Como rescatar un gran gliptodonte y no
fallar en el intento.
Por Mariano
Magnussen Saffer y Daniel Boh. Museo Municipal Punta Hermengo de
Miramar.
museomiramar@gmail.com. - Magnussen Saffer,
Mariano. 2016.
Como rescatar un gran gliptodonte y no fallar en el intento.
Paleo Revista Argentina de
Paleontología. Boletín Paleontológico. Año XIV. 139: 18-21.
Desde mediados del
siglo XIX se han realizado intensas búsquedas de nuevos taxones,
cuyas tareas en forma sistemática y técnicas básicas no han cambiado
demasiado. En principio consiste en extraer los restos fósiles de
forma satisfactoria, pero el resultado no siempre es bueno.
En la mayor parte
de nuestro país, los yacimientos fosilíferos se encuentran en zonas
alejadas, caminos de tierra o ausencia total de ellos, y debido al
gran tamaño del material, la logística del personal, la preparación
y el transporte resultan importantes como los aspectos científicos,
la interpretación del lugar del hallazgo y los sedimentos que los
contienen.
Durante las VI
Jornadas Paleontológicas Regionales llevadas a cabo en la ciudad de
Santa Clara del Mar, en la provincia de Buenos Aires, se dio a
conocer una nueva técnica para recuperar grandes tocones de
sedimento con fósiles en su interior por parte de una experiencia
llevada a cabo por personal del Museo Municipal Punta Hermengo de
Miramar.
Los afloramientos
fosilíferos pueden tener variantes en su dureza, el tipo de
fosilización del organismo, la manera directa o indirecta de llegar
al material paleontológico, los recursos técnicos y económicos de
las instituciones participes, influyen sobre el resultado exitoso
del rescate paleontológico.
Si bien la
extracción de un gran bochon de varias toneladas parece algo
clásico en la paleontología, podemos decir que no siempre se
realiza de la misma manera, por la cantidad de variantes ya
expresadas. A lo largo y ancho del país, grandes, medianos y
pequeños museos tienen experiencias fallidas en la
extracción y traslado de grandes piezas hasta los
respectivos laboratorios, donde se los procesa técnicamente
para su posterior estudio, exhibición o colección.
El género
Glyptodon, reconocido originalmente por Owen (1838) constituye
uno de los taxones más conspicuos del conjunto de Glyptodontidae
pleistocénicos de América del Sur. Posee caracteres altamente
especializados, aunque con una persistencia notable de ciertos
rasgos primitivos, como por ejemplo la presencia de anillos caudales
y de cinco dedos en los pies, coraza formada por miles de placas
articuladas entre si, se ha convertido tal vez, en un de los
especimenes cuaternarios mas difíciles de extraer y transportar
debido a sus dimensiones y complejidad anatómica, refiriéndonos
siempre, a piezas muy completas.
El Museo Municipal
Punta Hermengo logro la recuperación de su tercera coraza de un
enorme Glyptodon s.p (Mammalia, Cingulata, Glyptodontidae)en sedimentos del Pleistoceno medio-superior en los barrancos
del litoral marítimo del Bosque del Vivero dunicola Florentino
Ameghino de la ciudad de Miramar con la construcción de una novedosa
estructura desarmable, única y original para su extracción, traslado
al museo y la respectiva documentación del proceso técnico.
El objetivo del
presente aporte es dar a conocer una nueva variante para la
recuperación exitosa de grandes bochones con restos fósiles en su
interior y su adecuado transporte hasta el laboratorio del museo,
pudiendo ser utilizado en grandes Glyptodontidae, u
otros organismos de diferentes periodos geológicos o muestras
sedimentarias de gran porte.
La campaña para la
recuperaron del material paleontológico de referencia, se llevaron a
cabo en el año 2005.
La
metodología utilizada es la tradicional en el estudio de
vertebrados e invertebrados fósiles, que comprende lo
siguiente: 1) análisis de los caracteres anatómicos más
significativos e identificación del organismo; 2) estudio y
comparación, con datos bibliográficos existentes al respecto
(descripciones, láminas, imágenes etc.); 3) observaciones y
registros geológicos de los sedimentos portadores; 4)
Comparaciones con organismos vivientes o extintos; 5) Se
tomaron fotografías digitales y fílmicos de los
procedimientos técnicos para su registro.
Con respecto a las
herramientas utilizadas, se procedió a aquellas empleadas
normalmente para esta actividad técnica, con herramientas de mano y
mecánicas.
El
material fue divisado un barranco vertical de abrasión, con una
extensión de unos 4 kilómetros aproximadamente y una altura que
promedia los 3 metros de altura, siendo variable según la
acumulación de arena sobre la playa.
En
ellos afloran unidades referibles al cenozoico tardío (Pleistoceno
tardío) constituidas por sedimentos de aspecto loessoide con poca
variación textural: limo arenosos a areno limosos, en los que se ven
representados distintos procesos de sedimentación, con depósitos y
cementaciones carbonáticas a lago de todo el sitio.
Para ello, se trabajo desde la superficie, teniendo en cuenta que el
fósil se encontraba a un metro promedio de profundidad, al menos, la
parte mas alta el caparazón. Conociendo las características
anatómicas y las dimensiones de estos grandes gliptodontes, sumada a
las experiencias anteriores de este museo en grandes fósiles y otros
dos caparazones ya recuperados, se comenzaron las tareas de
excavación y reconocimiento del sitio.
El
personal técnico y colaboradores llegaron al material referente por
medio de dos grandes cavidades (tipo trincheras) realizadas a los
laterales de la coraza del Glyptodontidae, logrando de esta forma la
conexión de ambas por la punta caudal del mismo, pues, el sector
dorsal, es el área erosionada sobre la barranca vertical.
De
esta manera se rodeo toda la estructura del caparazón, con una
cavidad sobre el sediento en forma de “U”. Posteriormente, el
personal técnico del museo con más experiencia, trabajo sobre el
sedimento depositado sobre la coraza ósea. Se retiro fácilmente el
mismo durante varias jornadas.
De esta
manera se pudo observar la dimensión total del organismo, y
se decidió seguir excavando sobre las cavidades realizadas
con palas, picos y otras herramientas manuales, logrando que
todo el fósil, con su sedimento de relleno, se encontrara
apoyado sobre una pequeña, pero resistente estructura
sedimentaria, apuntalando el caparazón desde abajo y
laterales del mismo, por medio de maderas cortadas a medida
y apoyadas al sedimento circundante, separándolo del fósil
con goma espuma.
De
esta manera, el personal logro tener todo el caparazón visualmente
libre. Se pudo determinar algunos daños naturales sobre la parte más
dorsal y alta de la estructura ósea, tanto por agentes ambientales y
biológicos, pero creemos por las evidencias reunidas, que gran parte
de los faltantes y tal vez, otras estructuras óseas del esqueleto,
pudieran estar aun dentro de los sedimentos del paquete de la
coraza, aun sin procesar.
El
momento crucial, fue la planificación de levantar y retirar toda la
estructura, sin dañar el fósil, teniendo encuentra que el bocón y la
estructura ósea del Glyptodontidae superaba a tonelada de peso.
Se
evaluó retirar e sedimento interno de la coraza, por medio de la
cavidad caudal y por la cavidad dorsal. Por experiencias anteriores
en otras instituciones, esto permitió la rotura y separación de gran
parte de las centenares de placas que forman el caparazón del
animal, sumándole la posibilidad de que por si, halla naturalmente
restos óseos en el interior del bochon.
Después de analizar distintas posibilidades, se decidió retirar todo
el bocón entero y trasladarlo al Museo Municipal Punta Hermengo,
ubicado a unos 2 kilómetros de sitio del trabajo de campo, por medio
de calles de tierra, dunas, pendientes y bajadas pronunciadas.
Para ello,
el primer paso fue solidificar el sedimento portador y el
fósil. Se utilizo un impermeabilizante acrílico liquido
incoloro (aunque al ser colocado y hasta su secado, todo el
sedimento y el mismo fósil toma un color violeta intenso)
formulado para el sellado de cavidades, que al secar
adquiere una consistencia elástica de gran adherencia, que
puede ser retirado fácilmente en el laboratorio del museo.
Una vez seco, se procedió a cubrir el fósil y el sedimento
de base con diario o papel mojado, cubriéndolo con yeso y
estructuras básicas de alambre. Estando cubierto y seco, la
pregunta fue, ¿Como lo levantamos y los llevamos al museo?
Fue
así que se pensó en crear una estructura fácil retransportar y armar
alrededor del gran bocón para levantar al fósil. El mismo fue creado
a partir de planchas de hierro y tornillos entrelazados en forma de
jaula, mientas que el gran fósil y su sedimento interno se
encontraban apoyados sobre un pequeño bloque arcilloso in situ,
mientras era equilibrado con madera a los laterales del mismo, para
evitar su desplazamiento o accidente con el personal. Luego se lo
levanto con una pala mecánica con cables de acero. Se lo apoyo sobre
el barranco, se desarmo parte de la estructura y la pala metálica
propiamente dicha lo llevo hasta el Museo de Miramar.
Con la construcción
de una novedosa estructura desarmable, única y original para su
extracción, se logro separar perfectamente el gran fósil y su
sedimento del barranco costero, subiéndolo a la superficie, y por
medio de una pala mecánica, se lo acomodo, para que este mismo
vehiculo, lo traslade hasta el deposito del Museo de Miramar, por
medio de calles de tierra, subidas y bajadas pronunciadas.
Este material se
encuentra tal cual fue hallado y retirado, sin sufrir daño alguno, y
próximamente será preparado para su estudio y exhibición. Sin dudas
el conocimiento técnico del personal, y la logística llevada a cabo,
fue lo que posibilito que mas de una tonelada de hueso y sedimento
llegaran exitosamente a destino, lo que facilita y alienta para que
otras instituciones puedan evaluar tareas similares en sus futuros
trabajos de campo.
Agradecimientos.
Los autores
agradecen la participaron de Cecilio Bajos, Jorge Trusoni, Gonzalo
Auriti, Jonatan Suárez, Melina Cutraro, Sabrina Boh, Ayelen y Tamara
Díaz. Destacando la buena voluntad y disposición de la Dirección
Servicios y la habilidad de los agentes encargados, especialmente
del tractorista, por las difíciles maniobras para retirar el
ejemplar y bomberos destacamento forestal del Vivero Dunicola
Florentino Ameghino de Miramar.
Bibliografía
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1979. Tratado de Paleomastozoología. Academia Brasileira de
Ciencias, Rio de Janeiro, 590 pp.
Perezosos gigantes (Xenarthra, Pilosa)
del pleistoceno de la región pampeana.
Mariano Magnussen Saffer. Integrante de Grupo Paleo, Museo Municipal Punta
Hermengo de Miramar y Fundación Argentavis.
marianomagnussen@yahoo.com.ar
Tomado de; Magnussen Saffer,
Mariano (2014).Perezosos
gigantes (Xenarthra,
Pilosa) del pleistoceno de la región pampeana. Paleo Revista
Argentina de Paleontología. Boletín Paleontológico. Año XII. 108: 08-13.
Gran parte del
conocimiento referido a los mamíferos extintos cuaternarios proviene
del estudio de aquéllos de la región pampeana de la Argentina,
especialmente de la Provincia de Buenos Aires.
Los
pilosos (Pilosa) son un orden de mamíferos placentarios que incluye
los osos hormigueros, los tamandúas y los perezosos. En la
actualidad existen únicamente en el continente americano. El origen
del orden se remonta a principios del Terciario (hace alrededor de
60 millones de años, poco tiempo después de la extinción de los
dinosaurios).
Hasta hace
poco se consideraban un suborden del orden Xenarthra que en
la actualidad ha sido elevado al rango de superorden. Están
emparentados con los armadillos, que hoy se consideran un
orden (Cingulata) dentro de los xenartros, aunque los
pilosos modernos están muy especializados y superficialmente
se parecen poco a los armadillos.
Entre el
Oligoceno y Pleistoceno existieron varias familias de
perezosos terrestres gigantes; eran animales cuadrúpedos uy
bipedos ocacionalmente con las patas anteriores más cortas
que las posteriores, y provistas de garras.
Es
probable que fuesen prácticamente bípedos agarrando las ramas de los
árboles y arrancándolas con su peso. Se han descrito cerca de 50
géneros de perezosos terrestres, muestra de que tuvieron un gran
éxito ecológico en los bosques sudamericanos. Habitaron en América
del Sur y parte de América del Norte.
A continuación
detallaremos algunos de estos grandes perezosos extintos, que
alcanzaron su maximo desarrollo durane el Plestinoceno.
Glossotherium
myloides. Gervais, 1855.
Fue un Xenarthro
corpulento, con cabeza grande y una cola larga y pesada. Los pies
largos y con garras envueltas hacia adentro al igual que los otros
Pilosa ya descriptos, por lo tanto caminaba apoyando sus nudillos.
Es probable que pudiera ponerse en dos patas y mantener el
equilibrio con la cola, utilizando sus garras para llevarse el
alimento a la boca.
Tenia 4
metros de largo y 1,7 de alto. Se ha comprobado
recientemente que podía excavar cuevas e invernar en ellas,
a juzgar por los hallazgos realizados en la ciudad de Mar
del Plata y posteriormente en Miramar.
Su masa
estimada fue de una tonelada y su extinción ocurrió durante
el Holoceno medio, hace 6 mil años antes del presente. Su
cuerpo estaba cubierto por una espesa y densa pelambre y
embebidos en la piel se encontraba un gran numero de
huesillos (osteodermos), en forma y tamaño variables,
generalmente superiores a un centímetro de diámetro.
Los restos
completos rescatados en la Argentina son muy escasos. Se conocen los
registros en el S.E bonaerense por Lorenzo Parodi, quien descubriera
restos sustanciales de un esqueleto en 1924 y de José Maria Dupuy en
el año 1925. Su habito alimenticio era variado, constituido de hojas
de graminias, arbustos y arboles. Sus primeros registros
corresponden a la Formación Vorohue.
Lestodon arnatus. Gervais, 1855.
Fue
otro gran "Xenarthro" del Pleistoceno. Al igual que sus parientes
era un herbívoro, el cual recogía su comida a orillas de los
pantanos o causes fluviales.
Era
muy grande, pero menor que el Megatherium americanum. El
registro más antiguo del género corresponde al Montehermosense
(Plioceno temprano). Median aproximadamente unos 4 metros de
longitud. Su cráneo tenia una región rostral muy ensanchada.
Los huesos
de sus miembros eran grandes y gruesos. Su dentición era
simple, pero resaltaban hacia afuera de la boca unos
caniformes muy grandes, lo que se convertía en una defensa
contra los posibles depredadores. Su masa estimada es de 2,5
toneladas.
Después de
Scelidotherium, Lestodon es uno de los
mamíferos fósiles del Cuaternario más comunes en el
territorio pampeano. Las especies de Lestodon, junto
a las de Megatherium, son los Tardigrada de mayor
tamaño corporal de ese momento.
Recientemente, personal y colaboradores del Museo Paleontológico de
San Pedro, dieron a conocer el descubrimiento de una manada de diez
individuos del genero Lestodon, tratándose de ejemplares
adultos y juveniles.
Otros ejemplares interesantes, corresponden a los depósitos de la
localidad de Salto, y se hallan exhibidos en el Museo de esta
ciudad. Generalmente, se supone que estuvo adaptado a biomas
abiertos de pastizales y arbustos. Otras especies: Lestodon
trigonidens (exclusiva del Bonaerense y Lujanense), y
Lestodon armatus, que se extiende estratigráficamente durante el
Ensenadense y Lujanense, aunque algunos autores sostienen que se
trata de una única clase.
Megatherium
americanum. Cuvier, 1796.
Los
"Pilosa" en la actualidad se encuentran representados por mamíferos
pequeños y medianos, como osos hormigueros y perezosos de tres dedos
que pasan la mayor parte de su tiempo colgados en los árboles,
moviéndose en forma muy lenta, debido a su bajo metabolismo, pero en
el Pleistoceno habitaron en nuestro territorio formas gigantescas.
Megatherium fue descripto por primera vez por el naturalista
francés Georges Cuvier en 1796, quien se baso para tal descripción
en un esqueleto completo descubierto en 1789 en las barrancas del
Rió Lujan (Prov. Buenos Aires).
El
Megatherium americanum fue uno de ellos. Su nombre
significa "bestia grande" y sin dudas fue el animal
terrestre más grande que habito en la región pampeana, donde
se han rescatado sus principales restos. El género
Megatherium constituye, al igual que Glyptodon,
uno de los elementos más conspicuos de la megafauna
pleistocena.
Su
dentición está constituida por molariformes en forma de
columna prismática cuadrangular. Tradicionalmente, se lo ha
asociado a una dieta herbívora, aunque se propuso una dieta
mixta, carroñera o incluso carnívora.
El
primer registro del género se remonta al Vorohuense hasta llegar al
Lujanense temprano (Megatherium americanum) y Lujanense
tardío (Megatherium sp.).
Desde el punto de vista geográfico, su extensión parece estar
limitada a la parte austral de América del Sur, es decir, Argentina,
Brasil, Uruguay, Paraguay, Chile, Perú y Bolivia; hacia el norte y
el este, Megatherium es reemplazado por Eremotherium,
un género similar, pero con algunos caracteres más primitivos y
adaptado a temperaturas posiblemente más elevadas.
Superaba los 4,5 metros de altura cuando se paraba sobre sus patas
traseras y con su larga y robusta cola formando una especie de
"trípode" permitiéndole llegar de esta forma a las hojas de los
árboles y tener un mejor panorama de todo su alrededor.
El peso
estimado de esta especie es de 5 toneladas, algo así como
dos elefantes. Su cuerpo estaba recubierto por una fuerte
pelambre. Sus patas delanteras eran largas y fuertes,
acompañadas por cuatro garras, lo que le permitía acceder de
mejor manera a los vegetales que formaban parte de su dieta.
En la localidad de Pehun-co, Provincia de Buenos Aires, se
hallo un yacimiento paleoicnologico con huellas dejadas por
este enorme animal hace unos 11 mil años, junto a otras
pertenecientes a especies desaparecidas y vivientes (ver
notas de divulgación) Megatherium coexistió con los
antiguos habitantes humanos en la Provincia de Buenos Aires
hace 8500 años antes del presente.
Scelidotherium
leptocephalum. Owen, 1840.
Los
primeros restos fósiles atribuidos a estas especie fueron
descubiertos por Charles Darwin en su viaje del Beagle en la
localidad de Bahía Blanca. Basados en restos del cráneo, vértebras y
costillas, Richard Owen lo bautizo como Scelidotherium en
1840. De tamaño menor y del grupo de los Xenarthros (perezosos)
mencionados anteriormente fueron los mamíferos mas comunes del
paisaje del Pleistoceno, ya que sus restos fósiles son muy
abundantes en los depósitos sedimentarios de este periodo.
Tenia 1,7
metros de alto y 3,5 de largo. Su peso estimado es de una
tonelada. El cráneo es alargado, bajo y estrecho, con un
rostro proyectado hacia adelante. Su alimentación consistía
de vegetales que hallaba en áreas secas. Investigadores del
Museo de La Plata, habían realizado estudios biomecánicos en
los huesos de las patas delanteras de Scelidotherium,
concluyendo que estos extintos animales estaban plenamente
capacitados para emplear sus fornidos brazos para cavar.
La robustez
de cada uno de sus huesos, así como las amplias manos en
forma de palas, son coherente con este comportamiento de
superexcavadores.
Recientemente se pudo saber por varios hallazgos realizados por el
Museo de Ciencias Naturales de Mar del Plata (ver notas de
divulgación) que estos enormes mamíferos cavaban madrigueras, las
cuales realizaban para refugiarse, o bien para invernar, ya que es
posible que tuvieran un metabolismo muy bajo, logrando una
temperatura constante de 15° c en su interior.
Una
de ellas media 40 metros de largo con un diámetro de 1,8 de donde se
rescataron numerosos moldes de las garras entre otras evidencias. El
autor de la Pagina, encontró en Agosto de 2002 en el Pleistoceno de
Miramar una Paleocueva similar y de menor espectaculidad, la cual se
encuentra en estudio. Este animal de notables proporciones
desaparece del registro fosilífero hace unos 7 mil años atrás.
Los restos
de Scelidotherium son tal vez, los fósiles de grandes
mamíferos mas comunes en la región pampeana. Hace unos años
se extrajeron dos esqueletos completos al sur de la
localidad de Centinela del Mar en el Partido de General
Alvarado, otro de la localidad fosilífera de Camet norte,
Partido de Mar Chiquita y una hembra adulta abrazando su
cría en la localidad de Mar del Sud, preservado en el Museo
Municipal Punta Hermengo. el género Scelidotherium,
básicamente diferenciable de Scelidodon por la
presencia de ciertos caracteres más derivados a nivel de los
miembros y cráneo, cuenta con al menos dos especies
pleistocenas: S. floweri y S. leptocephalum.
Las especies de este género habitaron en espacios abiertos,
parcialmente arbolados, de climas templados.
Durante el Pleistoceno más tardío se lo encuentra también en
ambientes de altura, compatibles con condiciones ambientales
templado-frías, entre 2.000 y más de 3.000 m, específicamente en las
localidades de Las Juntas, Catamarca y Lauricocha, Perú, aunque es
importante mencionar que en este último sitio existen evidencias que
los restos fueron llevados allí por el hombre. Geográficamente, se
habría distribuido en los territorios de Argentina, Perú, Uruguay y
Paraguay.
Mylodon darwinii.
Owen, 1840.
Pertenecía al infraorden "Pilosa" de menor tamaño que el
Megatherium americanun descrito anteriormente, pero con cierta
semejanza morfológica. Fue descubierto por primera vez por Charles
Darwin en los alrededores de Bahia Blanca y posteriormente
estudiados por Richard Owen.
Se
alimentaba de vegetales y tenia unos 3 metros de largo por 1,5
metros de alto. El Museo de la Universidad Nacional de La Plata
exhibe en sus salas, un trozo de cuero momificado de Mylodon. Este
singular hallazgo casual fue realizado a fines del siglo pasado.
Proviene de una caverna en el Seno de la Ultima Esperanza, llamada
también como "Cueva del Mylodon" donde también fueron
encontrados excrementos del animal y huesos de gran tamaño
diseminados en sedimentos que incluían restos de carbón.
Lo
asombroso de este descubrimiento, es que la pieza única
permitió conocer la estructura del cuero de estos animales,
que en su interior alojaba pequeños huesecillos subesfericos
( osteodermos ) que si bien permitían flexibilidad a la
piel, convertían al Milodonte en un verdadero acorazado.
Los
Paleontólogos creen que esta adaptación en la piel la
tuvieron sus antecesores del Paleoceno o tal vez antes,
dando origen a los acorazados Dasipodidos y Gliptodontidos.
En
otros sitios de la Patagonia Chilena y Patagonia Argentina se han
hallado restos similares a este pero menos espectaculares. Un
hallazgo realizado en la localidad de Tres Arroyos, Provincia de
Buenos Aires, permitieron comprobar que los Milodontes habrían sido
cazados y consumidos junto a otros gigantes por grupos humanos
prehistóricos. Esta especie se extinguió entre 10000 y 8000 años
antes del presente.
Bibliografía Sugerida:
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XXVIII Jornadas Argentinas de
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Mayo del 2014. Libro de Resumenes.
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Tonni. E. P., El milodonte: género Mylodon Owen, 1840. Novedades del
Mus. La Plata, 1(9):80; 1985.
Andalgalornis.
El pico de las "aves del terror"
Por:
Federico Degrange, Claudia Tambussi, France: Karen Moreno, Lawrence
Witmer y Stephen Wroe.
Andalgalornis
es un ave extinta de hasta 1,40 mts. de alto, incapaz de volar que
habitó Catamarca hace casi 7 millones de años. El
ave Andalgalornisera incapaz de volar pero utilizaba
un pico ganchudo para combatir con sus presas. Un equipo de
investigadores internacionales, entre ellos dos paleontólogos
argentinos, recrearon los hábitos alimenticios de esta ave
prehistórica. El primer estudio detallado del modo de depredar de
estas aves extintas denominadas científicamente “fororracos”
(Phorusrhacidae) pero también son conocidas como “aves del terror”
fue publicado en
PlosOne
Los fororracos
se habrían originado hace 60 millones de años y evolucionaron
durante el período de aislamiento de América del Sur, un continente
isla hasta hace 3 millones de años. Se conocen 18 especies que
varían de 90 centímetros de alto hasta más de 2 metros, como es el
caso de Kelenken, un fororraco que habitaba en la Patagonia con un
cráneo de más de 70 centímetros de largo.
Como no se
conocen análogos de los fororracos entre las aves modernas, sus
hábitos son un misterio para los paleontólogos. Un equipo de
científicos realizó el estudio más sofisticado, conocido hasta la
fecha, sobre la forma, función y comportamiento depredador de un
fororraco, utilizando tomografías computadas y herramientas de la
ingeniería.
Las áreas
de color claro representan el fósil, mientras que las áreas
azuladas representan sedimento y yeso. Las
líneas indican la posición de los cortes tomográficos que se
ven debajo. Nótese que este pico angosto y totalmente
hueco (indicado por las flechas) era muy fuerte
verticalmente, pero peligrosamente débil lateralmente. Las
estrellas muestran las áreas claves del cráneo que se han
convertido en zonas rígidas, móviles en la mayoría de las
aves actuales. Cortesía de WitmerLab en la Ohio University,
USA.
“Nadie ha
realizado un análisis biomecánico exhaustivo de un fororraco”,
comenta Federico Degrange,
becario del CONICET e integrante de la
División Paleontología Vertebrados
del Museo de La Plata. “Necesitamos descubrir el rol
ecológico que estas asombrosas aves desarrollaron si queremos
realmente entender como evolucionaron los ecosistemas sudamericanos
a lo largo de los últimos 60 millones de años”, detalló Degrange. El
ave bajo estudio es un fororraco que habitó en Catamarca hace casi 7
millones de años. Es de tamaño mediano, 1,4 metros de alto y un peso
de 40 kg. “Al igual que el resto de los fororracos, su cráneo es
desproporcionadamente grande, tiene 37 cm. de largo, con un angosto
y alto pico dotado de un poderoso gancho similar al de las aves
rapaces”, señala la Dra. Claudia
Tambussi, investigadora del CONICET y también integrante
División Paleontología Vertebrados del Museo de La Plata.
El
Dr. Lawrence Witmer, de la
Ohio University College of Osteopathic Medicine, realizó una
tomografía completa del cráneo de Andalgalornisque
permitió conocer su estructura interna. Las tomografías le revelaron
que Andalgalornisno era como otras aves ya que había
adquirido un cráneo sumamente rígido. “Las aves en general
presentan un cráneo con gran cantidad de puntos de movilidad entre
los huesos que lo componen, que les permite tener cráneos ligeros,
pero fuertes. Sin embargo, hallamos en Andalgalornis
estos puntos de movilidad se han convertido en uniones rígidas,
inmóviles. Este ave tiene un cráneo fuerte, a pesar de tener un pico
curiosamente hueco”, expresó Witmer, profesor de paleontología y
anatomía. La evolución de este pico estaría presuntamente asociada a
la pérdida de la capacidad de vuelo en los fororracos, como también
a su gran tamaño.
A partir
de las tomografías, Stephen
Wroe, Director del Computational Biomechanics
Research Group de la University of New South Wales,
Australia, construyó modelos 3D del fororraco y de dos aves
actuales para su comparación: un águila y una chuña,
pariente actual más cercano a los fororracos.
Las
modelos en 3D y las
simulaciones apoyaron los resultados anatómicos
basados en tomografías. “En comparación con las otras aves
estudiadas, Andalgalornis estaba bien adaptado
para llevar su pico hacia delante y luego hacia atrás
utilizando el gancho curvo del extremo”, remarca Wroe.
Un elemento
clave en el análisis fue determinar la fuerza de mordida. Para esto,
Degrange y Tambussi trabajaron en el Zoológico de La Plata para
conseguir que una chuña y un águila mordieran un aparato
especialmente diseñado para medir la fuerza de mordida. “Combinando
toda esta información, descubrimos que la fuerza de mordida de Andalgalornis era menor de lo que hubiésemos esperado y
más débil que aquella de muchos mamíferos carnívoros del mismo
tamaño.Andalgalornis podría haber compensado esta
débil fuerza de mordida usando sus poderosos músculos del cuello
para arremeter con su fuerte cráneo contra sus presas como un
hachazo”, expresó Degrange.
En su conjunto,
los resultados brindan una nueva perspectiva acerca del estilo de
vida del esta ave depredadora única. Si bien su cráneo era robusto,
era demasiado débil lateralmente y su pico hueco estaba en peligro
de sufrir una fractura catastrófica. Los fororracos se volvieron
depredadores en sus ambientes sudamericanos. El estudio muestra que
el fororraco debería emplear una estrategia de ataque y retroceso
con golpes bien dirigidos a modo de hachazos. Una vez muerta la
presa sería despedazada en bocados más pequeños utilizando el
poderoso cuello, retrayendo la cabeza hacia atrás o, de ser posible,
tragada entera.
La investigación
fue financiada por National Science Foundation (Witmer, U.S.); the
Australian Research Council and the Australia and Pacific Science
Foundation (Wroe, Australia) y el FONCYT de la Agencia Nacional de
Promociones científicas y Técnicas (Tambussi, Argentina).
Contactos:
Federico Degrange,
fjdegrange@fcnym.unlp.edu.ar
Ischigualasto y la
vinculación entre los eventos bióticos y climáticos.
Por Adriana
Mancuso.
amancu@mendoza-conicet.gob.ar. Publicado originalmente en
Ciencia Hoy. Volumen 31, Numero 181. Octubre de 2022. Adaptado para
este sitio.
El Triásico fue escenario de una
revolución biótica que sentó las bases para el desarrollo de los
ecosistemas terrestres que le siguieron y que llegaron hasta la
actualidad.
Particularmente, el Triásico
tardío, donde dominaron las plantas con semilla como las
gimnospermas, presenció el origen y la diversificación de los
dinosaurios, el origen de la tortuga y la diversidad de cinodontes
no mamíferos que están estrechamente relacionados con los primeros
mamíferos, como también la disminución de arcosauromorfos basales y
sinápsidos.
Dado el contexto de cambio climático que se
está desarrollando cada vez con mayor intensidad, es
interesante descubrir si el registro geológico correlaciona
los eventos bióticos con los climáticos. Para poner a prueba
esta hipótesis durante el Triásico, se propuso un estudio de
múltiples variables que proporcionara datos robustos sobre
las condiciones climáticas y su evolución con el depósito
que contiene uno de los registros más antiguos de
dinosaurios, la Formación Ischigualasto en la Cuenca
Ischigualasto-Villa Unión.
El registro paleontológico de la
Formación Ischigualasto, expuesta en diversas localidades de las
provincias de La Rioja y San Juan, es muy diverso y cuenta con
elementos tanto de la flora como de la fauna que dominaban este
sector de la Tierra entre 231 y 224 millones de años atrás. El
trabajo consistió en combinar la información sobre diversidad y
abundancia relativa de plantas y tetrápodos con los datos de la
evolución climática y para ello se usaron modelos evolutivos
aceptados de cambios en los ecosistemas a escala de cuenca.
Los resultados mostraron que,
aunque muchos patrones se explican mejor por sesgos de muestreo y
tafonómicos, o sea los relacionados con la fosilización, la
abundancia relativa de rincosaurios (reptiles herbívoros
cercanamente relacionados a los arcosaurios) y la diversidad de
seudosuquios (un grupo de arcosaurios del linaje de los cocodrilos)
se ajustan a las expectativas de cambio biótico a medida que el
clima pasa de condiciones cálidas y secas a más templadas y húmedas.
Es decir, se observó una pequeña extinción de arcosaurios de la
línea de los cocodrilos y una disminución en la abundancia de
rincosaurios a la mitad de la Formación hace aproximadamente 228
millones de años.
Se verificó parcialmente la relación
planteada de una última aparición de arcosaurios
seudosuquios con un cambio a condiciones más templadas y
húmedas. La hipótesis proponía que los pulsos de últimas
apariciones de los arcosaurios seudosuquios se correlacionan
con condiciones más frías y estacionales y los pulsos de
primeras apariciones, con condiciones más cálidas. Por otro
lado, la disminución en la abundancia relativa de
rincosaurios, en comparación con la tendencia climática,
permitió refutar la hipótesis postulada para este grupo de
reptiles.
Se proponía que la abundancia
relativa de rincosaurios aumenta con el inicio de condiciones más
áridas y disminuye con el inicio de condiciones más húmedas. Con
base en la evidencia sólida aportada en el estudio se pudo formular
una nueva hipótesis que propone que su abundancia aumentó durante
los intervalos más húmedos.
Si consideramos la flora y la
fauna registrada en la Formación Ischigualasto, notamos algunos
cambios sutiles que no parecen estar relacionados con el muestreo.
Sin embargo, es posible preguntar por qué no existe una correlación
más fuerte con los cambios paleoclimáticos. Una respuesta podría
ser, por ejemplo, que la magnitud y/o el ritmo del cambio climático
observado simplemente no fueron lo suficientemente grandes como para
forzar cambios importantes en la estructura del ecosistema. Otra es
que, a pesar del abundante registro fósil, los cambios fueron lo
suficientemente sutiles como para requerir una resolución
estratigráfica aún mayor, con un muestreo de especímenes aún más
denso.
La ventaja del uso de los modelos
evolutivos de forzamiento abiótico de cambios en los ecosistemas
consiste en poder hacer predicciones específicas a priori, basadas
en lo que sabemos sobre la evolución. Así, se pueden probar
utilizando el registro fósil en lugar de tratar a posteriori de
hacer coincidir los cambios en los proxies del paleoclima con los de
los conjuntos fósiles. No obstante, este estudio demuestra cuán
difícil puede ser establecer correlaciones aun cuando se cuenta con
un rico registro de proxy climático y un abundante conjunto de datos
fósiles. Se mostró, además, cómo el muestreo y la tafonomía pueden
controlar fuertemente los patrones en el registro fósil aun cuando
se conocen muchos especímenes de diferentes niveles estratigráficos.
Los trabajos de Campo y de
Laboratorio en el Museo.
Por Mariano
Magnussen Saffer, integrante del Museo Municipal de
Ciencias Naturales "Punta Hermengo" de Miramar,
Provincia de Buenos Aires, Republica Argentina.
marianomagnussen@yahoo.com.ar
La búsqueda de
Fósiles.
Desde
mediados del siglo XIX se han realizado intensas
búsquedas de nuevos taxones, cuyas tareas en forma
sistemática, y las técnicas básicas no han cambiado
demasiado. En principio consiste en extraerlos
esqueletos de la mejor manera. En la mayor parte de
nuestro país, los yacimientos fosilíferos se encuentran
en zonas alejadas, y debido al gran tamaño del material,
el aspecto logistico del personal, el mantenimiento y el
transporte resultan importantes como los aspectos
científicos, como la interpretación del lugar del
hallazgo y el sedimento que rodea a este. Aumenta la
facilidad del descubrimiento cuando las roca adecuadas
quedan expuestas en varias zonas y sujetas a una erosión
relativamente rápida. Por tal motivo, en la actualidad
algunos de los principales sitios de búsqueda se
encuentran en la Patagonia, en el Valle de la Luna,
Ischigualasto y prácticamente todo el sector marítimo,
en especial el bonaerense.
La expedición
Paleontológica.
Una gran
parte de las expediciones paleontológicas son planeadas
con un buen tiempo de anticipación, con la necesidad de
conseguir los fondos económicos, que cada día son mas
escasos y un grupo de voluntarios. El objetivo es
conseguir fósiles para exhibirlos, como para las
colecciones sistemáticas de las instituciones.
En
una expedición de búsqueda de nuevos materiales,
es fundamental la planificación. Hay que definir
muy bien la zona de búsqueda, y debe haber
información previa de la existencia de restos
fósiles en la zona. Generalmente esta
información proviene de trabajos anteriores,
realizados por distintos investigadores. Un
geólogo o un paleontólogo baga por el fondo de
un barranca o por el medio de un desierto, entre
rocas sedimentarias de distintas edades
geológicas, en busca de fragmentos óseos o de
manifestaciones de organismos desaparecidos hace
varios millones de años. Entonces el prospector
intentar de que ejemplar se podría tratar y de
lo grande que podría ser el hallazgo, a partir
de los trozos de huesos sobre la superficie, que
luego de este análisis, se decidirá si vale la
pena trabajar durante varios días en el sitio.
La
planificación de la expedición implica también la
negociación con los propietarios del terreno, para poder
llegar hasta el sitio sin entrar en conflicto con loas
habitantes de la región, pues si bien as instituciones
tiene la autoridad necesaria para realizar todas las
tareas sin autorización de los propietarios, siempre es
bueno llegar a un acuerdo y evitar los conflictos, ya
que los Museos y Las Universidades son entidades que
deben trabajar para toda la comunidad y no en forma
individual y aislada.
Los miembros
de la expedición deben de disponer de los vehículos
adecuados, capaces de acceder a los terrenos mas
difíciles y poder trasladar varios cientos de kilos.
Además, en algunos casos, deben preparar grandes
campamentos con tiendas de campañas, laboratorio móvil,
una provisión de agua segura, alimentación adecuada a
las condiciones y otras previsiones cotidianas. Estos
"arreglos domésticos" son fundamentales para el
personal, ya que se debe trabajar en zonas muy aisladas
durante varias semanas.
Los
investigadores, técnicos y colaboradores, necesitan un
equipo formado por martillos, picos, palas, formones,
cepillos, arpillera, yeso, madera, alambres gruesos,
resinas plásticas y productos químicos que endurecerán
los restos fósiles y el sedimento que acompaña a este.
En algunas expediciones se llevan compresores de aires
para utilizar martillos mecánicos y otros artefactos,
aunque son para casos muy especiales. Asimismo
instrumental óptico de laboratorio, cámaras fotográficas
y de video y otros artefactos de medición.
En algunas
ocasiones el personal de la campaña deben de remover varios
metros cúbicos de sedimento para poder acceder al fósil, ya
que no pueden hacerlo en forma directa. Esta tarea puede
llevar varios días de trabajo, e incluso algunos meses. Esta
reducción de capas sedimentarias sobre los fósiles se
realiza hasta llegar a unos pocos centímetros de la pieza
para poder limitarla y extraer peso para su posterior
traslado. De esta forma se pone al descubierto la totalidad
del fósil en forma controlada, eliminando cuidadosamente las
rocas de la plataforma irregular. En esta ultima etapa se
utilizan por lo general, instrumental de pequeño tamaño,
como formones, destornilladores, cucharines y pinceles. Por
lo general todos los huesos de una excavación se encuentran
sobre el mismo nivel, lo que facilita su procesamiento
inicial en el campo.
Una vez que
el material esta sobre la superficie se registra el
hallazgo, donde se dibujan los restos, se fotografía
toda la zona circundante y demás tareas, cuyos datos
facilitaran a los investigadores el estudio del
espécimen extraído.
La preparación
para el transporte.
A
continuación se preparan los restos para ser
trasportados hasta el laboratorio del Museo. Se trata de
una tarea arriesgada en todo el trasporte. A pesar de
que algunos restos pueden ser de enorme tamaño, los
huesos pueden ser muy frágiles, y hay que protegerlos de
las fracturas cuando se los levanta y durante el
transito camino al laboratorio, ya que en la mayoría de
los casos los caminos son de tierra.
La primera
tarea es excavar zanjas profundas alrededor del fósil.
Los huesos aislados se extraen de a uno, mientras
aquellos que se encuentren aun articulados o semi-articulados
son extraídos en grupo. Se cubren los con papel húmedo o
papel de aluminio para que se adapte al contorno del
hueso y aislarlo completamente, y luego se le incorpora
a su alrededor arpillera con yeso, y en algunos casos se
utilizan productos químicos plásticos y estructuras de
hierro. Todo el material queda cubierto en un enorme
bloque de yeso, el cual es duro como una coraza.
Una vez que
se seco el molde del hueso, se utiliza una palanca para
separar el fósil de la base de la roca. y se da vuelta
el tocón, para poder cubrir con yeso la parte inferior
del hueso con arenisca. Ahora que se encuentra encerrado
en un capullo de yeso, se lo puede retirar del sitio.
Los huesos pequeños pueden ser trasladados en la mano o
entre dos o tres personas, pero para los grandes bloques
se pueden utilizar distintas técnicas, desde trineos,
carretas, camiones, grúas especiales y en algunos casos
helicópteros. Si bien se puede tratar de un fósil de un
tamaño modesto, el tocón puede pesar varias toneladas y
se puede tratar de una tarea muy compleja de
manuavilidad.
La preparación
de los huesos en el laboratorio del Museo.
Generalmente, los Museos mas importantes de nuestro país
pueden tener mas de un laboratorio destinado al estudio
de fósiles, y el tamaño de estos pueden variar según su
especialidad. Una vez que llegan los materiales del
campo son descargados y puestos en grupos relacionados
entre si.
La primera
tarea es extraer la cubierta de yeso y se deja secar el
tocón. Luego se empieza a limpiar con instrumental del
tipo odontológico toda la superficie del hueso ya que
gran parte de la cubierta matriz fue extraída en el
campo por los mismo técnicos y colaboradores.
El trabajo de
laboratorio por lo general no esta realizado por los
profesionales universitarios, aunque asesoran al personal
técnico especializado, los cuales cumplen unas de las tareas
mas importantes. La limpieza y preparación de los
especimenes extraídos de una campaña paleontológica pueden
llevar varios meses de minuncioso trabajo. Esta tarea es
fascinante, como una escultura y su figura se tona de apoco
a medida que se avanza. Podemos decir que el 99 por ciento
de los casos el técnico no tiene problemas para distinguir y
separar la roca del fósil.
Algunos
huesos pueden presentar numerosas fracturas, ya que
pudieron ser pisados por otros animales antes de quedar
sepultados o pudieron sufrir los efectos de la
intemperie. En otros casos los huesos son duros pero los
depósitos sedimentarios están atravesados por minúsculas
fisuras provocadas por tensiones en la corteza
terrestre. Una vez limpio el hueso y pegada aquellas
partes fracturadas, se pinta al mismo a base de lacas
sintéticas y otros productos químicos para endurecerlos.
Una vez completadas estas tareas el material es
introducido a un inventario de bases de datos, donde se
le asigna un numero a todas las piezas del mismo
ejemplar y se incluyen todos los datos geográficos,
geológicos, biológicos y técnicos para futuras consultas
y que no se mezclen con el resto de los especimenes allí
conservados. Este tipo de material tiene dos caminos
probables dentro del Museo, uno de ellos es la
exhibición publica del mismo, o lo mas probable es que
engrosé la colección sistemática de la institución y que
no este al alcance del publico pero si de los
investigadores que consultaran periódicamente.
Preparación de
los moldes y de las copias.
Cuando un
resto fósil tienen un interés especial, tal vez porque
se trata de una forma nueva o muy bien preservado, los
paleontólogos deciden hacer copias. La idea es hacer
replicas de los restos originales las cuales son copias
fieles a la pieza original. El primer paso es hacer los
moldes de la pieza del organismo a copiar, que por
supuesto, el fósil fue procesado previamente por el
personal de dicha institución. Esta tarea debe
realizarse con mucho cuidado para no dañar los
especimenes.
En la
actualidad, los moldes suelen hacerse con plásticos
flexibles que se separan con facilidad del hueso, y
después de la pieza fundida, logrando copiar hasta los
detalles mas íntimos de un organismo. Pero igualmente
existen numerosas técnicas de trabajo, las cuales son
utilizadas según el espécimen a duplicar.
El primer
problema surge al diseñar el molde de un hueso. Este
debe estar formado por dos o mas piezas, que deben estar
ajustadas entre si correctamente, para luego poner el
material fundido y que este no se derrame por hendiduras
o cavidades mal diseñadas o cerradas, para evitar
distorsiones en la pieza procesada. Algunos moldes
pueden ser sencillos, como por ejemplo los huesos largos
o algunas vértebras, las cuales se hacen en dos mitades
coincidentes. Pero los trabajos mas minuciosos para un
técnico es el copiado de un cráneo o una cadera, cuyos
moldes deben ser tridimensionales y pueden contar con
numerosas piezas a unificar.
Las piezas
fundidas por lo general se realizan en plásticos
livianos o raramente en yeso u otros productos. Las
replicas de huesos de gran tamaño se pueden realizar
incluso en fibra de vidria. Estas piezas son muy
resistente y es capaz de soportar un tratamiento mas
brusco: suele ser mas ligera y fácil de manipular, y se
puede colorear y tratar antes que se endurezca por
completo, para imitar el aspecto de los restos
originales o bien, que se adapte a las condiciones
existentes en una sala del Museo. Las copias que se
están realizando en nuestro país en los últimos diez
años son de alta calidad, y solo con un detalle
minucioso uno puede distinguir entre una pieza original
y una copiada.
Lo que es
muy bueno, es que se pueden realizar numerosas piezas
fundidas a partir de un solo molde. Los Museos e
Instituciones mas importantes de nuestro país suelen
tener numerosas copias de sus mejores especimenes para
exponer en sus propias salas, montar exhibiciones
especiales o realizar intercambios múltiples. Un solo
esqueleto original puede dar origen a dos docenas de
replicas exactas. De esta manera se puede intercambiar
material o bien pueden ser prestados para estudiarlos.
Asimismo se pueden montar varios esqueletos
pertenecientes al mismo ejemplar pero en distintas
posiciones para que parezca una manada de ellos.
Pero la
finalidad mas importante es preservar a la pieza
original, la cual debe estar guardada en los depósitos
de los Museos al alcance de los investigadores. Mientras
tanto, las copias deben estar exhibidas en las salas o
ser trasportadas sin que corran riesgo a romperse o
perderse. Así mismo la copia pesa muy poco, y una sola
persona puede manipularla con mucha facilidad. En cambio
la misma pieza original puede pesar hasta mas de una
tonelada y debe ser manipulada con equipos especiales,
poniendo en riesgo a vidas humanas y a los especimenes.
Estudio e
interpretación de los nuevos taxones.
Los
Paleontólogos preparan una descripción formal de todos
los huesos de que dispone, y elabora esta parte del
informe en esta secuencia bastante normalizadas. Las
descripciones pueden variar según la cantidad de restos
asociados que se hallaron en el yacimiento, pero también
la descripción de una nueva especie puede salir de la
evidencia de una uña o un diente aislado. Ahora, si
hallamos un esqueleto por lo general su descripción
comienza por el cráneo, a continuación la columna
vertebral desde las vértebras cervicales hasta las
caudales, siguiendo por la cintura torácica y las
extremidades anteriores, la cintura pélvica y las
extremidades posteriores, y por ultimo los elementos mas
superficiales y de menor importancia, como las
costillas.
Un informe
científico puede cubrir desde unas pocas hojas hasta
convertirse en un libro a donde abundan centenares de
detalles sobre los nuevos especimenes, los cuales se
verán mejores ilustrados con fotografías y dibujos de
los taxones cuestionados.
El informe a
continuación pasa a los aspectos mas interpretativos del
descubrimiento. Aquí se pueden incluir capítulos
relacionados con la mecánicas de las mandíbulas y de las
extremidades ( en otras palabras, la forma de masticar o
de desplazarse). Existen distintas maneras de tratar
estas cuestiones, que se asientan en el conocimiento que
se obtiene de los organismos vivientes. Por ejemplo, si
los detalles de los huesos están bien preservados, el
paleontólogo esta en condiciones de especular, con una
cierta confianza, sobre la naturaleza de las
articulaciones y su biomecánica. Sujetando y manipulando
los huesos fósiles, puede establecer hasta que punto se
mueven entre si, y en que sentido.
Para
concluir el informe, el paleontólogo revisa toda la
información que a logrado conseguir, tanto consultando
material depositado en distintas instituciones del país,
comparándolo con formas afines con representantes
vivientes en la actualidad, y sobre todo consultar
numerosas y extensas bibliografías, donde el
investigador encontrara una guía de antecedentes y
discutirá los resultados de otros autores. Una ves
completado el informe el paleontólogo presentara su
trabajo de información en un congreso o reunión
paleontológica donde se encontrara allí presente,
decenas de colegas que evaluaran su trabajo, o bien
presentara su manucristo a una revista especializada,
donde será evaluado por un jurado de profesionales, que
generalmente superan los diez miembros.
Huellas de Dinosaurios en
Neuquén.
Por Jorge
Calvo, Museo de Geología y Paleontología del Comahue,
Neuquén. Rodolfo Corea, Museo de Carmen Funes, Plaza
Huincul, Neuquén. Fragmento de articulo publicado en la
revista Ciencia Hoy, Volumen 5 N° 29.
La
paleoicnología estudia las huellas o icnitas (de icnoV
-icnos-, huella) de animales fósiles; constituye una
importante disciplina auxiliar de la paleontología, que
se ocupa de los organismos del remoto pasado. Esos
rastros fósiles, tanto de animales vertebrados como
invertebrados, son la impresión que dejaron en el suelo
distintas partes del cuerpo del ser que las originó,
como patas, cola, etcétera.
El
análisis de tales huellas proporciona un cúmulo de
información difícil de obtener de restos óseos, como la
anatomía de las partes blandas de las extremidades, la
velocidad de desplazamiento, la talla corporal, el
comportamiento social y las preferencias ambientales del
animal. El estudio del contorno de la marca y sus
accidentes internos permite deducir datos sobre
almohadillas plantares, membranas interdigitales, etc. A
su vez, la investigación sedimentológica del suelo (o
sustrato) portador de los rastros aporta luz sobre cómo
era el ambiente en el momento en que las huellas
quedaron impresas.
Se han
realizado muchos intentos de definir el método adecuado
de análisis de un rastro fósil. Actualmente la
paleoicnología de tetrápodos (o cuadrúpedos, animales
con cuatro extremidades) se vale de un sistema
convencional de parámetros, que se apoyan, entre otros
datos, en diversas medidas de las huellas y de los
rastros
Cada vez son más
frecuentes los análisis de huellas fósiles que se presentan
en los congresos y reuniones de paleontología en todo el
mundo, y son muchos los trabajos publicados anualmente en
los órganos de difusión, tanto técnicos como de divulgación
general. No sorprende, entonces, que el estudio de las
huellas fósiles ocupe, en los últimos años, un lugar
importante entre las investigaciones paleontológicas. La
Argentina no escapa a esta aseveración, ya que en su
territorio han sido descubiertos importantísimos yacimientos
de huellas fósiles atribuidas a gran variedad de faunas,
principalmente dinosaurios.
Icnita de Carnotaurus de unos 50 cm de largo.
La primera
noticia de la existencia de tales huellas en tierra
argentina fue difundida en 1931 por el paleontólogo
alemán Friedrich von Hüne, quien describió una icnita
hallada en Plottier; en Neuquén, y la atribuyó a un
dinosaurio carnívoro. En la década de los sesenta,
Rodolfo Casamiquela realizó un intento inicial de
sistematizar el estudio de las huellas fósiles, en un
extenso trabajo en el que dio a conocer faunas
icnológicas puestas de manifiesto por huellas
encontradas en estratos del triásico de Río Negro y del
jurásico superior de Santa Cruz. En la segunda de estas
provincias está el más antiguo registro sudamericano de
mamíferos, el Ameghinichnus patagonicus,
del que casi nada se sabe, pues, hasta el presente, sólo
se lo conoce por sus huellas, notablemente bien
conservadas en lajas de una formación geológica llamada
la Matilde, de aproximadamente 50 millones de años de
artigüedad. En publicaciones más recientes se han
descripto yacimientos situados en el norte argentino,
del cretácico superior de Salta, en los que se
descubrieron huellas de dinosaurios asociadas a otras,
numerosas, de aves; y también hallazgos del cretácico
del Neuquén, del Jurásico medio del Chubut y del
jurásico superior de Santa Cruz. Los principales
yacimientos argentinos de fósiles se encuentran en el
valle del Tonco, en Saita; el área del Chocón-Picún
Leufu, en Neuquén: el cerro Cóndor; en Chubut; y la
laguna Manantiales, en Santa Cruz
Las icnitas
de Picún Leufu, a orillas del lago Exequiel Ramos Mexía
el gran embalse que forma el dique del Chocón-, en el
límite de Neuquén y Rio Negro, se conocen desde 1979,
cuando, en ocasión de una bajante excepcional, un
poblador de la zona descubrió en la roca unas huellas de
lo que supuso que era un "avestruz gigante".
El diredor del
museo de ciencias naturales de la universidad del Comahue,
Oscar Deferraris, determinó que se trataba de huellas de
dinosaurios.
En Neuquén y Río Negro existen
unas formaciones rocosas conocidas, desde el siglo pasado,
como estratos con dinosaurios, capas de sedimentos de origen
continental (es decir; no marino) que ahora se denominan
grupo Neuquén y que representan distintos momentos de la
historia geológica de la zona. Tienen una antigüedad de
entre 70 y lOO millones de años y corresponden al cretácico
superior o senoniano, si bien existe alguna discrepancia
entre autores en cuanto a su datación más precisa, debida a
diferentes interpretaciones de los movimientos geológicos de
la corteza, el espesor sedimentario, el tiempo de depósito y
las correlaciones con estratos subyacentes cuyas edades se
pueden establecer por la presencia de fósiles marinos,
registrados en el norte del Neuquén y el sur de Mendoza.
huella de Iguanodonte sp de 63 cm en este
cuadro.
Posteriormente las estudiaron investigadores del Museo
de La Plata, hasta que el lago subió a su cota normal y,
cubriéndolas, lo impidió. En junio de 1987, aprovechando
otra bajante de las aguas, se realizó una nueva campaña,
bajo la dirección del primer autor de esta nota, en una
época de intenso frío. Se encontraron icnitas en
distintos puntos, distribuidos a lo largo de los 60km
que se extienden entre Picún Leufu y el Chocón; se
extrajeron decenas de moldes, y se confeccionaron
centenares de dibujos de las huellas. El principal
conjunto de estas se descubrió en el paraje denominado
península Nueva, en las proximidades de la primera
localidad.
Para
facilitar su estudio, el grupo Neuquén ha sido
subdividido en unidades denominadas formaciones, a
saber: la río Limay, más antigua y basal, la río
Neuquén, intermedia, y la río Colorodo, más moderna y
superior Estas, a su vez, se componen de miembros. La
formación río Limay está constituida por los miembros
Candeleros, Huincul y Lisandro, el primero de los
cuales, el más antiguo, contiene las huellas a las que
hace referencia esta nota, en la periferia del lago del
Chocón.
Los
investigadores de a universidad del Comahue que estudian
el área han identificado una gran variedad de
icnoespecies, desconocidas en el resto del mundo. El
hallazgo más relevante es el de rastros dejados por un
dinosaurío del grupo de los ornitópodos -mas
específicamente los iguanodontes-, que constituye el
primer registro icnológico de tales dinosaurios en la
Argentina. No se han hallado en Sudamérica restos óseos
de iguanodontes, pero se han descubierto abundantes
huellas de ellos en el Brasil y Chile. Dichas huellas se
caracterizan por tener el borde posterior redondeado y
ser de un animal tridáctilo, con dedos sin garras,
cortos y gruesos. Si bien estos dinosaurios podían
desplazarse como bípedos, con ángulo de paso
relativamente abierto, en ciertas ocasiones se apoyaban
en sus miembros delanteros para caminar De acuerdo con
el registro fósil, o la evidencia del pasado impresa en
la roca, se extinguieron a fines del cretácico inferior
hace 97 millones de años. Este dato permitiría inferir
que las rocas que contienen sus restos deberían
pertenecer; por lo menos, a la edad albiana, lo que ha
llevado a que, recientemente, se haya propuesto ubicar
al miembro más antiguo del grupo Neuquén, el Candeleros,
en el limite entre el cretácico inferior y el superior
Otro
hallazgo importante hecho en Picún Leufu es el
de huellas de dinosaurios saurópodos,
encontradas por primera vez en la Argentina, e
identificadas a pesar de no hallarse en buen
estado de conservación. En zonas próximas al
actual lago también se han descubierto restos
óseos muy bien preservados de saurópodos. Pero,
como sucede frecuentemente, las huellas y los
restos no pueden ser atribuidos al mismo
individuo, razón por la que se utiliza una
taxonomía independiente para unas y otros. Una
de las icnitas, de forma casi circular; tiene un
diámetro de unos 90cm, lo que sugiere que
proviene de un animal enorme, por lo menos de
20m de largo. En otras huellas de saurópodos,
que se hallan mejor conservadas, pueden
diferenciarse las marcas de las patas delanteras
de las traseras; las primeras tienen forma
circular y 20cm de largo, mientras que las
segundas son triangulares y su largo es de 70cm
La fauna
icnológica descubierta en Picún Leufu se completa con
dinosaurios terópodos. En los textos tradicionales sobre
dinosaurios, el suborden Theropoda suele estar dividido
en los infraórdenes CarnosourIa y Coelurosauria, esquema
que mantenemos en esta nota. Sin embargo, las propuestas
más recientes de interpretación de las relaciones
filogenéticas de los dinosaurios carnívoros son algo
distintas, por lo que remitimos al lector a trabajos
actualizados sobre la sistemátira de estos vertebrados
(algunos se citan en "Lecturas sugeridas")
Los
carnosaurios reúnen a dinosaurios carnívoros robustos y
de gran talla, como
Tyrannosaurus y Allosaurus
(que median, respectivamente, unos 14m y 12m de largo).
Los celurosaurios están representados por formas
pequeñas y gráciles tales como Deinonychus
y Velocirraptor (cuyas longitudes
respectivas eran 3m y 2m). Las icnitas de terópodos
halladas en Picún Leufu corresponden tanto a unos como a
otros, a animales grandes y pequeños. Se han reconocido
cuatro tipos diferentes de celurosaurios. Uno está
representado por huellas de 12cm de largo, con una
separación de sólo 46cm; fueron descubiertas cinco
grupos de ellas, muy cercanas unas de otras y con la
misma dirección de desplazamiento. También se halló una
icnita aislada, de 22cm de largo, con marcas de cuatro
dedos, cosa poco común en huellas de terópodos, en los
que el primer dedo usualmente no tocaba el suelo: en
este caso dicho dedo, dirigido hacia el costado, está a
90º con respecto al tercero. Las icnitas atribuidas a
carnosaurios corresponden a un gigantesco depredador
miden 50cm de largo, con una longitud entre pasos de
130cm. Estos animales poseían
La fauna
icnológica del lago Ramos Mexía sugiere que allí existio
una comunidad animal compuesta por distintas formas de
dinosaurios que convivían en el mismo hábitat. La
diversidad morfológica de las icnitas indicará que los
autores ecológicos distintos).
Los aspectos ecológicos de esa diversidad
faunística, las eventuales relaciones tróficas entre los
distintos grupos de dinosaurios, así como otros temas
conexos, requieren ser adicionalmente investigados, para
conocer mejor la vida de los fascinantes vertebrados
terrestres que dominaron la tierra emergidas durantes
140 millones de años.
¿CÓMO SE
CONSERVARON LAS HUELLAS?
Que las
huellas siempre hayan estado allí, tal como se las
descubrió, es un supuesto de díficil justificación , ya
que se requeriría explicar por qué no fueron borradas
con el paso del tiempo. Las pisadas de animales actuales
permanecen en el terreno por un corto lapso, pues
desaparecen por la acción del viento, la lluvia, las
inundaciones, etc., que en el caso tratado tuvieron
millones de años para hacerse sentir, tiene que haber
alguna explicación.
Estudios
sedimentológicos y paleontológicos recientes sugieren que hace unos
100 millones de años cuando vivieron y murieron dinosaurios que
dejaron sus huellas en las rocas del actual Picún Leufu, la región
tenía unas características muy distintas de las actuales.
Era llana, de
clima templado, compuesta por tierras sedimentarias, bajas y
pantanosas, y cuerpos de agua de poca profundidad, que
crecían durante períodos lluviosos y se reducían durante los
secos. Abundaban las extensiones de inundación intermitente,
en las que los dinosaurios imprimían las marcas de sus patas
en el barro blando, que luego se secaba pero,
posteriormente, era otra vez inundado y cubierto con
sedimentos adicionales, lo que generaba una discontinuidad
entre el estrato portador de la huella y el que lo cubría,
en ocasiones compuesto por arenas traídas por cauces
temporarios, producto de lluvias frecuentes.
Con el
transcurso del tiempo las huellas quedaron sepultadas
bajo centenares de metros de sedimentos que, a lo largo
de milenios, se harían más compactos y se transformarían
en rocas sedimentarias de gran dureza. Más tarde los
levantamientos orogénicos ( es decir , la formación de
montañas) y la erosión subsiguiente, que desgastó los
depósitos sedimentarios, dejaron nuevamente al
descubierto las huellas impresas en aquel barro, ahora
convertido en roca.
LECTURAS
SUGERIDAS
CALVO, J.O., 1991, "Huellas fósiles de dinosaurios
en la formación río Limay" Ameghiniana, 28:241-258
CORIA, R.A., 1991, "Nuevas icnitas de la localidad
Estancia laguna Manatiales", Ameghiniana, 28:405
LEONARDI, G. (ed), 1987, Glossary and Manual
Tetrapod Footprints. Paleocihnology, Conselho
Nacional de Desenvolvimiento Ciéntifico e
Tecnológico, Brasilia.
WEISHAMPEL, D.B, DOBSON, P. & OSMOLSKA.H (eds),
1990, Dinosauria , University of California Press,
Los Angeles
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