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Los Fósiles.
¿Qué es la
paleontología?
La palabra paleontología proviene del griego y
significa "vida antigua". Se refiere a antigua en relación a la edad de
nuestro planeta. La Paleontología estudia las formas que poblaron la
Tierra cuando las rocas estaban aún formándose (también lo están haciendo
ahora).
La Paleontología estudia las formas vivientes en tiempos
pretéritos, formas de vida primitivas, a partir de sus restos. Estos
restos que son objeto de estudio de la Paleontología son los fósiles. En
definitiva, la Paleontología es la ciencia que estudia los fósiles. La
palabra fósil se usa para referirse a restos de organismos que vivieron en
el pasado, y, en general, se acepta que estos fósiles han de tener una
vida mínima de entre 20.000 y 25.000 millones de años.
Paleontología y geología.
La superficie terrestre ha
ido cambiando a lo largo de los 4.500 millones de años que tiene. Señales
de estos cambios se han preservado en las rocas existentes hoy, y los
encargados de encontrar dichas señales son los geólogos.
Desde el
momento en que la vida apareció, hace unos 3.600 millones de años, ya
comenzó a dejar señales en las rocas. Las primeras formas de vida eran
escasas y dejaban señales que sólo ocasionalmente se llegan a observar.
Con el paso de los miles de millones de años, los animales y
plantas ya aparecieron. Estos organismos lograron desarrollar partes duras
que se conservaron con mayor facilidad en las rocas sedimentarias.
¿Para qué sirve la Paleontología?
En Geología, los
fósiles ayudan a calcular la edad de las rocas, indican variaciones en la
superficie terrestre y proporcionan información importante acerca del
movimiento de las rocas.
En Climatología, los fósiles ayudan a
conocer procesos globales de cambios climáticos y aspectos locales de
este.
En Ecología, se puede conocer el medio físico y biológico en
que se desarrolló tal o cual especie. Ambientes y tipos de vida primitivos
pueden ser desentrañados.
En Evolución, se obtiene información
acerca de la edad de las especies y de las relaciones entre estas.
Historia de la paleontología.
En 1664, el estudiante danés Niels Steensen, más
conocido por su nombre latinizado Nicolas Steno, trabajó en la isla de
Malta.
Los comerciantes vendían unos amuletos que llamaba
"piedras-lengua", que se encontraban por toda la isla. Steno había
estudiado los tiburones y se dio cuenta de que los amuletos eran dientes
de tiburón petrificados. Dedujo que Malta tuvo que haber estado bajo el
mar y que las rocas que contenían los dientes debían de haber reposado en
el fondo durante mucho tiempo.
Posteriormente postuló que las rocas
más profundas se había formado antes que las más modernas, que se sitúan
en superficie. Esta conclusión, aparentemente simple pero crucial, se
conoce con el nombre de Principio de Superposición o ley de Steno. Más
tarde, al integrase en la Iglesia (llegó a ser obispo) se desdijo y refutó
su propia proposición.
El fin del siglo XVIII marcó el inicio de
la Paleontología científica. El inglés William Smith (1769 - 1839),
supervisor de canales y minas, sentó las bases de la estratigrafía,
recuperando las ideas de Steno: el principio de superposición y el
principio de continuidad.
El Principio de Continuidad viene a decir
que estratos que contengan los mismos fósiles se han depositado en la
misma época.
Estos principios, naturalmente, deben ser utilizados
con reservas, ya que pueden darse circunstancias que alteren los
materiales originales, como inversiones de estratos.
Los
fósiles.
Los fósiles son restos de seres vivos que han vivido
en el pasado. comprender cómo se formaron implica tener un conocimiento
básico de la Tierra, de su edad y de sus procesos geológicos.
La
edad de nuestro planeta fue desentrañada a lo largo de varios siglos. John
Lightfoot, en 1664, se sirvió de la Biblia para calcular la edad de la
Tierra, y estableción la fecha de us comienzo el 17 de Septiembre del año
3928 a. C., a las nueve de la mañana.
James Ussher, arzobispo en
Irlanda, publicó sus propios cálculos en 1650. Usando genealogías y
personajes bíblicos, estimó que la Tierra comenzó a existir el 23 de
Octubre del 4004 a. C.
El naturalista francés Jean-Baptiste
Lamarck (1744 - 1829) se dio cuenta de que la Tierra era mucho más antigua
de lo que la Biblia daba a entender, y propuso antes que Darwin que los
animales y plantas habían pasado gradualmente de unas formas a otras.
El geólogo escocés James Hutton dedujo que muchas de las rocas de
su país se habían formado unas a partir de otras, mediante procesos de
cambios graduales. Entendió que las rocas que él observaba debieron
haberse formado en tiempos pasados, desde luego mucho superiores a 6000
años, mediante procesos de erosión, sedimentación, transporte,
consolidación, ..., y decidió no limitar la edad de la Tierra.
El
geólogo inglés Charles Lyell , en 1830, publicó una versión de la teoría
de Hutton, que llamó Principio de Uniformismo, en la cual proponía que
nuestro planeta había sido modelado en el pasado por procesos que aún
actúan en el presente. Esta propuesta llevó a un gran avance de la
Geología y la Paleontología.
William Smith, del que ya se ha
hablado más arriba, observó que tipos de roca similares contenían fósiles
similares. Trazó tablas relativas a los fósiles e introdujo el concepto de
fósil guía, que dan una idea de la edad del material en que se encuentran.
Estos métodos de datación de fósiles a partir del estrato en que
se encuentran se conocen como métodos relativos.
A partir de aquí,
la ciencia paleontológica comenzó a desarrollarse con métodos más precisos
de datación, que proporcionaban una idea de las edades de rocas y fósiles
mucho más feacientes que la simple utilización de fósiles guía.
La datación absoluta.
El americano Willard Frank
Libby (Nobel en 1960), descubrió en 1947 que una pequeña parte del dióxido
de carbono atmosférico es radiactivo. Por desintegración, estos átomos de
carbono, correspondientes al isótopo C14, estos átomos se convierten en
átomos normales, no radiactivos, correspondientes a otros
isótopos.
Este dióxido de carbono es absorbido por las plantas, que
lo incorporan así a sus moléculas orgánicas. De ellas, pasa al resto de
los organismos de las cadenas tróficas. De este modo, todos los seres
vivos presentan una proporción constante entre el C14 y el carbono no
radiactivo.
Sin embargo, al morir, este "reloj geológico" se pone
en marcha: los átomos de carbono radiactivo dejan de ser asimilados y los
que quedan comienzan a desintegrarse. Al cabo de 5.730 años, habrán
desaparecido la mitad de los átomos de C14 originales; al cabo de otros
5.730 años, otra mitad habrá desaparecido, de modo que sólo quedarán la
cuarta parte de los originales; y así, sucesivamente. A este espacio de
tiempo se le llama período de semidesintegración o vida media.
Si
un fósil sólo contiene la cuarta parte del C14 que le corresponde, su edad
será 2 X 5.730 años, es decir, 11.460 años. Si sólo contiene 1/16 de la
cantidad original, la edad será de 22.920 años. El carbono-14 se acaba
transformando en nitrógeno-14.
El problema es que, cuando la
radiactividad debida a este átomo es inferior al 1% de la original, el
error en el cálculo de la edad es muy grande. Por esto, el método del
carbono-14 es sólo válido para períodos inferiores a 70.000.
En
realidad, esto no supone ningún problema, ya que se utilizan otros átomos
radiactivos, siendo la base teórica la misma. Existen átomos con períodos
de desintegración de 109 y 1010. Dentro de estos métodos, se utilizan el
uranio-238 que se transmuta a plomo-206, para datar rocas, el potasio-40
que transmuta a argón-40 en unos 8.400 millones de años (por eso, es el
más usado para datar fenómenos muy alejados en el tiempo, como los
procesos de formación de rocas).
Con estos métodos, se ha
calculado la edad de las rocas más antiguas conocidas de la Tierra, que es
de casi 4.000 millones de años. Usando métodos radiactivos, se han
atribuido a los meteoritos y a las más antiguas rocas lunares una edad de
4.600 millones de años, lo que nos puede dar una idea aproximada de la
edad de nuestro planeta.
El proceso de
mineralización.
Se dice que encontrar un fósil es como
encontrar un insecto aplastado en la página de un libro. Se quiere decir
que es un proceso poco común. La mayoría de las plantas y animales son
devorados o se descomponen cuando mueren. Incluso las partes dura, como
maderas, conchas, huesos, suelen romperse y sus productos son recilcados.
Los factores ambientales también contribuyen a la destrucción de cualquier
material biológico tras su muerte.
Los fósiles se encuentran en
aquellas zonas con peores condiciones para la descomposición: ausencia de
humedad, calor u oxigenación, o donde hay toxinas letales, presión o calor
extremos.
Un lugar donde se pueden formar fósiles es el fondo
marino. Allí, los restos de seres vivos son enterrados por sedimentos que
los protegen de la descomposición. En tierra, la fosilización se duele dar
cuando el organismo se entierra en arena seca y caliente o si los cuerpo
van a parar a desembocaduras fluviales, lagos o lagunas, donde también
serán recubiertos por sedimentos. Pueden, incluso, ser recubiertos por
cenizas volcánicas o hundirse en pozos de alquitrán.
La
permineralización. Tras el enterramiento, el sedimento que contiene los
restos se hunde a medida que se acumulan los materiales sobre él.
Lentamente se va consolidando y convirtiendo en roca. Los restos más
duros, como los dientes, pueden mantener su estado original durante
cientos de miles de años, pero las partes menos resistentes cambian
lentamente.
Los materiales orgánicos desaparecen y los espacios
que dejan son llenados por minerales que precipitan del agua que se filtra
en la roca. Este proceso es el que se llama permineralización, es decir,
algunos minerales propios de organismo original son reemplazados por otros
nuevos que estaban disueltos en el agua circulante. el antiguo organismo
se convierte, literalmente, en una roca.
En otros casos, el agua filtrada puede
disolver los huesos, dejando un molde fósil, o bien llenar el molde con
minerales, formando un contramolde. En el primer caso, se conserva la
forma externa del organismo original (molde interno); en el otro caso,
cuando el molde se rellena, se obtiene los que se llama contramolde fósil
petrificado. El contramolde no presenta la estructura interna del
organismo.
Muy raramente, un enterramiento puede
preservar lo órganos internos, salvo que este sea muy rápido y con
materiales muy finos. Se conocen impresiones de medusas varadas en la
arena.
Las huellas fósiles son señales dejadas por los animales en
vida o una vez que han muerto. Se incluyen aquí pistas, huellas, huevos,
conchas, nidos y excrementos.
Algunos de los restos de fósiles más
perfectos se han encontrado en el hielo y el alquitrán o incluidos en
resinas de árboles. Estas resinas, acumuladas y enterradas por areniscas o
arcillas, solidificaron en forma de ámbar.
Un lugar especialmente
rico en ámbar fósil es La Toca, en la República Dominicana. Los mineros
cavan margas (un tipo de rocas sedimentarias) de 40 millones de años y
consiguen insectos, arañas y lagartijas, que muestran a la perfección cada
detalle anatómico.
Lo que normalmente fosiliza son las partes duras, como se
mencionaba más arriba, pero pueden encontrarse fosilizadas semillas,
esporas y granos de polen. El caso más famoso, quizás, de fósil es el del
ave Archaeopteryx, en el que han permanecido la huellas de las plumas. En
su momento, a finales del siglo XIX cuando fue descubierto el primero de
ellos, Darwin ya había publicado "El origen de las especies", y este fósil
resultaba ser el primer caso de "etapa" intermedia en la transformación de
unas especies en otras.
Llenarse los oídos de mandíbulas.
El alegórico
título no es del que esto escribe, sino el que da el paleontólogo Stephen
Jay Gould a un ensayo incluido en su libro "Ocho Cerditos", en el que
relata de qué modo se ha llegado a saber la sorprendente relación entre
las mandíbulas de los antecesores de los reptiles y los huesos del oído de
los mamíferos. Lo que sigue a continuación pretende ser un breve resumen
de dicho capítulo.
Gould divide el asunto en dos puntos:
Para entender el origen de los huesos auditivos de los primero
vertebrados terrestres, rimero hay que resolver el problema de transformar
ondas de baja presión que se transportan por el aire en ondas del presión
alta que se puedan propagar por los fluidos que se encuentran en el oído
interno de los mamíferos. La solución está en conducir esas ondas desde el
exterior por conductos cada vez más extrechos, hasta concentrar toda esa
fuerza inicial en un punto muy pequeño, que resulta ser la llamada ventana
oval, que comunica el estribo (el último hueso de la cadena de huesecillos
y el hueso humano, perdón por el protagonismo, más pequeño) con el oído
interno, en donde se encuentra la perilinfa. Se trata, en definita de un
problema de fácil resolución física: la presión es una magnitud que
depende directamente de la fuerza ejercida e inversamente de la superficie
sobre la que se ejerce. Así, las vibraciones vienen transmitidas desde el
tímpano hasta la ventana oval, a través de martillo, yunque y estribo.
Es sabido que los primeros peces, los amandibulados, no tenían
mandibulas, pero lor primeros en tenerlas, las branquias estaban sujetas
por un juego de huesos en cada hendidura branquial, cada juego con dos
huesos que hacían de "visagra". Este visagra ya tiene cierto parecido con
las mandíbulas superior e inferior de los vertebrados típicos. Las pruebas
de esta homología son varias.
-
El mesodermo, durante el estado embrionario, es la capa encargada de
construir la mayor parte de los huesos. Pues bien, tanto las estructuras
precursoras de la mandíbula como los arcfos branquiales se construyen a
partir de la cresta neural de la cabeza en desarrollo.
-
Ambas estructuras constan de una pieza superior y otra inferior,
curvadas hacia adelante y articuladas en el centro.
-
Los músculos que cierran la mandíbula son homólogos de los que
comprimen las hendiduras branquiales.
El estribo, uno de los
huesos de la cadena de huesecillos, es homólogo del hiomandibular de los
peces, una pieza que sirve de soporte para la mandíbula con la caja
craneana. Deriva de un hueso del arco branquial siguiente.
El
registro fósil de huesos de este tipo es relativamente bueno, de modo que
encontramos estribos de hace 360 millones de años, concretamente de
Acanthostega. Y aquí entramos en una de las claves de l evolución. Si cada
órgano tuviera una sola función, la evolución no diseñaría estructuras
complejas y el planeta estaría poblado sólo por bacteria. Asi, los
estribos de los primeros vertebrados terrestres podrían tener una función
triple. Se trataba, a pesar de su apariencia actual, de un hueso denso y
robusto, de modo que podría emplear una fucnión de unión. También tendría
una función en la respiración y en la audición (por la estrcha relación
entre este hueso y una parte del oído de aquellos vertebrados).
En
palabras de Gould, "un hueso tan polifacético hierve de potencial
evolutivo".
Cuando el cráneo perdió su movilidad y la caja
craneana se soldó, el estribo ya no era necesario como elemento de soporte
y utilizó su potencial evolutivo en dedicarse exclusivamente a la función
auditiva.
La siguiente cuestión a resolver es la del origen de los
huesos del oído medio mamiferiano. El martillo y el yunque, los otros dos
huesos del oído medio, se convirtieron, como elementos del arco branquial
situado delante del hiomandibular, en parte de la mandíbula de los
primeros vertebrados, asumiendo el papel de conexión y articulación de las
mandíbulas superior e inferior (papel que siguen ejerciendo en anfibios,
reptiles y aves modernos).
El hueso cuadrado de la mandíbuls
superior reptiliana se convirtió en el yunque, mientras que el articular
de la inferior se transformó en el martillo. Esta transformación está muy
bien documentada en el registro fósil.
Para más pruebas, resulta
que durante el desarrollo embrionario de cualquier mamífero, observándose
incluso antes de fromularse la teoría evolutiva, la progresiva
transformación en el embrión de unas estructuras en otras: todos los
huesos del oído derivan de los dos primeros juegos de huesos sustnetadores
de los arcos branquiales: el martillo y el ynque dle primer arco, y el
estribo del segundo arco (que forma el hiomandibular de los peces). La
mandíbula inferior se forma a partir del cartílago de Meckel y el hueso
mandibular se osifica alrededor de dicho cartílago.
El extremo
posterior del cartílago de Meckel , que forma el extremo posterior de la
mandíbula en el desarrollo embrionario del cerdo, se osifica y luego se
separa para convertirse en el martillo del oído medio.
De nuevo en
palabras de Gould, "cada mamífero recapitula, en el discurrir de su
desarrollo embrionario, la ruta evolutiva que transformó los huesos
mandibulares en huesos del oído". Incluso, en los mamíferos placentarios,
el proceso ya está completo al nacer, pero cuando penetran en la bolsa
marsupial, sus futuros huesos del oído todavía están unidos a la mandíbula
y todavía se articulan. Los huesos se desprenderán de su ubicación, se
desplazan hacia el oído y se forma la nueva articulación mandibular, todo
en el marsupio.
El cromosoma Y.
Otra diana de los estudios de los antropólogos moleculares es el
cromosoma Y, y también Cavalli-Sforza está concentrado en estas
investigaciones. Este cromosoma pertenece al par de cromosomas sexuales de
nuestra especie. Las mujeres poseen la pareja de cromosomas XX, ya que
ambos son largos y del mismo tamaño, mientras que los hombre sólo poseen
un X y otro Y, que es mucho más corto. Esta diferencia de tamaño tiene sus
consecuencias; solamente un 1% (o menos) de este cromosoma recombina con
su pareja (que sería el X), mientras qu el resto permanece inalterado, a
excepción de los polimorfismos, por tanto, en la práctica, se puede decir
que no recombina. Inicialmente, los polimorfismos en este cromosoma eran
muy poco conocidos, pero con el avance supuesto por el Proyecto Genoma
Humano y el SNP Consortium, ahora mismo se conocen muchos. Además, también
se conocen muchas secuencias repetitivas, denominadas satélites,
secuencias que se repiten un núimero de veces, por ejemplo, la pareja AC,
siendo el número de repeticiones característico.
Por otra parte,
el índice de mutación de este cromosoma es muy bajo y no afecta a la
capacidad de los individuos para reproducirse, de modo que estas
mutaciones se pueden utilizar para rastrear los descendientes de una
concreta.
Por tanto, este cromosoma se ha hecho muy útil para
concer la evolución de las poblaciones humanas y demostrar que las
poblaciones actuales de Homo sapiens son producto de una sola migración
procedente de África.
Por analogía con los estudios de ADN
mitocondrial, en el caso del cromosoma Y se habla de Adán como del
ancestro común de todos los cromosomas Y de la actualidad. Los primeros
estudios de este tipo daban una edad de 150.000 para Adán, también
poblador de África, dato concordante con la Eva mitocondrial. Pero los
últimos dan una edad mucho más temprana, de unos 50.000 años. Quizá se
deba a ese hecho que se va poniendo cada vez más de manifiesto, como es la
circusntancia de que las mujeres son más "migradoras" que los hombres, ya
que eran ella las que tenían más movilidad cuando se establecían nuevas
relaciones de pareja entre miembros de diferentes clanes o
tribus.
Estos datos ponen de manifiesto lo difícil que resulta
deducir la evolución humana a partir de datos moleculares. Puede ser que
se están comparando regiones del cromosoma con tasa de mutaicón no
constantes o que estén sujetas a procesos selectivos que favorezcan
ciertas combinaciones. De todos modos, combinando estos datos con los
aportados por otras disciplinas, como la antropología y la paleontología,
se da un consenso general en relación a que el hombre actual salió de
África hace unos 100.000 años.
Los estudios del cromosoma Y también
son útiles para conocer la colonización de Europa y los orígenes de sus
lenguajes. Por ejemplo, el finlandés es único en el norte de Europa. Los
estudios filológicos lo emparentan con las lenguas ugro-finesas, más que
con las indoeuropeas. Sin embargo, los estudios genéticos demuestras que
los finlandeses presentan una estrecha relación con el resto de los
europeos, de modo que la conclusión es que solamente hubo una expansión
del lenguaje por estas tierras. Recientemente, el Dr. Chris Tyler-Smith de
la Universidad de Oxford, encontró un polimorfismo muy común en ciertas
poblaciones asiáticas que también aparece en los finlandeses. Casi la
mitad del cromosomas Y de los linajes finoparlantes es similar al de las
poblaciones urálicoparlantes centro-asiáticas. Esto aporta una idea muy
interesante: la transmisión del lenguaje dependería más de los padres que
de las madres.
Otro caso estudiado es el de los vascos. Su lengua,
el euskera, es muy diferente del resto de las lenguas románicas que lo
rodean y no tiene un origen claro, aunque algunos datos apuntan al
etrusco. Su cromosoma Y es también distinto al de las poblaciones
colindantes, muy joven y difícil de encontrar en otras partes del mundo.
Sin embargo, el linaje de este cromosoma es compartido en muy alta
frecuencia con el de los catalanes. Esto aporta un evidente flujo genético
entre vascos y catalanes desde el establecimiento de sus respectivas
poblaciones, según el estudio, hace algunos miles de años. Estas
relaciones del cromosoma Y de los vascos también se encontraron en
Inglaterra, Francia, Alemanis y Sudamérica.
Información en español
acerca de estos asuntos, de confianza, y que remite a otros sitios
interesantes, se encuentra en la revista Biomedia. En uno de los artículos
que se pueden encontrar allí, en una entrevista que se hace a Chris
Tyler-Smith, este da su opinión acerca de los difícil que es determinar
qué es una población, sobre todo en el caso humano: "la idea de qué es una
población es algo que encuentro difícil de comprender; es muy fácil para
un biólogo molecular estudiar linajes, como el linaje del DNA mitocondrial
o el linaje del cromosoma Y, y por ellos se puede estudiar su historia de
una manera bastante rigurosa; pero la idea de una población y de la
historia de una población es un concepto que encuentro difícil de
imaginar, porque los humanos no se dividen en grupos distintos de personas
que no se mezclan. Si imaginamos diferentes especies de animales que no se
entrecruzan, entonces podemos preguntarnos por la historia de la especie,
algo que tiene un sentido. Pero si hablas de poblaciones humanas donde ha
habido y hay migraciones y entrecruzamientos, entonces aquellos que forman
hoy una población, pongamos por ejemplo los habitantes de Barcelona, no
forman necesariamente una población común en absoluto, y si se pudieran
seguir atrás en el tiempo, digamos unos diez mil años, los linajes de cada
uno de ellos, entonces podríamos encontrar que se originaron en muy
distintos lugares, ninguno necesariamente cercano a Barcelona". Me ha
parecido conveniente transcribir estas palabras, pues tras leer los
párrafos anteriores, alguien se puede sentir tentado a hablar de
"poblaciones puras" o, lo que sería más desajustado, "raza pura". Es bien
sabido que una de las peores tergiversaciones en que puede caer la ciencia
genética es la del racismo científico. Nada más fácil para estas personas
que acudir a la presunta pureza u homogeneidad de ciertos polimorfismos o
población para aducir razones de diferenciación respecto de las
poblaciones que no pertenezcan a ese territorio político.
El adn mitocondrial.
Las mitocondrias también nos ayudan a entender la evolución del
hombre. Como ya deberíamos saber, se trata de orgánulos que aparecen en el
citoplasma de todas las células eucariotas, es decir, de aquellas que
poseen una membrana nuclear rodeando al material genético. La función de
las mitocondrias es, fundamentalmente, el metabolismo respiratorio: en
ellas la glucosa, y otros sustratos orgánicos, como otros azúcares y
ácidos grasos, se oxidan totalmente para la obtención de energía química
en forma de adenosín trifosfato (ATP), la molécula energéntica universal
(da igual de qué organismo estemos hablando: siempre transformará algún
compuesto orgánico para transferir la energía inherente de sus enlaces
químicos al ATP). (Algo me dice que los "midiclorianos" de los que hablaba
Liam Neeson en la "Amenaza Fantasma" no son, sino, mitocondrias; parecía
ser que Anakin tenía bastantes).
La estructura de una mitocondria
es increíblemente parecida a la de las bacterias aerobias, tanto en su
morfología como en su fisiología. Su forma es alargada, con una doble
membrana de bicapa lipídica. La membrana interna presenta numerosas
invaginaciones dando lugar a las crestas. Lo que es el interior de la
mitocondria, o matriz, junto con el espacio que queda entre las dos
membranas, son localizaciones diferentes para distintas rutas
oxidativas.
Pero esto no es lo que nos ocupa. Lo sorprendente de
las mitocondrias es que poseen un genoma propio. Un genoma de doble hélice
circular, como el de las bacterias, que se replica independientemente de
cuándo lo haga el núcleo celular aunque, para su desgracia, precisa del
concurso de algunos genes nucleares para poderse dividir totalmente. Esta
semejanza con los procariotas (desde luego que podríamos entrar en muchos
más detalles moleculares, pero nos vamos a ocupar de otra cosa) y su
necesidad del núcleo celular llevó a que se propusiera la denominada
hipótesis quimiosmótica, prácticamente demostrada mediante pruebas
indirectas, que postula, que, en algún momento en el desarrollo de la
vida, las bacterias respiratorias (o sus equivalentes ancestros)
penetraron en el citoplasma de otras células y allí se quedaron en
beneficio mutuo, a modo de simbiosis.
Aún a riesgo de salirnos un
poco del tema que pretendo desarrollar más abajo, no está de más que
repasemos algunas sorprendentes semejanzas de las mitocondrias (que
también comparten los cloroplastos vegetales) para ver hasta qué punto se
parecen estas a las bacterias (no debemos olvidar que la razón de esta web
es explicar la evolución). Las mitocondrias posene sistemas genéticos
completos: llevan a cabo la duplicación de su ADN, su transcripción y la
síntesis de proteínas; sin embargo, la mayoría de las proteínas necesarias
para estos procesos están codificadas en en genoma nuclear.
En
cuanto a la síntesis de proteínas, el parecido de mitocondrias y
cloroplastos con los organismos del reino procariotas es asombroso:
-
Sus ribosomas son muy similares (tanto en su estructura como en sus
sensibilidad a antibióticos);
-
En cloroplastos y mitocondrias , la síntesis de proteínas comienza
con una aminoácido denominado N-formilmetionina, al igual que las
bacterias, y no con la metionina, como ocurre en eucariotas.
-
El ADN del clorolasto puede ser transcrito por la ARN polimerasa de
E. coli
El genoma mitocondrial, conocido desde 1981, posee 16569
nucleótidos, correspondientes a 37 genes codificantes (no existen regiones
no codificantes, otra semejanza con procariotas). Una característica muy
interesante es que, en las mitocondrias, el código genético está
ligeramente alterado: UGA, que sería el codón de terminación, lo leen como
triptófano las mitocondrias de mamíferos, hongos y protozoos., pero es una
señal de "stop" en plantas; el codón AGG, que normalmente codifica
arginina, codifica "parada" en mitocondrias de mamíferos y serina en las
de Drosophila.
¿Por qué esta excepción al código genético
universal? Probablemente sea porque las mitocondrias codifican tan pocas
proteínas que un cambio ocasional en un codón raro sea tolerable, mientras
que un cambio de este tipo en un gran genoma puede alterara la función de
muchas proteínas y destruir la célula.
Todas nuestras células
poseen mitocondrias, y las reproductoras no iban a ser menos. Cuando una
célula se divide, por ejemplo, para reemplazar las dérmicas que se van
muriendo, la célula original se las arregla para que las dos células hijas
presenten un número equivalente de orgánulos, incluidas las mitocondrias.
Sin embargo, cuando un óvulo es fecundado por un espermatozoide ocurre un
curioso fenómeno: la fusión de ambos se da de tal modo que, prácticamente,
las mitocondrias presentes en el cigoto proceden, en exclusiva, del propio
óvulo. Dicho de otro modo, el espermatozoide no aporta sus mitocondrias
(en algunos casos se "cuela" alguna, pero con una frecuencia realmente
despreciable).
Cada óvulo posee unas 100.000 mitocondrias, de modo
que podemos preguntarnos cómo una mutación en una sola de ellas puede
extenderse a toda la poblción. Esto se hace con un proceso denominado
segregación replicativa: las células que se dividen dejan en herencia cada
vez más mutantes, hasta que las mitocondrias no mutantes
desaparecen.
Si unimos este fenómeno con el hecho de que la tasa de
mutaciones de las mitocondrias es bien conocida y muy constante, en
comparación con la del genoma nuclear, y que además no sufre de
recombinación, tenemos una herramiente perfecta (¡no tanto!) para evaluar
los antecesores de una mitocondria concreta o de un grupo de ellas ...
siempre que ese humano sea una mujer, porque lo que se rastrea son las
mitocondrias que sólo aporta el óvulo.Se trata, pues, de un reloj
molecular óptimo.
Los genes experimentan mutaciones y estas
mutaciones se pueden ver reflejadas en las proteínas que codifican. Se ha
podido observar que en especies para las cuales se conoce el tiempo de
separación en el árbol filogenético gracias a métodos paleontológicos, el
número de aminoácidos diferentes en una misma proteína de las dos especies
se puede correlacionar muy bien con el tiempo de separación. Algo similar
ocurre con el ADN. En esto consisten los relojes moleculares.
Las
mutaciones que sufre este ADN suelen ser neutras, de modo que la selección
no las elimina y se pueden rastrear.
La idea es la siguiente:
partiendo de un determinado número de genomas mitocondriales procedentes
de personas de diferentes lugares del planeta, se van comparando y
trazando semejanzas, realizando al tiempo una especie de "árbol
genealógico mitocondrial" en el que, al final, se tendrá una sola
mitocondría que sería de la que derivaron todas las demás. Muy importante
lo que voy a decir a continuación: esto no significa que esta mitocondria
(léase, la mujer que la portó) sea la progenitora de todos los linajes
humanos, pues la gran mayoría se han extinguido; esta mujer sería la que,
gracias al azar, dio lugar a esa genealogía descrita. El nombre que se la
ha dado a esa mujer es el de Eva, de ahí el equívoco de considerarla la
madre de todo el género humano.
Si aún no está claro, podemos
intentar el siguiente ejercicio intelectual. Supongamos uina población con
100 madres, de modo que cadanueva generación tendrá 100 hijas; pero no
todas las madres tienen hijas y, algunas, tiene más de una. Si no hay
hija, esa línea materna se extingue, ocurriendo esto con todas las líneas
tarde o temprano, hasta que quede una sola. Eva sería, en palabras de
Allan C. Wilson y Rebecca L. Cann, "la feliz mujer cuyo linaje
permanece".
Estos dos investigadores publicaron a principios de los
años 90 los pirmeros estudios de este tipo. Trabajaron con 182 tipos
distintos de ADN mitocondrial de 241 individuos, logrando hacer 27 linajes
basados en el ADN mitocondrial. El árbol que construyeron constaba de dos
ramas principales, africanos y no africanos, y, al final, ambas ramas
conducían a individuos africanos. Por ejemplo, estimaron que las
poblaciones de Nueva Guinea y Australia se fundaron hace entre 50 y 60.000
años. Los neoguineanos son, por ejemplo, un buen caso a tratar. Por el
estudio de sus lenguas, extremadamente diversas para tratarse de una misma
isla, se sospechaba que la colonización de esa isla no debió de ser única.
Con el ADN mitocondrial se mostraron varias ramas dentro de los
neoguineanos, lo que indicaba que el antepasado común de ambos no se
encontraba en la isla, sino fuera de ella: problemente, varias "madres"
diferentes con parentesco en Asia fundaron esa población. Esto demuestra
que pobladores emparentados por una raza no tienen por qué estarlo en su
ADN mitocondrial. Y también ocurre lo contrario: poblaciones hoy separadas
y consideradas de grupos raciales diferentes, presentan marcadores de ADN
mitocondrial comunes, como es el caso de algunos grupos de indios
americanos con europeos y asiáticos.
Las conclusiones finales de
este estudio publicado en 1991 fueron que la ancestra común vivió hace
unos 150.000 a 180.000 años en África, de modo que la dispersión del
género humano ha sido bastante reciente.
Estas conclusiones
encajan con las paleontológicas: los paleontólogos suponen que la
transición de hombres arcaicos a modernos an África ocurrió hace 130.000
años: hubo una primera migración hacia Asia y luego hacia Europa. El
poblamiento de América es relativamente reciente, de unos 10.000 a 15.000
años.
Estudios más recientes, del año 2000, realizados por Svante
Pääbo y otros, utilizaron no sólo una pequeña region del genoma
mitocondrial, sino todo el genoma de la mitocondria de 53 individuos de
diferentes regiones. La edad del más reciente ancestro común para el ADN
mitondondrial resultó ser de 170.000 años, con un error de 50.000.
Biología molecular y evolución.
Como
aparece en el epígrafe dedicado a las pruebas clásicas de la evolución,
una de las que han aportado las nuevas ciencias (ya no tan nuevas) son las
correspondientes a las semejanzas bioquímicas. Se pueden mencionar muchos
ejemplos de proteínas, como la hemoglobina o los citocromos, con los que
se trazan árboles genealógicos entre especies, y entre individuos de una
especie, comparando proteínas que desempeñen la misma función. También se
pueden comparar, con mayor fiabilidad, los mensajes que codifican a estas
proteínas, es decir, sus genes. Sin ir más lejos, cuando ocurren epidemias
bacterianas o víricas, se recurre a estudios de este tipo para conocer la
filogenia que relaciona las difentes cepas infectivas y conocer cuál ha
sido la primera cepa y dónde ocurrió la primera infección.
La antropología molecular fue prácticamente fundada
por el investigador Luigi luca Cavalli-Sforza, en los años cincuenta,
cuandos se trabajaba con polimorfismos de proteínas, los llamados
isozimas, diferentes formas momleculares de una enzima, en lugar de con
los polimorfismos de ADN. Fue uno de los fundadores del Human Genome
Diversity Project para coordinar la recogida y análisis de muestras de ADN
procedentes de diversos grupos étnicos del globo. Pero su idea cayó en
embrollos éticos y políticos, y algunos grupos manifestaron su oposición a
esta recogida, como la declaración de los Pueblos Indígenas del Hemisferio
Oeste. Los participantes de HGDP han hecho un Propuesta de Protocolo Ético
Modelo para la Recolección de Muestras de ADN, que te puedes leer en
español, aunque, no he podido saber si ese protocolo está en uso o
no.
Los Polimorfismos.
Los denominados polimorfismos
de nucleótido único (SNPs o single nucleotide polymorphism) son otro
objetivo importante de la biología molecular aplicada al estudio de la
evolución. Se trata de puntos concretísimos de los genomas en los que un
nucleótido puede ser diferente en varios individuos, dando lugar a
caracteres diferentes, como el color de los ojos, de la piel, del pelo, la
forma de la nariz, las forma en que metabolizamos sustancias, etc. Un buen
ejemplo de SNP son los alelos de los grupos sanguíneos humanos.
El
gen de los grupos sanguíneos consta de 1062 pares de bases, divididas en
seis exones, en el cromosoma 9. Este gen codifica una enzima denominada
galactosil transferasa que tiene la capacidad de añadir galactosa (un
monosacárido) a una molécula, por ejemplo, una proteína. La diferencia
entre el grupo A y el B es de siete pares de bases, de las que tres son
neutras (no afectan al aminoácido codificado) y las otras cuatro son las
que determinan la diferencia: en las posiciones 523, 700, 793 y 800 de
este gen, las personas de grupo A poseen las letras C, G, C, G; las del
grupo B, poseen G, A, A, C. Aún existen otras combinaciones, por ejemplo,
algunas personas del grupo A tienen letras del grupo B y viceversa. En
cuanto al grupo O, las personas que lo poseen sólo tiene un único cambio,
pero en este caso no se trata de una sustitución, sino de una delección,
es decir, de la ausencia de la letra 258, que deberíña ser una G. En estas
personas, la lectura del ADN se desplaza una letra y el mensaje se cambia
por completo y no se sintetiza esa enzima. En este caso, el efecto de este
cambio en las personas de grupo O no tiene mayores consecuencias, aunque
se ha encontrado una correlación con la resistencia a ciertas
enfermedades.
Los genes presentan numerosas formas alélicas, de
modo que los seres humanos nos diferenciamos unos de otros en, al menos,
400 nucleótidos (aunque puede que esta cifra se haya quedado corta).
(¡OJO! No todas las diferencias genéticas se deben a SNP: estamos hablando
de diferencias que afectan a un solo nucleótido, o a una pareja de bases
nitrogenadas). Sin embargo, la mayoría de los SNP no producen efectos
fenotípicos, ya que aparecen, generalmente, en regiones no codificantes
del genoma (los denominados intrones), pero el interés que tienen se debe,
sobre todo, a su relación con la predisposición a ciertas enfermedades y
la susceptibilidad a algunas drogas. Algunos de estos SNP aparecen juntos
en un cromosoma y provocan tendencia a la delección del cromosoma, un tipo
de mutación cromosómica, provocando enfermedades. Ciertas personas
comparten estos SNP y sirven para diagnosticar esa tendencia a la
enfermedad. Las combinaciones concreta de polimorfismos en un cromosoma se
denomina haplotipo.
Podemos tener cerca de 3 millones de estos SNP
en nuestro genoma, de los que conocemos casi 1'5 millones; sólo 60.000 de
estos aparecen en los exones o regiones codificantes. Existe una base de
datos pública con todos estos polimorfismos, The SNP Consortium LTD, a la
que también ha contribuido International Human Genome Sequencing
Consortium.
En evolución, son buenos marcadores de la diversidad.
Si seguimos un SNP concreto a través de diferentes grupos, podemos trazar
la evolución y dispersión de las diferentes razas humanas. Se trata de
observar "in situ" la variabilidad del genoma humano.
La existencia
de polimorfismos genéticos nos lleva de nuevo a un tema que ya se ha
tratado en otro documento, el relativo al debate entre seleccionistas y
neutralistas. Recordamos que para la escuela seleccionista la mayoría de
los polimorfismos genéticos tienen un valor adaptativo (en aquel documento
no los llamábamos así todavía), es decir, que los diferentes alelos a que
dan lugar los polimorofismos codifican proteínas con diferente
efectividad. De esta manera, los polimorfismos se mantendrían en la
población o no en función de su eficacia. El punto de vista neutralista
defiende que la mayoría de los polimorfismos existentes en un alelo son
neutros para la selección, es decir, que no provocan mayor beneficio ni
perjuicio, no tienen valor adaptativo. Los neutralistas dicen que la
evolución molecular es el resultado de la deriva genética al azar de
alelos práticamente neutros. Así, las mutaciones ventajosas serían muy
infrecuentes y a las no neutras les ocurriría lo mismo que a las
deletéreas, es decir, se eliminarían por selección negativa.
A
continuación, intentaré contar algunas interesantes cuestiones en relación
a la biología molecular y la evolución. Los enlaces se abrirán en nuevas
ventanas, y allí podrás navegar por ellos.
El ADN autosómico.
Para algunos investigadores, el problemas de
todos estos estudios de polimorfismos es la recombinación, el hecho de
que, en una fase de la formación de gametos, las parejas de cromosomas se
fragmenten y les dé por intercambiarse trocitos de ADN. Así que plantean
otros estudios y análisis más sofisticados. Uno de estos investigadores es
Kenneth K. Kidd, de la Yale University School of Medicine. El Dr. Kidd
mantiene una base de datos con más de 175 marcadores de 60 poblaciones,
esta base de datos, accesible por internet, muestra los métodos y las
conclusiones a las que llega utilizando los polimorfismos del ADN
autosómico (es recomendable ver las imágenes): el hombre debió originarse
en África entre hace 150.000 y 100.000 años, hace unos 100.000 años
colonizó el sudoeste de Asia, y llegó, finalmente, al Pacífico hace unos
40.000 años (todo en fechas aJC).
Kidd y sus colegas también demostraron que la
variación de los cromosomas de las poblaciones africanas es mucho mayor
que la de las poblaciones no africanas. Efectivamente, en África los genes
ha tenido mucho tiempo para mezclarse por recombinación; el resto de los
grupos humanos derivan de un número reducido de individuos y han dispuesto
de mucho menos tiempo.
Temas
relacionados con la Paleontología
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