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Paleolocos y algo más:

Algunas preguntas y otras respuestas sobre dinosaurios.

Santiago G. de la Vega y Sebastián Apesteguía. publicado previamente en la Revista Aire y Sol en sus números de Noviembre y Diciembre de 1999 y Enero y Febrero de 2000. Imágenes ilustrativas del archivo d nuestro sitio. Autores de las imágenes reconocidos en la PaleoGuia.

La sorprendente riqueza paleontológica de nuestro país, sumada a la difusión de los notables hallazgos que se suceden, está alimentando el creciente "hobby" de las salidas al campo para participar en las exploraciones. Sin embargo, debe destacarse que el "hobby" debe limitarse a la búsqueda, ya que la extracción sólo puede ser llevada a cabo por profesionales.

En estrecha colaboración con los paleontólogos de diversas regiones, buen número de personas cada vez mas disfruta de la a veces agobiante tarea de buscar fósiles. Tal vez lleguen al final del día casi muertos de cansancio, pero no les faltará una sonrisa. El Dr. Bonaparte, impulsor de la paleontología de dinosaurios en la Argentina, suele llamarlos los "Paleolocos".

La felizmente definitiva y estricta prohibición de vender fósiles ha logrado disminuir el riesgo de predación y los problemas de las mezquindades que se han dado en algunos lugares del mundo donde la comercialización entra en juego.

La ley Nacional Nº 9080 establece que los fósiles son parte de nuestra riqueza, y aún más, son Patrimonio Natural de la Humanidad. Es decir, nos pertenecen a todos pero nadie puede poseerlos como bien personal, ni lucrar con ellos.

Nuestros principales yacimientos con sus museos, visitas y exposiciones

Nuestro país posee importantísimos yacimientos fosilíferos. Muchos de ellos corresponden a depósitos de la Era Paleozoica, muy anteriores a los dinosaurios. Allí pueden hallarse restos de organismos que vivieron en áreas antes cubiertas por mar, tal como bivalvos, trilobites o antiguos peces.

Pero además, muchos de nuestros yacimientos corresponden a la época de los dinosaurios. En algunos de ellos, como los del Jurásico de Neuquén y el sur de Mendoza, los paleontólogos también han hallado y estudiado una gran variedad de organismos marinos como los amonites (parientes de pulpos y calamares), y varios reptiles marinos como tortugas acuáticas, ictiosaurios (grandes reptiles con aspecto de delfín), plesiosaurios (de largos cuellos y poderosas aletas) y de vez en cuando algún pterosaurio o reptil volador, que habitaba las zonas costeras y terminó muriendo en el mar.

 Ya sobre el continente, dejaron sus restos y señales de paso a lo largo de nuestro país los sorprendentes dinosaurios, grupo que comenzó a dominar los ambientes terrestres a partir de fines del Período Triásico. En diversas regiones, la naturaleza contribuyó a preservarlos en depósitos sedimentarios.

 - El Triásico (240 a 205 millones de años)

Destacados yacimientos con restos de dinosaurios del Período Triásico han sido localizados en sedimentos de la formación Ischigualasto, prov. de San Juan. De allí provienen primitivos terópodos como Eoraptor y Herrerasaurus, así como el ornistiquio Pisanosaurus, el más antiguo representante de dicho grupo a nivel mundial. Estos yacimientos pueden visitarse en el Parque Provincial Ischigualasto, conocido popularmente como "El Valle de la Luna". Hay un adecuado centro de interpretación y visitas guiadas.

Otro rico yacimiento que involucra sedimentos posteriores a Ischigualasto, es de la formación Los Colorados, aflorante en la provincia de La Rioja. De allí provienen dinosaurios prosaurópodos como Coloradisaurus y Riojasaurus. Sus restos pueden observarse en las exhibiciones del museo del Instituto Miguel Lillo de Tucumán y de la Universidad de La Rioja. También de dichos sedimentos proviene un impresionante dinosaurio carnívoro con crestas en la cabeza, hallado por los paleontólogos Rougier y Reuil, y que se encuentra actualmente en estudio.

Estos afloramientos se hallan en el área del hoy Parque Nacional Talampaya, lugar de impactante belleza natural, con un Cañón de altos paredones de areniscas rojizas que puede ser recorrido con la compañía de los guías.

Mucho más al sur, en la provincia de Santa Cruz, han aparecido prosaurópodos como el formidable nido de Mussaurus conteniendo varios "pichones". Estos animales vivían en un ambiente de frondosos bosques que hoy, petrificados, pueden ser visitados en el Monumento Natural Nacional de los Bosques Petrificados.

- El Jurásico (205 a 138 millones de años)

Mucho más escaso en nuestro país, el Jurásico se ha revelado en la provincia de Chubut, dando los espectaculares restos del gran saurópodo Patagosaurus, del cual se hallo una familia entera, y el carnívoro Piatnitzkysaurus, cuyos esqueletos se exhiben en el Museo Argentino de Ciencias Naturales "B. Rivadavia" de Buenos Aires y en el Museo Paleontológico Egidio Feruglio, de Trelew.

En otros lugares, como en Santa Cruz, los dinosaurios jurásicos nos han dejado solamente huellas, como las del sorprendente carnívoro Sarmientichnus. Al caminar apoyaba solo dos de los dedos de sus patas, a diferencia de los tres de las patas de los terópodos. Tal vez sea indicio de que llevaba el otro dedo en alto, con una poderosa garra a la manera de los "raptores".

Ninguno de estos yacimientos jurásicos ha sido aún preparado para las visitas del público. Pero es posible que pronto lo sea, al menos en cuanto al yacimiento chubutense, bajo la iniciativa del museo E. Feruglio. Dicho museo ofrece actualmente salidas al terreno para visitar el Parque Paleontológico mioceno Bryn Gwinn, en el cercano valle del río Chubut.

- El Cretácico (138 a 63 millones de años)

 El período mejor representado en nuestro país es el Cretácico. Poseemos importantes yacimientos para la parte inferior (aproximadamente entre unos 130 a 100 millones de años atrás) en la provincia de Neuquén, como los que han brindado los restos de los formidables saurópodos espinosos Amargasaurus y Agustinia y el minúsculo carnívoro Ligabueino.

En las cercanías de El Chocón y hacia los últimos momentos del Cretácico temprano, comenzaba a esbozarse el inicio de una época de verdaderos gigantes, como se verá reflejado en el colosal carnívoro Giganotosaurus, en exhibición en el museo de El Chocón. También saurópodos variados como el titanosaurio primitivo Andesaurus y el diplodocoide Rebbachisaurus, cuyos restos originales pueden ser contemplados en el museo de la Universidad Nacional del Comahue, en la ciudad de Neuquén.

Sin embargo, ninguna etapa de la historia de los dinosaurios se halla tan bien representada en nuestro país como el Cretácico tardío.

Afloramientos correspondientes a sedimentos depositados en esa época pueden ser hallados al sur de Salta, de donde proviene el titanosaurio Saltasaurus, el carnívoro Noasaurus y restos de aves primitivas. Los hallazgos del primero se hallan en las colecciones del instituto Miguel Lillo, de Tucumán, aunque no en exhibición.

En la provincia de Neuquén muchos han sido los dinosaurios hallados en afloramientos del Cretácico tardío. Destacan el "raptor" gigante Megaraptor, Unenlagia -cercanamente emparentado a las aves-, el sorprendente Patagonykus, de brazos fuertes y cortos armados solo con una gran uña, y el inesperado "raptor araucano" (ver tapa) cuyos familiares más cercanos conocidos son de América del Norte y Asia.

Copias de sus restos pueden ser observadas en un nuevo panel especial en la exhibición del Museo Argentino de Ciencias naturales "Bernardino Rivadavia" de Buenos Aires.

También de Neuquén provienen los pequeños y gráciles dinosaurios carnívoros Alvarezsaurus y Velocisaurus, en exhibición en el Museo de la Universidad Nacional del Comahue, ciudad de Neuquén; así como los gigantescos saurópodos Antarctosaurus y Argentinosaurus, que se encuentran entre los dinosaurios más grandes del mundo. Los restos de este último se hallan en exposición en el Museo Carmen Funes, de la ciudad de Plaza Huincul. El yacimiento de donde provienen es tan cercano a la ciudad que si bien aún no hay visitas organizadas, es probable que pronto se ofrezcan.

La provincia de Río Negro merece una consideración aparte. Desde principios de siglo sus yacimientos han llamado la atención de los paleontólogos, en especial en la zona de Cinco Saltos. Allí se hallaron varios tipos de saurópodos titanosaurios como Pellegrinisaurus, Neuquensaurus, y un posible Saltasaurus. De sus sedimentos proviene también el enorme carnívoro Abelisaurus, con un cráneo de casi un metro de longitud, exhibido en el museo de Cippoletti, y los pequeños y gráciles ornitópodos Gasparinisaura.

De la margen sur de los ríos Limay y Negro, una de las zonas menos exploradas pero con una importante riqueza paleontológica, provienen varios hadrosaurios o dinosaurios de pico de pato como Kritosaurus, cuyos esqueletos pueden observarse en museos como el de Cippolleti, el de Ingeniero Jacobaci, el de Buenos Aires y el de Trelew. Pero además algunos sorprendentes dinosaurios como el titanosaurio Aelosaurus y un saurópodo recientemente descubierto en el que cada vértebra del cuello mide más de un metro de longitud !

Del campo al laboratorio. Lo que se puede y lo que no se puede hacer.

La correcta extracción de un fósil del campo, implica necesariamente que uno "se pierda" de saber concretamente que se ha sacado, y la ansiedad de la espera podrá ser grande. Pero es bueno que la propia matriz de sedimentos que protegió a los huesos durante tantos millones de años, los proteja también en el traslado al laboratorio, por lo que debe extraerse entero el bloque de roca que contiene a los huesos.

La apertura de los bochones de yeso con que se recubre a los huesos en el terreno y su preparación ya en lugar adecuado, son procesos que, si bien largos, puntillosos, y a veces tediosos, resultan definitivamente fascinantes. Allí es donde suelen darse también muchas de las grandes sorpresas.

Y no sólo con lo que llega de campañas recientes. Tal vez también hurgando entre las muestras del museo que quedaron sin un análisis exhaustivo, o que, por algún otro descubrimiento, viene al caso reexaminar.

Extinciones masivas: Dinosaurios y muchos más. Las Cinco Grandes y se viene la siguiente

El origen de la vida en el planeta se dio hace alrededor de 3.500 millones de años, y se estima que desde entonces el 99 % de las especies se han extinguido naturalmente.

El ritmo de extinción puede ser variable según el grupo vegetal o animal de que se trate, o el medio en que habite. En el agua por ejemplo, las condiciones son más estables y las extinciones en general resultan más lentas que en ambientes terrestres.

Pero además, han ocurrido grandes extinciones masivas como consecuencia de importantes y rápidas modificaciones en las condiciones ambientales. Por la abundancia y amplia distribución de la fauna invertebrada, son sus cambios los que más información han brindado. Se piensa hoy que fueron cinco las extinciones masivas en la historia de la vida.

Alrededor de 440 millones de años atrás, el 75 % de las especies animales se habría extinguido y hace 370 millones de años, un porcentaje similar. Pero fue hace 250 millones que ocurrió la extinción masiva de mayores proporciones. Más del 90 % de las especies de la fauna marina de invertebrados desapareció en aquellos tiempos. 210 millones de años atrás ocurrió la cuarta extinción.

La más conocida por todos es la que involucró hace 65 millones de años, entre otros, a los Dinosaurios.

Con excepción del yacimiento cámbrico canadiense de Burguess Shale, donde se aprecia que hace 500 millones de años existían más phyla (o planes estructurales animales) de los que hay hoy, el registro fósil parece mostrarnos una tendencia hacia el incremento de la biodiversidad. No obstante, esto podría también deberse a que mientras más nos alejamos de nuestros días, menor es la probabilidad de que un fósil se preserve. Hoy se conocen alrededor de 1.500.000 de especies, aunque se estima que habría entre 20 y 30 millones, la mayoría invertebrados.

Entre los vertebrados, hay cerca de 43.000 especies conocidas. Dominan los peces, con más de 22.000 especies. Los anfibios rondan las 3.000 especies, los reptiles suman alrededor de 6.300 más los 9.100 de las aves, y los mamíferos alrededor de 4.200 especies.

Los dinosaurios fósiles conocidos en el mundo hasta ahora superan las 500 especies y dado que su ritmo de hallazgo se ha incrementado notablemente, no se tardará en llegar a las 1.000, pues podría decirse que casi nada sabemos aún sobre ellos y falta muchísimo por descubrir.

En los años que corren, y en buena medida por causa de nuestras actividades, hay científicos que consideran que estamos iniciando la sexta extinción masiva.

Grandes interrogantes e incógnitas acerca de los dinosaurios en la Argentina.

¿Son los dinosaurios argentinos más grandes que en otros lugares?

 El tamaño de los dinosaurios es sin duda su rasgo más llamativo. Sin embargo, es bien sabido que no todos eran colosales. Simplemente, los había de todos los tamaños posibles para un vertebrado.

Acercándonos a la parte media del Cretácico, nuestro país conoció una época donde el gigantismo descomunal parecía ser la regla más que la excepción. Para los sensacionalistas, fue todo un hito poder gritar que poseíamos el saurópodo más corpulento (si bien no el más largo) y un mega-terópodo capaz de competir de igual a igual, y aún de ser algo mayor que los mayores tiranosaurios del Hemisferio Norte.

Dicho sea de paso es interesante aclarar que la determinación de la longitud máxima de los dinosaurios tiene cierto margen de error, aún si se cuenta con el material óseo necesario. Pero estimar el peso es más difícil, y prueba de ello es que los resultados pueden diferir según el método empleado.

 Volviendo al tema, lo que llama realmente la atención, y es seguramente relevante, es el hecho de que nuestra "época de gigantes" se dio en un momento particular del Mesozoico argentino, lo que lleva inevitablemente a buscar un porque.

¿Por qué crecieron tanto?

 Este misterio ha intentado ser explicado de muchos modos, sea argumentando sus largos períodos de vida o postulando la existencia de una época de superabundancia de alimentos.

Entre los herbívoros, los saurópodos fueron los más grandes entre los grandes. Alcanzaron una gran diversidad en el mundo hace 150 millones de años y se hallaron en casi todos los continentes, excepto Antártida. Hacia el Cretácico, comenzaron a extinguirse en todo el mundo, salvo en nuestra Gondwana. ¿Por qué sobrevivieron aquí?. Se ha sugerido que el gigantismo debe haber sido parte de la fórmula para su éxito. A mayor tamaño tendrían mayor capacidad de almacenar reservas, por ejemplo en sus largos cuellos y colas. Resistirían más en períodos de escasez, o podrían desplazarse lejos en caso de necesidad de nuevas fuentes de comida.

En cuanto a los carnívoros, el gran tamaño de los predadores terrestres en general puede tener mucho que ver con sus presas. Las dimensiones óptimas para un predador estarían en parte determinadas por la interacción tanto de la abundancia de presas de diferente tamaño como de la energía relativa que puedan extraer de ellas. Si ser más grande permite cazar presas más grandes, y esto resulta más eficiente, la selección natural puede dirigir los procesos evolutivos en esa dirección.

El reptil viviente más grande del mundo es el dragón de Komodo. En sus orígenes como especie, existían en la isla donde habita dos especies de elefantes pequeños, ya extinguidas. Actualmente come ciervos y jabalíes (introducidos) pero puede atrapar presas aún más grandes. Durante el Pleistoceno, existió en Australia un lagarto aún mucho mayor. Alcanzaba 6 metros de largo y 2000 kg de peso! No era un dinosaurio, ni un cocodrilo. Era un lagarto gigante.

 Como sea, ninguna de las propuestas presentadas hasta ahora parece ser muy convincente. Si se sabe con certeza que llegaban a sus impresionantes tamaños a los pocos años de vida.

¿Han aparecido ya los máximos tamaños de los dinosaurios?

 Tras tantos terópodos y saurópodos descomunales, no deja de llamar la atención el hecho de que tanto nuestro Giganotosaurus como Tyrannosaurus o el africano Carcharodontosaurus tienen, a grandes rasgos, tamaños similares. Cabe entonces preguntarnos, ¿Hemos llegado finalmente al límite? ¿Podía un terópodo llegar a 20 los metros, o un saurópodo superar los 50 metros o las 100 toneladas? Realmente no lo sabemos, pero el hecho de que los tamaños máximos comiencen a ser repetitivos nos hace sospechar la presencia de algún límite natural para los vertebrados terrestres.

 Algo semejante y comparable sucede con los dinosaurios vivientes, las aves. Entre las voladoras más grandes del mundo hay pelícanos, gansos, el cóndor, águilas y albatros. Todas alcanzan un rango de entre 13 y 15 kg de peso y entre 3 y 3,5 m de envergadura de alas. Limitaciones físicas como la energía que pueden generar los músculos de vuelo impedirían superar dichos pesos y dimensiones. Aunque por registros fósiles descubiertos en la Argentina, el Argentavis magnificens, con 7 m de envergadura de alas, sería el ave voladora más grande hasta ahora conocida que existió en el planeta.

¿Cómo lograba iniciar y mantener el vuelo? Buena pregunta.

¿Por qué los saurópodos siguieron siendo importantes aquí tras haberse extinguido en el resto del mundo?

 Al culminar el Jurásico, período caracterizado en todo el mundo por la gran abundancia de los saurópodos, los países del Hemisferio Norte vieron surgir entre los herbívoros al nuevo dominio de los ornistiquios. Entre estos se cuentan los dinosaurios pico de pato, los iguanodóntidos, los ceratopsios y varios más, que se convirtieron en los herbívoros dominantes.

Sin embargo, en la Argentina y el resto de los territorios que conformaban a Gondwana, los saurópodos siguieron siendo mayoría aún hasta fines del Cretácico, a pesar de que, como hoy se sabe, los ornistiquios eran también importantes en estas regiones. Se desconocen aún los mecanismos ecológicos que regularon esos reemplazos faunísticos.

¿Fue para los dinosaurios importante la separación de los antiguos continentes de Laurasia y Gondwana?

 Hoy en día nadie duda de la deriva continental. Básicamente, los continentes se sitúan sobre placas y se desplazan unos pocos centímetros anuales alejándose o aproximándose entre sí.

Durante la era Mesozoica, el gran continente original, Pangea, se fragmentó en Laurasia (en el Hemisferio Norte) y Gondwana (en el Hemisferio Sur). Esta última estaba integrada por lo que hoy es América del Sur, Africa, Madagascar, La India, Antártida, Australia, Nueva Zelanda, y varias otras regiones más pequeñas que hoy se han fusionado y mezclado con Europa y Asia. Luego, nuestra misma Gondwana continuo fragmentándose en una región oriental y otra occidental.

En 1986, Bonaparte postuló que las diferencias entre la mayor parte de los dinosaurios que aparecían en el Hemisferio Norte y los del Sur, se debía a que la separación de los antiguos supercontinentes Laurasia y Gondwana habría posibilitado una evolución independiente en cada lugar. A partir de esta idea, se han identificado varios grupos que parecían responder con claridad a esa separación continental, como los terópodos abelisaurios y los saurópodos titanosaurios. Sin embargo, una de las grandes incógnitas paleontológicas es la aparición de grupos inesperados, que no tendrían teóricamente como haber llegado allí. A pesar de ello, suele suceder, ... y como !

El hallazgo de titanosaurios en otros lugares del mundo, así como el hallazgo de "raptores" en Neuquén, hace pensar que realmente conocemos aún muy poco acerca de la dinámica y las alternativas migratorias que fueron posibles en aquellos tiempos.

 Las convergencias evolutivas podrían dar respuestas en algunos casos. Es decir, cuando grupos no emparentados evolucionaron en morfologías similares ante las presiones del medio ambiente. Un ejemplo actual se da entre los buitres o jotes del nuevo Mundo y los del Viejo Mundo. Son muy similares en forma, sin embargo sus ancestros son totalmente diferentes. Las cigüeñas, de primera impresión diferentes, son parientes más cercanos de los jotes americanos y estudios de ADN dan más aval al parentesco. Con los dinosaurios, los científicos no cuentan aún con la posibilidad de dichos estudios.

 Pero las sorpresas son muchas. Por ejemplo, un importante acertijo al respecto es, ¿por qué la India tiene fósiles tan similares a los nuestros?

Es extraordinariamente llamativo que la India, para la que los datos geológicos parecen señalar una separación del resto de Gondwana bastante antigua, conservó hasta el final del Cretácico una fauna bastante similar a la nuestra, de titanosaurios y abelisaurios como nuestro Carnotaurus, cuyos familiares suelen hallarse también en India y Madagascar.

O, por otro lado, ¿cómo se explica la relación entre los dinosaurios de Mongolia y los de la Argentina?

Durante toda la década del 90, la parte más baja del Cretácico superior neuquino de las cercanías de Plaza Huincul ha revelado poseer entre sus formas fósiles varios dinosaurios carnívoros cuyas características físicas nos harían relacionarlos con otros del Cretácico de Mongolia. Ellos son los maniraptores Unenlagia y Megaraptor , el "raptor araucano", y el extraño Patagonykus.

 ¿Qué es lo que todas estas formas están indicando? ¿Acaso una conexión con Asia? ¿Tal vez algunos de esos grupos han surgido en realidad en nuestra región? ¿O sus ancestros se hallaban ya dispersos por todo el mundo antes de que los continentes se fragmentaran y alejaran entre sí? Es posible que nunca lo sepamos con certeza, pero al menos, el desafío es intentar explicarlo.

¿Se extinguieron los dinosaurios habitantes de estas tierras al mismo tiempo que los de otros lugares del mundo?

 Aparentemente a raíz de que no se ha hallado en el mundo ningún dinosaurio más moderno que el límite del Cretácico-Terciario (hace unos 65 millones de años), momento denominado K-T, es aceptado que se habrían extinguido en el Planeta a causa del mismo evento. En realidad la excepción son las aves, reconocidos dinosaurios vivientes.

Actualmente se considera con bastante firmeza la hipótesis de que los grandes cambios climáticos causados por el meteorito que cayó en Chicxulub, México, fueron la causa. En el año 1991 se descubrió el gran cráter de al menos 150 km de diámetro. Se piensa que los mecanismos de extinción que siguieron al impacto operaron por un período de menos de 100 años.

Consecuencias notables en el medio terrestre fueron muerte masiva de plantas, de los dinosaurios herbívoros, y también sus predadores, los dinosaurios carnívoros.

En aguas marinas, los estratos de valvas de algas microscópicas y de foraminíferos dan también claro indicio de haber sufrido una extinción masiva.

Posiblemente habrían sido afectadas por aumento en la acidez de las aguas y notable reducción de intensidad de luz, impactando en toda la trama alimentaria marina. Para ese entonces, con la separación de continentes, océanos como el Atlántico eran recientes.

Se habían diversificado los moluscos (dominando bivalvos y cefalópodos, entre estos últimos los amonites), equinoideos (grupo de los erizos, estrellas de mar, etc.), y corales, ya en aguas más templadas. Los peces también habían aumentado su diversidad y abundancia. La extinción masiva del fin del Cretácico golpeó fuertemente a varios de estos grupos de fauna marina.

 Resulto cuestión de tiempo para que la increíble diversidad de la vida inicie la colonización. La resistencia de cuerpos germinativos de grupos vegetales, como semillas y esporas, les habría permitido permanecer en latencia hasta nuevas condiciones favorables. Cocodrilos y tortugas también sobrevivieron, tal vez por ser más pequeños o tal vez por su bajo ritmo metabólico (ya que son "poiquilotermos" o de "sangre fría").

Los mamíferos de aquel entonces eran pequeños y muchos de ellos basaban su dieta en insectos, fuente de alimento muy diversa y abundante. Los mamíferos por ser pequeños tendrían poblaciones numerosas. Con la desaparición de los dinosaurios, tuvieron su gran oportunidad para diversificarse y colonizar nichos que habían quedado vacantes. Entre los dinosaurios, los únicos sobrevivientes son las aves. En la actualidad, alrededor del 60 % de las aves pertenece a un único Orden, el de los Passeriformes (zorzales, tordos, horneros, benteveos, etc.) Su gran diversificación habría explotado el nicho de los "pequeños voladores diurnos".

Más interrogantes...

 ¿Eran los dinosaurios animales de sangre caliente?

 Hay quienes han propuesto que los dinosaurios eran animales de sangre caliente (endotermia), al menos algunos grupos. El término no es del todo correcto, pero ejemplificador, y básicamente se refiere a la posibilidad de regular la temperatura corporal, como es el caso en aves y mamíferos. Se ha argumentado que huesos de dinosaurios son penetrados por numerosos canales por donde habría irrigación, estructura típica de endotermos. Aunque cocodrilos y tortugas, también pueden presentar una estructura de tal tipo. Y en algunos mamíferos la estructura de los huesos se parece más a la de los de sangre fría (ectotérmicos).

Otro argumento ha sido con relación a la mayor necesidad de alimento por parte de los endotermos para mantener su mayor tasa metabólica. Es decir, requieren más presas. En carnívoros, se han hecho comparaciones en la proporción numérica entre presas y predadores de especies fósiles con endotermos actuales. Los datos resultan semejantes. Pero los fósiles hasta ahora encontrados son sólo la punta del iceberg, así que dicha relación hoy conocida puede no ser representativa.

El tamaño del cerebro es otro punto en consideración. Los endotermos suelen poseer un tamaño mayor, y esto se da en algunos dinosaurios. Aunque otros como los grandes saurópodos, tienen una capacidad craneana pequeña, y tal vez no fueran endotérmicos. Además, con semejante tamaño, sus cuerpos no tendrían el tiempo suficiente para disipar calor y refrigerarse en caso de requerirlo.

¿Qué nos dicen las huellas de los dinosaurios?

 La interpretación de las huellas brinda valiosa información. Por ejemplo, sobre la base de las distancias que las separan y relacionándolas con huellas de organismos actuales comparables, es posible estimar velocidades de desplazamiento. Un inconveniente es que no siempre se tiene certeza de la especie a que corresponden.

Por otra parte, las huellas pueden dar pruebas de comportamiento gregario. En algunos casos, se llega a saber si los individuos más grandes del grupo iban adelante, si se movían en línea o con un frente. Entre las huellas encontradas aquí dominan las de herbívoros, seguramente por el simple hecho de que eran más abundantes. Huellas de terópodos, animales carnívoros, son menos frecuentes, aunque esta proporción no siempre se mantiene.

 ¿Tenían los dinosaurios cuidado parental?

 Todos los dinosaurios extinguidos conocidos ponían huevos. Tras la puesta, el cuidado parental antes de la eclosión tiene evidencias claras, como ser huevos orientados y acomodados de manera determinada. Recientemente se han hallado en el desierto de Gobi, Mongolia, varios terópodos Oviraptor que murieron, cubriendo con sus cuerpos a los huevos que empollaban, de la furia de una tormenta de arena. Pruebas del cuidado post parental son más difíciles de obtener, aunque el hallazgo de juveniles en zonas de nidadas dan indicios de su posibilidad.

¿Qué colores tendrían los dinosaurios?

 Por un lado, ya es difícil establecer que grado de agudeza visual tenían los dinosaurios. Si se sabe, por la estructura ósea, que algunas especies tendrían visión estereoscópica. Sería el caso de animales cazadores, ya que en general requieren un sentido de la vista que brinde información precisa para poder capturar a presas móviles.

Lo que nunca podríamos saber a partir de los huesos es de que color eran los dinosaurios. Aún cuando se hallan impresiones de la piel, están estampadas en la roca con el color del mineral que las compone, sin darnos el menor indicio de su coloración original.

Hay quienes piensan que tendrían colores apagados, como es el caso en la mayoría de grandes reptiles actuales. Por otra parte, otros sostienen que así como en las aves, sus únicos descendientes, la variedad de colores sería muy grande y podría haber actuado en la atracción de pareja, o para brindar mensajes de advertencia.

En definitiva, las interpretaciones del artista, influenciadas en mayor o menor grado por el investigador, son las que llegan a nuestros ojos.

¿Tenía Amargasaurus una vela sobre la espalda, o tenía otras cosas, como carne o grasa?

 Al hallar los restos de este saurópodo, lo primero que se pensó, es que habría portado una vela doble de función desconocida, tal vez para colaborar en su regulación térmica. Otra postura fue pensarlo con las agudas espinas al aire, desafiando imponentes a cualquier carnívoro que osara acercarse.

 Recientemente, se ha postulado que algunos de los dinosaurios espinosos podrían estar portando en sus espaldas gibas cargadas de elementos grasos que les permitieran tolerar los climas áridos.

 De todos modos, nada es concluyente aún en cuanto al "espinoso" caso del Amargasaurus.

¿Poseían plumas los dinosaurios?

Finalmente, esto ha dejado de ser un misterio. La respuesta es claramente afirmativa, los dinosaurios tenían y tienen plumas. El problema es saber que grupos las poseían. Se conoce que las tenían los terópodos y sabemos que han aparecido modificadas en los terizinosaurios asiáticos. Pero, ¿las poseían los ornistiquios ? ¿y los saurópodos? Podríamos a aventurarnos a decir que no, pero a la naturaleza puede realmente no importarle nuestra opinión, así que solo queda esperar y ver que nos depara el registro fósil en los próximos años.

¿Cuánto tiempo hace? Los problemas y la exactitud de las dataciones.

 Para decir cuanto hace que vivió tal o cual dinosaurio, debe seguirse un largo proceso. En primer lugar, el mérito esencial corresponde a los geólogos. Una titánica tarea ha sido emprendida por esos hombres, inicialmente "gringos" como Groeber, Bodenbender, Feruglio, Schiller, Wichmann, y tantos otros. Han recorrido nuestro país a principios de este siglo, analizando cada afloramiento rocoso, buscando indicios a veces minúsculos que pudieran dar una pista de la posible antigüedad de esas rocas.

Algunos, tal vez los más afortunados, terminaron sus días en su medio natural de trabajo, el agreste campo de nuestro país, al que habían aprendido a amar. Como denominador común, nos legaron extensas obras en las que se plasma el profundo conocimiento de lo nuestro. Sobre lo que ellos dejaron y sobre lo ampliado por los geólogos de hoy, es que los paleontólogos trabajan.

Muchas veces se les pregunta a los paleontólogos: ¿Cómo saben que esas rocas son cretácicas ? La respuesta más sincera y directa suele ser: porque lo dijo un geólogo. Sin embargo a la hora de establecer precisiones, debe recurrirse a datos lo más concretos posibles: las dataciones. Existen dos tipos básicos de dataciones: las relativas y las absolutas. Las primeras sólo nos pueden indicar si por ejemplo un estrato es más nuevo que otro por hallarse por encima. Así, con un dinosaurio que algunos metros por debajo tiene una capa datada en 120 millones de años y a sólo un metro por encima, una de 95 millones, no estaré muy errado si le calculo unos 100 millones de años. Pero, ¿cómo pueden ser datadas las capas con precisión?

Existe una técnica especial que se llama "Datación Radimétrica". Se basa en el principio de que algunos de los elementos químicos de los minerales poseen núcleos que se van descomponiendo mientras se transforman en nuevos minerales. Esta autodestrucción del átomo, que emite partículas que pueden ser captadas y medidas, se conoce como radioactividad. Un átomo radioactivo, como el uranio (que se transforma en plomo) o el potasio (que se transforma en argón), dependiendo de que elemento sea, puede tardar miles o millones de años en descomponerse, pero lo importante es que lo hace a un ritmo constante, sin depender de la temperatura, ni la presión, ni ninguna variable. Al hallar esos elementos y sabiendo la carga que debería haber tenido en sus orígenes, se puede calcular cuando empezó a desintegrase, es decir, de que época es la roca. No obstante, es un estudio complejo y caro, y si bien sus posibilidades de error son importantes, las técnicas actuales las han reducido lo suficiente como para que las dataciones sean confiables.

 Además de este método, pueden hacerse dataciones a partir del magnetismo de las rocas o mediante su contenido en microfósiles como los pequeños crustáceos llamados ostrácodos o los granos de polen esparcidos por las plantas de esa época.

En la práctica, es común que los paleontólogos recojan muestras del terreno (que pueden contener dichos microfósiles) o que busquen ansiosamente algún fino estrato claro que evidencie el depósito de ceniza volcánica procedente de alguna erupción de aquellos tiempos. Esto posibilita tener un dato preciso acerca del momento en que vivieron los animales hallados en esos sedimentos.

Líneas de investigación e investigadores del país relacionados a los dinosaurios.

 A partir de los trabajos pioneros que llevaron a cabo paleontólogos argentinos en el estudio de los dinosaurios y sus grupos contemporáneos, de a poco se abrieron diversas líneas de investigación en respuesta a las grandes incógnitas que su estudio iba planteando.

 Hoy en día esas líneas de investigación, abiertas por pioneros como José F. Bonaparte (MACN), se han expandido hacia casi todos los rumbos posibles. Básicamente, podrían definirse según los variados tipos de dinosaurios, pero muchas veces, el hallazgo fortuito de nuevos tipos de animales abre puertas insospechadas a las posibilidades de investigación. Las líneas principales de trabajo con dinosaurios son:

  • Origen de los dinosaurios y dinosaurios basales.

     

  • Dinosaurios ornistiquios, filogenia (parentesco) y problemas paleobiogeográficos (de distribución y migraciones).

     

  • Dinosaurios saurópodos del grupo de los "cetiosaurios", los diplodocoides y los titanosaurios, así como los ancestrales prosaurópodos. Dentro de estos temas, pueden estudiarse temas filogenéticos (de parentesco), de ontogenia (desarrollo), ecológicos (de su relación con el ambiente, gigantismo) y etológicos (de posible comportamiento y nidificación).

     

  • Dinosaurios terópodos del grupo de los abelisaurios, los carcharodontosaurios, el gigantismo, los problemas paleobiogeográficos (de distribución y migraciones), los maniraptores, y el origen de las aves.

Quién es quién y que hacen en la paleontología de nuestros dinosaurios

 La paleontología es una ciencia de "muchas ramas", hay paleontólogos que estudian las plantas fósiles, otros los minúsculos organismos que formaban parte del plancton de mares antiguos, otros estudian peces, mamíferos, anfibios, reptiles variados, y unos cuantos de ellos, a los que nos dedicamos en esta nota, estudian dinosaurios. Sin embargo, el estudio de dinosaurios ha proliferado seriamente en las últimas décadas, gracias al aporte de científicos pioneros, entre los que se destaca José F. Bonaparte.

Tras sentar las bases en el estudio de estos animales en nuestro país, actualmente trabaja en grupos de dinosaurios basales de Brasil y en los saurópodos espinosos del Cretácico Temprano de Neuquén.

Entre sus más directos discípulos formados en el MACN, podrían mencionarse a:

Fernando E. Novas, que continúa trabajando en el MACN tras haberse abierto paso en el estudio de los dinosaurios carnívoros argentinos y el origen de las aves. Ha incursionado también en el origen de los dinosaurios mismos, y realiza una importante tarea de divulgación científica.

Por otra parte, Luis M. Chiappe, dedicado a las aves del Cretácico argentino, no ha tardado en converger con Novas en la problemática del origen del grupo. Coinciden sin duda alguna, en que las aves son sencillamente dinosaurios que "aprendieron a volar". Se halla trabajando en Estados Unidos hace ya algunos años, aunque organiza frecuentemente campañas en el Cretácico argentino, lo que lo ha llevado al hallazgo de las grandes nidadas de saurópodos de Auca Mahuida.

 Guillermo W. Rougier, hoy en Estados Unidos, había iniciado su carrera muchos años atrás en el estudio de los hadrosaurios. Sin embargo el resto de su carrera ha sido dedicada a los mamíferos que convivían con los dinosaurios, para lo cual ha realizado numerosas campañas a las localidades triásicas de nuestro país, descubriendo allí nuevos materiales de grupos cercanos a los primeros mamíferos y sin quererlo, interesantes dinosaurios.

 Rodolfo Coria, se ha abierto camino en la ciudad de Plaza Huincul, Neuquén, con el estudio de los dinosaurios ornitópodos, saurópodos y actualmente también dinosaurios carnívoros, que fueron llegando a sus manos a través de su propia búsqueda y la de los entusiasmados lugareños.

 Algo más alejados ya de la directa influencia de Bonaparte, pero siempre en contacto con él en alguna etapa de su formación, se hallan, dispersos por todo el país:

 -En Tucumán, Jaime Powell, destacado especialista en saurópodos titanosaurios, que se ha dedicado también al estudio de huevos, la ontogenia de los prosaurópodos y a los hadrosaurios.

 - En La Rioja, Andrea Arcucci, que ha participado activamente en el debate acerca del origen de los dinosaurios, y se halla actualmente estudiando el sorprendente carnívoro de cráneo crestado de la Formación Los Colorados.

 - En San Juan, William Sill, que si bien se ha dedicado más a otros grupos que convivían con los dinosaurios, como los rincosaurios, ha sido participe del hallazgo de varios ejemplares de los terópodos del Valle de la Luna.

 - Oscar Alcober, dedicado más a otros grupos que convivían con los dinosaurios, como los rauisúquidos, participó también de algunos hallazgos como el del Jachalsaurus.

 - Ricardo Martínez, ha sido partícipe de hallazgos importantes como el del Eoraptor y el Jachalsaurus. No obstante, se dedica al estudio de otros grupos que convivieron parcialmente con los dinosaurios, como los terápsidos.

 - En Mendoza, Bernardo González Riga, geólogo y paleoartista, se halla estudiando saurópodos titanosaurios y aspectos geológicos de las formaciones rocosas del Cretácico.

 - En Buenos Aires, Sebastián Apesteguía, estudia la evolución de los titanosaurios, aspectos de su ecología y los pequeños lagartos que convivían con los grandes dinosaurios.

- Andrea Cambiaso, también en Buenos Aires, se halla trabajando en la filogenia de los dinosaurios ornistisquios, en especial los recientemente hallados en la Antártida.

 - En Neuquén, Jorge O. Calvo, cuyo campo de trabajo se inició en la icnología de las sorprendentes huellas de Picún Leufú, ha dedicado luego su atención a los saurópodos titanosaurios.

 - Adan Tauber, inicialmente dedicado a un completísimo estudio de la edad santacrucense, se halla hoy trabajando con la abundante fauna de El Chocón.

 -Leonardo Salgado, en Río Negro, iniciado especialmente en el estudio de los saurópodos, en especial los titanosaurios, ha abordado variados aspectos teóricos de la investigación científica.

 - Rodolfo Casamiquela, hoy en Chubut, pionero en la icnología y en el estudio de los ornitisquios argentinos, se ha dedicado posteriormente al estudio de las culturas aborígenes de la Patagonia.

 -Rubén Martínez, desde Comodoro Rivadavia, ha llevado a cabo notables hallazgos de varios tipos de dinosaurios, en especial en los sedimentos de la Formación Bajo Barreal.

 -Olga Giménez, en Chubut, ha realizado aportes al conocimiento de los dinosaurios saurópodos, tanto del Jurásico como del Cretácico.

 -Thomas H. Rich, paleontólogo australiano, se halla estudiando varios de los dinosaurios colectados en las campañas del museo de Trelew.

 -Silvina De Valais, se halla estudiando dinosaurios carnívoros en el museo de Trelew.

 

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