PaleoArgentina Web. Descubren en China huevos fosilizados dentro de un Dinosaurio. Hallan fósiles de Cheirogaster tortuga gigante. Fósiles de criaturas marinas del Mioceno en Ica, Perú. Fósil de Beipiaosaurus inexpectus. cráneo de Luangwa, un cinodonte del Triasico de África. huellas de dinosaurio.Estudios paleoetológicos demuestran que Triceratops peleaba. Fósil Sphenodon. Titanoboa cerrejonensis, una serpiente gigante paleoceno colombia. Schinderhannes bartelsi, un fósil Devónico. Balaur bondoc, un nuevo dinosaurio terópodos de Rumania.
 
   

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Balaur bondoc, un nuevo dinosaurio terópodos de Rumania.

 Publicado en Paleo. Revista Argentina de Paleontologia. Año 8. Numero 50. Noviembre de 2010.

Científicos descubrieron en Rumania los fósiles de un nuevo tipo de dinosaurio que parecía una versión robusta del Velociraptor. El llamado Balaur bondoc (que en rumano significa dragón robusto) vivió hace unos 70 millones de años en una región del este de Europa que entonces estaba formada por un archipiélago.

Además de sus fornidas extremidades, el animal se diferenciaba del Velociraptor porque contaba con dos garras grandes y afiladas en cada pata. Con éstas, dicen los investigadores en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) (Actas de la Academia Nacional de Ciencias) , podía hacer pedazos a sus presas.

El hallazgo fue llevado a cabo por científicos de la Universidad de Bucarest, del Museo de la Sociedad de Transilvania, en Rumania, y del Museo Estadounidense de Historia Natural. "Hemos estado esperando un hallazgo como éste y logramos obtener sorpresas muy interesantes", dice Mark Norell, uno de los investigadores. "El B. bondoc es pesado, con extremidades inesperadamente robustas y huesos fusionados.

Demuestra lo inusual que era la fauna en esa región durante los últimos años de la era de los dinosaurios", agrega. A fines del período Cretácico, en la región de Rumania donde fue encontrado el B. bondoc, el alto nivel del mar cubría gran parte de lo que hoy conocemos como Europa continental.

Así que Rumania, que entonces era una isla, ofrece uno de los mejores escaparates para conocer lo que era Europa en la era de los dinosaurios. Según los científicos el B. bondoc es el primer esqueleto razonablemente completo de un dinosaurio carnívoro de esa época y demuestra que la región estaba dominada por animales más pequeños y más primitivos que sus parientes que vivían en las grandas masas continentales.

"Quizás Balaur era uno de los depredadores más grandes que vivieron en este ecosistema", dice Zoltan Ciski, otro de los investigadores. Y agrega que aunque la criatura, que medía entre 1,8 y 2,1 metros, es extremadamente inusual, está cercanamente relacionada al Velociraptor y a los dinosaurios emplumados que han sido descubiertos en China. Los fósiles encontrados incluyen una pierna, cadera, columna vertebral, brazos, pata, costilla y huesos de la cola.

Tenía una garra con una uña grande que podía extender -quizás para destrozar a su presa- junto a otra uña grande en una segunda garra. El dinosaurio contaba con patas y piernas cortas y robustas y su pelvis tenía áreas enormes de uniones musculares, lo cual indica que estaba adaptado para la fuerza más que para la velocidad.

Tal como señala Stephen Brisatte del Museo de Historia Natural, "comparado con el Velociraptor, este dinosaurio probablemente era más un boxeador que un corredor, y quizás era capaz de derrotar a animales más grandes que él, igual que los carnívoros de hoy en día".

 


Dicerorhinus hemitoechus, un rinoceronte prehistórico de Galicia.

Publicado en Paleo. Revista Argentina de Paleontología. Año 8. Numero 50. Noviembre de 2010.

Todavía no se sabe si las excavaciones que se realizan actualmente en el yacimiento descubierto en la cantera de la empresa Campesa, en Becerreá, depararán nuevos hallazgos. Lo que sí se puede afirmar es que este lugar ha proporcionado ya uno de los depósitos de fauna cuaternaria más abundantes y variados que se conocen en Galicia. La voladura que reveló la existencia de la cueva que está siendo investigada ahora por los arqueólogos -y que al mismo tiempo fue destruida en su mayor parte por la explosión- puso al descubierto una gran cantidad de restos de numerosas especies animales cuyo estudio puede suministrar datos de gran valor sobre la evolución del medio ambiente en la montaña lucense.

Una de las mayores singularidades de este yacimiento consiste en que contiene numerosos fósiles de rinoceronte. Estos restos ya han sido identificados como pertenecientes a la especie Dicerorhinus hemitoechus, un tipo de rinoceronte extinguido muy característico de la fauna europea del Pleistoceno. El arqueólogo Manuel Vaquero, director de las excavaciones, señala que esta especie es la más abundante entre los animales de gran tamaño que se han localizado en el yacimiento.

«Es muy curioso que apareciesen tantos restos de rinoceronte en una cueva, porque estos animales no frecuentaban precisamente las cavernas, en las que lo más normal es encontrar restos de osos y otros carnívoros», señala. Lo más lógico es suponer que estos animales fueron arrastrados al interior de la cueva por carnívoros que los consumieron, aunque también cabe la posibilidad de que algunos de ellos cayesen accidentalmente dentro de la cavidad a través de simas o pozos naturales abiertos en la superficie del terreno.

La peculiaridad del hallazgo resulta mayor si se tiene en cuenta que esta especie, a menudo denominada rinoceronte de las estepas, se considera característica de los espacios llanos y abiertos. «En este caso han aparecido en un contexto de montaña, lo que le añade mucho interés al yacimiento, porque es una ubicación bastante poco común», apunta Vaquero. En el lugar se han encontrado también vestigios de otras especies extinguidas o desaparecidas del continente hace miles de años.

Entre ellos hay fósiles de león, hiena y pantera europea, una subespecie extinta del leopardo. De esta última se ha podido hallar una mandíbula completa y en buen estado de conservación que Vaquero califica como «una pieza de museo muy notable». La colección comprende asimismo un buen número de fósiles de oso, un animal mucho más fácil de encontrar en hábitats de tipo cavernario.

Además de los mencionados rinocerontes, el yacimiento proporcionó fósiles de diferentes tipos de herbívoros, como caballos y bóvidos. Entre estos últimos figuran los restos de un ejemplar que podría tratarse de un bisonte o bien de un uro o toro salvaje. Los primeros restos de uro conocidos en Galicia fueron hallados recientemente en una caverna caliza de la sierra de O Courel por investigad.

 


Pelagornis chilensis, un ave marina del Mioceno de Chile.

Publicado en Paleo. Revista Argentina de Paleontología. Año 8. Numero 50. Noviembre de 2010.

Este ave sí que hace honor a su herencia de dinosaurio. Durante décadas, los fragmentos de fósiles encontrados sugerían que las aves prehistóricas extintas podían habían tenido una envergadura de alas de hasta 6 metros, más del doble que los albatros errantes de hoy en día, el ave voladora más grande en la actualidad. 

Las especulaciones se han confirmado ahora, al descubrirse un esqueleto casi completo de 'Pelagornis chilensis', un ave marina que vivió en Chile hace entre 5 y 10 millones de años. Los huesos indican que las alas de este gigante del cielo alcanzaban los 5,2 metros de envergadura al menos, según indica el coordinador del análisis del Museo nacional de Historia natural de Santiago de Chile, David Rubilar. El trabajo aparecerá en la revista Journal of Vertebrate Paleontology.

El ave tenía unos huesos delgados, y como los fósiles anteriores aparecieron aplastados, no se había podido determinar su tamaño original. El nuevo fósil, sin embargo, está intacto en un 70% del total, y demuestra que la envergadura estimada de las alas de hasta 6 metros para el Pelagornithid era excesiva, según Rubilar.

... hace unos seis millones de años, convivieron con varias especies de aves de gran tamaño. Entre ellas, destaca la recién descubierta Pelagornis chilensis, cuya envergadura ósea de más de cinco metros la convierte en el ave voladora "con el mayor esqueleto" de la historia, según explica a Público el paleontólogo del Instituto de Investigación de Senckenberg (Alemania) responsable de la investigación, Gerald Mayr.

El fósil fue descubierto en el yacimiento de Bahía Inglesa al norte de Chile y contenía el 70% del esqueleto, según el artículo publicado en Journal of Vertebrate Paleontology. La extensión de sus alas alcanza los 5,2 metros, aunque "sus huesos son muy finos y ligeros", aclara Mayr. Por ello, a pesar de su gran envergadura, su peso sólo oscilaba entre los 16 kilos y los 29 kilos. Esta estimación "no está muy por encima de la masa de las aves vivas más pesadas" que se han descubierto, afirma.

Otras dos especies de aves prehistóricas han sido caracterizadas con envergaduras superiores a la del chilensis. No obstante, según Mayr, estas cifras son "algo especulativas y desmesuradas". Esto se debe a que la envergadura total de un ave se establece en función de sus plumas, por lo que es imposible determinarla con exactitud en función de un registro fósil.

"Hemos sido muy conservadores en nuestras estimaciones", añade el paleontólogo, ya que sus finos huesos "no habrían soportado el peso de un gran plumaje". Según los investigadores, "las plumas principales del chilensis sólo pudieron llegar a medir unos 40 centímetros".

A pesar de su gran tamaño, Mayr no duda en afirmar que el chilensis "era capaz de volar grandes distancias". Otro rasgo característico de la especie radica en su singular pico, ya que sus restos revelan la presencia de prolongaciones en su mandíbula que utilizaba a modo de falsos dientes. Este es un rasgo común en la familia de los pelagornítidos, dentro de la que se ha incluido al chilensis.

La falsa dentadura de esta ave marina le servía para cazar "presas escurridizas como los calamares", opina Mayr. Según el científico, el chilensis nadaba rozando la superficie del mar con la parte inferior de su mandíbula sumergida en el agua hasta que enganchaba una presa.

Mayr afirma que el gran tamaño de esta especie se debe a un rasgo evolutivo para evitar la competencia con otras aves. No obstante, esta característica también tiene sus desventajas. Las crías del chilensis debían emplear más tiempo en su desarrollo, lo que las hacía más susceptible frente a sus posibles depredadores.

 


Hallan magníficos fósiles de Incayaku paracasensis, un pingüino gigante de Perú.

 Publicado en Paleo. Revista Argentina de Paleontología. Año 8. Numero 50. Noviembre de 2010.

La prestigiosa revista científica Science publicó, un artículo sobre un pingüino prehistórico gigante hallado en el Perú.

En el 2007, el paleontólogo peruano Rodolfo Salas y su equipo descubrieron al animal que había habitado en el Perú hace 36 millones de años. El investigador Alí Altamirano fue quien encontró el fósil primero, cuando observaba aves marinas en medio del desierto iqueño. Él vio la roca de donde sobresalía la pata del animal y se lo comunicó a Rodolfo Salas, encargado del Departamento de Paleontología de vertebrados del Museo de Historia Natural de la Universidad de San Marcos. Junto a otros científicos del museo y del Instituto de Investigación para el Desarrollo de Francia en el 2007, desenterraron al pingüino en la bahía de Paracas y lo trasladaron al Museo de Historia Natural.

Julia A. Clarke de la Universidad de Texas lideró el equipo de paleontólogos, geólogos y biólogos que estudiaron el espécimen que, después de 36 millones de años, vio la luz. El pingüino ha recibido el nombre 'Incayaku paracasensis' y medía 1.5m. y pesaba 54 kilos. Vivió en el Eoceno tardío, hace 36 millones de años, un periodo caracterizado por el clima cálido y una fauna rica en lo que hoy es la Reserva Nacional de la Bahía de Paracas: colosales tiburones, variados cocodrilos, cetáceos primitivos y aves gigantescas. El artículo de la revista Science trata de esta investigación que se centró sobre todo en las plumas del animal. La fosilización de partes blandas es muy difícil; pero en este caso se han conservado no solo las plumas del cuerpo y las alas, sino las escamas de las patas.

Por primera vez se ha revelado la forma de las plumas de los pingüinos prehistóricos y hasta el color. El Incayaku paracasensis era gris y marrón rojizo, a diferencia de los pingüinos modernos que son negros y blancos. La importancia de la conservación de las plumas permite estudiar la evolución de los especímenes de esa época hasta el diseño de las plumas de los pingüinos actuales.

Este ha sido un hallazgo importante para la paleontología peruana y el primero de muchos, ya que el Museo de Historia Natural de la Universidad de San Marcos cuenta con fósiles de otros animales. El paleontólogo Rodolfo Salas dijo a Terra sentir que "se están cumpliendo algunos sueños de mi infancia", ya que estos descubrimientos son "nuevas evidencias que sirven para entender la historia de la vida en nuestro planeta".

Él publicó recientemente en la importante revista científica Nature una investigación con el paleontólogo Mario Urbina sobre una ballena asesina prehistórica. Aparte, ha descubierto fósiles de mamíferos en cuevas de los Andes Centrales y en las riveras de ríos amazónicos, un perezoso acuático en Arequipa de seis millones de años, entre otros. "Lo importante de estos hallazgos -cuenta el científico- es que algunos de estos fósiles conservaron en su interior el preciado ADN".

Para Salas, este descubrimiento debería servir "para que las autoridades entiendan la necesidad de apoyar la investigación y así desarrollar la paleontología en el Perú". Las escamas de las patas del animal le dieron el apodo de “Pedro”, por la novela colombiana Pedro, el escamoso. En Noviembre, Pedro será presentado al público en el Centro de Interpretación de Paracas de la Bahía de Paracas, donde se exhibirá junto a una réplica en tamaño natural.

 


Drakozoon una antiquísima y extraña criatura marina de 444 millones de años.

 Publicado en Paleo. Revista Argentina de Paleontología. Año 8. Numero 51. Noviembre de 2010.

En una nueva investigación, un modelo 3D por ordenador preparado a partir de restos fósiles revela una singular criatura, con una forma parecida a la de una gota, que vivió en el mar hace unos 425 millones de años. El modelo está ayudando a los investigadores a averiguar qué aspecto tenían las especies primitivas del pasado remoto de la Tierra, y cómo pudieron evolucionar hacia los tipos de seres que pueblan hoy el planeta.

Los científicos, del Imperial College de Londres, han desarrollado un modelo 3D detallado de los únicos especímenes fosilizados conocidos de una criatura llamada Drakozoon. El espécimen fue descubierto por un miembro del equipo hace cerca de seis años, en uno de los depósitos de fósiles de criaturas de cuerpo blando más ricos de Inglaterra. El Drakozoon vivió en el océano durante el Período Silúrico, hace entre 444 y 416 millones de años, y los modelos actuales dan indicios sobre cómo vivió. 

La investigación revela que el Drakozoon era una criatura cónica con una forma parecida a la de una gota y que probablemente tenía una piel exterior correosa. Parece que sobrevivía en el océano adhiriéndose a superficies rígidas como rocas o criaturas de concha dura. Tenía aproximadamente 3 milímetros de longitud, y usaba tentáculos con filamentos para atrapar en el agua partículas orgánicas de las que se alimentaba.

Poseía una especie de capucha protectora, la cual hacía descender para cubrir su cuerpo y protegerse contra los depredadores, retrayéndola de nuevo para exponer sus tentáculos al agua cuando pasaba el peligro.

Tal como subraya Mark Sutton, del Imperial College de Londres, este modelo 3D revela de manera bastante detallada el aspecto de un ser del que hasta hace poco nadie sabía siquiera que existía. Examinando esta criatura tan arcaica, también es posible avanzar un paso más hacia el conocimiento de cuál era el aspecto que tenían las criaturas macroscópicas más antiguas de la Tierra.

Los científicos han debatido durante muchos años sobre qué apariencia poseían los primeros antepasados de todas las criaturas en la Tierra y cómo evolucionaron sus cuerpos. Algunos piensan que las criaturas tenían unidades repetidas, de manera similar a las que tiene una oruga con sus muchos segmentos y patas, mientras que otros piensan que sus cuerpos estaban estructurados más libremente, de modo similar a como lo están las babosas.

 


Hallan restos fósiles de un extraño rinoceronte en Rusia.

 Publicado en Paleo. Revista Argentina de Paleontología. Año 8. Numero 51. Noviembre de 2010.

Un grupo de paleontólogos descubrió restos de un rinoceronte fosilizado de al menos 20 mil años de antigüedad en una cueva de Dalnegorsk, en la región rusa de Primorie, informó el Club de Historia de esa localidad fronteriza con China.

"La cueva está resguardada de vientos y lluvias, por lo que la riqueza que escondía se ha conservado bien", afirmó el paleontólogo y presidente de esa asociación, Víctor Tatárnikov.  Los huesos del animal fueron encontrados en una cavidad subterránea de piedra caliza de unos 30 metros de profundidad, agregó Tatárnikov, citado por la agencia RIA-Nóvosti.

Según el paleontólogo de la Academia de Ciencias de Rusia Nikolái Ovódova, quien participó en numerosas expediciones en el Lejano Oriente y Siberia, los restos fosilizados del rinoceronte tienen un mínimo de 20 mil años de antigüedad.  En la misma cueva se hallaron también fósiles de un ciervo y de un oso de las cavernas en buen estado de conservación. Las excavaciones, que deben realizarse a mano por las características del terreno y la fragilidad de los fósiles hallados, continuarán hasta final de año, señaló Tatárnikov.

Una vez finalizado el trabajo de campo, los fósiles serán trasladados hasta un centro paleontológico donde Ovódova realizará los análisis pertinentes.

 


Paleontólogos registran grupos extintos de marsupiales en Bolivia.

Publicado en Paleo. Revista Argentina de Paleontología. Año 8. Numero 51. Noviembre de 2010.

Un equipo de paleontólogos reportó cuatro grupos extintos de marsupiales registrados en diferentes yacimientos de Bolivia, con data de millones de años. Algunas especies tienen descendientes evolucionados habitando en el territorio.

El informe fue brindado por la paleontóloga Alejandra Abello, en la conferencia “Marsupiales extintos en América del Sur” organizada por el Instituto de Investigación para el Desarrollo (IRD) de Francia. Abello es investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), del Laboratorio de Sistemática y Biología Evolutiva (LASBE) de Argentina. La paleontóloga, miembro de un grupo de investigadores bolivianos y extranjeros, en el marco de una colaboración científica en paleontología de vertebrados entre el CONICET y el Laboratorio de Paleontología de La Paz, trabaja en la reconstrucción de la historia de los mamíferos en Bolivia.

“Los marsupiales que habitan actualmente en América, en su gran mayoría comadrejas, son el reducto de un grupo de extraordinaria diversidad en el pasado de este continente. Durante su historia evolutiva alcanzaron una diversidad, tanto taxonómica como de tipos ecológicos comparable a la desarrollada en Australasia”.  A diferencia de lo evidenciado en aquella región, la evolución de los marsupiales en América del Sur fue particular, debido a su coexistencia con diferentes grupos de mamíferos placentarios, nativos e inmigrantes, con los cuales repartieron sus distintos roles ecológicos.

Entre las formas extintas se cuentan especies semejantes a las ratas canguros, primates, pequeños roedores y ciertos marsupiales que actualmente habitan en Australia.  La charla magistral tuvo énfasis en los variados linajes extintos y su registro fósil en Bolivia, de los cuales se reporta cuatro grupos: Didhelphomorfia, Pucadelphys Andinus, Paucirtuberculata, Polydolophymorphia.  El Pucadelphys andinus es el marsupial más antiguo, de data de 62 millones de años atrás y fue encontrado en el Yacimiento de Tiupampa, departamento de Potosí.  En el orden Paucirtuberculata se han registrado dos especies, el Evolestes de pequeño tamaño y alimentación insectívora, y el Hadromammatos de tamaño mayor y de alimentación frutívora. Las dos halladas en el Yacimiento de Salla, provincia Aroma de La Paz, de 25 a 27 millones de años atrás.

En el orden Polydolophymorphia, están las familias Proargyrolagus bolivianus y Argyrolagidae, esta última con representantes en el territorio boliviano y se trata de una especie convergente con roedores actuales. Ambas especies provienen de la localidad de Salla, La Paz, con antigüedad de 27 millones de años. Otra especie en esta orden es Hondalagus altiplanensis registrada en Quebrada Honda, Tarija, con data de dos millones de años.

Los marsupiales son una clase de mamíferos que habitan en la actualidad en Australia y Asia, como los Thylacinidae, Thylacomyidae y el Notoryctidae, entre ellos el carnívoro marsupial australiano, topos marsupiales, el conocido demonio de Tasmania, el canguro arborícola y otros.  En Sudamérica están identificadas unas cuatro familias. El orden más diverso es el Didhelphimorphia como la comadreja común; otro grupo es el Microbiotheria, que habita en el monte, en Chile y Argentina. El orden Paucirtuberculata cuenta con seis especies actuales, entre ellas las Comadrejitas antiguas que tienen una distribución andina, el caso de Bolivia.

El origen de los grupos se remonta al tiempo cretácico temprano de Asia, existen otros registros en Europa, América del Norte, África y la Antártida. Se ha identificado como una de las vías de dispersión de los marsupiales desde Asia hacia América del Norte, y Europa. Desde América del Norte se produjo una o varios desplazamientos a América del Sur, luego hacia la Antártida y Australia. Abello explica que los marsupiales son los más cercanamente emparentados a los mamíferos placentarios.

El grupo más primitivo de mamíferos actuales es el Prototheria, en el cual se mencionan al monotrema y ornitorrinco que se reproduce por huevo.  Se cuentan características como el sistema reproductor femenino, la reproducción y el desarrollo temprano de las crías. Completan el crecimiento unidos a los pezones de donde se alimentan con la leche materna.

Las mamas están rodeadas de un repliegue de piel llamado marsupio; sin embargo, a pesar del nombre, no todos los marsupiales lo tienen. Hasta los tres meses se desarrollan en el marsupio, hasta los siete meses tienen alimentación mixta (leche y depende de la dieta de la especie), y al año abandonan el marsupio.

Los marsupiales suelen tener úteros y vaginas dobles o vagina media, conectados con el seno urogenital en el momento del parto.  La paleontóloga explica que sus estudios han sido posibles por los hallazgos de restos fósiles, como partes de cráneos y piezas dentarias. Por ejemplo, una característica para identificar a un marsupial es la cópula dentaria que cuenta con cinco incisivos superiores, cuatro inferiores, tres premolares y cuatro molares.

El equipo de investigadores recorrerá por algunas regiones del país para realizar más hallazgos de fósiles sobre esta especie.

Para más información sobre el tema el contacto es mabello@fcny.munlp.edu.ar

 


Espeleólogos del Aloña Mendi hallan fósiles de Ursus Spelaeus en una cueva.

 Publicado en Paleo. Revista Argentina de Paleontología. Año 8. Numero 52. Diciembre de 2010.

Los espeleólogos del Aloña Mendi (AMET) han vuelto a demostrar que practican un deporte al servicio de la ciencia, al hallar en una de sus últimas introspecciones el cráneo completo de un oso pardo, un ejemplar del que existen poco restos fósiles en las cuevas, ya que al contrario que el oso cavernario utilizaba refugios menos específicos.

Los restos se han localizado en la cueva Fraidebaso 1, de los alrededores de Arantzazu, una cavidad que no había sido explorada hasta la fecha porque tenía un acceso muy complicado, y que guardaba en sus entrañas un pequeño tesoro paleontológico. El hallazgo fue comunicado a un arqueólogo del departamento de prehistoria de la UPV que se mostró dispuesto a entrar en la cueva y examinar los restos.

Según estas primeras investigaciones, el cráneo y los restos hallados por los espeleólogos del Aloña Mendi, corresponden a una hembra de grandes proporciones que, al parecer, entró en la cueva para dar a luz ya que junto a ella se han encontrado los restos de un osezno de unos tres meses. También han localizado en la misma cueva restos de otro oso joven de otra época, que posiblemente falleció de hambre o enfermedad mientras hibernaba y de una cabra de una raza ya extinguida.

A la aventura, misterio y esfuerzo físico que requiere explorar una cueva hay que añadirle sus aportaciones científicas. En Amet siempre han ayudado y tomado parte en investigaciones topográficas, geológicas, biológicas, hidrológicas y arqueológicas, y en este caso su hallazgo puede ayudar a desentramar como era el ecosistema oñatiarra hace 10.000 años.

Una de la peculiaridades de este último hallazgo es que se trata de un oso pardo, no de un oso de las cavernas o cavernario. Para hibernar los osos pardos utilizaban refugios menos específicos y por eso precisamente aún perdura la especie. No son numerosos los hallazgos de fósiles en yacimientos de cueva. Los osos pardos no dependían tanto del hábitat de las cuevas, que se fue degradando, y por ello no siguieron el mismo patrón que los osos de las cavernas.

El oso de las cavernas, del que se han hallado muchísimos ejemplares en la zona, se extinguió en Europa hace unos 25.000 años. La última gran glaciación durante el Pleistoceno fue el golpe final para su extinción. Sin embargo, un estudio reciente ha demostrado que el declive del 'Ursus Spelaeus' comenzó mucho antes, hace 50.000 años, debido a la expansión humana y no tanto al cambio climático. Un equipo internacional de científicos ha analizado secuencias de ADN mitocondiral a partir de 17 nuevas muestras fósiles, entre otras, y lo ha comparado con el oso pardo actual.

Las dataciones radiométricas de los restos fósiles señalan que el oso de las cavernas dejó de ser abundante en los yacimientos de Centroeuropa ya hace unos 35.000 años.

Mientras los especialistas analizan el último hallazgo paleontológico que han dado a luz las inmensas galerías subterráneas oñatiarras, los espeleólogos de Amet siguen descubriendo nuevas galerías. Se trata de catalogar y descubrir el rico patrimonio subterráneo oñatiarra, resultado de los procesos geológicos que han gobernado la sedimentación y la formación de rocas calizas en los mares cálidos que existían sobre la región durante los periodos Jurásico y Cretácico.

 


Platalearostrum hoekmani, una nueva especie de delfín del Plioceno de Holanda.

 Publicado en Paleo. Revista Argentina de Paleontología. Año 8. Numero 52. Diciembre de 2010.

Un nuevo tipo de delfín jamás identificado hasta el momento, de nariz corta en forma de cuchara y un bulbo en la cabeza como si fuera un balón, ha sido descubierto por un grupo de científicos tras analizar un fósil que apareció en el Mar del Norte. El animal, que tenía una longitud aproximada de unos seis metros, vivió hace dos o tres millones de años, según explican los científicos en la revista especializada Deinsea, del Museo de Historia Natural de Rotterdamn, en Holanda. Creen que su pariente vivo más cercano es la ballena piloto.

La especie ha recibido el nombre de «Platalearostrum hoekmani» en honor de Albert Hoekman, un pescador holandés que en 2008 recogió del fondo del mar el cráneo de la criatura, bastante bien conservado. Ahora, ese hueso se expone junto a una recreación de este tipo de delfines en el museo holandés. Según explican los investigadores Klaas Post y Kompanje Erwin, el Mar del Norte se ha convertido en una rica fuente de fósiles en las últimas décadas. La pesca de arrastre ha rescatado decenas de miles de huesos antiquísimos, algunos de los cuales no han podido ser clasificados aún.

 Pero los científicos no tienen dudas respecto a la procedencia del fósil del «Platalearostrum hoekmani». Según explican, pertenece a la misma familia de mamíferos marinos que los delfines. El fósil muestra una caractarística única en la cabeza, una zona de punta insualmente grande con seis dientes que sugiere la existencia de un hocico grande y contundente.

 


Hallan fósiles de Tabaco de principios del Pleistoceno de Perú.

 Publicado en Paleo. Revista Argentina de Paleontología. Año 8. Numero 52. Diciembre de 2010.

Una expedición en la selva norte de Perú descubrió una masa compacta con hojas fosilizadas de tabaco, en una zona que corresponde geológicamente al Pleistoceno, lo que revelaría que esa planta existió en Perú hace 2,5 millones de años.

El director del Museo Paleontológico Meyer Honninger, Klaus Honninger, y el experto en paleobotánica Luis Cabrera encontraron el estrato de la era pleistocénica en la cuenca del río Marañón, en la región Amazonas, con las concreciones de hojas fosilizadas de tabaco, según un comunicado remitido a Grupo Paleo. "Este hallazgo realizado en la selva alta al norte del Perú permite determinar, inicialmente, que el origen de la planta se remonta al Pleistoceno y confirmar que el tabaco es oriundo del norte peruano", afirmó la fuente.

Los expertos en botánica habían determinado que el origen del tabaco se situaba en la zona andina entre Perú y Ecuador, debido a los hallazgos de los primeros cultivos que se hicieron entre 5.000 y 3.000 años antes de nuestra era, agregó la fuente. Además de fumarse, el tabaco se aspiraba por la nariz, se masticaba, se comía, se bebía, se untaba sobre el cuerpo, se usaba en gotas en los ojos y se usaba en enemas por parte de los pobladores antes de la colonización (1492) de América del Sur, explicó el museo.También se usaba en ritos guerreros antes de la lucha, se esparcía en campos antes de sembrar, se ofrecía a los dioses, se derramaba sobre las mujeres antes de una relación sexual y se utilizaba como narcótico.

El referido museo tiene varias colecciones de fósiles animales y vegetales que serán exhibidas a partir del próximo año en un parque temático en la ciudad norteña de Chiclayo. Entre las piezas fósiles más destacadas del futuro museo figura un tiburón de 18 metros de largo llamado Megalodón, un felino conocido como diente de sable y un cerebro de ballena, entre otras.

 


Koreaceratops hwaseongensis, un nuevo dinosaurio de Corea del Sur.

Publicado en Paleo. Revista Argentina de Paleontología. Año 8. Numero 52. Diciembre de 2010.

Un equipo internacional de investigadores confirmó  que varios huesos hallados en el 2008 en Corea del Sur pertenecen a un tipo de dinosaurio de la familia de los ceratopsianos hasta ahora desconocido, que vivió en la zona hace 103 millones de años. El fósil de un nuevo y diminuto dinosaurio con cuernos fue descubierto en Corea del Sur y es el primero de su tipo en una zona donde es rara esta clase de hallazgos, anunciaron varios científicos.   

Este descubrimiento está ayudando a los investigadores a resolver el misterio de cómo evolucionaron los dinosaurios astados para empezar como criaturas pequeñas del tamaño de un perro en Asia y terminar siendo enormes dinosaurios como los Triceratops que deambulaban por América del Norte. “Es un raro hallazgo”, indicó Michael Ryan, curador y jefe de paleontología de vertebrados en el museo de historia natural de Cleveland.

“No se suelen hallar fósiles de dinosaurios en esta región, donde se registra con más frecuencia evidencia de huevos de dinosaurio y huellas”, dijo Ryan. “El espécimen es importante porque llena un eslabón perdido de 20 millones de años en el registro fósil, entre el origen de estos dinosaurios en Asia y su primera aparición en América del Norte”. El Koreaceratops hwaseongensis tenía un pico como el de un loro del que sobresalía una mandíbula llena de dientes, con una gruesa cola con forma de abanico que podía haberlo ayudado a nadar.   

Ryan es coautor de la investigación liderada por Yuong-Nam Lee del instituto coreano de geociencia y recursos minerales, publicada en la edición del 18 de noviembre de la revista en línea Naturwissenchaften: The Science of Nature. El Koreaceratops tenía cerca de 1,67 metros de alto y pesaba entre 27 y 45 kilos.

Varios científicos que se involucraron en la investigación y provenientes de Corea del Sur, Estados Unidos y Japón creen que la criatura vivió hace cerca de 103 millones de años, en el periodo del temprano Cretáceo, por lo que además era geológicamente más joven que el Triceratops.

 


Hallan fósiles de Cheirogaster bolivari,
tortugas gigantes del Plioceno de Murcia.

Publicado en Paleo. Año 7. Numero 34. Febrero de 2009.

El Puerto de la Cadena de Murcia escondía en su interior fósiles de Cheirogaster bolivari, una especie de tortuga terrestre gigante, cuyos caparazones superan el metro de diámetro y pesan más de una tonelada, que datan de hace más de seis millones de años. El hallazgo de los cuatro caparazones, dos de ellos todavía sin extraer, se produjo el pasado octubre durante las obras de construcción del tercer carril de la autovía A-31, que une el Puerto de la Cadena con el polígono de San Ginés, por parte de la empresa constructora, y fue certificado por la Asociación Cultural Paleontológica Murciana.

Los restos encontrados, algunos de los cuales pueden verse ya en el Museo Arqueológico de Murcia, fueron presentados por el delegado del Gobierno en Murcia, Rafael González Tovar; el consejero de Cultura, Pedro Alberto Cruz, y el experto del Museo de Paleontología de Elche Ignacio Fierro, quienes destacaron la importancia de apostar por el patrimonio de la Región.

Los trabajos llevados a cabo por los técnicos han conllevado también la recuperación de 35 fragmentos de fósiles y huesos de bóvidos y caballos, entre otros animales, como falanges, vértebras, dientes o costillas. Ignacio Fierro explicó que se han llevado a cabo hasta el momento tres intervenciones en la zona, en la primera de las cuales se localizó el caparazón completo de una tortuga, de unos dos metros de diámetro, mientras que en la última de ellas, que comenzó el 1 de diciembre, está previsto extraer dos más.

El paleontólogo ilicitano apuntó la hipótesis de que hace más de 11 millones de años la zona estaba cubierta por el mar, poco a poco fue saliendo a la superficie y surgió un delta que fue introduciendo sedimentos desde el mar que arrastraron los caparazones de las tortugas muertas al lugar donde se han encontrado. Los trabajos de excavación y prospección continúan, y, según explicó Fierro, después de trasladar los restos a la zona de almacenaje, se analizan y estudian para obtener más información sobre ellos y su procedencia. 

El consejero de Cultura, que calificó los caparazones encontrados de "monumentales" por su magnitud y estado de conservación, afirmó que en un futuro serán expuestos en el Museo Paleontológico de Torre Pacheco. Por su parte, el delegado del Gobierno en Murcia destacó la colaboración entre ambas administraciones en la extracción de estos restos y felicitó a la empresa constructora por "su responsabilidad" al informar del hallazgo. Destacó también que "el beneficio de esta intervención redundará en las investigaciones sobre el pasado de la Región y en la difusión pedagógica de la riqueza paleontológica de la zona para el disfrute del ciudadano".

Fuente: EFE y Grupo Paleo.

 


Fósiles de criaturas marinas del Mioceno en Ica, Perú.

Publicado en Paleo. Año 7. Numero 34. Febrero de 2009.

Especialistas del Instituto Geológico Minero Metalúrgico (INGEMMET) encontraron restos fósiles de especies de entre 16 y 20 millones de antigüedad en el desierto de Ocucaje (Ica), informó el jefe de proyectos de la Dirección Geológica Regional de dicha institución, César Chacaltana.

En declaraciones a la agencia Andina mencionó que entre lo observado en una última salida de campo destacan los fósiles de ballenas, tortugas, delfines, un tiburón de 15 metros de largo y un pingüino de un metro y medio de estatura. El investigador, que dirige los trabajos en la zona y es especialista en paleontología, destacó que Ocucaje constituye un lugar privilegiado en el tema de restos fósiles, debido a que se estima posee una buena cantidad de estos.

Sostuvo que la labor realizada por INGEMMET se lleva a cabo en coordinación con el Instituto Nacional de Cultura (INC), con el que se ha firmado un convenio a fin de procurar la conservación y protección del patrimonio paleontológico de Ica. “INGEMMET desarrolla las investigaciones de campo buscando interpretar la evolución de estos ecosistemas y con el INC se trabajan actividades destinadas a optimizar la protección de lo encontrado”, precisó Chacaltana. Refirió que uno de los acuerdos recientes apunta a generar identidad paleontológica en Ocucaje e Ica mediante talleres en los colegios, instituciones y población en general, paralelo a los trabajos científicos. 

“Tenemos la tarea del rescate de estos especimenes únicos en el mundo, crear convenios internacionales para continuar con el proceso de investigación y dar a conocer a la comunidad internacional el patrimonio paleontológico”, enfatizó. Indicó, en ese sentido, que una de las metas está orientada a la creación de un museo paleontológico en la zona. “Hemos hablado con el INC-Ica para que disponga en su plan presupuestal el tema del museo”, comentó. El especialista comentó que otros lugares del país ricos en yacimientos de fósiles son Bagua (Amazonas), Huancayo (Junín), donde se halló un tigre dientes de sable, al igual que Piura.

Fuente: Ica y Grupo Paleo.

 


Fósil de Beipiaosaurus inexpectus,

presenta evidencias de plumas en su cuerpo.

Publicado en Paleo. Año 7. Numero 34. Febrero de 2009.

Investigadores de la Academia de Ciencias China en Beijing han descubierto estructuras similares a largos alfileres en la cabeza, cuello y tronco de un fósil de dinosaurio de 125 millones de años de antigüedad en el yacimiento chino de Yixian. Estas estructuras, cuyos detalles se presentan esta semana en la edición digital de la revista 'Proceedings of the National Academy of Sciences', podrían representar la forma más primitiva de plumas descubierta hasta la fecha.

Para los científicos, este descubrimiento cubre las lagunas fósiles sobre el desarrollo más primitivo de las plumas y apoya la hipótesis de que éstas evolucionaron y se diversificaron inicialmente en terópodos antes del origen de las aves y de la evolución del vuelo. Todas las plumas descritas en los terópodos que no son aves son estructuras compuestas formadas por múltiples filamentos. Estas estructuras se parecen en gran medida a fases avanzadas previstas ya en los modelos de desarrollo del origen de las plumas pero no a las de la fase inicial. 

Los investigadores presentan ahora un tipo de pluma en dos especímenes del tiricinosaurio Beipiaosaurus inexpectus, un dinosaurio que vivió en el periodo Cretácico en Asia, en los que cada pluma está representada por un único filamento amplio. Según los autores, este tipo morfológico de pluma es congruente con la fase I de la morfología que predicen los modelos de desarrollo, lo que supone que ahora todos los tipos que predicen estos modelos se encuentran ya representados en el registro fósil

Fuente: EP y Grupo Paleo.

 


Descubren un cráneo de Luangwa, un cinodonte del Triasico de África.

Publicado en Paleo. Año 7. Numero 34. Febrero de 2009.

Un grupo de paleontólogos brasileños de la Universidad de Ulbra anunció el hallazgo de un cráneo de cinodonte, un gigantesco reptil conocido científicamente como 'Luangwa', que habitaba en África hace 240 millones de años, y que pertenece al grupo que dio origen a los mamíferos.

El descubrimiento se produjo en una reunión rural de Dona Francisca, un municipio en la región central del estado de Río Grande do Sul, al sur del país. Además, ésta es la primera vez que consiguen obtener un cráneo completo y en buenas condiciones. Hasta el momento, sólo se habían descubierto pequeños fragmentos de otros fósiles del mismo animal, el primero de ellos en Zambia. 

Según los investigadores, la importancia del descubrimiento confirma de nuevo la teoría de que el continente Africano y Suramérica formaban parte de un mismo continente, 'Pangea', ya que el descubrimiento de fósiles de este animal prehistórico es mucho más común en territorio africano. Estos animales tenían una gran variedad de formas cuando habitaban en la Tierra hace unos 240 millones de años. Así, todos se caracterizan por sus semejanzas con los mamíferos, como la presencia de pelos y, probablemente, la sangre caliente, según informó la agencia de noticias china Xinhua.

"Uno de los factores importantes en relación al descubrimiento es que el cráneo del nuevo fósil se encuentra prácticamente completo, lo que permitirá que sean realizados estudios más profundos sobre esta especie", señalan los investigadores de la Universidad de Ulbra, Sergio Furtado y Lucio Roberto da Silva. Los cinodontes, que se expandieron durante el Triásico por todo el planeta, podían ser omnívoros, herbívoros o carnívoros. El género 'Luangwa' era omnívoro y podía medir desde pocos centímetros hasta dos metros de altura.

Fuente: ABC

 


Hallan en España huellas de dinosaurio

con una malformación en un dedo.

Publicado en Paleo. Año 7. Numero 34. Febrero de 2009.

El equipo científico del Museo Jurásico de Asturias (Muja) ha encontrado en la localidad maliayesa de Argüeru huellas de un dinosaurio terópodo de hace 152 millones de años. Lo llamativo es que las icnitas de este carnívoro del Jurásico Superior muestran una deformación en el dedo cuarto del pie derecho, ya que «en dos pisadas consecutivas aparece muy desplazado hacia la derecha», explica José Carlos García Ramos, director científico del Muja.

García Ramos destaca que, a pesar de esta malformación, el dinosaurio no sufría cojera, ya que de ser así, hubiera dado un paso corto y otro largo, argumenta. Estas circunstancias han llevado al equipo científico del Muja a deducir que el animal jurásico pudiera haber nacido con este defecto en el pie o bien que pudiera tratarse de una herida o una fractura antigua, pues, de ser reciente, hubiera cojeado.

 

 

Las icnitas halladas en el acantilado de Argüeru son importantes porque, como afirma García Ramos, «es la primera vez que tenemos constancia de que aparecen en la península Ibérica. Hay pocos casos citados de malformaciones y heridas en los pies registrados en huellas, aunque las malformaciones en huesos sí son habituales».  Este terópodo era un individuo bípedo y tenía gran tamaño, dadas las dimensiones de las huellas de sus pies, con una longitud de 58 centímetros y una anchura de 43. José Carlos García Ramos señala que este dinosaurio «caminaba lento, a unos cinco kilómetros por hora», quizá porque la lesión del pie «le impedía avanzar más rápido».

El equipo de investigación del Muja publicó este hallazgo el pasado mes de diciembre, en el último número de la revista científica francesa «Oryctos», junto con otro artículo en el que estudian diversos aspectos de las huellas de dinosaurios y otros reptiles (pterosaurios, cocodrilos, lagartos y tortugas) de la costa asturiana. Esta revista que publica el Museo de Dinosaurios de Espéraza (Musée des Dinosaures d'Espéraza), en el sur de Francia, recoge las actas del simposio internacional sobre paleoicnología de dinosaurios y otros vertebrados que se celebró en Fumanya (Barcelona), del 4 al 8 de octubre de 2005.

Estos dos artículos han sido realizados por el equipo de investigación del Muja en colaboración con Marco Avanzini, del Museo de Ciencias Naturales de Trento (Italia), y Martin Lockley, del Museo de Huellas de Dinosaurio de la Universidad de Colorado, en Denver (Estados Unidos).

Este terópodo se paseaba por la línea de costa maliayesa hace 152 millones de años. Aquella orilla del mar tenía poco que ver con la actual. El director científico del Muja señala que, entonces, «no había acantilados, era costa baja, con delta». Incluso, la dirección del litoral era diferente a la que tiene hoy. En el jurásico superior no había hierba, ya que «aparece en el Cretácico, aunque sí existía un manto de vegetación y helechos», destaca García Ramos. Los 33 grados de latitud de aquella etapa permitían la existencia de tortugas, cocodrilos y reptiles marinos como ictiosaurios y plesiosaurios.

Fuente; Oryctes y Grupo Paleo.

 


Estudios paleoetológicos demuestran que Triceratops

peleaba como los animales actuales.

Publicado en Paleo. Año 7. Numero 34. Febrero de 2009.

Las persecuciones de los 'Tyrannosaurus rex' a los grandes depredadores como los Triceratops están arraigadas en los imaginarios tanto científicos como populares. Sin embargo, estos grandes herbívoros disponían de tres potentes cuernos (a los que deben su nombre, etimológicamente: tres cuernos en la cara) que bien podían usar para defenderse. Tenían dos grandes cuernos frontales y uno más pequeño en la zona nasal. Pero, ¿los usaban realmente para eso?

Hasta el momento no había consenso científico acerca de la utilidad de las defensas de los Triceratops. Algunos científicos aseguraban que eran un simple reclamo para atraer a las hembras de su especie. Mientras, otros afirmaban que los utilizaban para luchar entre ellos y una tercera corriente pensaba que eran sólo una defensa ante los depredadores, como el T-rex. Un equipo de científicos de tres centros científicos de Estados Unidos y Canadá ha realizado el primer estudio exhaustivo de los restos fósiles de estos dinosaurios y han dado con la respuesta definitiva.

"Los culpables más probables de las heridas que muestran los cráneos de los Triceratops son los cuernos de otros Triceratops", asegura Andrew. A. Farke, coautor del estudio que ha sido publicado en la revista científica 'PloS ONE'. Para llegar a esa conclusión, los investigadores supusieron que si estos dinosaurios combatían entre sí con los cuernos, deberían quedar restos de estos combates en los fósiles óseos. Por ello, los autores del trabajo analizaron más de 400 muestras de cráneos de Triceratops y de un dinosaurio muy cercano evolutivamente, el Centrosaurus.

"Si el Triceratops y el Centrosaurus sólo utilizaban sus cuernos y atributos para exhibirlos no tendríamos que encontrar diferencias en la tasa de lesiones de ambos animales", dice Farke. Sin embargo, los investigadores descubrieron que el hueso escamoso a modo de abanico que forma parte de su ornamentación ósea en la cabeza tenía heridas 10 veces más frecuentes en el Triceratops que en el centrosauro. "Este patrón sugiere que el Triceratops usaba sus cuernos para combatir y que esa estructura ósea se adaptó como estructura protectora. En cambio, en los Centrosaurus tenía una utilidad de lucimiento visual más que física", aseguran los investigadores en el estudio.

"Nuestros descubrimientos muestran algunas de las mejores pruebas hasta la fecha de que los Triceratops podrían haber entrechocado los cuernos con otros de su especie, luchando como los modernos antílopes y ciervos", explica Farke. Los investigadores especulan que muchas de las heridas observadas podrían haber sido causadas por embestidas mal dadas por animales rivales. En la actualidad se pueden ver lesiones similares en animales con cornamenta.

En todo caso, Farke es cauto y rápidamente se lanza a sugerir que, aún así, estos animales podrían haber usado los cuernos y defensas con fines diferentes del combate. "Me gusta pensar en los cuernos del Triceratops como utensilios de una navaja suiza", afirma el investigador, "probablemente usaban sus cráneos como querían, ya fuera para el combate, la defensa o el lucimiento".

Fuente: PloS ONE. El Mundo.es y Grupo Paleo.

 


Fósil Sphenodon, reinicia el debate sobre “Nueva Zelanda” sumergida.

Publicado en Paleo. Año 7. Numero 34. Febrero de 2009.

El fósil de un lagarto de Nueva Zelanda, reptil ha sido identificado por un equipo de científicos de la UCL (University College, Londres), Universidad de Adelaida, y el Museum de Nueva Zelanda, Te Papa Tongarewa. El fósil, que data de hace 18 millones de años, ha dado lugar a nuevos argumentos sobre si el continente estuvo totalmente sumergido  hace unos 25 millones de años atrás.

Hoy en día, el peligro del Nueva Zelanda tuatara (Sphenodon) es un lagarto, reptil único sobreviviente de un grupo que muy difundido a nivel mundial en la época de los dinosaurios. La tuatara vive en 35 islas diseminadas por toda la costa de Nueva Zelanda, la población continental debe haberse extinguido con la llegada de los seres humanos y los animales hace unos 750 años. Sphenodon el fósil más antiguo conocido y data de la época del Pleistoceno (alrededor de 34.000 años), mientras que el nuevo descubrimiento data del Mioceno Temprano unos 19 a 16 millones de años atrás.

El fósil, de mandíbulas y dentadura muy parecida a las del tuatara de hoy en día, hay una brecha de casi 70 millones de años en el registro fósil del grupo entre el Pleistoceno de Nueva Zelanda y el Cretácico Tardío de Argentina. En un documento publicado en los Proceedings of the Royal Society, el equipo dice que sus resultados ofrecen una prueba más de que los antepasados de los tuatara estuvieron sobre la superficie terrestre, que se separo del resto de los continentes del sur (Gondwana).

El autor principal el Dr. Marc Jones, UCL Biología Celular y Desarrollo, dice: “Se ha afirmado que Nueva Zelanda estuvo completamente sumergida durante el Mioceno hace unos 25 a 22 millones de años atrás. Sin embargo, la diversidad de ahora que se conoce de los fósiles del Mioceno (Grupo San Bathans Fauna de la Manuherikia) sugiere que es muy probable que parte de la superficie se mantuvo sobre el agua para asegurar la supervivencia de un número de especies, como ranas, árboles y varios Kauri insectos modernos de agua dulce, como así el tuatara “.

Los fósiles también proporcionan la primera evidencia directa de que los antepasados de los tuatara han sobrevivido en Nueva Zelanda a pesar de importantes cambios climáticos y ambientales, tales como una caída de la temperatura global de unos ocho grados centígrados alrededor de 14 millones de años (Mioceno Medio). Entre el Oligoceno tardío y antes del Mioceno (35 a 22 M.A) una elevación del nivel del mar sumergió gran parte de Nueva Zelanda, pero la pregunta es, ¿cuánto? Si el continente de Zelanda estaba completamente sumergido, el Sphenodon habría tenido que recolonizar rafting por el océano.

Si nos fijamos en la capacidad de la moderna transoceánico Sphenodon, se puede nadar, pero sólo las distancias cortas, es capaz de sobrevivir sin alimentos durante varios meses, pero la deshidratación sería un grave problema para un largo viaje por altas tasas de pérdida de agua a través de la piel. Además, actualmente no hay pruebas de una población fuera de Nueva Zelanda en ese momento.

“Parece más probable que algunos lugares de la superficie terrestre han persistido durante el anegamiento del continente y permitió a los antepasados de los tuatara junto con las ranas, aves y mamíferos (conocido desde el Mioceno, pero ahora extinta) sobrevivir a la transgresión, aunque el grado de el resto de la superficie terrestre en el momento está abierta a la especulación. Sin embargo, incluso si Zealandia se redujo a sólo el uno por ciento de la actual superficie que todavía representan más de 2500 kilómetros cuadrados, más de 1000 veces la superficie de la Isla de Esteban (1,5 km al cuadrado), donde más de 30.000 tuatara viven actualmente”.

Fuentes: University College de Londres y Grupo Paleo.

 


Titanoboa cerrejonensis, una nueva serpiente gigante

del Paleoceno de Colombia.

Publicado en Paleo. Año 7. Numero 34. Febrero de 2009.

Hace sesenta millones de años, en las selvas tropicales de Colombia, se escurría un monstruo entre la penumbra como jamás lo ha concebido el hombre. Habían transcurrido cinco millones de años desde la extinción de los dinosaurios y la Tierra experimentaba una nueva era, en la que el calor y la humedad se hacían casi insoportables en las zonas tropicales. En la selva se registraban temperaturas medias anuales que oscilaban entre los treinta y los treinta y cuatro grados centígrados.

Este monstruo era una serpiente que era tan ancha como un tronco humano. Pesaba más de una tonelada -en concreto, unos 1.250 kilos- y alcanzaba una longitud de trece metros, similar a la de un autobús escolar. Se trataba de una boa tan poderosa, que entre sus presas se contaban los cocodrilos de la época, unos depredadores también terribles, y las tortugas gigantes, cuyos sólidos caparazones se quebraban ante un abrazo terriblemente poderoso y mortal.
   

Los restos fósiles de este reptil se han encontrado en Cerrejón, una mina a cielo abierto en Colombia, que no es otra cosa que una ventana al pasado, cuando la selva más antigua de Sudamérica se formó hace entre 58 y 60 millones de años. Titanoboa cerrejonensis, el nombre científico del monstruo, dejó aquí sus restos fósiles en forma de enormes vértebras, a partir de las cuales se ha deducido su longitud y peso. Jason Head, el autor principal que describe el hallazgo en la última edición de la revista Nature, es un paleontólogo de la Universidad de Toronto en Mississauga.

Ha trabajado con expertos del Instituto Tropical del Smithsonian en Panamá como Carlos Jaramillo, y colegas como Johnattan Bloch, conservador del Museo de Historia Natural de Florida, para explicar la existencia de esta gigantesca serpiente, tan larga como un tiranosaurio; la más grande conocida hasta la fecha, y el vertebrado más grande de la Tierra en esa época después de la desaparición de los dinosaurios? si exceptuamos las fabulosas criaturas marinas que surcaban los mares de hace sesenta millones de años.

Titanoboa era un reptil enorme, pero al fin y al cabo un reptil de sangre fría. Su tamaño gigantesco es una señal clara de que aquel trópico estaba más caliente que el actual, creen los expertos. De otra manera, es improbable que hubiera alcanzado ese tamaño.  Si tienes la sangre fría ?al contrario que muchos dinosaurios, que probablemente podían regular la temperatura de sus enormes cuerpos? ser tan grande es una desventaja, puesto que pierdes más calor proporcionalmente a lo grande que seas.

"Si examinas la distribución de los animales de sangre fría en la actualidad, los más grandes se encuentran en los trópicos", añade Bloch. "Es aquí donde hace más calor. Se hacen más pequeños conforme se alejan de la línea del ecuador".  No cabe duda que Titanoboa fue un depredador terrible en un mundo posterior a los dinosaurios, un digno sucesor del temible tiranosaurio; un gigante de tiempos remotos.

 


Schinderhannes bartelsi, un fósil Devónico de 390 millones de años.

 Publicado en Paleo. Año 7. Numero 34. Febrero de 2009.

El célebre estrato de pizarras de Hunsbrück (Alemania), del que han salido algunos de los más espectaculares y mejor conservados fósiles del Devónico (hace más de 360 millones de años) tales como las gambas primitivas, los escorpiones o las arañas de mar, sigue revelando algunas importantes claves sobre la evolución.

Un grupo de investigadores de las Universidades de Yale y Bonn han descubierto un organismo de 390 millones de años de antigüedad que supone una pieza fundamental para explicar la evolución de los animales con una estructura con forma de uña frontal llamada gran apéndice, como el escorpión o el cangrejo de las molucas o cangrejo cacerola. Hasta ahora se pensaba que este tipo de artrópodos no habían sobrevivido al Cámbrico Medio (hace entre 540 y 480 millones de años).

El nuevo trabajo documenta que el rango de vida de estos organismos fue, al menos, 100 millones de años mayor. Según los investigadores liderados por el profesor Derek Briggs, director del Museo de Historia Natural Peabody de la Uiversidad de Yale (EEUU), el espécimen, llamado 'Schinderhannes bartelsi', supone un eslabón perdido entre un depredador gigante del Cámbrico llamado 'Anomalocaris' y los artrópodos modernos. "Tiene la cabeza como la del Anomalocaris y el cuerpo semejante a los artrópodos actuales", dice Briggs, "este fósil es el único ejemplo conocido de esta inusual criatura".

El equipo de Briggs ha buceado en los orígenes del par de apéndices que tienen los escorpiones actuales y han encontrado que el 'Schinderhannes' da una nueva pista.

Estas estructuras son equivalentes a las que ya tenía el citado 'Anomalocaris' hace más de 500 millones de años. Lo que refuta la creencia científica de que los animales con estas estructuras se extinguieron e el Cámbrico Medio.

"Por desgracia la mina de la que se han obtenido estos fabulosos organismos fósiles ha cerrado por razones económicas, de manera que los únicos ejemplares que van a aparecer a partir de ahora son aquellos que ya están en manos de los coleccionistas", asegura Briggs.

 


Descubren en China huevos fosilizados dentro de un Dinosaurio.

El sorprendente descubrimiento de huevos fosilizados dentro de un dinosaurio ha permitido a los científicos obtener nuevas pistas sobre el aparato reproductor de estas gigantescas criaturas desaparecidas, y podría fortalecer la teoría de que los pájaros provienen de los dinosaurios.

Los dos huevos son los primeros de este tipo que se encuentran en un dinosaurio, aseguraron los investigadores que dieron a conocer el descubrimiento en la revista 'Science'.

Hasta el momento, los científicos habían llegado a la conclusión de que los dinosaurios producían huevos de la misma forma que un cocodrilo o que un pájaro. Cocodrilos y otros reptiles primitivos tienen dos ovarios, lo que les permite poner varios huevos de una vez. Los pájaros únicamente cuentan con un ovario, por lo que sólo pueden poner un huevo a la vez.

La capacidad reproductora del dinosaurio es similar, lo que fortalece el vínculo con el pájaro moderno, sostuvieron los investigadores. Pero estos animales extintos podían poner más de un huevo, uno por cada ovario a la vez. La teoría que apunta a que los pájaros descienden de los dinosaurios ha sido apoyada por muchos investigadores, declaró Tamaki Sato, del Museo Natual Canadiense, en la ciudad de Ottawa. El último descubrimiento permite fortalecer la teoría, agregó.

Previamente se habían hallado objetos redondos dentro de los esqueletos de los dinosaurios, y los científicos pensaron que podrían ser huevos, pero al encontrarlos sin cáscara, no había certeza absoluta, indicó Sato. Los dos huevos hallados ahora sí tienen cáscara.

"Esta vez sí que es seguro", añadió, refiriéndose a las muestras que el Museo Nacional de Ciencia Natural de Taiwán descubrió en una excavación en China.

Los científicos estudiaron a un dinosaurio de un grupo llamado ovirraptosaurios. Este tipo de animal, probablemente de tres a catorce metros de largo, es un subgrupo de los terópodos, de los que se ha considerado desde hace tiempo que preceden a los pájaros modernos.

Matt Carrano, del Museo de Ciencias Naturales de Washington, declaró que los hallazgos permiten analizar de forma más profunda la biología de los dinosaurios y la evolución de los pájaros.

Fuentes: EP/AP – Paleontología de Argentina Web Site.

 


Descubren en China un fósil de un reptil

Choristodera con dos cabezas.

Articulo publicado en forma completa en Paleo. Año 5. Numero 23. Enero de 2007.

Científicos en China descubrieron lo que se describe como un ejemplo "único" de un reptil de dos cabezas. El extraordinario animal bicéfalo, un reptil acuático, fue hallado en el noreste de China y data de la era de los dinosaurios.

Los investigadores creen que se trató de un espécimen que murió muy joven y quedó fosilizado. Los detalles del hallazgo, llevado a cabo por el Centro Nacional de Investigaciones Científicas en París, aparecen en la revista Letras de Biología, de la Sociedad Real del Reino Unido.

El pequeño esqueleto hallado en rocas fosilizadas muestra dos cabezas y dos cuellos bifurcados. El animal pertenecía a la orden choristodera, un reptil extinto que podría alcanzar un metro de longitud y se caracterizaba por su cuello largo -o en el caso del fósil, dos.

Por una malformación embrionaria, la columna vertebral del animal se dividió en dos en el sitio donde el cuello emerge del cuerpo. Esto provocó la formación de dos largos cuellos que terminaban en dos cráneos.
Se cree que los choristodera eran reptiles acuáticos comunes durante el período cretácico (hace 144 millones de años) en lo que hoy es el noreste de China.

Eric Buffetaut, director de la investigación explicó que: Hasta donde sé éste es el único registro de un fósil vertebrado que muestra este tipo de malformación. Si bien reconoce que se conocen ejemplares vivos de animales con este defecto.

Si se compara el número de reptiles que nacen con dos cabezas con el total de reptiles nacidos, la cifra es muy pequeña. Así que las posibilidades de encontrar un fósil como éste son extremadamente bajas", afirma el investigador.

Se sabe que esta anormalidad, que es resultado de una lesión en el embrión, ocurre con cierta frecuencia en los reptiles modernos. Desde tiempos históricos se han registrado unos 400 casos de víboras de dos cabezas.

Fuentes: BBC Mundo y PaleoArgentina.

 

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