Noticias de Paleontología 2023: Hallan los primeros restos en
Argentina de Thalassocnus, un perezoso marino del Mio-Plioceno.
Patagorhynchus pascuali, el nuevo ornitorrinco del Cretácico de Santa
Cruz. Descubren huellas de “patinadas” de dinosaurios en el Cretácico de
Neuquén. Yatenavis ieujensis, un ave que habitó en el Cretácico de Santa
Cruz. Nuevos datos de la habilidad visual del extinto
Thylacosmilus o marsupial dientes de sable. Recuperan fósiles de
un Smilodon o tigre dientes de sable en la localidad de Ezeiza.
Nuevo estudio sobre fósiles de Plesiosauros de la Patagonia Argentina.
Investigadores argentinos dan a conocer el primer registro de
viviparidad en serpientes documentado en Messelophis variatus, una boa
del Eoceno. El Patagotitan, el dinosaurio argentino más grande del
mundo llega al Museo de Historia Natural de Londres. Recuperan fósiles
de un Perezoso Gigante en el Pleistoceno de Venado Tuerto, Santa Fe.
Hallan en San Pedro fósiles de Dusicyon avus, un gran zorro extinto.
Reconstrucción en 3D el cráneo de Manidens condorensis, un pequeño
dinosaurio jurásico. Chucarosaurus diripienda, una nueva especie de
dinosaurio gigante del Cretácico de Río Negro. Pelecanus paranensis, una
nueva especie de pelicano del Mioceno de Entre Rios. Un niño de 8 años
encontró fósiles de un perezoso gigante de la edad de hielo en Miramar.
Importante hallazgo de restos fósiles de Megaterio en Camet Norte.
Hallan fósiles de pájaro carpintero más completo de Sudamérica en el
Pleistoceno de San Pedro. El hueso medular en pingüinos fósiles, sería
la clave de la diferenciación sexual. Huellas de dinosaurios adultos
muestran que estos cuidaban a las crías. El hallazgo de Venetoraptor
gassenae, un ancestro de los reptiles voladores. Chubutinectes carmeloi,
un nuevo reptil marino de cuello largo en el Cretácico de Chubut.
Encuentran restos de aves del Holoceno. Inawentu oslatus, una
nueva especie de dinosaurio sauropodo del Cretácico de Neuquén. Más de
6.400 piezas paleontológicas robadas vuelven a Río Negro. Estudian cómo
se alimentaban los delfines Notocetus vanbenedeni y Phoberodon
arctirostris, del Mioceno de Patagonia. Plohophorus avellaneda,
una nueva especie de gliptodonte en Olavarría. Nuevos restos de un
marsupial dientes de sable. Vultur messii, una nueva especie de cóndor
fósil del Plioceno de Catamarca y que honra a Lionel Messi. Hallan
fósiles de un Scolecophidia, una culebra ciega del Cuaternario de Entre
Ríos. Hallan fósiles de un Scolecophidia, una culebra ciega del
Cuaternario de Entre Ríos.
Hallan fósiles de un Scolecophidia, una culebra ciega
del Cuaternario
de Entre Ríos.
El importante hallazgo se
realizó en la provincia de Entre Ríos. Un grupo de investigación del
CICYTTP, logró el registro de un fósil importante para Argentina,
tal como da cuenta el artículo publicado recientemente en una
revista de alcance internacional.
El estudio, llevado a cabo por
Matías Peralta y Brenda Ferrero, investigadores del Laboratorio de
Paleontología de Vertebrados del Centro de Investigación Científica
y Transferencia de Tecnología a la Producción (CICYTTP, CONICET-Prov.
Entre Ríos-UADER), permitió describir un ejemplar fósil de culebra
ciega (Scolecophidia). Se trata del primero para nuestro país y es
uno de los pocos conocidos para Sudamérica. Este grupo de serpientes
fue previamente reportado en el Cretácico Tardío de Brasil y en el
Mioceno de Colombia.
El descubrimiento fue
presentado en la revista Historical Biology y consiste en
una vértebra completa aislada de 1 mm. de largo, que fue
encontrada en la barranca del Arroyo Doll, en cercanías de
la localidad entrerriana de Molino Doll, en sedimentos que
tienen una edad aproximada de 10 mil años. El nivel de
preservación del ejemplar y el trabajo comparativo realizado
permitió ajustar la determinación del fósil al nivel de
género, algo poco frecuente en trabajos previos donde se han
reportado restos fósiles de este grupo de serpientes. El
género Epictia (Leptotyphlopidae) presenta
algunas especies vivientes que actualmente se encuentran
distribuidas en el centro y norte de Argentina.
Además del reporte y
descripción del fósil, el análisis comparativo realizado con
especies vivientes de Argentina permitió determinar y describir
características morfológicas que serían de utilidad para identificar
restos fósiles a nivel familiar o incluso genérico. El trabajo de
investigación permite afirmar a Peralta que "la vértebra encontrada
tiene cerca de 1 mm. de largo, lo que revela el valor del esfuerzo
metodológico del trabajo realizado".
El descubrimiento del ejemplar
fósil se enmarca en proyectos financiados por el CONICET y por la
Agencia I+D+i, todos bajo la dirección científica de Brenda Ferrero,
con el objetivo del estudio faunístico y paleoambiental del
Cuaternario del sur de la Mesopotamia Argentina, lo cual es parte
del trabajo de Matías Peralta, quién señala que "además de los
proyectos mencionados, el plan de mi tesis doctoral -junto a otros
proyectos de carácter más geológicos-, buscan generar un marco de
conocimiento del clima y los ambientes imperantes en el pasado que
puedan servir como herramienta para predecir futuros escenarios en
el marco del cambio climático global y devenido en una crisis
climática". Fuente: Conicet.
Vultur messii,
una nueva especie de cóndor fósil del Plioceno de Catamarca y que
honra a Lionel Messi.
Restos fósiles de
un cóndor de casi 5 millones de años, cuya especie homenajea al
jugador de fútbol Lionel Messi a casi un año
de la hazaña de ganar la copa del mundo, fue encontrado en
los afloramientos geológicos del NOA. Los cóndores son buitres del nuevo
mundo con alas anchas y colas cortas. Un nuevo registro de Cóndor en
el Plioceno de la provincia argentina de Catamarca, homenajea al
jugador de Fútbol Lionel Messi. El registro fósil de cóndores
(Aves, Cathartiformes) en América del Sur es escaso y
particularmente en Argentina la mayoría de los restos asignados a
cóndores han sido debatidos.
Se considera la única especie
fósil válida de este género icónico de aves. La presencia de una
especie fósil de Vultur , recuperada de depósitos de más de casi 5
millones de años antes del presente, coincide con el ascenso de los
cerros pampeanos y de los Andes, y el inicio de la aridificación
regional. La existencia de cadenas montañosas incipientes también
puede indicar que el centro de origen de este género está vinculado
a la montaña de los Andes, lo que a su vez indica una llegada más
temprana y una diversificación de los cóndores en América del Sur.
El estudio titulado “A new fossil
condor (Aves, Cathartiformes) from the Early Pliocene of Catamarca
province, Argentina” fue publicado en por los investigadores
Federico J. Degrange, Ricardo A. Bonini, Sergio M. Georgieff y Lucía
M. Ibañez.
Actualmente, el genero Vultur, esta reporesentado por el genero y especie Vultur gryphus. Es el ave
voladora más grande del mundo por la medida combinada de peso (15 kg)
y envergadura máxima (3,3 m). Generalmente se le considera el ave
rapaz más grande del mundo.
Es principalmente un ave carroñera
pues prefiere cadáveres grandes, como los de ciervo o ganado.
Alcanza la madurez sexual a los cinco o seis años de edad y anida en
elevaciones de entre los 3000 y los 5000 metros sobre el nivel del
mar, generalmente en formaciones rocosas inaccesibles.
Posee una
tasa de reproducción muy baja pues suelen poner uno o dos huevos. Es
una de las aves más longevas del mundo, con una esperanza de vida de
más de setenta años en algunos casos.
La ubicación taxonómica exacta del
cóndor andino y las seis especies restantes de buitres del Nuevo
Mundo sigue sin estar clara. Aunque ambos son similares en
apariencia y tienen roles ecológicos similares, los buitres del
Nuevo Mundo y del Viejo Mundo evolucionaron de diferentes ancestros
en diferentes partes del mundo y no están estrechamente
relacionados.
Articulo original; Federico J.
Degrange, Ricardo A. Bonini, Sergio M. Georgieff & Lucía M. Ibañez
(2023) A new fossil condor (Aves, Cathartiformes) from the Early
Pliocene of Catamarca province, Argentina, Historical Biology, DOI:
10.1080/08912963.2023.2288612
Fuente; tandfonline.com.
Ilustracion de Santiago Druetta
Casi todos conocemos el
famoso tigre dientes de sable. Pero mucho antes de la
presencia de este gran depredador en Sudamérica, durante el
Plioceno, existió un “marsupial dientes de sable”, producto
de la convergencia adaptativa de estos mamíferos que
evolucionaron aislados geográficamente como en el tiempo.
Del 22 al 24 de noviembre último, se presentó
preliminarmente un estudio en la “Reunión de Comunicaciones
de la Asociación Paleontológica Argentina” en General Roca.
De la familia de los thylacosmilidae, se conoce muy poco de
su esqueleto.
Nuevos restos novedosos de este
grupo de extintos depredadores sudamericanos fueron encontrados en
mayo de 2014 y recuperados en febrero de 2016 en Miramar (prov Bs
As), están en estudio y serán dados a conocer en breve. El material
corresponde a la colección paleontológica del Museo de Ciencias
Naturales de Miramar. En el estudio Participaron Eric del Campo,
Nicolás Chimento, Federico Agnolin, Daniel Boh, Mariano Magnussen y
Francisco de Cianni, que representan a distintas instituciones, como
la Fundación Azara, Conicet, Laboratorio de Anatomía Compara y
Evolución de los Vertebrados, Museo Argentino de Ciencias Naturales
de Buenos Aires y Museo de Ciencias Naturales de Miramar. Los
fósiles en estudio, indicarían ser uno de los últimos Sparassodontes
conocidos.
Thylacosmilus
llevaba unos largos y afilados colmillos proyectados hacia abajo y
adentro de unos 15 centímetros y su tamaño corporal era como la de
un puma viviente. A diferencia del "Smilodon", el Thylacosmilus no
tenía incisivos y una tenía una vaina protectora para los caninos,
los cuales crecían permanentemente como los dientes de un roedor. Es
muy posible que sus víctimas fueran los grandes mamíferos
notoungulados, los cuales mataban con una simple mordida en el
cuello. Sus caninos habrán infligido a sus presas heridas profundas,
logrando que el enorme animal muera desangrado segundos después del
terrible ataque.
En Sudamérica se han hallado
muy pocos restos. Se conocen restos procedentes de Entre Ríos,
Córdoba y Catamarca, como así también, el cráneo más completo,
procede del Plioceno de la localidad bonaerense de Chapadmalal, y
restos de un interesante esqueleto del Plioceno de Miramar. Su
extinción está asociada a los importantes cambios ambientales que
sucedieron al final del Plioceno y a la ausencia de las grandes
presas que este asechaba.Thylacosmilus atrox, tuvo
una masa corporal entre 90-140 kilogramos. Genero Relacionado:
Thylacosmilus lensis y Achlysictis lelongi.
Plohophorus avellaneda, una
nueva especie de gliptodonte en Olavarría.
Un grupo de especialistas del CONICET describió
una nueva especie de gliptodonte en Argentina. Se trata del
Plohophorus avellaneda, un armadillo prehistórico que habitó hace
unos 2 millones y medio de años en la zona de la provincia de Buenos
Aires y que habría pesado más de 470 kilos.
El hallazgo de los restos
fósiles ocurrió en una cementera de la localidad de Olavarría, en la
provincia de Buenos Aires. Este descubrimiento permite conocer más
acerca de las especies reconocidas para el género Plohophorus
en el actual territorio argentino, identificando las relaciones con
otras halladas en Uruguay.
Los resultados de la
investigación fueron publicados recientemente en la revista
científica Journal of Systematic Palaeontology. Del trabajo
participaron integrantes del Centro de Ecología Aplicada del Litoral
(CECOAL, CONICET – UNNE); del Centro de Investigaciones Geológicas (CIG,
CONICET – UNLP) y de la División Paleontología de Vertebrados del
Museo de La Plata.
“Este hallazgo tiene la particularidad de ser el primer caso
documentado de un género neógeno de gliptodonte que persiste
hasta el límite Plioceno tardío-Pleistoceno temprano.
Además, comprobamos la posición filogenética de esta nueva especie dentro del géneroPlohophorusy confirmamos su estrecha vinculación con el género
Pseudoplophorus, un grupo identificado en el actual territorio
de Uruguay”, explica Sofía Quiñones, becaria postdoctoral del
CONICET en el CECOAL y primera autora del trabajo.
Los restos fósiles del
gliptodonte fueron hallados en el año 2015 en el predio de la
empresa Cementos Avellaneda, ubicada en Olavarría, donde se
encuentra la formación El Polvorín. Durante las últimas décadas, en
esta unidad sedimentaria se hallaron numerosos ejemplares de
vertebrados fósiles correspondientes al Plioceno y Pleistoceno
temprano de gran valor científico.
En este caso, analizaron restos
que corresponden a la cabeza de un animal, que se encontraban en
perfecto estado de conservación, junto a otros restos. El equipo de
investigación destaca que se trata de “uno de los cráneos de
gliptodonte mejor conservados” para este período.
Las conclusiones alcanzadas
después de las revisiones realizadas, explica la paleontóloga,
permitieron al grupo de investigación proponer la existencia de un
grupo en particular, los Plohophorini orientales, que compartía
varias características con las especies de Argentina.
“Mediante el estudio de estos
fósiles estamos logrando conocer con mayor profundidad la historia
evolutiva y las relaciones entre los grupos de gliptodontes, uno de
los animales más extraños que habitaron América hasta hace unos diez
mil años atrás. Además, demostramos que, a diferencia de lo que se
creía, al menos un linaje sobrevivió al límite entre el Plioceno y
Pleistoceno, alcanzando masas corporales que no esperábamos para
este tipo de animales”, explica la Quiñones.
Además, destaca la importancia
de la Paleontología para conocer el efecto que tuvieron distintos
eventos climáticos que han sucedido a través de la historia
geológica, ya que permiten comprender cómo las especies se adaptaron
a este entorno cambiante y evolucionaron. Fuente; Conicet.
Estudian cómo se alimentaban
los delfines Notocetus vanbenedeni y Phoberodon arctirostris, del
Mioceno de Patagonia.
Se trata de una novedosa
investigación realizada por científicas y científicos del CONICET, a
partir del análisis del esmalte en los dientes de estos animales.
Un trabajo de especialistas del
CONICET logró describir la ultraestructura del esmalte de dos
especies de delfines que vivieron en la región patagónica hace 20
millones de años. Este estudio permitió dilucidar su morfología
funcional y estrategia de alimentación, al mismo tiempo que explica
parte de la historia evolutiva de los cetáceos.
El estudio tuvo como objetivo describir la
ultraestructura del esmalte (o sea, de su morfología
interna) de dos odontocetos del Mioceno temprano,
Notocetus vanbenedeni y Phoberodon
arctirostris, de la Patagonia Argentina y
cuantificar la disparidad morfológica en la ultraestructura
del esmalte y los dientes en los odontocetos en un marco
evolutivo.
El trabajo fue liderado por
Mariana Viglino, investigadora del Instituto Patagónico de Geología
y Paleontología (IPGP, CONICET), en colaboración con Martín Ezcurra,
curador de la sección Paleontología de Vertebrados del Museo
Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia” (MACNBR,
CONICET), junto a Ewan Fordyce y Carolina Loch, ambos de la
Universidad de Otago de Nueva Zelanda.
“Analizar la ultraestructura del
esmalte te da mucha información sobre los métodos de alimentación.
Nos puede dar indicios sobre el tipo de presión mecánica que recibía
ese diente, si es un diente que el delfín utilizaba para ejercer
fuerza o para filtrar el alimento. Esto nos permite sustentar y
realizar nuevas inferencias sobre cómo eran los métodos de
alimentación y dieta de estos delfines”, explica Viglino.
El estudio, denominado “Para
comerte mejor: disparidad morfológica y ultraestructura del esmalte
en odontocetos”, fue publicado por la revista científica Scientific
Reports.
Tanto Notocetus vanbenedeni
como Phoberodon arctirostris son dos especies
de delfines que vivían en las costas de la Provincia del
Chubut hace 20 millones de años, durante un período donde
ocurrieron varias ingresiones y regresiones del mar
(comúnmente llamado “Patagoniense”), que inundaron gran
parte de la Patagonia, cubriendo en la zona este de la
provincia de Chubut hasta la localidad de Gaiman,
aproximadamente.
Tanto Notocetus vanbenedeni
como Phoberodon arctirostris son dos especies
de delfines que vivían en las costas de la Provincia del Chubut hace
20 millones de años, durante un período donde ocurrieron varias
ingresiones y regresiones del mar (comúnmente llamado “Patagoniense”),
que inundaron gran parte de la Patagonia, cubriendo en la zona este
de la provincia de Chubut hasta la localidad de Gaiman,
aproximadamente. “Los delfines actuales se alimentan por succión, es
decir, atrapan a las presas y las tragan enteras utilizando la
succión. Algunos son muy especialistas en este método, como los
cachalotes y los zifios, que usan directamente la succión tanto para
atrapar a la presa como para tragarla. Y el resto de los delfines
atrapan con la boca a su presa y con la succión, la tragan.
En base al estudio del cráneo, creíamos que
estas dos especies de delfines fósiles utilizaban un método
de alimentación como las especies actuales y el análisis de
la ultraestructura del esmalte de los dientes apoya nuestra
hipótesis. Aunque Notocetus vanbenedeni y Phoberodon arctirostris tienen distintas
morfologías en sus dientes, lo cual posiblemente les
permitía capturar una gran variabilidad de peces,
efectivamente ambos los capturaban con su boca y luego se
los tragaban”.
Una vez obtenida la información de
la ultraestructura del esmalte y la morfología de los dientes,
los/as investigadores/as realizaron un análisis de disparidad (o
diversidad morfológica) para cuantificar qué tan distintos son los
dientes de los delfines fósiles respecto a los actuales, algo que
hasta el momento no se había realizado en cetáceos. “Este análisis
nos mostró que efectivamente las especies fósiles tienen un esmalte
con rasgos más ancestrales para el grupo respecto a las especies
actuales”, manifiesta la investigadora del IPGP. De esta manera, los
análisis de disparidad morfológica mostraron que los odontocetos
actuales presentan una mayor variabilidad de morfologías dispares,
mientras que los odontocetos extintos eran más similares entre sí y
diferentes a sus parientes actuales.
Estos resultados destacan la
ultraestructura del esmalte como fuente para estudios
paleoecológicos a mayor escala evolutiva en cetáceos.
“Todo esto son líneas de
investigación nos permiten seguir reforzando nuestro conocimiento
sobre cómo y qué comían esos animales, y cómo eran sus interacciones
con el resto de la fauna y en el ambiente en que vivían. Son como
distintas piezas que nos reconstruyen ese rompecabezas de cómo eran
estos delfines que vivían en Patagonia hace 20 millones de años”,
finaliza Viglino. Fuente: Conicet.
Más de 6.400 piezas paleontológicas robadas
vuelven a Río Negro.
Durante un acto en el Museo
Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia” (MACNBR,
CONICET) encabezado por el director del MACNBR, Luis Cappozzo, el
director General de Aduanas, Guillermo Michel, la subsecretaria de
Patrimonio y Cooperación Cultural de Río Negro, Natalia Villegas, la
directora del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento
Latinoamericano (INAPL), Leonor Acuña y agentes especializados de la
Aduana se hizo entrega oficial a la provincia de Río Negro de los
fósiles paleontológicos que fueron sustraidos ilegalmente y enviados
a España en septiembre del año 2020.
Un hombre de la provincia de Río Negro había
apelado a sofisticados métodos de ocultamiento para sacar la
colección paleontológica del país, bajo el pretexto de una supuesta
mudanza a España. El disparador del operativo fue una advertencia
hecha a las autoridades de Río Negro por vecinos y vecinas, que
habían notado movimientos extraños, sin embargo, cuando el aviso
llegó a la Aduana, los bienes ya habían salido del país.
Una vez que los bienes culturales retornaron a
la Argentina, profesionales del CONICET en el MACNBR y el INAPL
certificaron su autenticidad. Así, se constató que en la enorme
colección de más de 6.400 piezas había ejemplares de valor
histórico, como por ejemplo, el fósil de la flor margarita más
antiguo del mundo, de 47 millones de años, el esqueleto completo de
un hadrosaurio, huevos de dinosaurio y un amonite de más de 20 cm de
diámetro, entre otros. Hay múltiples piezas de ámbar, de millones de
años, con insectos preservados en su interior.
Durante el acto, Luis Cappozzo señaló: “Es un
material totalmente valioso y que contó con el trabajo colectivo del
equipo de científicos y científicas del Museo y del anterior
director. El aporte, cuidado e investigación al servicio de la
sociedad, en especial de la de la provincia de Río Negro”. Y resaltó
que es una labor acorde a la misión del museo “de ser autoridad de
aplicación nacional en la Ley de Protección del Patrimonio
Arqueológico y Paleontológico”. Además, destacó el trabajo de las
diversas instituciones de Estado, al servicio de la sociedad: “Es un
ejemplo de la integración de los organismos involucrados, cada uno
en cumplimiento de sus respectivas misiones, desde sus conocimientos
y procedimientos”.
A su turno el director general de Aduanas,
Guillermo Michel afirmó “Estamos ante el mayor secuestro de bienes
culturales de la historia argentina y es un orgullo poder devolver
nuestro patrimonio a su lugar de origen.
Agradezco enormemente la colaboración del
Museo, el INAPL y la aduana española, que han sido
determinantes en la recuperación de las piezas”. Durante casi tres años este patrimonio cultural
fue resguardado por el MACNBR, tiempo en el que científicos y
científicas del CONICET hicieron las investigaciones de la colección
perteneciente al Museo de Villa Los Coihues, ubicado frente
al Lago Gutiérrez de la provincia de Río Negro, ciudad de
Bariloche. Se cree que algunas piezas provienen de otros
países y que habrían ingresado a la Argentina de contrabando
En el análisis y clasificación
de este material intervinieron la Dirección General de Aduanas,
Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia” (MACNBR,
CONICET), el Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento
Latinoamericano (INAPL), el Departamento de Protección del
Patrimonio Cultural de INTERPOL, la Gendarmería Argentina, la
Dirección Nacional de Bienes y Sitios Culturales del Ministerio de
Cultura y de la Nación y la Brigada de Control Ambiental del
Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible. Fuente: Conicet.
Inawentu oslatus, una nueva
especie de dinosaurio sauropodo del Cretácico de Neuquén.
Un grupo de científicos del CONICET, del Instituto
Patagónico de Geología y Paleontología, del Instituto
Multidisciplinario de Investigaciones Biológicas de San Luis, la
Secretaría de Cultura de la provincia de Río Negro, el Museo
Provincial de Ciencias Naturales “Prof. Dr. Juan Olsacher”, la
Fundación Azara y la Universidad Maimónides llevaron a cabo la
descripción de un nuevo dinosaurio saurópodo titanosaurio casi
completo del Cretácico Superior de la Patagonia.
Se trata del Inawentu oslatus,
un dinosaurio encontrado en el área conocida como La Invernada,
ubicada en Rincón de los Sauces, provincia de Neuquén, y que vivió
hace aproximadamente unos 86 millones de años y habría ocupado el
nicho ecológico dejado por los rebaquisaurios.
“Es un hallazgo increíble
porque no solamente estaba el cráneo, sino que este estaba
articulado al cuello completo, a todas las vértebras dorsales y al
sacro con los iliones. O sea que lo único que le falta son las
extremidades, algunos huesos de la pelvis y la cola, el resto está
todo entero, incluso tenía algunas costillas dorsales articuladas”,
explica Leonardo Filippi, investigador del CONICET en el Museo
Municipal “Argentino Urquiza” y autor principal del trabajo
publicado por la revista Cretaceous Research.
El descubrimiento de los
fósiles tuvo lugar en el año 2014, prácticamente de manera fortuita,
ya que los científicos se encontraban desenterrando restos de un
abelisáurido y a pocos metros encontraron un hueso que asomaba desde
la tierra. Cuando comenzaron a trabajar, los especialistas se dieron
cuenta que estaba el cráneo completo y articulado con el cuello.
Pero como la campaña se terminaba a los pocos días, recién al año
siguiente pudieron volver para continuar con los trabajos.
“Cuando el material estuvo
preparado nos dimos cuenta de que este cráneo tenía características
particulares, fundamentalmente en su mandíbula. Podemos decir que el
maxilar es bastante ancho transversalmente, y el dentario es
cuadrangular en su parte anterior, algo que le confería un hocico
notablemente ancho. Esa es una característica registrada en otros
titanosaurios, aunque en especímenes muy fragmentarios, pero
principalmente en un grupo de saurópodos mucho más antiguo, los
rebaquisáurios.
Esta característica estaba vinculada con sus hábitos
alimenticios, ya que eran animales que comían vegetación que estaba
más bien al ras del suelo, en lugar de la parte alta de los
árboles”, cuenta Filippi, “En el caso de este animal, el cráneo es
totalmente alargado y ha habido muchas modificaciones en los huesos
que han permitido ese alargamiento. Se encuentra en un solo plano
horizontal, por lo que no presenta el cambio de ángulo que se
observa en otros titanosaurios conocidos como Sarmientosaurus
o Tapuiasaurus. Y otra cosa, que es lo más distintivo, es su
mandíbula cuadrangular, ancha y su hocico ancho y espatulado”,
completa Filippi.
Tal como dijo el especialista,
en esta nueva especie se observan rasgos anatómicos convergentes con
saurópodos rebaquisáuridos, extinguidos durante el Turoniano. De
allí su nombre, ya que Inawentu significa imitador en lengua
mapuche: “Los rebaquisáuridos tenían la función de alimentarse de la
vegetación baja un par de millones de años antes, pero habían
desaparecido y no teníamos evidencia de quiénes, en esta zona, eran
los que ocupaban ese lugar.
Hoy sabemos que estaba este
tipo de titanosaurios, con estas características que ocupaban ese
rol ecológico, y que compartían el espacio y el tiempo con otros
tipos de saurópodos titanosaurios, que tenían otras características
y que, posiblemente, se encargaran de alimentarse de la vegetación
de altura”, relata Ariel Méndez, investigador del CONICET en el
Instituto Patagónico de Geología y Paleontología de Puerto Madryn.
Por último, también explica que
este tipo de descubrimientos “nos permite entender un poco cómo eran
aquellos ecosistemas. Empezamos con los saurópodos que comían la
vegetación más alta, después encontramos los dinosaurios carnívoros
que posiblemente predaran sobre ellos. Encontramos otros tipos de
dinosaurios herbívoros, bípedos más pequeños, corredores, que son
los ornitópodos, también tortugas y cocodrilos, todo en la misma
zona. A eso le sumamos que estamos haciendo análisis palinológicos
para tratar de entender también cómo estaba compuesta la vegetación
en ese momento, en ese lugar. Los estudios geológicos nos dicen que
era una zona de ríos y meandros y eso nos permite ir armando de a
poco todo este rompecabezas. En definitiva, lo que queremos saber es
cómo estaban formados esos ecosistemas del pasado, quiénes eran los
actores y qué rol cumplía cada uno”.
Fueron localizados por el Museo
Paleontológico de San Pedro a unos 10 kilómetros de la ciudad; eran
aves asociadas a sectores de humedales o cercanos a cuerpos de agua.
Dos pequeños huesillos
correspondientes a dos géneros de aves que habitaron la zona hace
unos 1.000 años atrás, fueron hallados por el equipo del Museo
Paleontológico de San Pedro. Se trata de un húmero derecho de una
gallareta (género Fulica) y el extremo distal de un tarsometatarso
de una cuervillo de cañada (género Plegadis) que se extrajeron de
una capa sedimentaria de color negro, cuya antigüedad para la zona
norte de la provincia de Buenos Aires está estimada entre los 900 y
1200 años, aproximadamente. El hallazgo se produjo en Campo Spósito,
un área fosilífera ubicada a unos 10 km de la ciudad bonaerense.
Desde el Grupo Conservacionista de
Fósiles, equipo fundador del Museo Paleontológico de San Pedro,
comentan que “Estas aves, que habitan la región en la actualidad,
prefieren ambientes acuáticos o sectores cercanos a cuerpos de agua
donde nidifican y se desarrollan con normalidad.
La capa donde fueron halladas es
muy rica en materia orgánica, con muchos restos de vegetación en
descomposición que le da un color oscuro, casi negro. Fueron barros
con poca oxigenación donde se preservaron tanto restos de animales y
plantas, como rastros de alfarería de antiguos grupos humanos que
poblaron la zona.
Debido a que sólo existe un ejemplar fósil
de cuervillos de cañada (una de las aves halladas) para el
Pleistoceno de Argentina, la pieza recuperada en San Pedro,
con sus 1.000 años de antigüedad, se convierte en el primer
registro para el Holoceno de nuestro país; completando un
vacío existente hasta ahora en la secuencia del género Plegadis”. A criterio del Dr. Jorge Noriega
especialista del Centro de Investigación Científica y de
Transferencia Tecnológica a la Producción (CICYTTP - CONICET)
“Las gallaretas o pollas son aves acuáticas, principalmente
palustres, que cuentan con una amplia distribución mundial y
con una gran diversidad de especies en Sudamérica.
Pertenecen a la familia Rallidae y
al género Fulica; con seis especies que actualmente
habitan en la Argentina. Sus hábitats preferidos son los cuerpos de
agua con vegetación palustre; juncales o cañaverales. En nuestro
país, sus formas fósiles se conocen desde el Pleistoceno tardío de
la provincia de Buenos Aires.
Tienen un plumaje
predominantemente negro, aunque generalmente presentan escudetes o
decoraciones frontales y maxilas muy coloreadas. Sus alas son
relativamente cortas y redondeadas y su capacidad de vuelo no las
ubica entre las mejores voladoras, a pesar de la destacada longitud
del húmero”.
El Dr. Federico Agnolin (LACEV-MACN-CONICET),
otro destacado investigador de aves fósiles con quien interactuó el
Museo de San Pedro en este hallazgo, comenta que “Los cuervillos
forman parte de un grupo de aves que incluyen a los ibis y
espátulas. Si bien se los encuentra en cualquier laguna a lo largo
de casi todo el mundo, sus restos fósiles son muy escasos. Y para
Argentina se desconocen totalmente.
Es por eso que todo hallazgo de
estas aves, es de especial importancia. Los cuervillos se distinguen
fácilmente por sus patas largas y delgadas y especialmente por su
pico largo y curvo que utiliza para capturar los pequeños
invertebrados que forman parte de su dieta. Este hallazgo de restos
de cuervillos nos señala la existencia de ambientes posiblemente
lagunares, en la zona de San Pedro, hace unos 1000 años de
antigüedad”. Fuente: Museo Paleontológico de San Pedro.
Chubutinectes carmeloi, un nuevo
reptil marino de cuello largo en el Cretácico de Chubut.
Un residente local encontró
fósiles y dio aviso. Especialistas del CONICET analizaron los restos
y confirmaron que se trata de una nueva especie de elasmosaurio, un
gigante marino de la prehistoria.
Carmelo Muñoz es un puestero rural
de un campo en el centro de la provincia de Chubut que un día de
2009 salió a buscar un chivo perdido y volvió –lo sabría años
después– con un reptil prehistórico en sus manos. Esa tarde, su
experiencia le aseguró que aquellos restos óseos que vio desde el
caballo no pertenecían a su ganado ni a ningún otro animal actual
porque no eran huesos sino fósiles. Y fue su sentido de la
responsabilidad el que marcó el desenlace de la hazaña: guardó
cuidadosamente el material y dio aviso al dueño del único bar de un
pueblo cercano llamado Bajada del Diablo quien, a su vez, tiempo
después se lo comentó a Pablo Puerta, encargado de la organización
de campañas en el Museo Paleontológico Egidio Feruglio (MEF) de
Trelew, que pasaba por la zona. Comenzaba así a gestarse lo que
sería el descubrimiento de un nuevo elasmosaurio, un gigantesco
animal marino que vivió durante la última etapa de los dinosaurios,
y que acaba de darse a conocer en la revista Cretaceous Research.
Convocados por el MEF, cuatro
investigadores e investigadoras del CONICET La Plata en la Facultad
de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad Nacional de La Plata
(FCNyM, UNLP) viajaron al sitio del hallazgo para hacer, en
principio, una inspección ocular. Sin dudas de que se trataba de un
tipo de plesiosaurio, grupo de reptiles marinos que habitaron en
todas las aguas del planeta entre comienzos del período Jurásico y
el final del Cretácico –hace entre 201 y 65 millones de años–,
organizaron en 2021 dos campañas para extraer los restos.Chubutinectes carmeloi, así bautizado en homenaje a su
descubridor original, es el holotipo, es decir el único ejemplar
existente hasta el momento, de una nueva especie dentro de la
familia Elasmosauridae y del orden Plesiosauria.
Como todos los de su tipo, C. carmeloi tenía un cuello muy largo y una cabeza relativamente
pequeña. Con un tronco de unos 2 metros de largo, la longitud total
de su cuerpo se estima en aproximadamente 8 metros, mientras que su
peso habría rondado los 2 mil kilos, lo cual lo convierte en un
elasmosaurio de tamaño medio. “Además de algunas vértebras
cervicales y parte del húmero que encontró Carmelo, nosotros
colectamos casi todos los huesos de la columna desde el tronco hasta
la cola, costillas dorsales y otras abdominales llamadas gastralia,
una estructura común en ciertos reptiles. También hallamos la
cintura escapular, la pélvica bastante completa y elementos
importantes de los miembros anteriores o posteriores, como fémur,
tibia, fíbula y falanges”, relata José Patricio O’Gorman,
investigador del CONICET y primer autor de la publicación
científica.
También aparecieron gastrolitos,
unas piedras estomacales que se cree que estos reptiles ingerían
para colaborar con la digestión mecánica de los alimentos. Ya en
2022, luego de colectar todo el material, se procedió al exhaustivo
trabajo de preparar y estudiar las muestras en detalle para conocer
de qué animal se trataba. “La conclusión es que estamos frente a una
nueva especie, la tercera descripta en Argentina, porque tiene
características diferentes a las otras dos conocidas”, explica
O’Gorman. Gracias a los fósiles invertebrados que aparecieron junto
a los restos principales, las y los científicos pudieron determinar
que C. carmeloi vivió hace alrededor de 67 millones de años,
poco antes de la extinción de los dinosaurios, que se ubica hacia
los 65 millones de años atrás. “En el sedimento asociado al
elasmosaurio, reconocimos tres grupos de microfósiles y nanofósiles,
organismos muy pequeñitos que solo pueden observarse a través de
lupa o microscopio”, explica Ana Paula Carignano, investigadora del
CONICET y otra de las autoras del trabajo. La relativa abundancia y
buen estado de preservación les permitió, además de la datación,
interpretar el hábitat del espécimen como un ambiente marino de
aguas poco profundas y cálidas.
Más allá del importante hallazgo,
las y los especialistas destacan los hechos puntuales que
posibilitaron llevar adelante la investigación. “El sitio es muy
remoto y aislado, y de no ser por la responsabilidad de Carmelo, hoy
no sabríamos de la existencia de esta nueva especie, que sería
probablemente un adorno en la ventana de su casa, algo que ha
sucedido históricamente con muchos fósiles”, señala O’Gorman sin
esconder la admiración hacia la actitud del puestero. Y es que a
pesar de la falta de información y de la disponibilidad de medios de
comunicación tan populares como un teléfono, el hombre entendió el
valor de lo que había encontrado y que aun así no le pertenecía,
sino que debía ponerlo a disposición de las autoridades
provinciales. “Siempre nos recibió con alegría, gentileza y mucho
respeto por nuestra profesión, que le es completamente ajena. Nos
queda la satisfacción de que evidentemente el mensaje sobre el
cuidado del patrimonio natural se está difundiendo muy bien”, dice
para concluir. Fuente: Conicet.
El hallazgo de
Venetoraptor gassenae, un ancestro de los reptiles voladores.
Los pterosaurios, también
conocidos como reptiles voladores, gobernaron los cielos del planeta
durante la Era Mesozoica, hace aproximadamente 160 millones de años,
hasta su desaparición total hace unos 66 millones de años.
Hasta ahora se conocía bastante
acerca de su extinción, pero su origen era un enigma: casi no
existían registros fósiles de sus precursores. Los que había eran
fragmentarios, incompletos y mal conservados. Sin embargo, un nuevo
esqueleto descubierto recientemente en rocas de 230 millones de años
en el sur de Brasil acaba de ofrecer pistas claras de la evolución
temprana de esta especie y de sus primos más cercanos, los
dinosaurios. El hallazgo, del que participaron investigadores del
CONICET, se publicó en la revista Nature.
El nuevo reptil, llamado
Venetoraptor gassenae, tiene un conjunto de características
inesperadas: un pico similar al de una ave rapaz y manos agrandadas
con garras afiladas. Sus características permiten inferir que tenía
alrededor de un metro de largo y un peso de entre cuatro y ocho
kilogramos. El pico de rapaz de Venetoraptor precede
al de los dinosaurios en aproximadamente 80 millones de
años. En las aves vivientes, los picos curvados se asocian
con funciones tan dispares como desgarrar la carne de algún
animal hasta despedazar frutos duros.
Por lo tanto, el pico curvado de Venetoraptor gassenae y las
manos prensiles con garras en forma de guadaña, podrían haber sido
empleadas por el reptil para lidiar con sus posibles presas o trepar
árboles.
Venetoraptorpertenece a un
grupo de animales extintos llamados Lagerpetidae, cuyos fósiles
fueron originalmente hallados en rocas del Período Triásico cerca de
la Puerta de Talampaya, en la provincia de La Rioja. Los
lagerpétidos fueron interpretados originalmente como precursores de
los dinosaurios. Sin embargo, un estudio publicado también en la
revista Nature en 2020 y liderado por los mismos investigadores del
CONICET, propuso que en realidad eran precursores de los
pterosaurios, aunque no podían volar. Previamente, no se tenía
evidencia concreta sobre qué reptiles eran los parientes más
cercanos a los pterosaurios. Venetoraptor gassenae es uno de los
precursores de pterosaurios más completos jamás descubiertos, lo que
permite por primera vez una mirada confiable de estos enigmáticos
reptiles.
El fósil fue descubierto en
2022 por Rodrigo Temp Müller, investigador de la Universidad Federal
de Santa María, Brasil, y autor principal del trabajo científico. Su
nombre se refiere a “Vale Vêneto”, una localidad cercana al sitio de
hallazgo, y “raptor”, que significa saqueador en latín y alude a su
pico raptorial y manos prensiles. “Venetoraptor es el tipo de
descubrimiento que cambia los paradigmas. Mirando su aspecto
inesperado, es imposible no pensar en toda la diversidad oculta que
espera ser descubierta”, afirma Temp Müller.
Con el análisis de
Venetoraptor, los investigadores concluyeron que los antepasados de
los pterosaurios y dinosaurios fueron muy variados en lo que
respecta a sus adaptaciones anatómicas, comportamientos y formas de
vida, algo que se ignoraba antes de este descubrimiento. “Este
estudio desafía las ideas tradicionales de que la diversidad de este
linaje de reptiles floreció sólo después del origen de los
dinosaurios y pterosaurios. Empleamos análisis computacionales con
un gran conjunto de datos para poner a prueba esta hipótesis”,
asegura el paleontólogo Martín Ezcurra, investigador del CONICET en
el Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia”
(MACN) que formó parte de la investigación.
El hallazgo de
Venetoraptor arroja luz sobre los ecosistemas terrestres de hace 230 millones de
años, en los cuales dio comienzo la historia de los dinosaurios y
los pterosaurios, los cuales dominarían la Tierra durante el resto
de la Era Mesozoica. En referencia a esto, Federico Agnolín,
investigador del CONICET en el MACN que también formó parte del
estudio, indica que “Venetoraptor constituye un precursor de los
pterosaurios sorprendentemente nuevo, con una anatomía ósea
desconocida para el grupo.
Venetoraptor nos muestra que hay
importantes sorpresas esperando ser descubiertas en las rocas
triásicas de América del Sur”. Por su parte, Fernando Novas,
investigador del CONICET en el MACN y parte del estudio, agrega: “Es
un motivo de orgullo que los científicos sudamericanos lideren el
estudio de estos atractivos aspectos de la evolución de la vida”.
Todos los autores coinciden en
indicar que recién se está comenzando a documentar una gran
diversidad de reptiles ancestrales a dinosaurios y pterosaurios, y
los hallazgos efectuados en Brasil y Argentina ocupan un lugar de
enorme relevancia. Cabe destacar que el hallazgo de Venetoraptor se
publicó en la tapa de Nature. Vetenoraptor gassenae. Ilustración:
Matheus Fernandes. Fuente: Conicet.
Video:
VENETORAPTOR! -
Nota a Federico Agnolin en el Museo
Argentino de Ciencias Naturales.
Huellas de dinosaurios adultos
muestran que estos cuidaban a las crías.
Las marcas, de 150 millones de
años, fueron descubiertas en 2019, pero el estudio fue publicado
recientemente por paleontólogos de Bolivia y Argentina. Creen que
habría sido una zona de cría y una ruta migratoria. Los detalles
En 2019, un antiguo secreto de
la prehistoria fue revelado en Bolivia: una lluvia de primavera
provocó el derrumbe de la quebrada de un río y dejó al descubierto
alrededor de 350 huellas de dinosaurios. Esto ocurrió en el
departamento de Tarija, en el sur del país. Un equipo de
investigadores, incluido el paleontólogo argentino Sebastián
Apesteguía, publicó pocos días atrás en Biología Histórica los
detalles de este emocionante hallazgo, incluido un “vivero de
dinosaurios”.
El yacimiento paleontológico
reveló una escena sorprendente: dos saurópodos adultos (como un
brontosaurio) liderando a cientos de crías en el Jurásico Superior,
hace unos 150 millones de años. Los expertos lo consideraron un
vivero de dinosaurios apoyándose en su hipótesis que indica que, al
haber gran cantidad de huellas de ejemplares jóvenes, habría sido
una zona de cuidado de las crías.
Además, en el mismo sitio, se
identificaron huellas de ornitópodos (iguanodontes) y terópodos
(algunos parientes del tiranosaurio), lo que sugiere que esta región
podría haber sido parte de una ruta migratoria de dinosaurios entre
el actual sur de Perú, el centro de Bolivia y el norte de Argentina.
Una parte importante de este descubrimiento es la
representación completa de tres períodos diferentes de la
era de los dinosaurios: Triásico, Jurásico y Cretácico. Hasta este descubrimiento, en Bolivia solo se conocían
huellas prehistóricas del inicio y final de la era de los
dinosaurios, pero ahora existe un panorama completo, un auténtico
túnel del tiempo marcado en la tierra.
Sebastián Apesteguía,
especialista argentino del Área de Paleontología, de la Fundación de
Historia Natural Félix de Azara-Universidad Maimónides y del Concejo
Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) destacó
la importancia de proteger estas huellas, que actualmente están en
riesgo de colapsar por cualquier derrumbe, lluvia y que simplemente
están expuestas a factores ambientales.
“Reportamos una nueva aparición
—indicó Apesteguía—, la primera del Jurásico al Cretácico temprano
en la Formación Castellón (Tarija, Bolivia) con cerca de 350 huellas
de dinosaurios. Con la excepción de unas pocas huellas de
tridáctilo, todos exhiben características de saurópodos. El conjunto
expuesto consta de tres grandes vías cuadrúpedas subparalelas de
calibre medio, con una vía orientada en dirección opuesta a las
otras dos. Estimamos que medía unos 3,80 metros de altura a la
altura de la cadera y caminaba a una velocidad inferior a 5
kilómetros por hora. La distribución proporciona elementos para
probar el gregarismo si se acepta un posible sincronismo”. Fuente: Infobae.
El hueso medular en pingüinos
fósiles, sería
la clave de la diferenciación sexual.
Un trabajo publicado
recientemente en la revista Polar Biology, del becario doctoral del
CONICET en el Instituto de Investigación en Paleobiología y Geología
(IIPG, CONICET-UNRN), Luis Garat, reporta por primera vez cómo
discriminar este aspecto a través del hueso medular de estas aves. “El
principal tema de esta investigación fue evaluar, a partir de
estudios bajo microscopio, las variaciones del tejido óseo entre un
macho y una hembra del pingüino de Adelia, que actualmente residen
en la Península Antártica.
Los estudios de tejidos analizados por
microscopio son escasos, por lo tanto, a través de este terreno tan
poco explorado pudimos crear una nueva línea de investigación. A fin
de extender el conocimiento en estas aves se realizaron varias
disecciones transversales en diferentes partes del esqueleto, como
las alas, las patas y costillas”, explica Garat. El trabajo
representa el primer reporte de hueso medular en pingüinos:
un tejido esquelético que se forma durante la puesta de
huevos y se encuentra en las hembras de varios grupos de
aves.
Si se lo identifica correctamente, puede ser
empleado como un marcador de la actividad o maduración reproductiva,
sirviendo también para diferenciar al sexo femenino. “Este tejido es
temporal y ayuda a las aves con las altas demandas de calcio que
requiere la formación de las cáscaras de los huevos.
El hueso medular puede recubrir las cavidades
medulares y los espacios trabeculares del esqueleto aviar, si bien
es común encontrar el hueso medular en las aves, anteriormente a
esta investigación, no existían antecedentes donde se reconocieran
este tipo de tejido en pingüinos”, indica Garat.
“Además del reconocimiento
del hueso medular, se logró identificar un patrón en la
cavidad medular que nos ayuda a diferenciar el sexo del
espécimen –agrega el científico-. Esto se debe a que la
producción de hueso medular viene acompañada de la erosión
interna de los tejidos generando un patrón característico,
es decir, el macho exhibe una cavidad medular bien
delimitada por una capa circunferencial interna, mientras
que en la hembra esta capa se encuentra ausente. Este aspecto del estudio es importante
porque podemos discriminar el sexo de estas aves a pesar de que en
el registro fósil no se conserve la presencia de hueso medular,
disponiendo así de un criterio auxiliar para poder diferenciarlos”.
Las muestras que examinó pertenecen al Museo de
La Plata de la colección de Ornitología de la División Zoología
Vertebrados y fueron procesadas en el Laboratorio de Secciones
Delgadas del IIPG. La idea a futuro, comenta el becario, es
contrastar los datos investigados con pingüinos de la época del
Eoceno, lo que les permitiría resolver otros problemas de
clasificación de especies que existen actualmente en los registros
fósiles de estas aves. Fuente; Conicet.
Hallan fósiles de pájaro
carpintero más completo de Sudamérica en el Pleistoceno de San
Pedro.
Se trata de un ejemplar de más de 200 mil años
de antigüedad, de un tamaño algo más grande que los carpinteros
actuales y muy bien conservado. Fue hallado en San Pedro, a unos 170
kilómetros al norte de Buenos Aires. El descubrimiento es clave, por
la información que aporta sobre la anatomía de estos animales.
El hallazgo de fósiles de aves, en el campo de
la paleontología, suele tener más complejidades que otros animales,
por ser sus huesos huecos y tener menos posibilidad de conservarse.
Con ese dato de referencia, el descubrimiento de restos fósiles de
un pájaro carpintero, en la localidad bonaerense de San Pedro, cobra
especial relevancia: se trata del ejemplar más completo de toda
Sudamérica.
Quienes llevaron a cabo el hallazgo fueron
integrantes del Museo Paleontológico de San Pedro, en una cantera de
extracción de tosca ubicada a unos cinco kilómetros de la ciudad. El
predio, propiedad de la empresa “Tosquera San Pedro”, de la familia
Iglesias, es una excavación de cinco hectáreas de extensión, donde
se puede acceder a estratos de hasta un millón de años de
antigüedad.
“El estado de conservación del ejemplar es
asombroso. Creemos que su antigüedad es superior a los 200.000 años,
ya que fue hallado en sedimentos depositados en la base de una edad
geológica denominada Bonaerense. Es un hallazgo clave, porque nos
puede aportar muchísima información sobre la anatomía de estos
animales, sobre los que no se cuentan con tantos datos”, explicó a
la Agencia CTyS-UNLaM José Luis Aguilar, director del Museo.
Fue el mismo Aguilar, junto a Silvina Carro,
quienes, en una salida de rutina, observaron las pequeñísimas piezas
de esta ave en una saliente rocosa de color pardo. Como se trata de
una cantera en actividad, recortaron un pequeño “bochón” de
sedimentos conteniendo los frágiles huesos fosilizados y lo llevaron
al laboratorio del museo: dentro de la roca, había un ave fosilizada
muy completa.
Los restos, cuenta Aguilar, incluyen el cráneo
y mandíbulas enteros, húmero, carpometacarpo, fémur, cintura
pélvica, escápula y tres vértebras cervicales, entre otros huesos.
“Los fósiles del ejemplar estaban articulados en posición de vida,
distribuidos en un pequeño espacio de tan sólo 16 centímetros de
largo por 4 centímetros de ancho. El cráneo y las mandíbulas vueltos
hacia atrás, su brazo izquierdo contraído y su pata trasera
elongada.
En el cúbito se aprecian las cánulas o papilas remigiales
donde iban insertadas las plumas remeras”, detalla el director. El ejemplar de carpintero fósil quedará
exhibido, desde los próximos días, en las salas del Museo, como uno
de los atractivos de las próximas vacaciones de invierno, junto al
cachorro de armadillo gigante más completo de Argentina, presentado
el pasado 30 de mayo por el museo sampedrino.
“Interactuar con el equipo del doctor Noriega,
uno de los especialistas mas importantes de aves fosiles en
Argentina, fue un enorme orgullo. Para el Museo es muy importante
sumar la sabiduría y conocimientos de un referente como él”, destaca
Aguilar.
Para la tarea de estudio participan, además, M.
Cenizo (Fundación Azara) y E. Jordán y M. G. Gottardi, del Centro de
Investigación Científica y de Transferencia Tecnológica a la
Producción de Diamante (CONICET-Gob. Entre Ríos-UADER). Fuente;
ctys.com.ar
Un niño de 8 años encontró
fósiles de un perezoso gigante de la edad de hielo en Miramar.
Un extraordinario hallazgo
paleontológico, fue realizado por un niño de 8 años. La advertencia
del hallazgo fue realizada por los padres. Personal del Museo de
Ciencias Naturales fue quien procedió al rescate de los fósiles de
unos 100 mil años antes del presente.
Miramar, una de las ciudades
balnearias predilectas en Argentina, resguarda bajo la superficie,
tesoros milenarios de un mundo ya desaparecido, siendo una de las
localidades paleontológicas más transcendentales a nivel mundial
desde fines del siglo XIX, llamando la atención del sabio Florentino
Ameghino.
Días
atrás, Bruno González, un niño miramarense de 8 años de
edad, que, junto a sus padres, se encontraban paseando en
las extensas playas del sur de la localidad bonaerense de
Miramar, en las inmediaciones del arroyo La Ballenera,
divisa unos huesos incrustados en el barranco. Fue así que,
Bárbara Lugones y Álvaro González, padres de Bruno, se ponen
en contacto con el personal del Laboratorio de Paleontología
del Museo de Ciencias Naturales de Miramar, dependiente de
la Fundación Azara y de la Municipalidad de General
Alvarado, para dar a conocer el hallazgo y verificar si se
trataban de verdaderos restos fósiles.
De esta manera, se
acercan al sitio junto al personal del museo en la zona del arroyo
La Ballenera, lugar bien conocido por otros hallazgos de relevancia,
como la mandíbula fósil de un vampiro gigante, el Desmodus
draculae, que tuvo transcendencia mundial hace poco tiempo.
En este caso, se
trataba de restos pélvicos y la cola articulada de un perezoso
gigante extinto, llamado Scelidoterio (Scelidotherium
leptocephalum), de unos tres metros de largo y un peso
estimado en una tonelada, que vivió en Sudamérica durante el
Pleistoceno, es decir, los últimos dos millones de años antes del
presente, hasta hace 10 mil, momento que culmina la edad de hielo.
Luego de varias
horas de trabajo, se logra la separación del “bochon” de sedimento,
protegido con productos químicos, para ser trasladado a condiciones
más adecuadas al laboratorio paleontológico del Museo de Ciencias
Naturales de Miramar, donde aún, el Técnico Mariano Magnussen lo
prepara cuidadosamente, debido a la fragilidad de los mismos y por
el tiempo que tuvo expuesto a las condiciones ambientales.
Scelidoterio, es la especie más pequeña de todos los
perezosos gigantes que vivieron en la región pampeana
durante el Cuaternario. Pero igualmente era un gigante
herbívoro, armado de enormes garras, las cuales, no solo
utilizaban para defenderse o acceder a su alimento, sino que
eran cavadores de enormes cuevas, que las utilizaban como
madrigueras para refugiarse o cuidar su descendencia. El
material, que conforma la cola de este mamífero ya extinto,
sigue en procesamiento técnico para su preservación.
Luego será
observado y estudiado por un equipo interdisciplinario conformado
por investigadores de la Fundación de Historia Natural Félix de
Azara, del Laboratorio de Anatomía Comparada y evolución de los
Vertebrados (LACEV) dependiente del Macn- Conicet integrado por el
paleontólogo Dr Federico Agnolin quien dirige los estudios
científicos de la zona, y el mismo personal del museo miramarense.
En particular,
este perezoso gigante vivió hace unos 100 mil años antes del
presente, en un ambiente muy distinto al de hoy, acompañado de
enormes bestias, como otros perezosos un más grandes (Megatherium),
el enorme elefante sudamericano (Notiomastodon),
gliptodontes (Doedicurus), tigres dientes de sable (Smilodon)
y el oso de cara corta (Arctotherium), entre otros,
argumento Daniel Boh, coordinador de Museos de Miramar.
Debemos destacar
en esta ocasión, el correcto procedimiento de Bárbara y Álvaro, los
padres de Bruno González, en acompañar y comunicarse con el museo,
con el propósito de que sean extraídos por personal idóneo, para que
se preserven en una institución científica. Los yacimientos
paleontológicos y sus fósiles están protegidos por la ordenanza
municipal 248/88, y por la Ley 25.743 que regulan estas actividades.
Ante cualquier hallazgo en el Partido de General Alvarado,
comunicarse con el museo. Más información el sitio web del museo;
www.museodemiramar.com.ar y redes sociales.
Presentaron el esqueleto de un gliptodonte
juvenil en el Museo Paleontológico de San Pedro.
El ejemplar fosilizado fue hallado en San
Pedro, provincia de Buenos Aires, en Octubre de 2018. Es el más
completo de su especie en el país y tiene una antigüedad estimada en
unos 700.000 años.
El Museo Paleontológico de San Pedro acaba de
presentar un fósil asombrosamente bien conservado que fue recuperado
hace cinco años, en una cantera cercana a la ciudad; un predio
perteneciente a la firma Tosquera San Pedro, de la familia Iglesias.
Se trata de un ejemplar juvenil de una especie
de armadillo gigante llamada Glyptodon munizi, la cual habitó
durante la edad Ensenadense; más precisamente en un lapso de tiempo
ubicado entre los 500.000 y 700.000 años atrás.
El animal murió en un humedal o pantano
prehistórico junto a otros tres adultos que también fueron
recuperados por el equipo del museo, aunque conservados
parcialmente.
El hecho de haber encontrado el prematuro final
de su vida en un barro denso y viscoso hizo que su esqueleto se
preservara con un grado de detalle que resulta asombroso para los
investigadores, convirtiéndolo en el más completo de Argentina.
Este descubrimiento es de gran importancia ya
que son muy escasos los estudios en profundidad realizados sobre
esqueletos completos de estos grandes mamíferos y, menos aún, sobre
la anatomía de ejemplares en desarrollo, como el de San Pedro. Su
análisis permitirá revisar numerosos detalles de su crecimiento.
El fantástico animalito conservó más del 95 %
del esqueleto interno, con la particularidad de que el cráneo y
mandíbulas, junto a sus patas traseras y delanteras, están con todas
sus partes óseas articuladas en posición de vida. Como si este
jovencito hubiera muerto hace apenas unos días atrás.
Este ejemplar de características únicas fue
extraído de una cantera de la firma Tosquera San Pedro, en octubre
de 2018, gracias a la colaboración de Norberto y Gustavo Iglesias,
propietarios de la firma y del joven Fausto Capre, por aquel
entonces maquinista de la empresa.
Durante estos años, el Grupo Conservacionista
de Fósiles, equipo del Museo Paleontológico “Fray Manuel de Torres”,
trabajó silenciosamente, teniendo que sortear la pandemia y las
dificultades propias de un hallazgo tan completo ya que, por
tratarse de un “pequeño”, sus huesos se fosilizaron de forma
diferente; quedando muy frágiles. La ardua tarea de limpieza y
preparación fue abordada por Martínez, Simonini, O´Riordon, Momo,
Chiodini, Pereiro, Morales, Tettamanti, Ucero, Hernández, Aguilar,
Parra, Acosta y Saucedo; todos integrantes del museo.
Durante todo este tiempo el grupo del museo
trabajó en su preparación y en la consolidación del material, hasta
que a mediados de abril se comenzó con el montaje definitivo, el
cual finalizó en estos días.
El estudio en profundidad de este animal está
siendo llevado adelante en conjunto con los Dres. Alfredo Zurita,
Francisco Cuadrelli y Romina González, de CECOAL-CONICET y
Universidad del Nordeste (Corrientes).
En paralelo, se muestrearon los sedimentos que
rodeaban las patas del animal, en busca de polen fosilizado que
permitiera conocer la vegetación que convivía con el cachorro en
aquel ecosistema. Intervinieron Lionel Pacella, Claudia Lovera y
Victoria Jiménez (CECOAL-CONICET) y José Luis Aguilar (Museo de San
Pedro).
Los análisis, en un hecho sin precedentes para
el Pleistoceno medio, permitieron identificar granos de polen
correspondientes a plantas de las familias Amaranthaceae (amarantos)
y Poaceae (gramíneas, ejemplo: hierba de las pampas); esporas de
hongos Cladosporum y Alternaria y algunos restos de algas. Esta
asociación indicaría un ambiente de estepa herbácea relacionada a
cuerpos de agua cercanos.
“Desde ahora, y después de 700.000 años, el
´cachorro´ de gliptodonte más completo de Argentina está nuevamente
de pie para asombrar a los visitantes que recorran el Museo
Paleontológico de San Pedro, como un mensajero que viene desde la
prehistoria para que conozcamos un poco más de las maravillas de
aquel mundo tan lejano”, comenta José Luis Aguilar, Director del
museo. Fuente: Museo Paleontologico de San Pedro.
Pelecanus paranensis, una nueva especie de
pelicano del Mioceno de Entre Rios.
Un grupo de investigadores halló el primer
fósil del pelícano marino que habitó el Mar Paranaense hace
aproximadamente siete millones de años. El paleontólogo pampeano,
Marcos Cenizo, formó parte del trabajo que fue publicado en la
prestigiosa "Journal of Vertebrate Paleontology" (Revista de
Paleontología de Vertebrados).
Marcos Cenizo es paleontólogo, estudió en La
Plata y desde hace más de 20 años se desempeña en la Fundación de
Historia Natural Azara, la cual tiene como objetivo conservar el
patrimonio natural y arqueológico. En diálogo con LA ARENA, señaló
que se dedica a estudiar aves: “Me oriento a una perspectiva
histórica, a la evolución de las aves y nos nutrimos de fósiles y
genes”.
Explicó que cuando era universitario
encontraron un ave fósil y en ese momento se dio cuenta que “hay
poca información sobre aves”. Y agregó que “tenemos la suerte de
vivir en un país donde la paleontología está desarrollada, no hay
nada que envidiarle a ningún país. Acá hay muchos yacimientos, pero
las aves no se estudiaron tanto porque es muy difícil ya que no
tienen dientes, los cuales se conservan más que cualquier otro
resto”.
“El diente aporta mucha información sobre cómo
es la especie y eso genera que muchos paleontólogos se aboquen a
eso”, desarrolló Cenizo y agregó que “como las aves no tienen
dientes, su investigación es muy difícil, además de que sus huesos
son más delgados”. Sostuvo que investigar este tipo de animales “es
muy interesante y es un desafío. Las aves siempre han maravillado a
los seres humanos, cualquier persona tiene empatía con las aves”.
El estudio comenzó a fines de 2021; tras la
investigación y el proceso editorial, recién fue publicado el pasado
9 de mayo en la prestigiosa "Journal of Vertebrate Paleontology". El
director del trabajo es el paleontólogo Diego Brandoni, quien junto
al equipo de profesionales se trasladó a la zona del Cerro La
Matanza, en Entre Ríos. Allí algunos de ellos se dedicaron a la
investigación de mamíferos, reptiles y aves.
Durante el trabajo de campo, fue el mismo
Brandoni quien rápidamente halló los restos. Junto a su colega del
Conicet, Jorge Noriega, Cenizo determinó que se trataba del primer
fósil de un pelícano en Argentina. Pero el estudio continuó porque
el objetivo era conocer a qué especie pertenecía. “Los hallazgos son
muy humildes”, aclaró el pampeano y describió que “este bicho es de
las mayores aves; el material no es chiquito porque es un sinsacro:
las aves tienen los huesos pélvicos fusionado a la columna vertebral
y todo ese conjunto es un hueso bastante grande”.
“Hay ocho especies de pelícano en el mundo”,
explicó el pampeano y señaló que el material “era semejante a dos
especies muy particulares que habitan a América del Sur, uno llega
hasta el norte y otro en las costas del sur: se trata del pelícano
peruano y el pelícano marrón”. Actualmente, “estos dos pelícanos no
llegan a Argentina y en nuestro país ya no hay este tipo de aves,
excepto algunos individuos errantes que pueden llegar a la Patagonia,
pero no tenemos”.
Es importante destacar que “es la primera vez
que se encuentra un pelícano de mar”. Pero, ¿un pelícano en un
cerro? El Cerro La Matanza está ubicado al noroeste de la ciudad de
Victoria en Entre Ríos. Hace unos siete millones de años, la región
pampeana todavía se encontraba cubierta por un vasto mar de aguas
cálidas y someras. El Pelecanus paranensis (su nombre científico)
sobrevoló el "Mar Paranaense" durante el Mioceno Tardío.
Tras este estudio, los y las investigadoras
podrán determinar “cómo, dónde y cuándo podría haberse originado el
linaje de los pelícanos estrictamente marinos que habitan hoy los
mares cálidos de América”.
-¿Por qué ese tipo de pelícanos ya no se
encuentran en nuestro país?
-No se sabe con exactitud esa respuesta, pero
posiblemente por la extracción del mar. Asimismo dejaron
descendientes: esos ambientes marinos continentales donde se originó
este pelícano fue un laboratorio de especies estrictamente marina.
El pelícano marrón se extiende al este y oeste de las costas del
norte de América y llega al Amazonas, pero no se extiende más al
sur, posiblemente por las corrientes marinas. Los pelícanos marinos
comen anchoas y no hay disponibilidad al sur. En tanto, los
pelícanos peruanos se extienden hasta Chile donde hay diversidad de
vida marina porque las corrientes son muy productivas.
La investigación seguirá en Entre Ríos porque,
tal como contó Cenizo, desean “encontrar más rastros de la especie
para confirmar las hipótesis que tenemos respecto a este pelícano”.
Por otra parte, el equipo se encuentra trabajando en Puerto Madryn
porque hallaron una “especie de ganso” que estudiarán. Fuente; La
Arena.
Chucarosaurus diripienda,
una nueva especie de dinosaurio gigante del Cretácico de Río Negro.
Investigadores del Conicet encontraron en Río
Negro restos fósiles de 90 millones de años de antigüedad de un
nuevo dinosaurio herbívoro gigante de cuello largo que será
presentado en la ciudad de Cipolletti, y constituye un hallazgo sin
precedentes por ser la especie más grande descubierta en esa
provincia.
La nueva especie, bautizada Chucarosaurus
diripienda, se encuentra entre los dinosaurios más grandes del mundo
con sus 30 metros de largo.
"Chucarosaurus es un titanosaurio perteneciente
al grupo de los saurópodos colososaurios. Por el tamaño de su fémur,
de unos dos metros de largo, estimamos que debía pesar entre 40 a 50
toneladas y tener unos 30 metros de largo. Esto lo convierte en la
especie más grande hallada hasta el momento en la provincia de Río
Negro", afirmó Matías Motta, paleontólogo y coautor del trabajo,
según publicó el Conicet en un comunicado.
El dinosaurio será presentada a las 19 en el
Complejo Cultural Cipolletti, en la provincia de Río Negro, mientras
que el estudio de sus restos óseos ya fue publicado en la
prestigiosa revista científica Cretaceous Research.
Chucarosaurus diripienda significa "lagarto
fuerte" y "revuelto", y su fémur será descubierto tras la
presentación de los paleontólogos, informó la Secretaría de Estado
de Cultura de la provincia.
Los restos hallados, consistentes con las
extremidades de dos individuos diferentes, fueron descubiertos a
unos 25 kilómetros al sur de la Villa el Chocón a finales de 2019,
en el marco de una campaña del equipo paleontológico del Laboratorio
de Anatomía Comparada y Evolución de los Vertebrados del Museo
Argentino de Ciencias Naturales "Bernardino Rivadavia", a cargo del
investigador del Conicet Fernando Novas.
En esta localidad ya se han hallado una gran
cantidad de dinosaurios, incluyendo enormes carnívoros, pero hasta
el momento no se habían descubierto dinosaurios herbívoros.
A diferencia de otros dinosaurios herbívoros de
gran tamaño descubiertos en el sur de América, los huesos del
Chucarosaurus son "notablemente más gráciles, lo que hace pensar que
debía ser bastante más esbelto que otros gigantes", acotó Federico
Agnolín, primer autor del trabajo.
Estos hallazgos permiten a los paleontólogos
conocer mejor cómo era el ecosistema del norte rionegrino hace unos
90 millones de años, que se encontraba cubierto por bosques de
araucarias y una gran diversidad de otros vegetales.
"El estudio de Chucarosaurus amplía el
conocimiento anatómico de los huesos apendiculares de los
titanosaurios, como humero, fémures, isquiones y tibias, los cuales
poseen caracteres diagnósticos a nivel de especie, que demuestran
una mayor diversidad morfológica a la previamente conocida. Estas
diferencias debieron estar vinculadas a diversas adaptaciones
ecológicas en los ambientes continentales fluviales donde
habitaban", concluyeron.
Luego de la presentación, la muestra de fósiles
de este dinosaurio podrá visitarse el viernes de 9 a 21, y el sábado
y domingo de 16 a 21 en el Complejo Cultural Cipolletti, ubicado en
Fernández Oro al 57. Fuente; diariojornada.com.ar
Importante hallazgo de restos fósiles
de Megaterio en Camet Norte
El equipo del
Museo Municipal de Ciencias Naturales ‘Pachamama’ está trabajando en
el rescate de restos fósiles de Megaterio en la zona de Camet Norte,
un mamífero extinguido de la Era de Hielo que habría habitado en la
región hace aproximadamente 20.000 años. La importancia de
este descubrimiento radica en que es muy raro encontrar restos
fósiles de Megaterio en buen estado de conservación y puede ayudar a
los investigadores a entender mejor cómo era la vida en la región
durante la Era de Hielo y cómo evolucionaron las especies animales
en la zona.
El Megaterio, también conocido como Megatherium,
fue un género de mamíferos prehistóricos que pertenecían al
grupo de los perezosos gigantes. Estos animales vivieron en
Sudamérica durante el período Pleistoceno, hace entre 2.5
millones y 10,000 años atrás. El Megaterio era un herbívoro
de grandes dimensiones, con un cuerpo pesado y fuerte, que
podía alcanzar los 6 metros de longitud y pesar hasta 4
toneladas. Poseían patas cortas y fuertes, con garras
afiladas que utilizaban para excavar y trepar árboles en
busca de alimento. Su cráneo era grande y alargado, con
dientes afilados y adaptados a su dieta herbívora.
A pesar
de su gran tamaño, el Megaterio se movía con lentitud y se
caracterizaba por ser un animal tranquilo y apacible. Actualmente,
los restos fósiles del Megaterio son objeto de estudio e
interés para paleontólogos y aficionados a la prehistoria.
Una vecina de la zona, Palmira
Biscochea, mencionó haber descubierto algunos fósiles en la playa
mientras caminaba. «Empecé a recolectar algunos y a tratar de
identificar de qué especies eran, pero cuando encontré una gran
cantidad, decidí filmarlos y enviar el video a alguien que supiera
más del tema», dijo. Palmira también mencionó que estaba con su
nieta y grabaron un video juntas. «Siempre venimos a caminar y a
buscar cosas nuevas en el paisaje», agregó.
Cuando se le preguntó si es común
encontrar fósiles en la zona, Palmira respondió afirmativamente,
pero que parece que ahora se están encontrando más debido a las
erosiones. Además, mencionó que los vecinos y los turistas se
interesaron en el hallazgo y que ella personalmente se interesa en
seguir aprendiendo sobre estos hallazgos y preservarlos para la
posteridad.
Entre los hallazgos más destacados
se encuentran los restos de perezosos gigantes y megaterios, con una
posible datación de unos 20.000 años. También se destaca que el
yacimiento cuenta con un ambiente único que permite la conservación
de los materiales en óptimo estado. «Por esta razón, el objetivo del
equipo de trabajo es llevar a cabo una tarea de resignificación de
las formas de trabajo en el sitio y, sobre todo, conservar el
patrimonio paleontológico, arqueológico y geológico de la zona»
refirió. Fuente: noticiasmdq.com
Reconstrucción en 3D el cráneo de Manidens
condorensis, un pequeño dinosaurio jurásico.
Un equipo de investigadores de Argentina, Reino
Unido y Alemania estudió en detalle la anatomía del cráneo de la
especie Manidens condorensis, un pequeño dinosaurio ornitisquio que
vivió hace 170 millones de años en lo que hoy es la provincia del
Chubut.
La metódica y detallada investigación, realizada a partir de
micro-tomografías computadas y la reconstrucción digital en 3D,
permite considerar a esta descripción como una de las más completas
que se han realizado en cráneos de dinosaurios argentinos. El
trabajo fue publicado en la revista científica Journal of Vertebrate
Paleontology.
El Dr. Marcos G. Becerra (investigador de
CONICET en el Instituto de Investigaciones en Ciencias de la Tierra,
Universidad Nacional de Córdoba) lidera el trabajo de investigación
y estudia en profundidad los fósiles de Manidens: “Tenemos uno de
los cráneos más completos que se conocen dentro de los
heterodontosáuridos, un linaje de pequeños dinosaurios ornitisquios.
<<<Recreación de Manidens,
tomado de Twitter de Lucas Jaimez.
Esta especie forma parte de un grupo de dinosaurios de pequeño
tamaño cuya dentición con colmillos grandes y hocicos largos,
recuerda más a los cánidos y otros mamíferos, que a los dinosaurios;
y al mismo tiempo su parentesco con otros grupos de dinosaurios ornitisquios (relaciones filogenéticas) es actualmente controversial
y discutida”, explica.
“La extracción de la roca mediante preparación
mecánica, realizada por el técnico Leandro Canessa en el Museo
Paleontológico Egidio Feruglio (MEF), nos permitió conocer muchos
detalles de superficie. Aunque la preservación del fósil es muy
buena, muchos de los huesos del cráneo se encuentran desarticulados
formando bloques compactos de huesos solapados. Por el pequeño
tamaño y la fragilidad de los fósiles, no podíamos aislar
mecánicamente muchos de estos huesos, y esto limitaba su estudio”,
comenta.
Para el estudio de los huesos del cráneo, los
paleontólogos debieron digitalizar los fósiles. “Así como se usa en
medicina humana, y en otras ramas de las ciencias, el uso de
tomografías computadas sirve para obtener imágenes en forma de
secciones (o slices) del objeto en estudio, para generar imágenes
por contraste. Las partes más densas del objeto, que absorben más
radiación, se ven más claras en las imágenes, lo que permite
diferenciar distintos componentes del objeto en estudio sin dañarlo.
Este procedimiento también puede usarse para analizar restos
fósiles. Realizamos micro-tomografías en Alemania, una técnica que
nos permitió obtener cientos de imágenes en forma de cortes, que en
conjunto permitió armar completamente al espécimen.
Luego, con un software específico pudimos
seleccionar y separar cada uno de los huesos que estaban en
articulación o solapados, modelarlos digitalmente y
reconstruir el cráneo en tres dimensiones. Allí pudimos
darnos cuenta de que teníamos más del 80% del cráneo de esta
especie.”
<<<Aspecto recreado del
esqueleto de Manidens condorensis, en el Australian
Museum. (*).
Se pudieron ver por primera vez todos los
huesos separados para su descripción: “Es uno de los primeros
estudios en detalle de cada hueso del cráneo preservado para un
dinosaurio de Argentina. Esta investigación permitió identificar las
zonas de contacto que tienen los huesos
entre sí, identificar lugares de inserción muscular, y finalmente
reconstruir la musculatura de la mandíbula”, detalla el Dr. Becerra;
y agrega “Gracias a esto, logramos plantear hipótesis sobre la
biomecánica craneal, con la esperanza de contribuir con el
conocimiento morfológico de la especie, y formular hipótesis acerca
de los hábitos alimenticios de Manidens, una especie una dentición
muy particular respecto a otros dinosaurios.”
La investigación aporta datos para entender
cómo era el cráneo de esta pequeña especie, y además brinda
información novedosa para estudios futuros: desde estudios
filogenéticos que mejoren el entendimiento de las relaciones de
parentesco entre los heterodontosáuridos y otros linajes, hasta
abordajes paleoneurológicos, estimaciones de fuerza de mordida y
estudios biomecánicos con el uso de modelos tridimensionales.
Trabajo de investigación titulado
“Craniomandibular osteology of Manidens condorensis (Ornithischia:
Heterodontosauridae) from the upper Lower Jurassic of Argentina”.
Fuente: Mef.
Autores del trabajo científico:
Marcos G. Becerra (CICTERRA-CONICET), Diego Pol (CONICET-MEF), Laura
B. Porro (University College London, Reino Unido), Ariana Paulina-Carabajal
(UNCo-CONICET) y Oliver W.M. Rauhut (Ludwig-Maximilians-Universität,
Alemania).
Hallan en San Pedro fósiles de Dusicyon
avus, un gran zorro extinto.
Los nuevos restos podrían pertenecer a una
especie extinta y fueron descubiertos a pocos kilómetros de San
Pedro. Los registros publicados de estos animales son muy escasos en
la región.
El Grupo Conservacionista de Fósiles, equipo
fundador del Museo Paleontológico de San Pedro, acaba de hallar
piezas dentales de un zorro de gran tamaño que podría pertenecer a
un género que habitó la llanura pampeana durante el
Pleistoceno-Holoceno.
Analizando la morfología de los molares
descubiertos, se trata de establecer si correspondieron a un zorro
colorado (Lycalopex culpaeus) o a una especie extinguida llamada
Dusicyon avus.
Este último, fue un zorro de mayor tamaño que
poseía dientes carniceros proporcionalmente más grandes y una masa
corporal cercana a los 15 kilogramos.
Dusicyon avus desaparece durante el Holoceno
tardío, hace unos 500 años, probablemente por el efecto combinado
del impacto de cambios ambientales y la acción directa o indirecta
del hombre.
Ciertos aspectos de su dentición muestran una
tendencia marcadamente más carnívora que los zorros vivientes,
habiéndose alimentado de pequeños animales. El equipo del Museo
“Fray Manuel de Torres” halló el m1 y m2; ambos, molares de la rama
mandíbular derecha.
El primero en observar las piezas fue el Sr.
Julio Simonini, integrante del museo, quien alcanzó a divisar los
pequeños molares entre las rocas que los rodeaban. La coloración del
esmalte, más blanca que los sedimentos del entorno, hizo posible su
visualización y posterior recuperación.
El Dr. Francisco Prevosti, Investigador de
CONICET y profesor en la Universidad Nacional de La Rioja, de larga
trayectoria en el estudio de cánidos fósiles y permanente
colaborador del Museo Paleontológico de San Pedro, explica que “es
un hallazgo muy interesante y el descubrimiento de restos más
completos, así como un análisis detallado de los mismos, permitirá
identificar si se trata de un zorro colorado fósil o si se confirma
la presencia de la especie extinguida Dusicyon avus, en la zona de
San Pedro, al Norte de la provincia de Buenos Aires”.
Recuperan fósiles de un Perezoso Gigante en
el Pleistoceno de Venado Tuerto, Santa Fe.
Un equipo del Ministerio de Cultura de la
Provincia de Santa Fe, acompañado con personal de la Dirección de
Medio Ambiente y de la Secretaría de Territorialidad y Desarrollo
Cultural de la Municipalidad de Venado Tuerto, y con la
participación de docentes y alumnos del profesorado de Biología del
Instituto de Educación Superior Nº7, rescataron restos fósiles que
podrían tener más de 8500 años. Entre ellos el de un perezoso, de
otro mamifero que podría ser un armadillo y de distintas aves.
Dicho hallazgo fue realizado en una vivienda
ubicada en San Martín casi Eduardo Huhn del barrio Malvinas
Argentina de Venado Tuerto. Según los investigadores, la sorpresa
fue la cantidad de restos óseos encontrados.
Al respecto, el
paleontólogo, Luciano Rey (quien dirigió la excavación) destacó que,
por ahora, tiene dos hipotesís al respecto: fue un curso de agua que
juntos los huesos en el lugar o fue un ave carroñera la que los
trasladó hasta allí.
Lo cierto es que que el hallazgo lo comunicó el
propietario del terreno, Mario Soldini, que estaba realizando un
pozo ciego y se encontró con la sorpresa. Además, fue fundamental el
aporte de un vecino del terreno que es, casualmente, el profesor de
Biologia Fernando Cuello, un referente es la búsqueda de
restos arqueológicos y paleontológicos de la región.
Al respecto, Rey indicó que Soldini y Cuello
realizaron rápidamente la denuncia y esto posibilitó que se activará
el protocolo de rescate que tiene la Subsecretaría de Gestión
Cultural a cargo de Javier Armentano.
De esta manera, en la mañana de hoy arribó a
Venado Tuerto el equipo técnico dedicado al tema y junto a empleados
municipales y alumnos del Instituto realizaron el trabajo
pertinente.
Seguidamente, detalló que el hallazgo más
importante son los restos del perezoso, que es un animal
prehistórico que habitó la región pampeana hace millones de años y
que desapareció, por lo menos, 8500 años atrás. Los mismos son
protagonistas de la película animada “La Era de Hielo”.
Por otra parte, agregó que el resto del
perezoso y los otros van a ser trasladados el Instituto Nº7 y serán
los alumnos quienes realicen las tareas finales de limpieza para
poder determinar luego con mayor precisión el material encontrado.
Fuente; Venado24.
El Patagotitan, el
dinosaurio argentino más grande del mundo llega al Museo de
Historia Natural de Londres.
Un coloso ha aterrizado en Londres directamente
desde Argentina. El esqueleto de lo que fue uno de los animales más
grandes que jamás haya caminado sobre la Tierra ahora está en
exhibición en el Museo de Historia Natural británico.
El patagotitan fue un
dinosaurio que vivió hace 100 millones de años en América del Sur.
Con una longitud de 37 m desde la nariz hasta la cola, podía llegar
a un peso de hasta 60 o 70 toneladas. Además de presentar un
esqueleto representativo, el Museo también expone algunos de los
huesos fósiles reales descubiertos por primera vez en Argentina en
2014.
El más grande es un fémur de 2,4 m de largo.
Se ha colocado en posición vertical para brindarles
a los visitantes una extraordinaria oportunidad de tomar selfies.
"El patagotitan era lo que llamamos un dinosaurio saurópodo",
explicó el paleontólogo Paul Barrett. "Es un pariente del diplodocus,
con el que podrías estar un poco más familiarizado. Es uno de
estos grandes animales con cuerpo de barril y patas robustas. Casi
parece un elefante gigante cruzado con una serpiente anaconda, con
un cuello muy largo y una cola larga", dijo a la BBC.
La réplica del esqueleto es un
préstamo del Museo Paleontológico Egidio Feruglio (MEF) de
Argentina, cuyo personal desenterró los fósiles originales. El museo
londinense tuvo que ponerse a pensar mucho para encontrar la mejor
manera de exhibir a la criatura. Apenas cabe en su Galería
Waterhouse, su mayor espacio de exposiciones. Incluso
entonces, el extremo de la cola ha tenido que ser doblada alrededor
de una columna.
El suelo también necesitaba ser
reforzado, pero, inteligentemente, los ingenieros han podido ocultar
parte de la armadura de soporte para que parezca que el dinosaurio
está caminando sobre la alfombra. "Ha sido todo un desafío, solo
superado por la ballena azul que fue colgada del techo en el Salón
Hintze del museo", dijo el jefe de producción técnica, Jez Burn.
El esqueleto está acompañado
por muchos videos y juegos interactivos que explican las historias
de vida de los saurópodos gigantes que vivieron en el Período
Cretácico de la historia de la Tierra. Es difícil decir quién fue
exactamente el más grande de estos titanosaurios, pero animales como
el patagotitan y otra criatura llamada argentinosaurus estaban entre
los primeros.
"Lo increíble del patagotitan
es la cantidad de huesos del dinosaurio que se encontraron", dijo
Sinéad Marron, promotora de la exposición.
"Los otros dinosaurios
gigantes se conocen a partir de unos pocos fragmentos, mientras que
el esqueleto del patagotitan se conoce a partir de un par de cientos
de huesos de al menos seis individuos diferentes. Simplemente
sabemos más sobre Patagotitan que todos los demás gigantes".
Los científicos no están
seguros de por qué los titanosaurios eran tan grandes, pero tienen
una buena idea de cómo desarrollaron su inmenso volumen. Esto
probablemente tenía algo que ver con los alimentos vegetales de
calidad relativamente baja disponibles para ellos, que requerían un
gran sistema digestivo para aprovecharlos al máximo.
Esencialmente, eran tanques de
fermentación gigantes sobre patas robustas. Los visitantes del Museo
tendrán oportunidad de tocar unos tubos que simulan los intestinos
de un titanosaurio. Y podrán escuchar los ruidos de la barriga del
enorme animal. Una criatura tan grande como el patagotitan habría
tenido que comer todo el día y la mayor parte de la noche para
mantenerse bien.
Según un cálculo, el animal podría haber
consumido más de 130 kg de plantas todos los días. Esto es
equivalente a aproximadamente 515 lechugas redondas.
No es de extrañar que los científicos describan
a los titanosaurios como "ingenieros de ecosistemas". Mientras se
movían por el paisaje, habrían limpiado toda la vegetación frente a
ellos.
Y hay que imaginar la
producción de estiércol... de todo un rebaño. Es un pensamiento
asqueroso, pero con él se generaba un intercambio y procesamiento
masivo de nutrientes, junto con la dispersión de innumerables
semillas. La influencia sobre el medio ambiente y la vida de todos
los animales de la época habría sido profunda.
La exposición, llamada El Titanosaur: Vida del
Más Grande Dinosaurio, estará disponible desde el 31 de marzo hasta
el 7 de enero de 2024. Fuente; El Tiempo.
Investigadores argentinos
dan a conocer el primer registro de viviparidad en serpientes
documentado en Messelophis variatus, una boa del Eoceno.
Recientemente, Mariana Chuliver
y Agustín Scanferla, investigadores de CONICET-Fundación Azara junto
con Krister Smith, paleontólogo del Senckenberg Research Institute
and Natural History Museum de Frankfurt, Alemania, descubrieron la
evidencia más antigua de viviparismo en serpientes.
Los investigadores examinaron un fósil de
serpiente hallado en la localidad de Messel (Alemania) y
describieron huesos correspondientes a restos de embriones en el
cuerpo de la madre. El hallazgo fue publicado en la
revista "The Science of Nature-Naturwissenschaften" y demuestra que
las serpientes vivíparas existían hace al menos 47 millones de años.
La mayoría de los reptiles actuales ponen
huevos, este modo de reproducción es el más común y es denominado
oviparidad. Sin embargo, existen algunas especies de lagartos y
serpientes que se desvían de la norma y “paren” a sus crías vivas.
La preservación en el registro fósil de estrategias reproductivas
es, en general, muy rara. En total, hasta la fecha se han
descubierto solo dos fósiles de reptiles vivíparos. En este trabajo
se describe la primera prueba fósil del mundo de una serpiente
vivípara.
La serpiente fósil de la
especie Messelophis variatus, medía unos 50 centímetros de largo,
data del Eoceno y está emparentada con las actuales boas enanas de
América Central. Esta especie es una de las serpientes más
comunes del yacimiento de Messel. Sin embargo, el hallazgo de este
ejemplar de unos 47 millones de años sorprendió a los
investigadores: se trata de una hembra grávida con al menos dos
embriones. Al examinar el fósil se determinó que los huesos
presentes correspondían a huesos del cráneo de pequeñas boas de no
más de 20 centímetros de longitud. Estos huesos se encontraban por
detrás de la posición estimada del estómago, en el tercio posterior
de la zona del cuerpo, por lo cual si constituyeran una presa ya
habrían sido digeridos y no serían reconocibles. Este hecho apoya la
hipótesis de que se trata de una hembra con embriones.
En las especies vivíparas, las
crías permanecen en el cuerpo de la hembra hasta que son viables, lo
que elimina la necesidad de una cáscara de huevo protectora.
Esto se considera una estrategia evolutiva ventajosa para los
reptiles de climas fríos, ya que la temperatura dentro del cuerpo de
la hembra es más estable y, por tanto, más segura para sus crías.
Por ello, muchos de los lagartos y serpientes vivíparos actuales han
evolucionado en climas más bien fríos. Durante el Eoceno, sin
embargo, la Tierra estaba dominada por un clima de efecto
invernadero persistente, con temperaturas cálidas, un alto contenido
de dióxido de carbono en la atmósfera y polos sin hielo.
Distintas líneas de evidencia
indican que en Messel, hace 47 millones de años, las temperaturas
medias eran elevadas y las temperaturas invernales no bajaban del
punto de congelación. Resulta llamativo que especies de
reptiles como la serpiente de este hallazgo parieran crías vivas.
Quizá la viviparidad ofrezca otras ventajas adaptativas menos
evidentes que los beneficios de termorregulación para los embriones.
Posiblemente, en el futuro, otros fósiles de este yacimiento único
ayuden a resolver este misterio. Fuente; Fundación Azara.
Se puede acceder a la
publicación completa en: Chuliver, M., Scanferla, A. & Smith, K.T. Live
birth in a 47-million-year-old snake. Science of Nature 109, 56
(2022).
Nuevo estudio sobre fósiles de Plesiosauros de
la Patagonia Argentina.
El nuevo trabajo del
Laboratorio de Anatomía Comparada y Evolución de los Vertebrados (Lacev)
dependiente del Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino
Rivadavia de Buenos Aires y Conicet, en colaboración con miembros de
la Fundación de Historia Natural Félix de Azara, describe la
microestructura y microanatomía de los huesos de un plesiosaurio
hallado a orillas del Lago Argentino, en la ciudad de El Calafate.
Los plesiosaurios son un grupo
de reptiles acuáticos distribuidos en todo el mundo. Dicha
adaptación a la vida acuática es evidenciada por extremidades
convertidas en aletas largas y angostas que les permitían moverse
con rapidez en el agua. Tenían cuellos muy alargados rematados en
una pequeña cabeza armada de dientes afilados adaptados para la
captura de peces. Su cuerpo era corto y en forma de
barrilete, además de ser poseedores de una cola corta que podrían
haberla utilizado como timón.
Ciertos indicios
paleohistológicos y microanatómicos dieron a pensar que los
plesiosaurios juveniles vivían en zonas costeras, mientras que los
adultos en aguas profundas, en mar abierto. Esta hipótesis surgió al
describir en los plesiosaurios juveniles una configuración
paquiostótica, es decir, huesos de gran densidad que permitieron al
organismo hundirse con mayor facilidad, mientras que en los
especímenes adultos los huesos eran osteoporóticos, en consecuencia,
de muy baja densidad (una contextura símil de esponja, como las
grandes ballenas) permitiendo una mayor flotabilidad.
En el presente estudio, fueron
encontradas ambas estructuras óseas para un mismo espécimen adulto,
sugiriendo causas subyacentes más complejas para la formación de
dichas estructuras óseas, reforzando hipótesis de autores previos
que postulaban que dicha arquitectura ósea podría corresponder a las
cargas mecánicas que experimentaba el esqueleto ante el particular
movimiento de las aletas de estos animales, y por ende, que no sólo
responderían a cuestiones del hábitat de dichos organismos.
Además, se observó la presencia de un sistema
externo fundamental, una estructura muy escasamente
citada para los plesiosaurios a nivel mundial, formada en la
periferia de la sección transversal de unos huesos llamados
gastralias (también conocidas como costillas ventrales), dicho
sistema externo fundamental corresponde a un apelotonamiento de
marcas de crecimiento (similares a las que se hallan en los troncos
de los árboles cortados) muy poco espaciadas entre sí, indicativo de
la madurez somática del animal, por lo tanto, el plesiosaurio en
cuestión llegó a su máximo tamaño en la adultez.
Es de destacar, y en concordancia con otros
plesiosaurios, una gran cantidad de canales vasculares que nutrían
con vasos sanguíneos y linfáticos a la corteza ósea, indicativos de
un rápido crecimiento y bien sostenido hasta la madurez del animal,
lo cual sugiere un elevado metabolismo, similar al de mamíferos y
aves. En este caso, los canales vasculares se hallaron rodeados por
lamelas convirtiéndolos en osteonas secundarias, las cuales se
forman en gran número cuando el animal llega hacia la adultez, por
ende, otro indicio más junto con el sistema externo fundamental de
la misma.
Recuperan fósiles
de un Smilodon o tigre dientes de sable en la localidad de Ezeiza.
Un vecino de La Unión, en Ezeiza, realizó un
increíble descubrimiento cuando se encontraba cavando un pozo ciego
en el fondo de su casa en Villa Golf: fósiles de un tigre dientes de
sable.
El hombre, Marcelo Sena, ya había avanzado
hasta los cinco metros de profundidad cuando su pala chocó contra
los huesos y se dio cuenta que podían tratarse de restos orgánicos
de hace muchos años, por lo que paró la obra y se contactó con la
Municipalidad.
Ante su llamado, desde la Municipalidad le
dieron aviso inmediato al equipo de LACEV, el Laboratorio de
Anatomía Comparada y Evolución de los Vertebrados del
Museo Argentino de Ciencias Naturales "Bernardino Rivadavia",
quienes al día siguiente se acercaron al patio del domicilio, el
cual se convirtió en un sitio de interés paleontológico.
"Con la colaboración del Municipio y el
propietario de la vivienda pudimos constatar que efectivamente se
trataba de restos fósiles y procedimos a realizar su rápida
extracción", confirmó David Piazza, Técnico en Paleontología de
LACEV, quien estuvo acompañado por Javier Fernandez, Secretario de
Educación, Turismo y Deportes, y Claudia Muscio, directora del Museo
de Tristán Suarez.
Posteriormente, utilizando sogas, fue posible
retirar el bloque de 100 kilos del pozo. En este sentido, la técnica
para sacar fósiles intactos es mediante la realización de un "bochón",
que es "una estructura compuesta por un solo bloque de sedimento que
contiene los restos".
Por otra parte, cabe mencionar que aún no se
confirmó exactamente a qué animal pertenecen los restos fósiles
encontrados, ya que su estudio y preparación podría demorar un
tiempo. "Están casi totalmente cubiertos de sedimentos lo que
dificulta su identificación", reveló Piazza.
"Habrá que esperar a que el técnico
especialista los prepare, es decir los 'limpie', y los consolide
dado la gran fragilidad de estos fósiles. Una vez que podamos
garantizar su manipulación, el especialista podrá observar las
características del hueso y determinar a qué animal pertenecen",
amplió el Técnico en Paleontología.
De todas formas, en base a una primera
observación, fue posible concluir que se trata de un animal de
tamaño mediano a chico y que corresponden a "parte del tórax,
escápula, costillas y vértebras", siendo la teoría más fuerte que
pueden ser de un "smilodon" o tigre dientes de sable.
Cabe mencionar que no son los primeros restos
fósiles encontrados en Ezeiza, ya en 2015 y 2019 fueron
hallados restos de gliptodontes, aunque también hay registros de
otros descubrimientos realizados incluso en 1836.
"Se descubrieron restos de un gliptodonte y un
perezoso gigante que fueron enviados al Museo de Historia Natural de
Turín y se perdieron totalmente durante los bombardeos en la Segunda
Guerra Mundial", lamentó Piazza.
A su vez, el experto señaló que los fósiles
suelen aparecer en las canteras de tosca y en muchas ocasiones son
encontrados por vecinos o trabajadores que, lógicamente, no tienen
conocimientos paleontológicos, por lo que hizo hincapié en la
importancia de concientizar a la población.
"En general los fósiles de vertebrados son
similares a los huesos que cualquiera puede conocer de una vaca o
caballo actual, sin embargo son más pesados justamente por el
proceso de fosilización en el que algunos componentes del hueso
fueron reemplazados por los minerales presentes en las rocas
circundantes", explicó.
A su vez, agregó que "muchas veces esos huesos
fósiles son de un tamaño mucho mayor que los de animales
conocidos, presentan características extrañas o se los encuentra a
varios metros de profundidad". De todas formas, también pueden
encontrarse fósiles pequeños, los cuales son más propensos a
perderse. Fuente; Perfil.com
Encuentran fósiles de
Ophioleucidae, una estrella de mar que habitó en las aguas jurásicas
de Neuquén.
Fue descubierta por un equipo de especialistas
del CONICET en la Formación Sierra Chacaicó ubicada en la localidad
de Arroyo Lapa de esa provincia patagónica. ¿De qué antigüedad data
y qué tamaño tenía?
Un equipo de científicos del
CONICET encontró en la Formación Sierra Chacaicó, ubicada en la
localidad de Arroyo Lapa, provincia de Neuquén, restos fósiles de
una estrella frágil que habitó en los mares sudamericanos durante el
Jurásico Inferior, hace entre unos 184 a 193.000.000 millones de
años.
Las estrellas frágiles u
ofiuroideos son una clase de equinodermos, al cual también
pertenecen, entre otras especies marinas, los erizos, los dólares de
arena, los lirios y los pepinos de mar y las estrellas de mar.
“La estrella frágil descubierta se encontraba
en posición de vida y prácticamente completa. No existen registros
de organismos articulados de esta familia (Ophioleucidae) para otros
períodos geológicos en Argentina ni en Sudamérica”, explicó
Evangelina Palópolo, becaria postdoctoral del CONICET en el
Instituto de Investigación en Paleobiología y Geología (IIPG).
Este descubrimiento nos permite ampliar la
investigación sobre las estrellas frágiles para la región, ya que
nos encontramos con el primer ejemplar del género Sinosura fuera de
Europa. A su vez, es el más antiguo de la cuenca neuquina, por lo
tanto, nos permite ampliar el registro de esta clase para la región
y sacar conclusiones sobre el ambiente en el que vivía, las causas
de su muerte y los motivos por los cuales se preservó tan bien”,
agregó la co-autora del hallazgo. El fósil de la estrella frágil mide cerca de
dos centímetros de radio, en tanto que su disco central es muy
pequeño, y sus brazos miden aproximadamente dos centímetros de
largo, por lo que, para poder estudiarlo en profundidad, los
profesionales tuvieron que recurrir a la ayuda de una lupa y de un
microscopio electrónico.
Las estrellas frágiles del genero Sinosura son
originarias de Europa y hasta el presente se creía que solo habían
vivido en los mares de ese continente, de ahí la gran relevancia a
mundial que cobró este hallazgo en la Patagonia argentina.
“No sabemos a ciencia cierta si este género
habitaba en todo el mundo ya que no hay suficientes registros del
período estudiado. Este descubrimiento genera una nueva incógnita
que solo podremos responder si hay más hallazgos de este tipo en
Sudamérica y otros continentes”, señaló la becaria.
Las estrellas frágiles son, en general,
organismos depredadores o carroñeros exclusivamente marinos, -no
viven en lagos ni ríos-, ya que no pueden regular las sales dentro
de sus cuerpos y, además, son muy sensibles a los cambios de
temperatura, de energía y de salinidad del ambiente.
Al ser tan frágiles y tener tantas piezas en su
esqueleto, cuando mueren, esas piezas se separan en más o menos 24
horas, con lo que el registro fósil de este grupo se conoce
mayormente por osículos aislados o por ejemplares que son enterrados
cuando aún se encontraban con vida.
“En nuestro caso, lo encontramos articulado
porque no hubo ningún evento que lo desenterrara después de su
muerte, por eso quedó tapado y con mucha materia orgánica. Eso evitó
que se descompusieran sus partes blandas y se desarticulara”,
concluyó Palópolo. Fuente; weekend.perfil.com
Nuevos datos de la
habilidad visual del extinto Thylacosmilus o marsupial dientes
de sable.
Los largos colmillos del animal prehistórico
habrían provocado un desarrollo evolutivo de sus ojos para poder
observar en tres dimensiones y con mayor profundidad, lo que habría
servido para poder cazar a sus presas.
Un grupo de investigadores ha
descubierto que el extinto marsupial dientes de sable (Thylacosmilus
atrox) desarrolló una gran habilidad visual a pesar de que poseía
largos caninos superiores frontales, por lo que habría sido un gran
depredador, según se detalla en un estudio publicado por la revista
Communications Biology.
El T. atrox, que no debe confundirse con el
conocido felino Smilodon o "Tigre de dientes de
sable", está emparentado con canguros y otros marsupiales, habitó en
Sudamérica hace unos 3 millones de años y habría pesado
aproximadamente unos 100 kilogramos.
Hasta ahora, se suponía que este extinto
marsupial usaba sus enormes colmillos para cazar y se estima que
tenía una dieta que consistía en al menos un 70% de carne.
Pero la ubicación de sus ojos hacía creer que
este animal prehistórico tenía una visión más parecida a la de
especies herbívoras como vacas y caballos, que solo pueden observar
en dos dimensiones.
Sin embargo, tras realizar unas tomografías
computarizadas del cráneo de tres ejemplares, los científicos
descubrieron que podía ver en tres dimensiones, con profundidad y
hacia adelante, una habilidad esencial en animales carnívoros como
perros o gatos.
"Cuando eres un depredador, quieres ser capaz
de localizar a tu presa con la mayor precisión posible", explicó al
medio Live Science Charlène Gaillard, autora principal del estudio.
Los investigadores sugieren que este marsupial
prehistórico tenía un campo visual de unos 70 grados, similar al que
posee un gato: "Esto fue suficiente para ayudarlo a convertirse
en un depredador exitoso", agregó Gaillard.
Los científicos identificaron que el T. atrox
tuvo que cambiar a nivel evolutivo la orientación de las órbitas
oculares, ya que sus largos dientes "crecían sin cesar" durante toda
su vida, mientras las raíces de los colmillos se adentraban cada vez
más en el cráneo.
Este "desplazamiento" de sus órbitas le
permitió al animal expandir su habilidad visual en 3D, debido a
que los enormes caninos "invadían" la parte frontal de su cráneo,
concluyó Gaillard. Fuente DW.
Hallan los primeros restos en Argentina de
Thalassocnus, un perezoso marino del Mio-Plioceno.
Especialistas del CONICET publicaron los
resultados de los estudios a los restos de un ejemplar de
Thalassocnus descubierto en la provincia de Jujuy
Un equipo de especialistas en paleontología del
CONICET publicó recientemente los resultados de un novedoso
descubrimiento ocurrido en la provincia de Jujuy. El estudio
describe el hallazgo de restos fósiles de un ejemplar de
Thalassocnus, un perezoso marino que por primera vez fue encontrado
en un ambiente continental.
Según destacan las autoras y los autores del
trabajo, que fue publicado en Journal of Vertebrate Paleontology, se
trata del primer registro de este género en Argentina. Aseguran que
este descubrimiento, que tiene antecedentes en la costa del océano
Pacífico de Perú y Chile, demuestra que la historia evolutiva y
paleobiogeográfica de este enigmático animal es más compleja de lo
que se había interpretado hasta ahora.
El equipo de paleontólogas y
paleontólogos que participó de la campaña en la que se realizó el
hallazgo y de los análisis a los fósiles se desempeña en el
Laboratorio de Evolución de Vertebrados y Ambientes Cenozoicos, del
Centro de Ecología Aplicad del Litoral (CECOAL, CONICET – UNNE), de
la provincia de Corrientes, y en la Facultad de Ciencias Naturales y
Museo de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP).
Si bien
no hay precisiones respecto a la antigüedad de los fósiles, el
equipo estima que corresponderían al periodo entre el Mioceno más
tardío y el Plioceno, por lo que tendrían entre 3 y 5 millones de
años.
“El hallazgo ocurrió en el año 2019, durante
una campaña que realizamos en la zona de la Puna Oriental, en la
provincia de Jujuy, en la Formación Tafna. Desde entonces se fueron
haciendo diferentes actividades, como la limpieza de los fósiles, la
búsqueda de información y la comparación con otros materiales, que
un principio fue bastante dificultosa por las restricciones de la
pandemia de COVID-19. Una vez que pudimos avanzar, los estudios del
ejemplar nos permitieron determinar que correspondían a
Thalassocnus, algo que inmediatamente supimos que era novedoso
porque rompía con la idea de que ese género estaba únicamente
asociado a ambientes acuáticos”, señala Sofía Quiñones, becaria
postdoctoral del CONICET en el CECOAL y primera autora del trabajo.
Thalassocnusera un tipo de perezoso gigante
que podía alcanzar casi dos metros de largo y pesar más de 120
kilos. Los restos hallados en Jujuy pertenecen a un miembro superior
del animal e incluyen radio, ulna y parte de la mano izquierda
articulada.
En las conclusiones del artículo, los
especialistas destacan la importancia de este registro para
Argentina y para todo el continente, ya que aumenta dramáticamente
la distribución geográfica de este linaje de perezosos fósiles, que
se estima que eran principalmente acuáticos debido a que fueron
previamente registrados en sedimentos marinos. “Este ejemplar fue
hallado muy lejos de la costa, por lo que esta nueva evidencia nos
indica que este espécimen al igual que otros perezoso que se venían
estudiando en Perú, estaban menos adaptados a ambientes marinos y
que tenían la posibilidad de tener una dieta frugívora y omnívora”,
agrega la paleontóloga.
En base a estas observaciones, el equipo de
investigación planteó dos hipótesis en el trabajo. La primera estima
que la progresiva aridización que se desarrolló desde el Mioceno en
la costa del Pacífico pudo haber sido un factor que estimuló la
dispersión del Thalassocnus hacia zonas australes, como Chile y
posteriormente a zonas continentales, como la Puna oriental, en
busca de condiciones más favorables. La segunda hipótesis, en tanto,
propone que su distribución original pudo haber sido mucho más
amplia, incluyendo Argentina, Perú y Chile, y que posteriormente las
especies más derivadas sufrieron una adaptación a ambientes
marinos..
Para determinar cuál de estas
hipótesis es la más viable, el equipo de paleontólogas y
paleontólogos continúa realizando campañas anuales en la región, en
busca de nuevos ejemplares que permitan ampliar y dilucidar la
historia de este enigmático animal. Fuente Conicet. Imágenes
ilustrativas de Reinoanimal y Wikipedia.
Patagorhynchus pascuali, el
nuevo ornitorrinco del Cretácico de Santa Cruz.
Un grupo de investigadores anunció hoy el
descubrimiento de una nueva especie de dinosaurio bautizada
Patagorhynchus pascuali. El hallazgo se realizó en la Formación
Chorrillo, localizada unos 30 kilómetros al sudeste de El Calafate,
Santa Cruz.
Un equipo de paleontólogos del CONICET, junto
con colegas del National Museum of Nature and Science de Tokyo,
hallaron al sur de la Patagonia argentina restos de un pariente del
actual ornitorrinco australiano (Ornithorhynchus anatinus). El
descubrimiento del pequeño mamífero tuvo lugar en rocas cretácicas
de 70 millones de años, correspondientes a la Formación Chorrillo,
localizadas unos 30 kilómetros al sudeste de El Calafate, Santa
Cruz.
El anuncio se realizó este jueves en las
instalaciones del complejo cultural de Río Gallegos. La Opinión
Austral estuvo presente en la ceremonia que contó con la presencia
de la gobernadora Alicia Kirchner y la participación por
videoconferencia de la titular del CONICET, Ana Franchi.
La nueva especie fue bautizada
como Patagorhynchus pascuali y presentada en la
revista Communications Biology del grupo Nature.
Se trata del primer
pariente cercano del ornitorrinco que se conoce de la Era Mesozoica,
también conocida como la “era de los dinosaurios”, y el más antiguo
del que se tenga registro hasta el momento.
La expedición en la que se hallaron los restos
de Patagorhynchus fue codirigida por Fernando Novas, investigador
del CONICET y jefe del del Laboratorio de Anatomía Comparada y
Evolución de los Vertebrados (LACEV) del Museo Argentino de Ciencias
Naturales “Bernardino Rivadavia” (MACNBR, CONICET), y su colega
Makoto Manabe, del National Museum of Nature and Science de Tokyo.
El responsable de hallazgo del fósil fue
Nicolás Chimento, investigador del CONICET en laboratorio dirigido
por Novas, quien encontró sobre la superficie del terreno explorado
un pequeño diente de cinco milímetros de diámetro. La forma compleja
de la corona y las raíces permitieron determinar con facilidad que
el diente pertenece a un pariente de los ornitorrincos actuales.
Los dientes de los ornitorrincos actuales, así
como los de un fósil que se encontró en Australia, se distinguen por
tener dos estructuras con forma de ‘V’ corta. Así que cuando
encontré el diente de Patagorhynchus y vi que tenía esa misma forma,
que es única de estos animales, inmediatamente me pude dar cuenta
que se trataba de un ornitorrinco”, afirmó Chimento.
Los ornitorrincos son monotremas, un grupo de
mamíferos que se caracterizan por poseer rasgos muy primitivos, como
el hecho de que sus crías nacen de huevos que son incubados de
manera similar a como lo hacen las aves. Esta conducta reproductiva
los diferencia de la enorme mayoría de los mamíferos vivientes, que
dan a luz a sus crías directamente del útero materno. Por esta
razón, el linaje de estos animales primitivos atrajo siempre el
interés de los investigadores, dado que representan algo así como
“eslabones perdidos” de una etapa muy antigua.
Patagorhynchus es el
primer monotrema del Cretácico Tardío (último período de la Era
Mesozoica) que se conoce para América del Sur. De acuerdo con los investigadores que
participaron del descubrimiento, el hallazgo de restos de un
antepasado del ornitorrinco australiano en el sur argentino pone de
relieve la importancia que el territorio austral de América tuvo en
la evolución de los mamíferos.
“Siempre se pensó que estos linajes primitivos
de mamíferos eran restrictivos de Australia. En la década del ’90
apareció en Patagonia un pariente del ornitorrinco de la Era
Cenozoica y se consideró que debía corresponder a una migración
posterior y que no cuestionaba el hecho de que todos estos grupos
habían evolucionado en el continente australiano. El presente
descubrimiento demuestra que los parientes de los ornitorrincos ya
habitaban América del Sur mucho antes de lo que se creía y que el
grupo tuvo una larga historia evolutiva en nuestro continente, y en
la Patagonia en particular, de la que todavía nos queda mucho por
descubrir”, señaló Federico Agnolín, investigador del CONICET en el
MACNBR y en la Fundación de Historia Natural Félix de Azara y uno de
los autores del trabajo. Agnolín se encontraba buscando fósiles
junto a Chimento cuando ocurrió el descubrimiento.
De acuerdo con los
paleontólogos, el hallazgo del Patagorhynchus apoya la hipótesis de
que a fines del Cretácico una misma fauna integrada por mamíferos y
dinosaurios se extendía desde el sur de la Patagonia hasta
Australia, incluyendo también a la Antártida, que en ese momento se
encontraba encastrada entre ambos continentes. Hace 70 millones de
años, el sur de la Patagonia y Australia eran territorios con climas
que iban de templados a fríos, que daban albergue a bosques
frondosos de ambientes húmedos. Fuente; laopinionaustral.com.ar.
Descubren huellas de “patinadas”
de dinosaurios en el Cretácico de Neuquén.
Fueron descubiertas en el Cerro
Rayoso, ubicado al este de la Ruta 40 entre las ciudades de Chos
Malal y Las Lajas.
investigadores del Conicet
encontraron al noroeste de la provincia de Neuquén veintitrés
huellas fosilizadas de 130 millones de años de antigüedad de
dinosaurios saurópodos que se distinguen por su extraña forma y son
interpretadas como “patinadas” de los animales, un hallazgo sin
precedentes que constituye el primer registro de su tipo en el
mundo, dijeron a Télam los autores del estudio.
Las huellas, hoy convertidas en
marcas en la superficie de roca, fueron descubiertas en el Cerro
Rayoso, ubicado al este de la Ruta 40 entre las ciudades de Chos
Malal y Las Lajas.
Las inusuales pisadas que datan
de unos 130 millones de años atrás corresponden a saurópodos, un
grupo muy diverso de dinosaurios herbívoros que llegaron a ser de
los vertebrados terrestres más grandes que hayan existido y
dominaron los ecosistemas terrestres durante un lapso mayor a 140
millones de años.
“Son huellas de patinadas que
están deformadas, son anómalas y eso es precisamente lo que hace
importante la publicación del estudio. Es el primer registro de
patinadas de dinosaurios a nivel mundial”, indicó a Télam Pablo
Pazos, autor del trabajo e investigador del Conicet en el Instituto
de Estudios Andinos “Don Pablo Groeber” (Idean). En total se identificaron
veintitrés pisadas que se distinguen por ser “redondeadas y muy
alargadas, con una relación ancho-largo que no es la que se espera
para una huella de dinosaurio”, indicó Pazos y agregó que las de
mayor tamaño tienen unos 42 centímetros de longitud y 18 centímetros
de ancho..
Los saurópodos presentaban un
característico cuello largo con una cabeza pequeña, cola larga y
patas columnares como las de un elefante, mientras que se estima que
los representantes más grandes de este grupo podrían haber alcanzado
los 40 metros de longitud y un peso de unas 70 toneladas.
Sin embargo, las dimensiones de
las huellas descubiertas en Neuquén se corresponden con las de
saurópodos de pequeño tamaño.
El hallazgo fue publicado en la
prestigiosa revista Geological Society of London Special Publication
bajo las firmas de Arturo Heredia (primer autor del trabajo y
becario posdoctoral del Conicet), Pablo Pazos y Diana Elizabeth
Fernández (coautora e investigadora del Conicet en el Idean).
El equipo de especialistas
concluyó que los saurópodos pisotearon una superficie resbaladiza
cubierta por una mata microbiana (una lámina de microorganismos)
mientras se desplazaban en paralelo al margen de un canal, dejando
rebordes de sedimentos similares a los que se forman cuando
caminamos sobre el barro.
Es que, si bien hoy el paisaje
de la Cuenca Neuquina está conformado por montañas y rocas, hace 130
millones de años era completamente diferente y, a partir del
análisis de sedimentos, se puede interpretar que hubo en el lugar
una planicie y un canal de marea.
Pazos, quien es doctor en
Geología, indicó a Télam que, con la integración de la información
del ambiente, se obtiene “una foto que debe ser el equivalente de
entre 15 y 30 días en el período Cretácico. Es un pequeño tiempo
condensado, o sea que estás teniendo una instantánea de algo de hace
130 millones de años, no es habitual encontrar esto así”.
Además, las huellas se
encuentran “muy bien preservadas” gracias a la presencia de las
matas microbianas, un conjunto de microorganismos que adquieren un
aspecto similar al verdín de carácter resbaladizo que se acumula
alrededor de las piletas, ejemplificó el investigador principal del
Conicet.
Sobre este punto, explicó que
la mata microbiana influyó en la preservación de dos maneras: por un
lado, tiene una estabilidad “muy grande” que impidió que los
dinosaurios se hundieran cuando caminaron sobre ella y, por el otro,
la misma estabilidad evitó que la mata se destruyera rápidamente,
permitiendo la conservación de las huellas.
Sobre cómo fue recibido el
descubrimiento en la comunidad científica, Pazos señaló que los
revisores del estudio destacaron la novedad del descubrimiento y
marcaron que da el puntapié para estudiar la relación entre las
matas microbianas y la preservación de las huellas de otros
animales.
En ese sentido, el investigador
agregó que este primer registro de huellas patinadas “abre la
posibilidad de que uno encuentre morfologías que no son las que se
esperan encontrar”.
A su vez, relató que descubrió
las pisadas de manera “absolutamente casual” cuando estaba
realizando un trabajo de campo para otra investigación y detectó una
superficie tapada con “algo tan raro” que al principio ni siquiera
se atrevió a pensar en estudiarlas porque no se correspondían con
ningún ejemplo conocido.
“Si las huellas están en estos
lugares y en estas condiciones, hace pensar que podés encontrarlas
en otros lugares y en otras condiciones donde a priori, si vos
seguís lo normal de la literatura, no las buscarías”, aseguró.
Para Pazos, lo interesante del
estudio es la integración de información de campo, de microscopía
electrónica y otros análisis como fotogrametría que brindan una idea
de cómo era la costa de la Cuenca Neuquina en ese lugar y en ese
tiempo.
“Las huellas fósiles de
saurópodos encontradas, no solo refuerzan el valor de las mismas
para reconocer la fauna existente, sino que, además, sirven para
preservar un comportamiento inusual como es una patinada, que está
condicionada a las modificaciones producidas en el sustrato producto
de las matas microbianas, algo absolutamente novedoso en el registro
de huellas de dinosaurios”, subrayó. Ilustración Gabriel Lio. Fuente
lavoz.com.ar
Yatenavis
ieujensis, un ave que habitó en el Cretácico de Santa Cruz.
Un grupo de
profesionales del Conicet encontraron los fósiles de una nueva
especie de ave, bautizada como Yatenavis ieujensis. La misma vivió
en la Patagonia.
Un grupo
de paleontólogos que integran el Consejo de Investigaciones
Científicas y Técnicas de Argentina (Conicet) confirmaron este
miércoles el hallazgo de restos de una nueva especie de ave, de
alrededor de 70 millones de años de antigüedad que convivió con los
últimos dinosaurios, en la provincia de Santa Cruz.
"Se trata de un ave pequeña, del tamaño de un
gorrión, perteneciente al extinto grupo de los enantiornites. La
nueva especie fue bautizada 'Yatenavis ieujensis'", indicó la
información oficial.
El fósil fue encontrado en rocas que tienen 70
millones de años de antigüedad en la Estancia La Anita, ubicada al
sur de la ciudad de El Calafate, en la provincia de Santa Cruz.
"Los enantiornites son un grupo de aves antiguas que,
a diferencia de las aves modernas y al igual que los dinosaurios, no
logró sobrevivir al meteorito que cayó en la Tierra hace unos 66
millones de años y que produjo lo que conoce como la extinción
masiva del Cretácico-Paleógeno", explicó el Conicet.
Gerardo Álvarez Herrera, becario doctoral del Conicet
en el Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia,
uno de los responsables del hallazgo, explicó que "sólo se encontró
la mitad distal de un húmero derecho".
"Pero podemos saber que Yatenavis combina una serie
de características que lo hacen único dentro de los enantiornites y
que nos permiten asignar los restos encontrados no solo a una nueva
especie sino también a un nuevo género", resaltó.
De acuerdo con los investigadores, hay marcas de
músculos en el húmero que son indicadoras de que Yatenavis tenía una
alta capacidad de vuelo y maniobrabilidad, rasgo que lo asemeja a
los pájaros modernos que habitan bosques y selvas, y que son
excelentes acróbatas a la hora de esquivar árboles y arbustos
mientras vuelan a gran velocidad.
"Es importante tener en cuenta que hace 70 millones
de años el ambiente patagónico era muy distinto al de la actualidad.
La cordillera de los Andes no
existía y donde hoy predominan mesetas y desiertos, había bosques y
cuerpos de agua que albergaban peces, ranas, tortugas, serpientes y
cocodrilos enormes", afirmó Álvarez Herrera. Fuente; ámbito.com
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