Noticias de Paleontologia 2021; Investigan un Gliptodonte que tiene
casi 4 millones de años, una nueva especie para la ciencia. Encontraron
restos fósiles de un dinosaurio que podría ser el más grande de la
historia. Recuperan fósiles de Panochthus, el gliptodonte más
grande de Santiago del Estero. Científicos dataron con precisión la piel
momificada de un perezoso gigante. Por la bajante del río encontraron
restos fósiles en Junín. Importantes hallazgos de fósiles en Camet
Norte. Restos fósiles de un gliptodonte en las Encadenadas. Hallan
fósiles de carácidos, una especie de pez de más de 5 millones de años en
Monte Hermoso. Hallan fósiles de un extraño ungulado sudamericano en las
costas de Punta Indio y Mar de Ajó. Elorhynchus carrolli, una nueva
especie de rincosaurio del Triásico de La Rioja. Federico Agnolin y una
nueva mirada sobre el ave gigante Brontornis burmeisteri. Descubren el
megaterio más antiguo de Argentina cerca de Miramar. Dan a conocer
fósiles de Sorubin, un pez del Mioceno. Presentaron a Ninjatitan zapatai
el titanosaurio más antiguo del mundo. Científicos del Conicet revelan
que los trilobites incursionaron fuera del mar. Examinan con rayos X la
piel de un perezoso gigante llamado Mylodon. Hallan restos fósiles de un
Ictiosaurio en un campo de Malargüe, Mendoza. Los seres humanos
tendrían mucha más responsabilidad en la extinción de la Megafauna.
Hallaron restos de un armadillo fósil en la localidad de San Pedro.
Hallan huellas de dinosaurio carnívoro en el Chocón, Neuquén.
Nuevos fósiles del plesiosaurio Kawanectes lafquenianum demuestran
dimorfismo sexual. Nuevos fósiles del plesiosaurio Kawanectes
lafquenianum demuestran dimorfismo sexual. Hallan un tigre dientes de
sable y un perezoso gigante en Gualeguaychú. Nuevos hallazgos de
dinosaurios Ornitisquios en Santa Cruz. Desmodus draculae, un vampiro
gigante en el Pleistoceno de Miramar. Hallan restos de un gliptodonte
juvenil en Santa Clara del Mar. Desmodus draculae, un vampiro gigante en
el Pleistoceno de Miramar. Fósiles de Futalognkosaurus hallados por la
bajante de un lago en Neuquén. Más de 200 huevos fósiles en tierras del
Cretácico en el predio de la Unco. Dos nuevas especies de reptiles
marinos jurásicos para Neuquén, Argentina. Burkesuchus, un nuevo
cocodrilo fósil estudiado por investigadores chilenos y argentinos.
Pachyrukhos y Prolagostomus, dos mamíferos extintos cuya antigüedad eran
un misterio. Desmodus draculae, un vampiro gigante en el Pleistoceno de
Miramar. Richard Owen presentó el término "dinosaurio". Se cumplen 180
años de su invención. Saltatherium rosaurae, un armadillo del Eoceno del
Parque Nacional Los Cardones. El MEF recupera fósiles de una
enorme tortuga marina del Mioceno. Encuentran fósiles de un reptil
marino en el Cretácico de Neuquén. Los carpinchos ya estaban presentes
hace unos 3,5 millones de años en la región pampeana. Hallaron restos
fósiles de una ballena en la bajante del río Paraná. Encuentran restos
fósiles de un gliptodonte en la localidad de Villa Ascasubi. Encuentran
en Mar de Ajó un diente de megalodón. Hallaron huellas de dinosaurios
del Cretácico en Picún Leufú. Paleochelco occultato, un nuevo lagarto de
84 millones de años en la Patagonia. Descubre fósiles de los últimos
Teratornos Sudamericanos. Tika giacchinoi, una nueva especie de
esfenodonte del Cretacico. Recuperan fósiles de megafauna y otros en
La Rioja. Descubren en Santa Cruz más de 100 huevos y 80 esqueletos de
dinosaurios. En los alrededores del Planetario descubren el cráneo
de un extraño animal jurásico. Menucocelsior arriagadai, un nuevo
dinosaurio sauropodo de Patagonia. Continúan los relevamientos en la
futura Reserva Natural Centinela del Mar. Confirman el hallazgo de
Cladosictis patagónica en el Mioceno de Comallo, Rio Negro. Inusual
hallazgo de un diente de un tiburón Megalodon en Mar de Ajo. Inusual
hallazgo de un diente de un tiburón Megalodon en Mar de Ajo. Recuperan
fósiles de un Perezoso Gigante en una calle de Pingles.
Un lestodonte con
contundentes marcas de mordidas en el Pleistoceno de San Pedro.
En el partido de
San Pedro, a 170 kilómetros de Buenos Aires, se descubrieron restos
fosilizados de un enorme perezoso terrestre, con tremendas mordidas
en su brazo izquierdo
El hallazgo fue
realizado por el Grupo Conservacionista de Fósiles, equipo del Museo
Paleontológico de San Pedro, en Campo Spósito, un prolífico
yacimiento de fósiles ubicado en una zona conocida como Bajo del
Tala.
El fósil
recuperado proviene de sedimentos depositados hace más de 200.000
años, en el lecho de un antiguo río. El equipo del Museo
Paleontológico de San Pedro excava ese lugar desde 2001 y ya han
recuperado decenas de piezas de diversas especies de mamíferos
fósiles.
Hace unos días, un
equipo conformado por Simonini, Aguilar, Parra, Chiodini, Martínez,
Saucedo y Swistun, dejaron al descubierto un sector donde apareció
el húmero completo de un Lestodonte (Lestodon armatus)
que fue cuidadosamente preparado y trasladado al laboratorio del
museo, como se hace habitualmente.
Una vez allí, al
efectuar la limpieza de rutina y para sorpresa de los
investigadores, notaron dos zonas en el hueso donde se observan
quebraduras producidas por una gran presión externa. El hueso, de
unos 65 cm de largo y unos 25 cm de ancho, está fracturado hacia
adentro como si alguien o algo, hubiera aplicado una enorme fuerza
en dos puntos muy precisos ubicados en ambas caras del hueso.
<<<Imagen
ilustrativa de Lestodon, por Boh.
José Luis Aguilar, Director del
Museo Paleontológico de San Pedro, comenta que “al ver la primera
quebradura con hundimiento, se pensó que podía ser producto del
pisoteo de animales. Algún animal con pezuñas podría haber pisado el
hueso, después de haber muerto el perezoso. Pero eso se desestimó
cuando se observó que en la cara opuesta, había otra herida
idéntica.
De inmediato
comprendimos que estábamos ante una enorme mordida; de una boca tan
grande como para atrapar, apretar y quebrar el brazo de un
lestodonte, ya que esos animales eran bestias de casi 4 metros de
largo y unos 3.000 kilogramos de peso.
Luego de descartar
posibles atacantes, ya fuera por tamaño o por ausencia en la
prehistoria de la zona, comenzó a tomar fuerza la idea un posible
candidato: un Arctotherium, un género de osos
prehistóricos gigantes que, parados, habrían superado los 4 metros
de altura”.
El equipo del
museo trabajó en la confirmación de esta hipótesis analizándola
desde diferentes ángulos; tarea que incluso los llevó a simular la
mordida colocando al fósil en la boca abierta de un Arctotherium, ya
que el museo posee un cráneo muy completo de uno de estos osos
gigantes. La mordida coincide perfectamente.
“Las
características de la mordida nos llevaron a evaluar dos posibles
situaciones. La primera es que el oso haya encontrado al perezoso ya
muerto y se haya alimentado como un simple carroñero. La otra
escena, que consideramos la más probable por la fuerza que se aplicó
sobre el hueso, es que el oso haya atacado directamente a un
lestodonte adulto, quizás de avanzada edad, produciendo esa feroz
mordida en su brazo izquierdo.
La ausencia de
cicatrización en las fracturas del hueso nos lleva a inferir que la
mordida se produjo en un momento muy cercano a la muerte del
perezoso. Inmediatamente antes, en un ataque, o poco tiempo después,
siendo carroña. Es fantástico imaginar esa escena donde dos grandes
mamíferos luchan a muerte en los pastizales de la llanura pampeana
que hoy habitamos¨, comentan desde el Museo de San Pedro.
De esta
investigación participa el Dr. Leopoldo Soibelzon, paleontólogo del
Museo de Ciencias Naturales de La Plata, investigador de Conicet y
el mayor especialista en osos fósiles de nuestro país.
<<<Arctotherium, fue el
responsable de dejar las marcas depredatorias en el hueso de
Lestodon. Esqueleto del MACN.
Al respecto, el
investigador comenta que “desde hace varios años trabajamos sobre
distintas hipótesis vinculadas a la dieta de estos enormes y feroces
osos que habitaron América del Sur durante el Pleistoceno. Hemos
realizado múltiples análisis empleando diferentes técnicas como la
morfometría geométrica, la paleopatología, biomecánica y análisis de
isótopos estables. Las evidencias que hemos recogido confirman la
capacidad de estos osos gigantes para quebrar huesos y consumir
carne de otros mamíferos de gran porte. En este sentido, el hallazgo
realizado en San Pedro es sumamente relevante, pues proporciona una
de las primeras evidencias directas de interacción entre la
megafauna herbívora y los osos del género Arctotherium.
En los próximos
meses pondremos nuestro esfuerzo en el estudio de los restos de este
Lestodonte con inequívocos signos de haber sido mordido por uno de
estos osos. Trataremos de determinar la especie responsable de las
marcas halladas sobre el húmero descubierto”. Fuente; Museo
Paleontológico de San Pedro.
Confirman el hallazgo de
restos de tres gliptodontes en Santiago del Estero.
En los últimos
días y con la colaboración de vecinos e instituciones del
departamento Pellegrini, se pudieron rescatar y proteger al menos
tres sitios paleontológicos relacionados con especies de
gliptodontes cerca de Nueva Esperanza, en barrancas y márgenes del
río Horcones.
Respondiendo al
simultáneo pedido de vecinos y del diputado provincial Alberto
Casasola, un equipo de la Dirección General de Patrimonio Cultural
se dirigió al lugar junto al Dr. Pablo Gaudioso, paleontólogo
investigador del Conicet autorizado por la Subsecretaría de Cultura
provincial.
La comitiva fue
acompañada por el intendente Hugo Guerrero y el presidente del
Concejo Deliberante, Prof. Ariel Corvalán, así como también por el
comisario César Díaz, jefe de la Departamental, que recorrieron
senderos bajo la lluvia para realizar las primeras observaciones.
El Dr. Gaudioso
explicó "En primera instancia, una idea muy general es que la edad
que podrían tener esos sedimentos serían de 100.000 años, pero hay
que hacer estudios geológicos y paleontológicos para corroborarlos"
El especialista
también confirmó que los restos encontrados "pertenecen al género
neosclerotalyptus. Estos gliptodontes son los más ´pequeños´ del
grupo, de unos 2 metros de largo y pesan aproximadamente 300 kilos". Dr. Gaudioso: “El proceso de
extracción puede llevar de una semana a 15 días o más”
El Dr. Gaudioso destacó el trabajo
en conjunto, en donde resaltó a Alejandro Yocca, director de
Patrimonio Cultural, Dr. Raúl Ignacio Vezzosi (paleontólogo,
director del proyecto), Dr. Diego Catriel León, Lic. Juan Cruz Tasso
(lidera el proyecto denominado "Vertebrados del Cuaternario del
Chaco Austral de Argentina" (Santiago del Estero: Bioestatigrafía y
Paleoambiente)). También la colaboración de Guillermina Krieger y
especialmente a don Quiroga, quien fue quien los guió al lugar de
los sedimentos.
El Dr. Pablo Gaudioso,
paleontólogo investigador del Conicet autorizado por la
Subsecretaría de Cultura provincial, indicó a EL LIBERAL que el
proceso de extracción de los restos de gliptodonte "puede llevar,
dentro de la cantidad de personas que haya, de una semana a 15 días.
En este caso puede llevar un poquito más".
"El crecimiento del río nos
limita, es una variable que retrasa el estudio, el Horcones está
subiendo y no es seguro la extracción o el rescate de los dos
gliptodontes, porque están en la barranca donde hay agua. Primero
nos daba en la rodilla y ahora en la cadera", explicó.
Recordó que se encontraron restos
en tres sitios, dos de ellos son corazas más completas y otro son
tres fragmentos del caparazón en un kilómetro y medio.
En ese contexto, recomendó a los
pobladores que ante un registro o hallazgo de este carácter,
contactarse con las autoridades para hacer los rescates y los
estudios correspondientes, sin ninguna intervención en los restos.
Fuente El Liberal.
Recuperan fósiles de un
Perezoso Gigante en una calle de Pingles.
La edad aproximada de un fósil de Perezoso
hallado en Pringles por un grupo de paleontólogos sería de entre
8.500 y 24.000. Se continúa con los trabajos realizados el año
pasado, suspendidos por el Covid-19.
Desde el área de prensa municipal, se informó
sobre la continuación del trabajo iniciado en febrero de 2020, al
ser encontrado este fósil y por la pandemia se tuvo que suspender:
“Estamos completando las labores de extracción”, señaló Cristian
Oliva, Coordinador del Observatorio Arqueológico y Paleontológico
Litoral Sur, dependiente del Centro de Registro del Patrimonio
Arqueológico y Paleontológico de la Provincia de Buenos Aires.
Recordó que el fósil “apareció el año pasado
(febrero 2020)” en un camino rural del Paraje La paloma. En esa
oportunidad “sacamos el cráneo y uno de los brazos del animal y
ahora estamos completando las labores de extracción del resto del
esqueleto”.
Se trata de un perezoso de 8.000 a 24.000 años de antigüedad y los
trabajos se vieron interrumpidos en marzo del 2020 por la pandemia
de Covid-19. Oliva adelantó que “tenemos la mayor parte del
esqueleto, apareció el otro miembro delantero como también toda la
parte de la columna, caja torácica y posiblemente tengamos cadera y
cola también”. En cuanto a los trabajos que se están
realizando, reconoció que se están desarrollando en forma lenta
debido al estado de preservación del fósil –de unos 3 metros de
largo-, ya que no les permite trabajar muy rápido, porque todavía se
están encontrando piezas.
Consultado sobre el estado general del mismo,
expresó que “si bien en líneas generales está completo, el estado de
conservación no es el óptimo; habrá que reforzarlo mucho y es
peligroso sacarlo por lo que estamos analizando cómo proceder para
extraerlo”. Una de las alternativas es “sacar completo el esqueleto
con un buchón estructural”.
Después de extraerlo viene un trabajo de
laboratorio más extenso donde se limpia y se refuerza el fósil y se
prepara para su posterior investigación y exposición en caso de que
pueda ser expuesto. “Es un hallazgo importantísimo y es muy raro
encontrar fósiles de este estilo tan cerca de la ciudad, si bien
tenemos yacimientos de renombre en la región y en el partido, es muy
raro tener hallazgos de esta magnitud y hallarlos tan cerca de lo
que es Coronel Pringles”, aseguró el Coordinador del Observatorio
Arqueológico y Paleontológico Litoral Sur. Fuente La Nueva.com
Inusual hallazgo de un diente de
un tiburón Megalodon en Mar de Ajo.
Se trata de una pieza dental de un
"Megalodón", el popular protagonista de la película Tiburón, de
Steven Spielberg. El fósil tiene unos seis centímetros de altura y,
según los expertos, el ejemplar al que pertenecía el diente
superaría los 6 metros de largo y las 2 toneladas de peso.
Millones de años atrás, la Costa
Atlántica presentaba un aspecto mucho más cálido y tropical que en
la actualidad. En sus mares, poblados por una gran diversidad de
mamíferos marinos gigantes, el gran terror era el gran tiburón
extinto, popularmente conocido como “Megalodón”. En Argentina, ya se
habían hecho hallazgos de esta especie prehistórica en Entre Ríos y
la Patagonia. Recientemente, y por primera vez, se halló un diente
de este ejemplar en la costa bonaerense.
“Diego Gambetta, director del Museo de Mar de Ajó, descubrió,
arrojado en la playa, este enorme diente. Las investigaciones hechas
por un equipo de paleontólogos del Museo Argentino de Ciencias
Naturales y la Fundación Azara permitieron saber que se trataba de
la especie Carcharocles megalodon, ni más ni menos que el famoso
animal de la película Tiburón”, explicó a la Agencia CTyS-UNLaM
Federico Agnolin, investigador adjunto del CONICET.
El nombre “Megalodon” significa, justamente, “diente gigante”. Y no
es para menos: sus dientes superaban los 17 centímetros de altura,
con una corona gruesa y pesada y márgenes fuertemente dentellados,
como los de un serrucho.
“Lo que más se suele hallar de esta especie son los dientes, porque
su cuerpo tenía un esqueleto de tipo cartilaginoso. Entonces, es más
difícil que se fosilice. A lo sumo se han encontrado vértebras
sueltas o restos de mandíbulas, donde el cartílago es más
resistente”, detalló Agnolin, doctor en Ciencias Naturales.
La mandíbula del “Megalodon”, explicaron los investigadores, tenía
un total de 276 dientes, dispuestos en cinco hileras. “Cada diente
tiene varios atrás, que lo van a reemplazar. Y con cada dentellada
que daban, para cazar a sus presas, era posible que perdieran
dientes. Eso ayuda a que haya más posibilidades de hallar estas
piezas dentales”, agregó el investigador.
El estudio de un solo fósil, a veces, puede decir mucho del extinto
animal. Los expertos calculan que el “Megalodon” tenía entre 15 y 18
metros de longitud, “un tamaño impresionante si se lo compara, por
ejemplo, con el tiburón blanco viviente, que alcanza los seis metros
de largo. Además, su peso habría superado las 50 toneladas”, detalló
Agnolin.
Luego del estudio del fósil hallado en Mar de Ajó, Julieta De Pasqua,
quien encabeza la investigación, concluyó que el ejemplar al que
pertenecía el diente superaría los 6 metros de largo y las 2
toneladas de peso. Por las características del diente hallado, que
tiene unos seis centímetros de longitud, los expertos creen que el
ejemplar podría ser juvenil, no un adulto ya desarrollado.
Hubo, en este hallazgo, algo de suerte, reconoce Agnolin. “Lo que
tiene el mar es que, así como arranca los fósiles del lecho marino y
los tira a la playa, luego se los vuelve a llevar…y los tira de
vuelta. Así sucesivamente, por lo que los restos suelen estar muy
destruidos. Este ejemplar estaba ‘limpio’, no había que removerle la
roca, como con otros fósiles, y en muy buen estado”, destacó.
El fortuito hallazgo –sumado al hecho, subrayó Agnolin, de que
Gambetta suele dedicar mucho tiempo a recorrer la costa, en busca de
fósiles- da cuenta de la importancia de la playa como yacimiento
prehistórico.
“La gente, cuando camina por la costa, junta piedritas o caracoles,
sin siquiera imaginarse que muchos de esos elementos tienen millones
de años de antigüedad. Está bueno concientizar a la gente sobre ese
aspecto y que, si encuentra algo interesante, debe llevarlo al museo
más cercano. Nos han llegado a traer, también de la costa, el húmero
de una ballena franca, de unos 80 centímetros de altura. Son
hallazgos sumamente interesantes”, concluyó el investigador.
Nicolás Camargo Lescano (Agencia CTyS-UNLaM)-
Confirman el hallazgo de
Cladosictis patagónica en el Mioceno de Comallo, Rio Negro.
Lo había encontrado un vecino en un campo
cercano y lo tuvo en su casa durante años. Un trabajo científico
confirmó que en la zona de Comallo se descubrió el primer
esparasodonte de los alrededores, reconocido como Cladosictis
patagónica.
El fósil estudiado pertenece a un animal de
casi un metro de largo y 7 kilos de peso, con un hocico largo,
caninos desarrollados y dientes filosos que le habrían permitido
cortar la carne de sus presas. Este hallazgo, que estuvo durante
muchos años en manos de un pequeño productor de la zona, se suma al
Kelenken guillermoi, un ave de más de dos metros y medio de altura,
también hallada en cercanías de esta localidad de la Región Sur
rionegrina.
Analía Forasiepi, investigadora
del CONICET, señaló que Cladosictis habría tenido tal vez, una
fisonomía que mezcla la silueta de un hurón, con el cuerpo alargado,
patas cortas y la cabeza de un zorro, con un morro largo. Aguirrezabala, oriundo de Comallo, quien además
de estudiarlo también fue intermediario entre el colector y sus
colegas especialistas, afirmó que el hallazgo de este fósil sucedió
hace varios años atrás.
“Don Mercedes González encontró el material,
consistente en un cráneo con su mandíbula asociada, mientras sus
animales pastaban en los campos de su propiedad, a casi 10
kilómetros al sudoeste de Comallo. Inmediatamente lo reconoció como
un animal carnívoro, similar a un perro, y lo atesoró en su puesto
por varios años”, detalló Aguirrezabala que en el 2004, atraído por
los fósiles, se convirtió en un referente de la paleontología en la
zona. Precisamente a él, don Mercedes se lo entregó
consciente del significado científico que cada fósil contiene.
A partir de allí comenzó el trabajo de
preparación en el Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino
Rivadavia” de Buenos Aires, con pequeñas herramientas, consolidando
la roca y liberando el fósil del sedimento que lo sepultó al morir
hace millones de años atrás.
“Es muy importante que los
vecinos den aviso al momento de hallar algún resto fósil. Lo
mismo si este fuese un resto arqueológico. Son materiales muy
frágiles y la extracción requiere en muchos casos de herramientas y
consolidantes particulares, y hacer muchas anotaciones para
comprender el contexto del hallazgo. Eso nos permite entender la
antigüedad del material, qué ambiente habitó, qué otros fósiles
existieron junto a él, etc.” sostuvo y añadió que “un fósil aislado
es como una página suelta de un libro. Se necesita el contexto para
poder comprender su significado”.
La preparación y el estudio del fósil de don
Mercedes llevó varios años y reveló que la especie Cladosictis
patagónica habitó en Patagonia durante casi 3 millones de años.
Este espécimen es el primer esparasodonte que
se conoce para la zona de Comallo y constituye un aporte para
comprender como fueron los ecosistemas del pasado de la región y
como interactuaron entre predadores y presas. Junto a Kelenken
y
otros animales extintos, Cladosictis será uno de los integrantes que
estará representado en el Paleoparque de Comallo, emprendimiento
turístico en actual desarrollo que figurará en tamaño natural a
numerosas bestias prehistóricas que habitaron en la región.
“Estamos muy contentos con el resultado, aunque
es una pena que don Mercedes no nos este acompañando para compartir
la noticia de su hallazgo”, reflexiona Aguirrezabala.
Coincidiendo con el resto del equipo de
investigadores, el paleontologo comallense dedico el trabajo a su
memoria. El fósil de don Mercedes fue depositado en el
Museo de la Asociación Paleontológica Bariloche, dado que es uno de
los repositorios oficialmente reconocidos para la provincia.
La paleontología es una ventana al pasado e
indudablemente las rocas de los alrededores de la localidad
rionegrina de Comallo, son excepcionales por sus numerosos restos
fósiles. Allí afloran rocas de una unidad conocida por
los geólogos como Formación Collón Curá, de unos 15 millones de años
de antigüedad, pertenecientes al Mioceno medio. Para ese entonces el
clima era más cálido que en la actualidad y la Patagonia en su
conjunto era más húmedo y con una importante actividad volcánica; no
obstante, propicio para el desarrollo de un variado y rico
ecosistema.
“Los fósiles son los únicos testimonios que
tenemos para interpretar como fue la vida en el pasado de nuestro
planeta. Dan información sobre las especies que habitaron en los
distintos ambientes y muchas veces nos advierten de características
anatómicas únicas que tuvieron los animales, sin contrapartida en
las especies vivientes” admite Aguirrebala.
Tal es el caso del Kelenken guillermoi, un ave
terrestre carnívora de más de dos metros y medio de altura con un
pico grande terminado en un gancho y patas largas y gráciles que le
habría permitido realizar largas carreras. Es considerada el mayor
representante dentro del grupo de los fororrácidos o las “Aves del
Terror” y fue descubierta hace unos 25 años en Comallo por quienes
en aquel tiempo eran niños, los comallenses Silvio Cordero y
Guillermo Aguirrezabala.
“América del Sur -agrega- tuvo una historia
geológica muy particular durante el Cenozoico, luego de la extinción
de los grandes dinosaurios, dado que estuvo mayormente aislada de
otras partes del mundo. Como resultado, su fauna fue única y propia
de este continente. Por ejemplo, el nicho de los depredadores estuvo
compartido durante el Mioceno por varios animales distintos: las
´Aves del Terror´, cocodrilos gigantescos de más de diez metros de
largo y los mamíferos esparasodontes. Estos últimos
fueron parientes extintos de las comadrejas (estos animales tan
particulares que completan el crecimiento fuera del útero materno,
en una bolsa o marsupio, de allí el nombre general del grupo,
conocido como marsupiales)”, describió. Fuente Diario Rio Negro.
Continúan los relevamientos en
la futura Reserva Natural Centinela del Mar.
En octubre un equipo de técnicos e
investigadores continuó con las tareas destinadas en ampliar la
información disponible sobre la diversidad y conservación de los
ambientes presentes en Centinela del Mar y la riqueza de su
patrimonio arqueológico y paleontológico.
Con el objetivo de elaborar un inventario sobre
los vertebrados que habitan la futura reserva, se implementó un
protocolo que permitirá conocer distintos parámetros ecológicos para
las comunidades locales e identificar áreas de especial valor para
la conservación. Se espera que este conocimiento sirva de base para
la elaboración de futuros planes de manejo, iniciativas de
restauración ambiental, así como estrategias de educación y
promoción turística sustentable.
Los trabajos paleontológicos se centraron
principalmente en la aplicación de distintas técnicas para el
rescate de microvertebrados fósiles, obteniéndose una importante
muestra de alta diversidad y relevancia paleoambiental.
El día 25 de septiembre, el equipo participó de
un encuentro de comunidades originarias realizado en la posta La
Lagartija, esto permitió difundir el proyecto y compartir
experiencias junto a referentes indígenas, antropólogos, personal
municipal y vecinos provenientes de localidades lindantes.
También el 6 de octubre, recibimos la visita de
Tomas Crowder, secretario de Cultura, Turismo y Deporte del
Municipio de General Alvarado, junto a su equipo. El encuentro
propició un recorrido por los principales puntos de interés
paisajístico, ambiental, patrimonial y turístico de Centinela del
Mar, donde se analizaron objetivos y se coordinaron acciones para
avanzar en la puesta en valor de Centinela del Mar como reserva
natural.
El equipo estuvo conformado Diego Dominguez,
Matias Condori, Maximiliano Minuet, Ulyses Pardiñas y Marcos Cenizo,
con la participación breve pero enriquecedora de Damian Voglino y
Agustín Scanferla.
Los trabajos fueron posibles
gracias al apoyo de la Fundación Azara, Universidad Maimónides,
Municipalidad de General Alvarado y Museo de Ciencias Naturales de
Miramar
Menucocelsior arriagadai, un nuevo dinosaurio sauropodo de Patagonia.
Los restos de una nueva especie
de dinosaurio denominado "Menucocelsior arriagadai", que tiene más
de 70 millones de años, fue descubierto en una expedición científica
que se realizó a 50 kilómetros al sur de General Roca en el Alto
Valle de Río Negro, se informó hoy oficialmente.
Recientemente han sido publicados varios
esqueletos de saurópodos, grandes dinosaurios herbívoros con cuellos
largos, pertenecientes a distintos grupos, lo que dan cuenta de una
enorme diversidad de grandes herbívoros en un mismo ecosistema.
En la provincia de Río Negro, Argentina, un
grupo de paleontólogos argentinos excavó, en rocas de unos 70
millones de años, los restos de grandes dinosaurios herbívoros,
incluyendo una nueva especie a la que llamaron Menucocelsior
arriagadai. Durante esta expedición en 2018 el equipo dio
con cientos de fósiles pertenecientes a toda una fauna y flora nueva
para la zona; entre los que se destacan al menos cuatro tipos
distintos de Saurópodos.
Estos restos, que incluyen desde vértebras,
costillas, elementos de los pies hasta osteodermos (enormes bloques
de hueso que estos animales portaban en la piel a modo de defensa),
pertenecieron a animales que alcanzaban entre los 8 y los 15 metros
de largo aproximadamente dependiendo del ejemplar.
Dentro de todos ellos, se recuperaron los
restos de una nueva especie denominada Menucocelsior arriagadai. Su
nombre hace referencia, primero, a los Menucos (enormes cuerpos de
agua presentes en la zona) y su enorme tamaño (Celsior significa
“grande” en Latin), y segundo, a la familia Arriagada (especialmente
a Beto Arriagada, padre de todos ellos) dueños del campo donde se
encuentra el yacimiento y quienes han colaborado con las
expediciones.
La expedición se encontraba conformada por
miembros del Laboratorio de Anatomía Comparada y Evolución de los
Vertebrados (LACEV) del Museo Argentino de Ciencias Naturales
"Bernardino Rivadavia" (MACN - CONICET) liderado por el paleontólogo
Fernando Novas y la Fundación de Historia Natural Félix de Azara.
El hallazgo se realizó en el mismo yacimiento
donde se extrajo Niebla antiqua, durante una expedición científica a
cargo del paleontólogo argentino Mauro Aranciaga Rolando, en octubre
de 2018.
Gracias a todos los huesos
recuperados, pudo saberse que Menucocelsior pertenecía al grupo de
los titanosaurios y que convivió con, al menos, otros tres tipos
distintos de saurópodos. Dos pertenecientes al grupo de los
saltasaurios, siendo un ejemplar mucho más grande que el otro (y
seguramente de una especie distinta) y otro al grupo de los
aeolosaurios.
El paleontólogo Federico Agnolín, investigador
del Conicet y miembro del LACEV y Fundación Azara, comparó las
distintas faunas de saurópodos de Patagonia y encontró que Río Negro
poseía una de las más diversas. Y que esto solo podría ser
explicado, suponiendo que cada animal se alimentaba de manera
distinta y, por ende, no competían entre sí por los alimentos.
Finalmente, Jordi Garcia Marsà, doctor de Conicet, llevó a cabo un
estudio de los osteodermos, y concluyó que al menos dos de estos
animales portaban estos enormes bloques de hueso en su piel, para
protegerse de depredadores como, por ejemplo, Niebla antiqua.
Las rocas donde fueron hallados
estos fósiles datan de unos 70 millones de años, es decir, “un poco
antes de la caída del meteorito” en términos geológicos.
Esta
gran diversidad de dinosaurios encontrada en la estancia de los
Arriagada apoya al conocimiento previo que se tiene sobre los
ecosistemas de finales del Cretácico. Estos mismos no eran páramos
estériles con enormes bestias temibles, como comúnmente se
nos muestra en las películas.
Si no bosques o selvas exuberantes repletas de plantas
con flores, coníferas, helechos y que rebosaban de pequeños
mamíferos, aves, serpientes, lagartos, dinosaurios y otros reptiles
hoy extintos como los pterosaurios. Y que los dinosaurios,
seguramente, eran animales activos, de sangre caliente, que portaban
colores llamativos, que hacían rituales reproductivos e incluso
cuidaban a sus crías.
De aquí reside la importante acción de los
paleontólogos, al salvar los restos de estos seres que vivieron en
el pasado y reconstruir estos ecosistemas que ya no existen, y que
de otra manera, serían borrados por el tiempo.
El equipo de investigadores destacó el apoyo
incondicional de la familia Arriagada.
También el
apoyo de la Secretaría de Cultura de Río Negro y del personal del
Museo Patagónico de Ciencias Naturales (especialmente a su director
Pablo Chafrat), por la ayuda durante y después de la expedición.
Reconstrucción de Menucocelsior arriagadai en vida (Dibujo:
Sebastián Rozadilla). Fuente Diario Rio Negro.
En los alrededores del
Planetario descubren el cráneo de un extraño animal jurásico.
El paleontólogo Sergio Bogan
halló en una piedra una especie no determinada de más de 150
millones de años de antigüedad
Fue un domingo cualquiera para
Sergio Bogan. Paseaba con su hijo Julián alrededor del Planetario y
le señalaba las lajas alrededor del ícono porteño. Allí, tal como
sucede en otros puntos de la ciudad de Buenos Aires, impresos en las
piedras traídas de la Patagonia, se pueden ver restos con forma de
caracol, moluscos extintos llamados amonites.
Mientras el científico le
explicaba a su hijo que con el tiempo las rocas se van desgastando,
y que por eso suelen aparecer en la superficie fósiles, se detuvo
sorprendido ante el insólito aspecto de una de las piedras. Frente a
sus ojos había un cráneo proveniente de un extraño animal con más de
150 millones de años de antigüedad. ¿De qué especie se trataba? ¿A
qué período prehistórico pertenecía?. LA NACION tuvo acceso
exclusivo a la información sobre uno de los hallazgos
urbanos más importantes de los últimos años.
“Sabemos que por lo general esas rocas
contienen fósiles, pero son muy comunes, son restos de moldes, es
decir su negativo, sin demasiado valor científico”, señala Horacio Padula, del Centro de Interpretación de Arqueología y Paleontología
de la Ciudad de Buenos Aires, CIAP.
Sin embargo, cuando Bogan los
alertó acudieron de inmediato al lugar. “Al observar la pieza nos
dimos cuenta de que estábamos en presencia de una especie no
determinada, un gran pez carnívoro cuyos restos deberían ser
estudiados”, explica el paleontólogo.
Bogan es curador de Colecciones
Científicas de la Fundación Azara y es un estudioso de los peces.
Por ese motivo, desde un principio supuso que se trataba de este
tipo de animal y alertó al CIAP.
“Se trata de un cráneo parcial
comprimido por las capas rocosas. Corresponde a un pez del período
Jurásico”, confirma Federico Agnolín del Museo Argentino de Ciencias
Naturales Bernardino Rivadavia. “Tiene 150 millones de años,
pertenece al período al Jurásico superior”, determina. Para hacer el
lenguaje accesible, agrega: “De la misma época retratada en la
película de ciencia ficción Jurassic Park”. Es decir, un período de
hace entre 199,6 y 145,5 millones de años, caracterizado por un
clima húmedo y cálido que dio lugar a una exuberante vegetación y
una abundante vida.
Este pez habitaba un mar
cálido, casi tropical, y estas aguas invadían lo que hoy es la
provincia de Neuquén ya que las lajas del paseo público del
Planetario provienen de una cantera de allí, más precisamente de
Zapala. Llegaron a Buenos Aires en la década del 60, confirman los
expertos. “Hace 150 millones de años aún no existía la cordillera y
por eso el Océano Pacífico inundó una parte importante de la región
neuquina. Durante esa época los dinosaurios dominaban la tierra,
pero además existía toda una fauna de reptiles marinos
contemporáneos”, explica Agnolín.
Según el documento elaborado
por el CIAP, los relictos que se avistan con mayor frecuencia son
moldes de conchillas de moluscos y también los denominados
icnofósiles, o huellas. Pueden revelar algunos datos sobre las
características del organismo que los generó y el paleoambiente
circundante. En el CIAP justamente se trabaja sobre fósiles urbanos
que aparecen con asiduidad en las rocas de diferentes orígenes
ubicadas ya sea como ornamento, en frentes de casas y edificios, o
sobre el pavimento y bajo tierra durante demoliciones, entre otros
sitios.
Esto se debe a que Buenos Aires
se construyó en varias etapas, con diferentes estilos y diseños y
por eso existe una gran variedad de rocas en las fachadas citadinas
a lo largo de cualquier cuadra de la ciudad. Las rocas ígneas son
las más utilizadas debido a su mayor dureza y resistencia, pero
también a su hermoso colorido. “Sin embargo, es importante no
recoger estas rocas con huellas sin autorización dado que
son un patrimonio protegido por la Ley Nacional y su
manipulación debe realizarse con personal autorizado. Lo ideal es dar aviso al CIAP
cuando se encuentra un fósil para que pueda ser evaluado y puesto en
valor”, remarca Bogan.
El caso del Planetario fue
diferente: se trataba de un caso de interés científico, una rareza.
Por eso el equipo conformado por Padula, Bogan, Agnolín y otros
miembros del Centro de Interpretación extrajeron la laja y la
trasladaron a la Fundación Azara en un cuidadoso operativo que contó
con la presencia de Martín Capeluto, gerente de Patrimonio porteño,
del presidente de la Comuna 14, Martín Cantera, y la Directora del
Planetario Buenos Aires, Verónica Espino.
¿Y cómo es que llegan los
restos a quedar inmortalizados en las piedras? Estas rocas se forman
por la acumulación y consolidación de sedimentos depositados en una
superficie más o menos extensa, como puede ser el fondo de un mar o
de un lago, conocida como “cuenca de sedimentación”. Los organismos
que vivían en esos medios acababan siendo enterrados, pasando a
formar parte de los sedimentos y, si las circunstancias son
propicias, se conservan en el tiempo, dando lugar a los fósiles que
hoy en día podemos identificar, explica el informe del CIAP, luego
del hallazgo ocurrido el 3 de julio pasado.
Actualmente al espécimen se lo
está restaurando y acondicionando en la Fundación Azara para luego
estudiarlo y ser exhibido por un tiempo en el Planetario. Finalmente
será almacenado en las vitrinas del CIAP, ubicado en Alsina 417.
Mientras tanto, los científicos hacen la siguiente invitación a los
porteños: “En la ciudad se pueden ver fósiles en numerosas fachadas
de edificios. Búsquenlos y fotografíenlos. Si creen estar frente a
una pieza valiosa deben dar aviso al CIAP para que se pueda evaluar
y poner en valor. Es posible contactarse con el organismo a través
de Instagram patrimonioba, Facebook Patrimonio BA”. Fuente La
Nación.
Descubren en Santa Cruz más de
100 huevos y 80 esqueletos de dinosaurios.
Se
trata del primer registro de comportamiento social complejo en una
especie primitiva de dinosaurio. El hallazgo se produjo en un sitio
paleontológico de características únicas ubicado en la Provincia de
Santa Cruz. El trabajo liderado por Diego Pol (CONICET-MEF) junto a
un equipo de investigadores de Argentina, Sudáfrica, Estados Unidos
y Francia, fue dado a conocer hoy en la revista científica Nature.
Los
primeros restos de nidos y huevos fosilizados de este yacimiento
fueron descubiertos en la década de 1960 durante una campaña
paleontológica liderada por el reconocido paleontólogo argentino,
José Bonaparte. Serían los primeros fósiles conocidos deMussaurus patagonicus, un dinosaurio sauropodomorfo primitivo
antecesor de los grandes dinosaurios de cuello largo que vivió en el
Jurásico temprano, hace 192 millones de años.
El resultado de las
expediciones realizadas años más tarde a este sitio conocido como El
Tranquilo, es sorprendente. “Este era el sitio de nidificación,
donde encontramos más de 100 huevos de dinosaurios, algunos con
embriones fosilizados, y más de 80 esqueletos incluyendo pichones
recién nacidos, juveniles de 1 año de edad, subadultos de alrededor
de 5 años y adultos de más de 10 años. Todos pertenecientes a esta
misma especie de
Mussaurus, y abarcando un
área de 1 km2.
<<< Esqueleto
articulado de un ejemplar juvenil depositado en el Museo
Argentino de Ciencias Naturales de Buenos Aires. (*).
Es un lugar que
interpretamos como una colonia reproductiva, donde se congregaban
año tras año todos estos animales en la época de reproducción y
luego de estudiar los sedimentos pudimos inferir que el sitio
elegido se ubicaba en las cercanías de un lago seco.” Explica Diego Pol, quien desde hace 15 años junto a un equipo multidisciplinario
internacional, estudia a esta colonia de herbívoros.
La cantidad y calidad de
preservación de los huesos permitieron obtener detalles únicos sobre
el comportamiento gregario de estos dinosaurios. “Los esqueletos no
estaban distribuidos azarosamente, sino que estaban agrupados de
acuerdo a su edad. Los pichones recién nacidos, pequeños esqueletos
que caben en la palma de una mano, se encontraban en las cercanías
de los nidos.
Los animales de 1 año de edad, más grandes en tamaño y
de casi 10 kg, se encontraron agrupados. Había once esqueletos
recostados unos sobre otros, mostrando que los jóvenes Mussaurusestaban juntos como en muchas especies sociales. Los adultos y
subadultos, animales que llegaban a pesar 1500 kg, fueron
encontrados de a pares o solos pero en las cercanías del
mismo sitio” detalla Diego y agrega “Esta asociación nos
muestra un comportamiento social bastante sofisticado que
era completamente desconocido para dinosaurios tan antiguos.
Sabíamos de
comportamientos gregarios de dinosaurios, pero solo en animales ya
muy derivados del Cretácico, unos 40 millones de años más jóvenes
que estos”.
“Mussaurus
pertenece a la primera radiación exitosa de dinosaurios herbívoros y
ya tiene un comportamiento social sofisticado. Observamos que esto
ocurrió en una latitud bastante alta, incluso para el Jurásico
temprano, que nos está indicando probablemente una estacionalidad
muy marcada. Probablemente en climas estacionales estos grandes
herbívoros necesitaban moverse para conseguir el suficiente alimento
y la coordinación de movimientos dentro de la manada requeriría este
comportamiento social complejo. Estos factores tendrían que haber
sido clave para el éxito de los grandes herbívoros de cuello largo”
finaliza Diego. Fuente mef.org.ar
Recuperan
fósiles de megafauna
y otros animales en La Rioja.
Científicos del CONICET asociados al Centro
Regional de Investigaciones Científicas y Transferencias de La Rioja
(CRILAR) y la Universidad Nacional de La Rioja (UNLaR), descubrieron
fósiles de mamíferos extintos en el departamento Vinchina, al
noroeste de la provincia de La Rioja.
El Dr. Damián Ruiz Ramoni,
paleontólogo encargado de la campaña dio a conocer que durante el
pasado septiembre descubrieron, en Quebrada La Troya, cercanías del
poblado de Jagüe, restos fosilizados de diversos mamíferos que ya no
viven hoy día.
Pequeños ungulados,
macrauquenias y roedores son algunos de los grupos que fueron
encontrados entre los sedimentos de hace más de 5 millones de años.
Sin embargo, el ejemplar más impresionante se trata del esqueleto
casi completo de un perezoso gigante del mismo grupo que el
Megaterio, al cual el grupo de trabajo apodó Zonda (por las
condiciones climáticas durante la excavación).
>>> Ilustración del paleoartista Jorge Blanco.
Si bien el ejemplar de Quebrada
La Troya no es tan grande como el Megatherium (de casi 4 toneladas),
es el más completo descubierto hasta la fecha en la región.
El Dr. Ramoni trabajó en
conjunto con la mastozoologa Thamara Fariñas Torres, la arqueóloga
Valeria Olmos y el paleontólogo Gabriel Bravo. También se
contó con la presencia del guía local Pedro González y el Promotor
de Turismo y Patrimonio de la provincia Ariel Varas, quienes
participaron en la excavación y extracción del material patrimonial.
Pese a los esfuerzos de este equipo, el trabajo científico aún
comienza.
Para saber más detalles de este
ejemplar, aún hace falta limpiarlo, restaurarlo e ingresarlo a un
repositorio oficial, según dicta la ley de patrimonio. Pero
se puede evidenciar que La Rioja, y especialmente el departamento
Vinchina, guardan un patrimonio científico desconocido para
Argentina y el resto del Mundo.
El compromiso de los
científicos es estudiar este material y revelar los detalles de una
Rioja antigua e inexplorada. Pero la labor es de enormes
proporciones; por lo que se invita a todos los interesados a
acercarse al equipo de trabajo y vincularse con el proceso educativo
y de formación para futuras campañas. Fuente; elindependiente.com.ar
Tika giacchinoi, una nueva
especie de esfenodonte del Cretacico.
Paleontólogos
argentinos dieron a conocer a Tika giacchinoi, una
nueva especie del Cretácico emparentada con los tatuaras que viven
en la actualidad. El hallazgo se produjo en La Buitrera, al noroeste
de Río Negro, un sitio donde también vivieron carnívoros del grupo
de los velocirraptores, titanosaurios, cocodrilos, serpientes con
patas, tortugas y peces, entre otros animales.
En La Buitrera, un
yacimiento ubicado al noroeste de Río Negro, se han encontrado
ejemplares sorprendentes como una serpiente con patas (Najash
rionegrina) y un mamífero de hocico largo muy parecido a la
“ardilla” de la película la Era de Hielo (Cronopio dentiacutus).
Ahora, a partir de un estudio de los doctores Sebastián Apesteguía,
Fernando Garberoglio y Raúl Gómez, un nuevo amigo se suma a esta
fauna: el esfedonte Tika giacchinoi.
El
paleontólogo Sebastián Apesteguía, director del Área de
Paleontología de la Fundación Azara (CEBBAD-CONICET),
comentó a la Agencia CTyS-UNLaM: “El hallazgo que nos
convoca hoy, el de Tika giacchinoi, es de un
esfonodonte esfenodontino, es decir, del mismo grupo que el
actual tatuara, pero de prácticamente 100 millones de años
de antigüedad”. “Tika es entonces el pariente más antiguo
del hemisferio sur del actual tatuara.
Este animal -que
alcanzaba unos 25 centímetros de longitud- era pequeño comparado con
los esfenodontes herbívoros -los cuales medían un metro y medio de
longitud y eran mucho más abundantes en este sitio-“, precisó
Apesteguía.
El coautor de este
estudio publicado en la revista Ameghiniana con el título “Earliest
tuatara relative (Lepidosauria: Sphenodontinae) from southern
continents” es el doctor Fernando Garberoglio, quien también se
desempeña en la Fundación Azara y es especialista en el estudio de
las serpientes fósiles de La Buitrera.
Este sitio, hace 95
millones de años, era un desierto con algunas lagunas, en las cuales
vivían tortugas de agua dulce y peces pulmonados. “Entre los
aninales grandes que habitaban la zona, teníamos saurópodos cuello
largo del grupo de los rebraquisáuridos y también había
titanosaurios; también, se hallaron restos de carcarontosáuridos,
que son los carnívoros más grandes del mundo que se conozcan de
todas las épocas, aunque seguramente no vivían en este desierto,
sino que pasaban simplemente y han quedado algunos huesos y algunos
dientes sueltos en el registro fósil”, describió Apesteguía.
Por su
parte, el doctor Raúl Gómez del Departamento de
Biodiversidad y Biología Experimental de la Universidad de
Buenos Aires destacó: “Esta nueva especie se trata de uno de
los parientes más cercanos y mejor representados del tatuara
del Nueva Zelanda que viven en la actualidad”. Gómez, quien
realizó las ilustraciones para la publicación, agregó que Tika
giacchinoi aporta a la descripción de que había una
diversidad mayor a la que se conocía en la Patagonia para
este grupo.
Según contó
Apesteguía, la investigación sobre esta nueva especie ha llevado
muchos años: “Los primeros restos se descubrieron hace ya una
década, pero no teníamos las suficientes evidencias como para poder
estudiarlo con confianza. Eso es lo que tiene una localidad como La
Buitrera, la cual es una localidad muy especial, porque al ser un
desierto tiene especímenes de pocas especies, pero mucha cantidad de
las mismas”.
“Entonces, el
estudio lleva varias muchas etapas y, a veces, mucho tiempo. Y
recién ahora es que pudimos reunir la suficiente cantidad de
material como para estudiarlo y darle un nombre”, agregó el
especialista.
El material
estudiado incluye un esqueleto incompleto con restos de cráneo
además de otros dos restos craneanos. A partir de ello, se pudo
estimar que este animal tenía un cráneo de unos cuatro centímetros
de largo y un cuerpo de entre 25 y 30 centímetros. Actualmente,
estos ejemplares están resguardados en el Museo Carlos Ameghino de
la ciudad de Cipolletti, Río Negro.
Apesteguía
destacó la participación de técnicos y colaboradores que han
participado en la extracción y preparación de materiales de
materiales, en particular de Leonardo Javier Pazo, quien
identificó parte de los materiales que se pudieron adosar a
este estudio publicado en la revista Ameghiniana.
De los
trabajos de campo también partícipes Lucila Fernández Dumont,
Facundo Riguetti, Guillermo Rougier, Eliana Cimorelli,
Mercedes Prámparo, Ana P. Carignano, Gonzalo Veiga y Michael
Caldwell.
El doctor
Apesteguía también mencionó el apoyo otorgado por distintas
instituciones nacionales e internacionales, tanto del CONICET y la
Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica, como de
Fundación Azara y la National Geographic Society. Reconstrucción de
Tika giacchinoi en vida. Crédito: Raúl Gómez.
Descubre fósiles de los
últimos Teratornos Sudamericanos.
Los teratornos fueron
aves voladoras gigantescas de hábitos carroñeros y predadores que
habitaron el continente americano durante casi 25 millones de años
hasta su extinción hace unos 12 mil años. Sus restos fueron
encontrados en Santa Fe, Pehuen Co y en las inmediaciones de
Miramar. Eran aves carroñeras más grandes que los cóndores
Se han reconocido unas
siete especies de teratornos, entre ellos Argentavis magnificens,
hallado en la década de 1970 en La Pampa. Con un peso estimado en 70
kilogramos y una envergadura alar de hasta 7 metros. Argentavis es
el ave voladora de mayor tamaño conocida hasta el momento.
Los primeros restos de
teratornos fueron descubiertos en 1909 en los célebres pozos
asfálticos de Rancho La Brea, California. Allí se recuperaron
centenares de ejemplares pertenecientes a la especie que da nombre a
esta familia de aves extintas: Teratornis merriami (“ave monstruosa
de Merriam”, como refiere su nombre científico). A pesar de que se
conocen restos de estas aves desde hace más de un siglo, sus
vinculaciones con otras aves permanecen aún inciertas, postulándose
relaciones con los cóndores, los pelícanos y las cigüeñas.
“Se cree que los
teratornítidos se originaron en América del Sur ya que sus restos
más antiguos fueron hallados en yacimientos con edades de entre 25 y
5 millones de años ubicados en Brasil y Argentina. Luego de este
periodo de tiempo los teratornos desaparecen del registro fósil
sudamericano, pero se vuelven notablemente abundantes y diversos en
América del Norte hasta su extinción al final del Pleistoceno, unos
12 mil años atrás. La ausencia de estas gigantescas aves durante los
últimos 5 millones en América del Sur de años, era hasta el momento
un misterio”, señala Marcos Cenizo, de la Fundación de Historia
Natural Felix de Azara.
Recientemente un equipo
de investigadores argentinos comunicó en la revista Journal of
Vertebrate Paleontology el hallazgo de nuevos teratornos en las
provincias argentinas de Buenos Aires y Santa Fe, revelando detalles
acerca de la evolución tardía de estas aves en América del Sur.
Los investigadores
pertenecientes a la Fundación Azara, el CICYTTP-CONICET Diamante, la
Facultad de Ciencia y Tecnología-UADER y el Museo Municipal de
Ciencias Naturales Pachamama, señalaron las fuentes: “Su presencia
había pasado inadvertida por muchos años, algunos materiales fueron
colectados en la década del 30, en parte porque se trataba de
ejemplares muy fragmentarios y fácilmente confundibles con cóndores…
pero hace unos 10 años comenzamos a ver que no se trataba de
cóndores, por suerte pudimos hallar nuevos y más completos
especímenes confirmando que en realidad eran teratornítidos.”
“El primer ejemplar que
identificamos había sido hallado en los 80 en Playa del Barco, un
yacimiento próximo a Pehuén Có. Luego el equipo halló dos nuevos
restos, uno dentro de la proyectada Reserva Natural Centinela del
Mar, próxima a Mar del Sud y Miramar, que en los próximos meses
inaugurada la Estación Científica en esta localidad; y el otro en el
río Salado de Santa Fe, cerca de Manucho. Se adicionó un ejemplar
más, reportado previamente como un cóndor, que fuera colectado entre
1930 y 1950, también en esta última provincia.”
“El estudio comparativo
de los restos sugiere que podría tratarse de una nueva especie afín
al norteamericano Teratornis merriami, sin embargo, su confirmación
requiere de restos más completos. Por otra parte, el análisis de la
diversidad y cronología de las comunidades de aves carroñeras y
predadoras de ambas Américas parece indicar que los teratornítidos
se extinguieron varios miles de años antes en Sudamérica, mientras
en Norteamérica llegaron a convivir con los primeros grupos humanos
hasta unos 12 u 11 mil años atrás.”
“Por su tamaño estas aves
ocuparon lugares significativos en las redes tróficas del
Pleistoceno en América del Sur, siendo de gran relevancia a la hora
de comprender como funcionaron los ecosistemas pasados y de este
modo interpretar con mayor profundad el funcionamiento de los
actuales. Los ecosistemas son procesos históricos por lo que debemos
ahondar también en el pasado para comprender su origen, desarrollo y
estructura actual.”
En el estudio de estos
materiales, participaron los investigadores Marcos Cenizo, Jorge
Noriega, Raúl Vezzosi, Daniel Tassara, Rodrigo Tomassini,
integrantes de las instituciones ya citadas.
Paleochelco occultato, un nuevo
lagarto de 84 millones de años en la Patagonia.
Recientemente, los paleontólogos Dr. Agustín
Martinelli, Dr. Federico Agnolín y Dr. Martín Ezcurra, del CONICET-Museo
Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia”, describieron
una nueva especie de un pequeño lagarto fósil que vivió hace
aproximadamente 84 millones de años, al final del Periodo Cretácico
de la Era Mesozoica, en el norte de la Patagonia Argentina. Durante
trabajos curatoriales realizados en la colección del museo, los
paleontólogos se toparon con un pequeño fragmento fósil, de
características inusuales.
Al analizarlo mejor percibieron que se trataba
del fragmento de un cráneo de un lagarto, un grupo de escamados cuyo
registro fósil en rocas del Mesozoico de la Argentina es muy escaso.
El fósil había pasado desapercibido, resguardado en la colección,
por más de 35 años. Este ejemplar representa uno de los tantos
especímenes colectados en rocas de la Formación Bajo de la Carpa
expuestas en la ciudad de Neuquén, que fueron donados al MACN
durante la década de 1980 por el Prof. Oscar de Ferrariis (en aquel
entonces Director del Museo de la Universidad Nacional del Comahue).
El nuevo lagarto, llamado Paleochelco occultato (que significa “antiguo lagarto oculto”, en referencia a que paso
“desapercibido” en las colecciones del museo), está representado por
la mitad anterior del cráneo, que llega a medir cerca 1,5 cm de
largo, y la dentición parcialmente preservada. El cuerpo completo de
Paleochelco tendría un largo estimado de unos 25 a 30 cm.
El registro de lagartos fósiles en rocas
mesozoicas de Argentina es muy escaso, habiéndose reportado restos
incompletos de lagartos iguánidos y escincomorfos. Por su parte,
Paleochelco occultato está posiblemente relacionado con los
poliglifanodontes, un grupo de lagartos que vivió durante el final
de la Era Mesozoica en Asia, Europa y América del Norte, resaltando
una historia evolutiva sumamente compleja de la nueva especie.
Paleochelco occultato es el primer lagarto terrestre del Mesozoico
de Argentina en ser denominado y el más completo hasta el momento.
El sitio donde fue recuperado
Paleochelco
occultato ha brindado numerosos fósiles desde fines del siglo XIX,
entre los que se destacan los crocodiliformes Notosuchus terrestris,
Comahuesuchus brachybucalis y Neuquensuchus universitas, la
serpiente Dinilysia patagonica, los dinosaurios terópodos
Velocisaurus unicus y Alvarezsaurus calvoi, las aves
Neuquenornis
volans y Patagopteryx deferrariisi, así como
numerosas asociaciones de huevos de pequeño tamaño, también
referidos a aves.
Con la
descripción de este nuevo lagarto se destaca la complejidad de la paleobiota en las rocas que representan el final de la Era de los
dinosaurios, en lo que actualmente es la ciudad de Neuquén. Fuente
MACN. Ilustración Gabriel Lio.
Hallaron huellas de
dinosaurios del Cretácico en Picún Leufú.
Corresponden a diversas especies carnívoras y
herbívoras que habitaron la zona hace 100 millones de años.
Hace unos días, nuevas huellas de dinosaurios
de diversas icnoespecies que habitaron la zona hace 100 millones de
años, fueron identificadas en la costa del embalse Exequiel Ramos
Mexía en Picún Leufú.
El paleontólogo Jorge Calvo, quien encabezó los
trabajos de preservación y rescate, explicó a LM Neuquén que las
pisadas en la Formación Candeleros pertenecen a diferentes grupos de
dinosaurios carnívoros y herbívoros del período Cretácico Superior.
Calvo, junto al técnico paleontólogo Juan
Mansilla e integrantes del área de Turismo de la localidad, de la
cual participó Cynthia Rivera dedicada también al estudio de huellas
fósiles, realizaron las tareas de rescate.
El equipo de trabajo explicó que la bajante
excepcional del lago posibilitó el descubrimiento de nuevas pistas.
“Es una península que está llena de huellas y un análisis preliminar
indicaría que es cien veces más a las que se registran en el
balneario de Villa El Chocón”, comentó Calvo.
“Es una península que está llena de huellas y
un análisis preliminar indicaría que es cien veces más a las que se
registran en el balneario de Villa El Chocón”, comentó el
paleontólogo Jorge Calvo.
El especialista precisó que las huellas
pertenecen a diversas especies como saurópodos, ornitópodos y
terópodos. “Muchas huellas preservan la impresión de las falanges lo
que demuestra la buena preservacion de las mismas”, describió.
Además comentó que hay otras que se ven en los cortes de las
barrancas y caminadas con hasta seis huellas “lo que nos permite
evaluar el tipo de desplazamiento que ellos realizaron en estos
paisajes de relieves llanos y con cuerpos de agua de baja
profundidad". Agregó que “hay piezas que son nuevas que las vamos a
estudiar y otras que ya las conocíamos de hallazgos que hicimos en
el lugar hace unos años atrás, por ejemplo en 2018”.
Cynthia Rivera, estudiante de Geología de la
Universidad Nacional del Comahue y a cargo del área Turismo de la
municipalidad de Picún Leufú, agregó que “posiblemente haya huellas
de aves pero primero tenemos que realizar la investigación”.
Calvo comentó que las huellas corresponden a
especies de saurópodos, ornitópodos y terópodos del período
Cretácico Superior.
Las tareas continuarán próximamente ya que
según Rivera solo recorrieron 300 metros de la península. “Nos queda
bastante para buscar todavía teniendo en cuenta que la costa del
lago tiene casi 15 kilómetros de largo”, sostuvo. Y agregó que “solo
encontramos huellas pero también vamos a salir a buscar fósiles”.
Jorge Calvo, quien asesora paleontológicamente
a la Municipalidad de Picún Leufú para realizar el desarrollo
paleontologico en la zona, comenzó a fines de los años ‘80 con el
estudio de nuevas icnoespecies, que hoy son reconocidas en toda la
costa del lago Exequiel Ramos Mexia.
Cabe señalar que a fines de julio de este año
por la bajante del Lago Los Barreales, Calvo halló los restos de un
dinosaurio gigante. En esa ocasión se hallaron restos de un
dinosaurio que sería un Futalognkosaurus hembra, un gigantesco
herbívoro que perteneció al Cretácico Superior, hace 90 millones de
años.
Los primeros huesos encontrados
estaban cerca desde donde se extrajo hace unos años el
Futalognkosaurus, de 30 metros de altura, en tierras pertenecientes
a la comunidad Paynemil. Fuente; lmneuquen.com
Encuentran en Mar de Ajó un diente de megalodón.
Se trata de la pieza de un enorme tiburón que
vivió durante la era de Hielo. Diario Hoy dialogó en exclusiva con
dos de los profesionales que trabajaron en la investigación.
Una nueva sorpresa para la ciencia volvió a
tener como protagonista al partido de la Costa. Un grupo de
investigadores descubrió en Mar de Ajó un diente de megalodón, un
enorme tiburón que vivió durante la era de Hielo. “El hallazgo fue realizado en el área de Punta
Médanos, que es una playa de 20 kilómetros al sur de Mar de Ajó
donde semanalmente suelo hacer estos relevamientos y donde aparecen
estos materiales”, le dijo a diario Hoy Diego Gambetta, licenciado
en Museología y autor del descubrimiento.
El investigador, quien está a cargo desde el
2012 de la dirección del Museo de Mar de Ajó, afirmó que “el partido
de la Costa es fosilífera, como cualquier otro lugar de la provincia
de Buenos Aires”.
“Nadie se ocupaba de estos estudios. Salgo
semanalmente a hacer trabajo de campo. El área específica donde se
producen esos hallazgos comienza en la zona sur del partido de la
Costa donde empieza Mar de Ajó, hacia abajo”, detalló, Gambetta,
quien realiza desde el año 2007 estudios en toda la zona.
Hace un mes fueron descubiertos restos fósiles
de un gliptodonte en los médanos de Nueva Atlantis. En esa
oportunidad, hallaron una coraza casi completa. La erosión provocada
por la sudestada dejó médanos cercenados y a gran altura del nivel
del mar.
“Esos restos de gliptodonte suelen aparecer
seguido, eran los animales más prolíferos que había en la zona”,
remarca el especialista.
Sobre la pieza encontrada y su posterior
análisis, Mauro Aranciaga Roland, otro de los participantes del
hallazgo, le manifestó a este multimedio: “Este diente lo sacó el
mar para la costa y está depositado en el Museo de Mar de Ajó. Este
material lo encuentra Diego, nos lo pasa a nosotros y es de un
megalodón, un tiburón enorme que habitó la última parte del
Cenozoico, es decir, lo que comúnmente se denomina como la era de
Hielo”.
En esa línea, el paleontólogo y becario del
Conicet precisó: “Este tiburón era un animal que nadaba en las
costas y se alimentaba de grandes ballenas. Era enorme, por ahí
llegaba a alcanzar 15, 16 metros de largo y cada uno de estos
dientes son el tamaño de la palma de un humano adulto. Este tiburón
tenía un montonazo de dientes. Atrás de un diente tenían más, que
los iban reemplazando. Y la mandíbula era tan alta como un humano”.
El experto explicó que este ejemplar era mucho
más grande que un tiburón blanco, pero más chico de los que se
identifica como Megalodón. “Entonces dijimos puede ser juvenil.
Resulta que en otras partes del mundo se encuentran juveniles de
estos bichos y lo que hicimos, basándonos en estudios que han hecho
otros autores, fue sacarle las medidas a nuestro espécimen y el
tamaño nos dio que efectivamente era un Megalodón y era un juvenil”.
Cabe destacar que el “chiquito” tenía seis metros de largo y casi
tres toneladas de peso; un “bebito”, enorme. Este es el tercer
registro de esta especie en la Argentina y el primero de un juvenil.
El equipo de trabajo también está integrado por
Julieta De Pasqua y Federico Agnolin, que forman parte del Museo
Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia”, y Sergio
Bogan, que se desempeña en la Fundación de Historia Natural “Félix
de Azara”. Fuente; Diario Hoy.
Encuentran restos fósiles de un
gliptodonte en la localidad de Villa Ascasubi.
Hallaron restos fósiles de un
gliptodonte en Villa Ascasubi, localidad del departamento Tercero
Arriba. El animal prehistórico está ubicado a unos 50 metros del
puente viejo, sobre la barranca y comenzó el proceso de extracción y
recuperación, informó el medio Radio Capilla.
“Han existido organismos
prehistóricos desde que comienza la vida. Lo que
encontramos acá son fósiles de organismos que se extinguieron hace
aproximadamente ocho mil años, de la megafauna sudamericana. Aquí se
han hallado restos de un gliptodonte, ejemplar perteneciente a los
de menor tamaño, que es frecuente en los limos de las barrancas de
nuestro río.
Estamos hablando un
organismo que vivió hace ocho mil años atrás, era un mamífero que
hacía cuevas, como peludos o mulitas actuales, con los cuales están
emparentados. Reviste una importancia muy particular para la Villa,
porque es el primer registro del que se puede extraer información
científica y puede ser un atractivo turístico, porque va a ser
recuperado”, explicó el técnico en Paleontología Javier Ochoa, quien
encabeza el trabajo.
Ubicado a 50 metros
del puente viejo sobre la barranca, se estableció una estructura
para trabajar en la extracción. “Estos sedimentos son muy finos. El
limo puede haber sido depositado de forma eólica o hídrica. Estamos
a dos metros del nivel del agua y dos metros más arriba está el
fósil. Estamos definiendo una logística para que sea seguro el
trabajo de extracción”, apuntó.
“Este género tiene
aproximadamente dos metros de longitud y 70 centímetros de altura,
es del grupo de acorazados y es la especie que más se prolongó en la
línea temporal. Fue uno de los
últimos en extinguirse”, agregó sobre esta especie. Fuente;
Puntal.com.ar
Taytalura
alcoberi, el ancestro de los lagartos en el Triásico de San Juan.
En el año 2001, un equipo
paleontológico liderado por Ricardo N. Martínez, director del Área
de Paleontología del Museo de Ciencias Naturales de la Universidad
Nacional de San Juan, halló en el Parque Provincial Ischigualasto
(Provincia de San Juan) un minúsculo cráneo de un pequeño reptil
junto a su mandíbula, de sólo dos centímetros de tamaño. El carácter
completo del cráneo y su preservación tridimensional le dieron a
este descubrimiento un carácter excepcional, debido que resulta
inusual que esto suceda en fósiles tan pequeños y frágiles.
Sebastián Apesteguía,
investigador del CONICET en la Fundación de Historia Natural Félix
de Azara, participó del estudio de la nueva especie, bautizada con
el nombre de Taytalura alcoberi, que veinte años después de su
descubrimiento fue presentada en la revista Nature.
Aunque sólo se haya encontrado
su cabeza, de acuerdo al cálculo de los especialistas, el animal
hallado debe haber medido en total unos quince centímetros de largo,
no muy distinto a cualquier lagartija viviente. Poseía grandes
órbitas y un cráneo ampliado hacia atrás como el de un camaleón. Sus
dientes se hallaban metidos en un largo canal, algo nunca visto en
otros reptiles.
<<< Cráneo de uno de los primeros
lagartos, el Taytalura alcoberi.
Las características anatómicas
de este pequeño reptil muestran que es un representante temprano de
los lepidosauromorfos, grupo que incluye a los actuales
lepidosaurios (lagartos, serpientes y esfenodontes), que hoy ronda
las 10 mil especies y que tuvo su origen en el mismo momento que los
dinosaurios, los cocodrilos, los pterosaurios y los mamíferos.
La edad del fósil se determinó
en unos 230 millones de años de antigüedad, principios del Triásico
Superior, una época en la que los mayores predadores eran parientes
terrestres de los cocodrilos y los primeros dinosaurios iban ganando
terreno.
El nombre
Taytalura alcoberideriva de la palabra Quechua
tayta, que
significa “padre o abuelo” y lura del
Kakan (lengua hablada por los diaguitas, antiguos pobladores de la
zona de San Juan) que significa “lagarto”. Y el nombre específico
hace honor al paleontólogo sanjuanino Oscar Alcober, quien liderara
con el primer autor la expedición en que se halló el espécimen.
<<< Aspecto de
Taytalura alcoberi, por el paleoartista Jorge Blanco.
Taytalura es el primer fósil
del que puede aseverarse que evolutivamente representa al primer
lepidosauromorfo del mundo y revela detalles sin precedentes sobre
el origen del cráneo lepidosauriano de los primeros diápsidos. Esto
sugiere que varios rasgos que caracterizan a los lepidosaurios más
derivados, evolucionaron mucho antes de lo que se pensaba hasta
ahora.
Los materiales fósiles
originales de Taytalura, así como muchos otros procedentes de la
misma localidad, se hallan depositados en la Colección de
Paleovertebrados del Museo de Ciencias Naturales de la Universidad
Nacional de San Juan. Fuente Conicet. Ilustración Jorge Blanco.
Hallaron restos fósiles de una
ballena en la bajante del río Paraná.
Un pescador encontró los
restos de una especie que pudo haber estado en la zona hace 6 mil
años atrás, incluso más.
La
bajante histórica del río Paraná permite advertir objetos que
estaban sumergidos; algunos de ellos con valor histórico. El
río seco, ausente, deja al descubierto en la playa parte de la vida
pasada y que el barro y la arena han podido conservar. Ocurrió en
varios lugares de la provincia afectada por la sequía del cauce.
En “El mejor día de la semana” (Radio 2);
entrevistaron a Miguel, un pescador de Villa Gobernador
Gálvez que encontró hace algunos días rastros de una ballena
austral, también gracias a la falta de agua por la bajante.
“Hace unos 20 días encontré una vértebra de ballena
austral y llamé al Museo Provincial de Ciencias Naturales Miguel
Ángel Gallardo. Me dijeron que data de 6 mil años atrás, aunque
también de más años atrás, incluso de 150 mil años, porque tiene que
ver con tres posibles momentos en que el mar entró a la zona de
Santa Fe y Entre Ríos”, precisó.
“Ese día me sentí como un chico de 5 años es algo asombroso, hasta
el momento en que llamé al Gallardo tenía la incertidumbre, ¿será un
hueso de dinosaurio?, me preguntaba”, comentó y precisó que el
descubrimiento sucedió un día que buscaban plomada para pescar junto
a sus hijos de 7 y 9 años en la playa.
Los
carpinchos ya estaban presentes hace unos 3,5 millones de años en la
región pampeana.
La
“carpinchomania” de los últimos días, debido a los reclamos por la
“invasión” en nordelta de este simpático roedor, aprovechamos para
contarles que, en la localidad bonaerense de Miramar, se han
recuperado en varias oportunidades, restos fósiles de estos
animales, que atestiguan su remoto reinado.
En la actualidad,
el carpincho de la especieHydrochoerus hydrochaeris,
es el roedor más grande del mundo, y
pertenece, a la subfamilia Hydrochoeridae, según recientes estudios
genéticos. En otros tiempos geológicos estuvo representado por
verdaderos gigantes, hasta llegar a la versión que conocemos, y que
tanta polémica protagonizaron en los medios de comunicación y redes
sociales en los últimos días.
“En el
Museo de Ciencias Naturales de Miramar, se exhiben y
resguardan en las colecciones científicas, varias piezas de
los últimos 3,5 millones de años antes del presente”,
sostiene Mariano Magnussen, del laboratorio paleontológico
del museo local y Fundación de Historia Natural Félix de
Azara. Se trata de Phugatherium novum, una
versión primitiva de los actuales carpinchos o capibaras,
pero de tamaño mayor, con una talla comparable a la de un
tapir asiático.
Sus primeros
restos corresponden al Mioceno, hace 9 millones de años, hasta el
Plioceno, hace 3 millones de años, momento en que se extinguió.
“Para entonces, Sudamérica se unía a Norteamérica, provocando el
intercambio faunistico entre ambos hemisferios, sumado al cambio de
las corrientes marinas y el enfriamiento continental a nivel global.
Además, la caída de un asteroide en la zona próxima a Chapadmalal,
provoco una lluvia de sedimento fundido en toda la región y grandes
incendios, y la explosión de una supernova, habrían influenciado
dramáticamente sobre muchos grupos faunísticos autóctonos o
primitivos invasores”, argumento enfáticamente Magnussen.
El cráneo de Phugatherium refleja un rostro alargado y estrecho. La
longitud del cráneo es la doble a la atribuida al carpincho actual,
superando fácilmente los 50 centímetros. Su fémur y humero, guardan
la misma relación en su longitud con el género actual, pero el ulna
o cubito, radio, tibia, peroné y demás huesos de las patas, son
mucho más desarrollados y largos que sus representantes actuales,
por lo cual Phugaterium, parecía un carpincho de patas
largas, lo que morfológicamente concuerda con mamíferos corredores,
y con un peso superior a los 200 kilos, mientras que el carpincho
actual, llega a los 65 kilogramos.
Su dentición está conformada
por incisivos desarrollados y largos, y una serie
molariforme laminada, demostrando gran diferencia entre
ejemplares adultos y juveniles, lo que llego a confundir
durante décadas a los científicos, conformando, géneros y
especies nuevas que terminaron siendo la misma. Su
alimentación estaría basada principalmente de vegetales que
crecían en las inmediaciones de zonas pantanosas.
>>> Mandíbulas. Museo de
Ciencias Naturales de Miramar.
No sabemos muy
bien cuando apareció el género y especie viviente, pero fue
inmediatamente luego de la desaparición del Phugatherium,
seguramente en el Pleistoceno temprano, hace unos dos millones de
años.
“Además de
encontrar restos óseos de la versión más primitiva del Plioceno,
hemos recuperado en Miramar, huellas fósiles de un carpincho de 100
mil años antes del presente, llamado Porcellusignum conculcator,
en sedimentos próximos al muelle de pescadores de esta localidad
balnearia, asociados al Felipeda miramarensis, un
diente de sable que también dejo sus rastros en una laguna que hoy
en día ya no existe” sostuvo Magnussen.
Si bien, estos
animales no tienen la talla de sus antepasados prehistóricos
encontrados en varias regiones de Argentina y América, no deja de
ser un animal fascinante que invitamos a descubrir y entender.
La destrucción de su
ambiente natural en los humedales, con el fin de generar
zonas de pastoreo para bovinos, el relleno y ocupación para
el negocio inmobiliario, provoca el desplazamiento de
grandes poblaciones que no pueden encontrar alimento en su
propia naturaleza, invadiendo centros urbanos en busca de
cualquier planta, las cuales, muchas de ellas no están en su
dieta natural provocándoles distintas patologías.
>>> Primeras
huellas de carpinchos en el Pleistoceno.Porcellusignum.
Estas poblaciones
de carpinchos han perdido por la destrucción de su hábitat, a sus
depredadores naturales, como zorros, pumas, yaguaretés entre otros,
un claro ejemplo del delicado equilibrio ecológico que debemos
respetar.
Encuentran fósiles de un reptil
marino en el Cretácico de Neuquén.
El hallazgo se dio sobre afloramientos de la
formación Vaca Muerta, y se estima que pertenecería al límite entre
el Jurásico y el Cretácico, hace unos 140-150 millones de años.
Los restos de una mandíbula perteneciente a un
reptil marino fueron hallados en forma casual por un operario de
Vialidad Provincial cuando trabajaba en el paraje neuquino de
Huancai, a unos 40 kilómetros de la localidad de Loncopué, informó
el Gobierno de Neuquén.
El hallazgo se dio sobre
afloramientos de la formación Vaca Muerta, y se estima que
pertenecería al límite entre el Jurásico y el Cretácico,
hace unos 140-150 millones de años.
Según fuentes oficiales, el
operario José Andrés Erice detectó algo extraño mientras
trabajaba en el paraje Huncal, dio aviso, y su compañero de
tareas en el campamento de Vialidad, Bucardo Gallegos,
realizó la denuncia del hallazgo vía correo electrónico al
área provincial de Patrimonio Cultural.
El paleontólogo de la Dirección
Provincial de Patrimonio, Mateo Gutiérrez, precisó que “los
materiales hallados consisten en restos de una mandíbula
perteneciente a un reptil marino, que serán analizados para obtener
una mejor determinación".
Además, señaló que
"posiblemente pertenecen a un ictiosaurio o a un cocodrilo marino
del grupo de los metriorrínquidos”
Durante las pesquisas en la zona indicada, se pudo constatar el
hallazgo de restos fósiles incluidos en concreciones carbonáticas,
estructuras formadas por la cristalización de minerales en el
interior de los sedimentos, comunes en la formación Vaca Muerta y
numerosas en el área.
Los fósiles rescatados serán preparados en el
Museo Municipal Carmen Funes de Plaza Huincul para luego ser
restituidos al museo paleontológico más cercano al lugar de origen,
que es el Museo Paleontológico de Las Lajas, tal como dicta la ley
provincial 2184/96 de Protección del Patrimonio Paleontológico,
Histórico y Arqueológico.
El Ministerio de las Culturas de Neuquén recordó a
la ciudadanía que, ante el hallazgo de restos fósiles, se debe dar
aviso a la Policía, Gendarmería, museos o al correo electrónico de
patrimonioculturalprovincial@gmail.com para que se realice el
rescate de los mismos, con las técnicas y herramientas apropiadas.
Fuente Telam.
El MEF recupera fósiles de una enorme tortuga
marina del Mioceno.
Desde hace un mes, técnicos y voluntarios del
Mef están realizando las tareas de rescate de una tortuga marina
fósil del Mioceno para llevar al Mef, ser preparada y finalmente
estudiada por especialistas
Los fósiles de este ejemplar de
2 m de diámetro y casi media tonelada, fueron descubiertos en las
costas de Chubut en el 2016 por Santiago Bessone (técnico CONICET-CENPAT)
mientras realizaba tareas de prospección en busca de cetáceos
fósiles durante una campaña paleontológica liderada por Monica Buono,
Mariana Viglino y José Cutinio (Investigadores de CONICET-CENPAT).
“Estaba prácticamente en el borde de un cañadón profundo y a
casi dos km del camino”, cuenta Juliana Sterli, (CONICET-MEF),
especialista en tortugas y ahora encargada de dirigir el rescate
“Al año siguiente, decidimos
armar un bochón para protegerlo, dado que al estar semi expuesto a
la erosión y cambios de temperatura, corríamos el riesgo de perderlo
completamente. No es fácil la extracción, tuvimos que
contactar a distintas entidades para que nos ayuden, pero vino la
pandemia y pasó el tiempo”
Para poder rescatar los fósiles
Pablo Puerta y Maximiliano Iberlucea (Técnicos del Mef) diseñaron un
vehículo especial y ahora finalmente está en marcha . “El
tortumovil, como lo bautizamos, permite transportar la tortuga desde
donde fue encontrada hasta el camino, 2 km a campo traviesa.
Funciona como trineo (sacándole las ruedas) o como camilla (con las
ruedas)”. La complejidad del rescate hace
que el traslado demande mucho tiempo y como dice Juliana ¡A paso
lento como las tortugas!
Primero se levantó el bochón para
bajarlo al cañadón, y luego comenzó la subida. “Un aparejo y el
tortumovil nos permiten poco a poco acercarnos al camino para poder
subir el bochón a una camioneta. Pero en cada jornada de campo de
varias horas de trabajo, solo podemos desplazarlo unos 150 metros,
porque el bochón es muy pesado, tenemos que sortear los desniveles,
las plantas y cualquier tipo de obstáculo que se nos presente en el
campo ”
Hay mucha gente y esfuerzo
involucrado en el recate: P. Puerta, M. Iberlucea, A. Aresti, M.
Delloca, S. Álvarez, P. Passalia, J. Olivieri, E. Sepúlveda, K.
Ríos, M. Swidzinski y L. Tagliaferri. Fuente Facebook del
Museo Paleontologico Egidio Feruglio.
Saltatherium rosaurae, un armadillo del Eoceno
del Parque Nacional Los Cardones.
“Les presentamos una nueva
fauna de mulitas fósiles (Cingulata) recuperada en los niveles
basales de la Formación Quebrada de los Colorados (44-40 Ma.
Eoceno medio) del Parque Nacional Los Cardones”, indicó en redes
sociales el equipo de especialistas que trabaja en el Área Protegida
ubicada en cercanías de Cachi, uno de los departamentos de los
Valles Calchaquíes.
En el artículo se da a conocer una nueva
especie que fue nominada Saltatherium rosaurae, en honor a la
guardaparques Rosaura Garro, “quien siempre nos hace sentir como en
casa cuando vamos”.
Así lo afirmó la paleontóloga, Natalia Zimicz,
al indicar que la especie fósil encontrada por un equipo de siete
personas del que forma parte, existió en un período de entre 40
millones y 44 millones de años. Si bien el material fue hallado en
el campo a fines de 2018, el descubrimiento formal se reconoció tras la publicación del artículo en la revista Journal of
South American Earth Sciences.
<<<Osteodermo de
Saltatherium rosaurae.
Los especialistas, algunos integrantes del
Instituto de Bio Geociencias del NOA (IBIGEO) y la Universidad
Nacional de Salta, y otros del Museo Argentino de Ciencias Naturales
“Bernardino Rivadavia”, Museo de La Plata y Universidad Nacional de
Luján, trabajan en la reconstrucción de la fauna de mamíferos
fósiles y los paleo ambientes del Parque Nacional Los Cardones. “El
período que estudiamos va de los 80 millones de años hasta la
actualidad”, sostuvo Zimicz. Añadió que se hallaron restos de otras
especies de mulitas o quirquinchos ya conocidos pero que en el caso
de Saltatherium rosaurae es una especie sólo conocida en este
Parque.
El patrimonio paleontológico
del Parque Nacional Los Cardones es variado e importante, y los
ejemplares fósiles hallados en el mismo se encuentran depositados en
la colección de Paleontología del IBIGEO. El patrimonio
paleontológico es importante por muchos motivos, porque forma parte
del Patrimonio Natural y es importante que la sociedad lo conozca.
Pero también entendió que desde ese conocimiento pueda contar con
una aplicación directa en, por ejemplo, la industria del turismo.
“Hay lugares donde se explota fuertemente el valor paleontológico”,
dijo la científica, al dar como ejemplos las exposiciones que
existen en muchas partes del país, y que generan un interés
particular en sus visitantes.
Además, las características del
fósil encontrado hablan también del ambiente en el que vivió. “Estas
mulitas que presentamos ahora, vivieron en un momento del tiempo que
no tienen nada que ver con el paisaje actual. Recién se estaba
levantando lo que sería luego la Cordillera de Los Andes, además de
ser ambientes más cálidos y húmedos, con ríos caudalosos y
vegetación más boscosa”.
<<<Aspecto de
Saltatherium rosaurae.
Otros trabajos permitieron al equipo encontrar
en el Parque Nacional Los Cardones ejemplares de quirquinchos
ancestrales que representan conjuntamente con una especie de Brasil,
los más antiguos de América del Sur. También se han
encontrado restos de un antiguo mamífero de 62 millones que los
investigadores dieron a conocer en 2020. Fuente Pagina 12.
Richard Owen presentó el término "dinosaurio".
Se cumplen 180 años de su invención.
En 1841, el paleontólogo británico Richard Owen
utilizó en público el término “dinosaurio” para presentar unos
fósiles que había investigado. Parece que usó su palabra recién
acuñada, dinosaurio (“lagarto terrible”), durante esa
conferencia, porque aparece en el informe impreso posterior.
El historiador de la ciencia Hugh Torrens
descubrió (1992) que fue solo cuando Owen hizo más estudios después
de la conferencia que identificó que tenían una fusión única de las
vértebras sacras. Solo entonces los puso en un nuevo grupo, los
Dinosauria. Revisó su borrador, por lo que la palabra dinosaurio se
ve en el informe impreso en 1842.
Owen publicó el primer recuento
general importante del gran grupo de los reptiles de tierra del
Mesozoico, al que dio el ahora familiar nombre de Dinosauria. Owen
refirió tres géneros de dinosaurios definidos: el carnívoro
Megalosaurus, el herbívoro Iguanodon y el acorazado
Hylaeosaurus.
Owen también fue el primero en reconocer unos
curiosos reptiles de principios del Mesozoico con similitudes tanto
con anfibios como mamíferos, que llamó Anomodontia. La mayoría de
ellos fue obtenida en Sudamérica, empezando en 1845 con (Dicynodon).
Con el tiempo, fueron suficientes como para rellenar su Catalogue of
the Fossil Reptilia of South Africa, publicado por el Museo
Británico en 1876.
Pachyrukhos y
Prolagostomus, dos mamíferos extintos cuya antigüedad eran un
misterio.
Un investigador y
una Investigadora del CONICET
participaron de un estudio que echa luz sobre la existencia de estos
animales a partir de restos fósiles hallados en la Patagonia.
En
los complejos esquemas que graficaban la fauna de hace unos 18
millones de años en parte de lo que hoy es la costa atlántica de la
provincia de Santa Cruz al sur del río Coyle, faltaban hasta ahora
representantes de dos géneros: Pachyrukhos, un notoungulado –que son
parientes lejanos de los animales actuales con pezuñas– de tamaño y
apariencia similar a una liebre; y Prolagostomus, un roedor parecido
a una vizcacha. Si bien algunos
reportes antiguos sugerían que estos mamíferos extintos habían
habitado allí, los datos disponibles y los registros fósiles
arrojaban información confusa que no permitía asegurarlo de manera
tan acabada. Pero la pandemia por COVID-19 y sus consecuentes
medidas de aislamiento dieron el tiempo necesario a un grupo de
investigación del CONICET La Plata para revisar y contrastar con
detenimiento todo el material junto hasta lograr desentrañar por qué
era tan difícil ubicar en tiempo y espacio a las especies
mencionadas. La novedad científica acaba de aparecer en la
Publicación Electrónica de la Asociación Paleontológica Argentina (PEAPA).
“La paleontología
no es solo el descubrimiento de nuevas especies; el procesamiento de
datos y las revisiones históricas son una parte fundamental del
trabajo enmarcado en la disciplina. En este caso, la imposibilidad
de salir al campo a recolectar materiales nos permitió hacer foco en
todo el volumen de información y fósiles sobre estas especies y
clarificar su origen, un tema que nos planteaba muchas dudas desde
hace veinte años”, relata Sergio Vizcaíno, investigador del CONICET
en la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad
Nacional de La Plata (FCNyM, UNLP) y uno de los autores del estudio.
Gracias a esta investigación en profundidad, los científicos y
científicas involucrados en la publicación determinaron que
efectivamente ambas especies sí habitaron la región, pero en tiempos
un poco más recientes. La explicación del error radica en una
diferencia de interpretación de la edad geológica de las rocas del
lugar, que además coincide con un cambio ambiental asignado a dicho
período.
Los resultados del
trabajo indican que el primer registro de Pachyrukhos y
Prolagostomus en el lugar sería de hace alrededor de 17,4 millones
de años y restringido a la zona a lo largo del río Gallegos, al sur
de la provincia. El área es apenas una pequeña porción de la
Formación Santa Cruz (FSC), una importante unidad geológica del país
conocida internacionalmente por la enorme cantidad de restos fósiles
que alberga, muchos de ellos dados a conocer por el naturalista
Florentino Ameghino a fines de siglo XIX.
La ausencia de estos especímenes en estudios anteriores se debía a que se los buscaba en
los afloramientos rocosos más antiguos, datados en más de 17,5
millones de años, cuando en realidad –se sabe ahora– surgieron más
adelante, de acuerdo a lo que indica la edad de las rocas,
correspondiente a tiempos geológicos algo más modernos. Su
presencia, además, es consistente con un proceso de aridificación
que se conoce para la época, teniendo en cuenta que son animales
asociados a ambientes semiáridos.
Para esta investigación, el equipo de trabajo revisó la información
disponible acerca de más de 1.500 ejemplares de distintas especies,
de los cuales unos 130 resultaron ser de Pachyrukhos y 25 se
asignaron a Prolagostomus. Además de
una parte perteneciente al Museo de La Plata (UNLP), el resto de los
materiales corresponden a las colecciones del Museo Argentino de
Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia” (MACN, CONICET); el Museo
Regional y Provincial “Padre Manuel Jesús Molina” en Río Gallegos; y
otros tres museos de EEUU. “Fue una tarea realmente exhaustiva,
porque muchas veces los datos históricos están mal, se contradicen
entre sí o se ingresaron con errores en el proceso de
digitalización, entonces hay que estar muy atentos”, señala
Vizcaíno, y subraya: “Otra cuestión complicada tiene que ver con la
importancia de conocer el área y los distintos sitios, porque hay
localidades asociadas a estancias que han cambiado de nombre, y eso
genera confusión para quienes no están familiarizados con el lugar”.
Por Mercedes Benialgo. Fuente Conicet.
Desmodus draculae, un
vampiro gigante en el Pleistoceno
de
Miramar.
La rama mandibular de un vampiro fue recuperada del
interior de una madriguera de un perezoso gigante que vivió hace
unos 100 mil años, cerca de la localidad bonaerense de Miramar, en
Argentina.
Un interesante resto fósil fue presentado
recientemente a la comunidad científica internacional, atribuido a
un vampiro extinto, de tamaño mayor de los conocidos hasta el
presente, en sedimentos del Pleistoceno, en las inmediaciones del
arroyo La Ballenera. La noticia tuvo importante repercusión a
nivel nacional he internacional en distintos medios de comunicación
populares y especializados.
Los vampiros en la actualidad, son mamíferos que solo viven solo en
América, perteneciente a la familia de los desmodóntidos, conocidos
por alimentarse de sangre de animales, o sea, son hematófagos.
Constituye una variedad de murciélagos, que incluye a solo tres
especies vivientes, como el vampiro común (Desmodus rotundus),
vampiro de alas blancas (Diaemus youngi), y el vampiro
de patas peludas (Diphylla ecaudata).
“Son la única familia de murciélagos en el mundo, que despierta
curiosidad a partir de las leyendas de las Transailvania y su
espeluznante conde Drácula. Pero en realidad son animales pacíficos
que se alimentan de sangre de animales, y a veces de humanos, por
unos breves minutos sin generar molestias, tal es así, que sus
falsas víctimas ni lo presienten. Lo único malo, es que pueden
transmitir rabia u otras enfermedades si están infectados.
Seguramente sus representantes prehistóricos tenían comportamientos
similares”, argumenta Mariano Magnussen, del Laboratorio
Paleontológico del Museo de Ciencias Naturales de Miramar e
investigador de la Fundación Azara, donde se resguarda el nuevo
espécimen.
La rama mandibular del vampiro fue identificada como Desmodus
draculae, especie encontrada por primera vez en Venezuela en
1988, la cual, alude al fantasmal personaje de ficción. Vivió en el
Cuaternario de América, y tuvo un tamaño 30 % mayor que el vampiro
común (Desmodus rotundus).
<<<Rama
mandibular de Desmodus draculae, un vampiro del Pleistoceno
de Miramar.
“Lo de vampiro gigante es relativo, pues, su envergadura seria de
dimensiones algo más grandes que las de un teclado de computadora,
pero, significativamente mayor a sus representantes actuales”,
comento
Santiago Brizuela, de la Universidad Nacional de Mar del Plata, uno
de los autores de la publicación en la revista de paleontología
Ameghiniana, editada por la Asociación Paleontológica Argentina.
En el momento que vivió Desmodus draculae en el
sudeste bonaerense, sobre lo que hoy es la costa atlántica de
Argentina, la región estaba habitada por enormes perezosos gigantes,
como el megaterio de unos 4,5 metros de altura, por manadas de
elefantes sudamericanos extintos, como Notiomastodon,
mamíferos acorazados gigantes de más de 4 metros de largo y más de
una tonelada de peso conocidos como gliptodontes, o por el
emblemático tigre dientes de sable y muchas otras bestias, hoy
totalmente extintos, cuyos fósiles se exhiben en el museo
miramarense.
El nuevo fósil fue estudiado bajo un
microscopio estereoscópico, y en comparación con los materiales de
referencia disponibles en distintas instituciones, junto a los datos
recuperados por los autores. Esto permitió al paleoartista Daniel
Boh, titular del museo de ciencias naturales local, recrear a
Desmodus alimentándose de un perezoso gigante.
Al ser consultado el investigador Daniel Tassara,
colaborador del Museo de Ciencias Naturales Pachamama, y segundo
autor de la publicación científica titulada NEW RECORD OF THE
VAMPIRE DESMODUS DRACULAE (CHIROPTERA) FROM THE LATE
PLEISTOCENE OF ARGENTINA, comento; “La rama mandibular de
Desmodus draculae, fue encontrada en el interior de una
cueva o madriguera de 1,2 metros de diámetro, atribuida a un
perezoso gigante de la familia Mylodontidae, como
Scelidotherium. No sabemos si este vampiro ingresaba a la
cueva para alimentarse, refugiarse, o fue presa de otro animal”
explico a los medios.
Otro detalle importante del descubrimiento de esta
mandíbula fósil de vampiro, es que brinda datos paleoambientales y
paleoclimáticos para el Pleistoceno superior, pues su pariente más
directo, el vampiro común (Desmodus rotundus)
actualmente se encuentra a 400 kilómetros al norte de la ubicación
del “vampiro miramarense”. Por lo tanto, las condiciones
ambientales del sitio del arroyo La Ballenera habrían sido
diferentes a los que hoy podemos observar.
Los únicos antecedentes de vampiros antiguos de Argentina,
corresponden a los hallados en esta zona. Uno de ellos, es un canino
superior aislado del Holoceno tardío de la vecina localidad de
Centinela del Mar, referido a Desmodus cf. D. draculae,
que increíblemente no llego a ser un fósil, pues, la datación
readiocarbonica dio una antigüedad de 300 años.
Lo que indica este nuevo resto fósil, el ejemplar histórico, y otros
materiales en varios puntos de Sudamérica, es que Desmodus
draculae, fue el último de los grandes mamíferos voladores,
y se extinguió durante la época colonial, en 1820 aproximadamente,
posiblemente como consecuencia de la ‘Pequeña Era de Hielo’.
Este hallazgo excepcional forma parte de las colecciones científicas
del nuevo Museo de Ciencias Naturales de Miramar, fundado en 2019
por parte del Municipio de General Alvarado y por la prestigiosa
Fundación Azara, reafirmando la relevancia de los yacimientos
paleontológicos del área y su vínculo con investigadores de
distintas partes de Argentina y del extranjero.
Burkesuchus, un nuevo cocodrilo fósil
estudiado por investigadores chilenos y argentinos.
Investigadores argentinos y chilenos hallaron una nueva especie que
podría entenderse como un abuelo de los cocodrilos vivientes. Medía
solamente 70 centímetros en su adultez y constituye uno de los pocos
cocodrilos que habitaron tierra firme junto a los dinosaurios a
fines del período Jurásico.
En una gran expedición paleontológica conjunta de científicos
chilenos y argentinos, se descubrieron restos del esqueleto de un
cocodrilo de 148 millones de años en la Cordillera Patagónica del
sur de Chile, a 1500 metros de altura, lo cual representó un gran
operativo logístico.
El doctor Fernando Novas, jefe del Laboratorio de Anatomía Comparada
y Evolución de los Vertebrados del Museo Argentino de Ciencias
Naturales (LACEV-MACN) e investigador del CONICET, indicó:
“Encontramos parte del cráneo, la columna vertebral y de las
extremidades inferiores de este animal”.
“Este era un pequeño cocodrilo de no más de 70 centímetros de largo,
en claro contraste con los cocodrilos marinos de seis metros de
largo que prosperaban en aquel entonces en lo que es la actual
provincia de Neuquén, la cual estaba cubierta por el mar antes del
ascenso de la Cordillera de los Andes”, relató Novas, autor
principal del estudio publicado en la revista Scientific Reports
del grupo Nature.
<<<Aspecto del cocodrilo terrestre del Jurasico.
Ilustrativo.
En este sentido, el paleontólogo Federico Agnolin, investigador del
MACN, del CONICET, de la Fundación Azara y coautor de este estudio,
agregó a la Agencia CTyS-UNLaM que “en aquella época, en los mares,
existieron cocodrilos predadores, pero, en cambio, el Burkesuchusera modesto, pequeño, aunque representa toda una radiación de los
cocodrilos terrestres, de los cuales se conocen muy pocos a nivel
mundial”.
“Si bien no pudimos encontrar el hocico de esta especie, su pequeño
tamaño, así como sus dientes pequeños y agudos, nos hacen pensar que
el Burkesuchus era un carnívoro pequeño que posiblemente se
alimentaba de invertebrados como insectos o crustáceos, o pequeños
vertebrados como podrían ser los peces. Lo que conocemos del
Burkesuchus indica que no tenía la capacidad de capturar presas
de gran tamaño, o desgarrar grandes trozos de carne como si lo hacen
los cocodrilos vivientes”, precisó Agnolin.
Fernando Novas
aseveró que “Burkesuchus muestra cómo se produjo esa
radiación de cocodrilos que vivían en tierra firme, entre las patas
de los dinosaurios, sino que, además, la forma que tiene su cuerpo
su cráneo y sus patas traseras nos muestra que estaba en rumbo a dar
origen a los cocodrilos modernos que habitan en lagunas y ríos”.
“Por ejemplo,
se puede ver una modificación en el cráneo, más precisamente en el
cierre que tenía en la región del oído para poderse sumergir en el
agua, así que Burkesuchuses algo así como el abuelo de los
cocodrilos modernos y está mostrando etapas de la evolución que son
muy poco conocidas a nivel mundial”, destacó el jefe del LACEV-MACN.
El doctor Novas
indicó que el descubrimiento de esta nueva especie se suma a una
lista de hallazgos sumamente interesantes que viene realizando el
LACEV, hace ya casi una década, en colaboración con el doctor Manuel
Suárez y su equipo de la Universidad Andrés Bello en Santiago Chile.
Burkesuchus
mallingrandensis es el nombre con el
que los investigadores bautizaron a este nuevo animal, lo cual
significa “el cocodrilo de Burke procedente de Mallín Grande”. “El
nombre que elegimos para identificar a este nuevo cocodrilo -explicó
Novas- brinda homenaje al estadounidense Coleman Burke, amante de la
Patagonia y apasionado por la paleontología, quien tuvo un rol
fundamental en las diversas actividades de nuestro laboratorio.
Coleman y su esposa Susan nos brindaron su apoyo y entusiasmo para
llevar adelante exploraciones y nuevos descubrimientos
paleontológicos, incluido el cocodrilo que hoy lleva su nombre”.
Dos nuevas especies de reptiles marinos
jurásicos para Neuquén, Argentina.
Son ictiosaurios
que habitaron la Patagonia argentina durante el período Jurásico.
Forman parte de la colección del museo de Zapala, Neuquén, y fueron
hallados en la Formación Vaca Muerta
Fueron bautizados
Sumpalla argentina y Catutosaurus gaspariniae. El primero, en
referencia a Sumpall, una criatura de la mitología mapuche que,
según las creencias, habita y cuida los mares; y el segundo, por el
nombre de la localidad neuquina de Los Catutos, ubicada a unos 20
kilómetros de Zapala, donde los encontraron, y en honor a Zulma
Gasparini, pionera en el estudio de los reptiles marinos en
Argentina.
Se trata de dos ejemplares de ictiosaurios, un grupo de
reptiles marinos que vivió entre el Triásico Inferior y el Cretácico
Superior, es decir de 250 a 90 millones de años atrás, identificados
por un equipo de investigadores del CONICET en la Facultad de
Ciencias Naturales y Museo de la Universidad Nacional de
La Plata (FCNyM,
UNLP) y cuyos hallazgos, realizados en la formación Vaca Muerta, se
reportan respectivamente en recientes publicaciones en las revistas
científicas Papers in Palaeontology y Journal of Vertebrate
Paleontology. Ambos ejemplares, que forman parte de la colección del
Museo Provincial de Ciencias Naturales “Dr. Prof. Juan Olsacher” (MOZ),
pertenecen a la familia de los oftalmosáuridos, unos ictiosaurios
ojones –llegaron a alcanzar órbitas de 30 centímetros de diámetro– y
datan del Jurásico Superior, hace 150 millones de años.
De adulto, S.
argentina habría llegado a tener unos 4 metros de longitud, un
tamaño pequeño para un oftalmosáurido, familia que presentó
dimensiones de hasta 8 a 10 metros. Se logró recuperar el esqueleto
casi completo, y se preserva gran parte del cráneo, dientes, la
columna vertebral y las cinturas pectoral y pélvica, además de sus
miembros anteriores y parte del miembro posterior izquierdo.
Además,
en distintos puntos del esqueleto, como la parte superior del cráneo
o la aleta derecha, aún se conservan las articulaciones intactas. De
C. gaspariniae –que habría alcanzado los 3 metros cuando adulto– se
recuperaron tres ejemplares. El más completo consta de gran parte
del cráneo, la columna vertebral, la cintura pectoral y las aletas
anteriores.
“Uno de los detalles más impresionantes de este ejemplar
se encuentra en sus ojos”, comenta Lisandro Campos, becario del CONICET y autor de ambos trabajos científicos, y completa: “El
anillo esclerótico derecho, una estructura circular compuesta por
una serie de finas placas de hueso articuladas entre sí y que da
soporte al ojo, se preserva perfectamente dentro de la órbita. Es un
anillo de 12 centímetros de diámetro, lo que nos habla de que los
ojos de estos animales eran enormes”.
Los estudios
permitieron determinar que ambos reptiles pertenecen a dos linajes
de oftalmosáuridos lejanos entre sí, y más emparentados con especies
que habitaron los mares del hemisferio norte que con otras especies
halladas en la Formación Vaca Muerta. “Esto nos habla de la enorme
diversidad de ictiosaurios presentes en las aguas que cubrían buena
parte de la Patagonia hace unos 150 millones de años, y vuelve a
resaltar a esta región del país como un tesoro fosilífero”, destaca.
Por otra parte, “los análisis que realizamos nos indican que el
momento de máxima diversidad de formas y estructuras en las aletas
anteriores fue alcanzado hacia finales de Jurásico”. Por Marcelo
Gisande. Fuente Conicet.
Más de 200
huevos fósiles en tierras del Cretácico en el predio de la Unco.
Encontraron un
yacimiento colmado de huevos en medio de las obras que se realizan
en la universidad. Se desarrollan tareas de protección del
patrimonio paleontológico en el campus.
Encontraron un
yacimiento universitario colmado de huevos de dinosaurios
fosilizados. "Se trata de la formación Bajo de la Carpa, que se
formó hace 85 millones de años. Inicialmente se habían asociado a
huevos de cocodrilos, hasta que estudios más recientes determinaron
que correspondían a aves", comentó Carlos Porfiri es paleontólogo de
la Unco y dialogó en el programa Cambio de Aire de AM550.
La construcción de nuevos
edificios en el campus de la Universidad Nacional del
Comahue conlleva una coordinación particular entre varias
disciplinas, una de ellas la paleontología. El campus de la
UNCo es conocido por estar emplazado sobre un rico
yacimiento de fósiles de cocodrilos, aves, huevos,
dinosaurios y serpientes de la era mesozoica, siendo uno de
los sitios paleontológicos más importantes del país.
<<<Aspecto de los huevos
hallado. Recreación, abajo.
Por tal motivo,
cumplimentando con la ley 2184/96 y contando con las autorizaciones
correspondientes de la Dirección de Patrimonio provincial, el equipo
del Museo de Ciencias Naturales de dicha universidad comenzó tareas
de resguardo paleontológico en el campus universitario.
El equipo
abocado a dichas tareas, está conformado por los estudiantes
avanzados de geología de la universidad, Darío López,
Macarena Martínez, Martín Gasparini y Santiago Sánchez y
coordinados por los paleontólogos del Museo Juan Porfiri y
Domenica dos Santos. Hasta el momento, durante las tareas de
prospección, monitoreo y rescate, se han podido identificar
más de 50 huevos fósiles de aves que vivieron durante
período cretácico, hace aproximadamente unos 85 millones de
años.
Los especialistas
se encuentran realizando el correspondiente resguardo patrimonial,
además de levantamiento de datos geológicos y tafonómicos. Algunos
materiales ya han sido colectados y se están documentando y
depositando en el repositorio del Museo de Ciencias Naturales,
mientras que otros permanecen aún en el lugar. Fuente;
mejorinformado.com
Fósiles de Futalognkosaurus hallados por la bajante
de un lago en Neuquén.
Se trata de el
Futalognkosaurus que existió en el Cretácico Superior, hace más de
90 millones de años
En
el departamento de Los Barreales, Neuquén, sobre las playas del lago
que tiene el mismo nombre que esa localidad neuquina, se hallaron
restos de un dinosaurio que sería un Futalognkosaurus hembra, un
gigantesco herbívoro que perteneció al Cretácico Superior, hace 90
millones de años.
Según informó ayer
La Mañana de Neuquén, el dinosaurio fue descubierto gracias a la
bajante del lago Los Barreales, y los primeros huesos encontrados
estaban cerca desde donde se extrajo hace unos años el
Futalognkosaurus, de 30 metros de altura, en tierras pertenecientes
a la comunidad Paynemil.
El Futalognkosaurus,
detalla el medio local, era una especie característica de esa zona
de Neuquén en épocas del Cretácico Superior y vivía con otros dinos
también gigantescos, por lo que se llama a la zona, “tierra de
gigantes”. Fue en 2000 que se encontró un 70% de su esqueleto y ello
originó el desarrollo del reconocido parque geopaleontológico
Proyecto Dino de la Universidad Nacional del Comahue en el lago
Barreales. El paleontólogo
Jorge Calvo, cuyo equipo trabaja contrareloj pues los fósiles
podrían ser tapados por el agua en un mes cuando cese la bajante,
dijo a ese medio que aún resta analizar con exactitud los restos
pues también podrían pertenecer a una cría del Futalognko.
<<<Fémur de Futalognkosaurus.
Imagen Archivo.
El equipo de
científicos está conformado por Calvo, los geólogos Federico Narváez
y Gabriel Asencio; el técnico paleontológico Juan Mansilla; y el
colaborador Nicolás Fuentes, y trabajan con las debidas
autorizaciones del área de Cultura provincial y de la comunidad
Paynemil.
Es que el hallazgo
se da sobre tierras de la comunidad mapuche Paynemil, a 97
kilómetros de la capital provincial, un yacimiento del período
Cretácico cuando convivieron dinosaurios herbívoros y carnívoros de
casi 40 metros de largo o alto; como los Futalognko o Megarraptors
cuyos restos fósiles también se encuentran en el parque
geopaleontológico.
Hallan restos
de un gliptodonte juvenil en Santa Clara del Mar.
Luego de una
extensa jornada de trabajo, se logró realizar el rescate de fósiles
que habrían pertenecido a un gliptodonte juvenil, que se encontraban
en el acantilado de la localidad de Camet Norte, a metros hacia el
norte de dónde estuvimos realizando tareas de rescate de restos
fósiles pertenecientes a un gliptodonte adulto a comienzos de este
mismo año.
Según las
apreciaciones preliminares, se trataría de un gliptodonte juvenil,
extinguido hace más de 20.000 años. La importancia del hallazgo
radica en que existen muy pocos registros en el mundo de
gliptodontes juveniles.
Luego de realizadas
las tareas de limpieza, extracción de muestras, y otras actividades
relacionadas, se podrán obtener seguramente mayores precisiones que
aportarán al conocimiento de la especie. Los fósiles habían
sido descubiertos por niños vecinos de la localidad hace unos meses
y venían siendo monitoreados por el Museo Municipal de Ciencias
Naturales Pachamama con apoyo del CEI de Rosario y el CECOAL de
Corrientes.
<<< Aspecto en vivo de
Glyptodon por el paleoartista Daniel Boh. Archivo.
Ahora, a raíz de la
visita al territorio y la realización de diversas tareas de
reconocimiento y evaluación del patrimonio realizadas por miembros
del Colectivo Extensionista Universitario 'Caminando sobre
Gliptodontes y Tigres Dientes de Sable' de la Universidad Nacional
de La Plata, del CECIAPP y de la División Paleontología de
Vertebrados del Museo de Ciencias Naturales de La Plata, es que se
decidió proceder a la extracción completa del material para la
realización de mayores estudios.
Desde el equipo del
Museo queremos realizar un especial reconocimiento al técnico
Mariano Hulnik que estuvo a cargo de las tareas, y un agradecimiento
también a todos los que de algún modo prestaron su colaboración.
Una vez más y desde
la realización de nuestro trabajo cotidiano, desde el Museo
Municipal realizamos un aporte, acompañamos y prestamos colaboración
para avanzar en las líneas de trabajo y de investigación que vienen
siendo trazadas por distintos investigadores, universidades e
instituciones del país.
Recordemos que: De
acuerdo a lo establecido por la Ley 25.743 y la Ordenanza Municipal
2/1984, los fósiles son bienes públicos y forman parte del
Patrimonio Cultural de la Nación Argentina. Por ese motivo
resulta de suma importancia el compromiso todos y todas en las
tareas de cuidado y preservación, evitando acciones que puedan dañar
y/o contaminar los hallazgos.
Una vez más
agradecemos el compromiso y el respeto de todos y todas con el
cuidado del ambiente y del patrimonio. Fuente; Museo de Ciencias
Naturales Pachamama de Santa Clara del Mar.
Nuevos hallazgos de dinosaurios Ornitisquios en Santa Cruz.
Sudamérica es un
paraíso para los investigadores de dinosaurios. Decenas de nuevas
especies se descubren cada año en nuestra tierra.
Sin embargo,
muchos, sino la mayoría de los grupos de dinosaurios aún permanecen
en el misterio. Los dinosaurios ornitisquios son uno de estos casos.
Cuando somos niños, muchos de nosotros conocemos los icónicos
Iguanodon, Ankylosaurus, Triceratops, Stegosaurus, esos animales
que, junto con los saurópodos de cuello largo y el terrible
Tyrannosaurus conforman el arquetipo de lo que uno considera un
Dinosaurio.
Ahora bien, estas
especies que nombramos son norteamericanas ¿qué ocurre en nuestros
lares?
En los últimos 30 años hemos reconstruido, poco a poco, la
historia de estos animales en el sur. Así llegamos a este trabajo
realizado por miembros del Laboratorio de Anatomía Comparada y
Evolución de los Vertebrados, en colaboración con el Museo Nacional
de Tokio, donde presentamos el sitio con mayor cantidad de
dinosaurios ornitisquios coexistiendo en el Cretácico Superior de
Gondwana.
En los cerros al
sur de la ciudad de El Calafate se expone la Formación Chorrillo, a
donde en los últimos 3 años hemos ido en busca de nuevos fósiles.
Ahí descubrimos diversos dinosaurios ornitisquios, incluyendo dos
especies de ornitópodos, Isasicursor, que habría alcanzado
unos 5 metros de longitud y otro más pequeño, aliado de
Gasparinisaura, de tamaño mucho menor.
También encontramos
los primeros restos de los hadrosaurios, o “dinosaurios pico de
pato” en la provincia de Santa Cruz. Sin embargo, lo más
sorprendente es el hallazgo de un pequeño dinosaurio acorazado que
representa el registro más austral de ankilosaurios en Sudamérica.
Este animal posee una combinación única de características
primitivas, desconocidas en otros ankilosaurios Cretácicos.
El hallazgo de
todos estos ornitisquios es poco común y se acomoda a la idea de que
estos animales, eran más abundantes en los continentes australes de
lo que se cree. Se supone que los anquilosaurios y hadrosaurios
llegaron a América del Sur durante el Cretácico Superior a través de
un puente terrestres en Centroamérica.
<<<Imágenes de archivo e
ilustrativas.
Sin
embargo, el registro fósil de Gondwana muestra que ambos grupos estaban presentes
previamente y probablemente tuvieron una gran diversificación en los
continentes del sur.
Esta historia aún
permanece casi desconocida y recién comienza a develarse con los
hallazgos efectuados en los últimos años. Fuente; Laboratorio
de Anatomía Comparada y Evolución de los Vertebrados.
Visita guiada virtual
al Museo de Miramar en el Día Internacional de Museos.
Compartimos un interesante recorrido por el Museo de
Ciencias Naturales de Miramar, gestionado en conjunto
por Fundación Azara y la Municipalidad de General
Alvarado, donde conoceremos su patrimonio
paleontológico. Pertenece al conjunto de
videoconferencias realizadas por el sitio Mexicano
GeoXplora, para conmemorar el Dia Internacional de los
Museos.
Hallan un tigre dientes de sable y un perezoso gigante en
Gualeguaychú.
En
las primeras horas de la tarde del martes, el paleontólogo Ricardo
Chimento y Raúl Almeida, propietario del Museo Almeida, arribaron a
la pequeña chacra de la familia Brelli, a 4 kilómetros del km 53 de
la ruta 14. Ya en el lugar, bajaron al pozo donde sobresale la
extremidad un animal que, según los expertos, puede datar de entre
10.000 a 30.000, e inclusive más.
Luego
de examinarlos, afirmaron que la mandíbula y otros restos óseos son
un de perezoso gigante (pesaba alrededor de 1000 kilos), pero aún
falta saber a qué animal pertenece la extremidad que se encuentra en
el fondo de la excavación, el cual podría ser de un Smilidon, más
conocido como Tigre Dientes de Sable.
Ricardo Brelli, propietario de la pequeña superficie de casi media
hectárea, comenzó hace unos días a cavar un pozo ciego porque el que
tenía había cumplido su ciclo. Lo iba a hacer a unos tres metros a
la izquierda del lugar en el que comenzó la excavación, pero por un
tema de caños, cambió de idea. Esa
decisión lo llevó a encontrar restos óseos a una profundidad de 2,10
metros. Luego de examinar los primeros hallazgos se pusieron en
contacto con Raúl Almeida, quien a su vez contactó a Chimento y
ambos se acercaron hasta el lugar.
Chimento comentó en un principio que “pertenecerían a un celidoterio,
más conocido como perezosos gigantes, antepasado de los que vemos
hoy en día en el Amazonas colgados en los árboles con sus garras
enormes. Hace diez mil años, eran animales terrestres, no vivían en
los árboles, caminaban sobre los nudillos en pastizales, eran
herbívoros y, en este caso, si se confirma que se trata de uno,
pesaría menos de mil kilos, un ejemplar grande si lo comparamos con
los nativos que tenemos en la actualidad, aunque no de los de mayor
peso que existían en la era de hielo”.
Sobre
la profundidad, dijo que “en general se encuentra en este tipo de
excavaciones, haciendo un pozo ciego, en el medio de una barranca en
un curso de agua, debido a que tienen que aflorar las capas
geológicas de esa época que lógicamente son profundas como en este
caso en comparación con la superficie que pueden variar entre un
metro y medio o más profundidad. En nuestra zona tienen este color
amarronado, medio rojizo, una capa geológica que en general tiene
restos fósiles de esa época”.
Después de estudiar más en profundidad los restos tomando los
cuidados pertinentes para que no se degraden, se llegó a la
conclusión de que hay que esperar los estudios pertinentes, que se
harían el próximo fin de semana, para establecer si la extremidad
superior corresponde al perezoso o a un smilidon (Tigre Dientes de
Sable). Por lo tanto, una de las teorías que cobró fuerza durante la
tarde del martes es que es muy factible que el hallazgo corresponda
a dos animales; más específicamente el tigre con su presa, en este
caso el perezoso.
Raúl
Almeida indicó que “el descubrimiento es muy interesante, sobretodo
porque está en nuestra zona. Generalmente estos hallazgos suelen
suceder en los cauces de los ríos y arroyos, porque sus cursos
descubren y van destapando los restos diseminados, pero no así tan
enteros como este que estamos viendo. Por ejemplo, el caparazón de
tortuga que encuentra en el museo fue hallado en el arroyo El Cura,
en una barranca”.
“Este
descubrimiento me sorprende porque fue hallado en un pozo, además
porque existe la posibilidad de descubrir buena parte del esqueleto
o de los esqueletos, dado que podría tratarse de dos animales”,
concluyó Almeida. Fuente; El Día.
Nuevos fósiles del plesiosaurio Kawanectes
lafquenianum demuestran dimorfismo sexual.
A partir del hallazgo del ejemplar más completo
de la especie Kawanectes lafquenianum-un reptil marino del
grupo de los plesiosaurio que vivió a fines del Cretácico-, se pudo
revelar la existencia de diferencias corporales entre las hembras y
los machos. Este espécimen fue comparado con otros ejemplares
encontrados en las provincias de Río Negro y Chubut en los últimos
años.
Los elasmosáuridos fueron un grupo de
plesiosaurios que se irradiaron por los mares de todo el mundo antes
de la gran extinción que ocurrió hace 65 millones de años.
Corporalmente, se asemejan a la forma del mítico monstruo de Lago
Ness, aunque, en este caso, el hallazgo del ejemplar más completo de
la especie Kawanectes lafquenianumpodría ser referido al
mito de Nahuelito -presuntamente observado en el lago Nahuel Huapi-,
ya que este espécimen de 70 millones de años fue encontrado en la
Patagonia.
De este elasmosáurido se encontró parte de su
cráneo, cuello, tronco, pelvis, de sus miembros anteriores y
posteriores, y su cola completa. En vida, habría superado los cuatro
metros de longitud.
A Nahuelito se lo suele pensar como un macho,
aunque, desde luego, en la historia evolutiva hubo miembros de ambos
sexos en el grupo de los plesiosaurios y, de hecho, se pudo
conjeturar que este nuevo espécimen hallado al centro-norte de
Chubut pertenece a una hembra.
El doctor José Patricio O’Gorman, investigador
de la División de Paleontología de Vertebrados del Museo de La Plata
y del CONICET, indicó a la Agencia CTyS-UNLaM que “se han encontrado
varios ejemplares de Kawanectes lafquenianum en los últimos
años en Río Negro y Chubut y, conforme aparecían nuevos ejemplares,
se empezó a observar que había diferencias muy llamativas en las
proporciones corporales, si bien todos las ejemplares tenían el
perfil diagnóstico de esta especie”.
A partir de ello, en un nuevo estudio publicado
en la revista Cretaceous Research, se revelan diferencias
físicas entre los machos y las hembras en la especie Kawanectes
lafquenianum, algo que no es tan fácil de lograr para los
paleontólogos, puesto que no se suelen conservar las partes blandas
de los animales en el registro fósil. “Había unas diferencias entre los especímenes
que no terminaban de ser comprensibles, por lo que la investigación
se enfocó en tratar de encontrar la posible explicación a estas
diferencias y la conclusión es que se podía tratar de dimorfismo
sexual”, agregó el autor del estudio.
El dimorfismo sexual es un fenómeno bastante
común dentro de los vertebrados, es decir, que hembras y machos de
la misma especie tienen caracteres diferentes. Por ejemplo, las
astas de los ciervos solo se dan en machos. Otra diferencia consiste
en que machos y hembras tengan un tamaño promedio dentro de las
poblaciones que es distinto.
“En el caso de Kawanectes lafquenianum,
se observan tanto diferencias de tamaño como en las proporciones de
los miembros anteriores y posteriores”, aseveró O’Gorman. Y agregó:
“Estos animales medían entre tres y cuatro metros, y las hembras
eran más grandes que los machos”.
“A partir de este estudio, se pudo observar un
nuevo aspecto de la biología de los plesiosaurios y, a futuro, esto
va a permitir revisar si el dimorfismo observado en Kawanectes
lafquenianum es también observable en otras especies de
elasmosáuridos”, consideró el investigador del MLP y del CONICET.
Otra diferencia observada en
Kawanectes
lafquenianumse encuentra en el ilion, uno de los huesos de la
pelvis, algo que puede estar relacionado a la formación del canal de
parto en las hembras, ya que los plesiosaurios eran vivíparos, es
decir, que los embriones se desarrollaban dentro del útero de la
madre.
Esta descripción de las diferencias pudo
realizarse a partir del hallazgo del ejemplar más completo de esta
especie, el cual se produjo durante la campaña de 2013 en el área de
la sierra de La Colonia, ubicada 200 kilómetros al oeste de la
ciudad de Trelew.
Estos animales de cuello largo y cabeza
pequeña, y que poseían cuatro aletas a los costados de su cuerpo
-dos anteriores y dos posteriores-, vivieron hace 70 millones de
años en lo que actualmente conforman las provincias de Río Negro y
Chubut.
Hallan huellas de dinosaurio carnívoro en el
Chocón, Neuquén.
Las descubrieron los vecinos al bajar el agua
del lago. Ya eran conocidas por los paleontólogos, pero no se pueden
extraer. Piden precaución para no dañarlas. Un grupo de vecinos que recorría la costa del
lago en Chocón Medio se topó con 12 huellas de un dinosaurio,
grabadas sobre la roca.
Desde el museo
Ernesto Bachmann, aclararon
que no son un hallazgo nuevo, ya fueron documentadas años atrás,
pero no hay forma de resguardarlas o extraerlas. Solicitaron
precaución para no dañarlas. Uno de los vecinos mandó un video del
descubrimiento a Canal 7 de Neuquén y las imágenes se difundieron
rápidamente por redes sociales. En octubre del año pasado, hubo otro
hallazgo similar de personal de Prefectura, sobre la ribera
rionegrina del lago, que también sorprendió a todos.
"En realidad, toda la costa del lago Ezequiel
Ramos Mexía, desde Villa El Chocón hasta Picún Leufú, está llena de
huellas de pisadas de dinosaurios y existe un relevamiento de hace
varios años atrás del paleontólogo Jorge Calvo, quien documentó todo
eso, pero son huellas que gran parte del año quedan cubiertas de
agua", explicó Mara Ripoll, directora del museo Bachmann.
Dijo que no hay manera de llevar esas huellas a
un museo ni cercar el sitio, como ocurre con el rastro de pisadas
que está en el casco urbano de El Chocón, donde se construyó una
pasarela para el turismo. "Lamentablemente, hemos intentado de todo
para hacer un mantenimiento o protección de estos rastros que están
documentados, pero no tenemos hasta ahora un químico que las
resguarde y, al estar al aire libre, sufren el deterioro del viento
y la lluvia, por eso en cierta medida es bueno que queden cubiertas
de agua", detalló.
Contó que, "al estar en piedra laja, como es la
costa del lago, tampoco podemos extraerlas porque la vibración las
puede romper, excepto cuando la placa está muy solidificada, así que
necesitamos que entre todos las cuidemos". Señaló que "el nivel del lago sube y baja y,
por eso, a veces se pueden ver; en este caso, el lago bajó muchísimo
y además es un lugar donde empezó a ir gente cuando antes no había
nadie".
Agregó que "la mayoría de
esas pisadas están en sectores más profundos y las más
accesibles son las que tenemos en la villa, con la
pasarela". Comentó que se enteraron por los medios del
descubrimiento de los vecinos, "porque no vinieron a hacer la
denuncia acá, que es lo que se aconseja". Recordó que "todo hallazgo
de un fósil o material de interés científico tiene que ser informado
a la Provincia o al museo más cercano".
"Estas huellas están en una parte de Chocón
Medio que se está urbanizando, porque son tierras de un privado, y
lo que les sugerimos es que hagan una protección si las van a
promocionar turísticamente, para evitar el contacto humano que puede
dañarlas", explicó.
Mara Ripoll, directora del museo de El Chocón,
informó que las huellas que filmaron los vecinos son de un
dinosaurio carnívoro, "aunque es difícil determinar de qué tipo,
porque no se pueden estudiar cómo hacemos con los fósiles". "Las huellas tiene otra denominación
científica, como icnitas o icnitus del latín, y se estudian así,
pero no se pueden asignar a un dinosaurio determinado y decir, por
ejemplo, que por ahí pasó un Giganoto porque no hay manera de
asegurarlo", aclaró.
Indicó que sí pueden calcular la antigüedad,
"de entre 95 y 107 millones de años, porque toda la zona de la costa
de El Chocón pertenece a esa época". Fuente lmneuquen.com
Hallaron restos de un armadillo fósil en la localidad de San Pedro.
Proviene de una capa sedimentaria de unos 700.000 años y fue hallado
a 4 kilómetros de la ciudad de San Pedro. Es uno de los ejemplares
fósiles más completos del género y podría ser el más grande del que
se tenga registro.
El descubrimiento se dio en una tarde de agosto de 2017. El sitio,
un predio de extracción de tosca de empresa Tosquera San Pedro,
ubicado a 4 kilómetros de la ciudad bonaerense. Un integrante del
equipo del Museo Paleontológico “Fray Manuel de Torres” caminaba
recorriendo el lugar donde, días antes, se habían extraído partes de
un enorme oso prehistórico.
Mirando pacientemente el corte artificial de unos diez metros de
altura dejado por la excavadora, observó una curiosa y delgada línea
de pequeñas piezas negras que no eran rocas. Un delicado fósil
afloraba en el sedimento.
Del animal se recuperaron decenas de pequeñas placas que formaban su
caparazón, falanges de los dedos, vértebras y, lo más importante, el
cráneo y mandíbulas, completos y articulados.
Todos los restos son de color oscuro, prácticamente negros. El
ejemplar vivió y murió a finales de la edad Ensenadense, en un
momento del tiempo ubicado alrededor de los 700.000 años en el
pasado.
El ejemplar, cuya limpieza y preparación fueron realizadas por los
técnicos Ana Moreno y Leonardo Pazo, fue comparado con medidas
tomadas de unos 60 ejemplares actuales, arrojando un tamaño superior
al 15 % con respecto a los ejemplares más grandes del grupo
analizado.
Desde el Museo Paleontológico de San Pedro, José Luis Aguilar,
descubridor del fósil, explica que “este quirquincho o ´peludo´,
tal el nombre vulgar con el que se lo conoce en la zona, apareció
incrustado en una placa de minerales, básicamente de carbonato de
calcio, de 47 cm de largo x 28 cm de ancho; ubicada a unos 9 metros
bajo el nivel actual de suelo. Allí estaban conservadas todas las
piezas halladas; como congeladas en el tiempo.
Este fósil presenta detalles interesantes para el género
Chaetophractus, al que pertenecen estos animales, sobre todo
teniendo en cuenta la época en la que vivió este ejemplar. Un
período de mamíferos gigantes en el que esta zona estaba cubierta
por vastos humedales, con suelos blandos, anegables y abundantes
pasturas que atraían a todo tipo de animales. En ese sector, ya
hemos podido recuperar restos de armadillos de más de una tonelada
de peso, perezosos gigantes de diferentes géneros y restos del mayor
carnívoro del Pleistoceno: un oso prehistórico de cuatro metros de
altura y colmillos de seis centímetros. Un mundo de bestias entre
las que se movía este animal.
El hecho de que este ejemplar haya aparecido tan completo, con
cráneo, mandíbula y varias de sus piezas dentales preservadas, nos
permitirá inferir detalles sobre sus alimentos preferidos. Además,
el haber recuperado tantas placas de la coraza, de diferentes zonas
de su cuerpo, nos facilita compararlo con sus descendientes
actuales, ver las variaciones de tamaño e interpretar sus
adaptaciones físicas. Las observaciones preliminares han arrojado
una diferencia de tamaño superior al 15 % con respecto a sus
congéneres actuales y eso es bastante en una especie. Creemos que
puede obedecer, como parece haber sucedido con otras especies, a la
necesidad de afrontar la llegada de ciertos carnívoros provenientes
del hemisferio norte. Esperamos que el estudio pormenorizado de este
animal aporte novedades interesantes al respecto ya que creemos que
podría ser el más grande del que se tenga registro.”
El valioso ejemplar de quirquincho fósil hallado en San Pedro está
siendo revisado en conjunto con el Dr. Luciano Brambilla, biólogo
del Centro de Estudios Interdisciplinarios de la Universidad
Nacional de Rosario. El científico explica “que se trata de un
ejemplar de armadillo similar a Chaeotophractus villosus; peludo
actual que habita en gran parte de nuestro país.
En esta oportunidad este fósil nos permite analizar un conjunto muy
amplio de elementos óseos; placas de la coraza pero también cráneo,
mandíbula y postcráneo, contrario a lo que ocurre habitualmente que
sólo podemos ver unas pocas placas de la armadura. Dado lo bien
representado del ejemplar, es posible destacar que su morfología
general prácticamente no ha cambiado luego de 700.000 años,
contrario a lo que podría esperarse considerando los cambios
climáticos y ecológicos que ocurrieron a lo largo de ese tiempo.
Es posible que la plasticidad que poseen estos organismos para
adaptarse a diversos ecosistemas haya posibilitado transitar todo
ese período de tiempo sin marcados cambios evolutivos que alteraran
su apariencia. Hoy en día las poblaciones de estos animales viven en
lugares muy diferentes: desde el extremo sur de Patagonia pasando
por el centro de nuestro país hasta llegar a Formosa, luego Paraguay
y Bolivia. Después de más de medio millón de años aparece inalterado
en la forma de sus huesos pero no en su tamaño. El hallazgo devela
que en aquel tiempo la especie parece haber superado en tamaño a
ejemplares actuales, según surge de medidas obtenidas a partir de la
mandíbula y el cráneo fósil.
Esto es interesante cuando se lo considera en contexto y se
correlaciona con el gigantismo que también alcanzaron otras especies
como perezosos terrestres y gliptodontes, entre otros, quienes jamás
se volverían a ver en tal magnitud de tamaños como durante la edad
Ensenadense.
Los seres humanos tendrían mucha más
responsabilidad en la extinción de la Megafauna.
Es la hipótesis que postulan dos investigadores
del CONICET La Plata en base a más de 500 registros fósiles y puntas
de lanzas. El estudio se publica hoy en una importante revista
científica
“Creemos que los seres humanos son los
principales responsables de la extinción de la megafauna en
Sudamérica”, sentencian Luciano Prates e Ivan Perez, investigadores
del CONICET en la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la
Universidad Nacional de La Plata (FCNyM, UNLP) y autores de un
estudio científico al respecto que se publica hoy en revista Nature
communications. En base a una amplia cantidad de datos de registros
fósiles y arqueológicos de todo el subcontinente, el trabajo asocia
la actividad de caza de los primeros grupos de personas con la caída
demográfica y posterior desaparición de todas las especies de
grandes mamíferos sucedida a finales del Pleistoceno, entre 13 y 11
mil años atrás.
De esta manera, el estudio viene a contradecir
a la hipótesis más aceptada hasta el momento para la arqueología
sudamericana, según la cual estos animales de gran porte
desaparecieron como consecuencia de los cambios ambientales como el
aumento de la temperatura y las alteraciones en la vegetación
ocurridos luego de la última glaciación hace unos 18 mil años, que
generaron las condiciones para una extinción masiva. En cambio, la
nueva investigación pone el foco en las coincidencias temporales y
geográficas existentes entre las evidencias de megafauna y las de
una punta de lanza muy particular conocida como “cola de pescado”,
similar a otra denominada “Clovis” que existió solamente en América
del Norte y está muy asociada a la caza de mamuts.
“En ambos casos se trata de herramientas
grandes y anchas con una tecnología muy sofisticada”, describe
Prates, y continúa: “Su período de existencia es muy breve: aparecen
con una antigüedad de entre 13 y 11 mil años y posteriormente no se
las vuelve a encontrar nunca más”. Sumado a esto, los científicos
observaron que, en el mismo lapso, la curva demográfica de los seres
humanos comenzaba a decrecer, momento que a su vez también coincidía
con la última etapa de extinción de la megafauna.
Estas evidencias
fueron producto del cruce de 51 registros temporales de punta de
cola de pescado y 269 fósiles de diez especies de la megafauna
–entre ellas el caballo americano y el megaterio o perezoso
gigante–, todos fechados por la técnica de radiocarbono que
determina la edad de materiales que contienen carbono.
“Lo que encontramos primero es que la megafauna
crecía a tasa alta hasta que en un momento, hace 12.900 años, empezó
a decrecer bruscamente. Esto coincide exactamente con el momento de
aparición de las puntas cola de pescado, entonces suponemos que
cuando los seres humanos obtuvieron esa nueva tecnología comenzaron
a cazar a estos mamíferos, y de ahí el descenso de esas
poblaciones”, explica Perez. “Esa situación se extiende durante 2
mil años y finaliza con la desaparición simultánea de los animales y
las puntas de lanzas, lo cual nos demuestra que estaban íntimamente
ligados”, añade Prates. En este escenario, la baja en la curva
demográfica humana mencionada más arriba se explica porque la misma
depredación de la fauna que provocó su paulatina mengua tuvo un
efecto sobre los grupos humanos, cuyas poblaciones también fueron
disminuyendo debido a la desaparición de uno de sus principales
recursos de subsistencia.
En paralelo, la investigación publicada incluye
un análisis geográfico que comprende 156 registros espaciales de
puntas cola de pescado y otros 204 correspondientes a ejemplares de
la megafauna, junto con 1660 sitios arqueológicos de entre 15 y 7
mil años de antigüedad a lo largo de todo el territorio
sudamericano.
Los resultados también abonan la idea de los autores:
la megafauna se distribuye en los mismos lugares en los que aparecen
las armas, “lo que significa que la gente que cazaba con esta
tecnología se ubicaba en las regiones donde vivían esos animales,
que principalmente eran las estepas abiertas de las pampas de
Uruguay, sur de Brasil y Argentina, y de la Patagonia”, señala
Prates.
“Sobre toda esta base de información, producto
de la combinación de evidencia paleontológica y arqueológica,
nuestro trabajo postula que el ser humano fue el principal
responsable de la extinción de la megafauna pero no por haber
arremetido compulsivamente contra todas las especies como asegura
una hipótesis clásica planteada hace más de 40 años por el
paleontólogo norteamericano Paul Martin”, expresa Perez, y continúa:
“En este caso suponemos que las personas solo se dedicaron a cazar a
unas pocas especies, pero que de todos modos se generó un
desequilibrio en la red ecológica tan profundo que eventualmente, y
sumado a los cambios climáticos, desencadenó un colapso general de
toda la comunidad de grandes mamíferos”.
Hallan restos fósiles de un
Ictiosaurio en un campo de Malargüe, Mendoza.
Se trata de una especie del
período Jurásico Tardío (entre 163 a 145 millones de años) que
habitó un ambiente con grandes lagunas y ríos, donde la cordillera
no había tomado las condiciones que tiene hoy. Los ictiosaurios
fueron grandes reptiles marinos con aspecto de pez y delfín.
Restos fósiles de un Ictiosaurio
fueron hallados en un campo de Malargüe, en el sur de la provincia
de Mendoza, en plena cordillera, informó la Coordinación de
Promoción e Investigación Patrimonial del municipio situado a unos
420 kilómetros al sur de la capital provincial.
El Ictiosaurio habitó en dichas
tierras en el período Jurásico Tardío -entre 163 a 145 millones de
años– en un ambiente somero donde la cordillera no había tomado las
condiciones que tiene hoy y existían grandes lagunas y ríos que
desembocaban en el Océano Pacífico.
En este ambiente, los restos de
este dinosaurio, cayeron en el sedimento y se fosilizaron para
conservarse hasta la actualidad. Los ictiosaurios fueron grandes
reptiles marinos con aspecto de pez y delfín, y el nombre fue creado
en 1840 por Richard Owen. El hallazgo fue realizado por un
puestero que veranea en la zona, quien dio aviso al área de
paleontología de la Coordinación de Promoción e Investigación
Patrimonial, quienes son los encargados del rescate de los fósiles
mediante la autorización de Patrimonio de la Provincia.
El organismo municipal anunció,
además que habilitará un Laboratorio de Paleontología, que procederá
a la investigación y conservación de los restos fósiles hallados,
donde los visitantes podrán acceder a conocer el trabajo
paleontológico, apreciar los restos y conocer la historia
prehistórica del departamento malargüino.
Francisco Parada, coordinador del
organismo municipal,indicó que se está trabajando para poner
nuevamente en valor el Área de Paleontología del Centro Regional de
Investigación y Desarrollo Cultural, con la finalidad de destacar el
gran patrimonio paleontológico que tiene Malargüe.
Desde el organismo apuntan a
desarrollar nuevas investigaciones y concretar rescates para evitar
la degradación de los fósiles hallados en diferentes zonas, los
cuales son muchos y de diferentes eras geológicas. Fuente El
Federal.
Examinan con rayos X la piel
de un perezoso gigante llamado Mylodon.
Científicos del CONICET aplicaron
la técnica a un cuero de 13 mil años y observaron dos patrones de
ordenamiento en miles de minúsculos huesos que lo recubren por
dentro
Tras el impacto de haber logrado determinar con
precisión la antigüedad de la famosa piel momificada de un
gigantesco mamífero extinto hallada en la Cueva del Milodón, una
formación natural ubicada al sur de Chile por una expedición
científica del Museo de La Plata (UNLP) a fines del siglo XIX, los
mismos científicos avanzaron ahora con la observación minuciosa de
las características del cuero, y para eso aplicaron una técnica
diagnóstica poco frecuente en el estudio de restos paleontológicos:
radiografías. Los resultados del análisis, que acaban de darse a
conocer en la revista Journal of Morphology, permiten inferir
aspectos hasta ahora desconocidos de la biología y evolución de los
enormes perezosos milodontes.
El material tiene 13.200 años y es una porción
de la piel de un animal cuyos mayores ejemplares alcanzaban más de
una tonelada de peso y tres metros de longitud. Se cree que las
condiciones de la cueva en que apareció fueron esenciales para su
excelente grado de preservación, teniendo en cuenta que conserva
pelos y partes blandas momificadas. Inmersos en su lado interno, una
capa de miles de pequeños huesos que oscilan entre el tamaño de una
lenteja hasta los 2 centímetros de diámetro acaparó la atención de
los autores del estudio, que decidieron someterla a rayos X mediante
un equipo portátil de uso veterinario. “Este rasgo del cuero de los
perezosos gigantes ya se conocía, pero se consideraba que esas
piezas óseas estaban desparramadas al azar, y nosotros descubrimos
que están ordenadas según un patrón”, relata Néstor Toledo,
investigador del CONICET en la Facultad de Ciencias Naturales y
Museo de la Universidad Nacional de La Plata (FCNyM, UNLP).
Así, en las cuatro radiografías tomadas, estos
osículos –como se conoce a los huesos más pequeños– se mostraron
formando hileras o bandas en algunas zonas, y rosetas o estrellas en
otras. Al momento de buscar referencias bibliográficas que pudieran
complementar estas observaciones, se encontraron con que, sin
saberlo, habían aplicado la misma técnica que Wilhelm von Branco, un
científico alemán que en 1906 publicó un informe sobre el análisis
por rayos X –descubiertos apenas una década antes– a distintas
piezas paleontológicas, entre las cuales figuraba, casualmente, otra
piel de milodonte que se conservaba en el Museo de Historia Natural
de Berlín.
Grande fue la sorpresa de Toledo y sus colegas al
encontrar que ya en ese trabajo se reportaban los mismos patrones de
ordenamiento en los huesos de la piel que ellos habían notado.
“Superponiendo las radiografías de von Branco
con las nuestras, entendemos que las estructuras de rosetas se
ubicarían en la zona del lomo y sus alrededores, mientras que las de
hileras lo harían en los costados y cerca de las patas. Con esta
información, comenzamos a discutir las probables razones funcionales
de estas posiciones, pensando a esos huesos como una especie de
armadura que habilitara el movimiento”, describe Toledo. Así,
permitiría plegarse o arrugarse a aquellas partes del cuerpo que
necesitan mayor flexibilidad, como las axilas o el vientre, y
otorgaría más o menos rigidez a las otras. Todas estas conjeturas
plantearon un nuevo interrogante: ¿por qué motivo tenían estos
animales una piel tan gruesa y reforzada con elementos óseos?
“La hipótesis más sólida en cuanto a la función
de este esqueleto dérmico está relacionada con la defensa frente a
otros organismos: en primer lugar, posibles depredadores, pero
también individuos de la misma especie durante combates, como podría
ser entre machos para poder aparearse, según la conducta de algunos
mamíferos actuales”, explica Alberto Boscaini, investigador del
CONICET en el Instituto de Ecología, Genética y Evolución de Buenos
Aires (IEGEBA, CONICET-UBA). Aunque la primera opción arroja algunas
dudas respecto a qué especies atacarían a animales de semejante
porte, el principal argumento sería de índole evolutiva: los
registros más antiguos de osículos en la piel se remontan a otros
milodontes del grupo Mylodontini, que vivieron hace unos 10 millones
de años y eran bastante más pequeños. “Ellos sí podían ser devorados
por marsupiales carnívoros y grandes aves, con lo cual haber contado
con una coraza interna sería una gran ventaja. Puede ser que esa
estructura se haya heredado sucesivamente a los representantes
posteriores, aunque estos hubieran aumentado su tamaño”, apunta el
experto.
Ligado a la cuestión de la evolución, aparece
otro interrogante, pero que esta vez mira hacia el presente. “En
paleontología, recurrir a los animales actuales como clave para
entender a los que ya no existen es muy frecuente y se conoce como
‘principio del actualismo’. En este caso, prestamos atención al
único mamífero vivo que tiene huesos en la dermis: el armadillo, que
precisamente también presenta patrones de organización común con los
perezosos del pasado, es decir las rosetas e hileras de osículos”,
describe Boscaini.
Si bien para
los investigadores esto podría responder a la cuestión puramente
funcional vinculada a la rigidez y movilidad necesarias en las
distintas áreas del cuerpo ya descriptas, las semejanzas podrían
sugerir un patrón de desarrollo compartido, “quizás relacionado a la
expresión de los mismos genes”, puntualiza.
Si bien la aplicación de rayos X a la piel
momificada fue un procedimiento delicado que requirió la
participación de técnicos especializados para poder disparar el
equipo sin moverla de la vitrina en la que se exhibe, el antecedente
de la misma práctica llevado adelante por von Branco guarda una
anécdota muy curiosa: para hacerlo, el científico expuso el cuero
conservado en Berlín a vapor de agua hasta ablandarlo del todo y
luego lo estiró sobre una superficie lisa sobre la cual tomó las
radiografías. “Lo positivo es que aquellas placas tienen una calidad
extraordinaria y nos fueron muy útiles para nuestro estudio, pero en
verdad se trata de una maniobra impensada para el día de hoy: es
prácticamente un ataque a una pieza que es única e invaluable”,
explica Leandro M. Pérez, también investigador del CONICET en la
FCNyM y otro de los autores del trabajo.
De acuerdo al experto, la sanción de la Ley de
Protección del Patrimonio Arqueológico y Paleontológico en 2003 fue
muy importante para restringir las posibilidades de manipulación de
este tipo de restos o fósiles. “La piel del perezoso que tenemos en
el museo local es un verdadero tesoro: es probable que no se vuelva
a encontrar algo siquiera parecido. Tiene unos cortes muy profundos
e incluso algunos faltantes porque en la década del ’70 se le
extrajeron muestras para someterla a la primera datación por
radiocarbono, un método que busca la presencia de isótopos de ese
elemento químico en los materiales. Hoy en día, aunque esté arrugada
y deshidratada, sabemos que no se la debe modificar y así tomamos
las radiografías, por eso en muchas áreas los huesitos se ven
superpuestos unos con otros”, añade Pérez.. Por Mercedes Benialgo.
Fuente Conicet.
Científicos del Conicet revelan
que los trilobites incursionaron fuera del mar.
Hallazgos recientes en la cordillera Oriental
de Jujuy permitieron determinar que estos animales emblemáticos del
Paleozoico, considerados por más de dos siglos como exclusivamente
marinos, también pudieron explorar estuarios y, potencialmente,
otros ambientes marginales.
Los trilobites son un grupo fósil emblemático
de los ecosistemas de la Era Paleozoica que habitaron los mares hace
unos 522 millones de años y hasta hace alrededor de 252 millones de
años. Estos artrópodos fueron especialmente exitosos al final del
período Cámbrico y a comienzos el Ordovícico (entre unos 500 y unos
470 millones atrás), cuando adquirieron su mayor diversidad
taxonómica y morfológica. Igualmente características son sus huellas
o trazas fósiles, que ofrecen a los especialistas evidencias de su
comportamiento e interacción con el medio.
Hasta ahora, los trilobites siempre fueron
considerados animales exclusivamente marinos, incapaces de tolerar
variaciones de salinidad. Sin embargo, el reciente hallazgo de
restos y huellas de estos artrópodos en la cordillera Oriental de
Jujuy, en lo que fueron estuarios (ambientes caracterizados por la
mezcla de aguas marinas y fluviales) de los primeros períodos del
Paleozoico, cuestiona está arraigada premisa paleontológica.
Una investigación multidisciplinaria, publicada
recientemente en la revista Proceedings of the Royal Society B y
realizada por científicos del CONICET el Centro de Investigaciones
en Ciencias de la Tierra (CICTERRA, CONICET-UNC), junto a colegas
argentinos de la Universidad de Saskatchewan (Canadá), permitió
documentar que algunas especies de trilobites incursionaron en
ambientes de aguas salobres (aquellas que tienen más sales disueltas
que el agua dulce, pero menos que el agua de mar), así como también
que podían tolerar las fluctuaciones de salinidad propias de
diferentes sectores de los estuarios, incluidos aquellos en que las
descargas de agua dulce, provenientes de los ríos, tenían mayor
incidencia.
“El descubrimiento fue posible gracias a un
trabajo que integró el análisis paleobiológico de cuerpos y trazas
fósiles con un exhaustivo estudio paleoambiental”, señala Beatriz
Waisfeld, investigadora del CONICET en el CICTERRA, especialista en
trilobites y reconstrucción de ecosistemas paleozoicos, y una de las
autoras del trabajo.
Los estuarios son ambientes inestables donde
tienen lugar complejos procesos inducidos por el oleaje, las mareas
y los ríos. La identificación de estos ambientes en el registro
geológico no es sencilla y requiere detallados análisis de los
depósitos sedimentarios
“En las sucesiones sedimentarias de la
cordillera Oriental de Jujuy reconocimos el desarrollo de dos
estuarios clave para nuestra investigación. En el más antiguo
-correspondiente al Cámbrico Superior, de aproximadamente unos 486
millones de años-, denominado Miembro Pico de Halcón, se hallaron,
en la porción más cercana al mar, restos del trilobite Neoparabolina
frequens argentina y la traza fósil Cruziana
semiplicata. En el estuario más joven –de unos 467 millones
de años antigüedad (Ordovícico Medio)- conocido como la Formación
Alto del Cóndor, están presentes, a través de todo el estuario, la
especie Ogyginus sp. y la traza fósil Cruziana
rugosa”, afirma la primera autora del trabajo, Gabriela
Mángano, investigadora del Departamento de Ciencias Geológicas de la
Universidad de Saskatchewan, quien entre 1998 y 2007 formó parte de
la Carrera del Investigador Científico y Tecnológico (CIC) del
CONICET.
De acuerdo con Waisfeld, estos distintos
descubrimientos constituyen evidencias de que los trilobites tenían
la capacidad de incursionar en ambientes no marinos y de tolerar
condiciones de agua salobre, así como de que estas posibilidades se
dieron de manera independiente en grupos que no tenían una relación
de parentesco cercana entre sí.
“Las causas por la que algunos trilobites se
aventuraron fuera del mar son todavía enigmáticas. Evaluamos tanto
la posibilidad de que habitaran ambientes de agua salobre en forma
permanente como que migraran periódicamente para beneficiarse de las
oportunidades ecológicas que ofrecían otros biomas. En este último
caso podrían haber aprovechado las cuñas salinas que se desarrollan
por la diferencia de densidad entre el agua salada y dulce y que se
desplazan en dirección al continente, tal como ocurre en estuarios
actuales como el del Río de la Plata”, explica Mángano.
Sin embargo, los trilobites que lograron
internarse prácticamente hasta las cabeceras del estuario (áreas
cercanas a los ríos) habrían tenido que enfrentar condiciones de
notable estrés fisiológico relacionado a la disminución de la
salinidad y a sus frecuentes fluctuaciones. “Posiblemente, hayan
hecho un uso exploratorio u ocasional de estos ambientes. La
estrecha asociación de los restos de Ogyginus con la
alta densidad de trazas de Cruziana sugiere que estas
incursiones podrían haber sido hechas con fines de alimentación.
También es probable que estos grupos de trilobites hayan
desarrollado un comportamiento migratorio asociado a alguna etapa de
su ciclo de vida, como podrían ser la reproducción, el crecimiento o
la búsqueda de alimento o refugio”, señala Waisfeld.
Las científicas consideran que es posible que
la visión tradicional de que los trilobites son animales
exclusivamente marinos haya conducido a interpretar depósitos de
ambientes someros del Paleozoico inferior como marinos, debido a la
simple presencia del grupo. En este sentido, esperan que este nuevo
aporte estimule investigaciones más profundas de la fisiología y
flexibilidad ecológica de este grupo extinto, al tiempo que promueva
un análisis crítico de los depósitos portadores desde el punto de
vista paleoambiental, no sólo en Argentina, sino también en otras
regiones del mundo. Fuente: Conicet.
Presentaron a Ninjatitan zapatai el
titanosaurio más antiguo del mundo.
Paleontólogos presentan en sociedad a
Ninjatitan zapatai, un nuevo titanosaurio de la Patagonia que pasa
al salón de la fama entre estos colosos que pisaron la Tierra por
ser el más antiguo de su grupo. Este animal, de unos 20 metros de
longitud, tiene 140 millones de años de antigüedad, por lo que
evidencia que los titanosaurios se originaron a comienzos del
periodo Cretácico.
La Patagonia vuelve a dar un extraordinario
registro de un saurópodo titanosaurio. Hasta ahora, no se conocían
estos gigantescos cuadrúpedos con una antigüedad superior a los 120
millones de años, por lo que el hallazgo de Ninjatitan zapatai
tiene
una gran relevancia para el conocimiento de la historia evolutiva de
este grupo y del Cretácico inferior.
El doctor Pablo Gallina, investigador de la
Fundación Azara en la Universidad Maimónides y del CONICET, indicó a
la Agencia CTyS-UNLaM que “la mayor importancia de este fósil, más
allá de que es una nueva especie de titanosaurio, es que se trata
del registro más antiguo a nivel mundial para este grupo”.
“Este descubrimiento es muy importante también
para el conocimiento de la historia evolutiva de los saurópodos,
porque los registros fosilíferos de comienzos del Cretácico, hace
unos 140 millones de años, son realmente muy escasos en todo el
mundo”, indicó el autor principal del estudio publicado hoy en la
revista científica Ameghiniana.
Respecto al hallazgo de Ninjatitan en la
Formación Bajada Colorada, al sudeste de Neuquén, el doctor Juan
Ignacio Canale, investigador del Museo Municipal de Villa El Chocón
y del CONICET, afirmó que “en el año 2014, el técnico Jonatan Aroca
realizó el primer hallazgo de una escápula muy completa de este
animal y ahí notamos que se trataba de un descubrimiento muy
importante y preparamos todo para poder seguir trabajando el año
siguiente en ese estrato”.
“En la siguiente campaña, aparecieron tres
vértebras y algunos huesos de sus patas traseras; una parte del
fémur y lo que sería su peroné”, precisó Canale. Y agregó: “Ahí
comenzó la preparación de los materiales en el Museo de Villa El
Chocón. Hasta ese momento, sabíamos que se trataba de un saurópodo,
pero al realizar el estudio detallado de las relaciones
filogenéticas, de las relaciones de parentesco de este animal con
otras especies conocidas, es que nos dimos cuenta que pertenecía al
grupo de los titanosaurios, por lo que la importancia de este
descubrimiento era aún mucho mayor de lo que habíamos imaginado en
un comienzo”.
El doctor José Luis Carballido, investigador
del Museo Egidio Feruglio y del CONICET, fue quien se encargó
específicamente del análisis de estas relaciones filogenéticas. “Los
doctores Pablo Gallina y Juan Canale me contactaron ya con los
materiales preparados y con la idea acabada de que se trataba de una
nueva especie que estaría muy probablemente relacionada con los
titanosaurios, pero faltaba terminar de resolver donde se ubicaba
Ninjatitan dentro de la evolución de los saurópodos”.
“A priori, por la antigüedad de este material,
de 140 millones de años, se podía suponer que se trataba de una
forma previa al origen de los titanosaurios, porque en la Patagonia
solo de conocen titanosaurios de menos de 120 millones de años antes
del presente”, afirmó Carballido.
Pero el estudio reveló que Ninjatitan zapatai
se trataba de un titanosaurio, por lo que pasaba a ser el más
antiguo del mundo con decenas de millones de años de diferencia.
“Este análisis filogenético se realizó con un amplio muestreo no
solo de formas de titanosaurios, sino también de formas cercanas y
más basales al origen de los titanosaurios”, indicó el investigador
del MEF.
“Con este resultado final de que Ninjatitan
formaba parte de la familia de los titanosaurios, se hizo mucho más
importante este descubrimiento, porque no solo representa a la
especie más antigua de titanosaurio, sino que nos permite conocer
mucho más sobre el origen de este grupo”, valoró el doctor Pablo
Gallina.
Ninjatitan representa un nuevo shock, un nuevo golpe al conocimiento
sobre los titanosaurios. Y se suma al equipo de los titanosaurios de
la Patagonia que han asestado fuertes apariciones en los últimos
tiempos: en 2017, se dio a conocer al titanosaurio más grande del
mundo, Patagotitan mayorum, oriundo de la provincia de Chubut; y,
hace pocas semanas, se dio a conocer el hallazgo de otro
titanosaurio en la provincia de Neuquén que incluso podría superarlo
en tamaño.
Ninjatitan da así un nuevo golpe. Sin embargo,
su nombre no tiene ningún tipo de vinculación a los movimientos que
podía realizar en vida y, desde luego, este herbívoro cuadrúpedo no
contaba con habilidades para el desarrollo de un arte marcial. Su
nombre fue dado en reconocimiento al investigador argentino
Sebastián Apesteguía, apodado como “El Ninja” desde sus inicios en
la paleontología.
“Sebastián Apesteguía fue quien tuvo la idea de
ir a la localidad Bajada Colorada en 2010, a partir de una
recomendación del geólogo Hector Leanza, debido a la extensión del
sitio y sus características geológicas, pero que nadie había
visitado en busca de vertebrados fósiles”, relató el investigador
Canale.
Actualmente, Pablo Gallina y Juan Canale
dirigen las investigaciones en dicha formación, pero el doctor
Apesteguía siempre tienen participación en el trabajo de campo y en
el estudio de los materiales que de allí provienen. Canale destacó
que “es un enorme paleontólogo que ha trabajado muchísimo en
diversos yacimientos, con una amplia trayectoria en la paleontología
y en la divulgación de la ciencia y, por ello, también nos pareció
muy justo dedicarle esta especie a él”.
En tanto, el nombre específico de la especie -zapatai-,
está dedicado a Rogelio Zapata, técnico del Museo de Villa El Chocón
desde mediados de la década del 90 y partícipe en todos los trabajos
de campo que se realizaron en Bajada Colorada desde 2010.
La Formación Bajada Colorada pertenece al comienzo del período
Cretácico, el cual se inició tras la extinción con la que se marca
el final del Jurásico. “El cambio de períodos geológicos siempre
está marcado por grandes extinciones, pero, puntualmente, los grupos
de dinosaurios de los cuales surgirían los titanosaurios no se
vieron afectados por este cambio; de hecho, hay titanosauriformes
desde el Jurásico Superior, como los braquiosaurios o sus parientes
que pasaron sin problema ese límite, tanto en lo que es actualmente
Argentina como en otras partes del mundo”, explicó el paleontólogo
Gallina.
Durante la historia evolutiva, el grupo de los
saurópodos tuvo distintos momentos, distintos pulsos de gigantismo,
los cuales no solo estuvieron relacionados al grupo de los
titanosaurios. En este sentido, el doctor Gallina ejemplificó que
“hubo grandes animales hacia finales del Jurásico, como el
Apatosaurus y el Brachiosaurus; y, ya en la línea de los
titanosaurios, el pulso con los mayores gigantes se produce hacia
mediados del Cretácico, con especies como el Patagotitan, el
Argentinosaurus y el Notocolossus.
En Bajada Colorada, se puede observar el
principio del período Cretácico, un momento de la historia evolutiva
del cual no se cuenta con muchos registros. Por ello, los
investigadores que trabajan allí destacan que cada cosa nueva que
encuentran es absolutamente novedosa. “Allí, hemos encontrado
también distintos grupos de dinosaurios carnívoros y otros grupos de
dinosaurios herbívoros”, mencionó el investigador de la Fundación
Azara y del CONICET.
A partir del hallazgo de Nijatitan zapatai y de
su estudio publicado en la revista Ameghiniana bajo el título “The
earliest known titanosaur sauropod dinosaur”, se refuerza la idea de
que los titanosaurios tuvieron un origen gondwánico -en el
supercontinente del sur conformado por lo que es actualmente
Sudamérica, Africa, la India, Australia y la Antártida-.
Previamente, se había planteado el origen gondwánico para este grupo
desde la teoría, pero, a partir de este descubrimiento, se cuenta
con material que sustenta dicha idea. Ilustración Jorge González.
Fuente; Agencia CTyS-UNLaM
Dan a conocer fósiles de
Sorubin, un pez del Mioceno.
Los investigadores Sergio Bogan y Federico
Agnolín de la Fundación Azara, la Universidad Maimónides, CONICET y
el Museo Argentino de Ciencias Naturales "Bernardino Rivadavia",
dieron a conocer los primeros fósiles de un cucharón del género
Sorubin.
El artículo fue publicado en Annales de
Paléontologie, revista científica que se publica de forma periódica
desde hace más de cien años en París, Francia.
Los restos descubiertos corresponden a gran
parte del cráneo de un pez cucharón o pico de pato procedente de la
provincia de Entre Ríos y que tienen una edad cercana a los 10
millones de años. Un bagre pariente cercano del surubí, un pez que
integra una familia de grandes bagres que evolucionaron íntegramente
en los ríos Sudamericanos.
Se conocen varias especies, muy similares entre
si, que hoy en día se distribuyen desde Colombia y Venezuela hasta
el Río de la Plata en Argentina. Se trata de peces ictiófagos, o sea
que se alimenta de otros peces. Como su nombre lo indica, tienen la
cabeza larga y aplanada, con los maxilares más anchos y largos que
la mandíbula.
<<<Imagen de archivo.
Esta parte del hocico se proyecta tan hacia
adelante que los pequeños dientes superiores quedan fuera de la boca
del pez. Este rasgo le confiere un hocico que recuerda
superficialmente al aspecto de una gran cuchara o el pico de un
pato. Otra característica de estos peces son los ojos pequeños y
dispuestos lateralmente.
Pese a que hoy presentan una gran distribución
geográfica y se han reconocido varias especies es poco lo que
conocemos sobre el pasado de estos peces. Por ello este hallazgo
fósil reviste un especial interés. El registro paleontológico de
estos peces es importante porque no solo llena baches en la historia
evolutiva casi desconocida del grupo, sino también, ayudan a
entender la enorme diversidad que en el pasado habitaba la
paleo-cuenca del río Paraná. Fuente Fundación Azara.
Descubren el megaterio más antiguo de Argentina cerca de Miramar.
Un grupo de investigadores dieron a conocer el
hallazgo del megaterio más antiguo conocido. Se trata de un ejemplar
juvenil de más de 3,5 millones de años, hallado en San Eduardo del
Mar.
Un equipo interdisciplinario que incluye
investigadores del LACEV, Fundación Azara, Museo de Ciencias
Naturales de Miramar, Centro de Geología de Costas y Cuaternario de
la UNMDP y el Laboratorio de Paleontología de Vertebrados (CICYTTP)
dieron a conocer el hallazgo de un cráneo de megaterio de una
antigüedad que supera los tres millones y medio de años, durante el
Plioceno de la región pampeana.
El ejemplar fue encontrado en la localidad de
San Eduardo del Mar, muy cerca de la ciudad de Miramar, en el sector
costero y estudiado recientemente por los investigadores que
presentaron el estudio de este hallazgo son Nicolás R. Chimento,
Federico L. Agnolin, Diego Brandoni, Daniel Boh, Mariano Magnussen,
Francisco De Cianni y Federico Isla.
El megaterio fue un enorme perezoso terrestre
que alcanzó los 5 metros de longitud y las 6 toneladas de peso
(comparable a los más grandes elefantes!). Su hocico era estrecho y
tendría una larga lengua con la que arrancaría las ramas vegetales
que constituían su alimento.
<<< Cráneo del
megaterio mas antigua de Argentina. Vivió hace mas de 3
millones de años y se trata de un ejemplar juvenil.
Colección del Museo de Ciencias Naturales de Miramar.
Su extraña anatomía, grandes garras y tamaño
descomunal hacen del megaterio un animal misterioso, y como tal, ha
despertado curiosidad entre los investigadores. Algunos
especialistas creen que podría haber sido carnívoro y que utilizaba
sus grandes garras para apuñalar a sus presas, e incluso que pudo
haber sido casi enteramente pelado como los elefantes y
rinocerontes.
Los restos de megaterio son muy comunes en casi
todo el territorio argentino, sin embargo, esta es la primera vez
que se encuentran restos de tan alta antigüedad, que solo es
comparable a un hallazgo realizado hace algunos años en Bolivia.
La existencia de un megaterio tan antiguo en
las planicies pampeanas nos muestra que la historia de estos enormes
perezosos aún es casi desconocida, y es posible que los megaterios
hayan tenido una historia mucho más compleja de lo que se cree.
Federico
Agnolin y una nueva mirada sobre el ave gigante Brontornis
burmeisteri.
El Dr Federico Agnolin, es integrante del
Laboratorio de Anatomía Comparada y Evolución de los Vertebrados, en
el Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia”-CONICET,
y Fundación de Historia Natural “Félix de Azara”, Departamento de
Ciencias Naturales y Antropología, CEBBAD–Universidad Maimónides, y
prácticamente nos tiene acostumbrados semanalmente, a publicaciones
científicas de la más alta calidad, y de los más diversos temas y
contribuciones en el campo biológico y paleontológico.
Un nuevo estudio de la posición filogenética de
Brontornis burmeisteri, coloca a esta enorme ave como un integrante
de los Galloanserae , relacionado cercanamente a las extintas
Gastornis del hemisferio norte.
Brontornis burmeisteri, se conoce a partir
de huesos, principalmente de las patas y los pies, pero
también por algunas piezas de cráneo y columna vertebral,
que se encuentra en varias localidades argentinas.
burmeisteri fue la especie más grande de su grupo, con una
altura de alrededor de 2,80 metros y un peso estimado de
350-400 kg
Tras re-codificar matrices de datos con aves
extintas, los análisis filogenéticos (de relaciones de parentesco)
sugiere que Brontornis era un miembro del grupo de los Galloanserae
y no un ave del terror, como se había propuesto durante décadas.
Esto significa que esta ave, representaría una
radiación fantasma y hasta ahora desconocida de aves herbívoras
gigantes en Sudamérica, provenientes del hemisferio norte, o bien,
de la Antártida. Siendo lo más probable la dispersión desde el
norte, por su parentesco con Gastornis, un género de aves del
Eoceno.
Brontornis burmeisteri fue un ave dominante
de la Patagonia durante el Mioceno, viviendo a la par de
grandes animales, como el mamífero similar a los tapires, el
Astrapotherium y el depredador Thylacosmilus (un marsupial
con dientes de sable). Convivió con algunas aves del terror
más pequeño y activos como Phorusrhacos; pero aparentemente
se extinguió antes de la aparición del inmenso Argentavis,
la mayor ave voladora de la que se tiene constancia.
Como abran observado, este mes de febrero,
fueron varias las contribuciones de Agnolin a la paleontología
sudamericana, veremos que nos prepara para la próxima semana. Un
ejemplo de profesional y buena persona destacado por sus pares.
Imágenes de archivo.
Elorhynchus carrolli, una
nueva especie de rincosaurio del Triásico de La Rioja.
Investigadores hallaron una nueva especie de
rincosaurio, un animal cuadrúpedo y herbívoro de unos tres metros de
longitud que compartió hábitat con los primeros dinosaurios. El
descubrimiento se produjo en el Parque Nacional Talampaya, al
centro-oeste de la provincia de La Rioja.
Un equipo de paleontólogos argentinos dio a
conocer a Elorhynchus carrolli, un reptil herbívoro que vivió hace
230 millones de años. El nombre de esta nueva especie fue dado en
homenaje y en memoria de la bióloga Eloisa Argarañaz, quien
participó de las campañas en las que se produjo este hallazgo.
El descubrimiento se realizó en la Formación
Chañares, en La Rioja. El doctor Martín Ezcurra, uno de los jefes de
la Sección Paleontología de Vertebrados del Museo Argentino de
Ciencias Naturales (MACN) e investigador del CONICET, indicó a la
Agencia CTyS-UNLaM que “se encontraron fragmentos del cráneo de esta
nueva especie, incluyendo premaxilar, maxilar y dentario, parte del
sacro, las primeras vértebras de la cola y parte de la cadera”.
“El cráneo tiene una dentición muy
especializada compuesta por numerosas hileras de dientes y un pico
óseo en el hocico que le podría haber servido para el procesamiento
del alimento previamente a ser tragado, a diferencia de lo que
sucede en la gran mayoría de los reptiles”, especificó Ezcurra,
autor principal del estudio publicado recientemente en la revista
científica Journal of Systematic Palaentology.
Los rincosaurios tenían sus patas hacia los
costados de su cuerpo y la panza cercana al piso, de forma semejante
a los lagartos overos que viven actualmente. Estos animales eran
herbívoros y tienen un lazo de parentesco lejano con los cocodrilos
y dinosaurios.
<<<Posible aspecto de Elorhynchus carrolli.
“Los restos hallados pertenecen a varios
individuos, que fueron recolectados en diversas campañas realizadas
en Talampaya durante la última década y a partir de los cuales
pudimos reconocer que se trataba de una nueva especie”, comentó el
paleontólogo Lucas Fiorelli del Centro Regional de Investigaciones
Científicas y Transferencia Tecnológica de La Rioja
(CRILAR-CONICET).
La doctora Julia B. Desojo, investigadora del
CONICET en la División Paleontología de Vertebrados del Museo de La
Plata (MLP-UNLP) y directora del grupo Archosauriform Research Group
(ARG), indicó: “Somos un equipo de trabajo que está cumpliendo 10
años y está compuesto por investigadores, becarios y técnicos de
distintas instituciones del país”.
“Nos especializamos en el estudio de la
evolución de los arcosauriformes, tanto en lo que es su anatomía,
sus relaciones de parentesco, en sus patrones evolutivos y en todo
lo que es paleobiología, es decir, en cómo todos estos animales
cumplían roles en las comunidades continentales triásicas de América
del Sur y del mundo”, contó Desojo.
En este sentido, el doctor Ezcurra afirmó que
“cuando aparecen las primeras faunas de dinosaurios, los
rincosaurios eran formas muy abundantes; de hecho, en el Valle de la
Luna, en San Juan, donde se registraron algunos de los dinosaurios
más antiguos que se conocen, los rincosaurios son los animales más
abundantes que había en ese momento”.
<<<Esqueleto del rincosaurio
Scaphonyx , similar a Elorhynchus carrolli.
“Entonces, se conocen muchos ejemplares de
rincosaurios en Argentina, pero todos ellos pertenecen a una especie
que se llama Hyperodapedon ischigualastensis y ésta era la única
especie conocida en nuestro país hasta ahora que dimos a conocer a
Elorhynchus carrolli, la cual es más antigua y la podemos distinguir
por ciertas características en su cadera y en las primeras vértebras
de la cola”, precisó el investigador del MACN.
Esta especie nueva de rincosaurio permite poder
conocer mejor la temprana evolución de este grupo en el noroeste
argentino. “En particular, permite observar cómo se produjo la
transición de los rincosaurios que vivieron antes del surgimiento de
los primeros dinosaurios hasta los rincosaurios que llegaron a
convivir con estos reptiles desde los 233 millones de años hasta que
se extinguieron hace unos 227 millones de años”, mencionó el doctor
Ezcurra.
“A su vez, esta especie nos ayuda a establecer
mejor las correlaciones temporales entre la Formación Chañares y
otras formaciones del mundo, principalmente del hemisferio sur, para
el Triásico, porque esta especie está muy cercanamente emparentada
con especies del sur de Brasil, de Tanzania y de la India, los cual
indica que estas formaciones tenían edades aproximadamente
similares”, agregó.
Elorhynchus carrolli, a su vez, es la primera
especie de animal nueva publicada para la Formación Chañares en los
últimos 22 años. La mayoría de las especies fueron descritas entre
las décadas de los 60 y 70. Y, a fines del siglo XX, otras dos
especies fueron dadas a conocer de este yacimiento.
Además de los doctores Martín Ezcurra, Lucas
Fiorelli y Julia B. Desojo, también participaron de esta publicación
en la revista Journal of Systematic Palaentology la doctora Jimena
Trotteyn del Departamento de Biología de la Universidad Nacional de
San Juan y del CONICET y el doctor Agustín Martinelli del MACN y del
CONICET. Fuente; Emanuel Pujol (Agencia CTyS-UNLaM) –
Hallan fósiles de un extraño ungulado
sudamericano en las costas de Punta Indio y Mar de Ajó.
Luego de la extinción de los dinosaurios, hace
unos 65 millones de años de antigüedad, América del Sur quedó
aislada de otros continentes durante mucho tiempo hasta reconectarse
con América del Norte mediante el surgimiento del Istmo de Panamá.
Durante todo el tiempo de aislamiento, en
Sudamérica los mamíferos evolucionaron separadamente a los de otros
continentes y esto resultó en varios tipos únicos. Uno de ellos es
el de los conocidos científicamente como preoterotéridos. Los
proterotéridos fueron mamíferos con cascos (conocidos comúnmente
como ungulados) que tenían un solo dedo en cada una de las patas, al
igual de lo que ocurre con los caballos. Los proterotérdiso
adquirieron este rasgo de manera paralela a los caballos y lo
perfeccionaron aún más: a los lados del dedo central de las patas,
en los caballos aún existen los relictos de los otros dedos; en los
proterotéridos esos dedos ya habían desaparecido por completo.
Los proterotéridos fueron mamíferos corredores
del tamaño de un ciervo que fueron muy abundantes, especialmente en
la Patagonia. Hace unos 3 millones de años, por motivos
desconocidos, los proterotéridos sufren una gran extinción y con
solo dos especies sobrevivientes distribuidas en Brasil, Uruguay y
Norte y Centro de Argentina. Los investigadores pensaron que su
ausencia en la Región Pampeana se debía a que eran exclusivos de
ambientes arbolados o con arbustos.
Recientemente, investigadores del Museo
Argentino de Ciencias Naturales y Fundación de Historia Natural
Félix de Azara, dieron a conocer los restos de proteróteridos
encontrados en las costas de Punta Indio y Mar de Ajó. Los
investigadores descubrieron los restos rodados en la playa y
reconocieron que los de Punta Indio tienen una antigüedad aproximada
de dos millones y medio de años, mientras que los de Mar de Ajó,
tienen unos 40.000 años. Estos restos muestran que los proterotéridos
estuvieron presentes en varias localidades distantes de la provincia
de Buenos Aires, y muestran que hipótesis previas estaban erradas.
En Punta Indio, junto con el proterotérido,
fueron encontrados restos variados de toda una fauna hoy en día
desaparecida, incluyendo perezosos gigantes, gliptodontes,
armadillos de gran tamaño, osos, grandes guanacos, pecaríes y muchos
otros animales de gran tamaño conocidos en conjunto como megafauna.
Todos ellos, incluyendo los proterotéridos
desaparecieron hace unos 10.000 años antes del presente. Su
desaparición es aún tema de debate. En aquel momento ocurrió un
cambio climático, que hizo al clima más benigno y húmedo. Este
cambio habría afectado negativamente a todos aquellos megamamíferos
que estaban bien adaptados al clima frío y seco típico de la “Era
del Hielo”. Más aún, la llegada de los primeros hombres al
continente en aquel mismo tiempo, habría también afectado
negativamente a esos mamíferos, debido a la sobrecaza.
Este nuevo estudio es una importante
contribución al entendimiento y estudio de los mamíferos fósiles
argentinos. En este estudio participaron los investigadores
Federico Lisando Agnolin, Nicolas Roberto Chimento y Marcelo R.
Bruyere. Reconstrucción realizada por Sebastián Rozadilla. Fuente;
Laboratorio de Anatomía Comparada y Evolución de los Vertebrados
Hallan fósiles de carácidos,
una especie de pez del Plioceno de Monte Hermoso.
El Museo “Carlos Darwin”, de Punta Alta y
Pehuen-co, en el sur de la provincia de Buenos Aires, conserva
colecciones valiosísimas del pasado de la región Pampeana. Entre los
materiales que custodia se encuentra un conjunto diverso de fósiles
provenientes de la conocida localidad de Farola de Monte Hermoso
(Plioceno inferior).
Este sitio tiene depósitos sedimentarios
fluviales que indican que en el pasado había un gran río
posiblemente vinculado con el sistema de cuencas del
Colorado-Macachín. En estos sedimentos fluviales se preservaron
restos de distintas especies de peces, como grandes percas hoy
extintas (Plesiopercichthys
dimartinoi), varios tipos de bagres, incluyendo
trichomicterinos; y restos de pequeños carácidos, un grupo de peces
que comúnmente conocemos con el nombre de mojarras o lambarí.
Pese a que en la actualidad los carácidos
forman parte de uno de los grupos de peces mas diversos del mundo
(con más de 1000 especies vivientes), es muy poco lo que se sabe
sobre su registro fósil. Los ejemplares de carácidos descubiertos en
la Farola de Monte Hermoso son los más antiguos que se
conocen para la región pampeana y tienen una combinación de
rasgos anatómicos muy particulares.
<<<Aspecto de un caracido
en la actualidad, semejante a los del Pliocenio.
Debido a que solo se pudieron recuperar unos pocos
huesos de las mandíbulas, no fue posible ajustar la identificación
más allá del nivel familiar, sin embargo los resultados obtenidos
son prometedores y constituyen un pequeño avance para entender mejor
la historia de estos pequeños peces.
El artículo fue publicado en la revista
francesa Comptes Rendus Palevol por investigadores de la Fundación
Azara, Universidad Maimónides, el Museo Argentino de Ciencias
Naturales “Bernardino Rivadavia” y la Fundación Miguel Lillo.
Cita de la publicación: S. Bogan, F.L. Agnolin
y J.M. Mirande (2021). Fossil record of a Characiform in the Monte
Hermoso Formation (lower Pliocene), Buenos Aires, Argentina.
Palaeobiogeographical implications. Comptes Rendus Palevol, 20(4):
49-55.
https://doi.org/10.5852/cr-palevol2021v20a4
Restos fósiles de un
gliptodonte en las Encadenadas.
Lo dijo el arqueólogo Fernando
Oliva, responsable de nuestra zona del Centro de Registro
Arqueológico y Paleontológico de la Dirección Provincial de
Preservación Patrimonial al ser consultado por Reflejos sobre los
restos fósiles encontrados hace unos días atrás por el vecino Manuel
Bros en la isla de la laguna las Encadenadas, donde se ubica el Club
de Pesca y Turismo Pigüé.
“En principio serían restos
paleontológicos de megafauna extinta que vivió en nuestra pampa por
dos o tres millones de años. Hay diferentes especies. Por las fotos
que nos enviaron de las capas dérmicas del animal, esto nos podría
indicar la presencia de una animal que vivió hace bastante tiempo en
la región, lo cual es sumamente interesante y atractivo. Alguna de
estas especies convivieron con el Hombre, cazador y recolector hace
ocho, nueve y diez mil años en las pampas; pero hay algunas otras
especies que tiene mucho más tiempo, incluso hasta dos o tres
millones de años” señaló Oliva.
Al referirse a la fisonomía del
animal al que podrían pertenecer los restos, el arqueólogo explicó
“Es como una mulita o un peludo pero mucho más grande que tienen las
placa de estos animales pero mucho más grande y de otras formas que
son características y cada forma indica la especie de qué se trata;
entonces teniendo en cuenta esas placas, estamos hablando de
animales que pueden ser de un metro de diámetro de grande hasta dos
metros y medio o tres. Eso no se va a saber hasta que uno excave en
el lugar.”
Respecto de la variedad de
gliptodontes que habitaron esta zona, Fernando Oliva detalló “En
términos biológicos no es que la mulita descienda de estos
gliptodontes sino son parientes porque tienen antepasados en común.
Algunas de estas especies se extinguieron en el tiempo por muchas
causas: los ambientes cambiaron, con mayor pastizal u otro tipo de
circunstancia, no fueron adaptados. Hay varias hipótesis sobre el
tema, pero lo interesante es que vivieron en nuestro lugar e incluso
algunos de ellos vivieron con los primeros grupos humanos que
habitaron en estos lugares. Dentro de estos gliptodontes tenemos
diferentes especies. Habría que ver a cuál corresponde.”
Sobre los próximos pasos a dar
para la preservación del lugar que garantice la investigación de los
restos paleontológicos, el arqueólo Oviva anticipó “Estamos
trabajando con la secretaría de cultura municipal para tratar de
intervenir en el lugar, dar una mejor respuesta y evaluar si hay que
extraerlo o dejarlo allí porque generalmente ocurre que a vece se
extraen los restos y después quedan arrumbadas en algún galpón.
Entonces la idea es hacer un proceso que tenga un principio y un fin
para que la comunidad pueda aprovecharlo porque estas cuestiones
también son educativas. Poner la mirada hacia el mismo lugar pero en
una profundidad temporal hace que empecemos a ver otro tipo de
cuestiones en el mismo espacio, respetando y valorándolo un poco
más. Para esto sirve la arqueología y la paleontología” afirmó el
profesional.
“Mi idea es hacer una visita al
lugar para realizar un diagnóstico y en base a eso definir qué se va
a hacer: si se excava o se va a dejar en el lugar y de qué manera.
Sea cual sea la decisión, creo que el distrito de Saavedra cuenta
con diferentes lugares – como por ejemplo museos – en los que se
podrían exhibir estos restos o se podrían dejar y armar un centro de
interpretación en el lugar. Se me ocurren varias cosas pero
independientemente de si se sacan o se dejan se puede también contar
esta historia a través de carteles” opinó Oliva.
Además, el arqueólogo subrayó la
importancia de que toda la comunidad se comprometa en el cuidado de
dichos restos, enfatizando que no son hallazgos comunes y permiten
resignificar el lugar.
“Este es un recursos patrimonial
no renovable. Muchas veces la gente cree que se saca una placa y se
la lleva, total se excava, pero si se saca se rompe y nunca más lo
recuperamos, porque para nosotros es muy improtante el contexto, el
sedimento en donde está enterrado. No es lo mismo que después nos
digan que estaba en tal o cual lugar, por eso articulamos con la
municipalidad para que se coloquen carteles indicando la imporancia
del lugar y que ya va a ser estudiado. Esto hay que cuidarlo entre
todos porque este tipo de hallazgos, si bien no son únicos, tampoco
se dan todos los días” finalizó Fernando Oliva. Fotos del
yacimiento: gentileza de Gino Ciarlantini. (Semanario Reflejos).
Fuentes: Editor Nuevo Día Digital
Importantes hallazgos de fósiles en Camet Norte.
Un
pequeño pueblo de la costa bonaerense se constituye en la cuna del
nacimiento y desarrollo de una nueva rama de la ciencia en
Argentina: la biología molecular y genética aplicadas a la
paleontología.
Camet
Norte es un pequeño y muy pintoresco pueblo costero de la costa
bonaerense que se encuentra ubicado a apenas 20 minutos de Mar del
Plata.
Es
conocido y visitado por turistas amantes de la naturaleza y el
paisaje y destaca por su riqueza patrimonial desde el punto de vista
natural y cultural, donde destaca su patrimonio Paleontológico que
remonta a la épocas de la última Era de Hielo, y que ahora lo
posiciona entre los yacimientos Paleontológicos más espectaculares
del mundo por su capacidad de preservar material genético fresco en
las piezas paleontológicas halladas.
Especialmente es elegido por sus playas naturales de costa
acantiladas baja, enmarcadas también en un muy llamativo y
particular diseño urbano con pintorescas “casitas de colores”
Al
mismo tiempo, es base de diversas Instituciones, Museos y Centros,
dedicados al estudio y la preservación de ambientes y registros
patrimoniales únicos. (Geológicos Arqueológicos y Paleontológicos) y
destino de diversas visitas por parte de comitivas científicas
nacionales y hasta internacionales.
Así,
en medio de la temporada estival y entre sombrillas y bañistas, esta
semana, en una actividad coordinada por el Centro de Estudios
Comunitarios para la Identidad, el Ambiente y el Patrimonio
Pachamama (CECIAPP) Camet Norte recibió la visita de investigadores
y becarios de las Universidades Nacionales de Rosario, La Plata y
Mar del Plata, en el marco del desarrollo de diversas tareas que se
articulan con el Museo Municipal de Ciencias Naturales Pachamama,
del partido de Mar Chiquita.
<<<Imagen ilustrativa.
Las
actividades programadas, estudios y proyectos en curso se vinculan
Genética Molecular y además a otros aspectos como a la Geodiversidad,
la Paleodiversidad y la Biodiversidad presente, como así también a
Cambio Climático.
Así,
durante los últimos días se realizaron varias caminatas de
reconocimiento del territorio y del patrimonio natural y cultural
existente, y de prospección en el Yacimiento Camet Norte, la
selección y toma de muestras para la realización de nuevos estudios
de ADN relacionados con la filogenia y/o filogénesis (datos de
parentesco que además permiten inferir caminos evolutivos) de los
animales prehistóricos extinguidos que habitaron esas tierras hace
miles de años.
Las
acciones se desarrollan de manera conjunta y colaborativa entre las
instituciones universitarias mencionadas, el Museo Municipal de
Ciencias Naturales Pachamama dependiente de la Secretaría de Cultura
y Educación, otras provinciales y nacionales, e instituciones
vinculadas a la protección y preservación, conservación y uso social
tanto del territorio como del ambiente natural y el patrimonio
local, como el CECIAPP. Fuente;
Noticiasmdq.com
Por la bajante del río
encontraron restos fósiles en Junín.
Decenas de restos fósiles de gliptodontes y de
los antepasados prehistóricos del elefante y el caballo, que
habitaron hace más de 10 mil años el territorio bonaerense, fueron
hallados en el río Salado, a la altura de la ciudad bonaerense de
Junín, luego de una bajante de ese curso de agua debido a la sequía
que afecta a la región.
Así lo confirmó a Télam José María Marchetto,
coordinador del Museo Municipal Paleontológico Legado del Salado (Mumpa)
de Junín, quien pidió a los pobladores que no extraigan los restos
que quedan expuestos ya que “se trata de un yacimiento
paleontológico de la megafauna bonaerense” y deben dar aviso a las
autoridades pertinentes.
”Las aguas del río Salado, en el tramo que
atraviesa la ciudad de Junín, bajaron más de lo normal producto de
la sequía y eso trajo aparejada una gran cantidad de descubrimientos
y rescates de diversos restos fósiles de animales que habitaron la
región hace más de 10.000 años”, precisó el especialista. No es la
primera vez que una bajante del río permite hallar restos
prehistóricos: ya en 2018, tras las inundaciones de 2017 que
afectaron el territorio bonaerense, aparecieron en la costa restos
de maxilares, colmillos, fémures, cráneos y una gran cantidad de
restos de la megafauna que habitó allí.
En esta nueva bajante, según explicó Marchetto,
“se rescataron piezas de Macrauchenia, un animal que en su
morfología era muy similar a la llama, pero más grande y más pesado,
ya que alcanzó los 1000 kilos, con una trompa corta, similar a la
del tapir y tres dedos por pata”.
”También se hallaron piezas de Stegomastodon,
un animal emparentado con el elefante actual, muy similar al mismo
en tamaño, que poseía un peso aproximado de 7500 kilos y sus
defensas eran más rectas que las del elefante actual”, precisó. Por
otra parte, informó que “se encontraron restos de Toxodón, un animal
parecido al hipopótamo; llegó a pesar e incluso superar los 1000
kilos, y su principal característica es que los dientes de su
maxilar estaban arqueados, de aquí que se lo haya bautizado con el
nombre Toxodón, que significa ‘diente en forma de arco’”.
Se hallaron también “restos de perezosos
gigantes, entre ellos de Megaterio, animal emparentado con el actual
perezoso de la Amazonia, pero con la diferencia de que el Megaterio
llegó a medir unos seis metros de altura parado en dos patas y su
peso alcanzó los 5000 Kilos; y fósiles de Gliptodontes, animales
emparentados con las actuales mulitas y armadillos, cuyos
representantes de mayor tamaño llegaron a tener las dimensiones de
un automóvil”.
Marchetto sostuvo que “también aparecieron
piezas de organismos un poco más pequeños como de Equus Neogeus,
emparentado con el caballo actual, y morfológicamente hablando,
prácticamente igual al mismo o el género Dusicyon, que reúne a
varias especies de zorros”. Los integrantes del Mumpa Legado del
Salado fueron los encargados de realizar los rescates junto con la
colaboración de vecinos de la ciudad.
”En general los vecinos colaboran, pero siempre
existen personas que hacen cosas indebidas y se encontraron en el
río excavaciones ilegales de personas que se llevaron y rompieron
distintas piezas fósiles, entre ellas un fragmento de defensa de
Stegomastodon de gran relevancia cultural y científica”, destacó.
El especialista recordó que los restos están
protegidos por la ley nacional de protección del patrimonio 25.743,
que establece que “los fósiles sólo pueden ser rescatados por
personal idóneo, que sepa cómo efectuar los mismos sin dañar los
fósiles y que tengan los permisos legales para hacerlo”.
”Los fósiles no tienen valor económico, no son
de nadie, son de todos, o sea, son patrimonio de la Nación, por lo
que deben estar en un museo para que todo el mundo pueda verlos y
estudiarlos”, explicó. En este sentido advirtió que llevarse fósiles
“es considerado un acto de vandalismo y puede ser penado con multas
o incluso prisión, en algunos casos”.
Los integrantes del museo apelan a que “la o
las personas que realizaron estos actos lo hayan hecho en el marco
del desconocimiento de la ley, y por lo mismo devuelvan las piezas
sustraídas”, llevando toda esta situación a buen término. El
coordinador del Mumpa pidió que aquellas personas que encuentren un
resto fósil puedan mandar un mensaje privado a la dirección de
Facebook del Museo Legado del Salado Junín. Fuente: Télam
Recuperan fósiles de Panochthus,
el gliptodonte más grande de Santiago del Estero.
En Santiago del Estero se hallaron
restos de un gliptodonte, pertenecientes al género Panochthus
sp. y que por su "morfología da cuenta de un ejemplar no
registrado para la región Chaco austral y se trataría de uno de los
de mayor tamaño encontrados en nuestra provincia", indicaron los
investigadores de la Dirección General de Patrimonio Cultural.
Se trata de placas óseas que conforman la coraza del animal, las
cuales se encontraron en la cuenca del río Dulce, a la altura de Los
Miranda (Departamento Río Hondo) y el registro incompleto ha sido
identificado por un equipo de paleontólogos conformado por Raúl
Vezzosi (Conicet, Uader) Pablo Gaudioso (Conicet, IML) y Andrés
Rinderknecht (Mnhn).
Los investigadores indicaron que "la
morfología observada da cuenta de una ejemplar no registrado
para la región Chaco austral durante el cuaternario, de modo
que por su relevancia es menester profundizar en el estudio
de este singular fósil pleistocénico".
Se trata de un "representante extinto de la
mega fauna local" y, agregaron que "se trataría de uno de
los gliptodontes de mayor tamaño encontrados actualmente en
nuestra provincia".
Por su parte, la responsable del
área de Antropología y Ciencias Naturales, Analía Sbattella comentó
que a "diferencia de los recuperados recientemente por esta
Dirección, uno en Weisburd y otro en Campo Gallo, este ejemplar
contaría con una masa corporal que supera la tonelada y puede
alcanzar los 2,5 a 3 m. de longitud".
"Eran herbívoros especializados
que habitaron en espacios abiertos bajo un clima frío y seco", dijo.
A la vez los especialistas manifestaron que "si bien se trata de
animales de gran antigüedad (35 millones de años), las
características que se evidencian de este registro y la antigüedad
de los sedimentos que lo contenían podrían ubicarlo temporalmente
entre el Pleistoceno final y comienzos del Holoceno (126000 - 11000
Antes del Presente/AP)".
También detallaron que la aparición reciente en el lecho del río
pudo ser provocada por la acción erosiva que ejerce el mismo sobre
los diferentes estratos sedimentarios, particularmente en aquellos
que suelen alojar restos fósiles.
Y añadieron que en esta
oportunidad este antiguo acorazado quedó al descubierto por
el descenso del nivel del agua. Fueron los vecinos Franco
Salas, Ezequiel Melián, Adrián Matiello, Exequiel Aragón y
Antonio Sandoval quienes dieron aviso y colaboraron en el
rescate, junto al personal técnico de la Dirección y a
Adolfo Mussi, instructor y presidente de la Escuela de
Canotaje "Palas Santiagueñas", quien pudo coordinar y
prestar equipamiento adecuado para facilitar su extracción
del río.
Una vez finalizado el rescate, los
restos fueron depositados en las dependencias de la Dirección
General de Patrimonio Cultural con el objeto de "ser resguardados
para la realización de estudios, enmarcados dentro del proyecto de
investigación que lleva adelante el equipo de profesionales sobre la
Paleontología del Neógeno de Santiago del Estero". Fuente
Cronica.com.ar
Encontraron restos
fósiles de un dinosaurio que podría ser el más grande de la
historia.
El saurópodo
titanosaurio gigante está compuesto por una secuencia articulada de
20 vértebras caudales y varios huesos apendiculares. Según las
estimaciones de los palentólogos, el ejemplar rondaría los 40 metros
de largo.
El hallazgo de los
restos fósiles de un ejemplar de titanosaurio que vivió hace unos 98
millones de años en Neuquén llamó la atención de investigadores
argentinos y extranjeros, ya que podría ser el animal terrestre más
grande alguna vez encontrado en la historia al rondar más de 40
metros de largo y probablemente superando las 70 toneladas de peso.
El hallazgo y la investigación, publicadas en la revista científica
Cretaceous Research, también muestra que este ejemplar reveló la
existencia de una nueva especie de dinosaurio que ayuda a comprender
de manera más acabada la anatomía de estos gigantes, y a la vez
brinda nueva información sobre la evolución de la masa corporal de
la especie.
"Si bien se encontró hace un par de años, es tan grande el ejemplar
que nos está llevando mucho tiempo extraerlo, lleva mucha logística
pero justamente con los pocos materiales que se han recuperado
corresponde sin dudas a uno de los dinosaurios más grandes, aunque
todavía no podemos decir a ciencia cierta si es el más grande", dijo
a Télam Alberto Garrido, geólogo de la Universidad Nacional de
Comahue y director del museo de Ciencias Naturales "Juan Olsacher",
quien trabaja en la excavación.
"A medida que vayamos recuperando más material y haya huesos que
sean comparables con otros conocidos nos dará más certezas. Es un
trabajo lento y minucioso", explicó. Los materiales hallados se
encuentran alojados en el Museo de Ciencias Naturales "Prof Dr. Juan
Olsacher".
"Lo llamativo es que
los restos de los grandes titanosaurios son muy fragmentarios,
aparecen 3 o 5 huesos y en base a eso el paleontólogo reconstruye al
ejemplar en su totalidad. Hasta el momento, hasta donde llegamos con
las excavaciones, viene articulado, entonces es un hallazgo
formidable", destacó Garrido.
"Es interesante que comprobamos la antigüedad de 98 millones de años
y, si bien existían huellas de grandes dinosaurios, hasta ahora no
se habían encontrado restos de huesos. Sí de grandes carnívoros.
Abre un panorama distinto para lo que se conocía", aclaró.
Según las estimaciones de los paleontólogos, el ejemplar rondaría
los 40 metros de largo y pesaría más de 80 toneladas, un porte que,
de confirmarse, superaría en un 15 por ciento al dinosaurio más
grande hallado hasta el momento, el Patagotitan mayorum.
"Uno de los temas de investigación más fascinantes en el campo de
los dinosaurios saurópodos es la evolución del gigantismo. Este
ejemplar se considera uno de los saurópodos más grandes jamás
encontrados, probablemente superando en tamaño a Patagotitan",
explicaron en la revista Cretaceous Research.
"Lo llamativo es que
los restos de los grandes titanosaurios son muy fragmentarios,
aparecen 3 o 5 huesos y en base a eso el paleontólogo reconstruye al
ejemplar en su totalidad. Hasta el momento, hasta donde llegamos con
las excavaciones, viene articulado, entonces es un hallazgo
formidable". Fuente; Infobae.
Investigan un
Gliptodonte que tiene casi 4 millones de años, una nueva especie
para la ciencia.
A pesar de ser el
primer fósil hallado en las costas del río Dulce, recientemente fue
“descubierto” como un ejemplar excepcional. Uno de los museos más
ricos de la ciudad aguarda ansioso a los turistas.
El director del
Museo Municipal Rincón de Atacama, Sebastián Sabater,
está ligado a la investigación y hallazgos de restos fósiles hace 32
años cuando con un grupo de amigos fundó el Museo Rincón de Atacama,
que años después se transformó en municipal.
“Yo me siento
inmensamente feliz trabajando en el museo, es una decisión de vida
que tomé en el año 87 de dedicarme a esta actividad. El 25 de
noviembre, el museo cumplirá 32 años y me siento muy realizado en
este trabajo, es un gran desafío. Uno cuando se apasiona por algo
saca lo mejor de sí mismo y es lo que siento que me pasó.
Me dediqué
con profundidad para que crezca el museo en cantidad de material,
porque nuestra ciudad es turística y necesitaba un lugar que cumpla
con esa tarea turística, cultural y social importante. Hoy el museo
tiene en exposición 1000 ejemplares de las distintas colecciones,
más lo que está en depósito. El objetivo fue tener el registro
científico de la arqueología, la paleontología de vertebrados, la
paleobotánica, la entomología de la región, y para ello hemos
golpeado puertas de las instituciones para poner en marcha este
proyecto”.
Sabater reveló que
en coincidencia con el 66º aniversario de la ciudad, desarrollan un
trabajo de investigación de un Gliptodonte que data de unos
3.700.000 años. “A través de un convenio que tenemos con la
Universidad del Nordeste de Corrientes y el Centro de Ecología
Aplicada de El Litoral estamos trabajando en la limpieza y
preparación del caparazón de un Gliptodonte que es el primer fósil
que trajimos de la orilla del río Dulce. Estuvo muchos años en la
vitrina. En una visita, un especialista me comentó que se trataba de
una nueva especie para la ciencia y desde ahí estamos realizando el
trabajo de limpieza y preparación para darlo a conocer como una
especie nueva y con un técnico del Cecoal lo estamos preparando y
por suerte dentro del caparazón pudimos encontrar el cráneo completo
y sacar las placas óseas. La verdad que es un muy importante
hallazgo desde el punto de vista científico”.
Científicos dataron con
precisión la piel momificada de un perezoso gigante.
Aunque está
exhibición desde hace tiempo, su antigüedad era dudosa. Un nuevo
estudio indica que vivió hace 13 mil años y coexistió con los
primeros humanos de América del Sur
Producto de una
expedición científica organizada en 1899 por el Museo de La Plata (UNLP),
llegó a sus colecciones la piel momificada de un milodonte, un
género extinto de animales que habitó durante el Pleistoceno, época
que abarca desde aproximadamente 2 millones y medio hasta 10 mil
años atrás. Exhibido hasta hoy en una de las salas, el material es
un verdadero tesoro teniendo en cuenta su sorprendente grado de
conservación: aún tiene pelos y partes blandas. Luego de amplias
discusiones acerca de su antigüedad, el recorte de cuero perdió algo
de interés paleontológico, hasta que recientemente un grupo de
expertos retomó su estudio y volvió a datarlo, esta vez con
sofisticadas técnicas que no dejaron lugar a dudas: el dueño de ese
tejido vivió hace unos 13.200 años. La novedad acaba de publicarse
en la revista Quaternary Science Reviews.
El perezoso gigante
–forma común de llamar a este género– fue uno de los animales
terrestres de mayor tamaño de América del Sur, con un peso de más de
1 tonelada y 3 metros de longitud. Tenía enormes garras y andaba en
cuatro patas, aunque se piensa que podía adoptar la posición bípeda.
De hábitos herbívoros, formó parte de la megafauna sudamericana,
como se conoce a los grandes mamíferos que coparon esta parte del
planeta.
La piel de la que
habla el artículo fue encontrada en la Cueva del Milodón, una formación natural ubicada al sur de Chile
explorada a fines del siglo XIX con incontables restos
paleontológicos en su interior, e incluso evidencia de actividad
humana. Como en ese momento se estaban estableciendo los límites
geográficos con nuestro país, su dominio no estaba claro, y eso
permitió que expediciones de distinta procedencia recolectaran
materiales. Cuenta la historia que cuando algunos restos llegaron a
ojos del naturalista argentino Florentino Ameghino, este aseguró que
pertenecía a una especie viviente, lo cual desató una verdadera
fiebre por encontrar un ejemplar vivo, algo que por supuesto no
sucedió.
“La piel es
realmente llamativa: tiene un centímetro y medio de espesor con
pelos largos de color amarillo rojizo y es dura como la madera. En
lo que sería el interior, está tapizada por un montón de huesos
pequeños que forman como una armadura, propia de algunas especies de
perezosos fósiles”, explica Néstor Toledo, investigador del CONICET
en la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad
Nacional de La Plata (FCNyM, UNLP) y uno de los autores del trabajo.
Datada en 1974 con resultados dudosos, el equipo de científicos
volvió a mandar una muestra al mismo laboratorio de radiocarbono
–método para determinar la edad de materiales que contienen carbono–
que había realizado el análisis anterior, en Estados Unidos. Esta
vez, arrojó una antigüedad superior a los 13 mil años. A su vez,
11.300 años fue lo que mostró un fragmento de hueso del cráneo
procedente de la misma cueva que los autores enviaron a medir a un
laboratorio argentino, igual antigüedad que se le asigna a dos
punzones, herramientas de hueso talladas por el humano, encontrados
junto al cuero del animal, según consta en los reportes originales
del hallazgo.
El trabajo de los
especialistas también incluyó el registro de dos omóplatos de
perezoso, uno de ellos perteneciente a la colección local y el otro
a la del museo de ciencias naturales de Zúrich. Como valor agregado,
estas piezas óseas, que cuentan con un fechado de entre 12 y 13 mil
años, tienen marcas de corte realizadas por herramientas y otras de
arrastre por el suelo. “Constituye una evidencia indirecta de la
presencia humana que por supuesto hay que seguir estudiando, pero es
una prueba indiscutible de convivencia con el ser humano y, de
comprobarse, sería una de las más antiguas de América del Sur”,
señala Leandro M. Pérez, investigador del CONICET en la FCNyM y
primer autor de la publicación. Esta cuestión cobra un interés
especial teniendo en cuenta el debate sobre la coexistencia o no de
esta fauna con los primeros pobladores.
Además de las nuevas
edades obtenidas, la investigación de los expertos del museo incluye
una revisión exhaustiva de todos los fechados de restos asignados a
milodontes encontrados en la misma cueva que constan en la
literatura científica. Comenzando por el primero de ellos, realizado
en 1951 por Williard Libby, nada menos que el ganador del Premio
Nobel de Química en 1960 y creador del método por radiocarbono,
verificaron un total de 36 registros, descartando aquellos que
resultaran fallidos o inciertos. “Nos tomamos el monumental trabajo
de buscar cada dato publicado, rastrear la muestra a la que alude y
llamar al laboratorio encargado de la datación para ir trazando una
correspondencia entre las referencias. Encontramos algunos errores y
dejamos solo aquellos valores históricos confiables”, detalla Pérez,
y agrega: “No es que antes se trabajara mal, sino que no existían
los protocolos que hay hoy.
No se sabía de la importancia de incluir una
foto o un dibujo del material o de asignarle un número de
catálogo en la colección, por ejemplo”. Como reflexión
final, los investigadores destacan dos valores importantes
del trabajo. “Por un lado, el interés a nivel climatológico
teniendo en cuenta que fue una época de glaciaciones
intermitentes, con condiciones durísimas debido al frío y la
cantidad de hielo, en la que sin embargo esa cueva estuvo
habitada de manera continuada al menos durante mil años, de
acuerdo a nuestra revisión bibliográfica.
En ese sentido, despierta infinidad de preguntas acerca de cómo pudo
haber evolucionado esa fauna, que en el caso de los perezosos eran
gigantes y lanudos, mientras que sus parientes actuales son pequeños
y viven colgados de los árboles en las selvas tropicales”, argumenta
Toledo. A su tiempo, Pérez alude a la segunda cuestión relevante,
relacionada a “la importancia de valorar el patrimonio que tenemos y
la forma de trabajar de los naturalistas de entonces, que viajaban a
lugares lejanos y hostiles sin saber siquiera si regresarían con
vida. Muchos museos del mundo tienen piezas de este sitio porque las
compraron a coleccionistas, pero en cambio son muy pocos los que,
como el nuestro, tienen materiales recuperados en expediciones
científicas organizadas y comandadas por investigadores de la
institución”.
Momificación: ¿sí o
no?
Aunque se habla de
piel “momificada”, la realidad es que no se sabe si el término
aplica exactamente a la condición de conservación que evidencia el
famoso cuero de perezoso. “No es como uno podría imaginarse una
momia inca o egipcia, sometida a una serie de tratamientos adrede
para preservarla de ese modo. Aquí no hubo deshidratación porque la
cueva es terriblemente fría y húmeda, y tampoco fue por
congelamiento. Lo que tuvo lugar fue un proceso más complejo para el
cual ahora mismo estamos realizando análisis químicos de unas fundas
de microcristales que recubren cada pelo, y que vimos por
microscopía electrónica”, describen los autores, que hablan de una
suerte de “curtido natural”. El material estaba sepultado bajo una
gruesa capa de estiércol de un metro de grosor, compactado y sin
oxígeno. “Pensamos que los excrementos produjeron la liberación de
taninos, compuestos químico que precisamente se utilizan para curtir
cueros, y eso desató el procedimiento de manera espontánea”,
concluyen los expertos. Fuente Conicet.
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