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Fósiles del Plioceno
de Argentina:
El
Periodo/Epoca Plioceno comprende entre los últimos 5 y 2,5 millones
de años de la tierra. En la Republica Argentina se encuentra
dividido en tres edades principales.

Sedimentos del Plioceno de Miramar.
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La
edad mamífero "Montehermorense" comprende un lapso
intermedio entre el Mioceno tardío y el Plioceno temprano.
Tiene una antigüedad entre 6 y 4 millones de años. Los
depósitos sedimentarios afloran a unos 15 kilómetros al sur
de la localidad de Pehuen-co, Provincia de Buenos Aires,
Argentina. La edad "Chapadmalalense" es tal vez la más
importante del Plioceno por la abundancia de restos fósiles
y evidencias ambientales. Tiene entre 4 y 3,2 millones de
años y corresponden a sedimentos del litoral marítimo
pampeano, ubicados entre la ciudad de Mar del Plata y
Miramar, Provincia de Buenos Aires. Durante el Final del
Plioceno ocurrieron tres fenómenos naturales, los cuales
decidieron la suerte del 80 % de las especies
endémicas y autóctonas. Una de ellas fue el Gran Intercambio
Biótico Americano, que fue la migración de los mamíferos al
restablecerse la unión entre América del Norte y Sur,
provocando la llegada de la fauna invasora. Otro de los
fenómenos fue el impacto de un Asteroide, el cual ocurrió
hace 3,3 millones de años. Ha esto se le suma, hacia el
final del Plioceno, una estrella del grupo de estrellas O y
B de la Asociación estelar de Scorpius-Centaurus a unos 380
a 470 años luz de la Tierra, explotó como supernova, lo
suficientemente cerca de la Tierra como para provocar un
gran deterioro en la capa de ozono, lo que pudo haber sido
la causa de una extinción masiva en los océanos. Para ello
se basaron en las anomalías del isótopo de esa época
encontradas en los fondos oceánicos. <<
Principales sitios
de Argentina. |
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Recientemente se incluyó la edad
"Marplatense", la cual se encuentra dividida en tres sub-edades
(sanandresense, vorohuense y barrancalobense) que tienen una
antigüedad entre 3,2 y 1,9 millones de años, ubicadas
principalmente al sur de la ciudad de Mar del Plata hasta
Miramar. En el continente se produjo un evidente
desplazamiento de distintos grupos de vertebrados hacia
condiciones más favorables existentes al norte de Patagonia.
A partir del Plioceno el registro fósil pertenece
exclusivamente a algunas localidades del norte y centro del
territorio argentino, a diferencia de las anteriores (del
Mioceno al Paleoceno) que se encontraban principalmente en
Patagonia. Existía un gradiente decreciente de humedad en
dirección al oeste. En el territorio se desarrollaron las
llanuras, con extensas praderas bajo un clima templado -
cálido y húmedo. Ingresaron provenientes de Norteamérica
numerosas especies de carnívoros placentarios.
Posteriormente al elevarse las Sierras Pampeanas se produce
una "sombra de lluvias" al este de las mismas, con lo cual
se produjo la desertización de las áreas sub-andinas. Este
periodo coincide con un deterioro en el clima, con un
enfriamiento a nivel global, fenómenos de glaciaciones, un
aumento en el gradiente térmico latitudinal, y un descenso
en el nivel del mar, lo que provoco la disminución de
especies. |
Mesembriornis
milneedwardsi.
Moreno, 1889.
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Tizziana
Magnussen, con el cráneo y pico
Mesembriornis milneedwardsi
en el Museo de Ciencias Naturales de Miramar. |
Ave
Carnívora.
Como ya lo habíamos aclarado
anteriormente, las aves carnívoras, tanto corredoras
como voladoras, durante el Terciario alcanzaron dimensiones
increíbles, y se convirtieron en las principales depredadoras por la
ausencia de mamíferos competidores de talla grande. Mesembriornis
milneedwardsi fue un ave corredora y carnívora, de una
altura superior a los 1,8 metros. Fue hallado por primera vez sus
restos fósiles en la Farola de Monte Hermoso (Montehermorense -
Chapadmalense) por Moreno y Mercerat en 1891, y depositados en el
Museo de La Plata. Luego, en 1908 se colecciono un esqueleto casi
completo procedentes de la misma zona, actualmente preservado en el
Museo Argentino de Ciencias Naturales de Buenos Aires. La punta del
pico dirigida hacia abajo como las aves rapaces delatan hábitos
carniceros, cuyas principales víctimas serian animales de talla
media y pequeñas como la de Paedotherium o el
Pseudotipotherium, a los cuales corría hasta poder
golpearlos con su pico y una vez detenido, apoyaba sus grandes patas
sobre su espalda, clavándole las garras, decidiendo una vez que el
animal estaba sometido como lo destrozaría. Si encontraba algún
animal muerto no lo desperdiciaría, sobre todo en épocas de escasez
de presas. Sus alas eran muy reducidas, y sus músculos estaban
atrofiados, lo que imposibilitaba al ave poder volar. Su cráneo
superaba los 45 centímetros de longitud. Se extinguieron durante el
Plioceno, hace 3 millones de años, sin dejar representantes
vivientes en la actualidad. Luego su nicho ecológico fue reemplazado
por numerosas especies de mamíferos placentarios que ingresaron al
continente por medio del nuevo istmo. Algunos restos de esta ave
proceden de sedimentos de la localidad fosilífera de Monte Hermoso y
Barranca de Los Lobos. La especie Hermosiornis rapax
puede tratarse también de Mesembriornis milneedwardsi
según algunos estudios. Géneros relacionados: Psiloterus
colzecus, Palaeopsiloterus itaboraiensis, Chunga incerta,
Hermosiornis australis y
Hermosiornis rapax.
Psiloterus s.p.
Moreno y Mercerat, 1891.
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Cráneo de Psiloterus sp
en el Museo de Cs Nat. de Miramar.
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Ave Carnívora.
Es un género
extinto de forusrácido ("ave del terror") que vivieron desde
mediados del Oligoceno hasta finales del Mioceno en Argentina.
Comparado con otros forusrácidos, los miembros de este género eran
relativamente gráciles y pequeños. El cráneo hallado en las
proximidades de la ciudad de Miramar pertenece a uno de los últimos
representantes de la Subfamilia Psilopterinae y procede del Plioceno
tardío, es decir, unos 3 millones de años y considerado como Edad
Chapadmalalense de la Provincia de Buenos Aires, aunque sus primeros
registros proceden del Mioceno temprano - medio (Santacrucense) de
Patagonia. El cráneo tiene longitud actual es de unos 23 centímetros
(sin el pico). Si bien, no se trata de
un cráneo muy completo, y fue sepultado en malas condiciones
ambientales, poseia algo que lo hacía único al momento de
presentarlo, como la preservación de la esclerotida ocular, esos
pequeños y delicados huesesillos ubicados en la órbita ocular.
Asimismo, se pueden observar las marcas de un par de caninos en su
parte superior. El tamaño de esta ave pudo ser de 1,6 metros de
altura. Algunos representantes actuales y ciertamente emparentados
con esta familia, viven en la República Argentina. Los dos y únicos
representantes de la Familia Cariamidae: la chuña de patas rojas (Cariama
cristata) de unos 95 centímetros de altura y la chuña de
patas negras (Chunga burmeisteri) de unos 78
centímetros de altura. La alimentación de esta ave consistía
principalmente de pequeños mamíferos como el Paedotherium
o Dasypus, aunque había para entonces una
importante vriedad de presas para entonces. Especies relacionadas;
P. bachmani, P. lemoinei, P. affinis y
P. colzecus.
Heterorhea dabbenei.
Rovereto, 1914.
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Pata recreada completa de un Rheiforme,
en el Museo de Ciencias Naturales de Miramar. |
Aspecto
de Heterorhea. (*) |
Ave.
Rheiformes.
Se trata de un ave del orden de los
Reiformes, nombre común que reciben dos aves sudamericanas similares al
avestruz, emparentada con el género Rhea del Pleistoceno y
el ñandú actual. Era más grande que los representantes actuales del
continente Sudamericano, y tienen al igual que estos tres dedos en cada
pata, en lugar de dos. Tenían la cabeza y el cuello totalmente cubiertos
de plumas. La cola estaba sin desarrollar, pero tenían largas plumas que
colgaban y les cubrían la parte posterior del cuerpo. Tal vez, incubaban
los huevos como las formas vivientes; varias hembras emplean el mismo
nido y un solo macho puede incubar 50 de ellos, pero ese tipo de
información los fósiles aun no nos proporcionan. Los Heterorhea
corrían muy rápido con sus largas patas, ya que sus huesos
desproporcionados posibilitaban que alcanzara importantes velocidades, y
viajarían en grupos familiares, excepto durante la época de
reproducción, cuando se congregan en bandadas de numerosos individuos,
momento en que se verían muy vulnerables con la presencia de
depredadores marsupiales. Su alimentación probablemente fuera muy
variada, desde pastizales, insectos, frutos etc. Si bien se trata de un
género poco frecuente de hallar, algunos de sus restos corresponden al
Terciario bonaerense y tucumano, a partir de restos óseos aislados y
cáscaras de huevo clasificadas tentativamente a Heterorhea.
El primer registro de 1914 fue basado en un tarsometatarso exhumado en
sedimentos de la Formación Monte Hermoso, y posteriormente un nuevo
género y especie basado en un fémur procedente de los mismos niveles
superiores de los Barrancos de la localidad de Monte Hermoso (Provincia
de Buenos Aires). Estos son los únicos registros por ahora de antigüedad
Pliocena, constituyendo formas más grandes y robustas que los géneros
vivientes de Rheiformes. Géneros relacionados: Heterorhea dabbenei,
Rhea anchorenenses, Rhea americana, Rhea fossilis y
Pterocnemia pennata.
Nothura parvula.
Tambussi, 1989.
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Restos fósiles del humero y
sacro de un Nothura s.p, del Plioceno de Miramar. Museo
Punta Hermengo y reconstrucción (*). |
Ave,
Ratites.
Los tinámidos son aves
terrestres cuyo registro fósil se conoce principalmente en el
Plioceno y Pleistoceno de Argentina. La Familia Tinamidae es
endémica de la región Neotropical. Vulgarmente conocidas como
Inambúes, se caracterizan por una pobre capacidad de vuelo y hábitos
terrícolas. Se han hallado restos fósiles en Brasil y Perú, pero el
registro fósil proviene mayoritariamente de la República Argentina,
en donde el resto más antiguo fue hallado en el Mioceno tardío de la
provincia de La Pampa. Los tinamúes son Palaeognathae es dividido
tradicionalmente en dos linajes compuesto por los tinamúes y las
ratites, aunque estos conservan la capacidad para volar.
Probablemente son de un aspecto muy similar a los ancestros
voladores de las ratites. Las ratites se distribuyen en Nueva
Zelanda (kiwis), África (avestruz), América (ñandúes) y en Australia
y la isla de Nueva Guinea (emú y casuarios). Por otra parte, los
tinamués son endémicos del Neotrópico (Sudamérica y Centroamérica).
Las relaciones filogenéticas entre los paleognatos han sido materia
de controversias por décadas, existiendo hoy en día certeza sólo de
la monofilia del grupo, la de los tinamúes y la del clado conformado
por los emúes y los casuarios. Respecto a la radiación de los
paleognatos existen dos hipótesis; la primera establece que se
diversificaron en Gondwana durante el período Cretácico, generándose
posteriormente los patrones de distribución actuales como
consecuencia de la deriva continental; la segunda hipótesis plantea
que la radiación evolutiva tuvo lugar después de la extinción masiva
del Cretácico-Terciario (evento K-T), originándose cada uno de los
clados a partir de ancestros voladores, de los cuales sólo los
tinamúes conservaron esa condición. El género Nothura
Wagler, 1827 presenta actualmente cinco especies que habitan
ambientes abiertos con parches de vegetación arbórea de América del
Sur. Sólo dos especies fósiles son conocidas hasta el momento:
Nothura parvula Tambussi, 1989 en el Plioceno y
Nothura paludosa Mercerat, 1897 en el Pleistoceno, ambas
halladas en la provincia de Buenos Aires.
Vultur messii.
Degrange, F. et al. 2023.
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Femur de Vultur messii,
del Plioceno de Catamarca. |
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Aspecto del cóndor
Vultur messii. Por Santiago Druetta. |
Ave.
El registro fósil de cóndores (Aves, Cathartiformes) en América del Sur es escaso y
particularmente en Argentina la mayoría de los restos asignados a
cóndores han sido debatidos. La presencia de una especie
fósil de Vultur, recuperada de depósitos de más de casi 5
millones de años antes del presente, coincide con el ascenso de los
cerros pampeanos y de los Andes, y el inicio de la aridificación
regional. La existencia de cadenas montañosas incipientes también
puede indicar que el centro de origen de este género está vinculado
a la montaña de los Andes, lo que a su vez indica una llegada más
temprana y una diversificación de los cóndores en América del Sur. Actualmente, el genero
Vultur, esta reporesentado por el genero y especie
Vultur gryphus. Es el ave
voladora más grande del mundo por la medida combinada de 15 kilogramos
y envergadura máxima de 3,3 metros. Generalmente se le considera el ave
rapaz más grande del mundo. Es principalmente un ave carroñera
pues prefiere cadáveres grandes, como los de ciervo o ganado.
Alcanza la madurez sexual a los cinco o seis años de edad y anida en
elevaciones de entre los 3000 y los 5000 metros sobre el nivel del
mar, generalmente en formaciones rocosas inaccesibles. La ubicación taxonómica exacta del
cóndor andino y las seis especies restantes de buitres del Nuevo
Mundo sigue sin estar clara. Aunque ambos son similares en
apariencia y tienen roles ecológicos similares, los buitres del
Nuevo Mundo y del Viejo Mundo evolucionaron de diferentes ancestros
en diferentes partes del mundo y no están estrechamente
relacionados. La nueva especie homenajea al
jugador de futbol Lionel Messi a casi un año
de la hazaña de ganar la copa del mundo, fue encontrado en
los afloramientos geológicos del NOA.
Ceratophrys ameghinorum.
Fernicola, 2001.
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Esqueleto de
un Ceratophrys ornata viviente en el MACN.
Cráneo de
Ceratophrys ameghinorum y reconstrucción en vivo.
Museo Municipal de Ciencias Naturales Punta Hermengo de
Miramar. |
Anfibio. Anura.
Los escuerzos del género
Ceratophrys conforman un peculiar grupo de anuros
neotropicales caracterizados por su notable robustez corporal y una
cabeza desproporcionadamente grande. Actualmente se consideran seis
especies vivientes asignables a dicho género, de las cuales sólo dos
se encuentran distribuidas en la República Argentina. En las
regiones chaqueña y central de este país se distribuye la especie
C. cranweüi Barrio 1980, mientras que una segunda
especie, C. ornata Bell, 1841, restringe su
distribución a la región pampeana. Tenía una cabeza ancha e
hidrodinámica como la de un animal nadador y cubierta por ásperas
molduras óseas. Sus mandíbulas eran anchas y semi-circular provistas
de una hilera de pequeños dientecillos aserrados, portando 8 dientes
premaxilares y de 30 a 40 dientes maxilares, mientras que la
mandíbula inferior carecía de estos, pero poseía un borde muy
afilado. Excavaban cuevas en el suelo utilizando unos tubérculos
córneos de bordes afilados que poseen en las patas posteriores Es
probable que este raro animal se moviera torpemente en tierra firme,
pero en el agua se movía rápidamente y con astucia para capturar
pequeñas aves, mamíferos, insectos, peces e incluso miembros
juveniles de su misma especie. El registro fósil de estos
vertebrados es muy escaso. Recientemente se realizaron interesantes
hallazgos al norte de la ciudad de Miramar, e incluso, en una
crotovina (cueva) junto a otros vertebrados del Plioceno superior.
El resto más antiguo de esta subfamilia, Ceratophryinae, tal como es
considerado para este grupo de batracios, correspondería a W.
gerholdi del Mioceno medio de Ingeniero Jacobacci, noroeste
de Río Negro, Argentina, afín al género Ceratophrys.
Recién en el Plioceno tardío se vuelve a tener registros de fósiles
de esta subfamilia al sur de la provincia de Buenos Aires (Monte
Hermoso, Fm. Montehermosense). Los hallazgos fueron hechos por
primera vez por Ameghino (1899), quien los designó como C.
prisca. En el Plioceno (Fm. Montehermosense) se registra la
presencia de Ceratophrys sp, en el noroeste del país
(Catamarca) y en el sur de la prov. de B. Aires. En la región
subandina la fauna registrada en este período poseía un marcado
carácter subtropical. Esto hace inferir que las condiciones
ambientales eran similares a aquéllas del oeste del distrito
chaqueño (ámbito de la actual distribución de la especie diploide en
el territorio argentino) que, a su vez, aparentemente, también
existieron en el sudoeste de la prov. de B. Aires. La culminación
del levantamiento de las Sierras Pampeanas que se registra en el
Plioceno tardío, habría impedido el paso de los vientos húmedos del
nordeste provocando la desertización de las áreas occidentales. En
el Plioceno se vuelven a encontrar al sur de la prov. de B. Aires,
en el Piso Chapadmalalense, ejemplares diploides (Miramar, Pta.
Lobería y Pta. Varohué) y tetraploides (Quequén Salado y Chapadmalal).
En el Piso Barrancalobense, terminando el Plioceno, se registró un
fósil diploide. Ya en el Pleistoceno, y siguiendo la franja de costa
atlántica, otros restos fósiles de anuros asignados a
Ceratophrys (Piso Ensenadense). También se conoce material
perteneciente a Ceratophrys de las localidades de
Ñuapua (región chaqueña) y Tarija (región andina) del Pleistoceno
superior de Bolivia. De la misma edad proceden restos fósiles de
Brasil (Lagoa Santa, Minas Gerais).
Salvator (Tupinambis) teguixin.
Daudin, 1802.
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Fragmento de
cráneo y maxilar de Tupinambis exhibido en el Museo Punta Hermengo
de Miramar. |
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Reconstrucción en vivo del genero Tupinambis teguixin
del Plioceno pampeano.
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Reptil
Squamata.
Es el lagarto de mayor tamaño de la
familia Teiidae, registrado desde el Mioceno temprano de Patagonia y con
una continua presencia en Argentina durante todo el Mioceno y hasta el
Holoceno. Los reptiles escamosos (Squamata) son el segundo grupo más
numeroso de vertebrados terrestres con más de 8200 especies, superados
únicamente por las aves. Sin embargo, y a pesar de su presente
abundancia y diversidad, han sido relegados en la literatura
paleontológica por distintas razones. En la actualidad, Tupinambis,
paso a denominarse Salvtor sp, está representado
al menos por seis especies: T. duseni , T. longilineus, T.
merianae , T. quadrilineatus , T. rufescens y T. teguixin,
todas confinadas al territorio sudamericano, al este de los Andes.
Recientemente, fue descripta una forma extinta, T. uruguaianensis
del Pleistoceno de Brasil, de mayor tamaño que cualquiera de las
especies actuales. En 1914, Rovereto describe cuatro especies extintas
de Tupinambis (Tupinambis preteguixin, T. prerufescens, T.
brevirostris y T. multidentatus) procedentes de "Monte Hermoso,
a 60 km al este de Bahía Blanca, sobre la costa atlántica del sur de la
provincia de Buenos Aires. Su registro paleontológico en sedimentos
pampeano corresponde desde el Mioceno tardío hasta el Holoceno temprano,
pero su verdadera abundancia corresponde al final del Plioceno. Se
caracteriza por la diferenciación de sus dientes. Éstos se especializan
en incisivos, dientes con forma de canino y otros aplanados semejantes a
molares. Llego a superar más de un metro, aunque la cola representa más
de la mitad de la longitud de su cuerpo. Los machos tienen la cabeza más
ancha por el desarrollo de sus músculos mandibulares. Su alimentación
consistía en la caza de anfibios, gusanos y reptiles; también mamíferos
de tamaño reducido, como los cricetidos y algunos marsupiales. Sus
restos ocasionalmente aparecen articulados dentro de antiguas
paleocuevas realizadas por Tupinambis, o bien, excavadas
por otros vertebrados y luego invadidas por este. Algunos hallazgos de
este reptil importante para la paleofauna pampeana proceden del
“Uquiense” de arroyo Las Brusquitas y Barranca de Los Lobos, como así
también en sedimentos modernos, como sitios arqueológicos. En la región
pampeana, se lo encuentra en la Formación Monte Hermoso, Chapadmalal y
Vorohue.
Amphisbaena sp.
Linnaeus, 1758.
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| Cráneo de un
Amphisbaena (*). |
Vértebra del Plioceno
encontrada cerca de Miramar. (autores). |
Aspecto de un
Amphisbaena (*). |
Reptil
Squamata.
Es un género de
reptiles anfisbenios de la familia Amphisbaenidae, comúnmente conocida
como culebras de dos cabezas, morrona o lagartijas gusano. El cuerpo de
estas especies es cilíndrico, su cola es corta y redondeada sin
presentar una marcada diferenciación con el resto del cuerpo, carecen de
patas, la cabeza es también redondeada poco diferenciada y presenta ojos
pequeños semiocultos debajo de la piel, los oídos no presentan orificio
al exterior. La piel del cuerpo está formada por anillos los cuales se
subdividen en pequeñas escamas cuadradas. Las especies de
Amphisbaena viven la mayor parte de su vida enterradas,
excavando túneles con el propósito de conseguir su alimento. Su dieta se
compone de insectos y otros pequeños invertebrados que habitan en el
suelo. Restos fósiles de Amphisbaena sp. fueron
identificados en el Chapadmalalense (Plioceno temprano - medio), cerca
de la ciudad de Miramar, representando hasta el momento, el más antiguo
registro del grupo en América del Sur, de un Amphisbaenia.
En la región costera de Miramar actualmente se encuentra representada
A. angustifrons, aunque A. heterozonata también se encuentra
en áreas cercanas, de manera que el reconocimiento de Amphisbaena
sp. en el Plioceno es concordante con la distribución actual del
género.
Phrynops sp.
Schweigger, 1812.
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Placas del caparazón de Phrynops,
del Plioceno de la prov. de Entre Ríos. Museo de La Plata. |
Cráneo de un ejemplar
actual de Tortuga de laguna del genero Phrynops. (*) |
Aspecto del Quelonio
Mioceno Phrynops geoffroanus. (*) |
Reptil Testudines.
El género Phrynops está registrado desde el Mio-Plioceno
de la Argentina y el Mioceno superior de Uruguay. Los antecedentes
Los registros fósiles atribuidos al género Phrynops,
por el momento están restringidos a sedimentos del noroeste
argentino (Catamarca y Tucumán) y al área de la Mesopotamia, en
Argentina; y al Departamento de San José en Uruguay. Restos que han
sido asignados a Phrynops también se mencionan para
sedimentos pleistocenos del Carcarañá, provincia de Santa Fe. Desde
el siglo pasado, la existencia de placas fósiles y material
fragmentado ya ha sido mencionada por Bravard (1858); Burmeister
(1885); Ambrosetti (1893) quienes determinaron a nivel específico
placas aisladas, pese a la naturaleza fragmentaria del material.
Wieland (1923); cita para la región del Paraná a Parahydraspis
paranaensis como un nuevo taxón dentro de pleurodira.
Mlynarski al referirse a las tortugas de Paraná, consideró a
Parahydraspis paranaensis como un sinónimo de Phrynops
geoffroanus. En el "Mesopotamiense" se han registrado
abundantes y numerosas tortugas, principalmente perteneciente a la
familia Chelidae, género Phrynops. Los quélidos,
considerados buenos indicadores paleoambientales, señalarían
condiciones subtropicales y húmedas, en áreas bajas, inundables y
con abundante vegetación. Por lo cual no resulta raro que haya
existido una mayor variedad de tortugas acuáticas, entre otros
reptiles.
Colubridae.
Oppel, 1811.
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Vértebras y costillas de un
Colubridae recreados in situ. Museo de Miramar. |
Vértebra del
Pleistoceno. Museo de San Pedro. Prensa. |
Aspecto del
pequeño Colubridae. (*). |
Reptil, Serpentes.
Los colúbridos o culebras (Colubridae)
son una familia de serpientes. Los colúbridos se caracterizan por
tener la cabeza recubierta de escamas grandes de disposición típica.
Las escamas dorsales y laterales del cuerpo son de contorno
aproximadamente romboidal; en la parte ventral presentan una sola
fila de escamas ensanchadas. Son generalmente diurnos, con ojos bien
desarrollados y pupila por lo general circular. Los hallazgos de
serpientes en el registro fosilífero de los depósitos sedimentarios
del Plioceno son muy poco frecuentes, y generalmente se tratan de
muy pocas piezas aisladas, como vértebras y costillas, por ello
tratamos la descripción de la familia Colubridae, y no de un género
o especie especifico. El origen de la fauna de Culebridos
sudamericanos ha tenido como fundamento común el supuesto ingreso
pasivo de representantes de esta familia desde América del norte,
con anterioridad al establecimiento del puente centroamericano, y
probablemente ocurrió durante el Mioceno temprano, o tal vez antes.
Algunos de los hallazgos de estos interesantes vertebrados fueron
realizados en la Formación Chapadmalal, de la localidad fosilífera
de Las Brusquitas, a 5 kilómetros al norte de la ciudad de Miramar.
Estos raros ofideos son muy importantes para los paleontólogos, ya
que los mismos sirven para realizar interpretaciones ambientales
etc. Al igual que sus parientes vivientes se alimentarían de
pequeños vertebrados y principalmente de insectos.
Bothrops
alternatus. Duméril, Bibron & Duméril,
1854.
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Vértebras fósiles de Bothrops encontradas en el
Plioceno de Monte Hermoso, comparadas con las vértebras de
una Yarará viviente. |
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Aspecto de Bothrops,
del Plioceno bonaerense, indistinguible de
Bothrops alternatus. (*). |
Reptil, Serpentes.
Los Colubroidea, el grupo
monofilético de las serpientes más avanzadas, está representado en América
del Sur en la actualidad por las
familias Elapidae, Colubridae y Viperidae. Con respecto a esta
última familia, en años recientes se han incrementado los trabajos
con respecto a la sistemática y evolución biogeográfka de los
representantes sudamericanos como Crotalus, Lackesis, Bothriopsis, Bothrieckis,
y Bothrops. Esta ultima, es una serpiente de mediano a
gran tamaño, con cuerpo robusto que pueden alcanzar cerca de 1,50
metros, y vivió durante el Plioceno bonaerense en áreas abiertas, en
los biomas cerrados y pastizales. Como sus representantes vivientes,
era muy venosa y se alimentaba de pequeños mamíferos. Un equipo
conjunto de investigadores del LACEV, Fundación Azara y Museo
Municipal “Carlos Ameghino” de Mercedes han dado a conocer los
restos fósiles de una serpiente. El ejemplar consiste en una serie
de 11 vértebras del tronco de una especie indistinguible de
Bothrops alternatus (Yarará Grande o Víbora de la Cruz). El
hallazgo es de vital importancia porque constituye el más antiguo
para las yararás en el continente. El ejemplar procede de la
localidad balnearia conocida como la “Farola de Monte Hermoso”, a
unos kilómetros de Bahía Blanca, en provincia de Buenos Aires. Hace
unos 3 millones de años la región estaba habitada por manadas de
megamamíferos como ser perezosos gigantes y gliptodontes. Junto a
ellos convivían animales que hoy en día encontramos en regiones
boscosas de tipo chaqueño, como ser chuñas, escuercitos de salinas,
boas de las vizcacheras y pecaríes, entre muchos otros. Hace unos
2.5 millones de años, el clima se tornó más frío, seco y árido,
dando paso al período Pleistoceno. A partir de entonces, esta fauna
de tipo chaqueño se desplazará paulatinamente hacia el norte,
escapando de los climas fríos que imperaron en la región pampeana
hasta hace unos 8.000 años antes del presente. El análisis de ADN
mitocondrial sugieren que el primer vipérido que ingresó a América
del Sur probablemente lo hizo durante el Mioceno, entre 23 y 10
millones de años atrás, utilizando el puente terrestre que se habría
formado entre América Central y del Sur. Dicho ancestro (Protoboihrops)
habría dado origen a todas las especies de Bothrops. Este escenario
es concordante con el ingreso (corroborado por abundante registro
fósil) de ciertos linajes de mamíferos (carnívoros prociónidos y
roedores sigmodontinos) no registrados con anterioridad al Mioceno
Trigodon gaudryi.
Ameghino, 1887.
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Cráneo y Mandíbula de Trigodon,
exhibido en el Museo de La Plata. Hallado en Monte Hermoso,
Prov. Buenos Aires. |
Cráneo de un genero afín,
Paratrigodon s.p. Prov. Buenos Aires. Museo de La Plata. |
Aspecto de la cabeza de
Trigodon.(*) |
Mamífero
Notoungulado.
Es el ultimo genero
gigante de los Haplodontheriinae, por lo menos en la región
pampeana. Es otro de los representantes del orden "Notoungulata" los
cuales se diversificaron en América del sur colonizando distintos
ambientes. Existió desde hace 11,6 millones de años hasta hace 3
millones de años (Mioceno Superior y Plioceno). Eran animales de
patas y cuellos cortos que todavía no habían desarrollado una cruz
con forma de joroba, como los toxodontos posteriores. Tenía
adaptaciones semi-acuatica y se alimentaba de los vegetales que
encantaba a orillas de los espejos de agua. La presencia de una gran
fosa sobre el cráneo de este gigantesco animal, hacen suponer a los
Paleontólogos que poseían un cuerno corneo curvado, el cual era
utilizado para defenderse de los carnívoros de su época, como por
ejemplo de las grandes aves corredoras y de los marsupiales con
caninos muy desarrollados. Su cuerpo era muy grande y macizó,
cubierto por una gruesa piel. Sus extremidades eran algo cortas y
robustas, las cuales no eran aptas para correr. Su peso está
estimado entre 1,5 a 2 toneladas. Sus principales restos provienen
de los acantilados marítimos de la costa bonaerense y de algunos
sitios desérticos del interior de la Provincia de Buenos Aires. Se
extinguió a fines del Plioceno, dejando en su reemplazo al
Toxodon, que fue muy común durante el Pleistoceno.
Considerándose un fósil característico de la Edad Montehermorense.
Ladera oriental de los Andes, Bolivia, Perú, y llanuras en Uruguay,
la formación Solimões, Alto río Acre, Estado de Acre (Brasil) y en
la Provincia de Buenos Aires (Argentina). Géneros relacionados:
Toxodon chapalmalensis, Toxodon darwini, Toxodon ensenadensis,
Toxodon platensis, Toxodon gezi, Toxodon gracilis, Xotodon prominens,
Xotodon ambrosetti, Trigodon minus, Alitoxodon vetustum, Mixotoxodon
larensis y Nonotherium hennigi.
Paedotherium typicum.
Ameghino, 1887.
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Esqueleto
preservado en el Museo "Punta Hermengo" de Miramar. |
Cráneo y
mandíbula en el Museo de Ciencias Naturales de Miramar. |
Reconstrucción en vivo. |
Mamífero
Notoungulado.
El Paedotherium fue el
representante más pequeño de un grupo muy abundante. Sus dimensiones
y aspecto en vida recuerdan a la liebre patagonica o mara (Dolichotis
australis). Su cráneo era corto y robusto con una cierta
semejanza a los de un roedor e incisivos muy prominentes de
crecimiento continuo y cincelados pero cortos, ausencia de caninos,
premolares y molares alargados, bilobulados y en número de seis en
cada mitad del maxilar y mandibular. Presenta orbitas grandes
señalando posibles hábitos crepusculares o nocturnos, y aparato
auditivo muy desarrollado, lo que permite inferir posibles hábitos
terrestres y subterráneos. Miembros delanteros digitígrados,
mientras los posteriores son más lagos y plantígrados. Se
alimentaban
vegetación abrasiva (dura, rugosa), entre otras cosas, y es muy probable que vivieran en
madrigueras, las cuales excavaban ellos mismos. Fue una especie muy
exitosa que vivió desde el Mioceno hasta el Pleistoceno inferior. Su
extinción está asociada a cambios ambientales que afectaron
dramáticamente su población. Es una de las especies de notoungulados
mejor conocidas en la región pampeana por la abundancia de sus
fósiles. Sus restos son muy abundantes en la Edad Montehermorense
como Chapadmalense. Algunos investigadores sostienen que Paedotherium
typicum y Paedotherium insigne, serian
descendientes del representante Mioceno Paedotherium minor.
Géneros relacionados:
Paedotherium typicum, Paedotherium bonaerense, Paedotherium insigne
y Tremacyllus impressus.
Xotodon catamarcensis.
Ameghino, 1887.
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| Cráneo de
Xotodon del Plioceno de Catamarca. Ejemplar depositado en
Museum für Naturkunde, Berlin. . |
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Posible
aspecto del toxodontido Xotodon. (*). |
Mamífero
Notoungulado. Fue un género de la familia extinta
del suborden Toxodonta, del orden, también extinto de ungulados
sudamericanos Notoungulata. El ejemplar que se descubrió en el
Plioceno de Catamarca, un gran herbívoro, del tamaño del actual
rinoceronte negro, con tres dedos en cada pata. La radiación
adaptativa de los ungulados Paleocenos de América del Sur fue precoz
y rápida, lo que dificulta encontrar un modelo filogenético lo
suficientemente explicativo. Procedentes de pequeños y primitivos
animales herbívoros sin competidores, evolucionaron
independientemente y aislados del resto de los ungulados durante
casi todo la extensa Era Cenozoica. Los mamíferos originarios de
Sudamérica, evolucionaron independientemente en dicho continente -
isla. Alrededor del año 1900, Florentino Ameghino inició un catálogo
que contiene clasificaciones, estudios, comparaciones y
descripciones de más de 9.000 animales extinguidos, muchos de ellos
descubiertos por él mismo. Los notungulados incluyen más de 100
géneros agrupados en cuatro subórdenes. Los ungulados sudamericanos
proporcionan un caso de aislamiento geográfico tan notable como el
de los marsupiales en Australia. Los meridiungulados se conocen a
menudo como los ungulados sudamericanos. Los toxodóntidos incluyen
unos animales cuyos dientes tienen unas coronas excepcionalmente
altas y curvadas. Poseen unas raíces abiertas que crecían todo el
tiempo, para compensar el desgaste resultante de alimentarse de las
hierbas duras de la pampa. Otros géneros relacionados;
Pericotoxodon, Trigodon, Toxodon, Nesodon, Adinotherium,
Haplodontherium y Dinotoxodon.
Seudotypotherium hystatum.
Cabrera, 1904.
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Cráneo de Pseudotypotherium
s.p del Plioceno de la Prov. de Buenos Aires. Museo de La
Plata. |
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Posible aspecto de Pseudotypotherium. (*). |
Mamífero
Notoungulado.
Se trata de un mamífero Notoungulado,
perteneciente a la antigua estirpe que evoluciono desde el Paleoceno
sudamericano. Era un animal de tamaño medio, tal vez, un poco más
grande que una oveja moderna, pero su cola era algo más larga al
igual que sus patas, y la cabeza como su fórmula dentaria recuerda a
los roedores. Su cuello era corto y de cuerpo algo rechoncho y en el
extremo de sus patas presenta una serie de garras muy llamativas. Su
alimentación era herbívora, incluyendo en su dieta algunas hojas y
sobre todo pasturas, que eran muy abundantes en la llanura pampeana.
Sus hábitos son comparables al actual carpincho o capibara, es
decir, cursorial y semiacuatico. Es típico de la Edad
Montehermorense. En las zonas comprendidas desde el sur de Mar del
Plata y norte de Miramar se han coleccionado una variedad importante
de restos fósiles pertenecientes al género.
Géneros relacionados: Protypotherium antiquum,
Typotheriopsis chasicoensis, Protypotherium australe,
Pseudotypotherium histatum y
Mesotherium cristatum.
Promacrauchenia
chapadmalense.
Kraglievich,
1930.
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Craneo y parte del
esqueleto de Promacrauchenia, Colección Museo de
Ciencias Naturales de Miramar. |
Icnitas atribuidas a Macrauchenichnus
rector. Icnogenero de Promacrauchenia. Conicet de
Mendoza. |
Aspecto de un
Macraucheniidae (*). |
Mamífero
Litopterno. Es
un género extinto de mamíferos de la familia Macraucheniidae,
perteneciente al orden Litopterna de los meridiungulata, y de tamaño
menor a Macrauchenia del Pleistoceno. La forma del
cuerpo recuerda al de un camélido y una trompa corta; alcanzaba los
1,6 metros de altura y 2,5 de largo con casi una tonelada de peso.
Su trompa corta le serviría de labio prensil, para permanecer
sumergido, acondicionar el aire y como herramienta de uso general.
El animal pudo poseer una larga lengua prensil. Comparten muchas
adaptaciones morfológicas con los jiráfidos, con los cuales no
estaban relacionados. Los fósiles de Promacrauchenia
se encuentran en los estratos miocénicos y del Plioceno temprano de
Argentina. Los macrauquénidos evolucionaron en total aislamiento en
la isla-continente de Sudamérica, desde animales herbívoros. En ese
camino evolutivo los promacrauquenios no estaban particularmente
especializados, poseían una cola de tamaño medio, patas
relativamente largas, pero no tanto como las de sus parientes
posteriores los macrauquenios, tres dedos en cada pata y un cerebro
bien desarrollado. Era un animal que vivía en la maleza,
alimentándose de plantas herbáceas, principalmente de las hojas,
brotes y tallos de diferentes árboles y plantas, además comían
frutas, helechos y hongos. Aparte de ser capaces de comer plantas
espinosas y correosas. Tras su extinción, su nicho ecológico fue
ocupado por litopternos de mayor tamaño y, en la actualidad, en
parte por el guanaco. En el sector de la costa norte del golfo San
Matías, conocido como Punta Bermeja (en el Tardío-Plioceno Temprano)
provincia de Río Negro, se encontraron icnitas o huellas plantares
de las extremidades. Las huellas son de 4 centímetros de profundidad
y se extienden a lo largo de 1,30 metros. Datadas en el Plioceno
temprano, se las considera dejadas por macrauquénidos del género
Promacrauchenia. Otras especies relacionadas: Epitherium
laternarium, Eoauchenia primitiva, Diplasiotherium robustum,
Neolicaphrium, recens, Promacrauchenia antiqua, Promacrauchenia
kraglievichi, Promacrauchenia chapadmalense, Windhausenia delacroixi,
Pseudomacrauchenia yepesi y
Macraucheniopsis ensenadensis.
Eoauchenia primitiva.
Ameghino,
1889.
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Algunos de los restos de un
proteroterio hallados en Termas de Río
Hondo. Museo Rincón de Atacama. |
Un grupo de
Eoauchenias
perseguidos por un ave del
terror. (*) |
Mamífero
Litopterno. Se
trata de un mamífero de pequeño tamaño y muy parecido a los caballos
actuales, pero sin parentesco alguno, de la familia de los
proteroterios, perteneciente a una estirpe muy primitiva de América
del Sur. Durante aproximadamente 50 millones de años de casi total
aislamiento, los mamíferos de Sudamérica-Antártida evolucionaron en
un continente isla. Estos animales en la Antártida se extinguieron
antes, debido al enfriamiento climático y glaciación que afectaría
este continente durante los últimos 37 millones de años. Los
proteroterios es uno de los ejemplos más conocidos en convergencia
adaptativa o evolución paralela, es decir, la semejanza entre los
caballos que se desarrollaron en otros continentes, y el grupo
sudamericano conocido como los proteroterios (Proterotheriidae)
desarrollados en total aislamiento bio-geográfico. Estos pequeños
“falsos caballos” fueron animales gráciles de lomo relativamente
corto y extremidades alargadas con pezuñas. En la cabeza, el rostro
no es particularmente largo y los ojos eran grandes. Estos animales
recuerdan vagamente, más que a los caballos, a las gacelas u otros
animales herbívoros pequeños o medianos. Las proporciones de sus
miembros indican también que eran habitantes de espacios más
boscosos que los caballos modernos, lo que permite hacer inferencias
en aspectos paleoambientales y paleoclimaticos. Algo que, si asemeja
a los proteroterios con los caballos es la presencia de un mecanismo
de “trabado” en la rodilla, que les permitiría permanecer de pie con
menos esfuerzo, y que ha sido propuesto para varias formas de
mamíferos sudamericanos fósiles ya totalmente extintas. En 2015, se
dieron a conocer los primeros restos de esta familia de mamíferos en
el Mio-Plioceno de la Provincia de Santiago del Estero, procedente
de la Formación Las Cañas, sobre una de las márgenes del Rió Dulce,
próximo a la localidad de Río Hondo, y depositados en el Museo
Municipal Rincón de Atacama de esta ciudad. Otra localidad típica
para el hallazgo de Eoauchenia primitiva es la
localidad bonaerense de Monte Hermoso. Otros géneros conocidos:
Diplasiotherium robustum y
Epitherium laternarium.
Actenomys latidens.
Ameghino, 1888.
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Ejemplar exhibido en el Museo de Miramar. |
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Ilustración del extinto roedor Actenomys. (*) |
Mamífero
Roedor. Fue un
roedor Caviomorpha, muy común en la región pampeana y es considerado
como un fósil guía. Es un género desaparecido a comienzos del
Pleistoceno. Estaba emparentado con el actual genero Ctenomys
(tucos tucos) los cuales tienen una gran diversidad en Sudamérica.
Es probable que fuera de hábitos subterráneos, ya que sus restos
normalmente son hallados en antiguas madrigueras. Su alimentación
era herbívora, constituida principalmente por raíces y bulbos. Sus
patas delanteras estaban provistas de falanges ungueales muy
desarrolladas para la excavación. Cuerpo algo corto pero ancho. Con
vértebras cervicales cortas y poca movilidad, Actenomys
debería voltearse completamente para ver hacia atrás. Su tamaño
duplica notablemente a sus parientes actuales, y durante el Plioceno
fueron la presa predilecta de muchos depredadores. En algunas
acciones, sus dientes aparecen con huesos triturados en el interior
de escrementos atribuidos a marsupiales y prociónidos. Su extinción
está asociada a la desaparición de otros ejemplares. Su origen es
aloctono, pudiendo ingresar sus antecesores al continente durante el
Oligoceno medio. Se han podido colectar centenares de piezas, como
esqueletos, cráneos y mandíbulas en la formación Chapadmalal - y
Vorohue, entre las ciudades de Mar del Plata y Miramar, como así
también en otras partes de la Provincia de Buenos Aires. Géneros
relacionados: Abolosia castellanosi, Ctenomys (Paractenomys)
chapadmalensis, Eucelophorus cabrerai, Phtoramys homogenidens,
Pseudoplateomys formosus, Actenomys latidens, Ctenomys talarum y
Xenodontomys ellipticus.
Phugatherium novum.
Ameghino, 1908.
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Ramas mandibulares de Phugatherium novun
del Plioceno, en el Museo de Ciencias Naturales de Miramar.,
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Reconstrucción en vivo de Phugatherium novun. (*):. |
Mamífero
Roedor. Se
trata de una versión primitiva de los actuales carpinchos o
capibaras, pero de tamaño mayor, con una talla comparable a la de un
tapir asiático. Sus primeros restos corresponden al Mioceno, hace 9
millones de años, hasta el Plioceno, hace 3 millones de años. Su
cráneo refleja un rostro alargado y estrecho. La longitud del cráneo
es la doble a la atribuida al carpincho, superando fácilmente los 50
centímetros. Su fémur y humero, guardan la misma relación en su
longitud con el género actual, pero el cubito, radio, tibia, peroné
y demás huesos, son mucho más desarrollados y largos que estos, por
lo cual Phugaterium (=Protohydrochoerus)
parecía un carpincho de patas largas, lo que morfológicamente
concuerda con mamíferos corredores, y con un peso superior a los 200
kilos. Su dentición estába conformada como la de otros roedores, con
incisivos desarrollados y largos, y una serie molariforme laminada,
demostrando gran diferencia entre ejemplares adultos y juveniles, lo
que llego a confundir durante décadas a los científicos, generando
de esta manera, géneros y especies nuevas que terminaron siendo la
misma. Su alimentación estaría basada principalmente de vegetales
que crecían en las inmediaciones de zonas pantanosas, pero algunos
paleontólogos descartan la posibilidad de que este tuviera hábitos
anfibios. Sus principales restos se hallan en afloramientos
geológicos del Plioceno bonaerense, como Miramar y Monte Hermoso. El
carpincho actual, Hidrochoerus hidrochaeris, en esta
zona no tiene registro fósil y sólo habita desde tiempos muy
recientes con poblaciones reducidas. Géneros y especies
relacionadas: Anchimysops villalobosi, Anchimysops ultra,
Phugatherium cataclisticum, Protohidrochoerus perlurbidus,
Chapalmatherium novum, Neochuerus sp.
Eumegamys paranensis. Kraglievich, 1926.
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calco%20mandibula%20mioceno%20chasico%20bs%20as.JPG) |
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Cráneo del gigantesco
Eumegamysops exhibido en el Museo de La Plata, procedente de la
localidad de Paraná, comparado con el cráneo del roedor
viviente mas grande del planeta, el carpincho. |
Carlesia sp (=eumegamys)
mandíbula del Mioceno de Chasico (Prov. de Bs As). Museo La
Plata. |
Tamaños comparativos con un
humano y un carpincho, el roedor viviente de mayor
dimensión.(*) |
Mamífero
Roedor. Eran
roedores gigantes que vivieron en el Plioceno temprano a tardío,
hace, entre 4 a 2 millones de años en lo que hoy es la región
pampeana principalmente, pero se han registrado restos aislados en
otros sectores de Sudamérica. Poseía incisivos de varios centímetros
de largo, aunque sus molares eran más bien pequeños, lo que hace
pensar que se alimentaba de vegetales tiernos, frutas o plantas
acuáticas. El mayor roedor de nuestros días es el carpincho, un
animal que se encuentra en grandes cantidades en Sudamérica y que
alcanza los 60 kilos, mientras Eumegamys superaba los
150 kilogramos. Eumegamys, también es conocido por los
siguientes géneros: Megamys, Isostylomys, Carlesia,
Diaphoromys, Rusconia y
Protomegamys.
Telicomys giganteus.
Ameghino, 1904.
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Mandíbulas de Telicomys en la exhibición de roedores
fósiles del Museo de Ciencias Naturales de Miramar. Copias. |
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Posible
aspecto del gigantesco roedor Plioceno Telicomys. (*). |
Mamífero Roedor.
Es un género extinto de los
roedores de América del Sur. Durante el Plioceno se desarrollaron
roedores de gran tamaño, llegando a tener tallas similares a la de
una vaca doméstica. Uno de ellos fue Telicomys giganteus.
Tenía patas alargadas y tal vez estaba adaptado a la carrera. Sus
mandíbulas presentan grandes incisivos, cuya cara anterior tienen un
ancho de 3 centímetros, acompañados por cuatro molares por cada
maxilar y rama mandibular. Suponemos que su hábitat estaba limitado
a lugares secos y con follaje, aunque la evidencia fósil es muy
escasa para brindar datos más complementarios sobre su biología.
Algunos restos significativos fueron descubiertos a mediados en los
años "40" en cercanías de la ciudad de Miramar, Provincia de Buenos
Aires. Algunos autores sugieren que superó los 2 metros de longitud.
El pariente vivo más cercano a Telicomys es la
pacarana (Dinomys branickii). Genero relacionado:
Telicomys gigantissimus y Telicomys amazonensis
(especie dudosa).
Paleocavia impar. Ameghino, 1889.
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Cráneos de
cavidae del Plioceno. Museo de Miramar. |
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Aspecto de
Paleocavia. (*). |
Mamífero Roedor.
Es un género muy abundante durante el Mioceno hasta el final del
Plioceno, aunque esta familia merece ser estudiada en su
profundidad. Como roedores cavidos, pueden se indicadores de
ambientes cálidos templados. Tienen una cabeza grande y rectangular,
así como una cola muy pequeña o ausente. Poseen cuatro dedos en las
extremidades anteriores y tres en las posteriores, de cuerpo
alargado, y extremidades delgadas y cortas, pero que sin embargo
corre con gran facilidad y rapidez. Vivía en lugares con vegetación
abundante y relativamente húmedos. Tenía unos 25 centímetros de
largo, y estaba relacionada con los conejillos de Indias, cuises y
el carpincho (el roedor viviente de mayor tamaño). Otros géneros
relacionados; Microcavia, Pascualia,
Dolicavia, Caviodon, Palaeocavia, Allocavia y Galea.
Eumysops gracili.
Ameghino, 1906.
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Cráneo de
Eumysops. Hallado por Francisco De Cianni. Museo de Ciencias
Naturales de Miramar. |
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Aspecto que
presentaría Eumysops. (*). |
Mamífero Roedor.
Los equimíidos son una familia
de roedores histricomorfos distribuida por Centro y Sudamérica. Este
grupo es un rico registro fósil desde el Mioceno tardío de Patagonia,
Mendoza y Catamarca, y principalmente en el Plioceno bonaerense y de
Entre Ríos. Eumysops incluyo una gran variedad de
especies de octodontoideos. La mayoría de las especies de equimíidos
se restringían a ambientes con abundancia de agua y la mayoría no se
adaptan a zonas áridas. Son casi exclusivamente herbívoras; algunas
son terrestres o cavadoras, otras son arbóreas. Tienen pelambres
fuertes, espinados, que les sirven de protección. Muchos echímiidos
pueden desprenderse de su cola cuando son atacados; esta acción
confunde a los depredadores el tiempo suficiente para que el animal
se escape, pero la cola no puede regenerarse. Otras especies
conocidas; Eumysops laeviplicatus, Eumysops formosus, Eumysops
chapalmalensis y Eumysops
laeviplicatus.
Thylacosmilus atrox. Riggs,
1933.
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Thylacosmilus
recreado in situ en el Museo de Miramar, por
el Técnico Mariano Magnussen Saffer. Presentado en las JAPV.
2014 |
Aspecto de Thylacosmilus.
Nótese el detalle del cachorro asomando del marsupio (*). |
Mamífero
Marsupial.
Fue un importante carnívoro marsupial
perteneciente a los Sparassodonta de la Era Terciaria, muy parecido
al "Tigre dientes de sable" invasor, pero sin parentesco alguno, ya
que este último es un placentario. Es otro ejemplo de evolución
paralela, es decir, dos especies totalmente distintas
morfológicamente y que nunca habitaron juntas el mismo continente,
se parecen, ya que ambas cumplían el mismo rol en el ecosistema.
Thylacosmilus llevaba unos largos y afilados colmillos
proyectados hacia abajo y adentro de unos 15 centímetros y su tamaño
corporal era algo menor al de un puma viviente. Los primeros
restos fósiles de este impresionante animal carnívoro fueron
encontrados en la década de 1920 en los alrededores de las
localidades de Entre Ríos, en el valle de Santa María y Puerta de
Corral Quema[1]do,
en el departamento de Belén, Catamarca. A diferencia del "Smilodon",
el Thylacosmilus no tenía incisivos ni una baina
protectora para los caninos, los cuales crecían permanentemente como
los dientes de un roedor. Es muy posible que sus víctimas fueran los
grandes mamíferos Notoungulados como los nombrados más
anteriormente, los cuales mataban con una simple mordida en el
cuello. Sus caninos habrán infligido a sus presas heridas profundas,
logrando que el enorme animal muera desangrado segundos después del
terrible ataque. En Sudamérica se han hallado muy pocos restos. Se
conocen restos procedentes de Entre Ríos, Córdoba y Catamarca, como
así también, el cráneo más completo, procede del Plioceno de la
localidad bonaerense de Chapadmalal, y restos de un interesante
esqueleto del Plioceno de Miramar. Su extinción está asociada a los
importantes cambios ambientales que sucedieron al final del Plioceno
y a la ausencia de las grandes presas que este asechaba. Thylacosmilus
atrox, tuvo una masa corporal entre 90-140 kilogramos.
Genero Relacionado: Thylacosmilus lensis y
Achlysictis lelongi.
Thylatheridium cristatum.
Reig, 1952.
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Mandíbula de Thylatheridium. Museo de Ciencias Naturales
de Miramar "Punta Hermengo". |
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Aspecto de
Thylatheridium cristatum.
(*) |
Mamífero Marsupial.
El Thylatheridium fue un animal
perteneciente a la familia de los marsupiales. Su cráneo es
relativamente grácil y pequeño, que da cuenta de una caja cerebral
estrecha. El hocico es en punta. Su cola era larga y prensil como
otros didelphidos. Este grupo son adaptables a ambientes diversos,
aunque preferirían las zonas arboladas, cercanas a alguna fuente de
agua. Estas necesitarían disponer de un refugio seguro que les
proporcionara reparo durante el día, ya que sus actividades
seguramente eran nocturnas, y abrigo durante el invierno, periodo
que le resultaba especialmente crítico ya que no toleraría bien los.
Sin embargo, no construía madrigueras. Aprovechaba los refugios
naturales -cuevas formadas en las rocas y, sobre todo, los troncos
de los árboles-, o bien ocupaba refugios construidos por otros
animales y abandonados. Probablemente Thylatheridium
era hábitos sumamente solitarios, o por lo menos el registro
fosilífero parecería reflejar esta conducta. Thylatheridium
era omnívoro y tenía una dieta variadísima. Esta peculiaridad de ser
un depredador no especializado le permite adaptarse casi a cualquier
tipo de hábitat. Cuando se trata de vegetales le apetecerían
especialmente los frutos maduros, y también los brotes y los tallos
tiernos. Consumía invertebrados, como insectos y lombrices, y a
menudo, aves pequeñas, que, sobre todo en apoca de cría, eran un
componente principal de su alimentación. Se han podido rescatar
restos muy interesantes y completos del presente género, en los
afloramientos geológicos del litoral marítimo bonaerense, en los
parajes de Barranca de Los Lobos, Chapadmalal y Miramar, como así
también, en los sedimentos Terciarios del Quequen salado y Monte
Hermoso. Géneros relacionados: Didelphis albiventris,
Didelphis crucialis, Didelphis reigi, Hyperdidelphys inexpectata,
Lestodelphys halli, Lestodelphys juga, Lutreolina crassicaudata,
Lutreolina tracheia, Monodelphis dimidiata, Thylamys pusillus,
Thylamys contrerasi, Thylatheridium pascuali, Thylophorops perplata
y Thylophorops chapadmalensis.
Argyrolagus palmeri.
Ameghino, 1904.
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Cráneo de
Argyrolagus de la
Col. del Museo de La Plata. |
Esqueleto
de Argyrolagus recreado a partir de los fósiles
conocidos. Museo de Ciencias Naturales de Miramar. |
Aspecto de
Argyrolagus.
Ambas recreaciones de Mariano Magnussen. |
Mamífero Marsupial. Fue
un mamífero marsupial de tamaño pequeño, como un ratón, de
aproximadamente 40 centímetros de largo, emparentado con los actuales
canguros de Australia y las zarigüeyas de América del sur. Su apariencia
es muy semejante a las actuales ratas canguros de Egipto. Tenía largas
patas traseras y brazos cortos. Sus mandíbulas eran con apariencia
rodariforme. Tal vez, tuvo orejas largas, pero estas no se han
preservado como fósiles. Se alimentaba de vegetales e insectos y
probablemente tuvo hábitos crepusculares o nocturnos. Sin embargo,
Argyrolagus fue parte de una evolución notable e
independiente que tuvo lugar en Sudamérica durante los últimos 60
millones de años, cuando esta quedara aislada del resto de las masas
continentales y se desarrollara una fauna única y que no se repitió en
otras partes del mundo. Estos marsupiales, mamíferos con bolsa, habían
ocupado nichos ecológicos que en otras partes del mundo estaban ocupados
por mamíferos placentarios. El primer hallazgo se realizó en el
yacimiento de Monte Hermoso, al sur de la provincia de Buenos Aires. Es
curioso que el nicho ocupado por Argyrolagus, no fuera
ocupado por otra especie. Géneros relacionados: Argyrolagus
palmeri (Edad Montehermorense), Argyrolagus scagliari
(Edad Chapadmalense) y Microtragulus reigi (Formaciones
Chapadmalal, Vorohue, Barranca de los Lobos y San Andrés). También se
han recupero restos en sedimentos del Plioceno de Miramar, Quequen
Grande y Pehuen Co.
Thylophorops chapadmalensis.
Ameghino, 1908.
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Coprolitos y otros desechos
escatológicos atribuido a
Thylophorops. Plioceno de Miramar. |
Rama mandibular de
Thylophorops. Colección Museo de Ciencias Naturales de
Miramar. |
Posible aspecto de
Thylophorops. (*). |
Mamífero Marsupial. Es
un género extinto de marsupiales didelfimorfos de la familia
Didelphidae, estrechamente emparentado con los géneros de zarigüeyas
modernas Philander y Didelphis. Sus fósiles proceden de la provincia
de Buenos Aires en Argentina. Una de sus especies,
Thylophorops lorenzinii, es el mayor representante conocido
de los didélfidos, con un peso estimado entre 4,7 a 7,5 kilogramos,
superior al actual Didelphis virginiana. Un hallazgo
recientemente publicado, señala que tal vez, un representante de
Thylophorops chapadmalensis fue depredado por un
Cyonasua lutaria, ya que ambos fueron encontrados asociados
a otras especies dentro de una cueva (crotovina) atribuida a un gran
armadillo. También se le atribuye a este género de marsupial, los
restos de varios coprolitos (excremento fosilizado), encontrado en
el interior de esta estructura.
Hyperdidelphys inexpectata.
Ameghino, 1889.
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Mandíbula
inferior de Hyperdidelphys del Plioceno de Miramar. |
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Aspecto de
Hyperdidelphys junto a sus crías. (*). |
Mamífero Marsupial. Es
un género extinto de marsupiales didelfimorfos de la familia
Didelphidae. Sus fósiles, datados entre el Mioceno Superior y el
Plioceno Superior, proceden del centro y noreste de Argentina. Las
adaptaciones carnívoras de las especies de Hyperdidelphys
se corresponden con un proceso general de declinación de los
marsupiales Sparassodonta hacia el Mioceno tardío y Plioceno de
América del Sur, un proceso que precedió a la llegada de los
carnívoros placentarios inmigrantes de origen holártico a partir del
establecimiento del puente panameño entre ambas Américas.
Seguramente atacaba y acechaba dentro de las madrigueras, depredando
a pequeños roedores, armadillos, notoungulados, anfibios entre
otros.
Lutreolina tracheia.
Rovereto 1914.
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Restos recreados in situ
del genero Lutreolina sp. de Ciencias Naturales de Miramar. |
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Aspecto general del genero
Lutreolina sp del Mioceno - Holoceno.
Por Carlos C. Wiedner.
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Mamífero Marsupial. Es una especie
e mamífero marsupial, cuyo género es conocido en América del Sur
desde el Terciario. Los registros más antiguos de representantes de
este género han sido referidos al Mioceno tardío (Edad Huayqueriense)
del Noroeste y el centro argentinos (Provincias de Catamarca y La
Pampa), pero Lutreolina tracheia se conoce de niveles
Pliocenos (edades Montehermosense y Chapadmalalense) de las
provincias de Buenos Aires, Córdoba y Catamarca. Seguramente, como
sus parientes actuales habitaba en pastizales junto a humedales de
tierras bajas. Presentan una cabeza pequeña y las patas son cortas.
Tienen un cuerpo alargado. Seguramente se alimentaban de pequeños
mamíferos, aves y sus nidos, anfibios, reptiles, peces, moluscos, e
insectos; en menor medida lo hacía de alimentos de origen vegetal.
El género también es conocido durante el Pleistoceno y Holoceno. En
la actualidad se conocen dos especies vivientes; Lutreolina
crassicaudata y Lutreolina massoia.
Chapalmalania altaefrontis.
Ameghino,1908.
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Cráneo de
Chapadmalania superponiendo las marcas dentales en
hueso de
Eosclerocalyptus. Tomado de Paleo Electrónica. |
Reconstrucción
de Chapadmalania. (*) |
Mamífero
Carnívoro.
Fue un Procionido que
llego a América del sur durante el “Gran Intercambio Biótico
Americano" ocurrido en el Plioceno, aunque su registro comienza
desde fines del Mioceno a principios del Pleistoceno, es decir,
entre 6,8 a 1,8 millones de años. Se adaptaron rápidamente a las
nuevas condiciones ambientales, diversificándose por todo el
continente. Chapalmalania altaefrontis debió parecerse
a un mapache gigante de 2 metros de longitud y 1,5 metro de altura,
y un peso de 160 kilogramos.
Era tan grande que la primera vez que se halló este animal, los
paleontólogos creían que se trataba de un oso prehistórico como
aquellos que vivieron durante el Pleistoceno. Es muy probable que su
dieta fuera variada, como plantas, huevos, peces, frutos, insectos y
carroña. Su cráneo era ancho y parecido a un lobo. La dentición era
completa, con incisivos curvados y anchos, caninos robustos y
cortos, y sus molares presentan una superficie masticatoria para
trituración de alimentos. Su similitud con el panda gigante de
oriente es otro ejemplo de convergencia adaptativa o evolución
paralela. Este enorme animal desaparece del registro fosilífero hace
3 millones de años atrás y se conocen muy pocas piezas de
diagnóstico. En el año 2014, se presentó el hallazgo de restos
fósiles en la ciudad de Olavarria, donde un ejemplar de Eosclerocalyptus
lineatus (Gliptodonte) fuera depredado por Chapalmalania.
Cyonasua lutaria.
Cabrera,
1936.
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Esqueleto parcialmente completo de Cyonasua
lutaria. Colección del Museo de Ciencias
Naturales de Miramar.. |
Cráneo de
Cyonasua, en las colecciones del Muso de La
Plata. |
Reconstrucción en vivo del
prociónido
Cyonasua del Plioceno bonaerense.
(*) |
Mamífero Carnívoro.
Es una especie extinta de
carnívoro en Sudamérica. En griego, su nombre significa
"coatí-perro”. Era un Procionido al igual que Chapalmalania,
pero de menor tamaño, emparentado con los actual genero Nasua que
vive en la selva amazónica y misionera. Perteneciente a
la fauna aloctona cuya estirpe evoluciono en Sudamérica
desde el Mioceno, es decir, hace 10 millones de años,
siendo unos de los primeros carnívoros placentarios que
invadieron el continente. Fueron hallados en sedimentos
de las Provincias de Catamarca, Mendoza, Córdoba, Buenos
Aires y La Pampa. A diferencia de otros carnívoros, Cyonasua lutaria poseía
unos caninos muy desarrollados y robustos, y seguramente
se habrá alimentado de mamíferos pequeños como el Paedotherium o
de los antecesores de los actuales armadillos, pero
también aprovecharía frutos, huevos y larvas. Sus
primeros fósiles fueron clasificados en Argentina en
1885, sin embargo, Cyonasua sp. vivió
entre los 3,6 y 2,5 millones de años, con grandes
mamíferos que habitaban América del Sur. Debió ser parte
importante del Gran Intercambio Biótico de las Américas,
en el que la fauna emigró de América del Norte a través
de Centroamérica hacia América del Sur y viceversa, como
resultado del surgimiento del Istmo de Panamá, o bien,
como “saltador de islas” o en “islotes flotantes”. De
este género se ha rescatado parte de un esqueleto en la
ciudad bonaerense de Miramar y preservado en el Museo de
Ciencias Naturales de esta localidad.
Conepatus altiramus.
Reig, 1952.
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Recreación in
situ del genero Conepatus. Museo de Ciencias
Naturales de
Miramar. |
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Posible
aspecto del genero Conepatus del Plio- Pleistoceno de la
región pampeana (*). |
Mamífero
Carnívoro. Los
zorrinos conocidos de América del Sur, tanto fósiles como vivientes,
son asignables al género Conepatus. Esta familia de
los mefitinos está formada por carnívoros pequeños a medianos,
delgados y alargados, de patas muy cortas y cola bien desarrollada.
Muchas especies tienen a los lados de la abertura anal unas
glándulas que emiten secreciones pestilentes. En sedimentos
probablemente referibles al Plio-Pleistoceno temprano y medio de las
barrancas de la costa atlántica, cerca de Miramar se registra el
zorrino Conepatus altiramus. Este zorrino posiblemente
es ancestral a las especies posteriores del género Conepatus, al que
pertenecen todos los zorrinos vivientes de Sudamérica. Anteriormente
a los zorrinos fósiles y actuales se los consideraba dentro de la
subfamilia de Mustelidae, pero recientes estudios filogénicos han
mostrado que Mephitinae es el grupo hermano de Mustelidae y
Procyonidae, por lo que ha sido elevada al nivel de familia. Los
registros más antiguos de méfitidos provienen del Ensenadense
(Pleistoceno temprano-medio). Restos fósiles de Conepatus se
han registrado en Venezuela, Perú, Bolivia, Brasil y Argentina.
Pyramiodontherium bergi.
Moreno & Mercerat, 1891.
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Femur de
Pyramiodontherium
sp. Museo Paleontologico de San Pedro. |
Huellas de Pyramiodontherium sp,
atribuidas al icnofosil
Megatherichnum oportoi, Mioceno de Carmen de
Patagones (provincia de Buenos Aires). |
Posible aspecto del perezoso
gigante del Mio-Plioceno
Pyramiodontherium
sp. (*): |
Mamífero Xenarthro.
Se trata de un Xenarthro emparentado con los
Megatheriinae, frecuentes representantes fosilíferos en los
afloramientos geológicos del Mioceno tardío – Plioceno temprano de
las Provincias de Catamarca y Tucumán. Restos muy completos y de
alto valor paleontológico fueron rescatados recientemente en niveles
informalmente llamados “Araucarense” en el Bajo de Andalhuala,
Catamarca. Su cráneo presenta un rostro más ancho que largo. Este
interesante perezoso extinguido presentaba falanges ungueales muy
desarrolladas al igual que otras especies extintas o vivientes. Su
alimentación estaría constituida por vegetación que abundaba en la
región durante el Terciario, aunque también podrían haberse
alimentado de carroña, como se ha demostrado con otros
representantes del infraorden Pilosa. Su fémur era corto y robusto
(recuerda fácilmente a los gigantes del Pleistoceno). En esta región
también vivió otro gigante emparentado con el género en cuestión,
llamado Plesiomegatherium hansmeyeri, y Megatherium sp.
fue un típico megamamifero del N.O argentino. En el Mioceno tardío,
en el norte de la Patagonia, cerca de Carmen de Patagones (Provincia
de Buenos Aires), se ha registrado numerosas huellas de Megatherichnum
oportoi Casamiquela, 1974, atribuidas al género Pyramiodontherium
sp.
Proscelidodon patrius.
Ameghino, 1888.
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Cráneo de
Proscelidodon patrius del Plioceno argentino, Col. Museo
Municipal de Miramar. |
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Reconstrucción de Proscelidodon, por el paleoartista
Jorge Blanco. |
Mamífero Xenarthro.
Es tal vez, el Xernarthro más típico en sedimentos del
Terciario superior de la región pampeana, ligeramente emparentado con Scelidotherium y Scelidodon del
Pleistoceno. Se trata de un enorme Pilosa, que vivió en estas llanuras
durante el Plioceno tardío. Se caracterizaba por un cráneo macizo y
alargado. Cuerpo rechoncho y grotesco. Extremidades robustas y cortas.
Probablemente estaría cubierto por un larga pelambre, como en otros
perezosos mejores conocidos. Su alimentación estaría compuesta por los
largos y comunes pastizales, vegetales de pantanos y posiblemente de
carroña. Es probable que pudiera pararse sobre sus patas traseras, como
así también construir largas galerías para refugiarse. Sus restos son
hallados con frecuencia en las inmediaciones de las localidades
fosilíferas de Chapadmalal y Monte Hermoso en la Provincia de Buenos
Aires. Géneros relacionados: Proscelidodon patrius, Scelidotherium
floweri, Scelidotherium parodi, Scelidodon patrius, Scelidotherium
leptocephalum y Scelidodon capellini.
Megatherium sp.
Cuvier, 1796.
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Cráneo de Juvenil de
Megatherium sp del Plioceno.
Museo de Cs Naturales
de Miramar. Es el mas antiguo de Argentina. |
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Reconstrucción de Megatherium sp del Plioceno.
(*). |
Mamífero Xenarthro.
Se trata de otro enorme Pilosa, de unos 4 metros y medio
de largo con un peso de unos 500 kilogramos. Su hábitat sería de bosques
de algarrobos y quebrachales con un clima más cálido y húmedo que el
actual, no tendría enemigos naturales ya que en esos tiempos los
principales carnívoros eran marsupiales del tamaño de un perro
grande. Posiblemente serian mamíferos poco sociables con hábitos
vegetarianos. Eran animales terrestres, sin duda, por su tamaño se veían
imposibilitados de ser arborícolas como sus parientes actuales. Se
alimentaban en posición bípeda. Este Megaherium, tenía un
rostro más ancho que largo y los molares superiores poseen sección
cuadrangular. Los perezosos terrestres, como los demás xenartros,
evolucionaron en aislamiento en Sudamérica, que era una isla-continente
durante el Paleógeno. Durante el Plioceno, se formó el istmo panameño,
causando el Gran Intercambio Biótico Americano, y una extinción masiva
de mucha de la megafauna originaria. Los perezosos terrestres, sin
embargo, se vieron poco afectados y continuaron prosperando a pesar de
la competencia de los inmigrantes del norte. De hecho, los perezosos
terrestres estuvieron entre los animales sudamericanos que migraron
hacia Norteamérica, donde florecieron hasta el final del Pleistoceno. El
reciente hallazgo de Megatheriun sp del Plioceno, dado a
conocer por investigadores del Conicet, Fundación Azara, Lacev y el
Museo de Ciencias Naturales de Miramar, corresponden a los restos
fósiles más antiguos conocidos para este género, junto otros restos de
Bolivia y Perú. El cráneo corresponde a un ejemplar juvenil, por lo
cual, no se pudo determinar si corresponde a una nueva especie. Las
especies de Megaterios se volvieron mayores con el tiempo, siendo la
especie del Pleistoceno tardío, el Megatherium americanum, la
de mayor tamaño, alcanzando las dimensiones de un elefante africano. Sus
fuertes mandíbulas constaban de 16 molares (8 en cada maxilar) carentes
de esmalte. Posiblemente, Megatherium del Plioceno,
también recurría a la carroña, como otros perezosos gigantes extintos.
Myrmecophaga carolaameghinoi.
Kraglievich, 1934.
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Esqueleto de
Myrmecophaga tridáctila, en el
Museo Argentino de Ciencias Naturales. Ilustrativo. |
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Aspecto de
Myrmecophaga. Por Brehm, Alfred
Edmund. 1895. Life of animals. |
Mamífero Xenarthro.
Se trata de un integrante extinto de la familia
Myrmecophagidae, correspondiente al Plio-Pleistoceno bonaerense. Se
lo conoce por el fósil de un metacarpiano (hueso de la mano)
procedente de la localidad de Monte Hermoso, pero de talla algo
menor a los ejemplares vivientes. Si nos guiamos por su
representante viviente, el Myrmecophaga tridáctila, Myrmecophaga
carolaameghinoi tenía un hocico alargado y convexo, adaptado
especialmente para su alimentación. Poseía una cola prensil peluda
en la base y pelada en la punta y 4 garras poderosas y largas en las
patas delanteras y 5 pequeñas en las traseras. Un ejemplar adulto
puedo alcanzar 1,5 metros de longitud desde la punta del hocico
hasta la punta de la cola; con una lengua de hasta 50 centímetros de
longitud, su vista debió ser débil, aunque habrá tenido bastante
desarrollados los otros sentidos, aunque todo es hipotético por la
carencia de restos. Era un desdentado (carece de dientes), se
alimentaba de hormigas y termitas. Entre sus parientes
filogenéticos, los más próximos son los armadillos y los perezosos
arborícolas. La presencia de un oso hormiguero en la parte sur de la
provincia de Buenos Aires indica un clima muy distinto al actual,
pudiendo ser para esta época, un clima templado a cálido, con áreas
abiertas semejantes a la zona del chaco-paraguayo. Esta especie fue
descrita originalmente en el año 1934 por el paleontólogo argentino
Lucas Kraglievich, especialista en mamíferos fósiles, bajo la
combinación científica: Nunezia caroloameghinoi,
integrándola así en un género nuevo y exclusivo. En el año 1976, Sue
E. Hirschfeld lo transfirió al género Myrmecophaga,
señalando que su talla era menor a la de la especie viviente.
Ringueletia simpsoni.
Bordas, 1933.
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Conjunto de restos fósiles
de Ringueletia simpsoni, del Plioceno de Miramar.
Museo Punta Hermengo. |
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Posible aspecto de
Ringueletia simpsoni. asechado por
Thylacosmilus en el Plioceno bonaerense. (*) |
Mamífero Xenarthro.
Fue un armadillo de gran
tamaño. Los restos recientemente recuperados, y asociados a otros
vertebrados contemporáneos en el Plioceno de la ciudad de Miramar,
constituyen hasta el momento la primera evidencia directa que
vincula a estos grandes armadillos extintos con paleocuevas o
crotovinas halladas en esta edad geológica. La masa corporal ha sido
estimada en 40 kilogramos. Si bien no se ha profundizado sobre la
paleobiología de esta especie, el gran desarrollo de las crestas de
inserción muscular observadas en su húmero, junto a la presencia de
falanges ungueales carpales comprimidas y acuminadas, podría
correlacionarse con un activo hábito cavador. En este sentido,
creemos que el conjunto de información precedente representa un
argumento sustancial para postular a Ringueletia simpsoni como
el constructor de grandes galerías subterráneas, las cuales
utilizaría para protegerse y cuidar su descendencia, aunque en
algunos casos como el estudiado, podría haberse convertido en una
trampa mortal. De alimentación variada. Otras especies
relacionadas; Holmesina paulacoutoi, Kraglievichia paranensis,
Scirrotherium, Vassallia y Plaina.
Paraeuphractus
sabateri.
Esteban, G.
2006.
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Ejemplares de
Paraeuphractus sabateri
en el Museo Municipal Rincón de Atacama, Termas de Rió
Hondo, provincia de Santiago del Estero, e ilustración de su
posible aspecto. |
Mamífero Xenarthro.
Es un mamífero
cingulato, representado por los quirquinchos o armadillos que
actualmente viven en gran parte de Sudamérica y constituyen un grupo
muy particular de la fauna neotropical. Se caracterizan por poseer
un caparazón dorsal formado por las placas yuxtapuestas, ordenadas
por lo general en filas transversales, con cola bastante larga y
extremidades cortas. El nuevo taxón extiende la distribución
geográfica del género fuera de los valles de altura de las
provincias de Catamarca y Tucumán, y considerado como una especie
Montehermosense (Plioceno temprano). Paraeuphractus sabateri procede
de la Formación Las Cañas, en un área próxima a la ciudad de Las
Termas de Río Hondo, Provincia de Santiago del Estero. Se rescataron
tres ejemplares, dos de los cuales presentan el caparazón dorsal
casi completo. Se colectaron, además, dos cráneos, una hemimandíbula
y diversos restos de postcráneo. La especie sabateri, hace
referencia a su descubridor, el señor Sebastián Sabater, director
del Museo de Termas de Rió Hondo, Provincia de Santiago del Estero.
Su alimentación, seria variable, como en otros armadillos. Otras
especies relacionadas; Paraeuphractus prominens, Doellotatus
chapalmalensis, Macrochorobates chapalmalensis, Chorobates recens, Tolypeutes sp., Chaetophractus
villosus y Zaedyus pichiy.
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Cráneo de
Macroeuphractus
s.p (*). |
Fragmento de
coraza de
Macroeuphractus s.p
del Mio-Plioceno de Termas de Rió Hondo.
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Aspecto del armadillo depredador
Macroeuphractus (*). |
Mamífero Xenarthro.
Es un género de armadillos extintos desde el Mioceno
tardío hasta el Plioceno tardío de Sudamérica. El género se
caracteriza por su gran tamaño, ya que Macroeuphractus outesi es
el armadillo no pampaterio o gliptodonte más grande descubierto.
Entre sus especializaciones, podemos contar sobre su dieta
carnívora, único entre todos los armadillos contemporáneos. Hay tres
especies actualmente reconocidas de Macroeuphractus: M. outesi,
M. retusus y M. moreni. La primera, la especie
tipo, se conoce a partir de un espécimen del Plioceno tardío de la
Provincia de Buenos Aires. Este espécimen se compone de un cráneo
bastante bien conservado, así como numerosos elementos del
esqueleto. Representaba una especie considerablemente grande en
alrededor de 100 kilogramos. Se conoce a Macroeuphractus
retusus por una sola mandíbula inferior de la Formación
Cerro Azul, en el centro de Argentina. Macroeuphractus moreni es
conocida por varios sitios del Mioceno Tardío y Plioceno en las
Formaciones Río Quinto, Ituzaingó, Epecuén y Saldungaray. También se
han recuperado restos en el chapadmalense de Miramar en la Provincia
de Buenos Aires, y las Formaciones Umala y La Paz, Bolivia. Como la
mayoría de los armadillos, Macroeuphractus era
fosorial, y probablemente podría desenterrar mamíferos pequeños y
medianos, como roedores caviomorfos, pequeños notoungulados y
argyrolagoidianos. Especies como Macroeuphractus outesi eran
bastante grandes y probablemente tenían un estado de depredador en
sus comunidades faunísticas como lo señalaron los
investigadores Sergio F. Vizcaíno y Gerardo De Iuliis.
Chorobates recens.
Ameghino
1887.
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Cráneo y coraza cefalica de Chorobates recens
del Plioceno bonaerense. Museo de La Plata. |
Fragmento de
coraza de
Chorobates
s.p
del Mio-Plioceno de Termas de Rió Hondo.
Santiago del Estero. |
Aspecto de
Chorobates recens. |
Mamífero Xenarthro.
En 1887
Ameghino reconoció una nueva especie de Dasypodidae, a la que
denominó Proeuphractus recens, sobre la base de placas
de la coraza dorsal procedentes de sedimentos pliocénicos de Monte
Hermoso, Provincia de Buenos Aires. Construía amplias madrigueras,
que, a su vez, eran utilizadas por otros mamíferos y reptiles, y en
algunos casos, encontramos fósiles de sus habitantes en el
interior. Su alimentación, seria variable, como en otros armadillos,
siendo seguramente insectívoros y omnívoros necrófagos propios de la
zona tropical Centroamérica y Sudamérica.
Chlamydotherium paranense.
Ameghino, 1883.
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Fragmento de cráneo de
Pampatheriidae
Houston Museum of Natural History. Ilustrativo.
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Pata delantera de
Pampatheriidae.
Houston Museum of Natural History. Ilustrativo. |
Aspecto de
Chlamydotherium paranense, |
Mamífero Xenarthro.
Fue un enorme dasipodido
Pampatheriidae, pero algo menor que Pampatherium del
Pleistoceno. Presenta un caparazón con escudete escapular y pelviano
diferenciados, corto el anterior y prolongado el posterior,
divididos por unas pocas bandas móviles. Compuesto por placas
grandes, con una amplia figura central como en la mayoría de los
representantes de la familia. Tenía un cráneo proporcionalmente más
robusto que el Pampatherium, con 36 dientes en sus
mandíbulas. Patas largas a comparación con otros dasipodidos, pero
igualmente anchas y fuertes. Cola con placas y escamas óseas y
corneas. Alimentación muy variada, constituida principalmente desde
plantas hasta cadáveres en buen estado de descomposición. Entre las
ciudades de Miramar y Mar del Plata se pueden observar una variedad
increíble de paleocuevas atribuidas a este género o alguna especie
morfológicamente similar. Desde el siglo pasado hasta nuestros días,
los investigadores han discutido y planteado distintas teorías sobre
si estos pampateridos están más relacionados con los gliptodontes
que con los dasipodidos. Otras especies relacionadas; Holmesina
paulacoutoi, Kraglievichia paranensis, Scirrotherium, Vassallia y Plaina.
Vassallia máxima.
Castellanos, 1946.
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| Placa u
osteodermo de Vassallia maxima del Plioceno de
Miramar. Museo de Ciencias Naturales de Miramar. |
Cráneo de
Vassallia maxima (*). |
Posible
aspecto del enorme armadillo Vassallia maxima
tomado de Prehistoric Fauna. |
Mamífero Xenarthro.
Los Pampatheriidae
forman parte de los Xenarthra (Cingulata) nativos de América del
Sur. Tradicionalmente, son una familia de mamíferos emparentados con
los actuales armadillos, pero l precer, estaban relacionados con
los gliptodóntidos (mucho más grandes y acorazados). Evolucionaron
en Sudamérica durante su largo aislamiento en el Cenozoico. Holmesina y Pampatherium colonizaron Norteamérica,
tras la formación del istmo de Panamá. Finalmente, los pampatéridos
desaparecieron de ambos subcontinentes en el Pleistoceno. Vassallia
maxima, fue un representante del Plioceno, encontrados en
las formaciones Chiquimil (Miembro El Jarillal) y Andalhuala, en las
localidades de Puerta de Corral Quemado y Villavil, en la provincia
de Catamarca. Fue un importante herbívoro, y probablemente carroñero
como otros miembros del orden Cingulata, cuyo cuerpo estaba cubierto
por un caparazón, al igual que su cola y cráneo. Poseía enormes
garras que le servían para excavar madrigueras, cuyas paleocuevas
son posibles de hallar. Otros pampaterios del Mio-Plioceno fueron Scirrotherium, Chlamydotherium
paranense, Kraglievichia paranensis, Plaina y Vassallia,
esta última con dos especies, Vasallia minuta y Vasallia
maxima registradas durante el Mioceno tardío de Catamarca y
Tucumán. Para Plaina se conocen tres especies, Plaina
intermedia, Plaina subintermedia, y Plaina brocherense registradas
en el Plioceno de las provincias de Buenos Aires, Mendoza y Córdoba.
Como hemos mencionado anteriormente, en el Pleistoceno se conoce a Pampatherium
typum, el mayor exponente de la familia.
Paraglyptodon chapadmalensis.
Ameghino y Rovereto,
1914.
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Fragmento de
rama mandibular atribuido tentativamente a
Paraglyptodon. Museo de Miramar. |
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Reconstrucción
en vivo de Paraglyptodon chapadmalensis, común en
estratos Pliocenos de la región pampeana. (*) |
Mamífero Xenarthro.
Es un Gliptodonte cuya familia
se encuentra mejor el Pleistoceno. Fue una especie muy típica en
la antigua pampasia. De talla mucho menor que el género Glyptodon. Se
caracteriza por tener una coraza formada por placas óseas y corneas
de origen epidérmico. Su cabeza estaba protegida por un escudete
cefálico. Su cráneo era pequeño a comparación de su cuerpo tosco,
con ramas mandibulares muy desarrolladas y una hilera de dientes muy
compleja sin esmalte. La cola estaba formada por anillos óseos, el
cual, podía ser utilizado para defensa cuando era intimidado por los
marsupiales de hábitos carnívoros de la época, como el Thylacosmilus.
Tenía unos dos metros de largo y su peso fue de 350 kilogramos. Se
alimentaba principalmente de vegetales duros. Los restos fósiles de
esta especie generalmente son muy fragmentarios y aislados. Se
extinguió al final del Plioceno, hace unos 3 millones de años atrás,
pero quedo reemplazado por algunas especies más exitosas, logrando
una gran diversificación y adaptación a la nueva complejidad del
ambiente durante el Pleistoceno.
Plohophorus figuratus.
Ameghino, 1887.
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Tubo caudal de
Plohophorus
figuratus procedente de la localidad de Monte hermoso. Museo
de La Plata. |
Fragmento de coraza de Hoplophorus euphractus, con
detalles de las placas dorsales. Genero similar. |
Imagen
ilustrativa. Publicada por Derf. |
Mamífero Cingulata. El Plohophorus fue
un animal de unos dos metros de largo, un metro de altura, y pesaba
cerca de 300 kilogramos. Como los demás gliptodontes su dieta era
herbívora, de hábitos pastoreadores, desplazándose en ambientes
abiertos con predominio de vegetación herbácea. Entre sus
características principales, se destacó un caparazón macizo y
rígido, un escudo del mismo material que le protegía la cabeza y una
cola. Durante el Cuaternario migraron hacia el norte, llegando hasta
la mitad del actual territorio de los Estados Unidos. Estos
gliptodontes se extinguieron hace menos 2 millones años, junto con
la mayor parte de los megamíferos. Géneros relacionados: Los
Plohophorini están representados en la Edad Chapadmalense por Plohophorus
figuratus y Plohophorus conterminus, que se
distinguen por la porción distal del tubo caudal (recurvada hacia
arriba en el segundo), mientras que en el Montehermorense se
distinguen Plohophorus Ameghino y Plohophoroides Castellanos. Otra
especie relacionada; Plohophorus paranaensis.
Eosclerocalyptus lineatus.
Ameghino, 1888.
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Coraza de
Eosclerocalyptus lineatus, del
Plioceno de Olavarria. Tomado de Paleontología Electrónica. |
Coraza y
restos varios de un posible
Eosclerocalyptus sp, del Plioceno
Temprano. Museo Rincón de Atacama. |
El Neosclerocalyptus del Pleistoceno, era
relativamente semejante a su representante Plioceno.
Ilustración de
Carlos Montefusco. |
Mamífero Cingulata. Son
uno de los mamíferos herbívoros Cenozoico más reconocidos en América
del Sur (aunque para el Plioceno eran algo escasos), llegaron a
América del Norte durante la Gran Intercambio Biótico Americano. En
el año 2013, un grupo de prestigiosos paleontólogos e investigadores
argentinos, dieron a conocer el hallazgo de una coraza, junto a
distintas partes del esqueleto de Eosclerocalyptus lineatus, cerca
de la ciudad de Olavarría, en la Provincia de Buenos Aires, en
una edad sedimentaria denominada "Cantera Avellaneda", aún es
poco conocida. Lo impresionante de este hallazgo, más allá del
paquete óseo de este organismo, fue que varios restos fósiles de Eosclerocalyptus,
presentaban marcas de la mordedura, coincidente claramente con la
dentición del procionido Chapalmalania, también del
Plioceno. Durante la mayor parte del Cenozoico, carnívoros
placentarios estaban ausentes de América del Sur. El nicho ecológico
de los carnívoros y / o carroñeros fue ocupado durante la mayor
parte de la era Terciaria por varios grupos, principalmente
mamíferos marsupiales y aves corredoras. Este peculiar hallazgo
también permitió brindar mucha información de la muerte de este
gliptodonte y su medio ambiente. La evidencia de la depredación de
estos grandes mamíferos acorazados, es muy escasa y limitada a un
cráneo Plioceno (Glyptotherium) en América del Norte y
algunas últimas muestras del Pleistoceno-Holoceno de América del
Sur, con señales de consumo humano de una antigüedad de 12.700 años.
Eleutherocercus sp.
Koken 1888.
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Mazo del tubo caudal de
Eleutherocercus setifer,
en el Museum für Naturkunde, Berlin. |
Posible cráneo de
Eleutherocercus sp, in situ. recuperado por el Museo de
Ciencias Naturales de
Miramar. |
Aspecto de un
Doedicurino como
Eleutherocercus
por
Peter Schouten. |
Mamífero Cingulata. Este
animal, que está relacionado con los armadillos actuales, estaba
cubierto por un caparazón y tenía un gran mazo al final de la cola
para defenderse de los depredadores, como el Thylacosmilys
o Chapadmalania. Se cree que los mazos con espinas los
tenían los machos para la competencia por el territorio o el
apareamiento. Tal mazo también se encontraba en el anquilosaurio, un
dinosaurio tireóforo del Cretácico. Medía unos 1,5 metros de altura
y su longitud era de 3 metros. Era herbívoro y habitaba en bosques y
praderas. También se cree que tenían una visión muy pobre. Los
Gliptodontes constituyen un dado de Cingulata caracterizado por la
presencia de una coraza dorsal rígida, constituida por osteodermos.
Este y todos los gliptodontes ahora pertenecen a la familia
Chlamyaphoridae, (antes de 2016, familia Glyptodontidae), a partir
de nuevos estudios genéticos. Eleutherocercus fue
descripto a partir de un tubo caudal del Plioceno de Uruguay y,
posteriormente, se asignaron caparazones parciales y osteodermos
aislados. Los osteodermos o placas óseas del caparazón presentan una
superficie externa lisa, con grandes perforaciones semejante a Doedicurus, pero
de menor tamaño. Una cavidad esferica en el caparazón dorsal en el
sector alto de la pelvis, probablemente alojara el cuerpo glandular
principal. A pesar de que existen glándulas pélvicas en Dasypodidae
Euphractinae, esta estructura es prácticamente única entre los
Chlamyaphoridae. Vivió entre el Plioceno tardío y Pleistoceno
temprano de Uruguay y Argentina principalmente.
Platygonus
cinctus. Ameghino,
1886.
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Cráneo y
mandíbulas de un representante de los
tayasúidos
en el Museo de Cs Naturales de Miramar. |
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Aspecto
agresivo de un Platygonys contra un gran perezoso (*). |
Mamífero Artiodactyla. Es
un género extinto de pecaríes herbívoros de la familia de los
tayasúidos, que fue un endémico de Norteamérica del periodo Mioceno
al Pleistoceno, ingresando durante el Plioceno medio a Sudamérica,
conquistando ambientes abiertos y de pastizales. Algunas especies
del Plioceno, superaban los 65 kilogramos de peso. Platygonus era
un animal gregario y, como los modernos pecaríes, posiblemente se
movía en grupos. Se extendió desde el sur de Canadá a México y de
California a Pensilvania, y llegando a las pampas de Argentina. Platygonus era
mayor que los actuales pecaríes, con cerca de 1 metro de longitud
corporal, y poseía largas patas, permitiéndole correr rápidamente.
También tenía un hocico similar al de un cerdo y largos colmillos
que probablemente usaba para defenderse de los depredadores. La
familia Tayassuidae está representada en América del Sur por tres
géneros: Platygonus, Catagonus y Tayassu.
La mayor cantidad de restos fósiles provienen de Argentina, Uruguay
y Brasil. Los tayasuidos (Catagonus y Tayassu)
aparecen por primera vez en Uruguay, en sedimentos posiblemente
correspondientes al Pleistoceno medio al Holoceno temprano. Platygonus se
registra en el Plioceno medio al Pleistoceno medio de Argentina,
Bolivia y Colombia.
Succinea
aff.
meridionalis.
d’Orbigny, 1837.
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Ejemplar de Succenea sp.
Colección Museo de Miramar. |
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Aspecto de un ejemplar
viviente del genero Succenea sp. |
Invertebrado, Gasterópodo.
Es un género de pequeños caracoles de la
tierra gasterópodo molusco de la familia Succineidae. Por lo
general viven en hábitats húmedos como pantanos. El sedimento
portador de estos organismos refleja una asociación existencia
de un cuerpo de agua dulce, de escasa dimensión y de poca
profundidad, con variación hídrica, desarrollado en un clima
cálido-húmedo y dentro de la Región Neotropical, indicando
condiciones ambientales locales temporarias durante el lapso
estimado, hace 3 millones de años antes del presente. Si bien
sus restos fueron hallados en distintas regiones del país, se
destacan en sedimentos de la Edad Chapadmalense, entre las
ciudades de Mar del Plata y Miramar, como así también en
Formación Andalhuala (Plioceno temprano) del Valle de Yocavil,
Provincia de Catamarca.
Paraalbizioxylon caccavariae.
Martínez, L., 2014.
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Algunas de los numerosas
maderas fósiles halladas en la localidad de Termas de Rió
Hondo, atribuidas al Plioceno temprano. Colección del Museo
Municipal de Paleoantropología "Rincón de Atacama". |
Paleobotánica.
La familia Leguminosae o
Fabaceae, se distribuye actualmente en todos los continentes a
excepción de la Antártida. Comprende aproximadamente 720 géneros y
con unas 18000 especies, siendo así, la tercera familia de
angiospermas en cuanto a su número de representantes. Es el primer
registro que se encuentra en la provincia de Santiago del Estero, a
través de estos materiales se pudo obtener información sobre el
contexto ambiental de la época, en leños fosilizados que fueron
hallados en la formación Choya (Mio-Plioceno) y es el primer
registro fósil de maderas de leguminosas. Estos hallazgos fueron
localizados a orillas del río Dulce en cercanías de la ciudad de
Termas de Rio Hondo, recuperados por Sebastián Sabater y pertenecen
a la colección del Museo Municipal Rincón de Atacama. En estas
tareas de investigación trabajaron, el Dr. en Geología Rafael
Herbert, la Dra. Alexandra Crisafulli y la profesora Mercedes
Martínez, grupo que pertenece a la Facultad de Ciencias Exactas y
Naturales y Agrimensura de la Universidad Nacional del Nordeste y
Centro de Ecología Aplicada del Litoral, Consejo Nacional de
Investigaciones Científicas y Técnicas de Corrientes. Estas plantas
fósiles que se encuentran en distintos lugares en el interior del
departamento Río Hondo, son especies que tienen los troncos bien
preservados y los tejidos vegetales, lo que permitió, que se los
pueda examinar, con un tratamiento adecuado. Esto permite saber qué
tipo de troncos y de árboles eran, en qué ambiente vivían, como eran
los bosques, desiertos o montes, el clima y qué otras plantas
existían en esos años.
Rizolitos.
Klappa, 1980.
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Rizolitos (molde vegetales)
del Plioceno de Miramar. Colección Museo de Ciencias
Naturales de Miramar. |
Rama mandibular de un
camélido gigante (Pleistoceno) con rizolitos sobre las
mismas. Colección Museo de Miramar. |
Paleobotánica.
El termino rizolito describe
aquella roca cuyos razgos estructurales, texturales y origen son el
resultado total o mayoritariamente de la actividad de una antigua
planta. Estas trazas de raíces son de variable morfología y
concentraciónes. Los rizolitos son estructuras de bioturbación
diagnósticas de diagénesis meteórica y exposición subaérea,
características de ambientes continentales. Es menos habitual el
hallazgo de restos fósiles de vegetales, ya que las plantas están
conformadas principalmente por celulosa, sustancia que se descompone
fácilmente en condiciones normales. Los moldes se forman durante la
vida de la planta cuando las bacterias y otros organismos del suelo
acumulan minerales sobre las paredes de la raíz, como producto de su
actividad metabólica. Al morir el vegetal y desintegrarse sus partes
orgánicas, estas paredes revestidas de minerales se rellenan de
sedimento preservando la forma que tuvo la raíz de la planta
originalmente. Los rizolitos también pueden estar asociados a otras
formaciones radiculares intrasedimentarias, como rizotubulos y
rizoconcreciones lo que evidencian una intensa pedogenesis. En
varios yacimientos fosilíferos de Miramar y de Centinela del Mar, se
han realizado centenares de registros de estas evidencias de origen
botánico, tanto del Plioceno como del Pleistoceno.
Procornitermes.
Emerson, 1949.
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Detalles en
restos de un Toxodontidae con marcas realizadas por
termitas. Museo Paleontológico de San Pedro. |
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Nido de
Termitas fósiles del Plioceno de la ciudad de Miramar. Foto
del Museo Municipal Punta Hermengo. |
Insecto, Isoptero.
Es un género de
termitas perteneciente a la familia Termitidae. Son un grupo de
insectos sociales que construyen nidos (termiteros). Las termitas se
alimentan de la celulosa contenida en la madera y sus derivados, la
que degradan gracias a la acción de los protozoos de su sistema
digestivo, con los que viven en simbiosis. La mayor parte de las
termitas son de climas tropicales o subtropicales, pero unas pocas
viven en climas templados. Actualmente, la familia Termitidae, de la
que forman parte estos voraces insectos, se ha retirado de la
provincia de Buenos Aires, ocupando zonas por encima del paralelo
32, donde predominan condiciones de clima subtropical. Sólo existe
una pequeña población en las sierras de Tandil y otra en península
Valdez, Chubut, que podrían ser grupos relictuales de épocas
pasadas. La desaparición de las termitas en la provincia de Buenos
Aires se produjo en algún momento durante la Edad Lujanense (8.500 a
128.000 años). A fines del Plioceno en la edad chapadmalalense de la
costa atlántica argentina, más precisamente en Miramar, se han
hallado nidos fósiles de termitas y de hormigas. Los géneros
representados son Procornitermes y Acromyrmex (Acromyrmex), los
cuales en la actualidad se registran en zonas abiertas, con
humedad y áreas no inundables y clima templado. Para el Uquiense se
registra el género Termes. En el año 2016, el Museo
Paleontológico “Fray Manuel de Torres” de San Pedro dio a conocer
restos fósiles de un toxodontidae (del Pleistoceno) con marcas de
forma “estrelladas” atribuidas la actividad alimenticia de termitas.
Coprinisphaera. Sauer, 1955
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Nido de escarabajo con
molde de la larva. Plioceno de Miramar. Museo de Ciencias
Naturales de Miramar. |
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Nido de escarabajo con
larvas. Ilustrativo. (*). |
Insecto.
Las ichnoespecies conocidas de Coprinisphaera se
han relacionado generalmente con escarabajos peloteros de hábitos
necrófagos que viven en ambientes dominados por pastizales habitados
por grandes herbívoros, que proporcionan el estiércol para construir
bolas de cría. En el Plioceno y Pleistoceno bonaerense se han
recuperados evidencia de la existencia de estos, por el hallazgo de
nidos fósiles en los sedimentos fosilíferos. Muy rara vez, son
divisados por los especialistas, por su característica forma
“circular”. En el año 2014, el personal del Museo Punta Hermengo de
la ciudad de Miramar, recupero en sedimentos del Plioceno tardío, un
nido, el cual, contenía el molde de la larva de un escarabajo. Los
coleópteros presentan una enorme diversidad morfológica y ocupan
virtualmente cualquier hábitat, incluidos los de agua dulce, aunque
su presencia en ambientes marinos es mínima. Los coleópteros son
insectos holometábolos o endopterigotos, ya que sufren una
metamorfosis completa con estados de larva, pupa e imago (adulto)
bien diferenciados. La larva normalmente sufre muchas mudas. Otros
icnofosiles semejantes fueron registrados en la zona de Las Grutas,
Pleistoceno superior de la ciudad de Necochea. Estudios muy
interesantes se vienen llevando a cabo en el Museo Argentino de
Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia de Buenos Aires, sobre estos
icnofosiles, cuyas evidencias más antiguas corresponden al
Cretácico. Otros icnoespecies conocidas; Coprinisphaera
akatanka, Coprinisphaera kraglievichi y Coprinisphaera tonni.
Otros Vertebrados del Plioceno Argentino:
Sparassocynus, Pseudohalmarhipus, Nuñezia, Dankomys, Cholomys,
Proctenomys, Eucoelophorus, Pseudoplataeomys, Pithanotomys, Abrocama,
Neoepiblema, Dabbenea, Eumegamys, Isomyopotamus, Neoreomys,
Cardiomys, Caviodon, Brachytherium, Ocnerotherium,
Xotodon,
Xyophorus, y
Nonotherium.
(*) Imagen de autor u origen desconocido.
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