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Noticias de
Paleontología 2025.

Hallan fósil de Synbranchus, una anguila
del Pleistoceno de San Pedro.
Una vértebra fosilizada de
uno de estos animales fue descubierta a ocho kilómetros de San
Pedro.
Una pequeña vértebra
fosilizada de un pez del género Synbranchus acaba de
ser descubierta en inmediaciones de la ciudad de San Pedro, al norte
de Buenos Aires. La pequeña pieza corresponde a un género de peces
cuya forma resulta similar a la de las anguilas verdaderas y debido
a esto, se les da el mismo nombre popular. Los Synbranchus,
peces de cuerpos alargados, de hábitos principalmente nocturnos,
suelen habitar arroyos y pantanos de agua dulce en diferentes áreas
de nuestro país. Si bien no son anguilas, propiamente dichas, su
aspecto ha hecho que la gente los confunda con las anguilas de agua
salada, por ejemplo.
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La vértebra
fosilizada fue hallada por un equipo del Museo
Paleontológico de San Pedro conformado por Jorge Martínez,
Walter Parra y José Luis Aguilar (el primero en observar la
pieza en el sedimento), junto a los colaboradores Manuel
Sánchez y Juan Cabrera. El hallazgo se produjo durante una
tarde de prospección en busca de material fósil, en el
sector conocido como Campo Spósito, en la zona de Bajo del
Tala, partido de San Pedro. En dicho campo, el grupo del
museo investiga un tramo de un lecho de río prehistórico
cuya antigüedad promedio está fechada en unos 200.000 años. |
“Cuando vimos la pequeña
pieza fosilizada, nos entusiasmamos porque sabemos que los restos de
peces fósiles en la región pampeana son muy escasos, por lo tanto,
los registros son incompletos. De hecho, del género
Synbranchus, al que pertenecen estos peces existen escasos
antecedentes fósiles. Y por otro lado, este nuevo registro nos
permite seguir conociendo habitantes de ese ecosistema prehistórico
en el cual convivieron perezosos gigantes, grandes armadillos
acorazados, mastodontes, caballos fósiles, macrauchenias y tantos
otros mamíferos de los que el equipo del museo ha venido
descubriendo restos.
Este es el tercer tipo de
pez encontrado en el yacimiento de Campo Spósito. Anteriormente se
habían encontrado bagres, armados y ahora, este del género
Synbranchus. Cada eslabón, cada género que se suma, permite
recrear con mayor fidelidad las condiciones de aquel ecosistema y
conocer mejor a quiénes lo habitaban”, comenta José Luis Aguilar,
director del museo y partícipe del hallazgo.
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Para la clasificación del
ejemplar, el equipo del museo de San Pedro contó con la
valiosa participación del especialista Sergio Bogan, Curador
Asociado de la División Ictiología del Museo Argentino de
Ciencias Naturales "Bernardino Rivadavia” (MACN-CONICET).
Bogan explica que “es un hallazgo muy
interesante porque suma un componente previamente no
registrado en este sitio y genera expectativas de que sigan
apareciendo otros restos de peces, los cuales siempre son
poco frecuentes. |
Si bien estos peces han sido registrados en otros sitios
Pleistocenos de la provincia, estos antecedentes son escasos. Hay
algunos fósiles del río Quequén Salado, el río Luján y en el
Reconquista. Por el tamaño de las vértebras es posible inferir que
llegara a medir unos 1.20 metros de longitud, pero es algo
aproximado pues es difícil establecer un tamaño con certeza, sólo
con estos elementos”. Ilustración del PaleoArtista Miguel Ángel Lugo
por la ilustración que acompaña esta difusión. Fuente; Museo
Paleontológico “Fray Manuel de Torres” de San Pedro.
Mas información, fotos y videos en
https://noticiasdepaleontologia.blogspot.com/2025/04/hallan-fosil-de-synbranchus-una-anguila.html
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Patagorhacos terrificus, un ave del
terror en el Mioceno de Río Negro.
Hace unos 18 millones de años, la Patagonia tenía un
aspecto distinto al de hoy en día. Las interminables planicies
estaban salpicadas por árboles y bosques en los que se encontraba
una gran variedad de animales hoy en día extintos. Su clima era más
cálido y húmedo, lo que permitía la existencia de animales de
aspecto tropical como monos, puercoespines y muchos otros.
Entre los grandes cazadores de la época se
encontraban unas enormes aves predadoras conocidas como fororracos o
“aves del terror”. Los fororracos se distribuyeron por toda
Sudamérica, y se extinguieron hace unos 3 millones de años. Tenían
un pico poderoso, muy alto y terminado en un gancho filoso. Sus
patas eran muy largas y sus alas reducidas, por lo que eran
incapaces de volar.
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Una expedición llevada adelante por miembros
del Museo Patagónico de Ciencias Naturales “Juan Carlos
Salgado” en los alrededores de la ciudad de General Roca, en
la provincia de Río Negro, resultó en el hallazgo de restos
más completos de Patagorhacos terrificus,
especie muy enigmática.
Debido a la buena preservación de los restos
los investigadores lograron conocer aspectos importantes
sobre el Patagorhacos. La especie alcanzaba una altura de
1.5 metros y un peso aproximado de 50 kilogramos.
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Sus garras curvadas y sus huesos esbeltos hacen
pensar que se trataba de un veloz depredador que daba caza a sus
presas mediante la velocidad, y las remataba con un certero
picotazo. Luego despedazaba a su presa con la ayuda de las garras
del pie.
Los nuevos restos permitieron a los investigadores
realizar un árbol genealógico de todos los fororracos conocidos, y
poder saber más sobre la evolución de este grupo de aves.
El equipo de trabajo de este hallazgo estuvo
integrado por investigadores del CONICET, el Museo Argentino de
Ciencias Naturales, la Fundación Azara y el Museo Patagónico de
Ciencias Naturales “Juan Carlos Salgado”, cuya publicación
científica puede leerse en
https://www.tandfonline.com/doi/full/10.1080/08912963.2025.2458127?src=
Fuente: Laboratorio de Anatomía Comparada y
Evolución de los Vertebrados.
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Revista Argentina de Divulgación Paleontológica.
Ichhutherium wayra, una nueva
especie de mamífero del Mioceno de Antofagasta, Catamarca.
El hallazgo
realizado por científicos paleontológicos de Conicet se dio a 3.900
metros sobre el nivel del mar. Se trata del Ichhutherium wayra
quién vivió durante el Mioceno
Un equipo de
científicos paleontológicos del CONICET y diversas universidades
nacionales descubrió en la provincia de Catamarca una nueva especie
de mamífero que vivió hace 18 millones de años. Se trata del
Ichhutherium wayra, un herbívoro de la familia de los
mesoterinos, cuyos restos fósiles fueron hallados a una altitud de
3900 metros, en la actual puna catamarqueña.
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El
hallazgo, publicado en la revista Journal of Systematic
Paleontology, aporta información clave sobre la
biodiversidad del continente sudamericano durante el Mioceno
y las adaptaciones de los mamíferos a entornos de gran
altura. El Ichhutherium wayra, cuyo nombre en
quechua significa "viento", es una prueba de que ciertos
mamíferos lograron adaptarse a condiciones extremas en zonas
montañosas. La altitud del descubrimiento sugiere a los
investigadores que estos animales desarrollaron estrategias
para sobrevivir en ambientes fríos y de baja presión de
oxígeno. |
Los fósiles de mamíferos de esta
época son difíciles de encontrar, lo que hace que este
descubrimiento sea aún más relevante para la reconstrucción de los
ecosistemas sudamericanos prehistóricos.
Armella explicó que "lo que más
nos llamó la atención era la edad de los sedimentos, porque son
bastante viejos", destacando que estos niveles son poco
representados en la geología del NOA, lo que hace que el hallazgo
sea aún más significativo.
El fósil corresponde al linaje
más antiguo de los mesoterinos, una subfamilia entre los mesotéridos,
un grupo de ungulados nativos sudamericanos que se caracterizan por
sus adaptaciones morfológicas. El ejemplar, denominado
ichhutherium wayra, presenta rasgos morfológicos con un
carpincho y un wombat (marsupiales australianos). Armella señala que
"este material que encontramos forma parte de esa fauna única de
Sudamérica que se desarrolló durante 30 o 40 millones de años",
remarcando la importancia del descubrimiento para la paleontología.
El Ichhutherium wayra
(Ichuu: pastos de altura en quechua; wayra: viento en quechua; y
therium: bestia en griego) era un animal herbívoro que pesaba entre
12 y 15 kilogramos y se alimentaba de pasturas. Su estudio permitirá
a los científicos reconstruir el paisaje y la comunidad biológica de
la Puna durante el mioceno temprano. A través de esta investigación,
los paleontólogos esperan obtener una imagen más clara de cómo era
el ecosistema en aquel entonces.
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La campaña de rescate, que
se inició en 2023, fue posible gracias a la colaboración de
investigadores de distintas provincias: Mendoza, Tucumán y
Catamarca. Participaron profesionales del Instituto
Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (IANIGLA
-CONICET UNCuyo), el Instituto Superior de Correlación
Geológica (INSUGEO – CONICET UNT), la Universidad Nacional
de Tucumán, la Universidad Nacional de Catamarca, y miembros
de la comunidad local. Actualmente, el fósil se exhibe en el
Museo del Hombre de Antofagasta de la Sierra. |
El Ichhutherium wayra se suma a
la lista de especies que permiten entender la evolución de los
mamíferos en Sudamérica. Su estudio no solo ofrece pistas sobre su
forma de vida, sino que también ayuda a comprender cómo el entorno y
el clima influyeron en la fauna del pasado. Fuente: elancasti.com.ar
y adaptado por grupopaleo.com.ar.
Mas información, fotos y videos en
https://noticiasdepaleontologia.blogspot.com/2025/05/ichhutherium-wayra-una-nueva-especie-de.html
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Revista Argentina de Divulgación Paleontológica.
Recuperan nuevos restos de un Ictiosaurio de Jurásico en la
formación vaca muerta, en la Provincia de Neuquén.
Un
nuevo e importante hallazgo paleontológico tuvo lugar en el paraje
Los Álamos, en las inmediaciones de Loncopué, cuando Ángel Fuentes,
propietario del campo donde ocurrió el descubrimiento, alertó sobre
la presencia de restos fósiles en el terreno.
Tras la denuncia, se activó el protocolo correspondiente y se
notificó a la Dirección de Patrimonio Cultural, dependiente de la
Subsecretaría de Cultura de la Provincia del Neuquén. Al sitio se
trasladó el paleontólogo Mateo Gutiérrez, acompañado por efectivos
de Gendarmería Nacional, quienes confirmaron la presencia de fósiles
pertenecientes a un Ictiosaurio, un reptil marino del Jurásico
Superior.
La
zona del hallazgo forma parte de un afloramiento de la Formación
Vaca Muerta, reconocida a nivel mundial por su riqueza en fósiles
marinos como ostras, moluscos y reptiles que datan de entre 145 y
150 millones de años. Este tipo de descubrimientos aportan valiosa
información científica sobre el ecosistema que existía en la región
durante esa era geológica.
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Los
materiales recuperados serán trasladados al Museo Carmen Funes de
Plaza Huincul para su análisis y conservación. Posteriormente,
quedarán en resguardo temporal en el Museo Paleontológico Carlos
Alesandri de la localidad de Las Lajas.
El
operativo contó con el acompañamiento de las Direcciones de Cultura
y Turismo de la Municipalidad de Loncopué, y se recordó a la
comunidad la importancia de notificar de inmediato a las autoridades
culturales o a Gendarmería Nacional ante el hallazgo de posibles
fósiles, para asegurar su preservación y estudio adecuado.
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Los
ictiosaurios, un grupo de reptiles marinos que dominaron los océanos
durante la era Mesozoica, son un fascinante ejemplo de adaptación
evolutiva. Estos animales, que vivieron aproximadamente entre 250 y
65 millones de años atrás, presentan una serie de características
morfológicas y fisiológicas que les permitieron prosperar en un
entorno acuático.
Una
de las características más distintivas de los ictiosaurios es su
forma corporal hidrodinámica. Su cuerpo alargado y fusiforme,
similar al de los delfines modernos, les confería una notable
eficiencia en la natación. Esta forma les permitía reducir la
resistencia del agua, facilitando así su desplazamiento a altas
velocidades. Además, sus extremidades se transformaron en aletas, lo
que les proporcionaba una mayor maniobrabilidad en el medio
acuático.
En
términos de respiración, los ictiosaurios eran reptiles y, por lo
tanto, necesitaban salir a la superficie para respirar aire. Sin
embargo, su adaptación a la vida marina se evidenció en la posición
dorsal de sus fosas nasales, lo que les permitía respirar sin
necesidad de levantar completamente la cabeza fuera del agua. Esta
característica es similar a la observada en algunos mamíferos
marinos actuales.
La
dieta de los ictiosaurios variaba según las especies; algunos eran
carnívoros y se alimentaban principalmente de peces y cefalópodos,
mientras que otros presentaban adaptaciones para una dieta más
diversa. Sus mandíbulas estaban equipadas con dientes afilados y
cónicos, ideales para capturar presas resbaladizas en el agua.
Desde el punto de vista reproductivo, se ha demostrado que los
ictiosaurios eran ovovivíparos, lo que significa que daban a luz
crías vivas en lugar de poner huevos. Este rasgo es particularmente
interesante ya que sugiere una adaptación a un ambiente marino donde
el desarrollo embrionario dentro del cuerpo materno podría ofrecer
ventajas frente a depredadores y condiciones ambientales adversas.
Los
ictiosaurios también exhibían una notable diversidad morfológica. Se
han identificado varias especies con diferencias significativas en
tamaño y forma; algunas alcanzaban longitudes superiores a los 20
metros, mientras que otras eran mucho más pequeñas. Esta diversidad
refleja una amplia gama de nichos ecológicos que los ictiosaurios
pudieron ocupar en los océanos de su tiempo.
La
variabilidad en la morfología también se relaciona con su evolución
a lo largo de millones de años. Los ictiosaurios evolucionaron a
partir de ancestros terrestres, y su adaptación al medio acuático
fue un proceso gradual que implicó cambios significativos en su
anatomía. Por ejemplo, las modificaciones en la estructura de la
columna vertebral y el desarrollo de un sistema de aletas más
eficiente son indicativos de esta transición evolutiva.
Además, los ictiosaurios presentaban características esqueléticas
únicas. Su cráneo era grande y alargado, con una mandíbula inferior
prominente que les permitía abrir la boca ampliamente para capturar
presas. La presencia de huesos nasales reducidos y una órbita ocular
grande también son rasgos distintivos que sugieren adaptaciones para
una vida activa en el agua.
En
términos de paleobiología, los ictiosaurios desempeñaron un papel
importante en los ecosistemas marinos del Mesozoico. Como
depredadores, ayudaron a regular las poblaciones de otras especies
marinas y contribuyeron a la dinámica ecológica de su entorno. Su
extinción, ocurrida al final del Cretácico, marcó un cambio
significativo en la biodiversidad marina, abriendo oportunidades
para otros grupos de animales marinos, incluidos los mamíferos
marinos modernos. Fuente; noticiasnqn.com.ar y modificado y adaptado
por grupopaleo.com.ar
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https://noticiasdepaleontologia.blogspot.com/2025/04/recuperan-nuevos-restos-de-un.html
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