Fósiles del Holoceno de Argentina: Periodo Holoceno. PaleoArgentina Web.
 
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Fósiles del Holoceno de Argentina:

A diferencia de los Periodos Geológicos anteriores, el Holoceno se encuentra representado en prácticamente en todas las localidades del país, en incluso a pocos centímetros de la superficie de las grandes ciudades. Es por ello que hemos decidido no incorporar el mapa ilustrado como en los casos anteriores. El holoceno marca los últimos 10 mil años de historia evolutiva del planeta y la mayor parte de las especies habían desaparecido, pero se hallan los representantes de varias especies que aun habitan nuestro país, entre ellos el hombre. El Holoceno (del griego holos, todo, y kainos, reciente: la era totalmente reciente), una división de la escala temporal geológica, es la última y actual época geológica del período Cuaternario. Comprende los últimos 11.784 años, desde el fin de la última glaciación. Es un período interglaciar en el que la temperatura se hizo más suave y la capa de hielo se derritió, lo que provocó un ascenso en el nivel del mar. Esto hizo que Indonesia, Japón y Taiwán se separaran de Asia; Gran Bretaña, de la Europa continental y Nueva Guinea y Tasmania, de Australia. Además, produjo la formación del Estrecho de Bering.

 

Urna y cuerpo juvenil momificado. Museo de La Plata.

Paleoamericano cazando a un Neosclerocalyptus en territorio argentino, hace 21 mil años antes del presente.

 

Rhea americana. Linnaerus, 1758.

Cáscaras de huevo del genero Rhea. Museo de Ciencias Naturales de Miramar.

Esqueleto de Rhea, exhibido en el MACN.

Aspecto de Rhea. Imagen; Michael Lahanas.

Ave Rheidae. Es una especie de ave estrutioniforme de la familia Rheidae. Se encuentra exclusivamente en Sudamérica. Pertenece al mismo orden que el avestruz, los emúes, los casuarios y las extintas moas; es decir, al orden de los estrutioniformes (Struthioniformes). Rhea pertenece a lo que hoy conocemos como ñandú. Desde el Pleistoceno medio (1,5 millones de años) se vienen registrando restos fósiles de esta enorme ave corredora. En Miramar, se recupero en 1992, un bochon con decenas de fragmentos de cáscaras de huevo atribuida al presente género, con una antigüedad tentativa de 500 mil años antes del presente, en las cercanías de la Baliza de esa ciudad. El cráneo de esta ave era corto, con un pico mediano, deprimido y ancho. Narinas amplias. Cuello largo y angosto, con vértebras cervicales con aspecto mediadamente alargado. Miembros anteriores muy cortos e imposibilitados para el vuelo, mientras sus extremidades posteriores son largas y fuertes, adaptadas para la carrera, con tres dedos y uñas comprimidas. Durante el Holoceno fueron muy frecuentes en gran parte del país. El macho alcanzaba una altura de 1,50 metros, y la hembra 1,20 metros; el peso es de aproximadamente 30 a 35 kg en el macho y alrededor de los 25 kg en la hembra. En cuanto al esqueleto cabe mencionar la falta de quilla a nivel del esternón, característica común en las aves corredoras. En La Pampa y Patagonia, en la actualidad, se las puede observar en grandes grupos. Su presencia en sitios arqueológicos se debe en su mayor parte a que los grupos aborígenes se alimentaban de sus enormes huevos, pero hay poca evidencia de restos óseos. Recientemente, Mariano Magnussen del Museo de Ciencias Naturales de Miramar, Fundación Azara y Lacev, ha encontrado huellas de Rheidae, en el Pleistoceno y Holoceno de Miramar.


Pygoscelis adeliae. Hombron y Jacquinot, 1841.

 

Cráneo de pingüino Pygoscelis adeliae, holoceno de Antartida. Imagen; Dirección Nacional del Antártico

 

Aspecto del Pinguino Pygoscelis adeliae. (*).

Ave Spheniscidae. El orden Sphenisciformes (pingüinos), que comprende una única familia (Spheniscidae), constituye un grupo de aves con caracteres altamente derivados. La totalidad de las especies conocidas son aves no voladoras y con particulares adaptaciones al buceo submarino. Los pingüinos son las únicas aves vivientes no voladoras adaptadas al buceo propulsado por las alas. Por ello, sus alas se han convertido en aletas con huesos fuertemente comprimidos y articulaciones rígidas que impiden el movimiento independiente de los huesos del ala. El género Pygoscelis se alimenta fundamentalmente de plancton, a diferencias del resto de las especies que comen peces. Restos fósiles de Pygoscelis adeliae de unos 6.400 años de antigüedad, descubierto durante las investigaciones realizadas en adyacencias de la Base Jubany (Caleta Potter, isla 25 de Mayo, Antártida). Otros sedimentos de playa marina más jóvenes que los descriptos, se depositaron hace 4.500 años se hallan ascendidos entre 14-17 metros de altura sobre el nivel del mar, en un sitio próximo al accidente costero denominado Punta Pinguinera. Los mismos también contienen restos de aves y focas, y documentan el ascenso isostático de la costa que se produjo como respuesta a la desglaciación progresiva de la isla. Los restos fósiles descubiertos en estas arenas de playa consisten en huesos de focas (elefante marino Mirounga sp), huesos y plumas de pingüinos Adelia (Pygoscelis adeliae) y Papúa (P. papua) junto a huesos de skúa (Catharacta sp), uno de los predadores de los pingüinos. Se conocen restos de Pygoscelis calderensis del Mioceno de Chile.


Ctenomys talarum. Thomas, 1898.

Ejemplar de Ctenomys s.p hallado en San Pedro, Prov. de Bs Aires y exhibido en el Museo Local. Diario Clarin. Esqueleto parcial de Ctenomys, anatómicamente exhibido en el Museo de Ciencias Naturales de Miramar. Aspecto de Ctenomys. (*)

Mamífero Roedor. Es una especie de roedor histricomorfo de la familia Ctenomyidae endémica de Argentina, en especial de la provincia de Buenos Aires, sistemas orográficos de Ventania y de Tandilia. El género Ctenomys comprende actualmente más de sesenta especies de roedores subterráneos distribuidas en América del Sur, desde el centro-oeste de Perú hasta el archipiélago fueguino. Uno de los roedores más comunes en el registro fosilífero durante la mitad del Pleistoceno y todo el Holoceno y posee semejanzas adaptativas similares a la de un topo. Son conocidos por el nombre de "Tuco tuco", en las cuales se encuentran grupos de marcada afinidad morfológica y genética, lo cual señalaría que la diversidad actual deriva de un número menor de especies pretéritas fragmentadas durante la cambiante historia dinámica y paleoecológica del Cuaternario. Es una especie originada en América del sur, con formas extintas cercanamente emparentadas en el Plioceno, cuyo género es conocido como Actenomys. Su vida está ligada principalmente a hábitos subterráneos, realizando galerías y cuevas en el suelo, cavando con sus miembros anteriores robustos y provistos de fuertes garras, como así también de sus largos incisivos. Es muy raro que estos animales salgan a la superficie, ya que se exponían a ser capturados por pequeños mamíferos de la época, como por aves rapaces. Su alimentación estaba orientada principalmente a raíces y tallos duros. Su cráneo es corto y robusto y sus dientes son muy particulares, armados por incisivos largos y anchos de color anaranjado y por una hilera de tres molares por mandíbulas de forma semi-lunar. Su cabeza y cuerpo estaban formados por una sola unidad, ya que prácticamente no poseían cuello. Patas cortas y robustas y una cola corta y relativamente ancha. Durante el Holoceno fue un animal muy común y se lo considera un "fósil guía". También se han protagonizado algunos hallazgos arqueológicos en la región pampeana y en patagonia, donde se ha demostrado que los humanos habrían especializado técnicas de captura y su posterior consumo de estos pequeños animalitos del tamaño de un cuis pampeano o de un cobayo.


Lagostomus maximus. Desmarest.1817.

Cráneo con Mandíbula en el Museo de Ciencias Naturales de Miramar.

Restos muy completos exhibidos en el Museo Paleontológico de San Pedro.

Aspecto de Lagostomus maximus. Por Carlos C. Wiedner.

Mamífero Roedor. Es una especie de roedor de la familia Chinchillidae. En la actualidad la especie se encuentra representada por la vizcacha. Durante el Plioceno, vivió un antiguo representante, el Lagostomus (Lagostomopsis) antiquus, de menor tamaño, pero recién a mediados del Pleistoceno bonaerense Lagostomus maximus ha tenido una gran expansión geográfica. Se trata de un género aloctono, que llego a Sudamérica durante el Oligoceno tardío y Mioceno a través de otras circunstancias, como saltadores de islas, balsas naturales etc. Estas especies tempranas fueron Prolagostomus pusillusLagostomus telenkechanum. Su alimentación estaría compuesta principalmente por tubérculos, raíces, hierbas etc. Poseía un cráneo ancho y robusto, con nasales alargados. Bullas timpánicas poco desarrolladas. Mandíbulas con una cresta regularmente fuerte y patas traseras alargadas a comparación de las primeras, acompañadas con tres dedos, de los cuales, el del medio es él más largo. Realizaban grandes y extensas madrigueras, donde se pueden observar los túneles y recamaras centrales. En Miramar, en las inmediaciones del Vivero Dunicola Florentino Ameghino, se pueden encontrar con frecuencia en los afloramientos geológicos, numerosas paleocuevas atribuidas a la especie, con restos fósiles en su interior. En 1994, Mariano Magnussen, del actual Laboratorio de Paleontología del Museo de Ciencias Naturales de Miramar, Fundación Azara y Lacev, hallo un una de las recamaras centrales de una madriguera, restos sustanciales de cuatro individuos de edades distintas, demostrando que la especie tenia estrechos sociales complejos, como pasa en la actualidad, por lo cual, este comportamiento, pudo haberlos convertido en una especie exitosa.


Felis (Puma) concolor. Linne, 1758.

Pata articulada de Felis p. concolor del Pleistoceno. Encontrada por Diego Gambetta. Museo de Mar de Ajo.

Cráneo de Felis (puma) concolor.  Museo de Ciencias Naturales de Miramar.

Aspecto en vivo de Felis concolor común en el Pleistoceno y Holoceno. Por Carlos C. Wiedner.

Mamífero Carnívoro. Es un mamífero carnívoro de la familia Felidae nativo de América. Se trata de nada más ni nada menos que de un puma prehistórico, cuyos registros fosilíferos se remontan al Pleistoceno medio en la Provincia de Buenos Aires, con una antigüedad de 1,5 millones de años.  Los felinos de América del Norte invadieron Sudamérica como parte del Gran Intercambio Biótico Americano, a raíz de la formación del istmo de Panamá. Este enorme felino fue tal vez, el carnívoro dominante durante el Holoceno medio hasta el más reciente (junto a Panthera onca), pero en la actualidad se encuentra desplazado de varias regiones. Se alimentaría probablemente de mamíferos de talla media como los Eutatus, Lama, roedores, entre otros, pero incluiría rara vez animales más grandes, como los ciervos y el ñandú. Se han encontrado restos significativos del presente género en sedimentos de la formación San Andrés (S.E bonaerense) y en sedimentos más recientes del Pleistoceno, mientras que, se han encontrado restos mandibulares y huesos largos de Felis (=Puma) concolor en numerosos sitios arqueológicos de la Provincia de Buenos Aires con una antigüedad aproximada a 2 mil años y en la Provincia de Córdoba y Mendoza en sedimentos más recientes.  Nuevos estudios han demostrado un alto grado de similitud genética entre las poblaciones de puma de América del Norte, lo que indica que todos ellos son descendientes bastante recientes de un pequeño grupo ancestral. La población original de pumas de América del Norte se extinguió en el Pleistoceno alrededor de 10 000 años atrás, con otros grandes mamíferos, como el Milodón. América del Norte habría sido repoblada por un grupo de pumas de América del Sur en tiempos más modernos. Géneros y especies relacionadas: Felis onca, Felis colocolo, Felis vorohuensis,  Felis platensis, Felis longifrons y Oncifelis geoffroyi.


Canis (Dusicyon) avus. Burmeister, 1864.

Fragmento mandibular atribuido a Canis Dusicyon avus. Museo de Miramar.

Esqueleto de Canis sp en sedimentos Holocenos. Ilustrativo.

Aspecto en vida de Canis Dusicyon avus. (*)

Mamífero Carnívoro. Se trata de un raro canido que habito el territorio bonaerense desde el Pleistoceno superior (Edad Lujanense) hasta el Holoceno tardío, hallado en algunos casos con restos culturales de humanos prehistóricos, pero los paleontólogos creen que habitaron toda la región hasta la llegada de los primeros europeos. El presente genero se lo reconoce fosiliferamente solo en el Pleistoceno bonaerense, mientras que, en el Holoceno, se lo encuentra también en la región Patagonica y en el sector austral. Tenía la apariencia de un lobo moderno, pesando unos 15 kilogramos, y pertenece a la fauna que emigro desde el hemisferio norte. Su alimentación consistía principalmente de mamíferos y aves de zonas abiertas, cuyas presas eran de unos 5 kilogramos en promedio y hasta un máximo de 60 kilogramos. Si bien su registro es muy escaso y solo se lo reconoce por restos aislados, es probable que viviera en jaurías organizadas, y vínculos sociales complejos como las formas vivientes. En la Provincia de Buenos Aires, se han hallado asentamientos aborígenes que utilizaban los caninos (colmillos) de estos canidos, para usos religiosos. La contextura de Canis Dusicyon era muy parecida a la de un ovejero alemán. Estudios realizados por los prestigiosos Paleontólogos Argentinos Walter Berman y Eduardo Tonni, establecieron varias hipótesis sobre la extinción de este canido, sosteniendo que una de las posibilidades fue la hibridizacion de esta especie con Canis (Canis) familiaris, traído de Europa, es decir, que el mismo pudo haber desaparecido por una cruza con el nuevo representante, pero también se sospecha de los cambios climáticos y ambientales durante el siglo XVI. Los últimos registros de ejemplares de Dusicyon avus han sido datados en alrededor de 3000 años de antigüedad y coincide con la gran expansión poblacional de las sociedades cazadoras-recolectoras de la región. Se especula que el incremento de su cacería como elemento ornamental fúnebre podría estar estrechamente ligado a su extinción, ya que se han recuperado restos humanos que estaban acompañados de collares, muñequeras entre otras, conformadas principalmente por colmillos de Dusicyon. Sus restos también fueron exhumados en Uruguay, en el sur del Brasil en playas de Río Grande del Sur; y gran parte de la Patagonia esteparia. En Chile, se encontraron restos óseos en el monumento natural Cueva del Milodón, Región de Magallanes y de la Antártica Chilena.


Dusicyon australis. Kerr, 1792. 

 

Cráneo y mandíbula de Dusicyon australis. Fuente; sciencephoto. The Falklands Museum.   Ejemplar taxidermisado Dusicyon australis. (*)

Mamífero Carnívoro. El lobo austral o zorro antártico, es una especie extinta de mamífero carnívoro de la familia Canidae endémico de las islas Malvinas, de dimensiones intermedias entre las del lobo y las de un zorro grande. Era uno de los dos únicos mamíferos terrestres nativos de las Malvinas. El guará medía unos 90 cm de longitud corporal desde el hocico hasta el nacimiento de la cola, que alcanzaba los 30 cm. Según una de las primeras hipótesis (hoy obsoleta), la presencia del guará en las Malvinas derivaba de esporádicos desembarcos de canoeros yámana o manne'ken (aborígenes) del archipiélago de Tierra del Fuego. ​ Estas etnias fueguinas habían logrado domesticar a los culpeos creando el antiguo perro yagán o perro fueguino. En 2009 un estudio de ADN confirmó que el pariente vivo más cercano es en realidad el aguará guazú. El estudio confirmó que ambas especies se separaron hace alrededor de 6,7 millones de años. Los cánidos solo lograron colonizar América del Sur hace unos 3 millones de años, en el evento llamado en paleozoogeografía el Gran Intercambio Biótico Americano, el cual, ocurrió cuando los continentes de América del Norte y del Sur se conectaron gracias a la formación del istmo de Panamá. Esto quiere decir que los linajes del lobo de crín y el lobo de las islas Malvinas llegaron desde América del Norte ya distanciados. En 2013, un estudio de ADN mitocondrial de diversas especies de cánidos sudamericanos (vivos y extintos) determinó que el guará habría divergido hace 16 000 años de Dusicyon avus, una especie similar que habitó en la Patagonia y la Región Pampeana hasta hace unos 3000 años. El registro histórico más antiguo sobre este animal se dio en el viaje del capitán John Strong en 1690 y era aún bastante común en el tiempo en que Charles Darwin visitó las islas Malvinas en 1833. Igualmente, Darwin predijo la extinción del zorro. También se lo conoce como Canis antarcticus.


Chrysocyon brachyurus. Illiger, 1811.

Cráneo y mandíbula de Chrysocyon brachyurus.(*).

Esqueleto de Chrysocyon brachyurus. (*).

Aspecto de Chrysocyon brachyurus. Por Carlos C. Wiedner.

Mamífero Carnívoro. El aguará guazú, Chrysocyon brachyurus es el mayor de los cánidos sudamericanos vivientes. Probablemente debido a sus hábitos solitarios, nocturnos o crepusculares, no se cuenta con registros precisos acerca de su distribución en el pasado reciente. Sus restos fósiles son conocidos durante el Pleistoceno al Holoceno reciente, e incluso, en datos históricos coloniales. En 2009 un estudio de ADN realizado por un equipo científico de la Universidad de California en Los Ángeles, confirmó que el pariente más cercano al aguará guazú es el lobo de las islas Malvinas (Dusicyon australis), extinto por los seres humanos en el siglo 19. El estudio confirmó que ambas especies se separaron hace alrededor de 6,7 millones de años. Los cánidos solo lograron colonizar América del Sur hace unos 3 millones de años, en el evento llamado en paleobiogeografía el gran intercambio biótico americano. Esto quiere decir que los linajes de ambas especies llegaron desde América del Norte ya distanciados. No se han hallado ejemplares fósiles de otras especies del género Chrysocyon, por lo que se supone que evolucionó independientemente desde el Pleistoceno. Era omnívoro, y obtenía la mayor parte de sus calorías de frutos (principalmente de la lobería) y raíces tiernas; sin embargo, son eran buenos cazadores. Acechaban su presa, roedores pequeños, como los cuises, además de lagartos, ranas y aves, para matarla de improviso; aunque pudieron desarrollar buenas velocidades en carrera, normalmente no persiguen a la presa. Comían también huevos de aves y reptiles, y de ser necesario carroña. La dentición refleja sus hábitos alimentarios, mostrando molares bien desarrollados e incisivos superiores relativamente débiles. Recientemente se hallaron restos de Chrysocyon brachyurus en el sitio arqueológico Nutria Mansa 1 en el Partido de General Alvarado. En el sitio se recuperaron abundantes artefactos líticos y faunísticos. Dataciones radió carbónicas sobre restos óseos ubican las ocupaciones entre los 2.700 y los 3.100 años antes del presente. En la actualidad Chrysocyon brachyurus solo habita en la República Federativa del Brasil, desde los estados de Piauí hasta Río Grande do Sul y Mato Grosso, en la región oriental de Bolivia, en Perú y Paraguay.  En la República Argentina se encuentra en el este de las provincias de Formosa y Chaco, sudeste de Santiago del Estero, norte de Santa Fe, norte de Córdoba y gran parte de Corrientes.


Otaria flavencens. Shaw, 1800.

 

Cráneo de Otaria s.p.

 

Aspecto de las loberías costeras en el Holoceno. Por Carlos C. Wiedner.

Mamífero Carnívoro. Es una especie de mamífero pinnípedo de la familia de los otáridos. Este enorme animal marino llegaba a medir entre 2 y 3 metros de longitud y las hembras 1,5 m aproximadamente. Estos pinnípedos son muy comunes en la actualidad, ya que se trata del Lobo Marino de Un Pelo. Por diferentes estudios arqueológicos sabemos que los indígenas patagónicos (Tehuelches, Onas, Yaganes y Alacalufes) aprovecharon al lobo marino para su alimentación y fabricación de utensilios, incluso, los indígenas de la Tierra del Fuego, los utilizaban para construir canoas. Indefensos en tierra, curiosos en el agua, abundantes en carne y grasa tan necesarios en estos climas, fueron siempre una fácil presa para los aborígenes. Eran hábiles para encaramarse sobre las rocas y caminar por el suelo, colocando lentamente una pata delante de la otra (aletas) y dando al mismo tiempo un impulso con la parte posterior del cuerpo; luego se vuelven a levantar apoyándose sobre las patas posteriores, las mueven alternativamente, y así avanzan a una velocidad bastante mayor de la que se les creería capaces. Además, consiguen mantenerse en equilibrio sobre los salientes. Son restos fósiles son comunes durante el holoceno bonaerense y se encuentra asociado por lo general a restos arqueológicos. Algunos restos de este enorme mamífero, proceden de sedimentos de la última gran ingresion marina llamada Mar Querandi, que finalizo hace unos 6 mil años antes del presente. Fueron fundamentalmente carnívoros, consumiendo peces e invertebrados. Géneros relacionados: Arctocephalus australis.


Arctocephalus holmbergi. Ameghino, F. 1899.

Cráneo de Arctocephalus. Museo de Miramar. Restos del esqueleto de un pinnípedo del Holoceno. Museo de Miramar. Reconstrucción en vivo. Ilustración de Aldo Chiappe.

Mamífero Carnívoro. Sus primeros restos fueron encontrados hace más de 100 años cuando se realizó la construcción del zoológico porteño, pero se perdió el rastro de estos fósiles poco después. Un grupo del Museo Argentino de Ciencias Naturales volvió a descubrir a este ejemplar en 2018 y recientemente publicó su estudio. Eduardo Holmberg, quien iba a ser el primer director del zoológico, recorría las excavaciones en donde se iban a poner las piletas para cocodrilos y allí vio un huesito que apareció en una capa de arena a un par de metros de profundidad. Holmberg percibió que era un hallazgo importante y le envió el material a Florentino Ameghino, quien era el paleontólogo más importante de aquella época y fue clave en la historia en esta área de investigación para Argentina y América. El registro de donde estaban este resto fósil y este pequeño lobo marino pasó perdido más de cien años en el MACN. Es una especie de mamífero pinnípedo de la familia de los otáridos propia de Sudamérica. Los arctocéfalos (palabra de estirpe griega, que significa cabeza de oso) forman un género de la familia Otaridos. Presenta el tronco más bien esbelto, el cráneo de mediano tamaño, fronto-nasal bastante largo, bullas timpánicas pequeñas, orbitas grandes, y los miembros tan alargados como pueda tenerlos un otarido. Los representantes machos pueden medir dos metros y medio o poco más. Las hembras adultas a duras penas alcanzan dos metros. Esta especie, en la actualidad se encuentra representado por el mismo género y especie, que recibe los nombres vulgares de lobo de mar, lobo fino, lobo de Magallanes y lobo de dos pelos. Los arctocéfalos se mantenían la mayor parte de su tiempo en el mar, dedicados a la pesca. La dieta estaba compuesta principalmente por calamares, crustáceos, caracoles y algunos peces. Es probable que pudieran descender a profundidades de 170 metros. En el territorio bonaerense se han hallado restos aislados del genero Arctocephalus en sedimentos marinos cuya antigüedad es de unos 6 mil años, correspondientes a las ingresiones marinas en zonas continentales de la formación Querandi. Otros descubrimientos recientes fueron realizados por Mariano Magnussen Saffer, autor de la Pagina, en sedimentos de unos 3 mil años, al norte del Muelle de Pesca de Miramar, y más recientemente, restos articulados en la zona de Brusquitas y depositados en el Museo de Ciencias Naturales de Miramar. 


Eutatus seguini. Gervais, 1867.

Esqueleto completo de Eutatus seguini, en el Museo Paleontológico de Salto.

Cráneo de Eutatus encontrado en Lujan. Depositado en el Museum of Natural History Photo Credit Zack Neher

Coraza parcialmente completa de Eutatus. Arroyo Carnero, Prov. de Córdoba. Museo de la Univ. de Córdoba.

Paleocueva atribuida a Eutatus, por sus características biométricas, hallada en el Pleistoceno de Miramar.

Mano completa que acompañaba otros restos de Eutatus. Pleistoceno de Miramar. Museo de Ciencias Naturales Punta Hermengo.

Aspecto del Eutatus seguini, del Pleistoceno y Holoceno. (*).

Mamífero Cingulata. Fue un Chlamyphoridae (antes Dasipodidos) muy común en el territorio bonaerense, que recuerda en cierta forma con el Tatu Carreta. Eutatus seguini fue descrito originalmente en el año 1867 por el paleontólogo francés François Louis Paul Gervais. El material tipo, corresponde a restos adquiridos en el año 1871 por el Muséum National d' Histoire Naturelle de París, los que fueron colectados por François Seguin. Su registro fosilífero abarca desde el Pleistoceno inferior (2 millones de años) hasta el Holoceno temprano (8 mil años), encontrándose en algunos casos, asociados a restos óseos de otros animales por actividad antrópica, es decir, que han presentado manipulación por antiguos grupos humanos. Al igual que los armadillos, posee un escudete de placas óseas en su cráneo, conocido también como escudete cefálico. Su coraza dorsal es robusta, y con unas 33 bandas móviles que cubrían las dos terceras partes del caparazón. En cada mandíbula poseía de 9 a 10 dientes, los cuales utilizaba para comer carne en descomposición, huevos, larvas, caracoles y algunos tallos. Construían grandes galerías subterráneas, con cámaras amplias para proteger sus crías. Su cráneo era alargado. Sus patas eran cortas y robustas, protegidas por unas enormes falanges ungueales o garras, las cuales, eran justamente utilizadas para cavar. El único individuo con esqueleto completo es el exhumado en el año l996 por José Luís Ramírez en las barrancas del río Salto, el cual posee una antigüedad de alrededor de 60 mil años, y se expone en el Museo de Paleontología y Arqueología José F. Bonaparte, de la ciudad de Salto, en la provincia de Buenos Aires. En relación a su extinción, los amerindios primitivos, denominados «paleoindios», seguramente jugaron un papel destacado. Sus restos fueron exhumados de sitios arqueológicos de los primeros poblamientos humanos. Sinonimia: Eutatus brevis Ameghino, 1881, Eutatus minutus Ameghino, 1889, Eutatus punctatus Ameghino, 1881 y Eutatus ameghinoi Bordas, 1932.


Ozotoceros s.p. Ameghino, 1889.

Cráneo de Ozotocerus s.p. de un sitio Holoceno, depositado en el Museo Municipal de Miramar.

Huellas fósiles o paleoicnitas atribuidas a cervidos del Holoceno. Museo de Ciencias Naturales de Miramar.

Reconstrucción de Carlos C. Wiedner.

Mamífero Artiodactylo. Es un cérvido de tamaño mediano, endémico de las llanuras de la región templada de Sudamérica. Antiguamente extendido desde el trópico hasta la Patagonia, a causa de la caza masiva en el siglo XIX y la ocupación de su hábitat por el ganado bovino, hoy habita sólo en áreas aisladas del Brasil, Bolivia, Uruguay y la Argentina. Este es un pequeño cérvido de unos 70 cm de altura (a la cruz) y probablemente peso entre 30 y 40 Kilogramos. La alimentación de éstos cérvidos es prácticamente desconocida. Solo puede decirse que incluían en su dieta plantas hebáceas verdes, tiernas y brotes jóvenes; los pastos duros y secos, en cambio serian rechazados o consumidos en épocas de escasees, según sus características dentarias. Se han encontrado muy pocos fósiles del presente género, pudiendo decir que sus primeros registros corresponden a mediados del Pleistoceno, o tal vez antes. En el Partido de General Alvarado, se han encontrado interesantes restos craneanos atribuidos al género en cuestión, principalmente en la localidad de Centinela del Mar, a unos 60 kilómetros al sur de Miramar, en afloramientos geológicos correspondientes a un antiguo médano “fosilizado” único en la Provincia de Buenos Aires, con una antigüedad estimada en 100 mil años. Sus cuernos eran ramificados al igual que otros integrantes de la familia. El macho, es el único que posee cuernos y unos pequeños caninos en sus mandíbulas, reconociendo este fenómeno sexual como “dimorfismo sexual”. Durante el Pleistoceno, los cervidos estaban representados por varias especies de tamaño grande.


Lama guanicoe. Cuvier, 1800.

Esqueleto correspondiente al Museo Paleontológico de Salto. (*)

Huellas fósiles de Lamaichnum. Museo de Ciencias Naturales de Miramar.

Reconstrucción en vivo del genero Lama. (*)

Mamífero Artiodactylo. Es una especie de mamífero artiodáctilo de la familia Camelidae propia de América del Sur. En la actualidad se encuentra representado por el típico guanaco, que habita principalmente la Provincia de La Pampa y la Región Patagonica y Cuyo. Se pueden hallar restos fósiles de Lama guanicoe desde el Pleistoceno, con cierto parentesco y semejanza al género Paleolama que ya hemos descripto anteriormente (Pleistoceno), pero este último, de mayor tamaño. Su registro desaparece hace solo unos siglos atrás, calculados en el siglo XVI y XVII en la provincia de Buenos Aires donde era muy común. Desde la llegada de los primeros grupos humanos cazadores, se convirtió en una presa muy usual, cuyos restos óseos son los más comunes entre los grandes mamíferos en sitios arqueológicos. En la Provincia de Buenos Aires se han hallado en la localidad de Pehuen-Co, un sitio paleoicnologico con numerosas pisadas en las orillas de un paleopantano, como así también en las localidades de Santa Clara del Mar y Miramar. Por lo general, en todos los casos en que los restos de Lama guanicoe aparecen acumulados por manipulación antropica, se trata de huesos largos fracturados, ya que los aborígenes consumían la medula ósea rica en proteínas y grasa. En el sitio arqueológico Nutria Mansa 1, aparecen por miles sus restos procesados hace unos 3 mil años atrás. Géneros y especies relacionados: Eulamaops, Hemiauchenia, Lama lama, Paleolama weddellii, Lama vicugna, Camelus glama, Lama guanicoe, Lama gracialis Lama owenii.


Equus (Amerhippus) neogeus. Lund, 1840.

 

Aspecto que presentaría Equus (Amerhippus) neogeus.  Al lado, restos fósiles de Equus (Amerhippus) (*).

Mamífero Perissodactyla. Es otro mamífero aloctono. Es un subgénero del género Equus el cual agrupa a las 5 especies de dicho género de la familia Equidae, que vivieron en el Pleistoceno medio al Holoceno temprano de América del Sur, todas ellas se han extinto. Los tamaños de estos mamíferos perisodáctilos, si bien eran robustos y bastante grandes, eran inferiores al de un caballo doméstico actual. Los materiales de mayor antigüedad provienen del Ensenadense de Tarija (Bolivia), y fueron fechados radiocarbónicamente con una edad de entre 1 millón y 700 mil años. Este género es muy conocido desde el norte de Colombia hasta el sur de la provincia de Buenos Aires y zonas más australes (Patagonia Argentina y Chile). Los Equidae como Equus (Amerhippus) e Hippidion, son conocidos ampliamente en el Pleistoceno de América del sur.  El ambiente inferido para el género abarca áreas abiertas de la región pampeana y brasileñas, que indicarían ambientes de pastizales xerofilos y suelos más compactados. En este sentido, los registros en Chile están limitados a la parte central y sólo a nivel genérico, por lo que las inferencias paleoambientales que se pueden obtener resultan poco precisas. Este animal pesaría unos 400 kilogramos y pastoreaba en la antigua región pampeana. Sus depredadores serían los tigres dientes de sable y lobos, aunque también se han encontrado restos fósiles en sitios culturales, cazados y consumidos por antiguos pobladores humanos. Amerhippus se caracteriza por presentar una mandíbula robusta, y sus miembros monodáctilos macizos y cortos. El cráneo exhibe una cresta supraoccipital ancha, y una flexión craneal destacada. Equus (Amerhippus) se diferencia principalmente de Equus (Equus) por la ausencia completa de la cavidad en forma de cono comprimido, llamado cartucho externo o cornete, situada en el extremo libre de los incisivos inferiores. Esto sería el proceso de una evolución regresiva, y trae como resultado la pérdida de esmalte en la superficie que aplica masticación. El cúbito es más fuerte en Amerhippus que en otros subgéneros de Equus. Otros autores encontraron adecuado separar en un subgénero propio a los Equus sudamericanos pues todas sus especies poseen unas características extremidades más cortas y robustas, un cráneo más grande (en relación a las proporciones corporales), y la misma morfología dentaria.


Homo sapiens. Linnaeus, 1758.

 

Cráneos pertenecientes a grupos primitivos del holoceno temprano. Museo Argentino de Ciencias Naturales.

 

Recreación de uno de los trece cuerpos del enterratorio múltiple "Túmulo de Malacara". Museo Municipal de Miramar.

Homo pampaeus (Ameghino). La Tigra (Mar del Sud). Museo de La Plata.

Entierro múltiple, hallado en el sitio 2 de Arroyo Seco. Fuente Ciencia Hoy.

 Grupo de Paleoaborigenes cazando lobos marinos (*):

Los restos humanos aquí presentados pertenecen a pobladores muy antiguos, que no tendrían relación de ancestralidad con ninguno de los "Pueblos Originarios" hoy conocidos.

Mamífero homínido. Es una especie de primate de la familia de los homínidos. También son conocidos bajo la denominación genérica de "hombre". Los humanos son el último grupo de mamíferos en arribar a Sudamérica desde Norteamérica como resultado del Gran Intercambio Biótico Americano. Aun no se conoce con exactitud de la llegada de los primeros humanos a nuestro continente, pero varios grupos primitivos habitaban el territorio argentino hace más de 14 mil años. Probablemente y gracias a algunos hallazgos, sabemos que el hombre colaboro con la extinción de grandes mamíferos herbívoros, como los mastodontes y perezosos gigantes. Posteriormente, estos primeros grupos humanos fueron desplazados por nuevos humanos, culturalmente más cercanos a aquellos encontrados por los primeros pobladores europeos. Los descubrimientos de Piedra Museo y otros yacimientos antropológicos de América como Topper (Carolina del Sur, EE.UU.), y los mencionados Monte Verde y Pedra Furada, han replanteado completamente la teoría predominante sobre el poblamiento de América (teoría del poblamiento tardío) fundada sobre la Cultura Clovis, que sostiene que el hombre ingresó al continente americano hace aproximadamente 13.500 años, y han dado fundamento a una nueva teoría del poblamiento temprano de América, que ubica la fecha de ingreso entre 25.000 y 50.000 años antes del presente, al mismo tiempo que modifica las teorías sobre las rutas de entrada y difusión por el continente. El poblamiento humano del actual territorio de Argentina tiene una antigüedad concordante con el final del Pleistoceno. La Patagonia posee los registros más antiguos de la presencia humana en el territorio argentino, en la localidad de Piedra Museo, Provincia de Santa Cruz, 15 000 años, aparentemente relacionada también con la posible presencia humana mucho más antigua aún detectada en el sur chileno, en el área de Monte Verde, 35 000 años. Recientemente, en 2024, se publico un estudio en donde se analizaron 32 marcas en fragmentos óseos de un ejemplar de Neosclerocalyptus, una variedad de os extintos Gliptodontes, que vivió en la zona del Río Reconquista, en la localidad bonaerense de Merlo, hace 21.000 años, prueban la interacción humana con la megafauna prehistórica. Tras analizar con distintas técnicas esos cortes en vértebras y otros fragmentos óseos, además de datarlos junto con los sedimentos donde fueron hallados, un equipo de investigadores argentinos que trabajan en instituciones de referencia en el país, Francia y China determinaron que el patrón de esas marcas responde a “una secuencia lógica de desposte” del animal con instrumentos de piedra. Esto surge en un momento en el que están empezando a aparecer evidencias en otros lugares del norte de América, como Alaska, Estados Unidos y México, fechadas para la misma época, entre 26.000 y 22.000 años atrás. Ahora, se agrega la de Argentina, de hace 21.000 años. Estos descubrimientos no solo han puesto en crisis la teoría del poblamiento tardío y la llegada por Beringia, sino que sugieren una corriente pobladora de entrada al actual territorio argentino a través de la Patagonia y el extremo sur chileno. Otro remoto asentamiento fue ubicado en Los Toldos, también en la provincia de Santa Cruz, con restos que datan de 12 500 años. Hace 9000 años surgió la industria Toldense, caracterizada por puntas de proyectil subtriangulares bifaciales y raspadores laterales y terminales, cuchillos bifaciales y herramientas de hueso. Estos primeros habitantes del territorio argentino cazaban milodones (perezosos gigantes) e hippidiones (caballos sudamericanos que desaparecieron hace 8000 años), además de guanacos, llamas y ñandúes. En la misma zona, la Cueva de las Manos (un alero a orillas del cañón del Río Pinturas en la provincia de Santa Cruz, se han hallado pinturas rupestres de 7300 años: impresiones de palmas de manos previamente teñidas con pintura fresca a partir de tintes naturales. Hace 11000 años ya había comenzado el poblamiento de la pampa. Más tarde, entre los 7000 y 4000 años, aparece la industria Casapedrense, caracterizada por una mayor proporción de instrumentos líticos confeccionados sobre láminas, probablemente como una muestra de la especialización en la caza del guanaco, lo cual también está presente en los desarrollos culturales posteriores de los patagones o tehuelches. Con posterioridad se conformaron tres regiones indígenas muy marcadas: en el cuadrante del noroeste andino se establecieron culturas agroalfareras emparentadas con la civilización andina y una parte de ellas llegó a integrar el Imperio inca; en el cuadrante nordeste se establecieron culturas agroalfareras emparentadas con la familia tupí-guaraní; en la pampa y la Patagonia se establecieron culturas nómades, y de estas, otra gran cantidad de diversificación cultural.


Balaenoptera physalus. Linne, 1864.

Vértebra caudal y humero de  Balaenoptera. Museo de Cs Nat de Miramar

Aspecto de la ballena del holoceno, Balaenoptera. Tomado de Soulpix.

Mamífero Cetáceo. Los restos de grandes Cetáceos (ballenas y delfines) del Holoceno son poco frecuentes en el registro fosilífero de nuestro país, si bien se han colectado numerosas piezas durante estos últimos años. Estos materiales proceden principalmente de los cordones sedimentarios de conchillas fósiles que se observan a lo largo del litoral marítimo bonaerense, o en las desembocaduras de arroyos y ríos. Balaenoptera physalus es un pariente de la actual ballena azul, que habita prácticamente todos los mares. Sus antecesores se originaron durante el Paleoceno más tardío. Pertenecen al orden de los Misticetos o ballenas sin dientes, las cuales desarrollaron un único sistema de alimentación, consistentes en pequeños animalejos con aspectos de gambas que existen entre el plancton. Sus mandíbulas no poseen dientes al igual que los maxilares, pero de estos últimos cuelgan unos tipos de barbas fibrosas y corneas, las cuales utiliza para filtrar el agua y capturar a sus diminutas presas. Sus restos proceden principalmente de la formación Querandi con una antigüedad entre 10 y 7 mil años.


Pontoporia (Stenodelphis) blainvillei. Norman & Fraser, 1938.

 

Mariano Magnussen Saffer, junto a un esqueleto recreado in situ de Stenodelphis en el Museo de Miramar.

 

Stenodelphis. Ilustración de Carlos C. Wiedner.

Mariano Magnussen Saffer con un esqueleto de Delfín del Plata o Franciscana (Pontoporia blainvillei) en el Museo Municipal de Ciencias Naturales Punta Hermengo de Miramar.

Mamífero Cetáceo. Los Odontocetos son los cetáceos que poseen dientes. En general, los dientes son todos muy similares entre sí, cónicos, puntiagudos, con una sola raíz, y con una función parecida. Algunas especies tienen más de 100 dientes en cada hemimandíbula, mientras que otras, poseen sólo dos. Los odontocetos son conocidos desde el Oligoceno, mientras que en la Argentina datan recién del Mioceno temprano (hace alrededor de 20 millones de años). La familia Pontoporiidae incluye a formas que están adaptadas a vivir en ambientes de agua dulce o salobre. En la Argentina, dicha familia data del Mioceno tardío (hace algo más de 5 millones de años). En la actualidad, la especie más característica es Pontoporia blainvillei (franciscana o delfín de la plata), presente desde el Pleistoceno tardío-Holoceno en la Argentina. Pontoporia es un delfín pequeño, de casi 1,5 metros de largo, con el hocico delgado y largo. Habita en aguas saladas cerca de la costa, incursionando en ríos aguas arriba. Los odontocetos vivientes que habitan o visitan los mares de la Argentina se agrupan en cinco familias: Phocoenidae, Physeteridae, Pontoporiidae, Delphinidae y Ziphiidae (las tres últimas también con representantes en el Pleistoceno- Holoceno). En la localidad bonaerense de Mar de Ajo, se han encontrado cráneos y otros restos rodados o desplazados del sedimento original, y tendrían una antigüedad de 10 mil años aproximadamente.


Tursiops truncatus. Montagu,1821.

 

Cráneo recuperado de Tursiops truncatus, en el Museo Paleontológico de San Pedro.

 

Aspecto de Tursiops truncatus, que vivió en el Holoceno bonaerense.

Mamífero Cetáceo. Los cetáceos, el grupo que incluye las ballenas y los delfines de hoy, evolucionaron hace 50 millones de años a partir de pequeños animales de cuatro patas con pezuñas. En lugar de ser una de las criaturas más grandes de la Tierra, como lo son ahora, provienen de criaturas del tamaño de un perro promedio. Los Odontocetos, es decir, cetáceos con dientes, aparecieron durante el Mioceno temprano, comenzó a desarrollarse la ecolocalización por parte de los cetáceos, en su forma moderna. Florecieron diversas familias de delfines (Kentriodon y Hadrodelphis). Estos pertenecieron a los Kentriodontidae, que fueron pequeños y medianos cetáceos con gran cantidad de dientes, durante el Oligoceno tardío al Mioceno tardío. El género Tursiops es registrado a fines del Pleistoceno y principios del Holoceno.  Un cráneo de casi 60 cm de longitud y unos 30 cm de ancho, fue recuperado recientemente por pescadores locales en San Pedro, a unos 170 kilómetros de Buenos Aires, cuyo material oseo, podría tener una antigüedad estimada en 5 mil años antes del presente. Es un registro extremadamente valioso, tanto por el animal del que se trata como por el lugar donde fue encontrado, en el riacho Baradero, en un sector conocido como “Bajo del Tala”, partido de San Pedro; un sitio a unos 400 kilómetros tierra adentro del litoral marítimo actual. Durante la última ingresión marina al continente, ocurrida durante el Holoceno, entre unos 7.000 y 3.500 años atrás, el mar ingresó por el Río de la Plata y ocupando el cauce del río Paraná, fue inundando todos los sectores bajos hasta pasando Rosario. Debido a esto, en ciertas ocasiones, suelen aparecer restos de diferentes animales que habitaron aquel ecosistema de estuario. Actualmente, esta especie está representada por el delfín nariz de botella, que se alimenta de una variedad de peces, calamares, camarones y cangrejos. Frecuentemente siguen embarcaciones pesquerías para alimentarse de los pescados de desecho. Son expertos en utilizar la eco-localización, para localizar a su presa.


Rhinella arenarum. Hensel, 1867.

 

Esqueleto parcialmente completo y recreado de Rhinella. Museo Municipal Punta Hermengo de Miramar.  

Aspecto de Rhinella sp. (*).

Anuro. Los bufónidos carecen de dientes y tienen glándulas parotoides en la parte trasera de su cabeza. Estas glándulas contienen diversas toxinas que tienen diferentes efectos. Como todos los anuros, sufren una metamorfosis durante su desarrollo. Comienzan su vida como renacuajos con su cuerpo similar a un pez, sin patas y respirando a través de las branquias. Durante su metamorfosis, aparecen las patas, desaparece la cola y la respiración pasa a ser pulmonar. Dentro de esta familia cosmopolita de anuros neobatracios encontramos al género Rhinella. Nativo del sur de Norteamérica, América Central y América del Sur. Originalmente, todas las especies de Rhinella estaban incluidas en el género Bufo, que posteriormente se desdobló en Rhinella y Rhamphophryne. Con respecto a los Bufonidae, el género Rhinella se registra para el Mioceno Medio de La Venta en Colombia y el Oligoceno de Bolivia. Aunque se necesita más evidencias para conocer la historia evolutiva de la familia durante el Terciario. Su hábitat se encontraba en cavidades cercanas a masas de agua, y zonas con abundante vegetación, aunque es tal su adaptabilidad que no solo se le puede encontrar en ambientes pantanosos, sino también en ambientes semiáridos. Eran comedores oportunistas, que se alimentan de pequeños vertebrados e incluso de los mismos sapos juveniles. Se han encontrado restos de este género en sedimentos del Plioceno tardío, Pleistoceno y Holoceno de la provincia de Buenos Aires. La fragilidad de sus huesos no ha permitido una gran cantidad de restos que se hallan fosilizado y conservado hasta nuestros días.


Carcharodon carcharias. Linnaeus, 1758.

Dientes de mandíbula superior e inferior con una antigüedad de 9000 años. Museo deCs Naturales de Miramar.

Diente. Sitio Nutria Mansa 1. Exhibido en e Museo de Cs Nat de Miramar. Gentileza de Mariano Bonomo.

Aspecto de Carcharodon (*):

Pez Lamniformes. Es una especie de pez cartilaginoso lamniforme de la familia Lamnidae que se encuentra en las aguas cálidas y templadas de casi todos los océanos. En el 2003 se dio a conocer el asombroso hallazgo de dientes de Tiburón Blanco (Carcharodon carcharias) en un contexto arqueológico que data de los últimos 3000 años. Los ejemplares fueron descubiertos a orillas del arroyo Nutria Mansa en el límite sur del Partido de General Alvarado, cuya cabecera de partido es la ciudad de Miramar. El nuevo material fue hallado junto a restos de actividad de cazadores-recolectores especializados principalmente en la cacería de guanacos (Lama guanicoe). El grupo de investigadores del Conicet, Departamento Científico de Arqueología de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de La Plata y de Inculpa, integrado por Mariano Bonomo, Maria José Cigorraga, Catriel León, Agustina Massigoge, Alejandra Matarrese entre otros, son los que vienen estudiando y trabajando en las investigaciones del Sitio Arqueológico “Nutria Mansa ”. Justamente, Alberto Cione, un prestigioso especialista argentino en peces, y Mariano Bonomo, dieron a conocer el nuevo hallazgo de dos dientes de Carcharodon carcharias. Los dientes de Tiburón Blanco muestran marcas de haber sido utilizados como pendientes, aunque la presencia de un fuerte desgaste en sus superficies de filo indicaría un uso activo como herramientas de corte. Sin duda han tenido un fuerte significado simbólico para los antiguos habitantes de la región costera interserrana. También se han colectado dientes fosilizados en las playas de Miramar, Mar del Sud, Mar de Ajo y Bahía Blanca, cuyas dataciones se aproximan a los 11 a 9 mil años. Lo que podemos saber de Carcharodon carcharias, es lo que observamos en su representante viviente, el tiburón blanco. Se estima que el tiburón blanco apareció en el planeta durante el Mioceno, siendo el fósil más antiguo encontrado de hace unos 16 millones de años aproximadamente.  La longitud más frecuente entre los tiburones blancos adultos es de 4 a 5,5 metros (siendo los machos menores que las hembras), aunque se han citado casos de individuos excepcionales que rebasaban ampliamente esas medidas.


Pogonias cromis. Linnaeus, 1766.

 

Vértebras, posiblemente de Pogonias cronis del Holoceno de Miramar

 

Aspecto de Pogonias cronis. (*).

Pez esciénido. Se conoce muy poco de los peces que han habitado en el pasado el área pampeana y solamente se han identificado unas pocas especies en escasas localidades. Pogonias era un pez de agua salobre. Actualmente está representado por la corvina negra (Pogonias cromis) es una especie de pez de agua salada, similar a su pariente, la corvina roja (Sciaenops ocellatus). Es la única especie del género Pogonias. Aunque muchos especimenes se encuentran en el rango de 2 a14 kilogramos, la corvina negra es bien conocida por ser la más grande de la familia de las corvinas, con algunos ejemplares superando los 50 kilogramos y una longitud de 170 centímetros. Su dentadura es redondeada y tienen fuertes mandíbulas capaces de triturar ostras y otras conchas. Pertenece a la familia Sciaenidae (esciénidos). Los Sciaenidae tienen una aleta dorsal larga cerca de la cola. Es un género bien conocido del Holoceno de Sudamérica, sobre todo en sitios arqueológicos. Para el Holoceno de la provincia de Buenos Aires donde se han encontrado una importante diversidad de peces y donde se realizaron numerosos estudios, se registran también otros géneros. Hoplias cf. malabaricusPimelodella cf. laticepsCorydoras cf. paleatusRhamdia quelen Leporinus cf. obtusidens.


Littoridina australis. Souleyet, 1852.

Individuos de Littoridina en sedimentos del Holoceno de Punta Hermengo.

Biomphalaria sp, generalmente aparece asociado a Littoridina.

Aspecto de Littoridina sp y Biomphalaria s.p, siempre asociado al referente. (*):

Invertebrado Gasterópodo. Pequeño gasterópodo común en los afloramientos geológicos bonaerenses, con una antigüedad estimada de 6 mil años. Presenta una conchilla imperforada o subperforada, oblonga, cónica, espiral aguda y cuencas poco convexas. Abertura oval redondeada. Borde columecar espeso y labro fino pero agudo. Opérculo corneo espiral, placa mediana de la radula ancha atrás, con 1 a 4 dientecillos, placas intermedias con dientes muy afilados y laterales finalmente dentadas. Se lo registra en el sector bonaerense a partir del Holoceno medio en depósitos con fósiles de ambientes claramente marinos costero. Los estudios comparativos y ambientales realizados a esta especie, muestra claramente que pertenece a un hábitat de agua marina, con una concentración salobre intermedia, más bien baja. Es muy común en paleocauses, como los de Camet norte (Santa Clara del Mar) y Punta Hermengo (Miramar), Provincia de Buenos Aires. También se lo encuentra asociado a sitios culturales. Por otro lado, Littoridina parchappi, su diagnóstico y características son similares a L. australis, pero más delgado y anillos notablemente marcados. Estudios realizados señalan que la especie presenta características adaptativas, pudiendo vivir en hábitat dulceacuícola y salobre, aunque en esta última, solo lo puede hacer con condiciones de poca salinidad. En la gran mayoría de los casos Littoridina parchappi, aparece asociado a otro gasterópodo, Biomphalaria s.p.


Pomacea canaliculata. Lamarck 1828.

 

 Ejemplar in situ de Pomacea sp en el Holoceno medio - tardío de Río Dulce,  Termas de Rió Hondo.

 

Aspecto de Pomacea fragellata. (*).

Invertebrado Gasterópodo. Es una especie de moluscos gasterópodos la familia Ampullariidae (=Pilidae). Los miembros de este género son caracoles dulceacuícolas de amplia distribución en el continente americano. Habita todo tipo de ecosistemas acuáticos poco profundos y de corrientes lentas, como pantanos, arroyos, ríos y charcas. La concha es esférica, con las curvaturas de la espiral en ángulo de más de 120º en las uniones. Este ángulo tan abierto hace que las suturas entre vueltas de la concha sean muy poco pronunciadas dando origen a conchas con aspecto ligeramente cónico. Posee pulmones y branquias, lo que le permite vivir en aguas pobres en oxígeno, e incluso sobrevivir a periodos de sequía encerrándose en su concha. Utiliza un órgano especial, el sifón, que puede llegar a ser 2 veces tan largas como la concha, para respirar aire permaneciendo sumergido. Aunque es capaz de tomar oxígeno del agua a través de sus branquias. Puede llegar a unos 8 centímetros de ancho y de alto. Generalmente los machos suelen tener la salida de la concha más ancha que las hembras, pero es un rasgo difícil de apreciar. Es omnívoro e insaciable. Puede comer prácticamente de todo, como algas, larvas de mosquito, pescado y carroña. En la actualidad se han descrito más de 100 especies del género Pomacea, muchas de ella de dudoso estatus taxonómico específico. Con las investigaciones que se realicen en el futuro es posible que el alto número de especies descritas para el género queden reducidas a unas 50 ó 60. El registro paleontológico es muy escaso en Argentina, aunque se lo ha encontrado asociado a sitios arqueológicos con posible manipulación antrópica. Magnussen Saffer y Sabater, 2013, citan la presencia numerosa de Pomacea sp en el Holoceno medio - tardío a lo largo del margen derecho de Río Dulce, entre las localidades de Termas de Río Hondo y Santiago del Estero.


Tagelus plebeius. Gray 1847.

 

Fósil marino de Tagelus sp. Arroyo Las Brusquitas.

 

Cordón de conchillas marinas del holoceno. Arroyo Las Brusquitas.

Invertebrado Bivalva. Conchilla muy alargada transversalmente, subequilateral. Superficie estriada concentricamente. Seno paleal muy profundo y coalescente. Charnela con dos cardinales en cada valla, sin laterales. Vivía enterrado en la arena limosa, con el extremo de sus largos sifones sobresaliendo unos centímetros del lecho marino, para absorber los nutrientes en suspensión. Posee forma de cilindro aplanado y alargado. Mide aprox. 72 x 21 mm. Bordes rectos y paralelos. Extremos entreabiertos, redondeados. Umbos casi centrales. Charnela con un diente en una valva y dos en la otra. Superficie lisa con leves estrías de crecimiento.  Este bivalvo generalmente elige ensenadas playas donde haya aportes de agua dulce, como los sedimentos estuaricos de Camet Norte (Santa Clara del Mar), Las Brusquitas y Punta Hermengo (Miramar). Constituyo el alimento de varias aves marinas. En la actualidad muy abundante en las costas del océano atlántico, con representantes fósiles en las acumulaciones de origen sedimentario pertenecientes a la última ingresion marina.


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Tonni, E.P.; A.L. Cione; F. Fidalgo y O. Martinez. 1981. Peces y mamíferos de la Formación Las Escobas (Holoceno) del  partido de Ensenada, Buenos Aires. Consideraciones zoogeográficas y ambientales. Circ. Inf. APA, 8:14-15.

Tonni, E. P. Y Fidalgo, F. 1982. Geología y Paleontología de los sedimentos del Pleistoceno en el área de Punta Hermengo (Miramar, prov. Bs. As, Repub. Argentina); Aspectos paleoclimaticos. Ameghiniana 19 (1-2): 79-108.

Tonni, E. 1985. Mamíferos del holoceno del partido de Lobería, provincia de Buenos Aires. Aspectos paleoambientales y bioestratigraficos del holoceno del sector oriental de Tandilia y área Interserrana. Ameghiniana, 22 (3-4): 283-288.

Tonni, E. 1987. La Fauna local Centinela del Mar y una nueva Unidad mamífero  para el Pleistoceno tardío de la prov. de Bs. As., Argentina. X Cong. Geol. Arg. Act. 3:175-177,

Tonni, E; Bargo, M. y Prado, j. 1988. Los cambios ambientales en el Pleistoceno tardío y holoceno del S.E de la Provincia de Buenos Aires. A través de una secuencia de mamíferos. Ameghiniana 25 (2): 99-110. Buenos Aires.

Tonni, E.P. Cione, A.L. Landoni  N.y Figini A.J. 2000. A small Holocene fossiliferous deposit of marine-brackish origin on the soutneastern coast of the pampean region of Argentina. Current Research in the Pleistocene 17: 147-149;

Vizcaíno, S.F., Milne, N. and Bargo, M.S. 2003. Limb reconstruction of Eutatus seguini (Mammalia, Dasypodidae). Paleobiological implications. Ameghiniana 40(1): 89-101.

Scillato-Yané, G.J.; Carlini, A.A.; Vizcaíno, S.F.; Ortíz Jaureguizar, E. 1995. Los Xenarthros. In Evolución biológica y climática de la región pampeana durante los últimos cinco millones de años. Un ensayo de correlación con el Mediterráneo occidental (Alberdi, M.T.; Leone, G.; Tonni, E.P.; editores). Museo de Ciencias Naturales, Consejo de Investigaciones, Monografías, p. 183-209. Madrid.

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