Tomado de: Magnussen Saffer,
Mariano (2009). Origen
de la Vida: En busca de nuestro propio Origen. Paleo, Boletín
Paleontológico. Año 7. 41: 31-39.
marianomagnussen@yahoo.com.ar
Aquí mostraremos en
forma de introducción algunas ideas, discusiones y teorías sobre
el origen de la vida. Te aconsejamos visitar en nuestra pagina las
sección "mas información", donde encontraras datos muy
interesantes sobre el origen de la vida y la evolución biológica
en la Tierra.
El origen de la
vida
No siempre existió la vida sobre la Tierra. El tremendo calor de
los primeros tiempos destruía todo posible germen vital. Cuando se
formó la corteza terrestre y la temperatura descendió por debajo
de los 1 000° C las nubes de vapor de agua pudieron descargarse y
comenzó la circulación del agua sobre la Tierra; fue entonces
cuando se hizo posible la vida.
Lo comprueban
los fósiles hallados, es decir, los restos de animales y
vegetales petrificados, o los rastros o improntas dejados
por esos organismos en diversos terrenos geológicos
antiguos.
Dado que a lo largo de los siglos la flora y la fauna cambian de carácter,
se han podido establecer fósiles de la misma especie y edad para señalar
la sucesión de las capas geológicas. Este hecho sirve a la
Paleontología para estudiar la historia de los organismos vivos,
que se remonta hasta las primeras edades geológicas en las que
comenzara a circular el agua.
Desconocemos el aspecto de los primeros seres. Tres quintas partes
de los terrenos están cubiertas de agua y es imposible buscar fósiles
que permanecen aún ocultos en el fondo de los mares.
Las primeras huellas parecen haber sido borradas por la transformación
de las capas más antiguas en granito y en gneiss. Un hecho es
cierto: la vida sobre la Tierra, con los primeros seres que la
poblaron, solamente pudo aparecer después de¡ comienzo de la
circulación de las aguas.
De dónde
procede la vida de nuestro planeta.
¿Es posible creer en la existencia de gérmenes de vida en el
espacio bajo la forma de cosmozoos o biogenes que desde allí hayan
llegado a la Tierra?
La muy baja temperatura en el espacio 2730° C lo imposibilita,
aunque recientemente un grupo de científicos señalaron el origen
de la vida del planeta tierra a través de restos fósiles hallados
en un meteorito que probablemente es del planeta Martes. Los últimos
ensayos para conservar alimentos orgánicos a temperaturas similares
a la señalada, probaron que la sustancia coloidal es
definitivamente destruida sin reconstrucción posible. El mismo
calor provocado por la velocidad de cada meteoro en movimiento,
hubiera quemado los gérmenes vitales del espacio. La ausencia
completa de humedad y de oxígeno, imprescindibles para la vida en
el espacio cósmico, indica la imposibilidad de existencia de los soñados
cosmozoos.
Características de la evolución
orgánica
Por lo antedicho, la célula primera no pudo proceder por evolución
estrictamente material; pero, ¿el cuerpo humano pudo haber
evolucionado directamente de un cuerpo formalmente animal?
El dato principal nos lo proporciona la unidad de función y de
estructura, tanto en la escala micro como macroscópica vegetal y
animal; esta unidad de estructura sólo se explica por un origen común.
Los seres que a simple vista parecen muy diferentes están
conformados según planes y a expensas de compuestos iguales.
Allí, donde los caracteres morfológicos visibles son poco
notables, basta con recurrir a la Embriología (ciencia que estudia
el desarrollo del ser vivo desde, el huevo hasta la formación del
nuevo individuo).
La Embriología muestra los innegables lazos de parentesco que un
desarrollo demasiado especializado o que una metamorfosis hacen
desaparecer en el ser adulto; no sólo descubre una unidad de
desarrollo, sino también de organización. Desde el punto de vista
funcional cada fenómeno vital (digestión, movimiento, excreción,
etc.) parece ser la suma de una serie de fenómenos físicos y químicos
idénticos a los que podemos provocar en el laboratorio; sin embargo
no es así: estos fenómenos se desarrollan con una complejidad y
coordinación tan avanzada que no sería científico declarar que la
vida es el producto solamente de la suma de fenómenos físicos y químicos.
La Paleontología tiene un argumento más espectacular. El estudio
de los fósiles prueba cómo la fauna se sucede en el transcurso del
tiempo, respetando en su organización el ir de lo simple a lo
complejo.
De tiempo en tiempo se descubren nuevos restos fósiles; muchas
formas animales no se conocen por la dificultad de fosilizarse.
Recordamos que las épocas geológicas se subdividen en eras y
períodos, cuyo tiempo de duración está definido:
1- El Cuaternario se remonta a 500 000 años.
2- El Terciario se remonta a 70 000 000 años.
3- El Secundario se remonta a 190 000 000 años.
4- El Primario se remonta a 500 000 000 años.
A su vez, la era primaria se subdivide en seis períodos:
1- El Cámbrico, que se remonta a 500 millones
de años.
2- El Ordovícico, que se remonta a 390 millones de años.
3- El Siiúrico, que se remonta a 340 millones de años.
4- El Devónico, que se remonta a 310 millones de años.
5- El Carbonífero, que se remonta a 275 millones de años.
6- El Pérmico, que se remonta a 225 millones de años.
Los cordados
Teniendo en cuenta, en las eras geológicas
y sus correspondientes períodos, solamente los Cordados, vemos que:
en la era Primaria o Paleozoica,
- en el período Cámbrico no existen representantes de este phyium;
sólo quedan fósiles de Invertebrados;
- en el período Ordovícico se encuentran fósiles de los primeros
Vertebrados, representados por peces primitivos muy parecidos a las
lampreas de hoy;
- al período Devónico se le llama la edad de los Peces porque, según
sus restos fosilizados, son numerosos los peces óseos y
cartilaginosos;
- el período Carbonífero se caracteriza por el desarrollo de los
Anfibios; al finalizar aparecen vestigios de numerosos reptiles, los
que por su aspecto eran semejantes a una salamandra.
- el período Pérmico muestra fósiles de Reptiles;
· en la era Secundaria o mezozoica alcanzan su apogeo los Reptiles
(es la llamada edad de los Reptiles). Además, existen huellas que
demuestran la aparición de aves y mamíferos primitivos;
· en la era Terciaria cobran relieve los Mamíferos;
· la era Cuaternaria asiste al nacimiento del hombre.
Analizando estos, restos fósiles, muchos autores explican la
evolución. Pero este hecho debe poder demostrarse para aceptarlo, y
la demostración directa de la filiación de las especies es
imposible.
La evolución es, hasta el momento, una hipótesis razonable, que no
se puede rechazar sin sustituirla por otra similar. Es decir, un biólogo,
con los datos actuales, tiene que trabajar en el terreno de la
evolución o
buscar otra explicación.
Lo que actualmente conocemos del hombre fósil y de los llamados
prehumanos, prueba que en diferentes niveles geológicos del
Cuaternario hubo un gran número de representantes localizados en
lugares diferentes. Se buscan con afán restos de estos
representantes en un intento de reconstruir la evolución que
experimentaron, a fin de lograr establecer la cadena hombre.
Por
ejemplo, son célebres los restos hallados en Neanderthal (Alemania)
en 1856, parecidos al hombre de nuestros días, con orificios
nasales mayores, carentes de mentón, arcos superciliares
prominentes a modo de visera, bóveda craneana baja, frente hacia
atrás. El esqueleto era pesado, y los músculos aparecen con
inserciones extensas. Estos ejemplares alcanzaron 1,60 metro de
altura. Se llegaron a completar restos de 58 individuos.
En África del Sur, en 1924, se
encontraron e ' n una gruta, restos de un cráneo joven al que se
denominó Australopithecus africanos.
A estos restos fósiles siguen otros hallados en distintos lugares
del globo.
Los restos hallados en terrenos de¡ Paleolítico superior se
asemejan al hombre actual, aunque su cavidad craneana tiene menor
desarrollo, sus órbitas son grandes y hundidas y tienen un
prognatismo acentuado. El tipo más conocido es el Cro-Maqnon. Otros
se encontraron en las grutas de Grimaidi (catorce esqueletos),
Moravia (dieciocho esqueletos), Rhin (dos esqueletos).
El hombre de Wadjad se encontró fuera de Europa; se hallaron dos cráneos
a fines del siglo XIX en la isla de Java. Es de interés porque
indica la raza más primitiva que subsiste actualmente en la actual
raza australiana.
Ser persona es presentar un cuerpo y un alma consustancialmente
unidos. El cuerpo es lo orgánico y en él cabe la posibilidad de la
evolución. El alma, que es de naturaleza estrictamente espiritual y
por lo tanto intrínsecamente independiente de la materia, exige
para el hombre la inmediata intervención de Dios.
Además, debe quedar claro que, aun admitiendo la evolución física
de una rama animal en la formación de¡ cuerpo de¡ hombre, en el
momento crítico de la creación de¡ alma humana, no tenemos una
evolución continua e insensible, sino que exige una inmediata
intervención divina en el sentido creador y modificador de lo ya
creado.
Resultados finales
La ciencia no ha demostrado nada contrario a la narración histórica
bíblica.
La semejanza que pueda existir entre algunos vertebrados con el
hombre no afirma ni niega la evolución, ya que:
Que dos cosas sean semejantes no significa que una proceda de la
otra.
Que se den algunas semejanzas entre el hombre y el antropoide no da
derecho a omitir las desemejanzas.
Es necesario establecer la comparación hombre y antropoide desde
todos sus aspectos.
El criterio morfológico es el menos válido de todos frente al
concepto de persona y no debe prescindiese de los demás criterios
que hacen a la actividad vital de¡ organismo, que en el hombre es
lo fundamental.
Debe atenderse al criterio fisiológico (actividad biológica) y
psicológico (instintos y fenómenos de orden mental).
Las variedades en estos aspectos son tantas y tan valiosas que las
diferencias morfológicas son nulas.
Por otra parte, los descubrimientos paleontológicos sólo pueden
referirse a la morfología. Todo lo demás que se diga en torno de
ésta es hipótesis.
Los descubrimientos señalados, y otros, se exageraron en contra de
la filosofía antropológica, al aceptar las teorías evolucionistas
que, siendo estrictas, interpretan sus hallazgos y dan por probadas
sus tesis.
Debemos pensar al hombre como un ser material y un ser espiritual
(con inteligencia y voluntad), capaz de ser libre y ejercer su
libertad con responsabilidad y elevándose por sobre todas las cosas
terrenas hacia su vida sobrenatural.
Algunas teorías sobre la evolución
orgánica
Lamark (Juan Bautista Antonio Pedro de Monet, 1744-1829) recogió
las ideas de Buffon (Jorge Luis Lecierc, 1707-1788), quien aceptaba
la acción de¡ clima sobre los vegetales y los animales.
Lamark, en su Filosofía zoológica (1809), dice que todos los
vegetales y animales proceden por evolución de un antecesor común,
y que la evolución se hace yendo de los más simples a los más
complejos, pero que en esta línea puede intervenir el medio (por
las necesidades de los organismos) originando modificaciones.
Estas modificaciones obligaban a un animal a alterar sus hábitos
vitales y éstos provocarían el desarrollo (por uso) de ciertos órganos,
y la atrofia (por no uso) de otros y que estas modificaciones se
heredarían.
La teoría de Lamark se sintetiza en el principio de adaptación al
medio y herencia de caracteres adquiridos.
Jorge Cuvier (1769-1832) no aceptó la teoría lamarkiana y supo
combatirla con su teoría del fijismo de las especies.
Carlos Roberto Darwin (1809-1882), como resultado de sus
observaciones durante viajes científicos, aceptó las ideas de
Lamark, señalándoles como causa la selección natural y publicó
en 1858 una síntesis de su teoría en el "El origen de las
especies por medio de la selección natural".
Esta teoría es conocida como el darwinismo y se sintetiza en que
todos los seres vivos varían y sus variaciones pueden ser
hereditarias o no, pero los que poseen caracteres más eficaces para
la lucha por la existencia son los que cuentan con más
posibilidades para reproducirse. Este hecho, al cabo de
generaciones, es el responsable de que la especie sea totalmente
distinta a la de sus antecesores.
El darwinismo apoya la lucha por la existencia y la supervivencia de¡
más apto. La explicación de Darwin no era suficiente en cuanto a
la razón que producía las variaciones, lo que lo obligó a
introducir modificaciones en su teoría, surgiendo el
neodarwinismo.
Augusto Weismann (1834-1914), biólogo alemán neodarwinista,
diferenció por primera vez las células somáticas y las germinales
y dijo que sólo pueden ser 'heredadas las variaciones que interesan
a las células germinales.
Al iniciarse este siglo las investigaciones sobre herencia de
Mendel, de DeVries y de Morgan demuestran que las especies varían,
que se heredan y explican el cómo y el porqué.
La evolución orgánica debe ser interpretada como un proceso de
transformación, por las mutaciones ocurridas en el transcurso de
las eras geológicas y por acción de medio.
En el ciclo de vida de las diferentes especies actúan distintos
factores: de competencia por el alimento; por el refugio; de elección
sexual; de aislamiento por presencia de barreras naturales que
impide que las especies de un área se mezclen con las de otras,
haciendo que surjan entidades específicas distintas de las vecinas.
Los primeros indicios de
vida.
La Tierra se formó hace unos
4.600 millones de años. Cerca de 1.000 millones de años más tarde ya
albergaba seres vivos. Los restos fósiles más antiguos conocidos se
encontraron en rocas de hace 3.800 millones de años y demuestran la
presencia de bacterias, organismos rudimentarios procariotas y
unicelulares. Muy recientemente se han descubierto pruebas de vida
aún más antiguas en forma de indicios de actividad fotosintética con
una antigüedad de 3.850 millones de años; estas pruebas se han
obtenido mediante el análisis de restos de materia orgánica que no
se encontraban en forma de fósiles identificables.
La geología ha demostrado que las condiciones de vida en esa época
eran muy diferentes de las actuales. La actividad volcánica era
intensa y los gases liberados por las erupciones eran la fuente de
la atmósfera primitiva, compuesta sobre todo de vapor de agua,
dióxido de carbono (CO2), nitrógeno, amoníaco (NH3), sulfuro de
hidrógeno (H2S) y metano (CH4) y carente de oxígeno. Ninguno de los
organismos que actualmente vive en nuestra atmósfera hubiera podido
sobrevivir en esas circunstancias.
El enfriamiento paulatino determinó
la condensación del vapor y la formación de un océano primitivo que
recubría gran parte del planeta.
Las moléculas biológicas.
La primera teoría coherente que
explicaba el origen de la vida la propuso en 1924 el bioquímico ruso
Alexandr Oparin. Se basaba en el conocimiento de las condiciones
físico-químicas que reinaban en la Tierra hace 3.000 a 4.000
millones de años. Oparin postuló que, gracias a la energía aportada
primordialmente por la radiación ultravioleta procedente del Sol y a
las descargas eléctricas de las constantes tormentas, las pequeñas
moléculas de los gases atmosféricos (H2O, CH4, NH3) dieron lugar a
unas moléculas orgánicas llamadas prebióticas. Estas moléculas, cada
vez más complejas, eran aminoácidos (elementos constituyentes de las
proteínas) y ácidos nucleicos. Según Oparin, estas primeras
moléculas quedarían atrapadas en las charcas de aguas poco profundas
formadas en el litoral del océano primitivo. Al concentrarse,
continuaron evolucionando y diversificándose.
Esta hipótesis inspiró las experiencias realizadas a principios de
la década de 1950 por el estadounidense Stanley Miller, quien recreó
en un balón de vidrio la supuesta atmósfera terrestre de hace unos
4.000 millones de años (es decir, una mezcla de CH4, NH3, H, H2S y
vapor de agua). Sometió la mezcla a descargas eléctricas de 60.000 V
que simulaban tormentas. Después de apenas una semana, Miller
identificó en el balón varios compuestos orgánicos, en particular
diversos aminoácidos, urea, ácido acético, formol, ácido cianhídrico
(véase Cianuro de hidrógeno) y hasta azúcares, lípidos y alcoholes,
moléculas complejas similares a aquellas cuya existencia había
postulado Oparin.
Estas experiencias fueron retomadas por investigadores franceses que
demostraron en 1980 que el medio más favorable para la formación de
tales moléculas es una mezcla de metano, nitrógeno y vapor de agua.
Las primeras células.
Si se prescinde de los virus,
cuya situación es difícil de definir, todos los seres vivientes
están formados por células, cada una de ellas encerrada por una
membrana rica en unos lípidos especiales (fosfolípidos) que la aísla
del medio externo. Estas células contienen los ácidos nucleicos ADN
y ARN, que contienen la información genética y controlan la síntesis
de proteínas.
Pueden formarse membranas lipídicas en ausencia de vida. Esto ya lo
demostró Oparin, quien, en efecto, obtuvo en el curso de sus
experimentos unas pequeñas gotas ricas en moléculas biológicas y
separadas del medio acuoso por una membrana rudimentaria. Estas
‘gotitas’, a las que llamó coacervados, recuerdan a células
rudimentarias.
Otros investigadores han obtenido también estructuras
similares. La teoría de Oparin se vio reforzada por los
descubrimientos de un paleontólogo francés que identificó
estructuras de este tipo con una antigüedad de 3.000 millones de
años; se llaman cocoides, y se consideran antepasados de las
bacterias.
Más difícil es explicar la formación de las proteínas celulares. La
cuestión es la siguiente: ¿qué moléculas surgieron en primer lugar:
los ácidos nucleicos, indispensables para la síntesis de proteínas,
o las proteínas, cuya actividad enzimática es a su vez indispensable
para sintetizar aquéllas a partir de los ácidos nucleicos? El
descubrimiento de partículas de ARN capaces de almacenar la
información genética y de actuar como enzimas permite resolver el
dilema. En efecto, estas moléculas, llamadas ribozimas, son capaces
de transmitir la información necesaria para la síntesis de las
proteínas y, a su vez, despliegan una actividad enzimática que les
permite sintetizar proteínas.
Así, la primera forma de vida terrestre probablemente fue una célula
simple que encerraba un ácido nucleico similar al ARN dentro de una
membrana rudimentaria capaz de reproducirse por división.
La atmósfera y la diversificación de los
seres vivos.
Fuese cual fuese el lugar en
que surgió la vida, es seguro que los primeros seres vivos eran
bacterias anaerobias, es decir, capaces de vivir en ausencia de
oxígeno, pues este gas no se encontraba todavía en la atmósfera
primitiva. De inmediato comenzó la evolución y la aparición de
bacterias distintas, capaces de realizar la fotosíntesis. Esta nueva
función permitía a tales bacterias fijar el dióxido de carbono
abundante en la atmósfera y liberar oxígeno.
Pero éste no se quedaba
en la atmósfera, pues era absorbido por las rocas ricas en hierro.
Hace 2.000 millones de años, cuando se oxidó todo el hierro de las
rocas, el oxígeno pudo empezar a acumularse en la atmósfera.
Su concentración fue aumentando y el presente en las capas
altas de la atmósfera se transformó en ozono, el cual tiene
la propiedad de filtrar los rayos ultravioleta nocivos para
los seres vivos. A partir de ese momento se asiste a una
verdadera explosión de vida.
Los primeros organismos eucariotas aparecieron hace unos 1.800
millones de años y los primeros pluricelulares hace unos 670
millones de años. Algunas investigaciones recientes (agosto de 1999)
sugieren que las células eucariotas ya existían hace unos 2.700
millones de años; es decir casi mil millones de años antes. En
realidad, no se han encontrado células eucariotas de esa antigüedad
pero sí ciertas moléculas (esteroles) que sólo pueden ser producidas
por este tipo de células.
Cuando la capa de ozono alcanzó un espesor suficiente, los animales
y vegetales pudieron abandonar la protección que proporcionaba el
medio acuático y colonizar la tierra firme.
Evolución divergente.
Es cuando dos o más especies descendientes de antecesores comunes
son muy diferentes entre sí por adaptación a distintos medios
(tapir y caballo).
La evolución convergente es cuando
dos o más especies que descienden de antecesores diferentes se
parecen en muchos caracteres (manatí y ballena), también este
proceso es conocido como "convergencia adaptativa o evolución
paralela.
Evolución convergente,
evolución independiente de un mismo carácter o de caracteres
similares en dos o más especies que pertenecen a líneas evolutivas
independientes (por carácter no se entiende en este caso la
personalidad, sino cualquier atributo físico o de conducta de un
organismo). Estas líneas evolutivas independientes parten de formas
ancestrales distintas del carácter estudiado que, poco a poco,
convergen en una forma única.
Casi todos los ejemplos de convergencia se pueden interpretar en
términos de adaptación a condiciones similares, sea el medio
ambiente de los organismos o su forma de vida, como ocurre con las
adaptaciones al movimiento. Las exigencias físicas del vuelo limitan
drásticamente las formas posibles del órgano encargado de
mantenerlo. La capacidad de volar se ha desarrollado de manera
independiente en murciélagos, aves e insectos, además de en grupos
ahora extinguidos y conocidos por sus fósiles, como los reptiles
llamados pterosaurios.
Todos estos animales han desarrollado alas
por evolución convergente. Asimismo, todos los animales que se deben
mover en el agua afrontan similares limitaciones físicas impuestas
por el medio, y tanto los mamíferos acuáticos, como los delfines, y
los peces han desarrollado cuerpos con la misma y eficaz forma
hidrodinámica.
La evolución convergente
se aprecia también en adaptaciones a la alimentación. Varios grupos
distintos de mamíferos han evolucionado de manera independiente para
alimentarse de hormigas: los osos hormigueros de América del Sur, el
oricteropo o cerdo hormiguero de África oriental y meridional, el
pangolín de África y Asia y el marsupial hormiguero y el equidna de
Australia. Todos ellos han desarrollado mediante evolución
convergente garras poderosas para abrir hormigueros y termiteros y
una cabeza provista de un hocico tubular alargado con una lengua muy
larga para capturar los insectos dentro de sus nidos. Se observa
también convergencia en la fisiología y anatomía de la digestión.
Como se sabe, las vacas digieren el material vegetal rumiándolo; esta capacidad de fermentación del material
vegetal en el estómago también la han adquirido por convergencia un
grupo de monos llamados colobinos que se alimentan de hojas. La
convergencia llega hasta detalles de las enzimas utilizadas en la
digestión. Los colobinos y los rumiantes segregan en el estómago (a
diferencia de otros mamíferos) la enzima lisozima, que digiere las
bacterias encargadas de fermentar los productos vegetales. La
secuencia de aminoácidos de las lisozimas de colobinos y rumiantes
presentan similitudes únicas que son ejemplos de evolución
convergente a nivel molecular; esta convergencia molecular refleja
probablemente la función común que desempeña la enzima en ambos
grupos de mamíferos.
Caracteres homólogos y
análogos.
Cuando dos especies
comparten un carácter, como los ojos en el ser humano y el
chimpancé, o las alas en aves y murciélagos, puede ser por una de
dos razones: o el carácter estaba presente en el antepasado común de
las dos especies y éstas lo comparten simplemente porque lo han
heredado (en este caso se habla de homología de caracteres; los ojos
del hombre y el chimpancé son homólogos); o el carácter no se
encontraba en el antepasado común, sino que se ha adquirido por
evolución convergente (en este caso se habla de caracteres
análogos).
Es importante saber distinguir entre caracteres homólogos y análogos
al reconstruir la filogenia o diversificación evolutiva de los
organismos. Se supone que dos especies tienen un parentesco próximo
si se parecen mucho; pero esta hipótesis sólo es válida si el
parecido responde a homología, no a analogía o convergencia. A veces
es posible detectar la convergencia examinando los caracteres con
detalle. Las alas de aves, murciélagos e insectos son
superficialmente parecidas, pero sus estructuras internas son muy
distintas: en los insectos, las alas tienen unas estructuras de
sostén llamadas nervios, mientras que en aves y murciélagos la
estructura de las alas es ósea; además, las alas están sujetas por
huesos diferentes en aves y murciélagos; en efecto, los huesos de
las alas de las aves corresponden por homología a los del segundo
dedo de otros vertebrados; en el caso del murciélago, corresponden a
los dedos dos a cinco.
Evolución paralela.
A veces la evolución
convergente puede diferenciarse de la paralela. En ambos casos, un
mismo carácter evoluciona de manera independiente a lo largo de dos
linajes. En la evolución paralela, el estado ancestral de las dos
especies era el mismo; en la convergente era distinto (véase la
ilustración). En la evolución paralela, las dos especies pueden
evolucionar de forma independiente hasta llegar a un nuevo estado
común.
Raramente se
puede diferenciar la evolución paralela de la convergente en
casos reales, porque la diferencia se refiere a estados
ancestrales de los caracteres, que por lo general son
desconocidos. No obstante, el mimetismo de las mariposas
sudamericanas de la flor de la pasión es probablemente
consecuencia de una evolución paralela; se trata de dos
especies de mariposas que exhiben la misma disposición de
colores; ambas son venenosas para los pájaros y comparten la
coloración, de tal modo que la una se parece a la otra.
La disposición de los colores varía según las
regiones, pero en cada una, las dos especies parecen iguales. La
ventaja del mimetismo obliga a las dos especies a seguir en cada
sitio una evolución paralela.
Aun falta responder....
Todavía quedan muchas preguntas sin respuesta sobre
el origen de la vida.
¿Cómo se produjo el paso desde las primitivas bacterias procariotas
a las células eucariotas de estructura más compleja que forman todos
los seres vivos? Cada vez se impone con más fuerza la teoría de la
simbiosis, según la cual los primeros eucariotas surgieron de la
combinación de unas bacterias con otras. Estas bacterias irían
quedando incorporadas definitivamente a la célula hospedante, dentro
de la que se transformarían en mitocondrias. La considerable
semejanza que hay entre mitocondrias y bacterias es un argumento a
favor de esta teoría. Asimismo, los cloroplastos propios de las
células vegetales serían quizá bacterias clorofílicas que habrían
colonizado otras células.
Otro enigma es el de la naturaleza química de las moléculas
biológicas. Todas las moléculas, sean las que sean, presentan, según
la disposición de los átomos que las constituyen, formas distintas
llamadas isómeros, que son simétricas entre sí (como la mano derecha
es simétrica de la izquierda). Las moléculas no biológicas están
formadas por mezclas de isómeros ‘derechos’ (dextrógiros) e
‘izquierdos’ (levógiros) en proporciones iguales. Por el contrario,
las moléculas biológicas, y en particular los aminoácidos que forman
las proteínas, tienen la particularidad de ser todas levógiras.
¿Cómo ha podido la vida, que ha surgido de moléculas minerales,
eliminar uno de los isómeros y primar el otro? Ninguna hipótesis
explica este fenómeno de manera satisfactoria.
Comienzo de la Vida en el Agua. Una
interesante animación que te muestra como comenzó la
vida en el agua complementada con aspectos
evolutivos. Créditos del video: Proyecto G - Canal
Encuentro.
Bibliografía
sugerida:
Barnett, S. A. y otros. Un siglo después
de Darwin. 2 vols. Madrid: Alianza Editorial, 1985. Obra divulgativa
sobre la evolución y el origen del hombre.
Benton, Michael J. Paleontología y evolución. Lleida: Editorial
Perfils, 1995. Obra divulgativa sobre la evolución de los
vertebrados.
Bernal, J. D. El origen de la vida. Barcelona: Ediciones Destino,
1977. Obra divulgativa; incluye bibliografía y glosario.
Darwin, Charles. Origen de las especies. Madrid: Ediciones Akal, 2ª
ed., 1994. Libro donde el autor fundamenta su teoría de la
evolución.
Dobzhansky, Theodosius. Evolución. Barcelona: Ediciones Omega, 1988.
Revisión de la teoría de la evolución.
Ghiselin, Michael T. El triunfo de Darwin. Madrid: Ediciones
Cátedra, 1983. Obra divulgativa sobre la teoría evolutiva de Darwin.
Gould, Stephen Jay. El pulgar del panda. Barcelona: Ediciones Omega,
1976. Obra divulgativa sobre diferentes aspectos de la evolución.
Gould, Stephen Jay. Dientes de gallina y dedos de caballo.
Barcelona: Editorial Crítica, 1995. Obra divulgativa de
paleontología y evolución.
Gould, Stephen Jay. La sonrisa del flamenco. Barcelona: Editorial
Crítica, 1987. Obra divulgativa sobre diferentes aspectos de la
evolución.
Museo de Ciencias Naturales. Historia de la vida. Madrid: CSIC,
1991. Obra sobre la evolución de los organismos, muy bien ilustrado.
Oparin, A. I. Origen de la vida sobre la Tierra. Madrid: Editorial
Tecnos, 1979. Obra divulgativa clásica sobre los orígenes de la
vida.
Reichholf, Josef H. La aparición del hombre. Barcelona: Editorial
Crítica, 1994. Origen y evolución del hombre desde las últimas
investigaciones en genética.
Ridley, Mark. La evolución y sus problemas. Madrid: Ediciones
Pirámide, 1987. Obra sobre las controversias originadas por la
teoría evolutiva.
Ruse, Michael. La revolución darwinista. Madrid: Alianza Editorial,
1983. Obra divulgativa sobre la teoría de la evolución de Darwin.
Weiner, J. S. El hombre: orígenes y evolución. Barcelona: Ediciones
Destino, 1980. Obra divulgativa.
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bibliografía utilizada para hacer la presente Pagina; AQUÍ.
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