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IMPORTANTE: Algunas de las imágenes
que acompañan a las presentes noticias son ilustrativas. Las
imágenes originales se encuentran publicadas en Paleo, Revista
Argentina de Paleontología. Boletín Paleontológico del Grupo
Paleo Contenidos, o en nuestro blog Noticias de Paleontologia.©.
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Descubrieron dos nuevas especies de dinosaurios en
Santa Cruz.
Fue en un yacimiento que se
encuentra unos 30 kilómetros al sur de El Calafate. Los
investigadores quedaron impactados ya que también hallaron restos
de plantas prehistóricas.
Se halló una nueva especie de
titanosaurio de más de 20 metros de longitud junto a fósiles de
mamíferos, serpientes, caracoles, peces, ranas, tortugas y aves.
Este sorprendente yacimiento se encuentra unos 30 kilómetros al sur
de El Calafate y corresponde a la época previa a la extinción masiva
de los dinosaurios.
En este sitio ubicado al sudoeste
de la provincia de Santa Cruz, más precisamente en una montaña desde
la que se puede observar el glaciar Perito Moreno, también se
descubrieron hojas, madera petrificada y abundante polen de plantas
prehistóricas durante las campañas realizadas en enero y marzo de
2019.
En relación a la gran cantidad y
diversidad de fauna y flora hallada, el doctor Fernando Novas,
investigador del Museo Argentino de Ciencias Naturales (MACN) y del
CONICET, destacó a la Agencia CTyS-UNLaM: “Pocas veces, un
yacimiento ofrece tanta información como éste; tenemos una gran
cantidad de información de naturaleza ecológica”.
“Debido a que el yacimiento queda
en lo alto de una montaña de muy difícil acceso, representó
un desafío enorme para nosotros, los paleontólogos, realizar dichas
campañas”, mencionó el experto.
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Estos fósiles ayudarán a describir
el ecosistema que precedió a la extinción masiva de los dinosaurios.
El doctor Novas afirmó que “es poco lo que se sabe en América del
Sur y en todo el hemisferio sur acerca de cómo se extinguieron los
dinosaurios; la mayor cantidad de información proviene de
Norteamérica y de Europa, en tanto que las rocas de este yacimiento
van desde los 75 a los 65 millones de años de antigüedad
aproximadamente, por lo que nos permitirán ver la secuencia de cómo
fueron cambiando las faunas hasta la extinción final de ese grupo”.
<<<Imagen archivo.
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“Seguramente, en los próximos
años, podremos comprender cómo fue esa secuencia y, quizás, las
causas que aquí, en el extremo sur de Sudamérica, provocaron la
extinción de los dinosaurios y otros reptiles que convivían con
ellos”, añadió. El doctor Federico Agnolin,
también investigador del MACN y del CONICET, relató a la Agencia CTyS-UNLaM que
el geólogo Francisco Nullo, en 1980, fue el primero en divisar
fósiles de un dinosaurio cuando recorría estos estratos de rocas.
“En aquel entonces, hace ya casi
40 años, Nullo dio aviso a José Bonaparte, un gran paleontólogo
argentino, pero como ese lugar es inaccesible con vehículos,
encontraron fósiles pero no pudieron extraerlos”, contó. Durante el verano de 2019, un
equipo liderado por Fernando Novas organizó una campaña a este sitio
para ver si lograba redescubrir los restos, pero lo que encontraron
fue aun mayor a lo esperado.
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Agnolin destacó que “encontramos
una infinidad de fósiles de dinosaurios, pero también tuvimos la
suerte de hallar granos de polen y animales pequeños, lo cuales
vienen a ser figuritas difíciles en cualquier descubrimiento, entre
los que hay mamíferos, aves, lagartijas, reptiles e incluso
caracoles terrestres, que son hallazgos rarísimos”. Para estudiar todos estos
hallazgos, se reunió un equipo numeroso de paleontólogos
especializados en plantas, en invertebrados, en caracoles, como así
también de geólogos.
<<<<La ilustración fue realizada por el
investigador Sebastián Rozadilla. Imagen de Prensa. |
“Armamos un trabajo extensísimo en
el que le pusimos nombre a varias especies de dinosaurios
argentinos: uno de ellos es un animal herbívoro enorme que superaba
los 20 metros de longitud, Nullotitan glacialis, en
alusión al geólogo Francisco Nullo y a que desde el yacimiento se
puede observar el glaciar Perito Moreno”, observó Agnolín.
También, el grupo liderado por
Novas presentó otra nueva especie de dinosaurio herbívoro, llamado Isasicursor
santacrucensis, en referencia a Marcelo Isasi, un explorador
y preparador de fósiles del MACN. La ilustración de ambas nuevas
especies fue realizada por el investigador Sebastián Rozadilla.
En marzo del año de próximo, el
equipo liderado por Novas regresará a este yacimiento extraordinario
que permitirá, acaso, describir con claridad lo que sucedió en los
últimos millones de años de la edad de oro de los dinosaurios en el
hemisferio sur.
Phractocephalus yaguaron, un nuevo pez monstruoso del Mioceno de
Argentina.
El río Paraná es el mayor curso de
agua de la Argentina y uno de los más grandes de América del Sur. Su
cuenca tiene una larguísima historia que se remonta a varios
millones de años antes del presente. Actualmente se encuentra bien
separada de su vecina del Norte, la super cuenca del río Amazonas.
Pero esto no siempre fue así, y los fósiles de peces son muy
importantes para entender las antiguas conexiones entre las cuencas
de los grandes ríos Sudamericanos.
Investigadores del Museo de La
Plata ya habían sentado las bases sobre los restos de los peces que
vivían en el pasado en nuestros ríos, describiendo restos de pirañas
gigantes, chafalotes, dorados y bagres.
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En esta semana los investigadores
Sergio Bogan y Federico Agnolín de la Fundación Azara, la
Universidad Maimónides y el Museo Argentino de Ciencias Naturales
"Bernardino Rivadavia", dieron a conocer una nueva especie extinta,
pariente del gigante bagre de cola roja que actualmente vive en los
ríos Orinoco y Amazonas. Los fósiles fueron originalmente
hallados en las barrancas del río Paraná en la provincia de Entre
Ríos y tienen 10 millones de años de antigüedad. |
Los investigadores lo nombraron
Phractocephalus yaguaron. Yaguarón es una palabra Guaraní para
designar a un ser mitológico prehispánico muy arraigado en la
cultura popular del litoral y del norte argentino. Se lo representa
como un pez gigantesco, verdoso y de lomo y cabeza chata. Asoma sólo
parte de su cuerpo a la superficie del agua y se revuelve en el
fondo formando grandes remolinos que serían responsables de hundir
pequeñas embarcaciones.
Algunas de las descripciones sugieren que
este animal presenta cabeza de pez o similar a la del ganado y el
cuerpo recordaría al de una serpiente. El Yaguarón es un monstruo
que vive en las profundidades, y es especialmente mencionado para el
río Paraná. Se cree que por las noches de luna llena, se desplaza y
socava las barrancas provocando desmoronamientos que cobran muchas
veces las vidas de hombres y animales.
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Los restos del cráneo de este pez
son tan grandes y gruesos que se encontraban hacía años en las
colecciones del Museo Argentino de Ciencias Naturales identificados
erróneamente como los restos de un colosal cocodrilo.
Los restos
conservados indican que este bagre gigante habría superado los dos
metros de longitud y probablemente más de 70 kilogramos de peso. |
El artículo fue publicado en la
revista científica Journal of Vertebrate Paleontology de la Sociedad
Americana de Paleontología de Vertebrados.
Ilustración: Sebastian Rozadilla,
representando la especie en primer plano. Imagen: fragmento de
cráneo. Fuente Fundación Azara.
Asfaltovenator
vialidadi, un nuevo dinosaurio carnívoro del Jurásico de la
Patagonia Argentina.
Investigadores del Museo Egidio
Feruglio (MEF) de Trelew dieron a conocer este miércoles el hallazgo
de fósiles de un dinosaurio -bautizado como Asfaltovenator
Vvalidadi- que aporta claves hasta ahora desconocidas sobre la
evolución de la familia de los terópodos. Es uno de los
ejemplares más completos y antiguos encontrados de este tipo de
carnívoros.
Los tetanuros representan el
grupo de dinosaurios terópodos más diverso, dentro del cual se
encuentran no solo los dinosaurios más populares, como Allosaurus o Tyrannosaurus, sino también las aves modernas.
La historia evolutiva de este
grupo comienza hace 185 millones de años durante el Jurásico Medio
temprano. Sin embargo, los primeros registros son extremadamente
escasos y fragmentarios.
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Los primeros restos del nuevo
ejemplar fueron hallados en 2002 en el paraje Cerro Cóndor, ubicado
en el centro de la provincia considerado un verdadero “parque
jurásico”. Pero llevaron años de trabajo para ser extraídos, y luego
estudiados.
Este trabajo, realizado por
Oliver Rauhut (LMU München, Alemania) y Diego Pol (CONICET-MEF) ahora
fue publicado en la prestigiosa revista científica Scientific
Reports De Nature.
<<<Posible aspecto
(*):
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Por otro lado, las relaciones de
parentesco entre los principales linajes de la familia de terópodos
hasta el momento no han sido del todo comprendidas. El Asfaltovenator
vialidadi, descubierto en yacimientos de entre 170 y 180 millones de
años (Jurásico Medio), ha brindado claves para entender mejor a este
grupo de dinosaurios.
El científico agregó que
“encontrar un animal tan completo, justamente durante el momento de
esta explosión evolutiva, es realmente importante porque nos permite
empezar a entender cómo son las relaciones entre los principales
grupos de dinosaurios carnívoros. Y Asfaltovenator posee una
combinación de características únicas que reúne a linajes que
estaban separados: los alosaurios, los megalosaurios y los
espinosaurios”.
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Para entender las relaciones de
parentesco entre los linajes conocidos de dinosaurios carnívoros,
los investigadores incluyeron a esta nueva especie en un análisis
filogenético. “El resultado de incluir a Asfaltovenator
es que los
grupos que pensábamos que estaban separados, ahora conforman un
único grupo que reconocemos como carnosaurios, una propuesta hecha
hace muchos años, pero que últimamente nadie la tomaba en serio”,
detalla. <<<Cráneo. Prensa. |
La Provincia del Chubut posee
yacimientos paleontológicos sumamente ricos del Período Jurásico,
constituyendo una verdadera ventana al pasado. “El nuevo dinosaurio
completa el panorama de los ecosistemas de los lagos del centro de
la Patagonia hace unos 170 o 180 millones de años, que se suma a
herbívoros como Patagosaurus, Volkheimeria, o a carnívoros como
Eoabelisaurus o Condorraptor", comentó el científico.
Los primeros restos que
comenzaron a aparecer en el año 2002, a unos pocos kilómetros de la
aldea escolar de Cerro Cóndor, se convertirían en un hallazgo no
sólo importante desde el punto de vista científico, sino también en
uno de los rescates más importantes que se harían en la historia del
Museo.
“Habíamos viajado un grupo de
técnicos, paleontólogos y estudiantes a una región en el centro de
Chubut donde previamente se habían descubierto otros dinosaurios.
Recuerdo que nos habíamos separado en grupos para prospectar la
zona, y caminando, encontré unas vértebras sueltas en el fondo de un
cañadón. Las junté, empecé a ver de dónde venían y logré encontrar
de dónde estaban saliendo: era un nivel donde había más vértebras
metiéndose en la roca”, comentó Leandro Canessa, técnico del MEF.
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“Cuando encontramos los restos,
parecía un dinosaurio más. Empezamos a destaparlo y para ese
momento, cuando ya teníamos el trabajo bastante avanzado, nos dimos
cuenta que los huesos estaban articulados. Era el primer dinosaurio
carnívoro del Jurásico Medio que estaba articulado. Entonces era
importantísimo tratar de sacarlo en un solo bochón (estructura de
tela y yeso para protección de los huesos)”, detalló Pablo Puerta,
también técnico del museo de Trelew.
<<<Mandíbulas en el MEF.
Prensa. |
Los paleontólogos bautizaron a
este dinosaurio con el nombre de Asfaltovenator vialidadi. El nombre
Asfaltovenator tiene dos raíces. La Formación geológica Cañadón
Asfalto, donde se encontraron los fósiles y Venator, del griego, que
significa cazador. El nombre de la especie, Vialidad, es en honor a
Vialidad Provincial que colaboró en el rescate del dinosaurio.
Fuente; Chubut. Corresponsalía. DD. Clarin.
Proclyodontomys
dondasi, una
nueva especie de rata espinosa fósil del Pleistoceno.
El descubrimiento se produjo en los acantilados
de la costa atlántica, unos 30 kilómetros al sur de la ciudad de
Miramar. Se estima que la nueva especie medía unos 20 centímetros y,
posiblemente, habría usado sus espinas para defenderse de los
depredadores.
Por sorprendente que parezca, algunos roedores
con espinas actuales pueden llegar a ocasionar la muerte de un león
que ose atacarlos. Pero no es posible saber si esta nueva especie
fósil -Proclinodontomys dondasi- habría tenido el mismo éxito ante
los posibles ataques de los depredadores de su época, entre los
cuales se encontraba el tigre dientes de sable y varias especies de
lobos pampeanos extintos.
La doctora Adriana Candela, investigadora del
Museo de La Plata (MLP) y del CONICET, comentó a la Agencia CTyS-UNLaM
que “una de las características más distintivas de Proclyodontomys
dondasi es que tenía los dientes incisivos muy proyectados hacia
adelante, mucho más que las ratas espinosas que viven en el
presente”.
El nombre Proclinodontomys hace referencia a
esta característica en sus dientes. “Además, el cráneo tiene fosas
profundas y crestas muy marcadas, lo que indica que tenía una
musculatura masticatoria poderosa”, agregó la autora principal de
este estudio publicado en la revista científica Journal of
Paleontology.
Los ejemplares que sirvieron para describir
esta nueva especie de roedor fueron descubiertos en las
inmediaciones del arroyo Chocorí ubicado en el partido de General
Alvarado. El área de hallazgo se encuentra incluida en un sector de
la costa bonaerense comprendido entre Centinela del Mar y Mar del
Sur.
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Los restos de esta especie se encuentran en
el Museo de Ciencias Naturales de la ciudad de Miramar. El
doctor Marcos Cenizo, director de la División Paleontología
del Museo de Historia Natural de La Pampa e investigador de
la Fundación Azara, indicó a la Agencia CTyS-UNLaM que “el
área donde se produjo el hallazgo es muy importante desde el
punto de vista patrimonial y existe un proyecto para que se
establezca como Reserva natural; hay más de 150 trabajos de
paleontología y arqueología a partir de los restos
encontrados en ese lugar”.
<<<Aspecto de la rata
espinosa (*). |
En dichos acantilados, hay sedimentos de
diversos momentos prehistóricos que van desde los dos millones a los
10 mil años de antigüedad. En el transcurso de ese tiempo hubo
períodos con grandes variaciones climáticas: durante las etapas
frías y áridas, habitaron mamíferos y vertebrados similares a los de
la Patagonia y, en los momentos más cálidos, se desarrolló una fauna
asociada a los animales del Brasil actual.
“Además, sobre el final de este periodo de
tiempo, los primeros humanos ingresaron a Sudamérica generando un
impacto dramático sobre los ecosistemas”, contó Cenizo. El
investigador Ulyses Pardiñas, investigador del CONICET y del
Instituto Nacional de Biodiversidad de Ecuador, analizó que “si la
diversidad de la vida es abundante en el presente, la que existió en
el pasado es aún mucho mayor, porque en él tenemos concentrada la
biodiversidad de 4500 millones de años de vida”.
“Más allá de que conocemos muchas especies de
dinosaurios y de roedores extintos, lo cierto es que conocemos una
parte muy pequeña de lo que es el registro fósil”, aseveró Pardiñas
a la Agencia CTyS-UNLaM.
El científico indicó que esta nueva especie
“tiene una característica particular, porque los roedores equímidos
-que son los roedores con espinas- no son frecuentes en las partes
templadas del país, sino en regiones tropicales o subtropicales, por
lo que haber encontrado esta forma en la parte sur de Buenos Aires
indica que, quizás, las condiciones ambientales eran distintas a las
actuales”.
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Pardiñas aclaró que no se sabe con certeza los
hábitos de este roedor fósil y sus requerimientos ambientales
estrictos. “Lo que hacemos son inferencias; tratamos de interpretar
a estos animales del pasado a partir de los roedores similares que
viven actualmente. Y, en la actualidad, solo hay una especie
semejante en Corrientes y en Brasil, por lo que suponemos que podría
haber necesitado temperaturas más altas”.
<<<Cráneo de Proclinodontomys dondasi. |
Respecto a las espinas, el investigador sopesó
que “podrían haber sido un método defensivo, antidepredador, pero
también podrían haber sido simples adaptaciones de tipo térmico o
que fuesen adaptaciones que les quedaron del pasado y no tuvieran
una mayor función”.
Puede que Proclinodontomys dondasi se
extinguiera entre unos 500 y 400 mil años atrás. Este estudio
permitió, además, establecer que otra especie emparentada,
Proclinodontomys mordax, sobrevivió hasta al menos unos 10 mil años
atrás en el sur de Brasil. La ilustración de la nueva especie fósil
argentina fue realizada por el ilustrador Pablo Núñez del Museo de
Historia Natural de La Pampa.
El nombre de este roedor extinto es también un
reconocimiento a Alejandro Dondas, quien estuvo a cargo de la
Sección Paleontología del Museo de Ciencias Naturales de Mar del
Plata. “Alejandro fue una persona generosa que contribuyó mucho al
conocimiento, la conservación y la difusión del enorme patrimonio
paleontológico de la costa bonaerense”, aseveró Pardiñas.
De esta investigación también participaron
Daniel Tassara del Museo Municipal de Ciencias Naturales Pachamama;
Céline Robinet, Luciano Rasia y Nahuel Muñoz de la División
Paleontología Vertebrados del Museo de La Plata; y Carola Cañón
Valenzuela del IDEAus-CONICET.
Hallan
restos fósiles de un gran titanosaurio en Neuquén.
La hija de una alumna de la carrera de
Geografía de la Universidad Nacional del Comahue (UNCo) halló restos
fósiles de un Titanosaurio, que vivió hace 85 millones de años, en
el campus de la universidad, ubicado en el centro de la ciudad de
Neuquén, informó hoy uno de los paleontólogos a cargo de la
recuperación de las piezas, Jorge Calvo.
La joven encontró en la superficie de la roca
unos 100 centímetros cuadrados de un "huesito blanco", explicó Calvo
en diálogo con Télam, y agregó que al iniciar ayer la excavación
"nos encontramos con dos vértebras del cuello de un dinosaurio muy
grande".
Los restos fósiles pertenecieron a "un animal
de unos 25 metros, más específicamente de un Titanosaurio, un
dinosaurio herbívoro de cuello largo que fue muy abundante aquí en
el cretácico de Patagonia, hace 85 millones de años", contó.
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Asimismo, el paleontólogo detalló que "una de
las piezas tiene 90 centímetros de alto por 80 de largo y la otra 80
por 80, con un peso estimado de 200 kilogramos por pieza".
Finalmente, destacó que "a pesar de que son dos
vértebras, son muy importantes porque este lugar, que está muy
caminado, no ha dado grandes cosas, grandes animales, así que sería
un registro importante para la fauna de ese momento".
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El proceso de excavación y extracción se
realizó esta mañana, se finalizó la construcción de los bloques para
proteger las piezas y se estaban trasladando al Proyecto Dino del
Centro Paleontólogico Lago Barreales, ubicado en la zona de Loma de
la Lata, donde serán recibidas para su posterior análisis.
Jorge Calvo, paleontólogo y profesor de la
carrera de Geología de la UNCo, estuvo a cargo del proceso de
recuperación de los restos fósiles junto a la paleontóloga Edith
Simón, docente de la carrera de Geografía de dicha universidad.
Hallaron
un nuevo dinosaurio carnívoro en Neuquén.
Pertenece a la familia de los
abelisaurios y lo encontraron en Cerro Overo, Rincón de los Sauces.
Lo hallaron en la formación Bajo de la Carpa, de 85 millones de años
de antigüedad. Rondaría los seis metros. Ya extrajeron su maxilar y
algunos restos fósiles.
En una campaña paleontológica
realizada en Cerro Overo, en Rincón de los Sauces, un grupo de
investigadores halló un nuevo dinosaurio carnívoro de la familia de
los abelisaurios. Los científicos retiraron parte de de sus restos
fósiles, pero aún quedan otros huesos que se extraerán en una
campaña proyectada para el próximo año.
“Es un Abelisaurio; se pudo
recuperar un maxilar que en comparación con el Viavenator -otro
carnívoro hallado cerca del lugar- es más grande. Los huesos de las
patas hablan de un ejemplar más robusto y grande”, indicó el
paleontólogo Leonardo Filippi, del Museo Municipal Argentino Urquiza
y que participó de los trabajos en el terreno.
En una zona cercana conocida como
La Invernada se encontró años atrás el “Viavenator exxoni”, el
primer dinosaurio carnívoro identificado de la ciudad. “Es poco probable que sea otro
ejemplar de Viavenator, porque además los estudios de Viavenator
comprobaron que el ejemplar identificado era un adulto, por lo que
no pudo haber crecido mucho más”, explicó
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Los investigadores indicaron que
si bien es difícil precisar el tamaño del nuevo carnívoro porque aún
resta extraer material y estudiarlo, el nuevo dinosaurio rondaría
los 6 metros de largo.“Este nuevo abelisaurio se va a
comparar con esta forma ya conocida ”, señaló Filippi. “En esta campaña se quiso
aprovechar que había un pequeño saurópodo identificado, y tomamos
las prospecciones en el área para ver si encontrábamos más restos de
ornitópodos”, explicó el paleontólogo. Fue así que dieron con el
nuevo carnívoro. |
La campaña se realizó desde el 8
hasta el 15 de noviembre. En el trabajo de campo participaron además
Ariadna Paulina Carabajal, Elena Previtera, Ariel Méndez, Alberto
Garrido, Francisco Barrios, y Laura Pipo. Leonardo Filippi describió
que Cerro Overo y La Invernada, son dos zonas que están pegadas.
“Son muy fosilíferas, con materiales muy bien preservados y la
mayoría articulados”.
En esos sitios se encontraron
dinosaurios ornitópodos (herbívoros de andar bípedo), saurópodos
(herbívoros cuadrúpedos y de cuello largo), terópodos (carnívoros) y
cocodrilos del periodo cretácico superior. El hallazgo fue en la formación
Bajo de la Carpa, que tiene una antigüedad entre 83 y 85 millones de
años. En la campaña de este mes se extrajo también parte de los
restos de un dinosaurio herbívoro.
“De un saurópodo quedó un bloque
por sacar y del carnívoro, quedaron algunos huesos porque están en
una roca bastante dura y se necesita más tiempo para poder
extraerlos”, amplió el investigador y marcó que se planea sacar lo
que quedó el próximo año.
El paleontólogo describió que es
un lugar donde se encontraron saurópodos que rondaban los diez
metros de largo. Uno de esos ejemplares fue el Overosaurus, que
tenía “bien preservada la columna, pero no las extremidades”.
Del saurópodo que se extrae ahora,
ya tienen dos fémures, parte de la pata trasera y delantera, y
algunos huesos de la cadera . “Hasta que no se limpie el material no
sabremos si es un ejemplar nuevo de Overosaurio, que aportaría
información novedosa; o si se trata de otra especie de tamaño
similar”, expuso. Fuente; Diario Rio Negro.
Astrapotherium guillei, una nueva especie de mamífero del Mioceno de
Bariloche.
Una nueva especie
de un mamífero gigante que fue hallado en la localidad de Comallo
será exhibido en el Museo Paleontológico de Bariloche.
Científicos
argentinos del Conicet reconocieron una nueva especie de un mamífero
gigante en la localidad de Comallo, a 100 kilómetros al este de
Bariloche. El material,
patrimonio paleontológico de Río Negro, se encuentra aún en estudio
en el Museo de Ciencias Naturales de Buenos Aires y pronto será
expuesto en las salas del Museo Paleontológico Bariloche.
Si bien el resto
fósil fue hallado hace unos años fue dado a conocer recién ahora.
Los científicos reconocieron que posee el cráneo muy raro de un
grupo de mamíferos totalmente extinto, los astrapoterios. Se trata de un
grupo de mamíferos herbívoros parecidos a un tapir o un jabalí
aunque de tamaño gigante que solo se desarrollaron en el sur de
América del Sur y en Antártida. "Algunos fueron tan grandes como un
rinoceronte actual, con unos 4.000 kilos de peso", reconocieron.
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Alejandro Kramarz,
paleontólogo del Conicet y autor principal del trabajo, describió
que el cráneo es diferente al de otros mamíferos, con grandes
colmillos proyectados hacia delante como un elefante. "Los espacios
donde se ubicaban los ojos poseían una amplia zona abierta por
detrás, dando una apariencia muy particular. Se supone que tenían
una trompa corta y flexible", indicó. La nueva especie
representa uno de los hallazgos de los últimos astrapoterios que
vivieron en Patagonia antes de su extinción hace 15 millones de
años. |
El nombre genérico
Astrapotherium significa "bestia de luz " pero recibió el nombre
específico "guillei" en homenaje a Guillermo Aguirrezabala, un
técnico del Conicet oriundo de Comallo que realizó la limpieza,
preparación y extracción del fósil. Este paleontólogo también halló
el esqueleto del terrible ave carnívora "Kelenken", cuando apenas
tenía 13 años. Fuente Diario Rio Negro.
Encontraron el cráneo completo de Najash rionegrina, una serpiente
con patas del cretácico de Río Negro.
Un grupo de investigadores liderado por
integrantes del CONICET halló cráneos y esqueletos con patas de
serpientes del género Najash provenientes de rocas del Cretácico
Superior, es decir, de aproximadamente 95 millones de años de
antigüedad. El descubrimiento, que acaba de publicarse en la
revista Science Advances, permite echar luz sobre polémicas que
existían desde hacía tiempo en la comunidad científica respecto a
los cambios anatómicos que tuvieron las serpientes hasta llegar a
ser como son actualmente, ya que, hasta el momento, existían pocos
fósiles tan completos y bien preservados que permitieran estudiar su
evolución.
Los nuevos fósiles fueron hallados a partir del
año 2013 en varias localidades dentro del Área Paleontológica de La
Buitrera en Río Negro, que antaño fue una extensa zona desértica de
dunas de arena, con parches de lagos efímeros. En esta área suelen
encontrarse restos de pequeños y medianos animales del período
Cretácico –mamíferos, lagartijas, cocodrilos-, y ya se habían
hallado restos importantes de serpientes, aunque pocos materiales
del cráneo. “Hasta el momento se habían estudiado vértebras,
cintura, miembros posteriores y partes de la mandíbula, pero
los ejemplares con cráneo eran muy escasos.
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Como son huesos muy delicados, difícilmente
se preservan, por lo que prácticamente no se tenía hasta
ahora un cráneo articulado de esta época como el que
encontramos, que nos permitiera estudiar e interpretar la
anatomía de una serpiente fósil en tanto detalle”,
explica Fernando Garberoglio, becario doctoral del CONICET, de la Fundación de
Historia Natural Félix de Azara y primer autor del paper.
<<<Cráneo y mandíbula del
género Najash. |
El hallazgo de este cráneo–que fue reconstruido
por los investigadores casi de manera completa en base a técnicas de
tomografía computada, a partir del que lograron un modelo del cráneo
en 3D- permitió a los científicos develar otras incógnitas que
permanecían en debate alrededor del origen de las serpientes y las
transformaciones que dieron lugar a como son hoy.
“Con estos fósiles pudimos despejar, por
ejemplo, que hubo un linaje de serpientes antiguas, que hoy en día
están extintas, que habitaron los continentes del hemisferio sur, en
la zona conocida como Gondwana”, apunta Garberoglio al respecto, y
precisa que “eran serpientes terrestres, de cuerpo y de boca grande
y con miembros posteriores bastante desarrollados, que comparten un
ancestro común con las serpientes modernas, lo cual nos indica que
las mismas no provienen de formas de cuerpo y boca pequeña y hábitos
subterráneos como se suponía, sino que el ancestro común era de este
tipo.
Además, pudimos inferir que las serpientes mantuvieron los
miembros posteriores durante un período de tiempo bastante extenso,
en una etapa previa al origen de los grupos modernos, que si bien
retienen algunos vestigios de los miembros posteriores, la mayoría
ya no los tiene. Esto demuestra que el tiempo en el que las
serpientes retuvieron los miembros posteriores no fue solo una fase
intermedia como se creía”.
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Y continúa: “Lo que nos informan estos fósiles
y los análisis evolutivos que realizamos a partir de ellos es que
aparentemente los miembros anteriores se perdieron tempranamente en
la historia evolutiva de las serpientes, mientras que los miembros
posteriores se mantuvieron durante un tiempo considerable hasta que
se redujeron drásticamente en una etapa cercana al origen de las
formas modernas”.
<<<Restos tipo del género Najash. |
Para finalizar, Garberoglio detalló que
“también existía un debate sobre si las serpientes tienen o no
tienen el hueso yugal, que es un hueso que se ubica por debajo del
ojo en los lagartos, formando el pómulo. Justamente, con este fósil
pudimos demostrar que el yugal efectivamente está presente en las
serpientes. Aunque generalmente los lagartos lo tienen mucho más
desarrollado, en el cráneo de esta serpiente fósil podemos observar
que el yugal está presente y casi en el mismo grado, mientras que
las serpientes actuales lo tienen pero mucho más reducido”. Fuente
Conicet.
Anthropornis grandis, un pingüino gigante fósil hallado en la
Antártida.
Se encontró el cráneo casi
completo, parte de la mandíbula y otros restos fósiles de un
pingüino gigante de 35 millones de años de antigüedad. Con este
nuevo hallazgo en la Antártida, se pudo estudiar cómo era su
musculatura y los movimientos que podía realizar para cazar.
La doctora Carolina Acosta
Hospitaleche, investigadora del Museo de La Plata y del CONICET,
comentó a la Agencia CTyS-UNLaM que “es la primera vez que conocemos
el cráneo y la mandíbula del Anthropornis grandis y, además, es la
primera vez que se puede asignar un cráneo hallado en la Antártida a
una especie determinada”.
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El nombre de esta bestia gigante
significa hombre-pájaro: “La especie fue nominada en 1905 y, si bien
en aquel entonces solo se conocían restos muy aislados, ya veían que
sus huesos eran mucho más grandes que los pingüinos actuales y que
podían tener un tamaño semejante a una persona”, relató la autora
principal del estudio publicado recientemente en la revista
científica Comptes Rendus Palevol.
<<<Ilustrativo. Humero de Anthropornis
exhibido en el Muse Argentino de Ciencias Naturales de
Buenos Aires. |
Más de un siglo después, con la
identificación del primer cráneo de estos pingüinos que alcanzaban
los 1.70 metros de estatura, se inició un estudio muy detallado. “A
partir del análisis de sus inserciones musculares y de los
movimientos que podría haber hecho, se estima que este animal habría
usado su largo pico para arponear a sus presas, atravesándolas”,
contó Acosta Hospitaleche.
El largo del pico sería indicativo
de que este pingüino gigante se alimentaba de peces, los cuales
habrían sido las principales víctimas de sus arponazos. Previamente, se habían encontrado
cráneos aislados de pingüinos gigantes en la Antártida, pero nunca
se los había podido asignar a una especie. En esta ocasión, se pudo
reconocer que dicho cráneo y mandíbula pertenecían a un Anthropornis
por las características del tarso y metatarso de su pata izquierda.
“Es la primera vez que se logra
identificar un cráneo a una especie en la Antártida, por lo que es
un punto de partida y nos da un parámetro comparativo para los demás
materiales”, aseveró la especialista en el estudio de pingüinos
fósiles. La doctora Acosta Hospitaleche
precisó: “No solo describimos los restos encontrados, sino que
también realizamos estudios paleoneurológicos para ver qué áreas del
cerebro de este animal tenían un mayor desarrollo proporcional y,
por lo tanto, qué habilidades habría tenido más desarrolladas”. “Analizamos las inserciones
musculares, ya que de esa manera se puede estudiar la biomecánica,
los tipos de movimientos que podía realizar, como así también la
fuerza con la que podían efectuarlos”, agregó.
Este hallazgo se produjo durante
la campaña antártica de 2014. El doctor Marcelo Reguero del
Instituto Antártico Argentino mencionó a la Agencia CTyS-UNLaM que
“el Instituto Antártico Argentino convoca anualmente a
investigadores argentinos de otras instituciones a participar en
proyectos incluidos en el Plan Anual Antártico”.
 |
“Paleontólogos participan en las
campañas de verano y acampan en diferentes islas del noreste de la
Península Antártica”, indicó Reguero. Y añadió: “En este marco, se
produjo el descubrimiento de los restos de este ejemplar de
Anthropornis en la Isla Marambio”
<<<Posible aspecto del
pingüino arponero gigante Anthropornis. |
Del estudio del primer cráneo
identificado de este “hombre-pájaro”, también participaron las
doctoras Nadia Haidr de la Unidad Ejecutora Lillo (FML-CONICET) y
Ariana Paulina-Carabajal del Instituto de Investigaciones en
Biodiversidad y Medioambiente (INIBIOMA-CONICET).
La especialista Acosta
Hospitaleche afirmó que, para lograr una mayor precisión en el
análisis, también se han hecho estudios de retrodeformación:
“Escaneamos tridimensionalmente los fósiles en el Museo de La Plata,
para posteriormente revertir la deformación que han sufrido estos
materiales desde que falleció el espécimen hace 35 millones de
años”.
De esa manera, al revertir la
deformación, se pudo tener una idea mucho más ajustada de la
anatomía craneana del animal y, por consiguiente, de su anatomía
cerebral y de sus inserciones musculares.
A comienzos del siglo XX y durante
muchos años, los científicos consideraron que los Anthropornis eran
los pingüinos más grandes de la historia evolutiva. Pero,
posteriormente, se descubrió otro género que superaba ampliamente la
estatura humana promedio, los Palaeeudyptes, los cuales medían más
de dos metros de altura.
 |
El ejemplar más grande del que se
tiene registro en el mundo hasta la actualidad, justamente, fue dado
a conocer por Acosta Hospitaleche en 2010. Se estima que esa bestia
colosal de la Antártida medía alrededor de 2,30 y que habrá sido una
especie de rey entre la gran diversidad de pingüinos que habitaban
la costa este de la Isla Marambio durante el Eoceno medio.
<<<Fósiles de pingüinos.
Ilustrativo. |
En aquel entonces, no solo había
pingüinos gigantescos, sino también otros muy pequeños, incluso más
chicos que los que habitan el Planeta en la actualidad. Tal es el
caso de la especie Aprosdokitos mikrotero (inesperado minúsculo),
también dada a conocer por la investigadora del MLP y del CONICET.
Aprosdokitos era el liliputiense
entre los pingüinos. Apenas alcanzaba los 35 centímetros en posición
erguida, pero ello no le impedía convivir con gigantes de más de dos
metros y con los temerarios “hombres-pájaros” que se destacaban por
la robustez de sus cuerpos y por ser capaces de atravesar a los
peces con su pico como si fuese un arpón.
Hallan fósil
de un Felino Ocelote en el Pleistoceno de Corrientes.
En el marco de
exploraciones paleontológicas en la Formación Toropí/Yupoí, en la
provincia de Corrientes, investigadores del Centro de Ecología
Aplicada del Litoral (CECOAL, UNNE-CONICET) identificaron restos
fósiles de un ejemplar de “ocelote”. Es el tercer registro de félido
en ese sitio paleontológico, y el primer registro fósil de la
especie “Leopardus pardalis” del Pleistoceno Tardío
para la Mesopotamia argentina.
La Formación
Toropí/Yupoí (aproximadamente 52-38 miles de años antes del
presente) es una de las unidades fosilíferas más ampliamente
distribuida en la provincia de Corrientes, contando con una
importante diversidad de vertebrados, 45 taxones reconocidos hasta
el momento, dentro de los cuales predominan ampliamente grandes
mamíferos herbívoros.
Sin embargo, el
sitio exhibe un escaso registro de carnívoros, que se limita a
materiales pobremente preservados correspondientes a un cánido no
identificado y a dos félidos: Panthera onca (Linnaeus,
1758) o “Yaguareté” y Smilodon populator (Lund, 1842)
o “Tigre dientes de sable”.
Recientes
trabajos de exploración en la Formación Toropí/Yupoí dieron como
resultado el hallazgo de una hemimandíbula derecha y un fragmento de
maxilar izquierdo, los cuales se interpretaron como correspondientes
al mismo ejemplar.
|
 |
Ante el hallazgo,
investigadores del Centro de Ecología Aplicada del Litoral (CECOAL,
UNNE-CONICET) y de la Facultad de Ciencias Exactas y
Naturales y Agrimensura de la UNNE (FaCENA) pusieron en
marcha un proyecto para describir y asignar taxonómicamente
el ejemplar. Según las observaciones, el tamaño de la
mandíbula se encuentra dentro del rango de variación de
Leopardus Gray, 1842, siendo considerablemente
menor que otros géneros como Puma Linnaeus, 1771 y
Panthera Linnaeus, 1758.
<<<Esqueleto
de felino. Ilustrativo. |
En tanto, la
morfología dentaria y de la mandíbula también remite a este género,
difiriendo de otros géneros como Herpailurus, en que
la rama horizontal tiene una altura uniforme y es robusta en su
extremo anterior.
“Los estudios
confirmaron que se trata de un ejemplar de Leopardus pardalis
Linnaeus, 1758” comentó la licenciada Cecilia Méndez, becaria
doctoral del CECOAL (UNNE-CONICET), quien desarrolla su tesis
doctoral sobre la tafonomía de vertebrados de la Formación Toropí/Yupoí.
En el trabajo
colaboraron los investigadores Alfredo Zurita, Ángel Miño Boilini,
Carlos Luna y Pedro Cuaranta, del CECOAL y FaCENA-UNNE, así como el
Dr. Francisco Prevosti del CRILAR (Centro Regional de
Investigaciones Científicas y Transferencia Tecnológica de La
Rioja).
La Lic. Méndez
explicó que el ejemplar de “ocelote” identificado representa el
tercer registro fósil de félido (un grupo de mamíferos carnívoros)
para la Formación Toropí/Yupoí en casi cuarenta años de estudios en
ese sitio de creciente interés paleontológico y cultural.
|
 |
Pero
además el hallazgo representa el primer registro de la
especie Leopardus pardalis u “ocelote” para el
periodo del Pleistoceno Tardío de la región Mesopotámica de
Argentina. El Pleistoceno Tardío es una división de la
escala temporal geológica que pertenece al período
Cuaternario, y que finalizó aproximadamente hace 10.000
antes del presente.
<<<Aspecto actual del Ocelote
del genero Leopardus sp. |
La licenciada
detalló que las especies de este género se encuentran adaptadas a
diferentes hábitats, que van desde la Cordillera de los Andes hasta
las sabanas húmedas del Pantanal en Brasil. Resaltó en ese aspecto
que el hallazgo contribuye a seguir aportando al conocimiento de la
Formación Toropí/Yupoí y sobre los vertebrados del Pleistoceno
Tardío de las provincias de la región.
El hallazgo del
ejemplar de Leopardus pardalis se enmarca en las
líneas de investigación desarrolladas por integrantes del
“Laboratorio de Paleontología y Paleoambientes del Neógeno y del
Cuaternario” del CECOAL (UNNE-CONICET) y del “Grupo de Investigación
en Paleontología de Vertebrados” de la Facultad de Ciencias Exactas
y Naturales y Agrimensura de la UNNE.
Revelan una nueva forma
de “armadura flexible” que tenían los perezosos prehistóricos
gigantes
El equipo del Museo Paleontológico de San Pedro
halló 136 huesillos dérmicos de un perezoso gigante de más de 500
mil años de antigüedad. Esta “armadura” estaba incorporada al cuero
de estos animales y les servía de protección frente a los
depredadores.
El director Museo Paleontológico de San Pedro
José Luis Aguilar comentó a la Agencia CTyS-UNLaM que “estos
huesitos llamados osteodermos estaban incorporados a la piel de
estos animales, por todo el cuerpo, y tienen una forma que era
desconocida hasta ahora”.
Los perezosos gigantes poseían este sistema de
defensa embebido en la piel como protección ante los posibles
ataques de los tigres dientes de sable, los osos gigantes, pumas y
unos perros salvajes llamados Theriodictis, entre otros carnívoros. “Estos huesitos que encontramos son
octaédricos, como si fueran dos pirámides unidas por su base”,
describió Aguilar. Y agregó: “Entre los más de 130 osteodermos
hallados, las medidas van desde 3 milímetros hasta unos 13
milímetros de largo”.
 |
“La presencia de osteodermos en los perezosos
gigantes se conoce hace tiempo, aunque no hay muchos registros para
una antigüedad superior a los 500 mil años y es la primera vez que
se encuentran con una estructura bipiramidal”, aseveró el director
sobre los huesitos hallados en Campo Spósito, un yacimiento ubicado
a 12 kilómetros de la ciudad de San Pedro.
<<<Aspecto de los
milodontidos. |
El estudio científico sobre esta nueva forma de
“armadura flexible” fue publicado recientemente en la revista
Journal of South American Earth Sciences y está firmado por los
doctores Luciano Brambilla de la Universidad de Rosario y del
CONICET, Augusto Haro de la Universidad Nacional de Córdoba, Marcelo
Toledo del Instituto de Geociencias de Buenos Aires y el director
del Museo de San Pedro José Luis Aguilar.
El investigador Luciano Brambilla precisó que
“como la forma externa de los huesos de la piel de este antiguo
perezoso es tan particular a simple vista, también estudiamos la
estructura interna a nivel microscópico”. “Cortamos finas láminas a partir de algunos de
los huesitos bipiramidales y descubrimos que el patrón de fibras
observado en estos osteodermos era muy denso y novedoso, algo que
también ayuda a caracterizar a estos pequeños elementos”, analizó.
El paleontólogo aseveró que “es un enigma aún
por responder a qué especie pertenecieron estos osteodermos, porque
en las colecciones nada se les parece y es relativamente poco el
conocimiento que tenemos sobre perezosos de tanta antigüedad como
los que se encuentran en los yacimientos de San Pedro”. Hasta el momento, se conocían estructuras con
un patrón globoso, casi sin irregularidades, propias de los
milodontes, mientras que los osteodermos de los glosoterios tenían
una forma aplanada, arriñonada.
Al respecto, Aguilar observó que “con este
descubrimiento, se refuerza la idea propuesta por el Museo
Paleontológico de San Pedro de que los distintos géneros de estos
grandes mamíferos fósiles poseían osteodermos con patrones
diferentes”. Según contó Aguilar, “así como los
gliptodontes (armadillos gigantes) evolucionaron hasta que toda la
piel se transformó en una coraza para protegerse de los
depredadores, los perezosos desarrollaron esta masa intermedia que
era flexible, porque todos estos osteodermos, estos huesitos, se
desarrollaban en el interior de la piel”.
“Estos animales tenían una piel, un cuero de
unos dos centímetros de espesor, en la que un grupo de células
comenzaban a endurecerse hasta desarrollar fibras duras y se
transformaban en una de estas tantas bolitas que encontramos; eran
parte de su piel”, relató. De esa forma, animales como los milodontes o
los glosoterios, lograban disminuir las heridas provocadas por sus
atacantes. "Después de casi 200 años de paleontología argentina,
este hallazgo introduce una novedad inesperada a la hora de analizar
a ciertos géneros de perezosos prehistóricos", destacó Aguilar a la
Agencia CTyS-UNLaM.
Este nuevo descubrimiento de osteodermos con
forma romboidal se produjo a unos 170 kilómetros de la Ciudad de
Buenos Aires, en un área de barrancas y cortadas naturales que ya ha
aportado numerosos e importantes fósiles a la colección del Museo de
San Pedro. Fuente; Museo Palontologico de San Pedro.
Encuentran por casualidad restos fósiles
de un oso prehistorico Arctotherium en La Plata.
Otra sorpresa en una obra en construcción:
operarios que trabajaban en un terreno de 2 y 72, cerca del centro
de La Plata encontraron un resto fósil que pertenecería a un oso
"rostro corto", que vivió en estas tierras hasta por lo menos hace
10 mil años.
Se trata de una pieza de poco más de medio
metro que correspondería con el húmero del animal omnívoro que
habitó la zona de la pampa bonaerense en el pleistoceno.
Los trabajadores removían tierra que llegó
desde una cantera ubicada en la zona del Barrio Aeropuerto (a 15
kilómetros del centro de la ciudad) cuando hallaron el hueso
fosilizado.
|
 |
"En buena parte del subsuelo de la región
pampeana se pueden encontrar muchos fósiles. Esto abarca provincia
de Buenos Aires, sur de Santa Fe, Entre Ríos y La Pampa. Pero la
importancia de este hallazgo es que se trata de un animal que no era
muy abundante", dijo a Clarín el docente e investigador de la
facultad de Ciencias Naturales y Museo de La Plata, Leopoldo
Soibelzón.
El oso "Actotherium" era una especie de entre
400 y 1.500 kilos; y unos 3 metros de altura que vivió en esta
región entre un millón de años atrás y los de 10 mil años. "Formaban
parte de la pirámide del sistema. Eran predadores tope, por eso su
presencia entre las especies era menos frecuente", explicó
Soibelzón, quien se especializa en animales prehistóricos de la zona
de América del Sur y trabaja también para el Conicet.
<<<Esqueleto ilustrativo de MACN>>> |
José Aguirre, uno de los obreros que encontró
el hueso, se encargó de llevarlo hasta el Museo de Ciencias
Naturales de la UNLP, donde funciona la facultad y los centros de
investigación. "Los profesores estaban contentos y nos dijeron sobre
la importancia de dar a conocer estas cosas", dijo el hombre en
declaraciones que difunde el portal 0221.com.ar.
Esto ocurrió a fines de la semana pasada. Ahora
las piezas del animal están sometidas a estudios y análisis en el
área de Paleontología del Museo. Al enorme hueso lo sacaron de una tosca. Se
trata de un húmero de 60 centímetros de largo. "Aunque no están
terminados los estudios podemos afirmar que se trata de un individuo
adulto, de mediana estatura, probablemente una hembra", anticipó el
investigador.
A fines de julio pasado un vecino de Berisso halló
en el patio de su casa los restos de un mastodonte, mientras
trabajaban obreros en una refacción. También en ese caso la tierra
provenía de la cantera del Barrio Aeropuerto.
Soibelzón aclaró que los primeros registros del
oso rostro corto data de un millón de años y que los ejemplares
desaparecieron en la gran extinción que afectó a los mamíferos de
gran tamaño. Esto fue al mismo tiempo que desaparece la gran fauna,
sobre el final de la glaciación que provocó un fuerte cambio
climático y también coincidió con la aparición del hombre en la
región de América. Fuente, Clarin.
Se inauguro el nuevo Museo de
Ciencias Naturales de Miramar.
Quedo inaugurado formalmente el Museo de Ciencias
Naturales de la localidad bonaerense de Miramar, por medio de un
convenio entre el Municipio de General Alvarado y la Fundación Azara.
Miramar – En horas del mediodía del día viernes, con presencia de
autoridades municipales, miembros de la Fundación Azara de historia
natural, personal del museo, miembros de la Asociación de Amigos y
público en general, quedo inaugurado el flamante Museo de Ciencias
Naturales de Miramar.
La nueva institución, debe su origen al anterior museo, el cual
contenía exhibiciones de ciencias naturales e historia local. Pero
la necesidad de fundar un nuevo museo que coleccionara, estudiara y
exponga las riquezas naturales de la región tiene vieja data. Los
hallazgos paleontológicos y biológicos, sumado a la importante
presencia en medios de comunicación de todo el mundo, logro que el
municipio local y la fundación científica, firmaran en febrero de
este año, un convenio para crear en conjunto esta institución
 |
La idea de abrirlo al público en esta fecha, es por el 131º
aniversario de la ciudad. El edificio que fue destinado para
este proyecto, incluyó el arreglo y adaptación de techos,
paredes, electricidad y pintura entre otros trabajos, para
poner en valor la antigua “Casa de Huéspedes”, situada en
el acceso al vivero dunícola “Florentino Ameghino”, un
magnifico bosque artificial de unas 502 hectáreas.
<<<Fachada del nuevo Museo de
Ciencias Naturales de Miramar. |
Esta enorme casona de la década del “30”, fue adaptada para tal fin.
En ella se prepararon ocho salas de exhibiciones, que incluyen
grandes esqueletos de megafauna prehistórica, fósiles regionales,
historia del “Hombre de Miramar” basado en antiguas hipótesis de los
hermanos Ameghino, arqueología local, exhibición marina entre otras.
Además de modernos laboratorios de preparación y estudio, oficinas,
depósitos de colecciones entre otros, citaron las fuentes.
El edificio del nuevo Museo de Ciencias Naturales, está rodeado de
un magnifico parque, que incluye además criaturas de tamaño natural,
como los extintos gliptodontes o tigres dientes de sable, o
criaturas marinas como el calamar gigante o la tortuga laúd, y otros
para ir descubriendo en el paseo.
|
 |
En el evento estuvo encabezado por el
Intendente Municipal, Germán Di Cesare y por el Presidente
de la Fundación Azara, Adrián Giacchino, quienes estuvieron
acompañados por investigadores del Museo de La Plata,
investigadores del CONICET, Universidad Nacional de la
Plata, Dr. Eduardo Toni, Dr. Mariano Bonomo; Universidad
Nacional de Mar del Plata, Dr. Ricardo Bastidas y Carlos
Quintana, miembros de la Universidad Maimonides, Miembros de
la Fundación Azara; Director del Museo , Museólogo Daniel
Boh y Funcionarios Municipales. |
Además de las emotivas palabras del Intendente local German Di
Cesare, y del Presidente de la Fundación Azara, Adrián Giacchino, se
procedió a un reconocimiento público y merecido a Daniel Boh y
Mariano Magnussen, como miembros fundadores del nuevo museo.
El diente de sable que dio origen al Museo.
El fortuito hallazgo de huellas fósiles únicas en el mundo de un
gran tigre dientes de sable (posteriormente denominado
Felipeda miramarensis, en honor a la ciudad), encontradas
cerca del muelle de pescadores por Mariano Magnussen en 2015, fueron
recuperados y estudiado en conjunto con Daniel Boh, y científicos de
la Fundación Azara, Universidad Maimónides, Museo Argentino de
Ciencias Naturales y Conicet, fue el detonante para que autoridades
locales pusieran en valor el antiguo chalet abandonado, y se
convirtiera en un moderno museo dedicado únicamente a las ciencias
naturales.
Más reconocimientos.
La Fundación Azara y la Universidad Maimónides, decidieron en
conjunto que las salas llevaron los nombres de distinguidos
investigadores y científicos de reconocimiento internacional, que
basaron sus estudios y descubrimientos en las inmediaciones de la
ciudad de Miramar. Entre ellos, los ya fallecidos Osvaldo Reig y
Rosendo Pascual, como así también, al Doctor Eduardo Tonni, que
estuvo presente en el acto.
El Nuevo Museo.
Originado de anteriores colecciones, tuvo gran auge en los últimos
años por magníficos aportes a la paleontología y a la biología
marina. El museo posee una gran cantidad de restos fósiles locales
(de los últimos 4 millones de años) y otros colectados en distintas
partes del país. Además de una importante cantidad de restos
marinos, que van desde pequeñas criaturas a grandes ballenas, restos
arqueológicos de antiguos grupos humanos entre otras colecciones,
que conforman miles de piezas, de las cuales se tomaron las más
pedagógicas para conformar las muestras exhibidas.
Fundación Azara
Las investigaciones realizadas los últimos 18 años por la Fundación
Azara aportaron más de 100 especies nuevas para la ciencia, tanto
fósiles como vivientes. En sus colecciones científicas, abiertas a
la consulta de investigadores de todo el mundo, se atesoran más de
200.000 objetos de geología, paleontología, botánica, zoología,
arqueología y etnografía. Unos 300.000 jóvenes participaron de sus
diferentes actividades educativas (talleres, charlas, visitas
guiadas, clubes de ciencias) y las exhibiciones itinerantes fueron
visitadas por más de 5.000.000 de personas en más de una veintena de
países. Además gestiona varias instituciones del país.
Conocer mas en
www.museodemiramar.com.ar
Científicos ingleses logran armar el
cráneo de megaterio que Darwin se llevó de Punta Alta.
Los 2 paleontólogos que la semana pasada
visitaron nuestra ciudad encontraron las dos mitades e hicieron un
modelo 3D de uno de los fósiles que disparó la teoría de la
evolución.
Científicos del Museo de Historia Natural de
Londres juntaron por primera vez las dos mitades del cráneo de un
megaterio que Charles Darwin recolectó en 1832 en un médano de Punta
Alta. El naturalista inglés visitó nuestras costas en una
expedición de 5 años a bordo del HMS “Beagle”. Acá, juntó diversos
fósiles que se cree dieron el puntapié inicial para el desarrollo de
su famosa teoría de las especies.
 |
Entre ellos se encuentran los fósiles del
megaterio, un perezoso gigante del tamaño de un elefante, que habitó
nuestro territorio hace más de 10.000 años y del que no se tenía
conocimiento en el mundo de la ciencia de ese entonces. En los
últimos meses, esos fósiles fueron llevados finalmente al Museo de
Historia Natural de Londres para ser escaneados en 3D, como parte de
un programa de digitalización.
La tarea no fue fácil, puesto que
paleontólogos encargados del trabajo, Pip Brewer y Adrian Lister,
tuvieron que hacer un trabajo de detectives para dar con todas las
piezas de la colección de Darwin. |
Es así que a la mitad faltante del cráneo del
megaterio de Darwin lograron encontrarla en la antigua casa del
naturalista inglés. "Estuvimos tratando de documentar cada
espécimen, de entender de dónde vino e incluso determinar si
definitivamente fue uno de los de Darwin— dijo la paleontóloga en
una nota publicada en el sitio web del MHN—. Curiosamente, nadie
había hecho eso antes. Considerando el papel fundamental que estos
fósiles probablemente jugaron al sentar las bases de la teoría de la
evolución de Darwin, esto es sorprendente.”
“Escanear los delicados fósiles ayuda a
preservarlos para futuras investigaciones. Tener un sustituto
digital no solo reduce el manejo, sino que también brinda acceso a
las personas de todo el mundo, ya sean investigadores que quieran
estudiarlos o al público que simplemente esté interesado y quiera
verlos", explicaron los científicos. La semana pasada, Brewer y
Lister visitaron Punta Alta, conocieron el Museo Municipal de
Ciencias Naturales Carlos Darwin y recorrieron los sitios dentro de
la Base Naval Puerto Belgrano donde el naturalista inglés recolectó
algunos de los fósiles.
Además, dieron una charla en el Teatro Colón,
en el marco de las celebraciones por “El mes de Darwin en Punta
Alta”.Fueron recibidos por el intendente Mariano Uset, la geóloga
Teresa Manera (quien trabajó para conservar las huellas de megaterio
y otras especies prehistóricas en Pehuen Co) y el director del
Archivo Histórico Municipal, Luciano Izarra.
“Venir después de muchos años estudiando a
Darwin es para mí como visitar La Meca. Es una sensación muy
especial y emocionante porque las cosas que Darwin encontró aquí
fueron muy importantes para el desarrollo de su teoría —dijo Lister
en una rueda de prensa—. Ustedes tienen aquí un museo con los
fósiles y las explicaciones en el mismo lugar donde fueron
encontrados. La gente de este lugar y los visitantes deben valorizar
la gran importancia de este lugar, porque es fantástico.”
 |
“Es absolutamente
fantástico estar en este lugar. Cuando vine la primera vez
no sabía de la existencia de este museo y fue fantástico
encontrarme con los fósiles de todos estos animales, de los
cuáles hemos leído o solo habíamos visto pequeños
fragmentos. En nuestro Museo de Londres, donde se exhiben
muchos de los fragmentos de fósiles que Darwin llevó desde
Punta Alta, la gente se muestra muy entusiasmada al
verlos. Ustedes deberían estar muy orgullosos de este lugar
y de lo que ha contribuido a la ciencia”, agregó la
paleontóloga Brewer.
<<<Esqueleto de
Megatherium. Ilustrativo. |
Por su parte, Manera contó que “cuando en auto
veníamos por la ruta entrando a la ciudad, Adrian y Pip se
emocionaron al ver el cartel que decía Punta Alta. No nos damos
cuenta aún de la importancia que tienen para la historia de la
ciencia esos hallazgos de Darwin, hace más de 180 años, que fueron
los disparadores de su teoría que hoy es la base de la biología
moderna”.
Como regalo, los científicos
británicos entregaron al Museo Carlos Darwin una réplica exacta de
la mandíbula de un milodón, otro tipo de perezoso gigante extinto
que el científico británico recogió de nuestras costas y que hoy se
exhibe en Londres. (La Nueva.)
Colossosaurios, una nueva familia de dinosaurios a partir de fósiles
mendocinos.
Se trata de los Colossosaurios, una categoría
que agrupa a los vertebrados más grandes de toda la historia de la
evolución.
Un grupo de científicos mendocinos, junto a
colegas de Estados Unidos y Brasil, presentaron un estudio donde dan
a conocer a todo el mundo una nueva familia de dinosaurios
denominada 'Colossosauria' a través de la cual agrupan a los
vertebrados más grandes que habitaron el planeta.
 |
La nueva categoría fue desarrollada por un
grupo de especialistas pertenecientes al Laboratorio y Museo de
Dinosaurios de la facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la
UNCUYO, quienes trabajaron bajo la coordinación del doctor Bernardo
González Riga, docente investigador y director del museo. El
descubrimiento del nuevo linaje permite la agrupación de varias
especies halladas en distintas partes del mundo y sobre todo a los
cuatro colosos argentinos: Notocolossus, Patagotitan,
Argentinosaurus y Puertasaurus. |
El trabajo científico fue publicado en julio de
este año en la prestigiosa revista Annais da Academia Brasileira de
Ciencias. En ella se da cuenta que a través de diversos análisis
anatómicos comparativos de restos fósiles, más el empleo de un
software -llamado programa TNT- se pudo procesar cientos de datos
para obtener hipótesis filogenéticas de parentesco en forma de
'árboles' basados en caracteres compartidos.
Consultado por Los Andes sobre la importancia
de la nueva clasificación, Bernardo Gonzalez Riga explicó que la
diferencia entre descubrir una especie y una familia: "Hay dos tipos
de hallazgos; uno puede ser localizar restos y el otro es tomar esos
restos y realizar en ellos análisis anatómicos muy detallados. Esto
es lo que ocurrió con más de 400 fósiles de titanosaurios, cuyas
características fueron procesadas por un software que permitió
llegar a la conclusión de que estábamos ante una nueva familia a la
que se la llamó Colossosaurios".
 |
Consultado por Los Andes sobre la importancia
de la nueva clasificación, Bernardo Gonzalez Riga explicó que la
diferencia entre descubrir una especie y una familia: "Hay dos tipos
de hallazgos; uno puede ser localizar restos y el otro es tomar esos
restos y realizar en ellos análisis anatómicos muy detallados. Esto
es lo que ocurrió con más de 400 fósiles de titanosaurios, cuyas
características fueron procesadas por un software que permitió
llegar a la conclusión de que estábamos ante una nueva familia a la
que se la llamó Colossosaurios".
|
Así mismo el científico destacó que el avance
en el conocimiento de una nueva familia "tiene más impacto que
descubrir una especie, porque posibilita agrupar a varios tipos.
Esta categorización agrupa ahora a los más grandes del mundo. El
aporte radica en sintetizar el conocimiento anatómico que se tiene
de los saurópodos titanosaurios, haciendo especial énfasis en su
estudio filogenético, es decir en los parentescos".
González Riga detalló en este sentido uno de
las características principales entre los integrantes de la nueva
categoría estuvo dada por la anatomía ósea: "Son animales cuyos
cuellos estaban entre 10 y 12 metros de largo y presentaban cabezas
pequeña. Además tenían un saco aéreo para respirar y su metabolismo
era más rápido, como el de las aves, y no tanto como reptiles"
"Su reproducción estaba dada mediante huevos y
tenían un metabolismo elevado, además de que su tasa de crecimiento
era rapidísima. Todos ellos eran herbívoros y sus dientes estaban
adaptados para tomar los alimentos y arrastrarlos hacia su interior
sin ser masticados. En este sentido sus masas corporales máximas
tuvieron entre 50 a 70 toneladas", destacó.
Nothrotheriops, un perezoso extinto de Norteamérica aparece en
el registro fósil de la provincia de Santa Fe.
El resultado de esta novedosa
investigación para la Paleontología de Argentina corresponde al
hallazgo fósil -un fémur- de un perezoso norteamericano en la Pcia.
de Santa Fe, cuya existencia se desconocía en América del Sur para
el período Cuaternario.
Este interesante descubrimiento
corresponde al hallazgo fósil de un perezoso norteamericano en
Argentina que realizó el Laboratorio de Paleontología de Vertebrados
del CICYTTP, sito en Diamante (E.R.). Dicho hallazgo está muy bien
representado por los registros fósiles que los científicos han dado
a conocer en la provincia de Santa Fe.
Los investigadores del Centro de
Investigación Científica y de Transferencia Tecnológica a la
Producción y de la Universidad Autónoma de Entre Ríos lograron
identificar un género de perezoso fósil -principalmente registrado
en América del Norte- en sedimentos del Cuaternario de la provincia
de Santa Fe. La investigación, recientemente publicada en la revista
científica internacional “BOREAS: An International Journal of
Quaternary Research”, corresponde a resultados obtenidos durante
estudios de postgrado realizados por uno de los investigadores.
 |
El hallazgo consiste en un fémur
referido al género Nothrotheriops y el ejemplar fue hallado en las
barrancas del río Salado del norte, en sedimentos que tienen una
edad aproximada de 90.000 años antes del presente. Se lo encontró en
inmediaciones de la localidad de Llambi Campbell,
comuna del Departamento La Capital (Pcia. de Santa Fe), en cuyo
Museo Comunal “Río Salado” fue depositado. La aproximación para
conocer la antigüedad de los afloramientos portadores del perezoso
fue posible gracias al aporte de distintas instituciones nacionales
y provinciales tales como FICH (UNL), FCyT-UADER y CICYTTP. |
Cabe señalar que el género Nothrotheriops estuvo
ampliamente distribuido durante el Cuaternario de América del Norte,
y durante el evento conocido como Gran Intercambio Biótico Americano
resultaría que Nothrotheriops procedente de Estados Unidos y México
se habría dispersado, junto con otros mamíferos, hacia América del
Sur. Fuente Conicet. Imágenes ilustrativas.
Descubren el ADN más antiguo de un parásito en heces fosilizadas de
un carnívoro del Pleistoceno de Catamarca.
El estudio de un coprolito (heces fosilizadas)
de un puma descubierto en el refugio paleontológico y arqueológico
de Peñas de las Trampas, en la provincia de Catamarca (Argentina),
ha revelado el ADN más antiguo de un parásito, con una edad de entre
16.570 y 17.000 años.
Este material genético pertenece a unos huevos
de la lombriz Toxascaris leonina, una especie que todavía es común
encontrar en los sistemas digestivos de gatos, perros y zorros,
según explica a Sinc la bióloga Romina Petrigh, de la Universidad
Nacional del Mar de Plata (Argentina).
Petrigh, junto a Martín Fugassa, lidera el
equipo multidisciplinar del Consejo Nacional de Investigaciones
Científicas y Técnicas (CONICET) que ha llevado a cabo esta
investigación, publicada en el último número de la revista
Parasitology.
En ella, se utilizaron análisis de ADN
mitocondrial para confirmar que el coprolito provenía de un puma
(Puma concolor) y que los huevos pertenecían a esta especie de
ascáride.
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 |
“Este hallazgo representa el registro más
antiguo de una secuencia de ADN antiguo para un parásito nemátodo
gastrointestinal de mamíferos silvestres, el registro de ADN más
antiguo del mundo para un parásito y también una nueva edad máxima
para la recuperación de ADN antiguo de este origen”, detalla la
autora.
Según Petrigh, las extremas condiciones de
aridez, bajas temperaturas y altas concentraciones de sal, propias
de la zona, habrían ayudado a reducir la descomposición del material
y habrían permitido su conservación durante tanto tiempo.
|
Este descubrimiento también ha confirmado la
presencia de pumas en la provincia al final del Pleistoceno. “Esto
tiene implicaciones significativas para la historia natural de la
región, así como para inferir el contexto ecológico inmediatamente
antes de que los primeros exploradores humanos se aventuraran en el
área”, añade la investigadora.
Además, el estudio muestra que estas lombrices
microscópicas estaban infectando la fauna de Sudamérica antes de la
llegada de los primeros humanos a la zona, hace unos 11.000 años.
“La interpretación común es que la presencia de
T. leonina en los carnívoros silvestres de América hoy en día es una
consecuencia de su contacto con perros o gatos domésticos, pero este
trabajo muestra que ya no debe suponerse como la única explicación
posible”, concluye la investigadora. (Fuente: María G.Dionis / SINC)
Recuperan una gran variedad
de fósiles en una sola exploración en Miramar.
Una importante cantidad y variedad de restos fósiles
de unos 3 millones de años, fueron halladas en unos 100 metros de
exploración, y en menos de una hora. La localidad bonaerense de
Miramar, es una de las mayores potencias paleontológicas del mundo.
En una prospección paleontológica con el equipo de
investigadores del Museo Municipal de Ciencias Naturales de Miramar
“Punta Hermengo”, se realizó el hallazgo de unos treinta muestras
paleontológicas de gran valor científico, entre ellas, hay una que
podría ser única en el mundo.
 |
Días atrás, y después de un temporal,
personal del museo local, exploraba sitos conocidos y con
una antigüedad de superior a os 3 millones de años,
correspondiente a la época geológica conocida como Plioceno.
“Encontramos en una plataforma una amplia diversidad de
organismos que vivieron y conformaron un primitivo
ecosistema ya desaparecido” comento Mariano Magnussen Saffer,
investigador del museo local, y agrego; ”Estos hallazgos
siguen demostrando el potencial científico mundial de
nuestra región”. |
Entre los materiales recuperados, se pudieron
identificar fósiles de aves (que no volaban), reptiles (lagartos de
más de un metro), restos de gliptodontes (armadillos de caparazón
rigio) y de grandes perezosos extintos, restos de varios carnívoros
marsupiales (semejantes a las zarigüeyas), un carnívoro prociónido
pariente lejano y extinto de mapaches y cuatíes), dos especies de
armadillos de importante dimensiones, varios cráneos de roedores sin
representantes actuales en la región , pequeños notoungulados, y un
sin fin de muestras que ya se encuentran en el museo miramarense,
para ser estudiados en conjunto con científicos de la Fundación
Azara, Universidad Maimónides, Museo Argentino de Ciencias Naturales
y Conicet respectivamente.
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Además,
realizamos otros hallazgos pocos frecuentes en estos
sedimentos, como una importante cantidad de coprolitos (fecas
o excrementos fosilizados), fácil de reconocer por su alto
contenido de calcio, huesos triturados en su interior y
con una matriz fosfática. “También encontramos otros tipos
de icnifosiles, como cuevas con rellenos y en algunos casos
con restos de sus antiguos habitantes, y algunas
curiosidades más que se encuentran en estudio”, sostuvo
Daniel Boh, titular del museo local. |
En estos momentos, además de trabajar en los
hallazgos paleontológicos, los cuales siempre tienen repercusión
nacional e internacional, el personal del Museo de Miramar se
encuentra trabajando en conjunto con la Municipalidad de General
Alvarado y Fundación Azara, para la próxima inauguración de
las nuevas instalaciones y exhibiciones del nuevo Museo de Ciencias
Naturales, que sorprenderá por su moderna y completa muestra.
Hallan el primer cráneo de
Paraceros fragilis, en el Pleistoceno de San Pedro.
Fue hallado por el equipo del
Museo Paleontológico de San Pedro en el yacimiento de
Campo Spósito y tiene una antigüedad que supera los 200.000 años
Campo Spósito es un
yacimiento paleontológico descubierto en noviembre de 2001 por el
Grupo Conservacionista de Fósiles, equipo del Museo Paleontológico
“Fray Manuel de Torres”, de la localidad de San Pedro, provincia de
Buenos Aires. Ya se han recuperado allí, más de veinte especies de
animales en estado fósil.
El área fosilífera,
de tan sólo unos 4.000 m2, fue el fondo de un antiguo río que corrió
por la zona hace más de 200.000 años y se encuentra en el interior
de un campo propiedad de la empresa arenera Spósito S.A.
En las últimas
semanas, el equipo del Museo ha recuperado allí, el primer cráneo
conocido de una rara especie de ciervo fósil denominada
Paraceros fragilis, que vivió en la provincia de Buenos
Aires durante una edad geológica denominada Bonaerense.
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Desde el grupo del museo
comentan que, “Es impresionante la densidad de fósiles que
contiene el yacimiento de Campo Spósito, por ser un lugar
pequeño. El accionar de aquel antiguo río que corrió por el
lugar hace miles de años arrastró y acumuló las partes duras
de la fauna que vivía y moría en ese ecosistema
prehistórico. Desde su descubrimiento en 2001, este lugar ha
aportado centenares de piezas a la colección del Museo de
San Pedro”.
<<<Imagen
ilustrativa. Recreado por el paleoartista Jorge Blanco en el
libro Bestiario Fósil. >>>Ver
Imágenes Aquí. |
Los restos de este
ciervo fósil son extremadamente raros. Tan inusuales que a la
especie sólo se la conocía por el aspecto de sus cornamentas, de sus
astas. Las citas bibliográficas desde la época de Florentino
Ameghino mencionan la aparición de cornamentas fragmentadas
asignadas a este animal y, unas pocas, en buen estado de
preservación. Un dato curioso es que su existencia en la provincia
de Buenos Aires sólo se observa en sedimentos la edad Bonaerense, un
lapso del tiempo geológico que transcurrió entre los 500.000 y los
130.000 años antes del presente. Los investigadores piensan que esto
puede deberse a una distribución temporal muy acotada o a su escaso
registro.
Se cree que
Paraceros fue un ciervo de mediano tamaño, con astas delgadas pero
largas, en relación a su desarrollo corporal.
El ejemplar
descubierto por el equipo del Museo Paleontológico de San Pedro no
sólo posee la rama izquierda de su cornamenta casi completa y parte
de la rama derecha, sino que también conserva el 80 % del cráneo de
este curioso animal. El primero que se conoce.
El Director del
Museo de San Pedro, José Luis Aguilar, explica que “Un
Paraceros pesaba unos 50 kg. Algo más que un venado de las
pampas (45 kg., aprox.) y menos que un ciervo de los pantanos (que
alcanzan cerca de los 100 kg.) Su altura a la cruz habría oscilado
entre 1,00 m. y 1,20 m.
El cráneo de este
ejemplar está muy bien. Se preservó su parte frontal, las orbitas de
los ojos, la cúpula y toda la parte posterior completa. El fósil ha
perdido las fosas nasales y la dentición pero todo lo demás está
intacto. Es mucho más de lo que se podía esperar de los delicados
huesos de este animal. Desde ahora conoceremos el aspecto general de
la cabeza de estos ciervos prehistóricos”.
En relación a esto
último, el Doctor Nicolás Chimento, del Laboratorio de Anatomía
Comparada y Evolución de los Vertebrados, del Museo Argentino de
Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia”, opina que “la
preservación de este material es justamente lo que lo hace único, ya
que los restos de ciervos son comunes en las capas de más de 10.000
años dentro de la Región Pampeana pero casi siempre están
representados sólo por astas incompletas.
Paraceros
fragilis es una especie de ciervo de tamaño similar a un
Ciervo de los Pantanos, pero con cornamentas más delgadas y de una
morfología particular. El material de San Pedro proporcionará
novedosa información anatómica, ya que permitirá la comparación por
primera vez, de un cráneo de esta especie, con las demás especies de
ciervos de la época Pleistoceno y con los ciervos actuales. De esta
manera, se conocerá mejor a esta fugaz especie y se podrán obtener
datos acerca de su parentezco con los demás ciervos.”
Pseudotherium argentinus, un primitivo animal
del Triasico
en San Juan.
Por su tremendo parecido, los
paleontólogos pensaron en nombrar esta nueva especie en alusión a
Scrat, el reconocido personaje de la película con dientitos de
sable, aunque finalmente la bautizaron como Pseudotherium argentinus.
Medía unos 25 centímetros de longitud y fue hallada en Ischigualasto
junto a dos de los dinosaurios más antiguos de los que se tienen
conocimiento.
El doctor Ricardo Martínez,
investigador del Instituto y Museo de Ciencias Naturales de la
Universidad de San Juan (IMCN), comentó a la Agencia CTyS-UNLaM: “La
nueva especie tiene el hocico muy largo y chato, de poca
profundidad, y sus colmillos son también muy largos y están ubicados
casi en la punta del hocico, por lo que el parecido es tremendo”.
 |
El cráneo se conservó de manera
sorprendente, por lo que, a simple vista, puede comprobarse la
similitud. “En algún momento, pensé en ponerle el nombre de Scrat”,
contó Martínez, quien realizó un estudio muy exhaustivo del cráneo
de este mamiferoide junto a Rachel Wallace y Timothy Rowe de la
Universidad de Texas. El estudio fue publicado recientemente en la
revista científica Plos One. |
Podría decirse que el paleontólogo
Martínez, quien tiene más de una docena de especies descubiertas en
su palmarés, ha concretado una especie de hattrick paleontológico.
Así como Lionel Messi y Cristiano Ronaldo suelen hacer tripletes y
se llevan el balón a su casa, Martínez hizo su “hattrick” al
encontrar este pequeño animalito junto a dos nuevas especies de
dinosaurios primitivos. Es cierto, no se llevó un balón a su casa,
pero se llevó al Museo el bochón que hacen los paleontólogos para
poder trasladar los fósiles para su posterior estudio.
Más de 230 millones de años tuvo
que esperar este pequeño animalito para ser descubierto. Estuvo
congelado en el tiempo, aunque no en hielo como Scrat, sino en las
rocas multicolores del famoso yacimiento Ischigualasto ubicado al
noroeste de Argentina.
En este sitio, también conocido
como Valle de la Luna, este “Scrat” del Triásico esperó a ser
rescatado junto al dinosaurio Panphagia protos, uno de los
sauropodomorfos más antiguos conocidos hasta hoy, y al fémur del
primer y único protodinosaurio lagerpétido descubierto en San Juan.
De modo que tres especies muy distintas compartieron su larga
estadía hasta el “hattrick” de Martínez en el año 2006, momento a
partir del cual se iniciaron sus respectivos estudios.
 |
A diferencia de la “ardilla” de la
película, este mamiferoide nombrado como Pseudotherium argentinus
vivió en un ambiente más cálido que el actual, con abundante flora,
compuesto mayormente por helechos y coníferas, ya que todavía no
existían las plantas con flores.
<<<< (ver
ilustraciones del artista Jorge A. González en la galería de fotos y
video). >>>Ver
Imágenes Aquí. |
Según indicó Martínez, este
animalito habría tenido unos 25 centímetros de longitud y tenía una
alimentación distinta a la del personaje de la película de animación
creada por Blue Sky Studios: “No se alimentaba de bellotas, sino que
seguramente comía insectos o animales más pequeños”, aseveró.
Puesto que no precisaba sus
dientes de sable para abrir bellotas, el paleontólogo del IMCN
estimó que sus colmillos largos podrían haberle servido “por un
lado, para clavar y atrapar los insectos o presas, pero otra opción
es que este animal haya sido un macho y estemos en presencia de
dimorfismo sexual, es decir, que los machos de esta especie hubieran
desarrollado esos grandes colmillos como modo de atraer a las
hembras”.
“Pero, a esta altura, no se puede
saber mucho, porque solo contamos con un espécimen”, aclaró
Martínez. Y agregó: “Si hubiera muchos individuos para analizar, uno
podría ver si hay variabilidad y podría pensar que machos y hembras
tenían distintos largos de colmillos”.
De estos tres individuos que
Martínez halló conjuntamente, dos pudieron ser nominados como nuevas
especies. En tanto, la preservación del cráneo fue tan buena que se
pudo realizar un estudio muy detallado de su estructura interna con
un escáner de última generación en la Universidad de Texas.
El doctor Martínez comentó que
“hasta ahora, no se había encontrado un mamiferoide tan avanzado en
Ischigualasto, en el que se observa el crecimiento de la cavidad
encefálica, precursora de los grandes encéfalos de los mamíferos”.
“Con estas imágenes, se pudo
observar el desarrollado oído interno, la pérdida de la barra
posorbitaria, como así también se detectó la presencia de los
turbinales que son como tabiques que le permitieron a este animalito
calentar el aire que ingresaba a su sistema respiratorio, lo que nos
indicaría que tenía sangre caliente”, preciso el experto.
En el 2011, los investigadores
Guillermo Rougier, Sebastián Apesteguía y Leandro Gaetano dieron a
conocer a un animalito al que nombraron como Cronopio dentiacus, en
tributo a Cortázar y en alusión al pequeño tamaño de esta especie
que medía entre 10 y 15 centímetros.
En aquel momento, los
investigadores destacaron las similitudes que este animal también
tenía con Scrat y, en diálogo con la Agencia CTyS-UNLaM, el doctor
Apesteguía destacó la imaginación de los creadores de la película
que se anticiparon a la existencia de un animalito con colmillos de
sable antes de que se conociera una especie así.
Lo sorprendente es que la
naturaleza creó a “dos Scrats” en tiempos muy distintos, porque
mientras el protomamífero de Ischigualasto tiene 231 millones de
años de antigüedad, Cronopio fue encontrado en La Buitrera, un
yacimiento ubicado en Río negro que tiene una antigüedad de 95
millones de años.
Un ciclista encuentra fósiles de Notocetus en Trelew. Un hallazgo paleontológico de gran valor
científico tuvo lugar esta semana al sur de Ia ciudad de Trelew,
cuando
un ciclista que habitualmente entrena en Ia zona de bardas, encontró
un llamativo hueso en proximidad de uno de los senderos.
Al alertar sobre el objeto encontrado, se
hicieron presentes técnicos del Museo Egidio Feruglio, quienes prima
fade confirmaron que se trata de un delfín prehistórico (Notocetus),
y se les dio intervención a investigadores del Centro Nacional
Patagónico (CENPAT) para que preserven Ia pieza dentada y se
circunscriba el lugar, ya que podría
haber más material de ese tipo en Ias inmediaciones.
El punto de hallazgo de lo que presuntamente es
una mandíbula de un delfín de millones de años fue en lo que
vulgarmente se conoce como Ia segunda subida yendo de Trelew a
Comodoro, pasando el autódromo Mar y Valle, a mano izquierda, a
aproximadamente 1 .500 metros de Ia ruta, en uno de los senderos que
suelen utilizar los ciclistas y atletas en sus entrenamientos en ese
sector de bardas. La pieza con dientes parece enterrada que comienza
a descubrirse por efecto de Ia erosión y Ia lluvia, aflorando a
superficie, lo que permitió ser vista por el atleta, que además
sería guía de turismo, por lo que con su ojo adiestrado no pasó por
alto, lo que para otra persona podría ser un simple resto óseo, así
lo informó el Diario de Madryn.
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Especialistas del CENTAP preparaban un bloque
de yeso para comenzar con los trabajos de preservación y remoción
del Notocetus, para su posterior análisis en Ia sede de Puerto
Madryn, y así poder determinar Ia data de origen del delfín
prehistórico.
<<<Imagen ilustrativa de
fosiles de Notocetus en el MEF.
>>>Ver
Imágenes Aquí. |
La Patagonia en general y Chubut en particular,
tienen una amplia riqueza paleontológica con reconcomiendo
internacional. Y esta nueva pieza podría constituir en otro hito en
Ia reconstrucción geológica de Ia región. La Provincia del Chubut
declaró por Ley que los yacimientos paleontológicos son Patrimonio
del Pueblo chubutense y por ello su resguardo, conservación y
estudio se convirtieron en prioritarios para Ia cultura y el
desarrollo humano de Ia población. En nuestro territorio conviven
valiosos recursos paleontológicos con instituciones científicas
ocupadas en rescatar, investigar y divulgar su riqueza, entre Ias
que destaca Ia Fundación Egidio Feruglio y su Museo Paleontológico
en Trelew, cuya calidad y profesionalismo son reconocidos
mundialmente.
Descubren fósiles de un
pez de 9 millones de años en Chasicó.
Sergio Bogan y Federico Agnolin,
Investigadores de la Fundación Azara, la Universidad Maimonides, el
CONICET y el Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino
Rivadavia, describieron en la Revista Suiza de Paleontología los
restos de un raro pez en la provincia de Buenos Aires.
Se trata de las espinas de una "
vieja del agua" que son peces acorazados, parientes de los bagres, y
de aspecto prehistórico que se agrupan dentro del clado Loricariidae.
Son peces tropicales y subtropicales, de agua dulce que muestran una
alta diversidad en América del Sur y se distribuyen desde Costa Rica
hasta el norte de la provincia de Buenos Aires en la Argentina.
 |
Este registro constituye el primer
descubrimiento de un pez fósil en el área de Chasicó y lo
interesante es que es de una especie que actualmente no vive en la
zona y sus parientes más cercanos hoy en día viven cientos de
kilómetros más al norte.
<<<<Ejemplar
viviente.
>>>Ver
Imágenes Aquí. |
El fósil podría tener una edad
cercana a los 9 millones de años. El hallazgo es congruente con la
idea de que antes existía en la región un clima más cálido y que las
cuencas de la región pampeana sur y las del norte de la Patagonia
estuvieran integradas hidrográficamente con las cuencas más norteñas
que albergan peces brasílicos de agua dulce.
Este novedoso material fue
colectado años atrás por Vicente Di Martino (1940-2011), un
naturalista que pasó su vida colectando y preservando para las
generaciones futuras el patrimonio paleontológico del sur
bonaerense. Di Martino o Dim para los amigos formo la colección del
actual Museo Municipal de Ciencias Naturales de Monte Hermoso (que
hoy lleva su nombre).
Los materiales aquí comunicados se
encontraban sin identificar hasta que el geólogo de la Universidad
del Sur, Rodrigo Tomassini sospecho que se podían tratarse de restos
de un pez y gentilmente puso los materiales a disposición de los
autores que se ocuparon de dar a conocer esta novedad científica.
Fuente; Fundación Azara.
Encuentran evidencias de un mar
prehistórico en Marcos Paz.
Investigadores de
la Universidad de La Plata, del Museo de La Plata, del CONICET y de
la Universidad de Comahue identificaron rastros de sedimentos
marinos, peces y ostras en Marcos Paz, propios de un período
geológico en que el mar tuvo una subida muy pronunciada.
La doctora Elisa
Beilinson del Centro de Investigaciones Geológicas (CONICET-UNLP)
afirmó a la Agencia CTyS-UNLaM que “a partir de información
recopilada desde el año 2010, hemos llegado a reconstruir cómo se
produjo esa ingresión marina”.
“Encontramos
estratos con fauna marina, con fauna propia de estuarios y, a pocos
centímetros de distancia, fauna continental”, indicó Beilinson,
autora principal del estudio publicado en la revista científica
Quaternary International.
Los centímetros de
distancia, en las capas geológicas, son dimensiones de tiempo.
Cuanto más profundo se excava, más antiguos son los sedimentos. En
dicha cantera, llamada Vignona III, el trabajo para retirar tosca ha
permitido descubrir fósiles de entre unos 8 mil y 90 mil años de
antigüedad. En tanto, una parte del terreno se ha establecido como
reserva pelontológica.
La geóloga precisó
que se han encontrado “invertebrados marinos como las ostreas,
vertebrados acuáticos como corvinas y tortugas, y, muy cerca, una
especie de caballo extinta”.
|
|
“Por esta mezcla de fauna
acuática y continental, junto las características
sedimentológicas de los estratos, interpretamos que se trata
de niveles depositados durante episodios de tormentas
fuertes que impactaban en las zonas costeras del estuario
interno del Rio de la Plata que había en ese momento y
llegaba hasta la zona de la actual de Marcos Paz”, comentó
la especialista.
Y agregó: “Estas grandes
tormentas podrían ser similares a las sudestadas que
conocemos hoy en día”. |
El paleontólogo
Leopoldo Soibelzon del CONICET y Museo de La Plata (UNLP) comentó
que “en esta cantera, se han encontrado grandes mamíferos
terrestres, algunas grandes aves y también anfibios, reptiles y
peces”.
En el aspecto
geológico, se observa que, hace más de 70 mil años, hubo una subida
del mar muy pronunciada, por lo que las aguas ingresaban por la
cuenca del Río Matanza hasta la zona de Marcos Paz. “Lo que
observamos como evidencia son restos de valvas de ostras y,
posteriormente, sedimentos que indican la bajada del mar y la vuelta
de ambientes de pastizales”.
Lo que se observa
en aquellos sedimentos no es un fondo de mar, sino que hubo un
estuario donde el mar se encontraba con el continente. “Es un
registro interesante e importante a nivel global, ya que se vincula
con este estadio isotópico 5E que nivel global marcó un ascenso del
nivel del mar en todo el mundo”, aseveró Beilinson.
La investigadora de
la UNLP aclaró que “pueden haber ciertos debates, porque el aumento
del nivel del mar en el hemisferio norte está datado en unos 120 mil
años, mientras que los sedimentos de este estuario son más jóvenes
de acuerdo a las dataciones realizadas con radiocarbono y
luminiscencia opticamente estimulada, pero ocurre que, a diferencia
de lo que se suele considerar, la elevación del nivel del mar no se
produce en todas la partes del mundo al mismo tiempo”.
De este estudio,
también participaron María Sol Raigemborn del Centro de
Investigaciones Geológicas (CONICET-UNLP), Sergio Rodriguez de la
Facultad de Ciencias Naturales y MLP, Esteban Soibelzon, Germán
Mariano Gasparini y Facundo Iacona del Museo de La Plata-UNLP y
CONICET, Lydia Calvo-Marcilese del Laboratorio de Bioestratigrafía
(YPF Tecnología), Gabriela Cusminsky de la Universidad Nacional del
Comahue (INIBIOMA-CONICET) y Florencia Mari del Centro de
Investigaciones Geológicas (CONICET-UNLP).
Patagopipa corsolinii, una nueva especie de rana de 50 millones
de años de la Patagonia Argentina.
Presentaron recientemente el estudio de una
nueva especie de Rana del sur de la Argentina. La investigación fue
realizada por miembros del Laboratorio de Anatomía Comparada y
Evolución de los Vertebrados (MACN) en colaboración con gente del
Museo Paleontológico del Lago Gutierrez, en las cercanías de
Bariloche, Provincia de Rio Negro.
 |
El ejemplar, un esqueleto casi completo, mide
solo unos 2 centímetros pertenece al grupo de los pipidos, un grupo
de ranas que hoy habita Brasil y África, procede de la localidad
tipo de Rio Pichileufu: Estancia Don Hipólito. Esta especie
habitaba bosques templados y húmedos en una Patagonia muy diferente
a la que vemos hoy día.
<<<Patagopipa corsolinii.
|
Estos anfibios se caracterizan por sus
adaptaciones al medio acuáticos, como por ejemplo, membranas
interdigitales, cuerpo aplanado, entre otros; es por eso, que
seguramente hallan habitado cuerpos de agua como lagos los cuales
presentan condiciones que facilitan la conservación de estos
fósiles.
También este nuevo hallazgo permitió saber que,
dentro de los pipidos, existió un subgrupo emparentado entre sí, los
Shelaninos. Este grupo, hasta ahora, habría habitado Brasil y
Argentina desde el Cretácico hasta el Eoceno hace 50 millones de
años antes del presente.
 |
Esto quiere decir, que los shelaninos no solo
sobrevivieron a la época de los dinosaurios si no que habitaron
América del sur durante más de 75 millones de años, siendo luego
extinguidas, seguramente, por el progresivo enfriamiento del clima
en el Cenozoico más reciente.
<<<Posible aspecto de Patagopipa corsolinii. |
La reconstrucción en vida del Patagopipa se
debe a la mano del artista Gabriel Lio. Imagen del Museo Virtual de
Fósiles de la Patagonia. El ejemplar fue estudiado por
Alexis M. Aranciaga Rolando
(Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia de
Buenos Aires, y Conicet), Federico L. Agnolin
(Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia de
Buenos Aires, Fundación Azara y Conicet) y Julián Corsolini.
(Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia de
Buenos Aires, y Conicet ). Fuente; Laboratorio de Anatomía Comparada
y Evolución de los Vertebrados.
Encuentran la huella más antigua de un dinosaurio
tireóforo en el Jurásico de Neuquén.
El hallazgo fue realizado por investigadores del
CONICET en la Formación Lajas, que forma parte de la Cuenca
Neuquina.
Los tireóforos (Thyreophora) son un suborden
de dinosaurios herbívoros que habitaron la Tierra desde principios
del período Jurasico (hace aproximadamente 200 millones de años)
hasta fines del Cretácico (hace alrededor de 65 millones de años).
Si bien hay registros de su presencia en ambos hemisferios, los
hallazgos, tanto fósiles como icnológicos conocidos hasta hace poco,
permitían especular a los especialistas que este grupo de animales
era de origen boreal y habían arribado al sur poco antes del
comienzo del Cretácico.
“En Sudamérica las huellas más antiguas que se
conocían de tireóforos se habían hallado en Brasil y correspondían a
una etapa límite entre el Jurásico Tardío y el Cretácico Temprano.
Más al sur, los registros que había de la presencia de este clado
correspondían al período Cretácico”, explica Pablo Pazos,
investigador independiente del CONICET y director del Instituto de
Estudios Andinos “Don Pablo Groeber” (IDEAN, CONICET-UBA).
 |
Recientemente, Pazos, junto a un grupo de
colaboradores, encontró en la Formación Lajas, una unidad geológica
del Jurásico que forma parte de la Cuenca Neuquina- más
específicamente en la localidad de Covunco (Neuquén) ubicada al
norte de la dorsal de Huincul- una huella correspondiente al pie de
un tireóforo del Jurásico Medio. El hallazgo fue publicado en la
revista
Journal of
South American Earth Sciences. |
De acuerdo a Pazos, especialista en sedimentología e
icnología, al margen de la novedad paleobiológica, el hallazgo
obliga también a replantear las interpretaciones existentes sobre la
Formación Lajas (reservorio de gas y petróleo en subsuelo), cuyas
localidades ubicadas al sur de la dorsal de Huincul fueron hasta el
momento mucho más estudiadas que aquellas que se encuentran al norte
de la misma.
“Hasta ahora se consideraba que toda la unidad había
conformado un mega sistema deltaico que avanzaba sobre el mar (el
paleo-pacífico), por lo que no era esperable encontrar restos de
dinosaurios ni mucho menos de huellas. Esto nos obliga a revisar la
hipótesis geológica de que toda la zona se encontraba bajo el agua,
más tomando en cuenta que la huella apareció en la sección basal
dentro de un perfil de roca de alrededor de 500 metros. En caso de
haberse tratado de un gran delta como ocurre al sur tendríamos que
haber encontrado depósitos subacuáticos, marinos”, explica el
investigador.
La evidencia de que sobre la sección basal de la
unidad geológica caminaban animales implicaría que se trataba de un
área que no solo no era marina sino que estaba expuesta al aire, lo
que lleva a los especialistas preguntarse si la Formación Lajas
tiene la misma edad al norte y al sur de la dorsal de Huincul
“En este sentido, uno de nuestros colaboradores
recordó un trabajo de L. R. Lambert de los años ´40 sobre el
hallazgo de trigonias (un género ya extinto de bivalvos marinos) en
la zona que sugieren una edad mas joven.Lo cual también era un claro
indicio de que la localidades al norte de la unidad eran más nuevas
que las que se encontraban al sur”, señala Pazos.
De acuerdo al análisis de los investigadores, la
huella es característica de los estegoaurios (un género de
dinosaurios tiréoforos) y se trata sin duda de la más vieja de la
Cuenca Neuquina y la más antigua de un tireóforo para el hemisferio
Sur y para todo el territorio de lo que fue el supercontinente
Gondwana, antes de que se produjera la separación en aguas profundas
de Sudamérica, Antártida y Australia.
Una característica particular de este hallazgo es que
a diferencia de lo que ocurre generalmente se trata de una única
huella aislada de un pie -lo más frecuentes es encontrarlas de a
pares o componiendo una caminata- y que está sobre un plano
inclinado y no en uno horizontal como suele suceder.
“La marca del pie del dinosaurio está preservada en
una estructura sedimentaria que se genera por corrientes fluviales y
eso produce la formación del plano inclinado. Es posible que la
superficie sobre la que pisó el dinosaurio estuviera sumergida,
aunque no totalmente, y que la humedad y las matas microbianas hayan
favorecido su preservación. Esto resulta consistente con la
hipótesis que encontramos revisando la literatura de que los
estegosaurios podían atravesar pequeños cuerpos de agua”, indica
Pazos.
Aunque aun no se puede determinar con exactitud la
edad del sitio en el que fue realizado el descubrimiento, los
investigadores deducen que debe tener más 163 millones de años y
menos de 170 millones de años.
“Lajas termina en una discontinuidad -es decir, en
una discordancia temporal respecto a la unidad que se encuentra
sobre ella- que indica que lo que viene arriba es necesariamente
más nuevo. Sabemos que lo que viene arriba pertenece al Calloviano
(entre 166,1 y 168,3 millones de años atrás), una edad temprana del
Jurásico Medio. Por lo tanto, la huella como muy nueva podría ser de
la primera parte del Calloviano, pero no se puede descartar sea
incluso un poco más vieja. De lo que estamos seguros es que se trata
hasta ahora de la más antigua de un tireóforo hallada en lo que fue
el supercontinente Gondwana”, concluye el investigador. Fuente;
Conicet.
Descubren fósiles de
un cóndor gigante en San Pedro.
El equipo del Museo Paleontológico de San Pedro halló
un cóndor extinto que superaba los 3.50 metros de extensión con sus
alas abiertas, bastante más que el cóndor andino actual. Vivió en
una época en que la región pampeana estaba habitada por
megamamíferos, por lo que este ave carroñera tenía mucho más
alimento a su disposición.
El hallazgo se produjo 12 kilómetros al sur de la
ciudad bonaerense de San Pedro. El doctor Federico Agnolin,
investigador del Museo Argentino de Ciencias Naturales (MACN),
Fundación
Félix de Azara y del CONICET, indicó que “es un hallazgo
excepcional, ya que se trata del registro de una nueva especie de
ave gigante que sobrevoló la provincia de Buenos Aires a finales del
Pleistoceno”.
El cóndor andino actual
tiene una envergadura promedio de unos 3 metros mientras que este
cóndor extinto tenía una extensión alar de más de tres metros y
medio.
“El cúbito y el
radio hallados, pertenecientes al ala derecha, son mucho más
robustos que el Vultur gryphus, conocido popularmente
como el cóndor andino, por lo que estimamos que su masa corporal era
mucho mayor, aunque el estudio recién comienza”, agregó Agnolin a la
Agencia CTyS-UNLaM.
El director del
Museo de San Pedro José Luis Aguilar comentó que “el peso de este
gran ave posiblemente rondaba entre los 18 y 20 kilos, mientras que
el cóndor andino tiene una masa corporal de entre 12 y 15 kilos”.
El descubrimiento
fue realizado por un equipo del Museo de San Pedro conformado por
José Luis Aguilar, Julio Simonini,
Javier Saucedo, Matías Swistun, Bruno Zarlenga y Bruno Rolfo (el
primero en divisar los restos) en el establecimiento La Paloma de la
cerealera Ramón Rosa S.A. “En ese sitio, las lluvias generan
cortadas en el suelo, lo cual nos permite observar sedimentos
antiguos de la Edad lujanenese”, contó Aguilar.
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El paleontólogo
Agnolin, quien presentó al Pampagyps imperator en 2017
-el primer cóndor extinto descubierto en zona bonaerense-, describió
que “actualmente, solo hay un especie de cóndor en Norteamérica y
otra en Sudamérica, pero hace 10 mil años había una diversidad mucho
mayor y estas especies estaban más distribuidas en el territorio”. |
“Estas aves cumplen
una función muy importante, porque limpian de desperdicios al
ecosistema; son grandes recicladores”, explicó el especialista. Y
añadió: “Hace 10 unos mil años, en la región pampeana, había una
gran diversidad de megamamiferos, como los perezosos gigantes, los
gliptodontes y los tigres dientes de sable, por lo que, cuando estos
animales morían, sus cadáveres eran alimento de una gran cantidad de
aves carroñeras”.
Este nuevo cóndor
gigantesco (que aun no tiene nombre) vivió acompañado otras aves
carroñeras como los caranchos gigantes, buitres y jotes. Sin
embargo, como las aves tienen los huesos huecos, son muy escasos los
restos que logran preservarse.
El doctor Agnolin
afirmó que recién comienza el estudio de este nuevo ejemplar. “Es un
hallazgo relevante y nos muestra que los cóndores eran mucho más
diversos en aquel entonces y que también habitaban la región
pampeana, mientras que en la actualidad se los puede ver en la
región andina, en el norte de Argentina e, incluso, hasta en la
provincia de Córdoba”.
El director José
Luis Aguilar reveló a la Agencia CTyS-UNLaM que “junto a los restos
del cóndor gigante, se encontró el maxilar superior de un pecarí
juvenil, es decir, de un chanchito muy pequeño, y la pelvis de una
tortuga, todos fósiles de la misma antigüedad”.
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Los investigadores Nicolás Chimento del MACN y Germán
Gasparini del Museo de La Plata colaboraron para la identificación
de los restos de estos dos animales encontrados cerca del cóndor.
Aguilar expresó que estos dos animales podrían haber
sido parte de la dieta del cóndor gigante: “Esperamos confirmarlo
cuando se terminen de analizar los restos bajo el microscopio; vemos
que la superficie de los restos del pecarí y la tortuga difiere en
aspecto con la de los huesos del cóndor, por lo que creemos que ha
sido erosionada por los jugos gástricos del ave”.
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“De confirmarse, sería la primera vez que se
encuentra evidencia directa de las presas que servían de alimento a
estos grandes carroñeros prehistóricos”, valoró el director del
Museo. Y añadió: “Por la ubicación en la que se hallaron, vemos como
hipótesis lógica que los restos del pecarí y la tortuga fueron parte
del contenido estomacal del animal”.
El doctor Gasparini observó que los restos del pecarí
“podrían ayudar a comprender el ambiente en el que se desenvolvía
este cóndor gigante; es decir que, en este caso, podríamos conocerlo
mejor a través de las preferencias climáticas de sus presas”.
En la presentación de este hallazgo, el Museo de San
Pedro descubrirá una escultura de tamaño real de cómo fue este
cóndor gigante en posición de vuelo (ver video). La obra fue
realizada por el paleoartista Miguel Lugo, de la ciudad de Ramallo,
por encargo de la Municipalidad de San Pedro.
La escultura, realizada a escala real, está trabajada
pluma por pluma, moldeada en hierro poliuretano de alta densidad y
terminada con aerógrafo para lograr los diferentes tonos. “Es
realmente impactante ver la recreación de este animal ´volando´ en
el techo de la sala. Ahí tomamos conciencia de lo asombroso que
hubiera sido poder ver a estas aves enormes desplazándose por los
cielos de la región”, comentó Ramón Salazar, secretario de
coordinación del municipio de San Pedro.
Hallan mas de 300 huellas
prehistóricas en Miramar. El
Museo Municipal de Ciencias Naturales de la localidad bonaerense de
Miramar, anuncio el peculiar hallazgo de cientos de huellas
posteriores a la edad de hielo, con una antigüedad de
aproximadamente seis mil años antes del presente.
Si bien el hallazgo fue realizado tiempo atrás,
especialistas del Museo Municipal Punta Hermengo de Miramar, ubicada
sobre la costa atlántica a unos 450 kilómetros de Buenos Aires,
dieron a conocer un nuevo yacimiento icnológico (con huellas o
marcas antiguas), en donde se han observado huellas de diferentes
animales prehistóricos que habitaron la región pampeana, luego de la
ingresión marina producto de la finalización de la edad de hielo y
el aumento global de la temperatura.
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El yacimiento fue encontrado por Mariano
Magnussen Saffer, investigador del Museo de Miramar, cuando
se encontraba realizando prospecciones y observando material
paleontológico en lo que fue una antigua laguna de agua
salobre, alimentada por un arroyo y conectada temporalmente
al océano, semejante al acuífero actual de Mar Chiquita. |
En el momento del hallazgo, se encontraron
pisadas en dos sitios aislados, en uno pertenecían a dos posibles
ciervos, caminando a la par y el otro a un camélido que caminó
varios metros y giró en forma de “U”, dejando una clara rastrillada.
Días después y luego de un temporal, las
huellas estaban nuevamente tapadas por arena, pero se las
individualizó, se tomaron moldes, fotografías, y posteriormente
junto al museólogo Daniel Boh, encargado del mismo Museo, se
pudieron reconocer otras centenares de ellas que habían quedado al
descubierto.
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“Tenemos registrados parcialmente varias
especies de animales en el sitio, la gran mayoría
correspondientes a camélidos como los Guanacos, otras de
cérvidos (quizás emparentados con especies vivientes),
también Tayassuidae (pecaríes) , un pequeño felino,
relacionado con el gato montés”, y un gran ave del genero
Rhea (Ñandú), detalló Mariano Magnussen.
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Daniel Boh comentó que el sitio tiene varias
curiosidades y material de valor paleo ambiental. Hay huellas de
ejemplares adultos y juveniles, marcas de animales que patinaron en
el pantano, corridas y animales paseando o alimentándose. También se
recuperó un sinfín de material paleontológico, constituido por
restos óseos de camélidos, roedores, peces, moluscos, crustáceos y
hasta restos vegetales, lo que permitirá, al finalizar los estudios,
saber cómo fueron esos tiempos en esta región.
Este yacimiento se encuentra depositado por
encima de estratos de un antiguo fondo marino. El mar avanzó
reiteradas veces sobre el continente (eventos conocidos como
ingresiones marinas), dejando en tierra firme tanto sedimentos como
restos de invertebrados y de vertebrados marinos, hasta cierta
distancia de la actual costa. Sobre este se formó posteriormente un
pantano donde aparecieron las huellas milenarias, pertenecientes a
la edad geológica Holoceno medio, unos 6 mil años antes del
presente.
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Miramar, ya había sido protagonista de otros
grandes hallazgos paleontológicos similares, entre ellos,
las huellas fósiles de un tigre dientes de sable, únicas en
el mundo, las que fueron denominadas “Felipeda
miramarensis”, en homenaje a la ciudad donde se produjo
el hallazgo, en inmediaciones al muelle de pescadores. |
Este nuevo campo de huellas fósiles se
encuentra en un balneario público y muy conocido. El hecho que gran
parte del año está por debajo de la arena de la playa lo ha
preservado durante milenios, pero a la vez, complica su estudio y
observación.
Actualmente se está refaccionando un inmueble
para alojar la gran colección de restos fósiles y de ciencias
naturales en general que posee el museo de Miramar. El mismo se
realiza en conjunto con la Municipalidad de General Alvarado y la
Fundación Azara.
Para conocer más de este
hallazgo, los investigadores comunican sus hallazgos por medio de su
sitio web,
www.museodemiramar.com.ar
Por casualidad hallan fósiles
de un Gliptodonte en Correa, Santa Fe.
Trabajadores de la comuna de
Correa se llevaron una gran sorpresa al hallar restos de un
gliptodonte mientras realizaban una excavación. Se trata de restos
fósiles de una especie extinguida hace 8500 años.
Los obreros cavaban un pozo para
una obra de cloacas cuando se encontraron con algo que les llamó la
atención. Por eso, llamaron a personal especializado, que confirmó
que se trataba de un gliptodonte, pariente lejano de los armadillos,
y puso manos a la obra para recuperar los restos.
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Según explicó Luciano Rey,
subdirector del área de Patrimonio Arqueológico y Paleontológico de
Santa Fe, Luciano Rey, al diario El Ciudadano, los gliptodontes
están clasificados dentro de la “megafauna” de la región, siendo
“animales gigantes o muy grandes desaparecidos hace unos 8.500
años”. El funcionario detalló que se
hallaron partes de del caparazón y un diente, aclarando que “es muy
raro encontrar un bicho de estos completos”. |
En febrero de este mismo año, se
encontraron restos de una macrauquenia, otra especie de esa época,
en Arroyo Seco y hace un mes restos fósiles de un gliptodonte en San
José de la Esquina.
Descubren que los
pterodáctilos Argentina eran capaces de volar al nacer.
Los pterodáctilos, unos
conocidos reptiles voladores extintos, tenían una gran habilidad:
eran capaces de volar desde el momento de su nacimiento. Así lo ha
revelado una investigación conducida por la Universidad de Leicester
(Reino Unido), a partir del reciente hallazgo de embriones en
avanzado estado de gestación en Argentina y China.
El descubrimiento cobra
especial relevancia ya que no se conoce ningún otro vertebrado
actual o extinto con esta capacidad. Según los investigadores, esto
tiene un importante impacto en la comprensión de cómo vivían los
pterodáctilos, lo que es fundamental para entender mejor cómo
funcionaba el mundo de los dinosaurios en su conjunto.
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Hasta el momento, se
pensaba que los pterodáctilos solo podían volar una vez habían
crecido casi al máximo, al igual que las aves o los murciélagos.
Esta suposición se fundamentó en embriones fosilizados encontrados
en China que tenían alas poco desarrolladas. Sin embargo, David
Unwin, de la Universidad de Leicester y especialista en el estudio
de los pterodáctilos, y Charles Deeming, zoólogo de la Universidad
de Lincoln que investiga la reproducción de aves y reptiles,
pudieron refutar esta hipótesis.
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Compararon estos
embriones con datos sobre el crecimiento prenatal de aves y
cocodrilos, y descubrieron que aún se encontraban en una etapa
temprana de desarrollo, muy lejos de la eclosión. El descubrimiento
de embriones más avanzados en China y Argentina -que murieron justo
antes de su nacimiento- les ha proporcionado evidencia de que los
pterodáctilos tenían la capacidad de volar desde el nacimiento.
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Otra diferencia
fundamental entre las crías de pterodáctilos y las aves y
murciélagos es que no tenían cuidado parental, de modo que debían
alimentarse y cuidarse a sí mismos desde el nacimiento. Su capacidad
para volar les dio un mecanismo de supervivencia que les permitió
evadir dinosaurios carnívoros. Pero también demostró ser uno de sus
mayores peligros, ya que el exigente y peligroso proceso de vuelo
llevó a muchos de ellos a morir a una edad muy temprana. |
La investigación también
desafía la teoría de que los pterodáctilos se comportaron de manera
similar a los pájaros y a los murciélagos y ha proporcionado
posibles respuestas a algunas preguntas clave que rodean a estos
animales. El hecho de que fueran capaces de volar desde el
nacimiento proporcionaría una posible explicación a por qué pudieron
alcanzar enormes alas, mucho más grandes que cualquier especie de
ave o murciélago extinto o actual. La forma en que pudieron llevar a
cabo este proceso requerirá más investigación, pero es una pregunta
que no se habría planteado sin estos nuevos resultados, según la
información de la Universidad de Leicester recogida por DiCYT.
(Fuente: DICYT)
Encuentran plantas fósiles del
Eoceno en Patagonia y
revelan
una antigua conexión continental.
En la Patagonia
Argentina, se halló el primer registro fósil de este género de
plantas de la familia de las fagaceas en el hemisferio sur. El
descubrimiento contó con la participación de un investigador del
CONICET y fue publicado en Science.
Hace dos
décadas, un equipo de investigación conformado por geólogos y
paleontólogos del CONICET en el Museo Egidio Feruglio y de la Pennsylvania
State University, iniciaron un proyecto conjunto con el objetivo de
poder estudiar y poner en valor el sitio de Laguna del Hunco, un
yacimiento de plantas fósiles de unos 52 millones de años (Eoceno
temprano) ubicado al noroeste de la provincia del Chubut, que si
bien era conocido desde los años ’20 del siglo pasado, hasta el
momento no había sido todavía suficientemente explorado.
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Durante los
últimos 20 años, este equipo de investigadores dio a conocer una
serie hallazgos de valiosos materiales fósiles (fundamentalmente de
vegetales) que los condujo a establecer la hipótesis de que la
descendencia de la flora que vivía en Patagonia hace 52 millones de
años, sobrevive hoy en día en los bosques de sudeste asiático y el
noreste de Australia, particularmente en la región biogeográfica
conocida como Australasia. |
“Durante el
Eoceno, estas dos regiones, hoy distantes, se encontraban unidas a
través del continente Antártico (millones de años antes de que se
cubriera de hielo), que pudo oficiar de puente continental para el
flujo de plantas y animales entre ambas áreas. Si bien el cambio
drástico del clima que experimentó la Patagonia, que en ese momento
era tropical o subtropical, fundamentalmente como consecuencia del
ascenso de la Cordillera de los Andes y la separación de Sudamérica
de la península Antártica -que llevó a que las corrientes frías
provenientes de la Antártida ascendieran por el Atlántico Sur- hizo
que muchos grupos de plantas y animales desaparecieran, en la zona
australásica pudieron sobrevivir debido a que las condiciones
climáticas se mantuvieron constantes durante todo este tiempo”,
explica Rubén Cúneo, investigador principal del CONICET y director
del MEF.
El hallazgo
reciente de restos fósiles de plantas del género Castanopsis (de la
familia de las fagaceas) en Laguna del Hunco, permite reconfirmar una
vez más la hipótesis de que antiguamente existió un tránsito
migratorio de especies vegetales entre la Patagonia y Australasia.
“Las fagaceas
dominan los bosques desde la zona templada del norte hasta el Asia
tropical y Malasia. Hasta el momento no se habían registrado fósiles
de esta familia de plantas en el hemisferio austral, de ahí la
importancia del hallazgo”, afirma el investigador.
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De acuerdo a
los investigadores, el estudio del yacimiento de Laguna del Hunco
permite obtener una imagen de alta resolución del último ecosistema
de América del Sur cuando todavía existía el supercontinente
Gondwana (antes de que se produjera la separación en aguas profundas
de Sudamérica, Antártida y Australia), que coincidió con lo que se
conoce como el óptimo climático del Eoceno, una época en que la
Tierra experimentó un calentamiento global generalizado. |
“Lo curioso es
que un bioma de características similares al que se perdió en la
Patagonia debido a los cambios climáticos, puede encontrarse hoy en
los bosques del sudeste asiático y el noreste de Australia”, resalta
Cúneo.
Entre otros
hallazgos realizados en Laguna del Hunco por este equipo de
investigación internacional, que cuenta con el apoyo económico de
la National Science Foundation de los Estados Unidos y al que se han
incorporado científicos de otras instituciones como la Cornell
University, pueden destacarse el de los restos fósiles más antiguos
del género Eucalyptus, cuya distribución natural es casi exclusiva
de Australasia, así como el del ancestro más antiguo de los
tomatillos de la familia Solenaceae. Esto coloca a la Patagonia como
un verdadero hito en la historia evolutiva de la vegetación en el
hemisferio austral, la cual seguramente se verá exponencialmente
incrementada en su conocimiento en los años por venir. (Conicet)
Descubren en la
Antártida fósiles de
elasmosáurido ,un
reptil gigante del
Cretácico.
Se trata del elasmosáurido más
grande del mundo, de apariencia semejante al monstruo del Lago Ness.
Con una masa corporal que superaba las 12 toneladas, duplica en
tamaño a la mayoría de los reptiles de su familia conocidos hasta
ahora. Según interpretan los investigadores, habría desarrollado una
forma de alimentación con similitudes a la que poseen las ballenas.
El paleontólogo José O´Gorman del
Museo de La Plata (MLP) y del CONICET aseguró a la Agencia CTyS-UNLaM
que “se extrajo un ejemplar muy importante en la Isla Marambio;
es el elasmosáurido más grande del mundo”.
“Debido al gran tamaño de este
espécimen, su rescate se realizó durante sucesivas campañas del
Instituto Antártico Argentino y su rescate culminó en 2017”, detalló
el autor principal de este estudio publicado recientemente en la
revista científica Cretaceous Research.
 |
Además, este reptil gigante se
destaca por ser el elasmosáurido más cercano a la extinción de los
dinosaurios que se haya descubierto en el continente blanco. El
doctor Marcelo Reguero, investigador del Instituto Antártico
Argentino y del MLP, indicó que “este hallazgo es muy próximo al
final del Cretácico, cuando se estima que cayó un gran meteorito y
ocasionó la desaparición de muchas especies”. |
“Este descubrimiento refuerza la
idea de la extinción que se produjo hace 65 millones de años fue
catastrófica, porque este ejemplar vivió unos 30 mil años antes, fue
muy próximo a ese suceso, y demuestra que este ambiente marino de la
Antártida continuaba soportando animales de gran tamaño”, comentó
O´Gorman. Y agregó: “Pareciera que no hubo una preparación, que fue
una extinción masiva sin previo aviso”.
Los restos de este reptil gigante
se encuentran en el Museo de La Plata. Se ha encontrado parte de su
columna vertebral, parte de sus aletas anteriores y posteriores y
algunos elementos de la cintura escapular. Si bien no se ha
encontrado su cráneo, los investigadores han analizado qué
estrategia de alimentación podría haber tenido para desarrollar un
tamaño tan grande.
Se estima que el largo de este
ejemplar era de entre 11.2 y 12 metros. “Pesaba entre 10 y 13
toneladas, por lo que está muy por encima de los que se conocían
hasta ahora, los cuales tenían una masa de entre cinco y seis
toneladas”, precisó el doctor O´Gorman.
Los elasmosáuridos forman parte de
la gran familia de los plesiosaurios, aquellos reptiles extintos en
lo que posiblemente se inspiró el imaginario colectivo para crear al
monstruo del Lago Ness o a “Nahuelito”.
Dentro de los elasmosáuridos, este
reptil gigante forma parte de la subfamilia de los aristonectinos,
los cuales tenían el cuello un poco más corto, vértebras mucho más
robustas y un cráneo mucho más grande.
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“La hipótesis que podría explicar
el gran tamaño de este nuevo ejemplar, y que parece estar
progresivamente apoyada por las evidencias, es que los
aristonectinos tenían un modo de captura de sus presas diferente al
resto de los elasmosáuridos; consideramos que, en lugar de capturar
a sus presas de manera individual, estos animales abrían la boca y
capturaban a un gran número de pequeñas presas al mismo tiempo, como
crustáceos de pequeño tamaño por ejemplo”, relató O´Gorman.
<<<Imágenes de archivo.
|
Este tipo de captura tiene
semejanza con el que aplican las ballenas actuales. El doctor
O´Gorman aseveró que “las ballenas aprovechan una rugosidad que
poseen en el paladar para atrapar al microplancton, en tanto que
consideramos que los aristonectinos usaban la batería de dientes
como una especie de trampa, en la que quedaba una gran cantidad de
animales atrapados y expulsaban el agua”.
“Parece que la evolución repitió
ciertos patrones de desarrollo entre estos dos grupos que no tienen
ninguna relación”, analizó O´Gorman. Y diferenció: “Los plesiosauros
son reptiles y no tienen nada que ver con los cetáceos que son
mamíferos”.
Para que existieran animales tan
grandes poco tiempo antes de la extinción masiva, debía haber una
gran disponibilidad de alimentos en el océano. Hoy, el mar austral
continúa siendo muy productivo y por ello es que hay una cuestión
geopolítica relacionada con la pesca en el mar antártico.
El doctor Marcelo Reguero destacó la logística y el trabajo que hizo
posible el rescate de este ejemplar como así también de otros
fósiles en la Antártida.
En este sitio ubicado hacia el
centro de la Isla Marambio, se encuentran sedimentos de un antiguo
ambiente marino de poca profundidad. “Allí también hemos encontrado
pequeñas vértebras muy pequeñas de plesiosaurios bebé digamos, y
esto hace pensar que, en aquel momento, allí había un mar bastante
tranquilo, donde los plesiosaurios tenían como una especie de
guardería para las crías de la especie”, contó Reguero a la
Agencia CTyS-UNLaM.
En estos yacimientos, también se
han encontrado aves marinas voladoras y dinosaurios de diferentes
grupos. Reguero valoró que “siempre que se realizan congresos
internacionales donde se exponen los resultados de las
investigaciones en la Antártida, los estudios en paleontología de
vertebrados realizadas por los científicos argentinos se encuentran
en muy bien posicionados”.
Este nuevo espécimen de reptil
gigante fue descubierto en el año 1989 y recién se terminó de
rescatar en 2017. “La colecta se realizó a lo largo de muchos años y
han participado muchos equipos; esto evidencia la necesidad de un
sostén de la actividad científica que el Instituto Antártico
Argentino ha mantenido en el tiempo”, consideró el doctor O´Gorman.
Además de los doctores José
O´Gorman y Marcelo Reguero, el investigador del Instituto Antártico
Argentino Sergio Santillana y el paleontólogo Rodrigo Otero del
Laboratorio de Ontogenia y Filogenia de la Universidad de Chile
participaron de este estudio que dio a conocer al elasmosáurido más
grande del mundo conocido hasta el momento.
Mussaurus patagonicus, un dinosaurio patagónico
bebé en 3D.
Un investigador del
CONICET La Plata lideró un trabajo que determinó los cambios en el
andar de una especie que vivió hace 200 millones de años
No es un rasgo
frecuente en animales a lo largo de la evolución, pero la ciencia
acaba de confirmar que Mussaurus patagonicus, un gigantesco
dinosaurio que habitó el sur argentino hace casi 200 millones de
años, nació como un individuo que se desplazaba en cuatro patas y
alcanzó la adultez caminando solamente sobre las dos traseras y
utilizando los miembros superiores como brazos. La conclusión se
alcanzó gracias al escaneo de esqueletos casi completos de
ejemplares recién nacidos, juveniles y adultos que permitió simular
la postura que habrían tenido en cada etapa, y que resulta similar a
lo que experimentan los seres humanos durante el crecimiento. La
novedad se publica hoy en la prestigiosa revista Scientific Reports.
 |
“La evidencia más
contundente fue obtenida a partir del centro de masa, que es el
lugar del cuerpo en que se concentra la mayor parte del peso, algo
así como un punto de equilibrio”, explica Alejandro Otero,
investigador del CONICET en la Facultad de Ciencias Naturales y
Museo de la Universidad Nacional de La Plata (FCNyM, UNLP), y
continúa: “Lo que vimos es que en los bebés se encuentra a mitad del
tórax, forzando su peso hacia adelante. En los jóvenes de un año de
edad, el centro de masa se ubica un poco más atrás, mientras que en
los adultos está prácticamente en la cadera, y esto nos permite
deducir que de pequeños eran cuadrúpedos y paulatinamente se iban
enderezando hasta convertirse definitivamente en bípedos”. |
Con restos fósiles
correspondientes a esas tres etapas ontogénicas, es decir relativas
al desarrollo morfológico del organismo, Otero y colegas del Colegio
Veterinario Real de Londres, Reino Unido (RVC, por sus siglas en
inglés) reconstruyeron las formas y estructuras de este dinosaurio a
lo largo de su vida. Lo hicieron a través de una técnica llamada
Micro Tomografía Computarizada que les mostró los huesos sin la roca
en la que fueron hallados –algunos estaban adheridos y es imposible
separarlos sin destruirlos–, y les permitió articular los esqueletos
y agregarles tejido y volumen. Así, calcularon en qué punto del
cuerpo estaba el centro de masa y por ende pudieron determinar cuál
era su postura.
Otro dato
importante que arrojó el análisis fue el crecimiento de los
miembros. “Al nacer, tenían una extensión similar en las cuatro
patas, pero a medida que pasaba el tiempo las delanteras se iban
acortando en proporción a las traseras, hasta llegar a la adultez
con patas considerablemente más largas que los brazos”, añade Otero,
y enfatiza un particularidad sobre la forma de las manos que se suma
a las evidencias anteriores: “Las garras eran muy potentes,
especialmente la del que sería el dedo pulgar, que a su vez estaba
inclinado hacia adentro.
 |
Esto nos hace pensar que, si bien le era
posible apoyarse con ellas, es probable que le sirvieran para otras
funciones relacionadas a sus hábitos de vida”. Finalmente, un punto
a destacar es la influencia que tuvo el desarrollo relativo de la
cola y el cuello a lo largo de la ontogenia del animal, que resultó
determinante para que ocurrieran los cambios en la postura
mencionados. |
Los huesos con los
que se trabajó fueron hallados en distintos momentos a partir de la
década del ‘60 en la provincia de Santa Cruz, territorio que
habitaron estos dinosaurios hace 195 millones de años de acuerdo a
la edad de las rocas que los expertos dataron. Las reconstrucciones
arrojadas con la técnica empleada mostraron que el desarrollo de M.
patagonicus era por sí solo extraordinario: mientras que los recién
nacidos se parecían a un pollito de apenas 60 gramos y hubiesen
cabido en la palma de una mano, doce meses después pesaban cerca de
7 kilos y alcanzaban la edad adulta –alrededor de los 8 años– con un
peso de una tonelada.
Curioso
hallazgo de dos Glosoterios en la localidad de San Pedro.
El Museo
Paleontológico de San Pedro presentó, en el marco de “La Noche de
los Museos”, los restos fosilizados de una peculiar pareja de
perezosos prehistóricos hallados recientemente.
El
descubrimiento fue realizado a escasos kilómetros del casco urbano,
en las barrancas del río Arrecifes, por Juan Domingo y Juan Jesús
Barrios, junto a Diana Imfeld O´Farrell, mientras transitaban por el
lugar, quienes dieron aviso inmediato al Museo Paleontológico “Fray
Manuel de Torres”.
Los
fósiles, hallados en buen estado de conservación, corresponden a dos
perezosos del género Glosoterio (Glossotherium robustum);
uno de avanzada edad y otro juvenil, que provienen de sedimentos
depositados en la zona durante el Pleistoceno tardío. Un equipo del
Museo conformado por José Luis Aguilar, Julio Simonini, Matías
Swistun, Bruno Rolfo y Bruno Zarlenga, logró preservar y
acondicionar los fósiles.
 |
Uno de los perezosos es un adulto que presenta signos de
haber tenido una edad avanzada al momento de morir. La
articulación del codo del animal muestra un alto grado de
artrosis que ha producido deformaciones y callosidades en
las carillas articulares de los cóndilos distales.
De la observación del húmero hallado, se puede deducir que
el ejemplar había perdido los cartílagos que amortiguan el
roce entre los huesos de una articulación. Esa pérdida de
lubricación y amortiguación hizo que los huesos comenzaran a
rozarse entre sí produciendo, seguramente, importantes
dolores al animal. |
Debido al
grado de deterioro que se observa en el hueso del brazo y las
callosidades que se aprecian en sus carillas articulares, es
probable que el perezoso moviera su brazo derecho con un importante
grado de dificultad.
El roce
entre los componentes del codo hizo que el húmero produjera tejido
óseo en zonas que debían ser lisas formando protuberancias que
seguramente producían fuertes dolores. Por el mismo motivo, se ve
que las carillas articulares se extendieron más allá de sus
dimensiones normales produciendo rebabas en la articulación que,
seguramente, hayan causado un intenso dolor al brazo del animal.
El
perezoso más joven de este dúo prehistórico aún no había alcanzado
su total desarrollo al momento de su muerte. La comparación de los
restos óseos con ejemplares adultos muestra una notable diferencia
en las dimensiones. Se recuperó la cola del animal completa, su pie
izquierdo articulado y una número importante de pequeños huesillos
dérmicos que el animal poseía embebidos en su piel.
Según
describe José Luis Aguilar, director del equipo del Museo de San
Pedro, “estos perezosos desarrollaron
centenares de pequeños huesitos llamados “osteodermos” (huesos de la
dermis) que se encontraban ubicados en el interior del cuero del
animal formando una especie de malla flexible que otorgaba una
dureza extra a la piel ante el ataque de los carnívoros.
En el
caso del joven ejemplar descubierto en San Pedro, los osteodermos
que se preservaron corresponden a la zona del glúteo izquierdo, la
cola y el pie izquierdo del animal.
En el
extremo final de la cola, muy completa y de unos 70 cm de longitud,
se puede observar que los osteodermos se conservaron alrededor de
las últimas vértebras en la posición que ocupaban cuando el animal
vivía.
Este
último detalle es importante ya que, desde el Museo de San Pedro,
venimos recopilando información respecto de la conformación,
crecimiento y variedad de formas que adquirían estos huesillos en
diferentes perezosos prehistóricos”.
Para el
Dr. Rodrigo Tomassini, investigador adjunto del INGEOSUR-CONICET, “el
estudio de paleopatologías en perezosos fósiles ha cobrado mayor
relevancia en los últimos años.
 |
Entre las lesiones más notorias registradas
en estos animales se encuentran la osteoartritis,
osteomielitis, osteocondritis y osteoporosis. Resultan de
gran importancia el hallazgo de fósiles como el de este
húmero de Glosoterio con síntomas de estas enfermedades.
Asimismo, es de gran relevancia que se haya descubierto
asociado a restos de un juvenil ya que éstos, no son tan
frecuentes en el registro fósil y permite comparar
individuos de diferentes edades”.
<<<Glosoterios exhibidos en el Museo de La
Plata. Archivo. |
Por su
parte, el Dr. Luciano Brambilla, de la Universidad Nacional de
Rosario, puntualiza que “de acuerdo a la
antigüedad de los sedimentos de donde provienen estos dos
ejemplares, pertenecieron a la especie Glossotherium robustum,
un perezoso de importante tamaño, de algo más de una tonelada de
peso, con una piel gruesa y una densa pelambre, muy característica
en estos animales.
Desde
hace un tiempo, trabajamos en conjunto con el Museo de San Pedro
para tratar de aportar detalles al estudio de los pequeños huesos
dérmicos que poseían estos animales. Es por eso que este hallazgo,
sin dudas, contribuirá al estudio de esas formaciones óseas en la
piel y a un mejor conocimiento de las enfermedades que sufrían estos
mamíferos con grandes masas corporales”.
Científicos
argentinos en busca de osos y lobos prehistóricos en México.
Arctotherium
y Protocyon, dos
especies extinguidas. Participaron del hallazgo de restos fósiles de
antiquísimos animales en cavernas subacuáticas de México
Un científico platense, el
investigador Leopoldo Soibelzon, formado en la Facultad de Ciencias
Naturales de la UNLP y actual investigador de esa unidad académica y
del CONICET, participó del descubrimiento, a través de una
investigación de coautoría, de restos fósiles de osos y lobos de
hace más de 15 mil años en el marco de un trabajo desplegado en una
caverna en México. De esta forma, ahora trabajan sobre una afianzada
hipótesis acerca de que estos animales emigraron del sur del
continente debido a cambios ambientales y condiciones más favorables
“pocos miles de años antes de extinguirse”.
 |
Arctotherium y
Protocyon son
géneros de osos y lobos respectivamente que vivieron en Sudamérica y
se extinguieron hace 10 mil años. Sus predecesores habían surgido en
América del Norte mucho antes y llegaron a esta parte del mundo
durante el fenómeno conocido como Gran Intercambio Biótico Americano
(GIBA), la migración de diferentes especies de un hemisferio
continental al otro a través del istmo de Panamá cuando ambas masas
de tierra se unieron definitivamente, unos tres millones de años
atrás.
<<<Cráneo de un
gran canido extinto. Archivo. |
Entre otros animales, a esta
parte del mundo arribaron carnívoros gigantescos que se asentaron
sin problemas e incluso alcanzaron dimensiones aún más grandes
porque aquí se encontraron con gran variedad de herbívoros en
ausencia de predadores. Lo que hasta ahora se creía era que, una vez
establecidos en el sur, ya no habían vuelto a trasladarse nunca más,
pero el reciente hallazgo en México de restos fósiles datados en
entre 12 y 38 mil años de antigüedad es una prueba contundente de
que sí lo hicieron.
 |
El platense Soibelzon, uno de
los autores del trabajo de investigación, señala que “creemos que en
determinado momento las condiciones ambientales de Centroamérica y
el sur de América del Norte comenzaron a cambiar y se volvieron
favorables para que algunas de estas formas animales volvieran a
cruzarse de continente. Eso tiene que haber sucedido unos pocos
miles de años antes de extinguirse”.
<<<El
investigador Leopoldo Soibelzon. Imagen archivo. |
Cráneos, mandíbulas y dientes
de varios ejemplares son los restos encontrados fortuitamente por
buzos profesionales que estaban explorando Hoyo Negro, un sistema de
cuevas subterráneas ubicado al norte de la península de Yucatán. Las
especies de osos Arctotherium llegaron a pesar una tonelada y a
medir 4 metros y medio estando erguidos, mientras que los perros o
lobos pertenecientes al género Protocyon rondaban los 25 kilos. El
hallazgo, coinciden los paleontólogos, muestra que futuras
investigaciones en esas regiones probablemente cambiarán lo que
hasta hoy se conoce sobre la historia biogeográfica de los mamíferos
fósiles. Fuente; Conicet.
Un
imperdible de Corrientes. Arroyo Toropí, un paraíso paleontológico.
La zona, en suelo bellavistense, es considerada una
de las mayores reservas de fósiles del país. Desde el inicio de las
tareas, investigadores dieron con restos de más de 35 especies.
En las afueras de la ciudad de Bella Vista, a 150
kilómetros de la capital de Corrientes, se encuentra una de las
mayores reservas de fósiles del norte de la Argentina: el arroyo
Toropí. La gran diversidad de especies y el excelente estado de
conservación en el que se encuentran los restos sorprende a los
paleontólogos, quienes llegan hasta la enorme cárcava erosiva
formada allí para buscar elementos que permitan reconstruir la
evolución y desaparición de la fauna prehistórica en Sudamérica.
Los trabajos en Toropí comenzaron hace más de 40
años, a cargo de científicos del Centro de Ecología Aplicada del
Litoral (Cecoal) y de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE).
Durante la última década y media, las campañas se hicieron más
frecuentes y se multiplicaron los hallazgos de grandes mamíferos
extintos, como mastodontes, gliptodontes o toxodontes.
 |
Para ubicar históricamente a los animales que
vivieron en la región de Toropí hay que remontarse a más de
30.000 años atrás. Los fósiles que allí se encuentran datan
del pleistoceno, que fue la penúltima época del período
cuaternario de la era cenozoica, previa al holoceno, que es
la última etapa en la que se divide la historia de la Tierra
y se extiende hasta la actualidad.
<<<Pieza tipo e Chelonoidis
letzae,
en el Museo Paleontológico de Topori, Corrientes.
|
“Aunque en términos evolutivos está muy alejada, la forma y el
tamaño de la fauna que habitó esta región de Sudamérica hasta hace
10.000 años atrás –que es cuando se produjo la extinción–, es
similar a la de África en la actualidad”, señala Alfredo Zurita,
investigador independiente del Conicet en el Cecoal. Por sus
características sedimentológicas, cada lluvia cambia el paisaje de
Toropí y permite que aparezcan, con una extraordinaria frecuencia,
los restos de estos animales.
En Toropí se hallaron fósiles de más de 35 especies que revelan que
en esta zona de Corrientes existían mastodontes, que fueron grandes
elefantes sudamericanos de más de 4 toneladas; gliptodontes, enormes
armadillos de hasta 800 kilos y toxodontes, otro género extinto con
características similares a las de los hipopótamos. También se
encontraron restos de perezosos terrestres de más de 700 kilos y de
tortugas gigantes, con un tamaño similar a las que actualmente se
encuentran en las islas Galápagos, en Ecuador.
“La diversidad es muy grande no solamente en lo que hace al número
de especies, sino también en cuanto a las formas. Hemos hallado
registros de pequeños roedores, de 600 o 700 gramos, hasta de
enormes mastodontes, de 4 o 5 toneladas”, destaca el paleontólogo.
Todas estas características configuran un magnífico escenario para
el desarrollo de distintas líneas de investigación. “Es un
yacimiento que desde el punto de vista científico tiene un valor
enorme. Actualmente, tenemos en el grupo de investigación una
becaria doctoral y una posdoctoral del Conicet trabajando
específicamente temas vinculados a Toropí y estamos intentando sumar
estudios desde otras perspectivas”, menciona Zurita, quien comenzó a
trabajar en este emplazamiento hace unos 15 años junto a la
paleontóloga Alicia Lutz, una de las pioneras de los estudios en
este lugar.
 |
Ambos fueron parte del equipo de científicos
que en 2015 impulsó la fundación del primer Museo
Paleontológico de la provincia de Corrientes, que está en la
ciudad de Bella Vista y fue creado con el objetivo de
mostrar la gran diversidad de la fauna que habitó la zona.
Con la colaboración de organismos locales y nacionales, el
proyecto aspira a seguir creciendo y convertirse en un
parque paleontológico.
<<<Aspecto que presentaba en vida
Morenelaphus. Recreado por el paleoartista Jorge Blanco en el
libro Bestiario Fósil. |
“El museo fue una consecuencia de nuestro trabajo y
es un buen ejemplo de cómo la actividad diaria de los científicos
puede transformarse en algo tangible para la sociedad”, resalta el
investigador. Las tareas de extensión que realizan los
investigadores, becarios y técnicos también incluyen capacitaciones
a la comunidad para valorizar Toropí y evitar daños y saqueos de
fósiles, un problema que preocupa a los grupos que trabajan en la
zona.
Para Zurita, un fósil es casi un milagro. En este
caso, explica, el proceso de fosilización ocurre cuando el mineral
circundante reemplaza lo que fue el hueso del animal y lo transforma
en una réplica en roca. “Cada fósil tiene un valor incalculable
porque probablemente no aparezca otro igual. La pérdida de cualquier
fósil es irreparable para la ciencia y para el patrimonio cultural
del país”, advierte. Fuente larepublica.
Estudian cráneo de un zorrino prehistórico hallado en
la localidad de Gobernador Castro.
Hace unos
años, el equipo del Museo Paleontológico de San Pedro descubrió el
cráneo muy completo de una especie de zorrino fósil en una cantera
abandonada ubicada entre Gobernador Castro y Paraje Espinillo,
partido de San Pedro.
Conepatus
primaevus,
tal su nombre científico, fue estudiado por Mauro Ignacio Schiaffini
(del Centro de Investigación Esquel de Montaña y Estepa Patagónica)
y Francisco Prevosti (del Centro Regional de Investigaciones
Científicas y Transferencia Tecnológica de La Rioja).
El
trabajo de los dos científicos hace un minucioso análisis de los
diferentes géneros y especies de zorrinos fósiles que habitaron la
región durante la prehistoria analizando características
morfológicas, alimentación y demás datos que permiten conocer mejor
a estos animales; discutiendo, a su vez, la validez de algunas
especies.
 |
Es en
este punto, donde el material descubierto por el Grupo
Conservacionista, junto a otros fósiles de diferentes colecciones,
aportó caracteres fundamentales para que los paleontólogos pudieran
reafirmar la existencia de la especie C. primaevus, la cual
había sido puesta en duda en trabajos de autores anteriores.
<<<Cráneo y mandibula de
Conepatus
primaevus. Museo Paleontológico de San
Pedro. |
El
trabajo científico fue difundido, recientemente, por la “Journal
of South American Earth Sciences”, una publicación especializada
en trabajos de diferentes autores que
investigan las
ciencias de la tierra, principalmente en temas que son relevantes
para América del Sur, América Central, el Caribe, México y la
Antártida.
Para aquellos que recorran el Museo, este ejemplar se
encuentra exhibido desde hace un tiempo junto a otras 30 especies
que conforman la muestra permanente del Museo y es un indicador más
de los valiosos materiales paleontológicos descubiertos en estos 20
años de trabajo del grupo sampedrino.
Evidencia
de peleas entre tigres dientes de sable.
El
estudio fue recientemente publicado en la Revista de la Academia de
Ciencias de Francia “COMPTES RENDUS PALEVOL” y fue realizado por
investigadores argentinos a partir de dos cráneos fósiles, uno de
Río Tercero, (Córdoba) y el otro de la ciudad de Mercedes (Buenos
Aires)
Sin
lugar a dudas, el mamífero carnívoro más espectacular es el Smilodon
populator o “tigre dientes de sable”. Fue uno de los mayores felinos
conocidos, su longitud sobrepasaba el metro y medio, y su peso
rondaba los 300 kilogramos. De tamaño comparable a un león, era muy
robusto, de patas cortas y fuertes y cola muy corta. Sin embargo, la
característica más llamativa de Smilodon eran los enormes caninos
que alcanzaban los 30 centímetros de longitud. Estos dientes tenían
forma de daga y los filos como un cuchillo dentado. Debido a sus
grandes colmillos, el Smilodon debía abrir la boca en un ángulo
mayor a los 120º para poder así morder a sus presas.
 |
Debido al descomunal tamaño de los colmillos
y a su relativa fragilidad, algunos científicos pensaron que
el Smilodon solo usaría sus colmillos como exhibición, o tal
vez, solo podría morder a sus presas en zonas que no
ofrecieran demasiada resistencia como el cuello o la panza.
Un grupo formado por investigadores del
CONICET, Museo de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia”,
Fundación de Historia Natural “Félix de Azara”, Museo
Regional “Florentino Ameghino” de Río Tercero, Córdoba y del
Museo Municipal de Ciencias Naturales “Carlos Ameghino” de
Mercedes, realizó un estudio excepcional.
<<< Cráneo con perforaciones
en el Museo Ameghino de Mercedes. |
Los
investigadores analizaron dos cráneos de Tigres dientes de Sable que
tenían una gran perforación en la parte dorsal. Uno de ellos
proviene de Río Tercero, Córdoba, mientras que el otro es del Río
Luján, Mercedes, provincia de Buenos Aires.
Los
científicos concluyeron que otro Tigre de Dientes de Sable hizo la
gran perforación usando sus poderosos colmillos durante un combate.
Es decir, estos grandes felinos podrían haberse causado lesiones muy
graves entre sí, posiblemente durante combates por territorio,
alimento, acceso a las hembras, etc., muy similar a lo que ocurre en
la actualidad con muchos grandes felinos, que incluso pueden
culminar en la muerte. Además, en esta investigación se concluye que
los enormes colmillos característicos de los Tigres Dientes de Sable
tenían una resistencia mucho mayor de lo que se pensaba , y
evidentemente eran mucho más utilizados de lo que se creía hasta el
momento, tanto para conflictos entre miembros de la misma especie
como para la depredación de otros miembros de la “Megafauna”.
Pese
a que a veces se trate de especies muy conocidas por su amplio
registro y extensión geográfica, son pocos los casos donde el
registro fósil nos deja ver claramente el comportamiento de los
animales extintos, lo cual nos llena de asombro.
Recuperan restos fósiles de un
megaterio en Colonia Emilio Mitre, La Pampa.
Un fémur de este mamífero prehistórico había sido
encontrado en la zona hace algunos años por pobladores. Ahora, desde
el Museo de Historia Natural ubicaron el lugar.
La Secretaría de Cultura del Gobierno de La Pampa
informó que el Museo de Historia Natural de La Pampa efectuó con
éxito tareas de prospección paleontológica en el área de Colonia
Emilio Mitre, a los fines de relocalizar el sitio de hallazgo de los
restos fósiles de un megaterio, mamífero extinto de gran tamaño,
entregado hace algunos meses atrás a dicha institución para su
identificación y resguardo.
Entre otras funciones, el Museo es el organismo
encargado de recibir denuncias sobre hallazgos paleontológicos y
velar por la correcta extracción y preservación de los restos
fósiles dentro del territorio provincial. En este marco, tras el
recibimiento de los restos de un megaterio en septiembre del año
2018, el museo provincial puso todo su esfuerzo para reubicar con
exactitud el sitio de su hallazgo, tarea que solo fue posible
gracias a la colaboración y compromiso por la preservación del
patrimonio pampeano del antropólogo bonaerense Ambrosio González
Rubio, así como de distintos referentes del pueblo ranquel.
 |
La particular historia de este hallazgo
paleontológico comienza en septiembre del 2018, cuando el
antropólogo Ambrosio González Rubio se comunicó con el Museo
de HIstoria Natural para hacer entrega de unos restos
fósiles procedentes del área de Colonia Emilio Mitre.
González Rubio indicó que mientras realizaba
sus estudios de tesis en Árbol Solo, el lonko Carlos Campú,
máxima autoridad del Pueblo Rankülche, le había cedido los
restos para que los hiciera llegar a la autoridad
competente.
<<<Aspecto
del gigantesco megaterio. Ilustración de Daniel Boh.
|
Campú también le indicó que los mismos los había
recibido tiempo atrás de un poblador vecino, quien los halló al
desmoronarse un médano vivo en la zona próxima a Emilio Mitre.
De acuerdo a los comentarios de Campú, en la zona del
hallazgo aún se podían observar más restos en el terreno. De esta
manera, luego de precisar que los restos pertenecían a un megaterio
y ante la importancia del hallazgo dado que este tipo de restos son
infrecuentes en el centro-oeste de la provincia, el Museo se dispuso
a contactar al lonko para precisar con exactitud el lugar de
hallazgo.
El contacto con Campú fue dificultoso debido a que se
encontraba en Victorica comprometido en su salud, pero luego de
varias semanas y gracias a la colaboración del Consejo Provincial
del Aborigen, especialmente de Pedro Coria y María Inés Canhué,
desde el Museo pudieron ubicar a su hijo Carlos, quien conocía la
historia del hallazgo y amablemente se ofreció a colaborar con la
reubicación del sitio.
Habiendo coordinado un punto de encuentro con Carlos
Campú hijo, el personal del museo se trasladó a Emilio Mitre para
reubicar los restos bajo la dirección de los paleontólogos Marcos
Cenizo y Lucas Cheme Arriaga junto a los técnicos colaboradores
Pablo Tejerina, Maximiliano Minuet y Nicolás Peralta Seen.
 |
Siguiendo las indicaciones de Campú, el
equipo prospectó una vasta zona de médanos al oeste del
Emilio Mitre, buscando un área de deflación donde los
médanos hubieran perdido su cobertura vegetal permitiendo
así la exposición de sedimentos más antiguos, entre ellos
aquellos pertenecientes a la Formación El Meauco, cuerpo de
roca donde fueron hallados restos de megafauna en otros
lugares de la provincia.
Finalmente, se observó las condiciones
mencionadas en un área donde los médanos habían sido
removidos para la instalación de un tanque australiano. Al
llegar al puesto próximo, el equipo del Museo fue recibido
por su propietaria, Juana Cabral, quien cordialmente señaló
que los restos buscados efectivamente habían sido
recuperados en un sector cercano.
<<<Esqueleto de Megaterio en el Museo de
La Plata. Archivo. |
Tras unas horas de prospección, el equipo halló el
sitio exacto donde años atrás se había encontrado el megaterio. El
lugar aún mostraba la presencia de grandes astillas incluidas en las
arenas de la Formación El Meauco, donde además se recuperaron restos
de otros mamíferos más pequeños.
Si bien no se recobraron nuevos restos del megaterio,
la ubicación del sitio permitió reconocer exactamente las unidades
geológicas que son portadoras de megamamíferos en el centro de La
Pampa, algo que hasta el momento no contaba con evidencias
concretas. Fuente; eldiariodelapampa.
Descubren
acumulaciones de fósiles en el Triasico de
Ischigualasto.
"Es una masa de hueso contra hueso
acumulado, prácticamente no hay sedimentos. Es como si hubieran
hecho un pozo y lo hubieran llenado de huesos", explicó el
paleontólogo argentino Ricardo Martínez.
Un cementerio de dinosaurios de 220
millones de años fue descubierto en el oeste de Argentina, con
fósiles de al menos una decena de individuos, anunció este miércoles
una fuente científica.
"Se trata de un bloque, una verdadera
acumulación de huesos, hay cerca de diez individuos distintos. Es
una masa de hueso contra hueso acumulado, prácticamente no hay
sedimentos. Es como si hubieran hecho un pozo y lo hubieran llenado
de huesos. Es realmente impresionante", explicó el paleontólogo
argentino Ricardo Martínez.
Según Martínez, investigador del
Instituto y Museo de Ciencias Naturales de la Universidad de San
Juan (IMCN), "estos fósiles pertenecen a la cuenca de Ischigualasto,
corresponde a 220 millones de años, una época de la que no se conoce
mucho de la fauna".
 |
El cementerio, una suerte de colchón
sólido, fue encontrado en septiembre del año pasado en la provincia
de San Juan (1.100 km al oeste de Buenos Aires), durante la última
campaña a Ischigualasto, precisó Cecilia Apaldetti, investigadora
del IMCN y del Consejo Nacional de Ciencia y Técnica (Conicet) y
parte del equipo.
El descubrimiento "tiene doble
importancia porque hay por lo menos siete u ocho individuos de
dicinodontes, que son los antecesores de los mamíferos, del tamaño
de un buey, y otros arcosaurios (reptiles) que no sabemos todavía
qué son, pueden ser dinosaurios o un antecesor de los cocodrilos de
gran tamaño", explicó a su vez el científico.
|
El hallazgo de esta "cama de huesos" de
unos dos metros de diámetro y que podría tener uno o dos metros de
profundidad, fue dado a conocer por la Agencia de Ciencia, Técnica y
Sociedad de la Universidad de La Matanza (CTyS-UNLaM).
Al tratar de explicar las causas de esta
acumulación de huesos, los investigadores estimaron que "pudo haber
una época de gran sequía y que allí había un cuerpo de agua, un
pequeño lago en el que se amontonaban los herbívoros para beber y, a
medida que se evaporaba el agua, se iban debilitando e iban muriendo
en el lugar".
Apaldetti
contó que a medida que iban despejando el bloque para extraerlo iban
apareciendo nuevos huesos y tuvieron que suspender la tarea por las
altas temperaturas y las lluvias en la zona durante el verano
austral.
"Esta acumulación de huesos es más
grande de lo que pensábamos, aún no le encontramos la base. Vamos a
regresar al sitio en estas semanas para poder extraer todo el bloque
completo, posiblemente debamos hacerle una base de hormigón y
precisaremos de una grúa y maquinaria adecuada", estimó la
investigadora en declaraciones a la agencia CTyS-UNLaM.
Argentina cuenta con fósiles de los tres
períodos de dominancia (el Triásico, el Jurásico y el Cretácico) de
la era Mesozoica, y se hallaron individuos diferentes de los
encontrados en el hemisferio norte. Los yacimientos de fósiles de
dinosaurios más preminentes se localizan en la Patagonia (sur), La
Rioja (Parque Talampaya) y San Juan, al oeste, y en Salta (norte).
Hallan nuevos peces que habitaron la Patagonia durante el Cretácico.
Fueron
identificados por investigadores del CONICET a partir del estudio de
fragmentos de un cráneo y dientes encontrados en la Cuenca Neuquina.
El
hallazgo de fragmentos del cráneo y la dentición de dos ejemplares
de peces en la formación geológica Agrio, en la Cuenca Neuquina,
permitió establecer un nuevo género y especie de durófagos –es decir
aquellos que trituran su alimento con los dientes– que habitaron la
Patagonia argentina en el Cretácico temprano, hace más de 130
millones de años. El trabajo fue realizado por investigadores del
CONICET en la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la
Universidad Nacional de La Plata (FCNyM, UNLP) y el Centro de
Investigaciones Geológicas (CIG, CONICET-UNLP) en colaboración con
un colega alemán, y publicado recientemente en Cretaceous
Research.
 |
Los dos ejemplares encontrados pertenecen al
orden de los picnodóntidos, que agrupa a peces esféricos y
comprimidos, muchos de los cuales habrían estado asociados a
arrecifes de coral. Aunque existieron formas más grandes,
muchos de ellos medían entre 50 y 60 centímetros y se estima
que la gran mayoría de ellos se alimentaba de distintos
tipos de bivalvos –moluscos similares a las almejas– y
corales, gracias a su poderosa dentición adaptada a esos
fines.
<<<Ejemplar
de Gyrodus huiliches, recuperado en la
Cuenca Neuquina. |
“Una
primera particularidad del hallazgo tiene que ver con la presencia
de huesos del cráneo asociados a la dentición”, destaca Soledad
Gouiric Cavalli, investigadora adjunta del CONICET en la FCNyM y
primera autora del trabajo, y desarrolla: “En general, lo que se
encuentra más habitualmente en el campo son los dientes, debido a la
naturaleza propia del material dentario que es más resistente que
otras partes del pez, lo que le brinda mayor potencial de
fosilización en comparación, por ejemplo, con los huesos craneanos”.
“En este
estudio pudimos ver que los ejemplares presentaban una combinación
única de características en sus dientes. La ornamentación en la
corona, es decir el dibujo que hace el esmalte sobre el diente
permitió diferenciarlos entre sí y también de todos los géneros y
especies de una de las tantas familias de picnodóntidos que se
conocen en el mundo. La cantidad de hileras dentarias –cuatro en la
mandíbula inferior– y la distribución de los dientes en ambas
quijadas nos permitió establecer que el material debía ser referido
al género Gyrodus como una nueva especie que
denominamos Gyrodus huiliches”, explica.

Aspecto en vida del pez del
Cretácico del genero Gyrodus. |
Por otro lado, la experta puntualiza que la
dentición incompleta de uno de los ejemplares cuadraba con
la morfología descripta para el Macromesodon
agrioensis, que hasta ese momento era la única
especie conocida de picnodóntidos en Argentina, pero al
reestudiar ese material original en relación con los fósiles
hallados observaron que los dientes presentaban importantes
diferencias, sobre todo en su ornamentación y morfología:
“Al igual que en algunos dientes del previamente descripto
M. agrioensis, los nuevos ejemplares tienen unos
mamelones o protuberancias en la corona dentaria. Esa
característica no es típica del género Macromesodon, por lo
tanto erigimos un nuevo género para ese pez, al que
denominamos Tranawuen, y la especie ahora se
conoce como Tranawuen agrioensis” |
Para la
especialista, “parte de la importancia de este trabajo radica en que
es la primera revisión de los peces picnodóntidos en Argentina,
configurándose como el paso inicial para el estudio más detallado de
estas faunas. Si bien eran muy diversos y tuvieron una importante
presencia durante el Jurásico y el Cretácico, el registro fósil en
América del Sur es bastante incompleto”. Según explica, “los dos
ejemplares que describimos son endémicos de nuestro país y
representan el registro más austral de este grupo. Es interesante
marcar que estos peces se habrían originado en Europa y migraron por
el océano Pacífico en el Jurásico tardío a través de lo que se
conoce como el Corredor Hispánico, una hipótesis que también se
propone para explicar la distribución de otros vertebrados e
invertebrados marinos”. Fuente Conicet.
Mahuidacursor
lipanglef,
un nuevo
dinosaurio de la Patagonia.
Habitó el
sur del país hace 85 millones de años. Tras dos años de trabajo, los
técnicos formaron una vértebra coincidente con el ornitópodo.
El
Mahuidacursor lipanglef, o el
"corredor de los cerros de brazos ligeros", un
dinosaurio herbívoro, de cinco metros, que habitó la
Patagonia en el
Cretácico Superior, fue presentado hoy por la
Subsecretaría de Cultura de Neuquén como una nueva
pieza del patrimonio paleontológico local.
|
 |
El nuevo
dinosaurio se incorporará a la colección del
museo paleontológico de Rincón de los Sauces que, a
partir de los restos encontrados, presentará una versión tal cual la
que vivió hace millones de años.
El
hallazgo se produjo en junio de 2016,
cuando el equipo del museo Argentino Urquiza de la localidad
neuquina de Rincón de los Sauces, realizó una salida de campo con el
objetivo de explorar una nueva zona dentro del área conocida como
Cerro Overo, ubicada a unos 50 kilómetros al sur de
dicha ciudad. |
Mientras
se realizaba la exploración, uno de los técnicos,
Salvador Palomo, divisó fragmentos fósiles sueltos
al pie de una loma donde afloran niveles de
más de 85 millones de años de antigüedad, referidos
a la formación geológica Bajo de la Carpa.
Los
fragmentos hallados fueron ensamblados y dieron lugar a una
vértebra de pocos centímetros de longitud, que fue
identificada como perteneciente a la vértebra cervical de un
ornitópodo, un grupo de dinosaurios herbívoros de
andar principalmente bípedo.
Luego del
trabajo con la vértebra, continuó la excavación que permitió a los
investigadores descubrir un ejemplar articulado y en muy buen estado
de preservación.
El
paleontólogo
Leonardo Filippi explicó que en esa zona han
encontrado "una variedad de fósiles muy interesante, aparecen
animales bastante completos y la preservación es muy buena".
"La
vértebra que encontramos era pequeña, no era de las que estamos
acostumbrados, que son las de los animales saurópodos, los de cuello
largo", agregó Filippi. Además, señaló que la formación Bajo de la
Carpa tiene "entre 83 y 85 millones de años aproximadamente".
|
 |
Por otra
parte, la investigadora del Conicet Penélope
Cruzado Caballero detalló que el dinosaurio "medía
unos cinco metros, era juvenil, tenía alrededor de seis años y aún
podía crecer un poco más.
Era herbívoro, bípedo y con unos brazos
muy gráciles que podía apoyar sin soportar mucho peso".
|
El nombre
genérico (Mahuidacursor) proviene de mahuida, una
palabra mapuche que significa "montaña", en referencia a los cerros
de origen volcánico que pueden observarse en la zona, y cursor, del
latín "corredor".
En tanto,
el nombre de la especie (Lipanglef)
proviene de dos palabras de origen mapuche, lipang, que significa
"brazo o miembro anterior" y lef, "ligero".
Mahuidacursor es parte de un grupo de
dinosaurios ornitópodos dentro del cual se encuentran otros
representantes patagónicos, como
Talenkauen y
Macrogryphosaurus.
Según
informaron desde Patrimonio Cultural de la provincia, si bien tiempo
atrás ya se habían recuperado materiales de este grupo de
dinosaurios en esa misma zona,
Mahuidacursor
representa el primer registro significativo para el norte de la
Cuenca Neuquina, y el primero para la formación geológica Bajo de la
Carpa.
El
estudio científico de este ejemplar estuvo a cargo de la doctora
Penélope Cruzado Caballero y del doctor José Gasca, ambos
especialistas en dinosaurios ornitópodos, el magister Leonardo
Filippi, el doctor Ignacio Cerda y el geólogo Alberto Garrido.
En la
conferencia de prensa llevada adelante esta mañana en la ciudad de
Neuquén, informaron que los resultados de este estudio fueron
publicados en la reconocida revista científica internacional
Cretaceous Research. Fuente Conicet.
Nuevas evidencias sobre la extinción de los mamíferos gigantes en
América por humanos.
Investigadores del CONICET hallaron en Olavarría artefactos de caza
y huesos de un perezoso gigante que datan de hace aproximadamente
12.600 años.
El momento en que se produjo la definitiva extinción de los grandes
mamíferos del Pleistoceno (comenzado hace cerca de 2,6 millones de
años y culminado hace unos 12 mil años) y el rol que jugaron los
seres humanos en su desaparición son ejes de controversias entre los
arqueólogos y paleontólogos del continente americano.
Dataciones de Carbono 14 sobre los huesos de grandes mamíferos
extintos hallados en la región pampeana de la Argentina, sugirieron
que algunos de estos grandes animales pudo haber habitado la zona
hasta hace aproximadamente 8 mil años, ya durante el Holoceno,
varios milenios después de su desaparición en el resto de América.
 |
“De alguna manera, se creía que los pastizales pampeanos podrían
haber servido de refugio para los herbívoros gigantes del
Pleistoceno, y que las poblaciones indígenas no los habrían cazado
intensamente”, explica Gustavo Politis, investigador superior del
CONICET y director del Instituto de Investigaciones Arqueológicas y
Paleontológicas del Cuaternario Pampeano (INCUAPA, CONICET-UNICEN)
ubicado en Olavarría
<<<Imagen ilustrativa. Daniel Boh.
|
Sin embargo, recientemente una investigación dirigida por
investigadores del CONICET publicada en Science Advances
cuestiona dicha hipótesis, a partir del hallazgo, a orillas del
arroyo Tapalqué en el Partido de Olavarría, de los huesos de un
perezoso terrestre gigante (Megatherium americanum) junto con
las herramientas de piedra usadas para cazarlo y cortarlo que, según
dataciones establecidas con métodos precisos, tendrían cerca de 12
mil seiscientos años.
“Varias líneas de evidencia permitieron reconocer el procesamiento
del megaterio por parte de los grupos humanos como, por ejemplo, la
identificación de huella de corte sobre los huesos realizadas con
las herramientas de piedra y la confección de instrumentos con las
costillas del perezoso”, explica Pablo Messineo, investigador
adjunto del CONICET en el INCUAPA y uno de los autores del trabajo
junto a Politis.
Las excavaciones fueron realizadas en el sitio conocido como Campo
Laborde y gracias a un set de dataciones de Carbono 14, para las que
se usaron métodos más precisos para la extracción del colágeno de
los huesos del megaterio, se pudo obtener información original y de
alta calidad con relación al impacto directo de los grupos humanos
sobre la especie encontrada en particular y sobre los mamíferos
gigantes en general. El espécimen cazado, del cual pudieron
recatarse decenas de huesos, pesaba alrededor de 4 toneladas.
 |
“La edades Holocénicas (menores a 12 mil años) obtenidas previamente
se debieron a la degradación y perdida del colágeno en los huesos y
por la contaminación de la materia orgánica de los sedimentos que
rejuvenecieron las edades de Carbono 14, contaminantes que no
pudieron ser removidos totalmente con las técnicas estándares de
extracción del colágeno”, explica Thomas Stafford Jr. de la
Stafford Research LLC (Colorado, Estados Unidos), especialista
en datación de Carbono 14 y otro de los autores del trabajo. |
Hasta el momento, Campo Laborde es el único sitio en América donde
se documentó que los grupos indígenas antiguos cazaron este perezoso
terrestre gigante. De acuerdo a Politis, los resultados obtenidos
permiten evaluar cuál fue el rol de los grupos cazadores en la
extinción de la fauna gigante Sudamericana. ”Las nuevas dataciones
reducen a aproximadamente 2 mil años el tiempo de coexistencia entre
los humanos y los megamamíferos en las Pampas de Argentina”,
concluye el investigador. Fuente; Conicet.
Recuperan un cráneo de Arctotherium angustidens en San Pedro.
Se trata de un ejemplar de la especie de Arctotherium
angustidens, la cual representa a los osos más gigantes que
hayan existido. Los investigadores destacan el asombroso estado de
conservación del cráneo y las dos ramas mandibulares de este nuevo
espécimen de San Pedro.
El doctor Leopoldo Soibelzon, investigador del Museo de La Plata y
del CONICET, comentó a la Agencia CTyS-UNLaM que “se trata de un oso
de gran tamaño de la especie Arctotherium angustidens,
cuyos ejemplares más grandes, en posición erguida, podían alcanzar
hasta 4,5 metros de altura”.
Soibelzon fue quien presentó en sociedad al ejemplar más grande del
que se tenga registro en 2011. En tanto, este nuevo ejemplar de San
Pedro fue identificado como un macho joven que pesaba unos 800 kilos
al momento de morir y que habría medido aproximadamente 2,5 metros
de altura parado en dos patas.
|
 |
El experto en el estudio de osos gigantes destacó que “el
cráneo y la mandíbula de este nuevo ejemplar de San Pedro
están increíblemente preservados, en tanto que también se
encontró parte de su pelvis, el fragmento de uno de sus
húmeros, parte de uno de sus radios y seis vértebras
articuladas”.
El director del Museo de San Pedro, José Luis Aguilar, quien
realizó este hallazgo junto Matías Swistun y Julio Simonini,
coincidió en que “es impresionante el estado de preservación
del cráneo junto a sus dos ramas mandibulares, las cuales
han conservado todas sus piezas dentales, lo cual lo
convierte en un ejemplar excepcional”. |
“El cráneo de esta bestia es realmente asombroso en cuanto a tamaño
y estado de conservación”, afirmó Aguilar. Y precisó: “Tiene
colmillos de unos 6 centímetros de longitud, los cuales son fuertes,
compactos, punteagudos y estaban preparados para desgarrar la carne
de sus presas”.
“Las mandíbulas también conservan su par de colmillos, los cuales
tienen 4,5 centímetros de largo, mientras que los molares de este
oso estaban bien adaptados para cortar y para destrozar el tejido
muscular y los huesos de los animales de los cuales se alimentaban”,
contó el director.
Aguilar valoró que, para la concreción de este hallazgo, fue
determinante la colaboración del maquinista Fausto Capre de la
empresa Tosquera San Predo SA, propietaria de este sitio.
“Fue posible ver los restos de este ejemplar que caminó la región
pampeana hace unos 700 mil años gracias al accionar de la excavadora
para la extracción de tosca a nueve metros de profundidad”,
mencionó.
A dicha profundidad, se ha detectado una capa sedimentaria con
contiene restos de un antiguo pantano. Aguilar explicó que “algunos
de los grandes animales que cazaban o que se acercaban para beber
agua, quedaban atrapados en ese fango, en ese lodo, y es por ello
que, desde hace un tiempo, venimos realizando diversos hallazgos en
ese sitio”.
|
 |
Los Arctotherium angustidens de mayor tamaño
alcanzaban una medida mayor a la que se había estimado en
2011 cuando el doctor Soibelzon presentó al ejemplar más
gigantesco. En tanto, la fuerza de la mordida de estos osos
de tamaño bestial era de unos 225 kilogramos en la zona de
los molares.
Estos molares poseían crestas cortantes y cúspides bien
marcadas que revelan una dieta omnívora, pero con una fuerte
tendencia al consumo de carne y de hueso de animales que
obtenían de su propia caza, pero también al disputarle sus
presas a otros carnívoros como por ejemplo a los tigres
dientes de sable.
<<<Imagen
ilustrativa de un esqueleto de Arctotherium en el MACN |
José Luis Aguilar contó a la Agencia CTyS-UNLaM que, a partir de un
trabajo junto a uno de los laboratorios del Centro de Ecología
Aplicada de Litoral de Corrientes, se han identificado esporas y
granos de polen de ciertos hongos, algas y algunos vegetales en el
sedimento donde fueron encontrados los restos de este oso.
“Ello nos permite saber que este oso gigante habitó en un ambiente
de estepa formado por plantas herbáceas, con suelo algo arenoso y
siempre con cuerpos de agua cercanos”, relató el director del Museo.
El doctor Soilbelzon indicó que “estos osos vivieron en la región
pampeana hasta hace unos 500 mil años”. En tanto, la llegada de los
osos a Sudamérica fue posible a partir de que, hace unos 3 millones
de años atrás, cuando se elevó el istmo de Panamá, estos animales
terrestres pudieron arribar desde Norteamérica.
Conflicto
antarcticus, el fósil hallado en el Paleoceno de la Antártida,
brinda información de la evolución de las aves.
Científicos estudiaron un fósil antártico que permite
conjeturar que este tipo de boca apareció evolutivamente temprano en
las aves Anseriformes.
En el año 2007, investigadores del Instituto
Antártico Argentino encontraron en la isla Marambio, al Noreste de
la Península Antártica, el esqueleto casi completo de una nueva
especie de ave que vivió hace 65 millones de años durante el
Paleógeno Temprano. Luego de varios años de preparación y estudio
del fósil, recientemente el hallazgo fue presentado en Zoological
Journal of the Linnean Society.
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El estudio, dirigido por Claudia Tambussi,
investigadora principal del CONICET en el Centro de
Investigaciones de Ciencias de la Tierra (CICTERRA, CONICET-UNC)
determinó que el fósil analizado pertenece a un nuevo género
y especie basal de Anseriformes (patos, cisnes y gansos) de
una familia aún indeterminada. Se lo denominó
Conflicto antarcticus en virtud de la conflictiva
posición filogenética, debido a que sus características son
diferentes a las de otras aves conocidas. |
Los Anseriformes actualmente habitan ambientes
acuáticos y se considera que la explotación de los cuerpos de agua
continentales proporcionó la base para la formidable diversificación
de este grupo. A diferencia de la mayoría de las Neoaves acuáticas
que son carnívoras -como los macaes y los somormujos-, los
anseriformes se alimentan de plantas o pequeños invertebrados
acuáticos. Para ello cuentan con unas laminillas en el pico que les
permite filtrar su alimento.
¿Cuándo se produjo la diversificación de los
Anseriformes? ¿Cuándo y cómo surgió este hábito filtrador? Son
algunas de las preguntas que se formula el equipo de trabajo
responsable de ésta y otras importantes investigaciones en aves
prehistóricas.
Al analizar este esqueleto fósil, los científicos
pudieron determinar que Conflicto antarcticus, a
juzgar por la forma y las proporciones de los huesos pectorales y
del ala, sin dudas tenía capacidad de volar. Aunque no se
encontraron los tarsometatarsos ni las falanges (huesos del miembro
posterior), los restos óseos que se conservaron de estas
extremidades muestran que tenía patas alargadas.
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Sin embargo, aunque pertenece al grupo de los
Anseriformes, su apariencia no concuerda con la de los patos
o gansos. Conflicto antarcticus tenía un
cuerpo grácil y estilizado, con miembros alargados -como se
observa en los flamencos)- pero poseía un cráneo similar al
de un pato, aunque con un pico más delgado. Conflicto
antarcticus, al estar representado por un material tan
completo y bien preservado es posiblemente el más importante
registro de un ave no marina del Paleoceno del hemisferio
sur. |
“Este nuevo hallazgo permite hipotetizar que la forma
del pico típica de los patos actuales -la que les posibilita filtrar
el alimento del agua- habría aparecido tempranamente en la evolución
de este grupo de aves” explica Tambussi. Asimismo, los estudios
filogenéticos establecen nuevas relaciones entre los miembros de los
Anseriformes y las aves modernas que, sin dudas, serán motivo de
debates futuros.
Según evidencias sedimentológicas y de otros fósiles,
Conflicto antarcticus habría habitado un ambiente
cálido y húmedo que se caracterizaba por bosques templados donde la
temperatura media anual terrestre osciló entre 9 y 15°C.
Finalmente, Los investigadores ya estudian otros
aspectos como el cerebro, cerebelo, oído y bulbos olfatorios a
partir de tomografías computadas y comparando los modelos 3D
obtenidos con lo conocido de otras especies fósiles y vivientes. La
finalidad de estas comparaciones es obtener algunas conclusiones
acerca del modo de vida del animal, de sus capacidades sensoriales y
cognitivas. Fuente Conicet. Esquema del esqueleto de Conflicto
antarcticus. Derecha: Reconstrucción en vida de Conflicto
antarcticus. Dibujo realizado por H. Santiago Druetta. La concreción
en uno de los momentos de su preparación que fue realizada por los
técnicos Javier Pozik del Museo de La Plata e Ivana Tapia del
CICTERRA.
Material
del Museo de Miramar en un libro del
Smithsonian Institute.
Científicos e ilustradores le dieron vida a este
libro, que explica cómo era la biodiversidad del pasado, y en él se
utilizó una pieza de gran valor educativo del Museo Municipal de
Ciencias Naturales Punta Hermengo de Miramar.
El libro
Hace tiempo
intenta responder, como en toda gran historia, el cómo, cuándo y
quiénes participaron en nuestra historia biológica de Sudamérica.
Los expertos, acompañados de ilustraciones, cuentan cómo se ha dado
la evolución y la extinción de las especies, y cómo el clima, la
geografía y la genética influyeron en eso.
El Instituto Smithsoniano de Investigaciones
Tropicales o STRI es un centro de investigaciones administrado por
el Instituto Smithsoniano y emplazado en Panamá, cuyo centro es la
única dependencia de dicha institución ubicada fuera de los Estados
Unidos y se dedica al estudio de la diversidad biológica de los
trópicos, entre varios puntos, ilustra y detalla un organismo en
proceso de fosilización.
Para ello, y como fiel ejemplo, no solo por el
impacto visual, sino por el educativo y creatividad científica,
utilizo el esqueleto de Thylacosmilus atrox exhibido en el Museo
Municipal de Ciencias Naturales Punta Hermengo de Miramar (el tercer
esqueleto exhibido en el mundo de esta especie), para explicar en
forma gráfica y texto el proceso de muerte de una animal
prehistórico, y cuáles son los procesos de fosilización para que
llegue hasta nuestros días es estado “fósil”.
La misión del Instituto Smithsonian de
Investigaciones Tropicales es ampliar y divulgar los conocimientos
sobre el pasado, presente y futuro de los ecosistemas tropicales y
su relevancia para el bienestar humano. El libro fue editado por el
Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von
Humboldt, Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales.
Como se hace en muchos casos, se reconstruyo el
esqueleto de este raro “marsupial dientes de sable”, conocido
científicamente como Thylacosmilus atrox, a partir de un puñado de
restos fósiles conocidos, principalmente fragmentos de cráneo y
mandíbula. Para ello, Mariano Magnussen Saffer, que desempeña tareas
biológicas y paleontológicas en el museo miramarense, logro recrear
el extraño animal extinto hace tres millones de años, a partir del
conocimiento que se obtienen de otros organismos similares. La tarea
se realizó en 2013 y fue exhibido en el museo local en 2015, luego
de una gira educativa y científica que recorrió varios puntos de
Argentina.
Magnussen comento; “ es la
misma técnica que utilizamos para recrear grandes dinosaurios, a
partir de un diente aislado, una pata, un cráneo o medio esqueleto.
Al conocer la anatomía de organismos similares o de la misma
familia, nos permite acercarnos al aspecto real, mientras esperamos
que en un futuro nuevos hallazgos nos acerquen a un conocimiento más
fidedigno del mismo”, enfatizo.
Encuentran
restos de un esfenodonte de 90 millones de años en Río Negro.
El hallazgo,
realizado por paleontólogos del CONICET, permite entender por qué
este grupo de reptiles pudo sobrevivir a la extinción masiva que
acabó con los dinosaurios.
Los
esfenodontes o tuátaras (Sphenodon) son un grupo de reptiles
que en la actualidad se encuentra representado solo por dos especies
–Sphenodon punctatus y Sphenodon guntheri-,
localizables únicamente en algunas islas menores de Nueva Zelanda, y
cuyo registro fósil más antiguo data de tiempos del Tríasico
Superior, hace más de 200 millones años.
A diferencia
de lo que ocurre en la actualidad, durante la Era Mesozoica
(comenzada 250 millones de años atrás y culminada hace alrededor de
65 millones años) en la que los dinosaurios gigantes llegaron a
dominar la Tierra, diversas especies de tuátaras podían encontrarse
dispersas en la mayor parte de los continentes.
|
 |
En Sudamérica,
los fósiles más recientes de este grupo de reptiles corresponden al
Paleoceno (65 a 60 millones de años atrás), la época inmediatamente
posterior a la extinción masiva del Cretácico-Paleógeno que acabó
con cerca del 75 por ciento de los seres vivientes existentes, entre
los que se encontraban, por ejemplo, la mayoría de los dinosaurios.
<<<<Material
recuperado. |
En febrero de
2018, un equipo de paleontólogos del CONICET en el Museo Argentino
de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia” (MACN, CONICET) y la
Fundación de Historia Natural Feliz de Azara dirigido por Fernando
Novas, investigador principal del Consejo, encontró en la localidad
de Campo Violante (Provincia de Río Negro), en la que afloran rocas
del Cretácico Superior de 90 millones años, restos del esqueleto de
una nueva especie de esfenodonte, a la que bautizaron
Patagosphenos watuku. Tanto la descripción anatómica como los
estudios paleohistológicos de los restos del espécimen hallado
fueron publicados recientemente en la revista Cretaceous Research.
“Aunque la
estructura anatómica de Patagosphenos watuk difiere de la de
los esfenodontes actuales, desde el punto de vista histológico
existen similitudes claves. Ambos poseen una corteza ósea
relativamente gruesa en comparación con la de otros reptiles, lo
cual podría favorecer la adaptación a climas fríos. Por otra parte,
estudios recientes en mamíferos han mostrado una correlación entre
el grosor de las paredes de los huesos y la actividad fosforial
(cavar), patrón que parece repetirse al menos en los reptiles
actuales. El hecho de que los antiguos tuátaras también tuvieran el
hábito de vivir en cuevas podría explicar que hayan sobrevivido al
invierno nuclear que se desató en nuestro planeta hace 65 millones
de años”, explica Adriel Gentil, becario doctoral del CONICET en el
MACN y primer autor del trabajo.
|
 |
Esto llevaría
a los investigadores a concluir que la adaptación de los
esfenodontes actuales al clima frío, que les permite soportar
temperaturas de hasta sólo 5°C, no sería un rasgo que adquirieron a
lo largo del proceso evolutivo sino que ya estaba presente en sus
parientes más antiguos.
<<<<
Reconstrucción paleoartística de Patagosphenos watuku,
por Sebastían Rozadilla. |
“Esta
capacidad de tolerar las bajas temperaturas diferenciaría a los
esfenodontes, no sólo de gran parte de los reptiles actuales, sino
también de otros grupos que desaparecieron junto con los
dinosaurios por no contar con las ventajas adaptativas necesarias
como para sobrevivir a las bajas temperaturas que asolaron la Tierra
durante aquel evento de extinción masiva”, explica Matías Motta,
becario doctoral del CONICET en el MACN y otro de los autores del
trabajo.
Uno de los
aportes más novedosos de este trabajo es que pese a que existe un
registro fósil bastante completo de especímenes de esfenodontes de
diferentes períodos del Mesozoico, desde el punto de vista
paleohistológico, hasta ahora sólo se contaba con la descripción de
una especie del Triásico Superior que, aunque escueta, también
señala el carácter grueso de las paredes de los huesos. El
responsable de este aspecto particular de la investigación estuvo a
cargo de Jordi García Marsá, becario doctoral del Consejo en el MACN.
“Otro dato que
arrojó el estudio histológico es que Patagosphenos tenía un
crecimiento cíclico, lo que le da al corte del hueso una apariencia
similar a la del tronco de un árbol en la que se van marcando
anillos concéntricos que representan aproximadamente un año cada
uno. En este caso, se pudo deducir que el individuo que encontramos
tenía cerca de 18 años de edad. La longevidad, si se los compara con
lo que suelen vivir la mayoría de los reptiles, es un rasgo que
también comparte los tuátaras actuales con sus parientes más
lejanos”, afirma Gentil. Fuente Conicet; Reconstrucción
paleoartística de Patagosphenos watuku. Crédito: Sebastían
Rozadilla.. Federico Agnolin, Matías Motta, Adriel Gentil y Fernando
Novas. Foto: gentileza investigadores. Restos del Patagosphenos
watuku hallado Río Negro y una reconstrucción del cráneo. Foto:
CONICET. El equipo dirigido por Fernando Novas trabaja en la
localidad de Campo Violante (Río Negro). Foto: gentileza
investigadores.
Descubren
polen y esporas fosilizadas
entre las
patas de armadillos prehistóricos.
El
hallazgo fue realizado a 5 kilómetros de la ciudad de San Pedro en
sedimentos de 700.000 años. Es
un hecho inédito por estar asociado a megafauna de esa antigüedad.
El Grupo
Conservacionista de Fósiles, equipo del Museo Paleontológico de San
Pedro, junto al Centro de Ecología Aplicada del Litoral
(CONICET-UNNE), de Corrientes, lograron muestrear e identificar
granos de polen y esporas fósiles de
diferentes plantas y hongos que habitaron los alrededores de un pantano cerca de la ciudad de
San Pedro, provincia de Buenos Aires, hace unos 700.000 años.
|
 |
El
descubrimiento, que tiene diferentes facetas de interés científico,
comenzó en junio de 2017 con el hallazgo de un grupo de armadillos
gigantes o gliptodontes, que fueron extraídos en el predio de la
empresa Tosquera San Pedro SA.
Allí se
lograron recuperar restos de tres ejemplares adultos y un juvenil en
etapa de desarrollo; siendo este último uno de los ejemplares de la
especie más completos que se conocen en Argentina.
|
Los datos
arrojados por los fósiles y el análisis del sedimento donde se
encontraban, condujeron a los investigadores a comprender que
aquellos pesados animales habían muerto en un antiguo pantano o
humedal que existía en la zona y que actuaba como “trampa natural”
cuando los grandes herbívoros se acercaban en busca de agua o
comida.
Una vez
comprendidas las características del ambiente que habitaron aquellos
animales de unos 1.500 kilogramos de peso, se realizó un muestreo
del barro consolidado que el ejemplar juvenil (el más completo)
tenía entre sus patas. La intención del equipo de investigación era
la de efectuar una búsqueda microscópica de elementos que
permitieran determinar y corroborar
el tipo de ambiente y conocer la flora que había coexistido con
aquellos animales prehistóricos.
|
 |
La
extracción de los armadillos y el muestreo de los sedimentos
estuvieron a cargo del equipo del Museo de San Pedro, mientras que
la búsqueda e identificación de los granos de polen y esporas
fue realizada por el laboratorio del CECOAL, en Corrientes,
bajo la dirección del Dr. Lionel Pacella y la Lic. Claudia Lovera,
integrantes del grupo de Paleoambientes Continentales y
Palinología, respectivamente,
de dicho centro de investigación.
<<<<Espora
de hongo-Alternaria. |
Allí se
lograron separar e identificar los diminutos granos de polen y
esporas fósiles correspondientes a
diferentes familias de angiospermas
(plantas con flores), esporas de hongos y restos de algas
microscópicas que estarían indicando que se trataba de un ambiente
de estepa formada por plantas herbáceas, de suelos arenosos,
relacionada con cuerpos de agua cercanos.
Redescubren un lobo marino de 6000 años de antigüedad en Buenos
Aires.
Sus restos fueron encontrados hace más de 100 años
cuando se realizó la construcción del zoológico porteño, pero se
perdió el rastro de estos fósiles poco después. Un grupo del Museo
Argentino de Ciencias Naturales volvió a descubrir a este ejemplar
en 2018 y recientemente publicó su estudio.
El paleontólogo Federico Agnolin del MACN indicó a la
Agencia CTyS-UNLaM que “hace unos 6000 años, un mar bastante cálido
llamado querandinense invadía gran parte del territorio de la
provincia de Buenos Aires y es así que este lobo marino había nadado
hasta estos sitios”.
 |
De la investigación también participó la
Fundación Azara y el CONICET. “Es interesante cómo fue
cambiando el clima, la topografía e incluso la geografía de
la Ciudad en el transcurso de los últimos miles de años “,
comentó el autor principal del estudio publicado en la
revista científica Urbania.
El doctor Agnolín agregó que “hoy en día, los
restos de este mar los podemos ver en algunas excavaciones
que se hacen en edificios del centro, como por ejemplo en
Palermo, e incluso en la reserva ecológica de la Costanera
Sur, donde en ocasiones el río remueve ese mar antiguo y
reflota restos de conchillas y otros elementos”. |
El paleontólogo especificó que “Eduardo Holmberg,
quien iba a ser el primer director del zoológico, recorría las
excavaciones en donde se iban a poner las piletas para cocodrilos y
allí vio un huesito que apareció en una capa de arena a un par de
metros de profundidad”.
Holmberg percibió que era un
hallazgo importante y le envió el material a Florentino Ameghino,
quien era el paleontólogo más importante de aquella época y fue
clave en la historia en esta área de investigación para Argentina y
América.
“En reconocimiento a quien había sido su descubridor,
Florentino Ameghino nombró a esta nueva especie como
Arctocephalus holmbergi ”, indicó Agnolin. Y agregó: “Pero, poco
después, se perdió
El
registro de donde estaban este resto fósil y este pequeño lobo
marino pasó perdido más de cien años en el MACN, hasta ahora que lo
reencontramos y pudimos reestudiarlo”.
Barrosasuchus neuquenianus, un
cocodrilo de 70 millones de años en Neuquén.
La especie, denominada Barrosasuchus
neuquenianus, fue hallada en Neuquén por el investigador del
CONICET Rodolfo Coria.
Un grupo de investigadores argentinos y extranjeros
liderados por el paleontólogo del Consejo Nacional de
Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) Rodolfo Coria
presentaron el esqueleto de Barrosasuchus neuquenianus,
un cocodrilo de la familia de los peirosáuridos, que en vida llegó a
tener dos metros de longitud y habitó hace 70 millones de años la
zona de Sierra Barrosa, a treinta kilómetros de Plaza Huincul, en
Neuquén. Si bien este tipo de cocodrilos fósiles se conocen desde
hace más de sesenta años, la particularidad de este hallazgo es que,
por primera vez, se encontró un esqueleto prácticamente completo -la
única pieza que falta es la cola-. El trabajo fue recientemente
publicado en la revista Cretaceous Research.
.jpg) |
“Barrosasuchus
es un aluvión de información peirosáurica”, indicó Coria, al
reparar que el hallazgo incluyó el cráneo, el postcráneo,
las mandíbulas, las patas, las manos, las costillas y las
vértebras del cocodrilo peirosáurido. “Está absolutamente
todo: lo único que no tenemos es la cola”, señaló el
científico. “Encontrar ejemplares tan completos y tan bien
preservados es muy extraño, especialmente de cocodrilos”. |
El primer peirosaurio fue hallado sesenta años atrás
en la localidad de Peirópolis, en el centro de Brasil. Más adelante,
los científicos de la época notaron que ese ejemplar representaba a
una familia de cocodrilos diferente a otras, y los denominaron
peirosáuridos, por ser Peirosaurus el primer género
reconocido de la familia. Estos cocodrilos, que habitaron en la era
Cretácica, son abundantes y frecuentes en toda América del Sur,
especialmente en la Patagonia, pero la mayoría de esos ejemplares se
habían registrado de un modo muy fragmentario. “Hasta ahora se
habían hallado trozos de mandíbula, de hocicos, cráneos incompletos,
sin mandíbula –advirtió el paleontólogo del CONICET-. Si bien es
frecuente encontrar restos de estos animales, y a veces los restos
han permitido proponer especies nuevas, el hecho de encontrar
esqueletos completos como Barrosasuchus es excepcional
y totalmente único”.
El puntapié del hallazgo de este cocodrilo sucedió en
febrero de 2001, cuando en una expedición conjunta del Museo Carmen
Funes de Plaza Huincul, Neuquén y el Museo Royal Tyrrell de
Paleontología de Canadá, a la localidad de Sierra Barrosa, ubicada a
treinta kilómetros de Plaza Huincul, se colectaron numerosas piezas
para estudiar en los años subsiguientes. “Allí encontramos huesos de
dinosaurios carnívoros, herbívoros, mamíferos, pero nos llevó muchos
años poder clasificar y registrar todo lo hallado en aquellas
campañas de principio de este siglo. Por eso recién ahora logramos
estudiar el ejemplar completo del cocodrilo y presentamos a
Barrosasuchus”, advirtió Coria.
 |
La etimología del nombre Barrosasuchus
neuquenianus, el nombre con el que bautizaron este hallazgo,
deviene de “Barrosa”, en alusión a la Sierra Barrosa, donde
se encontró el espécimen, y “souchos”, del griego, en
referencia a la divinidad egipcia con cabeza de cocodrilo y que es
de uso normal en nombres científicos para especies de cocodrilos.
Por otro lado, el nombre de la especie, “neuquenianus”,
se eligió en referencia a la provincia de Neuquén. |
Para Coria, “este ejemplar nos permite apreciar las
maravillas que tenemos en la naturaleza y la fantástica fortuna que
tenemos de que exista el proceso de fosilización, que nos permite
atestiguar y observar restos de formas de vida extinguidas hace 70
millones de años en un estado tan bueno de preservación”.
La pieza más celebrada de las halladas fue el
postcráneo: “Lo único que se conocía eran cráneos o fragmentos de
cráneo. Barrosasuchus nos permite conocer muchísimo de
la anatomía del resto de estos animales -las proporciones de las
patas, el tipo de anatomía de las manos y de los pies, si las
costillas eran rectas o curvas-, es decir, nos abre un ventanal de
información que había permanecido cerrado a los científicos por
muchos años, al menos sesenta años, desde que se describió el primer
peirosáurido en Brasil”.
Restos
de un Gliptodonte en San Pedro.
Martín
Barrionuevo es un vecino de San Pedro que hace un tiempo observó dos
fragmentos de un objeto al que rápidamente asoció con los fósiles
que periódicamente recupera el Museo Paleontológico.
Los dos
trozos poseían dientes planos, largos y curiosos. Enseguida pensó
que "aquello" debía acercarse al museo para su identificación y
resguardo.
El Grupo
Conservacionista recibió el material acercado por Barrionuevo y
pronto se lograron conocer datos de aquel hallazgo. Una pasada por
el taller del museo posibilitó su restauración y acondicionamiento
permitiendo unir los fragmentos hasta lograr determinar que se
trataba de la rama mandibular izquierda de un gran mamífero
acorazado de la especie Glyptodon munizi.
|
 |
Aquellos
animales, del grupo de los gliptodontes o armadillos gigantes,
llegaron a pesar más de 1.200 kilogramos y su cuerpo estaba cubierto
por una gruesa "armadura" o coraza que tenía unos 5 centímetros de
espesor en los ejemplares adultos. Eran
herbívoros y recorrían la llanura en busca de pastos a los que
trituraban con sus dientes planos adaptados para machacar vegetales.
Las evidencias recabadas en nuestra zona permiten inferir que eran
animales gregarios, es decir, que se mantenían en grupos o manadas.
|
La
mandíbula fosilizada recuperada por Martín Barrionuevo proviene de
la zona de barrio La Tosquera, un sector de nuestro partido donde el
grupo del Museo Paleontológico viene observando y recuperando
evidencias de la presencia de un antiguo y extenso pantano donde
quedaron atrapados numerosos representantes de la fauna que habitó
el norte de Buenos Aires hace unos 700.000 años, durante la etapa
final de la edad Ensenadense.
La pieza
acercada por Barrionuevo, de unos 35 centímetros de longitud y muy
completa, contribuye a sumar datos, ejemplares y materiales de
estudio para continuar la reconstrucción de aquel momento en la
prehistoria de la región.
Bajadasaurus pronuspinax, una nueva especie de dinosaurio saurópodo de Neuquén.
Fue bautizada con el nombre de Bajadasaurus pronuspinax.
Investigadores del CONICET fueron responsables del hallazgo.
Los saurópodos son un grupo de dinosaurios herbívoros y cuadrúpedos
que vivieron entre el Triásico Tardío y el final del Cretácico
Superior -cuando se produjo la extinción masiva del
Cretácico-Paleógeno- caracterizados por su gran tamaño y el largo de
su cuello y cola.
Recientemente, un equipo de paleontólogos del CONICET del Área de
Paleontología de la Fundación Félix de Azara (Universidad Maimónides)
y del Museo Paleontológico “Ernesto Bachmann” (Villa El Chocón,
Neuquén) encontró en el norte patagónico, más precisamente en la
formación geológica conocida como Bajada Colorada, una nueve especie
de saurópodo a la que nombraron
Bajadasaurus pronuspinax,
en simultánea alusión a la localidad en la que fue hallado y a las
largas espinas inclinadas hacia delante que caracterizan su cuello.
Los resultados de su estudio fueron publicados hoy en
Scientific Reports.
|
 |
La nueva especie pertenece a la familia de los dicreosáuridos,
distinguida por largas espinas que cubren su cuello y espalda como
continuación de sus vértebras, y vivió a comienzos del Cretácico
Inferior hace alrededor de 140 millones de años. A este grupo de
saurópodos pertenece también
Amargasaurus cazaui,
especie que habitó el continente sudamericano unos 15 millones de
años después que
Bajadasaurus
y que fue hallada en Neuquén en la década del ´80 por el
paleontólogo argentino José Bonaparte. |
“La funcionalidad de las largas espinas en los dicreosáuridos es aun
motivo de controversias entre los paleontólogos. Con el hallazgo de
Bajadasaurus
creemos que se puede arrojar claridad sobre algunas cuestiones”,
afirma Pablo Gallina, investigador adjunto del CONICET en la
Fundación Félix de Azara y primer autor del trabajo.
Algunas de las hipótesis formuladas indican que estas espinas
servían de soporte de una especie de vela que regulaba la
temperatura corporal de los dinosaurios o que conformaban una cresta
de exhibición que les otorgaba mayor atractivo sexual. También se
especuló, por ejemplo, que estas especies podrían haber tenido una
joroba carnosa entre las espinas que servía para almacenar reservas.
Otra presunción es que las espinas estaban cubiertas con fundas de
de cuerno que cumplían una función defensiva frente a potenciales
ataques.
“Nosotros creemos que las largas y puntiagudas espinas
-extremadamente largas y finas- en el cuello y la espalda de
Bajadasaurus
y
Amargasaurus
debían servir para disuadir a posibles predadores. Sin embargo,
pensamos que si sólo hubieran sido estructuras de hueso desnudas o
forradas únicamente de piel podrían haber sufrido roturas o
fracturas fácilmente con un golpe o al ser atacados por otros
animales.
|
 |
Esto nos lleva a sugerir que estas espinas debieron
estar protegidas por una funda córnea de queratina similar a lo que
sucede en los cuernos de muchos mamíferos”, explica Gallina.
El estudio del cráneo, el mejor preservado mundialmente para un
dinosaurio dicreosáurido, sugirió a los investigadores que estos
animales pasaban gran parte del tiempo alimentándose de plantas del
suelo mientras las cuencas de sus ojos, cercanas al techo del
cráneo, les permitían controlar lo que sucedía en su entorno.
|
“La importancia de este estudio radica, entre otras cosas, en que
nos permite conocer un poco más sobre los dinosaurios que habitaron
la zona de Patagonia Norte mucho antes del reinado que ejercieron
durante el Cretácico Superior grupos de dinosaurios como los
saurópodos titanosaurios o los terópodos abelisaurios sobre los que
sabemos mucho más. Es con este objetivo que desde 2010 venimos
explorando la zona de Bajada Colorada donde encontramos rocas de 140
millones de años atrás”, concluye el investigador. Ilustración del
paleoartista Jorge A. González. Fuente Conicet.
Una misma especie
para dos gliptodontes sudamericanos.
En
una reciente revisión, investigadores del CONICET comprobaron que
los gliptodontes que habitaron la región del sur de Sudamérica hace
más de 10 mil años, durante el Pleistoceno tardío, pertenecían a una
misma especie: Glyptodon reticulatus. El trabajo,
publicado esta semana en el 'Journal of Vertebrate Paleontology',
implica una redefinición de la diversidad de estos grandes mamíferos
en el continente, que fue considerada mucho más amplia en
relevamientos científicos previos.
El
análisis incluyó registros fósiles del género que se encuentran en
museos de Bolivia, Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay. Este
minucioso estudio permitió que los paleontólogos verificaran una
hipótesis que se barajaba hace varios años, que estimaba que muchos
de los ejemplares que habían sido atribuidos a otras especies
pertenecen a animales juveniles.
Las
conclusiones que fueron presentadas en este artículo demandaron
varios años de revisiones sistemáticas y forman parte de un trabajo
acerca de los taxones australes de los gliptodontes y su dispersión,
que está siendo realizado por el becario doctoral del Centro de
Ecología Aplicada del Litoral (CECOAL, CONICET-UNNE), Francisco
Cuadelli. “Desde 2015 estamos recopilando el material,
estandarizando muestras y estableciendo comparaciones que nos
permitieron comprobar que el Glyptodon reticulatus era
el más abundante en la región y que muchos de los restos fósiles que
fueron atribuídos a otras especies, como Glyptodon asper
o Glyptodon clavipes, en realidad corresponden a
ejemplares juveniles de la entidad dominante”, explica el
paleontólogo, que trabajó en conjunto con investigadores de su misma
institución en Corrientes, así como también con especialistas de la
provincia de Buenos Aires y de Uruguay.
 |
Para conseguir suficiente evidencia acerca del vínculo entre
los registros, los investigadores aplicaron índices de
similaridad, que reveló que las características de los
materiales hallados, por ejemplo, en Córdoba, eran las
mismas que los de Buenos Aires y los de Bolivia.
La
coexistencia de distintas especies de gliptodontes era un
hecho que llamaba la atención de los paleontólologos y esa
inquietud fue el estímulo que dio inicio a esta línea de
investigación. |
“Desde
el punto de vista ecológico, es muy difícil que los animales de gran
tamaño -que requieren una enorme cantidad de recursos espaciales y
energéticos- evolucionen lo suficiente como para diferenciarse en
tantas especies en simultáneo. La confirmación que se obtuvo con
este estudio cambia radicalmente el panorama que teníamos respecto a
la diversidad y estamos en condiciones de afirmar que en los últimos
70 mil años, hubo una sola especie de Glyptodon (Glyptodon
reticulatus) en el sur del continente”, señala el
investigador independiente del CONICET en el CECOAL, Alfredo Zurita,
quien estudia este grupo de mamíferos hace más de 15 años y es otro
de los autores del trabajo.
Respecto a las causas que llevaron a que se adjudiquen ejemplares de
Glyptodon reticulatus a otras especies, Zurita explica
que tienen que ver con que es muy frecuente la aparición de
registros de ejemplares juveniles. “Ahora sabemos que estos
gliptodontes más jóvenes tienen características diferentes a las de
los adultos, pero que pertenecen a la misma especie”, señala.
Otra de las razones tiene que ver con las corazas, que son los
restos fósiles más abundantes de estos animales. El patrón de
ornamentación de las placas presenta muchos cambios en los distintos
sectores de un mismo ejemplar, lo que llevó a que en el pasado se
vinculen estas variaciones con distintas especies.
 |
“Todo lo que se
ha asignado al Glyptodon clavipes tiene que
ver con corazas, pero ha quedado demostrado que no es
evidencia suficiente”, señala Cuadrelli.
Al mismo tiempo,
aclara que esta revisión no da de baja a esa especie, sino
que demuestra cómo muchos de los ejemplares que se le
atribuyeron son, en realidad, juveniles de Glyptodon
reticulatus. |
Estos cambios en
las clasificaciones en la diversidad de animales prehistóricos son
frecuentes en el campo de la paleontología en los últimos años y
también hubo casos similares en dinosaurios. Uno de ellos fue el del
Nanotyrannus lancensis, que se diferenciaba del
Tyrannosaurus rex por ser de un tamaño más pequeño y
presentar un número diferente de dientes, pero que actualmente es
reconocido como parte de la misma especie.
Los gliptodontes
fueron uno de los animales cuaternarios más emblemáticos de
Sudamérica y pertenecen a los xenartros, un grupo de mamíferos
endémicos de Sudamérica. Sin embargo, durante la formación del istmo
de Panamá, lograron llegar hasta América del Norte.
Su extinción
ocurrió hace unos 9 mil años, en el límite entre el Pleistoceno y el
Holoceno, cuando desapareció toda la megafauna compuesta por
mastodontes, perezosos y toxodontes. El estrés ecológico que sufrían
las poblaciones por la alternancia de ciclos glaciales e
interglaciales, sumada a la presión que ejerció la llegada de los
humanos y sus hábitos de cacería, habrían sido los factores que
contribuyeron a su desaparición.
En la fauna que
habita el planeta en la actualidad, no existen animales similares a
los gliptodones, que podían llegar a pesar más de una tonelada.
“Tienen características que no se ven en ningún otro mamífero, como
la coraza que los cubría, que no estaba articulada y era
completamente inamovible. Su biología era extraña y eso los vuelve
fascinantes para la paleontología. Todavía nos queda mucho por
descubrir acerca de estos animales”, asegura Cuadrelli.
Otra de las
conclusiones a la que llegaron los paleontólogos en este reciente
trabajo es que no sólo la diversidad del género es muy baja, sino
que también su evolución morfológica fue muy lenta. “Si comparamos
los registros de Glyptodon reticulatus con los de
Glyptodon munizi, que vivieron en un período previo,
vemos que tienen muchas similitudes, pese a que tienen casi un
millón de años de diferencia”, señala Zurita. (Fuente: CONICET/DICYT).
Encuentran fósiles de una gigantesca ballena
depredadora del 15 millones de años en Rió Negro.
Tenía dientes de hasta 36
centímetros de largo, los más grandes que se conozcan para un
vertebrado, y se alimentaba de ballenas. En aquella época, este
“Movy-Dick” competía contra otro monstruo depredador de los mares:
el megalodon, ese tiburón gigante que superaba los 18 metros de
largo y en el que está inspirada la famosa película de Spielberg.
El investigador Federico
Agnolin del Museo Argentino de Ciencias Naturales (MACN) y del
CONICET comentó a la Agencia CTyS-UNLaM que “hace unos 15 millones
de años, en la provincia de Río Negro, el Océano Atlántico había
invadido parte de los que hoy es la estepa patagónica; este mar poco
profundo era de un aspecto tropical, había corales, peces coloridos,
ballenas y eran frecuentados por focas, lobos marinos y delfines”.
 |
“En estos mares, así como había
toda esta fauna, también había grandes predadores y uno que ya
conocíamos era el megalodon, ese gran tiburón sobre el cual se basó
la película de Spielberg”, relató Agnolin. Y agregó: “Pero,
recientemente, acabamos de publicar el estudio sobre el hallazgo de
dientes de un enorme cachalote que vivió en estos mares”.
<<< Diente de un
cachalote fósil de Rió Negro. Imagen de archivo.
|
El paleontólogo del MACN
explicó que “si bien en la famosa novela clásica Movy-Dick se cuenta
la historia de un cachalote que ataca embarcaciones, estos cetáceos
de gran tamaño actualmente se alimentan de calamares y otros
animales de cuerpo blando”.
“En cambio, los dientes que
encontramos en la provincia de Río Negro en el yacimiento Base del
Gualicho nos indican que estas bestias eran grandes predadores que
se alimentarían de ballenas y otros vertebrados que podrían atrapar
con estos dientes que alcanzaban hasta 36 centímetros de largo y son
los dientes más largos que se conocen para un vertebrado”.
Estas bestias semejantes a
Moby-Dick son conocidas con el nombre científico de Levyatan, en
alusión al monstruo marino descrito en la Biblia y que se toma como
representación del demonio. “Este género fue encontrado primero en
Perú, después en Chile, y esta es la primera vez que se lo encuentra
en Argentina”, precisó el doctor Agnolin.
 |
Actualmente, en dicho
yacimiento, se puede ver una salina que está unos 70 metros bajo el
nivel del mar (ver video). “Es un lugar increíble visualmente y lo
más importante para nosotros es que se encuentran fósiles de todo
tipo de vertebrados marinos y muchísima más información sobre cómo
era la fauna de los mares tropicales que cubrieron Patagonia hasta
hace unos 11 millones de años”, afirmó David Piazza, otro de los
autores de este estudio publicado en la Revista Brasileira de
Paleontologia. |
Este hallazgo en Río Negro
representa el primer descubrimiento del Levyatan en el Océano
Atlántico e indica que estas bestias marinas estaban más extendidas
de lo que se pensaba. “Los motivos de la extinción de estas ballenas
depredadoras todavía son desconocidos, pero es probable es estén
relacionados con la competencia por los alimentos y esta hipótesis
debe ser evaluada a través de hallazgos de nuevos especímenes, así
como un análisis detallado del registro fósil”, aseveró Piazza.
Asimismo, aún no se ha podido
determinar el tamaño del animal. “Se calcula que podría haber medido
entre 13 y 17 metros de largo, o incluso más, lo cual lo convertía
en un rival importante para cualquier otro animal; incluso, podría
haber sido hasta más grande que el megalodon y debió ser un
importante rival para ese tiburón”, consideró el paleontólogo
Agnolin.
Su cráneo medía más de 3 metros
de longitud y sus mandíbulas estaban acompañadas por unos 40 dientes
de más de 30 centímetros de largo. Actualmente, los dientes del
Levyatan encontrados en Río Negro se encuentran en el Museo
Municipal de Lamarque y el Museo de la Asociación Paleonológica de
Bariloche.
Recuperan fósiles del ciervo Morenelaphus más
completo de Argentina.
Se rescató alrededor del 70 por ciento de este
animal, incluidas piezas dentarias, parte de sus extremidades y la
columna vertebral articulada. Este fósil pertenece a la Edad
Lujanense, que se extendió desde los 126 mil a los 8500 años antes
del presente. Se realizarán dataciones en laboratorio para precisar
su antigüedad.
El investigador Germán Gasparini del Museo de La
Plata y del CONICET comentó a la Agencia CTyS-UNLaM que “el
espécimen tiene un excelente estado de preservación y será
identificado a partir de sus dientes conjuntamente con otros
elementos craneanos y postcraneanos, lo cual es un rasgo novedoso ya
que los ciervos fósiles históricamente se identifican por sus
astas”.
 |
El director del Museo Paleontológico de San
Pedro José Luis Aguilar fue quien realizó el hallazgo de
este ciervo fósil hace pocas semanas, cuando realizaba un
relevamiento en el yacimiento de Campo Spósito, ubicado al
Este del partido de San Pedro, donde hay un sistema de
arroyos y riachos. Allí, ya se han encontrado 24 especies de
mamíferos y reptiles de distintos tamaños en los últimos 17
años.
<<<Aspecto que presentaba en vida
Morenelaphus. Recreado por el paleoartista Jorge Blanco en el
libro Bestiario Fósil. |
Los fósiles fueron trasladados al Museo de San Pedro,
donde fueron preparados para su estudio y, posteriormente, serán
expuestos al público. El director Aguilar valoró que “cada uno de
estos descubrimientos ayuda a reconstruir cómo era la zona norte de
la provincia de Buenos Aires en diferentes momentos de la
prehistoria”.
En tanto, el paleontólogo Gasparini destacó que “este
tipo de hallazgo nos brinda la posibilidad de realizar una
investigación con un enfoque integral, tanto sistemática como
anatómica, estratigráfica, paleobiogeográfica y paleoecológica junto
al doctor Nicolás Chimento del Museo Argentino de Ciencias Naturales
y al personal del Museo Paleontológico de San Pedro. A su vez, se
contará con la colaboración de investigadores de Brasil, de España y
de los Estados Unidos”.
Según expresó el especialista, los ciervos
pertenecientes al género Morenelaphus podían alcanzar un peso
estimativo comparable a la especie viviente del ciervo colorado -el
cual puede alcanzar hasta los 200 kilos-. “Era un animal herbívoro
de mediano a gran porte, que se extinguió junto a todos los
megamamíferos y a una gran cantidad de grandes mamíferos hace unos
8000 años, al no poder sobreponerse a las alteraciones en los tipos
de vegetación como consecuencia de los sucesivos cambios climáticos
y a la llegada del ser humano”.
|
 |
Por su parte, el doctor Nicolás Chimento del
MACN aseveró que se están realizando “las primeras
comparaciones morfológicas y morfométricas con géneros
extintos y actuales, habiendo observado diferencias bastante
claras que permitirán inferir detalles de su dieta, tamaño y
ciertos aspectos de clasificación taxonómica; es muy valioso
poder realizar los estudios paleontológicos con un ejemplar
tan completo”.
El equipo del Museo de San Pedro que realizó
las tareas de rescate en Campo Spósito estuvo compuesto por
Matías Swistun, Julio Simonini, Gabriel Tettamanti y el
propio Aguilar. De su cráneo, se pudo rescatar parte de su
maxilar con algunas piezas dentarias y ambas ramas
mandibulares con su dentición prácticamente completa.
<<< Ilustrativo;
Esqueleto en el Museo
Provincial de Ciencias Naturales
de Córdoba.
|
“Por las dimensiones del ejemplar, consideramos que
se trata de un animal juvenil, es decir, que aun no había completado
su desarrollo al momento de morir”, indicó Aguilar.
Descubren un lobo marino de 6 mil años.
El Museo
de Ciencias Naturales de la ciudad de Miramar, dio a conocer el
hallazgo de fósiles atribuidos a un lobo marino, cuyos restos
estaban articulados junto a un conjunto faunístico de
la época.
Tras una prospección paleontológica llevada a cabo
por el museo municipal de la ciudad balnearia bonaerense, el
personal de la institución encontró y recupero restos parciales
articulados de un lobo marino que vivió en esta zona durante el
Holoceno, hace seis mil años antes del presente, cuando el mar
estaba muy por arriba de su nivel actual y la costa se encontraba
dentro de la que hoy es la ciudad.
Daniel Boh, titular de la institución, indico que;
“se trata de restos de un lobo marino del genero Arctocephalus,
aunque aún no pudimos determinar si está relacionado con la especie
actual, el lobo marino de dos pelos o bien a una especie localmente
extinta”.
|
 |
Estos sedimentos pertenecen a un fondo
marino, cuyo mar ingreso por ejemplo hasta la ciudad de
Rosario en Santa Fe y Diamante en Entre Ríos. Por lo cual,
gran parte de la provincia de Buenos Aires estaba debajo del
mar, en algunas zonas, ingreso
a unos
120 kilómetros de su ubicación actual.
Las aguas continuaron su ascenso hasta que en
un periodo datado entre los años 6500 y 6000 atrás lograron
llegar a su nivel máximo de 6,5 metros sobre el nivel
actual, lo que genero la modificación del paisaje.
<<<conjunto de restos óseos recuperados.
|
Los investigadores locales recuperaron distintas
muestras de todo un ambiente de un fondo marino profundo semejante a
la plataforma marina continental en la actualidad. Entre ellos
dientes aislados de otros lobos marinos, una infinidad de muestras
de moluscos (considerados fósiles guías para comprender los cambios
ambientales y climáticos para la costa bonaerense durante los
últimos 10 mil años), como así también restos de dos especies de
cangrejos y varias vertebras de peces aún sin determinar su género,
debido a la escasez de los mismos en el registro fósil. Años
anteriores también se recuperaron restos de grandes ballenas.
“El hallazgo fue realizado al norte de la ciudad de
Miramar en un balneario muy conocido, momento posterior a un
temporal, que retiro arena de la costa y dejo al descubierto unos
sedimentos con gran contenido fosilífero”, argumento Mariano
Magnussen integrante del museo local. Además destaco que; “es la
primera vez que encontramos restos fósiles articulados de esta
especie, ya que en otras oportunidades habíamos recuperado restos
aislados de mandíbulas, vértebras, huesos largos etc., argumento.
|
 |
El material fue recuperado ante la presencia
de numerosas familias que se encontraban en las
inmediaciones del sitio paleontológico disfrutando un
intenso día de calor y playa. Esto sirvió además para
explicarle a los niños y padres curiosos sobre cómo fue esta
región en los últimos 4 millones de años y los gigantes que
la habitaron.
<<<Aspecto
de
Arctocephalus. |
Los fósiles están depositados en las colecciones
paleontológicas del Museo de Miramar, ubicado dentro del bosque del
Vivero Florentino Ameghino, un gran espacio verde de médanos
forestados. Allí, en unas instalaciones modestas funciona la
institución local, donde exhibe fósiles de animales gigantes
recuperados en esta localidad, además de una muestra llamada “La Era
de Hielo en Miramar”, única en su estilo, que compara a los animales
que vivieron en la región pampeana Argentina con aquellos de la gran
pantalla. Restos de ballenas y otros organismos marinos y
continentales, arqueología regional e historia local.
Reconstrucción
en 3D del cráneo y cerebro de cocodrilos del Mesozoico.
Si bien es motivo de interés científico desde hace casi un siglo, en
las últimas décadas la formación geológica Vaca Muerta, situada en
la Cuenca Neuquina (Argentina), ha cobrado un singular interés por
el enorme potencial económico que significa su característica roca
madre generadora de hidrocarburos. Pero además de ser una fuente
inconmensurable de gas y petróleo, resguarda información muy valiosa
sobre las especies que habitaron la Patagonia hace millones de años
atrás.
Uno de los aspectos que la vuelve única es la conservación de un
tipo de restos fósiles que se conoce como “moldes naturales”,
estructuras que mantienen la forma de los órganos reales de los
animales porque, en lugar de degradarse, se fueron rellenando con
sedimentos durante muchísimo tiempo. Precisamente, con los huesos de
la cabeza y los moldes del cerebro y otros tejidos asociados de dos
cocodrilos de hace 160 millones de años, investigadores del CONICET
(Argentina) pudieron reconstruir en tres dimensiones sus
neurocráneos –esto es la caja craneana ósea que recubre las
estructuras blandas como cerebro, nervios, vasos sanguíneos y oído–.
Las conclusiones obtenidas fueron publicadas recientemente en la
revista PeerJ.
 |
“Cuando un animal muere, el tejido blando
decae y se pudre. Por algún motivo las membranas conectivas
que lo rodean y le dan soporte –las meninges, por ejemplo–
se preservan un tiempo más. En estos casos, el sedimento se
fue alojando en su interior y, cuando ese estuche
desapareció, quedó expuesto lo que sería una réplica del
órgano original. |
Esos son los moldes naturales, que en Vaca Muerta
se encuentran en gran cantidad. Realmente nos dan una fuente
excepcional de información paleobiológica, es decir sobre la
biología de los animales extintos”, describe Marta Fernández,
investigadora principal del CONICET en la Facultad de Ciencias
Naturales y Museo de la Universidad Nacional de La Plata (FCNyM,
UNLP) y parte del equipo de trabajo.
“Nosotros trabajamos en un grupo de cocodrilos acuáticos
predominantemente marinos que vivió en el Mesozoico, denominado
Thalattosuchia, y formado por dos grandes familias: los
metriorrínquidos y los teleosáuridos”, explica Yanina Herrera,
investigadora adjunta del CONICET en la FCNyM y primera autora del
artículo, y amplía: “Si bien eran grupos hermanos, externamente se
diferenciaban bastante porque los primeros se desenvolvían en
ambientes marinos abiertos, con lo que sus características estaban
adaptadas a esos espacios. Por ejemplo, sus miembros anteriores se
encuentran modificados en aletas
natatorias y tenían la cola como la de un pez. Los otros,
relacionados con ambientes costeros, eran más similares a algunos de
los cocodrilos que conocemos en la actualidad”.
 |
Tomando como base un cráneo de metriorrínquido que forma parte de la
colección del Museo de La Plata (UNLP) y uno de teleosáurido
aportado por colegas alemanes, más los moldes naturales de cerebros
y del sistema vascular cefálico –la principal vía de suministro de
sangre de ese órgano– extraídos de Vaca Muerta en los años ’70 por
expertos platenses, los investigadores se abocaron a analizar si
esas diferencias morfológicas externas que se conocían tenían su
correlato a nivel interno, específicamente en el neurocráneo y sus
estructuras blandas. |
Para ello, Herrera viajó a Alemania a fin de
especializarse en el uso de tomografías computadas con el objetivo
de obtener modelos tridimensionales. “Lo que se hizo fue reconstruir
digitalmente ambas cosas, huesos y estructuras blandas por separado
y luego, con esas fuentes de información, las cotejamos y vimos que
eran compatibles. Utilizamos un microtomógrafo alemán y recreamos el
encéfalo, los nervios, los vasos sanguíneos y los órganos de los
sentidos”, resalta.
El trabajo permitió establecer algunas características que eran
comunes a las dos familias, pese a que se las creía únicas de los
metriorrínquidos: “Tenían las arterias carótidas agrandadas y un
seno venoso, una suerte de colchón de sangre, en la parte dorsal del
cerebro conectado a través de dos grandes vasos sanguíneos, en lo
que se configuraba como un sistema muy útil para hacer circular la
sangre y regular la temperatura del cerebro y sus órganos asociados
en ambientes totalmente marinos. Con este estudio pudimos ver que
esas características también estaban presentes en los teleosáuridos,
por lo que entendemos que no están relacionadas exclusivamente con
la adaptación de los metriorrínquidos al medio en el que se
desenvolvían, sino que venían desde la base misma del grupo, de sus
ancestros”, subraya Herrera.
Otra particularidad tiene que ver con una reducción en el sistema de
senos de aire que rodea al oído, muy desarrollado en el linaje de
los cocodrilos. “Si bien ambas familias lo tienen reducido, en los
metriorrínquidos es todavía más evidente. De esto se desprende que
habrían sufrido una reestructuración mayor en esta región, única en
este grupo, lo que incluso pudo haber tenido implicancias en la
disminución de la percepción de sonidos de baja frecuencia”,
puntualiza Herrera.
Al finalizar, Fernández destaca, por un lado, las posibilidades que
supone la formación Vaca Muerta para las investigaciones en
paleontología, y por otro la buena recopilación de materiales que se
hizo allí desde el Museo de La Plata: “El cráneo que forma parte de
nuestra colección fue colectado en 1972 por el investigador Rosendo
Pascual y se encuentra perfectamente conservado. Mide cerca de 50
centímetros y está completo, con el hocico y los dientes. Y tenemos
también una gran cantidad de moldes naturales hallados en la misma
época, por lo que podemos decir que contamos con un potencial
fantástico para continuar formando discípulos y contrastando
hipótesis sobre estos animales”. (Fuente: CONICET / DICYT)
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