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Fósiles del Plioceno de Argentina:

El Periodo/Epoca Plioceno comprende entre los últimos 5 y 2,5 millones de años de la tierra. En la Republica Argentina se encuentra dividido en tres edades principales.

Sedimentos del Plioceno de Miramar.

La edad mamífero "Montehermorense" comprende un lapso intermedio entre el Mioceno tardío y el Plioceno temprano. Tiene una antigüedad entre 6 y 4 millones de años. Los depósitos sedimentarios afloran a unos 15 kilómetros al sur de la localidad de Pehuen-co, Provincia de Buenos Aires, Argentina. La edad "Chapadmalalense" es tal vez la más importante del Plioceno por la abundancia de restos fósiles y evidencias ambientales. Tiene entre 4 y 3,2 millones de años y corresponden a sedimentos del litoral marítimo pampeano, ubicados entre la ciudad de Mar del Plata y Miramar, Provincia de Buenos Aires. Durante el Final del Plioceno ocurrieron tres fenómenos naturales, los cuales decidieron la suerte del 80 % de las especies endémicas y autóctonas. Una de ellas fue el Gran Intercambio Biótico Americano, que fue la migración de los mamíferos al restablecerse la unión entre América del Norte y Sur, provocando la llegada de la fauna invasora. Otro de los fenómenos fue el impacto de un Asteroide, el cual ocurrió hace 3,3 millones de años. Ha esto se le suma, hacia el final del Plioceno, una estrella del grupo de estrellas O y B de la Asociación estelar de Scorpius-Centaurus a unos 380 a 470 años luz de la Tierra, explotó como supernova, lo suficientemente cerca de la Tierra como para provocar un gran deterioro en la capa de ozono, lo que pudo haber sido la causa de una extinción masiva en los océanos. Para ello se basaron en las anomalías del isótopo de esa época encontradas en los fondos oceánicos. << Principales sitios de Argentina.

Recientemente se incluyó la edad "Marplatense", la cual se encuentra dividida en tres sub-edades (sanandresense, vorohuense y barrancalobense) que tienen una antigüedad entre 3,2 y 1,9 millones de años, ubicadas principalmente al sur de la ciudad de Mar del Plata hasta Miramar. En el continente se produjo un evidente desplazamiento de distintos grupos de vertebrados hacia condiciones más favorables existentes al norte de Patagonia. A partir del Plioceno el registro fósil pertenece exclusivamente a algunas localidades del norte y centro del territorio argentino, a diferencia de las anteriores (del Mioceno al Paleoceno) que se encontraban principalmente en Patagonia. Existía un gradiente decreciente de humedad en dirección al oeste. En el territorio se desarrollaron las llanuras, con extensas praderas bajo un clima templado - cálido y húmedo. Ingresaron provenientes de Norteamérica numerosas especies de carnívoros placentarios. Posteriormente al elevarse las Sierras Pampeanas se produce una "sombra de lluvias" al este de las mismas, con lo cual se produjo la desertización de las áreas sub-andinas. Este periodo coincide con un deterioro en el clima, con un enfriamiento a nivel global, fenómenos de glaciaciones, un aumento en el gradiente térmico latitudinal, y un descenso en el nivel del mar, lo que provoco la disminución de especies.


Mesembriornis milneedwardsi. Moreno, 1889.                                   

Tizziana Magnussen, con el cráneo y pico Mesembriornis milneedwardsi en el Museo de Ciencias Naturales de Miramar.

Ave Carnívora. Como ya lo habíamos aclarado anteriormente, las aves carnívoras, tanto corredoras como voladoras, durante el Terciario alcanzaron dimensiones increíbles, y se convirtieron en las principales depredadoras por la ausencia de mamíferos competidores de talla grande. Mesembriornis milneedwardsi fue un ave corredora y carnívora, de una altura superior a los 1,8 metros. Fue hallado por primera vez sus restos fósiles en la Farola de Monte Hermoso (Montehermorense - Chapadmalense) por Moreno y Mercerat en 1891, y depositados en el Museo de La Plata. Luego, en 1908 se colecciono un esqueleto casi completo procedentes de la misma zona, actualmente preservado en el Museo Argentino de Ciencias Naturales de Buenos Aires. La punta del pico dirigida hacia abajo como las aves rapaces delatan hábitos carniceros, cuyas principales víctimas serian animales de talla media y pequeñas como la de Paedotherium o el Pseudotipotherium, a los cuales corría hasta poder golpearlos con su pico y una vez detenido, apoyaba sus grandes patas sobre su espalda, clavándole las garras, decidiendo una vez que el animal estaba sometido como lo destrozaría.  Si encontraba algún animal muerto no lo desperdiciaría, sobre todo en épocas de escasez de presas. Sus alas eran muy reducidas, y sus músculos estaban atrofiados, lo que imposibilitaba al ave poder volar. Su cráneo superaba los 45 centímetros de longitud. Se extinguieron durante el Plioceno, hace 3 millones de años, sin dejar representantes vivientes en la actualidad. Luego su nicho ecológico fue reemplazado por numerosas especies de mamíferos placentarios que ingresaron al continente por medio del nuevo istmo. Algunos restos de esta ave proceden de sedimentos de la localidad fosilífera de Monte Hermoso y Barranca de Los Lobos. La especie Hermosiornis rapax puede tratarse también de Mesembriornis milneedwardsi según algunos estudios. Géneros relacionados: Psiloterus colzecus, Palaeopsiloterus itaboraiensis, Chunga incerta, Hermosiornis australis y Hermosiornis rapax.


Psiloterus s.p. Moreno y Mercerat, 1891.
     

Cráneo de Psiloterus sp en el Museo de Cs Nat. de Miramar.

 

Ave Carnívora. Es un género extinto de forusrácido ("ave del terror") que vivieron desde mediados del Oligoceno hasta finales del Mioceno en Argentina. Comparado con otros forusrácidos, los miembros de este género eran relativamente gráciles y pequeños. El cráneo hallado en las proximidades de la ciudad de Miramar pertenece a uno de los últimos representantes de la Subfamilia Psilopterinae y procede del Plioceno tardío, es decir, unos 3 millones de años y considerado como Edad Chapadmalalense de la Provincia de Buenos Aires, aunque sus primeros registros proceden del Mioceno temprano - medio (Santacrucense) de Patagonia. El cráneo tiene longitud actual es de unos 23 centímetros (sin el pico).  Si bien, no se trata de un cráneo muy completo, y fue sepultado en malas condiciones ambientales, poseia algo que lo hacía único al momento de presentarlo, como la preservación de la esclerotida ocular, esos pequeños y delicados huesesillos ubicados en la órbita ocular. Asimismo, se pueden observar las marcas de un par de caninos en su parte superior. El tamaño de esta ave pudo ser de 1,6 metros de altura. Algunos representantes actuales y ciertamente emparentados con esta familia, viven en la República Argentina. Los dos y únicos representantes de la Familia Cariamidae: la chuña de patas rojas (Cariama cristata) de unos 95 centímetros de altura y la chuña de patas negras (Chunga burmeisteri) de unos 78 centímetros de altura. La alimentación de esta ave consistía principalmente de pequeños mamíferos como el Paedotherium o Dasypus, aunque había para entonces una importante vriedad de presas para entonces. Especies relacionadas; P. bachmani, P. lemoinei, P. affinis y P. colzecus.


Heterorhea dabbenei. Rovereto, 1914.

Pata recreada completa de un Rheiforme, en el Museo de Ciencias Naturales de Miramar. Aspecto de Heterorhea. (*)

Ave. Rheiformes. Se trata de un ave del orden de los Reiformes, nombre común que reciben dos aves sudamericanas similares al avestruz, emparentada con el género Rhea del Pleistoceno y el ñandú actual. Era más grande que los representantes actuales del continente Sudamericano, y tienen al igual que estos tres dedos en cada pata, en lugar de dos. Tenían la cabeza y el cuello totalmente cubiertos de plumas. La cola estaba sin desarrollar, pero tenían largas plumas que colgaban y les cubrían la parte posterior del cuerpo. Tal vez, incubaban los huevos como las formas vivientes; varias hembras emplean el mismo nido y un solo macho puede incubar 50 de ellos, pero ese tipo de información los fósiles aun no nos proporcionan. Los Heterorhea corrían muy rápido con sus largas patas, ya que sus huesos desproporcionados posibilitaban que alcanzara importantes velocidades, y viajarían en grupos familiares, excepto durante la época de reproducción, cuando se congregan en bandadas de numerosos individuos, momento en que se verían muy vulnerables con la presencia de depredadores marsupiales. Su alimentación probablemente fuera muy variada, desde pastizales, insectos, frutos etc. Si bien se trata de un género poco frecuente de hallar, algunos de sus restos corresponden al Terciario bonaerense y tucumano, a partir de restos óseos aislados y cáscaras de huevo clasificadas tentativamente a Heterorhea.  El primer registro de 1914 fue basado en un tarsometatarso exhumado en sedimentos de la Formación Monte Hermoso, y posteriormente un nuevo género y especie basado en un fémur procedente de los mismos niveles superiores de los Barrancos de la localidad de Monte Hermoso (Provincia de Buenos Aires). Estos son los únicos registros por ahora de antigüedad Pliocena, constituyendo formas más grandes y robustas que los géneros vivientes de Rheiformes. Géneros relacionados: Heterorhea dabbenei, Rhea anchorenenses, Rhea americana, Rhea fossilis y Pterocnemia pennata.


Nothura parvula. Tambussi, 1989.

 

Restos fósiles del humero y sacro de un Nothura s.p, del Plioceno de Miramar. Museo Punta Hermengo y reconstrucción (*).

Ave, Ratites. Los tinámidos son aves terrestres cuyo registro fósil se conoce principalmente en el Plioceno y Pleistoceno de Argentina. La Familia Tinamidae es endémica de la región Neotropical. Vulgarmente conocidas como Inambúes, se caracterizan por una pobre capacidad de vuelo y hábitos terrícolas. Se han hallado restos fósiles en Brasil y Perú, pero el registro fósil proviene mayoritariamente de la República Argentina, en donde el resto más antiguo fue hallado en el Mioceno tardío de la provincia de La Pampa. Los tinamúes son Palaeognathae es dividido tradicionalmente en dos linajes compuesto por los tinamúes y las ratites, aunque estos conservan la capacidad para volar. Probablemente son de un aspecto muy similar a los ancestros voladores de las ratites. Las ratites se distribuyen en Nueva Zelanda (kiwis), África (avestruz), América (ñandúes) y en Australia y la isla de Nueva Guinea (emú y casuarios). Por otra parte, los tinamués son endémicos del Neotrópico (Sudamérica y Centroamérica). Las relaciones filogenéticas entre los paleognatos han sido materia de controversias por décadas, existiendo hoy en día certeza sólo de la monofilia del grupo, la de los tinamúes y la del clado conformado por los emúes y los casuarios. Respecto a la radiación de los paleognatos existen dos hipótesis; la primera establece que se diversificaron en Gondwana durante el período Cretácico, generándose posteriormente los patrones de distribución actuales como consecuencia de la deriva continental; la segunda hipótesis plantea que la radiación evolutiva tuvo lugar después de la extinción masiva del Cretácico-Terciario (evento K-T), originándose cada uno de los clados a partir de ancestros voladores, de los cuales sólo los tinamúes conservaron esa condición. El género Nothura Wagler, 1827 presenta actualmente cinco especies que habitan ambientes abiertos con parches de vegetación arbórea de América del Sur. Sólo dos especies fósiles son conocidas hasta el momento: Nothura parvula Tambussi, 1989 en el Plioceno y Nothura paludosa Mercerat, 1897 en el Pleistoceno, ambas halladas en la provincia de Buenos Aires.


Vultur messii. Degrange, F. et al. 2023.

 

Femur de Vultur messii, del Plioceno de Catamarca.

 

Aspecto del cóndor Vultur messii. Por Santiago Druetta.

Ave. El registro fósil de cóndores (Aves, Cathartiformes) en América del Sur es escaso y particularmente en Argentina la mayoría de los restos asignados a cóndores han sido debatidos. La presencia de una especie fósil de Vultur, recuperada de depósitos de más de casi 5 millones de años antes del presente, coincide con el ascenso de los cerros pampeanos y de los Andes, y el inicio de la aridificación regional. La existencia de cadenas montañosas incipientes también puede indicar que el centro de origen de este género está vinculado a la montaña de los Andes, lo que a su vez indica una llegada más temprana y una diversificación de los cóndores en América del Sur. Actualmente, el genero  Vultur, esta reporesentado por el genero y especie Vultur gryphus. Es el ave voladora más grande del mundo por la medida combinada de 15 kilogramos y envergadura máxima de 3,3 metros. Generalmente se le considera el ave rapaz más grande del mundo. Es principalmente un ave carroñera pues prefiere cadáveres grandes, como los de ciervo o ganado. Alcanza la madurez sexual a los cinco o seis años de edad y anida en elevaciones de entre los 3000 y los 5000 metros sobre el nivel del mar, generalmente en formaciones rocosas inaccesibles. La ubicación taxonómica exacta del cóndor andino y las seis especies restantes de buitres del Nuevo Mundo sigue sin estar clara. Aunque ambos son similares en apariencia y tienen roles ecológicos similares, los buitres del Nuevo Mundo y del Viejo Mundo evolucionaron de diferentes ancestros en diferentes partes del mundo y no están estrechamente relacionados. La nueva especie homenajea al jugador de futbol Lionel Messi a casi un año de la hazaña de ganar la copa del mundo, fue encontrado en los afloramientos geológicos del NOA. 


Ceratophrys ameghinorum. Fernicola, 2001.

Esqueleto de un Ceratophrys ornata viviente en el MACN. Cráneo de Ceratophrys ameghinorum y reconstrucción en vivo. Museo Municipal de Ciencias Naturales Punta Hermengo de Miramar.

Anfibio. Anura. Los escuerzos del género Ceratophrys conforman un peculiar grupo de anuros neotropicales caracterizados por su notable robustez corporal y una cabeza desproporcionadamente grande. Actualmente se consideran seis especies vivientes asignables a dicho género, de las cuales sólo dos se encuentran distribuidas en la República Argentina. En las regiones chaqueña y central de este país se distribuye la especie C. cranweüi Barrio 1980, mientras que una segunda especie, C. ornata Bell, 1841, restringe su distribución a la región pampeana. Tenía una cabeza ancha e hidrodinámica como la de un animal nadador y cubierta por ásperas molduras óseas. Sus mandíbulas eran anchas y semi-circular provistas de una hilera de pequeños dientecillos aserrados, portando 8 dientes premaxilares y de 30 a 40 dientes maxilares, mientras que la mandíbula inferior carecía de estos, pero poseía un borde muy afilado. Excavaban cuevas en el suelo utilizando unos tubérculos córneos de bordes afilados que poseen en las patas posteriores Es probable que este raro animal se moviera torpemente en tierra firme, pero en el agua se movía rápidamente y con astucia para capturar pequeñas aves, mamíferos, insectos, peces e incluso miembros juveniles de su misma especie. El registro fósil de estos vertebrados es muy escaso. Recientemente se realizaron interesantes hallazgos al norte de la ciudad de Miramar, e incluso, en una crotovina (cueva) junto a otros vertebrados del Plioceno superior. El resto más antiguo de esta subfamilia, Ceratophryinae, tal como es considerado para este grupo de batracios, correspondería a W. gerholdi del Mioceno medio de Ingeniero Jacobacci, noroeste de Río Negro, Argentina, afín al género Ceratophrys. Recién en el Plioceno tardío se vuelve a tener registros de fósiles de esta subfamilia al sur de la provincia de Buenos Aires (Monte Hermoso, Fm. Montehermosense). Los hallazgos fueron hechos por primera vez por Ameghino (1899), quien los designó como C. prisca. En el Plioceno (Fm. Montehermosense) se registra la presencia de Ceratophrys sp, en el noroeste del país (Catamarca) y en el sur de la prov. de B. Aires. En la región subandina la fauna registrada en este período poseía un marcado carácter subtropical. Esto hace inferir que las condiciones ambientales eran similares a aquéllas del oeste del distrito chaqueño (ámbito de la actual distribución de la especie diploide en el territorio argentino) que, a su vez, aparentemente, también existieron en el sudoeste de la prov. de B. Aires. La culminación del levantamiento de las Sierras Pampeanas que se registra en el Plioceno tardío, habría impedido el paso de los vientos húmedos del nordeste provocando la desertización de las áreas occidentales. En el Plioceno se vuelven a encontrar al sur de la prov. de B. Aires, en el Piso Chapadmalalense, ejemplares diploides (Miramar, Pta. Lobería y Pta. Varohué) y tetraploides (Quequén Salado y Chapadmalal). En el Piso Barrancalobense, terminando el Plioceno, se registró un fósil diploide. Ya en el Pleistoceno, y siguiendo la franja de costa atlántica, otros restos fósiles de anuros asignados a Ceratophrys (Piso Ensenadense). También se conoce material perteneciente a Ceratophrys de las localidades de Ñuapua (región chaqueña) y Tarija (región andina) del Pleistoceno superior de Bolivia. De la misma edad proceden restos fósiles de Brasil (Lagoa Santa, Minas Gerais).


Salvator (Tupinambis) teguixin. Daudin, 1802.

 

Fragmento de cráneo y maxilar de Tupinambis exhibido en el Museo Punta Hermengo de Miramar.

  Reconstrucción en vivo del genero Tupinambis teguixin del Plioceno pampeano. (*)

Reptil Squamata. Es el lagarto de mayor tamaño de la familia Teiidae, registrado desde el Mioceno temprano de Patagonia y con una continua presencia en Argentina durante todo el Mioceno y hasta el Holoceno. Los reptiles escamosos (Squamata) son el segundo grupo más numeroso de vertebrados terrestres con más de 8200 especies, superados únicamente por las aves. Sin embargo, y a pesar de su presente abundancia y diversidad, han sido relegados en la literatura paleontológica por distintas razones. En la actualidad, Tupinambis, paso a denominarse Salvtor sp,  está representado al menos por seis especies: T. duseni , T. longilineus, T. merianae , T. quadrilineatus , T. rufescens  y T. teguixin, todas confinadas al territorio sudamericano, al este de los Andes. Recientemente, fue descripta una forma extinta, T. uruguaianensis del Pleistoceno de Brasil, de mayor tamaño que cualquiera de las especies actuales. En 1914, Rovereto describe cuatro especies extintas de Tupinambis (Tupinambis preteguixin, T. prerufescens, T. brevirostris y T. multidentatus) procedentes de "Monte Hermoso, a 60 km al este de Bahía Blanca, sobre la costa atlántica del sur de la provincia de Buenos Aires. Su registro paleontológico en sedimentos pampeano corresponde desde el Mioceno tardío hasta el Holoceno temprano, pero su verdadera abundancia corresponde al final del Plioceno. Se caracteriza por la diferenciación de sus dientes. Éstos se especializan en incisivos, dientes con forma de canino y otros aplanados semejantes a molares. Llego a superar más de un metro, aunque la cola representa más de la mitad de la longitud de su cuerpo. Los machos tienen la cabeza más ancha por el desarrollo de sus músculos mandibulares. Su alimentación consistía en la caza de anfibios, gusanos y reptiles; también mamíferos de tamaño reducido, como los cricetidos y algunos marsupiales. Sus restos ocasionalmente aparecen articulados dentro de antiguas paleocuevas realizadas por Tupinambis, o bien, excavadas por otros vertebrados y luego invadidas por este. Algunos hallazgos de este reptil importante para la paleofauna pampeana proceden del “Uquiense” de arroyo Las Brusquitas y Barranca de Los Lobos, como así también en sedimentos modernos, como sitios arqueológicos. En la región pampeana, se lo encuentra en la Formación Monte Hermoso, Chapadmalal y Vorohue.


Amphisbaena sp. Linnaeus, 1758.

Cráneo de un Amphisbaena (*). Vértebra del Plioceno encontrada cerca de Miramar. (autores). Aspecto de un Amphisbaena (*).

Reptil Squamata. Es un género de reptiles anfisbenios de la familia Amphisbaenidae, comúnmente conocida como culebras de dos cabezas, morrona o lagartijas gusano. El cuerpo de estas especies es cilíndrico, su cola es corta y redondeada sin presentar una marcada diferenciación con el resto del cuerpo, carecen de patas, la cabeza es también redondeada poco diferenciada y presenta ojos pequeños semiocultos debajo de la piel, los oídos no presentan orificio al exterior. La piel del cuerpo está formada por anillos los cuales se subdividen en pequeñas escamas cuadradas. Las especies de Amphisbaena viven la mayor parte de su vida enterradas, excavando túneles con el propósito de conseguir su alimento. Su dieta se compone de insectos y otros pequeños invertebrados que habitan en el suelo. Restos fósiles de Amphisbaena sp. fueron identificados en el Chapadmalalense (Plioceno temprano - medio), cerca de la ciudad de Miramar, representando hasta el momento, el más antiguo registro del grupo en América del Sur, de un Amphisbaenia. En la región costera de Miramar actualmente se encuentra representada A. angustifrons, aunque A. heterozonata también se encuentra en áreas cercanas, de manera que el reconocimiento de Amphisbaena sp. en el Plioceno es concordante con la distribución actual del género.


Phrynops sp.  Schweigger, 1812.

Placas del caparazón de Phrynops, del Plioceno de la prov. de Entre Ríos. Museo de La Plata.

Cráneo de un ejemplar actual de Tortuga de laguna del genero Phrynops. (*)

Aspecto del Quelonio Mioceno Phrynops geoffroanus. (*)

Reptil Testudines. El género Phrynops está registrado desde el Mio-Plioceno de la Argentina y el Mioceno superior de Uruguay. Los antecedentes Los registros fósiles atribuidos al género Phrynops, por el momento están restringidos a sedimentos del noroeste argentino (Catamarca y Tucumán) y al área de la Mesopotamia, en Argentina; y al Departamento de San José en Uruguay. Restos que han sido asignados a Phrynops también se mencionan para sedimentos pleistocenos del Carcarañá, provincia de Santa Fe. Desde el siglo pasado, la existencia de placas fósiles y material fragmentado ya ha sido mencionada por Bravard (1858); Burmeister (1885); Ambrosetti (1893) quienes determinaron a nivel específico placas aisladas, pese a la naturaleza fragmentaria del material. Wieland (1923); cita para la región del Paraná a Parahydraspis paranaensis como un nuevo taxón dentro de pleurodira. Mlynarski al referirse a las tortugas de Paraná, consideró a Parahydraspis paranaensis como un sinónimo de Phrynops geoffroanus. En el "Mesopotamiense" se han registrado abundantes y numerosas tortugas, principalmente perteneciente a la familia Chelidae, género Phrynops. Los quélidos, considerados buenos indicadores paleoambientales, señalarían condiciones subtropicales y húmedas, en áreas bajas, inundables y con abundante vegetación. Por lo cual no resulta raro que haya existido una mayor variedad de tortugas acuáticas, entre otros reptiles.


Colubridae. Oppel, 1811.

Vértebras y costillas de un Colubridae recreados in situ. Museo de Miramar.

Vértebra del Pleistoceno. Museo de San Pedro. Prensa. Aspecto del pequeño  Colubridae. (*).

Reptil, Serpentes. Los colúbridos o culebras (Colubridae) son una familia de serpientes.  Los colúbridos se caracterizan por tener la cabeza recubierta de escamas grandes de disposición típica. Las escamas dorsales y laterales del cuerpo son de contorno aproximadamente romboidal; en la parte ventral presentan una sola fila de escamas ensanchadas. Son generalmente diurnos, con ojos bien desarrollados y pupila por lo general circular. Los hallazgos de serpientes en el registro fosilífero de los depósitos sedimentarios del Plioceno son muy poco frecuentes, y generalmente se tratan de muy pocas piezas aisladas, como vértebras y costillas, por ello tratamos la descripción de la familia Colubridae, y no de un género o especie especifico.  El origen de la fauna de Culebridos sudamericanos ha tenido como fundamento común el supuesto ingreso pasivo de representantes de esta familia desde América del norte, con anterioridad al establecimiento del puente centroamericano, y probablemente ocurrió durante el Mioceno temprano, o tal vez antes. Algunos de los hallazgos de estos interesantes vertebrados fueron realizados en la Formación Chapadmalal, de la localidad fosilífera de Las Brusquitas, a 5 kilómetros al norte de la ciudad de Miramar. Estos raros ofideos son muy importantes para los paleontólogos, ya que los mismos sirven para realizar interpretaciones ambientales etc.  Al igual que sus parientes vivientes se alimentarían de pequeños vertebrados y principalmente de insectos.


Bothrops alternatus.  Duméril, Bibron & Duméril, 1854.

 

Vértebras fósiles de Bothrops encontradas en el Plioceno de Monte Hermoso, comparadas con las vértebras de una Yarará viviente.   Aspecto de Bothrops, del Plioceno bonaerense, indistinguible de Bothrops alternatus. (*).

Reptil, Serpentes. Los Colubroidea, el grupo monofilético de las serpientes más avanzadas, está representado en América del Sur en la actualidad por las familias Elapidae, Colubridae y Viperidae. Con respecto a esta última familia, en años recientes se han incrementado los trabajos con respecto a la sis­temática y evolución biogeográfka de los repre­sentantes sudamericanos como Crotalus, Lackesis, Bothriopsis, Bothrieckis, y Bothrops. Esta ultima, es una serpiente de mediano a gran tamaño, con cuerpo robusto que pueden alcanzar cerca de 1,50 metros, y vivió durante el Plioceno bonaerense en áreas abiertas, en los biomas cerrados y pastizales. Como sus representantes vivientes, era muy venosa y se alimentaba de pequeños mamíferos. Un equipo conjunto de investigadores del LACEV, Fundación Azara y Museo Municipal “Carlos Ameghino” de Mercedes han dado a conocer los restos fósiles de una serpiente. El ejemplar consiste en una serie de 11 vértebras del tronco de una especie indistinguible de Bothrops alternatus (Yarará Grande o Víbora de la Cruz). El hallazgo es de vital importancia porque constituye el más antiguo para las yararás en el continente. El ejemplar procede de la localidad balnearia conocida como la “Farola de Monte Hermoso”, a unos kilómetros de Bahía Blanca, en provincia de Buenos Aires. Hace unos 3 millones de años la región estaba habitada por manadas de megamamíferos como ser perezosos gigantes y gliptodontes. Junto a ellos convivían animales que hoy en día encontramos en regiones boscosas de tipo chaqueño, como ser chuñas, escuercitos de salinas, boas de las vizcacheras y pecaríes, entre muchos otros. Hace unos 2.5 millones de años, el clima se tornó más frío, seco y árido, dando paso al período Pleistoceno. A partir de entonces, esta fauna de tipo chaqueño se desplazará paulatinamente hacia el norte, escapando de los climas fríos que imperaron en la región pampeana hasta hace unos 8.000 años antes del presente. El análisis de ADN mitocondrial sugieren que el primer vipérido que ingresó a América del Sur probablemente lo hizo durante el Mioceno, entre 23 y 10 millones de años atrás, utilizando el puente terrestre que se habría for­mado entre América Central y del Sur. Dicho ancestro (Protoboihrops) habría dado origen a todas las especies de Bothrops. Este escenario es concordante con el ingreso (corro­borado por abundante registro fósil) de ciertos linajes de mamíferos (carnívoros prociónidos y roedores sigmodontinos) no registrados con an­terioridad al Mioceno


Trigodon gaudryi. Ameghino, 1887.
     

 

Cráneo y Mandíbula de Trigodon, exhibido en el Museo de La Plata. Hallado en Monte Hermoso, Prov. Buenos Aires.

Cráneo de un genero afín, Paratrigodon s.p. Prov. Buenos Aires. Museo de La Plata.

Aspecto de la cabeza de Trigodon.(*)

Mamífero Notoungulado. Es el ultimo genero gigante de los Haplodontheriinae, por lo menos en la región pampeana. Es otro de los representantes del orden "Notoungulata" los cuales se diversificaron en América del sur colonizando distintos ambientes. Existió desde hace 11,6 millones de años hasta hace 3 millones de años (Mioceno Superior y Plioceno). Eran animales de patas y cuellos cortos que todavía no habían desarrollado una cruz con forma de joroba, como los toxodontos posteriores. Tenía adaptaciones semi-acuatica y se alimentaba de los vegetales que encantaba a orillas de los espejos de agua. La presencia de una gran fosa sobre el cráneo de este gigantesco animal, hacen suponer a los Paleontólogos que poseían un cuerno corneo curvado, el cual era utilizado para defenderse de los carnívoros de su época, como por ejemplo de las grandes aves corredoras y de los marsupiales con caninos muy desarrollados. Su cuerpo era muy grande y macizó, cubierto por una gruesa piel. Sus extremidades eran algo cortas y robustas, las cuales no eran aptas para correr. Su peso está estimado entre 1,5 a 2 toneladas. Sus principales restos provienen de los acantilados marítimos de la costa bonaerense y de algunos sitios desérticos del interior de la Provincia de Buenos Aires. Se extinguió a fines del Plioceno, dejando en su reemplazo al Toxodon, que fue muy común durante el Pleistoceno. Considerándose un fósil característico de la Edad Montehermorense. Ladera oriental de los Andes, Bolivia, Perú, y llanuras en Uruguay, la formación Solimões, Alto río Acre, Estado de Acre (Brasil) y en la Provincia de Buenos Aires (Argentina). Géneros relacionados: Toxodon chapalmalensis, Toxodon darwini,  Toxodon ensenadensis, Toxodon platensis, Toxodon gezi, Toxodon gracilis, Xotodon prominens, Xotodon ambrosetti, Trigodon minus, Alitoxodon vetustum, Mixotoxodon larensis y Nonotherium hennigi.


Paedotherium typicum.  Ameghino, 1887.
     

Esqueleto preservado en el Museo "Punta Hermengo" de Miramar.

Cráneo y mandíbula en el Museo de Ciencias Naturales de Miramar.

Reconstrucción en vivo.

Mamífero Notoungulado. El Paedotherium fue el representante más pequeño de un grupo muy abundante. Sus dimensiones y aspecto en vida recuerdan a la liebre patagonica o mara (Dolichotis australis). Su cráneo era corto y robusto con una cierta semejanza a los de un roedor e incisivos muy prominentes de crecimiento continuo y cincelados pero cortos, ausencia de caninos, premolares y molares alargados, bilobulados y en número de seis en cada mitad del maxilar y mandibular. Presenta orbitas grandes señalando posibles hábitos crepusculares o nocturnos, y aparato auditivo muy desarrollado, lo que permite inferir posibles hábitos terrestres y subterráneos. Miembros delanteros digitígrados, mientras los posteriores son más lagos y plantígrados. Se alimentaban vegetación abrasiva (dura, rugosa), entre otras cosas, y es muy probable que vivieran en madrigueras, las cuales excavaban ellos mismos. Fue una especie muy exitosa que vivió desde el Mioceno hasta el Pleistoceno inferior. Su extinción está asociada a cambios ambientales que afectaron dramáticamente su población. Es una de las especies de notoungulados mejor conocidas en la región pampeana por la abundancia de sus fósiles. Sus restos son muy abundantes en la Edad Montehermorense como Chapadmalense. Algunos investigadores sostienen que Paedotherium typicum y Paedotherium insigne, serian descendientes del representante Mioceno Paedotherium minor. Géneros relacionados: Paedotherium typicum, Paedotherium bonaerense, Paedotherium insigne y Tremacyllus impressus.


Xotodon catamarcensis. Ameghino, 1887.

 

Cráneo de Xotodon del Plioceno de Catamarca. Ejemplar depositado en Museum für Naturkunde, Berlin. .   Posible aspecto del toxodontido Xotodon. (*).

Mamífero Notoungulado. Fue un género de la familia extinta del suborden Toxodonta, del orden, también extinto de ungulados sudamericanos Notoungulata. El ejemplar que se descubrió en el Plioceno de Catamarca, un gran herbívoro, del tamaño del actual rinoceronte negro, con tres dedos en cada pata. La radiación adaptativa de los ungulados Paleocenos de América del Sur fue precoz y rápida, lo que dificulta encontrar un modelo filogenético lo suficientemente explicativo. Procedentes de pequeños y primitivos animales herbívoros sin competidores, evolucionaron independientemente y aislados del resto de los ungulados durante casi todo la extensa Era Cenozoica. Los mamíferos originarios de Sudamérica, evolucionaron independientemente en dicho continente - isla. Alrededor del año 1900, Florentino Ameghino inició un catálogo que contiene clasificaciones, estudios, comparaciones y descripciones de más de 9.000 animales extinguidos, muchos de ellos descubiertos por él mismo. Los notungulados incluyen más de 100 géneros agrupados en cuatro subórdenes. Los ungulados sudamericanos proporcionan un caso de aislamiento geográfico tan notable como el de los marsupiales en Australia. Los meridiungulados se conocen a menudo como los ungulados sudamericanos. Los toxodóntidos incluyen unos animales cuyos dientes tienen unas coronas excepcionalmente altas y curvadas. Poseen unas raíces abiertas que crecían todo el tiempo, para compensar el desgaste resultante de alimentarse de las hierbas duras de la pampa. Otros géneros relacionados; Pericotoxodon, Trigodon, Toxodon, Nesodon, Adinotherium, Haplodontherium y Dinotoxodon.


Seudotypotherium hystatum. Cabrera, 1904.

 

Cráneo de Pseudotypotherium s.p del Plioceno de la Prov. de Buenos Aires. Museo de La Plata.

 

Posible aspecto de Pseudotypotherium. (*).

Mamífero Notoungulado. Se trata de un mamífero Notoungulado, perteneciente a la antigua estirpe que evoluciono desde el Paleoceno sudamericano. Era un animal de tamaño medio, tal vez, un poco más grande que una oveja moderna, pero su cola era algo más larga al igual que sus patas, y la cabeza como su fórmula dentaria recuerda a los roedores. Su cuello era corto y de cuerpo algo rechoncho y en el extremo de sus patas presenta una serie de garras muy llamativas. Su alimentación era herbívora, incluyendo en su dieta algunas hojas y sobre todo pasturas, que eran muy abundantes en la llanura pampeana. Sus hábitos son comparables al actual carpincho o capibara, es decir, cursorial y semiacuatico. Es típico de la Edad Montehermorense. En las zonas comprendidas desde el sur de Mar del Plata y norte de Miramar se han coleccionado una variedad importante de restos fósiles pertenecientes al género. Géneros relacionados: Protypotherium antiquum, Typotheriopsis chasicoensis, Protypotherium australe, Pseudotypotherium histatum y Mesotherium cristatum.


Promacrauchenia chapadmalense. Kraglievich, 1930.

Craneo y parte del esqueleto de Promacrauchenia, Colección Museo de Ciencias Naturales de Miramar.

Icnitas atribuidas a Macrauchenichnus rector. Icnogenero de Promacrauchenia. Conicet de Mendoza.

Aspecto de un Macraucheniidae (*).

Mamífero Litopterno. Es un género extinto de mamíferos de la familia Macraucheniidae, perteneciente al orden Litopterna de los meridiungulata, y de tamaño menor a Macrauchenia del Pleistoceno. La forma del cuerpo recuerda al de un camélido y una trompa corta; alcanzaba los 1,6 metros de altura y 2,5 de largo con casi una tonelada de peso. Su trompa corta le serviría de labio prensil, para permanecer sumergido, acondicionar el aire y como herramienta de uso general. El animal pudo poseer una larga lengua prensil. Comparten muchas adaptaciones morfológicas con los jiráfidos, con los cuales no estaban relacionados. Los fósiles de Promacrauchenia se encuentran en los estratos miocénicos y del Plioceno temprano de Argentina. Los macrauquénidos evolucionaron en total aislamiento en la isla-continente de Sudamérica, desde animales herbívoros. En ese camino evolutivo los promacrauquenios no estaban particularmente especializados, poseían una cola de tamaño medio, patas relativamente largas, pero no tanto como las de sus parientes posteriores los macrauquenios, tres dedos en cada pata y un cerebro bien desarrollado. Era un animal que vivía en la maleza, alimentándose de plantas herbáceas, principalmente de las hojas, brotes y tallos de diferentes árboles y plantas, además comían frutas, helechos y hongos. Aparte de ser capaces de comer plantas espinosas y correosas. Tras su extinción, su nicho ecológico fue ocupado por litopternos de mayor tamaño y, en la actualidad, en parte por el guanaco. En el sector de la costa norte del golfo San Matías, conocido como Punta Bermeja (en el Tardío-Plioceno Temprano) provincia de Río Negro, se encontraron icnitas o huellas plantares de las extremidades. Las huellas son de 4 centímetros de profundidad y se extienden a lo largo de 1,30 metros. Datadas en el Plioceno temprano, se las considera dejadas por macrauquénidos del género Promacrauchenia. Otras especies relacionadas: Epitherium laternarium, Eoauchenia primitiva, Diplasiotherium robustum, Neolicaphrium, recens, Promacrauchenia antiqua, Promacrauchenia  kraglievichi, Promacrauchenia chapadmalense, Windhausenia delacroixi,  Pseudomacrauchenia yepesi y Macraucheniopsis ensenadensis.


Eoauchenia primitiva. Ameghino, 1889.

Algunos de los restos de un proteroterio hallados en Termas de Río Hondo. Museo Rincón de Atacama.

Un grupo de Eoauchenias perseguidos por un ave del terror. (*)

Mamífero Litopterno. Se trata de un mamífero de pequeño tamaño y muy parecido a los caballos actuales, pero sin parentesco alguno, de la familia de los proteroterios, perteneciente a una estirpe muy primitiva de América del Sur. Durante aproximadamente 50 millones de años de casi total aislamiento, los mamíferos de Sudamérica-Antártida evolucionaron en un continente isla. Estos animales en la Antártida se extinguieron antes, debido al enfriamiento climático y glaciación que afectaría este continente durante los últimos 37 millones de años. Los proteroterios es uno de los ejemplos más conocidos en convergencia adaptativa o evolución paralela, es decir, la semejanza entre los caballos que se desarrollaron en otros continentes, y el grupo sudamericano conocido como los proteroterios (Proterotheriidae) desarrollados en total aislamiento bio-geográfico. Estos pequeños “falsos caballos” fueron animales gráciles de lomo relativamente corto y extremidades alargadas con pezuñas. En la cabeza, el rostro no es particularmente largo y los ojos eran grandes. Estos animales recuerdan vagamente, más que a los caballos, a las gacelas u otros animales herbívoros pequeños o medianos. Las proporciones de sus miembros indican también que eran habitantes de espacios más boscosos que los caballos modernos, lo que permite hacer inferencias en aspectos paleoambientales y paleoclimaticos. Algo que, si asemeja a los proteroterios con los caballos es la presencia de un mecanismo de “trabado” en la rodilla, que les permitiría permanecer de pie con menos esfuerzo, y que ha sido propuesto para varias formas de mamíferos sudamericanos fósiles ya totalmente extintas. En 2015, se dieron a conocer los primeros restos de esta familia de mamíferos en el Mio-Plioceno de la Provincia de Santiago del Estero, procedente de la Formación Las Cañas, sobre una de las márgenes del Rió Dulce, próximo a la localidad de Río Hondo, y depositados en el Museo Municipal Rincón de Atacama de esta ciudad. Otra localidad típica para el hallazgo de Eoauchenia primitiva es la localidad bonaerense de Monte Hermoso. Otros géneros conocidos: Diplasiotherium robustum y Epitherium laternarium.


Actenomys latidens. Ameghino, 1888.
     
 
Ejemplar exhibido en el Museo de Miramar.   Ilustración del extinto roedor Actenomys. (*)

Mamífero Roedor. Fue un roedor Caviomorpha, muy común en la región pampeana y es considerado como un fósil guía. Es un género desaparecido a comienzos del Pleistoceno. Estaba emparentado con el actual genero Ctenomys (tucos tucos) los cuales tienen una gran diversidad en Sudamérica. Es probable que fuera de hábitos subterráneos, ya que sus restos normalmente son hallados en antiguas madrigueras. Su alimentación era herbívora, constituida principalmente por raíces y bulbos. Sus patas delanteras estaban provistas de falanges ungueales muy desarrolladas para la excavación. Cuerpo algo corto pero ancho. Con vértebras cervicales cortas y poca movilidad, Actenomys debería voltearse completamente para ver hacia atrás. Su tamaño duplica notablemente a sus parientes actuales, y durante el Plioceno fueron la presa predilecta de muchos depredadores. En algunas acciones, sus dientes aparecen con huesos triturados en el interior de escrementos atribuidos a marsupiales y prociónidos. Su extinción está asociada a la desaparición de otros ejemplares. Su origen es aloctono, pudiendo ingresar sus antecesores al continente durante el Oligoceno medio. Se han podido colectar centenares de piezas, como esqueletos, cráneos y mandíbulas en la formación Chapadmalal - y Vorohue, entre las ciudades de Mar del Plata y Miramar, como así también en otras partes de la Provincia de Buenos Aires. Géneros relacionados: Abolosia castellanosi, Ctenomys (Paractenomys) chapadmalensis, Eucelophorus cabrerai, Phtoramys homogenidens, Pseudoplateomys formosus, Actenomys latidens, Ctenomys talarum y Xenodontomys ellipticus.


Phugatherium novum. Ameghino, 1908.

Ramas mandibulares de Phugatherium novun del Plioceno, en el Museo de Ciencias Naturales de Miramar., Reconstrucción en vivo de Phugatherium novun. (*):.

Mamífero Roedor. Se trata de una versión primitiva de los actuales carpinchos o capibaras, pero de tamaño mayor, con una talla comparable a la de un tapir asiático. Sus primeros restos corresponden al Mioceno, hace 9 millones de años, hasta el Plioceno, hace 3 millones de años. Su cráneo refleja un rostro alargado y estrecho. La longitud del cráneo es la doble a la atribuida al carpincho, superando fácilmente los 50 centímetros. Su fémur y humero, guardan la misma relación en su longitud con el género actual, pero el cubito, radio, tibia, peroné y demás huesos, son mucho más desarrollados y largos que estos, por lo cual Phugaterium (=Protohydrochoerus) parecía un carpincho de patas largas, lo que morfológicamente concuerda con mamíferos corredores, y con un peso superior a los 200 kilos. Su dentición estába conformada como la de otros roedores, con incisivos desarrollados y largos, y una serie molariforme laminada, demostrando gran diferencia entre ejemplares adultos y juveniles, lo que llego a confundir durante décadas a los científicos, generando de esta manera, géneros y especies nuevas que terminaron siendo la misma. Su alimentación estaría basada principalmente de vegetales que crecían en las inmediaciones de zonas pantanosas, pero algunos paleontólogos descartan la posibilidad de que este tuviera hábitos anfibios. Sus principales restos se hallan en afloramientos geológicos del Plioceno bonaerense, como Miramar y Monte Hermoso. El carpincho actual, Hidrochoerus hidrochaeris, en esta zona no tiene registro fósil y sólo habita desde tiempos muy recientes con poblaciones reducidas. Géneros y especies relacionadas: Anchimysops villalobosi, Anchimysops ultra, Phugatherium cataclisticum, Protohidrochoerus perlurbidus, Chapalmatherium novum, Neochuerus sp.


Eumegamys paranensis. Kraglievich, 1926.

Cráneo del gigantesco Eumegamysops exhibido en el Museo de La Plata, procedente de la localidad de Paraná, comparado con el cráneo del roedor viviente mas grande del planeta, el carpincho.

Carlesia sp (=eumegamys) mandíbula del Mioceno de Chasico (Prov. de Bs As). Museo La Plata.

 Tamaños comparativos con un humano y un carpincho, el roedor viviente de mayor dimensión.(*)

Mamífero Roedor. Eran roedores gigantes que vivieron en el Plioceno temprano a tardío, hace, entre 4 a 2 millones de años en lo que hoy es la región pampeana principalmente, pero se han registrado restos aislados en otros sectores de Sudamérica. Poseía incisivos de varios centímetros de largo, aunque sus molares eran más bien pequeños, lo que hace pensar que se alimentaba de vegetales tiernos, frutas o plantas acuáticas. El mayor roedor de nuestros días es el carpincho, un animal que se encuentra en grandes cantidades en Sudamérica y que alcanza los 60 kilos, mientras Eumegamys superaba los 150 kilogramos. Eumegamys, también es conocido por los siguientes géneros: Megamys, Isostylomys, Carlesia, Diaphoromys, Rusconia y Protomegamys.


Telicomys giganteus. Ameghino, 1904.

 

Mandíbulas de Telicomys en la exhibición de roedores fósiles del Museo de Ciencias Naturales de Miramar. Copias.  

Posible aspecto del gigantesco roedor Plioceno Telicomys. (*).

Mamífero Roedor. Es un género extinto de los roedores de América del Sur. Durante el Plioceno se desarrollaron roedores de gran tamaño, llegando a tener tallas similares a la de una vaca doméstica. Uno de ellos fue Telicomys giganteus. Tenía patas alargadas y tal vez estaba adaptado a la carrera. Sus mandíbulas presentan grandes incisivos, cuya cara anterior tienen un ancho de 3 centímetros, acompañados por cuatro molares por cada maxilar y rama mandibular. Suponemos que su hábitat estaba limitado a lugares secos y con follaje, aunque la evidencia fósil es muy escasa para brindar datos más complementarios sobre su biología. Algunos restos significativos fueron descubiertos a mediados en los años "40" en cercanías de la ciudad de Miramar, Provincia de Buenos Aires. Algunos autores sugieren que superó los 2 metros de longitud. El pariente vivo más cercano a Telicomys es la pacarana (Dinomys branickii). Genero relacionado: Telicomys gigantissimus y Telicomys amazonensis (especie dudosa).


Paleocavia impar. Ameghino, 1889.

 

Cráneos de cavidae del Plioceno. Museo de Miramar.

 

Aspecto de Paleocavia. (*).

Mamífero Roedor. Es un género muy abundante durante el Mioceno hasta el final del Plioceno, aunque esta familia merece ser estudiada en su profundidad. Como roedores cavidos, pueden se indicadores de ambientes cálidos templados. Tienen una cabeza grande y rectangular, así como una cola muy pequeña o ausente. Poseen cuatro dedos en las extremidades anteriores y tres en las posteriores, de cuerpo alargado, y extremidades delgadas y cortas, pero que sin embargo corre con gran facilidad y rapidez. Vivía en lugares con vegetación abundante y relativamente húmedos. Tenía unos 25 centímetros de largo, y estaba relacionada con los conejillos de Indias, cuises y el carpincho (el roedor viviente de mayor tamaño). Otros géneros relacionados; Microcavia, Pascualia, Dolicavia, Caviodon, Palaeocavia, Allocavia y Galea.


Eumysops gracili. Ameghino, 1906.

 

Cráneo de Eumysops. Hallado por Francisco De Cianni. Museo de Ciencias Naturales de Miramar.

 

Aspecto que presentaría Eumysops. (*).

Mamífero Roedor. Los equimíidos son una familia de roedores histricomorfos distribuida por Centro y Sudamérica. Este grupo es un rico registro fósil desde el Mioceno tardío de Patagonia, Mendoza y Catamarca, y principalmente en el Plioceno bonaerense y de Entre Ríos. Eumysops incluyo una gran variedad de especies de octodontoideos. La mayoría de las especies de equimíidos se restringían a ambientes con abundancia de agua y la mayoría no se adaptan a zonas áridas. Son casi exclusivamente herbívoras; algunas son terrestres o cavadoras, otras son arbóreas. Tienen pelambres fuertes, espinados, que les sirven de protección. Muchos echímiidos pueden desprenderse de su cola cuando son atacados; esta acción confunde a los depredadores el tiempo suficiente para que el animal se escape, pero la cola no puede regenerarse. Otras especies conocidas; Eumysops laeviplicatus, Eumysops formosus, Eumysops chapalmalensis y Eumysops laeviplicatus.


Thylacosmilus atrox. Riggs, 1933.
   

Thylacosmilus recreado in situ en el Museo de Miramar, por el Técnico Mariano Magnussen Saffer. Presentado en las JAPV. 2014 Aspecto de Thylacosmilus. Nótese el detalle del cachorro asomando del marsupio (*).

Mamífero Marsupial. Fue un importante carnívoro marsupial perteneciente a los Sparassodonta de la Era Terciaria, muy parecido al "Tigre dientes de sable" invasor, pero sin parentesco alguno, ya que este último es un placentario. Es otro ejemplo de evolución paralela, es decir, dos especies totalmente distintas morfológicamente y que nunca habitaron juntas el mismo continente, se parecen, ya que ambas cumplían el mismo rol en el ecosistema. Thylacosmilus llevaba unos largos y afilados colmillos proyectados hacia abajo y adentro de unos 15 centímetros y su tamaño corporal era algo menor al de un puma viviente. Los primeros restos fósiles de este impresionante animal carnívoro fueron encontrados en la década de 1920 en los alrededores de las localidades de Entre Ríos, en el valle de Santa María y Puerta de Corral Quema[1]do, en el departamento de Belén, Catamarca. A diferencia del "Smilodon", el Thylacosmilus no tenía incisivos ni una baina protectora para los caninos, los cuales crecían permanentemente como los dientes de un roedor. Es muy posible que sus víctimas fueran los grandes mamíferos Notoungulados como los nombrados más anteriormente, los cuales mataban con una simple mordida en el cuello. Sus caninos habrán infligido a sus presas heridas profundas, logrando que el enorme animal muera desangrado segundos después del terrible ataque. En Sudamérica se han hallado muy pocos restos. Se conocen restos procedentes de Entre Ríos, Córdoba y Catamarca, como así también, el cráneo más completo, procede del Plioceno de la localidad bonaerense de Chapadmalal, y restos de un interesante esqueleto del Plioceno de Miramar.  Su extinción está asociada a los importantes cambios ambientales que sucedieron al final del Plioceno y a la ausencia de las grandes presas que este asechaba. Thylacosmilus atrox, tuvo una masa corporal entre 90-140 kilogramos. Genero Relacionado: Thylacosmilus lensis y Achlysictis lelongi.


Thylatheridium cristatum. Reig, 1952.
     

 

Mandíbula de Thylatheridium. Museo de Ciencias Naturales   de Miramar "Punta Hermengo".

 

Aspecto de Thylatheridium cristatum. (*)

Mamífero Marsupial. El Thylatheridium fue un animal perteneciente a la familia de los marsupiales. Su cráneo es relativamente grácil y pequeño, que da cuenta de una caja cerebral estrecha. El hocico es en punta. Su cola era larga y prensil como otros didelphidos. Este grupo son adaptables a ambientes diversos, aunque preferirían las zonas arboladas, cercanas a alguna fuente de agua. Estas necesitarían disponer de un refugio seguro que les proporcionara reparo durante el día, ya que sus actividades seguramente eran nocturnas, y abrigo durante el invierno, periodo que le resultaba especialmente crítico ya que no toleraría bien los. Sin embargo, no construía madrigueras. Aprovechaba los refugios naturales -cuevas formadas en las rocas y, sobre todo, los troncos de los árboles-, o bien ocupaba refugios construidos por otros animales y abandonados. Probablemente Thylatheridium era hábitos sumamente solitarios, o por lo menos el registro fosilífero parecería reflejar esta conducta. Thylatheridium era omnívoro y tenía una dieta variadísima. Esta peculiaridad de ser un depredador no especializado le permite adaptarse casi a cualquier tipo de hábitat. Cuando se trata de vegetales le apetecerían especialmente los frutos maduros, y también los brotes y los tallos tiernos. Consumía invertebrados, como insectos y lombrices, y a menudo, aves pequeñas, que, sobre todo en apoca de cría, eran un componente principal de su alimentación. Se han podido rescatar restos muy interesantes y completos del presente género, en los afloramientos geológicos del litoral marítimo bonaerense, en los parajes de Barranca de Los Lobos, Chapadmalal y Miramar, como así también, en los sedimentos Terciarios del Quequen salado y Monte Hermoso. Géneros relacionados: Didelphis albiventris, Didelphis crucialis, Didelphis reigi, Hyperdidelphys inexpectata, Lestodelphys halli, Lestodelphys juga, Lutreolina crassicaudata, Lutreolina tracheia, Monodelphis dimidiata,  Thylamys pusillus, Thylamys contrerasi, Thylatheridium pascuali, Thylophorops perplata y Thylophorops chapadmalensis.


Argyrolagus palmeri. Ameghino, 1904.   

Cráneo de Argyrolagus de la Col. del Museo de La Plata.

Esqueleto de Argyrolagus recreado a partir de los fósiles conocidos. Museo de Ciencias Naturales de Miramar.

Aspecto de Argyrolagus. Ambas recreaciones de Mariano Magnussen.

Mamífero Marsupial. Fue un mamífero marsupial de tamaño pequeño, como un ratón, de aproximadamente 40 centímetros de largo, emparentado con los actuales canguros de Australia y las zarigüeyas de América del sur. Su apariencia es muy semejante a las actuales ratas canguros de Egipto. Tenía largas patas traseras y brazos cortos. Sus mandíbulas eran con apariencia rodariforme. Tal vez, tuvo orejas largas, pero estas no se han preservado como fósiles. Se alimentaba de vegetales e insectos y probablemente tuvo hábitos crepusculares o nocturnos. Sin embargo, Argyrolagus fue parte de una evolución notable e independiente que tuvo lugar en Sudamérica durante los últimos 60 millones de años, cuando esta quedara aislada del resto de las masas continentales y se desarrollara una fauna única y que no se repitió en otras partes del mundo. Estos marsupiales, mamíferos con bolsa, habían ocupado nichos ecológicos que en otras partes del mundo estaban ocupados por mamíferos placentarios. El primer hallazgo se realizó en el yacimiento de Monte Hermoso, al sur de la provincia de Buenos Aires. Es curioso que el nicho ocupado por Argyrolagus, no fuera ocupado por otra especie. Géneros relacionados: Argyrolagus palmeri (Edad Montehermorense), Argyrolagus scagliari (Edad Chapadmalense) y Microtragulus reigi (Formaciones Chapadmalal, Vorohue, Barranca de los Lobos y San Andrés). También se han recupero restos en sedimentos del Plioceno de Miramar, Quequen Grande y Pehuen Co.


Thylophorops chapadmalensis. Ameghino, 1908.

Coprolitos y otros desechos escatológicos atribuido a Thylophorops. Plioceno de Miramar.

Rama mandibular de Thylophorops. Colección Museo de Ciencias Naturales de Miramar.

Posible aspecto de Thylophorops. (*).

Mamífero Marsupial. Es un género extinto de marsupiales didelfimorfos de la familia Didelphidae, estrechamente emparentado con los géneros de zarigüeyas modernas Philander y Didelphis. Sus fósiles proceden de la provincia de Buenos Aires en Argentina. Una de sus especies, Thylophorops lorenzinii, es el mayor representante conocido de los didélfidos, con un peso estimado entre 4,7 a 7,5 kilogramos, superior al actual Didelphis virginiana. Un hallazgo recientemente publicado, señala que tal vez, un representante de Thylophorops chapadmalensis fue depredado por un Cyonasua lutaria, ya que ambos fueron encontrados asociados a otras especies dentro de una cueva (crotovina) atribuida a un gran armadillo. También se le atribuye a este género de marsupial, los restos de varios coprolitos (excremento fosilizado), encontrado en el interior de esta estructura.


Hyperdidelphys inexpectata.  Ameghino, 1889.

 

Mandíbula inferior de Hyperdidelphys del Plioceno de Miramar.

 

Aspecto de Hyperdidelphys junto a sus crías. (*).

Mamífero Marsupial. Es un género extinto de marsupiales didelfimorfos de la familia Didelphidae. Sus fósiles, datados entre el Mioceno Superior y el Plioceno Superior, proceden del centro y noreste de Argentina. Las adaptaciones carnívoras de las especies de Hyperdidelphys se corresponden con un proceso general de declinación de los marsupiales Sparassodonta hacia el Mioceno tardío y Plioceno de América del Sur, un proceso que precedió a la llegada de los carnívoros placentarios inmigrantes de origen holártico a partir del establecimiento del puente panameño entre ambas Américas. Seguramente atacaba y acechaba dentro de las madrigueras, depredando a pequeños roedores, armadillos, notoungulados, anfibios entre otros.


Lutreolina tracheia. Rovereto 1914.

 

 

Restos recreados in situ del genero Lutreolina sp. de Ciencias Naturales de Miramar.

 

Aspecto general del genero Lutreolina sp del Mioceno - Holoceno.  Por Carlos C. Wiedner.

Mamífero Marsupial. Es una especie e mamífero marsupial, cuyo género es conocido en América del Sur desde el Terciario. Los registros más antiguos de representantes de este género han sido referidos al Mioceno tardío (Edad Huayqueriense) del Noroeste y el centro argentinos (Provincias de Catamarca y La Pampa), pero Lutreolina tracheia se conoce de niveles Pliocenos (edades Montehermosense y Chapadmalalense) de las provincias de Buenos Aires, Córdoba y Catamarca. Seguramente, como sus parientes actuales habitaba en pastizales junto a humedales de tierras bajas. Presentan una cabeza pequeña y las patas son cortas. Tienen un cuerpo alargado. Seguramente se alimentaban de pequeños mamíferos, aves y sus nidos, anfibios, reptiles, peces, moluscos, e insectos; en menor medida lo hacía de alimentos de origen vegetal. El género también es conocido durante el Pleistoceno y Holoceno. En la actualidad se conocen dos especies vivientes; Lutreolina crassicaudata y Lutreolina massoia.


Chapalmalania altaefrontis. Ameghino,1908.
   

Cráneo de Chapadmalania superponiendo las marcas dentales en hueso de Eosclerocalyptus. Tomado de Paleo Electrónica.

 Reconstrucción de Chapadmalania. (*)

Mamífero Carnívoro. Fue un Procionido que llego a América del sur durante el “Gran Intercambio Biótico Americano" ocurrido en el Plioceno, aunque su registro comienza desde fines del Mioceno a principios del Pleistoceno, es decir, entre 6,8 a 1,8 millones de años. Se adaptaron rápidamente a las nuevas condiciones ambientales, diversificándose por todo el continente. Chapalmalania altaefrontis debió parecerse a un mapache gigante de 2 metros de longitud y 1,5 metro de altura, y un peso de 160 kilogramos. Era tan grande que la primera vez que se halló este animal, los paleontólogos creían que se trataba de un oso prehistórico como aquellos que vivieron durante el Pleistoceno. Es muy probable que su dieta fuera variada, como plantas, huevos, peces, frutos, insectos y carroña. Su cráneo era ancho y parecido a un lobo. La dentición era completa, con incisivos curvados y anchos, caninos robustos y cortos, y sus molares presentan una superficie masticatoria para trituración de alimentos. Su similitud con el panda gigante de oriente es otro ejemplo de convergencia adaptativa o evolución paralela. Este enorme animal desaparece del registro fosilífero hace 3 millones de años atrás y se conocen muy pocas piezas de diagnóstico. En el año 2014, se presentó el hallazgo de restos fósiles en la ciudad de Olavarria, donde un ejemplar de Eosclerocalyptus lineatus (Gliptodonte) fuera depredado por Chapalmalania.


Cyonasua lutaria.  Cabrera, 1936.

Esqueleto parcialmente completo de Cyonasua lutaria. Colección del Museo de Ciencias Naturales de Miramar.. Cráneo de Cyonasua, en las colecciones del Muso de La Plata. Reconstrucción en vivo del prociónido Cyonasua del Plioceno bonaerense. (*)

Mamífero Carnívoro. Es una especie extinta de carnívoro en Sudamérica. En griego, su nombre significa "coatí-perro”. Era un Procionido al igual que Chapalmalania, pero de menor tamaño, emparentado con los actual genero Nasua que vive en la selva amazónica y misionera. Perteneciente a la fauna aloctona cuya estirpe evoluciono en Sudamérica desde el Mioceno, es decir, hace 10 millones de años, siendo unos de los primeros carnívoros placentarios que invadieron el continente. Fueron hallados en sedimentos de las Provincias de Catamarca, Mendoza, Córdoba, Buenos Aires y La Pampa. A diferencia de otros carnívoros, Cyonasua lutaria poseía unos caninos muy desarrollados y robustos, y seguramente se habrá alimentado de mamíferos pequeños como el Paedotherium o de los antecesores de los actuales armadillos, pero también aprovecharía frutos, huevos y larvas. Sus primeros fósiles fueron clasificados en Argentina en 1885, sin embargo, Cyonasua sp. vivió entre los 3,6 y 2,5 millones de años, con grandes mamíferos que habitaban América del Sur. Debió ser parte importante del Gran Intercambio Biótico de las Américas, en el que la fauna emigró de América del Norte a través de Centroamérica hacia América del Sur y viceversa, como resultado del surgimiento del Istmo de Panamá, o bien, como “saltador de islas” o en “islotes flotantes”. De este género se ha rescatado parte de un esqueleto en la ciudad bonaerense de Miramar y preservado en el Museo de Ciencias Naturales de esta localidad.


Conepatus altiramus. Reig, 1952.

 

Recreación in situ del genero Conepatus. Museo de Ciencias Naturales de Miramar.

 

Posible aspecto del genero Conepatus del Plio- Pleistoceno de la región pampeana (*).

Mamífero Carnívoro. Los zorrinos conocidos de América del Sur, tanto fósiles como vivientes, son asignables al género Conepatus. Esta familia de los mefitinos está formada por carnívoros pequeños a medianos, delgados y alargados, de patas muy cortas y cola bien desarrollada. Muchas especies tienen a los lados de la abertura anal unas glándulas que emiten secreciones pestilentes. En sedimentos probablemente referibles al Plio-Pleistoceno temprano y medio de las barrancas de la costa atlántica, cerca de Miramar se registra el zorrino Conepatus altiramus. Este zorrino posiblemente es ancestral a las especies posteriores del género Conepatus, al que pertenecen todos los zorrinos vivientes de Sudamérica. Anteriormente a los zorrinos fósiles y actuales se los consideraba dentro de la subfamilia de Mustelidae, pero recientes estudios filogénicos han mostrado que Mephitinae es el grupo hermano de Mustelidae y Procyonidae, por lo que ha sido elevada al nivel de familia. Los registros más antiguos de méfitidos provienen del Ensenadense (Pleistoceno temprano-medio). Restos fósiles de Conepatus se han registrado en Venezuela, Perú, Bolivia, Brasil y Argentina.


Pyramiodontherium bergi. Moreno & Mercerat, 1891.

Femur de Pyramiodontherium sp. Museo Paleontologico de San Pedro.

Huellas de Pyramiodontherium sp, atribuidas al icnofosil Megatherichnum oportoi, Mioceno de Carmen de Patagones (provincia de Buenos Aires).

Posible aspecto del perezoso gigante del Mio-Plioceno Pyramiodontherium sp. (*):

Mamífero Xenarthro. Se trata de un Xenarthro emparentado con los Megatheriinae, frecuentes representantes fosilíferos en los afloramientos geológicos del Mioceno tardío – Plioceno temprano de las Provincias de Catamarca y Tucumán. Restos muy completos y de alto valor paleontológico fueron rescatados recientemente en niveles informalmente llamados “Araucarense” en el Bajo de Andalhuala, Catamarca. Su cráneo presenta un rostro más ancho que largo. Este interesante perezoso extinguido presentaba falanges ungueales muy desarrolladas al igual que otras especies extintas o vivientes. Su alimentación estaría constituida por vegetación que abundaba en la región durante el Terciario, aunque también podrían haberse alimentado de carroña, como se ha demostrado con otros representantes del infraorden Pilosa. Su fémur era corto y robusto (recuerda fácilmente a los gigantes del Pleistoceno). En esta región también vivió otro gigante emparentado con el género en cuestión, llamado Plesiomegatherium hansmeyeri,Megatherium sp. fue un típico megamamifero del N.O argentino. En el Mioceno tardío, en el norte de la Patagonia, cerca de Carmen de Patagones (Provincia de Buenos Aires), se ha registrado numerosas huellas de Megatherichnum oportoi Casamiquela, 1974, atribuidas al género Pyramiodontherium sp.


Proscelidodon patrius.  Ameghino, 1888.

 

Cráneo de Proscelidodon patrius del Plioceno argentino, Col. Museo Municipal de Miramar.

 

Reconstrucción de Proscelidodon, por el paleoartista Jorge Blanco. 

Mamífero Xenarthro. Es tal vez, el Xernarthro más típico en sedimentos del Terciario superior de la región pampeana, ligeramente emparentado con Scelidotherium Scelidodon del Pleistoceno. Se trata de un enorme Pilosa, que vivió en estas llanuras durante el Plioceno tardío. Se caracterizaba por un cráneo macizo y alargado. Cuerpo rechoncho y grotesco. Extremidades robustas y cortas. Probablemente estaría cubierto por un larga pelambre, como en otros perezosos mejores conocidos. Su alimentación estaría compuesta por los largos y comunes pastizales, vegetales de pantanos y posiblemente de carroña. Es probable que pudiera pararse sobre sus patas traseras, como así también construir largas galerías para refugiarse. Sus restos son hallados con frecuencia en las inmediaciones de las localidades fosilíferas de Chapadmalal y Monte Hermoso en la Provincia de Buenos Aires. Géneros relacionados: Proscelidodon patrius, Scelidotherium floweri, Scelidotherium parodi, Scelidodon patrius, Scelidotherium leptocephalum y Scelidodon capellini.


Megatherium sp. Cuvier, 1796.

 

Cráneo de Juvenil de Megatherium sp del Plioceno. Museo de Cs Naturales de Miramar. Es el mas antiguo de Argentina.

 

Reconstrucción de Megatherium sp del Plioceno. (*).

Mamífero Xenarthro. Se trata de otro enorme Pilosa, de unos 4 metros y medio de largo con un peso de unos 500 kilogramos. Su hábitat sería de bosques de algarrobos y quebrachales con un clima más cálido y húmedo que el actual, no tendría enemigos naturales ya que en esos tiempos los principales carnívoros eran marsupiales del tamaño de un perro grande. Posiblemente serian mamíferos poco sociables con hábitos vegetarianos. Eran animales terrestres, sin duda, por su tamaño se veían imposibilitados de ser arborícolas como sus parientes actuales. Se alimentaban en posición bípeda. Este Megaherium, tenía un rostro más ancho que largo y los molares superiores poseen sección cuadrangular. Los perezosos terrestres, como los demás xenartros, evolucionaron en aislamiento en Sudamérica, que era una isla-continente durante el Paleógeno. Durante el Plioceno, se formó el istmo panameño, causando el Gran Intercambio Biótico Americano, y una extinción masiva de mucha de la megafauna originaria. Los perezosos terrestres, sin embargo, se vieron poco afectados y continuaron prosperando a pesar de la competencia de los inmigrantes del norte. De hecho, los perezosos terrestres estuvieron entre los animales sudamericanos que migraron hacia Norteamérica, donde florecieron hasta el final del Pleistoceno. El reciente hallazgo de Megatheriun sp del Plioceno, dado a conocer por investigadores del Conicet, Fundación Azara, Lacev y el Museo de Ciencias Naturales de Miramar, corresponden a los restos fósiles más antiguos conocidos para este género, junto otros restos de Bolivia y Perú. El cráneo corresponde a un ejemplar juvenil, por lo cual, no se pudo determinar si corresponde a una nueva especie.  Las especies de Megaterios se volvieron mayores con el tiempo, siendo la especie del Pleistoceno tardío, el Megatherium americanum, la de mayor tamaño, alcanzando las dimensiones de un elefante africano. Sus fuertes mandíbulas constaban de 16 molares (8 en cada maxilar) carentes de esmalte. Posiblemente, Megatherium del Plioceno, también recurría a la carroña, como otros perezosos gigantes extintos.


Myrmecophaga carolaameghinoi.  Kraglievich, 1934.

 

Esqueleto de Myrmecophaga tridáctila, en el Museo Argentino de Ciencias Naturales. Ilustrativo.

 

Aspecto de Myrmecophaga. Por Brehm, Alfred Edmund. 1895. Life of animals.

Mamífero Xenarthro. Se trata de un integrante extinto de la familia Myrmecophagidae, correspondiente al Plio-Pleistoceno bonaerense. Se lo conoce por el fósil de un metacarpiano (hueso de la mano) procedente de la localidad de Monte Hermoso, pero de talla algo menor a los ejemplares vivientes. Si nos guiamos por su representante viviente, el Myrmecophaga tridáctilaMyrmecophaga carolaameghinoi tenía un hocico alargado y convexo, adaptado especialmente para su alimentación. Poseía una cola prensil peluda en la base y pelada en la punta y 4 garras poderosas y largas en las patas delanteras y 5 pequeñas en las traseras. Un ejemplar adulto puedo alcanzar 1,5 metros de longitud desde la punta del hocico hasta la punta de la cola; con una lengua de hasta 50 centímetros de longitud, su vista debió ser débil, aunque habrá tenido bastante desarrollados los otros sentidos, aunque todo es hipotético por la carencia de restos. Era un desdentado (carece de dientes), se alimentaba de hormigas y termitas. Entre sus parientes filogenéticos, los más próximos son los armadillos y los perezosos arborícolas. La presencia de un oso hormiguero en la parte sur de la provincia de Buenos Aires indica un clima muy distinto al actual, pudiendo ser para esta época, un clima templado a cálido, con áreas abiertas semejantes a la zona del chaco-paraguayo. Esta especie fue descrita originalmente en el año 1934 por el paleontólogo argentino Lucas Kraglievich, especialista en mamíferos fósiles, bajo la combinación científica: Nunezia caroloameghinoi, integrándola así en un género nuevo y exclusivo. En el año 1976, Sue E. Hirschfeld lo transfirió al género Myrmecophaga, señalando que su talla era menor a la de la especie viviente.


Ringueletia simpsoni. Bordas, 1933.

 

Conjunto de restos fósiles de Ringueletia simpsoni, del Plioceno de Miramar. Museo Punta Hermengo.

 

Posible aspecto de Ringueletia simpsoni. asechado por Thylacosmilus en el Plioceno bonaerense. (*)

Mamífero Xenarthro. Fue un armadillo de gran tamaño. Los restos recientemente recuperados, y asociados a otros vertebrados contemporáneos en el Plioceno de la ciudad de Miramar, constituyen hasta el momento la primera evidencia directa que vincula a estos grandes armadillos extintos con paleocuevas o crotovinas halladas en esta edad geológica. La masa corporal ha sido estimada en 40 kilogramos. Si bien no se ha profundizado sobre la paleobiología de esta especie, el gran desarrollo de las crestas de inserción muscular observadas en su húmero, junto a la presencia de falanges ungueales carpales comprimidas y acuminadas, podría correlacionarse con un activo hábito cavador. En este sentido, creemos que el conjunto de información precedente representa un argumento sustancial para postular a Ringueletia simpsoni como el constructor de grandes galerías subterráneas, las cuales utilizaría para protegerse y cuidar su descendencia, aunque en algunos casos como el estudiado, podría haberse convertido en una trampa mortal. De alimentación variada. Otras especies relacionadas; Holmesina paulacoutoi, Kraglievichia paranensis, Scirrotherium, Vassallia Plaina.


Paraeuphractus sabateri. Esteban, G. 2006.  

Ejemplares de Paraeuphractus sabateri en el Museo Municipal Rincón de Atacama, Termas de Rió Hondo, provincia de Santiago del Estero, e ilustración de su posible aspecto.

Mamífero Xenarthro. Es un mamífero cingulato, representado por los quirquinchos o armadillos que actualmente viven en gran parte de Sudamérica y constituyen un grupo muy particular de la fauna neotropical. Se caracterizan por poseer un caparazón dorsal formado por las placas yuxtapuestas, ordenadas por lo general en filas transversales, con cola bastante larga y extremidades cortas. El nuevo taxón extiende la distribución geográfica del género fuera de los valles de altura de las provincias de Catamarca y Tucumán, y considerado como una especie Montehermosense (Plioceno temprano). Paraeuphractus sabateri procede de la Formación Las Cañas, en un área próxima a la ciudad de Las Termas de Río Hondo, Provincia de Santiago del Estero. Se rescataron tres ejemplares, dos de los cuales presentan el caparazón dorsal casi completo. Se colectaron, además, dos cráneos, una hemimandíbula y diversos restos de postcráneo. La especie sabateri, hace referencia a su descubridor, el señor Sebastián Sabater, director del Museo de Termas de Rió Hondo, Provincia de Santiago del Estero. Su alimentación, seria variable, como en otros armadillos. Otras especies relacionadas; Paraeuphractus prominens, Doellotatus chapalmalensis, Macrochorobates chapalmalensis, Chorobates recens, Tolypeutes sp., Chaetophractus villosus y Zaedyus pichiy.


Macroeuphractus retusus.  Ameghino 1887.

Cráneo de  Macroeuphractus s.p (*).

Fragmento de coraza de Macroeuphractus s.p del Mio-Plioceno de Termas de Rió Hondo. Aspecto del armadillo depredador Macroeuphractus  (*).

Mamífero Xenarthro. Es un género de armadillos extintos desde el Mioceno tardío hasta el Plioceno tardío de Sudamérica. El género se caracteriza por su gran tamaño, ya que Macroeuphractus outesi es el armadillo no pampaterio o gliptodonte más grande descubierto.  Entre sus especializaciones, podemos contar sobre su dieta carnívora, único entre todos los armadillos contemporáneos. Hay tres especies actualmente reconocidas de Macroeuphractus: M. outesi, M. retusus y M. moreni. La primera, la especie tipo, se conoce a partir de un espécimen del Plioceno tardío de la Provincia de Buenos Aires. Este espécimen se compone de un cráneo bastante bien conservado, así como numerosos elementos del esqueleto. Representaba una especie considerablemente grande en alrededor de 100 kilogramos. Se conoce a Macroeuphractus retusus por una sola mandíbula inferior de la Formación Cerro Azul, en el centro de Argentina. Macroeuphractus moreni es conocida por varios sitios del Mioceno Tardío y Plioceno en las Formaciones Río Quinto, Ituzaingó, Epecuén y Saldungaray. También se han recuperado restos en el chapadmalense de Miramar en la Provincia de Buenos Aires, y las Formaciones Umala y La Paz, Bolivia. Como la mayoría de los armadillos, Macroeuphractus era fosorial, y probablemente podría desenterrar mamíferos pequeños y medianos, como roedores caviomorfos, pequeños notoungulados y argyrolagoidianos. Especies como Macroeuphractus outesi eran bastante grandes y probablemente tenían un estado de depredador en sus comunidades faunísticas como lo señalaron los investigadores Sergio F. Vizcaíno y Gerardo De Iuliis.


Chorobates recens.  Ameghino 1887.

Cráneo y coraza cefalica de Chorobates recens del Plioceno bonaerense. Museo de La Plata.

Fragmento de coraza de Chorobates s.p del Mio-Plioceno de Termas de Rió Hondo. Santiago del Estero.

Aspecto de Chorobates recens.

Mamífero Xenarthro. En 1887 Ameghino reconoció una nueva especie de Dasypodidae, a la que denominó Proeuphractus recens, sobre la base de placas de la coraza dorsal procedentes de sedimentos pliocénicos de Monte Hermoso, Provincia de Buenos Aires. Construía amplias madrigueras, que, a su vez, eran utilizadas por otros mamíferos y reptiles, y en algunos casos, encontramos fósiles de sus habitantes en el interior. Su alimentación, seria variable, como en otros armadillos, siendo seguramente insectívoros y omnívoros necrófagos propios de la zona tropical Centroamérica y Sudamérica.


Chlamydotherium paranense. Ameghino, 1883.
 

Fragmento de cráneo de Pampatheriidae Houston Museum of Natural History. Ilustrativo.

Pata delantera de Pampatheriidae. Houston Museum of Natural History.  Ilustrativo.

Aspecto de Chlamydotherium paranense,

Mamífero Xenarthro. Fue un enorme dasipodido Pampatheriidae, pero algo menor que Pampatherium del Pleistoceno. Presenta un caparazón con escudete escapular y pelviano diferenciados, corto el anterior y prolongado el posterior, divididos por unas pocas bandas móviles. Compuesto por placas grandes, con una amplia figura central como en la mayoría de los representantes de la familia. Tenía un cráneo proporcionalmente más robusto que el Pampatherium, con 36 dientes en sus mandíbulas. Patas largas a comparación con otros dasipodidos, pero igualmente anchas y fuertes. Cola con placas y escamas óseas y corneas. Alimentación muy variada, constituida principalmente desde plantas hasta cadáveres en buen estado de descomposición. Entre las ciudades de Miramar y Mar del Plata se pueden observar una variedad increíble de paleocuevas atribuidas a este género o alguna especie morfológicamente similar. Desde el siglo pasado hasta nuestros días, los investigadores han discutido y planteado distintas teorías sobre si estos pampateridos están más relacionados con los gliptodontes que con los dasipodidos. Otras especies relacionadas; Holmesina paulacoutoi, Kraglievichia paranensis, Scirrotherium, Vassallia Plaina


Vassallia máxima. Castellanos, 1946.

Placa u osteodermo de Vassallia maxima del Plioceno de Miramar. Museo de Ciencias Naturales de Miramar. Cráneo de Vassallia maxima (*).

Posible aspecto del enorme armadillo  Vassallia maxima  tomado de Prehistoric Fauna.

 
Mamífero Xenarthro. Los Pampatheriidae forman parte de los Xenarthra (Cingulata) nativos de América del Sur. Tradicionalmente, son una familia de mamíferos emparentados con los actuales armadillos, pero l precer, estaban relacionados con los gliptodóntidos (mucho más grandes y acorazados). Evolucionaron en Sudamérica durante su largo aislamiento en el Cenozoico. Holmesina Pampatherium colonizaron Norteamérica, tras la formación del istmo de Panamá. Finalmente, los pampatéridos desaparecieron de ambos subcontinentes en el Pleistoceno. Vassallia maxima, fue un representante del Plioceno, encontrados en las formaciones Chiquimil (Miembro El Jarillal) y Andalhuala, en las localidades de Puerta de Corral Quemado y Villavil, en la provincia de Catamarca. Fue un importante herbívoro, y probablemente carroñero como otros miembros del orden Cingulata, cuyo cuerpo estaba cubierto por un caparazón, al igual que su cola y cráneo. Poseía enormes garras que le servían para excavar madrigueras, cuyas paleocuevas son posibles de hallar. Otros pampaterios del Mio-Plioceno fueron Scirrotherium, Chlamydotherium paranense, Kraglievichia paranensis, Plaina y Vassallia, esta última con dos especies, Vasallia minuta y Vasallia maxima registradas durante el Mioceno tardío de Catamarca y Tucumán. Para Plaina se conocen tres especies, Plaina intermedia, Plaina subintermedia, y Plaina brocherense registradas en el Plioceno de las provincias de Buenos Aires, Mendoza y Córdoba. Como hemos mencionado anteriormente, en el Pleistoceno se conoce a Pampatherium typum, el mayor exponente de la familia.

Paraglyptodon chapadmalensis.  Ameghino y Rovereto, 1914.

 

Fragmento de rama mandibular atribuido tentativamente a  Paraglyptodon. Museo de Miramar.

 

Reconstrucción en vivo de Paraglyptodon chapadmalensis, común en estratos Pliocenos de la región pampeana. (*)

Mamífero Xenarthro. Es un Gliptodonte cuya familia se encuentra mejor   el Pleistoceno. Fue una especie muy típica en la antigua pampasia. De talla mucho menor que el género Glyptodon. Se caracteriza por tener una coraza formada por placas óseas y corneas de origen epidérmico. Su cabeza estaba protegida por un escudete cefálico. Su cráneo era pequeño a comparación de su cuerpo tosco, con ramas mandibulares muy desarrolladas y una hilera de dientes muy compleja sin esmalte. La cola estaba formada por anillos óseos, el cual, podía ser utilizado para defensa cuando era intimidado por los marsupiales de hábitos carnívoros de la época, como el Thylacosmilus. Tenía unos dos metros de largo y su peso fue de 350 kilogramos. Se alimentaba principalmente de vegetales duros. Los restos fósiles de esta especie generalmente son muy fragmentarios y aislados. Se extinguió al final del Plioceno, hace unos 3 millones de años atrás, pero quedo reemplazado por algunas especies más exitosas, logrando una gran diversificación y adaptación a la nueva complejidad del ambiente durante el Pleistoceno.


Plohophorus figuratus.  Ameghino, 1887.

Tubo caudal de  Plohophorus figuratus procedente de la localidad de Monte hermoso. Museo de La Plata.

Fragmento de coraza de Hoplophorus euphractus, con detalles de las placas dorsales. Genero similar.  

Imagen ilustrativa. Publicada por Derf.

Mamífero Cingulata. El Plohophorus fue un animal de unos dos metros de largo, un metro de altura, y pesaba cerca de 300 kilogramos. Como los demás gliptodontes su dieta era herbívora, de hábitos pastoreadores, desplazándose en ambientes abiertos con predominio de vegetación herbácea. Entre sus características principales, se destacó un caparazón macizo y rígido, un escudo del mismo material que le protegía la cabeza y una cola. Durante el Cuaternario migraron hacia el norte, llegando hasta la mitad del actual territorio de los Estados Unidos. Estos gliptodontes se extinguieron hace menos 2 millones años, junto con la mayor parte de los megamíferos. Géneros relacionados: Los Plohophorini están representados en la Edad Chapadmalense por Plohophorus figuratus Plohophorus conterminus, que se distinguen por la porción distal del tubo caudal (recurvada hacia arriba en el segundo), mientras que en el Montehermorense se distinguen Plohophorus Ameghino y Plohophoroides Castellanos. Otra especie relacionada; Plohophorus paranaensis.


Eosclerocalyptus lineatus. Ameghino, 1888.

Coraza de Eosclerocalyptus lineatus, del Plioceno de Olavarria. Tomado de Paleontología Electrónica. Coraza y restos varios de un posible Eosclerocalyptus sp, del Plioceno Temprano. Museo Rincón de Atacama. El Neosclerocalyptus del Pleistoceno, era relativamente semejante a su representante Plioceno. Ilustración de Carlos Montefusco.

Mamífero Cingulata. Son uno de los mamíferos herbívoros Cenozoico más reconocidos en América del Sur (aunque para el Plioceno eran algo escasos), llegaron a América del Norte durante la Gran Intercambio Biótico Americano. En el año 2013, un grupo de prestigiosos paleontólogos e investigadores argentinos, dieron a conocer el hallazgo de una coraza, junto a distintas partes del esqueleto de Eosclerocalyptus lineatus, cerca de la ciudad de Olavarría, en la Provincia de Buenos Aires, en una edad sedimentaria denominada "Cantera Avellaneda", aún es poco conocida. Lo impresionante de este hallazgo, más allá del paquete óseo de este organismo, fue que varios restos fósiles de Eosclerocalyptus, presentaban marcas de la mordedura, coincidente claramente con la dentición del procionido Chapalmalania, también del Plioceno. Durante la mayor parte del Cenozoico, carnívoros placentarios estaban ausentes de América del Sur. El nicho ecológico de los carnívoros y / o carroñeros fue ocupado durante la mayor parte de la era Terciaria por varios grupos, principalmente mamíferos marsupiales y aves corredoras. Este peculiar hallazgo también permitió brindar mucha información de la muerte de este gliptodonte y su medio ambiente. La evidencia de la depredación de estos grandes mamíferos acorazados, es muy escasa y limitada a un cráneo Plioceno (Glyptotherium) en América del Norte y algunas últimas muestras del  Pleistoceno-Holoceno de América del Sur, con señales de consumo humano de una antigüedad de 12.700 años.


Eleutherocercus sp. Koken 1888.

Mazo del tubo caudal de Eleutherocercus setifer, en el Museum für Naturkunde, Berlin.

Posible cráneo de Eleutherocercus sp, in situ. recuperado por el Museo de Ciencias Naturales de Miramar.

Aspecto de un Doedicurino como Eleutherocercus por Peter Schouten.

Mamífero Cingulata. Este animal, que está relacionado con los armadillos actuales, estaba cubierto por un caparazón y tenía un gran mazo al final de la cola para defenderse de los depredadores, como el Thylacosmilys o Chapadmalania. Se cree que los mazos con espinas los tenían los machos para la competencia por el territorio o el apareamiento. Tal mazo también se encontraba en el anquilosaurio, un dinosaurio tireóforo del Cretácico. Medía unos 1,5 metros de altura y su longitud era de 3 metros. Era herbívoro y habitaba en bosques y praderas. También se cree que tenían una visión muy pobre. Los Gliptodontes constituyen un dado de Cingulata caracterizado por la presencia de una coraza dorsal rígida, constituida por osteodermos. Este y todos los gliptodontes ahora pertenecen a la familia Chlamyaphoridae, (antes de 2016, familia Glyptodontidae), a partir de nuevos estudios genéticos. Eleutherocercus fue descripto a partir de un tubo caudal del Plioceno de Uruguay y, posteriormente, se asignaron caparazones parciales y osteodermos aislados. Los osteodermos o placas óseas del caparazón presentan una superficie externa lisa, con grandes perforaciones semejante a Doedicurus, pero de menor tamaño. Una cavidad esferica en el caparazón dorsal en el sector alto de la pelvis, probablemente alojara el cuerpo glandular principal. A pesar de que existen glándulas pélvicas en Dasypodidae Euphractinae, esta estructura es prácticamente única entre los Chlamyaphoridae. Vivió entre el Plioceno tardío y Pleistoceno temprano de Uruguay y Argentina principalmente.


Platygonus cinctus. Ameghino, 1886.

 

Cráneo y mandíbulas de un representante de los  tayasúidos en el Museo de Cs Naturales de Miramar.

 

Aspecto agresivo de un Platygonys contra un gran perezoso (*).

Mamífero Artiodactyla. Es un género extinto de pecaríes herbívoros de la familia de los tayasúidos, que fue un endémico de Norteamérica del periodo Mioceno al Pleistoceno, ingresando durante el Plioceno medio a Sudamérica, conquistando ambientes abiertos y de pastizales. Algunas especies del Plioceno, superaban los 65 kilogramos de peso. Platygonus era un animal gregario y, como los modernos pecaríes, posiblemente se movía en grupos. Se extendió desde el sur de Canadá a México y de California a Pensilvania, y llegando a las pampas de Argentina. Platygonus era mayor que los actuales pecaríes, con cerca de 1 metro de longitud corporal, y poseía largas patas, permitiéndole correr rápidamente. También tenía un hocico similar al de un cerdo y largos colmillos que probablemente usaba para defenderse de los depredadores. La familia Tayassuidae está representada en América del Sur por tres géneros: Platygonus, Catagonus y Tayassu. La mayor cantidad de restos fósiles provienen de Argentina, Uruguay y Brasil. Los tayasuidos (Catagonus Tayassu) aparecen por primera vez en Uruguay, en sedimentos posiblemente correspondientes al Pleistoceno medio al Holoceno temprano. Platygonus se registra en el Plioceno medio al Pleistoceno medio de Argentina, Bolivia y Colombia.


Succinea aff. meridionalis. d’Orbigny, 1837.

 

Ejemplar de Succenea sp. Colección Museo de Miramar.

 

Aspecto de un ejemplar viviente del genero Succenea sp.

Invertebrado, Gasterópodo. Es un género de pequeños caracoles de la tierra gasterópodo molusco de la familia Succineidae. Por lo general viven en hábitats húmedos como pantanos. El sedimento portador de estos organismos refleja una asociación existencia de un cuerpo de agua dulce, de escasa dimensión y de poca profundidad, con variación hídrica, desarrollado en un clima cálido-húmedo y dentro de la Región Neotropical, indicando condiciones ambientales locales temporarias durante el lapso estimado, hace 3 millones de años antes del presente. Si bien sus restos fueron hallados en distintas regiones del país, se destacan en sedimentos de la Edad Chapadmalense, entre las ciudades de Mar del Plata y Miramar, como así también en Formación Andalhuala (Plioceno temprano) del Valle de Yocavil, Provincia de Catamarca.


Paraalbizioxylon caccavariae. Martínez, L., 2014.

 

Algunas de los numerosas maderas fósiles halladas en la localidad de Termas de Rió Hondo, atribuidas al Plioceno temprano. Colección del Museo Municipal de Paleoantropología "Rincón de Atacama".

Paleobotánica. La familia Leguminosae o Fabaceae, se distribuye actualmente en todos los continentes a excepción de la Antártida. Comprende aproximadamente 720 géneros y con unas 18000 especies, siendo así, la tercera familia de angiospermas en cuanto a su número de representantes. Es el primer registro que se encuentra en la provincia de Santiago del Estero, a través de estos materiales se pudo obtener información sobre el contexto ambiental de la época, en leños fosilizados que fueron hallados en la formación Choya (Mio-Plioceno) y es el primer registro fósil de maderas de leguminosas. Estos hallazgos fueron localizados a orillas del río Dulce en cercanías de la ciudad de Termas de Rio Hondo, recuperados por Sebastián Sabater y pertenecen a la colección del Museo Municipal Rincón de Atacama. En estas tareas de investigación trabajaron, el Dr. en Geología Rafael Herbert, la Dra. Alexandra Crisafulli y la profesora Mercedes Martínez, grupo que pertenece a la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales y Agrimensura de la Universidad Nacional del Nordeste y Centro de Ecología Aplicada del Litoral, Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Corrientes. Estas plantas fósiles que se encuentran en distintos lugares en el interior del departamento Río Hondo, son especies que tienen los troncos bien preservados y los tejidos vegetales, lo que permitió, que se los pueda examinar, con un tratamiento adecuado. Esto permite saber qué tipo de troncos y de árboles eran, en qué ambiente vivían, como eran los bosques, desiertos o montes, el clima y qué otras plantas existían en esos años.


Rizolitos. Klappa, 1980.

Rizolitos (molde vegetales) del Plioceno de Miramar. Colección Museo de Ciencias Naturales de Miramar.

Rama mandibular de un camélido gigante (Pleistoceno) con rizolitos sobre las mismas. Colección Museo de Miramar.

Paleobotánica. El termino rizolito describe aquella roca cuyos razgos estructurales, texturales y origen son el resultado total o mayoritariamente de la actividad de una antigua planta. Estas trazas de raíces son de variable morfología y concentraciónes. Los rizolitos son estructuras de bioturbación diagnósticas de diagénesis meteórica y exposición subaérea, características de ambientes continentales. Es menos habitual el hallazgo de restos fósiles de vegetales, ya que las plantas están conformadas principalmente por celulosa, sustancia que se descompone fácilmente en condiciones normales. Los moldes se forman durante la vida de la planta cuando las bacterias y otros organismos del suelo acumulan minerales sobre las paredes de la raíz, como producto de su actividad metabólica. Al morir el vegetal y desintegrarse sus partes orgánicas, estas paredes revestidas de minerales se rellenan de sedimento preservando la forma que tuvo la raíz de la planta originalmente. Los rizolitos también pueden estar asociados a otras formaciones radiculares intrasedimentarias, como rizotubulos y rizoconcreciones lo que evidencian una intensa pedogenesis. En varios yacimientos fosilíferos de Miramar y de Centinela del Mar, se han realizado centenares de registros de estas evidencias de origen botánico, tanto del Plioceno como del Pleistoceno.


Procornitermes. Emerson, 1949.

 

Detalles en restos de un Toxodontidae con marcas realizadas por termitas. Museo Paleontológico de San Pedro.

 

Nido de Termitas fósiles del Plioceno de la ciudad de Miramar. Foto del Museo Municipal Punta Hermengo.

Insecto, Isoptero. Es un género de termitas perteneciente a la familia Termitidae. Son un grupo de insectos sociales que construyen nidos (termiteros). Las termitas se alimentan de la celulosa contenida en la madera y sus derivados, la que degradan gracias a la acción de los protozoos de su sistema digestivo, con los que viven en simbiosis. La mayor parte de las termitas son de climas tropicales o subtropicales, pero unas pocas viven en climas templados. Actualmente, la familia Termitidae, de la que forman parte estos voraces insectos, se ha retirado de la provincia de Buenos Aires, ocupando zonas por encima del paralelo 32, donde predominan condiciones de clima subtropical. Sólo existe una pequeña población en las sierras de Tandil y otra en península Valdez, Chubut, que podrían ser grupos relictuales de épocas pasadas. La desaparición de las termitas en la provincia de Buenos Aires se produjo en algún momento durante la Edad Lujanense (8.500 a 128.000 años). A fines del Plioceno en la edad chapadmalalense de la costa atlántica argentina, más precisamente en Miramar, se han hallado nidos fósiles de termitas y de hormigas. Los géneros representados son Procornitermes y Acromyrmex (Acromyrmex), los cuales en la actualidad se registran en zonas abiertas, con humedad y áreas no inundables y clima templado. Para el Uquiense se registra el género Termes. En el año 2016, el Museo Paleontológico “Fray Manuel de Torres” de San Pedro dio a conocer restos fósiles de un toxodontidae (del Pleistoceno) con marcas de forma “estrelladas” atribuidas la actividad alimenticia de termitas.


Coprinisphaera. Sauer, 1955

 

Nido de escarabajo con molde de la larva. Plioceno de Miramar. Museo de Ciencias Naturales de Miramar.

 

Nido de escarabajo con larvas. Ilustrativo. (*).

Insecto. Las ichnoespecies conocidas de Coprinisphaera se han relacionado generalmente con escarabajos peloteros de hábitos necrófagos que viven en ambientes dominados por pastizales habitados por grandes herbívoros, que proporcionan el estiércol para construir bolas de cría. En el Plioceno y Pleistoceno bonaerense se han recuperados evidencia de la existencia de estos, por el hallazgo de nidos fósiles en los sedimentos fosilíferos. Muy rara vez, son divisados por los especialistas, por su característica forma “circular”. En el año 2014, el personal del Museo Punta Hermengo de la ciudad de Miramar, recupero en sedimentos del Plioceno tardío, un nido, el cual, contenía el molde de la larva de un escarabajo. Los coleópteros presentan una enorme diversidad morfológica y ocupan virtualmente cualquier hábitat, incluidos los de agua dulce, aunque su presencia en ambientes marinos es mínima. Los coleópteros son insectos holometábolos o endopterigotos, ya que sufren una metamorfosis completa con estados de larva, pupa e imago (adulto) bien diferenciados. La larva normalmente sufre muchas mudas. Otros icnofosiles semejantes fueron registrados en la zona de Las Grutas, Pleistoceno superior de la ciudad de Necochea. Estudios muy interesantes se vienen llevando a cabo en el Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia de Buenos Aires, sobre estos icnofosiles, cuyas evidencias más antiguas corresponden al Cretácico. Otros icnoespecies conocidas; Coprinisphaera akatanka, Coprinisphaera kraglievichi y Coprinisphaera tonni.


 

Otros Vertebrados del Plioceno Argentino: Sparassocynus, Pseudohalmarhipus, Nuñezia, Dankomys, Cholomys, Proctenomys, Eucoelophorus, Pseudoplataeomys, Pithanotomys, Abrocama, Neoepiblema, Dabbenea, Eumegamys, Isomyopotamus, Neoreomys, Cardiomys, Caviodon,  Brachytherium, Ocnerotherium, Xotodon, Xyophorus, y Nonotherium. 

(*) Imagen de autor u origen desconocido. Ver sobre nuestras Políticas de uso de imágenes.

Bibliografía Utilizada.

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