in New York. Al lado reconstrucción de Madtsoia. (*)

Ofideo. En la actual provincia de Chubut, al sur de la republica Argentina, durante el Eoceno, el territorio era muy distinto al desierto que hoy podemos observar. Para entonces el clima era sub-tropical con alta humedad. Así lo indica la presencia de primitivas tortugas y cocodrilos. También el registro paleobotánica, donde se han podido identificar grandes palmeras y otras plantas de zonas lluviosas. Uno de los primeros registros de grandes serpientes del Terciario de Patagonia fue publicado por el sabio Florentino Ameghino en 1906. Madtsoia, fue un enorme "ofidio" (víboras y serpientes) hallado en el año 1933  por el paleontólogo George Gaylord Simpson. Los fósiles hallados, corresponden a un esqueleto incompleto, pero con una excelente conservación. Se trata de una columna vertebral articulada y con sus respectivas costillas. Los estudios revelaron que este enorme animal poseía mas de 300 o 400 vértebras, y que en vida superaba los 10 metros de largo. (las Anacondas miden 8 metros). Aun se discute si fue una serpiente de hábitos terrestres o acuáticos, pero si estamos seguros que se alimentaría de mamíferos notoungulados de tamaño medio y chico, a los cuales acechaba para enrollarse en su cuerpo y asfixiarlos hasta poder digerirlos. En 1959 se dio a conocer la existencia de una rama mandibular de gran talla, la cual fue hallada en en el Paleoceno tardío en la localidad de Gaiman, al norte del Rió Chubut, atribuida al genero Madtsoia, cuya antigüedad seria entre 55 y 60 millones de años. Los primeros restos y que corresponden a este Periodo (Eoceno temprano), corresponden a la localidad de Cañadon Vaca, en el Sudoeste de la Provincia de Chubut, Argentina. Durante el Mioceno vivieron otros "Ofidios" de gran tamaño (ver).


Boidae. Gray, 1825.

   

boidedae boidedae boidedae boidedae boidedae boidedae

  boidedae boidedae boidedae boidedae boidedae

 

Fragmento de vértebra de Boidedae, comparada con un representante actual (en su interior). (*)   Boidedae capturando un Astrapotherium. (*)

Ofideo.  Los boidos o boas (Boidae) son una familia de serpientes constrictoras, es decir que matan a sus presas por constricción, encerrándolas en sus anillos. En 1986, mientras que la Paleontóloga Adriana Albino consultaba la colección del Museo de La Plata, descubrió una vértebra de serpiente y de tamaño gigantesco, tanto que figuraba en el registro del Museo como perteneciente a un cocodrilo prehistórico. El estudio de la misma dio como resultado que no pertenecía al genero descrito mas arriba (Madtsoia), sino un representante fósil de los grandes Boideos actuales. Así mismo la comparación del fósil con restos de una Boa, dio como resultado de que se trataba de un animal joven, que aun no alcanzo su máximo desarrollo corporal. El numero de vértebras de estos animales varia entre las 300 y 400 aproximadamente. Asumiendo que las formas fósiles se mantuvieron en dicho rango de variabilidad, estimamos, en base a la longitud corporal de la forma juvenil habría sido entre los 5 y 7 metros, mientras que los adultos tendían entre 10 y 12 metros, es decir, algo mas grande que lo calculado para Madtsoia. Es muy probable que capturaba a sus presas cuando estas se encontraban bebiendo agua a las orillas de algún espejo de agua o bien cuando estas estarían descansando, momento de mucha vulnerabilidad, que estos enormes Ofideos aprovecharían para alimentarse, o bien, a presas muy adultas o enfermas. Sus restos proceden de los niveles del Eoceno temprano de la zona de Valle Hermoso, al Sudoeste de la Provincia de Chubut. 


Chubutophis grandis. Albino, 1993.

 

Ofideo.  Es un género extinto de serpientes boidae de la Formación Sarmiento de edad Eocena en la provincia de Chubut, Argentina. Es conocido por un conjunto parcial de vértebras que sugieren un individuo juvenil.  Llego a ser tan grande como la Titanoboa, media entre 12 a 15 metros, sus fósiles se encontraron en Argentina por Albino en 1993, siendo una representante más de la familia de los boidos. Por ser una serpiente gigante debió ser la superdepredadora de su entorno cazando a una gran variedad de presas que iban desde notoungulados a cocodrilos que con estos últimos también competían por los mismos alimentos, a las cuales acechaba desde los afluentes de los ríos y lagos. El fosil fue representado como un espécimen juvenil. Teniendo en cuenta que este material se trata de un ejemplar joven, su tamaño es extraordinario y se estima que los adultos habría alcanzado dimensiones mayores que las mayores serpientes conocidas de la actualidad como la Madtsoia y la Gigantophis.


Llanquibatrachus truebae.  Baez y Pugener 2003.

Rana fósil - Confluencia (Neuquén) del Eoceno, Terciario
 
Museo Paleontológico de Bariloche (Río Negro)

Recreación de un anfibio pípido. (*).

Anfibio. Se trata de un anfibio pípido único en su tipo, ya que se encontraron fósiles de todas sus etapas larvales (renacuajos), incluyendo sus partes blandas. Fue hallado frente al Lago Nahuel Huapi, en la ciudad de Bariloche. La anatomía de su mano indica que se alimentaba por partículas pequeñas en suspensión. La distribución actual disyuntiva de este grupo de anfibios en América del Sur y África demuestra las conexiones de la fauna dulceacuícola entre ambos continentes (ya que los anfibios no soportan aguas marinas). Su característica básica es que carecen de lengua, por lo que se les llama también Aglosos. La pipa o rana de Surinam en la actualidad habita en las regiones tropicales sudamericanas; es de costumbres acuáticas y cuerpo aplastado; los ojos son muy pequeños, y las crías no pasan por la fase larvaria acuática, sino que la viven dentro del huevo. Otro anfibio conocido; Shelania pascuali, que precede de la Laguna del Hunco, en la provincia de Chubut. En 2020, se registro el primer registro de ranas fósiles en el Eoceno del Sector Antártico Argentino, cerca de Base Marambio, atribuido a un integrante de la familia Calyptocephalellidae, cuyos representantes actuales viven en la zona media de Chile.


Patagopipa corsolinii. Aranciaga Rolando et al. 2019.

Esqueleto casi completo de Patagopipa corsolinii. Hallado en la  localidad tipo es Rió Pichileufu: Estancia Don Hipólito, Rió Negro.

Posible aspecto de Pipidae. (*)

Anfibio. Su característica básica es que carecen de lengua, por lo que se les llama también Aglosos. Estos anfibios habitaron en las regiones tropicales sudamericanas, aunque en la actualidad parezca un desierto, como es el Arroyo Chacal en la provincia de Río Negro, en la  Formación geológica conocida como Huitrera paleógeno 50 millones de años. Era de costumbres acuáticas y cuerpo aplastado; los ojos eran muy pequeños, y las crías no pasaban por la fase larvaria acuática, sino que la vivían dentro del huevo. Algunas ranas presentaban dientes en la mandíbula superior, su piel era absolutamente lisa y rica en glándulas, además de dedos semipalmeados. En la actualidad, los anuros no-neobatracios están restringidos a los Pipidae, representados por el género Pipa. El ejemplar, que mide solo unos 2 centímetros pertenece al grupo de los pipidos, un grupo de ranas que hoy habita Brasil y África. Esta especie habitaba bosques templados y húmedos en una Patagonia muy diferente a la que vemos hoy día. Estos anfibios se caracterizan por sus adaptaciones al medio acuáticos, como por ejemplo, membranas interdigitales, cuerpo aplanado, entre otros; es por eso, que seguramente hallan habitado cuerpos de agua como lagos los cuales presentan condiciones que facilitan la conservación de estos fósiles. También este nuevo hallazgo permitió saber que, dentro de los pipidos, existió un subgrupo emparentado entre si de pipidos sudamericanos: Los Shelaninos. Este grupo, hasta ahora, habría habitado Brasil y Argentina desde el Cretácico hasta el Eoceno. Esto quiere decir, que los shelaninos no solo sobrevivieron a la época de los dinosaurios si no que habitaron américa del sur durante más de 75 millones de años, siendo luego extinguidas, seguramente, por el progresivo enfriamiento del clima en el Cenozoico más reciente.


Arminiheringia auceta. Ameghino, 1902.

La mandíbula proviene de un ejemplar encontrado en Chubut. Cráneo del MACN e ilustracion. (*)

Mamífero Marsupial. Este gran marsupial carnívoro vivió en el Eoceno inferior de la Argentina (hace unos 50 millones de años). Este animal tenía un cráneo, excepcionalmente robusto, dotado de fuertes dientes. Los caninos inferiores, en particular, eran excepcionalmente largos y se inclinaban hacia adelante. Los molares y premolares sugieren una dieta carnívora. Todo el animal era muy grande (alrededor de 1,8 metros de longitud). Sus patas eran fuertes y robustas, y el aspecto general de este animal se asemejaba a un oso. Era un típico representante del orden Sparassodonta, que se desarrolló en América del Sur ocupando los nichos ecológicos que fueron ocupados en otros continentes por los mamíferos carnívoros.  Las arminieringias eran muy similares a un grupo de carnívoros primitivos conocidos como creodontos. Tres especies se conocen arminieringias, la más conocida de las cuales es Arminiheringia auceta. El cuerpo fuerte y un cráneo armado con grandes dientes son netos indicadores importantes de una dieta carnívora, los caninos inferiores impares, que se inclinaban hacia adelante, indican que el arminieringia era un depredador especialista, pero no está claro exactamente cuál era su técnica para capturar sus presas. Otros Sinónimos: Arminiheringia cultrata Ameghino 1902 y Dilestes dilobus Ameghino 1902.


Callistoe vincei. Babot, Powell & Muizon, 2002.

Mariano Magnussen Saffer, junto al fósil de Callistoe vincei, en el Museo de Ciencias Naturales "Miguel Angel Arra" de la Universidad Nacional de Salta.

Reconstrucción paleoartistica del primitivo Callistoe vincei, del Eoceno de la Provincia de Salta, Argentina.Por DeviantArt .

Mamífero Marsupial. Fue un interesante Proborhyaenidae, una familia extinta de marsupiales del orden Sparassodonta, que vivieron en Sudamérica desde el Eoceno (Casamayorense) hasta el Oligoceno (Deseadense). En ocasiones han sido incluidos como subfamilia de sus parientes los borhiénidos (Borhyaenidae). Fueron metaterios carnívoros, usualmente de gran tamaño, estando entre los mayores representantes de los esparasodontes y de los metaterios carnívoros en general. Los proborhiénidos se caracterizaban por un cráneo grande y macizo, con molares especializados en el consumo de carne (carnasiales)y sus colmillos carecían de esmalte dental en los ejemplares conservados; debió de ser muy delgado o restringido a las puntas en vida. En el género Aminiheringia los colmillos están además orientados hacia adelante. Estos dientes, igual que en los tilacosmílidos presentaban una raíz abierta incluso de adultos, con lo que estos colmillos podían crecer continuamente. Esta característica fue sugerida como evidencia de su parentesco cercano con Thylacosmilus, pero dicha hipótesis ha sido descartada.Callistoe vincei, un fósil muy completo, procede de la Formación Lumbreras, en la localidad de Pampa Grande, Provincia de Salta. Fue el equivalente ecológico de los grandes canidos de América del Norte. De cráneo y mandíbulas alargadas, con un robusto arco cigomatico y una poderosa musculatura masticatoria, típico del habito depredador. Seguramente se alimento de mamíferos notoungulados y armadillos, comunes en su época.


Groeberia minoprioi.  Patterson 1952.

 

Maxilar completo. Ciencia Hoy.

Maxilar y mandíbula. Ciencia Hoy.

Reconstrucción en vivo de Groeberia. M. Sosa.

Mamífero Marsupial. Este genero fue describió en 1952 por Bryan Patterson. Se trataba de una pequeña mandíbula fósil de unos 10 milímetros de largo. El resto que llamo la atención de la comunidad Paleontológica de la época, tenia unos 40 millones de años de antigüedad. Su forma era tan rara que no coincidía con ninguna forma viviendo o fósil en Sudamérica. Su mandíbula era extraordinariamente corta y alta, presentando cuatro molares pequeños y un gran incisivo, pero sin semejanza con los roedores. Fue un marsupial y probablemente emparentado con los Cenolestidos. Su aspecto era algo similar al de las pequeñas comadrejitas representadas en la actualidad polos llamados "ratones runchos". No eran ni herbívoros ni carnívoros estrictos, sino que se alimentaban de frutos duros, semillas e insectos. Sus pocos restos proceden de la formación Divisadero Largo, en la Provincia Argentina de Mendoza. Groeberia pattersoni, se trataba de un marsupial, pero su clasificación y estudio fue algo compleja. Ocurre que la mayoría de los rasgos diagnósticos del esqueleto de los marsupiales se basan en los detalles de la anatomia del cráneo y las mandíbulas, las cuales, no se habían preservado del todo bien, y para colmo su aspecto era rodentiforme, ósea, que se parecía a un roedor. Su tamaño era muy pequeño, no mas grande que una laucha actual. Su alimentación era muy variada, desde frutos y hojas hasta larvas e insectos. Sus restos fueron hallados en sedimentos de 40 millones de años, en la formación Divisadero Largo, Provincia de Mendoza, Argentina.


Periphragnis harmeri. Roth 1899

Cráneo de Periphragnis harmeri del Eoceno de Patagonia. Museo de La Plata. Pata anterior de Periphragnis en el Museo de La Plata. Posible aspecto de Periphragnis (*).

Mamífero Notoungulado. Los Periphragnis eran isotémnidos aparecieron enseguida y representan la familia más primitiva de los toxodontos. Las extremidades eran fuertes y semejantes a las de los ungulados primitivos; las patas, relativamente cortas, eran digitígradas, es decir, que eran los dedos los que soportaban el peso y no las plantas. La cabeza era bastante grande en relación con el cuerpo y las mandíbulas presentaban la dentadura completa, formada por 44 dientes, con coronas bajas. Sus colmillos eran grandes y probablemente los utilizara para excavar la tierra y alimentarse de raíces. Sus extremidades fuertes y largas sugieren que debía ser un animal bastante veloz. Sus restos fosilizados se han encontrado en Argentina, en el Eoceno de la Patagonia.


Astraponotus assymetrum.  Ameghino, 1901.

 

 Cráneo de Astraponotus assymetrum (*)

 

 Reconstrucción del posible aspecto (*)

Mamífero Astrapotheria. Del grupo de los Astrapoterios, los cuales evolucionaron durante el largo aislamiento del continente, cuyas formas y caracteres no se repitieron en otras faunas del mundo. Tenían un tamaño considerable, el cual no puede ser tan exacto debido a que los paleontólogos no han encontrado piezas muy significativas. Era herbívoro, alimentándose principalmente de raíces, las cuales encontraba a orillas de los paleopantanos donde pasaban la mayor parte de su vida. Poseía un par de caninos bien desarrollados y una pequeña trompa.


Antarctodon sobrali. Bond et al., 2011.

Molar de Antarctodon sobrali.  (*) Posible aspecto de Antarctodon sobrali.  (*)

Mamífero Astrapotheria. Es un género extinto de mamífero meridiungulado de principios del Eoceno. Es un astrapoterio basal que vivió en lo que ahora es la isla Seymour, en la Península antártica. El holotipo y único espécimen conocido es un diente aislado que podría ser un cuarto premolar derecho o primer molar, fue hallado en la formación La Meseta en Cucullaea I Allomember, en el occidente de la Antártida. Fue nombrado originalmente por Mariano Bond, Alejandro Kramarz, Ross D. E. MacPhee y Marcelo Reguero en el año 2011 y la especie tipo es Antarctodon sobrali. La extinción de los astrapoterios parece estar relacionada con los cambios de clima que ocurrieron a lo largo del Cenozoico en Sudamérica. A diferencia de otros grandes herbívoros suramericanos, los astrapoterios nunca desarrollaron adaptaciones especiales para el consumo de vegetación fibrosa y de difícil digestión, tales como las gramíneas y otros pastos. No es de sorprender entonces que desaparecieran primero de la Antártida y luego de la Patagonia, regiones donde el clima se hizo más frío y seco antes que en el trópico. Aparentemente los astrapoterios eran más dependientes de lugares boscosos y de una alta disponibilidad de agua. Estas condiciones permitieron que en el Mioceno medio los últimos astrapoterios habitaran el norte de sudamérica. Otros grupos que habían desaparecido de Patagonia en el Mioceno, habían encontrado un hábitat favorable en la Sudamérica tropical.         


Notostylops brachycephalus.  Ameghino, 1904.

Esqueleto de Periphragnis (semejante a Nototylops) hallado en La Gran Hondonada, en el MEF. Museo Egidio Feruglio de Trelew.

Cráneo con detalles del maxilar de Notostylops del Eoceno inferior de Patagonia. Museo de La Plata.

Reconstrucción de Notostylops.  (*)

Mamífero Notoungulado. Su nombre significa "columnas traseras". Pertenece a un grupo único de animales del orden "Notoungulados" y que no se pueden hallar en otras partes del mundo porque evolucionaron en el largo aislamiento del continente Sudamericano. Uno de los miembros mas primitivo de este grupo fue Notostylops, que tenia un tamaño algo chico (75 centímetros) a diferencia de sus parientes del Plioceno y Pleistoceno. Poseían unos dientes enormes muy parecidos al de los roedores, con un frente largo y filoso para cortar hojas, romper frutos duros y plantas herbáceas. Una de las características mas importantes del cráneo de este animal y que luego se repetiría durante los otros periodos, fue lo pronunciado en su oído medio, lo que sugiere podía escuchar desde grandes distancias.


Didolodus multicuspes. Ameghino, 1897.

 
 (*)    (*)

Mamífero Litopterna. Fue otro mamífero "notoungulado" de 60 centímetros de largo. Su estructura craneana y dentaria recuerda a los roedores, y su aspecto abra sido similar. Era ramoneador y corría por las malezas de los bosques, alimentándose de hojas y de arbustos de escasa altura. Es posible que Didolodus fue el antecesor de los grandes mamíferos que evolucionaron durante el final de la Era Terciaria y Cuaternaria. También se reconoce a Didolodus minor. Didolodus es un género de la familia extinta didolodontidae, de mamíferos placentarios del orden de los condilartros o quizá del orden notoungulata, aunque antiguamente había sido clasificado en los arctocionios y litopternos. sus fósiles se hallaron en la Patagonia. Fue nombrado por Florentino Ameghino en 1897. Durante la primera mitad del siglo XX fueron estudiados por George Gaylord Simpson. Ancestros de los litopternos , se los ha clasificado entre los primeros notoungulados, aunque otros los definen como pertenecientes todavía al grupo parafiletico de los condilartros. El género Didolodus, cuyos fósiles consisten principalmente en cráneos, mandíbulas y restos dentales bunodontos, eran animales de tamaño mediano, de unos 60 cm de largo.


Eomorphippus. Ameghino, 1894.

 

Cráneo. Fuente Prensa Conicet.    (*)

Mamífero Notoungulado. Los notohípidos son una familia extinta de mamíferos placentarios del orden Notoungulata, perteneciente al superorden Meridiungulata, que habitaron en Sudamérica. Los fósiles de los notohípidos están datados desde el Eoceno hasta el Oligoceno. Fueron unos cuadrúpedos herbívoros con caracteres que indican un cambio de hábitat del bosque a las praderas. Las patas fueron alargándose y la dentadura muestra que se alimentaban cada vez con mayor frecuencia de pasto que de follaje. La palabra "notohípido" quiere decir "caballo meridional". A pesar de que alguna vez se creyó que eran los antepasados de los caballos auténticos (familia Equidae, orden perisodáctilos), las similitudes, que residen fundamentalmente en la forma del cráneo y en los incisivos para cortar plantas, son consecuencia de la evolución convergente. En lo esencial, esta familia presenta todas las características de los notoungulados. Hay varias familias de meridiungulados con aspecto de caballo, como los litopternos, con un parecido aun más marcado con los caballos verdaderos, ya que también presentan la misma reducción en el número de dedos y el mismo proceso evolutivo que los caballos verdaderos. Sin embargo los notohípidos y los litopternos tampoco están relacionados entre sí. Perteneciendo a órdenes distintos y muestran la denominada evolución paralela. Las muelas cortas y de corona baja de los primeros hiracoidios, se volvieron gradualmente más largas y prismáticas, cubriéndose con una gruesa capa de cemento, el cráneo se volvió más largo, y como resultado de ese alargamiento se formaron barras entre los incisivos, caninos y molares. Otros géneros relacionados: Argyrohippus, Colpodon, Nesohippus, Notohippus, Perhippidion, Purperia, Stilhippus, Eurygenium, Morphippus, Pampahippus, Plexotemnus, Puelia y Rhynchippus.


Trigonostylops wortmani. Ameghino, 1897.

 
Trigononostylops Trigononostylops Trigononostylops Trigononostylops Trigononostylops Trigononostylops
Cráneo de Trigononostylops en el Museo de La Plata.  Posible aspecto en vida de Trigonostylops.  (*)

Mamífero Astrapoteria. Pertenece al orden Astrapotheria, que media  1,5 metros de longitud. El registro fosilífero de esta especie es muy escaso, por ello los paleontólogos no pueden acceder a una información fidedigna con respecto a la forma y comportamiento de Trigonostylops. Se conoce esta especie en la Patagonia Argentina por un cráneo incompleto y algunas piezas dentarias. Los dientes eran muy primitivos y grandes, semejante a los de Astrapotherium, y es posible que su aspecto fuera como este ultimo.


Thomashuxleya externa.  Ameghino, 1901.

 
Thomashuxleya Thomashuxleya Thomashuxleya Thomashuxleya Thomashuxleya Thomashuxleya Thomashuxleya

Cráneo de Thomashuxleya externa.  (*) Reconstrucción en vivo de Thomashuxleya.  (*)

Mamífero Notoungulado. Es otro de los mamíferos "Notoungulados" los cuales se diversificaron en numerosas especies gracias al aislamiento geográfico de Sudamérica durante el Terciario. Era robusto y tenia 1,3 metros de longitud. Tenia una cabeza muy grande a relación del cuerpo y su mandíbula presentaba una dentición completa, formada por 44 dientes. Tenia caninos muy desarbolados en forma de colmillos, con los cuales podía remover la tierra para alimentarse de raíces. Sus extremidades largas y fuertes como otros de su orden, sugiriendo que podía ser un animal bastante veloz. Existe un esqueleto casi completo de esta especie que se encuentra en exposición en el Museo Americano de Historia Natural de Nueva York, que fuera encontrado durante las expediciones "Scarrit" que el mismo museo organizó en Patagonia, Argentina, y que fueron lideradas por el paleontólogo George Gaylord Simpson. Recibió el nombre del famoso biólogo de siglo XIX Thomas Huxley.


Carodnia cabrerai. Simpson, 1935.

Esqueleto recreado de Carodnia a partir de los pocos restos hallados. Este ejemplar fue presentado en la Universidade Federal de Rio do Janeiro.

Posible aspecto de Carodnia (*).

Mamífero Notoungulado. Es un género extinto de mamíferos placentarios del orden Xenungulata que vivieron durante el Paleoceno en Sudamérica. Era una especie más del superorden extinto de meridiungulados. Vivió en el Eoceno temprano de Sudamérica. Se han encontrado sus fósiles en Bacia de Itaboraí, Brasil y en Chubut, Patagonia Argentina. Carodnia medía unos 2,20 m de longitud y pesaba unos 170 kg. Era un animal herbívoro. Era de cuerpo bajo y tenía unos característicos colmillos. Era bastante más grande que sus contemporáneos, siendo unas diez veces más grandes que otros herbívoros hallados en su hábitat, se supone que su mayor tamaño le servía de protección y para ocupar una posición privilegiada. Debido a convergencia evolutiva al ocupar su mismo nicho ecológico era también muy similar al pantodonto Coryphodon, a los dinoceratos Prodinoceras y Probathyopsis de América del Norte con los que no estaba emparentado. Carodnia feruglioi y Carodnia cabrerai solo son conocidos por unos cuantos restos dentales. Carodnia vieirai es conocido de restos mucho más completos que incluyen dientes y huesos craneales y postcraneales incluyendo una mandíbula casi completa, varias vértebras, y varios huesos parciales de las patas.


Notiolofos regueroi. Gelfo, J; Lopez, G; y Santillana, S. 2017.

 

Molar de Notiolofos regueroi, halad en la Antartida Argentina. Prensa.

 

Aspecto de Notiolofos regueroi. Prensa.

Mamífero Litopterna. Tenía el tamaño semejante a una oveja. Paleontólogos argentinos realizaron el hallazgo en la Isla Marambio, al este de la Península Antártica. Pertenece al grupo de los Litopterna. Notiolofos regueroi es uno de los primeras especies de este mismo grupo, con una antigüedad de 50 millones de años aproximadamente”, agregó. Los pocos mamíferos de la Antártida en la actualidad son cetáceos, como las ballenas, y pinnípedos como los elefantes marinos, los cuales se nutren y alimentan en el mar. Pero en el Eoceno, había una conexión terrestre entre Australia, la Antártida y la Patagonia que permitía un flujo de fauna terrestre en ambas direcciones. Notiolofos regueroi, que pesaba entre 25 y 50 kilos, le conocemos un pariente próximo, Notiolofos arquinotiensis, descripto en el 2006 y que es de su misma antigüedad, pero que era mucho más grande, porque podía llegar a pesar hasta 500 kilos. Pero, hacia el final del Eoceno, en un momento que se conoce como límite Eoceno-Oligoceno, hace unos 30 millones de años, acontece la formación de los primeros grandes glaciares en la Antártida.


Coquenia bondi. Deraco, Powell y López, 2008

 

Restos fósiles de Coquenia bondi, procedentes del Eoceno de Salta. Museo de Ciencias Naturales de la ciudad de Salta.

  Aspecto de Coquenia bondi (*). del Eoceno de Salta.

Mamífero Notoungulado. Es un género extinto de notoungulados, perteneciente a la familia Leontiniidae. Vivió durante el Eoceno Medio, en lo que hoy es Argentina. Fue un mamífero herbívoro, el cual, justamente es conocido solo por los restos de cráneo y mandíbula, Coquenia pudo haber sido un animal de constitución corpulenta, aproximadamente del tamaño de una oveja. La dentición de este animal tenía corona baja (braquidóntico) y los incisivos parecían caninos, con cíngulo labial y lingual. El segundo incisivo superior estaba más desarrollado que los otros dos, característica típica de los Leontiniidae, mientras que los caninos superiores tenían una corona rotada, con cíngulo labial y lingual. Los cuatro premolares tenían un cíngulo anterolingual con una pequeña cuenca ubicada directamente delante del protocono. Los premolares aumentaron progresivamente de tamaño hacia la parte posterior de la mandíbula. Los molares superiores tenían un cíngulo labial y un hoyuelo posterior, al igual que los molares inferiores. El tercer molar superior era más ancho en la base de su cara lingual. Coquenia es un miembro basal de la familia Leontiniidae, un grupo de notoungulados toxodontes que aparecieron durante el Eoceno y sobrevivieron hasta el Mioceno, con un cuerpo robusto y patas masivas. Coquenia fue uno de los primeros miembros de la familia, junto con su pariente Martinmiguelia. Coquenia bondi fue descrita por primera vez en 2008, a partir de restos fósiles de la localidad Pampa Grande de la Formación Lumbrera, en la Provincia de Salta de Argentina.


Diochotichus vanbenedeni.  Ameghino, 1894.

Material ilustrativo de un cetáceo del Eoceno (*).

Posible aspecto de Diochotichus (*).

Mamífero Cetáceo. Pertenece al grupo de los Odontocetos, que constituyen a animales con antecesores de origen continental, las cuales evolucionaron y se adaptaron a la vida acuática, aprovechando los huecos en los nichos ecológicos dejados por los grandes reptiles marinos del Mesozoico. Diochotichus vanbenedeni procede de sedimentos de la provincia de Chubut y dado a conocer por Florentino Ameghino. Este interpreto una edad más antigua, como el Eoceno. Hoy se cree por otras evidencias que fue una criatura que vivió en el Mioceno. Los Odontocetos están representados en la actualidad por Cetáceos con dientes (Cachalotes y Delfines), los cuales se han diversificado en numerosas especies y han conquistado prácticamente todos los mares. En las acumulaciones sedimentarias del Eoceno inferior, los Paleontólogos han registrado varios géneros como Prosqualodon, Argyrocetus y Diochotichus. Este último se distingue por el rostro muy alargado, con dientes anteriores de corona cónica y los posteriores comprendidos y bicuspidada. Los nasales se encuentran muy desarrollados, cubriendo gran parte de la fosa nasal. que es una conformación más simple que los Cetáceos recientes.


Stegotherium tesselatum.

   
Stegotherium Stegotherium Stegotherium   Stegotherium Stegotherium Stegotherium

Esqueleto de Stegotherium tesselatum.  (*)

Coraza fosilizada. Ilustrativo (*)

Reconstrucción en vivo.  (*)

Mamífero Xenarthro. Se trata de un representante antiguo de los Xenarthros con coraza, los cuales se encuentran representados durante el Plioceno y Pleistoceno por los populares Glyptodontes. El Stegotherium era un armadillo primitivo que vivió en la Patagonia durante el Eoceno inferior, el cual presenta un cráneo alargado y prolongado, con forma de pico y mandíbulas esteliformes como los osos hormigueros, pero a diferencia de estos poseían algunos dientes rudimentarios. Su coraza estaba formada por placas óseas sueltas, no soldadas, presentando el sistema piliferito sumamente desarrollado. Sus antecesores pudieron ser los géneros Astegotherium y Anteutatus del Cretácico superior, los cuales poseían placas enfila sin sutura, pero no hay vestigios perceptibles del sistema Piloso (Megaterios y Milodontes), que se desarrollo en épocas posteriores.


Propalaehophophorus australis.

Parte de coraza y cráneo de Propalaehophophorus en el MEF.

Coraza de Propalaehophophorus.  (*)

Reconstrucción en vivo del primitivo Propalaehophophorus australis.  (*)

Mamífero Xenarthro. Este genero pudo ser el antecesor de los Gliptodontes, cuyas características principales se encuentras desarrolladas en el Pleistoceno de la presente PaleoGuia (ver). Algunas de las características propias de este antiguo representante del Eoceno medio de la Patagonia Argentina, se basa principalmente en poseer aun la cola como los Dasipodidos vivientes (mulitas y peludos), sin escudetes y tubos óseos. Estas estaban formadas por escamas y placas indicadas y libres. La coraza dorsal conserva a sus lados inferiores grandes hendiduras verticales que separaban a las bandas transversales con cierta flexibilidad, las cuales se podrían interpretar como los últimos vestigios de las bandas móviles de los armadillos. El tamaño de este genero, era poco mayor al Tatu Carreta actual, el cual aun habita el Noroeste Argentino. 


Utaetus buccatus.  Ameghino, 1902.

 
Utaetus Utaetus Utaetus Utaetus Utaetus Utaetus Utaetus Utaetus Utaetus Utaetus Utaetus Utaetus
Osteodermos y rama mandibular de Utaetus. (*)     Aspecto de Utaetus (*)

Mamífero Xenarthro. Se trata de un pequeño Dasipodido, emparentado con los actuales armadillos. Es una especie de origen endémico, cuyos orígenes se remontan a representantes del Paleoceno. El mismo poseía una coraza de placas óseas y epidérmicas, entrelazadas y presentando una serie de imágenes en las mismas. Su caparazón posee bandas móviles, permitiendo a Utaetus realizar movimientos ágiles. Sus extremidades son prácticamente iguales a sus representantes mas modernos, presentando huesos relativamente cortos y gruesos, los mismos presentas difurcaciones y superficies para adherirse a la musculatura del animal. Sus patas presentan falanges alargadas con fuertes falanges ungueales (base de la garra). Su alimentación era amplia, ya que la Patagonia Argentina durante el Eoceno, estaba recubierta por abundantes bosques y bañados. Sus fósiles aparecen con algo de frecuencia en sedimentos de 40 millones de años en la Provincia de Chubut.


Saltatherium rosaurae. Fernicola et al.

 

Osteodermo de Saltatherium rosaurae.

  Posible aspecto de Saltatherium rosaurae. (*).

Mamífero Xenarthro. La nueva especie fósil encontrada, existió en un período de entre 40 millones y 44 millones de años. Esta fauna de mulitas fósiles (Cingulata) recuperada en los niveles basales de la Formación Quebrada de los Colorados en el Eoceno medio, del Parque Nacional Los Cardones, en el Área Protegida ubicada en cercanías de Cachi, uno de los departamentos de los Valles Calchaquíes. Estas mulitas que presentamos ahora, vivieron en un momento del tiempo que no tienen nada que ver con el paisaje actual. Recién se estaba levantando lo que sería luego la Cordillera de Los Andes, además de ser ambientes más cálidos y húmedos, con ríos caudalosos y vegetación más boscosa. Los armadillos son mamíferos fáciles de reconocer, distinguibles por tener una armadura formada por placas óseas cubiertas por escudos córneos que les sirven como protección, y que en algunos géneros permiten al animal enrollarse en forma de bola. Los dientes del armadillo son estructuras cilíndricas simples y uniformes, sin esmalte y con raíces abiertas y crecimiento continuo.


Cetorhinus sp.  Gunnerus, 1765.

 Fragmento proximal de un barredor de branquias identificado como perteneciente a un tiburón del género Cetorhinus sp. (*) Diente de un representante del género Cetorhinus sp. (*)  Aspecto del género Cetorhinus sp.(*)

Pez Selaceo. En 1998 se dio a conocer el hallazgo de un resto fósil perteneciente a un "escualo" emparentado con el gigantesco tiburón Peregrino actual. El mismo vivió en los mares antárticos entre 30 y 45 millones de años antes del presente. Este ejemplar es el mas antiguo del mundo, ya que los descriptos anteriormente fueron hallados en depósitos de 30 millones de años en el terciario Europeo. El hallazgo de tiburones en este sector del hemisferio sur, demuestra que las temperaturas oceánicas eran considerablemente mayores que las actuales. Es posible que su tamaño fuera mayor a 10 metros de largo. Su dieta estaba constituida principalmente por pequeños crustáceos que quedaban atrapados en las hileras de espinas branquiales, sobre todo los organismos planctónicos. Para entonces, la Patagonia Argentina poseía un ecosistema con palmeras y grandes boas, adoptado a condiciones cálidas. Estas condiciones reinaron hasta fines del Eoceno, seguidas por un enfriamiento global sin muchas complejidades. El fósil procede de una secuencia de estratos que los geólogos llaman "Formación La Meseta", en la parte norte de la isla Seymour, en la Antártida, donde también se han colectado mas de 9 mil dientes pertenecientes a otras 20 especies de tiburones, aparte de moluscos, cangrejos, rayas, peces, ballenas primitivas, tortugas y pingüinos, los cuales fueron contemporáneos de este enorme selaceo durante el Eoceno. Este es el primer registro de un tiburón peregrino fósil de la Antártida.


Carcharias s.p. Rafinesque, 1810.

 

Dientes de Carcharias sp. Eoceno de la Antartida. Museo de Ciencias Naturales de Miramar.

 

Aspecto del Tiburón Eoceno del genero Carcharias (*).

Pez Selaceo. Se han recuperados decenas de dientes de seláceos provenientes de sedimentos eocénicos de la Formación La Meseta, Isla Seymour, Antártida, cuando esta era mucho más calidad que en la actualidad.  Los mismos fueron recolectados por prospección Antárticas de verano por personal del Departamento Científico de Paleontología de Vertebrados del Museo de La Plata.  Pero se han hallado fósiles en diversos mares primitivos del mundo. Habitaba aguas templadas y cálidas, en fondos arenosos, rocosos y arrecifes. Es una especie de pez cartilaginoso lamniforme de la familia Lamnidae que en la actualidad se encuentra en las aguas cálidas y templadas de casi todos los océanos. El estudio del registro paleontológico indica que la distribución de Carcharias durante el Mioceno y parte del Plioceno, habría incluido la costa oeste de Sudamérica (sobre el Pacifico oriental), donde hoy se encuentra ausente. Su desaparición, pudo deberse por el abrupto descenso de las temperaturas durante el Plioceno medio y Pleistoceno y la consiguiente caída del nivel del mar, lo que habría reducido notablemente el ambiente de plataforma, hábitat natural de esos tiburones y otros vertebrados. Posteriormente, hace unos 3 millones de años, al restablecerse el nivel del mar, la recolonización desde el norte no habría sido posible debido al establecimiento del istmo de Panamá y el cambio de corrientes oceánicas. Seguramente, como sus representantes actuales, se alimentaría de peces, tortugas, mamíferos marinos entre otros. Otros tiburones Eocenos de la Antártida; Carcharias macrola, Carcharocles uriculatus, Isurus praecursor, Pristiophorus, Squalus, Odontaspis, SquatinaIsurus y Anomotodon.


Basilosaurinae. Miller, 1923.

Mamífero Arqueoceto. El fósil de una ballena que vivió hace 49 millones de años fue hallado por científicos del CONICET y del Instituto Antártico en la isla Marambio, cerca del mar de Weddell, informó este martes la Dirección Nacional del Antártico, que presentó el espécimen único. El ejemplar de "Arqueoceto Antártico", encontrado al noreste de la Península Antártica, es el fósil más antiguo de ballena primitiva en todo el mundo, y el primero localizado en la Antártida Argentina. Cincuenta millones de años atrás “tampoco estaba la comunicación del Pacífico y el Atlántico”, por donde pasa la helada corriente circumpolar antártica.  Este "arqueoceto" antártico pertenece al grupo Basilosauridae, del que se originaron todos los cetáceos actuales. Las "ballenas semiacuáticas" -que son los Protocetidae, con cuatro patas desarrolladas- se registran en la región Indo-Pakistán hace 53 millones de años; en tanto, el "arqueoceto" antártico tiene 49 millones de años y es acuático totalmente. Esto indica que experimentaron una evolución mucho más rápida de lo que se pensaba y también se distribuyeron rápidamente en los mares australes.  Durante la misma campaña de verano en la Antártida Argentina, en febrero pasado, otro grupo de paleontólogos de vertebrados, que hizo trabajos de campo en Caleta Santa Marta, en la isla James Ross, extrajo restos de un dinosaurio sauropodomorfa que se caracteriza por presentar un largo cuello y una pequeña cabeza. Los trabajos de campo en la isla Ross fueron hechos por Juan José Moly -Museo de La Plata-, Ariana Carabajal -CONICET y Museo Carmen Funes, Plaza Huincul- e Ignacio Cerda -CONICET e INIBIOMA, Neuquén-. Los dos equipos trabajaron desde un campamento y se exploraron diferentes unidades de la formación La Meseta, particularmente en dos que están datadas en 49 y 34 millones de años respectivamente.


Catogenus punctatus.

Fósil de Catogenus punctatus del Museo Dr. Rosendo Pascual del lago Gutiérrez en Bariloche. Imagen de prensa.

Aspecto de un Passandridae. Imagen ilustrativa. (*).

Insecto, Coleoptera. Se dio a conocer el hallazgo de un insecto fosilizado, un escarabajo de 11,75 milímetros único en el mundo, cerca de Pilcaniyeu (provincia de Río Negro), que tiene una antigüedad de 47,5 millones de años. Catogenus punctatus sp. nov. es la primera especie fósil de la familia Passandridae (Coleoptera: Cucujoidea) descripta en el mundo. Su descubridor es el paleontólogo Julián Corsolini, director del Museo Dr. Rosendo Pascual del lago Gutiérrez en Bariloche, y la investigación de sus características más la publicación del trabajo científico, la realizó junto al biólogo Leonardo Ramírez del Centro Austral de Investigaciones Científicas de Ushuaia, y al biólogo recientemente fallecido Osvaldo Di Iorio de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires. Es la primera vez que se encuentra en el mundo esta especie y fue encontrado en el mismo lugar donde se halló la flor más vieja del mundo. En el mismo estrato se encontraron hojas y arañas fosilizadas. El material procede de Pilcaniyeu, de la estancia Don Hipólito, a unos 60 km de Bariloche. Con respecto a la paleoecología o paleoambiente, tanto los insectos como las hojas y la interacción entre ellos nos puede decir mucho, en ese caso el ambiente tenía una temperatura entre 19 y 25 grados, era subtropical, y eso nos puede dar pautas de dónde estaba el Ecuador, si estaba donde está hoy o más abajo, cómo estaban los polos.


Curculionidae. Latreille, 1802

Laja con escarabajo de la familia Curculionoidea, hallado en  Confluencia en Neuquén.  Museo Paleontológico de Bariloche.

Aspecto de un escarabajo de la familia Curculionoidea. (*).

Insecto, Coleoptera. Son una superfamilia de coleópteros herbívoros del infraorden Cucujiformia, La mayoría tienen la cabeza alargada y se alimentan de materia vegetal diversa. La característica morfológica más notable, no siempre evidente, es la prolongación de la cabeza en un proceso alargado, llamado rostro o probóscide, que en la terminología común es a menudo denominado pico o trompa. El rostro puede ser desde muy corto e indistinguible hasta muy largo y estrecho. En el ápice del rostro se articulan los apéndices del aparato bucal masticador y a los lados las antenas. Mayormente fitófagos estrictos, pudiendo alimentarse específicamente de tallos, hojas, raíces, frutos, etc., de casi cualquier tipo de plantas, terrestres o de agua dulce. Se ha demostrado que la radiación evolutiva de especies de gorgojos generalmente ha seguido los pasos a la evolución de las plantas de las que ellos se alimentan. Una filogenia de las familias de Curculionoidea basada en datos de secuencia de ADN ribosómico 18S y de morfología. Interesantes fósiles fueron encontrados en distintas partes de Argentina, como en las provincias de Salta, Jujuy y Catamarca, pero los más interesantes y completos fueron recuperados en la Laguna del Hunco, Chubut y en sedimentos de Confluencia en Neuquén.  


Acanthocephalonotum martinsnetoi. Petrulevicius & Popov, 2014.

 

Fósil de Acanthocephalonotum martinsnetoi del Museo de la Asociación Paleontológica Bariloche San Carlos de Bariloche. Arriba, un Heteroptero actual que guarda cierta semejanza.

Insecta, Heteroptera. Un nuevo género y especie de Discocephalini, que procede de Río Pichileufú, Eoceno medio de la Patagonia, Argentina. La nueva especie Acanthocephalonotum martinsnetoi es el primer representante fósil del Discocephalinae. Este taxón pertenece región subtropical América, y algunas especies alcanzan latitudes templadas cálidas. El fósil se encuentra en el Museo Asociación Paleontológica Bariloche San Carlos de Bariloche, Río Negro, Argentina. En los Heteroptera, la mayoría de las especies tienen las alas anteriores parcialmente endurecidas (hemiélitros), con la parte basal dura y la apical membranosa; los miembros del primitivo infraorden Enicocephalomorpha tienen alas completamente membranosas.


Archimyrmex piatnitzkyi. Viana & Haedo Rossi, 1957.

Ejemplar de Archimyrmex smekalii y otros dos de Archimyrmex piatnitzkyi, de a colección del Museo Paleontológico Bariloche, San Carlos de Bariloche. Obtenidos de su Facebook.

Insecta, Formicidae. Se trata del primer registro de Formicidae (Hormigas) fósiles de América del Sur. Los materiales fósiles de Archimyrmex piatnitzkyi provienen de sedimentos del Eoceno Temprano (55 millones de años) de Pichileufu (Río Negro), Pampa de Jones y Confluencia (Neuquén, cercano a Bariloche) y de Laguna del Hunco (Chubut). La preservación de sus alas y la contricción en el abdomen ha permitido la identificación de dos especies nuevas dentro de un género fósil de la Sub-familia Myrmeciinae. El material estudiado corresponde a la colección del Museo Paleontológico Bariloche, San Carlos de Bariloche. Las hormigas evolucionaron de antepasados similares a una avispa a mediados del Cretáceo, hace entre 110 y 130 millones de años, diversificándose tras la expansión de las plantas con flor por el mundo. Se identifican fácilmente por sus antenas en ángulo y su estructura en tres secciones con una estrecha cintura. También se lo puede encontrar como Ameghinoia Viana & Haedo Rossi, 1957 y Polanskiella Rossi de Garcia, 1983. Otra especie; Archimyrmex smekalii.


Anisoptera. Selys, 1854.

 

Larvas de libélulas fósiles, del Eoceno de la zona del Río Pichileufu. Museo Paleontologico de Bariloche.

 

Posible aspecto de las libélulas del Eoceno patagonico. (*).

Arthropoda, Odonata. Durante el Eoceno de la Patagonia Argentina se observa una gran variedad de insectos, los cuales llegan a nuestros días convertidos en fósiles. Entre ellos podemos encontrar larvas del Infraorden Anisoptera, una especie de libélula que vivió en la actual zona del Río Pichileufu, próximo a la ciudad de San Carlos de Bariloche, donde el Museo Paleontológico de esa ciudad a colectado una gran muestra de distintos insectos y otros invertebrados. Los Anisoptera son paleópteros, es decir, insectos que no pueden plegar las alas sobre el abdomen. Se caracterizan por sus grandes ojos multifacetados, sus dos pares de fuertes alas transparentes y por su abdomen alargado. Se alimentan de mosquitos y otros pequeños insectos como moscas, abejas, mariposas y polillas. Su hábitat natural se encuentra en las cercanías de lagos, charcos, ríos y tierras pantanosas, ya que sus ninfas son acuáticas.


Huncoaeshna corrugata. Petrulevicius et al. 2010.

 

 Ala de Huncoaeshna corrugata, una libélula que vivió en la Laguna del Hunco, en la Provincia del Chubut. Foto MEF.

 

 Aspecto de Huncoaeshna corrugata (*):

Arthropoda, Odonata. Los ésnidos (Aeshnidae) son una familia odonatos anisópteros; incluye las libélulas más grandes. Los adultos tienen cuatro grandes y delicadas pero potentes alas que les permiten volar durante mucho tiempo sin agotarse. Sus alas están siempre extendidas horizontalmente, y les permiten volar en cualquier dirección. Su abdomen es largo y delgado. Tienen ojos compuestos hemisféricos de gran tamaño, que les permiten una excelente visión. Son voraces predadores que usan las partes afiladas de su boca para cazar y alimentarse. Este delicado fósil es el ala de Huncoaeshna corrugata, una libélula que vivió en la Laguna del Hunco, en la Provincia del Chubut durante el Eoceno hace unos 52 millones de años. Las libélulas se aparean durante el vuelo, y depositan los huevos en el agua o cerca de ella. Se alimentan de otros insectos o incluso pequeños peces. Son extremadamente difíciles de capturar debido a su gran velocidad y manejo en el vuelo y a su excelente visión pero seguramente fue el alimento de aves y pequeños mamíferos del Eoceno de la Patagonia Argentina.


Raiguenrayun cura. Barreda, V. et al.

Fósil de Raiguenrayun cura, en el Museo Paleontológico de la Ciudad de Bariloche, Provincia Rió Negro.

 Imagen ilustrativa. (*)

Paleobotanica. El fósil de la flor margarita más antiguo del mundo, que data de unos 47 millones de años, fue hallado cerca de la turística ciudad argentina de Bariloche. También se hallaron restos de granos de polen. No hay registro de que supere su antigüedad hasta ahora en el mundo. El hallazgo se hizo en 2008 y, después de las investigaciones de laboratorio que determinaron su origen y antigüedad, corroboradas por un equipo de científicos argentinos y suecos, fue publicado en la más reciente edición de la prestigiosa revista científica Science. El hallazgo es muy llamativo porque la flor es un material que casi no deja registros fósiles. Normalmente se desintegran. Pero además, estaba en muy buen estado de conservación. Posiblemente, desde América del Sur, los primeros representantes de esta familia migraron primero hacia otros continentes y luego hacia el resto del mundo.


Solanaceae. Jussieu, 1789.

 

Fósil de Solanaceae de la Patagonia Argentina.   Aspecto de Solanaceae (*).

Paleobotanica. Son una familia de plantas herbáceas o leñosas con las hojas alternas, simples y sin estípulas pertenecientes al orden Solanales, de las dicotiledóneas. Pueden presentar una agregación basal o terminal de hojas o pueden no tener ninguno de ambos tipos. Las hojas son generalmente alternas o alternadas a opuestas (o sea, alternas en la base de la planta y opuestas hacia la inflorescencia). La consistencia de las hojas puede ser herbácea, coriácea, o pueden estar transformadas en espinas. En general las hojas son pecioladas o subsésiles, raramente sésiles. La historia del origen de esta familia es en gran parte desconocida ya que hasta ahora, solamente se habían encontrado algunas semillas. Los científicos dicen que los orígenes de esta clase de fruto se remontan decenas de millones de años, mucho más de lo que se pensaba anteriormente. La planta, un tipo de Physalis, se encontró en una selva fosilizada en la Patagonia. Pertenece a la Solanaceae, o hierba mora, familia de plantas con flores, que incluye cultivos, tabaco, plantas medicinales y flores de jardín como la petunia. Tienen cáscaras parecidas a los farolillos de papel que crecen alrededor de carnosas y a menudo comestibles bayas. Previamente se pensó que los tomatillos y las Physalis evolucionaron más recientemente alrededor del tiempo en el que la cordillera de los Andes se levantó. Hace unos 50 millones de años, Sudamérica estaba más cerca de la Antártida y Australia de lo que está hoy y la temperatura del mundo también era mucho más elevada. Los investigadores creen que el área producirá muchos más descubrimientos de plantas fósiles. Los descubrimientos paleobotánicos en la Patagonia probablemente están destinados a revolucionar algunas visiones tradicionales sobre el origen y la evolución del reino vegetal.


Ceratopetalum edgardoromeroi. Gandolfo, M. y Hermsen, E. 2017.

 

Ceratopetallum edgardoromeroi, del Eoceno de Chubut. Prensa.  

Aspecto de Ceratopetallum (*).

Paleobotanica. Recientemente acaba de darse a conocer los resultados de un estudio realizado por paleobotánicas de Argentina y Estados Unidos, sobre el fósil de una flor madura (en realidad un fruto seco) que, con sus cinco tépalos leñosos a modo de hélice, habría tenido una estrategia similar para dispersar sus semillas. Estos fósiles tienen una antigüedad de 50 millones de años, y fueron  hallados en el noroeste de Chubut. El fósil corresponde a la familia de las Cunoniáceas, cuya distribución actual incluye Sudamérica y otras regiones distantes del Hemisferio Sur. Algunos representantes actuales de esta familia en Patagonia incluyen la Tiaca y el Tineo que crecen en zonas muy húmedas a ambos lados de la Cordillera de los Andes. El estudio reveló que el fósil corresponde a un grupo de Cunoniáceas que actualmente crece solo en Oceanía denominado Ceratopetallum (por tener flores con pétalos en forma de astas de ciervo). Este nuevo hallazgo corresponde al registro más antiguo para este grupo y al único registro fósil del mismo fuera de Oceanía. A su vez, es un nuevo aporte a la evidencia de la conexión terrestre entre Patagonia y Oceanía, a través de la península Antártica, para ese momento de tiempo. Del ensamble de toda esta información  fue posible deducir que entre 50 a 60 millones de años atrás la Patagonia gozó de climas tropicales y húmedos. Posteriormente tuvo lugar la desconexión terrestre entre Patagonia y Península Antártica lo cual permitió establecer una nueva corriente marina que rodea el continente antártico (incluso hasta nuestros días) y cuyo accionar generó el aislamiento de las temperaturas entre el polo y el ecuador.


Ginkgoites patagonica. Villar de Seoane et al. 2015.

 

Ejemplar recuperado en Chubut. MEF.

   

Paleobotanica. Están representados en la actualidad por una sola especie, Ginkgo biloba, ampliamente cultivada en todo el mundo. Son y fueron vegetales arbóreos con hojas características por su forma como abanico y con las venas divididas en horqueta (dicotómicas). Son dioicas, es decir órganos sexuales están en individuos separados, los poliníferos en los masculinos y los ovulíferos en los femeninos. Los óvulos son, en la especie actual, simples pedunculados. Su historia geológica se remonta a la era paleozoica con el hallazgo de diferentes tipos foliares similares a los actuales o mesozoicos, también referidos a la clase. En el Eoceno de la Patagonia, se han encontrado importantes restos de este grupo, con especimenes fértiles, portadores de numerosos óvulos dispuestos en forma compacta (tipo estróbilo) y que se describieron como género Karkenia. Es interesante destacar que en Patagonia encontramos también formas paleozoicas con fructificaciones que han sido referidas al grupo como posible stock ancestral de los linajes mesozoicos.


Papuacedrus prechilensis. Peter Wilf et al, 2009.

 

Fósil de Papuacedrus prechilensis del Eoceno de Río Pichileufú, en la provincia de Rió Negro. Colección MEF.

 

Posible aspecto en vida. (*):

Paleobotanica. Investigadores estadounidenses y argentinos han descubierto y analizado abundantes especímenes fosilizados de una conífera conocida anteriormente como Libocedrus prechilensis y encontrados en la Patagonia argentina. Este vegetal fue descrito por primera vez en 1938, sobre la base de un fósil cuyas características parecían coincidir más estrechamente con las de una conífera actual cuyo nombre científico es Austrocedrus (Libocedrus) chilensis. Sin embargo, numerosas características de las hojas, incluyendo su forma distintiva y la configuración de sus estomas, así como otros detalles de los nuevos especímenes descubiertos, encajan a la perfección con las típicas del actual género Papuacedrus, estrechamente emparentado, y que hoy en día sólo está presente en Nueva Guinea y las Islas Molucas. Basándose en los especímenes fósiles recién descubiertos, de hace 52 y 47 millones de años, se han reclasificado la especie fósil, catalogándola dentro del género Papuacedrus, bajo el nuevo nombre de Papuacedrus prechilensis. Una de las deducciones más importantes que los científicos han hecho a raíz de esta nueva catalogación es que, puesto que el género Papuacedrus suele hallarse en hábitats tropicales montañosos y está limitado fisiológicamente a los climas sumamente húmedos, en el Eoceno la Patagonia tuvo que ser un lugar tropical cálido y húmedo, como ya han sugerido otros indicios encontrados en estudios anteriores, y no una estepa fría y seca como lo es hoy en su mayor parte.


Castanopsis sp. D. Don.

 

Fósil de Castanopsis sp del Eoceno de Patagonia.

 

Aspecto de la planta de la familia de las fagaceas.

Paleobotanica. En la Patagonia Argentina, se halló el primer registro fósil de este género de plantas de la familia de las fagaceas en el hemisferio sur. El descubrimiento contó con la participación de un investigador del CONICET y fue publicado en Science. Hace dos décadas, un equipo de investigación conformado por geólogos y paleontólogos del CONICET en el Museo Egidio Feruglio y de la Pennsylvania State University, iniciaron un proyecto conjunto con el objetivo de poder estudiar y poner en valor el sitio de Laguna del Hunco, un yacimiento de plantas fósiles de unos 52 millones de años (Eoceno temprano) ubicado al noroeste de la provincia del Chubut, que si bien era conocido desde los años ’20 del siglo pasado, hasta el momento no había sido todavía suficientemente explorado. Durante los últimos 20 años, este equipo de investigadores dio a conocer una serie hallazgos de valiosos materiales fósiles (fundamentalmente de vegetales) que los condujo a establecer la hipótesis de que la descendencia de la flora que vivía en Patagonia hace 52 millones de años, sobrevive hoy en día en los bosques de sudeste asiático y el noreste de Australia, particularmente en la región biogeográfica conocida como Australasia. Durante el Eoceno, estas dos regiones, hoy distantes, se encontraban unidas a través del continente Antártico (millones de años antes de que se cubriera de hielo), que pudo oficiar de puente continental para el flujo de plantas y animales entre ambas áreas. Si bien el cambio drástico del clima que experimentó la Patagonia, que en ese momento era tropical o subtropical, fundamentalmente como consecuencia del ascenso de la Cordillera de los Andes y la separación de Sudamérica de la península Antártica -que llevó a que las corrientes frías provenientes de la Antártida ascendieran por el Atlántico Sur- hizo que muchos grupos de plantas y animales desaparecieran, en la zona australásica pudieron sobrevivir debido a que las condiciones climáticas se mantuvieron constantes durante todo este tiempo. El hallazgo reciente de restos fósiles de plantas del género Castanopsis (de la familia de las fagaceas) en Laguna del Hunco, permite reconfirmar una vez más la hipótesis de que antiguamente existió un tránsito migratorio de especies vegetales entre la Patagonia y Australasia.


Leptochiton sp. Gray, 1847.

 

Fósil del molusco Leptochiton sp. hallado en el Eoceno de la Antártica Argentina. Tomado de los autores.

 

Posible aspecto de  Leptochiton (*).

Invertebrado – Molusco. Es un género del  primer molusco poliplacóforo fósil registrado en la Antártida, en la Formación La Meseta, en la isla Marambio. Este pequeño ejemplar de excelente preservación está totalmente articulado con sus ocho valvas imbricadas y es similar a especies actuales australes de América del Sur y Antártida, como Leptochiton medinae. Es un ejemplar de excelente preservación, totalmente articulado, adherido a una valva ventral de braquiópodo, con sus ocho valvas imbricadas y asociado con abundantes briozoarios, braquiópodos, serpúlidos, crinoideos y escasos bivalvos y asteroideos. La anatomía de los poliplacóforos aparece simplificada respecto a otros moluscos. Tienen una cabeza indiscernible carente de tentáculos y de ojos. En ella se abre la boca, dotada de una rádula cubierta por filas de dientecillos. En la superficie inferior se encuentra el pie musculado por cuyos movimientos se deslizan lentamente. La mayoría de estos moluscos son herbívoros ramoneadores de algas. Habitan sustratos rocosos en la línea de la costa, incluida la zona intermareal, con una ecología semejante a la de las lapas, aunque también se conocen especies de aguas profundas, sobre todo en las latitudes más frías. El ejemplar depositado en las colecciones paleontológicas del Centro Austral de Investigaciones Científicas.

 

Proterocarcinus latus Glaessner 1933 (

https://paleobiodb.org/classic/displayCollResults?taxon_no=68991&max_interval=Eocene&country=Argentina&is_real_

user=1&basic=yes&type=view&match_subgenera=1

 


(*) Imagen de autor u origen desconocido. Ver sobre nuestras Políticas de uso de imágenes.

 

Bibliografía Sugerida:

Ameghino, F. 1897. Mammifères crétacés de l'Argentine. (Deuxième contribution à la connaissance de la faune mammalogique des couches à Pyrotherium). Boletín del Instituto Geográfico Argentino 18: 405-521.

Ameghino F, 1891, ‘Nuevos restos de mamíferos fósiles descubiertos por Carlos Ameghino en el Eoceno inferior de la Patagonia austral. Especies nuevas, adiciones y correcciones’, Revista Argentina de Historia Natural, 1: 289-328.

Bellosi, E.S. y Genise, J.F. 2004. Insect trace fossils from paleosols of the Sarmiento Formation (Middle Eocene-Lower Miocene) at Gran Barranca (Chubut Province). First International Congress on Ichnology (Trelew), Fieldtrip Guidebook, 15-29 pp.  

Bond, M.; Vucetich, M.G.; Pascual, R.1984. Un nuevo Notoungulata de la Formación Lumbrera (Eoceno) de la Provincia de Salta, Argentina. In Jornadas Argentinas de Paleontología de Vertebrados, No. 1, Resúmenes, 20 p. La Plata, Argentina.  

Bond, M. y López, G. 1993. El primer Notohippidae (Mammalia, Notoungulata) de la Formación Lumbrera (Grupo Salta) del Noroeste Argentino. Consideraciones sobre la sistemática de la familia Notohippidae. Ameghiniana 30: 59-68.   

Bond, M. 1986. Los ungulados fósiles de Argentina: evolución y paleoambiente. En: R. Pascual (Organizador), Simposio Evolución de los Vertebrados Cenozoicos. 4º Congreso Argentino de Paleontología y Bioestratigrafía (Mendoza, 1981), Actas 2: 173-185.   

Bond, M. 1991. Sobre las capas de supuesta Edad Divisaderense en los "Estratos de Salla", Bolivia. En: R. Suarez Soruco (Ed.) Fósiles y Facies de Bolivia vol. 1 Vertebrados. Revista Técnica de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos 12: 701-705.

Chimento N.R, Agnolin F.L y Novas F.E(ed.), 2012, ‘The Patagonian fossil mammal Necrolestes: a Neogene survivor of Dryolestoidea’, Revista del Museo Argentino de Ciencias Naturales, nueva serie, 14, 2. 

Cladera, G., Ruigomez, E., Ortiz Jaureguizar, E., Bond, M., & López, G. (2004). Tafonomía de la Gran Hondonada (Formación Sarmiento, Edad-mamífero Mustersense, Eoceno Medio) Chubut, Argentina. Ameghiniana, 41(3), 315-330.

Feruglio, E. 1949. Descripción geológica de la Patagonia. Ministerio de Industria y Comercio de la Nación, Dirección General de Yacimientos Petrolíferos Fiscales, Vol. 2, p. 1-349. Buenos Aires.

Gelfo, J. N. Una nueva especie de Didolodus (Mammalia: Panameriungulata: Didolodontidae) del Eoceno (Bartoniano) de Patagonia, Argentina. Ameghiniana, Revista de la Asociación Paleontológica Argentina. Resúmenes Tomo 46, Número 4, Buenos Aires, República Argentina.

J. F. Petrulevicius, A. Nel, and J. F. Voisin. 2010. A new genus and species of darner dragonfly (Aeshnidae: Odonata) from the lower Eocene of Laguna del Hunco, Patagonia, Argentina. Annales de la Société Entomologique de France 46:271-275.

Kohn, M., Josel, J., Madden, R., Kay, R., Vucetich, G. y Carlini, A. 2004. Climate stability across the Eocene-Oligocene transition, southern Argentina. Geology 32: 621-624.     

López, G.M. 2008. Los ungulados de la Formación Divisadero Largo (Eoceno inferior?) de la provincia de Mendoza, Argentina: sistemática y consideraciones bioestratigráficas. Tesis doctoral, Universidad Nacional de La Plata, pp. 415

Madden, R., Carlini, A., Vucetich, G., Kay, R., Heizler, R., Vilas, F., Ré, G., Kohn, M., Zucol, A. y Bellosi, E. 2003. Gran Barranca: The most complete South America middle Cenozoic sequence. Symposium on Paleogene (Leuven, 2003), Abstracts and Program, pp.

Magnussen Saffer, Mariano (2012). Vertebrados fósiles del Periodo Eoceno de la Republica Argentina. Paleo, Revista Argentina de Paleontología. Boletín Paleontológico. Año 10. 76: 21-28.  

María Alejandra Abello y David Rubilar-Rogers (2012). «Revisión del género Abderites Ameghino, 1887 (Marsupialia, Paucituberculata)». Ameghiniana 49 (2):  pp. 164–184. 

Minoprio, J.L. 1947. Fósiles de la Formación Divisadero Largo. Anales de la Sociedad Científica Argentina 144: 365-378.

Odreman Rivas, E.O. (1978). Sobre la presencia de un Polydolopidae (Mammalia, Marsupalia) en capas de edad Mustersense (Eoceno Medio), de Patagonia. Obra de Centenario del Museo de La Plata 5: 29-38.

Pascual, R. y Odreman Rivas, O. 1971. Evolución de las comunidades de los vertebrados del Terciario argentino. Los aspectos paleozoogeográficos y paleoclimáticos relacionados. Ameghiniana 8: 372-412. 

Reguero, M.A. 1994a. Consideraciones sobre el status sistemático de Trachytherus mendocensis Simpson y Minoprio, 1949 (Notoungulata, Mesotheriidae) de la Formación Divisadero Largo (Eoceno superior?) de la Provincia de Mendoza, Argentina.In Congreso Argentino de Paleontología y Bioestratigrafía, No. 6, Resúmenes, p. 41. Trelew.

Simpson, G. G., Minoprio, J. L. y Patterson, B. (1962). The mammalian fauna of the Divisadero Largo Formation, Mendoza, Argentina. Bulletin of the Museum of Comparative Zoology at Harvard College 127: 237-303.

Viana, M. J.; Haedo Rossi, J. A. 1957. Primer hallazgo en el hemisferio sur de Formicidae extinguidos y catálogo mundial de los Formicidae fósiles. Primera parte. Ameghiniana 1(1/2 2: 108-113.

Vizcaíno, S. F.; Blanco, R. E.; Bender, J. B. N.; Milne, N. (2011). "Proportions and function of the limbs of glyptodonts". Lethaia 44: 93.

Ver mas bibliografía utilizada para hacer la presente Pagina; AQUÍ.            Ver bibliografía de divulgación sugerida; AQUÍ.

 

 

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