Ultimas Noticias de Paleontologia: Fósiles de un armadillo Pampatherium en el Pleistoceno de Brasil. /  Descubren un bosque petrificado del Periodo Pérmico. / Silene stenophylla, una especie de planta del Pleistoceno fue revivida. / Apteribis, estudio revela su linaje y la tonalidad de una singular ave extinta. / Guaibasaurus candelariensis, el Dinosaurio que murió en posición de ave. / Hallan en Aldama restos de Tiranosaurio rex, primera evidencia en Mexico. / Hallan en Sudáfrica los nidos del dinosaurio Massospondylus más antiguos. /  Samrukia nessovi, una enorme ave del Cretácico. / Los Ictiosaurios tuvieron mejor diversidad en el limite Jurasico-Cretacico. / Descubren los fósiles sirenios más antiguos y completos de Europa. /
 
 
   

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Nyasasaurus parringtoni, el dinosaurio mas primitivo hallado en Africa.

 Publicado en Paleo. Año 10. Numero 81. Diciembre de 2012. 

Los fósiles pertenecen a un reptil que vivió en el Triásico medio.  El dinosaurio más antiguo o su pariente más cercano conocido era del tamaño de un perro labrador, aunque su cola medía más de metro y medio, y vivió diez millones de años antes de lo que se pensaba hasta ahora, según un estudio realizado por un equipo internacional de investigadores.

Los científicos llegaron a esta conclusión tras analizar unos huesos fósiles que llevaban décadas en los estantes de dos museos, el de Historia Natural de Londres y el Museo Sudafricano de Ciudad del Cabo.

"Si el recién bautizado Nyasasaurus parringtoni no es el dinosaurio más antiguo, entonces es su pariente más cercano hallado hasta ahora", señala el biólogo Sterling Nesbitt de la universidad de Washington, autor principal del estudio, publicado en Biology Letters.

Según el estudio, los fósiles pertenecen a un reptil que vivió en el Triásico medio, entre 10 y 15 millones de años antes que el eoraptor y el herrerasaurio, los dinosaurios más primitivos de finales del período Triásico (hace entre 230 y 225 millones de años. 

 


Un nuevo estudio concluye que el ave gigante Diatryma era herbívora.

 Publicado en Paleo. Año 10. Numero 81. Diciembre de 2012. 

Un equipo de investigadores de Washington (E.E.U.U.) ha estudiado icnitas del pájaro gigante Diatryma, descubiertas en 2009. Estudios anteriores han sugerido que el animal era un depredador carnívoro o carroñero, pero el nuevo estudio apoya la teoría de que en realidad era herbívoro.

El ave no voladora Diatryma medía unos 2 metros de altura y tenía una enorme cabeza con un pico grande. El estudio, publicado en la revista Paleontology, ha analizado un conjunto de huellas del Eoceno Inferior, que forman parte de la Formación Chuckanut en el noroeste de Washington.

El equipo llegó a la conclusión de que los rastros muestran claramente que los animales no tenían garras largas, sino más bien las uñas cortas. Según los investigadores este es un argumento en contra de que la ave cogiera a sus presas y utilizara las garras para mantenerlos cerca.

Los primeros paleontólogos que estudiaron los fósiles de Diatryma concluyeron que el pájaro gigante era un depredador debido a su tamaño, la enorme cabeza y el pico grande.

Además, los primeros restos de Diatryma que se encuentraron en los EE.UU. estaban junto a fósiles de minúsculos caballos y otros pequéños mamíferos pequeños, lo que para algunos científicos significaba que estos debían haber sido presas de las aves.

Sin embargo, Diatryma también tenía patas relativamente cortas, lo que lleva a otros a sugerir que no podía correr lo suficientemente rápido para capturar a sus presas, por lo que era un herbívoro.

Un análisis más detallado ha mostrado que el ave no tenía un gancho en el extremo de su pico, una característica que se encuentra en todas las rapaces que les ayuda a sostener la presa.

La conclusión del nuevo estudio de que el animal no tenía garras añade fuerza a la hipótesis de que su dieta era herbívora. Para ellos un escenario más probable sería que el Diatryma utilizara su pico para comer follaje, frutos y semillas de los bosques subtropicales en los que vivía.

 


Asombrosa complejidad social en una comunidad de graptolites de casi 500 millones de años.

Publicado en Paleo. Año 10. Numero 80. Diciembre de 2012. 

Se ha descubierto algo inaudito en un conjunto de restos fósiles que ha pasado más de un siglo guardado en un museo.

El equipo del geólogo Jan Zalasiewicz de la Universidad de Leicester en el Reino Unido ha identificado indicios reveladores de la gran capacidad de organización social que tuvieron los graptolites, animales extintos desde hace mucho tiempo.

Contra todo pronóstico, esos organismos de hace casi 500 millones de años desarrollaron funciones especializadas, con división de labores, y los distintos especialistas cooperaban para construir sus moradas, de un modo que recuerda bastante a cómo una empresa de construcción se vale de un equipo de albañiles, enyesadores y carpinteros para construir y acondicionar edificios.

Los restos fósiles de la colonia de graptolites fueron encontrados por geólogos del siglo XIX en Escocia.

Estos restos no muestran a los animales propiamente dichos, sino sólo a las conexiones que hubo entre ellos; es algo parecido a no encontrar los cuerpos de alpinistas muertos pero sí las cuerdas que antes mantenían junto al equipo de alpinistas.

El análisis detallado del equipo de Zalasiewicz apunta a que los animales de la colonia tenían una sofisticada división de labores, en la que diferentes miembros de la colonia asumían tareas diferentes. Este conjunto asombroso de fósiles, en palabras de Zalasiewicz, muestra una sofisticada cooperación prehistórica, preservada en piedra.

Parece lógico suponer que un elemento clave en el éxito evolutivo que estos animales tuvieron durante bastante tiempo debió ser esta capacidad de colaboración.

Tal como subraya Mike Howe, responsable de las colecciones de fósiles del BGS (British Geological Survey) y coautor del estudio, el nuevo descubrimiento demuestra que las colecciones guardadas en museos son un tesoro científico, en el cual fósiles recogidos mucho tiempo atrás pueden seguir alimentando nuevos hallazgos científicos.

 


Hallan una veintena de restos de un dinosaurio hadrosaurio en Espinau.

Publicado en Paleo. Año 10. Numero 80. Diciembre de 2012. 

Lleida. (Europa Press).- Un equipo de paleontólogos del Institut Català de Paleontologia (ICP) han hallado una veintena de restos de dinosaurio en el marco de una excavación que se realiza desde la semana pasada en el yacimiento cretácico de Espinau, en la Noguera (Lleida).

Según un comunicado, con este hallazgo ya son más de 200 los restos óseos de dinosaurios hadrosaurios encontrados en esta localidad, ya que esta es la tercera campaña de excavación que se lleva a cabo.

Los restos encontrados en la campaña 2012 son mayoritariamente vértebras de cola de hadrosaurio, un conjunto fósil que completa otros huesos largos como tibias, húmeros y fémures que se habían recuperado en este yacimiento en campañas anteriores.

Las excavaciones se prolongarán hasta el 21 de septiembre con unas buenas expectativas para ampliar los restos encontrados.

Este yacimiento, descubierto por unos aficionados a la paleontología, amplía el registro fósil de dinosaurios en Catalunya, sumándose a los del Berguedà -Fumanyà-, Alt Urgell -Coll de Nargó- y Pallars Jussa -Conca de Tremp-.

 


Xenoceratops foremostensis nueva especie de dinosaurio ceratópsido.

Publicado en Paleo. Año 10. Numero 79. Diciembre de 2012. 

Científicos canadienses han encontrado un nuevo dinosaurio, que tiene cuernos y es herbívoro. La nueva especie, que fue identificada a través de unos fósiles hallados en la localidad de Alberta (Canadá), ha sido bautizada como Xenoceratops foremostensis y, según han explicado los investigadores, ofrecerá nueva información sobre la evolución temprana de los ceratópsidos, el grupo de los grandes dinosaurios con cuernos de cuerpo, entro los que se incluye el Triceratops.

El trabajo, publicado en el 'Canadian Journal of Earth Sciences', apunta que este animal medía aproximadamente 20 metros de largo y pesaba más de 2 toneladas. Entre sus características destacan un pico de loro con dos cuernos, por encima de sus ojos, y un volante grande que sobresale de la parte posterior de su cráneo con dos enormes picos. El autor principal de la investigación, Michael Ryan, ha apuntado que "hace 80 millones de años, los dinosaurios con cuernos experimentaron una explosión evolutiva en el norte del continente americano".

En este sentido, ha indicado que el Xenoceratops "muestra que incluso los ceratópsidos más antiguos geológicamente tuvieron picos masivos en sus escudos de la cabeza y que su ornamentación craneal sólo se volvería más elaborada dentro de una nueva especie, como evolución".

Para uno de los investigadores del proyecto, David Evans, esta nueva especie "ofrece nueva información sobre la evolución temprana de los ceratópsidos" ya que el registro fósil temprano de este tipo de dinosaurios es "escaso". "Este descubrimiento pone de relieve cuánto más hay que conocer sobre el origen de este grupo tan diverso", ha apuntado.

 


Científicos confirman el hallazgo de tejido orgánico de dinosaurio.

Publicado en Paleo. Año 10. Numero 79. Diciembre de 2012. 

Científicos de Palo Alto Research Center y la Universidad de Carolina del Norte confirmaron la presencia de células de hueso de dinosaurios de tejido ósea (osteocitos), lo que confirma la posibilidad de preservación de células orgánicas por decenas de millones de años.

El análisis fue obtenido de las células de hueso originales de un Tyrannosaurus Rex de 67 millones de años, extraídas en el 2005 y de un Brachylophosaurus canadensis de 80 millones de años, extraídas en el 2007, según publica la revista Bone.

Según la doctora Mary Schweitzer, de la Universidad de Carolina del Norte, la investigación ha determinado que las células de la médula ósea son realmente las células reales y no el resultado de contaminantes. Un descubrimiento que ha llegado acompañado de la presencia de ADN, aunque como dicen los científicos, no hay secuencias de ADN de dinosaurio para poder compararlo.

Este hallazgo no sólo permite a los científicos conocer más sobre los reptiles prehistóricos, sino que ayudará en el futuro en la búsqueda de nuevas fórmulas para la preservación de tejidos de organismos vivos. Las primeras menciones sobre la supuesta presencia del tejido orgánico en las células de dinosaurios aparecieron hace 20 años cuando la paleontóloga estadounidense Mary Schweitzer estudiaba una pieza ósea de un dinosaurio bajo microscopio y encontró células sanguíneas.

El hecho parecía imposible ya que los restos orgánicos no podían sobrevivir en el proceso de fosilización, según los expertos. Sin embargo, con el paso del tiempo numerosas pruebas indicaron que las formaciones esféricas fueron realmente células rojas de sangre de Tyrannosaurus rex que murió hace 67 millones de años. diariocorreo.pe

 


Hallan fósil de marsupial gigante diprotodonte en el Pleistoceno de Australia.

Publicado en Paleo. Año 10. Numero 78. Diciembre de 2012. 

Los restos fosilizados de un diprotodonte, un marsupial gigante del tamaño de un rinoceronte que habitó la Tierra en la era del Pleistoceno,  fueron hallados en el norte de Australia, informaron hoy medios locales.

El esqueleto fosilizado fue descubierto por un trabajador en una granja ganadera situada a 10 horas en coche de la ciudad de Darwin, en el Territorio Norte, y fue entregado hace un mes a las autoridades australianas, según la agencia local AAP.

Los restos, los primeros de un diprotodonte descubiertos en el Territorio Norte, no incluyen el cráneo pero sí las costillas, cadera, espina dorsal y patas traseras. Adam Yates, del departamento de Ciencias Terrestres del Museo de Australia Central, espera que el descubrimiento ayude a despejar la incógnita en torno a la desaparición de estos animales, que algunos expertos creen que fue causada por el ser humano, mientras otros creen que se debe a otros factores.

"Cualquier yacimiento de la era del hielo en el norte tropical de Australia es muy, pero muy raro", comentó Yates, quien considera que la llegada de los seres humanos a Australia "es significativa" para explicar la extinción de la megafauna de la isla-continente.

El diprotodonte era un marsupial de la era del Pleistoceno que caminaba en cuatro patas y se parecía en apariencia al wombat, aunque tenía el tamaño de un rinoceronte o un hipopótamo.

Estos animales de unos tres metros de largo y unos dos metros de altura tenían un par de incisivos salidos pero eran herbívoros y habitaban en los bosques abiertos y llanos semiáridos de Australia.

 


Encuentran fósiles de dinosaurio Pegomastax africanus.

Publicado en Paleo. Año 10. Numero 77. Diciembre de 2012. 

La nueva especie encontrada tenía espinas como un puercoespín y dientes afilados, a pesar de solo comer plantas y frutas.

Científicos descubrieron un nuevo dinosaurio con espinas similares a las de un puercoespín y un par de filosos colmillos, a pesar de solo comer plantas

El nuevo dinosaurio, llamado Pegomastax africanus, o "mandíbulas gruesas de África", medía solo 60 centímetros y pesaba menos que un gato doméstico. Sus restos fueron extraídos de una roca de 200 millones de años de Sudáfrica.

"Creo que las púas lo hacían verse más grande de lo que era" señaló Paul Sereno, paleontólogo y autor del estudio publicado en ZooKeys, al Dicovery News. "Su mayor defensa podría haber sido su velocidad para escapar" agregó.

Sereno estudió los restos, que pertenecieron a una sola especie descubierta entre una colección de fósiles de la Universidad de Harvard. Sereno identificó al animal como un heretodontosaurio.

Este grupo de herbívoros incluyen algunos de los primeros dinosaurios en multiplicarse por el planeta.

En esos tiempos, el supercontinente Pangea había comenzado recién a separarse entre dos partes, norte y sur, y esto llevó a los heterodontosaurios a dividirse entre especies del norte, que poseían dientes triangulares, y especies del sur, como el Pegomastax, con coronas de dientes más altas.

El Pegomastax tenía una mandíbula de una pulgada de largo, un pico similar al de un loro, un par de dientes caninos, y dientes más largos por detrás. Los dientes frontales y posteriores operaban como tijeras que se afilaban cada vez que la mandíbula se cerraba.

Basándose en la forma en que los dientes del animal se juntan al masticar, además de su forma y el patrón de uso, Sereno cree que el cráneo de 3 pulgadas estaba adaptado para conseguir fruta, y no para desgarrar la piel de otros animales."(... ) los dientes están hechos para escarbar, para morder en peleas con otros de su especie o para defenderse ocasionalmente, pero no para alimentarse". 

Si bien hasta ahora se desconoce qué carnívoros se alimentaba del Pegomastax, este pequeño dinosaurio vivió en un ecosistema con otras especies de herbívoros mucho más grandes, tales como el Massospondylus.

 


El cocodrilo marino Plesiosuchus en el Jurásico de Asturias.

                                      Publicado en Paleo. Año 10. Numero 77. Diciembre de 2012. 

En el V Congreso del Jurásico de España, celebrado en el MUJA en septiembre de 2010, el equipo de investigación del museo presentó un trabajo en el que se describía un diente de cocodrilo del Jurásico Superior de La Griega (Formación Tereñes, Kimmeridgiense) que se asignó al género Dakosaurus (DinoAstur, 15-10-2010). 

El diente llamó la atención del paleontólogo británico Mark T. YOUNG, que en ese momento estaba realizando la revisión del género Dakosaurus, puesto que al estar muy bien conservado permitía caracterizar la dentición de la especie Dakosaurus manselii, que es a la que más se parecía.

Dakosaurus manselii fue descrita originalmente por John Whitaker HULKE en 1870 como Steneosaurus manselii, posteriormente Richard OWEN en 1884 la asignó al nuevo género Plesiosuchus, renombrándola como Plesiosuchus manselii, y un año después, en 1885, Arthur Smith WOODWARD asignó la especie al género Dakosaurus como Dakosaurus manselii, nombre que se ha mantenido desde entonces y hasta este trabajo, en el que se ha recuperado el género Plesiosuchus.

En el trabajo que ahora publica la revista PloS ONE y en el que colabora el equipo de investigación del MUJA, Young et al. (2012) reestudian los materiales originales de Dakosaurus maximus, conservados en el Museo Estatal de Ciencias Naturales de Stuttgart (Staatliches Museum für Naturkunde Stuttgart), y Plesiosuchus manselii, pertenecientes al Museo de Historia Natural de Londres (Natural History Museum).Ambas especies pertenecen al grupo de los cocodrilos marinos geosaurinos. En el trabajo se extrae información de los premaxilares, maxilares, mandíbulas y dientes de ambas especies sobre su modo de alimentación, que guarda semejanza con el de las ballenas asesinas (orcas) actuales.

Finalmente, se ha visto que Dakosaurus manselii no pertene realmente al género Dakosaurus sino a otro género, recuperando el nombre de Plesiosuchus, que llevaba más de 125 años en desuso. El diente del MUJA también se redescribe, y se asigna a cf. Plesiosuchus manselii, siendo la primera cita del género Plesiosuchus fuera de Inglaterra.

Reconstrucción del aspecto en vida que muestra los tamaños máximos de los cuatro geosaurinos presentes a finales del Kimmeridgiense-principios del Tithoniense en Europa occidental.

 


Huellas dentales permiten identificar especie familiar de los moluscos del Período Cámbrico.

 Publicado en Paleo. Año 10. Numero 76. Diciembre de 2012. 

La huella dental de pequeños invertebrados fósiles, que pacían en los fondos marinos hace 500 millones de años, permitió al cabo de una larga investigación encontrar su familia lejana formada por caracoles, conchas, calamares y otros moluscos modernos.

Durante décadas los científicos se perdieron en conjeturas sobre el lugar de los wiwaxia y odontogriphus, fósiles que remontaban al período cámbrico medio en el árbol de la evolución de las especies. ¿Eran moluscos primitivos, primos de las lombrices o una especie completamente separada desaparecida hace tiempo sin dejar descendencia?

Gracias a un análisis detallado de su extraño aparato dental con un microscopio electrónico, un investigador de la Universidad de Toronto (Canadá), Martin Smith, piensa haber resuelto el enigma.

"Su cavidad bucal es la que se parece más a la rádula, una especie de cinta que se encuentra en casi todos los moluscos y que les sirve para alimentarse", indicó a la AFP el biologista, que publica el resultado de su investigación en la revista británica Proceedings of the Royal Society Broadora.

"Mi nueva reinterpretación de sus 'dientes' muestra que se trata de moluscos primitivos", afirma Smith. Los moluscos -pulpos, ostras, mejillones y todo tipo de gasterópodos- engloban decenas de miles de especies, por lo cual en cantidad son la segunda ramificación animal. Sin embargo se conoce muy poco sobre los comienzos de su evolución.

Odontogriphus ("enigma dentado" en griego) era una especie de gusano chato achatado que podía medir 15 cm de largo, mientras que Wiwaxia, cuya longitud iba de 1 mm a 5 cm, estaba cubierto de espinas y placas duras. Esos fósiles fueron hallados en los esquistos de Burgess, en las Montañas Rocallosas de Canadá, donde se habían depositado durante el cámbrico medio hace 505 millones de años.

Para estudiar esos fósiles, Martin Smith utilizó un microscopio electrónico que aporta una resolución mil veces superior a la de un microscopio clásico, lo que le permitió "distinguir muchos más detalles" en la cavidad bucal que sus predecesores. Las reciente evoluciones tecnológicas permiten estudiar fósiles grandes con un microscopio electrónico sin dañarlos, lo que no era posible hasta hace pocos años.

El biólogo canadiense concluyó que sus observaciones sobre wiwaxia y odontogriphus muestran que tenían entre dos o tres filas de dientes de tamaño similar, entre 17 y 33, con dientes más pequeños en los bordes. Esos dientes funcionaban probablemente de la misma manera que en los moluscos modernos, haciendo movimientos de vaivén alrededor de la lengua.

"No veo como se puede seguir dudando de que se trata de moluscos", afirma tajante el investigador. Queda por determinar si esos fósiles son los antepasados directos de los actuales moluscos o una especie de "tía vieja" que se quedó "solterona".

En el cámbrico existía de modo verosímil una gran cantidad de especies similares que vivían al lado de los wiwaxia y de los odontogriphus, pero teniendo en cuenta que las especies distintas no se pueden reproducir entre ellas, sólo una pudo haber constituido la raíz de los caracoles y las babosas.

Odontogriphus y wiwaxia eran quizás los antepasados de los moluscos "pero es más probable que fueran miembros de una familia cercana, posiblemente una tía del linaje que desembocó en todos los moluscos", dice Smith.

 


Hallados dos nuevos huevos fósiles de aves gigantes en los yacimientos de Órzola.

 Publicado en Paleo. Año 10. Numero 76. Diciembre de 2012. 

El equipo de investigadores y especialistas en paleontología, dirigidos por Antonio Sánchez Marco, experto en aves fósiles y doctor del Instituto Catalán de Paleontología 'Miguel Crusafont' de Barcelona, halla nuevos huevos fósiles de ratites (especie antecesora de la familia del avestruz que ya entonces, hace más de 90 millones de años, perdieron su capacidad de vuelo) en los yacimientos situados al norte de Lanzarote, en la zona conocida como Valle Grande, a un kilómetro aproximado de la localidad de Órzola.

Este equipo de paleontólogos y especialistas se encuentra en la isla trabajando en el proyecto “Nacimiento del Neógeno continental de Órzola-Famara” desde el pasado 3 de agosto, en el que ha colaborado el Cabildo de Lanzarote, a través del Servicio de Patrimonio Histórico que tutela Juan Antonio de la Hoz, impulsando nuevamente esta prospección paelontológica y las investigaciones junto al Instituto Catalá de Paleontología y la Universidad Autónoma de Madrid.

Esta es la tercera intervención que se lleva a cabo en esta zona del norte de la isla, dando así continuidad a las campañas de investigación desarrolladas en 2010 y en 2011 con el anterior proyecto “Yacimientos del Mioceno Superior de Órzola - Famara”, en el que se realizaron importantes hallazgos en las excavaciones.

En anteriores prospecciones se encontraron varios cientos de fragmentos de huevos de ratites, ofidios y galápagos, entre ellos dos huevos enteros y varios fragmentados de ratites, dos moldes de huevos enteros y fragmentados de esta misma especie con presencia de poros; huevos y una vértebra de serpiente (boa) que muy posiblemente sea autóctona del lugar; múltiples fragmentos de huevos de tortuga; gasterópodos terrestres fósiles y muestras de los diferentes niveles estratigráficos de los yacimientos.

Estas pasadas investigaciones paleontológicas se llevaron a cabo en las zonas del norte del Risco de Famara, en las conocidas como Valle Chico, Valle Grande y Gusa, y en sedimentos del Mioceno Superior, por lo que las antigüedad de los restos, según el director del proyecto, “podrían alcanzar una cifra entre 5,3 y 6 millones de años”.

En esta nueva campaña de investigación de 2012 se han encontrado otros dos huevos fósiles, uno prácticamente entero y otro más fragmentado, que junto con los anteriores hallados en las pasadas excavaciones de 2011 serán trasladados al Instituto de Paleontología de Barcelona para que sean estudiados, escaneados y analizados. El director del Proyecto, Antonio Sánchez, no descarta que alguno de los que se han encontrado enteros “contenga incluso algún embrión fosilizado en su interior”.

El director del proyecto paleontógico ratificó también esta mañana que “la existencia de los huevos podrían datarse de entre 5 y 6 millones de años” y que “no existe constancia en ninguna otra parte del mundo de que haya avestruces de esta especie (ratites) en las islas surgidas de la corteza oceánica, como es el caso de Lanzarote, salvo en las grandes que han formado parte de un continente, como Australia, Nueva Zelanda, que se configuran a partir de un proceso de deriva de una parte continental". Así, Sánchez Marco especificó que el misterio de la procedencia de estas aves -características del continiente africano-, “seguirá estando vigente hasta que no se hallen otros restos de la misma especie que permitan analizar dicha evolución en la isla”.

Asimismo, explicó que durante las expediciones llevadas a cabo en Lanzarote “se han estudiado los procesos paleoclimáticos y biogeográficos que rodean el desarrollo de aves gigantes en condiciones de insularidad, de la flora y demás fauna que le acompañan, a través de los hallazgos de otros fósiles encontrados”, como el de los huevos y fósiles de tortuga o la columna de reptil, calificada también por este investigador de “autóctona de la isla”. El presidente del Cabildo de Lanzarote, Pedro San Ginés, quien acudió esta mañana, junto con el consejero del Área de Patrimonio Histórico, Juan Antonio de la Hoz, el consejero de Economía y Hacienda, Luis Arráez, y la jefa del Servicio de Patrimonio, María Antonia Perera, a visitar las excavaciones del yacimiento de Valle Grande, agradeció especialmente el trabajo desarrollado por los investigadores y voluntarios de la isla que han estado trabajando duramente estos días en las excavaciones, e incidió en la importancia de apoyar las investigaciones que engloban “un misterio que despierta un extraordinario interés científico internacional y que entronca con el origen propio de las islas Canarias”.

Hasta el día de hoy, especificó el presidente de la Institución, “nadie ha sido capaz de explicar cómo es posible que unas aves cuyos huevos datan de hace más de 5 y 6 millones de años y cuyos antecesores más inmediatos perdieron su capacidad de vuelo hace unos 90 millones de años, pudieron llegar aquí, si las islas emergen -las más antiguas Fuerteventura y Lanzarote- hace unos 20 millones de años”.

Una singularidad más de la isla que, según Pedro San Ginés desde el Cabildo pretenden poner en valor, “como un atractivo más para aquellos que tengan intereses en este tipo de cuestiones”.

En esta campaña, además del equipo de investigadores y especialistas desplazados hasta la isla y los técnicos del Cabildo de Lanzarote, han colaborado en las excavaciones voluntarios residentes y miembros de Senderismo Lanzarote.

El interés científico por estos yacimientos se inicia cuando se localizan cáscaras de huevos en Órzola que son estudiadas por dos investigadoras alemanas (Rothe 1964, 1974; Sauer and Rothe, 1972). Estas especialistas en cáscaras de huevo ya habían trabajado en el continente africano, Asia y Madagascar) y las atribuyen a dos Ratites, Struthio y un Aepyornítido (aves elefantes) indeterminado.

Con posterioridad, dos especialistas holandesas estudiaron los gasterópodos de Órzola Gittenberger & Ripken (1985) quienes encontraron Zootecus insulares y describieron cuatro especies nuevas: Pupoides orzolae, Theba orzolae, Leptaxis orzolae y Canariella orzolae.

Estos gasterópodos se encuentran en el mismo paquete estratigráfico que los huevos de aves y tortugas objeto de estudio.

Los yacimientos más interesantes son: Valle Chico, a 40 m.s.n.m. con una estratigrafía de proyección vertical compuesta por un depósito eólico antiguo con fragmentos de algas y caparazones marinos que fueron desplazados por el viento desde la orilla de la antigua playa y se encajaron en un lugar donde adquieren el máximo desarrollo, alcanzando 7 metros de alto y situado actualmente entre dos coladas basálticas de varios metros de desarrollo que se han datado cifrándose la superior en 5.3 millones de años y la inferior en 6, justo al final del Mioceno.

Valle Grande se estaciona a 48 m.s.n.m. al sur de Valle Chico en una ladera inclinada cubierta por derrubio que impide conocer fácilmente su composición.

Las aves gigantes de Lanzarote viven en un periodo de transformaciones geográficas en todo el globo que conlleva cambios radicales en las áreas de distribución de los animales y vegetales y la desaparición masiva de muchas especies. El paso del Mioceno al Plioceno experimenta fluctuaciones en la temperatura media de los océanos, aunque conservándose la tendencia al enfriamiento que comienza en el Mioceno medio, hace unos 14 millones de años.

 


Hallan fósil del tiburón más pequeño conocido del Cretácico de España.

  Publicado en Paleo. Año 10. Numero 75. Septiembre de 2012.

El pequeño tiburón fue dado a conocer esta semana, dentro de una exposición especial en el Museo de las Ciencias de Castilla-La Mancha.

Investigadores españoles presentaron un fósil de tiburón de agua dulce hallado en la provincia de Cuenca (centro de España) de 125 millones de años y 4,5 centímetros de longitud, que lo convierten en el escualo más pequeño conocido. "Pablito", como fue bautizado cariñosamente por sus descubridores, fue hallado en el yacimiento del Cretácico Inferior de Las Hoyas (Cuenca), uno de los más importantes del mundo de este periodo geológico junto a los de Jehol en China.

El pequeño tiburón fue dado a conocer esta semana, dentro de una exposición especial en el Museo de las Ciencias de Castilla-La Mancha, con la que se conmemoran los 25 años de excavaciones en Las Hoyas.

Tras cuatro años de investigaciones desde que fuera hallado, el fósil pudo ser contemplado por primera vez por las personas que visitaron la muestra, aunque para tuvieron que mirarlo a través de un ordenador conectado a un microscopio para verlo con detalle, indicó Efe.

Su tamaño es su rasgo más llamativo, los 4,5 centímetros que mide desde el principio del morro hasta el final de la cola lo convierten en el tiburón más pequeño conocido en la Tierra, tanto en el registro fósil como en los actuales, destacó el paleontólogo de la Universidad Autónoma de Madrid, Francisco José Poyato.

Para dar una referencia de su tamaño, explicó que una cría de Etmopterus, el menor de los tiburones actuales, mide 11 centímetros al nacer, es decir unas dos veces y media el tamaño de "Pablito", que no era un recién nacido. Otro hecho excepcional es que está entero, subrayó Poyato, que indicó que los tiburones no suelen fosilizar porque no tienen tejido óseo, solo lo tienen en los dientes y en las escamas, el resto es cartílago.

Pero las condiciones en Las Hoyas "son tan extraordinarias" que permitieron que fosilizase un tiburón entero, incluso con impresiones de la piel, de las escamas y de músculo, destacó el paleontólogo que lleva 25 años en el equipo investigador del yacimiento. Explicó que no se ha podido identificar la especie a la que pertenece, porque "es tan juvenil que los rasgos de especie no se han formado todavía ni en los dientes ni en las espinas dorsales".

En cualquier caso, Poyato subrayó que es "un animal muy pequeñito en tamaño pero enorme en cuanto a información, por todo lo que preserva de estructuras blandas, del esqueleto y por todo lo que nos enseña del modo de reproducción y de crecimiento en la historia de los tiburones".

 


Encuentran un cráneo completo de oso de casi un millón de años en Atapuerca.

   Publicado en Paleo. Año 10. Numero 75. Septiembre de 2012.

La campaña de excavaciones que finaliza el próximo 25 de julio ya ha dado algunos frutos. El equipo de Investigación de Atapuerca han presentado hoy los nuevos hallazgos, entre los que destaca el cráneo completo de oso (Ursus dolinensis) en el nivel TD4 en la Gran Dolina de entre 900.000 y un millón de años de antigüedad.

El yacimiento de la Gran Dolina en Atapuerca (Burgos) guardaba desde hace cerca de un millón de años el cráneo de un oso (Ursus dolinensis), el primero que se encuentra de esta nueva especie en el mundo. En la campaña de excavaciones 2012, que comenzó el 17 de junio, los arqueólogos y paleontólogos han hallado además herramientas de piedra de 370.000 años, y, como adelantaba SINC la semana pasada, ocho nuevos individuos de hace 4.3000 años en un sepulcro colectivo en la Cueva de El Mirador.

Los nuevos restos fósiles aportan “nuevas pistas para poder definir esta especie”, ha declarado a SINC el arqueólogo Jordi Rosell, de la Universidad Rovira i Virgili y del Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social (IPHES).

Es una especie que parece que estaría muy cercana del ancestro común entre los osos pardos actuales (Ursus arctos) y el gran oso de las cavernas (Ursus spelaeus).

“El oso utilizaba las cuevas para hibernar, de hecho hemos encontrado actividades de hibernación y algunos zarpazos en la pared, pero no competía directamente con los carnívoros”, aclara Rosell, responsable del nivel TD4 en la Gran Dolina, quien señala también que los restos fósiles descubiertos podrían pertenecer a animales viejos que mueren durante este período o a cachorros.

Según los científicos, el cráneo completo de Ursus dolinensis hallado durante esta campaña permitirá clarificar la posición de esta especie en el árbol evolutivo de los osos. Su comparación con otros yacimientos euroasiáticos servirá para conocer su expansión territorial por Europa, y si fue una especie endémica de la Sierra de Atapuerca y de la Península Ibérica.

En el nivel TD10.2 de la Gran Dolina, los científicos han seguido encontrando restos de 370.000 años de antigüedad de bisontes, lo que confirma el “absoluto predominio” de estos fósiles. Pero a estos se suman restos que apuntan a un uso prácticamente exclusivo del sílex, que confirmaría “una extrema especialización tecnológica”, totalmente desconocida hasta ahora en Atapuerca. 

En la base del nivel de los bisontes han aparecido además bifaces, instrumentos característicos del período Achelense (hace entre 700.000 y 100.000 años) que también se han hallado en el yacimiento vecino de Galería, y también en la Sima de los Huesos.

Con este descubrimiento los arqueólogos pretenden relacionar los datos de las tres cavidades donde aparece esta tecnología para definir el uso que se dio a cada uno de estos espacios. El objetivo final es conocer las formas de vida de los grupos de Homo heidelbergensis.

Durante la presentación de los hallazgos hoy, los codirectores del Proyecto Atapuerca, José María Bermúdez de Castro, Eudald Carbonell y Juan Luis Arsuaga han señalado que gracias a los trabajos iniciados hace 10 años, se ha llegado ya a los niveles basales en la Gran Dolina. De este modo, todos los niveles fértiles desde el punto de vista arqueopaleontológico han sido ya sondeados y se tienen datos sobre cuál es la dinámica general en cada uno de ellos.

La principal aportación es que, según el registro de industria lítica documentado, se puede afirmar la presencia humana continua en todo el tramo del Pleistoceno inferior de este yacimiento (hace entre un millón de años y 800.000 años).

Como adelantó la semana pasada SINC, en la Cueva del Mirador, los arqueólogos han desenterrado los restos de al menos 8 nuevos individuos en un sepulcro colectivo de hace unos 4.300 años, donde se llevaban ya exhumados los restos de un mínimo de 12 individuos.

Los nuevos restos aparecen amontonados, dispuestos de forma aleatoria, algunos dispersos y otros en conexión anatómica, lo que indica un uso prolongado del sepulcro y la práctica de desplazar los restos óseos hacia el perímetro de la cámara sepulcral para depositar en la parte central a los nuevos cadáveres, al estilo de las cámaras dolménicas. La excavación de 2012 ha permitido también confirmar que los cadáveres eran depositados sobre el suelo, sin sepultar, y que ninguno de ellos muestra evidencias de haber sido perturbado por la acción de los carnívoros.

Según los científicos, esta última evidencia permite deducir que la boca del sepulcro estaba cerrada, “muy probablemente por una estructura de madera”. “Sería difícil explicar por qué ninguno de los huesos presenta mordeduras de carnívoro, que habrían accedido a los cadáveres expuestos atraídos por el olor”, concluyen.

 


Carnívoros enterrados en una trampa de la naturaleza.

  Publicado en Paleo. Año 10. Numero 75. Septiembre de 2012.

Una trampa de la naturaleza ha permitido conservar en muy buen estado la extraordinaria fauna que hace nueve millones de años vivió en el territorio que hoy ocupa Madrid. El tesoro que encierra el Cerro de los Batallones, considerado el mayor yacimiento de carnívoros del mundo, va saliendo a la luz poco a poco, campaña a campaña.

Las excavaciones de este año concluyen este lunes, 30 de julio, tras cuatro semanas de trabajo. Uno de los principales hallazgos de esta temporada ha sido una pieza dental (el primer molar inferior o carnicero) que confirma que en esta zona vivió el 'abuelo' del oso panda rojo ('Ailurus fulgens'). Se trata de un animal de tamaño mediano y dieta vegetariana, que actualmente sólo se encuentra en el Himalaya.

Los investigadores ya habían hallado en anteriores campañas algunos huesos del esqueleto de este pariente madrileño del panda rojo, pero la pieza dental encontrada en la campaña de 2012 les ha proporcionado mucha más información (la dentición equivale al carné de identidad del animal). El descubrimiento servirá para completar la rama evolutiva de 'Ailuridae', una familia muy rara en el registro fósil de la que, sin embargo, ya se habían encontrado ancestros con 15 millones de años de antigüedad en otros yacimientos de Madrid (en la Estación Imperial y en Príncipe Pío), como explicó Jorge Morales Romero, director de las excavaciones y paleontólogo del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN), durante la visita que realizamos al Cerro de los Batallones.

Junto a esta pieza dental se ha hallado una cabeza de rinoceronte y decenas de piezas, que se unen a los miles de fósiles desenterrados desde 1991, cuando se descubrió este yacimiento por casualidad, durante los trabajos de extracción de sepiolita de la empresa minera Tolsa. Las excavaciones, financiadas por la Comunidad de Madrid desde el año 2000, están lideradas por investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

A lo largo de estos años se han encontrado restos de mastodontes, rinocerontes, tigres con dientes de sable, hienas primitivas, jirafas con cuatro cuernos, tortugas gigantes… Animales de todo tipo, pero sobre todo carnívoros, quedaron atrapados en un sistema de cavidades naturales que actuó como una trampa para los animales.

El conjunto del Cerro de los Batallones comprende nueve sitios de interés paleontológico. De los 10 hoyos que se encontraron (y que han sido numerados del uno al 10) sólo uno de ellos no tenía fósiles de animales. Según explica Jorge Morales, es que la erosión haya destruido muchas otras cavidades. Sin embargo, el registro de estos nueve yacimientos, que la Comunidad de Madrid declaró Bien de Interés Cultural en 2001, "han convertido al Cerro de los Batallones en un centro de documentación paleontológica excepcional a nivel mundial", asegura.

Hay varias razones que hacen que estos yacimientos sean singulares: "Se originaron como consecuencia de un proceso geológico llamado 'piping' o tunelación, que consiste en la formación de cavidades en sedimentos de tipo detrítico. La otra razón es que funcionaron como trampas de los vertebrados que vivían en el entorno hace nueve millones de años. En general las partes inferiores de las cavidades atraían a los carnívoros, que eran más ágiles y tenían facilidad para entrar. En estos hoyos se formaron también lagos efímeros, con mucho barro, en donde los animales que iban a beber quedaban atrapados, sobre todo los de gran tamaño, como rinocerontes, jirafas o mastodontes", continúa.

Y así fue como se acumularon estos fósiles durante un periodo que pudo durar entre 100.000 y 500.000 años, explica Morales mientras varios estudiantes de paleontología sacan un rinoceronte de Batallones 10.

Otra de las particularidades de este yacimiento, según el investigador del CSIC, es la gran acumulación de jirafas, algo muy poco frecuente. "Iban a beber y quedaban atrapadas en los hoyos, como otros herbívoros". Pero lo más sorprendente es que se hayan hallado tantos carnívoros.

El paleontólogo Juan Abella subraya que "lo habitual en un yacimiento convencional es encontrar entre el 10 y el 15% de carnívoros, que es lo que hay en un ecosistema actual. En 'Batallones 3' [una de los nueve cavidades en las que se han hallado fósiles], sin embargo, el 99% de los animales eran carnívoros, lo que nos indica que pudieron quedar atrapados. La carne atraía más carne", explica delante de una tortuga gigante y del fósil semienterrado de un gran félido, parecido a un tigre con dientes de sable.

Estos animales son, sin duda, las estrellas de la amplia colección de fósiles. En el Cerro de Batallones vivían los temidos félidos con dientes de sable 'Promegantereon' y 'Machairodus' (dos géneros distintos), que se extinguieron hace unos 11.000 años. Manuel Salesa, investigador del Museo Nacional de Ciencias Naturales, es el encargado de estudiar los dientes de sable hallados en el yacimiento: "Estos félidos inmovilizaban a la presa, mordían con sus afilados dientes y cortaban los vasos sanguíneos y la tráquea.

El animal se desmayaba porque perdía el riego sanguíneo y moría de forma inmediata. Era un método más eficaz que el de los actuales félidos, pues este sistema les evitaba tener que mantener inmovilizada a la presa durante varios minutos", explica mientras sostiene una espectacular mandíbula fosilizada.

La fauna que pobló esta zona hace nueve millones de años recuerda a la que en la actualidad habita en la sabana africana. Jorge Morales señala la dificultad de encontrar un paralelismo del ecosistema en el que vivieron estos animales con un paisaje actual, ya que han pasado nueve millones de años, aunque sí ve algunas similitudes con la sabana: "Por clima y vegetación sería parecido, aunque la asociación de carnívoros y herbívoros sería un poco diferente. Sí tendríamos grandes herbívoros (elefantes, jirafas, rinocerontes), como en la sabana, y sobre todo encontraríamos unas asociaciones de carnívoros muy variadas, con muchísimos depredadores de todo tipo. En este aspecto sí que hay una clara analogía con el funcionamiento de las sabanas actuales", asegura.

Algunos de los fósiles encontrados se exhiben en el Museo Arqueológico Regional, en Alcalá de Henares, pero la mayor parte de ellos está siendo investigada en el MNCN. Aunque el yacimiento no está abierto al público, la Comunidad de Madrid planea construir un centro de interpretación para visitantes, según explicó Javier Hernández, viceconsejero de Cultura y Deportes, durante su visita al yacimiento la pasada semana. Hasta ahora, la Comunidad ha invertido unos 500.000 euros en las excavaciones del Cerro de los Batallones.

 


Los pastizales más antiguos habrían existido en Chile.

  Publicado en Paleo. Año 10. Numero 75. Septiembre de 2012.

Científicos estadounidenses analizaron los dientes de fósiles de especies prehistóricas de roedores sudamericanos, incluyendo los restos de la chinchilla más antigua conocida, y concluyeron que uno de los posibles alimentos de estos animales fue el pasto.

Los investigadores se centraron en dos especies descubiertas en lo que es actualmente un valle fluvial en los Andes chilenos. Se estima que los roedores vivieron en el lugar hace 32,5 millones de años. Los ejemplares son los segundos más antiguos hallados en Sudamérica. Un fósil de roedor de 41 millones de años fue encontrado recientemente en Perú, pero las nuevas especies de Chile tienen dientes diferentes.

El análisis de los molares de los fósiles hallados en Chile indica que los roedores vivieron en zonas cubiertas por pastos en esta localidad al menos 15 millones de años antes del surgimiento de pastizales en el resto del planeta.

John Flyn, curador de mamíferos fósiles y decano de la escuela de posgrado Richard Glider en el Museo de Historia Natural de Estados Unidos, ha venido explorando con sus colegas la historia fósil de los Andes chilenos durante 25 años. "El nuevo fósil de chinchilla aporta evidencia de que los antiguos roedores, al igual que otros mamíferos sudamericanos, se adaptaron mediante mecanismos evolutivos a una dieta abrasiva" John Flynn, Museo de Historia Natural de Estados Unidos. Los investigadores han descubierto cientos de restos, incluyendo las nuevas especies, en el valle del Río Tinguiririca, un área cercana a la frontera entre Chile y Argentina. En el pasado se pensaba poco probable que existieran fósiles en el lugar debido a la abundancia de rocas volcánicas.

"El nuevo fósil de chinchilla aporta evidencia de que los antiguos roedores, al igual que otros mamíferos sudamericanos, se adaptaron mediante mecanismos evolutivos a una dieta abrasiva. Esto sucedió antes de que en otros continentes caballos, ovejas y otros grupos de animales lograran adaptaciones similares para masticar pastos duros", señaló Flynn.

Los roedores son conocidos por sus incisivos, que usan para morder. Pero son los molares los que distinguen a las nuevas especies, especialmente la corona, la parte de los dientes cubierta protegida por un esmalte de larga duración. Mientras los roedores peruanos tienen molares con una corona que se extiende sólo hasta el borde de la encía, uno de los fósiles chilenos tiene coronas que se extienden por debajo de la encía, lo que permite al animal masticar alimentos duros como el pasto.

"Los dientes de la chinchilla de Tinguiririca repiten un patrón hallado visto en muchos herbívoros extintos de Sudamérica, como el Notoungulates. Este patrón es conocido como hipsodontia", explicó Ornella Bertrand, otra de las investigadoras.

Los mamíferos que se alimentan de sustancias abrasivas están sujetos a un rápido desgaste de sus dientes. Muchas de estas especies tienen dientes con coronas especialmente altas, o sea, dientes que se extienden más de lo habitual por fuera de la línea de las encías, proporcionando mucho material adicional para el desgaste. Estos dientes, como los de las vacas y ciervos, se denominan hipsodontes. En algunas especies, los dientes hipsodontes continúan creciendo durante toda la vida del animal (por ejemplo, muchas especies de roedores de la subfamilia Arvicolinae, familia Muridae).

La hipsodontia se interpreta generalmente como una adaptación que surgió en respuesta a ecosistemas con pastos. La condición opuesta, o sea dientes de corona baja, como los de los seres humanos, se denomina braquidonte.

La edad de los fósiles y las coronas altas de los ejemplares hallados indica que el valle del Río Tinguiririca fue un área de pastizales antes de que la zona fuera sepultada por la ceniza de erupciones volcánicas. Las nuevas especies indican que hubo una diversificación explosiva en América del Sur cuando esta región era una isla, antes de la formación del istmo de Panamá hace 3,5 millones de años.

"La isla continente de Sudamérica fue una tierra de oportunidades evolutivas para los ancestros de las chinchillas y otros roedores caviomorfos", señaló otro de los autores del estudio, Darin Croft, de la Universidad Case Western Reserve, en Ohio. "Estos extraordinarios roedores llenaron una sorprendente variedad de nichos ecológicos", agregó el científico.

Los caviomorfos incluyen a muchas especies como el capibará. Se cree que los antepasados de estos animales llegaron a Sudamérica desde África cruzando el Atlántico, que era entonces mucho más angosto, flotando en diversos materiales.

Los nuevos especímenes de Chile tienen los nombres científicos de Andemys termasi y Eoviscaccia frassinettii.  En Andemys termasi, el primer término, indicador del género, significa "roedor de los Andes" y el segundo hace alusión a una localidad conocida como Termas del Flaco.

El nombre Eoviscaccia frassinettii es en honor a Daniel Frassinetti, reconocido científico quien fuera jefe de paleontología del Museo Nacional de Historia Natural de Chile.

El estudio fue publicado en American Museum Novitates, una revista del Museo de Historia Natural de Estados Unidos.

 


Nuevas contribuciones sobre el plumaje de Sciurumimus.

 Publicado en Paleo. Año 10. Numero 74. Septiembre de 2012.

Todavía no se conocía un ejemplar de megalosaurio emplumado, hasta que ahora un equipo alemán ha analizado los restos fósiles de un ejemplar, llamado Sciurumimus, que vivió durante el Jurásico Superior, y que, probablemente, poseyó protoplumas muy sencillas, como finos pelos. El hallazgo sugiere que todos los dinosaurios pudieron tener plumaje.

Lo han bautizado como Sciurumimus por su cola espesa, en honor a las ardillas del género Sciurus. Sus restos fósiles muestran que pudo estar cubierto de plumas filamentadas, parecidas a pelillos. Este joven dinosaurio es el primer caso de megalosaurio emplumado que se ha descrito.

El ejemplar vivió en el Jurásico Superior, hace entre 154 y 135 millones de años, se descubrió en una cantera del pueblo alemán de Painten y se expone en el museo municipal de Bürgermeister Müller, en la región de Baviera (Alemania).

Los restos fósiles de pluma en este animal contribuyen a “llenar un vacío en el conocimiento de la evolución temprana de uno de los grupos de dinosaurios depredadores más importantes”, dice a SINC Oliver Rauhut, paleontólogo de la Universidad Ludwig Maximilian de Múnich, afiliado a la Colección Estatal de Paleontología y Geología de Baviera.

Según ha publicado Rauhut y su equipo de investigadores alemanes en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), el buen estado de conservación del fósil indica que tenía una calavera grande y las patas traseras cortas. Las plumas más finas se distribuirían por debajo del vientre y sobre las vértebras dorsales, y tendría plumas por todo el cuerpo.

Sus plumas filamentadas le quitan la exclusiva a sus primos, los celurosaurios, que hasta ahora era el único grupo de terópodos emplumados que se conocían. Los terópodos son un suborden de los dinosaurios saurisquios, ancestros de los actuales pájaros, caminaban a dos patas y eran carnívoros.

Las protoplumas de Sciurumimus son muy parecidas a la de los filamentos de los dinosaurios ornitisquios, el otro gran orden de herbívoros. “Nuestro hallazgo es relevante en el árbol genealógico de los dinosaurios depredadores, pero también en su origen común con el resto –dice Rauhut–. Ahora tenemos evidencias de que los dinosaurios no celurosaurios también tenían protoplumas. Puede que todos los dinosaurios las tuvieran”. Las plumas de este predador no le permitieron volar, según los investigadores, y su principal función fue el aislamiento térmico. La capa solo tiene sentido si estos animales fueron endotérmicos, un indicio más de que estos animales eran de sangre caliente. 

La investigación ha contado con la participación de Mark Norell del Museo de Historia Natural de Nueva York (EE UU), uno de los principales expertos en el estudio de los dinosaurios emplumados de China. (Fuente: SINC)

 


Hallan en el sur de Chile herramientas humanas de hace más de 14.000 años.

  Publicado en Paleo. Año 10. Numero 74. Septiembre de 2012.

Un grupo de arqueólogos y antropólogos chilenos hallaron en una excavación del sur del país austral varias piedras que, según sus indagaciones, fueron herramientas creadas y usadas por seres humanos que habitaron el lugar hace más de 14.000 años.

Las piezas, encontradas por científicos de la Universidad Católica de Temuco y de la Universidad Austral de Chile (UACh) en un yacimiento paleontológico cerca de la ciudad de Osorno, situada 940 kilómetros al sur de Santiago, se caracterizan por tener filos retocados destinados a cortar o hacer incisiones.

"Son desprendimientos de roca con un golpe intencional bastante simple que evidencian que están retocadas y eso significa que se trata de un artefacto producto de un ser humano. Nos da la idea que en esa época ya está habiendo diversidad cultural", explicó a Efe Ximena Navarro, arqueóloga de la UACh.

El hallazgo tuvo lugar de manera accidental en 2010 mientras un grupo de paleontólogos estudiaban los restos fosilizados de gonfoterios, unos antepasados de los elefantes actuales que habitaron la zona y que presumiblemente eran cazados por las comunidades humanas de la zona. Los artefactos serían una de las evidencias más antiguas de la existencia de humanos en América. Según los investigadores, este grupo sería contemporáneo al que se halló en la excavación de Monte Verde, en Puerto Montt, emplazado también en el sur de Chile, donde se encuentra el yacimiento arqueológico más antiguo del continente.

"Esto significa que había otras zonas, otras áreas cercanas en el sur de Chile que fueron habitadas por los primeros pobladores", dijo Navarro, quien señaló que este descubrimiento abre nuevas vías para desvelar algunos interrogantes sobre cómo vivían los primeros habitantes que llegaron a América por el estrecho de Bering.

La investigación confirmaría que estos pobladores formarían parte de una de las primeras oleadas migratorias procedentes de Asia, ya que, según la experta, cruzar el continente de la actual Alaska hasta llegar a Chile les podía demorar bastantes miles de años.

Según las primeras hipótesis, en comparación con los habitantes de Monte Verde, se denota una cierta evolución en el tratamiento de las herramientas que, a falta de confirmación, se usarían para cortar huesos y carne y fabricar otros artefactos.

"Utilizaban mejor materia prima, como basaltos de grano medio, un tipo de roca volcánica, y nódulos de obsidiana, que ellos habían seleccionado de algún río, lo que significa que hay un mejor reconocimiento de los recursos", argumenta Navarro. "Eran seguramente una sociedad de cazadores recolectores con una mayor amplitud de apropiación de recursos como bayas o semillas, y probablemente cazaban animales enfermos de manera que los acorralaban y los dejaban morir", agrega Navarro para explicar las característica de estos pobladores.

El hecho que los habitantes abandonaran estas herramientas viene a demostrar, según la investigación, que Osorno, a diferencia de otras excavaciones como la de Monte Verde donde se ubicó un campamento, era una zona destinada exclusivamente a la obtención de comida.

"Es un sitio de carroñeo, seguramente para la recolección de recursos faunísticos, ya que existe la posibilidad que estén recolectando frutos. Lo que parece que estaban haciendo era tomar guijarros de un río cercano golpeándolo y dejándolo ahí", apunta la científica.

 


Acanthodes bronni, y la evolución de los primeros vertebrados con mandíbulas.

 Publicado en Paleo. Año 10. Numero 74. Septiembre de 2012.

El ancestro común de todos los vertebrados con mandíbulas de la Tierra tenía la apariencia de tiburón, como indica el análisis del cráneo de un fósil de pez, de 290 millones de años de antigüedad, que ha intrigado por mucho tiempo a los paleontólogos, según ha publicado en la revista 'Nature' un equipo de investigadores.

La nueva investigación sobre Acanthodes bronni, un pez de la era Paleozoica, arroja luz sobre la evolución de los primeros vertebrados con mandíbulas y ofrece una visión nueva del último ancestro común antes de la separación entre los primeros tiburones y los peces óseos, el linaje que finalmente incluiría a los seres humanos.

"Parece ser que Acanthodes es la mejor visión que tenemos de las condiciones del último ancestro común de los peces óseos y los tiburones", afirma el doctor Michael Coates, profesor de Biología de Organismos y Anatomía en la Universidad de Chicago, y autor principal del estudio. Coates señala que "que los primeros peces óseos se parecían mucho a los tiburones, y no al revés".

El grupo de los gnatóstomos -que significa "boca con mandíbula"-, incluye decenas de miles de especies vivas de vertebrados, desde peces y tiburones, a aves, reptiles, mamíferos y seres humanos. Los peces cartilaginosos, que hoy en día incluyen a tiburones, rayas, y quimeras, se separaron de los peces óseos hace más de 420 millones de años. Sin embargo, poco se sabía acerca de la apariencia del último ancestro común de los seres humanos, las rayas, y los tiburones blancos. Coates y sus colaboradores, Samuel Davis y John Finarelli, encontraron la respuesta a este misterio en los acanthodians, peces extintos que dejaron atrás sólo pequeñas escamas y espinas de la aleta. Sin embargo, armados con nuevos datos sobre la apariencia de los primeros tiburones y peces óseos, los investigadores rexaminaron fósiles de Acanthodes bronni, la especies mejor conservada de acanthodians.

Davis creó moldes de látex muy detallados de las muestras que revelan el interior y el exterior del cráneo, proporcionando un conjunto de datos nuevos y valiosos para la evaluación de la anatomía del cráneo y la mandíbula, así como la organización de la circulación sensorial, y el sistema respiratorio de la especie. Según Coates, "exploramos cráneos, si es posible, porque son una fuente excepcional de información anatómica. Son mucho mejores que las escamas, los dientes o las espinas de la aleta, que, por sí mismos, tienden a ofrecer una señal confusa sobre las relaciones evolutivas".

El análisis de la muestra, junto con tomografías computarizadas de los cráneos de los primeros tiburones y peces óseos, llevó a los investigadores a una revaluación sorprendente de la historia que el Acanthodes bronni nos cuenta sobre los vertebrados con mandíbulas. "Cuanto más lo miraba, más similitudes encontraba con los tiburones", afirma Coates. Sin embargo, el análisis de las relaciones evolutivas de Acanthodes bronni sigue conectando esta especie con los primeros peces óseos.

No obstante, los análisis fueron un paso más allá. Mediante más de 100 caracteres morfológicos, los investigadores cuantificaron el parecido entre los primeros peces con mandíbulas. Acanthodians en su conjunto, incluyendo los primeros miembros del pasado evolutivo de los seres humanos, parecen agruparse con los tiburones de la antigüedad. "Los ancestros comunes de todos los vertebrados con mandíbulas se asemejaban a los tiburones", afirma Finarelli, de la Universidad College de Dublín

Por otro lado, algunas especies de acanthodians resultaron ser tiburones primitivos, mientras que otras eran parientes del ancestro común de los tiburones y los peces óseos -este resultado explica la colocación de acanthodians en la historia de los vertebrados.
 

Además, el análisis demostró que todos estos primeros miembros de gnatóstomos modernos están claramente separados de lo que ahora parecen ser los vertebrados más primitivos con mandíbulas: unos peces acorazados llamados placodermos. "Parece que hay una distinción fundamental entre los placodermos y todos los otros vertebrados con mandíbulas", señala Finarelli. Esta nueva revisión del linaje de los primeros vertebrados con mandíbulas permitirá a los paleontólogos profundizar en los misterios evolutivos más profundos.

 


Hallan huellas fósiles de aves de la Antártica de hace 48 millones de años.

 Publicado en Paleo. Año 10. Numero 73. Julio de 2012.

Un grupo de investigación chileno halló sesenta huellas fósiles correspondientes a aves que hace más de 48 millones de años habitaron en la Antártica, cuando ese territorio estaba unido al continente, informó el Instituto Antártico Chileno (INACH).

La investigación, publicada este mes en la revista Antarctic Science, entrega relevantes antecedentes que, según los científicos, permiten reconstruir el entorno antártico antes que se separara hace 23 millones de años de la plataforma continental, donde actualmente se encuentra la Patagonia.

Se trata de huellas de aves similares a zorzales, caranchos (halcones) y patos que se encontraron en la isla Rey Jorge, la mayor de las islas Shetland del Sur en la Antártida, confirmó INACH. El descubrimiento, realizado por el científico chileno Héctor Mansilla, revela información sobre las características de una zona que hace millones de años se asemejaba a los pantanos costeros de Magallanes, en la Patagonia chilena. De hecho, la investigación estima que el lugar donde se encontraron los fósiles podría corresponder a la orilla de un lago que se situaba dentro de un valle montañoso con sucesivas ondulaciones.

"Tenemos restos de tallos de plantas que viven en estos ambientes, y tenemos también ondulaciones dejadas por el agua en el sedimento y gotas de lluvia o paleogotas", explicó Mansilla.

Entre las huellas halladas destaca el primer registro en la Antártica de Avipeda, una especie similar al carancho, que se caracterizaba por tener el dedo hacia atrás y garras.

La Antártica se separó del continente americano hace unos 23 millones de años tras la formación del mar Drake y, según los científicos, es probable que hace 3 millones de años pudieran encontrarse árboles en zonas libres de hielo.

El análisis de estas muestras se hicieron en los laboratorios de la INACH y contó con la colaboración de investigadores extranjeros como la experta en huellas de aves de la Universidad Nacional de Río Negro (Argentina), Silvina de Valais, y el geólogo alemán Wolfgang Stinnesbeck, de la Universidad de Heidelberg.

 


Huellas del dromeosáurido son halladas en Toro Toro, Bolivia.

 Publicado en Paleo. Año 10. Numero 73. Julio de 2012.

Un nuevo descubrimiento pone a Bolivia en lo más alto de la paleontología en Sudamérica. Tras seis años de una investigación, se estableció que en Toro Toro (norte de Potosí) existen huellas de un dromeosáurido (carnívoro bípedo) que habitó esa parte del país hace 70 millones de años.

Un equipo conformado por paleontólogos bolivianos y argentinos, encabezados por del doctor Sebastián Apesteguía, estudiaron minuciosamente las huellas encontradas en Toro Toro el año 2006 y demostraron científicamente que corresponden a un dinosaurio del tipo dromeosáurido.

Este reptil, que se calcula que medía aproximadamente dos metros de longitud y un metro de altura, se caracterizaba por tener una filosa garra, parecida a una hoz, ubicada en uno de los dedos de sus patas, la que utilizaba para cazar a sus presas.

El dromeosáurido era carnívoro, una de sus peculiaridades era la velocidad con la que podía movilizarse, el ataque a sus presas no era de manera individual, sino más bien grupal. Las últimas reconstrucciones sobre la morfología de estos animales muestran a un dinosaurio con el cuerpo completamente emplumado, no es de extrañar que, en algunas investigaciones, se mencione a esta especie como antecesora de las aves actuales.

De acuerdo con los resultados de la investigación, en Toro Toro se encontraron diez huellas del dromeo-  sáurido, ubicadas en planchones cercanos a esa población potosina. Cada uno de los rastros tiene una dimensión promedio de 22 centímetros de largo y 15,9 cm de ancho. Apesteguía, en su informe presentado a la revista científica argentina Ameghiniana, describe que cada pata tenía tres dedos, el del medio se caracterizaba por ser el más grande, mientras que el segundo era más corto y el tercero era el que poseía la filosa garra en forma de una hoz.

Sin embargo, en las huellas encontradas en Toro Toro no se registra el tercer dedo, precisamente porque este dinosaurio lo tenía suspendido, debido a la garra para cazar.

Estas nuevas huellas certificadas son las únicas de su especie halladas en Sudamérica. Anteriormente, en Argentina se identificaron huesos de este animal, lo que permitió establecer su forma y tamaño. Ahora, el descubrimiento realizado en Toro Toro permite conocer el comportamiento de estos animales cazadores.

La investigación comenzó el año 2006, cuando Apesteguía, junto con Giovanni Ríos Cordero, presidente de la Fosilbol, organismo vinculado a los estudios paleontológicos, y el investigador chuquisaqueño, Omar Medina, se trasladaron hasta Toro Toro.

Una vez en el lugar, este equipo observó numerosas variedades de rastros, pertenecientes a dinosaurios terópodos (bípedos carnívoros), saurópodos (cuadrúpedos cuellos largos), anquilosaurios (cuadrúpedos acorazados) y, en particular, las huellas del dromeosáurido. Llamó la atención de los investigadores la rareza de esos rastros. “Para mí, fue la primera vez que las vi e, inmediatamente, Sebastián decidió tomar un molde en yeso de la huella. Ese material fue llevado a Argentina y después de seis años se confirmó que se trataba de un dromeosáurido. Para ello, se incorporó al equipo la   reconocida paleontóloga Silvina de Valais”, manifestó Medina.

Yacimiento. El Parque Nacional de Toro Toro se encuentra al norte del departamento de Potosí, provincia Charcas y su “puerta de ingreso” es la ciudad de Cochabamba, porque sólo les separan 138 km de distancia.

Al lugar se puede acceder vía terrestre por el camino empedrado Cochabamba-Cliza-Ansaldo-La Viña-Toro Toro. Este recorrido demanda unas cuatro horas porque la ruta es empinada. Otra forma de llegar es por vía aérea porque también posee una pista de aterrizaje.

El área de Toro Toro es conocida como el ayllu Turu Turu Pampa (planicie de barro traducido al castellano).

En temporada de lluvias, acceder al lugar es muy difícil, precisamente porque el terreno es inestable y accidentado. Étnicamente corresponde a la gran región de Sierra Andina del Norte Potosí.

Referencias sobre el parque

El Parque Nacional Toro Toro fue creado mediante DS 22269 del 26-07-1989 y Ley 1370 del 13-11-1992.

Ocupa la región de Valles Secos Mesotérmicos del Norte de Potosí. La región es típicamente montañosa con profundos cañones, valles y caídas de agua. Se caracteriza por su belleza escénica. Asimismo se hallan huellas de dinosaurios y zonas con abundantes fósiles. Por otro lado, el parque alberga sitios arqueológicos.

En la cantera hay 2.000 pisadas de dinosaurios

Según las investigaciones, en el Parque Nacional de Toro Toro existen alrededor de 2.000 pisadas de dinosaurios, entre ellos los saurópodos, anquilosaurios, terópodos  y dromeosáuridos

En el parque, considerado el más pequeño de Bolivia (166 km2), se hallan yacimientos pa- leontológicos con una incalculable riqueza, ya que se encontraron más de diez zonas paleontológicas, entre las que se destaca el cementerio de tortugas de Molle Cancha, que tiene una antigüedad de 50 millones de años. Esta cantera se consolida con nuevas especies de fauna y flora, después de la extinción de los dinosaurios, dando paso a la era de los primeros mamíferos. Esta área potosina es conocida por poseer las cavernas más profundas del territorio nacional.

Por su profundidad, la de Umajalanta se convirtió en un gran atractivo turístico, porque en el lugar existen peces ciegos, debido a la total ausencia de luz en el interior de las cavernas.

 


Hallan fósiles de reptiles marinos en Cuba.

 Publicado en Paleo. Año 10. Numero 73. Julio de 2012.

Según noticias de Xinhua, todos los restos de reptiles marinos conocidos que habitaron el Caribe durante el período Jurásico fueron localizados hasta la fecha en la cordillera de Guaniguanico, provincia cubana de Pinar del Río, se anunció este lunes, día 11, a la prensa local.

Según noticias de Xinhua, todos los restos de reptiles marinos conocidos que habitaron el Caribe durante el período Jurásico fueron localizados hasta la fecha en la cordillera de Guaniguanico, provincia cubana de Pinar del Río, se anunció este lunes, día 11,a la prensa local. En ese macizo de la provincia cubana más occidental fueron localizados yacimientos paleontológicos de relevancia para el estudio de esas criaturas que datan de la era Mesozoica, informó el presidente de la Sociedad Cubana de Geología, el doctor en Ciencias Manuel Iturralde.

El científico, quien se especializa en buscar las huellas de antiguos saurios, afirmó que en el valle de Viñales y zonas aledañas "en territorio pinareño- se han hecho los principales hallazgos, por lo general en áreas de colecta al pie de los mogotes, donde el relieve es suave y ondulado". Explicó que los reptiles gigantes se establecieron en el Caribe después de la llegada de los ammonites y peces, de los cuales se alimentaban. De este modo -dice el especialista- las costas pantanosas se poblaron de tortugas acuáticas y en el mar abierto pululaban los pliosaurios como el gran Peloneustes, los cocodrilos oceánicos como el Geosaurus, los plesiosuarios de cuello largo (Vinalesaurus caroli) y los nadadores de mayor velocidad (ictiosarios).

En Cuba, estos fósiles se encuentran sobre todo en la Sierra de los Organos, mayormente en Viñales y sus alrededores, donde se han encontrado huesos aislados y fragmentados. Durante prolongadas excavaciones en la zona se han recuperado vértebras, fragmentos de huesos largos, partes de cráneos, pero nunca un esqueleto completo. Iturralde explicó a la prensa que a diferencia de los hallazgos en el Reino Unido, Francia y Argentina - es posible encontrar esqueletos casi enteros- la identificación de las especies cubanas resulta más difícil, pues apenas se hallan pequeños pedazos de cada ejemplar.

En las rocas marinas de Pinar del Río han aparecido algunos vestigios fosilizados de animales terrestres, entre ellos dinosaurios, que posiblemente habitaron las costas de Laurasia, antigua masa de tierra del hemisferio norte. El primero que descubrió los rastros de aquellos reptiles en Viñales -160 kilómetros al oeste de La Habana- fue el naturalista cubano Carlos de la Torre y Huerta, a comienzos del siglo XIX.

Estudiosos de varios países participaron en investigaciones recientes en la isla antillana gracias a una colaboración entre el Museo Nacional de Historia Natural de Cuba y sus homólogos en La Plata(Argentina), París (Francia), y el Museo Americano de Historia Natural de Nueva York, en Estados Unidos. Iturralde anunció que "próximamente" saldrán al mercado dos libros suyos sobre los reptiles gigantes del Caribe primitivo, ambos en proceso editorial.

Dijo que esa información fue compilada también en un CD-ROM editado por la Empresa de Tecnologías de la Información y Servicios Telemáticos Avanzados (Citmatel), el cual ya está disponible en bibliotecas del país caribeño.

 


Notharctus tenebrosus, un primate norteamericano extinto con fuertes garras.

Publicado en Paleo. Año 10. Numero 72. Julio de 2012.

Un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Florida, ha analizado un hueso del dedo del pie de un primate extinto de América del Norte, que muestra características asociadas a la presencia de uñas y garras de aseo.

El estudio, publicado en la revista 'PLoS ONE', plantea preguntas acerca de un trabajo realizado en 2009, que documenta la falta de garras de aseo en otra especie de primate, un eslabón en el linaje de simios, monos y seres humanos.

El coautor del estudio, Jonathan Bloch ha explicado que el primate de 47 millones de años, Notharctus tenebrosus, claramente tenía una garra de aseo en su segundo dígito -sorprendentemente, la garra era algo aplastada, como un clavo. Según el investigador,"Notharctus puede proporcionar evidencia de que las uñas se desarrollan a partir de este grupo de primates, o que, por otro lado, las garras se desarrollaron a partir de las uñas en este grupo".

Por su parte, la coautora Stephanie Maiolino ha afirmado que la presencia o ausencia de una garra de aseo se ha utilizado anteriormente para clasificar a los grupos de primates: los seres humanos, los simios y los monos tienen uñas, mientras que los lémures tienen garras de aseo en el segundo dígito. Además, apunta que "las uñas pudieron ser el punto de partida, y las garras de aseo se desarrollaron a partir de éstas como un rasgo funcional".

Los resultados plantean cuestiones acerca de un estudio realizado en 2009, que describe la extinción de la especie de primates Darwinius masillae, clasificada en el mismo grupo que primates extintos de la especie Notharctus. Anteriormente, se pensaba que Darwinius poseía una uña en su segundo dígito, en lugar de una garra de aseo, lo que llevó a los investigadores a plantear la hipótesis de que estos primates antiguos pertenecían a un grupo más estrechamente relacionado con monos, simios y humanos, que con el de los lémures.

Wighart Von Koenigswald, profesor de Paleontología en la Universidad de Bonn, en Alemania, y coautor del estudio de 2009, afirma no estar de acuerdo con algunas de las conclusiones del estudio actual, aunque sus investigaciones más recientes sobre el primate Darwinius muestran que es probable que éste también tuviera una garra de aseo, como los lémures.

 


Ostafrikasaurus crassierratuss, un nuevo dinosaurio del Jurásico de Tanzania.

Publicado en Paleo. Año 10. Numero 72. Julio de 2012.

Estos días se ha puesto en acceso libre un trabajo en el que se describe un nuevo género y especie de dinosaurio espinosáurido del Jurásico Superior de Tanzania basado en dos dientes aislados recuperados a principios del siglo XX, que ha sido bautizado como Ostafrikasaurus crassierratuss.

Este trabajo había sido publicado el 23 de enero de 2012, pero no había tenido en ese momento mucha repercusión, al tener la revista en la que se publica, Oryctos, poca difusión en papel. Ambos dientes proceden de las excavaciones realizadas por las expediciones alemanas en 1909-1912, y se conservan desde entonces en el Museo de Historia Natural de Berlín (Museum für Naturkunde der Humboldt-Universität zu Berlin).

La primera descripción de los dientes fue realizada por Werner Janensch en 1925, que los había asignado unos años antes a una nueva especie que denominó Labrosaurus(?) stechowi JANENSCH 1920.

Los dos dientes de Ostafrikasaurus proceden de distintos yacimientos de Tendaguru (Janensch 1925: págs, 86, 87): el holotipo (MB.R.1084) viene de la “localidad Om” del Miembro Upper Dinosaur (Tithoniense) de la Formación Tendaguru, y el paratipo (MB.R.1091) procede de un nivel más antiguo del Miembro Middle Dinosaur (Kimmeridgiense superior) de dicha formación.

Buffetaut (2012) reconoce que dos de los nueve dientes de L.(?) stechowi de Janensch son de espinosáurido y no de ceratosáurido, y crea para ellos el nuevo género y especie: Ostafrikasaurus crassiserratus BUFFETAUT 2012, que significa “lagarto del este de África de sierra gruesa”.

Según Buffetaut (2012) es el espinosáurido más antiguo que se conoce actualmente.

No obstante, se comenta sobre si el taxón es valido o no, y sobre si es un espinosáurido o un ceratosáurido en estos paleoblogs:

Theropoda: Ostafrikasaurus, spinosauride da Tendaguru (26-4-2012),

Ostafrikasaurus, ceratosauro da [dilemma filosofico] Tendaguru (26-4-2012),

Ostafrikasaurus – Finale: Spinosauride, Ceratosauride, entrambi, uno o nessuno? (27-4-2012).

Dinosaur Tracking: The mysterious teeth of Ostafrikasaurus (30-4-2012).

 


Ichthyostega, demuestra como aprendieron a caminar los vertebrados.

 Publicado en Paleo. Año 10. Numero 71. Julio de 2012.

Un equipo de investigadores británicos del Royal Veterinary College y de la Universidad de Cambridge publican hoy en Nature un estudio que muestra cómo los primeros vertebrados lograron salir del mar para empezar a moverse en tierra firme hace casi 400 millones de años. Un hito que llevó después al desarrollo de toda clase de especies terrestres, incluída la nuestra.

Hace 360 millones de años, en el Devónico, la Tierra era muy diferente de la que conocemos hoy. Dos supercontinentes, Gondwana y Euroamérica, se apiñaban en un solo hemisferio dejando al océano todo el resto del planeta. Mucho tiempo después esas dos masas de tierra se unirían para formar Pangea, el supercontinente único que hace unos 200 millones de años, terminó por "romperse" en los cinco continentes actuales.

Tampoco la vida, en aquél tiempo lejano, se parecía a la que podemos ver hoy a nuestro alrededor. La inmensa mayor parte de las especies vivas no eran terrestres, sino marinas. Los continentes estaban dominados por enormes escorpiones, ciempiés, ácaros y libélulas de casi un metro de longitud, dueños absolutos de los bosques y otros recursos vegetales que empezaban a extenderse como un manto sobre las tierras emergidas.

A finales del Devónico, además, la vida misma en la Tierra se vio sometida a una de las pruebas más duras de toda su historia. En apenas un puñado de millones de años, el 85% de todas las especies vivas desaparecieron en una de las mayores extinciones que se conocen.

La vida en el mar, la más extendida, se llevó la peor parte en una catástrofe cuyo origen sigue siendo incierto, aunque se cree que, igual que sucedió en otros periodos de extinción masiva, la causa pudo ser el impacto de un gran meteorito.

Sin embargo, hace 360 millones de años, a finales del Devónico, se produjo un hecho de la máxima importancia. Algunos vertebrados marinos, los tetrápodos, empezaron a asomar fuera del agua y a arrastrarse torpemente por tierrafirme. Ellos fueron los pioneros y los precursores de todos los vertebrados que, con el paso del tiempo, se fueron desarrollando por todo el planeta, terminando con la era de los grandes artrópodos.

Por supuesto, en el periodo de transición entre el agua y la tierra, aquellas criaturas tuvieron por fuerza que adaptarse a unas condiciones absolutamente diferentes. Moverse por el agua no es lo mismo que hacerlo en tierra, y requiere de profundas adaptaciones anatómicas.

Cómo lograban desplazarse aquellos primeros anfibios ha constituido, hasta ahora, un misterio de difícil solución. Pero el estudio dirigido por Stepanie E. Pierce y el profesor John R. Hutchinson, del Royal Veterinary College, y por Jennifer A. Clack, de la Universidad de Cambridge, ha conseguido por fin arrojar luz sobre la cuestión.

Los investigadores analizaron la capacidad de movimientos de las extremidades de Ichthyostega, quizá el primero de los vertebrados capaz de desplazarse en tierra firme, y han conseguido realizar una reconstrucción tridimensional del esqueleto completo de este animal, que vivió a finales del Devónico, hace 360 millones de años.

En palabras de Stepanie Pierce, "Nos ha llevado tres años de intenso trabajo, y con un material fósil muy difícil, pero por fin hemos conseguido ver cómo se mantenía unido el esqueleto de un Ichthyostega y cómo debió de moverse el animal. Resulta muy excitante, ya que nos permite examinar al detalle cómo los antiguos vertebrados llevaron a cabo la monumental transición que es necesaria para pasar de nadar a caminar"

Para probar cómo "funcionaban" las extremidades de Ichthyostega, el equipo de investigadores escaneó decenas de fósiles procedentes de diversos especímenes y "separó" digitalmente los huesos de la roca que los rodeaba. Después, cada hueso fue colocado exactamente en el lugar de la anatomía correspondiente y manipulado para comprobar cuál era su auténtico rango de movimientos.

En palabras de Clack, "nuestra reconstrucción demuestra que la vieja idea, la que se ve en los libros y en los museos, de que Ichthhyostega se parecía y se movía como una salamandra grande, es incorrecta".

Comparando los datos obtenidos en su simulación con los movimientos reales de cinco especies actuales (salamandras, cocodrilos, ornitorrincos, focas y nutrias), los científicos se dieron cuenta de que tanto los hombros como las articulaciones de las caderas de Ichthyostega limitaban extraordinariamente su posibilidad de movimiento, lo que significa que el animal no debió de caminar por tierra de una forma habitual. El estudio, además, reveló que las patas traseras de Ichthyostega eran incapaces de rotar a lo largo de su eje mayor, algo crítico para la locomoción de los actuales animales terrestres.

Este hecho implica que estos primeros animales terrestres no eran capaces de caminar bien usando sus cuatro patas, y que se desplazaban quizá de la misma forma en que lo hacen las focas actuales: es decir, usando sus dos extremidades delanteras como si fueran muletas para impulsar el resto del cuerpo. Las patas traseras, probablemente sólo cumplían funciones de apoyo y equilibrio del resto del cuerpo.
 
Según los investigadores, tuvo que pasar mucho tiempo para que las extremidades traseras de Ichthyostega adquirieran la capacidad de rotación (algo que, sorprendentemente, sí que tienen las aletas de muchos peces) y pudieran, por lo tanto, ser utilizadas para caminar como lo hacen los anfibios actuales.

El siguiente paso será realizar modelos similares con el resto del esqueleto de esta extraordinaria criatura, para llevar así a cabo análisis biomecánicos mucho más detallados y responder, de paso, a nuevas y acuciantes preguntas. Por ejemplo, ¿Cómo evolucionó la capacidad de los vertebrados para correr?

 


Nimbadon lavarackorum, un marsupial gigante del Mioceno.

Publicado en Paleo. Año 10. Numero 71. Julio de 2012.

Los nimbadon pesaban más de 70 kilogramos y tenían garras poderosas para trepar por los troncos adoptando un método similar al de los koalas actuales

Los nimbadon, unos marsupiales extintos que tenían el tamaño de una oveja y antecesores de los wombat, poblaron las copas de los árboles australianos hace unos 15 millones de años, informaron hoy fuentes académicas.

El nimbadon, que pesaba más de 70 kilogramos de peso y tenía garras poderosas, era un "animal muy hábil" que "que habría adoptado un método para trepar los troncos de los árboles similar al de los koalas actuales", dijo la jefe de la investigación Karen Black de la Universidad de Nueva Gales del Sur (NSW, por sus siglas en inglés).

Sus descendientes lejanos son los actuales wombat, unos marsupiales terrestres de un metro de largo, con patas cortas y muy agresivas cuando se sienten amenazados.

El nimbadon, que solía movilizarse en manada como el canguro contemporáneo, se alimentaba de frutos localizados en la copa de los árboles de los bosques tropicales australianos y fue un agente importante en la dispersión de las semillas en la era del Mioceno.

Su habilidad para trepar árboles le permitió al gigantesco marsupial "reducir la competencia por las fuentes de comida con otros herbívoros, entre ellos el canguro, y escapar de sus depredadores como los leones marsupiales", agregó la científica australiana en un comunicado de prensa de la Universidad de NSW.

Black, quien presentará hoy en Sídney las primeras conclusiones de este estudio que aún no ha sido publicado, trabajó en este estudio con Aaron Camens de la Universidad de Flinders University, así como Mike Archer y Sue Hand de la Universidad de Nueva Gales del Sur.

El equipo científico se centró en el estudio una gran cantidad de fósiles de los "Nimbadon lavarackorum" (nombre científico), de todas las edades, hallados hace varios años en una cueva del yacimiento arqueológico Riversleigh, en el noroeste del estado australiano de Queensland.

Estos fósiles permitieron a los investigadores estudiar en detalle el desarrollo del cráneo, del cerebro de estos gigantescos animales y su comportamiento, así como de los cambios ambientales que afectaron el ecosistema australiano en la prehistoria, agregó el comunicado.

 


Carbonemys cofrinii una tortuga gigante que vivió en Colombia en el Paleoceno.

 Publicado en Paleo. Año 10. Numero 70. Julio de 2012.

Los restos de una tortuga gigante que vivió hace 60 millones de años fueron hallados en lo que es hoy territorio colombiano.

El fósil, descubierto por paleontólogos de la Universidad Estatal de Carolina del Norte en Estados Unidos, recibió el nombre de Carbonemys cofrinii, que significa tortuga de carbón, en referencia a la mina de carbón en la que fue hallado en el norte de Colombia, en el llamado Cerrejón.
 
El cráneo tiene 24 cms de largo y la caparazón 172, una medida similar a la altura del estudiante de doctorado de la universidad estadounidense que descubrió los restos, Edwin Cadena, autor principal del estudio publicado en la revista Journal of Systematic Palaeontology.

"Cerrejón está en el norte de Colombia, casi en el centro de una península que sale en el Mar Caribe. Es la mina a cielo abierto de carbón más grande en el mundo y hay unos huecos gigantes donde se extrae el carbón. Gracias a esos huecos podemos ver los fósiles", dijo el paleontólogo colombiano desde Carolina del Norte a BBC Mundo. Los restos de la tortuga gigante fueron hallados en el mismo sitio donde se encontró Titanoboa cerrejonensis, la serpiente más grande descubierta hasta ahora.

El lugar donde vivía Carbonemys "era muy similar a un bosque tropical actual como los bosques cercanos a los deltas del Orinoco y Amazonas, pero era mucho más diverso. Y una de las grandes diferencias es que era mucho más caliente, entre cuatro y seis grados más caliente que un bosque tropical actual", explicó Cadena".

"Lo interesante del Cerrejón es que se trata de la primera vez en el registro fósil en que podemos entender como era todo el ecosistema, no sólo los animales sino también las plantas porque tenemos fósiles de plantas, hojas, frutos, incluso polen y esporas". El desarrollo de especies de gran tamaño o gigantismo fue por diversos factores.

"Es muy difícil pensar que sólo hubo una razón por la cual estos animales desarrollaron un gigantismo. En primer lugar, Cerrejón es una de las primeras localidades que conocemos justo después de la extinción de los dinosaurios. E incluso Cerrejón no está muy lejos de donde ocurrió el impacto en México que causó la extinción."

La desaparición de los dinosaurios significó que las tortugas ya no tenían esos grandes predadores, porque "seguramente los ancestros de estas tortugas vivieron al mismo tiempo que los dinosaurios y tuvieron que competir por espacio y por comida o tratar de evadir ataques".

El segundo factor es que las tortugas, serpientes y cocodrilos en Cerrejón competían entre sí por espacio y alimento. Si el predador crecía la presa también tuvo que crecer para poder sobrevivir y ambas continuaron aumentando su tamaño en una secuencia de eventos, explicó Cadena a BBC Mundo.

"Todo esto ayudado por un ingrediente grande que es la temperatura, que en los reptiles es fundamental porque dependen de la temperatura exterior para funcionar bien. En mi opinión el gigantismo es el resultado de una combinación de esos tres grandes factores". Mordida potente  Los restos fueron hallados en 2007, pero estudiarlos llevó años. Los fósiles tienen características únicas.

"Carbonemys es diferente a todas las otras tortugas de su grupo por el cráneo, que tiene una configuración de los huesos totalmente diferente", explicó Cadena. El paleontólogo colombiano explicó que en las tortugas hay dos grandes grupos, las pleurodiras, que retraen el cuello lateralmente, escondiéndolo dentro de la caparazón en forma lateral, y las criptodiras, que retraen el cuello en una misma dirección.

La tortuga gigante era una pleurodira, pero era diferente a todas las otras tortugas de su grupo. "Todos los vertebrados tenemos en la parte del frente el hueso prefrontal y el hueso postorbital. En Carbonemys estos dos huesos tienen un gran contacto, que en las otras tortugas no está presente. Ese contacto, acompañado de un hueso maxilar robusto, hacía que la mordida fuera muy potente y fuera fácil atacar cocodrilos".

Cadena ha presentado su trabajo a niños en Colombia y Estados Unidos. En Cerrejón organizó actividades con los chicos de la escuela de la mina llevándolos al campo a buscar fósiles. El investigador valora la gran oportunidad de "fascinar a los niños cuando miran el tamaño de los fósiles. Nunca habían pensado que una tortuga pudiera ser tan grande".

"Es una parte de la paleontología en la que sientes que puedes hacer algo por la sociedad, no sólo describir una especie que va a quedar en un museo".  Cadena asegura que es crucial "abrir la mente de los niños. En Colombia algo fundamental es valorar la biodiversidad y lo que estamos haciendo con este descubrimiento es casi que mostrar la historia de la biodiversidad, por qué el bosque tropical es tan diverso, enseñar a valorar toda la historia hasta llegar a lo que tienen hoy".

Cadena espera volver a la mina a colectar más fósiles y también investigar si lo mismo que pasaba en el Cerrejón tenía lugar en otros lugares más distantes.  "Para mí no hay nada más emocionante que ir al campo, que ir a estos lugares y descubrir fósiles que nadie en este planeta ha visto o imaginado que existían. Poder revelarlos al mundo no tiene precio", dijo el paleontólogo a BBC Mundo.

"La idea ahora es volver al Cerrejón, porque creo que la historia de este lugar no es un caso cerrado y hay tortugas y serpientes más grandes que no hemos descubierto aún".

 


Crocodylus thorbjarnarsoni un cocodrilo gigante del Pleistoceno de Kenya.

 Publicado en Paleo. Año 10. Numero 70. Julio de 2012.

Medía más de 8 metros de largo, vivía en el Este de África hace más de 2 millones de años y era capaz de tragarse a un hombre de un bocado

Podia tragarse a un hombre de un bocado vivió hace entre 2 y 4 millones de años en Kenia. Su aspecto era similar al de su pariente el cocodrilo del Nilo, pero mucho más masivo, como si hubiera tomado esteroides, lo que lo convierte, según los científicos que lo han descubierto, en el cocodrilo más inmenso de todos los tiempos. El Crocodylus thorbjarnarsoni, como ha sido bautizado, superaba los ocho metros de longitud y hacen falta cuatro hombres para levantar su cabeza fosilizada. El hallazgo aparece publicado en la revista Journal of Vertebrate Paleontology.

«Es el cocodrilo más grande conocido», asegura Christopher Brochu, de la Universidad de Iowa (EE.UU.). «Pudo haber superado los ocho metros de largo. En comparación, el mayor cocodrilo del Nilo registrado tenía 6,4 metros y la mayoría son mucho más pequeños». Brochu reconoció la nueva especie cuando estudiaba unos fósiles hace tres años en el Museo Nacional de Kenia en Nairobi. Algunos de estos fósiles fueron hallados en yacimientos donde habían sido realizados importantes descubrimientos de fósiles humanos. El cocodrilo «vivía al lado de nuestros antepasados, y es probable que se los comiera», apunta Brochu.

Según el investigador, aunque los fósiles no contienen evidencias de que estos encuentros mortales ocurrieran, los cocodrilos suelen comer todo lo que puedan tragar, y los humanos de esa época medían poco más de 1,20 metros.

«Los cocodrilos eran más grandes que los actuales y nosotros éramos más pequeños, por lo que probablemente no hacía falta que mordieran demasiado», dice Brochu.

El investigador cree que los encuentros entre humanos y estas bestias pudieron ser habituales, ya que el hombre primitivo, como otros animales, tenía que buscar agua en los ríos y lagos donde estos reptiles estaban al acecho. Esta no es la primera vez Brochu ha hecho un descubrimiento que implica fósiles procedentes del este de África. En 2010, publicó un artículo sobre el hallazgo de un cocodrilo con cuernos devorador de hombres llamado Crocodylus anthropophagus, un animal relacionado con su más reciente descubrimiento.

Brochu cree que el Crocodylus thorbjarnarsoni no está directamente relacionado con el cocodrilo del Nilo de hoy en día. Esto sugiere que el cocodrilo del Nilo es una especie bastante joven y no es un antiguo «fósil viviente», como mucha gente cree.

 


Styriofelis vallesiensis, una nueva especie de felino que vivió en Madrid en e Mioceno.

  Publicado en Paleo. Año 10. Numero 70. Julio de 2012.

Un equipo de paleontólogos del Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC) ha encontrado una nueva especie de felino en los yacimientos del Cerro de los Batallones, en Madrid, y aporta nuevos datos sobre la evolución de los pequeños felinos europeos del Mioceno superior.

El Centro de los Batallones es un cerro testigo localizado al sur de la Comunidad de Madrid cuyos yacimientos paleontológicos han proporcionado la mejor colección de carnívoros de la era Terciaria en España. De forma casual, durante la explotación de una mina de sepiolita, se descubrió una inusitada acumulación de carnívoros fósiles con una antigüedad de 9 millones de años. Hasta ahora se han identificado nueve cavidades generadas por la erosión de la sepiolita, como consecuencia del flujo de agua a través de sus fracturas, que ha dado lugar a una topografía similar al karst.

Entre los mamíferos carnívoros hallados en los yacimientos se encuentran anficiónidos -un grupo ya extinguido a medio camino entre los perros y los osos-, martas, mofetas, ailúridos - unos carnívoros arborícolas que son parientes primitivos del panda rojo-, hienas, osos, félidos de dientes de sable y dos especies de felinos de pequeña talla: uno del tamaño del gato montés y otro de la talla de un lince caracal. A la pregunta de por qué el 98% de los fósiles encontrados en el primer yacimiento estudiado (Batallones-1) corresponden a carnívoros, cuando en la naturaleza no se da esa proporción, los paleontólogos responden que probablemente este yacimiento constituyera una trampa natural.

Se piensa que existiría una grieta o cavidad en la que quedarían atrapados los herbívoros, que constituirían así el cebo que atraería posteriormente a sus depredadores.

El estudio de los pequeños felinos encontrados en dos yacimientos del Cerro de los Batallones ha permitido a un equipo de paleontólogos del Museo Nacional de Ciencias Naturales y del Museo de Historia Natural de París esclarecer la sistemática y la filogenia de este grupo, así como describir una nueva especie. Las conclusiones de esta investigación han aparecido en la revista Journal of Systematic Palaeontology.

Según los investigadores la muestra fósil permite entender mejor la evolución de estos pequeños gatos a principios del Mioceno superior, justamente antes de la separación entre el linaje de Felis del resto de felinos que probablemente ocurrió en el Plioceno inferior. Se propone una nueva especie Styriofelis vallesiensis que presenta una dentición más primitiva que la observada en el resto de felinos de pequeño tamaño, con presencia de dos pequeños premolares de leche retenidos en el adulto, un rasgo ausente en cualquiera de las especies de felinos actuales. Por otra parte, se plantea un nuevo nombre genérico Pristifelis para incluir a Felis attica, ya que esta especie no sólo difiere notablemente de S. vallesiensis, sino también de las especies actuales incluidas en el género Felis.

"Aunque los pequeños felinos eran mucho menos comunes en la muestra de Batallones-1 que sus parientes los félidos de dientes de sable, los restos fósiles que han aparecido incluyen además de elementos postcraneales, cráneos y mandíbulas, raramente hallados en otros yacimientos", comenta el paleobiólogo del MNCN Manuel Salesa, que añade: "Nuestra nueva propuesta taxonómica plantea la existencia durante el Mioceno de una mayor diversidad de felinos que la estimada hasta la fecha. Además, con la creación del género Pristifelis el género Felis se restringiría a los taxones más recientes. Asimismo, se apreciaría una continuidad entre los felinos del Mioceno medio y los correspondientes a los períodos Vallesiense y Turoliense del Mioceno superior". (Fuente: MNCN)

 


Pseudoloris cuestai. Han descubierto una nueva especie de primate fósil.

   Publicado en Paleo. Año 10. Numero 69. Mayo de 2012.

Una nueva especie de primate ha sido encontrada en Soria y bautizada como Pseudoloris cuestai. Sus restos fósiles dentales, hasta 22 piezas en general muy completas, pertenecen a la colección del Institut Català de Paleontologia Miquel Crusafont (ICP), donde trabajan sus descubridores.

Pseudoloris cuestai habría sido un primate medio dentro de su género y se diferencia claramente de los restos encontrados en las cuencas pirenaicas como P. isabenae de Capella (La Ribagorza aragonesa), P. parvulus de Sossís (el Pallars Jussà catalán) o P. pyrenaicus de Sant Jaume de Frontanyà (el Berguedà catalán).

Estas diferencias dan más fuerza a la teoría de que las faunas de mamíferos de las cuencas occidentales de la Península Ibérica eran muy endémicas, tal y como ya lo mostraba el hallazgo de otras especies de perisodáctilos, artiodáctilos, roedores y primates adapiformes como el género Mazateronodon, descrito por los mismos investigadores en el año 2010.

Las diferentes especies extintas de Pseudoloris eran primates pequeños, de unos 40 gramos, y tendrían un modo de vida similar a los actuales gálagos: de vida nocturna y con una dieta que incluiría insectos y otros pequeños animales. La proporción de insectos en su dieta sería más importante que en otros pequeños primates, como los adapiformes. Pseudoloris tendría algunos rasgos morfológicos muy parecidos a los actuales tarsios.

Esta nueva especie del género Pseudoloris ha sido bautizada en honor del paleontólogo Miquel Ángel Cuesta Ruiz-Colmenares de la Universidad de Salamanca, en reconocimiento a sus trabajos en vertebrados del Eoceno en España.

Los primeros restos de Pseudoloris documentadas en la Península Ibérica se deben a Miquel Crusafont, en 1967, cuando identificó restos de Pseudoloris parvulus en Sossís, y describió dos nuevas especies P. reguanti a partir de restos fósiles de Sant Cugat de Gavadons y P. isabenae de Capella.

Los tres investigadores que firman este artículo, Raef Minwer-Barakat, Judit Marigó y Salvador Moyà, han publicado en los últimos meses otros trabajos sobre primates adapiformes y omomiformes, que representan las formas más antiguas del orden de los primates y que fueron abundantes y variadas en el hemisferio norte durante todo el Eoceno.

En junio de 2010, estos investigadores publicaron en la revista Journal of Human Evolution la descripción de Mazateronodon endemicus, un nuevo género de primate adapiforme, descrito a partir de restos recuperados en el yacimiento de Mazaterón en Soria. En octubre del mismo año se publicaba en la revista American Journal of Physical Anthropology una nueva especie primate, Pseudoloris pyrenaicus, esta vez a partir de los restos fósiles recuperados en Sant Jaume de Frontanyà (Berguedà).

Pocos meses más tarde, en abril de 2011 y otra vez en el Journal of Human Evolution, se publicaba la descripción del primate adapiforme Anchomomys frontanyensis, a partir de la dentición más completa de este género en el mundo recuperada también en St. Jaume de Frontanyà.

El yacimiento de Mazaterón se encuentra situado a unos 40 kilómetros al sudeste de Soria (Castilla y León), en la Cuenca de Almazán. Su secuencia fosilífera es la más antigua de esta cuenca, de hace unos 40,5 millones de años. En este yacimiento se han recuperado los restos de fauna más ricos de todo el Eoceno continental de la Cuenca del Duero: se han identificado hasta 27 vertebrados, que incluyen peces, tortugas, cocodrilos, perisodáctilos, artiodáctilos, primates y roedores.

Destacan las tres formas de primates encontradas hasta ahora: Mazateronodon endemicus, restos de un adapiforme mayor asignado de manera tentativa a Adapis, y las 22 restos que se presentan en este estudio y que han permitido describir la nueva especie Pseudoloris cuestai.

 



Hallan en Uruguay y Brasil embriones de reptiles más antiguos.

   Publicado en Paleo. Año 10. Numero 69. Mayo de 2012.

Un equipo internacional de científicos halló en Uruguay y Brasil los embriones de reptiles fósiles más antiguos nunca estudiados y cuya edad alcanza los 280 millones de años. Los embriones de estos reptiles acuáticos, denominados mesosauros, son 60 millones de años más viejos que los que hasta la fecha se tenía constancia, informó hoy el Centro Nacional francés de Investigaciones Científicas (CNRS).

El estudio, publicado en la revista científica "Historical Biology", revela, además, nuevas informaciones sobre el modo de reproducción de los mesosauros, aunque no llega a esclarecer si eran vivíparos (el embrión se desarrolla dentro de la hembra) u ovíparos (se desarrolla en un huevo). Los expertos del equipo fueron Graciela Piñeiro, Profesora Adjunta del Departamento de Evolución de Cuencas (Facultad de Ciencias de Montevideo); Michel Laurin, del CNRS, la doctora uruguaya Melitta Meneghel y Jorge Ferigolo, de la Fundación Zoobotánica de Rio grande del Sur en Porto Alegre.

Estudiaron en Iratí, suroeste de Brasil, los especímenes en gestación, y demostraron que los mesosauros que poblaban este territorio retenían los embriones en el útero durante la mayor parte del desarrollo embrionario. Por ello los investigadores creen que pueden tratarse de ejemplares vivíparos.

En Mangrullo, en el noreste de Uruguay y también en la cuenca del Paraná, el mismo equipo de científicos exhumó 26 especímenes de mesosauros adultos asociados todos bien a embriones o a individuos muy jóvenes que datan de la misma época que los fósiles brasileños. El hallazgo "es difícil de interpretar, pero probablemente se tratan, en la mayor parte de los casos, de embriones en el útero, lo que apoya la tesis de que eran vivíparos", explican los científicos del CNRS.

No obstante, los expertos también encontraron un huevo aislado que matiza la opción del viviparismo, y sugiere que los mesosauros de Uruguay ponían huevos en un estado avanzado de desarrollo que debían hacer eclosión poco después, por lo que sustentaría la tesis del oviparidad.

 


Yutyrannus huali, mayor dinosaurio que tuvo plumas.

Publicado en Paleo. Año 10. Numero 69. Mayo de 2012.

Tres esqueletos hallados en China han revelado que el dinosaurio más grande con plumas pesaba más de una tonelada, era más pequeño que su pariente el Tiranosaurio Rex y vivió en el Cretácico inferior, informa la revista Nature.

Los huesos, encontrados en la provincia de Liaoning (noreste de China), pertenecieron a un adulto y dos crías, de una especie prima de los grandes tiranosaurios, que un equipo de científicos chinos y canadienses han bautizado como Yutyrannus huali ("bello tirano con plumas", en una mezcla de latín y mandarín).

Los paleontólogos saben desde hace más de una década que algunos pequeños dinosaurios tuvieron plumas parecidas a las de los pájaros gracias al hallazgo de varios fósiles en esta región china, pero el descubrimiento anunciado hoy indica que existió al menos una especie de gran tamaño que también las tenía.

Mientras que las dos crías debieron pesar alrededor de media tonelada, el ejemplar adulto alcanzó los 1.400 kilos y nueve metros de largo, unas dimensiones que le convierten en el animal con plumas más grande que se conoce, vivo o extinto.

Su tamaño era "considerablemente menor" que el de su primo cercano, el Tiranosaurio Rex, pero cuarenta veces más grande que el mayor dinosaurio con plumas encontrado hasta ahora.

El Yutyrannus distaba mucho de lucir un plumaje como el de las aves actuales; sus plumas "eran simples filamentos y se parecían más a las de un pollito moderno que a las plumas rígidas de un ave adulta", detalló Xu Xing, autor principal del artículo e investigador del Instituto de Paleontología y Paleoantropología de Vertebrados de Pekín.

Los expertos consideran que las plumas cumplían una función aislante, ya que su escasez y el gran tamaño del dinosaurio descartan totalmente que pudiese volar.

Precisamente, el hallazgo de estos esqueletos es importante porque respalda la teoría de que las plumas primitivas pudieron servir como aislamiento en lugar de para volar.

 


Descubren los huevos de dinosaurio más grandes del mundo en Chechenia.

Publicado en Paleo. Año 10. Numero 69. Mayo de 2012.

Un equipo de obreros y geólogos en Rusia han anunciado el descubrimiento en la región de Chechenia de un promedio de 40 huevos de dinosaurio fosalizados que serían los mas grandes del mundo.

“Hemos encontrado unos 40 huevos hasta ahora, pero todavía pueden haber muchos más debajo de la tierra”,dijo Said-Emin Dzhabrailov, geólogo en la Universidad del Estado Checheno, según informó Reuters.

El hallazgo se dio cuando un grupo de trabajadores estaba picando una ladera para construir un camino, cerca de la frontera con Georgia, en las montañas del Caúcaso. Inmediatamente los geólogos se dieron cuenta de que las formas lisas y ovaladas, de consistencia similiar a la piedra y que miden más de 25 centímetros podían ser fósiles de huevos de dinosaurio.

Dzhabrailov señaló que es necesario que se realicen estudios paleontológicos para determinar la especie de dinosaurio que los habría puesto.

El gobierno regional de Chechenia, en búsqueda de limpiar su violenta reputación de la región, está estudiando la posibilidad de convertir el lugar en zona de reserva y atraer turistas.

 


Hallan fósiles de un gran pingüino llamado Kairuku que vivió en Nueva Zelanda.

   Publicado en Paleo. Año 10. Numero 68. Mayo de 2012.

Unos restos fosilizados de uno de los pingüinos más grandes, de un 'elegante' ejemplar de 1,3 metros de altura, fueron hallados en Nueva Zelanda, anunciaron científicos.

Este pingüino 'gigante' vivió hace 27 a 24 millones de años, cuando Nueva Zelanda estaba en su mayor parte bajo el agua y estaba constituida por afloramientos rocosos aislados, que les ofrecían a estos animales protección contra los depredadores y abundancia de alimentos, dijeron los investigadores.

Los primeros rastros de los pingüinos, llamados 'Kairuku' –palabra maorí para denominar al nadador que regresa con la comida– fueron encontrados en un acantilado en Waimate, en la Isla Sur, en 1977, por el paleontólogo Ewen Fordyce, de la Universidad de Otago.

Con los años, Fordyce descubrió restos más completos e invitó en 2009 al especialista de la Universidad de Carolina del Norte, de EEUU, Dan Ksepka para que lo ayudara a reconstruir el animal. Ambos expertos determinaron que el ave era mucho más grande que el mayor de los pingüinos modernos, el emperador, que alcanza hasta un metro, y pesaba hasta 60 kilos, el doble que el emperador.

Kairuku era un ave elegante para los estándares de pingüinos, con un cuerpo delgado y aletas largas, aunque tenía piernas y pies cortos y gruesos", dijo Ksepka. Fordyce dijo que esta ave de gran tamaño estaba adaptada para poder nadar más y bucear más profundo que sus pares actuales. El científico no sabe exactamente por qué se extinguieron estos pingüinos prehistóricos, pero estima que el cambio climático o la depredación de delfines y focas podrían explicar su desaparición.

Los hallazgos fueron publicados en la última edición de la revista Journal of Vertebrate Paleontology. En 2010, los científicos informaron del descubrimiento de un ejemplar fosilizado de pingüino de 36 millones de años que se estima medía 1,5 metros de altura.

 


Hallan pulgas gigantes del Jurasico de China.

    Publicado en Paleo. Año 10. Numero 68. Mayo de 2012.

Científicos franceses han hallado en China los fósiles más antiguos de pulgas que se conocen, unos parásitos "gigantes" en comparación con los actuales, según recoge la revista británica Nature.

 El equipo de André Nel, entomólogo del Museo de Historia Natural de París, encontró nueve fósiles en las provincias chinas de Daohugou, Mongolia Interior y Liaoning, que datan de dos épocas diferentes, el Jurásico medio (hace 165 millones de años) y del Cretácico inferior (entre 145 y 99 millones de años). En una época en la que la Tierra estaba habitada por dinosaurios y grandes reptiles, el hallazgo prueba que el tamaño de las pulgas también era visiblemente mayor: el cuerpo de las hembras podía medir entre 14 y 20,6 milímetros y el de los machos entre 8 y 14,7 milímetros. Podían llegar a medir hasta dos centímetros, ahora miden de media 3,5 milímetros.

Estas dimensiones contrastan con las de las pulgas actuales, que oscilan entre 0,8 y 5 milímetros, y miden de media 3,5 milímetros. Los restos encontrados, tanto de hembras como de machos, muestran que tenían un abdomen largo y ancho, una cabeza relativamente pequeña, patas largas y una antena pequeña y compacta, pero carecían de alas.

Su rasgo más sorprendente es su boca (con forma de sifón alargado), con la que perforaban la piel de sus anfitriones, más larga en las hembras que en los machos y visiblemente menor que la de las pulgas de hoy en día. Conservan también algunos rasgos primitivos, en particular unas patas traseras no aptas para saltar. Los investigadores creen que evolucionaron de la mosca escorpión.

Estas características sugieren a los investigadores que las pulgas gigantes evolucionaron a partir de la mosca escorpión, una especie alada que habitó en el Cretácico inferior, que tenía una boca similar para alimentarse del néctar de las flores y que se extinguió con la aparición de insectos modernos como los mosquitos o las hormigas.

 "La boca y los genitales de las moscas escorpión macho son muy similares a los de las pulgas gigantes, lo que apoya la teoría de que ambas especies están relacionadas y que las pulgas gigantes son moscas escorpiones que evolucionaron para alimentarse de sangre", explica Nel. Con motivo de esa adaptación, las pulgas perdieron sus alas y disminuyó el tamaño de su antena y de sus ojos.

El descubrimiento ha aportado también nueva información sobre la evolución en la elección de sus víctimas ya que, en un primer momento, estos parásitos podrían haberse alimentado de la sangre de dinosaurios con plumas y con posterioridad pasaron a los mamíferos y las aves.

"A medida que estos grandes dinosaurios se extinguieron, desaparecieron también las pulgas gigantes, mientras que las modernas se desarrollaron probablemente durante el Cretácico tardío, a la par que los mamíferos", explica el investigador. Sin embargo, el motivo de que su tamaño se redujese tanto permanece sin resolver.

"Quizá adaptarse para poder saltar fue una mejor solución evolutiva que tener un cuerpo grande", especuló Nel.

 


Descubren un antepasado jurasico de los cocodrilos en Inglaterra.

  Publicado en Paleo. Año 10. Numero 68. Mayo de 2012.

Científicos británicos anunciaron el descubrimiento de una nueva especie de cocodrilo, un antepasado de los ejemplares modernos de agua salada que vivió hace 130 millones de años tras escindirse de los dinosaurios.

El hallazgo se produjo a partir de un cráneo fosilizado que un experto encontró por casualidad en 2007 en los alrededores de los pantanos de Swanage, pueblo costero del condado de Dorset, Inglaterra, según confirmó el principal responsable de la investigación, Mike Benton.

Durante cinco años, investigadores de la Universidad de Bristol examinaron minuciosamente este cráneo, de un metro de longitud y en buen estado de conservación, y lo compararon con muestras de otros especímenes.

Finalmente declararon que se trataba de una nueva especie de cocodrilo.

 


Científicos encuentran fósiles de Aguascalientia panamaensis, un camello en Panamá.

 Publicado en Paleo. Año 10. Numero 68. Mayo de 2012.

El hallazgo reciente de fósiles muestra que pequeños camellos con grandes hocicos deambularon por la selva tropical de Panamá hace unos 20 millones de años.

Un estudiante de doctorado de geología de la Universidad de Florida encontró los fósiles de camello cuando analizaba el sedimento de una zona de obras en el Canal de Panamá.

Also Rincón dijo el miércoles que él y otros investigadores nunca esperaron encontrar un antiguo camello. La especie no tiene joroba, a diferencia de los actuales rumiantes y una de las dos especies encontradas al parecer se levantaba en dos patas, según lo reportado por los científicos en la revista especializada Journal of Vertebrate Paleontolog. Rincón y un grupo de científicos de Panamá, Estados Unidos y el Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales también reportaron haber hallado fósiles de marlines, tortugas y caballos. "Nunca esperamos encontrar aquí un camello", dijo Carlos Jaramillo, del Instituto Smithsonian y coautor del artículo en la gaceta. "Realmente es una sorpresa"

Los científicos creen que los animales, que tenían dientes similares a los de los cocodrilos, posiblemente medían un metro (tres pies) de altura. "Eran como perros pequeños", indicó Jaramillo.

Los investigadores creen que los camellos, Aguascalientia panamaensis y Aguascalientia minuta, posiblemente utilizaron sus afilados dientes para masticar follaje exuberante y fruta. El hallazgo está despertando dudas sobre hace cuánto tiempo se creó el istmo y el descubrimiento de un fósil de mamífero puede ayudar a los científicos a entender mejor qué sucedió cuando las Américas del Norte y el Sur finalmente se conectaron.

Geólogos y paleontólogos han seguido las huellas de los trabajadores que están completando un proyecto de expansión a cinco años en el canal valuado en 5.200 millones de dólares para que puedan navegar por él buques modernos de carga que son más grandes.

Aunque es un país relativamente pequeño, Panamá tiene gran importancia científica porque sirve como el puente terrestre que une al continente.

Cuando se creó esta puerta entre los continentes, hubo un cambio global en los mares: los océanos Pacífico y Atlántico se separaron y comenzó un gran intercambio de animales, llevando a algunas especies a la extinción y otras a adaptarse.

Las obras brindan una oportunidad única para que los investigadores excaven y preserven fósiles enterrados en el sedimento que normalmente es difícil de exponer por estar debajo de un extenso follaje tropical.

Los científicos pensaron durante mucho tiempo que el istmo se creó hace 3,5 millones de años, pero ahora han descubierto especies de camellos que vivieron en el área unos 17 millones de años antes

 


Fósiles de un armadillo Pampatherium en el Pleistoceno de Brasil.

   Publicado en Paleo. Año 10. Numero 67. Marzo de 2012.

El nuevo ejemplar de Pampatherium (Bestia de la Pampa) fue reconstruido a partir de los fósiles de huesos de su cráneo y de otras partes del cuerpo descubiertos en una caverna en el municipio de Aurora de Tocantins.

Un equipo de paleontólogos de la Universidad Federal del Estado de Río de Janeiro (UniRio) descubrió el fósil de un armadillo gigante en Tocantins, estado del norte de Brasil con parte de su territorio en la Amazonía.  El fósil es de un ejemplar de Pampatherium (Bestia de la Pampa), especie de armadillo gigante que ya había sido descrita en el siglo XIX a partir de restos hallados en el sur de Brasil y en Argentina. 

El hallazgo del fósil,  que fue reconstruido a partir de los fósiles de huesos de su cráneo y de otras partes del cuerpo descubiertos en una caverna en el municipio de Aurora de Tocantins, demostró que esta región del norte de Brasil se asemejaba hace 20.000 años a la Pampa, informó la Fundación de Apoyo a la Investigación en el Estado de Río de Janeiro (Faperj), que financió el proyecto.  Ello debido a que este tipo de animal estaba adaptado a ambientes secos y fríos, como los de los ecosistemas de climas amenos y de vegetación de gramíneas similares a las pampas que hoy se extienden al sur de Brasil y en Argentina. 

El fósil que descubrimos está lejos de ser el mayor de la especie. Pero estamos muy entusiasmados porque consideramos que es el primer ejemplar descubierto de un animal joven de la especie", afirma el paleontólogo Leonardo Avilla, investigador del Laboratorio de Mastozoología de la UniRio y que coordinó la expedición.  "Los primeros análisis que hicimos nos permitieron concluir que el cráneo no estaba completamente formado, lo que indica que era de pocos años", agregó. Avilla agregó que nunca habían sido encontradas evidencias de este animal prehistórico en un local tan al norte de Brasil. 

La hipótesis de que la región norte de Brasil tenia las características de la actual Pampa la refuerza la presencia de fósiles de mamíferos carnívoros extintos en Tocantins que aún son encontrados en el sur del país, como el gato montés.  Pese a que es considerado como un ejemplar joven, el animal encontrado pesaba cerca de 80 kilos y tenía 2,5 metros de largo. Tales medidas son muy superiores a las de las actuales especies de armadillos, la mayor de las cuales pesa hasta 30 kilos y mide hasta 1,3 metros de largo. 

Los investigadores consideran que el armadillo gigante convivía en el territorio correspondiente hoy a Tocantins con la Macrauquenia, un pariente de las llamas actuales parecido con el camello y provisto de una pequeña trompa. Los fósiles de este animal tan sólo han sido hallados en la Patagonia y en los Andes.  "Creemos que los grandes herbívoros no consiguieron adaptarse al aumento de la temperatura y de la humedad en esas regiones. El oso, que se alimentaba de ellos, también desapareció. Los jaguares sobrevivieron porque tienen una alimentación más diversificada", según el especialista. 

En la misma caverna de Aurora de Tocantins en que fue hallado el fósil del armadillo gigante también fueron descubiertos restos de otros mamíferos herbívoros prehistóricos, de un jaguar y de un oso de tres metros.

 


Descubren un bosque petrificado del Periodo Pérmico.

    Publicado en Paleo. Año 10. Numero 67. Marzo de 2012.

El bosque petrificado está tan bien conservado que los investigadores lo llaman la "Pompeya del Pérmico". Ha sido descubierto bajo una mina de carbón en China. En su día, el bosque fue sepultado por ceniza volcánica y conserva árboles de hasta 25 metros de altura.

Un bosque petrificado de 1.000 metros cuadrados y congelado en el tiempo, tal cual estaba hace 300 millones de años cuando una lluvia de ceniza volcánica lo dejó enterrado y congelado en el tiempo.

Los científicos lo han encontrado bajo una mina de carbón en la región china de Mongolia interior, cerca de la ciudad de Wuda y publican el hallazgo en Proceedings of the National Academy of Sciences.

El estudio, presentado por el paleobotánico de la Universidad de Pensilvania Hermann Pfefferkorn y varios investigadores chinos, permitirá estudiar la flora la flora del período Pérmico con una precisión jamás soñada por los botánicos, hasta el punto de que han lo bautizado como la "Pompeya del Pérmico".

"Está maravillosamente conservado", asegura Pfefferkorn. "Podemos llegar allí y encontrar una rama con sus correspondientes hojas, y después encontramos otra rama, y otra, y otra. Y entonces encontramos el tronco del mismo árbol. Eso es realmente emocionante".

El lugar contiene seis grupos de árboles de distintas especies y algunos ejemplares de hasta 25 metros de altura. Los más pequeños conservan incluso las hojas, las ramas y el cono intacto, están casi completos.

En la época en que la ceniza volcánica sepultó este bosque, las placas continentales aún se estaban moviendo entre sí formando el supercontinente Pangea. La tierra se acumulaba en torno al ecuador y el clima era tropical. El estudio de estos fósiles permitirá investigar también sobre el clima de la época y aprender más sobre los patrones de cambio climático actuales.

"Es como Pompeya", asegura el paleobotánico, "Pompeya nos permite echar un vistazo en la cultura romana... El hallazgo es similar. Es una cápsula del tiempo y nos permite interpretar mucho mejor lo que pasó antes y después de ese período".

 


Silene stenophylla, una especie de planta del Pleistoceno fue revivida.

   Publicado en Paleo. Año 10. Numero 67. Marzo de 2012.

Era un tesoro de la era glacial, una madriguera que contenía frutas y semillas varadas en el permafrost siberiano durante más de 30.000 años. De los tejidos de las frutas, un equipo de científicos rusos logró recrear una planta, en un experimento pionero que prepara el camino para el renacimiento de otras especies.

La Silene stenophylla es la planta más vieja que haya sido regenerada, dijeron los científicos. Además es fértil y produce flores blancas y semillas viables.

El experimento prueba que el permafrost, la capa permanentemente congelada en los niveles superficiales del suelo de las regiones muy frías, sirve como depósito natural de formas de vida ancestrales, dijeron los científicos, que publicaron sus resultados en el número del martes de la revista estadounidense Proceedings of the National Academy of Sciences.

"Consideramos esencial continuar los estudios del permafrost en busca de genes de poblaciones ancestrales, vidas anteriores, que hipotéticamente han desaparecido de la Tierra", dijeron los científicos en el artículo. Investigadores canadienses habían regenerado previamente plantas más jóvenes a partir de semillas encontradas en lugares similares.

Svetlana Yashina, del Instituto de Biofísica Celular de la Academia de Ciencias de Rusia, dijo que la planta regenerada es muy similar a su versión moderna, que aún abunda en la misma área en el nordeste de Siberia. "Es una planta muy viable y se adapta muy bien", dijo a The Associated Press en una entrevista telefónica desde la ciudad rusa de Pushchino, donde está su laboratorio. Yashina confió que el equipo pueda proseguir sus trabajos y regenerar más especies de plantas. El equipo de estudiosos rusos recuperó las frutas tras examinar decenas de madrigueras fosilizadas ocultas bajo depósitos de hielo en la margen del río Kolima, en Siberia, entre sedimentos de entre 30.000 y 32.000 años

Los sedimentos estaban firmemente cimentados y a menudo cubiertos completamente de hielo, lo que hacía imposible la filtración de agua, creando una cámara natural de congelación completamente aislada de la superficie.

"Las ardillas cavaron la tierra congelada para construir sus madrigueras, que tienen el tamaño de una pelota de fútbol, colocando paja primero y luego pelaje animal para crear una cámara perfecta de almacenamiento", dijo Stanislav Gubin, uno de los autores del estudio. "Es un criobanco natural".

Las plantas germinadas en argentina tras 500 años.

La semilla es la parte de la planta que es más apta para resistir el paso del tiempo y, según la especie, pueden ser viables por mucho tiempo si las condiciones de conservación son favorables.

En la década del 60 del siglo pasado, el investigador argentino Eduardo Cigliano encontró semillas de Achira de 530 años de antigüedad en un sitio arqueológico en Santa Rosa de Tastil, en Salta, y se las llevó al entonces profesor de fisiología Eduardo Sívori, de la Universidad de La Plata.

Finalmente, en 1968 se publicó en Nature el caso de esta planta que había logrado ser germinada. El investigador Jorge Crisci recordó este caso a la Agencia CTyS diciendo que “durante mucho tiempo, en la Cátedra de Fisiología Vegetal de la Facultad de Ciencias Agrarias y Forestales de la Universidad Nacional de La Plata, se conservó viva a esa planta".

Al respecto, el ingeniero Casal indicó que correspondían a semillas de Achira, una planta que se usa de manera ornamental hasta hoy en día.

 


Apteribis, estudio revela su linaje y la tonalidad de una singular ave extinta.

  Publicado en Paleo. Año 10. Numero 67. Marzo de 2012.

Valiéndose de plumas con una antigüedad de entre 700 y 1.100 años, pertenecientes a una especie de ibis hawaiano, extinguida hace ya tiempo, se ha conseguido determinar la ubicación de esta ave (Apteribis sp.) en el árbol genealógico evolutivo de las ibis.

Estas plumas son el único plumaje hallado de las aves prehistóricas extintas que habitaron las islas de Hawái. 

Encontradas junto con un esqueleto casi completo, las plumas han conservado la estructura microscópica necesaria para que los ornitólogos Carla Dove y Storrs Olson, del Museo Nacional de Historia Natural, dependiente del Instituto Smithsoniano, en Estados Unidos, hayan logrado clasificar con certeza a esta ave como pariente cercana de la Eudocimus albus y la Eudocimus buber.

El análisis de ADN confirma esta clasificación. Las plumas también han conservado suficiente pigmentación como para permitir a Dove y Olson determinar que el ave era de un color entre marrón-negro y marfil-beige.

La Apteribis sp. es una de las dos únicas especies conocidas de ibis incapaces de volar. Ambas están extintas. El esqueleto de la Apteribis sp. se diferencia tanto de sus ancestros del continente que la relación del ave con otras ibis sólo se pudo determinar a través del estudio de sus plumas y el análisis de ADN.

Este hallazgo es muy inusual porque las plumas no se conservan bien, de modo que a menudo se descomponen antes de que el ave se haya fosilizado.

 


Guaibasaurus candelariensis, el Dinosaurio que murió en posición de ave.

   Publicado en Paleo. Año 10. Numero 66. Marzo de 2012.

Hoy en día, la mayor parte de la comunidad científica no duda en considerar a las aves vivientes como los descendientes directos de los dinosaurios que habitaron nuestro planeta desde aproximadamente los 225 millones de años antes del presente hasta hace unos 65 millones de años, cuando un gran meteorito impactó sobre la tierra.

Dicho impacto generó enormes nubes de polvo y elementos candentes, los cuales cubrieron el cielo impidiendo la llegada de luz solar a la superficie del planeta. Esta noche eterna, que duró aparentemente varios miles de años logró extinguir a gran parte de las plantas terrestres, y junto con ellas los dinosaurios.

Sin embargo, un pequeño grupo de estos reptiles logró sobrevivir a aquel impacto meteórico. Este grupo de dinosaurios diminutos son hoy en día conocidos comúnmente con el nombre de aves.

A pesar de existir abundante evidencia acerca de la similitud en los rasgos del esqueleto entre las aves y los dinosaurios, poco se conoce acerca del comportamiento y modo de vida de estos últimos, sin embargos los pocos datos que se conocen nos indican que muchos dinosaurios tenían un comportamiento semejante al de los pájaros actuales. Al igual que las aves actuales, muchos dinosaurios empollaban a sus crías y las cuidaban con devoción hasta que pudieran valerse por si mismas, tal como lo hacen diversas aves actuales.

Un equipo de investigadores de la Fundación Azara, la Universidad Maimónides, el Museo Argentino de Ciencias Naturales y el Museo de los Dinosaurios de Brasil hicieron recientemente un descubrimiento que permite conocer algo más de las costumbres de los dinosaurios. Estos investigadores estudiaron un esqueleto de un pequeño dinosaurio de la especie Guaibasaurus candelariensis, de una antigüedad de unos 215 millones de años antes del presente. Este dinosaurio, que no superaría los 2 metros de longitud se encuentra entre los más antiguos y primitivos que se conocen. Sin embargo, la importancia de su hallazgo no radica en los rasgos de su esqueleto, sino en la excelente preservación del material extraído.

En efecto, el ejemplar de Guaibasaurus fue hallado en cuclillas, con las manos plegadas alrededor del cuerpo, y con el cuello plegado hacia atrás. Esta posición de descanso es una característica única de los animales de sangre caliente, que hoy en día solo se encuentra en las aves y algunos mamíferos vivientes. Las aves modernas adquieren dicha postura con la finalidad de retener el calor de su cuerpo durante las frías noches, en contraposición con los animales de sangre fría como las lagartijas y cocodrilos.

Es así, que el Guaibasaurus, al igual que las aves actuales se acuclillaría y plegaría las manos alrededor de su cuerpo con la finalidad de retener el preciado calor durante la noche.

Para Federico Agnolín, de la Fundación Azara: “Este hallazgo presenta una importancia doble: no solo nos indica que los dinosaurios dormían de la misma manera en que lo hacen las aves vivientes, sino también constituye una prueba más que demuestra que desde su origen los dinosaurios habrían sido animales de sangre caliente, muy activos y de comportamiento semejante a las aves y en contraposición con los lentos reptiles de sangre fría como los cocodrilos y las tortugas”.

 


Hallan en Aldama restos de Tiranosaurio rex, primera evidencia en Mexico.

 Publicado en Paleo. Año 10. Numero 66. Marzo de 2012.

Por primera vez en México, hay evidencia de que existieron Tiranosaurios rex en nuestro país, luego que fueran encontrados tres colmillos de dicha especie en un rancho situado en el municipio de Aldama, por lo cual se aseguró que el estado cuenta con un gran número de elementos prehistóricos que aún no han sido descubiertos.

El descubrimiento se realizó gracias a un turista que paseaba por el Museo de Sitio Arqueológico "Rancho Don Chuy", quien se percató de una extraña figura en un montículo de arcilla, la cual resultó ser un fragmento de un colmillo de dicho dinosaurio.

Una vez validado, se dio aviso a los demás compañeros del equipo que se encargan de dicha área y luego de una validación se mandó a determinar con un grupo de científicos el género y la antigüedad de la pieza, la cual fue hallada el sábado pasado. "Es algo muy interesante ya que en ninguna otra parte de la nación existe información similar del Tiranosaurio rex. Sabíamos que podíamos encontrarlo pero fue un golpe de suerte, ya que actualmente existen de 20 a 25 presas por cada depredador", comentó Emmanuel Ramírez Márquez, uno de los asesores del lugar.

Expresó que dicha área contaba con 50 años de explotación ganadera, hasta que le dieron un giro ecoturismo, lo cual lo convirtió en un parque con flora, fauna, fósiles y con el río Conchos que pasa a 25 metros del lugar.

"Lo que se había encontrado antes era de una especie más pequeña pero de la misma familia. La diferencia es muy grande por la dentadura. Las fisuras son de una especie de Sierra, pero el Tiranosaurio rex tiene una mordida más profunda. Por lo general estamos en contacto con gente de las universidades de la UACh, de la UNAM y de distintas partes de la República, con quienes revisamos los hallazgos", argumentó.

Puntualizó que el diente es más ancho y frondoso, lo cual le da una función de penetrar, rasgar y alojar bacterias, lo que lo hace poder triturar huesos y con raíces más grandes que el tamaño de los dientes; si quisieras romper el hueso con otro tipo de osamenta no sería posible.

"El suelo en donde se encontró está expuesto y el piso es cretácico. Cuando caminas ahí todo lo que encuentras es del periodo, por lo que se puede hacer una reconstrucción de cómo se vivía en ese tiempo. Esperamos poder sacar más información pronto, hemos encontrado vertebras de animales herbívoros y otros pequeños fósiles en el lugar", finalizó.

 


Hallan en Sudáfrica los nidos del dinosaurio Massospondylus más antiguos.

 Publicado en Paleo. Año 10. Numero 66. Marzo de 2012.

Un espectacular hallazgo en Sudáfrica ayudará a entender el complejo comportamiento reproductivo de los primeros dinosaurios. Un equipo internacional de investigadores ha desenterrado diez nidos de dinosaurios de la especie 'Massospondylus'. Según aseguran los paleontólogos, los fósiles tienen 190 millones de antigüedad, lo que los convierte en los más antiguos hallados hasta ahora.

Los detalles del descubrimiento se publican esta semana en 'Proceedings of the National Academy of Sciences' (PNAS). Según explica a ELMUNDO.es Robert Reisz, el autor principal de este estudio, las excavaciones en este yacimiento del Parque Nacional Golden Gate Highlands de Sudáfrica comenzaron en 2005 y se prolongaron durante cinco años.

Los dinosaurios de la especie 'Massospondylus' estaban emparentados con los saurópodos, animales gigantes y de cuellos muy largos, que vivieron durante el Jurásico y el Cretácico. Los nidos hallados en Sudáfrica estaban distribuidos en varios niveles. En cada uno había hasta 34 huevos, muchos de los cuales contienen embriones. También se han encontrado minúsculas huellas que corresponden a las crías. Según destacan los investigadores, las pisadas muestran que los pequeños dinosaurios caminaban a cuatro patas, aunque se cree que los adultos eran bípedos.

Precisamente estas pequeñas pisadas en los nidos constituyen la prueba más antigua de que los dinosaurios recién nacidos permanecían en el nido durante algún tiempo. Al menos, hasta que doblaban su tamaño.

La madre, calculan, debía medir alrededor de seis metros mientras que los huevos tienen un diámetro de entre seis y siete centímetros. Los huevos están dispuestos de forma ordenada en los nidos lo que, según los paleontólogos, indica que la madre los habría colocado cuidadosamente tras la puesta.

También creen que la disposición de los fósiles muestra que los dinosaurios volvían repetidamente al lugar donde estaban sus crías, un comportamiento conocido como fidelidad al nido. Los paleontólogos creen que debajo de las toneladas de rocas que cubren la pared en la que fueron hallados podría haber muchos más nidos. Los ejemplares desenterrados vivieron durante el periodo Jurásico inferior. En el Parque Nacional Golden Gate Highlands de Sudáfrica se habían encontrado los embriones más antiguos conocidos hasta ahora pertenecientes a la especie 'Massospondylus'

Recreación de dinosaurios adultos y crías saliendo del cascarón. | J. CsotonyiA pesar de que se han hallado abundantes registros de dinosaurios, David Evans, coautor del estudio e investigador del Museo Royal Ontario (EEUU), afirma que hay muy pocos fósiles que aporten información sobre la biología reproductiva de estos animales, en particular de los primeros dinosaurios.

 


Samrukia nessovi, una enorme ave del Cretácico.

 Publicado en Paleo. Año 10. Numero 65. Marzo de 2012.

Un amplio equipo de investigadores italianos, belgas, franceses e ingleses acaban de publicar un trabajo en la revista científica biology letters con la descripción de los restos de una enorme ave del Cretácico Superior de Kazakhstan (Asia Central). Lo han nombrado como Samrukia nessovi y proviene de niveles del Santoniense-Campaniense.

Se trata de dos ramas mandibulares de gran tamaño (más de 275mm de longitud). El estudio filogenético que proponen lo sitúa como un miembro basal de Ornithuromorpha. Su gran tamaño indica que el gigantismo en las aves se produjo también en taxones fuera de las aves modernas, e indica la presencia de un clado de aves en el Cretácico Superior de la cual prácticamente no se tiene conocimiento. Estas aves compartieron el territorio con dinosaurios y pterosaurios, quizás las veamos en la próxima película de Parque Jurásico.

El enorme tamaño de Samrukia es significante y sorprendente. Tendría un tamaño similar a Albatros, entre las aves voladoras, y a una avestruz, entre las no voladoras. Su peso sería más de 50 kg, teniendo en cuenta el tamaño de estas aves actuales. Samrukia no es el primer ave gigantesca del Cretácico Superior, hace unos años colegas franceses describieron algunas piezas fragmentarias, incluyendo un sinsacro de un ave del sur de Francia que llamaron Gargantuavis.

A pesar que los restos son fragmentarios de estas dos aves, es una hipótesis asumible que estuvieran emparentadas como apuntan los autores de la investigación.

Estos descubrimientos indican que las aves neornitas no han sido las únicas que han evolucionado hacía un gran tamaño, incluso si nos referimos a aves con capacidad de vuelo y por tanto con grandes alas. Su significación es importante porque las neornitas pasaron el evento del límite Cretácico-Terciario, sin embargo las formas primitivas se extinguieron alrededor de este intervalo. Este descubrimiento indica que estas formas primitivas habían alcanzando un gran tamaño como luego sucedería con las neornitas y quizás la extinción les permitió explorar los nuevos nichos que habían dejado las aves más primitivas.

 


Los Ictiosaurios tuvieron mejor diversidad en el limite Jurasico-Cretacico.

  Publicado en Paleo. Año 10. Numero 65. Marzo de 2012.

Los ictiosaurios son un grupo de un clado de tetrápodos marinos que se han encontrado abundantemente en rocas del Triásico y del Jurásico, siendo más raros en el Cretácico Inferior. Se extinguen a en el tránsito Cenomaniense – Turoniense (Cretácico Superior). Son los “reptiles” mejor adaptados a la vida marina, presentando unas claras convergencias morfológicas con los actuales delfines. Su plena adaptación al agua les impediría salir a tierra firme, por lo que toda su vida, incluyendo su nacimiento sería en el mar. De hecho se han encontrado evidencias que serían vivíparos.

Se conocen muchos taxones en el Jurásico Superior, sin embargo en el Cretácico Inferior hasta hace pocos años eran prácticamente desconocidos por lo que se consideraba que la crisis del tránsito Jurásico-Cretácico les afectó de manera significativa. Sin embargo en los últimos años se han descrito varios taxones en el Cretácico Inferior que dibuja un escenario diferente. En este contexto acaba de publicarse un estudio en la revista PlosOne que describe el nuevo ictiosaurio del Acamptonectes densus del Cretácico Inferior de Inglaterra y Alemania. Acamptonectes presenta caracteres que relacionan con Ophthalmosaurus, un género restringido al Calloviense – Berriasiense.

Esto indica que este grupo de ictiosaurios se diversifican en el Cretácico Inferior, persistiendo hasta el Albiense (el menos).

Los investigadores estudian las tasas de extinción de los ictiosaurios a lo largo de su registro, lo que les permite afirmar que no fueron afectados por la crisis Jurásico-Cretácico como sucedió con otros organismos. Incluso hubo radiaciones en el Cretácico Inferior. Estos resultado tienen importancia para la extinción en el Cretácico Superior, que posiblemente fue más brusca de lo que se había considerado hasta el momento.

 


Descubren los fósiles sirenios más antiguos y completos de Europa.

  Publicado en Paleo. Año 10. Numero 65. Marzo de 2012.

Los investigadores del grupo Aragosaurus-IUCA de la Universidad de Zaragoza han descubierto la más antigua y completa colección de fósiles de sirenios o 'vacas marinas', de hace 45 millones de años, en el Pirineo aragonés.

En total, se han recuperado cerca de 550 restos fósiles de vertebrados, algunos en conexión anatómica, entre los que destacan tres cráneos, uno de ellos en perfecto estado de conservación, han informado desde la institución académica en un comunicado. Las excavaciones de los yacimientos, ubicados en el Geoparque del Sobrarbe, han sido dirigidas por la investigadora de Aragosaurus, Ainara Badiola, con la colaboración de Jesús Cardiel Lalueza, responsable del Museo Paleontológico de Sobrarbe y descubridor de los yacimientos.

Los sirenios son un grupo de mamíferos acuáticos y herbívoros o comedores de plantas, algo que, unido a su aspecto, ha favorecido que popularmente se les conozca como 'vacas marinas'. En el pasado, estos mamíferos marinos eran abundantes y estaban ampliamente distribuidos desde el oeste Atlántico hasta las costas eurasiáticas-africanas. La trascendencia del hallazgo de los sirenios del Geoparque radica en que, además de ser los dugóngidos más completos y antiguos de Europa, han sido encontrados en el dominio pirenaico, en lo que era un brazo del océano Atlántico.

Precisamente, en un área de la que apenas se disponía de datos paleontológicos de estos mamíferos marinos, a excepción de los fósiles de Cataluña, y alejada del resto del dominio del antiguo gran océano Tetis, que separaba Europa-Asia de África, y donde se han encontrado la mayoría de estos animales (Egipto, India y Pakistán).

El nombre 'sirenios' hace referencia a las sirenas de la mitología, aunque su aspecto es muy diferente al descrito por los escritores griegos clásicos, tal y como apuntó Cristóbal Colón en su diario cuando las vio por primera vez, han indicado las mismas fuentes.

Tienen un cuerpo fusiforme y grueso con la cintura pélvica y los miembros, especialmente los posteriores, modificados respecto a los mamíferos continentales. Aunque su morfología corporal es superficialmente comparable a la de las ballenas, guardan mayor parentesco filogenético con algunos mamíferos terrestres como son los proboscídeos.

Los resultados obtenidos en uno de los yacimientos excavado desde 2009 "han sido espectaculares". Entre los restos más destacables de los 550 fósiles, se hallan tres cráneos, dos enteros con dentición, varias escápulas, húmeros y ulnas, y numerosas costillas y vértebras de diferentes áreas del esqueleto de estos mamíferos marinos. La mayoría de los fósiles están en periodo de preparación para su estudio en detalle.

Los sirenios aparecen por primera vez en el Eoceno --periodo geológico comprendido entre 56 y 34 millones de años-- en el antiguo Tetis. Los sirenios más abundantes y diversos durante el Eoceno provienen de yacimientos formados en este antiguo océano, como son los miembros de la familia Dugongidae, representados por los géneros Eotheroides, Eosiren y Prototherium.

Los dos primeros hacen su aparición a principios del Eoceno Medio (Luteciense) y únicamente han sido registrados al sur y este del Tetis (Egipto e India), mientras que el tercero, de momento sólo se ha encontrado en afloramientos del Eoceno Superior del Norte del Tetis (Italia e Iberia).

Los estudios preliminares parecen indicar que los restos hallados constituyen una nueva especie, pero es necesario profundizar en las investigaciones en marcha para conocer al sirenio dugóngido que habitó a principios del Eoceno Medio cerca del Delta del Sobrarbe.

Los trabajos paleontológicos en el Geoparque del Sobrarbe han sido autorizados por la Dirección General de Patrimonio Cultural del Gobierno de Aragón y han estado cofinanciados por este Departamento, la Universidad de Zaragoza y el Geoparque de Sobrarbe

 

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