
			
			Hallan 
			fósiles de Promacrauchenia cerca de un campo de golf .
			
			Dic. 2016. La 
			noticia tuvo gran repercusión en todo el mundo. El Museo 
			Municipal de Miramar  ha recuperado restos fósiles de una extraña 
			criatura prehistórica de 3 millones de años en las inmediaciones de 
			la cancha de golf local.
			
			Al parecer se trata 
			de vértebras, costillas, huesos largos y parte de un cráneo de un 
			Promacrauchenia , (también se lo puede nombrar como 
			Promacrauquenia) un gran herbívoro ya extinto, que vivió en la 
			región pampeana hace unos 3 millones de años. El material, el cual 
			es sumamente frágil, se encontró en sedimentos correspondientes al 
			Plioceno, época que reinaban mamíferos y aves de gran tamaño, con un 
			clima y ambiente similares al monte chaqueño actual, comenta Daniel 
			Boh, encargado del museo.
			
				
					|  | 
					La forma 
					del cuerpo de Promacrauchenia recuerda al de 
					un camello con trompa; alcanzaba los 1,6 metros de altura y 
					2,5 de largo con un peso de unos 500 kilos. Su trompa corta 
					le serviría de labio prensil (como el tapir), para 
					permanecer sumergido, acondicionar el aire y como 
					herramienta de uso general. Comparten muchas adaptaciones 
					morfológicas con los jiráfidos, con los cuales no estaban 
					relacionados, considerada como una convergencia adaptativa o 
					evolución paralela, sostuvo Mariano Magnussen, integrante 
					del citado museo. 
					<<<< Cráneo y tibia. Algunos de los fósiles 
					recuperados. | 
			
			
			Promacrauchenia 
			es uno de los muchos grupos de mamíferos “ungulados sudamericanos 
			extintos” que poblaron América y de los cuales no queda ningún 
			descendiente vivo. Los macrauquénidos evolucionaron en total 
			aislamiento en el continente-isla de Sudamérica, desde animales 
			herbívoros de poca alzada, hasta especies de gran tamaño y peso.
			
			
				
					| 
					 | 
					El Museo 
					Municipal Punta Hermengo de Miramar, ya había recuperado 
					distintos restos de un representante mas moderno, denominado 
					Macrauchenia, el cual, aparece en varias oportunidades en la 
					película La Era de Hielo. Pero este nuevo espécimen es un 
					género más antiguo, del cual aun no se había hallado 
					evidencias en nuestra ciudad. Este ejemplar  se sumara a la 
					magnifica y variada colección de la institución.  
					<<< Aspecto de Promacrauchenia. Ilustración 
					de Daniel Boh.  | 
			
			
			En los trabajos de 
			rescate también se tuvo la colaboración de Francisco Elguero Suárez. 
			Para más información sobre este hallazgo y otros temas 
			paleontológicos, se puede visitar el sitio Web
			
			www.museodemiramar.com.ar. y la página de facebook: Museo 
			Miramar.
				
			
			
			El bosque de piedra en el desierto 
			patagónico. 
			
			En lo profundo de 
			la estepa patagónica, un paisaje con sinuosidades gaudianas esconde 
			lo que fue hace 70 millones de años un mundo vegetal, sacado a la 
			superficie por la fuerza arrasadora de los glaciares. Fósiles de 
			dinosaurios y centenares de troncos son los vestigios de cuando la 
			Patagonia fue una selva subtropical.
			
			La Ruta 40 se 
			desenrolla frente al auto como una gran lengua de camaleón en plena 
			estepa: divide la planicie desierta en dos mitades de pastos ralos y 
			arbustos de calafate, donde corretea una tropilla de guanacos. Hemos 
			partido desde El Chaltén hacia un paraje de extrema desolación con 
			centenares de troncos que hace 70 millones de años fueron de madera 
			y hoy son pura piedra.
			
				
					|  | 
					A la 
					hora de viaje nos detenemos a desayunar en el Parador La 
					Leona junto al río del mismo nombre. Aquí el legendario 
					explorador Francisco “Perito” Moreno fue atacado por un puma 
					y de allí viene la deformación del nombre. La solitaria 
					construcción en medio de la nada fue levantada en 1916 con 
					sus actuales paredes de adobe y techo de chapa a dos aguas. 
					Era un boliche de campo y hotel utilizado por los 
					trabajadores de las estancias, donde se dejaban mensajes y 
					encomiendas para quienes vivían aislados del otro lado del 
					río. | 
			
			
			Luego de un café 
			con alfajores de maicena en el ambiente de hace un siglo, seguimos 
			viaje sin escalas para observar en la superficie de la tierra los 
			vestigios de la era Cretácica tardía, entre 65 y 90 millones de años 
			atrás.
			
			Por el camino de 
			ripio que bordea al lago Viedma pasamos la tranquera de la estancia 
			ovejera Santa Teresita –90.000 hectáreas– y una mulita cruza la ruta 
			a toda velocidad. El paisaje se torna muy desierto pero cobra cada 
			vez más vida: a 100 metros un macho de ñandú camina esbelto al 
			frente de una decena de charitos siguiéndolo en fila.
			
			Estacionamos en la parte alta de una meseta para descender a pie 
			hasta una gran depresión del terreno de 800 hectáreas, con algo de 
			cráter lunar. Vamos en busca del Bosque Petrificado La Leona, un 
			enigmático yacimiento fósil que no debe ser confundido con aquel 
			otro más famoso en el noreste de esta provincia, donde hay menos 
			troncos pero más grandes, rodeados de un paisaje no tan llamativo ni 
			variado como este.
			
				
					|  | 
					
					Descendemos al laberinto de arena y arcilla, una sinuosa 
					dimensión gris con cañadones cincelados por el viento y el 
					curso de un río milenario que ya no existe. El terreno es 
					ondulado porque los glaciares arrastraron sedimentos como 
					grandes topadoras: durante las glaciaciones hubo una capa de 
					hielo con mil metros de altura cuya fuerza descomunal 
					arrancaba pedazos de montaña. 
					Caminamos 
					por borroneados senderos donde crecen escasos arbustos, tan 
					duros que no se mueven con el viento: una adaptación para 
					sobrevivir. El guía señala en el suelo arcilloso huellas de 
					puma, guanaco y mulita. | 
			
			
			Toda esta región 
			fue un delta gigante con bosques de árboles de hasta 100 metros de 
			alto –parientes de las araucarias– donde vivían toda clase de 
			dinosaurios. En los últimos años se extrajeron aquí restos de varios 
			ejemplares, entre ellos el Puertasaurus, un titanosaurio del que se 
			encontraron cuatro vértebras, la más grande de ellas de 1,68 
			centímetro, exhibida en el Museo Egidio Feruglio de Trelew.
			
			Tras una lomada el guía nos sorprende señalando en el suelo el fémur 
			de un dinosaurio saurópodo que pesaba 16 toneladas y se decidió 
			dejar en el lugar: está fragmentado pero completo.
			Es tan perfecta la fosilización de este bosque que hasta puedo 
			contar los anillos de crecimiento en algunos de estos troncos que, 
			en verdad, son el negativo de sí mismos y brotan como reliquias de 
			un tiempo inconcebible para los mortales: un rastro muy palpable 
			pero sin vida de un árbol condenado a la eternidad. Por Julián 
			Varsavsky para Pagina 12. 
				
			
			
			Catorce mil años de 
			presencia humana en Argentina.
			
			Se 
			dató en 14 mil años la presencia de un campamento de cazadores 
			recolectores al sur de la Provincia de Buenos Aires, en el sitio 
			arqueológico Arroyo Seco. Se alimentaban de especies de caballos 
			extintos  y de megamamíferos del Pleistoceno. En búsqueda de piedras 
			para hacer instrumentos, se desplazaban cientos de kilómetros hasta 
			Tandil, Olavarría y la costa atlántica.  
			
			El 
			cono sur de América fue el último sector continental del mundo al 
			que llegaron los humanos. Este hecho se produjo mucho antes de que 
			arribaran los europeos y poco después de que, hace unos 16 mil años, 
			un grupo de cazadores cruzara el puente terrestre que en ese momento 
			había entre Alaska y el Noreste de Asia.
			
			El 
			doctor Gustavo Politis, investigador superior del CONICET y director 
			del Instituto de Investigaciones Arqueológicas y Paleontológicas del 
			Cuaternario Pampeano (INCUAPA, CONICET-UNICEN), comentó a la Agencia 
			CTyS-UNLaM que “este hallazgo contribuye a identificar la  primera 
			oleada de ocupación temprana en el Sur de América; también, hay un 
			sitio de antigüedad  similar en Chile”.
			
				
					|  | 
					
					“La datación de esta ocupación en la región pampeana es de 
					las más precisas que se pueden  lograr hoy en el mundo”, 
					valoró Politis. Y explicó: “Se usaron las técnicas más 
					sofisticadas para extraer el colágeno puro, sin ninguna 
					contaminación, de un hueso de caballo que tiene marcas muy 
					claras de haber sido fracturado por humanos y se determinó 
					la antigüedad tras analizar la concentración de carbono 14 
					en un acelerador de partículas en Estados Unidos”. 
					
					<<<Imagen ilustrativa realizada por Daniel 
					Boh. | 
			
			
			Lo 
			más probable es que hayan fracturado dicho hueso de 
			
			Equus 
			-una especie extinta de caballo- para alimentarse. “Estos cazadores 
			antiguos partían los huesos largos para acceder a la médula, al 
			caracú, que es muy rico y nutritivo, aunque también es posible que 
			lo hayan fracturado para hacer alguna herramienta de hueso”, afirmó 
			el director del INCUAPA-CONICET.
			
			El 
			arqueólogo detalló que “este hueso fue partido en una especie de 
			yunque, porque hay un golpe de un lado y un contragolpe del otro, 
			como así también unas muescas que son producto de los golpes 
			fallidos que le dieron antes de lograr fracturarlo, por lo que es 
			muy claro que esas marcas fueron producidas por seres humanos”.
			
			
			Además, este hallazgo está acompañado por rocas, como la cuarcita, 
			que estos grupos traían de la zona de Tandil, como así también por 
			calcedonias de la zona de Olavarría y rodados costeros, si bien el 
			mar estaba unos 100 kilómetros más lejos de la costa atlántica 
			actual.
			
			
			“Recorrían unos 100 o 150 kilómetros desde Arroyo Seco para obtener 
			estas materias primas con las que podían hacer puntas de lanza o 
			bien cortar la carne de los grandes animales de los que se 
			alimentaban”, describió Politis.
			
				
					|  | 
					
					Estos grupos vivían sobre una especie de lomada, a unos 
					cincuenta metros de una antigua laguna, donde se acercaban 
					los mamíferos en busca de agua. “Hemos encontrado también 
					huesos asociados de perezosos gigantes -megaterios- que son 
					de la misma antigüedad; si bien las marcas de acción humana 
					no son tan nítidas sobre estos fósiles”, indicó Politis. La 
					geóloga Adriana Blasi de la Comisión de Investigaciones 
					Científicas de la Provincia de Buenos Aires (CICPBA) formó 
					parte de este equipo de investigación para describir como 
					fue aquel paisaje.  | 
			
			
			
			“Estudio cómo se produjo el proceso de sedimentación y me baso en 
			aspectos geológicos para poder definir si en ese periodo hubo 
			momentos de sequía o alguna otra perturbación que pudiera influir en 
			las ocupaciones humanas”, señaló a la Agencia CTyS-UNLaM.
			
			
			Existen teorías que sostienen que la presencia humana pudo haber 
			influido en la extinción de estos megamamíferos, algunos de los 
			cuales podían llegar a superar los cuatro metros de altura. “El 
			último registro que tenemos en Arroyo Seco de esta megafauna extinta 
			es de unos 11300 años de antigüedad”, precisó Politis. A partir de 
			allí, los  indígenas se alimentaron principalmente de guanacos.
			
			
			Cabe aclarar que las chances de encontrar restos humanos son mucho 
			menores que las de encontrar restos producidos por los humanos. 
			“Cualquiera de nosotros, a lo largo de su vida, deja millones de 
			restos y solo un esqueleto y lo mismo pasaba con  estos cazadores 
			recolectores: ellos hacían cientos de puntas de  proyectil, cientos 
			de boleadoras, mataban cientos de animales y todos eso fue quedando 
			en los sedimentos”, observó Gustavo Politis.
			
			“Se 
			han  hecho estudios con ADN que indican que entre Alaska y el 
			noreste de Asia, en esa época, no estaba el estrecho de Bering, sino 
			que había un puente terrestre durante un tiempo de mucho frio y, en 
			esa zona, quedaron aisladas unas poblaciones que generaron 
			recombinaciones genéticas nuevas, diferentes de las asiáticas, y 
			ellos fueron los que finalmente cruzaron los hielos hace unos 16 o 
			15 mil años y, a partir de allí, se expandieron con bastante rapidez 
			en América”, relató el arqueólogo del INCAUPA y del Museo de La 
			Plata.
			
				
					|  | El doctor Politis aseveró a la Agencia CTyS-UNLaM que eran 
					tronco mongoloidos, un linaje asiático que se desarrolló 
					hace 20 mil o 30 mil años. “Desde entonces, hubo miles de 
					años de evolución y se fueron desarrollando adaptaciones 
					según los diferentes ambientes y cambiando los rasgos 
					físicos”, consideró el director del INCAUPA. | 
			
			
			Los 
			primeros Homo sapiens surgieron en el África sub Sahariana hace 
			aproximadamente 150 mil años. Desde allí, se expandieron por Asia, 
			Europa y el final de esa expansión por los continentes fue 
			precisamente el cono sur de América. Posteriormente, solo quedarían 
			islas por conquistar. 
			
			Hace 14 mil años, aun no se había desarrollado la cerámica en el 
			mundo, no había vasijas, por lo que los pobladores de Arroyo Seco 
			debían cocinar la carne al fuego, en una especie de parrilla de 
			palos o directamente sobre la llama.
			
			
			“Cazaban o carroñaban  animales que  podrían  morir cerca de la 
			laguna y, de pronto, si era un megamamífero, podían encontrarse con 
			dos o tres toneladas de carne disponible y debían de trozarlos para 
			poder llevarlos hasta la loma en la que armaban el asentamiento, que 
			debía estar a unos 50 u 80 metros de distancia”, narró el doctor 
			Politis.
			
			
			Politis ha realizado camapañas en Arroyo Seco desde el año 1977. En 
			2017, harán una nueva excavación en este sitio donde se produjeron 
			distintos pulsos de ocupación humana en el pasado.  “Eran 
			poblaciones nómadas y, entonces, ocupaban, se iban y después 
			generaciones después volvían”, contó Politis. Y añadió: “Hubo otro 
			pulso de ocupación entre los 7.600 y 5.500 años y otro pulso aun más 
			reciente hace unos 2 mil o 3 mil años, en los cuales ya  encontramos 
			restos de alfarería”
			
			En 
			este sentido, la doctora Adriana Blasi sopesó que “otro aporte de 
			importancia a la geoarqueología es que, sobre la base del análisis 
			de las capas o depósitos que alojan los restos culturales, se puede 
			tener certeza sobre la ubicación espacio-temporal del material 
			arqueológico encontrado”. Fuente: Agencia CTyS-UNLaM.
				
			
			
			Recuperan fósiles 
			de  
			
			Cyonasua lutaria, 
			un carnívoro de tres millones de años.
			
			El peculiar 
			hallazgo de restos parciales del esqueleto de un carnívoro 
			
			prociónido 
			que vivió en la 
			región pampeana bonaerense hace unos 3 millones de años, fueron 
			recuperados y dados a conocer por personal del Museo de la ciudad de 
			Miramar, Argentina.
			
			Durante el 
			Plioceno, la región costera de la actual provincia de Buenos Aires 
			era muy distinta, ya que, la localidad de Miramar se hallaba en el 
			centro continental y la zona estaba poblada por numerosas especies 
			de mamíferos, aves y reptiles, según demuestran más de un siglo de 
			hallazgos paleontológicos en la región.
			
				
					| 
					 | 
					Personal 
					del Museo Municipal Punta Hermengo de esta ciudad, 
					dependiente de la Secretaria de Turismo y Cultura de la 
					Municipalidad de General a Alvarado se encontraba realizando 
					tareas de prospección al norte de la ciudad, luego de 
					sucesivos temporales, y encontraron en sedimentos 
					pertenecientes al interior de una paleocueva (o madriguera 
					prehistórica) un grupo de huesos fósiles entremezclados, y 
					que pertenecieron a un Cyonasua lutaria, emparentado 
					con los coatíes y los mapaches actuales, pero de tamaño 
					mayor y extinto. | 
			
			
			Cyonasua, 
			guarda importancia en los estudios paleogeograficos, ya que 
			pertenece a la fauna invasora, cuya estirpe evoluciono en Sudamérica 
			desde el Mioceno, es decir, hace 10 millones de años, siendo unos de 
			los primeros carnívoros placentarios que invadieron el continente 
			isla de Sudamérica, luego de un largo proceso de aislamiento 
			geográfico por mas de 35 millones de años.
			
			El material 
			recuperado de este carnívoro primitivo esta constituido por fémur, 
			tibia, sacro, costillas, vértebras varias, falanges y garras. Las 
			ramas mandibulares y dientes, ya habían sido recuperadas hace unos 
			10 años, en este mismo sitio.
			
				
					| 
					 | 
					Creemos 
					que se trata del mismo individuo, que se encontraba asociado 
					a otros roedores, anuros, armadillos y marsupiales de la 
					misma época, como así también “coprolitos” (excremento 
					fosilizado) el cual determino la publicación de un extenso 
					articulo científico (en ingles) en la prestigiosa revista 
					científica Historical Biology, An International 
					Journal of Paleobiology, realizada por Marcos Cenizo de la 
					Fundación Azara, Universidad Nacional de La Pampa y 
					Universidad Maimónides, junto a Esteban Soibelzon del Museo 
					de La Plata, y Mariano Magnussen Saffer del Museo Municipal 
					Punta Hermengo de Miramar, argumento Daniel Boh, director 
					del museo miramarense. | 
			
			
			El material esta 
			siendo preparado en el laboratorio del museo para una futura 
			exhibición y para aquellos investigadores que deseen estudiarlo, 
			dentro del marco de la ley 25743 que protege el patrimonio 
			paleontológico y arqueológico de la Republica Argentina.
			
			“Seguiremos 
			examinando el sitio ante la posibilidad de que aparezcan nuevos 
			restos de este poco frecuente carnívoro prehistórico”, finalizo Boh.
			
				
			
			
			Hallan el extremo 
			de la cola de un enorme armadillo.
			
			
			Un enorme mazo acorazado que perteneció a la “cola” o tubo caudal de 
			un armadillo gigante del género Doedicurus fue descubierto en 
			una cantera del partido de San Pedro, al norte de Buenos Aires.
			
			
				
				
				La gran pieza fosilizada, de unos 60 kilogramos, fue golpeada 
				por la pala de una retroexcavadora que realizaba tareas en una 
				cantera del partido bonaerense. El operario acercó rápidamente 
				los fragmentos recuperados al Museo Paleontológico de San 
				Pedro,  donde su equipo realizó las tareas de restauración e 
				identificación del fósil descubierto.
 
 
			
				
				
				“Al principio sólo eran pedazos sueltos, pero todo comenzó a 
				tomar forma luego de algunas horas de preparación”, relatan 
				integrantes del Grupo Conservacionista de Fósiles, equipo 
				fundador del museo sampedrino. “Al cabo de algunos días de 
				trabajo en el laboratorio, se pudo salvar una pieza que llegó 
				destruida y confirmar que se trataba de un gran mazo óseo de 
				importantes dimensiones. Estas abultadas formaciones de tejido 
				muscular, huesos y púas, similares a las que poseían los 
				anquilosaurios (dinosaurios del Cretácico), estaban presentes en 
				el extremo de la cola de los gliptodontes del género Doedicurus”, 
				comentan desde el museo.
				
					
						|  | 
						
						Los Doedicurus fueron uno de los géneros que lograron 
						mayor desarrollo corporal dentro de la gran familia de 
						los gliptodóntidos, llegando a superar los 1.500 
						kilogramos de peso y a desarrollar corazas de hasta 5 
						centímetros de espesor. Su cuerpo estaba totalmente “blindado” 
						por esos escudos protectores, su cabeza protegida por un 
						rígido casquete y su cola cubierta de una gruesa capa 
						ósea que terminaba en un poderoso mazo del que salían 
						púas córneas para intimidar a cualquier atacante. | 
				
				
				
				Algunos investigadores señalan que este mazo con púas podría 
				haber sido característico de los machos de la especie que lo 
				utilizaban en épocas de disputas territoriales o sexuales. 
				También como arma de defensa ante posibles depredadores. 
			
 
			
				
				
				El Jefe del Departamento de Paleontología de Vertebrados del 
				Museo de Ciencias Naturales de La Plata, Dr. Eduardo Tonni, 
				comenta que “en el sitio arqueológico “La Moderna”, partido 
				de Azul, en provincia de Buenos Aires, los restos de Doedicurus 
				se han hallado asociados a artefactos líticos elaborados sobre 
				rocas silíceas; la datación de dichos restos dio una antigüedad 
				de alrededor de 8.000 años antes del presente y constituye unos 
				de los primeros registros de convivencia del hombre con 
				ejemplares de la fauna extinguida de grandes mamíferos.” 
				Imagen: 
				Un integrante del Museo Paleontológico de San Pedro realizando 
				tareas de restauración sobre el “mazo” de Doedicurus. Fuente; 
				Museo Paleontológico de San Pedro realizando.
 
			
				
			
			
			
			Vegavis iaai, un antecesor de 
			los patos conviviendo con los dinosaurios antárticos.
			El 
			equipo de investigadores argentinos encabezado por el doctor 
			Fernando Novas ya lleva cuatro publicaciones en la prestigiosa 
			revista Nature en 
			2016, en este caso, por presentar el primer registro del mecanismo 
			de comunicación en un ave que llegó a convivir con los dinosaurios.
			
			Luego de la conferencia de prensa realizada en el Centro Cultural de 
			la Ciencia, el paleontólogo Fernando Novas comentó a la Agencia 
			CTyS-UNLaM que 
			“es un descubrimiento muy interesante porque cada huesito 
			descubierto de este ave que vivió en la Antártida hace 70 millones 
			de años es sumamente informativo”.
			“Lo 
			novedoso es que quedó conservada parte de su anatomía blanda”, 
			destacó el experto . Y detalló: “Esta ave ya poseía la siringe, que 
			es un aparato de vocalización característico de muchas aves 
			vivientes como los patos y los canarios y que está ubicada entre la 
			tráquea y los bronquios”.
			
				
					| 
				 | 
					Fernando Novas relató: “Es decir que, hace 70 
					millones de años atrás, antes de que cayera el aquel 
					meteorito, antes de que se extinguieran los dinosaurios, ya 
					había aves de aspecto moderno, parecidas a un pato, que eran 
					aves buceadoras que vivían en el mar y obtenían de allí su 
					alimento y que seguramente tenían que escapar del ataque de 
					los enormes mosasaurios, que eran reptiles marinos 
					absolutamente extintos que poblaban aquellos mares”. El 
					nombre de esta especie es 
					Vegavis iaai, 
					que la identifica por su sitio de hallazgo (la Isla Vega, 
					ubicada al noreste de la Península Antártica), en tanto que
					iaai es en 
					reconocimiento al trabajo del Instituto Antártico Argentino.
					 | 
			
			Su 
			apariencia era semejante a la de los patos vivientes y también tiene 
			un lejano parentesco con otro grupo de aves relacionadas con los 
			gallos, llamados técnicamente galliformes.
			
			“Tiene gran importancia este descubrimiento y me siento muy 
			orgulloso porque mi equipo de trabajo ya ha publicado en lo que va 
			del año cuatro artículos en la prestigiosa revista 
			Nature, lo que habla de 
			que la paleontología está por el buen camino, publicando trabajos de 
			prestigio internacional y discutiendo en la arena de lo que fue el 
			origen de las aves en un ámbito que comúnmente estuvo controlado por 
			científicos ingleses, alemanes, estadounidenses y chinos”, valoró el 
			investigador del Museo Argentino de Ciencia Naturales (MACN). 
			
			Esta 
			capacidad de emitir sonidos no solo le habrá permitido a estos 
			lejanos parientes de los patos el poder relacionarse y reconocerse 
			con otros animales de su especie, sea para guiar a las crías, llamar 
			a las hembras, sino que también habrán utilizado esos graznidos para 
			identificar el peligro y escapar de sus posibles predadores.
			
			“Seguramente, esta capacidad de comunicarse habrá tenido un efecto 
			muy importante en el desarrollo del cerebro, de las conexiones 
			neuronales, que es lo que luego fue mantenido por las aves en el 
			curso de su evolución millones de años más tarde”, consideró Novas.
			
			Daniel Martinioni, profesional principal del Centro Austral de 
			Investigaciones Científicas (CADIC), fue quien realizó el 
			descubrimiento de este ejemplar en 1992, recordó: “El descubrimiento 
			fue parte de un trabajo en equipo; encontramos una concreción en la 
			que se asomaban algunos huesos que eran huecos, por lo que 
			presumidos de que podía tratarse de aves”.
			
				
					|  | 
					El técnico Marcelo Isasi – Profesional 
					adjunto Museo Argentino de Ciencias Naturales (MACN) contó a 
					la 
					
					Agencia CTyS-UNLaM que “se trata de un fósil 
					muy delicado que se encontró en una concreción, en un 
					sedimento muy fino y muy duro, y muy pacientemente y durante 
					meses fuimos sacando granito por granito de esta roca que 
					había rodeado a este animal después de su muerte y, al 
					prepararlo, nos dimos cuenta de que se veían esos anillos de 
					la siringe y, luego, la investigadora Julia Clarke pudo ver 
					en el tomógrafo que estaba completo este aparato sonoro y 
					eso permitió hacer este trabajo fantástico”. | 
			
			
			Federico Agnolin, quien forma parte del equipo de Novas en el MACN, 
			indicó: “Participé del estudio de la siringe, de la evolución que 
			tuvo la siringe en las aves y la evolución entre los dinosaurios y 
			las aves, al tiempo que revisamos el registro fósil de los 
			dinosaurios para ver si alguno de ellos tenía la siringe 
			preservada”.
			
			“Como no encontramos dinosaurios con siringe, es de suponer que 
			ellos, al igual que los humanos y la mayoría de los vertebrados, 
			emitieran sonidos desde la laringe, a diferencia de las aves en que 
			los sonidos se producen más abajo, específicamente en la siringe que 
			se ubica en la bifurcación que hay entre la tráquea y los 
			bronquios”.
			En 
			la foto; El doctor Fernando Novas junto a Federico Agnolin, Marcelo 
			Isasi y Daniel Martinioni durante la presentación del 
			descubrimiento. Fuente; 
			
			Agencia CTyS-UNLaM.
				
			
			Descubren restos de un 
			mamífero fósil atacado por termitas prehistóricas en San Pedro.
			
			
				
				Son restos de un Toxodon, animal que habitó la 
				llanura pampeana durante el Cuaternario. Fueron hallados en una 
				cantera a 3 kilómetros de San Pedro.
 
			
				
				La 
				excavadora de la empresa extraía toneladas de tosca en el predio 
				ubicado a 3 kilómetros de la ciudad de San Pedro. Decenas de 
				metros cúbicos se cargaban en los camiones que aguardaban con 
				sus cajas vacías, la carga que luego se distribuiría en caminos 
				o basamentos de construcciones de la zona. 
 
			
				El  Grupo 
				Conservacionista de Fósiles, equipo que coordina el Museo 
				Paleontológico “Fray Manuel de Torres”, recorría el lugar, 
				cuando uno de sus integrantes, Matías Swistun, observó que la 
				pala de la retroexcavadora estaba a punto de romper “algo” que 
				afloraba en el corte artificial de terreno.
				
				El 
				equipo solicitó a la empresa unas pocas horas para poder 
				resguardar el fósil que acababa de asomar entre las rocas. En 
				poco tiempo, pudieron observar que ese “algo” eran los restos 
				fosilizados del brazo de un Toxodon, un gran mamífero que 
				habitó la llanura pampeana hasta hace unos 8.500 años atrás.
				
				
					
						| 
						 | 
						
						Una vez que los restos fosilizados 
						llegaron al Museo, se les realizó la preparación 
						habitual para poder observar detalles, identificar las 
						piezas y evaluar su potencial valor científico. Sin 
						embargo, los fósiles recuperados reservaban una 
						sorpresa… Entre los huesos había tres enormes falanges 
						de los dedos del animal, algunos metápodos que 
						conformaban la mano del mamífero, la ulna (cúbito, en 
						los humanos) y el radio. Pero el detalle que atrajo la 
						atención del equipo del Museo fueron unas extrañas 
						marcas presentes en los huesos del antebrazo del animal, 
						que mostraban, claramente, señales de haber sido 
						devorados por algún animal prehistórico. | 
				
				
				“Las 
				marcas de las mordidas, distribuidas en diferentes sectores de 
				la superficie del fósil, se presentan en patrones con forma 
				“estrellada”, con líneas radiales que parten desde un mismo 
				punto. Dicho patrón se repite en varios sectores y son notorias 
				a simple vista. A su vez, algunas se agrupan o superponen unas 
				con otras, conformando una especie de “mancha” calada en el 
				hueso fosilizado que las hace más notables aún”, 
				
				comenta José Luis Aguilar, Director del Museo de 
				San Pedro.
				
				
				Este tipo de marcas son extremadamente raras ya que, las que se 
				han observado en otros casos en nuestro país y el mundo, son 
				claramente más pequeñas, siendo, algunas, hasta microscópicas. 
				En el caso del fósil de San Pedro, el tamaño de las mordidas es 
				muy considerable.
				
 
			
				
				
				Para la evaluación de este particular descubrimiento, el equipo 
				del museo sampedrino interactuó con diferentes investigadores de 
				nuestro país y cotejó  las muestras con otras descubiertas en 
				lugares tan distantes como Etiopía, Tanzania y Sudáfrica 
				donde, décadas atrás, se han registrado ataques de insectos 
				sobre huesos fósiles de humanos y animales.
 
			
				
				El
				Dr. Eduardo Tonni, Jefe del Depto. Paleovertebrados del 
				Museo de La Plata, y la Dra. Mariela González, del 
				Instituto INCUAPA-CONICET (Facultad de Ciencias Sociales 
				-Universidad del Centro, Olavarría), contribuyeron con sus 
				opiniones y experiencia en el análisis de este tipo de 
				materiales. 
 
			
				
				
				Ambos coincidieron en que las marcas corresponden al accionar de 
				insectos, aportando bibliografía que muestra modificaciones 
				similares producidas por termitas en estudios internacionales. A 
				partir de este intercambio de datos, el equipo del Museo de San 
				Pedro comenzó a relevar la existencia de termitas en esta área 
				en tiempos prehistóricos. 
				
					
						| 
						 | 
						
						Actualmente, la familia Termitidae, 
						de la que forman parte estos voraces insectos, se ha 
						retirado de la provincia de Buenos Aires, ocupando zonas 
						por encima del paralelo 32, donde predominan condiciones 
						de clima subtropical. Sólo existe una pequeña población 
						en las sierras de Tandil y otra en península Valdez, 
						Chubut, que podrían ser grupos relictuales de épocas 
						pasadas. La desaparición de las termitas en la provincia 
						de Buenos Aires se produjo en algún momento durante la 
						Edad Lujanense (8.500 a 128.000 años), el mismo lapso 
						geológico del que proviene el fósil hallado en San 
						Pedro.  | 
				
				
				
				Esta época, a finales del Pleistoceno, experimentó variaciones 
				climáticas muy marcadas,  generando condiciones que no fueron 
				las propicias para que se mantuvieran las poblaciones de estos 
				insectos.  
				
				
				Justamente, la comparación de formas y tamaños con otros casos 
				en el mundo realizada desde el Museo Paleontológico de San 
				Pedro, permitió establecer como principales responsables a estos 
				insectos del infraorden Isoptera, al que pertenecen las 
				termitas. Desde el Museo Paleontológico de San Pedro, Aguilar, 
				explica que “Las marcas de mordidas en los fósiles hallados en 
				San Pedro permiten sumar un registro muy valioso para los 
				especialistas que estudian los insectos, su comportamiento, 
				distribución y hábitos climáticos en épocas remotas a través del 
				análisis de los fósiles. Una oportunidad verdaderamente escasa 
				en la paleontología del Cuaternario sudamericano. Fuente: Museo 
				Paleontológico de San Pedro. Ilustración del paleoartistas 
				Daniel Boh (ilustrativa).
				
 
			
			
			Norte y Sudamérica se unieron hace 
			2,8 millones de años. 
			
			Investigadores de 23 instituciones de distintas partes del mundo 
			evidenciaron que ambos bloques continentales se conectaron hace 2,8 
			millones de años. Así, derriban aquellas hipótesis que le daban una 
			mayor antigüedad a la unión de América de Norte y América del Sur.
			A 
			partir de ese momento en que emergió el istmo de Panamá, no solo se 
			unieron ambas Américas, sino que también quedaron separados el 
			océano Pacifico y el océano Atlántico, lo cual fue observado por el 
			equipo de geólogos, ecólogos, paleontólogos y geoquímicos que 
			participaron de este estudio internacional.
			
			Hace 2,8 millones de años, se empezaron a diferenciar los 
			microorganismos ubicados a ambos lados del istmo de Panamá, en tanto 
			que quedó establecido un puente para los animales terrestres. De 
			esta manera, llegaron a Sudamérica los tigres dientes de sable, los 
			osos y los caballos, entre otras especies.
			
				
					| 
					 | 
					El 
					investigador del Museo de la Plata y del CONICET Alberto 
					Luis Cione comentó a la 
					
					Agencia CTyS-UNLaM que “incluso los 
					camélidos como el guanaco y la llama, que son el símbolos de 
					la fauna sudamericana, son de origen norteamericano”. Y 
					agregó: “Antes de que emergiera el istmo de Panamá, 
					Sudamérica era una isla continente y la fauna que 
					predominaba estaba compuesta por perezosos, armadillos, osos 
					hormigueros y marsupiales, por ejemplo”. 
					<<<Imagen 
					ilustrativa realizada por Daniel Boh.  | 
			
			En 
			tanto, el paleontólogo Leopoldo Soibelzon comentó que “la fauna 
			terrestre es una de las evidencias de que se produjo esta unión 
			entre Norteamérica y Sudamérica, pero se pudo establecer una mayor 
			precisión sobre el momento en que emergió el istmo de Panamá a 
			partir del cuerpo de evidencias que proviene del mar”.
			“A 
			partir de datos geoquímicos que quedan en el fondo del mar, se pudo 
			saber cuándo se separaron el océano Pacífico del océano Atlántico, 
			que hasta ese entonces eran un solo mar”, agregó el también coautor 
			del estudio e investigador del MLP y CONICET.
			
				
					| 
					 | 
					Soibelzon 
					comentó que “también está la evidencia que brindan los 
					microfósiles, porque cuando el mar era uno solo había una 
					biota de microorganismos que tenían intercambio genético y 
					tenían prácticamente una población estable; en cambio, 
					cuando se separó el Pacífico del Caribe, esos 
					microorganismos empezaron a evolucionar de manera 
					divergente”. 
					El doctor 
					Cione destacó que este estudio, que se acaba de publicar en
					Sciences Advances, 
					permite derribar aquellas hipóstesis surgidas en los últimos 
					años que indicaban que el surgimiento del istmo de Panamá se 
					podría haber producido hace más de 6 millones de años. | 
			
			
			“Esta investigación, gracias al avance de las técnicas de datación, 
			permitió alcanzar una mayor precisión que la que teníamos hasta 
			ahora para definir cuándo ocurrió este evento”, valoró Leopoldo 
			Soibelzon.
			El 
			aporte de los investigadores argentinos en este trabajo consistió en 
			el registro de los animales vertebrados terrestres. “Es un trabajo 
			que viene haciendo la división paleontología de vertebrados del MLP 
			desde hace ya 25 o 30 años, con investigadores como Eduardo Tonni y 
			Alberto Luis Cione, y en esta publicación volcamos el conocimiento 
			que hemos acumulado”, indicó Soibelzon.
			No 
			obstante, el investigador aclaró que el registro fósil de 
			vertebrados no permitía alcanzar una gran precisión temporal de 
			cuándo emergió el istmo de Panamá. “Podría haber ocurrido que 
			hubieran llegado mamíferos tiempo antes de que tuviéramos registro, 
			por ejemplo, pero el estudio geoquímico de los mares y la evolución 
			divergente de los microinvertebrados a uno y otro lado del istmo 
			permitieron dar una precisión mayor a la que se tenía hasta ahora”. 
			Fuente: Agencia CTyS-UNLaM. Imagenes de nuestro archivo. 
		
				
				
				Allkaruen Koi, un nuevo y extraño 
				reptil volador jurasico.
			
			
			Unos restos fósiles en excelente estado de 
			preservación hallados en Chubut han permitido a los científicos 
			descubrir una nueva especie de pterosaurio del Jurásico Inferior 
			(hace entre 176 y 200 millones de años). Los restos incluyen una 
			caja craneana magníficamente conservada y sin triturar y corresponde 
			a un reptil que volaba como las aves actuales pero hace 170 millones 
			años, y plantean un enigma de la evolución de esa especie.
			
				
					| 
					 | 
					"Este hallazgo es importante porque revela 
					una de las etapas menos conocidas de la evolución de los 
					pterosaurios y demuestra cuánto nos queda por conocer del 
					Jurásico en el hemisferio sur", dijo a Télam Diego Pol, 
					investigador del Conicet y miembro del Museo de Egidio 
					Feruglio de Trelew. Se trata del más antiguo reptil volador 
					preservado que se haya conocido y, a su vez, el registro 
					fósil del grupo de pterosaurios más antiguo para la 
					Argentina, cuya investigación fue publicada recientemente 
					por la revista científica Peer J. 
					Pol describió que "el cráneo estaba tan bien 
					preservado que hemos podido reconstruir la cavidad cerebral 
					y comprender las modificaciones que tuvo ese órgano de los 
					pterosaurios como adaptación al vuelo". | 
			
			
			El estudio del Allkaruen Koi, nombre 
			tehuelche con que se bautizó al fósil que significa "cerebro antiguo 
			de la laguna", muestra la evolución que tuvo su cerebro, más 
			parecido al de las aves actuales (con quienes no tienen vinculación 
			evolutiva), que a los de reptiles primitivos, como cocodrilos o la 
			mayoría de los dinosaurios.
			
			El hallazgo se hizo en la localidad de Cerro Cóndor, 
			a la altura del río Chubut, en los sedimentos de lo que fue el fondo 
			de una gran laguna en el comienzo de la separación de América con 
			Africa. El neurocráneo —formado por huesos que rodean al cerebro—, 
			las mandíbulas y las vértebras del cuello, permite observar el 
			aumento de las áreas cerebrales relacionadas con el aprendizaje 
			(hemisferios cerebrales) y un aumento en la capacidad visual 
			(lóbulos ópticos).
			
				
					| 
					 | 
					Se trata de 
					una especie de estadio intermedio que muestra cómo fue la 
					evolución del cerebro en este grupo de reptiles a lo largo 
					del Mesozoico, período conocido como la era de los reptiles. 
					El grupo de los pterosaurios, reptiles de cabezas elongadas 
					con crestas y, en algunos, colas como dragones, tenían un 
					"dedo" súperlargo que unía una membrana entre el brazo y su 
					cuerpo formando un ala que recuerda el ala de los 
					murciélagos. 
					Estos 
					extraños reptiles son tan viejos que la raíz de sus 
					ancestros se encuentra en el origen de todos los reptiles 
					conocidos.  | 
			
			
			Además de Pol y dos paleontólogos alemanes, participaron de la 
			investigación Laura Codorniú, de la Universidad de San Luis, y 
			Ariana Paulina-Carabaja, del Instituto de Investigaciones y 
			Biodiversidad de Bariloche, y miembro del Consejo Nacional de 
			Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet). Reconstrucción 
			artística de un pterosaurio. Ilustracion de GABRIEL LÍO. La Capital 
			de Rosario.
		
				
			
			Murusraptor barrosaensis, otro gran 
			dinosaurio del Cretácico de Argentina.
			
			El fósil encontrado en la Patagonia - una región rica 
			en descubrimientos óseos del período Cretáceo- fue bautizado 
			Murusraptor barrosaensis.
			
			Una especie previamente desconocida de  dinosaurio 
			carnívoro que data de hace 80 millones de años ha sido descubierto 
			 en Argentina, aumentando así la familia de dinosaurios conocida 
			como "Los  Gigantes Ladrones", dijeron el miércoles investigadores. 
			
			El fósil encontrado en la Patagonia - una región en 
			el sur argentino rica  en descubrimientos óseos del período 
			Cretáceo- fue bautizado Murusraptor  barrosaensis y puede revelar 
			más sobre los orígenes del grupo conocido como los  megaraptoridos, 
			según el estudio publicado en la revista de acceso libre PLOS  ONE. 
			
				
					| 
					 | 
					Este 
					esqueleto parcialmente fosilizado fue descubierto en Sierra 
					Barrosa,  en el noroeste de la Patagonia. Los investigadores 
					principales del hallazgo son Rodolfo Coria, del Consejo 
					 Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de 
					Argentina, y Phillip  Currie, de la Universidad de Alberta, 
					Canadá. "Un nuevo dinosaurio carnívoro, Murusraptor 
					barrosaensis, fue descubierto a  partir de rocas de 80 
					millones de años extraídas de la Patagonia, Argentina", 
					 dijo Coria. Estos dinosaurios caminaban sobre dos patas, 
					tenían garras de gran tamaño  en forma de hoz en los dedos 
					de extremidades inferiores y fueron rápidos,  ágiles e 
					inteligentes, con un apetito voraz que les dio lugar al 
					apodo de  "Gigante Ladrón."  | 
			
			
			Otros megaraptoridos bien conocidos incluyen el 
			Megaraptor, el Orkoraptor,  y el Aerosteon. Restos de algunos 
			miembros de la familia fueron hallados en  Australia y Japón. Los 
			investigadores dijeron que es "uno de los más completos que se 
			 hallaron, con una carcasa del cerebro inusualmente intacta." 
			
			El dinosaurio parece haber sido un ejemplar juvenil, 
			pero puede haber  crecido "más grande y delgado que el Megaraptor y 
			ser comparable en tamaño con  el Aerosteon y el Orkoraptor." 
			
			El anuncio se da luego que el pasado 13 de julio 
			fuera divulgado el  hallazgo en la provincia de Río Negro, en plena 
			Patagonia, de "Gualicho", un  feroz carnívoro, implacable e 
			intimidante, con seis metros de extensión de la  cola a la cabeza. 
			Este ejemplar, un terópodo de manos con dos dedos, abre un  nuevo 
			linaje en su especie.  Fuente; La tercera.
		
				
				
				Gualicho shinyae, el 
				nuevo dinosaurio carnívoro 
				de la Patagonia Argentina.
			
			Paleontólogos argentinos presentaron a Gualicho 
			shinyae, un dinosaurio terópodo de seis metros de longitud y unos 90 
			millones de años de antigüedad, encontrado en Río Negro.
			
			Sebastián Apesteguía, investigador del Conicet y director del Área 
			de Paleontología de la Fundación de Historia Natural Félix de Azara 
			remarcó: “Gualicho representa un linaje de dinosaurios completamente 
			diferente, el primero de un linaje desconocido hasta ahora en el 
			Hemisferio Sur”.
			
				
					| 
					 | 
					El paleontólogo aseguró que la principal 
					pregunta que se plantea a partir de este descubrimiento son 
					los parentescos, ya que Gualicho posee características 
					anatómicas de dos grupos de distintos. De los abelisáuridos 
					tiene los brazos cortos con dos dedos) y de los 
					carcarodontosáuridos tiene el resto de su cuerpo. El trabajo 
					científico se publicó en el último número de la prestigiosa 
					revista científica Plos One. El hallazgo cobra relevancia 
					internacional dado este dinosaurio no está ligado a los ya 
					conocidos. | 
			
			Por 
			un lado, exhibe varias semejanzas de la escápula, fémur y fíbula con 
			el terópodo africano Deltadromaeus, de la misma época. No obstante, 
			ambos especímenes difieren en el largo y forma del húmero.
			El 
			descubrimiento se produjo el 13 de febrero de 2007, por parte de la 
			jefa de técnicos del Field Museum of Natural History de Chicago, 
			Akiko Shinya. Días después, uno de los dos vehículos que 
			participaban en la campaña volcó, debiendo interrumpir los trabajos 
			de excavación.
			Tras 
			algunas vicisitudes, el esqueleto fue colectado por personal del 
			Museo Patagónico de Ciencias Naturales, pero diversas circunstancias 
			impidieron que fuera estudiado hasta ahora.
			
				
					| 
					 | 
					El nombre Gualicho refiere a las enormes 
					dificultades sorteadas para poder recobrar el esqueleto. 
					Shinyae, por el apellido de la descubridora. 
					Comparte la forma de la mano, fuertemente 
					reducida y con el tercer dedo apenas como una aguja de 
					hueso, con los famosos tiranosaurios y megarraptores, aunque 
					todos ellos lo habrían adquirido en forma paralela e 
					independiente, no por herencia de un ancestro en común. | 
			
			Es 
			posible entonces que Gualicho sea parte de los neovenatóridos, un 
			grupo emparentado con los gigantescos carcarodontosáuridos, los 
			mayores dinosaurios carnívoros del hemisferio sur.
			Hace 
			90 millones de años en lo que hoy es la Patagonia vivían los mayores 
			dinosaurios herbívoros del mundo (titanosaurios), los veloces 
			iguanodontes que escapaban de carnívoros de todo tipo, desde 
			pequeños emplumados hasta colosales carcarodontosáuridos, y en el 
			medio terópodos medianos como los abelisáuridos y ahora, Gualicho. 
			Fuente; La Voz y TELAM.
		
			
			
			Un pelicano gigante de 50 millones de 
			años en la Antártica.
			Publicado 
			en 
			Paleo. 
		Año XIV. Numero 148. Mayo de 2016.
			
			Superaba cómodamente los seis metros de extensión con sus alas 
			abiertas. Podía recorrer grandes distancias sobre los mares y cazaba 
			peces durante vuelos rasantes. Sus restos fueron encontrados por 
			paleontólogos argentinos cerca de la base Marambio.
			
			 “Ahora, sabemos 
			que en la Antártida existieron dos grupos de pelagornítidos: uno de 
			ellos estaba compuesto por aves que no superaban los 5 metros de 
			envergadura alar, mientras el otro tenía representantes gigantes que 
			podían alcanzar entre seis y siete metros”, detalló la doctora 
			Carolina Acosta Hopitaleche. Y 
			anticipó: “En el último verano, encontramos más fósiles que 
			permitirán incrementar el conocimiento que tenemos sobre estas 
			especies”.
			
				
					| 
					 | 
					Cenizo 
					agregó que “hay evidencias de que, hace 50 millones de años, 
					se inició un período de calentamiento de la temperatura de 
					los océanos, el cual provocó seguramente una gran 
					productividad biológica de los mares antárticos y permitió 
					que los pelagornítidos y los pingüinos tuvieran alimento 
					suficiente para poder desarrollar tamaños tan gigantescos”. 
					Para 
					sujetar su alimento, los pelagornítidos tenían unos 
					pseudodientes. “ | 
			
			Se 
			trataba de unas expansiones óseas en sus picos, pero no tenían la 
			capacidad de mordida de aquellos pingüinos gigantes con los que 
			convivieron, ya sus huesos del rostro no estaban preparados para 
			tener mucha resistencia; posiblemente, tenían una alimentación 
			parecida a la de un pelícano actual, que se abastece de animales 
			blandos, como calamares o peces”, observó la investigadora Acosta 
			Hospitaleche del MLP y del CONICET.
			
			Estas grandes aves se extinguieron hace unos 3 millones de años y 
			tuvieron una gran influencia en sus ecosistemas, no solo porque eran 
			de gran tamaño, sino porque también habrían sido bastante 
			abundantes. “Es posible que formaran colonias en zonas alejadas de 
			los depredadores, como en pequeñas islas o islotes, de forma similar 
			a lo que acostumbran actualmente los albatros y otras grandes aves 
			marinas; y aun no existían las focas ni los lobos marinos para 
			competir con ellos por el alimento”, describió Cenizo.
			
				
					| 
					 | 
					El doctor 
					Marcelo Reguero, investigador del MLP y director de las 
					campañas paleontológicas del Instituto Antártico Argentino, 
					valoró:  
					“Gracias a 
					las expediciones que realizamos todos los años, tenemos una 
					reconstrucción ambiental bastante acertada de cómo eran las 
					formaciones llamadas la Meseta y la Submeseta, ubicadas en 
					cercanía a la base Marambio y que cubren el lapso que abarca 
					desde los 50 millones de años de antigüedad hasta los 35 
					millones de años aproximadamente”. | 
			
			
			“Había allí un ambiente costero, poblado de muchas especies de 
			pingüinos y gaviotas, y muy próxima a esa costa había un ambiente 
			boscoso habitado por comadrejitas, marsupiales del tamaño de un 
			ratón, ungulados ya extintos del tamaño de una oveja y allí también 
			encontramos hace poco al falcónido más antiguo del mundo”, enumeró 
			Reguero a la 
			Agencia CTyS-UNLaM. 
			Y compartió: “En tanto, en los mares, vivían tiburones, ballenas 
			primitivas y muchos invertebrados”. 
			
			Consultado sobre qué extensión alar pudo haber tenido el ave 
			gigantesca hallada en la Antártida, Cenizo estimó: “No tenemos su 
			esqueleto completo para poder ser precisos, pero el pelagornítido 
			más grande conocido anteriormente medía 6,40 metros con sus alas 
			abiertas con un cálculo conservador, en tanto que el ejemplar que 
			estudiamos nosotros tiene el húmero un poco más grande y éste es un 
			hueso bastante confiable para determinar el tamaño alar en las 
			aves”. Fuente: Agencia CTyS-UNLaM
		
				
				
				Las 
				primeras huellas fosilizadas de un gran tigre dientes de sable.
				
			Publicado 
			en 
			Paleo. 
		Año XIV. Numero 148. Mayo de 2016.
			El peculiar 
				hallazgo fue realizado en la localidad balnearia de Miramar, 
				Argentina por miembros del Museo local, quienes descubrieron un 
				yacimiento con huellas prehistóricas de 100 mil años de 
				antigüedad. Entre ellas, la de un gran tigre dientes de sable.
				El hallazgo de 
				un nuevo yacimiento paleoicnologico fue dado a conocer por el 
				personal del Museo Municipal Punta Hermengo de la ciudad de 
				Miramar, a unos 450 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires, 
				sobre la costa atlántica.
				El yacimiento 
				paleontológico rico en restos óseos de enormes criaturas 
				prehistóricas que alguna vez habitaron la región pampeana, ahora 
				sorprende al mundo científico al revelar un fabuloso yacimiento 
				paleoicnologico, es decir, un yacimiento con huellas o pisadas 
				de enormes y pequeños animales que habitaron esa zona durante el 
				Pleistoceno tardío, hace unos 100 mil años antes del presente.
				
					
						| 
						 | El sitio fue bautizado 
						como “punta verde” y se encuentra ubicado dentro del 
						sitio paleontológico mundialmente conocido como “Punta 
						Hermengo”, estudiado desde principios del siglo XX por 
						el mismo sabio Florentino Ameghino y explorado por 
						numerosos científicos durante décadas, principalmente 
						del Museo Argentino de Ciencias Naturales de Buenos 
						Aires y Museo de La Plata, como así también en las 
						ultimas tres décadas por el Museo Municipal de Miramar, 
						dependiente de la Secretaria de Turismo y Cultura de la 
						Municipalidad de General Alvarado. | 
				
				El hallazgo fue 
				presentado a la comunidad científica, técnicos y aficionados 
				durante las XXX Jornadas Argentinas de Paleontología de 
				Vertebrados en la ciudad de Buenos Aires, que reúne 
				especialistas de todo el mundo, como Brasil, Uruguay, Suiza, 
				Estados Unidos, Bolivia, Paraguay y China. Actualmente el 
				estudio se encuentra en proceso de edición para una importante 
				revista científica europea.
				El 
				descubrimiento consiste en el hallazgo de huellas fosilizadas 
				(también conocidas como paleoicnitas) de al menos cuatro 
				especies, aunque no se descartan algunas sorpresas mas, 
				argumento Daniel Boh, coautor de la publicación y director del 
				museo miramarense.
				Entre ellas, 
				encontramos huellas de Rheidae, un ave de gran tamaño y 
				corredora, que llegaba a una altura de 1,50 metros. También se 
				recuperaron icnitas de un enorme roedor Hidrochoeridae que 
				podrían llegar hasta 1,30 metros de largo y pesar 65 kg.
				
					
						| 
				 | También se registraron 
						huellas con tres dedos, compatible con un 
						Macraucheniidae. En estos mismos sedimentos hemos 
						recuperado restos mandibulares de Macrauchenia 
						patagonica, a cuya especie se le atribuye esta 
						huella. Sus dimensiones eran semejantes al de los 
						camellos actuales, pero los orificios nasales y una gran 
						fosa elíptica señala la presencia de una trompa, algo 
						más larga que la del tapir actual, señalo Mariano 
						Magnussen, uno de los autores de la publicación. | 
				
				El hallazgo mas 
				novedoso corresponde a cuatro huellas pertenecientes a dos 
				individuos de un tigre dientes de sable. Es la primera vez que 
				se encuentran huellas fósiles de esta increíble criatura. El 
				Smilodon superaba el peso y tamaño que el león actual; sin 
				embargo, sus proporciones corporales diferían de las de 
				cualquier félido moderno. Las extremidades posteriores del 
				Smilodon populator eran más cortas y robustas, su cuello 
				proporcionalmente más largo, y el lomo más corto. La 
				extraordinaria peligrosidad de este félido se debía al gran 
				desarrollo de la parte anterior de su cuerpo y al tamaño 
				asombroso de sus caninos superiores, que llegaban a sobresalir 
				más de quince centímetros.
				Los autores 
				llegaron a la conclusión de que se trata de las huellas de un 
				Smilodon populator al cual bautizaron como “Smilodonichnum”,
				luego de la comparación con otras huellas de especies 
				fósiles y vivientes de la familia Felidae, datos biométricos 
				entre otras. La huella de la pata anterior tiene un ancho de de 
				19,2 cm y un largo de 18 cm, señalaron las fuentes.
				
					
						| 
				 | Las observaciones 
						geológicas para poder interpretar en que circunstancias 
						un grupo de animales dejaron sus huellas y como estas se 
						preservaron en ese ambiente, estuvo a cargo del Dr. 
						Cristian Favier Dubois de la Facultad de Ciencias 
						Sociales de la Universidad del Centro 
						de la Provincia de Buenos Aires. 
						El investigador pudo 
						determinar que las huellas de aves y mamíferos aquí 
						recuperados fueron creadas en sedimentos que pertenecían 
						a las orillas de un antiguo pantano o de áreas 
						inundadas, de poca y pobre profundidad, alimentado por 
						un arroyo.  | 
				
				Las huellas 
				fueron descubiertas en pleno sector turístico costero de 
				Miramar, por lo cual motivo la recuperación de las mismas, 
				debido a que corrían peligro por la depredación y la erosión. El 
				material será debidamente registrado para complementar la Ley 
				25.743 y la ordenanza municipal 248/88 que reglamentan el 
				patrimonio paleontológico nacional y municipal.
				En las tareas 
				de campo, se contó con la colaboración de 
				Francisco De 
				Cianni y al Lic. 
				Pablo Reggio de la APN por su aporte sobre la observación de los 
				rastros actuales de P. onca. Mas info
				
				www.museodemiramar.com.ar 
		
			
			
			Sarmientosaurus, un nuevo 
			titanosaurio en la Patagonia Argentina.
			Publicado 
			en 
			Paleo. 
		Año XIV. Numero 147. Mayo de 2016.
			
			Paleontólogos 
			hallan un cráneo completo y fósiles del cuello de un Sarmientosaurus 
			musacchioi, un tipo de sauropodo que pudo haber sido el gran 
			herbívoros más comunes en las masas de tierra del hemisferio sur 
			durante el Cretácico
			
			Paleontólogos argentinos han descubierto Sarmientosaurus musacchioi, 
			una nueva especie de dinosaurio titanosauriano, a partir de un 
			cráneo completo y fósiles del cuello hallados en Patagonia.
			
				
					|  | 
					Los 
					titanosaurios, un tipo de sauropodo, variaron en tamaño y 
					peso entre una vaca y un cachalote. Estos herbívoros tenían 
					el cuello y la cola largos y pueden haber sido los grandes 
					herbívoros más comunes en las masas de tierra del hemisferio 
					sur durante el Cretácico. A pesar de su abundancia, los 
					cráneos de estos animales, fundamental útiles para descifrar 
					ciertos aspectos de su biología, son extremadamente raros. 
					De los más de 60 titanosaurios con nombre, sólo cuatro están 
					representados por cráneos casi completos o semi-completos. | 
			
			
			Utilizando imágenes de tomografía computarizada (TC), los autores de 
			este estudio examinaron estrechamente este cráneo y huesos del 
			cuello fósiles en buen estado de conservación anatómica de 
			Sarmientosaurus.
			
			Los investigadores encontraron que el cerebro de Sarmientosaurus era 
			pequeño en relación con su enorme cuerpo, típico de los saurópodos. 
			Sin embargo, también encontraron evidencia de mayores capacidades 
			sensoriales que la mayoría de otros saurópodos. Ellos sugieren que 
			Sarmientosaurus tenía grandes ojos y una buena visión, y que el oído 
			interno puede haber estado capacitado para escuchar sonidos de baja 
			frecuencia en el aire en comparación con otros titanosaurios. Por 
			otra parte, el órgano del equilibrio del oído interno indica que 
			este dinosaurio pudo haber tenido habitualmente su cabeza con el 
			hocico hacia abajo, posiblemente para alimentarse principalmente en 
			plantas de bajo crecimiento.
			
			"Descubrimientos como Sarmientosaurus ocurren una vez en la vida", 
			dice el líder del estudio Rubén Martínez, del Laboratorio de 
			Paleovertebrados de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan 
			Bosco (UNPSJB). "Es por eso que hemos estudiado los fósiles tan a 
			fondo, para aprender tanto como podamos sobre estos increíbles 
			animales"
			
			Sarmientosaurus musacchioi es el nombre de la localidad de Sarmiento 
			en la provincia de Chubut, que está cerca del sitio del 
			descubrimiento. El nombre de la especie también hace honor al 
			difunto Eduardo Musacchio, paleontólogo y profesor de la UNPSJB. 
			Fuente; EUROPA PRESS
		
			
			
			Llanosuchus 
			tamaensis, un nuevo cocodrilo herbívoro en Cretácico de Argentina.
			Publicado 
			en 
			Paleo. 
		Año XIV. Numero 147. Mayo de 2016.
			
			Unos científicos 
			hallaron en Argentina una nueva especie extinta de cocodrilo. Este 
			animal vivió hace 80 millones de años, era pequeño y no comía carne. 
			En lo que constituye una notoria diferencia con los cocodrilos 
			actuales, el Llanosuchus tamaensis, o cocodrilo de los llanos, en 
			referencia a las planicies semiáridas del noroeste de Argentina, 
			tenía hábitos omnívoros y herbívoros. 
			
			Esto es lo que 
			muestra el formato de sus dientes fosilizados. La descripción del 
			ejemplar, publicada en Cretaceous Research, fue un trabajo 
			encabezado por el paleontólogo Lucas Fiorelli, del Consejo Nacional 
			de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) de Argentina, 
			junto a otros investigadores.
			
			El estudio de la 
			sedimentología de los depósitos en dónde se halló el fósil, para la 
			definición del ambiente en que vivió el cocodrilo, estuvo a cargo 
			del geólogo Giorgio Basilici, del Instituto de Geociencias de la 
			Universidad de Campinas (Unicamp), en Brasil, en el marco de una 
			investigación que contó con el apoyo de la FAPESP.
			
				
					|  | 
			Los cocodrilos, los 
			yacarés y los gaviales constituyen el retrato descolorido de un 
			pasado glorioso. Si bien los cocodrilianos se encuentran actualmente 
			confinados a las orillas de los ríos y pantanos de todo el mundo 
			(existe una sola especie marina en Australia), no siempre fue así. 
			En los períodos Jurásico y Cretácico, y durante casi 100 millones de 
			años, el superorden de los cocodrilomorfos convivió y compitió por 
			alimentos en tierra con los dinosaurios, y en los mares con los 
			mosasaurios y los pliosaurios. | 
			
			Entre las 
			centenas de especies extintas cuyos fósiles ya se han identificado, 
			saltan a la vista los notosúquidos, una rama que evolucionó en el 
			antiguo supercontinente Gondwana, que unía América del Sur con 
			África, la India, Australia y Antártica.
			Los notosúquidos, 
			o cocodrilos del Sur, eran exclusivamente terrestres. Poseían largas 
			patas, permanecían de pie sobre sus cuatro extremidades y se 
			desplazaban más bien a semejanza de los cuadrúpedos que a la de sus 
			primos reptantes.
			La especie 
			estaba dividida en dos grupos, explica el paleontólogo Lucas 
			Fiorelli. Uno de ellos estaba compuesto por fieras cazadoras. “Los 
			animales de este grupo eran mucho más grandes y totalmente 
			carnívoros”, los describe el científico. El mayor ejemplo en 
			términos de tamaño, y también el mejor ejemplo en lo atinente a la 
			voracidad, es el Baurusuchus, con sus tres metros y un peso de 400 
			kilos, que vivía en la región de Bauru, en São Paulo, Brasil, hace 
			90 millones de años.
			Junto a los 
			grandes dinosaurios carnívoros, el Baurusuchus era el predador 
			máximo de la cuenca de Bauru, un bioma con ríos y lagos, pero cálido 
			y seco, que se extendió por todo el sudeste brasileño durante el 
			Cretácico superior, hace entre 90 y 80 millones de años.
			Un segundo grupo 
			de notosúquidos está considerado como más avanzado, pues poseía 
			hábitos alimentarios diferenciados. “Es una pregunta complicada 
			saber por qué un grupo carnívoro se convirtió en herbívoro,” 
			argumenta Fiorelli. No se conocen las razones que llevaron a este 
			cambio de dieta. Pero lo cierto es que un ancestro común al grupo 
			abandonó la voracidad carnívora característica de los cocodrilianos 
			para sobrevivir a base de una dieta omnívora o parcialmente 
			herbívora. Sus descendientes se propagaron por el centro y el sur de 
			América del Sur, de Bolivia a Argentina, evolucionando en una docena 
			de especies ya identificadas. El Llanosuchus tamaensis hallado en 
			Argentina es tan sólo el ejemplo más reciente.
			La mayor 
			diversidad de notosúquidos avanzados se encuentra en el estado de 
			São Paulo, donde se han hallado siete especies que adoptaron una 
			dieta omnívora o parcialmente herbívora. Eran éstos el Caipirasuchus 
			paulistanus, el C. Montealtensis y el Morrinhosuchus, todos hallados 
			en Monte Alto, el Adamantinasuchus, de Adamantina, el Caryonosuchus, 
			de Presidente Prudente, y el Mariliasuchus, de Marília.
			El séptimo 
			miembro de este grupo es el Armadillosuchus, de General Salgado. 
			Además de la dentición diferenciada de los omnívoros, éste poseía 
			una belleza extravagante: una coraza ósea le recubría totalmente el 
			cuerpo, a imagen de los armadillos actuales, de allí su nombre.
			 Los 
			notosúquidos avanzados tenían otras dos características en común, 
			además de la dentición. Ninguno era grande. Eran animales de un 
			porte mediano –de hasta dos metros en el caso del Armadillosuchus– a 
			pequeño, como el Llanosuchus, que no pasaba de los 80 centímetros, 
			la mitad del tamaño de un lagarto overo o de una iguana.
			Los cocodrilos 
			del Sur estaban bien adaptados al clima árido y semiárido del final 
			del Cretácico. No se sabe si eso contribuyó para que hayan logrado 
			sobrevivir a la gran extinción que le puso fin al linaje de los 
			grandes dinosaurios (con excepción de las aves), hace 65 millones de 
			años. Así y todo, los notosúquidos no lograron llegar hasta nuestros 
			días. “La última especie conocida desapareció en el Mioceno”, dice 
			Fiorelli. Eso fue hace alrededor de 15 millones de años. Fue el 
			final del noble linaje de los cocodrilos terrestres de Gondwana. 
			(Fuente: Agência FAPESP/DICYT)
		
			
			
			Hallan restos fósiles del perezoso prehistórico más 
			grande del mundo.
			Publicado 
			en 
			Paleo. 
		Año XIV. Numero 144. Marzo de 2016.
			
			
			El Museo Municipal Punta Hermengo de la ciudad de Miramar (provincia 
			de Buenos Aires, Argentina) dio a conocer el hallazgo y recuperación 
			de un enorme fémur de un perezoso gigante ya extinto, y el mamífero 
			prehistórico terrestre mas grande que habito en América del Sur.
			
			
			Entre las localidades de Mar del Sud y Centinela del Mar (cerca de 
			Miramar) es rica en fósiles del Cuaternario, especialmente mamíferos 
			de gran tamaño que habitaron estas llanuras hace unos 500.000 años.
			
			
			Recientemente y gracias al aviso de un vecino marplatense, Daniel 
			Tassara, que realizaba un paseo por  allí, el personal y voluntarios 
			del Museo Municipal “Punta Hermengo” de la ciudad de Miramar, 
			pudieron recuperar un inmenso fémur de 90 cm de largo por 35 cm de 
			ancho, además de un fragmento de cráneo, correspondientes a un 
			Megaterio (Megatherium 
			americanum), el más grande de los antiguos perezosos  y 
			posiblemente el más grande de los mamíferos que habitó  América del 
			Sur.
			
				
					|  | 
					Los 
					perezosos gigantes eran originarios de este continente y se 
					diversificaron en diversos ambientes, alcanzando en algunos 
					casos tamaños gigantescos como en el caso del Megaterio que 
					pesaría de 3 a 4 toneladas y alcanzaba los 6 metros de 
					largo. Otra particularidad es que se pudo comprobar que 
					estos animales se podían desplazar en dos patas, tal como lo 
					demuestran las huellas halladas.  
					<<<Ilustración de Daniel Boh. | 
			
			
			También tenían grandes garras, que se cree usaba para desgajar las 
			ramas de los árboles de esos tiempos como los Talas o Algarrobos, 
			para así poder comer de sus hojas. Esto último se puede suponer 
			debido a la forma de su paladar, que es estrecho y sugiere que era 
			muy selecto para elegir su alimento, compuesto de frutos y hojas de 
			los árboles, aunque no se descarta que se alimentara de vegetales 
			más duros como los pastos.
			Se 
			extinguieron a principios del Holoceno, hace unos 10.000 a 8.000 
			años, posiblemente por cambios en su hábitat, aunque los científicos 
			postulan también, que los primeros seres humanos en la región los 
			cazaban regularmente, acelerando su extinción.
			La 
			tarea fue realizada por Daniel Boh, Director del citado Museo, el 
			técnico Mariano Magnussen Saffer y por los voluntarios Francisco De 
			Cianni y Francisco Elguero Suárez. Durante el trabajo de campo 
			también se pudo ubicar otros fósiles que serán desenterrados en otra 
			oportunidad y que demuestran la riqueza natural de nuestro distrito.
			
				
					|  | El 
					Museo de Miramar había presentado hace algo mas de un año el 
					cráneo de otro individuo de Megaterio, hallado en las 
					inmediaciones del Bosque del Vivero Dunicola Florentino 
					Ameghino, restos aislados de otros ejemplares y parte del 
					cráneo y mandíbulas de un ejemplar juvenil de esta especie, 
					lo que convierte a esta región como una de las principales 
					en el mundo en restos fósiles del Cuaternario (Últimos 2,5 
					millones de años). 
					<<<Imagen de 
					archivo. | 
			
			El 
			enorme fósil recuperado ya se encuentra en la sala de paleontología 
			del museo miramarense y será catalogado a fin de ponerlo a 
			disposición de cualquier científico que desee estudiarlo, ya que el
			
			
			patrimonio paleontológico de Argentina se encuentra protegido por la 
			ley 25.473, y localmente la ordenanza municipal 248/88 habilita solo 
			al museo municipal proceder ante estos hallazgos.
			Para conocer mas 
			sobre las criaturas prehistóricas de esta región, los invitamos a 
			visitar el sitio
			
			www.museodemiramar.com.ar
		
			
				
				
				Un cráneo de Ceratophrys podría cambiar algunos 
				aspectos de su origen.
				Publicado 
			en 
			Paleo. 
		Año XIV. Numero 144. Marzo de 2016.
				
				Se trata del 
				cráneo de un escuerzo perteneciente a una especie que se creía 
				extinguida desde hacía más de dos millones de años. Fue hallado 
				en sedimentos de reciente formación.
				
				En ciertas 
				ocasiones, la voracidad de estos animales los mete en problemas, 
				ya que suelen atacar presas de gran tamaño que no llegan a 
				tragar.
				
				Cazan y se 
				alimentan de un espectro muy variado de animales: pequeñas aves, 
				roedores, anfibios e, incluso, llegan a devorarse entre ellos. 
				Su boca, exageradamente ancha, está provista de decenas de 
				dientes agudos y algo curvados hacia adentro. Son corpulentos, 
				de aspecto repulsivo y cuerpo redondeado y rugoso. Tienen ojos 
				muy saltones, cabeza desmesuradamente grande y las hembras son 
				algo más corpulentas que los machos.
				
				Así son estos 
				animales a los que conocemos como escuerzos, cuyo nombre 
				científico es Ceratophrys, que en latín significa “cejas con 
				cuernos”, en alusión a las marcadas protuberancias que posee 
				arriba de sus ojos.
				
					
						| 
					 | 
						En los 
						últimos días, el Dr. Julio Simonini, integrante del 
						Museo Paleontológico de San Pedro, descubrió el cráneo 
						fosilizado de un ejemplar de Ceratophrys en sedimentos 
						que, según las primeras apreciaciones, se habrían 
						depositado a finales del Pleistoceno y comienzo del 
						Holoceno, estimándose una antigüedad que rondaría los 
						10.000 años. 
						<<<Imagen de archivo. | 
				
				
				Se logró salvar 
				de la erosión a la mitad posterior del cráneo, la cual incluye 
				parte de las orbitas de los ojos, una sección de la cúpula 
				craneana, la base del cráneo y el maxilar superior con su 
				dentición bastante completa.
				
				El ejemplar 
				hallado en San Pedro, se encontró asociado a restos de otros 
				animales que conformaban la fauna local durante la etapa de 
				transición entre el Pleistoceno y el Holoceno. 
				
				Junto al 
				escuerzo se lograron identificar fragmentos de Reithrodon 
				(comúnmente conocido como “rata conejo”, roedor que ya no habita 
				la zona de San Pedro), Tolypeutes (pequeño armadillo al 
				que actualmente se denomina “quirquincho bola”, por la capacidad 
				de enrollar su cuerpo ante un peligro) y Microcavia 
				australis (un cuis de orejas redondas que en el presente 
				habita regiones de clima más seco que el de la provincia de 
				Buenos Aires.
 
			
			José Luis Aguilar, fundador del equipo que conduce el Museo, señala 
			que “esta asociación de fauna revela características ambientales 
			diferentes a las actuales, señalando la presencia de espacios 
			abiertos y menores índices de humedad”.
			
				
					| 
					
					 | 
					En la 
					clasificación taxonómica de los restos del anfibio 
					recuperado por el Museo Paleontológico de San Pedro, está 
					colaborando Federico Agnolin, biólogo del Laboratorio de 
					Anatomía Comparada del Museo Argentino de Ciencias Naturales 
					"Bernardino Rivadavia". 
					Agnolin, 
					está tratando de determinar si se trata de la especie 
					Ceratophrys ameghinorum, un escuerzo al que, según los 
					registros existentes, se creía extinguido desde hacía más de 
					2 millones de años, durante el Plioceno. | 
			
			Al 
			respecto, Aguilar agrega que “si las tareas de comparación con otros 
			ejemplares confirman la idea que se tiene del fósil hallado, éste 
			demostraría que la especie vivió más de 2 millones de años más de lo 
			que se creía, por lo que Ceratophrys ameghinorum habría logrado 
			sobrevivir hasta finales del Pleistoceno o, quizá, hasta principios 
			del Holoceno.”  Fuente; J.L.A.
		
			
			
			Un yacimiento extraordinario del Jurásico en la 
			provincia de Santa Cruz.
			Publicado 
			en 
			Paleo. 
		Año XIV. Numero 143. Marzo de 2016.
			Se 
			puede convertir en uno de los yacimientos más importantes del mundo. 
			Semejante al inicio de la saga de 
			Jurassic Park, se han 
			encontrado insectos dentro de rocas, pero también plantas, gusanos, 
			hongos y hasta bacterias en un sorprendente estado de conservación
			Se 
			trata de una ventana única y extensa a los tiempos jurásicos, 
			compuesta por 23 áreas distribuidas por el centro y norte de la 
			provincia de Santa Cruz y que, en total, abarcan una superficie de 
			60 mil kilómetros cuadrados. Cada roca estudiada, presenta un nuevo 
			hallazgo; por ejemplo, el ojo compuesto de una mosca de 150 millones 
			de años; plantas preservadas tridimensionalmente… 
			
				
					|  | 
					El doctor 
					Juan García Massini, investigador del Centro Regional de 
					Investigaciones Científicas y Transferencia Tecnológica (CRILAR-CONICET) 
					y autor principal del estudio que presenta algunos de los 
					descubrimientos realizados, aseguró a la 
					
					Agencia CTyS-UNLaM que “no existe otro lugar 
					en el mundo que contenga la cantidad y la diversidad de 
					fósiles del Jurásico como tenemos en este lugar”. | 
			
			Si 
			bien es un sitio que recién se está comenzando a estudiar, Massini 
			no duda en compararlo con uno de los yacimientos más famosos del 
			mundo, conocido como el Rhynie Chert: “El Rhynie Chert -ubicado en 
			Escocia- fue descubierto hace más de 100 años y aun continúa siendo 
			investigado activamente y brindando grandes hallazgos, pero el 
			yacimiento que descubrimos en Santa Cruz tiene una potencialidad aun 
			mayor”.
			
			“Este nuevo sitio en Santa Cruz también será estudiado por decenas 
			de años, por investigadores que vendrán después de nosotros y 
			especialistas de todo el mundo estarán atentos a lo que se pueda 
			descubrir acá”, aseveró Massini. Para el investigador del CRILAR, 
			este yacimiento incrementa de manera notoria las riquezas 
			paleontológicas que ya se conocían de Argentina.
			“El 
			sitio de Escocia es súper importante y fue descubierto mientras se 
			cavaban unos pozos allá por 1910”, detalló Massini. Y agregó: “La 
			ventaja que tenemos en Santa Cruz es que los fósiles están en la 
			superficie, porque la erosión ha expuesto a las rocas recientemente, 
			y se puede ver el paisaje tal cual era en el Jurásico: cómo se 
			distribuían las aguas termales, las lagunas, los arroyos, cómo se 
			distribuían también las plantas y demás componentes del ecosistema, 
			hasta los microorganismos”.
			
			Mientras que el Rhynie Chert contiene rocas de entre 380 y 350 
			millones de años de antigüedad (antes de que surgieran los 
			dinosaurios), el nuevo sitio de Santa Cruz muestra cómo fue la vida 
			entre los 160 y 140 millones de años de antigüedad aproximadamente. 
			Por ello, el nuevo sitio aportará información y un nivel de detalle 
			que, hasta ahora, no se tenía del Jurásico.
		
			
				
				
				Un estudio de ADN descarta a la familia 
				Glyptodontidae y los reclasifica como familia Chlamyaphoridae.
				
				 Publicado 
			en 
			Paleo. 
		Año XIV. Numero 143. Marzo de 2016.
				
				Los miembros de 
				este grupo fueron tradicionalmente situados en una familia 
				propia, Glyptodontidae, la cual se suponía había divergido 
				tempranamente del linaje de los armadillos, la familia 
				Dasypodidae. En febrero de 2016, se publicó un análisis del ADN 
				mitocondrial del gliptodonte Doedicurus en el cual se 
				determinó que, en realidad, este se situaba junto con los 
				armadillos modernos como el taxón hermano de un clado 
				consistente de las subfamilias Chlamyphorinae y Tolypeutinae.
				
				
				Por esta razón 
				los gliptodóntidos y todos los armadillos modernos fueron 
				reclasificados en la familia Chlamyaphoridae, excepto por los 
				miembros del género Dasypus que continúan como parte de 
				Dasypodidae.
				
					
						|  | 
						Hace 
						miles de años vivían en Suramérica unos grandes 
						mamíferos llamados gliptodontes que podían llegar a 
						pesar más de una tonelada. Su caparazón óseo redondeado 
						y su cola con púas recordaban a los armadillos gigantes 
						actuales.  
						Un 
						nuevo estudio, publicado ahora en Current 
						Biology, demuestra que en realidad estos 
						mamíferos acorazados eran parientes de los armadillos, 
						según revela el análisis de ADN antiguo. | 
				
				
				El equipo 
				internacional de científicos, liderado por la Universidad de 
				Montpellier (Francia), ha reconstruido el árbol genealógico de 
				estos mamíferos basándose en su genoma mitocondrial, a partir de 
				pequeños fragmentos de ADN extraídos del caparazón óseo fósil.
				
				
				Los resultados 
				confirman que los gliptodontes representaron un antiguo linaje 
				de los armadillos gigantes que se originó hace unos 35 millones 
				de años.
				
				“Los 
				gliptodontes deberían considerarse como una subfamilia de los 
				armadillos gigantes”, dice Frédéric Delsuc de la universidad 
				francesa. “La actual estructura de su caparazón inarticulado 
				podría haber evolucionado como respuesta a la limitación 
				funcional impuesta por el aumento de tamaño que estos animales 
				experimentaron a lo largo del tiempo”, añade el investigador.
 
			
			Chlamyphoridae 
			es una familia de mamíferos cingulados, comúnmente conocidos como 
			armadillos. Desde hacía un tiempo ha habido cierta especulación 
			respecto a que la familia en la que se agrupan tradicionalmente los 
			armadillos modernos, Dasypodidae podría ser parafilética basándose 
			en la evidencia morfológica, mientras que los extintos 
			gliptodóntidos eran considerados como cingulados basales, alejados 
			de las formas modernas. 
			Fuente; SINC y Wikipedia.
		
			
			
			Hallan dos ejemplares de distinta especie de 
			Gliptodontes juntos.
			Publicado 
			en 
			Paleo. 
		Año XIV. Numero 142. Marzo de 2016.
			
			Personal del Museo Municipal de la ciudad balnearia de Miramar, 
			recupero un verdadero “sándwich de gliptodontes” y con una 
			antigüedad de casi 2 millones de años.
			
			Guardavidas de la zona norte de Miramar dieron aviso al personal del 
			Museo Municipal “Punta Hermengo” de la ciudad bonaerense de la 
			posible presencia de restos óseos en un barranco próximo al campo de 
			golf.
			El 
			trabajo se realizó a una altura de más de seis metros, por medio de 
			una escalera cedida para tal fin por los bomberos del bosque del 
			Vivero Dunicola, y la extracción fue bastante dificultosa debido a 
			la fragilidad de los fósiles y la incomodidad del lugar pero, 
			finalmente se pudo extraer un cráneo 
			casi completo y varios fragmentos de coraza de lo que parecía “un” 
			Gliptodonte, comento Mariano Magnussen Saffer, técnico del Museo 
			miramarense y quien participo en la extracción del fósil.
			
			El hallazgo fue 
			notificado por Juan Bermejo y Bernabé Abate, quienes forman parte de 
			un grupo de guardavidas en las inmediaciones donde se recupero el 
			fósil, cuya antigüedad de los restos se estima entre 2 y 1 millón de 
			años antes del presente. 
			
				
					| 
					 | 
					Ya en el 
					museo se procedió a su limpieza y ante algunas 
					características particulares se acudió al paleontólogo 
					Alfredo Zurita, del Centro de Ecología Aplicada del Litoral, 
					y especialista de estos enormes armadillos ya extintos, el 
					cual indicó que, “aunque parezca extraño se podría tratar de 
					dos animales de diferente especie que, seguramente murieron 
					muy cerca y sus restos se mezclaron con el correr del 
					tiempo, pudiéndose tratar tentativamente de un cráneo de
					
					
					Eleutherocercus 
					y coraza de Plohophorus”. | 
			
			
			Lo raro de este 
			material, es que se trata de un cráneo de una especie de Gliptodonte 
			depositado naturalmente en el medio de dos grandes fragmentos de 
			caparazón de otra especie de Gliptodonte contemporaneo, lo que se 
			puede considerar simpáticamente un “sándwich de gliptodontes”.
			
			Este hecho poco 
			frecuente y con algunos antecedentes en observación, llevo al mismo 
			sabio argentino Florentino Ameghino a fines del siglo XIX, haya 
			cometido el error en la clasificación de una nueva especie con 
			restos mezclados, provocando dudas durante décadas, debido a que su 
			autoridad era indiscutible. 
			
			De esta manera la 
			ciencia va corrigiendo los temas controvertidos, según van 
			apareciendo nuevas evidencias sobre la extraña fauna prehistórica de 
			la región, siendo nuestra localidad una de las más importantes en lo 
			que se refiere a hallazgos de interés científico, argumento Daniel 
			Boh, titular del Museo Punta Hermengo.
			
				
					| 
					 | 
					Los 
					Gliptodontes, es tal vez la familia extinguida mas popular 
					de todos los mamíferos fósiles, cuyo nombre significa 
					"diente tallado" (alude a la compleja forma de sus dientes). 
					La característica principal de este grupo es su coraza, la 
					cual no poseía bandas móviles como los armadillos actuales, 
					lo que limitaba sus movimientos, formadas por placas óseas 
					circulares e irregulares que embonaban como un mosaico.
					 | 
			
			
			Patas cortas y robustas. Su origen se remonta al Eoceno, hace 45 
			millones de años, pero recién al final del Plioceno y durante todo 
			el Pleistoceno (época del hallazgo de Miramar) tuvieron una gran 
			diversidad, formas y tamaños. Al parecer no se alimentaban de 
			hormigas como sus parientes modernos, sino de pastos y otras plantas 
			duras. El tamaño de la especie mas grande conocida era de unos 4,5 
			metros de largo y 1,9 de alto y mas de 1,5 toneladas de peso.
			
			A pesar de unas 65 especies conocidas durante el cenozoico de 
			América del Sur, los gliptodontes se extinguieron entre 10 y 8 mil 
			años, época en que los primeros grupos humanos llegaron a la región. 
			Mas info en 
			
			www.museodemiamar.com.ar   
		
			
			
			Antarctoboenus, el nuevo halcón del Eoceno de la 
			Antártica.
			Publicado 
			en 
			Paleo. 
		Año XIV. Numero 142. Marzo de 2016.
			En 
			una investigación recientemente publicada por la revista alemana 
			“Journal of Ornithology”, los 
			investigadores Marcos Cenizo (Museo de Historia Natural de La Pampa 
			- Fundación Azara), Jorge Noriega (CICYTTP - CONICET - UADER) y 
			Marcelo Reguero (Instituto Antártico Argentino) dieron a conocer un 
			falcónido ancestral que vivió hace 50 millones de años atrás en lo 
			que hoy es la isla Marambio.
			
				
					| 
					 | 
					El nuevo 
					“protofalcónido” -al que los autores denominaron, 
					Antarctoboenus carlinii- representa el miembro más antiguo 
					de este linaje de rapaces, duplicando en edad a los restos 
					de mayor antigüedad que se conocían hasta el momento. | 
			
			
			Este descubrimiento confirma que los falcónidos se originaron en 
			algún lugar del hemisferio sur entre América del Sur y la Península 
			Antártica, algo que ya anticipaban los estudios evolutivos basados 
			en datos genéticos obtenidos de las especies vivientes.
			La 
			edad del Antarctoboenus carlinii ofrece un nuevo punto de 
			calibración a los relojes moleculares que permiten inferir los 
			momentos del tiempo geológico en que los principales linajes de aves 
			divergieron unos de otros.
			El 
			nombre genérico del nuevo espécimen significa “caminante antártico” 
			y fue nominando en honor al querido y siempre recordado Dr. 
			Alejandro Carlini, líder por casi 25 años del Programa de Mamíferos 
			Marinos del Instituto Antártico Argentino y uno de los 
			investigadores argentinos más destacados en el conocimiento de los 
			ecosistemas antárticos. Fuente Fundación Azara.
		
			
			
			Paleoneurología de uno de los 
			dinosaurios carnívoros más grandes del planeta.
			Publicado 
			en 
			Paleo. 
		Año XIV. Numero 141. Marzo de 2016.
			
			
			Por: Ariana Paulina-Carabajal y Ari Iglesias. Paleontólogos del 
			INIBIOMA (CONICET-UNCOMA). Fuente; ANB. Algunas imágenes fueron 
			agregadas ilustrativamente. Aquí fragmento de la noticia. 
			
			
			Neurología aplicada 
			a la paleontología. Una herramienta para conocer las características 
			del Giganotosaurus. 
			Giganotosaurus 
			era un dinosaurio bípedo y carnívoro (Terópodo) que vivió hace 
			aproximadamente unos 100 millones de años durante el período 
			Cretácico, en lo que hoy es la Provincia de Neuquén. Su considerable 
			tamaño (unos 13 m de largo) le ganó un puesto entre los dinosaurios 
			carnívoros más grandes del mundo junto con 
			Tyrannosaurus rex (del Hemisferio Norte), siendo superado en tamaño 
			solo por Spinosaurus
			
			(conocido también por la película Jurassic Park).
			
				
					| 
					 | 
					
					Afortunadamente el cráneo de 
					Giganotosaurus 
					se encontró casi completo, incluyendo el neurocráneo (o caja 
					craneana), que es donde estaba alojado el “cerebro” y los 
					órganos de los sentidos. Cuando el animal muere, las partes 
					blandas como el cerebro y los nervios, se degradan 
					rápidamente, dejando la cavidad endocraneana vacía, la cual 
					refleja con bastante fidelidad la morfología original que 
					tenían esas partes blandas. La rama de la paleontología que 
					estudia el cerebro y el sistema nervioso de animales fósiles 
					se denomina “paleoneurología”.  | 
			
			El 
			primer estudio de esta índole en un dinosaurio carnívoro de 
			Argentina fue el de 
			Giganotosaurus, 
			que se estudió primero en base a un molde endocranenao de látex, y 
			más recientemente a partir de un molde digital, basado en 
			tomografías computadas. 
			
			Interpretar capacidades sensoriales de un animal extinto a partir de 
			un molde que muestra solo la forma externa del cerebro no es fácil, 
			y la información obtenida a veces es tan poca que puede ser 
			frustrante. Sin embargo, los estudios paleoneurológicos nos llevan a 
			pensar más allá del esqueleto estático de un dinosaurio.
			En 
			el caso de Giganotosaurus, cuando hablamos de las capacidades 
			sensoriales y partes blandas que no han sido preservadas, dejamos de 
			ver simples huesos expuestos en un museo, y comenzamos de a poco a 
			visualizar un animal vivo; un animal que respiraba, que todos los 
			días debía buscar alimento (confiado mucho tal vez en su poder 
			olfatorio), que probablemente se movía junto a otros dinosaurios de 
			su misma especie, compitiendo con otras especies por el alimento y 
			por el territorio. Cómo lo hacía exactamente, qué sonidos producía y 
			qué sonidos podía escuchar, así también cómo capturaba sus presas, 
			son cosas que aún están más dentro del campo de la imaginación y del 
			arte de las películas.
			
			Pero sin duda alguna habría sido un animal imponente, con su gran 
			tamaño corporal, su gigante boca repleta de grandes dientes y su 
			relativamente pequeño cerebro. Uno de los más grandes y terribles 
			dinosaurios carnívoros de la historia. Fuente; ANB.
		
			
				
				
				Notocolossus gonzalezparejasi, 
				un nuevo dinosaurio gigante en Mendoza.
				Publicado 
			en 
			Paleo. 
		Año XIV. Numero 141. Marzo de 2016. 
				
				Fue hallado 
				en Malargüe por un equipo a cargo del geólogo mendocino Bernardo 
				González Riga. Se trata de un reptil de 38 metros de longitud.
				
				
				Mendoza vuelve a ser el foco de la atención para la comunidad 
				científica: un grupo de paleontólogos argentinos encontraron 
				en Malargüe los restos del dinosaurio terrestre más grande del 
				mundo.
				
				Un reptil cuya 
				longitud 
				de 37,2 metros equivale a una tercera parte de 
				una cancha de fútbol. 
				Su peso se estima en 48 toneladas, igual que el 
				de la ballena más grande y fue descubierto en rocas de fines del 
				Período Cretácico, cuya antigüedad se estima en 
				86 millones años.
				
					
						| 
						 | 
						Este 
						asombroso descubrimiento adquiere un valor agregado para 
						nuestra provincia ya que el encargado de dirigir la 
						excavación fue el reconocido geólogo mendocino 
						
						Bernardo J. González Riga, de la Universidad Nacional de 
						Cuyo. 
						
						González Riga es Geólogo con orientación en 
						paleontología y desde hace muchos años dedica su vida a 
						investigar sobre dinosaurios en Mendoza. | 
				
				
				Un artículo 
				sobre Notocolossus fue publicado hoy en 
				'Scientific Reports', una revista de libre 
				acceso de los editores de Nature, en el cual describen: 
				los restos pertenecen a un dinosaurio todavía desconocido, que 
				habitó hace unos 100 millones de años, 10 millones de años antes 
				que otros representantes del tipo Titanosaurus.
				
				El dinosaurio 
				primeramente fue catalogado entre los 
				'Notocolossus gonzalezparejasi', 
				unos dinosaurios que habitaron el territorio de la Patagonia 
				durante el periodo cretáceo, unos 86 millones de años atrás.
				
				
				Tenían un 
				cuello muy largo que les permitía encontrar comida sobre la 
				tierra y entre las cimas de árboles, mientras que una cola de 
				longitud semejante los protegía de los enemigos. Sin embargo, 
				los científicos creen que su hallazgo pertenece a otro tipo de 
				dinosaurios, porque vivió mucho antes.
				
				Ese 
				descubrimiento es de gran importancia, porque aclara cómo esas 
				criaturas gigantescas se movían por la tierra. Sus enormes 
				vértebras, de unos 15 centímetros en el corte transversal, 
				estaban llenas de aire. Así que los huesos eran fuertes pero 
				ligeros, lo que permitía a los dinosaurios moverse con 
				seguridad.
				
					
						| 
						 | 
						“Los 
						titanosaurios gigantes fueron las criaturas terrestres 
						más pesadas que han existido. Las extremidades traseras 
						de estos dinosaurios, fundamentales para conocer su tipo 
						de locomoción y modo de soportar el peso, no eran 
						completamente conocidas. Ahora tenemos nuevas evidencias 
						que ayudan a resolver parte de este misterio”, aseguró 
						el doctor González Riga 
						Los 
						titanosaurios son un grupo numeroso y ciertamente 
						enigmático. Son saurópodos, es decir enormes herbívoros 
						con largo cuello y cola. Representan lo que mucha gente 
						piensa cuando oye la palabra “dinosaurio”. | 
				
			 
			
			Comprenden más de 60 especies y vivían en todos los continentes. Su 
			peso variaba entre el de una vaca hasta el de una ballena jorobada.
			La 
			evidencia sugiere que Notocolossus fue uno de los animales más 
			pesados que haya sido descubierto en la Tierra. Aunque el carácter 
			incompleto de su esqueleto impide realizar estimaciones precisas de 
			su tamaño, su húmero (hueso del brazo), tiene 1,76 m de longitud, 
			siendo más largo que el de cualquier otro titanosaurios conocido.
			
			Otros miembros del equipo de investigación son el paleontólogo 
			norteamericano 
			Dr. Matt Lamanna del Museo Carnegie de Historia 
			Natural de Pittsburgh, Estados Unidos, y otros tres paleontólogos 
			argentinos: 
			Leonardo Ortiz 
			David y Juan Coria del CONICET-IANIGLA y el 
			Laboratorio de Dinosaurios de la UNCUYO, y el 
			Dr. Jorge 
			Calvo del Centro Paleontológico Lago Barreales de la 
			Universidad Nacional del Comahue, en la provincia de Neuquén. 
			Prensa.
		
			
			
			Hallaron el caparazón de un gliptodonte en Carlos 
			Spegazzini.
				Publicado 
			en 
			Paleo. 
		Año XIV. Numero 140. Enero de 2016. 
				
				En un primer 
				momento, los vecinos lo habían confundido al fósil con una 
				piedra, luego, creyeron que se trataba de un huevo como salio en 
				un importante medio de noticias por cable, finalmente, sería 
				parte de una coraza de un mamífero extinguido hace 10.000 años.
			En 
			la ciudad de Carlos Spegazzini, partido de Ezeiza, una familia se 
			llevó una gran sorpresa: hallaron un caparazón gigante que podría 
			ser de un gliptodonte. Primero creyeron que se trataba de "una 
			piedra" o "una cubierta de vehículo" al lado de un arroyo. Luego, 
			creyeron que se trataba de un huevo. Finalmente, sería parte de una 
			coraza de un mamífero extinguido hace 10.000 años. 
			
				
					| 
					 | 
					"Sería 
					el caparazón de un gliptodonte – del griego "diente ‘ranurado’", 
					contó la paleontóloga Laura Cruz, consultada por el canal de 
					noticias TN sobre el descubrimiento de la coraza, que 
					correspondería al gliptodonte, un mamífero de dos metros de 
					largo y 1,4 toneladas de peso, nativo de América del Sur y 
					extinguido en el período Cuaternario, que coincidió con la 
					llegada del Homo Sapiens al continente.  | 
			
			"Al 
			principio pensé que era una piedra o una cubierta de un vehículo", 
			relató José, vecino responsable del hallazgo y el primero en ver lo 
			que sería el caparazón del animal, antecesor de los actuales 
			armadillos. El presunto “huevo de dinosaurio" apareció tras el 
			dragado del río, realizado en pos de evitar inundaciones. 
			
			“Lo prudente sería que no se toque más el caparazón. Y ahora habría 
			que analizar si vale realizar excavaciones en la zona", sostuvo la 
			especialista. Y agregó: "Es común encontrarlos en la Argentina y 
			Brasil". Ahora, autoridades de la provincia se trasladan hacia el 
			lugar para estudiar los fósiles y analizar si hay otros restos en la 
			zona. Fuente: La Razón.
		
			
			
			Enorme plesiosaurio nadó una vez alrededor de la 
			antigua Patagonia.
			
			
				Publicado 
			en 
			Paleo. 
		Año XIV. Numero 140. Enero de 2016. 
				
				Vértebras 
				grandes como pomelos y robustos huesos de las costillas salen a 
				la luz en trozos irregulares de piedra arenisca cuando el 
				paleontólogo Fernando Novas utiliza un martillo y un cincel para 
				limpiar lo que puede ser uno de los esqueletos más grandes y 
				completos de un reptil marino de cuello largo llamado 
				plesiosaurio.
			La 
			enorme criatura hubiera nadado, hace unos 65 millones de años, 
			usando grandes aletas en las aguas que abarcan lo que hoy es la 
			Patagonia, han encontrado Novas y sus colegas.
			Los 
			paleontólogos todavía están eliminando cuidadosamente la dura piedra 
			arenisca que rodea el esqueleto del plesiosaurio, pero esperan que 
			el reptil marino recién descubierto será un género y especie 
			previamente desconocida dijo Novas, el líder del proyecto, 
			paleontólogo del Museo de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia en 
			Buenos Aires, Argentina.
			
				
					|  | Las 
					cuatro aletas del plesiosaurio miden cada una más de 4 pies 
					(130 centímetros) de largo y todo su cuerpo tenía cuando 
					estaba vivo una longitud de unos 23 pies (7 metros). "La 
					cola está emergiendo muy bien", dijo Novas, señalando su 
					progreso. A pesar de que los huesos todavía están encerrados 
					en la piedra, el hallazgo es del plesiosaurio más completo y 
					articulado de la historia (es decir, los huesos no se 
					dispersan, sino que se asientan en la posición correcta), 
					dijo Novas. | 
			
			El 
			plesiosaurio vivió durante el Cretácico Superior, "30 minutos antes 
			de la caída del asteroide", dijo en tono de broma. Estaba enterrado 
			en arenisca de decenas de millones de años, hasta que Novas 
			descubrió una punta, lo que llevó a él y a sus colegas a excavar la 
			criatura en 2009.
			
			Todo comenzó cuando el paleontólogo de la Universidad de Rowan, 
			Kenneth Lacovara, que pasó años excavando en la Patagonia al 
			Dreadnoughtus, el 
			dinosaurio supermasivo más completo conocido por los científicos, se 
			enteró de que había fósiles cerca de la orilla del Lago Argentino, 
			en la provincia patagónica de Santa Cruz. Lacovara visitó los 
			fósiles, pero no tenía tiempo para dirigir una excavación. En cambio 
			Lacovara informó a Novas más tarde, animando a su amigo a excavar 
			los huesos.
			Por 
			casualidad guías de turismo en El Califato, una ciudad junto al Lago 
			Argentino, habían invitado a Novas para hablar con ellos acerca de 
			la geología y la paleontología. Voló desde Buenos Aires a El 
			Califato, y después de la lección les preguntó acerca de los fósiles 
			en el lago.
			
				
					|  | Al día 
					siguiente, fueron a la orilla del lago. Eran visibles bajo 
					el agua parte de una sola aleta y una sección de la cola. 
					Novas llamó a su colega en el museo el paleontólogo Marcelo 
					Isasi, quien se comprometió a ayudar a excavar los fósiles, 
					aunque tuviera que usar un traje de buceo. Después de 
					conseguir el permiso del propietario, Gerardo Povazsán, un 
					pequeño grupo de paleontólogos se puso a trabajar excavando 
					el esqueleto en octubre de 2009. | 
			
			Los 
			investigadores hicieron una fortaleza alrededor del esqueleto 
			colocando un perímetro circular de bolsas de arena alrededor de la 
			criatura y luego bombeando el agua. Todo el tiempo las olas 
			golpeando inundaban el recinto, pero los científicos utilizaron 
			baldes y una bomba para drenar innumerables veces, dijo Novas.
			Era 
			sólo cuestión de suerte que nadie se electrocutase mientras 
			utilizaban el martillo eléctrico para quitar la roca que contenía 
			los fósiles de la húmeda y rocosa fortaleza.
			"De 
			todos modos, todos estamos vivos", dijo Novas.
			Con 
			la ayuda de una excavadora prestada cargaron los fósiles en un 
			camión y les transportaron al norte de Buenos Aires.
			
			Todavía están excavando los fósiles en el laboratorio, pero los 
			investigadores ya han descubierto un hecho interesante: El 
			plesiosaurio tiene un cuello largo.
			
			"América del Norte está más familiarizada con los plesiosaurios de 
			cuello largo, pero aquí estamos más familiarizados con los 
			plesiosaurios de cuello corto", que datan del período Cretácico, 
			dijo Novas. "Este es uno de los pocos casos en los que descubrimos 
			en el sur una excepción a las normas".
			Una 
			vez plenamente excavados los huesos, los investigadores planean 
			describir la nueva especie y luego comparar su anatomía con la de 
			otros plesiosaurios, para que puedan crear un árbol genealógico, 
			llamado filogenia, de los reptiles. (Plesiosaurios son reptiles ─ el 
			nombre significa "casi lagarto" ─ pero no son dinosaurios).
			
			"Espero que la preservación del esqueleto nos permitirá un mejor 
			conocimiento de la anatomía de estos reptiles, y arrojar luz sobre 
			las relaciones filogenéticas de los plesiosaurios del sur", dijo 
			Novas. Fuente; vistaalmar 
		
			
				
				
				Tigres Dientes de Sable en el Museo Argentino de 
				Ciencias Naturales.
				Publicado 
			en 
			Paleo. 
		Año XIV. Numero 139. Enero de 2016. 
				
				Se trata de una 
				especie felina típica del continente americano que despareció 
				hace unos diez mil años junto con el resto de la megafauna.
				
				En el Museo 
				Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia” (MACN-CONICET) 
				se realizó la presentación de dos esqueletos de Tigres Dientes 
				de Sable (Smilodon populator). 
				Los fósiles fueron montados en el jardín adyacente a la puerta 
				de Ángel Gallardo 490, donde quedarán exhibidos de forma 
				permanente, y colocados de manera tal de recrear una situación 
				de pelea entre ambos. El proyecto museológico estuvo a cargo de 
				un equipo de científicos y técnicos dirigido por Fernando Novas, 
				investigador principal del CONICET en el MACN y paleontólogo 
				especialista en dinosaurios.
				
				“Quisimos 
				generar un exposición en la cual se pudiera tener a estos dos 
				grandes depredadores prehistóricos de la pampa en la entrada del 
				MACN y que al mismo tiempo se donara otro par de copias 
				idénticas al museo Tuyú Mapu de la municipalidad de General 
				Madariaga (provincia de Buenos Aires)”, cuenta Novas.
				
					
						|  | 
						El 
						evento de presentación buscó homenajear a Francisco 
						Javier Muñiz, primer paleontólogo argentino y 
						descubridor del 
						Smilodon quien cumpliría el próximo 21 de 
						diciembre 220 años. “Fue él quien en 1844 encontró en 
						las cercanías de Luján el esqueleto original casi 
						completo del Smilodon en el que se basan las copias que 
						estamos armando ahora. German Burmaister – que fue 
						director del MACN – y luego Florentino Ameghino fueron 
						quienes montaron las primeras copias en yeso que 
						estuvieron largo tiempo en exhibición”, relata el 
						investigador.  | 
				
				
				El armado de 
				los cuatro esqueletos estuvo a cargo de un equipo técnico 
				dirigido por Marcelo Isasi, profesional adjunto del CONICET en 
				el MACN, y también integrado por los hermanos Stoll, Ricardo y 
				Germán. Por parte del Tuyú Mapu intervinieron Emilio Charnelli y 
				Mauricio Romitti en el montaje de los especímenes.
				
				“Como van a 
				estar todo el tiempo a la intemperie las dos copias para el MACN 
				están hechas con resina poliéster, que es un material que tiene 
				la capacidad de resistir las diferentes adversidades climáticas. 
				El desafío que encaramos fue buscar una pose dinámica y al mismo 
				tiempo firme para el exterior. Las que van al Tuyú Mapu van a 
				permanecer resguardadas bajo techo y fueron confeccionadas con 
				poliuretano expandido rígido, y requirieron otro tratamiento 
				para su montaje”, explica Isasi.
				
				El 
				Smilodon habitó el 
				continente sudamericano entre hace aproximadamente un millón de 
				años hasta hace unos 10 mil. “Es la etapa de los grandes 
				mamíferos de la edad del hielo. El Tigre Dientes de Sable se 
				distingue por haber sido el depredador más grande que había 
				dentro de la familia felina”, cuenta Nicolás Chimento, becario 
				posdoctoral del CONICET en el MACN que trabaja con el equipo de 
				Novas.
				
				Este felino 
				debe su nombre al enorme tamaño de sus caninos superiores, que 
				llevó a los científicos a plantearse la pregunta sobre cómo 
				podía hacer para cazar su alimento, teniendo en cuenta que 
				característica no es compartida por ninguna especie de la 
				actualidad.
				
				“Se ha 
				calculado que lo hacía por emboscada; o sea que se ocultaba y 
				saltaba sobre su presa a la que, abriendo mucho la boca, le 
				clavaba los colmillos en el cuello y le fracturaba la parte 
				cervical de la columna. Hoy, en cambio, los felinos comúnmente 
				capturan por persecución. Hay que tener en cuenta que los 
				mamíferos de la edad del hielo – en su mayoría herbívoros – eran 
				realmente gigantescos, y en algunos casos llegaban a medir hasta 
				cinco metros de altura. Se han encontrado indicios de que un 
				Tigre Dientes de Sable, que pesaba unos 300 kilos, podía llegar 
				a depredar a un animal de hasta 3 mil kilos”, explica Chimento.
 
			La 
			desaparición del Smilodon 
			data de la misma época que la del resto de la megafauna del 
			subcontinente. Según Chimento, en este hecho fue seguramente 
			importante el cambio climático, pero también puede haber sido 
			decisiva la presencia del hombre, que ya habitaba estas tierras. “Ya 
			se habían producido otros cambios climáticos y estas especies no 
			habían desaparecido”, sintetiza el doctorando.
			La 
			presentación de los fósiles de este mamífero, tan fuertemente 
			vinculado a la historia de la fauna de nuestro subcontinente y a la 
			del desarrollo de la paleontología en nuestro país, constituye un 
			nuevo hito para el museo bicentenario que les otorgará un lugar de 
			exhibición que, sin dudas, puede considerarse de privilegio. Fuente; 
			Conicet.
		
			
			
			Demuestran que los dientes fosilizados sirven para 
			clasificar dinosaurios.
			
			  Publicado 
			en 
			Paleo. 
		Año XIV. Numero 139. Enero de 2016. 
			
			Investigadores de 
			Argentina y de Alemania han identificado cuatro especies de 
			saurópodos que convivieron en una región de Argentina hace 175 
			millones de años
			
			El estudio de los 
			dientes fosilizados, que hasta ahora ha servido a los paleontólogos 
			para clasificar antiguos mamíferos, también parece ser una 
			herramienta eficaz para diferenciar y caracterizar distintas 
			especies de dinosaurios.
			Así 
			lo revelaron científicos de Argentina y Alemania, quienes 
			recurrieron a esa estrategia para distinguir cuatro especies de 
			saurópodos que convivieron, durante el Jurásico, en una región de la 
			actual provincia de Chubut (Argentina).
			Los 
			científicos analizaron restos fósiles de cuatro saurópodos (grandes 
			dinosaurios herbívoros de 18 a 25 metros de longitud) que, hace 175 
			millones de años, dominaron el hábitat de una región del centro y 
			norte del Chubut, la formación Cañadón Asfalto. Dos pertenecían a 
			especies ya descriptas, Patagosaurus fariasi y 
			Volkheimeria chubutensis, y otras dos están actualmente en 
			estudio.
			
				
					|  | 
					El esmalte 
					de los dientes de cada especie de saurópodo estudiada 
					presenta rugosidades y relieves específicos, indicó a la 
					Agencia CyTA uno de los autores, el doctor Diego Pol, 
					paleontólogo del Museo Egidio Feruglio (MEF) de Trelew. 
					“Identificamos los patrones que diferenciaban a las 
					especies”, agregó el investigador del Conicet. 
					En este 
					trabajo particular, los científicos analizaron, mediante 
					microscopios de barrido electrónico, esmaltes de dientes 
					aislados fosilizados asociados con materiales del cráneo y 
					de la mandíbula. | 
			
			
			“Esta herramienta también podría extenderse para mejorar el estudio 
			de otros dinosaurios y la evolución de otras formas de vida que 
			existieron hace millones de años en nuestro planeta”, destacó Pol.
			
			Durante el Jurásico inferior o temprano, esa región de Chubut estaba 
			cubierta por bosques y lagos. Cada uno de los saurópodos examinados, 
			según la evidencia, se alimentaba de diferentes helechos y 
			coníferas.
			En 
			el trabajo, publicado en la destacada revista científica PLoS One, 
			también participaron los doctores Femke Holwerda y Oliver Rauhut, 
			del Museo de Ciencias Naturales de Munich, en Alemania.
			Los 
			paleontólogos del Museo Egidio Feruglio (MEF) de Trelew y colegas de 
			Alemania demostraron que los dientes fosilizados sirven para 
			clasificar dinosaurios.
			Los 
			investigadores del MEF analizaron el esmalte de los dientes de 
			cuatro especies de saurópodos e identificaron patrones en el relieve 
			de su superficie.
		
			
			
			Recuperan restos fósiles de un Camélido gigante en el 
			Pleistoceno bonaerense.
			
			 Publicado 
			en 
			Paleo. 
		Año XIV. Numero 138. Enero de 2016. 
			
			
			El Museo Municipal “Punta Hermengo” de la ciudad bonaerense de 
			Miramar, dio a conocer el hallazgo y rescate de restos fósiles de un 
			guanaco prehistórico extinto de gran tamaño, que vivió durante el 
			Pleistoceno, hace 100 mil años.
			
			
			El hallazgo fue realizado por la familia López de Mar del Plata, que 
			regularmente visita la localidad de Centinela del Mar (cerca de 
			Miramar) y protagonista de otros hallazgos anteriores. Luego de un 
			paseo tuvieron curiosidad por unos huesos que se asomaban en el 
			acantilado por lo que informaron al Museo de Miramar, que realizó la 
			extracción de los mismos. Una vez en la institución citada se pudo 
			establecer que se trataba de varias partes del esqueleto de un 
			Hemiauchenia, un gran camélido, pariente de los actuales 
			Guanacos pero más alto que el moderno camello africano, con unos dos 
			metros y medio de alto, y un peso de casi una tonelada.
			
				
					| 
					 | 
					
					Hace unos 100.000 años, los guanacos no estaban restringidos 
					a la región andino-patagónica, sino que eran abundantes en 
					las praderas bonaerenses. Los camélidos (guanacos, vicuñas y 
					otros extinguidos como el hallado) son de origen 
					norteamericano y llegaron a Sudamérica luego que se juntaran 
					las dos Américas hace unos 2,5 millones de años.  
					
					Hasta hace unos 8000 años, estos gigantes convivían con sus 
					actuales parientes pero, se cree que la caza que les dieron 
					los primeros seres humanos que llegaron a estas tierras, 
					terminaron por extinguirlos.  |